Informe 07 Inmunología-Seminario 2024-II PDF

Summary

This document is an Immunology-Seminario report for the 2024-II academic cycle. It provides a detailed overview of the fundamentals of the immune response to various microorganisms, from bacteria to viruses. The report analyzes both the innate and adaptive portions of the immune response including the types of cells and the mechanisms employed for defense.

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FACULTAD DE MEDICINA HUMANA INMUNOLOGÍA-SEMINARIO INFORME N.º 07 “INMUNIDAD FRENTE A LOS MICROBIOS” INTEGRANTES: Bernal Díaz Franco Sebastián...

FACULTAD DE MEDICINA HUMANA INMUNOLOGÍA-SEMINARIO INFORME N.º 07 “INMUNIDAD FRENTE A LOS MICROBIOS” INTEGRANTES: Bernal Díaz Franco Sebastián 2022137946 Capuñay Gonzales Leidy 2022126101 Díaz Jiménez Jesús Enrique Misael 2022205419 Gil Solis Rashell Eunice 2019205342 Toro Huamán Sandi 2022205510 Tenorio Dávila Isaac Junior 2022219531 DOCENTE Dr. Josemar Sanchez Aranda GRUPO ES024 CICLO ACADÉMICO 2024 – II INTRODUCCIÓN ¿Te has preguntado alguna vez cómo nuestro organismo tiene la capacidad de defendernos de los microorganismos patógenos que nos circundan y logran ingresar a nuestro cuerpo? El ser humano, gracias a la evolución de las especies, presenta dos tipos de inmunidad: una de tipo filogenético, con la que nacemos, y otra ontogénica, que adquirimos a lo largo de nuestra vida. Ambas son responsables de brindar protección frente a microorganismos patógenos y a aquellos elementos propios que son reconocidos como extraños. El sistema inmunitario innato, gracias a sus fagocitos, nos ayuda a destruir las bacterias extracelulares que ingresan en nuestro organismo. Cabe mencionar que los fagocitos denominados neutrófilos también son responsables de brindar protección frente a los hongos. Por otro lado, las bacterias que se vuelven intracelulares y resultan inaccesibles para los fagocitos son enfrentadas cuando la célula infectada es destruida por los linfocitos natural killer, exponiéndose a los fagocitos. Los eosinófilos, por su parte, contribuyen a eliminar los helmintos. El sistema inmunitario adaptativo, gracias a los anticuerpos, neutralizan, opsoniza y desencadena la fagocitosis, además de activar el complemento por la vía clásica, protegiéndonos de las bacterias extracelulares. Un tipo de linfocito importante, el linfocito citotóxico, se encarga de matar a las células infectadas, al igual que los linfocitos natural killer, exponiéndose a los fagocitos. Cabe mencionar que los linfocitos citotóxicos también exponen los virus al destruir las células infectadas, con el fin de eliminarlos. Asimismo, los linfocitos Th17 nos proporcionan defensa contra los hongos, y de igual manera los linfocitos Th1 nos protegen contra los helmintos. Sin embargo, es importante mencionar que existen patógenos capaces de evadir estas respuestas inmunes, gracias a cápsulas o antígenos proteicos denominados pilinas, los cuales pueden sufrir modificaciones que los protegen del ataque de los anticuerpos. Asimismo, pueden inhibir la fusión de los fagolisosomas, escapar al citosol, o desintoxicar e inactivar directamente las sustancias microbicidas. En el presente informe aborda las principales características de la respuesta inmunitaria frente a cinco categorías de microorganismos patógenos: bacterias extracelulares, bacterias intracelulares, hongos, virus, protozoos y parásitos multicelulares. Asimismo, los mecanismos de defensa que el sistema inmunitario emplea para combatir cada uno de estos patógenos, destacando las diferencias y similitudes en las estrategias adaptativas e innatas utilizadas por el organismo. MARCO TEORICO GENERALIDADES DE LA RESPUESTAS INMUNITARIAS A LOS MICROBIOS La primera respuesta frente a una infección está a cargo del sistema inmunitario innato, gracias a sus componentes celulares como los fagocitos (neutrófilos y macrófagos). Sin embargo, existen patógenos capaces de evadir esta respuesta (muchos microbios pueden sobrevivir y replicarse dentro de las vesículas fagocíticas). Es aquí donde el sistema inmunitario adaptativo entra en acción, ofreciendo una respuesta más eficiente gracias al gran número de células efectoras especializadas en las distintas clases de microbios. Entre ellas destacan los linfocitos B, que se diferencian en células plasmáticas responsables de sintetizar diversos anticuerpos. De igual manera, los linfocitos T, que se diferencian en subpoblaciones de linfocitos TCD4+, representan un excelente ejemplo de la especialización del sistema inmunitario adaptativo. La presencia de anticuerpos de tipos inmunoglobulina M(IgM) es indicativa de una infección reciente, mientras que la presencia de solo la inmunoglobulina IgG indica una infección pasada. INMUNIDAD FRENTE A BACTERIAS EXTRACELULARES Diversos elementos, ya sean constitutivos (como las endotoxinas, por ejemplo, el lipopolisacárido) o secretados por las bacterias (como las toxinas), pueden desencadenar efectos patológicos adversos característicos de alguna enfermedad. Por ejemplo, la toxina diftérica interrumpe la síntesis de proteínas en las células infectadas, la toxina del cólera interfiere en el transporte de iones y agua, la toxina tetánica inhibe la transmisión neuromuscular, y la toxina del carbunco interrumpe varias vías de señalización bioquímica cruciales en las células infectadas. Inmunidad innata frente a las bacterias extracelulares Activación de la fagocitocis e inflamación: Las células dendríticas y los macrófagos tisulares son activados por los microbios, lo que provoca la secreción de citocinas que favorecen el reclutamiento (respuesta inflamatoria) de neutrófilos y macrófagos derivados de monocitos. Además, cabe mencionar que los fagocitos tienen receptores que promueven la fagocitosis de los microbios (como los receptores para la manosa y los receptores basurero); otros receptores estimulan las actividades microbicidas de los fagocitos (principalmente los TLR), y otros más promueven tanto la fagocitosis como la activación de los fagocitos (receptores para el Fc y el complemento). Los fagocitos activados ingieren y destruyen los microbios, principalmente en las fagolisosomas. Activación del complemento: Las bacterias extracelulares pueden ser eliminadas mediante la activación del complemento, ya sea por la vía alternativa o la vía de las lectinas, cuya finalidad es la opsonización y, por lo tanto, la promoción de la fagocitosis, así como la lisis de la bacteria a través del complejo de ataque a la membrana (MAC). Inmunidad innata frente a las bacterias extracelulares La inmunidad adaptativa contra bacterias extracelulares se basa principalmente en la respuesta inmunitaria humoral, la cual juega un rol clave en la neutralización de infecciones, eliminación de microbios y neutralización de toxinas bacterianas. Los anticuerpos generados en esta respuesta se dirigen a antígenos y toxinas bacterianas, que pueden ser polisacáridos o proteínas. Los polisacáridos, considerados antígenos independientes de linfocitos T, no activan a estos linfocitos, pero desencadenan respuestas de anticuerpos. Esto convierte a la inmunidad humoral en un mecanismo principal de defensa contra bacterias encapsuladas como Streptococcus pneumoniae y Neisseria. El bazo es crucial para la producción de anticuerpos y la eliminación de bacterias opsonizadas, por lo que personas sin bazo (esplenectomizadas) tienen un mayor riesgo de infecciones graves por estas bacterias. Por otro lado, los antígenos proteicos inducen una respuesta inmunitaria más robusta, provocando un cambio de isotipo y la generación de anticuerpos de alta afinidad, además de activar la inmunidad celular. Los anticuerpos ejercen su función a través de mecanismos como la