Psicoterapia Infantil: Orientaciones para el Trabajo Clínico con Niños PDF

Summary

This book offers guidance for working with children in clinical settings. It emphasizes the importance of understanding the child within their family and social contexts, advocating for a holistic approach. The authors discuss the importance of ongoing professional development for therapists, highlighting the integration of various psychological theories.

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Psicoterapia infantil Orientaciones para el trabajo clínico con niños Gabriela Capurro Ríos Jade Ortiz Barrera 1.1.- El proceso de formación Cuando decidimos escribir este libro, realizar un repaso por nuestra historia de formación fue inevitable. Ambas llev...

Psicoterapia infantil Orientaciones para el trabajo clínico con niños Gabriela Capurro Ríos Jade Ortiz Barrera 1.1.- El proceso de formación Cuando decidimos escribir este libro, realizar un repaso por nuestra historia de formación fue inevitable. Ambas llevábamos más de quince años de trabajo clínico con niñas y niños por lo que recordar nuestros comienzos fue algo inminente. Estudiar psicología nos garantizó un título profesional, y, por cierto, una manera de ver, comprender y entender al ser humano, pero el nivel de especialización lo fuimos alcanzando con el tiempo. Ser terapeuta infantil implica un largo camino de aprendizajes, reflexiones y experiencias que te llevan a entender y visualizar la infancia desde otra perspectiva. Un niño/a1 no es solo un niño, es una persona con un mundo de complejidades, necesidades y derechos. Es un otro significativo y válido que merece nuestro más profundo respeto y admiración. Es una riqueza, y tras ellos hay un mundo de personas que lo acompañan, guían, contienen y a veces lamentablemente olvidan. Por esta razón, ser terapeuta infantil implica conocer y entender no solo el funcionamiento del niño consultante, sino también de los distintos subsistemas que lo rodean. La familia, el colegio y los amigos, son sistemas vitales en el desarrollo de este, los cuales no podemos obviar en nuestra comprensión, trabajo y reflexión. Son sus redes, su mundo, y desde ahí se hacen parte fundamental de nuestro trabajo. Atender a un niño y no tomar contacto con el colegio, por ejemplo, es desvincularnos de manera importante de una parte de su vida donde pasa gran parte de las horas de una semana, donde no solo va a adquirir conocimientos, sino que también va a forjar su personalidad y manera de relacionarse con el mundo. Los hermanos son otro ejemplo de subsistema que no podemos obviar, y así, cada persona que rodea a un niño y niña, es un otro que participa en su vida y no somos nosotros quienes deciden quienes serán relevantes o no en su formación, sino que es el niño quien nos informa de ello. Es él/ella quien jerarquizará la importancia de los otros en su vida. Entender que un niño tiene derechos es respetar su decisión y opinión, y lo anterior es una prueba de ello. Llegar a visualizar a un niño de esta manera, son años de trabajo y reflexión sobre infancia, es un cambio de paradigma que no solo se logra desde la compresión cognitiva, sino que se convierte 1 En adelante hablaremos de «niño» indistintamente si nos estamos refiriendo a varón o a mujer, por ser más afín al lenguaje cotidiano. Llegar a visualizar a un niño de esta manera, son años de trabajo y reflexión sobre infancia, es un cambio de paradigma que no solo se logra desde la compresión cognitiva, sino que se convierte en un dogma que rige un actuar. Es un mirar en consecuencia de esta creencia, es un renacer que solo se adquiere con un proceso de formación constante en la base del desarrollo profesional. Ser terapeuta infantil no es solo una profesión, es un actuar coherente con nuestra vida. Poco a poco hemos dejado relucir la importancia de la formación en nuestro quehacer profesional, es así como cada enfoque psicológico ha sido un aporte para entender a los niños. La mira- da sistémica ha permitido entender el diálogo entre los distintos subsistemas; las teorías del apego nos Capurro Ríos, G. (2017). Psicoterapia infantil: orientaciones para el trabajo clínico con niños. Santiago de Chile, RIL editores. Recuperado de https://elibro.net/es/ereader/santotomas/106704?page=1. ha permitido comprender la importancia de las relaciones tempranas; el enfoque humanista, creer que cada sujeto tiende al autodesarrollo; el enfoque cognitivo, comprender la importancia del refuerzo y las ideas irracionales, y así, cada uno se ha ido entrelazando para formar una visión de sujeto que nos haga sentido y nos sea significativa. La teoría ayuda a comprender, entender y conocer el porqué de determinado funcionamiento a la luz de años de investigación que la sustentan, y da un marco referencial necesario para mirar, pero cuando nos referimos al proceso formativo −y por ende, a la importancia de este en nuestro quehacer clínico−, hacemos alusión a un proceso donde la teoría se incorpora a nuestro saber pero desde un cuestionamiento y desde una mirada critica; no es solo tomar la teoría y comulgar con ella, es reflexionar al respecto, es tomar algunos aspectos que nos enriquezcan y concuerden con nuestra visión de infancia, y, por lo mismo, dejar de lado así aspectos que no guardan relación con nuestro sentir. En otras palabras, nos referimos a tomar una postura teórica que se irá nutriendo día a día a partir de la experiencia clínica, instancias formadoras, discusiones con colegas sobre el quehacer, y cualquier espacio formativo. Formarse no es solo estudiar una u otra teoría, es incorporar a la vida profesional y personal aspectos teóricos y experienciales que nos permitirán no solo «saber» o «saber hacer», sino que desarrollar nuestro ser, elemento fundamental para ser coherentes, genuinos y comprometidos con nuestro trabajo profesional. Así como un niño se va formando a través de aprendizajes, experiencias, relaciones e interacciones, un terapeuta infantil debe seguir este mismo proceso; reconvertirse en un profesional que mira la infancia desde otro lugar, desde un lugar de derecho; desde un lugar donde entiende que el juego, es el lenguaje comunicacional de ellos; que una emoción para ser regulada necesita de un proceso de heteroregulación y donde el vínculo afectivo estable, consistente y permanente, se convierte en un pilar fundamental para su desarrollo psíquico. Ser terapeuta infantil no es solo aprender técnicas para trabajar con niños, es aprender a trabajar con el niño, y para ellos, es seguirlo y confiar que este seguimiento es en sí mismo terapéutico, es reconocer que por pequeño que sea, posee una tendencia innata al autodesarrollo, pero por, sobre todo, un terapeuta infantil debe poder sorprenderse cada día con un niño, admirar su creatividad y potenciar su autoestima. Como planteaba Boris Cyrulnik, toda persona tiene la posibilidad de encontrar en su camino tutores de resiliencia, lo central es que estos permanezcan y permitan incorporar en ese niño una nueva experiencia de relación donde el respeto, la significación y la aceptación sean el eje central (Cyrulnick, 2003). Como ven, formarse es un camino que nunca termina, por lo tanto, los invitamos a seguir en la lectura de este libro, el cual es un testimonio de un largo camino formativo que seguirá por mucho tiempo más. 1.2.- El desarrollo de las habilidades terapéuticas El logro del cambio en psicoterapia está en función de diversas variables que han sido estudiadas en el transcurso de los últimos años. Destacan las variables inespecíficas o factores comunes, y dentro de estas se encuentran la alianza, las variables del terapeuta, del consultante y de la relación. Por lo tanto, el desarrollo de las habilidades terapéuticas está al servicio de facilitar el cambio por el cual el sistema consultante nos visita. En este sentido las características personales del terapeuta, así como su capacidad para desarrollar la alianza con el sistema consultante, son aspectos centrales en la psicoterapia. Por ende, nos parece que la formación del psicólogo clínico debe trabajar ampliando su conocimiento teórico y técnico, potenciar la persona del terapeuta y desarrollar estrategias para desarrollar la alianza. La alianza principalmente obedece a tres componentes que corresponden al vínculo, al acuerdo en los objetivos con el consultante, y al acuerdo con este en los métodos para lograr los objetivos. Por ende, permite el rapport, recoger las quejas del sistema consultante y sobre todo la generación de acuerdos para trabajar sobre las problemáticas establecidas. Las habilidades clínicas sostienen el desarrollo de la alianza, y con ello facilitan el cambio. A su vez, el desarrollo de la alianza es un predictor del cambio y permite identificar el estadio motivacional y a la conversión que sostiene el consultante frente a una determinada problemática. Las habilidades desplegadas en este sentido por el terapeuta permiten trabajar con esa motivación y movilizarla hacia estadios donde sea posible generar acciones de cambio. Por otra parte, Cormier y Cormier (1994) señalan que las habilidades básicas o transversales del psicólogo son la Atención, Escucha Activa, Empatía, Genuidad, Concreción, Asertividad y Confrontación. Si bien estas habilidades se desarrollan y entrenan en la práctica clínica, su etiología responde a variables personales que posee el terapeuta. En tanto que Bados y García (2011), hacen alusión a las variables inespecíficas, y especialmente dentro de ellas a las del terapeuta como cruciales para movilizar la terapia en el sentido del cambio. Podríamos continuar planteando una gran cantidad de autores e investigaciones que apuntan a la importancia del desarrollo de las habilidades clínicas del terapeuta; pero específicamente a nosotras nos interesa destacar que además de las habilidades terapéuticas transversales a los psicólogos, se encuentran otras específicas orientadas para trabajar con el mundo infanto juvenil. Algunas de ellas que nos parecen relevantes destacar son: 1.2.1.- Amor por los niños/as: Pareciera que amar no es una habilidad sino una condición del ser, sin embargo, también es un sentimiento que se desarrolla. Muchas personas que se inician en la psicología indican que no les gusta trabajar con niños y/o adolescentes por diversos motivos y entre ellos, por considerar que no tienen las habilidades. Sin embargo, al correr del tiempo, muchos de ellos se descubren a sí mismos y al otro en el mundo infantil. Una declaración de ello se encuentra en el «me enamoré» y «me encanta» que aparece luego de la experiencia y del quehacer terapéutico en este ámbito. También ocurre al revés. Hay personas que van encantados y con mucho amor hacia este ámbito de la psicoterapia y se encuentran que en la praxis no les gusta, que las habilidades que se requieren no están presentes o que ese amor declarado inicial no era tal. Ahora, amar lo que uno hace es una condición que se transforma en habilidad cuando hay un quehacer práctico en lo que se hace. Y que en este caso se transforma en un legítimo interés por el niño, en un motor para investigar, para trabajar con la familia completa, el colegio, los sistemas judiciales de protección (OPD, Juzgados de Familia, entre otros); que funciona como un colchón y un escudo a las frustraciones del sistema, a las resistencias de los padres, y sobre todo a enfrentar las situaciones de abuso y violencia con las que nos topamos en esta esfera de la profesión. Por ende, trabajar sin amor, sin cariño, sin que te gusten los niños puede jugar en contra del sistema consultante, de sus derechos y de uno mismo. Como observación general, también es significativo considerar que me puede gustar más el trabajo con niñas y niños pequeños, y no especialmente con adolescentes, y viceversa. Y esto es completamente válido, lo central es reconocer hacia donde me orienta mi interés, mi cariño y mis demás habilidades. 