Lenguaje, Poder e Identidad - Introducción - PDF

Summary

This reading explores the complex relationship between language, power, and identity, focusing on how language can inflict harm and shape individual experiences. It examines the concept of "interpellation" and how language acts as a constitutive force within social contexts. The author delves into the potential vulnerabilities of language users and the effects of insults within social interactions.

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DIRECTOR: Jorge Alernán ]UDITH BUTLER ~ idf)flliidif~d I /~y{=...

DIRECTOR: Jorge Alernán ]UDITH BUTLER ~ idf)flliidif~d I /~y{= , Q:Jeda prohibida, seJvo excepción prevista ef' la.ley, cualquier forma de reproducción. l i!~ distnbución, comunicación pllblic~ '! transformación de esta obra sin comar I I con autorización de los t¡tulare~ de la pro- piedad intelectual. La infraccIón de los derechos mencionados puede ser :::0.I1stitutiva de delito con..tra la propiedad I inteiectlJal (arts. 270 y sigs. Código Penal). El Centro Español de !)Brechas Reprog"áficos (VoN/lN.c8dro.or9) vela oor el respeto de los citaclos derechos. EDITORIAL 1.~---~---~~-_._~--~~~~~~. ~~ SINTESIS Lenguaje, poder e identidad Introducción 16 17 El fracaso es un mal al que están expuestos todos los los nombres por los que se nos llama son hirientes. Ser lla- actos que tienen el carácter de un rito o de una ceremo- mado por un nombre es también una de las condiciones todos los actos convencionales. por las que un sujeto se constituye en el lenguaje; más aún, es uno de los ejemplos que Althusser proporciona para Hay más maneras de abusar del lenguaje que la de explicar la "interpelación" l. Pero, ¿deriva el poder del len- incurrir simplemente en contradicción. guaje para herir de este poder interpelatívo? ¿Y cómo emer- J L. Austín ge la agencia en caso de que lo haga, de esta escena uno se vuelve vulnerable? El problema lenguaje de la injuria suscita la cues- Cuando afirmamos haber sido heridos por el ¿qué tión cuáles son que hieren, representa- clase de afirmación estamos haciendo? Atribuimos una agen- que nos concentremos en aque- ciaa al lenguaje, un poder de herir, y nos presentamos como lenguaje que son pronunciadas, pronunciables, los objetos de esta trayectoria hiriente. Afirmamos que el sin embargo, el daño lingüístico parece ser el lenguaje actúa, que actúa contra nosotros, y esta afirma- efecto no sólo de las palabras que se refieren a uno sino, ción es a su vez una nueva instancia de lenguaje que trata también del tipo de elocución, un estilo -una disposi- de poner freno a la fuerza de la afirmación anterior. De este ción o un comportamiento convencional- que interpela y modo, ejercemos la fuerza del lenguaje incluso cuando inten- constituye a un sujeto. taInas contrarrestar su fuerza, atrapados en un enredo que Uno no está simplemente sujeto por el nombre por el ningún acto de censura puede deshacer. que es llamado. Al ser llam3do con un nombre insultan- ¿Podría acaso el lenguaje herirnos si no fuéramos, en te, uno es menospreciado y degradado. Pero el nombre algún sentido, seres lingüísticos, seres que necesitan del len- ofrece también otra posibilidad: al ser llamado por un guaje para existir? ¿Es nuestra vulnerabilidad respecto al nombre se le ofrece a uno también, paradójicamente, una lenguaje una consecuencia de nuestra constitución lin- cierta posibilidad de existencia social, se le inicia a uno en güística? Si estamos formados en el lenguaje, entonces este la vida temporal del lenguaje, una vida que excede los pro-. poder constitutivo precede y condiciona cualquier decisión pósitos previos que anirnaban ese nombre. Por lo tanto, que pudiéramos tomar sobre él, insultándonos desde el puede parecer que la.alocución insultante fija o paraliza principio, desde su poder previo. a aquel al que se dirige, pero también puede producir una respuesta inesperada que abre posibilidades. Si ser objeto * * * de la alocución equivale a ser interpelado, entonces la pala- bra ofensiva corre el riesgo de introducir al sujeto en el El msulito, sin embargo, asume su proporción específi- lenguaje, de modo que el sujeto llega a usar el lenguaje tléTOP(), Ser insultado es una de las primeras for- para hacer a este ofensivo. Cuando la pala- ;]p-r~]~rIO lRlgLH:iUCU que uno Pero no todos Ufa es 1. d_¡ que ·h·1e- L Lenguaje. poder e identidad Introducción 18 19 re. ¿De qué fuerza se trata y cómo podríamos llegar a que el momento está ritualizado, nunca es simplemente un entender su carácter falible? momento único. El "momento" en un ritual es una histo- J. L. Austin propuso que para saber qué hace efectiva la ricidad condensada: se excede a sí mismo hacia el pasado fuerza de un enunciado, lo que establece su carácter per- y hacia el futuro, es un efecto de invocaciones previas y formativo, uno debe primero localizar el enunciado en "una futuras que al mismo tiempo constituyen y escapan a la situación de habla total"2. Sin embargo, no hay una forma enunciación, fácil de decidir cuál es la mejor manera de delimitar esta La aErmación de Austin según la cual sólo es posible totalidad. Un examen de la propia visión de Austin pro- conocer la fuerza de un enunciado una vez que la "situa- porciona al menos una razón de tal dificultad. Austin dis- ción total" de habla puede ser identificada se ve amenaza- tingue entre actos de habla "ilocucionarios" y "per1ocucio- da por una dificultad constitutiva. Si la temporalidad de la narios": los primeros son los actos de habla que, cuando convención lingüística, considerada en tanto que ritual, dicen algo h~cen lo que dicen, mientras que los segundos excede el momento de la enunciación, y si ese exceso no son actos de habla que producen ciertos efectos corno con- puede ser ni completamente aprehensible ni idEntificable secuencia, al decir algo se derivan ciertos efectos. El acto (el pasado yel futuro del enunciado no pueden ser narra- de habla ilocucionario es él mismo el hecho que efectúa; dos con ninguna certeza), entonces parece que parte de lo mientras que el per1ocucionario solamente produce ciertos que constituye la "situación total de habla" es la imposibi- efectos que no son los mismos que el acto de habla. lidad de lograr una forma totalizada en cualquiera de los Cualquier delimitación del acw de habla total en tales casos. casos ilocucionarios incluiría sin duda una comprensión En estE sentido, encontrar un contexto apropiado para de cómo ciertas convenciones son invocadas en el momen- el acto de habla en cuestión no es suJicieme para saber cuál to de la enunciación. Se trataría de saber si la persona que es la mejor manera de juzgar sus efectos. La situación de las in vaca está autorizada, y si las circunstancias de la invo- habla no es un simple tipo de contexto, aquel cuyos lími- cación son correctas. Pero ¿cómo se delimita la clase de tes espaciales y temporales pueden definirse fácilmente. Ser "convención" que suponen los enunciados ilocucionarios? herido por el lenguaje es sufrir una pérdida de contexto, es Los enunciados que hacen lo que dicen al decirlo no son decir, no saber dónde se está. Más aún, es posible que lo simplemente convencionales, sino más bien, en palabras que resulte imprevisible en un acto ele habla insultante sea de Austin, "rituales y ceremoniales". En tanto que enun- aquello que constituye su agravio, el hecho rnismo de dejar ciados, funcionan en la medida en que se presentan bajo a la persona a la que se dirige fuera de control. La capaci- la forma de un ritual, es decir? repetidos en el tiempo, y por dad de circunscribir la situación de habla se pone en peli- consiguiente, presentan un campo de acción que no se limi- gro en el momento mismo en que se emite la alocución ta al momento del enunciado mism0 3 El acto de habla ilo- insultante. Ser objeto de un enunciado insultante implica cucionario realiza su acción en el mom'ento mismo en que no sólo quedar abierto a un futuro desconocido, sino tam- se pronuncia el enunciado, y sin embargo, en la medida en bién no saber ni el tiempo ni el espacio del agravio, y estar lenguaje, poder e identidad Introducción 20 21 desorientado con respecto a la posición de uno mismo como.) Por una parte, el de que parezca no haber una des- efecto de acto de habla. Lo que queda al descubierto en cripción que sea "propia" al daño Lingüístico hace aún más ese momento devastador es precisamente el carácter volá- difícil identificar la especificidad de la vulnerabilidad lin- til del "lugar" que uno ocupa en la comunidad de hablan- güística con respecto o frente a la vulnerabilidad física. Por tes; tal acto de habla le puede poner a uno "en su puesto", otra parte, el hecho de que las metáforas físicas se utilicen pero ese puesto puede no tener lugar. muy a menudo para describir el daño lingüístico indica La "supervivencia lingüística" implica que un cierto tipo que esta dimensión SOTf1ática puede ser importante para de supervivencia tiene lugar en el lenguaje. De hecho, el entenaler el dolor lingüístico. Ciert8s palabras o ciertas for- discurso sobre el lenguaje de odio hace reférencia cons- mas de dirigirse a alguien operan no sólo como amenazas tantemente a esta supervivencia. Afirmar que el lenguaje contra su físico, sino que tctles expresiones hace daño o, por citar la frase utilizada por Richard Del- nativamente preservan y amenazan el cuerpo. gado y Mari l'vIatsuda, que "las palabras hieren" es combi- El lenguaje preserva el cuerpo pero no de llna manera nar los vocabularios lingüísticos y los físicos 4. El uso del literal trayéndolo a la vida o alimentándolo, más bien una término "herir" sugiere que el lenguaje puede actuar de for- cierta existencia social del cuerpo se hace posible