Resumen de la Historia Medieval de España PDF

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Este documento presenta un resumen de la historia medieval española, enfocándose en la desintegración de los reinos musulmanes y la llegada de los Almorávides.

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I –DESAGREGACIÓN DE LOS REINOS MUSULMANES [1031-1212] A) Los reinos de Taifas En 1009, el califa Hisham II fue obligado a abdicar por los adversarios de su política y por la presión fiscal. Entre 1009 y 1031, se sucedieron en el trono de Córdoba nueve califas, de las dinastías omeya y hammu...

I –DESAGREGACIÓN DE LOS REINOS MUSULMANES [1031-1212] A) Los reinos de Taifas En 1009, el califa Hisham II fue obligado a abdicar por los adversarios de su política y por la presión fiscal. Entre 1009 y 1031, se sucedieron en el trono de Córdoba nueve califas, de las dinastías omeya y hammudí, varios de ellos con pérdida y recuperación del trono, en medio de una anarquía que provocó la progresiva independencia de las taifas o banderías de Almería, Murcia, Alpuente, Arcos, Badajoz, Carmona, Denia, Granada, Huelva, Morón, Silves, Toledo, Tortosa, Valencia y Zaragoza. En 1031, el último califa Hisham III fue depuesto y la república proclamada en Córdoba, conllevando la autoproclamación de independencia de todas las coras o provincias de al- Ándalus. Estos reinos, algunos minúsculos, se establecieron alrededor de las ciudades importantes de al-Ándalus. En algún momento llegaron a ser 26. Los reyes de Taifas se pasaban el tiempo peleando y conspirando entre ellos, situación que facilitó la Reconquista de la Península, por parte de los reinos cristianos del Norte capaces de imponerles el pago de pingues parias (tributos). B) Los Almorávides [1086-1147] La aparición de los Reinos de Taifas resultó en la pérdida del poder musulmán frente a los reinos cristianos, que hasta ese momento siempre habían sido los más débiles. Si los reyes taifas querían sobrevivir debían pagar fuertes tributos a los reyes cristianos, y aun así eran constante y frecuentemente atacados. Esta presión militar y tributaria (impuestos), así como el intento de parar el deseo conquistador del rey Alfonso VI de Castilla y León [1072-1109] llevó a los reyes musulmanes de Badajoz, Granada y Sevilla, entre otros, a ponerse de acuerdo en pedir auxilio de los beréberes africanos almorávides que habían conquistado un imperio en el norte de África. En el año 1090, los almorávides, con el apoyo de los juristas malikíes y del pueblo, descontentos de sus soberanos, invadieron al-Ándalus y conquistaron los diversos reinos taifas. Granada se convirtió en la capital de la España almorávide. La llegada de los almorávides y la unificación de al-Ándalus detuvo el avance de los castellanos. En la batalla de Uclés derrotaron al rey castellano, Alfonso VI [1065- 1072]. Dos años después, en 1110, conquistaron el reino taifa de Zaragoza, pero su dominio fue breve. En el año 1118 el rey de Aragón, Alfonso I el Batallador [1104-1134], tomó la ciudad. Esta derrota fue un momento muy importante para el régimen almorávide en al- Ándalus. En los años siguientes no consiguieron conquistar Toledo, y Alfonso VII [1126- 1157] reanudó la ofensiva castellana, derrotando a los almorávides en diversas batallas entre 1139 y 1146. Al destruirse su capacidad militar, la unidad de al-Ándalus se quebró dando lugar al segundo período de reinos taifas. La desaparición del poder almorávide en la Península Ibérica coincidió con la pérdida de su imperio en el norte de África como consecuencia de la expansión de los almohades. C) Los Almohades [1147-1212] Los Almohades fueron un imperio beréber norteafricano que dominó la España musulmana en las últimas décadas del siglo XII y la primera mitad del siglo XIII. Los almohades surgieron como un movimiento religioso reformista que aglutinó a diversas tribus montañesas del Atlas (África del norte). Su dirigente, Ibn Tudmar (c. 1089-1128), se opuso a los almorávides. Sus seguidores recibieron el nombre de al-muwahhidun, 'los partidarios de la unicidad', de dónde salió el nombre dado a este imperio. II - EL LIDERAZGO CASTELLANO [1035-1212] A partir de 1139 existen los cinco estados en juego en la geopolítica de la Península en la Edad Media: Castilla, Aragón, al-Ándalus, Navarra y Portugal, transformado en reino por Alfonso Enríquez I [1139-1185], nieto de Alfonso VI de Castilla [1072-1109]. A) La herencia de Fernando I de Castilla: de la división a la unidad Fernando I de Castilla [1035-1037] había pasado a ser rey de Castilla y León [1037-1065] al casarse con la hermana de Bermudo III de León [1027-1037] muerto en 1037 sin heredero. En 1065, cuando murió Fernando I de Castilla y León repartió el territorio entre sus hijos: Castilla para Sancho (el futuro Sancho II de Castilla entre 1065 y 1072) León para Alfonso (el futuro rey Alfonso VI de León a partir de 1065 y de León y Castilla a partir de 1072 y