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Cine e historia - Marc Ferro 11 - 39_compressed (1)-6-16.pdf

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I. El film, fuente de la Historia En esta primera parte se muestra cómo el análisis del de film permite descubrir los aspectos tradicionalmente ocultos la historia y del funcionamiento de las sociedades...

I. El film, fuente de la Historia En esta primera parte se muestra cómo el análisis del de film permite descubrir los aspectos tradicionalmente ocultos la historia y del funcionamiento de las sociedades. 1. El film, ¿un contra-análisis de la Sociedad? * tiremos que aunque haya variado la ideología del historiador, y aunque existan diversas razas de historiadores que cohabitan constituyen círculos que apenas se reconocen entre sí, por más que los no historiadores logran identificarlos gracias a los signos específicos de su discurso, también advertiremos que su función no ha sufrido muchas alteraciones. Hay pocos historiadores, de Otto de Freising a Voltaire, de Polibio a Ernest Lavisse, de la Tácito a Mommsen, que, en nombre del conocimiento o de ciencia, no se hayan hallado al servicio del Príncipe, del Estado, de una Clase, de la Nación, en suma, de un orden o de un sis- tema, y que, conscientes o no, no hayan dado en predicar o combatir* Educar al Príncipe y a los círculos dirigentes en pro de un buen gobierno, enseñar obediencia al pueblo; perseguir, con o sin él, el sentido y las leyes de la Historia para entender- las mejor, la cuestión es que siempre predomina un afán de eficacia. Ya desde un principio, los historiadores trabajan a cuenta del Estado que los contrata; Leonardi Bruni, desde Flo- Los historiadores y el cine rencia, y Étienne Pasquier, desde París, recomiendan al histo- riador que abandone la lengua latina por la lengua vulgar: ¿Se_rá que el historiador considera las películas como «Así serán más eficaces.» En los albores del siglo XX, cuando, docmpeuto indeseable? Poco falta para que el cine ya sea cen- siempre a cuenta del Estado, el historiador glorifica la nación, tenario, pero aún se ve relegado a la ignorancia y ni siquiera las instrucciones ministeriales establecen muy claramente que figura entre aquellas fuentes de las que hoy se prescinde. No si la enseñanza de la Historia no alcanza un resultado, «el maes- entra para nada en el universo mental del historiador. tro habrá perdido el tiempo»* 4 !_.a verdad es que el cine aún no había nacido cuando Podemos constatar otro hecho en las historias de la la historia perfiló sus líneas, afinó sus métodos; es decir, cuan- Historia. Según cuál sea la índole de su misión y segúnla época, do de la narración pasó a la explicación... í el historiador elige una determinada conjunción de fuentes y y Por lo que atañe al cine, y a otras fuentes tampoco adopta asimismo un método determinado; los cambiará como escrltas¿ creemos que no se trata ni de incapacidad ni de re- el combatiente que cambia de arma y de táctica cuando las que traso, sm(? de ceguera, o rechazo inconsciente que procede de se usaban hasta entonces hayan perdido eficacia... Este aserto causas más complejas. Examinar cuáles son los «monumentos obtiene una postrer confirmación en la aventura de la historio- del pasado» que el historiador ha transformado en documentos grafía polaca contemporánea que, a falta de fuentes escritas, y luego «cuáles son hoy los documentos que el historiador trans: aniquiladas, desaparecidas o deliberadamente destruidas por la forma en monumentos», sería una primera manera de entender ocupación extranjera, ha descubierto en los productos de la y de ver la ausencia del cine! civilización material una materia documental inédita. Dicho pufmtgs veces se habrá dicho: A fuerza de indagar sobre material permitió demostrar la identidad de la nación polaca su propio oficio, de preguntarse cómo escribe la Historia, el y su arraigo entre las fronteras que reivindica. historiador acaba olvidándose de analizar su misma función. Sin duda, la gente ya sabía que no había historiador que No obstante, si leemos a los historiadores de la Historia, adver- redactara sus textos con plena inocencia, pero esta opinión parece confirmarse más que nunca en los lindes del siglo XX, * Texto - redactado en 1971 y publicado originariam en cuando comienza a despuntar el cinematógrafo. En vísperas de Annales. Economies, Sociétés, Civilisations, París, 1973, u la Primera Guerra Mundial, como uno de tantos, el abogado, el 20 21 te a funcionario, el filósofo, el médico, el historiador ya luce botas i administradores. Han contribuido precisamen de las leyes sagrad fls que y casco y se dispone a la lucha. Por esa época, este mismo his- ¡l:;e ÍÍÍÁÍZ áe la patria, a la redacción hzac'¡ o? en que la centra toriador escribía para niños y adultos. Conviene recordar aque- nos dan la libertad, etc. En una época Qe la capita l, , de los _dlr_) gentes llas instrucciones del historiador francés Ernest Lavisse: «In- consolida el poder del Estado ras a un capitalismo, mient cumbe a la enseñanza histórica el glorioso deber de inculcar con la creciente ascendencia del amor y comprensión por la patria [...] por todos nuestros hé- Jado del Rin se intent a conve ncer al puebl¡o de que Berl/m posee roes de antaño, incluso aquéllos envueltos de leyenda... Si el la grandeza de Roma, y al otro lado del río de que Pans_ es una época, cuand o ya asoma el co.nmcto eu colegial no lleva consigo el vivo recuerdo de nuestras glorias nueva Atenas, en esta pacifista tiñe las 1deolo'gxa's, nacionales, si no sabe que nuestros antepasados combatieron en ropeo, cuando el frenesí bélico o mil campos de batalla por muy