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INTRODUCCION La administración, como disciplina, ha evolucionado considerablemente a lo largo de los siglos en respuesta a los cambios económicos, sociales y tecnológicos. Desde sus primeros desarrollos durante la Revolución Industrial, hasta las teorías más recientes que responden a la globalizaci...

INTRODUCCION La administración, como disciplina, ha evolucionado considerablemente a lo largo de los siglos en respuesta a los cambios económicos, sociales y tecnológicos. Desde sus primeros desarrollos durante la Revolución Industrial, hasta las teorías más recientes que responden a la globalización y la automatización, la administración ha buscado continuamente formas de optimizar el uso de recursos humanos, técnicos y financieros. Esta evolución ha dado lugar a una serie de enfoques que han marcado hitos importantes en la forma en que las organizaciones son gestionadas. El enfoque clásico, con su énfasis en la eficiencia y la organización del trabajo, fue uno de los primeros en introducir métodos sistemáticos de gestión. En contraste, el enfoque humanístico centró su atención en las relaciones humanas y el bienestar de los empleados, desafiando la visión mecanicista de las personas como simples engranajes dentro de una máquina organizacional. Finalmente, el enfoque neoclásico, que surge en el siglo XX, trató de combinar lo mejor de los enfoques anteriores, adaptándolos a un contexto empresarial cada vez más dinámico y globalizado. Estos tres enfoques, aunque distintos, comparten el objetivo común de mejorar la gestión y el rendimiento organizacional, proporcionando un marco teórico sólido para abordar los desafíos actuales en la administración. **1.3.1. Enfoque Clásico** El enfoque clásico de la administración, también conocido como la teoría clásica, se originó a principios del siglo XX, impulsado por la necesidad de mejorar la eficiencia en las organizaciones que enfrentaban una expansión acelerada y la creciente complejidad de los procesos productivos. Este enfoque se consolidó durante la Revolución Industrial y marcó un hito en la profesionalización de la administración, alejándose del empirismo y la improvisación que prevalecían en ese entonces. Los pioneros de esta corriente, como Frederick W. Taylor y Henri Fayol, desarrollaron principios y métodos sistemáticos para optimizar la gestión organizacional y el trabajo de los empleados. Frederick W. Taylor, ingeniero estadounidense, es considerado el padre de la administración científica, ya que su enfoque se centró en el análisis detallado de las tareas y la búsqueda de la eficiencia operativa a nivel individual. Su metodología consistía en estudiar científicamente cada movimiento y proceso de trabajo para determinar la forma más eficiente de realizar una tarea. Taylor implementó el concepto de \"tiempo y movimiento\" para maximizar la productividad de los trabajadores, reduciendo el tiempo necesario para realizar cada actividad y eliminando movimientos innecesarios. El objetivo principal de Taylor era lograr una \"organización racional del trabajo\", lo que significaba descomponer las tareas en pasos específicos y asignarlas a trabajadores especializados para aumentar la producción y reducir los costos operativos (UNAM, 2024). El énfasis en la productividad y la eficiencia operativa es uno de los rasgos distintivos de la administración científica. Por otro lado, Henri Fayol, un ingeniero y teórico francés, desarrolló la teoría clásica de la administración con un enfoque más global y orientado a la estructura organizacional. Fayol no solo se preocupó por la eficiencia en los niveles operativos, sino que también formuló principios generales de administración que podían aplicarse a cualquier tipo de organización. Entre sus principios más importantes destacan la división del trabajo, la autoridad, la unidad de mando y la centralización. Fayol también desarrolló las funciones básicas de la administración: planear, organizar, dirigir, coordinar y controlar, que siguen siendo relevantes en la gestión moderna (Fayol, 1949). A diferencia de Taylor, Fayol se enfocó en la dirección y coordinación de las actividades dentro de la estructura organizacional, subrayando la importancia de la jerarquía y la departamentalización para garantizar el buen funcionamiento de una empresa. Ambos enfoques, aunque diferentes, contribuyeron a la creación de un marco sistemático para