1.2.2.- Capacidad para mirar e intervenir de forma integral: Esta capacidad implica cierto nivel de complejidad ya que requiere de otras competencias de base, y actúa en interacción con otras. Refiere a desarrollar la capacidad de mirar como lo haría una cámara con zoom, y ajustar el ojo continuamente viendo las relaciones e interacciones del sistema en el cual está inserto el niño, al niño en sí mismo, al contexto, y hacer juegos de cámara con 360° de movimiento. Ahora, es una habilidad que se desarrolla con el tiempo, con la madurez de la clínica y la experiencia. Nunca se deja de desarrollar y los ajustes del zoom varían en función de la historia y ciclo vital del propio terapeuta. Lo central es saber −al menos al inicio del recorrido con niños− que no podemos hacer una comprensión unicausal de un problema. El mismo principio aplica en la intervención, y requiere de la flexibilidad terapéutica para trabajar en distintos dominios: con el niño, con los padres y/o figuras cuidadoras, con la familia como tal, con la institución educativa y sus actores, con abogados, psiquiatras, neurólogos, y todo el equipo que está detrás de la atención de este segmento de edad. La forma de intervenir en estos diferentes dominios implica adecuar(se) al contexto, a edades diferentes, diálogos distintos, pasar de lo directivo a lo menos directivo, entre otros. Al respecto, trabajar con niños implica trabajar con adultos, familias, relaciones, con la comunidad escolar, etc. La cuestión es que el desafío de trabajar con este segmento de edad es que nos enfrenta a todo el ciclo vital y nos moviliza desde lo intrapersonal del niño, a una visión sistémica centrada en la familia, y a lo comunitario clínico en nuestras visitas en terreno. 1.2.3.- Empatía: Aquí la empatía está al servicio de muchos aspectos, y no sólo va en la dirección de comprender al otro en su propia dimensión (dentro de lo que podemos). Sino que va a acompañar a la flexibilidad y a la tolerancia para cumplir con los fines de la intervención. Al respecto −y como lo señalábamos anteriormente−, los psicólogos que trabajarán en esta área deben plantearse que lo harán con todos los sistemas en los que está inserto el niño. Por ende, debe ponerse en el lugar de este, en el de las figuras significativas (madre, padre, cuidador, abuela, hermano/a, profesor, etc.) y moderar el conflicto de escuchar a todas estas voces. Muchas veces y especialmente cuando se es principiante, es fácil caer en la trampa de la «empatía-sintonía», que implica entrar en la historia de cada parte y sintonizar finalmente con aquella que me hace más sentido (por mis creencias y/o historia vital), o quedar atrapado en determinar quién miente o qué historia es la más verdadera o válida. En síntesis, la alianza vincular se vuelve un problema porque no sé a quién dirigirla, o la dirijo inconscientemente a lo que me produce más sentido emocional. En este sentido, la empatía debe ser utilizada flexiblemente para comprender y ampliar la visión del otro en cada relato, y en cómo significa cada relato. Podríamos decir que la terapia infantil es muchas veces una especie de rompecabezas que debemos armar desde múltiples voces. Pero no podemos quedarnos en cada voz como si fuera la única, sino que debemos flexibilizarnos y mirar cómo las propias subjetividades y vivencias afectan las interacciones. Por lo tanto, la información que nos entrega el proceso empático es un insumo para cooperar a la mediación, negociación y mejora de los canales de comunicación y comprensión del fenómeno entre los integrantes de la familia y el problema X que aqueje al niño. También nos debe ayudar a distinguir si el problema del niño es la manifestación de un problema que se encuentra en otro dominio (escolar, los padres, etc.). La empatía también hace resonancia en la comprensión del sufrimiento e incomodidad del sistema consultante y nos obliga a movilizarnos responsablemente sobre el proceso. De ahí que con- movernos frente al mal trato y gestionar los buenos tratos es un reto que luego del proceso empático que nos permite poner voz a lo que se ha silenciado, nos debe movilizar hacia la tolerancia para poder trabajar con el sistema que no ha sabido aplicar el buen trato a su forma de educar y armar familia. Este punto a nuestro parecer es bastante relevante ya que muchas veces al empatizar con el sufrimiento de uno de los integrantes de la familia, no logramos entrar en la tolerancia para trabajar con aquel o aquellos que han generado prácticas maltratadoras o negligentes. En este sentido, volver a empatizar con el que ha generado situaciones de vulneración también es un proceso fundamental, implica mirar su historia de vida y preguntarse sobre qué camino ha recorrido para que haya llegado hasta ese momento y a esas conductas. 1.2.4.- Capacidad para adaptarse a las distintas épocas del desarrollo del niño: Esta habilidad hace referencia a aprender a detectar sutilezas del tiempo que parecen tan obvias pero que no necesariamente lo son. Al respecto nos gustaría ejemplificar esta capacidad con la historia personal de una de nosotras: Cuando era adolescente, en una de las conversaciones con mi madre, ella me señaló algo que me ha quedado hasta el día de hoy. Tengo dos hermanos, uno que es mayor que yo diez años y el otro que es menor que yo ocho años; ustedes podrán sacar las cuentas de las grandes diferencias de edad entre ambos. Pues bien, mi madre en aquel momento aludió a su ser madre y lo difícil que es ello, y sus esfuerzos para ponerse en el lugar de cada uno de nosotros, si bien no recuerdo sus palabras exactas ella debió haber dicho algo como esto: «para criarlos me he debido adaptar a cada uno de ustedes, y comprender que la época de la niñez y la adolescencia es muy distinta para ustedes, por eso no puedo pensar en hacer lo mismo para criarlos. Cuando tu hermano mayor fue adolescente estaba lleno de sus primos de la misma edad, los juegos, los intereses eran muy distintos, era más fácil poner normas y horarios porque todos los padres estaban en eso. En tu época la juventud es distinta, sale más, y las mujeres tienen otro pensamiento que antes ni se pensaba. Ni hablar de cuando yo era adolescente, todavía andaba con falda y calcetas y no pensábamos en pololear. Y tendré que acomodarme a tu hermano chico cuando sea adolescente, son niños distintos, mucho computador… Esto ha sido un esfuerzo para mi…». La capacidad de adaptarnos a los distintos momentos culturales, al contexto en que se está gestando la adolescencia y la niñez, juega un papel significativo en la forma en que cada ser humano se relata su historia. Y efectivamente, muchos conflictos familiares y por los cuales se consulta colocando al infante como centro del conflicto, se debe a que los padres y/o cuidadores no logran comprender que estos seres humanos en formación no están pasando por la misma época en que ellos fueron niños. Por ende, si bien hay temas y tareas transversales en cada ciclo vital, estas se ven alteradas y modificadas según la época en que nos toca vivir. No es el mismo niño el que se crío en los años setenta, en los ochenta o en el dos mil. La propia comprensión de este fenómeno es fundamental para el psicólogo clínico que se dedica a este segmento, ya que él debe transmutar sus comprensiones, reglas, creencias y adaptarlas a los nuevos tiempos, como la mamá de esta historia. 1.2.5.- Capacidad para contactarse con el niño interior: Aquí hablamos de la habilidad de contacto con nuestros aspectos lúdicos y reflexivos sin la lógica adultista o la rigidez de los años. Implica la capacidad de jugar con un niño en el suelo, de disfrutar de ese juego y transmitirlo. De no avergonzarnos o incomodarnos mientras jugamos, rodamos, soñamos o nos conmovemos con un niño. De contactarnos con la energía de nuestro niño interior, con sus dificultades y frustraciones, así como con sus alegrías e intereses. Esta conexión nos lleva a realizar un acercamiento empático más genuino y cercano con el consultante, y nos ayuda a salir de las lógicas adultas que juzgan al otro. Ahora, eso no significa atender como niños, sino generar una conexión con lo propio que se pone al servicio del otro. Puedo perfectamente seguir hablando con un lenguaje adulto, pero mi interés está puesto en lo infantil. Al respecto me gustaría aclarar que a veces nuestros intentos por llegar a niños parecen forzados y ellos lo detectan, como un preadolescente que conocimos y que criticaba a su terapeuta «adulto» que hablaba como «joven». 1.2.6.- Capacidad para relacionarse con el nivel de edad que consulta: Este punto va de la mano con los anteriores y refiere a manejar el lenguaje del niño, comprendiendo los factores afectivos y del pensamiento, propios de cada edad. Por ejemplo, implica la capacidad de realizar un ejercicio reflexivo para trabajar con un preadolescente, donde este está en una época de «reseteo» que implica construir un nuevo sistema de creencias. Por ende, aquí la tarea es la capacidad de contactarse con su adolescencia, sus intereses, sus temores e incluso con su oposicionismo, su necesidad de individuación y dependencia. En estos casos, la forma de conversar y relacionarse difiere de la que ocupamos con un niño; ya no es válido el jugar, y la mayor parte de los adolescentes requieren dejar estas prácticas para hacer la diferenciación de una etapa a otra. Apoyarlo a «pensar» y «pensar- se» implica una comprensión de la relación distinta. Con un niño debo ser capaz de externalizar todo, de forma que el proceso no sea amenazante, y por otro lado, implica posicionarme en el lugar donde el infante instala su lenguaje (primero afuera para resolver fuera y luego internalizar), en tanto que el adolescente está en un proceso madurativo del pensamiento distinto y comienza a trabajar en su interior; ya no externaliza lo que piensa, requiere de tiempo para formarse ideas, revisar sus creencias y generar nuevos pensamientos acorde a las tareas propias del ciclo que atraviesa para el camino a la adultez. Este punto implica además, la capacidad para ponerme al día en materia de intereses de los jóvenes y niños: programas de televisión, series, personajes, películas, juegos, plataformas tecnológicas de comunicación y de juegos, palabras y formas de expresarse, tribus urbanas, qué se está haciendo en los colegios hoy, cuáles son las redes sociales más utilizadas, las de riesgo, la forma del tráfico de droga en este segmento, cómo celebran, qué hacen cuando se reúnen, ritos, sexualidad, hábitos, entre muchos otros. En síntesis, interesarse legítimamente por su mundo, ponerse continuamente al día, revisar sus modas, estar atentos a su cultura y tener la capacidad de preguntarles en qué están. Mientras escribíamos este capítulo, recordábamos algunas anécdotas con nuestros pacientes. He aquí una de ellas que nos parece esclarecedor para este punto: Hace un tiempo atrás la palabra «pelar», socialmente implicaba que al menos dos personas hablaban mal de otra a sus espaldas. Un día una joven en sesión me hablo de cómo se «pelaban» a un compañero, y obviamente yo asumí el significado tradicional e hice una intervención en esa línea, ella me miro raro, y todo quedo allí. Me quedé extrañada, a su vez, por su reacción, y pensé que definitivamente lo había hecho mal como terapeuta. Durante la semana tuve la oportunidad de escuchar a mis hijas hablar de «pelarse» y obviamente abrí mis orejas a lo que conversaban, y les pregunté qué era lo qué pasaba que estaban legitimando esto del «pelar». Ambas, incluyendo a mi hijo, se rieron de buena gana de mí. «Pelar» significa coquetear y mostrarse al otro, está incluido dentro del lenguaje de conquista. No me quedo otra que reírme de mi misma. A la sesión siguiente le conté esta anécdota a mi paciente, quien también se río de buena gana de mí y me explicó claramente a que se referían hoy los jóvenes con «pelar», entonces y solo entonces pude intervenir en lo que ella me estaba pidiendo. 