Trastornos de la Personalidad PDF
Document Details
Uploaded by AffirmativeSanJose
Auxiliar de Psiquiatría
Tags
Summary
Este documento describe diferentes tipos de trastornos de la personalidad, sus características y cómo se clasifican. Analiza las características de los sujetos con personalidad anormal, y explica la diferencia entre una personalidad normal y una personalidad anormal. Señala la relación entre los trastornos de la personalidad y los tipos neuróticos y psicóticos, y ofrece ejemplos de trastornos de personalidad en distintos grupos.
Full Transcript
LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 97 UNIDAD DIDÁCTICA 3 Los Trastornos de la Personalidad 1. OBJETIVOS Los objetivos que se pretenden alcanzar en esta unidad di- dáctica son los siguientes: Cono...
LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 97 UNIDAD DIDÁCTICA 3 Los Trastornos de la Personalidad 1. OBJETIVOS Los objetivos que se pretenden alcanzar en esta unidad di- dáctica son los siguientes: Conocer los grupos de clasificación de los distintos trastornos de la personalidad. Conocer las características de los distintos trastornos y aprender a tratar a los individuos que los padecen. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 98 2. CONCEPTOS AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 99 3. LOS TRASTORNOS DE LA PERSONALIDAD Y SU CLASIFICACIÓN En esta unidad didáctica vamos a estudiar los trastornos de personalidad, sus características y qué los hace tan su- mamente problemáticos para las personas que los sufren. Recordemos qué diferencia hay entre personalidad normal y anormal: muchas veces el límite es difuso, las diferencias no están claras. Esto se debe a que, lo que hace anormal a una personalidad, no es que tenga unas características distintas a la normal, sino que tiene «superdesarrolladas» o «subdesa- rrolladas» ciertas características que, en su justa medida, son normales. Por ejemplo, una persona con un buen concepto de sí misma, una buena autoestima, tiene una personalidad normal, pero una persona con un concepto demasiado bueno de sí misma tendrá un trastorno de la personalidad, en este caso «narcisista». Los sujetos con personalidad normal poseen cierto grado de flexibilidad que les permite enfrentarse a las dificultades de Los trastornos de perso- la vida. Tienen cierto poder de adaptación, pueden cambiar nalidad son esquemas continuados de conducta sus esquemas cuando es necesario, y así evitar problemas. inflexible o inadaptada. Pero otras personas se topan siempre con los mismos muros. Viven encerradas en moldes rígidos e inflexibles (que son los trastornos de personalidad) y eso les lleva a tener experiencias traumáticas, aburridas, huecas o tristes, durante toda la vida. Los trastornos de personalidad son esquemas continua- dos de conducta inflexible o inadaptada, que se mani- fiestan desde la adolescencia. Si no se los trata, duran toda la vida, aunque tienden a disminuir de intensidad en la edad adulta media y en la avanzada. Además, ciertos trastornos de la personalidad crean una propensión a manifestar otras AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 100 enfermedades mentales y médicas, tales como depresión, problemas sexuales, adicción a las drogas, etc. Un diez por ciento de la población general sufre trastornos de la personalidad. La frecuencia en zonas urbanas es mayor que en las rurales, y, dentro de los grupos socioeconómicos, los más bajos son los más afectados. Afectan por igual a hombres y a mujeres, aunque ciertos trastornos son más frecuentes en un sexo que en el otro. Las personas con estos trastornos tienen una manera de ser y de comportarse que les produce un profundo sufrimiento, y también a quienes conviven con ellos. Por lo general, esos individuos no reconocen que la repetición de sus esquemas de conducta empeora su situación en gran medida. La diferencia entre un buen y un mal funcionamiento en una persona (entre un estilo de personalidad y un trastorno) es sólo una cuestión de grado. Cuando los rasgos de la per- sonalidad son inflexibles, no se adaptan adecuadamente y provocan importantes problemas o un sufrimiento subjetivo, sólo entonces constituyen trastornos de la personalidad. ¿Qué relación hay entre los trastornos de la personalidad y la personalidad neurótica y psicótica que hemos visto ante- riormente?. Como podrás observar, hay trastornos con marcados rasgos neuróticos o psicóticos. Por ejemplo, hemos visto que una de las características de una personalidad neurótica es el cambio brusco y desmedido del estado de ánimo. Pues bien, en los trastornos «histriónico» y «límite» estos cambios se dan muy a menudo. El trastorno «obsesivo-compulsivo» se caracteriza AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 101 por la obsesión en los pequeños detalles y la rigidez, rasgo que también podemos identificar como neurótico. Los sujetos con personalidad «esquizotípica» tienen ideas raras o extra- vagantes, cosa que nos muestra una personalidad psicótica. Podríamos seguir dando ejemplos, pero creemos que ya ha quedado claro lo que queremos decir: en cada trastorno de la personalidad hallamos características típicas de persona- lidades neuróticas o psicóticas. Los trastornos están clasificados en diez tipos. Se pueden agrupar en tres grandes grupos, ya que aunque son distin- tos entre ellos, poseen ciertas características similares. Estos grupos son: GRUPO A: sujetos raros o excéntricos. Trastorno paranoide. Trastorno esquizoide. Trastorno esquizotípico. GRUPO B: sujetos dramáticos, emotivos o inestables. Trastorno antisocial. Trastorno límite. Trastorno histriónico. Trastorno narcisista. GRUPO C: sujetos ansiosos o temerosos. Trastorno evasivo. Trastorno dependiente. Trastorno obsesivo-compulsivo. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 102 4. GRUPO A: SUJETOS RAROS O EXCÉNTRICOS Realizaremos la clasificación de este grupo en función de una serie de trastornos. 4.1. TRASTORNO PARANOIDE El trastorno paranoide es el primero que estudiaremos. En los siguientes apartados trataremos todos los aspectos rela- cionados con este trastorno. 4.1.1. Definición Los paranoides esperan lo peor de los demás. Son aprensivos, suspicaces, inflexibles, porfiadores y están plenamente convencidos de tener siempre la razón. Viven en guardia contra un mundo hostil, donde siempre ocurren, o están a punto de ocurrirles, cosas malas. Describimos este trastorno como una tendencia general e injustificada, que comienza a manifestarse a principios de la edad adulta y en varias situaciones, a interpretar los actos de las personas como deliberadamente denigrantes o amenazadores. Por ejemplo: El individuo supone, sin suficientes razones, que los demás le traicionarán o le harán daño. Duda, sin justificación, de la lealtad u honorabilidad de sus amigos y colegas. Interpreta comentarios o hechos benignos como si llevaran un significado oculto y amenazante; por ejemplo, supone que el vecino saca temprano la basura sólo para molestarle. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 103 Guarda rencores. No olvida nunca un insulto o me- nosprecio. Es reacio a hacer confidencias a otras personas por miedo a que dicha información sea usada luego en su contra. Tiene tendencia a sentirse ofendido o humillado y reacciona enseguida con enojo, o bien contraataca. Pone en tela de juicio, sin motivo, la fidelidad de su cónyuge o compañero sexual. Es importante señalar que hay trastornos mentales como El trastorno paranoide se define como una tendencia la «esquizofrenia» o el «trastorno delirante» que cumplen a interpretar los actos de las personas como delibera- también con estas características. Pero ello no quiere decir damente denigrantes o que sean lo mismo. Que una persona tenga un trastorno de amenazadores. la personalidad paranoide, no significa que padezca ninguna de estas enfermedades, aunque en algunas ocasiones sufren las dos (trastorno de personalidad y trastorno mental). 4.1.2. Enemigos A los hombres y mujeres que padecen este trastorno les consume la desconfianza. Creen que otras personas tienen la intención de hacerles daño, o por lo menos de defraudarles. Pueden tener una conducta hostil, porfiada, hipersensible ante el menor desaire, defensiva, beligerante, fría, envidiosa, rígida, discutidora, rasgos todos que le sirven para no tener que acercarse demasiado a los demás. No bajan nunca la guardia para no tener que confiar en alguien, por miedo a que la otra persona se aproveche de su debilidad. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 104 Por fuerza, sus relaciones son borrascosas, tanto en el trabajo como en la vida privada. Aunque su inteligencia, a menudo superior, su viveza y ambición pueden traerles éxito en el terreno laboral, también es cierto que tienen problemas con los jefes y los compañeros de trabajo. La envidia que sienten por las figuras de autoridad se pone de manifiesto en su be- ligerancia, y a veces en sus intentos por congraciarse y caer bien. En cualquiera de los dos casos, se sienten incómodos con las personas de mayor rango o jerarquía. Sólo pueden mantener una relación con personas a las que no consideran una amenaza. George, un director de escuela secundaria, aseguraba que su único amigo era el portero de la escuela, con quien podía pasarlo bien. Aunque los que sufren un trastorno grave de la personalidad a veces no se casan, otros se buscan compañeros sumisos y dependientes. 4.1.3. Es culpa tuya La mayoría de quienes padecen este trastorno no dejan en- trever a nadie sus sentimientos íntimos. Y cuidan mucho cómo se muestran ante los demás. En consecuencia, cuantos conviven con ellos quizá no sospechen la magnitud de sus recelos y desconfianzas. Viven rastreando el mundo que les rodea en busca de confir- mación de todas las dudas que les producen las personas. Y siempre encuentran lo que buscan, a menudo porque ellos mismos lo provocan. Si un paranoide está seguro de que al- guien no le va a ser fiel, expresará tantas veces sus sospechas, que al final hará exclamar al otro: -¡Voy a salir con otros! ¡Esto ya no lo aguanto más!. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 105 -Ya ves –reaccionará el paranoide-. ¡Sabía que no podía con- fiar en ti!. El paranoide nunca se equivoca. Las cosas son siempre cul- pa del otro o de la mala suerte. Cuando Robert perdió una venta importante, volvió a su casa y le echó la culpa a su mujer. Según él, si ella no se hubiera peleado tanto con él, no habría estado tenso durante las negociaciones. Cuando ella le pidió el divorcio, Robert le echó la culpa al destino por haberle jugado una mala pasada. El individuo que padece este trastorno suele magnificar la más mínima descortesía que se tenga con él y luego de- mandar al responsable. Muchos paranoides amenazan con iniciar juicios y a menudo lo cumplen. El hecho de que consideren que nunca se equivocan, que nunca abrigan malas intenciones ni son débiles, demuestra lo que es su vida interior. Se sienten tan mal, indefensos, culpables, débiles y acosados por tentaciones e impulsos indignos, que se ven en la necesidad de ver en las otras per- sonas todo lo negativo que sienten sobre sí mismos, con el fin de proteger su frágil autoestima. Detectan hasta los más mínimos puntos débiles de los demás y luego los desprecian por eso, porque ellos mismos se sienten débiles. Aunque culpan a los demás por hacer imposible que se les tenga confianza, repelen a todo el mundo, quizá porque interiormente anhelan ser dependientes y tienen miedo de que eso sea su ruina. Deben mantener su autonomía para poder sobrevivir. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 106 No se atreven a dudar de sí mismos. En cambio, dudan de los demás, o creen que los demás dudan de ellos. Por ejemplo, cuando Robert perdió la venta, quedó convencido de que su jefe pensaba las peores cosas sobre él. «Se lo noto en la cara», decía. En realidad, el jefe había tratado de convencerle de que a ningún vendedor se le concretan todas las posibili- dades de venta. Lo que Robert veía en la cara de su jefe, era probablemente lo que él mismo vivía como fracaso. Al igual que los narcisistas, estas personas son extremada- mente egocéntricas. La superioridad que sienten, su severa moralidad y su eterno deseo de castigar, unidos a la certeza de que quienes se muestran en desacuerdo con ellos están equivocados y la firmeza de sus determinaciones, los convier- te en personajes atractivos para ciertos grupos de personas débiles. Algunos, por ejemplo, pueden terminar como jefes de cultos religiosos. 4.1.4. Cómo tratar al paranoide Al paranoide hay que amarlo por entero. Cualquier crítica o desagrado que le manifiestes le ofenderá enormemente, e ingresarás en la larga lista de personas que le han causado perjuicios. Para conservar la armonía, da un paso atrás. No trates de convencerlo de que no debe sentir tal o cual sospecha porque, de lo contrario, pasarás a ser uno de los conspiradores. Evita enfrentarte a él y trata de no darle motivos de discusión. Si esa persona es importante para ti, procura que busque ayuda terapéutica. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 107 4.1.5. Un caso real: trabajo útil Un hombre, de 85 años de edad, es visto por un asistente social de un centro para personas de la tercera edad con el objetivo de evaluar sus necesidades sanitarias y las de su mujer, postrada en cama. Aparentemente, se trata de un individuo en perfecto estado de salud, sin muestras de de- terioro del pensamiento o de la memoria. Últimamente, ha estado cuidando a su mujer, aunque finalmente han podido convencerle de que solicitara ayuda ya que ésta cada vez está peor, y él, por su edad, ya no dispone de las fuerzas y energías de antes. Se logra confeccionar la historia mediante las aportaciones del propio sujeto y las de su hija. Nunca se ha sometido a tratamiento psiquiátrico, y de hecho siempre se ha consi- derado a sí mismo «inmune a los problemas psicológicos» y una persona dada a actuar en base a juicios «racionales». Tuvo una carrera moderadamente exitosa como abogado y hombre de negocios. Ha estado casado durante 60 años, y su mujer es la única persona a la que ha expresado sentimientos de ternura, y se trata probablemente de la única en quien ha confiado. Siempre ha sido un hombre extremadamente cauteloso a la hora de revelar algo de sí mismo a los demás, asumiendo que de esta forma es imposible que traten de aprovecharse de él. Rechaza las ofertas de ayuda indiscuti- blemente sinceras de sus amistades, ya que sospecha de sus verdaderos motivos. Nunca revela su identidad por teléfono sin preguntar antes de qué negocio se trata. A lo largo de su vida han existido numerosas situaciones en las que ha desplegado una suspicacia exagerada, en ocasiones rayando AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 108 lo delirante (por ejemplo, almacenar cartas de un cliente en una caja de seguridad secreta de forma que pudiera utilizarlas como prueba en caso de que éste intentara demandarle por mala administración de sus acciones). Siempre se ha dedicado al «trabajo útil», y dice que nunca tiene tiempo para actividades lúdicas, incluso durante los 20 años que lleva retirado. Dedica muchas horas repasando y controlando sus inversiones en bolsa, y ha cambiado de agente en diversas ocasiones al interpretar pequeños errores en los estados de cuentas mensuales como pruebas evidentes del intento del agente de encubrir tratos fraudulentos. Este hombre muestra una desconfianza y suspicacia persis- tentes e injustificadas hacia los demás. Supone que va a resultar estafado o decepcionado (por ejem- plo, asume que los demás quieren aprovecharse de él; antes de revelar su identidad por teléfono se asegura de quién le está llamando). Ve amenazas escondidas en acontecimientos totalmente benignos. Cuestiona la lealtad o el grado en que puede confiar en los demás (su mujer es la única persona en quien ha confiado toda su vida). Se muestra reacio a confiar en los demás (siem- pre ha sido extremadamente cauteloso a la hora de revelar algo de sí mismo). Estos rasgos, de toda la vida, caracterizan el trastorno paranoide de la personalidad. 4.2. TRASTORNO ESQUIZOIDE El segundo tipo de trastorno dentro del grupo «A» es el esquizoide. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 109 4.2.1. Definición Emocionalmente, y a menudo físicamente, los esquizoides están aislados de la gente. No se sienten particularmente felices ni tristes, y construyen su vida de modo tal que se protegen de toda relación íntima humana. Se describe este trastorno como un patrón general de indife- rencia por las relaciones sociales y un campo restringido de experiencia y expresión emocional que comienza a manifestarse a principios de la edad adulta y se presenta en varios contextos. Sus principales características son: La persona no desea ni disfruta ninguna relación estrecha, ni siquiera de formar parte de una familia. Casi siempre elige actividades solitarias. Muy rara vez da la impresión de experimentar emo- ciones intensas tales como la ira y la alegría. Manifiesta muy pocos deseos, o ninguno, de tener experiencias sexuales con otra persona. El trastorno esquizoide se Es indiferente a la aprobación o a la crítica de los define como un patrón general de indiferencia demás. por las relaciones sociales y un campo restringido de No tiene amistades íntimas (o sólo una), excepto los experiencia y expresión emocional. miembros de su familia. Demuestra tendencias reprimidas; por ejemplo, se mantiene distante y frío; rara vez retribuye gestos o expresiones faciales tales como una sonrisa o un gesto de asentimiento. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 110 4.2.2. La ciudad amurallada Para los demás, los que padecen este trastorno son impe- netrables. Habitan en una «ciudad amurallada» dentro de sí mismos, muy lejos de los demás mortales. No son antisocia- les (un ser antisocial es aquél que no siente la necesidad de regirse a las normas sociales y no le preocupa hacer daño o manipular a los demás), son asociales, pues no quieren tener nada que ver con nadie. Aun quienes sufren la forma leve del trastorno, que aparentan ser medianamente sociables, cuando se hace el intento de conocerlos a fondo se descubre que son pasivos, huecos o simplemente indiferentes. Algunos pueden orientarse hacia los cultos religiosos, en los cuales las relaciones entre los fieles están sumamente estructuradas; allí desarrollan algo similar a las relaciones interpersonales, al tiempo que se las ingenian para evitar el vínculo estrecho. Los de rasgos esquizoides más agudos, en ocasiones, pueden llegar a vivir solos toda su existencia adulta, recluidos en una única habitación, sin el menor con- tacto con amigos, ni siquiera con familiares. Todos los días van al trabajo (donde pueden llegar a ser muy productivos si se les permite el aislamiento) sin compartir un momento de afecto con nadie, salvo, en ciertos casos, con algún animalito doméstico. A veces prefieren vivir en la calle. Sin embargo, los esquizoides no carecen de vida interior. Dentro de esos muros donde no permiten la entrada a na- die, pueden tener una vida rica en fantasías, pero ningún sentimiento. Por dentro y por fuera, los esquizoides son emocionalmente inamovibles: nada les conmueve, nada los emociona, nada los enoja ni les da alegría. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 111 4.2.3. Cómo tratar a los esquizoides Cualquier persona (ya sea un sacerdote, un colega o un familiar) que pueda tender una mano al esquizoide, de una manera amistosa, tolerante y respetuosa, le ayudará a mejo- rar su calidad de vida. No hay que dejarse impresionar por la aparente indiferencia de esos seres para con los sentimien- tos del otro, ni tampoco forzarles a colaborar con quien los ayuda. Es preciso demostrarles amistad e interés, y mantener una distancia adecuada. 