gracias ma similar a aquello que causa un dolor físico o una heri- a su interpelación en términos de lenguaje. Para entender da. Charles R. Lawrence III se refiere al lenguaje racista c:sto uno debe imaginarse una escena imposible en la qüe como una "agresión verbal") poniendo de relieve que el un cuerpo al que no le ha sido dada aún una definición efecto del insulto racista equivale a "recibir una bofetada un cuerpo que es, estrictamente hablando, inacce- en la cara. La herida es instantánea" (1'v1atsudá, M. et al., se acceSl°b1.e en el1 DlOJnento en. que nos d'ln- o 1993: 68). Algunas formas de insulto racial "producen sín- gimas a él, con una llamada o una interpelación que no tomas físicos que temporalmente dejan inválida a la vícti- "descubre" el cuerpo, sino que lo constituye fundamen- ma" (ibídem). Estas formulaciones sugieren que el daño talmente. Podríamos pensar que para que se dirijan a uno, lingüístico actúa como una herida física, pero el uso del uno debe ser primero reconocible, pero en este caso la símil indica que se trata, después de todo, de una compa- inversión aldmsseriana de Hegel parece apropiada: la 11a-.ración de dos cosas diferentes. Consideremos más bien que rnada constituye a un ser dentro del circuito posible de la comparación podría simplemente implicar que las dos reconocÍlniento y, en consecuencia, cuando esta constitu- heridas pueden ser comparadas únicamente de una forma ción se da fuera de este circuito, ese ser se convierte en metafórica. De hecho, parece que no existe un lenguaje algo abyecto. específico para el problema del daño lingüístico, de tal Podríamos pensar que se trata de una situación más manera que nos vemos obligados a tomar prestado el voca- habitual: resulta que a ciertos sujetos ya constituidos cor- bulario del daño físico. En este sentido, la conexión meta- poralmente se de llna manera o de otra. Pero ¿por fórica entre la vulnerabilidad física y lingüística resulta esen- los por los que se llarna al sujeto parecen cial en la descripción de la vulnerabilidad lingüística misma. o- IITUel'te y geI1cran acerca Lenguaje, poder e identidad Intro dueción 22 23 la supervivencia? ¿Por qué debería una mera alocución lin- aprehenderlo. Scarry muestra que la irrepresentahilidad güística producir el miedo como respuesta? ¿No es, en par- del dolor desbarata (aunque sin hacerlo completamente te, porque esta alocución recuerda y reproduce aquellas alo- imposible) el esfuerzo moralmente imperativo de repre- cuciones previas que le dieron y le dan existencia? Por tanto, sentar el cuerpo que sufre. Una de las consecuencias da- ser el destinatario de una alocución lingüística no es mera- ñinas de la tortura, según ella, es que el torturado pierde mente ser reconocido por lo que uno es, sino más bien que la capacidad de documentar en el lenguaje el evento de la se le conceda a uno el término por el cual el reconocimiento tortura; por lo tanto, uno de los efectos de la tortura es de su existencia se vuelve posible. Se llega a "existir" en vir- la eliminación de su propio testigo. Scarry muestra tam- tud de esta dependencia fundamental de la llamada del bién cómo ciertas formas discursivas, como la interroga- Otro. Uno "existe" no sólo en virtud de ser reconocido, ción, instigan y apoyan el proceso de la tortura. En este sino, en un sentido anterior, porque es reconocibles. Los caso, sin embargo, el lenguaje ayuda a la violencia, aun- términos que facilitan el reconocimiento son enos mismos que parece no ejercer su propia violencia. Se plantea así la convencionales, son los efectos y los instrumentos de un siguiente cuestión: si ciertos tipos de violencia invalidan ritual social que decide, a menudo a través de la violencia el lenguaje, ¿cómo tener en cuenta el tipo específico de y la exclusión, las condiciones lingüísticas de los sujetos daño que el lenguaje mismo produce? aptos para la supervivencia. Toni Morrison prestó especial atención a la "violencia Si el lenguaje puede preservar el cuerpo, puede tam- de la representación" en la conferencia que pronunció con bién amenazar su existencia. }\.sí, la cuestión de las formas ocasión del Premio Nobel de Literatura de 1993: "El len- específicas a través de las que el lenguaje puede suponer guaje opresivo hace algo más que representar la violencia; una amenaza violenta parece estar estrechamente ligado a es violencia" (Morrison, T., 1993: 16). Morrison nos ofre- esa dependencia primaria con el Otro que todo ser par- ce una parábola en la que el lenguaje mismo es imagina- lante tiene como consecuencia de dicha alocución inter- do como una "cosa viviente". Esta figura no es falsa ni irre- pelativa o constitutiva. En The Body in Pain, Elaine Scarry al, sino que indica un aspecto verdadero del lenguaje. En señala que la amenaza de violencia es una amenaza al len- la parábola de Morrison, unos niños inician un juego cruel guaje, a su posibilidad de hacer-mundo y hacer-sentid0 6 preguntando a una mujer ciega si el pájaro que guardan Su formulación tiende a oponer violencia y lenguaje, como en sus manos está vivo o muerto. La ciega responde negan- si una fuera lo contrario del otro. ¿Y si el lenguaje tuviera do y desplazando la pregunta: "No sé [...] lo que sé es que en sí mismo la posibilidad de la violencia y de la destruc- está en tus manos. Está en tus manos" (ibídem: 11). ción de un mundo? Según el argumento convincente de Morrison decide interpretar la mujer de la parábola Scarry, el cuerpo no es simplemente anterior al lenguaje, como una escritora experimentada, y el pájaro, como el más bien el dolor del cuerpo no puede expresarse en el len- lenguaje, intentando hacer una conjetura acerca de cómo guaje: el dolor hace añicos el lenguaje, y aunque el len- esta escritora consumada piensa el lenguaje: "Ella piensa el guaje puede hacer frente al dolor, no puede sin embargo lenlguaJe en como un yen parte como un ser Introducción Lenguaje, poder e identidad 25 24 una figura del lenguaje, sino también el lenguaje como una vivo s~bre el que uno tiene control, pero sobre todo como 1a agenCia, ' cuya "re'al'd e llgura oe 1 1 a d" es 1l1contestable.. l\1orri- agencia -como un acto con consecuencias-o Por tanto, la son escíibe: "Morimos. Ése es quid,s el significado de la pregunta que le hacen lo niños, '¿está vivo o muerto?', no vida. Pero hacemos lenguaje. Ésa es quizás la medida de nues- es irreal, puesto que la escritora piensa el lenguaje como algo tras vidas" (ibídem 22). No afirma: "el lenguaje es agencia", susceptible de morir, de ser borrado" ((ibídem: 13). puesto que este tipo de afirmación privaría al lenguaje de Morrison usa la figura de la conjetura del mismo modo la agencia que ella pretende darle. Al negarse a responder a que lo hace la escritora consumada de su relato. Ivlorrison la cruel pregunta de los niños, la mujer ciega, según Morri- se interroga sobre el lenguaje y sobre las posibilidades que son, "distrae la atención de las afirmaciones sobre el poder el lenguaje tiene de hacer conjeturas y describe la "reali- para dirigir la atención hacia el instrumento a través del que de este marco figurado sin salirse del mismo. La mujer ese poder se 12). Del mismo modo, ~Aorri- piensa el lenguaje como algo viviente: Ivlorrison represen- son se a ofrecer una afirmación dogmática sobre la ta con este acto de sustitución el símil a través del cual el naturaleza del lenguaje, porque tal afirmación ocultaría el lenguaje es imaginado como vida. La "vida" del lenguaje en el que el "instrumento" de dicha aflrmación par- es así ejemplificada a través de la puesta en escena de este ticipa de lo que el lenguaje es; la imposibilidad de reducir símil. Pero ¿de qué tipo de puesta en escena se trata? cualquier afirmación a su instrumento es precisamente 10 Se piensa el lenguaje "sobre todo como agencia -un que demuestra que el lenguaje está dividido en sí mismo. acto con consecuencias-", un acto prolongado, una repre-. , con electos. Se trata de un tipo de definición. ~ El del lenguaje para deshacerse de su propia instru- sentaclOn mentalidad, o más aún, de su propia naturaleza retórica, es El lenguaje es, después de todo, "pensado", es d~cir, pos- precisamente la incapacidad del lenguaje de anularse a sí tulado o constituido en tanto que "agencia". Pero esposi- mismo en la narración de un relato, al referirse a lo que exis- ble pensar el lenguaje precisamente porque es "agencia"; te o en las volátiles escenas de interlocución. una sustitución figurada hace posible que podamos pen- Pero ante todo, para Morrison, la "agencia' no es lo mis- sar la agencia del lenguaje. Puesto que esta formulación mo que el "control"; ni es tampoco una función del carác- se da en el lenguaje, la "agencia" del lenguaje es no sólo el ter sistémico del lenguaje. Todo sucede como si no pudié- objeto de la formulación, sino su misma acción. Ambas, ramos dar cuenta primero de la agencia humana y después la formulación y la sustitución figurada, ejemplifican lo especificar el tipo de agencia que los seres humanos encuen- que es la agencia. tran en el lenguaje. ""Hacemos lenguaje. Ésa es quizás la Podríamos caer en la tentación de pensar que no es medida de nuestras vidas". correcto atribuir una agencia al lenguaje, que sólo los suje- Hacemos cosas con palabras, producimos efectos con tos pueden hacer cosas con palabras, y que esta agencia tie- el lenguaje, y hacemos cosas al lenguaje, pero también el ne sus orígenes en el sujeto. Pero, ¿es la agencia del lengua- ). es lenguaje que·h.aeemos. Lenguaje es el nombre je la misma que la agencia del sujeto? ¿Hay una forma de CJ.ne hacemos: al mismo tí e lJ:1p o -" ~ h ace- ()11._e: 1 __ no sólo propone la agencia como Lenguaje, poder e identidad Introducción 26 27 