nobles causas, si no se entera cuando finalmente la movilización ya alcanza al filósofo, aI' juris- utilid ad podría tener para la Historia de toda la sangre y esfuerzos que exige la unidad de la pa- ta, al historiador, ¿qué precisamente que la tria [...] perfilando luego entre el caos de nuestras caducas el folklore, cuya supervivencia demuestra no ha llegaf io a consumarse instituciones aquellas leyes sagradas que nos dan la libertad; unificación cultural del país aún tener para la Histor ia ese primer si no se convierte en un ciudadano imbuido de sus deberes y del todo? ¿Qué utilidad podría en la esta- entra ndo en un soldado fiel a su bandera, el maestro habrá perdido el trozo de película que representa Un tren tiempo.» * Glorioso deber, héroes, incluso aquéllos envueltos de ción de La Ciotat? leyenda, muy nobles causas, unidad de la patria, leyes sagradas que nos dan la libertad, soldado, son términos todos ellos, son principios que, con leves matices de diferencia, se repiten por ¿qué significa toda Europa, en boca de Kovalevski, de Treischke o de Seeley: Por lo demás, a principios del siglo XX, para las mente s ilustr es, para la‘ gent'e culti- no será sólo Francia la que «entre en una era tricolor». Las el cinematógrafo de dlSOlP Clén, un fuentes utilizadas por el historiador ya consagrado forman, en vada? «Una méquina de embrutecimient(_; y míser as criatu ras engana ¿¡das por este momento, un bloque jerarquizado con tanto esmero como pasatiempo de analfabetos, de , el diput ado, el genera l,' e}lnot arlo, el ca- la sociedad a la que destina su obra. Tal como ocurre en esa su trabajo.» El obispo sociedad, los documentos se dividen en categorías, que reflejan y el magis trado compa rten esta opinio n fíe Georges tedrático de 3lotas», Las sin ambages, la existencia de unos privilegiados, de unos des- Duhamel. Ellos no respaldan «ese espectáculo la juris prude ncia ya evide ncian l'a clase clasados, de unos plebeyos, de un lumpen. Como ya escribiera primeras decisiones de Benedetto Croce, «la historia siempre es contemporánea». Aho- a que recibe el cine por parte de los'm edlos dmgentes_. de acogid de feria, y el Derec ho ni ra bien, resulta que a principios del siglo XX esta jerarquia evi- Pasa por ser una especie de atracción Esas imáge nes que se mueve n se dencia, como tantas veces se ha observado, unas relaciones de siquiera le reconoce autor. máqui na especi al por medio de la cual se obtien en». poder: encabezan el cortejo, cargados de prestigio, los Archivos deben a «la dera que el autor del de Estado, manuscritos o impresos, documentos únicos, expre- Durante bastante tiempo, el Derecho consi mbre sión de Su poderío, del de las Casas, Parlamento, Cámaras de film es la persona que ha escrito el guión.* Imperó la costu de autor en aquel que filmaba. No po- Cuentas. Sigue la cohorte de aquellos impresos que han dejado de no admitir derechos de ser secretos: textos jurídicos y legislativos, ante todo expre- sefa el estatuto de persona cultivada. Lo tildan de «buscador sión del Poder, y luego periódicos y publicaciones, que no sólo de imágenes». n el hom- emanan de él, sino de toda una sociedad cultivada. Las biogra- Aun hoy, por lo que se refiere a los Noticiarios, nes llevan fías, las fuentes de historia local y los relatos de viajes forman bre de la cámara conserva su anonimato; las imáge la cola del cortejo; aunque tales testimonios merezcan un cré- la firma de la empresa que las produce: Pathé, Fox, etct De la dito, la posición que ocupan es más modesta en la elaboración este modo, para los juristas, para la gente mstru!da_, para o, la de la tesis. De este modo, la Historia recibe una comprensión sociedad dirigente, para el Estado, lo que no está escrit que obedece a las perspectivas de quienes se han responsabili- imagen, carece de identidad: ¿cómo podrían comentarlo los zado de la sociedad: estadistas, diplomáticos, magistrados, em- historiadores, o al menos citarlo? Sin papeles, huérfana, prosti- 22 23 tuyéndose al pueblo, la imagen no podrá intimar con esos egre- indeterminación y la úspi e de la mde_ gios personajes que constituyen la Sociedad del histori pósito de todo, le la cúspid ador: su sabi er: la Histori a. Ha dejado de contar lo Artículos de leyes, Tratados de comercio, Declaraciones minis- universalidad de a en lo que ocurrtxe- hurgando teriales, Órdenes operacionales, Discursos. Para colmo, que ocurriera, es decir, ya no elige, su gusto, Se va a fiar ni siquiera de los Noticiarios si todo el ¿quién e le parece apropiiado para su rel lato, o para :sil: Lajsg::;nlis ?i);?aq:u inLSrpretación. Al igual qéue suls col:ega mundo sabe que esas imágenes, esa supuesta representacién de la realidad, Humanas, debe decir qué es lo ql si Tesponden a una elección, a una transformación, jencias puesto que se los materi ales pertin entes a su cu.es'uo rg,d pr%sí;tít; juntan mediante un montaje no controlable, un Clít;g?usir truco, un tru- t, 5\]1:n ;:;f;g Sueni¡n tere-sa caje? El historiador no puede apoyarse en documentos ;ZS hipótesis, sus resultados, sus pruebas de ese i r es! tructu rasS que A acontec ) , calibre. Todo el mundo sabe que trabaja en una jaula de vidrio: Más dado a analiza ; «Estas son mis referencias, éstas son mis pruebas.» ias y mutaciones invisibles, A nadie se i a ac demás eclips 1 ando en parteRA a los le ocurría pensar que la selección de sus documen bida cuenta S eque éste termin tos, su reco- e, los mateteriale s que permi i e pilación, y el desarrollo de sus tesis constituyan ás. De ahora en adelant un montaje curvas, tanto 511 seb.trtai íaº %er epdl;«;,:: ?:, áíel similar, un truco, un trucaje. Y sin embargo, con Í:?:tímción