1.2.7.- Capacidad para establecer alianza y el uso de microhabilidades: Tal y como señalamos al comienzo, la alianza es uno de los factores comunes que mayor peso sostiene para explicar la varianza del cambio en psicoterapia. Por ende, los terapeutas «deberían» verse interpelados a desarrollar estrategias para generar la alianza. Al respecto, las microhabilidades como el reflejo, el parafraseo, síntesis, entre otras, son habilidades técnicas que permiten poner en acción la atención y escucha activa; la empatía a través de un lenguaje clínico simple, y que utiliza lo que dice el consultante, su marco de referencia, sin interpretarlo. En este sentido, se corre menos riesgo de parecer poco comprensivo y atento, y con ello me aseguro de realizar acciones efectivas para el desarrollo de la alianza. Por ejemplo: Situación 1: P: No he logrado entender bien esa materia. Estoy cansado de pedirle a mi mamá que me ayude con las tareas. T: Parece que dependes mucho de tu madre. En este ejemplo el terapeuta está realizando una interpretación, considerando una hipótesis teórica de lo que le pasa al consultante. Es posible que el consultante no acepte esta hipótesis–interpretación y le rebata al terapeuta, se calle y/o sienta que no fue escuchado positivamente. Situación 2: P: No he logrado entender bien esa materia. Estoy cansado de pedirle a mi mamá que me ayude con las tareas. T: Pareciera que para ti es importante que te vaya bien con las tareas. P: Sí… por eso le pido ayuda a mi mamá. En esta segunda situación el terapeuta realiza un parafraseo, que es un tipo de reflejo que destaca o rescata lo positivo de lo que indicó el consultante, sin una hipótesis de base y sólo usando lo que este trae. Esa técnica permite que el consultante se sienta efectivamente escuchado y, por ende, aumenta y fortalece la alianza. Ahora bien, si recordamos, la alianza implica tres aspectos: vinculación, acuerdo con el sistema consultante en los objetivos-metas de la terapia, y acuerdo con el sistema consultante en cuanto a los métodos para llegar a los objetivos-metas. Por lo tanto, si tomamos esta conceptualización de alianza, el terapeuta debería desarrollar la capacidad de vincularse con el otro, establecer una relación cordial, sana, aceptadora, genuina, acogedora, y que legítimamente permita al otro sentirse escuchado y ser parte activa de su proceso terapéutico. A su vez, esto permite que el consultante pueda resistir confrontaciones o ambigüedades de su conducta-creencias-afectos, así como realizar tareas fuera de la terapia, o enfrentar situaciones que no había considerado. La formación del vínculo también puede leerse bajo la idea rogeriana asociada al desarrollo del terapeuta, el cual debe crecer en su proceso personal, y especialmente en su capacidad de aceptar incondicionalmente al cliente, lo que implica empatía con el otro. Por otra parte, se requiere la capacidad de escuchar, clarificar, ser asertivo y negociar para establecer las metas y objetivos con el sistema consultante. Esto implica ponerse al servicio del otro, ayudarlo a establecer metas claras y realistas, ajustar expectativas, aceptar los valores del otro y sobre todo «no imponer» nuestros supuestos. En el caso del trabajo en el área infantil, la alianza hay que trabajarla en distintos niveles hasta lograr cierta armonía, ya que hay que considerar los distintos motivos de consulta emitidos por el niño, sus padres, el colegio, etc., así como las distintas miradas sobre el problema que traen a terapia, o la diversidad de este. Por ejemplo, una niña que es enviada a terapia por el colegio ya que la encuentran atrevida y con problemas conductuales, en tanto que los padres más bien consideran que el tema es que es floja, y la niña no ve ningún problema y no desea asistir al psicólogo puede generar significativas dificultades para definir la alianza. Al respecto surgen varias preguntas, ¿qué trabajar?, ¿para quién trabajar?, ¿dónde está el problema?, ¿para quién es el problema?, y es aquí donde el terapeuta deberá generar alianza con todo el sistema consultante, de forma que todos cooperen para definir el problema, construir los objetivos y metas, y así conseguir una solución efectiva al problema. Si pensamos en ello, otra habilidad a desarrollar en nuestro campo es la capacidad de negociar. 1.2.8.- Negociar: Es la capacidad de establecer acuerdo y mediar entre distintas partes hacia un interés común. En este sentido se espera que podamos asumir una posición muchas veces de mediadores entre las distintas díadas del sistema. Por ejemplo, cuando un adolescente requiere salir y los padres no quieren. Cuando un niño no quiere hacer sus tareas en el colegio. En variadas ocasiones, nos encontramos con problemas que tienen que ver con puntos de vistas distintos, y que requieren de una co-construcción del sistema consultante. En este sentido, nuestro papel es facilitar el diálogo para que se lleguen a acuerdos. Los acuerdos pueden estar en función de significados, o nuevos significados de las acciones, de acciones específicas por cada parte del sistema consultante que facilitan la transición de un problema a una solución. Muchas veces ese paso ha llevado consigo la tarea de flexibilizar creencias, o de preparar un encuentro, o de asistir al colegio para redefinir el problema a su ámbito. Un caso que recordamos es sobre una joven que quería establecer una relación con su madre y su padre se oponía, ya que ella había dejado el hogar. La joven se encontraba atrapada entre lo que su papá le decía que era bueno para ella, y sus propios deseos de conocer la historia de la madre y relacionarse con ella. Al respecto, lo primero fue definir claramente que necesitaba la joven y luego generar un acercamiento al padre para preparar la conversación que tendría la joven con él cuando ella le contará que iba a ver a su mamá. En paralelo, también citamos a la madre, sin la joven para conocer su opinión y a qué estaba dispuesta. Cuando todo este terreno estuvo preparado recién se inició el encuentro formal entre la madre y la hija. El padre pidió a cambió que ciertas conductas de la niña mejoraran, ella estuvo de acuerdo y le pidió al padre que no la tratara mal después de que viera a su madre. Por ende, en cada parte debimos ponernos en su lugar, y mediar. La idea es que todo el sistema pueda salir beneficiado, aunque hay veces donde la rigidez puede afectar la negociación, y se deben tomar otras medidas. En otros casos, nos toca mediar entre discusiones de los padres, y que refieren específicamente a problemas de pareja que se descargan en el campo de batalla de los hijos. En síntesis, lo esencial es la capacidad de poner temas en la mesa, y promover un entendimiento que lleva a acciones que de alguna forma satisfaga a todos, y que se concreten de la mejor forma posible. 1.3.- LOS PRIMEROS PACIENTES Si hacemos la pregunta: ¿qué se imaginan que hace un psicólogo?, la mayoría de la gente responderá que es alguien que «atiende» a personas, relacionándolo con la atención de pacientes en una consulta. Si bien la psicología posee una serie de áreas que no necesariamente responden a la atención en consulta, el imaginario colectivo posiciona a nuestra profesión en esa simbolización. Chis- tes, afiches y cualquier representación de un psicólogo utiliza como elementos gráficos una consulta, un sillón con alguien que anota, y un sujeto recostado que dialoga. Por lo que elegir el área clínica como desarrollo profesional e imaginar que algún día se atenderá a un paciente, es absolutamente esperado. Si bien es algo que se desea fuertemente durante la formación, cuando estamos ad por- tas del momento de realizarlo, una serie de emociones se conjugan en nuestro interior: miedo, inseguridad, inquietud, incertidumbre, ansiedad, nerviosismo, curiosidad, entre otras. Queremos hacerlo, pero nos da «nervio» realizarlo, nos imaginamos el momento, pero solo pensarlo nos angustia, así entonces nos movemos en una danza ambivalente donde si bien hay un deseo, también hay una represión. Loreta Cornejo −psicoterapeuta gestáltica− en su libro Cartas a Pedro, señala que a pesar de los años de ejercicio profesional, la alegría del encuentro, el temor a fallar, el miedo a no saber o no poder, la inseguridad en las habilidades y capacidades, y el temor a no ser comprometido, a ser criticado o rechazado, están siempre presente al enfrentarse por primera vez a un nuevo paciente. (Cornejo, 2010). Cornejo señala que las emociones citadas implican estar conectado afectivamente con un ser humano que asiste a consultar por un problema que lo aqueja, el cual desea solucionar confiando en nuestra capacidad y experticia; «relatará lo que puede, responderá a lo que se le pregunta y simplemente se referirá a lo que desee», por tanto, es en ese preciso momento donde dos seres humanos intentarán ir descubriendo y descifrando los mensajes inconscientes almacenados en el aparato psíquico, dialogarán, se mirarán, reirán y enojarán, pero juntos recorrerán el camino a la clarificación. Por tanto, si un terapeuta no ama lo que hace y más aún, no ama al ser humano, su trabajo puede convertirse en algo francamente tedioso, agotador y frustrante. Ser terapeuta infantil, implica navegar por aguas desconocidas y confusas, implica entender que jugar es dialogante en sí mismo, que hay un ritmo que debe ser respetado y acompañado para que una problemática se haga consciente, que la urgencia de los padres o el colegio no pueden alterar el curso de la terapia, que todo niño posee una tendencia natural al autodesarrollo, y que la manifestación conductual es el mejor predictor de cambio, aunque muchas veces sea el «empeoramiento» de la conducta. Por tanto, si no amas a este ser humano, si no gozas con lo que haces y si no te asombras con su proceso, la labor psicoterapéutica terminará por desgastarte. Antes de continuar te queremos invitar a realizar un ejercicio: Por unos minutos queremos que cierres tus ojos y recuerdes cómo fue el encuentro con tú primer paciente. Qué sentiste, qué pensaste antes de su llegada, qué creías que podía pasar… Deja que tu recuerdo aparezca, que inunde tu sentir, y una vez que estés preparado/a, simboliza en el siguiente recuadro tu recuerdo. Si no lo has tenido aún, imagina como crees que será ese momento. Mi primer encuentro con un Paciente 1.3.1.