mos (el nombre de una acción que llevamos a cabo de for- afirma que "e11enguaje opresivo [... ] es violencia" ,y no sim- ma característica) y aquello que efectuamos, el acto y sus plemente una representación de la violencia. El lenguaje consecuenCIas. opresivo no es un sustituto de la experiencia de la violen- En la parábola, Morrison establece una relación de ana- cia. Produce su propio tipo de violencia. El lenguaje per- logía entre la mujer ciega y la escritora experimentada, sugi- manece vivo cuando se niega a "encapsular" (ibídem: 20) o riendo que escribir es en cierto sentido como estar ciego: a "capturar" (ibídem: 21) los hechos y las vidas que descri- no se puede saber en qué manos caerá la escritura, cómo be. Pero cuando trata de efectuar esa apropiación, el lenguaje será leída y usada, ni las fuentes últimas de las que se deri- no sólo pierde su vitalidad, sino que adquiere su fuerza vio- va. En la parábola, la escena es una interlocución en la que lenta, aquella que JYiorrison a lo largo de su conferencia aso- los niños se aprovechan de la ceguera de la mujer para for- cia con e1lenguaje del Estado y con la censura. "La vitalidad zarle a tomar una decisión que no puede tomar y en la que de11enguaje -escribe Morrison- reside en su capacidad de la fuerza de esa pregunta reside en lo que la mujer inter- retratar las vidas actuales, imaginadas y posibles de los hablan- preta, ejerciendo una agencia que la pregunta pretende tes, los lectores y los escritores. Aunque a veces su elegancia negar. Pero la mujer ciega no toma ninguna decisión, sino consiste en desplazar la experiencia, no es un sustituto de que más bien llama la atención sobre el "instrumento a tra- ella. Se inclina hacia el lugar en el que podría residir el sig- vés del que se ejerce el poder", haciendo que la elección nificado" (ibídem: 20). Y más adelante: "Su fuerza, su éxi- resida en las manos del interlocutor que ella no puede ver. to, reside en alcanzar lo inefable" (ibídem: 21). La violencia La mujer ciega no puede saber, según la interpretación de del lenguaje consiste en su esfuerzo por capturar lo inefable lYlorrison, si el lenguaje sobrevivirá o morirá en las manos y destrozarlo, por apresar aqueIlo que debe seguir siendo de aquellos que lo utilizan con la fuerza de la crueldad. La inaprensible para que e11enguaje funcione como algo vivo. cuestión de la responsabilidad es crucial tanto en la pará- La pregunta de los niños no es cruel porque hayan mata- bola como en la lectura que de ella ofrece Morrison, a tra- do al pájaro, sino porque al utilizar el lenguaje para forzar vés de la figura de las "manos" de los niños, de aquellos que a la mujer ciega a tomar una decisión se produce una con- heredan la responsabilidad de la supervivencia o la muer- fiscación del lenguaje, una captura que extrae su fuerza de t;e del lenguaje. La escritora es ciega con respecto al futuro la hipotética destrucción del pájaro. El lenguaje de odio que del lenguaje en el que escribe. De este modo el lenguaje se utilizan los niños intenta apresar a la ciega en el momento piensa "sobre todo como agencia", a diferencia, por una de la humillación, y transferir a la mujer la violencia lleva- parte, de formas de dominio y control, y por otra, de la ba a cabo contra el pájaro, una transferencia que pertene- clausura del sistema. ce a la temporalidad particular de la amenaza. En este sen- La analogía utilizada por Morrison sugiere que el len- tido, la amenaza comienza a producir aquello que amenaza guaje vive o muere como un ser vivo puede vivir o morir, con producir; pero no lo produce completamente, sino que de modo que la cuestión de la supervivencia es central en trata de asegurar, a través dellengua:fe, un filfUro en el que relación a la cuestión de cómo se usa el lenguaje. Morrisoll esa acción será llevada a cabo. Lenguaje, poder e identidad Introducción 28 29 Aunque la amenaza no es exactamente el acto que pre- significa es irreductible a lo que el cuerpo "dice". este sagia, es ya sin embargo un acto, un acto de habla, que sentido, el hablante es "ciego" de la misma manera que, no solamente anuncia un acto venidero, sino que tam- según Monison, la escritora experimentada es "ciega": el bién registra una ciena fuerza en el lenguaje, una fuerza enunciado produce significados que no son precisamente que al mismo tiempo presagia e inaugura una fuerza ulte- los que dice, o incluso, que no son en absoluto aquellos rior. J\¡Iíentras la amenaza tiende a producir una expecta- que podrían decirse. lvIientras que Morrison acentúa el tiva, la amenaza de violencia destruye la posibilidad mis- "instrumento a través que se hacen (las afirmaciones)", ma de la expectación: inicia una temporalidad en la que Felman identifica el cuerpo del que parte el habla como se espera la destrucción de la expectativa y, por lo tanto, ese instrumento. Ese cuerpo se vuelve el signo de desco- no se puede en absoluto esperar. nocimiento' porque sus acciones no son ple- Aunque la amenaza prefigura el acto, sería un error con- namente conscientes o voluntarias. Según FeIman, que cluir que mientras que la amenaza tiene lugar únicamente permanece inconsciente en una acción corporal como el en e11enguaje, el acto de la amenaza tiene lugar en una ins- habla puede ser interpretado como el "instrumento" a tra- tancia material completamente exterior al lenguaje, entre vés del que se hace la afirmación. De la misma manera, ese los cuerpos. Lo que está implícito en la noción de amena- cuerpo que desconoce señala el límite de la intencionali- za es el hecho de que 10 que se dice en el habla podría pre- dad en el acto de habla. El acto de habla dice o dice figurar aquello que hará el cuerpo; el acto al que se refiere de un modo diferente, lo que pretende decir. la amenaza es el acto que uno podría realmente llevar a Sin embargo, para Felman esto no significa que el habla cabo. Pero este análisis no tiene en cuenta el hecho de que y el cuerpo sean radicalmente separables, sino simplemente el habla es en sí mismo una acción corporal. que la idea de un acto de habla completamente intencio- En su libro The Literar.y Speech Act: Don Juan UJith J L. nal se ve perpetuamente subvertida por aquello que en Austin, or Seduction in TUJO Languages1 , 5hoshana Felman el habla subvierte la intendonalidad. Fe1man escribe: nos recuerda que la relación entre el habla y el cuerpo es "5i el problema del acto humano consiste en la relación una relación escandalosa, "una relación hecha al mismo entre el lenguaje y el cuerpo es porque el acto se concibe ~iempo de incongruencia y de inseparabilidad [...] el escán- --tanto en un análisis performativo como psícoanalítico- dalo consiste en el hecho de que el acto no puede saber lo como aquello que problematiza al mismo tiempo la sepa- que está haciendo" (Felman, S., 1983: 96). Felman sugie- ración y la oposición entre ambos. El acto, una producción re que el acto de habla, en tanto que acto de un cuerpo par- enigmática y problemática del cuerpo parlante, destruye lante, es siempre en cierta medida desconocedor de aque- desde su comienzo la dicotomía metafísica entre el domi- que produce, dice siempre algo que no pretende decir, nio "mental" y el dominio "físico", desmonta la oposición y por lo tanto no puede ser el emblema de dominio y de entre cuerpo y espíritu, entre la materia y el lenguaj e" 8 , control que algunas veces pretende ser. Felman llama la 1"10 obstante, Felman, este desmoronamiento de 'lrención el hecho de que lo que un cuerpo parlante la O¡:)O~;1Cl.Ón entre materia y lenguaje no implica una unión lenguaje, poder e identidad Introducción 30 31 simple de estos términos. Ambos permanecen interrela- dueir el acto futuro como su efecto necesario. Este fracaso cionados de una forma incongruente. El acto que el cuer- a la hora de cumplir la amenaza no pone en cuestión el po realiza al hablar.nunca se comprende completamente; estatus de la amenaza en tanto que acto de habla, simple- el cuerpo es el punto ciego del habla, aquel que actúa en mente cuestiona su eficacia. Sin embargo aquello que con- exceso con respecto a lo que se dice, aunque actúa también fiere poder a la amenaza es la presunción de que el acto de en y a través de lo que se dice. El hecho de que el acto de habla materializará por completo el acto con el que la pala- habla sea un acto corporal significa que el acto se redobla bra amenaza. Pero este acto de habla puede fracasar y es en el momento del habla: existe lo que se dice, pero existe esta vulnerabilidad la que debe explotarse para hacer fren- también un modo de decir que el "instrumento" corporal te a la amenaza. de la enunciación realiza. Para que la amenaza funcione, se requieren ciertas cir- Así, una afirmación, desde un punto de vista del análi- cunsral1C1as, así como un campo de poder a través del cual sis exclusivamente gramatical, puede aparecer como des- se puedan materializar sus eft:ctos performativos. La teleo·- provista de amenaza. Pero la amenaza emerge precisamen- logia de la acción que evoca la amenaza puede ser pertur- te a través del acto que el cuerpo realiza al hablar. O quizás bada por varios tipos de fracasos. No obstante, la fantasía la amenaza surge como el efecto patente de un acto per- de la acción soberana que estructura la amenaza supone formativo para volverse inofensiva gracias a la conducta que un cierto tipo de enunciado es al m.ismo tiempo la rea- corporal del acto (hecho que cualquier teoría de la acción lización de la acción a la que el acto de habla se refiere; éste reconoce). La amenaza, aunque es ella misma un acto cor- sería un performativo ilocucionario, en términos de Aus- poral, prefigura o incluso promete un acto corporal, esta- tin, es decir, aquel