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Resumen Teorico Lingüistica.pdf

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Unidad 1: introducción a los estudios del lenguaje. Teorías paradigmáticas. 1.1. Introducción a los estudios del lenguaje. Lenguaje, discurso y subjetividad. El lenguaje en uso como constitutivo de la organización social. Las teorías lingüísticas paradigmáticas: objeto de estudio, métodos, unidades...

Unidad 1: introducción a los estudios del lenguaje. Teorías paradigmáticas. 1.1. Introducción a los estudios del lenguaje. Lenguaje, discurso y subjetividad. El lenguaje en uso como constitutivo de la organización social. Las teorías lingüísticas paradigmáticas: objeto de estudio, métodos, unidades de análisis. 1.2. Estructuralismo vs Generativismo. La propuesta saussureana. Lenguaje, lengua, habla. Signo lingüístico. El lenguaje como conocimiento, principios epistemológicos. La hipótesis innatista. Competencia/actuación. Gramática generativa. Gramática Universal. La teoría de la adquisición del lenguaje PARRET H. (1984). “Las teorías y sus ideologías esenciales”. Parret va a empezar su texto reformulando la pregunta de ¿Cuáles son las ideologías, los presupuestos ideológicos de las teorías lingüísticas? Para plantearla como ¿Qué características del discurso de la lingüística contemporánea podrían calificarse de «ideológicas»? Esta nueva formulación lleva a un análisis semiótico del discurso. Considero a la lingüística como un tipo de discurso y haré el análisis semiótico del discurso de los lingüistas. Llamo «ideología interna de la lingüística» a la ideología que se halla en este nivel. No me interesa tratar, por el momento, lo que llamo «ideología externa de la lingüística». Simplemente voy a presentar tres ejemplos para ubicar la oposición, antes de abordar el tema específico de «ideología interna». › El primer ejemplo de ideología externa se refiere a la utilización y aplicación de teorías lingüísticas en la sociedad de acuerdo con determinada perspectiva ideológica. Todas las ciencias pueden ser utilizadas y aplicadas a la sociedad de acuerdo con determinados valores ideológicos. › El segundo ejemplo corresponde al sentido marxista del término: la ideología ubicada en el nivel de la conciencia de los sujetos que construyen teorías científicas y de los que las reciben o comprenden. Las ideologías pueden dar a los que construyen una teoría lo que Marx llama una “buena” o una “mala “conciencia. Insisto: hay ideología en el nivel de la producción y de la percepción de teorías, pero «ideología» en el sentido Psicológico del término. › El tercer tipo de ideología externa es lo que yo llamo «ideología co-ocurrente» de la teoría lingüística. Aquí entra lo que suele llamarse «el neohumanismo» de Chomsky, o bien “el antihumanismo” de los estructuralistas. En cuanto a Chomsky: el hecho de declararse socialista y anarquista, socialista libertario, representa una ideología co-ocurrente de la gramática transformacional. Es una ideología co-ocurrente, o paralela, porque no hay lazos analíticos o lógicos con lo teoría lingüística. Quiero dejar claro que yo tengo un gran respeto por las ideologías co-ocurrentes. Tengo un gran respeto por la posición política de Chomsky. Pero no admito en absoluto, que exista un lazo analítico entre el pensamiento político y el pensamiento lingüístico. Hay una tendencia casi normal a decir que lo que hacen los otros es ideología. A la «mala ciencia» o a la «mala epistemología» (que siempre es la del otro) se la llama «ideología». Siempre se acusa a los demás de ser «ideológicos». Y esto conlleva un gran peligro: con este tipo de acusaciones, se quiere dar la impresión de que la posición en la que uno se encuentra está totalmente exenta de ideología. Pero si hay ideología en los otros, la hay en todas partes. Todo lo que pueda decirse es ideológico si se acusa a los demás de serlo. Hay que tener cuidado con la identificación entre «ideología» y «mala ciencia» o «mala epistemología». En la ideología interna, voy a centrarme en dos cuestiones: a) las posiciones paradigmáticas que adoptan las distintas teorías; b) la ideología esencial del discurso científico, en este caso, el discurso lingüístico. Dentro de la lingüística contemporánea voy a referirme sobre todo a la lingüística estructural de tipo saussureana y a la lingüistica chomskiana. El primer aspecto de la ideología interna, entonces, es que los lingüistas adoptan posiciones paradigmáticas, las defienden con fuerza y se fijan sobre ellas. En segundo término, la fijación y el refuerzo de estas posiciones paradigmáticas se hace por ideología esencial: una ideología que es esencial a la cientificidad misma. Si se es hombre de ciencia, si se hace ciencia, si se plantea un acto de ciencia, hay una ideología que es esencial a ese acto. Está presente a partir del momento en que hay discurso científico. Hay paradigmas en la historia de la lingüística dentro de los cuales nacen y desaparecen las teorías. Ahora bien, ¿qué es un paradigma? Les doy una definición sumamente intuitiva: un paradigma (o una posición paradigmática) es un modelo de descripción y de explicación en cuyo interior surgen las teorías, pero que no puede ser él mismo confirmado, enmendado o cuestionado por tales teorías. Aunque la cuestión de la ruptura de los paradigmas (cómo nacen y cómo desaparecen) presenta múltiples dificultades, es obvio que todo paradigma científico está inserto histórica y socioculturalmente. La mayor parte de los científicos piensan que trabajan de acuerdo con ideales transparentes, con una especie de ideal de cientificidad y no admiten de buen grado que son víctimas del paradigma con el que trabajan. La teoría que están construyendo nace en el interior de ese paradigma, por lo que ese paradigma no puede ser objetado por lo teoría en cuestión. De todos modos, es un gran progreso que la filosofía de la ciencia hoya podido mostrar que ese paradigma existe. Voy a esbozar esas posiciones paradigmáticas de las teorías lingüísticas contemporáneas en torno o dos ejes. El primero concierne al siguiente problema: todo lenguaje, todo discurso, tiene relación con determinado contenido. Casi siempre el contenido privilegiado es el pensamiento, el contenido mental. Debemos ver cuáles son las posiciones de las teorías lingüísticas respecto de este problema. Este primer eje paradigmático se refiere a la función representativa del lenguaje: qué representa el lenguaje y, sobre todo, cómo lo representa. El segundo eje paradigmático tiene relación con el hecho de que todo discurso es fundador de cultura, de sociedad, de intersubjetividad. Este segundo eje se refiere a la relación del discurso con la sociedad y con los sujetos que la componen. Concierne, entonces, a la función comunicativa del discurso: cómo el discurso se instala en la intersubjetividad, la cultura y la sociedad. Son las dos funciones centrales del discurso reconocidas por todas las teorías lingüísticas. En cuanto a la representación, es evidente que un fragmento de lenguaje, o de discurso, es considerado verdadero, auténtico, válido, si representa adecuadamente cierto contenido. La función representativa del lenguaje no es negada por ninguna doctrina en toda la historia de las teorías lingüísticas. Todos han admitido que el lenguaje tiene cierta función representativa respecto de ciertos contenidos. Es el eje