4.2.4. Un caso real: lavar antes de usar Un hombre de 41 años de edad fue enviado a un centro de salud mental para entrar en un programa para mejorar sus habilidades sociales (para aprender a relacionarse mejor con los demás). Había sido siempre una persona solitaria, sin amigos de verdad, y pasaba muchas horas preocupado por- que sus pensamientos hostiles contra su hermano llegaran a perjudicarle. Previamente, había trabajado como oficinista en el servicio del cuerpo de funcionarios del estado, pero había perdido su empleo a causa de las faltas de asistencia y de su bajo rendimiento. En la entrevista, el enfermo se muestra distante y algo re- celoso. Describió de manera muy detallada sus actividades diarias. Explicó, asimismo, que en una ocasión pasó una hora y media en unos almacenes para decidir qué tipo de pescado tenía que comprar, y refería las ventajas de esa conducta. Durante dos días estudió las instrucciones de lavado de su nuevo pantalón tejano («Lavar antes de usar», ¿significa que los pantalones tienen que lavarse antes de usarse, en cada ocasión?). AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 112 No consideraba las preocupaciones de este tipo como inúti- les, aunque reconocía que la cantidad de tiempo empleado en pensar en ello quizá era excesivo. Cuando le preguntamos sobre sus finanzas, podía recitar de memoria el estado actual de sus cuentas mensualmente, incluyendo la cantidad de cada cheque y el saldo después de firmar cada recibo. Conocía el saldo diario y, en algu- na ocasión, llegaba a sentirse ansioso si se planteaba la posibilidad de que algún cheque o depósito hubiese sido realmente liquidado. Le preguntó al especialista si, al empezar el programa para mejorar las habilidades sociales, se necesitaría participar en terapia de grupo. Comunicó que los grupos le ponían muy nervioso porque pensaba que si revelaba demasiada información, como, por ejemplo, la cantidad de dinero que tenía en el banco, los demás podían obtener algún tipo de ventaja para su propio provecho. Los comportamientos que nos demuestran que este tipo posee un trastorno de la personalidad son: la ausencia de amigos y confidentes, el pensamiento mágico (como pensar que sus malos pensamientos puedan causar algún daño a su hermano), el afecto restringido (se le observa como «dis- tante» durante la entrevista), el hecho de aportar detalles muy elaborados y a menudo irrelevantes (como el estado de sus cuentas) y la ansiedad que siente ante el hecho de estar con otras personas, que no es debida a un miedo lógico o posible, sino a que «los demás puedan obtener algún tipo de ventaja para su propio provecho»; este tipo de miedo no tiene razón de ser, es ilógico en esta situación. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 113 4.3. TRASTORNO ESQUIZOTÍPICO Quienes sufren este incapacitador trastorno de la personali- dad no viven en el mismo mundo que el resto de los morta- les. Experimentan muy poco placer, no encuentran la forma de establecer relaciones sociales y pierden los límites de su propia identidad. 4.3.1. Definición Describimos este trastorno como un patrón general de dé- ficits en las relaciones interpersonales y peculiaridades de ideas, apariencia y conducta que comienza a manifestarse a principios de la edad adulta y se presenta en una variedad de contextos, como por ejemplo: Tienen ideas de referencia. Piensan que las otras personas hablan de ellos, que conspiran contra ellos. Experimentan un malestar extremo en situaciones sociales en las que participan personas desconocidas. Creencias extrañas o pensamientos mágicos que in- fluyen sobre la conducta y no son coherentes con las normas culturales; por ejemplo, sentir afición por las supersticiones, creer en la clarividencia, la telepatía, el «sexto sentido», en que «otros pueden percibir mis sentimientos», etc. Experiencias de percepción atípicas; por ejemplo, presentir la presencia de una fuerza o de una persona que no está físicamente presente («...Tuve la sensa- ción de que mi madre muerta me acompañaba en la habitación»). AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 114 Conducta o apariencia excéntrica, fuera de lo normal. Se visten de modo raro y hacen movimientos pecu- liares. Ausencia de amigos o confidentes íntimos (o uno sólo), que no sean de la familia inmediata. Peculiar manera de hablar; por ejemplo, un lenguaje pobre, impreciso o inadecuadamente abstracto. El trastorno esquizotípico se define como un patrón Costumbres poco apropiadas o reprimidas; por ejem- general de déficits en las relaciones interpersonales plo, no intercambiar gestos o expresiones faciales y peculiaridades de ideas, apariencia y conducta. tales como las sonrisas o gestos de asentimiento. 4.3.2. Otro mundo Los hombres y mujeres que sufren el trastorno esquizotípico se hallan distanciados del mundo de los demás. Sin embar- go, tampoco tienen un interior coherente que los gratifique. Por fuera son personas tímidas, reservadas, aisladas. Se visten de manera extraña, y a menudo parecen mendigos. Cuan- do conversan, no son capaces de comunicarse de manera efectiva pues se pierden en un mar de datos irrelevantes e ideas imprecisas, no utilizan o no responden a los gestos convencionales como podrían ser las sonrisas o las señales de asentimiento, y sus emociones son inadecuadas para cada situación. En una palabra, no logran conectar con otras personas y, cuando tienen que enfrentarse con extraños, su ansiedad puede llegar a ser extrema. Por lo general, prefieren estar solos. No crean vínculos de amistad estrecha, pero su vida interior tampoco les ofrece demasiadas gratificaciones. Así, el esquizotípico a menudo se siente irreal, perdido. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 115 También necesitan creer que poseen poderes extraordina- rios o sobrenaturales para que su identidad empobrecida y vacía tenga algún sentido en este mundo. Por eso, a menudo imaginan que si comen determinada sustancia se volverán inmunes a las desgracias, que son capaces de pre- decir el futuro y de comunicarse con los muertos y que, si piensan en algo, seguramente sucederá. Esa creencia en sus poderes especiales les confiere un aire de superioridad que no siempre es agradable. No es raro en ellos, suponer que los demás advierten sus oscuros sentimientos interiores, que sus enojos pueden provocar daño a alguien y, al igual que el paranoide, que los demás le persiguen. 4.3.3. Cómo tratar a los esquizotípicos Los esquizotípicos establecen muy pocas relaciones (o nin- guna), salvo quizá con algunos miembros de la familia. Si crees que algún familiar tuyo padece este trastorno, aliéntalo para que busque ayuda profesional. Procura que no se haga en todo dependiente de ti. Estas personas pueden aprender a cuidarse solas. También podría ser muy beneficiosa para todos la terapia familiar. 4.3.4 Un caso real: la tortuga Harry Los que poseen rasgos esquizotípicos leves subsisten en- cerrándose en sí mismos laboral y socialmente. Los casos extremos, debido a sus ideas y su conducta, padecen graves impedimentos. Es probable que no sean capaces de tener un empleo fijo ni comunicarse en lo más mínimo con las demás personas, como se verá en el siguiente caso. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 116 El señor «L» llega por primera vez al consultorio del psiquia- tra, a los treinta y seis años, acompañado por la madre, que solicita que lo «arreglen». Se trata de un hombre bajo y gordo, que lleva una camiseta a rayas y mono de carpintero. El atuendo, así como también el pelo abundante y despeina- do y la mirada perdida, le dan un aspecto de niño grande. Cuando el señor «L» entra en el despacho del profesional, parece azorado y se desploma en un sillón que hay en un rincón, como si se contentara con que le dejaran quedarse ahí, sin molestarle. La historia (relatada principalmente por la madre) revela que toda la vida padeció este tipo de inercia. El señor «L» nació en una lejana zona rural, cuando la madre tenía apenas quince años y era soltera. Primero lo criaron los abuelos por- que la madre trabajaba de camarera en un pueblo próximo. Cuando el niño tenía siete años, la madre se trasladó a una ciudad más grande, con lo cual el pequeño se quedó a vi- vir con unos primos. Acudió a una pequeña escuela rural, donde fue francamente desatendido porque se vio en él a un ser incapaz de tener iniciativas o de ganarse el sustento. A los veinte años, cuando los primos vendieron su granja, al señor «L» lo «enviaron» a la ciudad, a vivir con su madre. Durante este tiempo, ella se había casado dos veces, pero de nuevo estaba sola. Como no le quedaba otra alternativa, hizo sitio, para el hijo, en su pequeño apartamento, casi un extraño para ella. La idea era que, cuando él se acostum- brara a la ciudad y encontrara trabajo, pudiera mudarse a vivir solo, pero el muchacho no hizo ni el menor intento en esa dirección. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 117 Pronto la madre se resignó a la situación y llegó a conside- rarlo, no tanto como a su hijo, sino como a un «animalito raro» (bromeando, le llamaba «Harry, la tortuga» cosa que a él no le molestaba). El muchacho no sentía apego por la gente, y creía que él tampoco les caía bien a los demás. Para evitar el ridículo (real o imaginado), se encerraba en su cuartito, comía solo mientras escuchaba por la radio programas de entrevistas o musicales y evitaba hasta a su madre, cuando ella inten- taba cuestionarle algunas de sus insólitas ideas. Esas ideas giraban alrededor de la nutrición y la prevención de la enfermedad. Por ejemplo, los beneficios de beber grandes cantidades de agua de mar o la importancia de la oscuridad durante el día para mejorar los sueños por la noche. Prove- nían de conclusiones que sacaba (distorsiones en realidad) de opiniones oídas en los programas de radio. El incidente que decidió a la madre a buscar ayuda tera- péutica para su hijo fue un comentario, casi casual, que éste hizo acerca de la reencarnación y de las ventajas del suicidio, ya que, según él, la muerte no es sino una fase de transición a un orden superior. El señor «L» mencionó estas ideas por primera vez en refe- rencia a su tortuguita (a la que había puesto el nombre de Harry). Dijo que sería bueno sacrificar a Harry, que así «sería menos para luego ser más». La madre estaba habituada a que el hijo hablara de sus sentimientos refiriéndolos a la tortuga pues, como el mismo señor «L» reconoció durante la entrevista, «...somos muy parecidos, salvo que Harry no tiene la necesidad de hablar». AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 118 5. GRUPO B: SUJETOS DRAMÁTICOS, EMOTIVOS O INESTABLES Al igual que en el grupo A, realizaremos la clasificación de este grupo en función de una serie de trastornos: antisocial, límite, histriónico y narcisista. 