que inmediatamente hace lo que dice. bleciendo en su gesto los contornos del acto que sucederá. Pero la amenaza puede solicitar una respuesta, y la respuesta Por supuesto, el acto de la amenaza y el acto con el que se siempre es imprevista, perdiendo así su propio sentido sobe- amenaza son distintos, pero están relacionados en forma rano de expectación frente a una resistencia que ella mis- de quiasmo. Aunque no son idénticos, ambos son actos ma ayudó a producir previamente. En lugar de destruir la corporales: el primero, la amenaza, sólo tiene sentido en posibilidad de respuesta, dejando a la persona a la que se , términos del acto que prefigura. La amenaza abre un hori- dirige paralizada de miedo, se puede hacer frente a la ame- zonte temporal cuyo principio de organización es el acto naza por medio de otro tipo de acto performativo, un acto con el que se amenaza. La amenaza inaugura la acción por que saca partido del carácter doble de la acción de la ame- la cual el acto con el que se amenaza puede ser llevado a naza (de aquello que se realiza intencionalmente y no inten- cabo completamente. Y sin embargo, una amenaza se pue- cionalmente al hablar) para enfrentar una parte del habla de desbaratar, se puede desactivar, puede fracasar en su a la otra, echando por tierra el poder performativo de la intento de producir el acto con el que amenaza. La ame- arnenaza. naza afirma la certeza inminente de otro acto, de un acto Puesto que la amenaza es un acto de habla y al mismo venidero, pero la afirmación por si misma no puede pro- tiempo un ano corporal, siempre está, en parte, fuera de Lenguaje, poder El identidad Introducción 32 33 su propio controL lVlorrison afirma que la mujer ciega circunstancias. Pero las circunstancias solas no hacen que devuelve la amenaza implícita que le hacen los niños al refe- las palabras hieran. O podríamos vernos en la obligación rirse a "las manos" de aquel que guarda el pájaro, al expo- de afirmar que cualquier palabra puede causar un daño, ner el cuerpo del que habla, enfrentando el acto de habla dependiendo de su utilización y que el uso de las palabras al acto que expone aquello que permanece desconocido no se puede reducir a las circunstancÍas de la enunciación. para quienes emiten la amenaza. Ella pone de manifiesto Esta última afirmación parece razonable, pero tal aproxi- la ceguera que motiva sus actos de habla al preguntarles mación no puede decirnos por qué ciertas palabras hieren qué harán, en un sentido corporal, teniendo en cuenta como lo hacen, o por qué resulta más difícil separar unas que ya han hecho corporalmente al hablar. palabras que otras de su poder de herir. La afirmación de que el habla hiere parece depender De hecho, los esfuerzos recientes que se han hecho para esta relación de inseparable incongruencia entre el cuer- establec:er el indudable hiriente ciertas palabras po y el habla, y, consecuentemente, entre el habla y sus parecen fracasar al enfrentarse a la pregunta de quién es el efectos. Si el hablante dirige su cuerpo hacia la persona a intérprete significado de tales palabras y de 10 que rea- la que habla, entonces no es sólo el cuerpo del hablante el lizan. Las normas actuales que regulan la autodefinición que entra en juego, sino también el cuerpo de aquel al que de los gays y las lesbianas en el ejército, o incluso las con- se dirige el habla. ¿Se limita el hablante simplemente troversias recientes acerca de la música rap, sugieren que a hablar o implica su propio cuerpo en relación con el otro, no es posible llegar a un consenso acerca de si hay una rela- haciendo explícita la vulnerabilidad el cuerpo del otro ción dara entre palabras enunciadas y su supuesto poder al habla? El cuerpo del hablante, como un "instrumento" de herir9 Por una parte, afirmar que el efecto ofensivo de de una violenta 'retoricidad', excede las palabras dichas, y tales palabras es completamente contextual, y que un cam- pone de manifiesto que el cuerpo a quien el habla se diri- bio del contexto puede exacerbar o minimizar su carácter ge no puede seguir estando (al menos no siempre entera- ofensivo, no perm'ite dar cuenta del poder que tales pala- mente) bajo control. bras parecen ejercer. Por otra parte, alegar que algunos enunciados son siempre ofensivos, independientemente del contexto, o afirmar que de algún modo estos enunciados llevan el contexto con ellos mismos de tal modo que no se pueden deshacer de él, no es ofrecer una explicación de Ningún análisis simple de las palabras será suficiente para cómo se invoca y se reestructura el contexto en el momen- decidir qué es una amenaza, y menos aún, qué es una pala- to de la enunciación. bra que hiere. Podríamos pensar que es necesario llevar a Ninguna de estas opiniones puede dar cuenta de la reor- cabo una explicación detallada de las condiciones institu- ganización y la resignificación del enunciado ofensivo, del cionales de la enunciación para identificar la probabilidad despliegue del lingüístico que intenta al mismo tiem- ':on la que cierto tipo de had.n daño bajo ciertas po exponer y contrar,.esté\t el (*~rClClO n·!-P1~~ivn Lenguaje, poder e identidad Introducción 34 35 Me ocLiparé detalladamente de estas cuestiones en un capí- perdurable, o incluso, con las intenciones que 10 animan tulo posterior, pero consideremos por un momento la fre- o con sus utilizaciones originales. La reevaluación de tér- cuencia con la que estos términos están sujetos a resignifi- minos como "queer"b sugiere que el habla puede ser "devuel- cación. El desdoblalTIiento del discurso ofensivo tiene lugar to" al hablante de una forma diferente, que puede citarse no solamente en la música rap y en varias formas de paro- contra sus propósitos originales y producir una inversión dia y sátira política, sino también en la crítica social y polí- de sus efectos. De una forma más general, esto sugiere que tica de tales términos, allí donde "el hecho de mencionar"lO el efecto cambiante de tales términos marca un tipo de per- estos términos es crucial con respecto a los argumentos de formatividad discursiva que no constituye una serie dis- los que venimos hablando. Este desdoblamiento ocurre creta de actos de habla, sino una cadena ritual de resigni- incluso en los argumentos legales que apelan a la inter- ficaciónes cuyo origen y fin ni son fijos ni se pueden fijar. vención de la censura, de hecho, la misma retórica que se En este sentido, un "acto" no es un evento momentáneo, condena prolifera invariablemente en el contexto del dis- sino un cieno tipo de red de horizontes temporales, una curso legal. Paradójicamente, los argumentos explícita- condensación de iterabilidad que excede el momento al mente legales y políticos que intentan relacionar dicha for- que da lugar. La posibilidad de un acto de habla para resig- ma de habla con ciertos contextos olvidan señalar que nificar un contexto previo depende, en parte, del interva- incluso en su propio discurso, esa forma de habla se ha lo entre el contexto en el que se origina o la intención que vuelto citacional, rompiendo así con los contextos previos anima un enunciado y los efecros que éste produce. Por de dicho enunciado y adqúiriendo nuevos contextos para ejemplo, para que una amenaza pueda tener un futuro dis- los que no había sido prevista. El discurso crítico y legal tinto de aquel que había previsto, para que pueda ser devuel- acerca del lenguaje de odio constituye en sí mismo una ta a su hablante de una forma distinta y para que puede ser puesta en escena del lenguaje de odio. El presente discur- desactivada por medio de este retorno, los significados que so rompe con los anteriores, pero no de una forma abso- adquiere el acto de habla y los efecros que produce deben luta. A pesar de su aparente "ruptura" con el pasado, el pre- exceder aquellos que el acto de habla había previsto, y los sente discurso sólo se puede leer con respecto al pasado con contextos que asume deben ser distintos de aquellos en los el que rompe. Sin embargo, el presente contexto elabora que se originó (si es que es posible encontrar tal origen). un nuevo contexto para el habla, un contexto futuro, aún Los que intentan fijar con precisión la relación entre sin perfilar y que, por lo tanto, no es exactamente un con- ciertos actos de habla y sus efectos hirientes lamentarán texto. seguramente el carácter abierto de la temporalidad del acto Los argumentos en favor de una contra-apropiación o de habla. El hecho de qne ningún acto de habla deba pro- de una representación nueva del habla ofensiva se ven cla- ducir un daño como efecto significa que ninguna teoría ramente cuestionados por la posición según la cual el efec- simple de los actos de habla podrá darnos un criterio para to ofensivo del acto de habla está necesaríamente relacio- juzgar los daños producidos por las palabras. Sin embar- nado con el acto de habla, con su contexto originario o go, esta pérdida de la relación entre acto y herida abre la Lenguaje, poder e identidad Introducción 36 37 posibilidad del contra-discurso, un tipo de respuesta que alternativa de agencia y, fin81mente, de responsabilidad, una sería imposible si la relación entre acto y herida fuera más noción que reconozca plenamente el modo en el que el suje- estrecha. Por tanto, el espacio que separa el acto de habla to se constituye en el lenguaje, así como el hecho de que de sus efectos futuros tiene implicaciones prometedoras: aquello que el sujeto crea se deriva también de otras fuen- inaugura una teoría de la agencia lingüística que propor- tes. A diferencia de algunos críticos que confunden la crí- ciona una alternativa a la búsqueda incesante de un reme- tica de la soberanía con la eliminación de la agencia, lo que dio