paradigmático por la excelencia. El hecho de que el discurso tenga la posibilidad de representar puede explicarse por una cualidad esencial del lenguaje: su linealidad. Recordemos que Saussure, al principio del Curso de lingüística general, dice que hay dos características fundamentales del lenguaje: la arbitrariedad y la linealidad. Los signos lingüísticos tienen una distribución lineal. Hablar es siempre una actividad temporal. La función de representación del discurso está ligada a la temporalidad, a través de la linealidad. Sin sucesión en el tiempo el lenguaje no está en condiciones de ejercer su función de representación. La actividad de hablar, a causa de la necesidad de linealidad, tiene una relación privilegiada con el tiempo, con la temporalidad. Sobre este primer eje, el de la función representativa, encontramos dos concepciones diferentes en las teorías lingüísticas contemporáneas: la expresionista, que interpreta «representación» como «expresión», y la articulista, que interpreto «representación» como «articulación». Para hacer las cosas un poco más concretas, mencionemos algunos nombres de la historia de las teorías lingüísticas. Chomsky, que se considera neocartesiano, representa sin duda a la primera posición; mientras que Saussure representa a la segunda. Es evidente que Descartes, al decir que el lenguaje representa el pensamiento, quiere decir en realidad que el lenguaje expresa el pensamiento. La relación de expresión es una relación de transparencia, o de reflejo. Expresar algo es llevar lo que está en profundidad a la superficie, sin ningún cambio. Cuando se dice que el lenguaje expresa el pensamiento, es así como se lo piensa. En cambio, cuando se dice que el lenguaje articula el pensamiento, nos encontramos con una posición totalmente Diferente. Porque desde este punto de vista, el pensamiento no existe antes del lenguaje. Por el contrario, el lenguaje se articula, conforma, modela el pensamiento, y antes de esa instancia sólo hay caos. No existe razonamiento sin lenguaje, y tampoco hay conocimiento fuera del lenguaje. Chomsky, sin lugar a dudas, adopta la posición expresionista. Según Chomsky, la gramática expresa lo realidad mental del hablante ideal. Hablar es desarrollar uno facultad mental. Distinto es el caso de Saussure, que en algunos pasajes habla del lenguaje como «dominio de las articulaciones». El signo es articulus, y el sistema de signos es el molde dentro del cual se fabrica el pensamiento, donde se fabrica todo contenido significativo. Con respecto al segundo eje paradigmático, que concierne a la función comunicativa. El lenguaje, para Wittgenstein, no es una estructura transparente acabada, no es geométrico. Está lleno de inconsecuencias, porque forma parte de lo que Wittgenstein llama “la historia natural del hombre” que no está sometida a un a priori. La facultad de hablar del hombre es lúcida, fantasiosa. Los hombres deben reorganizarse constantemente y adaptarse a las necesidades de la vida. En otras palabras, el lenguaje es lo que Wittgenstein llama Ein Lebensform, a form of life, una forma de vida. La concepción del lenguaje de Chomsky es totalmente opuesta: la llamaré «sublime» o “aristocrática”, Chomsky recurre a Humboldt precisamente para mostrar este status aristocrático y sublime del lenguaje. Por un lado, la facultad lingüística es cualitativamente diferente de cualquier otra facultad humana. Por otro lado, no hay ninguna continuidad entre la comunicación como puede existir entre los animales, y el lenguaje humano. No hay absolutamente nada en común. El lenguaje da al hombre su unicidad y su dignidad. Esta concepción aristocrática contrasta con la concepción «sórdida» de Wittgenstein. El prototipo del lenguaje chomskiano es un lenguaje formal, gramaticalizado, mientras que para Wittgenstein, el prototipo del lenguaje es el lenguaje ordinario -en el sentido ordinario de «ordinario»-. Es decir, el lenguaje de todos los días, el lenguaje que es como esa ciudad antigua. La oposición que se establece a nivel de este segundo grado eje paradigmático: es lenguaje como «forma del espíritu”, (posición chomskiana) frente a lenguaje como «forma de vida» (posición wittgensteiniana). En la primera opción el discurso es visto en tanto actividad o fenómeno psíquico, mientras que en la oposición opuesta, el discurso es visto en tanto hecho social. Podemos utilizar también otra oposición muy conocida en lingüística, la oposición de «formalismo» versus «funcionalismo». Chomsky se considera neohumboldtiano (como antes neocartesiano). La idea que combate Wittgentein constantemente es que el lenguaje se forma en un medio misterioso llamado «el espíritu humano». Chomsky recurre a Hurnboldt frecuentemente, utilizando la noción humboldtiana de Innerform, el lenguaje como forma interna. Esta forma interna existe antes del funcionamiento del lenguaje, tiene autonomía respecto del funcionamiento comunicativo y social. Es importante tener presente que para Chomsky, el lenguaje no tiene ninguna relación directa con la comunicación, ni con ninguna realidad extralinguística, social, intersubjetiva, etc. El sentido del lenguaje en tanto forma interna, que se manifiesta en la construcción de una gramática, no tiene nada que ver con el funcionamiento comunicativo. Por eso en la gramática chomskiana no hay restricciones comunicativas. Es interesante notar que toda la teoría chomskiana del lenguaje descansa sobre la dicotomía competence/ performance. Todo lo que tiene relación con el funcionamiento y la comunicación pertenece a la performance. Pero lo importante es la competence. Y la competence, para Chomsky, es siempre la competence de hablantes ideales. El hablante real, el «ordinario» de Wittgenstein, es el que habla el lenguaje ordinario. En tanto que el hablante ideal es el que habla este lenguaje formal, de acuerdo con las reglas de la gramática. En otras palabras, el hablante ideal es el que habla el lenguaje in vitro, mientras que el hablante real, que se encuentra en la sociedad en posición de comunicación, es el que habla el lenguaje en ejercicio. Muy curiosamente, tanto Chomsky como Wittgenstein utilizan la noción de «gramática profunda», deep grammar, pero en sentidos totalmente diferentes. Es interesante examinar la diferencia entre las dos opciones de deep grammar. En Chomsky hay una motivación que voy a llamar «democriteana», en alusión al viejo filósofo griego. Demócrito, quien inventó el principio de que las cosas importantes no están nunca en la superficie, en el nivel del parecer de las cosas. El ser, lo realmente importante, lo esencial, está siempre en profundidad. Por eso, según Demócrito -y según Chomsky- hay que atravesar el parecer, lo caótico, lo indefinible, para llegar a la permanencia de las cosas oculta en la profundidad. Wittgenstein, que en las Investigaciones filosóficas también desarrolla una noción de «gramática profunda», la utiliza en forma totalmente diferente. Según Wiftgenstein, una concepción de gramática profunda como la de Chomsky sería, no una gramática de superficie, pero sí seguramente una gramática superficial, porque reduce todo a una forma exacta, precisa, una forma lógica unificada y única, y no ve la diversidad de las cosas y la variedad de los fenómenos. Precisamente, una gramática profunda según Wittgenstein es una gramática que vuelve a la variedad y a la riqueza de los fenómenos, es decir, a la