Historia de la Filosofía. Platón PDF (Resumen)
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Este documento resume la historia de la filosofía de Platón, incluyendo su vida y obra. Explica la teoría de las ideas, el mundo sensible y el trascendente, así como la relación entre estos. También se describen algunos temas sobre antropología, ética, política, e importantes periodos.
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RESUMEN HISTORIA DE LA FILOSOFIA. PLATÓN Fecha: Curso 2024-2025 VIDA Y OBRA Platón nace en Atenas en el año 427 a. C. y muere a los 80 años en esta misma ciudad. Discípulo de Sócrates. La muerte de su maestro de manera injusta va a marcar su obra ya que su interés va a estar,...
RESUMEN HISTORIA DE LA FILOSOFIA. PLATÓN Fecha: Curso 2024-2025 VIDA Y OBRA Platón nace en Atenas en el año 427 a. C. y muere a los 80 años en esta misma ciudad. Discípulo de Sócrates. La muerte de su maestro de manera injusta va a marcar su obra ya que su interés va a estar, sobre todo, en averiguar dos cuestiones estrechamente unidas: en qué consiste obrar bien y cómo organizar una sociedad justa. Fruto de ello será el intento de poner en práctica su pensamiento en Siracusa, plan que supuso un fracaso ya que no consiguió que se llevase a término su idea de sociedad. Fundó la Academia y tuvo como gran discípulo al que luego sería uno de los más grandes filósofos occidentales junto con su maestro: Aristóteles. Se conserva prácticamente toda la obra platónica escrita en diálogos donde mediante la mayéutica (o arte de las parteras) pone en boca de Sócrates cuestiones que van desde la Metafísica hasta la Política o la Ética y en el que los interlocutores van mostrando –gracias a las preguntas de Sócrates- su ignorancia sobre temas que ellos pensaban conocían. La dificultad que puede observarse en gran parte de estos diálogos es que a veces resulta difícil deslindar la doctrina platónica de la de su maestro. Estos diálogos se pueden dividir en varios periodos: un periodo socrático con obras como la Apología y Critón; una segunda etapa de transición donde encuadraríamos obras como Menón y Gorgias, una etapa de madurez donde Platón desarrolla su doctrina de la Ideas y el mito de Er –entre otros- con obras como El Banquete, Fedro, Fedón y La República. Por último cabría hablar de un periodo de vejez donde matiza algunas de sus ideas expuestas en el periodo anterior y donde encontraríamos obras como Teeteto, Timeo y Las Leyes. El problema de la realidad (Metafísica y Cosmología) La filosofía había dejado abierto el problema de la explicación del cambio y la existencia del ser que Heráclito y Parménides habían dejado sin solución. Platón se da cuenta de que ese cambio está presente en el mundo físico pero precisamente es ese cambio el que haría imposible la existencia de la ciencia como conocimiento cierto de la realidad. Para dar una respuesta Platón hace una distinción entre dos mundos: el mundo sensible o aparente, el terrenal, el de los seres particulares y concretos, diversos, múltiples, imperfectos y corruptibles, que son sólo una copia de las ideas; y el mundo de las ideas o real, el mundo trascendente, el de las ideas que existen de forma independiente a sus realizaciones concretas. Las ideas son entidades reales y objetivas que existen “en sí” y “por sí” mismas en un mundo aparte, son la esencia, la verdadera realidad de las cosas y todas ellas son únicas, eternas, inmutables, perfectas e inteligibles. Las ideas platónicas son las esencias de las cosas, esto es, aquello que hace que cada cosa sea lo que es. Son las razones últimas y supremas. El conjunto de ideas ha pasado a la historia con el nombre de “hiperuranio”, término que utiliza en Fedro y que indica un lugar que no es en absoluto un lugar porque literalmente significa “lugar sobre el cielo” o “sobre el cosmos físico”. Así, el mundo real y verdadero es el mundo de las ideas. La relación entre este mundo y el mundo material y sensible se da con la Teoría de la Participación: los seres concretos materiales sólo existen en tanto que participan en diversos grados de perfección en la idea con la que se corresponden y, por ello, son múltiples y diversos siendo unos mejores copias que otros. Lo sensible, lo concreto, no es más que la realización múltiple y cambiante de las ideas en la materia imperfecta tal y como Platón explica a través del mito del Demiurgo. Platón va recurrir, además, a la existencia de un espacio vacío material informe (chóra) que será receptáculo del mundo sensible y donde se produce el cambio. Será el demiurgo el que trabajando la materia amorfa vaya convirtiendo el caos en cosmos modelando la materia según el modelo de las ideas. Es un su obra el Timeo donde Platón nos relate cómo tanto el mundo de las ideas como el demiurgo son eternos frente al mundo sensible. En el mundo de las ideas todas se relacionan y coordinan, están jerarquizadas y organizadas racionalmente. La jerarquía de las ideas va de las ideas menos generales (de las que participan menos ideas) a las más abstractas (de las que participan más ideas). La idea de Bien (de Perfección) es el fundamento ontológico, todas las ideas participan plenamente de la idea de Bien ya que esta