legal. El intervalo entre las distintas ocurrencias de un yo propongo es que la agencia comienza allí donde la sobe- enunciado no sólo hace posible la repetición y la resignifi- ranía declina. Aquel que actúa (que no es lo mismo que el cación del enunciado, sino que muestra cómo, con el tiem- sujeto soberano) actúa precisamente en la medida en que po, las palabras son capaces de desligarse del poder de herir, él o ella es constituido en tanto que actor y, por lo tanto, v; de recontextualizarse de formas más afirmativas. Espero opera desde el principio dentro de un campo lingüístico de dejar claro que cuando digo afirmativas, me refiero 31 hecho restricciones que son al mismo tiempo posibilidades. de que "abren posibilidades de agencia". En este sentido la noción de sujeto soberano emerge en el discurso aaencia b no es la restauración de una autonomía soberana sobre el lenguaje de odio de formas diversas. En primer en el lenguaje, ni una réplica de nociones convencionales lugar, se imagina a aquel que habla como ejerciendo un de dominio. poder soberano, que realiza lo que él o ella dice cuando lo Las preocupaciones fundamentales de Lenguaje, poder dice. Igualmente, el "habla" estatal toma a menudo un e identidad son al mismo tiempo retóricas y políticas. En carácter soberano, de tal modo que las declaraciones son, la ley, los enunciados "que se excitan" son aquellos lleva- con frecuencia y literalmente, "actos" de la ley. Sin embar- dos a cabo bajo coacción, normalmente se trata de confe- go, para Austin, el esfuerzo por localizar tales actos de habla siones que no pueden utilizarse delante de un tribunal por- ilocucionarios resulta problemático y le llevará a inventar que no reflejan el equilibrio mental del que las pronuncia. una serie de condiciones y de nuevas distinciones para poder Mi hipótesis es que el habla está siempre de algún modo tener en cuenta la complejidad del espacio performativo. fuera de control. Con una formulación que anticipa la lec- No todos los enunciados que tienen la forma de un per- tura que llevará a cabo Felman del acto de habla, Austin formativo, ya sea ilocucionario o periocucionario, funcio- escribe que "las acciones en general (no todas) pueden, por nan realmente. Esta intuición tiene importantes conse- ejemplo, realizarse bajo coacción, o por accidente, o debi- cuencias para la consideración de la posible eficacia del das a talo cual tipo de error, es decir, de forma no inten- lenguaje de odio. cional" (1994: 21). Austin aprovecha la ocasión para sepa- Retóricamente, la afl.rmación según la cual algunas for- rar el acto del habla del sujeto en ciertas circunstancias: "En Inas de habla no sólo comunican odio, sino que constitu- muchos de estos casos nos resistimos a afirmar que tal acto yen en sí mismas un acto hiriente, presupone no sólo que fue llevado a cabo o que él lo hizo" (ibídem). Desligar el el lenguaje actúa, sino que actúa sobre al que se diri- acto de. lLlnc del sujeto soberano permite L. d al' ·., una nOClOll ge una h.irienteo Sin es tener Lenguaje, poder e identidad Introducción 38 39 en cuenta que ambas afirmaciones son diferentes, puesto El juez que dice "yo te condeno" ni afirma la intención de que no todos los actos de habla son la clase de acto que hacer algo ni describe lo que hace: su palabra es en sí mis- actúa sobre alguien con tal fuerza. Por ejemplo, puedo pro- ma un tipo de acción. Los actos de habla ilocucionaríos nunciar un acto de habla ilocucionario, en el sentido de producen efecros. Según Austin estos actos se apoyan en Austin, al decir "yo te condeno", pero si no estoy en una convenciones lingüísticas y sociales. Por otra parte, los actos posición que hace que mis palabras sean consideradas como perlocucionarios son aquellos cuyos enunciados dan lugar obligatorias, este acto de habla que he emitido será des- a una serie de consecuencias: en un acto de habla perlocu- afortunado o fracasará, en el sentido de Austin: aquel al cionarío "decir algo producirá ciertas consecuencias," pero que se dirige el enunciado escapará ileso. Por lo tanto, las palabras y las consecuencias que se producen son tem- muchos actos de habla pueden considerarse como "con- poralmente distintas. Las consecuencias no es lo mismo ducta" en un sentido estrecho, pero no todos ellos tienen que el acto de habla, sino que son "aquello que produci- el poder de producir los efecros o de desencadenar una mos o conseguimos al decir algo" (1994: 109). Mientras serie de consecuencias. Más aún, en este sentido, muchos los actos ilocucionarios proceden siguiendo convenciones de estos actos de habla aparecen como cómicos, de modo (1994: 107), los actos perlocucionarios proceden dando que podríamos leer el libro de Austin, Cómo hacer cosas lugar a consecuencias. Implícita a esta distinción es la noción con palabras, como un catálogo cómico de tales perfor- de que los actos de habla ilocuc.ionarios producen efectos mativos fallidos. sin necesidad de un lapso de tiempo, puesto que la pala- Un acto de habla puede ser un acto sin ser necesaria- bra es en sí misma una acción, y que palabra y acción se mente un acto eficaz. Si emito un performahvo fallido, es dan simultáneamente. decir, si doy una orden y nadie la escucha ni la obedece, o Austin señala asimismo que algunas consecuencias de si hago una promesa y no hay nadie a quien hacérsela, sigo un acto per1ocucionario pueden ser 'no intencionales' y realizando un acto, pero realizo un acto con muy poco o da el ejemplo del insulto no intencional, situando así el con ningún efecto (o al menos no con el efecto que el acto daño verbal en la órbita de la perlocución. Por tanto, Aus- promete). Un performativo es eficaz no sólo cuando reali- fin sugiere que el daño no es inherente a las convencio- zo el acto, sino cuando a partir de ese acto se derivan un nes que un acto de habla dado invoca, sino que depende conjunto de efectos. Actuar lingüísticamente no implica de las consecuencias específicas que un acto de habla pro- necesariamente producir efectos, yen ese sentido, un acto duce. de habla no es siempre una acción eficaz. Decir que existe Recientemente, especialistas del derecho y filósofos una confusión entre habla y acción no quiere decir nece- (Cailierine MacKinnon, Rae Langton, entre otros l l ) se han sariamente que el habla actúa de forma eficaz. inspirado en la obra de Austin con el objeto de argumen- Austin propone una tipología provisional de los enun- tar que las representaciones pornográficas son performati- ciados performativos. El acto ilocucionario es aquel en el vas, es decir, que ni afirman un punto de vista ni describen que al decir algo uno está haciendo algo al mismo tiempo. la realidad, sino que más bien constituyen un cierto tipo Lenguaje, poder e identidad Introducción 40 41 de conducta. Más aún, estos especialistas defienden la idea dominación social, sino que el habla la domina- según la cual la conducta "silencia" a aquellos que apare- ción, convirtiéndose así en el vehículo a través del que esta cen subordinado$ en la representación pornográfica. estructura social se instaura una y otra vez. Según este Me ocuparé en detalle de estos argumentos en los capí- modelo ilocucionario, el lenguaje de odio ni describe un tulos posteriores pero es importante señalar, a modo de daño ni lo produce como consecuencia, sino que constitu- introducción, que estos argumentos entienden la porno- ye aquel al que se dirige en el momento de pronunciar el grafía como un cierto tipo de lenguaje de odio, y descri- enunciado. En el acto de habla mismo, en la realización ben su fuerza performativa como ilocucionaria. Espe- del daño mismo, el daño se entiende como subordinación cialmente en el argumento de MacKinnon contra la sociaP4. pornografía se ha pasado de la dependencia conceptual de Lo que el lenguaJe es al sujeto en. un modelo perlocucionario a un mo d e1'1.. 12. o 1 ocuclOnano una subordinada. ;qué ," es lo que da al l'Víari Matsuda entiende el lenguaje de odio no sólo como guaje de odio el poder ubicar al sujeto con tal eficacia? actuando sobre el oyente (una escena perlocucionaria), sino ¿Es el lenguaje de tan "efi'caz", en un sentido austi- también contribuyendo a la constitución social de aquel ° niano, como aparece en este análisis, por el contrario exis- al que se dirige (y, por lo tanto, tomando parte en un pro- ten casos fallidos que harían su poder constitutivo menos ceso de interpelación social)13. Según esta interpretación, eficaz de 10 que implica esta descripción a la que nos veni- el oyente ocupa una posición social o incluso se ha vuelto mos refiriendo? sinónimo de esa posición. Aquí las posiciones sociales se Por el momento, me gustaría poner en cuestión la supo- sitúan en relación estática y jed.rquica unas con respecto sición según la cual el lenguaje de odio funciona siempre a otras. El oyente resulta herido por un enunciado en vir- yen todos los cases. No se trata de minimizar el dolor que tud de la posición social que ocupa. Asimismo, el enun- se sufre a causa del lenguaje de odio, sino de dejar abierta ciado fuerza al sujeto a ocupar de nuevo una posición social la posibilidad de su fracaso, puesto que esta apertura es la subordinada. Según este punto de vista, esta forma de habla condición de una respuesta crítica. Si la explicación del invoca y reinscribe una relación estructural de domina- daño que produce el lenguaje de odio excluye la posibili- ción, y constituye una ocasión lingüística para reafirmar dad de una respuesta critica a tal daño, la explicación no esta dominación estructural. Aunque algunas veces este hace sino confirmar los efectos totalizadores de tal daño. análisis del lenguaje de odio enumera una serie de conse- Estos argumentos son a