variedad de los usos del lenguaje. La verdadera profundidad no es una profundidad aristocrática, sublime; no está en el «espíritu», o mind. La verdadera profundidad es la profundidad en extensión. Éste es el objeto de una gramática profunda: la riqueza y variedad del fenómeno lingüístico. En síntesis, hemos hablado de dos ejes paradigmáticos y de cuatro posiciones distintas. Sobre el primer eje se puede ser expresionista o articulista; sobre el segundo, formalista y funcioanalista. Voy a abordar ahora la segunda cuestión: la ideología esencial de estas posiciones lingüísticas. Yo diría que una posición paradigmática es ya una posición ideológica. El proceso de fijación sobre esta posición paradigmática es ya de naturaleza ideológica. El hecho de ser formalista, expresionista, funcionalista, y de dar amplificación a esta opción paradigmática, hace que estas posiciones estén ya coloreadas por ideologías. Una ideología que llamaré «ideología esencial», que es la ideología ligada a todo acto de cientificidad. Es muy importante notar que el paradigma dentro del cual se trabaja, dicta ya de antemano lo que se va a considerar como «empírico», como «adecuadamente válido», como «coherencia teórica». Los criterios de empiricidad, coherencia y demás se proveen en el interior de la posición paradigmática. El científico que ha adoptado una concepción no puede convencer al que tiene la concepción opuesta. En verdad asistimos -si se observa lo que ocurre en lingüística contemporánea se lo ve bien-a la guerra de paradigmas. Porque las posiciones paradigmáticas son amplificadas y adquieren una coloración ideológico. Es aquí donde interfiere la semiótica del discurso científico, en particular del discurso lingüístico. Un análisis semiótico del discurso de los lingüistas evidenciará características que expresan lo irracional o lo retórico. Por eso se puede decir que las posiciones paradigmáticas son amplificadas de acuerdo con lo que voy a llamar «las modalidades específicas del acto científico». Es muy difícil que los lingüistas admitan que tienen su propio discurso. Y por ello es natural que insistamos en considerar a la lingüística como una práctica discursiva: la de los discursos teóricos. La categoría central en la descripción de este tipo de discurso que llamamos «discurso teórico» es la veredicción. No hablo de «verdad» ni de «verificación». En el discurso teórico se quiere decir la verdad: esto es la veridicción. El discurso teórico es una práctica discursiva esencialmente marcada por la voluntad de verdad. El científico quiere que la posición paradigmática que defiende sea la verdadera y es dominado por el paradigma porque está sometido a la fuerza de su voluntad. Entre las propiedades semióticas, la veridicción es la categoría verdaderamente explicativa para comprender el discurso científico. Una consecuencia de la centralidad de la veridicción es que el sujeto constructor de teorías, el hombre de ciencia, está en una posición muy paradójica, porque su voluntad de decir la verdad es al mismo tiempo una voluntad de autodestrucción. El sujeto constructor de teorías es un sujeto suicida, quiere desaparecer. Lo importante es la objetividad de la teoría, la ausencia de toda subjetividad. Esto es característico del discurso científico. La voluntad de verdad desencadena como consecuencia el esfuerzo de ausentificación del sujeto. Hay, entonces, en el discurso científico, toda clase de técnicas utilizadas por el sujeto para ausentarse. Pero, sin lugar a dudas, es imposible hacerlo. Nadie se ausenta jamás de su propio discurso. Hasta el hombre de ciencia permanece presente. En todo discurso teórico, la voluntad de verdad es al mismo tiempo una voluntad de hacer saber. Tal vez el hacer saber sea la modalidad semiótica más global del discurso científico. Es un hacer saber muy específico: un hacer saber directo, sin técnicas de disimulo, sin ambigüedad, sin procedimientos de seducción ni de sugestión. Este es el ideal del discurso científico. El sujeto constructor de teorías, autodestructor, se propone suprimir la distancia entre el sujeto (él mismo) y el objeto de este hacer. Para él, lo importante es la transmisibilidad de su discurso, la objetividad de lo que dice, pero olvida demasiado pronto que en la base de todo esto existe una voluntad de hacer saber, pero de un hacer saber de todos modos ilusorio. Porque no existe nunca un hacer saber directo. En todas partes hay seducción, sugestión. Dentro de la voluntad de hacer saber hay que considerar tres categorías: 1) saber hacer (savoir faire] 2) poder hacer (pouvoir faire) 3) deber hacer (devoir faire) Las tres categorías se evidencian claramente a partir del análisis del discurso científico. En cuanto a la primera categoría, el saber hacer, concierne a la vez a dos cuestiones importantes. Por un lado, concierne a la coherencia del discurso; por otro, concierne a la relación de ese discurso con la realidad. Dentro del discurso científico encontramos numerosas expresiones que nos hablan del saber hacer. Es frecuente hallar en los libros de ciencia enunciados que comienzan por «Se sabe que...», o bien «Es evidente que...», o bien «Se comprende que...». En segundo término, el poder hacer se refiere fundamentalmente al argumento de autoridad. Es muy común oír hablar de la manipulación de las «eminencias grises» o los clubes de sabios. No existe discurso científico sin autoridad. Esto es lo que hace posible la veridicción corno componente esencial de la ideología. Finalmente, hablamos de «deber hacer» porque el hacer científico es siempre un deber. Este componente deóntico es parte del discurso. Encontramos muy frecuentemente expresiones del tipo «Debemos admitir...» o bien «Nos vemos forzados a...», o bien «Hay que aceptar...». Se observa que el sujeto teorizador es manipulado por su propio discurso, que se convierte en una especie de «boomerang» y lo domina. Ficha de Cátedra Nº 1 introducción a los estudios del lenguaje. Estructuralismo vs. Generativismo  El estudio científico del lenguaje: El lenguaje es una de las características esenciales de los seres humanos. Se trata de uno de los factores que ponen una distancia entre la especie humana y cualquier otra especie animal. Para abordar de modo sistemático y científico el estudio de algo tan complejo como el lenguaje, partimos de una pregunta inicial: ¿qué es la Lingüística?, podemos elaborar una respuesta provisoria: la lingüística es una ciencia, una disciplina amplia, muy moderna, que trata de explicar y entender el lenguaje humano, desde diferentes tendencias y enfoques. El objeto de estudio de la Lingüística es el Lenguaje, ahora bien, dicho objeto ha sido motivo de diversas reflexiones a lo largo de la constitución de la Lingüística como ciencia. Una forma de ordenar los diferentes estudios acerca del lenguaje es tratar de pensar los dos ejes paradigmáticos propuestos por Parret, a partir de los cuales se pueden ordenar las distintas teorías contemporáneas, a saber:  Todo lenguaje tiene relación con determinado contenido, dicho contenido privilegiado es el contenido mental. Este paradigma se refiere fundamentalmente a la función representativa del lenguaje e intentará responder a pregunta tales como: ¿Qué representa el lenguaje? ¿Cómo lo representa?  