- La llegada de nuestro paciente: Cuando un paciente llega a nuestra consulta, puede saber o no a que viene, tener claridad que algo ocurre o responder a la necesidad de otro que le indicó que sería «bueno asistir», independiente de la motivación de la asistencia. Lo que sí está claro, es que cada sujeto asiste «con un motivo de consulta» que pese a ser confuso o poco propio, indica que algo pasa. Si nos focalizamos en la infancia, este «motivo de consulta» en cuanto a claridad y genuidad, se complejiza aún más ya que son los adultos quienes deciden traer al niño. Es el adulto quien considera que algo está pasando y es necesario que un «especialista» lo vea. Frases como: «no sé qué le pasa, me lo cambiaron…», «se está portando pésimo…», «el colegio necesita un informe para ver cómo tratarlo», «no hace nada, nada lo motiva», «no tolera la frustración…», llenan nuestras consultas en las primeras reuniones. La imagen de un pequeño sentado frente a nosotros sin saber a qué viene o dónde está, no es una anécdota, lamentablemente es una realidad de una cultura adultista que invisibiliza la infancia. Asistir al psicólogo no es algo que este incorporado en el ADN de los niños. Un psicólogo es en sí mismo una figura compleja de representar. No usa delantal, pero está en una consulta, algunas personas le dicen doctor, pero no examina, por lo que es difícil para un niño poseer una imagen de este profesional antes de conocerlo. Muchas veces los padres antes de llevarlo les explican que es, y generalmente la explicación es esta: «Una persona con la que vas a conversar y le podrás contar todas tus cosas». Si uno vuelve a leer esa definición, más que clarificar complejiza y va en contra de otros aprendizajes enseñados en el transcurso de su vida. Analizaremos la explicación: «Es una persona con la que vas a conversar y le podrás contar todas tus cosas». ¿No les hemos dicho en reiteradas oportunidades: «no hables con extraños»?. ¿Cómo comprender que con este extraño sí puede hablar y no con el extraño de la plaza, por ejemplo? Luego se le dice, «le podrás contar todas tus cosas». ¿No les hemos enseñado a no publicar aspectos de su vida privada a otros desconocidos?, nuevamente nos preguntamos, ¿no somos nosotros también otro desconocido? De esta forma la explicación entregada confunde más que clarifica y peor aún, contradice otros aprendizajes. Por lo tanto, ¿qué es un psicólogo?; no es algo fácil de relatar, sino es más bien una representación que se tiene que construir a partir de una relación. Nemiroff, M y Annunziata, J (1990) crearon un libro muy útil para trabajar con niños el cual se denomina A Child`s First Book about Play Therapy. Mediante imágenes y pequeños textos van dando cuenta de quién es esta persona, demostrando que la relación que se establece es la que va generando la representación psíquica de esta figura. Y ahora que hemos hablado sobre nuestro rol, quienes somos y quien es ese niño/a para nosotros, te invitamos a reflexionar sobre ello y plasmar en estos recuadros los significados, ideas, sentimientos, imágenes que tienes de ello. ¿Que es un terapeuta para ti? Un niño para mí es... Trabajar con niños es una elección que responde a una serie de motivaciones, resonancias y explicaciones sobre qué es la infancia. Cada terapeuta antes de conocer al niño que asistirá a su consulta posee una representación de este. Si bien sólo sabe la edad y el sexo, parte de un supuesto de infancia que será el marco desde el cual mirará, acompañará y comprenderá. Este marco puede ser una tremenda herramienta de trabajo o convertirse en un punto ciego que sesgue nuestra intervención. Trabajarse como terapeuta, implica revisar nuestra historia, entender esta y tomar conciencia de cómo influye en nuestro ser terapeuta. La persona del terapeuta −que es el nombre técnico que recibe esta revisión−, es un proceso funda- mental para el ejercicio de esta profesión. Entender qué nos pasa con un caso, desde dónde respondemos, qué nos moviliza y por qué nos moviliza aquello, es algo que se trabaja de manera constante. La falta de trabajo personal lleva consigo «cegarse» frente a un caso, ser inducido por el sistema sin darse cuenta, o bien, «apasionarse» por una temática sin comprender desde donde viene esa pasión y qué buscamos reparar internamente con su presencia. En otras palabras, la falta de revisión personal puede resultar en indicaciones iatrogénicas para nuestro paciente. Otro tema central a considerar cuando se trabaja con infancia es el rol denunciante que tenemos frente a cualquier vulneración de derechos de un niño, niña y adolescente. Si bien muchas veces somos testigos de niños cuidados por sus familias, también podemos ser observadores de vulneración. Cuando hablamos de vulneración estamos respondiendo a cualquier incumplimiento de sus derechos, aprobados por las Naciones Unidas en 1989 en la Convención de los Derechos del Niño y ratificado por nuestro país en 1990. El respeto de la infancia parte por reconocer los derechos humanos de los niños, niñas y adolescentes a partir de cuatro principios fundamentales: la «no discriminación», el «interés superior del niño», su «supervivencia, desarrollo y protección», así como su «participación» en decisiones que les afecten. Chile en el año 2015 a través del Consejo Nacional de la Infancia, ha creado la política nacional de Niñez y Adolescencia, cuyo objetivo es garantizar desde el Estado los derechos universales de todos los niños del país, otorgando protección especial cuando existe vulneración (maltrato, abandono, negligencia, entre otros: www.consejoinfancia.gob.cl). 1.4.4.- Algunos puntos ciegos que nos parecen relevantes mencionar: a.- Los referidos a las variables personales del terapeuta: Características de personalidad e historia de vida: Cuando señalamos que el autoconocimiento es fundamental, no solo en función de un cliché, sino justamente porque aspectos de nuestra personalidad e historia pueden sesgarnos ante la historia y problemas de un otro. Dentro de las características a revisar en uno mismo se encuentran el grado de narcisismo, displicencia, egocentrismo, timidez, tendencias marcadas a internalizar o externalizar los fracasos y éxitos, la sobreexigencia y nuestras necesidades personales de agradar. La historia de vida implica momentos particulares que hemos vivido que pueden no estar resueltos y que cuando los vemos en nuestros pacientes nos inmovilizan, perdemos maniobrabilidad dentro del setting terapéutico, ya que comenzamos a tener reacciones emocionales que pueden llevarnos a alejarnos y no tocar lo que realmente es importante por defensa personal para no abrir nuestros procesos, a castigar al paciente por algo que nos hicieron, a no tener respuesta y bloquearnos porque no sabemos cómo afrontar ese tema en particular. Por ejemplo, si mis padres cuando pequeño me golpearon, lo más probable es que me pasen muchas cosas personales cuando reciba a un sistema consultante con esta temática, y puede que vea que le va mal en el colegio pero no la violencia, aunque sea evidente. Si cuando adolescente me traicionaron, y aún no lo supero, es posible que vea a un paciente que es infiel con su pareja como «malo», y en vez de ayudarlo con sus problemáticas vuelva una y otra vez a aquello que «a mi» me causa conflicto. Lo central de este tipo de reflexión personal es reconocer mis falencias, y derivar, en caso oportuno, o trabajarlas antes que me sucedan o cuando están ocurriendo, de forma de no perder el centro de la terapia para el otro. Muchas veces, a los terapeutas que parten, les cuesta reconocer estos puntos ciegos y cuando se los muestran se sienten amenazados y criticados. Todos tenemos puntos ciegos y sesgos personales, la cuestión es dejarse ver por un tercero que nos ayude en este proceso. Somos personas, la psicología no nos vuelve omnipotentes. Creencias: En la línea de lo anterior, existen creencias que tomamos como verdades absolutas, y estas hacen que cuan- do miramos la historia y las creencias del otro en terapia, anulemos síntomas, quejas, procesos, o aspectos relevantes que el sistema consultante desea poner en sesión y que son importantes para salir adelante en aquello que lo ha llevado a terapia. Por ello, una recomendación es evaluar de dónde salen «mis creencias», «desde dónde fueron construidas» y colocarlas como eso, como creencias y no verdades absolutas. Una de las cosas maravillosas que pasan en esta profesión −escuchando tantas historias y conociendo tantos modos de ser y estar en el mundo−, es que los absolutos se relativizan. A veces, pensamos que esa persona, ese padre o ese niño debería comportarse de «tal modo», que la solución a su problema «es esa» y no otra, ya sea porque así me lo enseñaron, lo aprendí o lo creo; la cuestión es quién dice «que debe ser así». Ponerse en esa posición implica muchas veces forzar la terapia, o hacer que el cliente decline o nos frustre porque no avanza y no considera nuestras opciones. La cuestión es nuevamente «quién dice que se deben tomar nuestras creencias y opciones como la mejor para el consultante». Falta de experiencia: A veces la falta de experiencia la compensamos con creencias y prejuicios. En tales casos es preferible consultar por la experiencia del consultante y usar esa experiencia a favor de la terapia. Si bien pasar por ciertas situaciones nos ayudan a una mejor comprensión empática o cognitiva de la situación del consultante, nosotros no somos el consultante, y solo él/ella sabe lo que es estar en su lugar. El punto ciego se forma cuando queremos usar la experiencia que no tenemos para explicar lo que le pasa al otro e intervenir en sus procesos de cambio. Sin duda las resistencias y los puntos muertos saldrán a flote porque no estamos mirando al consultante. Lo mismo, si queremos atribuir la explicación en función de lo que conocemos, y que no necesariamente es lo que conoce o le pasa al consultante. b.- Los referidos al mal uso de técnicas: Muchas veces aplicar técnicas a destiempo, hacen que rápidamente entremos a un punto muerto. El uso de técnicas a destiempo surge de la falta de visión del proceso y del consultante, de la falta de comprensión diagnóstica. Aquí pesan las creencias, nuestras características de personalidad, y a veces no supervisar o hacerlo inadecuadamente, minimizando lo que nos puede aportar la supervisión. 