la administración. La administración científica de Taylor se enfocó en la eficiencia a nivel operativo, mientras que Fayol se concentró en la estructura organizacional y los principios administrativos de arriba hacia abajo. Esta dualidad permitió que el enfoque clásico abordara tanto la optimización de las tareas diarias como la organización general de las empresas. Así, la administración clásica sentó las bases para una gestión más estructurada, basada en principios racionales y científicos, que buscaban mejorar la eficiencia y eficacia de las organizaciones. **1.3.2. Enfoque Humanístico** El enfoque humanístico de la administración surgió como una reacción contra la rigidez y mecanización del enfoque clásico, que priorizaba la eficiencia y los procesos productivos, pero prestaba poca atención a los factores humanos y emocionales dentro de las organizaciones. Este enfoque, también conocido como teoría de las relaciones humanas, se desarrolló principalmente a mediados del siglo XX y puso énfasis en la importancia del bienestar de los trabajadores, la motivación, y las relaciones interpersonales en el entorno laboral. A diferencia del enfoque clásico, que veía a los empleados como piezas de una máquina productiva, el enfoque humanístico los considera seres sociales con necesidades emocionales y psicológicas que influyen directamente en su desempeño y productividad. Uno de los hitos fundamentales en el desarrollo del enfoque humanístico fue el Experimento de Hawthorne, conducido entre 1924 y 1932 en la planta de la Western Electric Company, en Hawthorne, Illinois. Dirigido por Elton Mayo, este estudio inicialmente buscaba examinar cómo los cambios en las condiciones físicas de trabajo, como la iluminación, afectaban la productividad. Sin embargo, los resultados revelaron algo sorprendente: los factores emocionales y sociales, como la atención que los investigadores prestaban a los trabajadores y las dinámicas grupales, tenían un impacto mucho mayor en la productividad que las condiciones físicas. Esto llevó a la conclusión de que el comportamiento de los empleados está profundamente influenciado por factores no económicos, como las relaciones interpersonales, la moral y el reconocimiento dentro del equipo de trabajo (Mayo, 2003). Elton Mayo, considerado el fundador de la teoría de las relaciones humanas, argumentó que los seres humanos no solo trabajan por recompensas económicas, sino que también buscan satisfacción social y emocional en el lugar de trabajo. Este enfoque subraya la importancia de crear un ambiente laboral donde los empleados se sientan valorados y donde sus interacciones con compañeros y superiores fomenten el compromiso y la motivación. La teoría de Mayo mostró que cuando los trabajadores perciben que se preocupan por su bienestar y son integrados en decisiones que les afectan, su rendimiento mejora notablemente (Davis & Newstrom, 2008). Además, Douglas McGregor, con su Teoría X y Teoría Y, también contribuyó al enfoque humanístico al describir dos estilos opuestos de gestión. La Teoría X representaba una visión tradicional y negativa de los empleados, asumiendo que eran naturalmente perezosos y que necesitaban ser controlados estrictamente. En contraste, la Teoría Y proponía una visión más positiva, sugiriendo que los empleados, si se les proporciona un ambiente adecuado, pueden ser creativos, asumir responsabilidades y estar intrínsecamente motivados (McGregor, 1960). Este cambio de paradigma reforzó la importancia de un liderazgo más flexible y participativo, que buscara el desarrollo personal de los empleados como una vía para mejorar el rendimiento organizacional. **1.3.3. Enfoque Neoclásico** El enfoque neoclásico de la administración, que surgió en la segunda mitad del siglo XX, se caracteriza por una revisión y actualización de los principios clásicos de la administración, adaptándolos a un entorno empresarial más dinámico y complejo. Este enfoque no rechaza las ideas fundamentales de la administración clásica, como la eficiencia y la organización estructurada, sino que las refina y las complementa con nuevos conceptos que responden a los desafíos contemporáneos, como la globalización, la automatización, y los cambios rápidos en el entorno económico y tecnológico. Los teóricos neoclásicos buscaron integrar la rigurosidad de la administración científica y los principios estructurales de Fayol con la flexibilidad y adaptabilidad necesarias