hasta 1109) Galicia para García (que no consigue gobernar el territorio hasta 1068) Zamora para la hija Urraca En 1068, Sancho y Alfonso recuperaron Galicia y obligaron a García a refugiarse en la Taifa de Sevilla cuyo rey era vasallo de Galicia. Alfonso y Sancho se enfrentaron en un «juicio de Dios» con el fin de decidir cuál de los dos iba a reinar en Castilla y León. Sancho II fue proclamado rey legítimo de Castilla y León en 1072. El Cid hizo parte de los caballeros del rey Sancho II. Después del juicio de Dios, Alfonso se refugió en la Taifa de Toledo y Sancho II asedió Zamora para recuperar la ciudad dada a su hermana por su padre. Fue asesinado por un caballero zamorano llamado Vellido Dolfos pero Alfonso VI fue sospechado de haber participado en la muerte de su hermano. Antes de reconocerlo como rey, un grupo de caballeros, encabezados por Rodrigo Díaz de Vivar, más conocido como Cid Campeador, exigió que Alfonso jurase que no tenía ninguna responsabilidad en el asesinato de Sancho. Alfonso VI aceptó pronunciar la «Jura de Santa Gadea» y fue proclamado rey de Castilla y León. Una de sus primeras decisiones fue la de encarcelar a su hermano García, aconsejado tal vez por su hermana Urraca. Fue apodado el Bravo por las conquistas realizadas, entre las cuales destaca la de Toledo en 1085, ciudad muy simbólica por haber sido la capital política del reino de los visigodos. En 1109, cuando murió Alfonso VI, su hija Urraca heredó la corona de Castilla. La Ley «sálica» no se aplicó en la Península durante la Edad Media. B) El ideal guerrero: Rodrigo Díaz de Vivar, Cid Campeador [1043-1099] El caso del Cid Campeador se conoce mediante varios textos y documentos que hicieron del caballero una figura heroica ejemplar: el Poema del Cid o Poema de mio Cid escrito cerca de 1140, es el más conocido y fue precedido de Crónicas latinas y árabes. El Cid histórico nació cerca de 1043 en un pueblo cerca de Burgos (¿Vivar?) y por eso se llamó Rodrigo Díaz de Vivar. Su familia estaba emparentada con la familia real de Castilla ya que su padre había asumido el cargo de «juez de Castilla». Este oficio se reservaba a los miembros de la familia real. El Cid nació en tiempos del rey Fernando I y se educó en su corte antes de servirle, pasando luego a ser vasallo de Sancho II. El rey Alfonso VI no perdonó al Cid la desconfianza que mostró cuando subió al trono y no sorprende que lo desterrara en 1081 como consecuencia de un desacuerdo sobre las parias debidas por el rey al-Qadir de Valencia al que el Cid fue a servir. Volvió el Cid a luchar por Alfonso VI contra los Almorávides en 1089 pero el rey lo desterró por segunda vez en 1093, por considerar que Rodrigo no le había ayudado suficientemente en la lucha armada. En 1094, el Cid se apoderó de Valencia en la que murió rico y considerado en 1099. C) Las Navas de Tolosa En el año de 1212 el rey Alfonso VIII de Castilla [1158-1214] pidió al papa Inocencio III [1198-1216] que predicara una gran cruzada contra el islam en Hispania. Llegaron caballeros de toda Europa que se unieron a los ejércitos de los reyes de Aragón, Portugal, Navarra y Castilla. La batalla tuvo lugar nada más pasar Sierra Morena, en una llanura donde esperaba a los cristianos un considerable ejército musulmán hispano-africano, que reunía tropas locales y almohades. El propio califa Abu abd Allah Muhammad al-Nasir, también llamado Miramamolín por los cristianos, entró en persona y a caballo en la contienda. Fue una victoria cristiana cuyos ecos resonaron por toda Europa. La gran victoria obtenida por los cristianos provocó la caída del Imperio Almohade, con lo que se abrieron las puertas de al-Ándalus a los cristianos. III – ¿ESPAÑA DE LAS TRES RELIGIONES? A) Ciudades cristianas y ciudades musulmanas La vida en la parte musulmana de la Península, en al-Ándalus era totalmente distinta de la de los cristianos, sobre todo hasta el siglo X. En la zona musulmana había grandes ciudades de 15.000 a 25.000 habitantes (y algunas aún más grandes), tales como Córdoba, que llegó a ser la mayor ciudad de Europa (más de 250 000 habitantes), Almería, Málaga y Sevilla, entre otras. En la parte cristiana, la vida era predominantemente rural, siendo la actividad más importante la agricultura. Casi no había ciudades en la España cristiana, y por lo general eran muy pequeñas (de 3.000 a 5.000 habitantes), ya que las antiguas quedaron casi deshabitadas. Con excepción de León, muchas ciudades aplicaban el sistema del ALFOZ (“finage” en francés): los vecinos se administraban por sí solos mediante concejos abiertos en los que se designaban los concejales de la ciudad. Tal forma de funcionar no duraría más allá de los siglos XII y XIII. Los avances cristianos les entregan ciudades dotadas de una organización y administración mucho más elaboradas, por lo cual los monarcas cristianos se beneficiaron de adelantos políticos notables en la gestión de los centros urbanos. B) Judíos y musulmanes