Todo discurso es fundador de cultura, de sociedad, de relaciones intersubjetivas y se refiere fundamentalmente a la función comunicativa del lenguaje. Ambas resignificaciones tienen una larga tradición. La postura de Descartes sobre que el lenguaje es un reflejo de la mente ha sido retomada en la Lingüística del S. XX por uno de los lingüistas más importantes Noam Chomsky a través de lo que se conoce como mentalismo chomskiano. Por su parte, cuando decimos que el lenguaje articula el pensamiento, nos encontramos en una posición totalmente distinta, por el contrario, el lenguaje ordena, articula, modela el pensamiento; es Ferdinand de Saussure quien concibe al lenguaje como el dominio de las articulaciones, y encuentra en el signo lingüístico el lugar de la articulación entre un significado y un significante.  El Estructuralismo: Durante mucho tiempo se atribuyó el mérito de convertir el saber lingüístico en ciencia a Ferdinand de Saussure, en 1916, aparece el Curso de Lingüística General. De este autor, podemos señalar como fundamentales a nuestros propósitos la elaboración de dos conceptos que se implican: el de lengua como objeto de estudio y el de signo lingüístico. En los orígenes de la lingüística moderna, Saussure consciente de que el punto de vista crea al objeto, delimitó el objeto de estudio de la disciplina que fundaba: lo llamó lengua y lo definió como un sistema (social) de signos. Para el autor el lenguaje, según lo entendemos o conocemos como usuarios, está compuesto por un conjunto heteróclito de fenómenos: físicos (las ondas sonoras), fisiológicos, articulatorios, individuales, sociales e históricos, que no pueden ser estudiados todos juntos por la misma disciplina porque tienen distinto carácter y funcionan con leyes diversas. Por este motivo, la lingüística debía crear y definir su propio objeto de estudio. Saussure rechaza la posibilidad de estudiar el lenguaje tal como se da en la naturaleza, razón por la cual crea un objeto abstracto, del que define sus propiedades, a fin de poder abordarlo. Para decirlo de un modo sencillo, en su objeto de estudio no tienen lugar las ejecuciones individuales, las emisiones concretas de cualquier hablante (el habla), lo físico, lo fisiológico, lo histórico ni los sujetos hablantes. Una vez hallado el objeto plantea la cuestión metodológica entre el estudio sincrónico y el estudio diacrónico. El primero, estudia los hechos en simultaneidad, es decir, sin tomar en cuenta el transcurso del tiempo, independientemente del paso de la historia, se desarrolla entonces una lingüística estática. El segundo, en cambio, estudia los hechos en su sucesión temporal ‘a través’ del tiempo, es decir, una lingüística evolutiva. Digamos que la elección del método sincrónico es esencial para enfocar el estudio de la lengua como sistema y determina otros conceptos del estructuralismo.  Concepto de lengua: El ser humano tiene la facultad del lenguaje; el lenguaje como objeto de estudio, resulta inabarcable por ser multiforme y heteróclito; corresponde a una facultad más general, la que gobierna los signos. Saussure define a la lengua en relación con el concepto de lenguaje, en este sentido la lengua no es más que una determinada parte del lenguaje, aunque esencial. Es a la vez un producto social de la facultad del lenguaje y un conjunto de convenciones necesarias adoptadas por el cuerpo social para permitir el ejercicio de esa facultad de los individuos. Es una totalidad en sí y un principio de clasificación. Es adquirida y convencional. Propone la lengua como objeto de estudio de la Lingüística. Es un objeto bien definido en el conjunto heteróclito de los hechos del lenguaje. Mientras que el lenguaje es heterogéneo, la lengua así delimitada es de naturaleza homogénea. La elección del concepto de lengua responde a una necesidad epistemológica, de corte positivista, que permite delimitar un objeto de estudio homogéneo. Esta es la razón por la que descarta estudiar el lenguaje en su totalidad. Saussure define a la lengua como un sistema de signos que expresan ideas. El concepto de sistema es fundamental. Implica la organización de partes en un todo. Supone también que el cambio del todo o de una de las partes incide en las demás. Nos dirá que es un sistema con un orden propio y peculiar. El autor entiende a la lengua como un producto social; sin embargo, esto no implica que Saussure haya tenido en mente la idea de una creatividad; por el contrario, dirá que el individuo la registra pasivamente. A partir de Saussure y para el estructuralismo en general, el concepto de lengua se refiere fundamentalmente al sistema oral-auditivo de comunicación humana, del cual derivaría, como producto secundario, el sistema de escritura. Frente a la lengua, define al habla como acto individual de voluntad y de inteligencia; es la ejecución o puesta en práctica de la lengua; señala interdependencia e interrelación entre ambas entidades, reservando para el habla la realización del sistema. En la presentación de Saussure hay una insistencia en demostrar que este objeto de estudio tiene existencia propia, objetivable, por eso sostiene su “naturaleza concreta”.  El signo lingüístico: La lingüística es una rama de la ciencia general de los signos, esto significa que la lengua, en tanto objeto de estudio de la lingüística, constituye un sistema de signos. Los signos lingüísticos tienen rasgos que los diferencian de otros tipos de signos, el signo lingüístico fundamentalmente se define como la combinación mental de un concepto y de una imagen acústica. Por eso dirá que el signo es una entidad psíquica de dos caras, ambas íntimamente unidas en una relación recíproca. Esa unión aparece legitimada por la lengua (fenómeno social), es decir, por la convención, el consenso. El signo no une un nombre y una cosa: el concepto constituye el significado, no el referente concreto. Para evitar ambigüedades y a los fines de ajustar la terminología, propone conservar la palabra signo para el conjunto, y distingue las dos partes que lo componen mediante los términos significado (en reemplazo de concepto) y significante (en reemplazo de imagen acústica), de este modo se refleja mejor la vinculación entre las partes y al mismo tiempo las diferencias. Saussure define objetos mentales, por este motivo la imagen acústica no es el sonido mismo (físico y material) sino su representación mental. En cuanto al concepto, se trata también de la representación mental de un significado.  Principios del signo lingüístico. Una vez establecido qué es el signo lingüístico pasa a describirlo. Reconoce dos principios: la arbitrariedad y la linealidad. El primer principio del signo que establece es su carácter arbitrario (inmotivado, no necesario). Dirá que la fuerza del signo no está en su relación lógica o natural sino en la convención social. Un argumento a favor de la arbitrariedad del signo es la existencia de lenguas distintas (distintos sistemas, unidades diferenciales). No existe ningún lazo natural entre el significado y el significante, tendrán validez dentro de un sistema y no de otro. Este concepto de arbitrariedad aparece luego relativizado en el mismo Saussure, cuando diferencia la arbitrariedad que llama ‘absoluta’ (diez, limón) de la arbitrariedad ‘relativa’ (diecinueve, limonero). El segundo principio, según Saussure, es su carácter lineal, que lo relaciona con el hecho de que el significante, por su naturaleza auditiva, se desarrolla en el tiempo (representa una extensión, esa extensión es medible en una sola dimensión, una línea). Los elementos del significante lingüístico se presentan uno tras otro formando una cadena (como un desgranamiento de fonemas, graficado de algún modo por las líneas de la escritura). La tendencia a la inmutabilidad, a la conservación, a la permanencia sin cambios en relación con la necesidad de mantener un código común, es correlato de su concepto de la sociedad como ‘masa’ y de un hablante pasivo. En contraste, reconoce que se da la mutabilidad, el constante cambio al que está sometido el signo lingüístico, que ve como una consecuencia del uso, del desgaste, del tiempo. Explica el cambio como un efecto del tiempo sobre la masa hablante. Cabe aclarar que estas transformaciones se suceden de manera paulatina ante la existencia de nuevas realidades que designar.  