de largas la posibilidad á , etc., consti ituyen el objet e. de consultar las mismas fuentes, ¿acaso los histori i s demográficas escrito todos la misma historia de la Revolución? adores han Isr;g(e)ñador. gIr)ispone de fichas perforadas, de unlcoérddlegrxiua A €l o istari:; este mundo donde reina la calculadora y dolmma se desp: ¢qué valor tendria una simple foto, por dónde Charlot? to, u::; Ya han pasado cincuenta años. Se ha transformado Además, ¿qué es un film si no un acontecimien la una dccién , unas inform acione s _cen_su radasl, unnz;“er- Historia, pero el cine sigue a la puerta del anécdota, laboratorio. Por su- {)as. Puesto, en 1970, las «élites», la «gente cultiv tualidad 'que sitúa a igual nivel la moda de m\:ilerm;tz ada» ya van al del verano? ¿Cómo6 va a aprove ch:har todo e A cine; también el historiador, también el sociólo go, ¿aunque no f¡a.“áabc;í(; será inconscientemente? Van como todo el gztoria? La Dereéha se asusta, la Iz_qu¡erda' descon mundo, sólo en plan (;¡;llí :: léj;z; a. de espectadores. Entretanto, pasó el marxis la ideología dominante no ha convertldto e:1[ mo, metamorfosean- ¿Acaso no hay un cineas i ta, a, Jean-] a É do las concepciones históricas; con él se uefios»? impone otro método, náado a sí mismo si «no se 1;¡lvent z;ría e;uc;;-r ; lí);r: otro sistema y asimismo otra jerarquía de :: hsa pregu las fuentes. El mar- i ad a las masas»? 28 * ¿'¿Cuál es la. su e a xista, rebasando el poder politico, busca camuflar la realid el fundamento del pro- i ad ofrecida, de la realid i en el Oeste, 3 por esa indus ss gig ceso histórico en el análisis de las formas de producción y de ¿De la lucha de clases. La exactitud de esta tg:sl::a y, en el Este, por ese Estadq que t(;do lo controla? gestión quedaría con- firmada, si fuera preciso, por el estallido qué realidad es el cine auténtica imagen? de la crisis económica de 1929, justamente el año en que nace la escuela de los Annales, que se dedica particularmente a la histori a económica y social. Paralelamente surgen las Ciencias Sociale s, enorgulleciéndose de ::E- sus métodos. Aun así, tanto entre los marxis Todas estas dudas y preguntas tienen validez, y Ín]¡]] no marxistas, persisten ciertos usos tas como entre los bargo ¢no será que tambié n sirven de coartzd a par?a Se m del antiguo oficio de histo- nqdor: la adopción de una privilegiada Principio de selectividad de las fuentes forma de enfoque, un históricas. La Historia Ura sigue deen n pie,ovigilanedo, desplezada del escrito-al f7 Z‘:z 21 sf‘lgl‘:n, delptextoi la imagen. No basta con com¡áx;l;:rplí no tarda en disgregarse en ciencias que la Historia se descompone en Mmúltiples, al propio tiempo fascinación y la inquietud que suscita el cine: los dpo e B temporalidades diversas NA privada presien ten que puede u tal como lo ha demostrado Fernand blicos y la influencia oficio. En 1968, Francois Furet Braudel, se transforma el efecto corrosivo; advierten que, aun bajo vigilancia, un E escribe: «El historiador actual ha dejado de ser el hombre orquesta un testimonio. Actualidad o ficción, la z'rea'hdad que el cn;e Omani— que habla de todo a pro- en imagen resulta terriblemente auténtica; se pone de 24 25 fiesto que dicha imagen no corresponde necesariamente a las e eu afirmaciones de los dirigentes, a los esquemas de los teóricos, Lo visible y lo no visibl al análisis de la oposición, a las conclusiones de los historia- no vamos a ccoºnsslé A lo largo de las páginas Figuientgs dores. En lugar de ilustrar los discursos de toda esta gente, st'f\ senéx ;:rll ;)eg:;gi::;zp; - tiende a ponerlos en ridículo. Así se explica que vigilen las derar el film desde un punto dedvll e el c:ln&t SRR Iglesias, que los sacerdotes de cada confesión y los educadores trata de estética o de 1_1¡stona E obra de arte, sino como pro ‘ucf 0, no como lo cl de toda profesión reaccionen con minuciosa y maníaca exigencia igni i lucen únicamente a ante estas imágenes que se mueven, sin que hayan aprendido lo que atelstigua, Sli'no pg; cuyaíºsl%lgí;c lx(:zesal?sg?or;gr aquel a analizarlas, a controlarlas, a recuperarlas para su discurso. órica que asl;g; l;z;; Ié‘s)xr asee;xg u)cfo?a - El cine tiene por efecto la desestructuración de todo lo que f:ifiproxi.macién socio-hist EA varias generaciones de estadistas, pensadores, juristas, dirigen- el análisis no recaiga forzosamente el' N — extra ctos, tes o catedráticos habían logrado estabilizar en hermoso equili- dad, sino que puede basarse en limita al m j s. La criti ca tamp oco se brio. Destruye la imagen del doble que cada institución, cada. sari amen te y con el que nece individuo, se había constituido delante la sociedad (Edgar Mo- ic:tngr:nfl Zgl?il‘(lir;mque le rodea rin). La cámara revela el funcionamiento real de toda esta gente, ha de bastar que nos ;t);¡;gz;- ccmumczila.n tales condiciones, no la delata mucho más de lo que se había propuesto. Descubre (lie peliculas, plalnc;,)rma d¿ el secreto, exhibe la otra cara de una sociedad, sus lapsus? Ataca mos a analizar películas, trozos l j:n:ra‘t;:r 13’[5 sabien. sus mismas estructuras. Es más que suficiente para que una teniendo en cuenta, según se r.ec¡u!:;alg vien, i6n de las diversas cienci L primera reacción de desdén dé paso a otra de temor y apren- i aplicar eesxt)(; gia de Chris tian M;a, hay que sión. La imagen, las imágenes sonoras, ese producto de la natu- :gnrgz“;ai:;rx:flnolo ]E:gcum- pmégmes, métodos a cada substancia de la pelicula raleza, no pueden tener, como el salvaje, ni lengua ni lenguaje. a las Arela cmne_ s enltr:n s La idea de que un gesto pueda ser una frase, y esa mirada un sonoras, imágenes scnorizadqs), ancia s; am?h zar por 1g11¡a_ uA