5.1 TRASTORNO ANTISOCIAL En los siguientes apartados trataremos todos los aspectos relacionados con este trastorno. 5.1.1. Definición A los individuos que padecen este trastorno, también cono- cidos como «psicópatas» o «sociópatas», no les importan lo más mínimo los sentimientos de los demás ni las reglas de la sociedad. Del mismo modo que los demás tratan de construir, ellos destruyen. Describimos de la siguiente manera el trastorno antisocial. El trastorno de la conducta comienza antes de los 15 años, con comportamientos como los siguientes: Vagancia. Haber escapado durante la noche, por lo menos dos veces, mientras vivía en el hogar paterno o adoptivo. Provocación de peleas. Utilización de un arma en más de una pelea. Imposición de la relación sexual a otra persona. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 119 Crueldad física con los animales. Crueldad física con otras personas. Vandalismo, con destrucción de bienes ajenos. Provocación deliberada de incendios. Mentira persistente (salvo para evitar malos tratos físicos o sexuales). Robos repetidos, sin enfrentarse con una víctima (incluido el caso de falsificación). Mantienen una pauta de conducta irresponsable y antisocial continuada desde los 15 años, como lo indicarían hechos como los siguientes: Es incapaz de mantener una conducta laboral apro- piada, indicada por alguna de las posibilidades si- guientes (incluso un comportamiento similar en un ambiente académico, si se trata de un estudiante): Desempleo significativo durante seis meses o más, en el término de cinco años, cuando se supone que la persona debe trabajar y hay puestos de trabajo disponibles. Ausencias al trabajo repetidas, injustificadas por enfermedad de la persona o de algún familiar. Abandono de diversos trabajos sin contar con otro. El individuo es incapaz de aceptar las normas sociales con respecto a la conducta legal, como lo indicaría AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 120 la ejecución repetida de actos antisociales que son motivo de arresto (ya sea arrestado o no); por ejem- plo, destruir la propiedad ajena, adoptar una actitud agresiva hacia otras personas, robar, o tener una ocupación ilegal. Es irritable y violento, como lo prueban las repetidas peleas físicas y ataques (no necesarios por el propio trabajo o para defenderse o defender a alguien), incluyendo la costumbre de golpear a la esposa o a los hijos. Tiene el hábito de no responder a las obligaciones financieras, indicado por el incumplimiento repetido de deudas, incapacidad para proveer los cuidados a los hijos o incapacidad para pagar de manera regular a otras personas dependientes. No planifica de antemano, como lo demostrarían las posibilidades siguientes: Viaja de un lugar a otro sin trabajo compro- metido, sin un objetivo o una idea clara sobre cuándo va a parar. No tiene domicilio fijo durante un mes o más. Desprecia la verdad, como lo indicaría el hábito de mentir, el uso de nombres falsos y engaños hacia los demás en provecho personal. Es imprudente cuando está en juego su seguridad personal o la de otros, ejemplo de lo cual sería con- ducir ebrio o siempre a alta velocidad. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 121 Si es padre o tutor, carece de la capacidad para funcionar como progenitor responsable, tal como lo demostrarían una o más de las siguientes circuns- tancias: Malnutrición de los hijos. Enfermedad de los hijos debida a la falta de una mínima higiene. Incapacidad para buscar cuidados médicos para un niño gravemente enfermo. Que el hijo deba depender de los vecinos o de parientes que no residen en el hogar tanto para la alimentación como para su protección. Incapacidad para buscar a alguien para que cuide al hijo pequeño cuando los padres salen. Despilfarro, en objetos personales, del dinero necesario para las necesidades del hogar. No ha tenido una relación totalmente monogámica durante más de un año. Carece de remordimientos (es decir, se siente justifi- El trastorno antisocial se define como un patrón cado por haber causado daño o infligido malos tratos general de indiferencia a alguien, así como también de haberle robado). hacia los sentimientos de los demás y a las reglas de la sociedad. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 122 5.1.2. Lo que no tienen: conciencia ni compasión Casi todas las personas interiorizamos en la conciencia las normas básicas de la sociedad y de la cultura. Creemos que está mal herir o explotar al prójimo. Creemos que se debe respetar la letra o el espíritu de la ley. Consideramos nuestro deber el proteger y mantener a nuestros hijos, etc. Algunos tienen una conciencia más estricta que otros, pero los que padecen el trastorno antisocial tienen muy poca o ninguna. Desdeñan las reglas de la sociedad. Se apropian de cualquier cosa que desean, ya se trate de un bien, del sexo o incluso de la vida. Conocen las diferencias entre el bien y el mal en el sentido legal, pero no les importa en lo más mínimo. Tienen muy poca compasión por los demás y a menudo encuentran justificación para sus actos crueles, destructivos o malignos. Muchos de los individuos que sufren este trastorno están en las cárceles o lo estarán algún día. Este trastorno es el que más comúnmente se diagnostica a los delincuentes, y se encuentra hasta en el 75% de la población carcelaria. Pero la conducta sin escrúpulos, totalmente egoísta y ex- plotadora no es privativa de los reclusos. En la vida privada y en la pública, los antisociales usan y abusan de otras personas, se aprovechan de ellas y lo hacen siempre sin el menor remordimiento. Suelen ser sumamente astutos y, al instante, descubren los puntos débiles de los demás. Con el fin de obtener lo que desean, estimulan la compasión del otro, lo seducen, le dicen lo que quiere oír o lo que le va a «llegar» al corazón. El antisocial es capaz de embaucar a una persona de edad para que le entregue sus escasos ahorros, y luego sentirse orgulloso de la hazaña. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 123 Obviamente, los antisociales rara vez pueden entablar una relación de pareja profunda, cariñosa y responsable. Su capacidad de amar o de solidarizarse es tan limitada que raramente pueden mantener una relación durante más de un año con una sola persona. Suelen tener hijos, porque pese a sus intensos apetitos sexuales, no se preocupan por las consecuencias. Lamen- tablemente, luego no se ocupan del bienestar ni del futuro de sus hijos. En sus familias, abundan los malos tratos a los niños, ya sea de carácter sexual o de otro tipo. 5.1.3. Obrar sin reflexionar Los antisociales no toleran la frustración. Si se les contraría, o si sencillamente se les molesta, reaccionan con desenfre- no contra sus familiares, o contra cualquiera que tengan cerca. No piensan en las consecuencias, no planifican por adelantado y no aprenden con la experiencia. En una palabra, no piensan antes de actuar: obran por im- pulso. Más aún, no tienen miedo, y al parecer no padecen esa angustia que a casi todos los mortales les sirve de freno para no llevar a cabo sus malos deseos. Posteriormente, no tienen remordimientos. La agresividad que los caracteriza termina llevándolos a la cárcel, como hemos dicho, o a la sala de urgencias de los hospitales. Las personas que padecen este trastorno tienen mayores probabilidades de morir prematuramente por causas vio- lentas que el resto de la población. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 124 5.1.4. La remisión de los pecados La conducta antisocial aparece a una edad temprana de la vida y tiende a disminuir temprano también. Sin excepción, quienes padecen este trastorno tuvieron problemas de con- ducta cuando eran niños. Fueron vándalos, pendencieros, ladrones, drogadictos precoces y llevaron una vida sexual activa desde mucho antes que sus compañeros. En las mu- jeres que contraen el trastorno antisocial de la personalidad, los primeros síntomas de que algo anda mal suelen aparecer en la pubertad, mientras que en los varones se advierte en la primera infancia. Cabe hacer notar que sólo una mínima parte de los niños con problemas de conducta contraen luego el trastorno en la edad adulta; a la mayoría se les ayuda a superarlos o lo superan por sí solos. Si sobreviven y llegan a los cuarenta años, es muy probable que dejen de tener una conducta tan destructiva para con los demás. Esto no significa que se «curen» pues, aunque se tranquilicen, van a permanecer aislados, incapaces de crear relaciones responsables e íntimas, y seguirán siendo irrita- bles, malhumorados y tensos como eran en su juventud. Quizá sufran también de ansiedad, depresión y numerosos malestares físicos. 5.1.5 Cómo tratar a los antisociales Aunque vaya en contra de tus principios, no creas que puedes confiar, ayudar ni reformar a un antisocial. Recuerda que son personas muy arteras y hábiles. No te dejes engañar. Protege tus propios intereses y aléjate. Si no puedes apartarte, busca ayuda terapéutica. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 125 5.1.6. Dos casos reales: el niño y el adulto EL NIÑO Gregorio es un niño de 10 años que vive en su casa con el padre, la madre, dos hermanos menores y una chica que cuida a los niños. Era un niño problemático que fue llevado a una clínica de pacientes externos por su excesiva agresivi- dad, sus rabietas y por su conducta dañina en casa y en la escuela. En casa discutía con su madre, provocaba peleas con sus hermanos, cogía dinero a sus padres y amenazaba con prender fuego cuando sus padres le castigaban. De hecho, en tres ocasiones prendió fuego a las alfombras cuando sus padres le habían castigado. Uno de estos fuegos tuvo conse- cuencias que costaron una importante cantidad de dinero. A menudo también mentía; en el colegio sus mentiras causaban problemas a otros y ocasionaban peleas frecuentes con sus compañeros. Gregorio fue llevado a la clínica porque sus padres sentían que se estaba haciendo totalmente incontrolable. Unos pocos incidentes concretos fueron mencionados por su es- pecial peligro, como su intención de asfixiar a su hermano de dos años poniéndole una almohada en la cara. Gregorio también había comenzado a vagar por las calles de noche y a romper las ventanillas de los automóviles aparcados. Los padres estaban preocupados debido al tipo de compañías con las que se relacionaba en el barrio y temían que se con- virtiera en un «matón». A veces, habían recurrido a castigos severos con el sacudidor o con la correa y encerrándolo en su habitación durante dos o tres días. Esto dio lugar a que Gregorio respondiera provocando fuegos. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 126 Varias de las características de la vida familiar de Gregorio son destacables. Debido a que los padres habían trabaja- do durante toda la vida del niño, era la abuela materna la principal responsable de su cuidado. Sin embargo, en los dos años anteriores al inicio del tratamiento, su padre había tenido empleo sólo esporádicamente, y pasaba casi todo el tiempo en casa durmiendo o viendo la televisión. La pérdida de trabajo e ingresos y su poca ayuda en casa, aumentó el estrés familiar. Gregorio decía que no soportaba estar con su padre porque se «ponía como loco» por pequeñeces. La madre trabajaba la jornada completa e intentaba también llevar la casa. Sin embargo, no estaba mucho tiempo en casa. La madre tenía un historial de importantes trastornos depresivos además de dos intentos de suicidio en los últimos tres años. Fue hospitalizada en cada ocasión durante uno o dos meses. La conducta de Gregorio en casa y en el colegio empeoró en estos períodos. En el colegio, Gregorio estaba en cuarto curso. Su inteligencia estaba dentro de la media. Sus resultados académicos esta- ban por debajo del aprobado y estaba en una clase especial por su conducta alterada. En este período se le daba medi- cación para controlar su hiperactividad. La madre informó que la medicación no ayudó y que, tras seis meses, dejó de dársela. Entonces los padres llevaron a Gregorio a un centro de tratamiento de pacientes externos para su evaluación. Consideraban que la conducta de Gregorio se agravaba en casa y en la escuela no sabían qué hacer. Se trataba de rendirse o llevarlo a un internado especial donde una mayor disciplina pudiera «enderezarlo». AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 127 Este caso no es propiamente el de un psicópata, puesto que Gregorio tiene tan sólo diez años. Algunos de estos chicos con problemas de conducta mejoran su comportamiento, y no desarrollan un trastorno de la personalidad, aunque unos pocos sí lo hacen. EL ADULTO Reproducimos a continuación una noticia de un periódico sobre el juicio de un psicópata. «...Yo no lo hice, su Señoría. No fui yo», le dijo Michael Stone al juez poco antes de conocer su sentencia. Luego, el juez Kennedy le advirtió que debería pasar 14 años tras las rejas antes de ser considerado para la libertad bajo palabra. Durante las audiencias, se conoció la historia delictiva de Stone. El hombre fue condenado por un delito por primera vez cuando tenía 12 años, en 1972. Después, en 1981, fue sentenciado a dos años de prisión por atacar a un hombre con un martillo, durante un robo. Dos años después, se sumó otra condena. Fueron cuatro años y medio por el delito de lesiones: apuñaló a un amigo en el pecho mientras dormía. En 1987, fue nuevamente senten- ciado: diez años por dos robos a mano armada. Stone fue calificado como una persona con una personalidad antisocial agravada por el abuso de alcohol y una amplia variedad de drogas, incluyendo la heroína. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 128 En abril de 1994, después de varios exámenes, no fue en- contrado mentalmente enfermo. Pero hay quienes sostienen que el ataque a la familia Russell se podría haber evitado, si Stone hubiera recibido tratamientos adecuados a sus antecedentes. 5.2. TRASTORNO LÍMITE O FRONTERIZO El desánimo, la indignación, el odio hacia sí mismo, la petulancia, la ansiedad, la incertidumbre, la necesidad de aferrarse a otro, la terquedad y los impulsos violentos y autodestructivos son algunos de los tormentos que acosan a los que padecen este trastorno. 5.2.1. Definición Se trata de personas desesperadas, intensas e inestables, incapaces de aprovechar sus aptitudes. Les aterra estar solas, pero al mismo tiempo destruyen las relaciones de las cuales no pueden prescindir. Tener este trastorno equivale a vivir en perpetua angustia. Y convivir con alguien que lo padece es estar atrapado en el mismo infierno que él. Se describe este trastorno como un patrón general de inestabilidad afectiva, relaciones interpersonales y au- toimagen, que comienza a manifestarse a principios de la edad adulta y se presenta en una variedad de contextos. Por ejemplo: Una pauta de relaciones interpersonales intensas e inestables, que se caracteriza por cambios marcados de actitud que van desde el extremo de la idealización hasta el de la subestima. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 129 Impulsividad en el sexo, gasto excesivo de dinero, uso de sustancias tóxicas, robo de tiendas, conducir alocadamente o comer en exceso. Inestabilidad afectiva: marcados cambios de ánimo de la normalidad a la depresión, irritabilidad o an- siedad, que suelen durar unas pocas horas y sólo raramente más de algunos días. Una ira inapropiada e intensa, falta de control, ma- nifestaciones frecuentes de mal genio o ira constante y la costumbre de iniciar peleas físicas. Amenazas recurrentes de suicidio o automutilación. Alteraciones de la identidad manifestadas por incer- tidumbre sobre la autoimagen, la identidad sexual, los objetivos a largo plazo, la elección de carrera, las pautas de amistad, los valores o las lealtades, etc. Sentimientos crónicos de vacío y de aburrimiento. El trastorno «límite» se Esfuerzos frenéticos para evitar el abandono real o define como un patrón general de inestabilidad imaginario. afectiva, relaciones inter- personales y autoimagen. 5.2.2. Los ciclos de la desesperanza La vida es una pesadilla para los que padecen este angus- tioso trastorno: para ellos, nunca nada permanece igual. Se enamoran desesperadamente pero, enseguida, el ser amado los desilusiona y les resulta odioso. Cuando se sienten felices, creen que ya nada ni nadie podrá entristecerlos; después, todo el fuego del amor se convierte en cenizas para nunca más reavivarse. Viven para el amor, y sin embargo actúan con arrogancia, con terquedad, y se indignan por el más leve mo- tivo. Buscan una identidad (estudiante, miembro de un culto AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 130 religioso, asistente social, etc.) pero al poco tiempo ya no les satisface; no se entienden, no saben en qué creer, entonces piensan que deben transformarse en otra persona. ¿Quién soy?, ¿qué pienso?, ¿qué va a ser de mí? Sus sentimientos, sus humores cambiantes y sus experiencias con los demás son trágicas porque son incoherentes. No saben avanzar en línea recta, sólo en círculos. 5.2.3. Un estudio en blanco y negro Los que sufren el «trastorno fronterizo» llevan una existencia donde siempre es «todo o nada», «blanco o negro». Así como los demás pueden tolerar los sentimientos variados (amo a mi pareja pero reconozco que tiene muchos defectos, desde luego), los fronterizos consideran al mundo poblado por dos tipos de personas: los buenos y cariñosos por un lado y, por el otro, los malvados. Necesitan el amor de los primeros, pero sólo se encuentran con los últimos. Sentimientos igualmente confusos abrigan sobre sí mismos. Piensan que son los mejores y, al instante, comienzan a reba- jarse. Como se sienten tan vacíos por dentro, no se atreven a estar solos consigo mismos. Tienen que tener el amor, la protección y la compañía de una persona que les brinde toda su bondad. Encuentran a alguien y, al instante, les pa- rece que jamás han conocido a nadie tan cariñoso y compren- sivo. Pero pronto, el ser amado, quizá porque comete una mínima indiscreción, se vuelve objeto de odio o desprecio. El mundo se viene abajo una vez más e inevitablemente el ser amado cae en desgracia. Puede ocurrir que antes de esto, el individuo con personalidad fronteriza empiece a temer o a predecir que va a ser rechazado, por lo cual se aferra al otro AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 131 cada vez con más desesperación. «...¡No me abandones!, ¡... haré cualquier cosa por retenerte!» En ocasiones, es capaz de llegar a hacer sacrificios extremos con tal de no perder a su compañero, para luego volverse contra él con una mezcla de furia y autocompasión. Puesto que constantemente saltan del «blanco» al «negro», del «todo» al «nada», llevan una vida que no les satisface. Se sienten fundamentalmente deprimidos y pesimistas, y cualquier cosa los arroja a la desesperación, a la ansiedad, a la desilusión y a la culpa, aunque con breves períodos eufóri- cos. Sin embargo, lo único que les dura es el dolor habitual. Su incapacidad para reconocer la solidez y la perseverancia de las cosas o las personas, incluidos ellos mismos, les impi- de ser constantes, aprender de la experiencia y salir airosos frente a los desafíos. No soportan los cambios de humor, la frustración, y sobre todo, los rechazos. No saben qué hacer para no vivir pensan- do en la angustia y en el sufrimiento; no se pueden concentrar en el trabajo, en una película, en un paseo en bicicleta o en un buen libro. En cambio, para buscar el escape se entregan al sexo de forma impulsiva, a las drogas, salen a hacer compras y, de vez en cuando, directamente a robar en las tiendas. Los pacientes más gravemente trastornados, sólo auto- mutilándose (es decir, cortándose las venas, quemándose con cigarrillos, golpeando la cabeza contra las paredes o haciendo algún otro gesto suicida) logran sentirse mejor, más tranquilos interiormente, aunque no sea más que du- rante un tiempo. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 132 5.2.4. ¿Con qué limita el fronterizo? De todos los trastornos de personalidad, hoy en día, el «fron- terizo» es quizá el que más interés clínico y de investigación despierta entre los profesionales de la salud mental. Es una especie de rompecabezas de muchas piezas extrañas. Cuanto más conocemos sobre este trastorno, más frecuentemente aparece, sobretodo en las personas que son internadas por problemas psiquiátricos. Es posible que entre el 15 y el 25 por ciento de esta población sufra de este complejo problema. Muchas de estas personas llegan a un hospital a causa de un intento de suicidio (generalmente precipitado por una desilusión amorosa) o de automutilación, o bien porque pa- decen las consecuencias del exceso de drogas o de alcohol. Otras se internan por problemas de depresión o porque han padecido episodios psicóticos. Pero, ¿qué es el trastorno fronterizo? Algunos investigadores y clínicos sostienen que no se trata en absoluto de un trastor- no sino más bien de cierto nivel de «desorganización» de la personalidad. Este término empezó a emplearse hace más de cincuenta años para identificar al grupo de pacientes que no entraban en las categorías de neurosis y psicosis. Los enormes problemas de esos pacientes parecían responder más a una categoría intermedia entre funcional y antifuncional. Actualmente, a los investigadores les intriga su relación con los trastornos afectivos. Toda la gama de trastornos depre- sivos y maníaco depresivos (trastornos en los que el ánimo del sujeto alterna la euforia con la depresión) se presenta, a menudo, en combinación con el trastorno «fronterizo» de la personalidad. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 133 5.2.5. Cómo tratar a las personas «fronterizas» Recuerda que los fronterizos se comportan como lo hacen porque viven una enorme angustia; trata de no acostumbrar- te a reaccionar de igual modo ante las reacciones excesivas que esa persona tenga contigo. En una palabra, procura distanciarte emocionalmente y no hacer caso de las conse- cuencias que esa conducta pueda producirle. Esto le ayudará a dominar sus sentimientos, pero lo más importante es que le permitirá conocer sus propios límites. Dile a esa persona que la quieres, pero que no puedes ser todo lo que ella pretende que tú seas y no puedes hacerte responsable de todo lo que ella se hace a sí misma. Aliéntala para que busque ayuda. 5.2.6. Un caso real: la discotequera Diana, de 25 años, asistió a una unidad de tratamiento de larga estancia de un hospital psiquiátrico, después de realizar un serio intento de suicidio. Aislada en su enorme casa en las afueras de la ciudad, deprimida y desesperadamente sola, cuando sus padres se fueron de vacaciones, se preparó ella misma un cóctel de diazepam y whisky escocés, se lo bebió y a continuación llamó a su psiquiatra. Diana había sido una niña tratable con un mediocre rendi- miento escolar hasta cumplir los 12 años. En ese momento, su carácter, hasta entonces jovial y animado, cambió de forma drástica: se volvió demandante, hosca y rebelde, oscilando rápidamente desde una euforia desmedida a una crisis de llanto y depresión. Se enroló en una banda de jóvenes «mar- chosos», empezó a mostrar actitudes promiscuas, abusó de la marihuana y de los alucinógenos, y huyó de casa a la AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 134 edad de 15 años con un joven de 17. Dos semanas después, tras haber burlado a los investigadores privados que sus padres habían contratado, regresaron a casa. Retomó sus estudios en la escuela, pero volvió a abandonar la actividad académica en su primer año de instituto. Sus relaciones con los hombres eran tormentosas, llenas de pasión, de una an- siedad insoportable y con frecuentes discusiones violentas. Buscaba siempre nuevas sensaciones y solía emborracharse; bailaba a sus anchas por las mesas de las discotecas, acababa con hombres extraños y en ocasiones practicaba el sexo con ellos en sus coches. Si rechazaba sus peticiones sexuales, a veces era abandonada en medio de la calle. Después de uno de estos incidentes, a la edad de 17 años, realizó su primer intento de suicidio, cortándose las venas gravemente, lo cual motivó su primera hospitalización. Tras este primer ingreso, Diana fue remitida a un terapeuta para realizar, de forma intensiva en dos sesiones semanales, una psicoterapia. Dedicaba la mayor parte de las sesiones a criticar a su familia, de la cual pretendía obtener «el cien por cien de atención». Llamaba a su terapeuta varias veces al día para contarle una u otra «crisis». Durante este largo período de tratamiento ambulatorio ino- perante, interrumpido por varias hospitalizaciones breves, Diana mostraba una gran variedad de síntomas. Tenía miedo incluso de desplazarse sola a la consulta del terapeuta. Estaba deprimida, con ideación suicida y sentimientos de desespe- ranza. Bebía de forma excesiva y llegaba a tomar dosis muy altas de diazepam, un «ansiolítico» que puede llegar a crear adicción. Realizaba atracones de comida que luego compen- saba con dietas drásticas. Estaba obsesionada con el tema AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 135 de las calorías y con la necesidad de tener su comida cortada de una forma particular y dispuesta en el plato de un modo determinado. Si su madre no cumplía estos requerimientos, Diana reaccionaba con ataques de ira, a veces tan extremos que llegaba a romper la vajilla, teniendo que ser contenida físicamente por su propio padre. Diana nunca ha trabajado, excepto unos pocos meses como recepcionista en la empresa de su padre. Nunca se ha plan- teado qué es lo que quiere hacer en esta vida, aparte de vivir con un «hombre romántico». Nunca ha tenido amigas, y su única fuente de cariño es su perro. A menudo suele sentirse «devorada» por el aburrimiento. Los esfuerzos de su terapeuta, para que fijara unos límites en su vida, apenas tuvieron resultado. Rechazó asistir a Alcohó- licos Anónimos o acudir a un programa de día o a un centro de rehabilitación vocacional, ya que pensaba que ella estaba «por encima» de estas cosas. En cambio, languidecía en su casa y mostraba cada vez más depresión y miedo a salir sola a la calle, llegando a tomar dosis aún mayores de diazepam. Fue otro intento de suicidio grave lo que desembocó en su actual (séptimo) ingreso psiquiátrico. En el hospital, Diana se quejaba de que las enfermeras eran «crueles» con ella, y que el resto de pacientes la «odiaban». Se dedicaron muchas sesiones a orientar a la familia, acon- sejándoles que resistieran sus demandas de volver a casa. Se mostraba extraordinariamente sensible a las disminucio- nes mínimas de la dosis de diazepam, de tal forma que se requirieron tres meses hasta que se «limpió» del fármaco. A continuación, sus progresos fueron inesperadamente po- AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 136 sitivos. Su carácter volvió a ser jovial. Cada vez colaboraba más con el equipo terapéutico y se mostraba más abierta y amigable con el resto de pacientes. Aprendió el trabajo de secretaria en un programa de rehabilitación del hospital, y desapareció el miedo de salir de casa y sus exigencias con respecto a la comida. Al final de los diez meses de su estan- cia, había establecido una buena amistad con otra paciente convaleciente, y ambas decidieron alquilar un apartamento juntas. Asimismo, encontraron trabajo de media jornada, de tal forma que Diana pudo proseguir su terapia de forma ambulatoria en sesiones semanales. Durante siete años de seguimiento, Diana ha conseguido «poner los pies en el suelo», sigue trabajando y vive con la misma compañera de piso, siendo capaz de visitar a sus padres con regularidad sin recaer en el viejo patrón de in- terdependencia «madre-hija». La búsqueda de sensaciones sigue constituyendo una parte importante de su adaptación (le gusta la ropa llamativa, las discotecas y los conciertos de rock), pero se muestra menos impulsiva, no bebe alcohol y no ha vuelto a ponerse en peligro en aventuras con hombres extraños. 5.3. TRASTORNO HISTRIÓNICO Los hombres y mujeres que padecen este trastorno viven en un mundo emocional exagerado en el cual hacen cualquier cosa con tal de atraer la atención porque, si no lo consiguen, tienen la sensación de no ser nada. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 137 5.3.1. Definición Se define este trastorno como un patrón de conducta repetiti- vo y persistente de emocionalidad y búsqueda de atención que comienza a manifestarse a principios de la edad adulta y se presenta en varios contextos. Por ejemplo: El individuo constantemente busca o exige que se le brinde apoyo, aprobación o elogios. Es inadecuadamente vanidoso en el plano sexual, ya sea en apariencia o en su conducta. Le preocupa en demasía la apariencia física. Expresa emociones con una exageración que resulta inapropiada; por ejemplo, abraza a simples cono- cidos con excesivo ardor, llora desconsoladamente en ocasiones sentimentales poco importantes, tiene explosiones de ira irracional e injustificada. Se siente incómodo en aquellas situaciones en las que no es el centro de atención. Es propenso a una expresión exagerada y cambiante de emociones. Es egocéntrico. Sus actos tienen por fin obtener una satisfacción inmediata. No tolera la frustración ni la gratificación que no sea inmediata. Tiene un estilo de lenguaje extremadamente impre- El trastorno histriónico se sionista y carente de detalles. Por ejemplo, si se le define como un patrón de conducta de emocio- pide que describa a la madre, no puede ser concreto nalidad y búsqueda de atención. y decir otra cosa que: «Era una bella persona». AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 138 5.3.2. Las emociones sin control Quienes padecen este trastorno a menudo están desinfor- mados o no se percatan del mundo que les rodea. Esto se debe a que se dejan atrapar por sus propios dramas emocio- nales. Para ellos, todo se parece a una función teatral. Así, un inconveniente menor se convierte en un gran desastre, y un pequeño placer se transforma en la mayor alegría de su vida. Sin embargo, pese a su gran emocionalidad, los histriónicos parecen poco convincentes. Mientras negociaba diariamente distintos acuerdos, un empresario, de nombre Neal, hacía comentarios que iban desde: «...Este es el día más feliz de mi vida» hasta: «...Ya no aguanto más; no voy a entrar en este negocio», según como fuera marchando el acuerdo. Todos los días la misma letanía. «...Sí, Neal», le respondían sus colegas sin la menor compasión, pues ya no le tomaban en serio. Sus emociones a menudo parecen infantiles. Se aseme- jan a los niños pues reaccionan en el acto, sus sentimien- tos cambian con frecuencia, no toleran la frustración y no pueden esperar ni un instante la realización de sus deseos. Son egocéntricos, y cuando no consiguen lo que quieren, se molestan exageradamente. Al igual que algunos jóvenes, son propensos a tener «pataletas». Su sexualidad puede ser igualmente infantil. Los hombres y mujeres que sufren este trastorno con frecuencia se visten con un estilo provocativo, pero para muchos se trata solo de una pose, pues cuando alguien pretende seguirles la corriente, huyen o se muestran ofendidos. Aunque algunos histriónicos son promiscuos, muchos de ellos son inocentes en lo sexual y, a menudo, inhibidos. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 139 5.3.3. ¡Exijo tu amor y tu atención! Toda la espectacularidad emocional que despliegan (inclu- yendo los berrinches y la provocación sexual) les sirve para llamar la atención. El centro de atención de los histriónicos son las demás per- sonas, de las cuales dependen por completo para satisfacer sus necesidades. Buscan en los demás su propia identidad, pues interior- mente son muy inseguros. Cuando no convergen todos los ojos sobre ellos, se sienten indefensos e indignos. Por ello, se preocupan exageradamen- te de su aspecto y es común verlos aparecer con atuendos ridículos sólo para llamar la atención. Siguen al pie de la letra la última moda y se entregan por completo, hasta que llega una moda nueva que adoptan con igual fervor. Los histriónicos idealizan a las personas de su vida y los convierten en personajes de fantasía, como el príncipe en- cantado y la bruja malvada. Confían mucho en los demás y se muestran sumisos, por lo que a veces resultan presa fácil de seres sin escrúpulos. Sus relaciones sentimentales pueden comenzar con el éxtasis, pero por lo general se tornan tumultuosas y desagradables. Pese a los intentos que hacen por atraer, no logran sostener una relación emocional madura. Necesitan demasiado que se les muestre aprobación y, a menudo, para mantener la au- toestima, buscan «conquistas» extramatrimoniales. Aunque no se dan cuenta, muchos tienen miedo a una relación de AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 140 cariño y compromiso; entonces desean a personas que, por causas físicas o sentimentales, no están a su alcance. Su emocionalidad histriónica puede ser muy destructiva en la relación de pareja y, para empeorar las cosas, no suelen arrepentirse de sus arranques coléricos. En medio de uno de tales arranques, a veces son crueles con los seres queridos, pero cuando el episodio pasa, no entienden por qué los de- más siguen enojados u ofendidos. Acostumbran a manejar y explotar a los demás con tal de obtener lo que quieren. Carla, una histriónica, tenía graves problemas con el enfado que le demostraba su hija ado- lescente. Cuando se peleaban, y para conseguir que su hija cambiara de conducta, Carla le gritaba: «...Me vas a mandar a la tumba. ¡...Te juro que me voy a matar! « La hija empezó a sentir una profunda culpa. Dejó de atacar a la madre, se encerró en una gran depresión y a los dieciocho años intentó suicidarse. 5.3.4. Cómo tratar a los histriónicos Una regla fundamental es no manifestar reacciones desme- didas frente a las de ellos. Esto no es fácil puesto que son maquinadores y saben influir sobre los demás. No les lleves la contraria, no te enfurruñes. Después, cuando el ambiente esté más sereno, expresa, de manera cordial pero firme, lo que pretendes de la relación. Al mismo tiempo, confírmale el cariño que le tienes, a menos que ya se lo hayas perdido. En tal caso, deberás preguntarte si estás preparado para terminar la relación. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 141 5.3.5. Enamorarse del amor: el caso de la redactora publicitaria histriónica Katy era redactora en una importante agencia publicitaria de Nueva York. Un día estaba sentada en su escritorio, re- dactando un anuncio para enviar a la sección de anuncios personales de la revista New York. «...Rubia, alta, de 26 años, bien proporcionada, romántica, sensual, sexy, generosa, sim- pática, deportiva, pura dinamita,...», escribió, hasta que de pronto se detuvo. Tenía todos los atributos de la mujer de hoy y, sin embargo, ahí estaba, condenada a buscar el amor a través de una revista. Se levantó bruscamente derribando la silla y sintió deseos de gritar. Lo que más ansiaba en la vida era encontrar un hombre ma- ravilloso a quien entregarse por entero para siempre. Sabía que iba a ser una espléndida esposa, pero tenía la sensación de que todos los hombres interesantes eran maricas o bien la trataban como basura y, los demás, eran aburridos. Ya no aguantaba más. Levantó la silla, se sentó, apesadumbrada, y apoyó la cabeza contra el escritorio. En la agencia, todos sabían lo que estaba pasando por culpa de Keith, un ejecutivo de la empresa, con el que acababa de terminar. Lamentablemente, tenía que verlo todos los días en la oficina, lo cual le resultaba humillante. Por lo general, no salía con compañeros de trabajo, pero Keith era tan fantástico, y la cortejó tanto, que al final cedió. Al principio todo fue paradisíaco. Él le enviaba flores todos los días. Por razones de trabajo decidieron no comentar el asunto, por lo que ella no reveló la identidad de «su admira- dor secreto», como había empezado a llamarlo Alice, su jefa. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 142 Después de salir sólo dos semanas, Keith se fue a vivir con ella, y Katy se sentía aturdida al pensar en la rapidez de todo aquello. Sin embargo, él hacía frecuentes viajes y muchas veces, tras asistir por cuestiones de trabajo a largas comidas que terminaban muy tarde, se iba a dormir a su propia casa. Además, pasaba la mitad del fin de semana en Cape Cod, con su familia. Pero cuando estaban juntos, Katy tenía la impre- sión de que sus mentes pensaban al unísono y que respiraban al unísono también. Y la relación sexual era estupenda. La lástima fue que...¡estaba casado! Una noche Alice pasó por delante del edificio de Katy y los vio cuando volvían de cenar. Una semana después de habérselos encontrado, le preguntó a Katy si era Keith el que le mandaba flores todos los días. Katy se sonrojó y le contestó que sí. «...¿No sabes que está casado? «, le dijo. A Katy se le vino el mundo encima. Quedó tan trastornada que tuvo que faltar una semana al trabajo. El problema no era sólo Keith, sino que, cada vez que entregaba el corazón a un hombre, éste se aprovechaba de ella. Le había ocurrido ya unos años antes, cuando contestó al anuncio personal de un hombre que prometió llevarla de viaje a Suiza y luego la dejó plantada en el aeropuerto. ¡La ropa que ella había comprado! En aquel entonces, había sufrido tanto, que faltó dos semanas al trabajo. Katy tomó el papel que había escrito, hizo una bola con él y lo arrojó fuera de su despacho. -¿Todo en orden por aquí? – le preguntó Alice, desde su oficina, al otro lado del pasillo. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 143 -Sí – le contestó Katy, no muy convencida. -¿Has terminado el texto del nuevo anuncio que me prome- tiste esta mañana? -No – respondió al cabo de una pausa, al tiempo que unos lagrimones le corrían por las mejillas. Desde que había «cortado» con Keith, no podía trabajar bien. Por lo general Alice la apoyaba, pero en esa oportunidad, cuando fue y la encontró llorando y sin haber hecho el traba- jo, le advirtió que si no hacía lo que debía la iba a despedir. Acto seguido le pasó el nombre de un psiquiatra. A Katy se le diagnosticó un trastorno histriónico de la perso- nalidad. Su máxima preocupación era hallar un buen candi- dato, pero no podía encontrarlo porque no sabía lo que era el amor. Tenía una idea extraída de las revistas románticas: una relación total, mágica, con un hombre apuesto y fuerte, que le haría perder la cabeza. Lamentablemente para ella, los hombres que responden a esa descripción a menudo son tipos aventureros como Keith o como aquél que no la llevó a Suiza, demasiado dispuestos a explotar la predisposición de Katy a «no ver nada de malo». Katy les ponía todo fácil. Aunque se consideraba liberada, en la relación con el hombre renunciaba a toda su fortaleza y a gran parte de su capacidad de razonar. Podría haber averiguado en seguida que Keith era casado, pero nunca se lo preguntó. Jamás abrigó sospechas por todas esas noches y fines de semana que no pasaba con ella. Se decía que los hombres son distintos de las mujeres y necesitan mucho es- pacio, cuando en realidad tenía miedo de disgustarlo. Keith AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 144 llamaba a la hora de cenar para cancelar el programa que tuvieran esa noche, y ella le perdonaba porque le decía lo mucho que la amaba y lo bonita que había estado ese día en la oficina. Katy estaba sedienta de recibir manifestaciones de admiración y un mínimo elogio ya le bastaba. En terapia, un proceso lento y doloroso, comenzó a ver que, debido a un arraigado sentimiento de inferioridad, ella se creaba un mundo irreal en el cual confundía con el amor verdadero las adulaciones y las declaraciones rápidas de cariño. De la misma manera, empezó a entender que todos los demás hombres le parecían «aburridos» porque ninguna persona normal podía satisfacer sus anhelos dis- torsionados. Pero el hecho era que, al cabo de un tiempo de terapia, seguía entusiasmándose con hombres que no le convenían, y se quejó al terapeuta de que no podía hacer nada por cambiar la situación. ¡Imposible obligarse a sí mis- ma a amar un sapo cuando su corazón latía por el príncipe encantado! «...Lo sé», repuso el profesional. Una noche, Katy estaba cenando en casa de su hermana cuando pasó a visitarla Casey, un abogado amigo de la her- mana. Era uno de los hombres que ella había descartado por convencional y aburrido. Se trataba de una persona amable y tranquila. Cuando se marchó, Katy le preguntó a la hermana: «...Casey es encantador... ¿qué le pasa que está tan cambiado? « «...Nada, es el mismo de siempre», respondió la hermana. Esa misma semana, al comentar el incidente con su tera- peuta, Katy reconoció que era ella quien había cambiado. Entonces hizo acopio de coraje e invitó a Casey a su casa. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 145 Actualmente hace ocho meses que salen juntos. A veces, Casey se harta de su histrionismo, de la ropa ridícula que se pone, de la locura por gastar que se apodera de ella y, en especial, de la forma en que coquetea con otros hombres cuando van a las fiestas a las que ella le arrastra. Pero Katy está aprendiendo a escucharle con atención, a no tener pataletas ni prorrumpir constantemente en llanto. Está trabajando mucho, y no le va a resultar fácil, porque en cierto modo todavía sueña con un «supermacho» que le haga perder la cabeza. Hasta hace poco, seguía redactando ingeniosos anuncios personales para atraer a un «príncipe azul», y contestaba los avisos de desconocidos a los que enviaba largas cartas, muy románticas y perfumadas, que no firmaba con su nombre. Actualmente, los días en que tiene poco trabajo en la oficina, a veces se pone a redactar invitaciones de su boda con Casey. Sueña con una ceremonia espléndida, la luna de miel en el sur de Francia, dos hijos, y para ambos una carrera siempre coronada por el éxito. «... Aunque a lo mejor podría quedarme en casa con los niños mientras Casey lucha en los juzgados», fantasea. «...Me lo imagino pidiendo una pausa en la sesión para poder llamar a casa y decirme que todo me lo debe a mí». No creas que Katy y Casey han avanzado tanto en su rela- ción. «...Pero mire», protesta ella ante el terapeuta, «...todo el mundo tiene que tener sus sueños». «...Es verdad», conviene el profesional, pensando que, cuando Katy pueda enfrentarse con su realidad interior con el mismo entusiasmo con que se aferra a sus fantasías aún infantiles (cosa que ya está empezando a hacer), podrá AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 146 abrigar sueños y esperanzas más maduros y ayudar a que se hagan realidad. 5.4. TRASTORNO NARCICISTA En la mitología griega, Narciso era un muchacho que no amaba a nadie y se enamoró de sí mismo al contemplarse reflejado en una fuente. Como no pudo abrazar su imagen, murió consumido por ese amor y con el tiempo se transfor- mó en una flor. 5.4.1. Definición El trastorno narcisista de la personalidad define un estado patológico caracterizado por la egolatría, el egoísmo, la ampulosidad, la falta de empatía y la manipulación. Si bien estos individuos a menudo alcanzan altos puestos, en el fondo no se sienten satisfechos. Si están en la vida pública, quizá armen escándalos que arruinen su reputación. Lo típico de ellos es que no pueden obtener la felicidad con sus propios logros ni en su vida de relación. Sin embargo, tal como les sucede a todos los que padecen algún tipo de trastorno, tal vez no se den cuenta de que su forma de pensar, de sentir y de conducirse es lo que les arruina la vida. Este trastorno se define como un patrón general de ampulo- sidad (en la fantasía o en la conducta), falta de empatía e hipersensibilidad a la evaluación por parte de los demás, AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 147 que se manifiesta en la primera etapa de la edad adulta y se presenta en una variedad de contextos, como por ejemplo: Reacciona frente a las críticas con sentimientos de furia, vergüenza o humillación (aunque no los expre- se). Es explotador de las personas: saca provecho de los demás para conseguir los propios deseos. Es vanidoso; por ejemplo, exagera sus logros y su talento y espera que se le considere un ser «especial» sin haber realizado proezas que lo justifiquen. Cree que sus problemas son únicos en su género y sólo pueden comprenderlos las personas tan espe- ciales como él. Fantasea con lograr el éxito, poder, distinción, belle- za en cantidades ilimitadas y con encontrar el amor ideal. Como se siente merecedor, espera que se le dispense un trato especialmente favorable; por ejemplo, da por sentado que no tiene que hacer colas como todo el mundo. Requiere una atención y admiración constantes; por ejemplo, siempre busca que lo ensalcen. Falta de empatía; incapacidad para advertir qué sien- ten los demás; por ejemplo, se sorprende y molesta cuando un amigo, que está gravemente enfermo, falta a una cita. Abriga sentimientos de envidia. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 148 5.4.2. El devastador «yo» El trastorno narcisista se define como un patrón ge- neral de ampulosidad, falta El narcisismo es un trastorno del «Yo». Si bien no se dan de empatía e hipersensi- bilidad a la evaluación por cuenta, los hombres y mujeres que lo padecen tienen tan parte de los demás. poca autoestima que, para sobrevivir, crean un enorme “Yo”. Muchos de ellos se comportan (o imaginan en sus fantasías) como si fueran las personas más importantes del mundo y todos tuvieran que reconocerles ese lugar especial. Mientras las personas que están seguras de sí mismas son capaces de utilizar la fe que tienen como incentivo para trabajar más y dar pruebas de su valor, algunos narcisistas demuestran muy poca capacidad real para nada que no sean sus fantasías. Los que cuentan con los ingredientes naturales para el éxito, a menudo, pierden de vista sus ob- jetivos. El fin que los anima se convierte en el triunfo por el triunfo mismo. Por ejemplo, Neva, una narcisista, pudo haber hecho una gran carrera como cantante de ópera, pero no fue capaz de moderar su trabajo para permitir que su voz se asentara y madurara. Su empresario le advirtió que tuviera cuidado y ella reaccionó furiosa contra él; le acusó de ser «insignifi- cante» para una artista de su calibre y lo despidió. Por supuesto, encontró otros empresarios dispuestos a seguirle la corriente para ganarse un dinero fácil; fue así como, pasados cinco años del debut, que había desperta- do la atención del público, tenía la voz destruida. Siguió «chillando» en teatros líricos cada vez más pequeños del mundo entero, resentida porque se consideraba un genio no reconocido. AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 149 Las personas que padecen este trastorno, a menudo, se vuelven autodestructivas pues, como les ciega la egolatría, pierden el sentido de la perspectiva y la sensatez. Por ejem- plo, el estadista que se cree tan importante que para él no rigen las leyes ni la moralidad pública hará que le graben en el momento de cometer una deshonestidad, con lo cual habrá creado la prueba que finalmente lo llevará a la ruina. Algunos de los que sufren este trastorno, a menudo, sienten que no valen nada, así como otras veces se sienten excesi- vamente importantes. Por ejemplo, un alumno que suele obtener siempre las máximas calificaciones, cuando saca una nota algo menor probablemente se crea un fracasado. De manera inversa, si obtiene una vez la máxima calificación, tal vez se sienta engañado y no sea capaz de alegrarse por una verdadera hazaña. 5.4.3. El engreimiento en el trabajo y con los otros Con el trastorno narcisista, una persona puede tener mucho éxito sobre todo en la política y en el mundo empresarial. Dichas personas por lo general son simpáticas, elocuentes y saben convencer a los demás de que poseen virtudes muy es- peciales. A los que pueden demostrar que tienen esas virtudes se los tolera como personas brillantes pero difíciles de tratar. Explotan a otros para ir siempre al frente, y exigen de los demás un trato especial. Stanley F, un profesor de una conocida facultad de derecho, corría el riesgo de no ser efectivo por la actitud pedante con que se oponía a su jefe y de indignarse cada vez que se re- AUXILIAR DE PSIQUIATRÍA LA PERSONALIDAD PATOLÓGICA Unidad 3 Los Trastornos de la Personalidad Pág 150 chazaban sus propuestas. Una persona segura de sí misma (pero sin este trastorno) jamás cometería semejantes errores políticos, pero el trastorno de Stanley le impedía evaluar la situación y percibir todas sus complejidades. Creía ser el único que podía «vérselas» con su jefe porque, tal como suponía que reconocían sus compañeros de departa- mento, él era el mejor de todos, incluyendo también al jefe. Felizmente, la terapia impidió que en poco tiempo destruyera una carrera prometedora. Los narcisistas no toleran las críticas. Algunos se ofenden de una manera desproporcionada por un mínimo comenta- rio. Otros reaccionan con una furia inadecuada, incluso con pataletas, con las cuales al final consiguen que los demás accedan a sus deseos. El obsesivo-compulsivo se siente agobiado cuando le critican, pero pondrá el máximo empeño en volver a ser bien visto por quien le criticó. Los narcisistas, en cambio, intentan destruir al que los ataca. Joey, un narcisista, padecía violentos berrinches cada vez que se le disgustaba. En el negocio, solía contratar a diseñadores comerciales independientes, a los que a menudo olvidaba pagar. Pretendía que ellos comprendieran sus circunstancias «especiales» (había gastado el dinero para