Valor. Relaciones sintagmáticas y paradigmáticas: Surge entonces el concepto de valor que da cuenta de la complejidad del proceso sígnico. Para Saussure, la comunidad hablante establece los valores de los signos, las relaciones entre los signos y las relaciones entre significado y significante. Así, cada término del sistema lingüístico asume un valor que se fija a partir de las relaciones que mantiene con todos los demás términos, lo que significa que los signos no se definen individualmente, sino en términos del sistema que integran.  Aspecto material del valor: De manera concreta el lenguaje articula sonidos con ideas. Lo que importa en el signo no es el sonido mismo, sino las diferencias fónicas que permiten distinguir un signo de otro. Lo central entonces es lo arbitrario y diferencial que, por ejemplo, nos permite diferenciar el sonido de una /a/ de una /e/. La alteración o combinación de uno de estos elementos materiales (sonidos), logra crear ideas distintas.  Aspecto conceptual del valor. La lengua es un sistema en el cual todos los términos son solidarios, es decir, el valor de cada término es el resultado de la presencia de los otros y, diferenciales, un signo es lo que no son los demás. Un intento de sistematizar el valor es cuando lo hace surgir del juego de relaciones entre los signos. De este modo, reconoce dos tipos de relaciones: sintagmáticas y paradigmáticas. Las primeras son aquellas que establece el signo con otros signos, con los que aparece vinculado en una determinada construcción (sintagma, cadena, frase, oración); son relaciones ‘en presencia’, en número determinado de elementos y en un orden. Las segundas son las que establece con otros signos (de un ‘paradigma’ virtual), que en ese momento no están presentes, sino que se dan por asociación (de significado, parecido, tener una raíz común, rima, etc.); son las relaciones paradigmáticas, llamadas también ‘asociativas’, que se producen ‘en ausencia’, en nuestra mente. De ese juego surge el ‘valor’ de un signo, de modo que a un significado ya dado por la convención social se le agrega otros elementos significativos que provienen de cómo es usado, con qué se lo asocia, etc., y produce el ‘sentido’. Complementa y complejiza, de ese modo, el concepto de signo.  Generativismo:  Teoría de la adquisición del lenguaje: Se conoce como Generativismo, a la teoría de la lengua formulada por N. Chomsky, surgida como reacción contraria al conductismo. La gramática generativa surge en el contexto de la llamada “revolución cognitivista” en los años ´50, cuyo cambio de perspectiva fue dado por pasar del estudio del comportamiento y sus productos (los textos) al estudio de los mecanismos internos de la mente y los modos en que estos mecanismos funcionan al ejecutar acciones e interpretar la experiencia. Es un enfoque mentalista, el propósito es estudiar el cerebro, sus estados y funciones, de modo de trasladar el estudio de la mente a la integración eventual de las ciencias biológicas. Para esta perspectiva, la facultad del lenguaje parte de un estado inicial, que es común al género humano; venimos equipados genéticamente de una gramática innata, la G.U. (la Gramática Universal). Esta estructura cognitiva en contacto con la experiencia lingüística primaria provoca la obtención de una lengua determinada, es decir, se llega a un estado estable y de este modo, concluye el proceso de desarrollo de dicha facultad, fijando en la mente /cerebro una Lengua I, un sistema de conocimiento rico y complejo, una lengua concreta que habilita a quien ha desarrollado dicha facultad para hablar y entender esa lengua. Estudiar ese estado Inicial (G.U.), los estados intermedios (la experiencia lingüística) y el estado estable de la facultad lingüística es el objeto de investigación de la G.G. (la Gramática Generativa). Así se puede confrontar un lenguaje externalizado (objeto externo al individuo, noción de lengua del estructuralismo) con una noción de lenguaje internalizado, la capacidad de poseer una lengua, una propiedad de la inteligencia humana en la cual no interviene la voluntad ni la conciencia. La hipótesis empírica del generativismo es que el lenguaje es biológico y genético, es la capacidad de construir una estructura de conocimientos cuyo soporte físico tiene que estar en las estructuras cerebrales. Esa capacidad es lo que se denomina competencia lingüística, conocimiento del hablante de una lengua natural. La dotación genética es un conjunto de genes equivalentes a la G.U., es decir, un conjunto de estructuras cognitivas dadas genéticamente que posibilitan el desarrollo del lenguaje. Podemos establecer algunas generalidades básicas del lenguaje humano:  El lenguaje está constituido por una estructura compleja de relaciones que son gobernadas por reglas.  Para usar el lenguaje es necesario conocer una lengua, conocer la lengua no solo significa conocer el léxico sino conocer la gramática de esa lengua.  Gramática Generativa: Los estructuralistas consideraban que el objeto final de la teoría lingüística debía ser la descripción y clasificación de los elementos existentes en las lenguas humanas. El objetivo del estructuralismo, consistía en dotar a la lingüística de un conjunto de métodos descriptivos, de un corpus de procedimientos que pudiera ser utilizado para distinguir las unidades de cada nivel (fonológico, morfológico, sintáctico, semántico). Chomsky, formado en la tradición del estructuralismo, comienza a detectar que este tipo de descripción sobre el lenguaje era insuficiente para entender determinados aspectos del mismo. (…) el objetivo de la descripción lingüística (…) debía ser el de construir una teoría que diese razón del número infinito de oraciones de una lengua natural. Una teoría tal mostraría qué cadenas de palabras eran oraciones y cuáles no lo eran y proporcionaría una descripción de la estructura gramatical de cada oración. (…) La descripción de una lengua sería una teoría formal, deductiva, que contendría un conjunto de reglas gramaticales que podrían generar un conjunto infinito de oraciones de esa lengua (…) Dicha teoría se llamó “gramática generativa” debido a su objetivo de construir un dispositivo que generase todas y solamente las oraciones de una lengua.  