menudo útiles en contextos lega- cuencias que tal acto de habla produce (introduciendo una les, pero son contraproducentes a la hora de pensar formas visión periocucionaria), existen otras formulaciones de esta de agencia y de resistencia no estatales, posición según las cuales la fuerza del performativo se ase- Aunque el lenguaje odio se esfuerza por constituir uura a través de medios convencionales (éste sería un mode- b un sujeto por medios discursivos, ¿es acaso esta constitu- lo ilocucionario). En la formulación de Mari Matsuda, por ción su resultado necesario y efectivo? ¿Existe una ejemplo, el habla no refleja simplemente una relación de Lenguaje, poder e identidad Introducción 42 43 por tales palabras, un margen de error que llevaría a des- hacer el proceso de constitución discursiva? ¿Qué clase de poder se atribuye al lenguaje para que podamos imaginar- Sería un error pensar que al resolver los problemas teóri- lo con el poder de constituir al sujeto con tal éxito? cos del acto de habla podríamos dar una solución contun- El argumento de Matsuda supone que en el momento dente a las actuales operaciones políticas del acto de habla. en el que se da una enunciación de odio se enuncia una La relación entre teoría y práctica tiende a funcionar de estructura social; el lenguaje de odio invoca de nuevo la posi- otro modo. Las posiciones teóricas resultan apropiadas ción de dominación, y la consolida en el momento del habla. cuando son aplicadas a contextos políticos que exponen En tanto que rearticulación lingüística de una dominación algún aspecto del valor estratégico de tales teorías. Una revi- social, el lenguaje de odio se convierte, según Matsuda, en sión somera de las situaciones políticas en las que el acto el lugar de la reproducción mecánica y previsible del poder. habla aparece muestra que existe un desacuerdo signi- De alguna manera, Austin subraya repetidamente la cues- ficativo acerca de si hay algún acto de habla (yen ese caso, tión de la avería mecánica o del "fallo" y la imposibilidad de qué tipo de acto de habla) que deba considerarse como con- predecir las diferentes maneras en las que el lenguaje habla- ducta en lugar de como "lenguaje" en un sentido legal. De do puede funcionar mal. De una forma más general, sin forma general, los argumentos favorables a la eliminación embargo, existen razones para preguntarse si una noción de la distinción entre el lenguaje y la conducta tiende á estática de "estructura social" se reproduce en el lenguaje de reforzar la regulación estatal y la suspensión de la referen- odio, o si tales estructuras al ser reiteradas, repetidas, rearti- cia a la Primera Enmienda. Por otra parte, los argumentos culadas, sufren una desestructuración. ¿Podríamos entender que insisten en que los actos de habla sean considerados el acto dehabla de odio como menos eficaz, más propenso como lenguaje en lugar de como conducta, tienden a favo- a la innovación y a la subversión, sí tuviéramos en cuenta la recer la suspensión de la intervención del Estado. En el pri- vida temporal de la "estructura" que se dice que enuncia? Si mer capítulo, "Actos ardientes", señalo que en el juicio de tal estructura depende de su enunciación para su continua- R. A. V v. Sto Paulla mayoría de la Corte Suprema revocó ción, entonces debemos situar la pregunta por su continui- una ordenanza local que había interpretado la quema de dad en el lugar de la enunciación. ¿Puede existir un enun- una cruz delante de la casa de una familia negra como "pala- ciado que rompa la continuidad de esa estructura, o que bras que agreden" y puso sobre la mesa la cuestión de si ese subvierta la estructura a través de la repetición en el lengua- tipo de "lenguaje" simplemente "comunica un mensaje" je? En tanto que invocación, el lenguaje de odio es una acción o si por el contrario expresa "un punto de vista", incluso que invoca actos previos, y que requiere una repetición en cuando ese "punto de vista" era considerado como digno el futuro para sobrevivir. ¿Existe una repetición que pueda de ser "castigado"15. La Corte descartó por completo el separar el acto de habla de las convenciones que 10 sostienen argumento según el cual la cruz en llamas es al mismo tiem- de tal modo que su repetición, en lugar de consolidarlo, eche po lenguaje y conducta, es decir, comunicación de un men- por tierra su eficacia nociva? de inferioridad así co.mo un acto de discriminación (de Lenguaje. podereidentidad Introducción ¿'J4 45 ia misma manera que la señal "sólo blancos" al mismo tiem- mente, induciendo al a actuar? Por ejemplo, acti- po expresa una idea y constituye en sí misma una conduc- vistas "Pro-vida" han defendido con un éxico jurídico limi- ta de discriminación). tado que términos tales como "abono" cuando aparecen En su obra reciente On/y Wórds, MacKinnon interpre- en Internet deben ser considerados como una "obsceni- ta la pornografía al mismo tiempo como lenguaje y como dad". Yo misma he visto recientemente en un viaje en avión conducta, es decir, como un "enunciado performativo", una película en la que la palabra "aborto" era sustituida que no sólo "actuaría" sobre las mujeres de forma nociva por un "pitido" en todas las frases en que aparecía. Se pien- (argumento perlocucionario) sino que instituye, a través sa que el enunciado no sólo ofende a un conjunto de sen- de la representación, la clase de las mujeres como una cla- sibilidades, sino que en sí mismo un daño, como se inferior (argumento ilocucionario). La cruz en llamas se si la realizase una acción, con respecto a la que los entiende como análoga al enunciado pornográfico en la nonatos :;edan la parte dañada. La atribución medida en que ambos representan y realizan un daño. Pero de tal mágica a las palabras emerge también en el ¿podemos utilizar el argumento ilocucionario sobre la por- contexto americano en el que la declaración nografía de forma tan fácil como en el caso de la cruz en homosexual" se toma como la comunicación de algo llamas? La teoría de la representación y, más aún, la teoría homosexual, y por tanto, como si fuera un tipo de acto de la performatividad que se utiliza, es distinta en cada uno homosexual. de estos casos. Defiendo la idea según la cual, de un modo Esta visión mágica del performativo no opera en aque- general, el texto visual de la pornografía no puede "ame- situaciones políticas en las que el lenguaje es, como si nazar" o "degradar" o "rebajar" de la misma manera que lo dijéramos, violentamente separado de la conducta. La dis- hace la cruz en llamas. Sugerir que ambos ejemplos son posición de la Corte para considerar la cruz en llamas en casos del mismo tipo de conducta verbal no sólo es un error el caso de R. A. V v. Sto Paul como "lenguaje" protegido de juicio, sino que además supone explotar el signo de la potencialmente sugiere que la visión no-performativa del violencia racial con el objeto de aumentar, por medio de lenguaje se puede extender para defender ciertos tipos un desplazamiento metonímico, el posible poder de herir de conducta racista, una defensa que manipula la distin- de la pornografía. ción entre lenguaje y conducta con el fin de lograr ciertos Recientemente hemos oído que el lenguaje "incita" a objetivos políticos. De la misma manera, la apelación de ciertos tipos de acción. La prensa israelí dedicó mucha lVIacKinnon al Estado para interpretar la pornografía como atención a la retórica incendiaria de la derecha en Israel y un lenguaje perfonnativo y, por tanto, como una acción a saber si tal retórica podía considerarse como la culpable dañina de la representación, no resuelve la cuestión teóri- del asesinato de Isaac Rabin. ¿Cómo es posible que en tales ca la relación entre representación y conducta, sino que casos imaginemos que un enunciado se ha convertido en hace coincidir términos para aumen tar el poder de acción? ¿Cómo es posible imaginar que el lenguaje se escu- intervención la representación gráfica de y se toma como mecánica o conragiosa- b se;':uaHelac1. Introducción Lenguaje, poder e identidad 47 46 De diversas maneraS, esta extensión del poder estatal silenciar un debate más amplio acerca de las condiciones se vuelve, sin embargo, una de las amenazas mayores a la institucionales que producen la violencia de la derecha. operación discursiva de la polítÍcagay Ylesbiana. Son cru- En Estados Unidos la reacción contra las letras de la músi- ciales en este tipo de políticas un cierto núm,cro de "actos ca gangsta rap podría también operar con la intención de de habla" que pueden ser, y han sido, interpretados como alejarnos de un análisis más fundamental sobre la raza, la ofensivos e incluso como conducta hiriente: auto-repre- pobreza y la rabia y de cómo esas condiciones se registran sentación gráfica, como en la fotografía de Mapplethorpe, gráficamente en los géneros populares de la música urba- autodeclaración explicita, como la que tiene lugar en la na afroamericana 17. práctica de salir del armario; y educación sexual explícita, Desafortunadamente parece que algunas apropiacio- como en la educación sobre el sida. En estos tres casos, es nes del debate sobre el lenguaje de odio tienden a mini- importante señalar que representar la homosexualidad no mizar los efectos de la ofensa racial mientras extienden el es exactamente lo mismo que realizarla, incluso cuando campo de acción de la ofensa sexual. En el caso del ata- la representación tiene una importante dimensión per- que conservador contra el rap, los argumentos feministas formativa. Cuando uno declara que es homosexual, la contra la representación ofensiva parecen ser apropiados declaración es el acto performativo -no la homosexuali- estratégicamente. Un nuevo estándar de "decencia" requie- dad-, a