Revolución Ecológica en Puerto Rico, 1750-1850 PDF
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Este documento analiza la revolución ecológica en Puerto Rico, entre 1750 y 1850. Examina la relación simbiótica original entre los taínos y la naturaleza, y cómo fue alterada por la llegada de los europeos y la introducción de ganado y enfermedades. Describe el establecimiento de una economía agropecuaria y los cambios en las relaciones sociales y ambientales.
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Revolución ecológica en Puerto Rico, circa 1750-1850 Bosquejo I. La primera revolución ecológica en Puerto Rico ocurrió durante los primeros cuatro decenios de dominación española (1508-1550). La relación simbiótica existente entre los taínos y la naturaleza se per...
Revolución ecológica en Puerto Rico, circa 1750-1850 Bosquejo I. La primera revolución ecológica en Puerto Rico ocurrió durante los primeros cuatro decenios de dominación española (1508-1550). La relación simbiótica existente entre los taínos y la naturaleza se perturbó por los siguientes factores: A. Llegada de europeos con una concepción de alteración de la naturaleza para adaptarla a sus necesidades de vivienda, calefacción, vestimenta, transportación y alimentación. B. Arribo de animales ganaderos (cabras, vacas, cerdos, gallinas, etcétera) que ocasionaron cambios en su entorno a medida que satisfacían sus necesidades de refugio y alimentación. C. Introducción de patógenos desconocidos en América y que contaminaron, tanto a los taínos, como a cuerpos de agua y algunas especies de flora y fauna. II. El impacto de este disloque repercutió durante las siguientes dos centurias (de mediados del siglo XVI a mediados del siglo XVIII) y el mismo “cristalizaría aquellas relaciones humanas con el ambiente” características de esa época y que formaron parte del proceso de criollización de los habitantes de Borinquen. III. El establecimiento en Puerto Rico de una economía agro- pecuaria mayormente para el consumo local de una pequeña población, limitó los cambios ambientales que la Isla padeció. De hecho, muchas de las prácticas de cultivo indígenas fueron adoptadas por los inmigrantes europeos amalgamándolas con las prácticas pastoriles del Viejo Mundo. IV. Cuando Fray Iñigo Abbad acompañó al obispo Manuel Jiménez Pérez (1774-1784) en su visita pastoral, se fijó en los densos bosques que recubrían grandes extensiones de la isla y que en ocasiones alcanzaban la costa (Abbad, Historia geográfica, civil y natural de la Isla de San Juan Bautista de Puerto Rico). V. Unos ochenta años más tarde, los bosques que tanto admiró el fraile agustino, se habían desmontado casi en su totalidad para dar paso a los cañaverales en los territorios costeros. Mientras tanto, en los bosques de la altura, se iniciaba una transformación similar, aunque menos notable, según avanzaba el cultivo cafetalero. VI. Estos cambios notables efectuaron alteraciones ecológicas mayores en aquellas regiones que sintieron directa o indirectamente el desarrollo de las haciendas cañeras o cafetaleras. Por otra parte, alteraron la relación de la población con la naturaleza, mediante las transformaciones que sufrieron las prácticas agrícolas y los derechos a la propiedad de la tierra, entre otros. VII. Para los hacendados puertorriqueños la modernización fue sinónimo de la expansión y continuación de la esclavitud, así como del uso de la coerción para completar sus necesidades de fuerza trabajadora con los brazos de los desacomodados y los pequeños propietarios. VIII. La transición de una economía eminentemente ganadera y basada en los cultivos de subsistencia hacia una economía de exportación de mercancías, modificó tanto el uso de los recursos cuanto las relaciones sociales y la percepción que se tenía de la naturaleza y de los vínculos de los seres humanos con ella. IX. Según avanzaron las décadas de 1820 y 1830, las haciendas dominaron la organización de la producción y las antiguas jerarquías sociales se alteraron a favor de una nueva élite de hacendados y comerciantes que opacó a la antigua clase dominante de los ganaderos. Así, las mutaciones provocadas al medio ambiente vinieron acompañados de cambios en las relaciones sociales. Entre las consecuencias de este proceso podríamos señalar: A. Los productores a gran escala pudieron ejercer un mayor control sobre sus dependientes esclavos o jornaleros. B. Los grandes terratenientes y los comerciantes de más peso se distanciaron cada vez más de los medianos y pequeños propietarios. C. En algunos