Desplazamiento del objeto de estudio: Esta concepción sobre las tareas de la lingüística es sumamente novedosa porque desplaza el objeto de estudio: del corpus de emisiones producidas por una comunidad hablante se pasa a pensar en el conocimiento que tiene el hablante sobre su lengua (competencia). Esto implica un cambio de foco en los estudios del lenguaje. Este desplazamiento del objeto de estudio implica un desplazamiento en el lugar que ocupan los estudios del lenguaje. Para Chomsky, cerebro y lenguaje constituyen un binomio inseparable de la ciencia cognitiva. Los avances en la ciencia del cerebro influirán en las ciencias del lenguaje y viceversa. Por lo tanto, los estudios del lenguaje deben formar parte de una ciencia cognitiva, es decir, una ciencia que estudie la naturaleza de los procesos psicológicos relacionados con el conocimiento humano: a) las propiedades y estados de la facultad lingüística (lingüística) b) mecanismos cerebrales involucrados (neurolingüística). A lo largo de los textos Chomsky utiliza el concepto mente/cerebro para dar cuenta de la doble naturaleza del lenguaje, esto es, el lenguaje depende de una realidad psicológica (mente) y de una realidad física (cerebro). Por consiguiente, el lingüista aborda el estudio del lenguaje desde un enfoque mentalista (estudia estados de la mente que configuran sistemas computacionales) y teorético (propone la caracterización de los principio y propiedades generales de las lenguas humanas). El objeto de estudio de la gramática generativa es estudiar la mente/cerebro a través del estudio del lenguaje o, más exactamente, a través del estudio de la Lengua I, un objeto real del mundo físico. La Lengua I es interna, ya que es un objeto físico dentro de la mente cerebro de los seres humanos, es individual, se encuentra en todos los individuos y es intensional porque genera descripciones estructurales. En contraposición, encontramos otra concepción: la de Lengua E, exteriorizada, externalizada y extensional. Es cualquier lengua natural o sistema, en el sentido de Saussure, un objeto externo, que se da en la comunidad, y que consiste en un conjunto infinito de oraciones, por lo tanto una extensión. En este desplazamiento del objeto de estudio, es fundamental hacer una distinción entre competencia (el conocimiento que tiene el hablante sobre su lengua) y actuación (performance, el uso real del lenguaje en situaciones concretas). El mismo Chomsky reconoce que esta antinomia se vincula a la de lengua/habla de Saussure, pero destaca que la lengua saussuriana es un simple “inventario” de signos, mientras que él concibe a la competencia como un proceso productivo. Este concepto de competencia permite establecer que el objeto central de la teoría lingüística es la adquisición del lenguaje. El problema es deducir, a partir de los datos reales y concretos de la actuación, cuál es el sistema de reglas subyacentes que el hablante oyente debe conocer para producir las oraciones que funcionarán como datos iniciales. Para ilustrar la validez y el rigor de sus postulados propone dos problemas: a) Problema de Platón (o pobreza de estímulos): ¿cómo conocemos a partir de una experiencia tan limitada?, ¿cómo sabemos tanto acerca del lenguaje a partir de una experiencia tan limitada? Existen dos posibles respuestas a esta pregunta. 1. Nacemos sin saber nada acerca del lenguaje y en contacto con la experiencia reconstruimos el sistema lingüístico. Pero ésta es pobre, breve, limitada. No se alcanza el conocimiento con seguridad, rapidez y corrección. 2. Poseemos un conocimiento sobre el lenguaje previo a la experiencia, un conocimiento innato que forma parte de la dotación genética de los seres humanos. b) Problema de Descartes (aspecto creativo del lenguaje): el uso del lenguaje es ilimitado, a partir de un número muy reducido de elementos podemos llegar a construir infinitas oraciones. Chomsky expulsa del objeto de estudio no solo los aspectos sociales del uso del lenguaje -aun el mismo concepto de uso, que se inscribe dentro de la actuación- sino también a los sujetos concretos, ya que únicamente quedan dentro de la disciplina las actividades que realizan las mentes humanas. Por lo tanto, las dimensiones histórica e interactiva del lenguaje también son expulsadas del objeto de estudio.  El Modelo de Principios y Parámetros: Este modelo de investigación y análisis representa el desarrollo más generalizado de la Gramática Generativa y se ubica en la década que va de 1981 a 1991. Chomsky plantea que la facultad lingüística, un componente de la mente humana, innato y biológicamente determinado, tiene dos estados: un estado inicial, y un estado estable. El estado inicial es común a la especie; en contacto con la experiencia, se transformará en un estado estable, es decir, en una lengua determinada. El paso que va de uno a otro estado es la adquisición del lenguaje; la tarea de la lingüística, como la conciben los generativistas, es caracterizar el estado inicial postulando un modelo teórico denominado Gramática Universal, y explicar de qué modo este estado se estabiliza; también caracterizar las lenguas particulares determinando en cada caso la relación con ese estado inicial. Los principios son condiciones de buena formación de las expresiones lingüísticas, que tienen validez universal (para todas las lenguas) y que el hablante conoce porque forman parte de la facultad humana del lenguaje. La existencia de estos principios explica el hecho de que los niños, en un período muy corto de tiempo, sin instrucción ni experiencia, adquieran una lengua determinada. Por otra parte, los principios son universales: es decir, reflejan propiedades generales, comunes a todas las lenguas; por ello, constituyen la Gramática Universal. El hablante los conoce porque forman parte de la dotación genética de la facultad del lenguaje o de su herencia biológica; o sea, son independientes de la experiencia. Las formas en que varían las lenguas son diversas. De esta manera, los parámetros son las alternativas posibles de la fijación de la Lengua I, rasgos de variación fija de los principios. La combinación de principios y parámetros de la facultad lingüística explican la diferencia entre las lenguas. Para graficar este modelo Chomsky utiliza la metáfora del conmutador: compara la facultad del lenguaje con una red compleja dotada de un conmutador que tiene una serie de interruptores que pueden estar en una de las dos posiciones. A menos que éstos estén colocados en una de ellas, el sistema no funciona. La red constante es el sistema de principios de la G.U., los interruptores son los parámetros que serán fijados por la experiencia. Los datos presentados al niño deben bastar para colocar los interruptores de una u otra forma. De esta manera, la adquisición de una lengua es el proceso de colocar los interruptores de una u otra manera, en base a los datos presentados. Una vez que el objeto de estudio de la lingüística ha quedado definido de acuerdo con alguna de las dos teorías dominantes en el siglo XX que hemos esbozado, las disciplinas que abordan el estudio del lenguaje y que incorporaban a los sujetos, o al cambio histórico, o la comunicación, o los significados, etc. quedaron fuera del campo definido como lingüística y fueron calificadas como disciplinas, o sencillamente, subdisciplinas. De este modo surgieron -o se consolidaron por separado- la sociolingüística, la psicolingüística, el análisis del discurso, y otras. Esto plantea la necesidad de nuevos paradigmas o el desarrollo de nuevas miradas a partir de los paradigmas vigentes, como lo muestran algunos textos que hemos elegido o mencionado para componer nuestro encuadre teórico: recuperar la función comunicativa del lenguaje y centrarnos en otro interrogante, ¿en qué consiste el uso del lenguaje? Chomsky: 60 años de gramática generativa.  