1.4.5.- Actividades para ayudarnos a superar nuestros puntos ciegos y avanzar en psicoterapia: Tres aspectos centrales para mantenerse constantemente atento a las posibilidades de desarrollar puntos ciegos y muertos en terapia y poder minimizarlos para que no aparezcan y, sobre todo, cuando aparecen, poder enfrentarlos de una manera responsable, hacen referencia al trabajo personal de desarrollo, o como Roger diría: El trabajo con la persona del terapeuta, por una parte; y por otra, la máxima de los psicólogos: supervisarse. Un tercer punto recomen- dable es: no trabajes solo, «trabaja en equipo» cada vez que puedas. a.- Para aumentar el desarrollo personal: Psicoterapia: Cada vez que pueda realícese un proceso terapéutico. Cada cierto tiempo es bueno volver a ser paciente, y revisar nuestros temas personales. Este proceso nos ayuda a diferenciar lo propio de lo del consultante, nos ayuda a ampliar la mirada, a bajar nuestras angustias y reconocer nuestras necesidades. Nos permite aprender sobre lo desconocido, lo que no vemos de nosotros y lo que un terapeuta puede reflejarnos. Y, sobre todo, nos ayuda a trabajar con nuestros problemas, traumas, trastornos e historia de vida que están interfiriendo en nuestro ser terapeuta. Autoconocimiento constante: Refiere a participar de toda actividad donde tengamos la posibilidad de ampliar nuestra mirada, nuestro conocimiento, aumentar la experiencia de sí mismo y hacerlo crecer. Pueden ser talleres, charlas, experiencias espirituales, artísticas, en fin, todo aquello que nos haga sentido en el camino de crecer como seres humanos. Lectura: Ya lo hemos señalado antes. Solo reforzamos en esta parte, ya que la lectura es la oportunidad de vivir múltiples mundos y por ende, amplía nuestra empatía así como nuestra forma de reconocer y de resolver problemas. Actividades grupales: Participa en todo lo que sea de carácter grupal, esto ayuda a verse reflejado en otros. El feedback que nos dan en estas instancias suele ser de gran enriquecimiento personal y una oportunidad única para ver cómo nos ven. b.- Supervisarse: El proceso de supervisión tanto en la formación como luego de estar titulados, es una tarea básica ética con nosotros y el sistema consultante. Debido a nuestra estructuralidad, por mucho que trabajemos en nuestro desarrollo personal siempre necesitamos de otro(s) que nos den retroalimentación respecto de cómo nos ven. Esta información es complementaria. Además, la supervisión es un proceso de resguardo para el terapeuta y el cliente. En supervisión grupal, es más fácil ver lo que no vemos ya que hay muchas cabezas pensando, es el momento en que se entrena el trabajo del equipo clínico. c.- Trabajo en equipo: Refiere justamente a compartir puntos de vista y ayudarnos con nuestros sesgos personales. Esta es una tendencia de los psicólogos, pues reconocen efectivamente que varias cabezas pueden aportar más a la reflexión de un caso. 1.5.- Historia de vida y la sincronía con ser terapeuta infantil Los casos que se van trabajando durante la psicoterapia, no sólo son procesos para quienes lo vivencian, sino que implican una serie de movilizaciones para el terapeuta, específicamente cuando las temáticas que se tratan tienen estrecha sintonía con nuestra vida. Ser psicoterapeuta no es algo casual, la elección responde a una historia de vida que conduce a querer profesionalizar algo que ha resultado una habilidad innata, producto de las vivencias que se han tenido. Poder escuchar a los demás de manera activa, empática y asertiva, implica un entrenamiento que no sólo se desarrolla en la formación profesional, sino que es sin lugar a dudas una habilidad que se ha ido gestando a lo largo de nuestra vida. Quizás fuimos el primer hijo y esto implicó un nivel de exigencia mayor por parte de nuestros padres, desarrollando en nosotros un nivel de «lectura» mayor hacia los demás. O bien, fuimos el hijo del medio y tuvimos que generar estrategias de resolución para diferenciarnos y visibilizarnos dentro del sistema. Si recordamos al psicoterapeuta austriaco Alfred Adler, este planteaba que el orden de nacimiento de una persona era uno de los factores más importantes en la vida de esta, siendo el lugar que ocuparía uno de los mejores predictores de la clase de persona que podría llegar a ser. No es casual que «el síndrome del hijo del medio» se convierta en un diagnóstico popular entendido por todos. Nuestro desarrollo de personalidad no responde exclusivamente al lugar de la fratría que tenemos; las dinámicas relacionales, los mandatos familiares, las características temperamentales y las relaciones sociales serán elementos que con el paso de los años irán lentamente desarrollando a este «psicólogo amateur». El que nos pasen cosas con nuestros pacientes no es casual, que el primer paciente sea justo el que removió un tema central en nuestra vida no es magia. La «sincronía de la vida» responde a un proceso contratransferencial que tenemos que identificar, reconocer y trabajar. Hacernos preguntas en la línea: ¿qué quieren decir las emociones que estoy experimentando con determinado miembro del sistema familiar?, ¿cómo esto que estoy sintiendo resuena en mí?, ¿por qué me estoy movilizando de esta forma?, permite mirarnos a través de nuestros pacientes con el propósito de diferenciar su proceso del nuestro. Esta separación que desde la lectura suena fácil y claramente divisoria, es bastante compleja, pudiendo convertirse incluso en un punto ciego de la terapia. La presencia de inducción del sistema o el establecimiento de alianza con alguno de los miembros, puede ser una clara señal de ello. Durante algunos años, mientras cursaba un proceso de formación en terapia sistémica, me encontré trabajando en co-terapia con una colega en un caso bastante complejo que requería supervisiones frecuentes. Nuestro paciente era un niño de ocho años, el cual había llegado a consultar por serios problemas conductuales en casa y colegio. Sus padres muy molestos con esta situación habían intentado distintas formas de resolver este problema, pero sentían que se les «iba de las manos». Estaban realmente molestos con el niño, los episodios de malos tratos ya eran frecuentes, el padre −un trabajador de la construcción−, refería que le había sacado la «cresta» en varias oportunidades. La última golpiza habría sido cuando llegó del colegio con nuevas anotaciones señalando, «me tiene harto, no sé qué hacer, le damos todo, pero no hace caso… Creo que la única solución es internarlo». El padre de nuestro paciente había sido internado a los nueve años por sus padres viviendo gran parte de su infancia y adolescencia en dicho lugar. Si bien la razón que él mencionaba respecto a su internación, eran dificultades económicas familiares. Desde su relato −pese a ser realizado con un tono golpeado y justificando dicha medida−, se desprendía soledad y tristeza cada vez que lo mencionaba: «Mis papás no tenían otra alternativa, éramos muchos y yo no era un santo… Fue lo mejor… Fue duro… pero me formó carácter…». La madre por su parte −una mujer que siempre fue dueña de casa−, escuchaba de manera silenciosa las palabras del padre para referirse y explicar el comportamiento de su hijo, sin manifestar una actitud activa o protectora hacia él. Si bien los golpes que este propiciaba al niño respondían a medidas desesperadas de control, eran efectuados con la mano y apuntaban más bien a manotazos, salvo en dos ocasiones en los que le pegó con la correa: «nunca lo he dejado sangrando… A mí sí que me pegaban… Es que no sé qué hacer…». Las sesiones avanzaban, pero los problemas conductuales se iban acrecentando, mientras más trabajo con los padres en la línea de la funcionalidad parental se hacían, más dificultades conductuales aparecían. Se había tomado contacto con el colegio, se estaba trabajando con el paciente de manera individual, pero nada lograba indicar signos de avances, sino más bien, cada vez cobraba más sentido la hipótesis de ser este comportamiento un sacrificio mantenedor de la homeostasis del sistema. Ya habían pasado cinco meses de psicoterapia, hasta que un día la madre del paciente nos pide una sesión para ella sola; se sienta, y luego de un largo silencio comienza a relatar un episodio que provoca un giro en 180º en el caso: «… Yo le fui infiel a mi marido… mi hijo menor no es hijo de él… Nadie sabe de esto… El niño nunca lo sabrá… su padre es mi marido y punto». Esta develación se convierte en una pieza central del caso, ya que constantemente nos preguntábamos, ¿cómo el padre no lograba empatizar con su hijo pese a haber vivido una historia similar?, ¿cómo la madre no hacía nada para protegerlo pese a relatar que sufría con lo que sucedía?, ¿cómo se lograba mantener tan pasiva frente a la situación de golpes teniendo conciencia del sufrimiento del hijo? Estas preguntas nos rondaban una y otra vez sin conseguir la respuesta, no obstante, posterior a la develación, logramos comprender que el silencio de la madre era un acto de culpa y temor permanente frente a su adulterio: «Él me dijo que nunca me iba a abandonar, pero que no le hablara nunca más… Me dijo que dudaba si el mayor era realmente su hijo, pero iba a hacer como que nada había pasado… Por más que le he jurado que es su hijo, siempre está la duda presente…». Analizando la situación del padre logramos comprender que la ambivalencia en el cuidado, y el «rechazo hacia sus hijos pese a sacrificarse constantemente por ellos», respondía a un fuerte temor de que no fueran propios. La culpa, vergüenza y frustración que esto le provocaba, lo invadía en cada momento dejándolo actuar desde la rabia como emoción protectora y distanciadora. Estos sentimientos al no poder ser explicitados, dialogados e integrados lo hacían permanecer en un círculo vicioso del cual no podía salir, actuando desde la rabia hacia el exterior, pero movido por una profunda tristeza y decepción en su interior. En las reuniones de supervisión y antes de conocer este secreto, la figura del padre resonaba con mucha fuerza en mí. Para mi colega quien en ese momento trabajaba en una OPD, el padre le generaba mucha rabia por su falta de empatía y manera de resolver los problemas, sin embargo, a mí me conmovía, me daba pena, me generaba ganas de cuidarlo y no podía enojarme con él. Algo resonaba en mí, sabía que esos sentimientos eran parte de mi historia, ya que en conversaciones con el equipo clínico la rabia hacia el padre era la primera emoción que surgía. El conocer y trabajar la persona del terapeuta es una tremenda herramienta de trabajo clínico, por lo tanto, en una de las supervisiones con el equipo, comenzamos a trabajar desde ahí. Si bien yo no había vivido situaciones de malos tratos o internación como el padre del paciente, la dificultad para expresar la tristeza pese a sentirla, me resonaba profundamente. Mi familia de origen se ha caracterizado por ser un sistema muy unido y «fuerte», mis padres nos criaron bajo el mandato de «enfrentar siempre los problemas», y destaco el «siempre», porque ese adverbio de tiempo será la clave de la resonancia. Enfrentar