casos las tecnologías modernas (como el trapiche de vapor) reemplazaron las tecnologías tradicionales más sencillas, ello provocó una mayor diferenciación en la masa trabajadora (trabajo diestro versus trabajo no diestro, por ejemplo) y una mayor presión sobre el ambiente, ya que estas máquinas consumían grandes cantidades de combustible y agua. X. El auge de la economía de haciendas modificó las relaciones humanas con la naturaleza. La relación cuasi- simbiótica con el entorno que caracterizó a la ganadería tradicional y las prácticas de roza y quema, fue sustituida por mentalidades y prácticas que claramente subordinaban la naturaleza a los fines particulares y la conceptuaban como un obstáculo que había que vencer despiadadamente, un ente que debía dominarse y explotarse, de manera similar a como se dominaba a los esclavos y peones que trabajaban en los cañaverales o los cafetales. Esta es una de las claves que nos permitiría esclarecer el proceso de deterioro ecológico que ocurrió, con creciente intensidad, durante el periodo de la formación y maduración de la economía de haciendas. XI. En el inventario que se confeccionó en 1824 con motivo de la visita del gobernador Miguel de la Torre, se mencionan las diversas especies de árboles que ya escaseaban en la Isla: A. Algarrobo: se usaba para la construcción de viviendas y trapiches B. Tortugo, maga y capá blanco: útiles para la construcción de viviendas C. Espejuelo: utilizado para postes D. Palo de María: para la construcción de embarcaciones E. Palo de Mora: utilizado para tintes y tinta de escribir XII. Hacia la década de 1860, la economía de haciendas había alcanzado su madurez y la degradación de los bosques de la región era notable. Testimonio de esta situación es la circular del Gobernador Fernando Cotoner, de 1859, que prohíbe la extracción de ciertas especies de árboles que comenzaban a desaparecer. Vemos con esto como se va desarrollando una mentalidad de preservación ambiental por parte del gobierno local. XIII. El aumento en el número de haciendas, así como el crecimiento poblacional y la proliferación de ganado, contribuyeron a las presiones sobre los recursos forestales e hidrológicos. Algunos ríos y lagos comenzaron a disminuir su caudal creando con ello problemas de escasez de agua. XIV. Generalmente, el crecimiento de los rebaños reduce la vegetación clímax y estimula el desarrollo de las especies secundarias hasta que predominan los arbustos y otras especies que no son comestibles para el ganado. XV. Las prácticas de roza y quema, tan comunes entre el campesinado y los agregados, exige un periodo adecuado de barbecho para mantener la productividad. Ello es particularmente importante en el caso de los suelos tropicales. El barbecho permite el desarrollo del bosque secundario, restaura el suelo desgastado y, eventualmente, permite el reinicio del ciclo de cultivo con escasas consecuencias ecológicas. XVI. Finalmente, el proceso de deforestación para las siembras de caña y café, comenzó a amenazar con la extinción de diversas especies de aves que dependían del hábitat forestal para su alimentación, procreación y protección. Términos I. Barbecho: tierra labrada que se deja reponer o descansar sin sembrar; el barbecho permite la restauración del suelo desgastado. II. Dehesa: tierras destinadas a pastos. III. Demarcación: delineación, designación de límites y confines con que se dividen y separan las tierras. IV. Marisma: terreno bajo y pantanoso que se inunda por las aguas del mar. V. Terrenos baldíos: eran los terrenos sin cultivar ni labranza que pertenecían al Estado por no poseerlos dueño particular alguno. VI. Terrenos realengos: terrenos pertenecientes a la Corona (o sea, al Rey). VII. Vegetación clímax: es la flora culminante y que mantiene el balance de un ecosistema. Bibliografía Luis de la Rosa Martínez, Lexicón histórico documental de Puerto Rico (1812-1899), San Juan, PR: Centro de Estudios Avanzados de Puerto Rico y el Caribe, 1986. Juan R. González Mendoza, “Revolución ecológica y desarrollo de la haciendas en San Germán, 1750-1850”, en Mario R. Cancel y Héctor R. Feliciano (eds.), Invitación a la historia regional, San Juan, PR: Asociación Puertorriqueña de Historiadores y Postdata, 2002, 36-82 Fernando Picó, “Deshumanización del trabajo, cosificación de la naturaleza: los comienzos del café en el Utuado del siglo XIX”, Francisco A. Scarano (ed.), Inmigración y clases sociales en el Puerto Rico del siglo XIX, 2da ed., Río Piedras, PR: Huracán, 1985, 187-206 Carlos M. González Morales GEHS 2010