menos que queramos afirmar que la homosexua- re que ciertas condiciones urbanas de violencia no seah lidad no es en sí misma otra cosa que un tipo de declara- representadas. Al mismo tiempo, la ofensa sexual contra ción, cosa que sería raro afirmar. Del mismo modo, parece las mujeres se entiende a través de figuras raciales: como crucial y adecuado afirmar que representar'las prácticas si la dignidad de las mujeres se viera amenazada no tanto sexuales en la educación sobre el sida no implica nipro- por la pérdida de fuerza de los derechos de libertad de pagar el sida ni incitar a un cierto tipo de sexualidad (a reproducción o la pérdida generalizada de asistencia públi- menos que entendamos la incitación al sexo seguro como ca, sino principalmente por hombres afro-americanos que uno de los objetivos de tal educación). Haciendo una lla- cantan. mada a la oposición pública contra el gangsta rap, William Existen opiniones tanto feministas como antifeminis- Bennett y C. Delores Tucker 16 no pretendían apelar a la tas, racistas como antirracistas, homófobicas como anti- intervención estatal contra las empresas de música, sino homofóbicas que están de acuerdo con el modelo eficaz del que más bien hacían circular la opinión según la cual ese performativo tanto en sus formas ilocucionarias como per- tipo de música (y sus letras) producían efectos perlocu- locucionarias. Por 10 tanto, no existe una manera simple cionarios, haciendo de la representación misma una for- de establecer una correlación entre las opiniones acerca de ma de inducción a la violencia criminal. La amalgama la eficacia dd acto de habla y las opiniones políticas en entre lenguaje y conducta intenta localizar la "causa" de general, o aún, de un modo más específico, entre el per- la violencia urbana, y quizás, como en la inquietud israe- formativo y las opiniones acerca de la jurisdicción apro- Lí con respecto a la retórica incendiaria, incenta también piada de la Primera Enmienda. embargo, parece claro Lenguaje, poder e identidad Introducción 48 49 que de un modo general los precedentes legales para la res- tricción del "lenguaje" se apoyan sobre el modelo ilocu- cionario del lenguaje de odio. Se establece un vínculo más Si el lenguaje de odio actúa de una forma ilocucionaria, firme entre lenguaje y conducta, y sin embargo, cuanto hiriendo a través y en el momento mismo del habla, y cons- más difícil es la distinción entre actos eficaces y fallidos, tituyendo al sujeto a través de esa herida, entonces podría- más serias son las bases a partir de las que afirmar que el mos decir que e11enguaje de odio ejerce una función inter- lenguaje no sólo produce ofensas como una de sus posibles pe1aüva 18. En un primer momento, parece que la noción consccuencias, sino que constituye una ofensa en sí mis- austiniana de enunciado ilocucjonario es incompatible con mo, convirtiéndose así en una forma inequívoca de con- la noción de interpelación deAJthusser. Para Ausán, el suje- ducta. 1,;1 reducción del lenguaje a conducta, y la oclusión ca que habIa precede al lenguaje, mientras que para iJthus- consiguieme del intervalo que existe entre ambos, tiende ser, el acto de habla que trae al a la existencia Lin- a apoyar los argumentos a favor de la intervención estatal. güística precede y forma al sujeto. De hecho, la interpelación Si el "lenguaje" en cualquiera de los casos anteriores pue- que precede y forma al sujeto en Althusser parece consti- de ser completamente reducido a conducta, entonces id tuir la condición de posibilidad de esos actos de habla cen- Primera Enmienda se ve burlada. No obstante, insistir en trados en torno al sujeto que pueblan el territorio de aná- la distancia que existe entre el lenguaje y la conducta, supo- 1isis de Austin. Sin embargo, Austin deja claro que no piensa ne abrir un espacio para formas no-jurídicas de oposición, que el éxito dd performativo dependa siempre de la inten- maneras de reorganizar y de resigníficar e11enguajc en 'con- ción del hablante. Refuta así las formas de psicologismo que textos que exceden aquellos que los tribunales determinan. demandarían "actos irnaginarios internos" (1994: 10) Las estrategias generadas por grupos legales o sociales pro- que acompañen a la promesa, uno de los primeros actos de gresistas corren el riesgo de volverse contra ellos mismos a habla que considera, para poder validar ese acto. Aunque causa de la extensión del poder estatal, específicamente, a una buena intención puede hacer que una promesa se cum- causa de la extensión del poder legal sobre tales cuestiones. pla, la intención de no realizar el acto no priva al acto de Ya sea a través de la extensión del alcance de la noción de habla de su estatuto de promesa; aun en ese caso, la pro- obscenidad, en el intento de poner en práctica la doctrina mesa se realiza (1994: 11). La fuerza del acto de habla es de las palabras que agreden (sin éxito por el momento), o inseparable de su signifIcado, y la fuerza ilocucionaria se al ampliar la ley de ami-discriminación para dar cabida al asegura a través de la convención 19 Del mismo modo que lenguaje como conducta discriminatoria, todas estas estra- para Aus,::in la convención que gobierna la institución de tegias tienden a incrementar la regulación estatal sobre el hacer una promesa se cumple verbalmente ind uso en el caso lenguaje, potencialmente concediendo poder al Estado para de una promesa que nadie tiene la intención de cumplir, utilizar tales precedentes contra los mismos movimientos para AJthusscr uno entIa en el "ritual" de la ideología inde- que un día se esforzaron por su introducción en la doctri- pendientemente de si o no una creencia anterior y autén- na legal. tica en esa lcÜ:olog:ía. ? Lenguaje, poder e identidad Introducción 50 51 La idea de Austin según la cual el acto de habla ilocu- vencional, es decir, habla con una voz que nunca es com- cionario está condicionado por su dimensión convencio- pletamente singular. El sujeto invoca una fórmula (que no nal, es decir, "ritual" o "ceremonial", puede compararse con es exactamente lo mismo que seguir una regla), y esta invo- la insistencia con que Althusser define la ideología como cación puede hacerse con muy poca o con ninguna refle- una forma "ritual", en la que ese ritual constituye "la exis- xión acerca del carácter convencional de lo que se dice. La tencia material de un aparato ideológico" (1971: 168). El dimensión ritual de la convención implica que el momen- ritual es material en la medida en que es productivo, es decir, to de la enunciación está determinado por los momentos porque produce la creencia que parece estar "detrás" de él. anteriores y futuros que quedan ocluidos por ese momen~ Así Althusser, de forma provocativa, hace referencia a las ro mismo. ¿Quién habla cuando la convención habla? ¿Cuál ideas de Pascal acerca de la creencia religiosa cuando se le es el tiempo de habla de la convención? En algún sentido, pide que explique la dimensión ritual de la ideología: "Pas·- se trata de un conjunto heredado de voces, un eco de otros cal dice más o menos: 'Arrodíllate, mueve tus labios duran- que hablan como "yo" hablo 20. te la oración, y creerás"'. El gesto vacío se llena con el tiem- Para tender un puente entre los puntos de vista de Aus- po, y el pensamiento se produce en el curso de la repetición tin y de Althusser, necesitaríamos dar cuenta de cómo el ritualizada de la convención. "Las ideas", según Althusser, sujeto constituido a través de la llamada del Otro se trans- no preceden tales acciones, sino que "inscriben [... ] su exis- forma en un sujeto capaz de dirigirse a los otros. En tal tencia en las acciones de las prácticas gobernadas por ritua- caso, el sujeto no es ni agente soberano con una relación les" (1971: 170). En la famosa escena de interpelación que puramente instrumental con el lenguaje, ni un mero efec- Althusser presenta, el policía se dirige a la persona que pasa to cuya agencia está en complicidad total con las opera- con un "eh; tú", y aquel que se reconoce y se gira (casi todo ciones previas del poder. La vulnerabilidad con respecto al el mundo) para responder a la llamada no preexiste, en un Otro constituido por una llamada previa nunca se supera sentido estricto, a la llamada. La escena de Althusser es fabu- a través de la posesión de la agencia (razón por la cual esta losa, pero ¿qué sentido podría tener? El paseante se gira pre- "agencia" no es lo mismo que un "dominio"). cisamente para adquirir una cierta identidad, una identi- El argumento según el cual el lenguaje de odio es ilo- dad comprada, como si dijéramos, al precio de la culpa. El cucionario y produce al sujeto en una posición de subor- acto de reconocimiento se convierte en un acto de consti- dinación, se aproxima al punto de vista según el cual el tución: la llamada trae al sujeto a la existencia. sujeto es interpelado por una voz anterior, una voz que rea- Ni la Dromesa de Austin ni la oración de Althusser liza una forma ritual. En el lenguaje de odio, el ritual en requieren 'un estado mental preexistente para producir efec- cuestión parece ser un ritual de subordinación. De hecho, tos, tal y como lo hacen. Pero allí donde Amtin asume un uno de los argumentos más serios en favor de la regulación sujeto hablante, Althusser, en la escena en la que el policía estatal del lenguaje de odio es que ciertos tipos de enun- se dirige al peatón, postula una voz que trae al sujeto a la ciados, cuando son expresados por aquellos que se encuen- existencia. El sujeto austiniano habla de una forma con- tran en poder contra aquellos que ya están Lenguaje, poder e identidad introducción 52 53 subordinados producen el efecto de 're-subordinar' a aque- mente perjudicial del