los problemas siempre, nos movilizaba a estar permanentemente atentas, dispuestas y listas para enfrentar lo que viniese. Podíamos pedir ayuda, podíamos contar con un otro sin dificultad, pero lo central era enfrentar y no abatirse por la adversidad, éramos una familia de guerreros, cada uno daba la pelea por sus causas, pero también nos uníamos fuertemente por las causas del otro. Desde esta lógica relacional, las emociones negativas, rabia, pena, temor, debían ser procesadas rápidamente para sacar desde ellas la fuerza para luchar con lo que fuese; «no había tiempo para deprimirse». Un silencio se apoderó de mi… silencio en la sala de supervisión, mis ojos quedaron fijos en un punto de la sala, no había tiempo para deprimirse… Ese era el gran fantasma, el gran temor familiar, no había tiempo para deprimirse. En la familia de mi madre mi abuelo sufrió de episodios depresivos importantes, y por parte de mi padre, nuevamente mi abuelo, luego del fallecimiento de un hijo, permaneció en un estado depresivo del cual refiere mi abuela nunca se recuperó. Por tanto, mis padres desde su infancia convivieron con esta patología experimentando lo compleja que es cuando no es tratada oportunamente. Imágenes empezaron a pasar velozmente por mi mente, una sensación de claridad me inundó, y luego de un momento que yo denomino «trance»; la mirada cómplice con mi supervisora valió más que mil palabras. Deprimirse era un fantasma que rondaba en mis padres, el no saber qué hacer con ello y el temor de los alcances que ello podía tener, hizo que ambos lucharan fuertemente por evitar conectarse con emociones que pudiesen acercarse a esta vivencia. La crianza de mi hermana y mía se centró en enseñarnos a ser responsables, cumplidoras, permitir el desarrollo de un «carácter fuerte», poder confiar en ellos y darnos mucho cariño, pero no tocar mucho los temas tristes, era mejor no vivirlos, nunca se me ha olvidado la razón por la cual no tuvimos mascotas en la infancia. Mi madre siempre nos decía frente a la demanda de una mascota: «no quiero que sufran cuando muera, por eso prefiero que no tengamos animales». El dolor detrás de una fachada de fortaleza me resulta muy fácil de leer, empatizar con esto sin desmoronar al que lo vivencia, o sin dejarlo al descubierto explícitamente, me hace construir una alianza cómplice la cual contiene, acompaña y por sobre todo no exige resolución, sino más bien genera un espacio seguro donde el conectarse afectivamente no implica deprimirse o mostrar debilidad, sino más bien implica fortalecer la lucha, sacando fuerzas desde el origen. Comprender que la tristeza es la emoción más genuina que podemos sentir, que la expresión de ella no es sinónimo de debilidad, sino más bien señal de introspección y descubrimiento de otras emociones asociadas que nos paralizan o angustian, como es el caso de la vergüenza, la frustración, el temor, es reivindicarla poniéndola en un lugar de nacimiento y no de muerte. Escribiendo estas líneas me doy cuenta de que es desde ese lugar donde nace mi fuerza terapéutica, donde el dolor de un niño no visto por un adulto es para mí el faro que guiará nuestro caminar, donde la rabia expresada en el problema conductual que lo hace consultar no es más que el oleaje de una tormenta que nos señala que algo sucede, siendo la ola una señal de alerta que nos invita a pensar, «¿qué nos quiere decir con su aparición?». Herramientas diagnósticas y herramientas terapéuticas Pruebas gráficas y Terapia de Juego Índice de Contenidos 01. Introducción a la clase 02. El Juego en la terapia con niñxs 03. El dibujo de la familia, técnicas gráficas,. 04. Caso Terapia de juego Schaefer, psicólogo y terapeuta infantil y Fundador de la Asociación para la terapia de juego, define el juego como una principal herramienta terapéutica que ayuda a lxs niñxs a: Expresar emociones y resolver problemas Facilita la comunicación y el desarrollo emocional Este autor concibe el juego como el lenguaje funadamental del niño Importancia de un ambiente seguro y de apoyo Rol del terapeuta como facilitador ¿El juego es terapia ? La Asociación para la Terapia de juego la definió como “ el uso sistemático de un modelo teórico para establecer un proceso interpersonal en que terapeutas capacitados utilizan los poderes terapéuticos del juego para ayudar a los clientes a prevenir o resolver dificultades psicosociales y a alcanzar un crecimiento y desarrollo óptimos”. La práctica del juego tiene orígen en 1909 con Sigmund Freud, quien propone la idea del juego terapéutico. Anna Freud 1946 trabaja con niñxs y releva la idea de la alianza terapéutica. Terapia de juego…… Melanie Klein 1955, señala el juego como una importante herramienta para trabajar con niños. Ella comienza el trabajo con niños más pequeños que anteriores psicoanalistas. Cuarto de juego y materiales sugeridos Se organizan según la orientación teórica de la persona del terapeuta. Formas de juego, familiar o individual Diseño y determinación de juguetes según rangos etarios. Creatividad Schaefer describe los factores terapéuticos del juego : Autoexpresión Solución creativa de problemas Acceso al inconsciente Fantasía de compensación Enseñanza directa e indirecta Prueba de realidad Abreacción ( aliviar estrés) Ensayo conductual Inoculación estrés Construcción del rapport Contracondicionamiento del afecto Terapia de juego normativa negativo: ansiedad y relajación no existen al Investigación futura. mismo tiempo Catarsis Afecto positivo Sublimación Apego y mejora en la relación Juicio moral Empatía Aspectos importantes de abordar … poder y control Competencia y autocontrol Establecimiento de límites Sentido de sí mismo Inclusión de padres y cuidadores Desarrollo acelerado Etapas del juego : Construcción del rapport, trabajo y terminación Winnicott (1971) afirmó que el juego es un reflejo de la capacidad del niño para ocupar un espacio entre la realidad psíquica y la externa en que el niño ocupa elementos dominios. El dibujo del niño expresión de su inteligencia y su afectividad. El dibujo como expresión de su inteligencia. actualmente como screening cognitivo) Como test de personalidad Proyección y simbolismo ( mentalización) En modelo psicoanalítico el dibujo reemplaza a la asociación libre, el juego es el lenguaje del niño. ¿Por qué dibujan los niños? Modo de Expresión. Permite conocer su estado emocional, vivencias, alegrías y tristezas. Sirve para comunicarse con otros. Desarrolla el nivel de creatividad En inherente al desarrollo. Modo de expresión Emociones comunicación Creatividad El niño que se le olvidó dibujar Dibujo de la FAMILIA “Dibuja una familia”, Mi familia? Como tu quieras , puede ser tu familia u otra que conozcas. Dibujo de la FAMILIA ¿Qué se observa? Plano Gráfico Fuerza del trazo : Fuerte, débil Amplitud: Expansión vital, extroversión – Trazos cortos: Inhibición, tendencia a ensimismarse. Ritmo: espontaneidad Sector de la página Plano Estrctuiral Emociones Relaciones Sector de la página Dibujo de la FAMILIA ¿Qué se observa? Plano del Contenido Figura primordial Aparición / desaparición de personajes Tamaños Distancia El juego en terapia ▶ La terapia desde el juego, propone una alternativa lúdica, poco invasiva y motivadora para aproximarse al “problema” que trae el niño o niña. Con estrategias simples y alegres que impliquen juegos, descripciones de superhéroes, villanos, personajes de cuentos, magia, música, juego simbólico, artes expresivas, etc. Se invita al niño a poder expresarse sin culpa y conocer sus recursos desde donde es el mayor experto: EN JUGAR. Explorando emociones Sensibilidad emocional. Cambio de Paradigma Patrones antiguos de crianza V/S Crianza respetuosa Lo que tú ves Lo que un niño/a ve Creatividad ▶ La creatividad del terapeuta, es un componente clave para poder dar curso a una terapia desde la práctica narrativa, ya que invita a crear nuevas formas y estrategias no estandarizadas para abordar el proceso terapéutico, desde el conocimiento de la particularidad de cada caso, de cada niño o niña que tengan en frente, quien tiene sus características personales, que pueden ayudar a que una técnica funcione con uno y con otros no, por lo que es relevante la flexibilidad y la creación constante. Desde la creatividad: ▶ Cuentos ▶ Dibujos ▶ Títeres, marionetas ▶ Juego lúdico ▶ Artes expresivas Cuento Colectivo: ▶ Crear un cuento entre paciente y terapeuta ▶ - Externalización ▶ - Exploración ▶ - Indagar en antecedents relevantes ▶ etc. 04. Caso Clínico: La hora del Juego. MOTIVO DE CONSULTA Facundo es traído por sus padres, Fernanda y Joaquín, ambos ingenieros de profesión, debido a que Facundo durante el último período del kínder, tuvo dificultades de conducta. Esta situación motiva a la familia a consultar. ANTECEDENTES RELEVANTES (pt.1) Facundo vive con sus padres y su hermano menor de 4 años. El cuidado parental es ejercido por los padres y comparten este espacio con los abuelos maternos, quienes tiene funciones cotidianas en la vida de Facundo. El paciente se encuentra en intervención de psicóloga clínica desde el mes de octubre del año 2023 a la fecha. Facundo se encuentra en psicoterapia dual, neurológica por diagnóstico de TDAH. Con farmacodinamia asociada. Facundo llega derivado del centro de alto potencial cognitivo debido a que posee un perfil neuropsicológico con rendimientos que se encuentran por sobre lo esperado para su edad cronológica. ANTECEDENTES RELEVANTES (pt.2) Facundo se ha adecuado bastante bien al contexto terapéutico, sigue instrucciones, juega respetando turno, es muy inquieto en cuanto al conocimiento. Durante el mes de enero se realizan sesiones semanales. Impresionó la buena respuesta que tuvo con la farmacodinamia asignada. Se realizan coordinaciones con médicos tratantes. El inicio del año escolar impacta a Facundo, surgiendo características negativistas, desafiantes y conductas disruptivas. En terapia le ha costado muchísimo hablar de este tema, evade las preguntas donde tenga que conectarse emocionalmente. TÉCNICAS APLICADAS Entrevista Clínica a Facundo y sus padres. Hora del Juego Diagnóstica. ANÁLISIS DE LA INFORMACIÓN OBTENIDA 1. En cuanto a entrevista clínica con los padres. Se debe considerar que la anamnesis se realizó con anterioridad. No existen antecedentes mórbidos, accidentes, o situaciones complejas. Es el primer hijo de ambos padres. Luego de una relación de pareja de tres años. Esperado por toda la familia. Durante los primeros años de Facundo el padre es trasladado al norte y tiene una jornada extensa fuera del hogar. A los 2 años de Facundo nace Luciano durante la pandemia. A esta sesión asisten ambos padres, muy preocupados por la situación actual de su hijo Facundo. Señalan que con hijo de 4 años Luciano, ellos no tienen dificultades. Al consultar por cuáles serían esas dificultades principalmente, la madre refiere: “Facundo es tan intenso, siempre ha sido así, en la noche dormimos todos juntos, él tiene que estar encima de mí, además del más pequeño, pero todos nos ubicamos de tal manera que Facundo duerma bien”. T: ¿Han intentado algo para poder mejorar las condiciones de sueño de