largo discurso, resulta totalmente insoportable: significaría en- ponentes de dichas subst rel acl(; ne sa tonces que la imagen, las imágenes sonoras, esa calle, ese sollo- cula el relato, el decorado, la escritura, las el autor , la pro ucco 5Yó10 película con lo que no es película: 20, ese juez distraído, esa chiquilla asustada, constituyen la e;¡;endamos n materia de una historia muy distinta a la Historia, un contra- público, la critica, el régimen.d T;l vez asiº d , i ién la realidad que expone. análisis de la Sociedad. se comunica d:;ecltas- E ;::l;ºl(t)arggmás, esta realidad no Partir de la imagen, de las imágenes. No buscar única- ¢Acaso los mismos escri tores son plenos duenlos m?S y:o mente en ellas ilustración, confirmación o desmentida a otro mente. o1 - palabras y de la lengua? ¿Por qué no ha de pasar saber, el de la tradición escrita. Considerar las imágenes como que, además, fillma invo! un.den‘ con el homb re de la cámara tales, sin perjuicio de recurrir a otros saberes para captarlas fenómeno S:m evi = mejor. Es decir, un proceso que fuera continuación del de Feb- mente muchos aspectos de la realidad? El : la c 1a¡-a s cia si lo referimo s a las imág enes de actua lidad vre, del de Francastel, del de todos estos historiadores de la gee_m_ aslfm%mv.-) el Nueva Historia cuya vocación ya ha quedado definida. Hoy, de filmar la llegada del rey Alejangro, graba ia, la del publllco-.ñ S…i(…es algunos como Robert Mandrou o Jacques Le Goff, han devuelto del asesino, la conducta de la po}xc o posee una rique za y unas signi Cizi-m = su lugar legítimo a las fuentes de origen popular, primero es- bargo el document - No meno stgs» critas y luego no escritas: tradición oral, folklore, artes y tra- que, en principio, no se habían planteado. ty - para' los efdo cume n diciones populares, etc. Sólo queda por estudiar el cine. para la ficción lo que ya está claro ¡;ar Í925 tamb ién pued e inclu ir buen a actualidades. Encima, ¿La hipótesis? Que el film, imagen o no de la realidad, la película ‘e dario’ documento o ficción, intriga auténtica o mera invención, es cosa inesperada e involuntaria. En aquel i a que consu lta un 1cah -e% Historia. ¿El postulado? Que aquello que no ha sucedido, las Tres en el sótano, hay una parej lar en qué fecha ha de nacer el ¡gndeq # creencias, las intenciones, lo imaginario del hombre, tiene tanto de pared para calcu ente, cson'le;sp — valor de Historia como la misma Historia. esperan. El calendario, de formato corri e un gran retra to de Stalin... 1924 y sin embargo ya exhib 26 27 según lo confirman sus frases, el respetado mae_stro lapsus de un creador, de una ideología, de una sociedad consti- la'ríahed;¿ f-]‘:}’e:i;‘g }s,ovigrircle no «se preocupaba de mostrar tuyen revelaciones privilegiadas. Pueden producirse a cualquier se proponia a nivel de la película, y asimismo en su relación con la sociedad. iguiendo una linea de veracidad y tampoco prensa c:manfat Oql:iee, | Su denotación, la de las concordancias y discordancias con la Zagc‘;:fin ideológica de los espectadores». La relato ideología, ayudan a descubrir lo latente detrás de lo aparente, isodio, el guión se inspira en un Canadá, Lo ¡mprevzs_to. lo no visible a través de lo visible. Certifican que una película sd\f&p;él:; :\xxly:paccién trangslcuurre en N «Un grupito de busca dores de oro encuf:ntra un n;o siempre se ve desbordada por su contenido. Todo ello encierra yke. l]).¿a exxglo tacr¡g xá edíollyara?lgí Vz}::aa)t;dg materia suficiente para una Historia distinta, complementaria, yacimiento en Klond 0a Hay 0' 3 que desde luego no pretende constituir una globalidad bonita, invierno. Las cosas van bien. Pero de pronto , un acont ec¿ml :?;? ordenada y racional, sino que más bien ha de contribuir a su :.1;2;13 las largas veladas. Í N ; la soseg ada v_¡da de‘ los busca dores afinamiento... o a su destrucción. espantoso turba maga_ a quemar: op: U Los comentarios que vienen a continuación examinan uno de ellos, Michael Deinin, irlandés, Prá:sal de su cg;i;g ;;i g_¡:;er% lc?:)::tri- varias muestras clasificadas por la tradición, sin duda arbitra- dos miembros del grupo. dueño exclusivo de la mina 1 e riamente, en géneros diferentes: películas de ficción, noticiarios i o y e_narlo. Písge?_ y documentos, películas políticas o de propaganda. Por como- ::::i: rI¡*Iifallsc-:n logra abalanzarse sobre el asesin :alr;d;riymx; eJra didad, las hemos sacado todas de un bloque relativamente ho- entonces días larguísimos du.rax‘;te lots dcual¿elsegr. ara vigila r al hombr e atado. , mogéneo, contemporáneo del nacimiento de la Unión Soviética del }fuunsd ’g aislad a (1917-1926). Este primer acercamiento se justifica por la nece- ñíizvmmdf los bugslcadores de oro se halla es 2a s rl;?c;: sidad de abordar el problema de la especificidad de los géneros exterior por el deshielo. La tensién_dp las _la..rga junto al asesin o origin a crisis de 1s eria E cinematográficos. Está claro que, habida cuenta de este propó- dormir y la vida o de la ley no sito, no cubre todo un campo del cine; por lo demás, en este el matrimonio Nielsen. No obstante, su respet ces los N¡els¿- ¿n organ izan un artículo, se limita a estudiar las películas mudas. permite matar a Michael. Y enton Deinin , desem peñan do ellos mismo s los papf.r juicio oficial de les de jueces, jurados y testigos. Condenan a Michael a moá'¡ Nielsen ejecuta el veredicto. Pero cuíln o, ahorcado. El mismo a la cl ºÍla' El análisis de un film de ficción, supuestamente alejado muertos de cansancio, al borde de la locura, regresan do al cue lo de lo real, Dura Lex, de Lev Vladimirovitch Kuleshov, permitirá se encuentran con Michael vivo, en el umbrfal, llevan