en los reinos cristianos Toledo será el crisol de tres culturas y tres religiones: cristiana, musulmana y judía. A partir de 1125 funcionó la llamada Escuela de Traductores que contó con importantes intelectuales judíos. Éstos tradujeron textos árabes. Testimonio valioso es, en 1369, el epitafio de Pedro I el Cruel: estuvo escrito en latín, hebreo y árabe. Los judíos sirvieron de intérpretes para los monarcas cristianos. Hasta la caída del Califato eran pocas las comunidades judías en los reinos cristianos. La salida de judíos de Al-Andalus incrementó durante los siglos X y XI y el papa Alejandro II [1061-1073] aconsejó a los obispos que fuera respetada la vida de los judíos. La política de favor iniciada por Alfonso VI tuvo como consecuencia la participación de numerosos judíos en la administración del reino. En la batalla de Sagrajas, los judíos combatieron junto al rey de Castilla. En las ciudades, vivían formando comunidades aparte, con su propia organización. Los mozárabes, después de la reconquista de Toledo en 1085, no se fueron todos con las tropas musulmanas vencidas. Otros se quedaron, animados por Alfonso VI quien empezó por elegir uno de los dos corregidores entre los mozárabes de la ciudad. Sin embargo, las autoridades de la Iglesia aceptaban mal las particularidades de dicha comunidad que hablaba el árabe hasta por lo menos el siglo XIII y que seguía respetando el rito visigodo en vez del romano. Eso fue lo que representó un obstáculo en la unificación religiosa querida por los todopoderosos monjes de Cluny. Los artistas, en cambio, supieron mezclar rasgos tradicionales de la cultura cristiana con otros consecutivos de su larga coexistencia con la civilización y la cultura de los musulmanes. Los mudéjares eran musulmanes que vivían en tierras cristianas. Hasta el siglo XII, los territorios reconquistados estaban en zonas poco pobladas: los pocos musulmanes huían cuando llegaban los cristianos. La situación cambió cuando Toledo en 1085 y Zaragoza en 1118 pasaron bajo la dominación de un rey cristiano. Alfonso VI, en Toledo, se proclamó «rey de las tres religiones», afirmando así su intención de respetar la vida de una comunidad con sus propios ritos y costumbres (aljama). No dura sin embargo ya que la política de los Reconquistadores consiste en expulsar a las poblaciones musulmanas, para desarrollar la implantación de colonos cristianos en las zonas recuperadas. En 1118, cuando Alfonso I de Aragón el Batallador [1104-1134] recupera Zaragoza, se querían ir los musulmanes. Pero a los reyes cristianos les faltaron colonos voluntarios, así que tuvieron que contar con los mudéjares para seguir con sus responsabilidades y actividades económicas, sobre todo en los campos y la artesanía. C) Segregación e intercambios culturales Existieron relaciones entre las diversas comunidades que tuvieron que convivir: relaciones hasta sexuales, a pesar de las interdicciones, pero nunca casamientos, que seguían siendo considerados como definitivamente imposibles. Las élites aceptaron cierto grado de convivencia y hasta la favorecieron, pero los tiempos de crisis favorecieron la intolerancia entre la gente del pueblo. La Iglesia invitaba a no maltratar a los miembros de otras comunidades religiosas, pero velaba por evitar los contactos y posibles influencias. Lo cierto es que lo aceptable y aceptado al nivel cultural, pocas veces puede leerse como marca de tolerancia religiosa, concepto ajeno al pensamiento religioso medieval. Observamos determinadas huellas de intercambios culturales: «A la usanza mora»: parte de la élite urbana adoptó elementos que pertenecían a las tradiciones musulmanas, imitando trajes, mobiliario, usos, lo que constituyó el primer paso de la morofilia. la arquitectura adoptó algunos rasgos específicos de la ornamentación musulmana. La poesía abarca textos líricos que mezclan el árabe y el «romance», dando un claro testimonio del mestizaje cultural del período: las jarchas se consideran como la más antigua forma poética original de la Península, como antepasados de los cantares de amigo galaico-portugueses y de los villancicos castellanos. La literatura aljamiada fue escrita por musulmanes o judíos que escribían en romance, pero con letra musulmana. Sigue en pie un debate sobre el alcance de la influencia del mudejarismo en obras destacadas de la Edad Media como el Libro de Buen Amor de Juan Ruiz. En cuanto a la cultura judía, no se ilustra fuera de su propia comunidad, lo que hace afirmar a Joseph Pérez : « on peut parler à la rigueur d’une Espagne des trois religions, sûrement pas d’une Espagne des trois cultures » (L’histoire de l’Espagne, Fayard, p. 84) La escuela de traductores de Toledo sirve de eslabón entre Oriente y Occidente. Fue el símbolo más relevante de la coexistencia pacífica posible de las tes religiones, con un común objetivo de desarrollo cultural. Fue creada en el siglo XII.

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