hace posible que las ideas existan y que sean perfectas y racionales. La idea del Bien es el principio supremo y de ella, con la cooperación de la díada o dualidad der grande-y-pequeño, surgen la totalidad de las ideas. Entre las ideas y el mundo sensible se encontrarían los entes matemáticos o “intermedios” como los denominaba Platón. Con respecto a los seres sensibles, su Bien será su mayor participación en su idea correspondiente, serán más o menos perfectos según el grado en que realicen o copien su idea (cumpliendo así su finalidad: teleología). La idea de Bien es también el fundamento epistemológico de la realidad. Las ideas no son conocidas plenamente (su racionalidad y perfección) hasta que no se conoce la idea de Bien. El problema de Dios La idea de Dios en Platón tiene que ver con su cosmología y la existencia del Demiurgo o supremo artífice que es un dios bueno que convierte el caos en cosmos modelando la materia amorfa según el modelo de las ideas. El Demiurgo es para Platón una de las cuatro causas a partir de las cuales se forma el mundo sensible, a saber: el espacio vacío, la materia caótica e informe, los modelos ideales (las Ideas) y este Artífice Supremo. El Timeo nos dice que el demiurgo y el mundo de las ideas son eternos a diferencia del mundo sensible que ha sido engendrado ya que puede verse, tocarse y que tiene cuerpo. El fin que se propuso el demiurgo fue plasmar la perfección del mundo de las Ideas en la materia, de ahí que pueda decirse que este mundo no es fruto del azar sino de la bondad del demiurgo. Es por ello que a pesar de las imperfecciones de este mundo, se trata del mejor mundo posible ya que dicha imperfección no se debe a este artífice sino a la dureza de la materia de la cual derivan sus imperfecciones. Con una clara influencia pitagórica, Platón pensó que el Demiurgo modeló la materia en forma de partículas geométricas, con figura de cubo las de la tierra, de icosaedro las del agua, de octaedro las del aire y de tetraedro las del fuego. Por esa composición tiene todo el cosmos estructura geométrica y matemática. Platón puede ser considerado con toda justicia el fundador de la teología occidental porque descubre la categoría metafísica gracias a la cual es pensable lo divino: la bondad. Su demiurgo no es creador: no crea la materia que es eterna; pero es un dios con rasgos personales: capaz de conocer y querer. El problema del conocimiento (Teoría del conocimiento) Platón, heredero de su maestro Sócrates, está convencido de que es posible el conocimiento objetivo universalmente válido y para ello distinguirá, tal y como señala en el mito de la caverna, dos modos de conocer: la doxa (opinión), el falso conocimiento que proviene de la percepción sensible de los seres concretos o aparentes; y la episteme (ciencia), el verdadero conocimiento de las ideas trascendentes e inteligibles, el conocimiento de la verdadera realidad de las cosas, del universal que se obtiene a través de la razón. Estos dos modos de conocer están a su vez divididos en dos, a saber: dentro de la doxa distinguimos el nivel más bajo o conjetura (eikasia) y otro que se correspondería con la creencia (pistis); por otro lado estaría el conocimiento verdadero de la ciencia o episteme que tendría dos niveles; uno primero es la razón discursiva (dianoia) que es la propia del conocimiento de los objetos matemáticos y por último la más perfecta que es la intelección (noesis) que supone el conocimiento de las Ideas. El hombre puede llegar al conocimiento de la episteme porque su alma racional, que es su esencia, preexistió en el mundo de las ideas. El alma cayó al mundo terrenal, mito del carro alado, y fue atrapada por la materia corporal olvidando todas las ideas que ya conocía. Por ello, según la Teoría de la Reminiscencia platónica, conocer es recordar las ideas que nuestra alma ya tenía pero ha olvidado: la verdad se recuerda, no se enseña. El filósofo usa para ayudar a recordar a otros el método de la mayéutica: arte por el cual mediante preguntas se hace reflexionar racionalmente al interlocutor, obligándole a recordar las ideas que su alma ya conocía pero que ha olvidado. De esta forma surge el proceso dialéctico que sigue nuestra alma racional para conseguir el conocimiento de la idea de Bien, momento en que el conocimiento de las ideas es perfecto. La dialéctica supone en primer lugar el rechazo de la doxa para, una vez alcanzado el recuerdo de una idea como hipótesis, ir saltando de una a otra hasta llegar al conocimiento de la idea de Bien y así lograr el conocimiento perfecto de las ideas, de su racionalidad y perfección. El problema del hombre (ANTROPOLOGÍA) Es en el Fedón donde exponga Platón sus ideas fundamentales sobre el ser humano. El alma racional es la esencia del hombre y el principio del conocimiento racional, pues nos permite llegar a conocer las ideas del mundo trascendente. Alma y cuerpo forman, según Platón, una dualidad en continua lucha pues el alma pertenece al mundo de las ideas y el cuerpo al mundo material: el cuerpo es por eso una cárcel para el alma. Así, frente a la materialidad y corruptibilidad del cuerpo, el alma inteligible es inmortal y espiritual. El alma transmigra de cuerpo en cuerpo