enlslg uen con la ‘_nsta ai que aventuremos el esbozo de un método." la cuerda partida. Aterrados, los Nlels_ pierde en la lejaní a, entre la lluvia y el Michael Deinin que se ó 1 op y la - Una comparación entre el cuento c_le Jack 'Lond nos descu bre ya una prime ra dife renc ia: en A. Un film «sin objetivos ideológicos»: obra de Kuleshov «Dura Lex» Lo imprevisto, el asesino es una persona ávida e mest_able, mien- n_ca y Obras de creación y de imaginación, los grandes films tras que en Dura Lex es violenta, sin duda, pero s¡mpá ras que sus compe _mgro s, obsgs g&a- de Eisenstein y de Pudovkin, el Mister West de Kuleshov, abor- digna de compasión. Mient ta dan temas estrechamente asociados con el nacimiento dos por el oro, llevan una vida febril, él es el único que disfru de la de los gozos de la naturaleza, el único que sale a pasear con su Unión Soviética y con el régimen bolchevique. A su manera, momen tos perro; se baña en los torren tes y toca la flauta en poseen una validez. Muy distinto es el caso de Po Zakonu (Dura Lex), del mismo Kuleshov, cuyos objetivos manifiestos consis- de ocio? La pelicula muestra sobre todo el hecho de que sus a l.;n tieron «en hacer una película que sea una obra de arte con un compañeros, de origen social más elevado, le tratan como a la mesa, lava los platos y e]ecu; a montaje ejemplar [...] un tema expresivo e intenso; en hacer inferior; él es quien sirve una película de anécdota con un coste mínimo, cuestión de tareas domésticas que los demás tienen por xndxgnaf. ‘Adem 8, cepcional importancia para el cine soviético». Según refiere ex- en la película, resulta que es él quien descubre el filón: no por 29 28 la violencia. A'lgunos pr«:gt; meramente paródico, es peor que ello se altera su condición. Michael Deinin no recibe ni agrade- que¿ os propios jueces Sedilla cimientos ni pruebas de estima. En Lo imprevisto, la codicia dimientos son tan repugnantes no’ cion, como en una pesa le llevaba al crimen; esta codicia apenas interviene en Dura Lex, arrastrados al delirio: tras la ejecu esce na que in vivo, una que más bien refleja la rebeldía de un hombre constantemente Jos Nielsen ven de nuevo a Dein lon. escarnecido y humillado. Asesino por dignidad, Deinin queda ficaciones e inve_r- T :}g:si)ka]}l(;fi?duras, supresiones, modi postrado tras consumar su crimen. Su rostro sólo se ilumina txg.e nio»_ del artista, s;r; siones pueden atribuirse únicamen_te _al el día en que sus celadores le invitan a la mesa «para celebrar a slgn gñca c¡ón , sin em_bargo,t n i ninguna otra significacién? Dich un cumpleaños». Entonces, como si soñara, cuenta cuál había rf:al¡zado_r. IBste, d}SpueS odel consta gracias a un lapsus del i sido su sueño: una vez enriquecido, volver a ver a su madre, s¡ cuidándose incluso demostrarle que era digno de su amor. Este drama del recono- situar su acción en tierras britámca leañ os a_da comi da de cumP cimiento también es, en Dura Lex, el de un ciudadano de con- menor detalle, organiza la gran io de sentido gran camb rusa® Ello nos indica entonces que el dición inferior. Para condenarle, sus jueces se amparan bajo la shov no resp onde a m_ng ún azar: bajo una al(:ll fijado por Kule de triple protección de la ley inglesa (es irlandés), de la Biblia pro- , la Unión Soviética testante (es católico) y de la amenaza del fusil (está atado). bientación canadiense, se oculta Rusia d imeros procesos.” El supuesto respeto de las formas legales no pasa de ser así render que la pehcul'fx E Pnml?…n co};secuencia, podemos comp más que parodia de justicia; un mismo afán de conformismo sias ta por parte de la «cxix- recibiera una acogida tan poco entu retrasa la ejecución (no se ejecuta en domingo) y revela la aras e que Dura Lex era un ataque a la tica». Aunque Pravda decl hipocresía de un ambiente, de una moral y de una sociedad. ac_tlltud reservada, con- justicia burguesa, la prensa mantuvo una Todas estas anotaciones no figuran en el relato de Jack London, stra ción. No aventuró sin siderando «poco convincente» la demo donde el respecto de las formas legales corre a cargo de los n explí cita, salvo que «la obralobedecla embargo ninguna razó Nielsen; al revés, en Dura Lex, las reacciones de los Nielsen mento sólo pu_ede en exceso a motivos psicológicos». Este argu revisten una mayor humanidad cuando, llevados por afán de Lond on. Su 'protagomsta justificarse en base al relato de Jack venganza o impulsados por el miedo, planean suprimir a Deinin, o el análi sis del F;om po¡: tarm ento de 'une'a es Edith y su propósit que cuando, reprimiéndose, deciden hacer de justicieros. De ahí ante las vicis itude s e 1mpr ev¡s tos' de la Vld;, joven burg uesa en adelante, ya no son los mismos; imitan a los jueces, recitan re a la pe'hc ula, Pravda pero la explicación falla cuando se refie el código mecánicamente, aplican la ley a ciegas y terminan Lex era «un proye ctil lanz ado por opinaba asimismo que Dura transfigurados, desnaturalizados, deshumanizados, reducidos al de un «proceso estado de siluetas.* La ley ha legitimado un crimen. Hay otras una vía inútil». Si se trata, según este crítico, ión no opin a la justicia burguesa y a la práctica burguesa», su diferencias entre el libro y la película que ayudan a compren- nos; 1926 se sitúa prec ls.a ment e en }a puede dejar de asombrar der el planeamiento de Kuleshov. En Lo imprevisto, la comu- aña antir relig iosa. Cabe una inte rpre tación cumbre de la camp contra cual- mejor si consideramos esta película como un ataque nidad india vecina no tarda en enterarse del crimen de Deinin. Por una casualidad, Negook, uno de los indios, entra en la quie r tipo de proc edim ient o, con- quier tipo de ley, contra cual choza; ve los cadáveres y la sangre. Las apariencias están en ni que sea tra cualquier tipo de justicia, ni que sea pop!.