la familia? M: En eso estamos, pero cuesta un montón. Facundo quiere todo ahora, ¡todo ya!, si no es así, comienza a ofuscarse y puede llorar mucho rato, a veces se comienza a golpear. T: ¿Cómo logran responder ante esas situaciones? M: Tratamos que se calme, nunca lo retamos, nos gusta el buen trato y que él se sienta respetado. Nos cuesta ese límite, entre poner límites y no ser castigadores. T : ¿Y usted Joaquín qué opina? P: A mí me da pena, me pone nervioso, no quiero que él sufra y lo pase mal. M: Nosotros pensábamos que íbamos bien en la crianza, no utilizan pantallas, tienen rutina, horarios de dormir y bueno… Me asusta que sus compañeros lo cataloguen de malo, de agresivo y que él sufra. Luego de contener a los padres y poder conversar con ellos la finalidad de la terapia, les preguntó acerca de sus infancias, para conocer sus familias de origen. Joaquín señala ser de una familia clásica, muy sociable, de hecho, señala que su madre debe anotar en su agenda con tiempo el día que acompañará a alguno de sus nietos a alguna cita o evento. Señala que sus padres eran de crianza típica, del “si te gusta, bien, y si no te gusta, bien”, del castigo y de temor reverencial hacia el padre. Fernanda señala que su familia era muy unida, que prefería estar con ellos que ir a algún panorama con sus amigos. Señala que todo era fluido, con mucho amor y respeto. Le costó separarse de sus padres, quienes si bien la retaban y ponían reglas, eran cariñosos en sus formas y muy presentes en sus actividades, apoyándolos en sus problemas. Hoy en día los abuelos maternos son parte de la dinámica de crianza de Facundo y Luciano. Señalan que llevan mucho tiempo con la problemática escolar, por lo que decidieron en un primer momento desescolarizar (a finales de kínder), pensando que había temas de madurez. Sin embargo, cada día este tema iba avanzando y las disrupciones de Facundo se hicieron extensibles a otros contextos como el fútbol, juegos con otrxs niñxs, etc. Durante esta sesión, los padres estaban muy ansiosos de contar con mucho detalle y acontecimiento, iban haciendo consultas, se notaba que habían leído algunas características de Facundo para poder comprender lo que ocurría. El padre se ve ansioso y padeciendo la situación actual. Durante la sesión refiere estar con crisis de ansiedad por temas laborales, por lo que actualmente estaría con teletrabajo. Se encuentra en tratamiento por este tema. 2. En cuanto a las sesiones de juego diagnóstico: PRIMERA SESIÓN DE JUEGO: Facundo se muestra inquieto desde el ingreso a sesión. Camina por el box con las manos en los bolsillos. Impresión de baja estatura en comparación a otrxs niñxs de su misma edad. Se ve delgado, su ropa manchada con tierra y sus manos también. Conversa poco, me señala que quiere ir al baño. Llamó al abuelo quien lo acompaña en esta sesión. Luego del baño, le pido que dibuje, se niega, señala que no le gusta. Le pregunto si quiere jugar, me señala que no quiere. Le pregunto qué le gustaría hacer, me señala que se quiere ir. Lo pregunto si quiere conocer el patio de donde se encuentra la consulta. Vamos y le muestro donde hay un panal, así que no podemos pasar para ese lugar porque podemos ser picados por abejas. Este tema le gusta y me pregunta muchos detalles. Me pregunta si otro día puede volver a ver el lugar. Le señalo que sí pero que también me gustaría que pudiese jugar un rato para poder conocerlo mejor, accede. Elige un juego de pelotas y con propulsor plástico pequeño. Él elige un color de pelotitas, me asigna el otro color, tomo un propulsor y me da el otro. Me dice juguemos. Comenzamos a lanzar y a encestar. Comienza a ver que las distintas cestas tienen distintos puntajes y por tanto quiere competir conmigo para ver quien saca más puntos. Cada vez que encestaba, me decía, “te fijaste”, “te fijaste”. Luego de un rato y de muchos lanzamientos (y de buscar las pelotas esparcidas por todo el box), él participó activamente para ordenar. Luego eligió la caja de animales y la caja de dinosaurios. En todo momento me involucró, armó la granja, y sacó los dinosaurios. Comenzó a inquietarse y me señala que quiere terminar. Estando bien la hora, terminamos la sesión y le felicito por jugar. Al irse, mira el patio y dice “chao abejitas”. Me despido del abuelo, un hombre de edad mayor muy amable y cariñoso con Facundo. SEGUNDA SESIÓN DE JUEGO: Facundo llega, corriendo y me dice hoy “te ganaré con los lanzamientos”. Le pregunto “¿cómo está? , ¿cómo ha estado en estos días?”. Evade responder, saca las cestas, las pelotas y comienza a lanzar. Me invita a lanzar. Insisto en preguntar, me pide guardar juego de las cestas. Comienza a mirar la caja de juegos, saca todo lo que está dentro, de a varios juguetes, deteniéndose en los que le gustaban. Le gustó un superhéroe, unos autos, abrió caja de los muñecos de la familia, los miró, cerró. Luego guardó todo, sin iniciar una dinámica de juego con ningún objeto. Le gusta un ajedrez que está en la mesa, me señala que sabe jugar, y señala: F: Antes de armar voy a ir al baño. T: Te espero. F: Volví, juguemos, ¿tú sabes que te ganaré, cierto? T: Veamos cómo jugamos. Facundo arma el tablero, y hace movimientos buenos, está un rato jugando y comienza a cambiar las reglas o cada vez que logra acertar con sus jugadas me mira sonriendo. Se mueve, se inquieta y luego decide que quiere irse, que está cansado. Antes de irse va a mirar el patio y pregunta por las abejas. Se despiden junto al abuelo y se van conversando del panal, que pareciera ser todo un tema para Facundo. Fundamentos Con s tr u ctivis tas Ap licad os a la Clín ica In fan to-J u ve n il. Ps. Claudia Aguilera Ramírez Ps. Karina Muñoz Concha Nicole Jara Gas María Victoria González Ín d ice Lo Pe r s on al y 01 Consideraciones Con textu ales. 04 Lo Nar r ativo ¿Qu é es el en foq u e Au tor es claves d e la Ter ap ia 02 evolu tivo en Ps icoter ap ia I-J ?: La 05 Con s tr u ctivis ta y p r in cip ales Ap or tes. ter ap ia Con s tr u ctiv is ta- Evolu tiva, Ob jetivos y ¿Cóm o es el Pr oces o Metas. 06 Ps icoter ap éu tico?: Pr oces o Activo d e Con s tr u cción d e Sign ificad os. Ep is tem ología 03 Con s tr u ctiv is ta, Con cep tos Evolu tivos 07 ¿Cóm o acce d e m os a los s ign ificad os e n la Ps icote r ap ia Con s tr u ctivis ta In fan to- y Teor ías Gu ía. J u ve n il?: As p e ctos Evolu tivos. Ín d ice Proceso de Diágnostico: 08 A) An ális is d e l De s ar r ollo Ps icológico e n NNA: De s ar r ollo Cogn itivo, Afe ctivo, Social, Mor al e Id e n tid ad Pe r s on al. B) As p e ctos Ps icop atológicos. Pas os p ar a la in te r ve n ción , Tip os d e In te r ve n ción y 09 Tip os d e Focos (In d ivid u al, Gr u p al, Fam iliar , Es colar , Social). As p ectos Fu n d am en tales d e la Ter ap ia Con s tr u ctivis ta: 10 Or gan ización d e Id en tid ad 1) Un id ad d el Sí m is m o. 2) In tegr ación d el Sí Mis m o. 3) In tegr ación con Otr os. Consideraciones Contextuales ¿Qué es el enfoque evolutivo en Psicoterapia Constructivista I -J?: Se sigue el curso del desarrollo natural de los NNA, siendo esencialmente activos en su proceso de desarrollo y psicoterapia. De ahí se fomenta el diálogo, el debate, la exploración de la realidad y la relación del significado para el sí mismo. Postulados Principales NNA como sujeto activo y Psicoterapia como Espacio constructor de su realidad, que seguro para este descubrimiento sólo accedemos por y facilitador de nuevos marcos medio del sentido y para alcanzar equilibrios con significado que le da. el medio y adaptación. Constructivismo Evolutivo en “Capacidad para iniciar nuevos Terapia como construcción procesos en el mundo tanto en el Activa del conocimiento en ámbito de las relaciones con las cosas un proceso evolutivo y social. con las personas”. Objetivos de la Psicoterapia Evolutiva -Constructivista "La m eta d e la p s icoter ap ia evolu tiva es el d es ar r ollo h u m an o, en el s en tid o d e cam bio, tr an s for m ación , cr eativid ad y evolu ción.” "Una nueva forma de conciencia, una ampliación del vivenciar, en un proceso dialéctico, en el cual las significaciones evolucionan con la persona en la situación terapéutica". "Las dificultades que las personas encuentran en su camino de reconocimiento de sí mismos y de los otros, así como la integración de su identidad en el mundo social, puede llevar a dificultades en la organización de su personalidad, en el sentido que se van construyendo relaciones de significado de sí mismas y de la realidad que no facilitan el movimiento del desarrollo hacia nuevas etapas y nuevos equilibrios, pudiendo dar lugar a desequilibrios o detenciones en el desarrollo, que dificultan la adaptación al medio.” Objetivos de Ob je tivos d e Cam b io d e Cam b io d e Pr im e r Or d e n Se gu n d o Or d e n Buscar nuevas "Cambio significado alternativas de Relación del Sí mismo significar la realidad. con el mundo Nuevas formas de (identidad) para acción y de diálogo. alcanzar una Nuevas formas de autonomía solidaria". Narrativas. Nuevas formas de Entender la Solidaridad: La persona sólo puede realizar su ser a partir del reconocimiento del sí mismo y del otro, a través de la acción en la esfera de la pluralidad humana; un compromiso del nosotros (lo relacional). Psicoterapia Constructivista -Evolu tiva Com o p r oce s o Con d iálogo Ter ap eu ta com o d ialógico Tr an s for m ad or bas e s egu r a Entrega un marco que Orientado a la Permite mediante el diálogo, facilita la reconstrucción de construir y renovar construcción de la significados significados, abriéndose en identidad personal anteriores y a la el proceso de un mundo de como un proceso creación de nuevos posibilidades y opciones activo. significados en el personales: logro de un marco de la sentido de sí mismo posibilidad de integrado a través de la libertad. autonomía y solidaridad. Teoría de Teoría de Procesos Terapia Estructural Constructos de Cambio de de Guidano Personales de Kelly Mahoney. Conceptos Consideración Epistemología Evolutivos: Aspectos Especial: Centrarse en Constructivista: tomados desde la cada Etapa de Desarrollo del Basada en el Psicología del NNA para las Paradigma Desarrollo y la Intervenciones Clínicas. Piagetiano. Psicopatología. Aspectos Aspectos Aspectos Filosóficos: Sentido Evolutivos: Psicológicos: de Conocer la Adaptación Identidad Realidad Lo Personal y Lo Narrativo La Identidad La Identidad Personal Narrativa Proceso de construcción La acción y la narración ante activo de la estructura otros acerca de nuestra personal, que da un sentido identidad personal. de mismidad y continuidad en el tiempo, permitiendo el reconocimiento personal y Identidad según Hannah Arendt: el de otrxs. Destaca la acción humana y la narrativa como el elemento central que permite a la persona descubrir su identidad. Es a través de las historias contadas (relatos) como el protagonista de las acciones-quién las realiza-se identifica, se reconoce y recibe una identidad narrativa. Au tor es Im p or tan tes y s u s Ap or tes Erickson (1994) Br u n e r (19 9 1) Ricoe u r (19 9 6 ) El proceso de formación de Consideración del niñx como un Toda autobiografía es, primero que identidad está siempre actor social, que juega y habla con todo, una narrativa de una vida y cambiando y desarrollándose otrxs, que aprende mediante las como cualquier trabajo narrativo como un proceso de interacciones con otros, es selectivo, y como tal, diferenciación progresiva, adquiriendo un marco de inevitablemente sesgado. cada más inclusivo de lo referencia para interpretar las Una autobiografía, social, a medida que el experiencias y aprende a finalmente, descansa en la individuo se hace consciente incorporar los significados en identidad, de ahí la ausencia de del amplio grupo de figuras forma congruente con las distancia entre el personaje significativas que le rodean: demandas culturales, dando principal en la narrativa que es uno sentido narrativo al mundo, mismo y el narrador que dice "Yo" de la figura materna hasta la destacando las personas y las y escribe en primer persona humanidad. acciones. singular. Interpretaciones intersubjetivas. 