para gestionar organizaciones modernas. Una de las principales figuras del enfoque neoclásico fue Peter F. Drucker, considerado el padre de la administración moderna. Drucker enfatizó la importancia de la gestión por objetivos (MBO, Management by Objectives), un enfoque que propone que tanto gerentes como empleados deben colaborar en la definición de metas claras y medibles, lo que facilita una mayor alineación entre los objetivos individuales y los organizacionales. Según Drucker, las organizaciones deben enfocarse en resultados concretos y ser capaces de adaptarse rápidamente a los cambios del entorno. Además, Drucker introdujo el concepto de eficacia, es decir, hacer las cosas correctas, que complementa la eficiencia, o hacer correctamente las cosas. La combinación de ambas es fundamental para lograr el éxito organizacional (Drucker, 1954) El enfoque neoclásico también pone un énfasis especial en la flexibilidad organizacional y la capacidad de adaptación, conceptos clave para gestionar en un mundo cada vez más impredecible. En contraste con los enfoques anteriores, que proponían estructuras organizacionales rígidas y jerárquicas, los teóricos neoclásicos reconocen que las empresas deben ser capaces de ajustarse a los cambios externos, reconfigurando sus estructuras cuando sea necesario. En este sentido, la planificación estratégica y la toma de decisiones basada en el análisis del entorno empresarial cobran gran importancia. Las organizaciones, bajo el enfoque neoclásico, deben ser más ágiles y capaces de anticipar las fluctuaciones del mercado, desarrollando una visión a largo plazo sin perder de vista la eficiencia operativa en el presente (Chiavenato, 2009). En cuanto a los principios administrativos, los teóricos neoclásicos no se alejaron de los principios clásicos, pero los adaptaron a las necesidades modernas. Conceptos como la división del trabajo, la unidad de mando y la jerarquía siguen siendo fundamentales, pero se aplican con mayor flexibilidad. Además, surge la importancia de la especialización y la ampliación del control, que sugiere que los gerentes deben supervisar un número óptimo de subordinados para evitar la sobrecarga de trabajo y garantizar una supervisión efectiva. CONCLUSION **Galdámez Salinas Donaldo:** Los enfoques de la administración clásica, humanística y neoclásica han evolucionado para mejorar la gestión organizacional. El clásico estableció principios científicos para la eficiencia operativa; el humanístico enfocó en el bienestar y motivación de los empleados; y el neoclásico adaptó y modernizó estos conceptos, integrando flexibilidad y gestión por objetivos. Juntos, proporcionan un enfoque integral que combina eficiencia, bienestar humano y adaptación a cambios. **López Peña Alan Eduardo:** Los enfoques humanísticos en la administración surgieron como respuesta a las teorías clásicas, que veían a los trabajadores solo como recursos productivos. Estudios como el Experimento de Hawthorne demostraron que factores sociales y emocionales influyen en el desempeño. Teorías como la de Maslow y McGregor subrayan la importancia de atender las necesidades de los empleados para mejorar su rendimiento. Aunque su implementación puede ser desafiante, este enfoque ha demostrado ser clave para crear entornos laborales más humanos y productivos. **Luciano Godínez Néstor Yael:** En conclusión, la administración ha evolucionado desde la revolución industrial, transformándose de una práctica empírica en una ciencia basada en principios aplicados. Los enfoques clásicos de Frederick W. Taylor y Henri Fayol ofrecieron perspectivas complementarias: Taylor optimizó la producción a nivel operativo con un enfoque de abajo hacia arriba, mientras que Fayol estudió la organización desde una perspectiva global y jerárquica, aplicando un enfoque de arriba hacia abajo. Ambos enfoques han sido fundamentales en la evolución de la administración moderna, orientada a mejorar la eficiencia y efectividad organizacional. REFERENCIAS - Fayol, H. (1949). *General and Industrial Management*. Pitman Publishing. - Chiavenato, I. (2009). Introducción a la teoría general de la administración (7ma ed.). McGraw-Hill Interamericana. - Davis, K., & Newstrom, J. W. (2008). Comportamiento humano en el trabajo: Comportamiento organizacional. McGraw-Hill. - McGregor, D. (1960). The Human Side of Enterprise. McGraw-Hill.

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