¡lar, contra de los Nielsen, pues Deinin se encuentra atado. Para que soviética. El código y la Ley que ensa yan los Niels en, los gestos no haya ningún equívoco, y a fin de que quede clara la equidad titu yen apare nt_e( m'ent e una pa- que pretenden ser jurídicos, cons que presidirá el proceso de Deinin, los Nielsen lo juzgan en cia ingle sa; las auto rida des sovié ticas perci bie- Todia de la justi público: asisten algunos indios y aunque no entienden el pro- judic ial, denq n- ron en todo ello una crítica a su propia práctica cedimiento, la causa es evidente, pues el propio Deinin cuenta ciada por esta obra a través de una «aventura en el Canadá». y reconstituye su crimen. Nada de todo esto sale en Dura Lex. a tenerlo en ¿Era consciente de todo ello el autor, pod.í La vista se celebra a puerta cerrada y Deinin apenas encuentra cuenta? ¿Podía y quería a su vez, la críti ca oficia l, ver claro ocasión de defenderse. Así, mientras que Jack London glori- visto a travé s de lo que_l e habían ense- y admitir lo que había ficaba a Edit Nielsen que quiere juzgar a Deinin y respetar la ? Dobl e cens ura que tran scri be una reali dad mantenida flado Jey, Kuleshov demuestra que el supuesto respeto de la ley, 31 30 nscientemente) un relato, _alte- como no visible a nivel de la película, de lo: i transpone (consciememente/inco ment o (sin decirlo, sin que nadie lo y de los testimonios. Zona de lÍ.'ealidad, no osbst::x‘lttoes Zs::l::: rando por entero su argu La firma de Jack London 1mágenesD eayucían a ºc(liesc:ubr¡r, a definir y a delimitar'. diga, sin que nadie quiera verlo). para Kuleshov: el año este modo, arrancando de un conteni en última instancia de garantía an difu ndid o ampliamente la tra- este western, e} aná_lisís de las imágenes y la cr(ticadgeall;:r::etz: anterior, los bolcheviques habí ta" de 1906: Por qué soy socialis tde:l }éann p;;mmdo fijar el c:ontenido latente de la pelicula: detrds ducción de una de sus obras edim ient o medi ante un e nadá se oculta Rusfa, detrás del proceso de Deinin, el de Hemos representado este proc ciar ios 0 a mos apli carl o a los noti ds ctimas de la represión. El análisis también ha permitido croquis. En proporción, pode _esc_*ubrlr una zona de realidad no visible. En esta sociedad so- los films polít icos. viética, el critico disimula las verdaderas razones de su actitud (acuerdo/desacuerdo) con respecto a la pelicula. El director films de propaganda B. Una comparación: los primeros sociedad + ideología soviética y antisoviética película (1,2), guión Presentaremos sucesivamente cada na (b), y después los com- (a), característica de la puesta en esce pararemos (2). de las primeras pe- ficción la. Apretarse® (Uplotnenije), una reali zada en 1918 por Aleksandr lículas del régimen soviético, io ministro de sta al prop Panteleiev, tenía como co-argumenti sus intenciones ski. Segú n Cultura, Anatoli Vasilievitch Lunachar la nece- película «traducía ' zona de realidad contenido y Estñciao cl aa ey } y según la crítica de la época, esta clase intelectual». Su si- sidad de fusionar el prol etar iado y la aparente latente. no visible nopsis es la siguiente: Revo- «Un año después de que se materializara la gran da clases de Química lución de Octubre, un eminente catedráticoectua les de ideas avan- imagen en Petrogrado. Al igual que muchos intel ón desde el primer día, Zadas, se ha alineado junto a la Revoluci de la realidad que esta adhe sión haya cundido entre aunque no se puede decir uno de sus alumnos, que todo el profesorado. Igual sucede con en de la política”. afirma que “la ciencia debe quedar al marg El hijo dirige la agitación contra los bolcheviques. sociedad + ideología De hecho, El es enemigo de la Revolución. mayor del profesor también en la encrucijada. Se ha dis- hijo más joven, colegial, se halla resid an en el piso del catedrá-.— PROCEDIMIENTO puesto que un obrero y su hija hume dad del sótan o donde se alojaban. Los tico a causa de la una actitud “ | …… I METODOS DE LAS DIVERSAS Miembros de la familia del catedrático mantienen os inqui linos. No obsta nte, no tarda en dfv_ersa con los nuev CIENCIAS HUMANAS del catedrático y la del d‘flparse la animadversión de la mujer 9 e e empiezan a frecuentar las de y eMétodoAt divei rsas ienci: as Humanas; hijo menor. Los obreros de la fábrica Cienci la flecha indica el itine- a su vez da clases populares en — el piso del catedrático, quien 32 33 - 2. - MARC FERRO un' club obrero: El hijo del catedrático se enamora de la hija prcftegen‘ ? del obrero y ambos unen su suerte.» uspicios de las autoridades alemanas _que iie: en alerga n 3; en flrx;;nzzz gf(;g;;;(i. II,El subtitulado es biling al se 4 1b. Hay otros rasgos de la pelicula que pasaron desa- n la lucha antibolchevique, el enemi go nacion percibidos por aquella época. El delegado de barrio visita al desemngjce_zdo tropas n & ido en aliado, los franceses han obrero para anunciarle la buena nueva: lleva, en el bolsillo, de Kiev, en Odess a; tambi én a ellos va dirigida la película. s una orden de requisa que afecta al piso del catedrático, en el a) !:…os Rojos han tomad o el poder eanle‘{. ;Iga:z s primer piso. El obrero se siente incómodo. No se atreve a jolencia y el crimen. Desvalijan a los cluda manchar la lujosa moqueta del vestíbulo. El delegado le azuza: s bnlchzvzques E rela;a ¿noálnsolrafe? ¿acx;an sus Zasas. Atrocidade «Estás en tu derecho.» * Una vez en el rellano, el obrero vuelve Eie la pequeña burglue‘silO S la tragedia de una de estas familias a dudar. El delegado toca