hasta que consigue purificarse, mediante la virtud, con su desarrollo perfecto, para poder acceder de nuevo al mundo de las ideas y conseguir la felicidad. Platón distinguió tres tipos de alma o tres partes del alma en el hombre. La racional, esencial y propia del hombre, posibilita el recuerdo de las ideas y por ello el conocimiento racional y debe gobernar el desarrollo de las otras dos siendo inmortal. La irascible, proporciona la capacidad del esfuerzo, la voluntad y el vigor, es mortal. La concupiscible, ofrece la capacidad del deseo y las pasiones sensuales, es mortal. La eternidad e inmortalidad del alma implica la influencia de los pitagóricos en su obra de una forma clara sobre todo en la idea central platónica de la metempsicosis doctrina que afirma que el alma se reencarna en diversos cuerpos hasta alcanzar el premio de la vida definitiva en el mundo de las ideas, dicha doctrina aparece reflejada en el Mito de Er en La República. Para demostrar la inmortalidad del alma Platón recurre a tres argumentos fundamentales: en primer lugar en la reminiscencia o recordación de las ideas en el proceso de conocimiento, por otro lado en el hecho de la imperfección del mundo sensible y sin embargo la existencia de perfección de nuestros conceptos y en último lugar en la semejanza que ha de haber entre el que conoce y lo conocido, es decir, que si el alma es capaz de conocer las ideas es porque ha de tener una naturaleza semejante a ellas, por tanto ha de ser eterna e inteligible. El problema de la moral LA ÉTICA Desde Platón entendemos por ética la reflexión sobre la conducta humana orientada, sobre todo a ver cómo se pueden tomar las riendas de la propia vida superando nuestra “animalidad” y cómo alcanzar la felicidad. Su concepción ética estará muy unida a su concepción política y social ya que intentará integrar los intereses particulares en un proyecto común que haga posible la vida en sociedad. Para Platón la virtud se fundamenta en el desarrollo del bien propio del hombre, su esencia racional, y por lo tanto, es universal. Distingue tres virtudes de acuerdo a la división del alma: la sabiduría o la prudencia, se consigue con el desarrollo del alma racional; la valentía, se realiza con el desarrollo prudente del alma irascible; y la templanza, que se realiza con el desarrollo prudente del alma concupiscible. Con el desarrollo armonioso de las tres virtudes en el hombre se consigue la Justicia, el orden estable y perfecto de las tres partes del alma, cuando cada parte cumple su función específica. Será dentro de esta visión donde podemos hablar con propiedad del amor platónico. Para nuestro autor el amor es el auténtico motor que lleva al hombre a la contemplación de la Belleza, contemplación que es la única que es capaz de saciar nuestra ansia de felicidad. Todo lo que implique quedarse en el amor meramente sensible es falsearlo y por tanto quedarnos con lo efímero y limitado. El problema de la sociedad POLÍTICA Al terminar la guerra del Peloponeso, Sócrates es injustamente condenado a muerte en una Atenas que se encontraba sumida en el terror, la derrota y el hambre. La muerte injusta de Sócrates hizo que Platón se interesase enormemente por las condiciones del gobierno para que este fuese justo. No podemos olvidar que la visión de la política está muy unida a la concepción antropológica que Platón tiene del ser humano. Dos obras fundamentales recogen este pensamiento: La República y Las Leyes aunque deberíamos añadir de su etapa de vejez el Político. El Mito del Carro Alado sirve como punto de partida para la concepción social y política de nuestro autor. Las virtudes se desarrollan en sociedad ya que el hombre es considerado un ser social por naturaleza. El gobierno debe pensar en el bien común y conseguir la justicia social, el orden perfecto de la sociedad posibilitando el desarrollo de la virtud característica de cada hombre, según qué alma predomine más en ellos. La educación es por ello muy importante para descubrir el alma propia de cada individuo y guiar su desarrollo. Platón distingue tres funciones sociales de acuerdo al predominio del alma y que jerarquizan la sociedad: el gobernante, en el que predomina la facultad racional y que debe ser el filósofo que tiene la episteme y la virtud de la sabiduría; el guerrero, con predominio del alma irascible y cuya virtud es la valentía encargándose de defender la ciudad; y el pueblo, con predominio del alma concupiscible, cuya virtud es la templanza, que proveen a la ciudad de las necesidades económicas o materiales. Para Platón la mejor forma de gobierno es la Aristocracia, el gobierno de los mejores que son los filósofos, que poseen la episteme y por tanto la verdad. Después, y por orden descendente, catalogará a la timocracia (gobierno de los honorables), la oligarquía (gobierno de los ricos), la democracia (gobierno del pueblo que implica la perversión del orden) y, por último, la tiranía (que proviene del desorden democrático). Piensa Platón que esta evolución de las formas de gobierno es cíclica. Así después de la tiranía, que siempre es insoportable para los ciudadanos, sobreviene de nuevo la monarquía, pues el pueblo entrega el poder a la persona más sabia y justa.