Prologo: sobre lo (mas) humano: El problema de Orwell, planteado por el propio Chomsky en 1986: ¿Por qué los seres humanos conocemos tan poco acerca del entramado político, social y económico, considerando que disponemos de una evidencia tan abrumadora? O, en términos más concretos, ¿cómo es que, teniendo la información relevante, sacamos las conclusiones políticas y sociales más disparatadas y nos precipitamos alegremente al precipicio? Estructuras sintácticas deja planteado un objetivo que se ha mantenido incólume a lo largo de las décadas: encontrar el conjunto de las leyes de combinación que permiten generar las descripciones formales de todas las oraciones posibles en una lengua dada. Esa gramática constituiría una descripción válida del conocimiento que emplea un hablante para producir (y comprender) las oraciones de su lengua. De esa manera, niega la lengua como un corpus de oraciones definido de antemano, como pretendían los estructuralistas y conductistas. Empleando las reglas de la gramática, los hablantes pueden crear infinitas oraciones, de modo que no habrá nada estadístico interesante para decir sobre ellas, enfatiza Chomsky. Más bien, una teoría lingüística debería poder dar cuenta de esa capacidad generativa sin límite, a la que denominará más tarde el problema de Descartes. La gramática generativa necesitó inventar nuevos conceptos y nuevas herramientas. Un lugar icónico ocupa la noción de gramaticalidad, que pretende expresar el hecho de que, en tanto hablantes nativos, tenemos certezas claras acerca de qué oraciones no son posibles en nuestra lengua. Esa noción, puede ser matizada: hay oraciones que son agramaticales en algunas lenguas y otras que lo son en todas las lenguas del mundo, por lo que cada agramaticalidad desnuda un alcance diferente de las leyes involucradas. Sin embargo, en un caso u otro, la agramaticalidad permite introducir la evidencia negativa en la lingüística: los datos relevantes no los constituyen solo las oraciones reales, sino también aquellas que el hablante no puede haber escuchado ni producido jamás, simplemente porque son imposibles. Hay una serie de consecuencias cognitivas que Chomsky precisará en términos explícitos en Aspectos de la teoría de la sintaxis. El lenguaje humano se distingue por la noción de estructura, uno de los prodigios que nadie nos enseña y que cualquier niño maneja. Las oraciones tienen una estructura, reconocemos unidades intermedias que mantienen entre sí relaciones formales. Se trata de los sintagmas, agrupamientos relevantes de palabras, a los que hacen alusión las operaciones involucradas en la sintaxis de una lengua y que pueden resumirse como mover, borrar o agregar material lingüístico. A su vez, todo sintagma involucra un principio de endocentricidad que se presume universal: todo sintagma tiene un núcleo, que es el que determina semántica y categorialmente la construcción, además de seleccionar a sus modificadores. Esto da lugar al que luego se conocerá como el problema de Platón, este recupera el diálogo de Menón. Chomsky plantea una concepción de conocimiento innato, universal, biológicamente determinado que sólo requiere “condiciones normales” para ser evolucionado. Esto supone refutar cualquier postura que defienda implícita o explícitamente la idea de la mente humana como un tabula rasa. Chomsky opto por recuperar la tradición racionalista que asume la existencia de realidades subyacentes o mentales. Las oraciones que escuchan los niños son un estímulo necesario para que madure su capacidad lingüística innata, por esos e afirma que adquieren su lengua materna. La gramática generativa se constituye como un paradigma esencialmente cognitivista. Conocemos muy poco acerca de lo que tenemos una abrumadora evidencia, pero paradójicamente, conocemos a la perfección lo que nadie nos enseña. Las dos interpretaciones de conocimiento resaltan con intensidad el contraste entre el conocimiento biológico, instintivo, natural e innato y el conocimiento cultural o aprendido. Estas ideas se prolongan con naturalidad en otro par de conceptos esenciales, competencia y actuación, que darán lugar a la distinción de la lengua-i y la lengua-e. Al reunir las leyes de encadenamiento de unidades, la sintaxis es el componente en el que se manifiestan las propiedades universales: el apareamiento entre el sonido y el significado de las oraciones se logra producir e interpretar gracias a las leyes de concatenación de la gramática. Aunque se trata de componentes variables, para Chomsky ciertos aspectos de la semántica y de la fonética también son innatos y se especifican muy tempranamente en los niños. La gramática generativa conduce naturalmente a la preeminencia de la sintaxis, entendida como un gran sistema de ecuaciones formales-computacionales, que permiten establecer las recurrencias y las series geométricas o sistemáticas. Estarán en segundo plano la semántica y el vocabulario o el léxico. Chomsky retoma a Saussure para afirmar que cada signo lingüístico supone una relación arbitraria entre signo y significante, que no puede ser universal y que, por lo tanto debe ser aprendida. Este conjunto de ideas se reiteran, bajo diferentes formas, en los sucesivos textos de Chomsky que pueden agruparse desde un punto de vista epistemológico en torno de dos modelos esenciales. El primero fue la Teoría Estándar, vigente hasta la década del 80, que incluye estructuras sintácticas y aspectos de la teoría de la sintaxis. El segundo fue Principios y Parámetros. Hay cierto consenso en subsumir el actual Programa Minimalista como una variante de Principios y Parámetros, aunque algunos autores plantean que constituyo un modelo nuevo. El pasaje de la Teoría Estándar a Principios y Parámetros se vio justificado en el hecho de que no conseguía explicar convincentemente la adquisición del lenguaje. La Teoría Estándar si bien conseguía describir desde el punto de vista formal una parte considerable de la gramática del inglés, el conjunto terminaba resultando implausible desde el punto de vista de la adquisición del lenguaje ya que no diferenciaba el conocimiento innato de aquel que debía ser necesariamente aprendido. Principios y Parámetros propuso por primera vez un modelo articulado de la adquisición y la variación lingüística. La facultad innata del lenguaje se constataría de una serie de principios universales que se aplican a todas las lenguas y de parámetros que se activan ante el contacto de una lengua en particular para especificar valores ya predeterminados. Este modelo resulto difícil de sostener empíricamente, por lo que en las últimas décadas fue reformulado en una concepción en que la variación lingüística es el resultado de las propiedades particulares de las categorías funcionales gramaticalizadas en una lengua. Al surgir las categorías funcionales de un conjunto prefigurativo y universal, se acotan las posibilidades de variación, aunque no tanto como en el modelo de principios y parámetros. El recorte propuesto por la gramática generativa está sustentado en la resistencia a estudiar los aspectos sociales del lenguaje peor no niega la existencia de estos, lo que niega es el que el lenguaje se defina socialmente, que la comunidad lingüística en la que nacemos pueda inculcarnos la lengua o que los múltiples usos del lenguaje sean capaces de explicar por si mismos la complejidad formal de la estructura de la gramática. Chomsky se inscribió así dentro de la tradición científica naturalista. La gramática generativa funciona como un modelo de predicción teórico-abstracto, que deberá ser corroborada empíricamente en la medida en la que vaya siendo posible. La lingüística chomskiana ha acumulado una cantidad formidable de evidencia en su favor, lo que corrobora las virtudes del método especulativo adoptado. Para Chomsky, el lenguaje, la herramienta por excelencia de la comunicación humana, se ve prácticamente reducido a un conjunto de condicionamientos biológicos. La igualdad inmanente de los seres esta así garantizada por la estructura biológica de nuestro cerebro.  