lenguaje sin destruir algo funda- llos a quienes se dirigen. mental del lenguaje mismo, y de una forma más especí- Para que una visión de este tipo sea convincente es nece- fica, de la constitución del sujeto en el lenguaje. Por otra sario distinguir entre diversos tipos de daños que son social- parte, es imprescindible aportar una perspectiva crítica mente contingentes y evitables, y ciertos tipos de subor- sobre los tipos de lenguaje que gobiernan la regulación y dinación que SOI1, de alguna manera, una condición la constitución de sujetos, si tenemos en cuenta que depen- constitutiva del sujeto. Es difícil establecer esta distin- demos inevitablemente de formas en las que los otros ción, pero no imposible: parece que el habla injuriosa se se dirigen a nosotros para poder ejercer cualquier tipo de aprovecha de las posibilidades abiertas por la llamada cons- titutiva. El lenguaje de odio pone de manifiesto una vul- Los enunciados lenguaje odio parte de nerabilidad anterior con respecto al lenguaje, una vulne- un proceso continuo e al que estamos suje- rabilidad que tenemos en virtud de ser seres interpelados, ros, una sujeción (msujetissement) constante que es la ope- seres que dependen de la llamada del Otro para existir. La ración misma de la interoelación, esa acción del discurso l hipótesis -tanto hegeliana cO.mo freudiana- según la cual continuamente repetida a través ele la cuaIlos sujetos son uno llega a "ser" gracias a la dependencia con respecto al constituidos en la subyugación. Esos términos ofensivos Otro debe ser reformulada en términos lingüísticos en la que señalan un espacio discursivo violación preceden y medida en que los términos mediante los cuales se regu- ocasionan el enunciado que los representa; el enunciado es la, se asigna y se niega elreconocimiento forman parte de la ocasión de renovar esa operación de interpelación. De un ritual más amplio de interpelación. No hay forma de hecho, uno puede ser interpelado, puesto en su sitio, se le protegerse contra la vulnerabilidad primaria ni contra la puede asignar una posición a través del silencio, porque susceptibilidad de esa llamada de reconocimiento que con- nadie se dirige a uno, y esta situación se vuelve claramen- cede existencia. No hay forma de protegerse contra la te dolorosa cuando uno prefiere ser menospreciado a que dependencia primaria de un lenguaje del que no somos no se dirijan a él en absoluto. autores con el objetivo de adquirir un estatus ontológico Podríamos caer en la tentación de pensar que la exis- provisional. De este modo, algunas veces nos agarramos tencia del lenguaje ofensivo suscita una pregunta ética de a los términos que nos hacen daño porque, como mÍni- este tipo: ¿qué clase de lenguaje debemos utilizar? ¿Cómo mo, nos conceden una cierta forma de existencia social y afecta a los otros e11enguaje que utilizamos? Si el lenguaje discursiva 21. La llamada que inaugura la posibilidad de de odio es citacional, ¿significa esto que el que usa el len- agencia cierra, de un plumazo, la posibilidad de autono- guaje no es responsable de su utilización? Yo diría que el mía radical. En este sentido, el acto de interpelación, que cad.eter citacional del discurso puede contribuir a aumen- regula la posibilidad de la aurogénesis del sujeto (y da tar e intensificar nuestro sentido de la responsabilidad. lugar a esa fantasía) lleva a cabo un "daño". Por lo tanto, Aquel que pronuncia un enunciado lenguaje de odio es es imposible completamente el efecto ¡'-''-'''-U'-..Cd.'- la TrIanera eIl la q lJ.e el se Lenguaje, poder e identidad Introducción 54 55 reforzar tal forma de habla, de restablecer contextos de odio habla dd sujeto. Ese espacio lingüístico sobre el que el suje- y de ofensa. La responsabilidad del hablante no consiste en to no tiene control se convierte en la condición de posibi- rehacer el lenguaje ex nihilo, sino en negociar el legado del lidad de cualquier espacio de control que el sujeto hablan- uso que constriñe y posibilita ese habla. Para entender este te ejerce. La autonomía en el habla, en la medida en que sentido de la responsabilidad, una responsabilidad tocada existe, está condicionada por una dependencia radical y por la impureza desde el principio, es preciso entender tam- originaria del lenguaje, un lenguaje cuya historicidad exce- bién al hablante en tanto que constituido en el lenguaje de en todas direcciones la historia del sujeto hablante. Y que usa. Esta paradoja apunta a un dilema ético que yace esta historicidad excesiva, esta estructura, hace posible tan- en el lenguaje desde el principio. to la supervivencia lingüística del sujeto como su muerte. La pregunta por el uso más apropiado del lenguaje es una cuestión ética explícita que sólo puede emerger más tarde. Esta pregunta presupone una serie de cuestiones pre- vias: ¿quiénes somos "nosotros", que no podemos existir sin el lenguaje, y qué significa "ser" en el lenguaje? ¿Cómo Aunque algunas formas de lenguaje ofensivo dependen del es posible que el lenguaje ofensivo amenace la condición uso de los nombres, es decir de llamar al otro por un nom- de posibilidad misma de esta existencia en el lenguaje, de bre, otras formas parecen depender de descripciones o inclu- esta persistencia y supervivencia lingüística? Si el sujeto que so del silencio. Podríamos llegar a saber algo más sobre la habla es constituido por el lenguaje que él o ella habla, vulnerabilidad lingüística a través de una consideración del entonces el lenguaje es la condición de posibilidad del suje- poder del nombre. Lacan escribe que "el hombre es el tiem- to hablante, y no simplemente un instrumento de expre- po del objeto". Pero es también el tiempo del Otro. Enrra- sión. Esto significa que la propia "existencia' del sujeto está mas en el espacio social yen el tiempo al ser nombrados. implicada en un lenguaje que precede y excede al sujeto, El nombre que llevamos, la designación que nos confiere un lenguaje cuya historicidad incluye un pasado y un futu- singularidad, depende del otro. Aunque otros compartan ro que exceden al sujeto que habla. Y sin embargo, este nuestro nombre, el nombre, en tanto que convención, posee "exceso" es lo que hace posible el habla del sujeto. una generalidad y una historicidad que no es de carácter FOllcault se refiere a esta pérdida de control sobre cllen- singular, y a pesar de ello parece tener el poder de conferir guaje cuando escribe: "El discurso no es la vida; su tiempo singularidad. Al menos, ésta es la comprensión general que no es el nuestro"22. Con esta afirmación, Foucault parece existe acerca del nombre propio. Pero ¿tienen otros nom- querer decir que la vida de uno no se puede reducir al dis- bres, otras descripciones, otras conductas lingüísticas (inclui- curso que uno habla ni a la esfera de discurso que anima do el silencio) algún tipo de poder constitutivo similar al su vida. Sin embargo, Foucault olvida subrayar que el tiem- del nombre propio? ¿Confieren también especificidad espa- po del discurso, a pesar de su inconmensurabilidad radical cial y temporal, inaugurando un tiempo del sujeto que no con respecto al tiempo del sujeto, hace posible el tiempo de CüIn'CIcle con el el senti- Lenguaje, poder e identidad Introducción 56 57 do de la finitud del sujeto que se deriva de esa inconmen- to hablante. ¿Y si quisiéramos reunir todos los nombres por surabilidad? los que hemos sido llamados? ¿No presentaría esta multi- Consideremos por un momento las condiciones más plicidad un dilema para la identidad? ¿Cancelarían algu- generales del nombre. En primer lugar, alguien o un gru- nos de ellos el efecto de los otros? ¿Dependeríamos funda- po de personas conceden, dan, imponen o atribuyen un mentalmente de una lista de nombres que compiten entre nombre a alguien. Nombrar requiere un contexto inter- si para poder derivar el sentido de uno mismo? ¿Estaría- subjetiva, así como una forma espedfica de dirigirse a mos alienados en el lenguaje al reconocernos en los nom- alguien, puesto que el nombre emerge como un neologisrno bres que nos Haman desde fuera? Así, tal como muestra que se dirige al otro, y rnediante esta llamada, el neologismo Benveniste, las condiciones de posibilidad para llegar a ser se vuelve propio. La escena de nombrar aparece primero en el son indiferentes al "yo" en el que uno como una acción unilateral: existen aquellos que se dirigen se tr;:ln~3telrrJ[la. Cuanto más se uno en el lenguaje, a otros, que toman prestado, fusionan y acuñan un nom- uno precisamente allí donde se busca. bre, derivándolo de convenciones lingüísticas disponibles, orl:u3.cic al mismo en tanto que hablante y oyen- y que establecen esa derivación como propia al nombrar. Y te, demorándose en esa encrucijada del poder, el sujeto no sin embargo, se supone que aquel que nombra, que traba- sólo es fundado por el otro, necesitando de una llamada ja el lenguaje para encontrar un nombre para otro, tiene para existir, sino que además su poder proviene de la estruc- ya un nombre, se sitúa en el lenguaje como alguien que ya tura de esa llamada que es al mismo tiempo vulnerabilidad está sujeto a esta llamada fundacional o inaugural. Esto lingüística y ejercicio. Si llegamos a existir por medio de la sugiere que tal sujeto de1lenguaje se sitúa al mismo tiem- llamada, ¿podríamos imaginar un al margen de su po en tanto que llamado y hablante, y que la posibilidad condición lingüística? Este sujeto es imposible de imagi- misma de nombrar a alguien requiere que uno haya sido nar, no sería lo que es al margen de la posibilidad consti- nombrado antes. El sujeto del habla que es nombrado se tutiva de dirigirse a los otros y de ser él o ella misma el obje-

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