el timbre en su lugar, le trata con emple o, su mujer y él se ven exputsa U El padre ha perdido el rudeza, escupe ostensiblemente por el hueco de la escalera. ocupa impor a:nio del piso por su antiguo criado «que a}}(_)ra El obrero, pese a llevar en la mano la orden de requisa, no se hija de este max;nmPemy funciones entre los bolcheviques». La atreve a entrar en el piso; el delegado le hostiga, le habla tajan- , quiere _ayv._¡ darles y proteg er] eii = «que trabaja con ellos» temente: «No tienes por qué andar con miramientos, estás en zan «ese dinero mghg name nte ganad o». g 2 los padres recha e tu derecho.» El profesor, aunque su esposa sufre un síncope al forza.c :iosl». Con ayuda dan en mandar al padre «a trabajos iza ver la requisa, acoge a los inquilinos con toda amabilidad. Les e tambi én él, la hija intent a organ un camarada, bolcheviqu propone una forma de cohabitación. «Nada de cohabitación, go, padre]:, mtz;- la huida de sus padres al extranjero. Sll:l’ emba¡ Teparto», exige el delegado. No obstante, el trato que recibirán n urdx_d a por el an dre y amigo son víctimas de la provocació el obrero y su hija es propio de una casa de huéspedes. La los detie nen y los fusila n. ) guo criado; los descubren, muchacha, reservada, permanece en su habitación. No así el Los detall es del guión y 1‘a puest a en escen a acen- b) Ppadre, que si bien el primer día se había encerrado en el cuarto bolchev¡g¡lles túan las características de esta sinopsis. Entre los que le habían asignado para comer de cualquier modo, ahora vicio: «y éstos son Jos que gobier- reina la promiscuidad y el ya asiste a la mesa común. No tarda en unirsele su hija. Ambos ban a un chófe r de casa bien, le propi nan una paliza, nan». Derri presencian las violentas disputas que oponen a los dos hijos se apode r'an de s;x le quitan sus pertenencias, lo desvalijan y cuando opinan sobre la Revolución y el bolchevismo. Manifiesta- es un fumad ero autént ico, el al- automóvil. En comisaría, que mente, no parece que el obrero y su hija comprendan algo de a chorr os; los inspe ctore s trata_ n a los gudad anos cohol corre la discusión. A raíz de una reyerta, se presenta un policía para aflol:a con arrogancia y a sus superiores con abulia; el miedo detener al hijo mayor, hostil a los bolcheviques, e identificado l, el respo nsabl e es un /bu'rgu e‘s en todas partes. A nivel labora por los inspectores gracias a su uniforme de joven oficial; ni adherido, que aún ejerce mayor brutalidad con sus victimas; siquiera le interrogan. El hijo menor se enamora de la mucha- canas ,m_ por es un sádico que «no siente ningún respeto por las cha, el viejo obrero introduce al profesor en su club, el club los patriotas». El otro joven burgu és adher ido es un fejlon, Sm Karl Liebknecht. Le reciben amistosamente, da lecciones de forma a los bolch eviqu es de lo que prepa ran sus amigo s. Su Química que constituyen auténticas sesiones de magia para los contacto con los bolcheviques le va deteriorando. trabajadores incultos. Los obreros no saben cómo expresar su adez, Por el contrario, entre la burguesía, orden, ho'n‘r gratitud al catedrático que se les convierte en consejero y her- no, pese a ver invad ida su casa por joven es rectitud. El ancia mano. Pero entretanto, prosigue la Guerra Civil; hay que com- ocupa n su mesa y le devor an la comid a, consEe rva hampones que Esta, batir. El catedrático y su hijo menor luchan a favor de los la dignidad. El drama afecta a su esposa, que se desmaya. Rojos; el mayor, recién liberado, se pasa al lado de los Blancos; hija, la abraz a sin embar go cuand o ve que tras maldecir a su muere en combate. quiere ayudar a sus padres: demostrará hasta el final que es una buena madre. 2. La primera película antisoviética, Días de terror en Kiev, es de autor desconocido Fue realizada en Kiev, en 1918, 3. Si comparamos estas dos películas políticas, realiza- das con escasos meses de diferencia entre sí, una por los Blan- 34 35 los bolcheviques son solda- cos y la otra por los Rojos, descubrimos que, pese a tener am- obedece; en Días de terror en Kiev, ugsgs, no obreros. burg bas objetivos opuestos, relatan la misma temática. dos, marineros, un criado, pequeños ende esti gmat izar «el r/eg¡men»,(muestra Cuando el autor pret ;l sub¿t'¡tulo: «y éstos son — Plantean el problema de las relaciones entre los ven- las fechorías de la «chusma» y coloca docu- a continuación un plano cedores de Octubre y la pequeña burguesía. los que gobiernan», añadiendo os, sino una — Su objetivo consiste en demostrar que la cohabita- mental: ahora bien, en dicho plano no salen obrer ción o fusión de las clases es imposible/posible. concentración de soldados. — La parte traumática del tema principal es la expul- lmente ‘d«? las sión o reparto de un piso burgués. La madre reacciona con ma- Vemos que estas películas carecen _tota. atribuyen al régimen yor sensibilidad que el resto de la familia. Alegóricamente, las grandes medidas que tradicionalmente se Igual ocurre con muchas víctimas viven bajo suelo: unas antes de Octubre (en la película bolchevique: decreto sobre la paz, e_tz:¿ años, si no de los _l?l?ncos, cuyos bolchevique), otras después de Octubre (en la pelicula antibol- otras películas de aquellos emigr aron, sí al menos de los SºYl,e nººs¡ habrán chevique). realizadores icació n de las gran- — Con el fenómeno revolucionario, la vida política de pasar varios años antes de que la glorif des medidas de Octubre ocupe las pantal las. irrumpe en el interior de la célula familiar y la disuelve. de — La secuencia final se reviste de tragedia, pero por La explicación obedece en principio al alcance real o sobre la paz? La