3 Ele m e n tos Bás icos d e la Ps icote r ap ia Con s tr u ctivis ta Narrativa (Ricoeur) Autobiografía, identidad. ¿Quién Soy? Y ¿Cómo soy? Acción (Ar en d t) Diálogo Desarrollo de la responsabilidad por el Espacio de reflexión entorno a la sí mismo y por el otro en las acciones. identidad ética, facilitar la ¿Quién soy yo para que puedas contar interpretación de la autonomía personal conmigo? en un marco solidario. ¿Por qué debo actuar según las reglas? ¿sobre cuáles? ¿Cómo es el Proceso Psicoterapéutico?: Elementos Base para el Trabajo Psicoterapéutico. Teorías de la Metodología Epistemología Teorías Terapia Terapéutica - Paradigma Psicológicas Piagetiano con -Desviaciones de Focos de Intervención aportes de Desarrollo Cambios y (Individual, Grupal, Bruner. Psicológico y de Estabilidades: Familiar, Escolar, - Teorías organización de la Psicopatología Social). cognoscitivas personalidad Evolutiva. dinámicas: Tipo de Intervención (conjunto organizado -Enfoque cambios como Psicoterapéutica a de la vida psíquica) Fenomenológico: discontinuos. realizar. Buen Diagnóstico. ¿Cómo es el Proceso Psicoterapéutico?: Proceso Activo de Construcción de Significados. Métodos y Técnicas Dentro de la ¿Qué se sesión: interviene? ¿Cómo Terapéuticas intervenimos? Preguntarse: ¿Cuál -Análisis de aspectos es el Problema?, evolutivos, -Definición del Foco de Se seleccionan según intervención ¿Por qué psicopatológicos y estructura personal (individual, intervenir?: clínicos. del NNA: familiar, educacional, Constructivismo -Diagnóstico: grupal). 1. Edad evolutivo y Formulación de -Fases, 2. Contextos construcción de metas y procedimientos, 3. Niveles de identidad/ objetivos métodos y técnicas. representación de la autonomía. terapéuticos. realidad. ¿Cómo accedemos a estos significados en Psicoterapia I -J? Siempre tener en cuenta consideraciones evolutivas Preescolares (3 -5 años) Escolares Adolescentes (6-7 años) (8-10 años) 01 Proceso de Diagn ós tico Aspectos Evolutivos Análisis del Desarrollo Psicológico De s ar r ollo Cogn itivo Percepción de la realidad: visión de mundo, visión de sí y visión del 01 futuro. Sentido y significado. 02 Comprensión, pensamiento, conceptualización, memoria. 03 Capacidad de Iniciativa. 04 Resolución y enfrentamiento de problemas: Reflexivo, impulsivo, u otros. Análisis del Desarrollo Psicológico De s ar r ollo Afe ctivo 01 Identificación y diferenciación de emociones. 02 Necesidades, intereses y motivaciones. 03 Empatía y culpa. Expresión de Emociones (rabia, pena, temor, alegría, tristeza, 04 ansiedad). Control de impulsos: autocontrol. Capacidad de inhibir conductas, 05 capacidad de tolerar frustraciones y límites impuestos por el ambiente. Análisis del Desarrollo Psicológico De s ar r ollo Social 01 Toma de perspectiva: punto de vista del otro. 02 Relaciones Interpersonales 03 Comunicación: capacidad de escuchar y responder. Análisis del Desarrollo Psicológico De s ar r ollo Mor al 01 Conocer normas y reglas sociales. Clarificar y jerarquizar conceptos de respeto, responsabilidad y 02 justicia. 03 Sistema de creencias y valores personales. Análisis del Desarrollo Psicológico Id e n tid ad Pe r s on al Unidad del Sí mismo: Reconocimiento del sí mismo, con diferenciación 01 psicológica, corporal y sexual en relación a los demás. Integración del Sí Mismo: Integración de experiencias del pasado, presente 02 y proyección del futuro, dando un sentido de continuidad al sí mismo. Integración con los otros: Búsqueda de alternativas de acción, diálogo y de 03 reconocimiento desde otros. Establecimiento de relaciones con otros en forma interdependientes y con autonomía personal. 02 Proceso de Diagn ós tico Aspectos Psicopatológicos As p ectos Ps icop atológicos Análisis de Síntomas 1. Intrapsíquicos. 2. Conductuales. 3. Somáticos 4. Desarrollo cognitivo, del lenguaje, psicomotriz. Or gan ización d e Pe r s on alid ad : Desequilibrio en la organización de personalidad que implica: 1. Rigidización de las estructuras psíquicas. 2. Falta de objetividad en la visión de sí y de la realidad. 3. Excesivo descontrol o control de emociones e impulsos. 4. Dependencia y falta de autonomía. 5. Dificultad en la cooperación y reciprocidad en las relaciones. 6. Identidad no diferenciada ni integrada o desorganizada. Pasos de la In ter ve n ción Tip os d e In te r ve n ción Psicoeducativa: Desarrollo de habilidades 1. Socialización con padres: A. Estilos de crianza protectores, con diálogo y acuerdos. B. Fomentar autonomía. C. Evitar estilos sobreprotectores, autoritarios, permisivos. Recordar los tipos de foco de D. Evitar castigos (físicos, verbales, críticas) y premios, intervención: reemplazándolos por consecuencias naturales individual, grupal, (afectivas y relacionales). familiar, social, 2. Resolución de problemas: escolar, etc. A. Comprensión del problema. B. Análisis de alternativas de conductas. C. Análisis de consecuencias en uno y en los otros. Tip os d e In te r ve n ción De cr is is y/o ap oyo: Dañ o-Op or tu n id ad A. Fortalecer desarrollo y recursos personales, junto al autocontrol. B. Desarrollar seguridad y confianza en sí mismo, y la fuerza de voluntad para lograr metas. C. Remover situaciones externas de estrés. D. Enseñar métodos de relajación, para disminuir ansiedad. E. Búsqueda de opciones y resolución de problemas. F. Cambio de hábitos y estilos de vida. Reconstructiva: Metas del Desarrollo A. Conductual: Desarrollo de habilidades, aprendizaje de conductas. B. Psicoanalítico: Comprensión del origen de la problemática. Lograr ajuste personal e integración social. C. Humanista: Autorrealización, integración personal. D. Cognitivo: Modificación de creencias y afectos asociados al problema. E. Constructivista: Desarrollo de la identidad personal y cambio de significados asociados a los problemas. ¿Y qué tipo de intervención es la Terapia Con s tr u ctivis ta e n I-J ?: Or gan ización d e la Id e n tid ad. Unidad del Sí Integración de los Mismo: Integración del Sí Otros: - Diferenciación -Construcción de Mismo: psicológica: vínculos afectivos -Integrar diferentes Reconocimiento de sí seguros. experiencias vitales mismo. -Búsqueda de en forma coherente. -Desarrollo de alternativas de -Desarrollo de la autoestima. reconocimiento fuerza de voluntad -Reconocer y entre los otros, a para realizar expresar emociones. través de las acciones hacia -Reconocer la realización de metas personales. capacidad de actividades y de iniciativa. diálogos. En Resumen… Debemos de tener una comprensión del desarrollo psicológico normal, de las desviaciones de la normalidad y de la psicopatología evolutiva; junto con la comprensión de las variables del ambiente familiar, escolar y social, y la significación del problema en los diferentes ámbitos. Entonces, como psicoterapeutas infanto- juveniles debemos de… Intervenir para la facilitación del desarrollo humano del NNA. Equilibrio Externo e Interno Facilitar el proceso de cambio, de transformación y de búsqueda del sentido de proyecto vital del NNA y su Mayor bienestar familia. psíquico Generar diferentes estrategias y Mejor adaptación al técnicas en base a la etapa evolutiva medio (acción, palabra e imágenes). Construir un Espacio Relacional de Contención Afectiva para el NNA. Gracias p or s u aten ción ! CREDITS: This presentation template was created by Slidesgo, including icons by Flaticon, and infographics & images by Freepik El Ejercicio Clinico del Psicoterapeuta I.J. PSI 374-2 Prof.: Psi. Claudia Aguilera Prof.: Karina Muñoz Ayudantes: Nicole Jara/ Maria Victoria Gonzalez 2024 Esc. Psi PUCV Descripción: Recogiendo años de experiencia clínica y académica en la formación de psicólogos, las autoras lograron crear una guía práctica, vivencial y experiencial del trabajo psicoterapéutico con niños. Por medio de ejemplos, responden las interrogantes que surgen en un clínico al momento de trabajar con infantes e invitan al lector a reflexionar sobre los diferentes momentos de la Psicoterapia, iniciando un viaje conjunto, que va desde el ingreso del niño a la sala de terapia hasta el momento del cierre, en el alta psicoterapéutica. Ser terapeuta infantil implica conocer y entender no solo el funcionamiento del niño consultante, sino también de los distintos subsistemas que lo rodean. La familia, el colegio y los amigos, son sistemas vitales en el desarrollo de este, los cuales no podemos obviar en nuestra comprensión, trabajo y reflexión. Son sus redes, su mundo, y desde ahí se hacen parte fundamental de nuestro trabajo. Ser terapeuta infantil implica un largo camino de aprendizajes, reflexiones y experiencias que te llevan a entender y visualizar la infancia desde otra perspectiva. Ser terapeuta infantil no es solo una profesión, es un actuar coherente con nuestra vida. Cada enfoque psicológico ha sido un aporte para entender a los niños: La mirada sistémica ha permitido entender el diálogo entre los distintos subsistemas. Las teorías del apego nos ha permitido comprender la importancia de las relaciones tempranas. El enfoque humanista, creer que cada sujeto tiende al autodesarrollo. El enfoque cognitivo, comprender la importancia del refuerzo y las ideas irracionales. Ser terapeuta infantil no es solo aprender técnicas para trabajar con niños, es aprender a trabajar con el niño, y para ellos, es seguirlo y confiar que este seguimiento es en sí mismo terapéutico, es reconocer que por pequeño que sea, posee una tendencia innata al autodesarrollo, pero por, sobre todo, un terapeuta infantil debe poder sorprenderse cada día con un niño, admirar su creatividad y potenciar su autoestima. El desarrollo de las habilidades terapéuticas: El logro del cambio en psicoterapia está en función de diversas variables que han sido estudiadas en el transcurso de los últimos años: Alianza Terapéutica Variables del Terapeuta Variables del Consultante. Variables de la Relación terapéutica El desarrollo de las habilidades terapéuticas: Nos parece que la formación del psicólogo clínico debe trabajar ampliando su conocimiento teórico y técnico, potenciar la persona del terapeuta

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