Conferencia: El avance más importante fue el cambio que se dio respecto a cómo se entiende y se percibe el lenguaje. En los años 40 existían dos grandes supuestos dominantes, el de Ferdinand de Saussure y el de Leonard Bloomfield. La Gramática Generativa adopto una perspectiva distinta, concibiendo el lenguaje como una propiedad biológica de las personas. El lenguaje es algo que está en la mente, no en la sociedad; constituye un procedimiento para determinar el sonido y el significante de infinitas expresiones. La mayor distinción entre los hombres y los animales o las maquinas radica en que los hombres tiene la habilidad - independiente de su inteligencia- de producir y entender una innumerable cantidad de expresiones que son apropiadas para las situaciones pero no causadas por estas. Solo los humanos tienen la capacidad para producir expresiones ilimitadas y esta es la distinción fundamental entre cuerpo y mente. Humboldt definió el lenguaje, según sus palabras, como: “el uso infinito de medios finitos”. Así, al estudiar el lenguaje como un objeto biológico, una cantidad ilimitada de información se vuelve relevante para determinar la naturaleza de una lengua particular. Los seres humanos parecen ser completamente uniformes respecto a sus capacidades genéticas y cognitivas, lo que significa que el niño que aprende ingles utiliza el mismo método de adquisición que el que aprende japonés. De manera similar, información sobre cómo se adquiere el lenguaje, cómo se representa en el cerebro, información tomada de la genética o de cualquier tipo de fuente que pueda imaginarse, resulta relevante para el estudio de la gramática inglesa. Las primeras propuestas que surgen en torno al desarrollo de estos procedimientos generales fueron bastantes complicadas pero fue necesario desarrollar este tipo de teorías a fin de prestar atención a la adecuación y descripción del fenómeno. Las teorías de los 50 que presentaban una compleja gramática de estructura sintagmática y una compleja gramática transformacional, de inmediato se comprendió que esto no podía ser acertado porque ningún niño podría adquirir un sistema así basándose en la limitada evidencia disponible, y es un hecho que los infantes adquieren el lenguaje de forma instantánea sin capacitación o instrucción alguna. Nos indica que existe un factor genético específico los humanos en lo que concierne al lenguaje. Luego, si uno continua estudiando al niño se dará cuenta de que el adquiere un conocimiento complejo de manera sistemática y casi sin información. En el punto más alto del proceso de adquisición del lenguaje, alrededor de los dos años de edad, el niño está incorporando una palabra nueva por hora, lo que significa que aprende las palabras a medida que le son presentadas por primera vez y es capaz de adquirir un significado complejo sobre la base de un único uso. Todas estas consideraciones apuntan a que las complejas teorías desarrolladas en los años 50 no pueden estar en lo correcto. Entonces, la respuesta correcta debe ser que existe una forma de cómputo muy simple que opera bajo las condiciones de las leyes naturales, y con leyes naturales me refiero a principios que no son específicos de los humanos. Estos principios deben interactuar con los mecanismos computacionales para producir la diversidad, la complejidad del fenómeno superficial que observamos. Y este mismo problema surge en todas las ciencias. Ahora es una tesis plausible, no demostrada, considerar que hay en realidad un único lenguaje, que las propiedades centrales del lenguaje, las propiedades sintácticas que las interpretan, son uniformes. De hecho, resulta difícil pensar que no sea así. Mientras más prendamos, más cerca estamos de descubrir que las diferencias entre lenguas se encuentran en un nivel muy superficial, por así decirlo; la diferencia está en cómo sale de nuestras bocas y no en lo que sucede en nuestras mentes. Entonces, los procesos mentales internos parecen ser uniformes, tal vez incluso idénticos, en todas las lenguas humanas, y distintos medios son empleados para articularlos, para convertirlos en sonido. Todo esto es exterior al lenguaje; así, las propiedades del habla están determinadas en mayor medida por la naturaleza del sistema articulatorio. Pero el sistema articulatorio no guarda relación alguna con el lenguaje en sí. El panorama general que se vislumbra, parece ser el de un sistema central del lenguaje, uniforme o casi uniforme, responsable de la estructura y significado de las expresiones, y a la aparente diversidad, complejidad, mutabilidad del lenguaje parece radicar simplemente en como este es exteriorizado, en cómo es adaptado al sistema sensorio- motor. La generación anterior descubrió que el sonido es solo una entre tantas de maneras de exteriorizar el lenguaje. El lenguaje de señas de los sordos resulta notablemente similar. Entonces esto significaría que existe algún sistema central dedicado al lenguaje, que puede ser empleado en las distintas modalidades sensoriales. Esta hipótesis, además, encaja con nuestra experiencia. Si quiero aprender un idioma debe aprender que relación arbitraria ase establece, pero lo importante, el mecanismo ya lo sabemos. Lo que propongo contradice la doctrina dominante. En los últimos veinte años ha habido una gran explosión de bibliografía sobre la evolución del lenguaje. Esto constituye un fenómeno curioso desde el punto de vista sociológico, en primer lugar porque el tópico no existe, las lenguas cambian pero no evolucionan. La evolución conlleva un cambio en el genoma, en la estructura genética y hay abundante evidencia en que no ha habido evolución alguna en la capacidad lingüística humana, por lo menos en los últimos cincuenta o sesenta mil años. Lo único que realmente no sabemos de las lenguas es que estas no han evolucionad, por ende no puede existir un campo de investigación de la evolución del lenguaje. Toda la bibliografía descansa en dos hechos: el primero es que no ha habido evolución del lenguaje desde que los humanos abandonaron áfrica, e segundo es que antes de que esto sucediera no existía el lenguaje en absoluto. Lo que podemos deducir es que algo extremadamente simple sucedió y resulto en esta capacidad, propiedad básica humana del lenguaje, habilidad de generar en base a un sistema finito un número infinito de expresiones que poseen significado. Entonces, el reto para las futuras generaciones, desde mi punto de vista al menos, es desmentir estos supuestos generales y abandonarlos del mismo modo en que en su momento fue abandona la ciencia medieval.

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