guerra dos omisiones significativas: no vemos la muerte del hijo ma- aquellos decretos de 1918. ¿El decret yor (hostil a los bolcheviques) en Apretarse, y tampoco vemos «imperialista» dio paso a la Guerra Civil, y luego a la _lucha cómo la muchacha de Días de terror en Kiev se adapta al nue- contra la Intervención extranjera. ¿El decreto sobre la tierra? vo régimen. En 1918, nadie había olvidado todavía que la mayor parte de campesinos se habían atribuido la tierra por sí solos, antes que Hay otras equivalencias y otras similitudes que rebasan Octubre legitimara y extendiera las medidas de expropiación. los propósitos conscientes o inconscientes de los guionistas: Tampoco los Blancos podían evocar otro problema de la auto- l gestión de fábricas, pues lo que ellos denominaban contro obrero estaba ya supri miend o los Comit és de Fábric a. Así com- — En ambas películas hay un idilio que constituye la base del acercamiento de clases. Con una diferencia, no obs- prendemos que todas estas censuras limitaran singularmente el tante: en Días de terror en Kiev la iniciativa procede de la mu- campo del film político? En este marasmo general, está clarc: chacha, que «se ha ido» de casa, actitud nada decorosa. En que el partido bolchevique necesita recurrir a la burguesía si Apretarse, será el hijo menor «el que se enamore»; la obrera, quiere regenerar la economía. Lo sabe, y también lo saben los Blancos. Por eso, los protagonistas centran su propaganda en que ha mantenido una postura muy reservada, manifiesta su los problemas que realmente más han traumatizado a la masa buena educación. En consecuencia, dos peliculas de finalidad la flotante de los pequeños burgueses: la pérdida del hogar, opuesta, pero definiendo ambas el bien o el mal a partir del apropiación de los bienes de consumo, el mestizaje social. Por mismo signo, el comportamiento de la muchacha. Algo que no tiene por qué sorprendernos en una película que defiende los esas fechas, como la suerte aún no estaba echada, los Blancos, principios de la moral tradicional, nos asombra en cambio al En su afán de ganar, intentan asustar a esta pequeña burguesía. Por su parte, los Rojos, para atraérsela, procuran seducirla. enterarnos de las ideas que defendía Lunacharski sobre la eman- cipación de la mujer. ¿Será que, para Lunacharski, estas tesis a En otro orden de cosas, ambas películas reflejan la sólo valdrían aplicadas a las mujeres intelectuales, mientras irrupción de las clases populares en la dirección de los negocios. que la tradición sigue siendo la «moral buena» para el pueblo? Obreros o no, los hombres y mujeres que toman decisiones no — En ninguna de las dos películas son obreros los ac- Pertenecen a las antiguas capas dirigentes: la indumentaria, la tivistas. manera de comer y la conducta denotan la diferencia. Margen v_lslble y mesurable. La situación habrá de modificarse; a par- — En Apretarse, el delegado de barrio que lleva cha- tir de 1920, vemos a través de documentos y películas que los quetón de cuero es el que toma todas las decisiones; el obrero 37 36 Soviet Film, miembros de la antigua intelligentsia han tomado el relevo y de Jay Leyda, Kino. A History of the Russian and Londres, 1960, p- 490. (Versión castellana: Kino. Historia del cine se han metamorfoseado en burócratas. ruso y soviético, Editorial Universitaria de Buenos Aires — EU]_)F de.BA. 1965). Hemos utiliza do igualm ente los trabaj os Buenos Aires, do de Chris- Georges Sadoul, Maurice Bardéche, Jean Mitry, y reteni tian Metz, «Les Propositions méthodologiques pour la_nalyse du Sciences Sociales, agos- film», en Social Science. Information sur les - Notas to de 1968, pp. 107 a 121. (Damos las gracias a A. Akoun, M.F. Briselance, A. Gol'd- G. Fih- mann, A. Margarido, H. Grigoriadou-Cabagnols, B. Rolland, 1. Repitiendo la expresión de Michel Foucault, L'Archéo- man y C. Ezyckman, que han aceptado releer este texto y ayudarnos logie du savoir, París, pp. 14 y 15. (Versión castellana: Arqueología 1o.. ia, del saber, Siglo XXI de España Editores, S.A., Madrid, 1970). a mejorai'L )Sobre Kuleshov y Po Zakonu, véase en última instanc 220-221, París, 2. Véase, por ejemplo, Georges Lefebvre, La Naissance de «Russie années vingt», en Cahiers du Cinéma, n N Phistoriographie moderne, Flammarion, París, 1971. (Versión caste- mayo-junio de 1970. y llana: El nacimiento de la historiografía moderna, Ediciones Martí- 12. Texto de la sinopsis recogido, como los anteriores, de soviétique. nez Roca, S.A., Barcelona, 1977); J. Ehrard y G. Palmade, L'Histoire, Lebedev, versión francesa publicada en Le Film muet Armand Colin, París, 1965; A. G. Widgery, Les Grands doctrines de Catalogue de la Cinéma théequ e de Bruxel les, Cinem ateca de Bruse- 'Histoire, Gallimard, París, 1965. Sobre los discursos del historia- las, s.f. dor, véase Roland Barthes, «Le Discours de I'Histoire», en Social 13. Observación de M.F. Briselance. ¥ Science. Information sur les Sciences Sociales, agosto de 1967, pp. 14. En planos rodado s a contra luz. (Obser vación de L. Gri- 65 a 77. goriadou-Cabagnols.) 3. Por lo que atañe a los orígenes de la historiografía y r 15. Véase Jay Leyda, op. cit., p. 213. Etienne Pasquier, consúltese G. Huppert, Naissance de I'Histoire en 16. Dejando aparte las medidas adoptadas contra los Blan- os France: les «Recherches d'Étienne Pasquier», en Annales (E.S.C.), cos y sus partidarios, los procesos de los socialistasTevolucionari vol. I, 1968, pp. 69 a 106. se celebraron en mayo de 1922; el de los S.R. de izquierda, artesanos 4. Citado Pierre Nora, «Ernest Lavisse, son róle dans de Octubre, en 1921, al i

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