neutralización, opsonización, fagocitosis y la activación del complemento mediante la vía clásica. La IgG, IgM e IgA desempeñan roles clave en la neutralización de patógenos, mientras que la IgG1 y la IgG3 median la opsonización, y la IgM e IgG activan el complemento. Además, los linfocitos T CD4+ cooperadores se activan en respuesta a antígenos proteicos bacterianos, promoviendo la inflamación local y potenciando la actividad fagocítica y microbicida de macrófagos y neutrófilos, además de estimular la producción de anticuerpos. Las respuestas Th17, en particular, son críticas para el reclutamiento de neutrófilos y monocitos en los sitios de infección, favoreciendo la inflamación y la eliminación de patógenos. Los individuos con defectos en el desarrollo de linfocitos Th17 o con autoanticuerpos contra la IL-17 son más susceptibles a infecciones bacterianas y micóticas, presentando abscesos recurrentes. Inmunidad adaptativa frente a las bacterias intracelulares La principal defensa inmunológica contra bacterias intracelulares es la inmunidad celular, mediada por el reclutamiento y activación de fagocitos. Personas con deficiencias en la inmunidad celular, como pacientes con SIDA, son altamente susceptibles a infecciones por bacterias intracelulares, así como por hongos y virus intracelulares. Los linfocitos T desempeñan un papel central en la defensa contra estas infecciones a través de dos mecanismos: los linfocitos Th1 CD4+ activan fagocitos mediante el ligando CD40 y la producción de interferón gamma (IFN-γ), promoviendo la destrucción de microbios ingeridos en fagolisosomas. Por otro lado, los linfocitos T citotóxicos (CTL) CD8+ eliminan células infectadas que contienen microbios que han escapado de los fagocitos. Los linfocitos T CD4+ se diferencian en células Th1 bajo la influencia de IL-12, secretada por macrófagos y células dendríticas. Estos linfocitos Th1 expresan ligandos para CD40 y producen IFN-γ, lo que activa macrófagos, induciendo la producción de sustancias microbicidas como el óxido nítrico, enzimas lisosómicas y especies reactivas de oxígeno (ROS). El TNF, secretado por macrófagos activados, también contribuye al reclutamiento de fagocitos mononucleares para combatir bacterias intracelulares como Mycobacterium tuberculosis. Sin embargo, en infecciones donde las bacterias escapan del fagosoma al citoplasma, como ocurre con Listeria monocytogenes, los CTL CD8+ son necesarios para destruir las células infectadas, reconociendo antígenos presentados por el MHC clase I. La activación crónica de los linfocitos T y macrófagos debido a la persistencia de bacterias intracelulares puede conducir a la formación de granulomas, característicos de infecciones como la tuberculosis. Aunque esta respuesta granulomatosa ayuda a contener la infección, también puede causar daño tisular significativo, como necrosis y fibrosis, lo que contribuye a la patogénesis de enfermedades como la tuberculosis. En algunos casos, las respuestas de hipersensibilidad de tipo retardado (HTR) a antígenos microbianos pueden agravar este daño. Las diferencias en las respuestas inmunitarias entre individuos pueden influir en el curso clínico de las infecciones intracelulares. Un ejemplo notable es la lepra, causada por Mycobacterium leprae, donde la respuesta inmunitaria varía entre dos formas extremas: la lepra lepromatosa, caracterizada por una respuesta celular débil y proliferación bacteriana, y la lepra tuberculoide, con una fuerte inmunidad celular y control de la infección mediante granulomas. Estas diferencias en la respuesta inmunitaria pueden estar asociadas con la polarización de linfocitos Th1 o Th2 y la producción de citocinas como IFN-γ o IL-2, que influyen en el control de la infección. Evasión inmunitaria por bacterias intracelulares El resultado final de la infección dependerá de lo que prevalezca: por los mecanismos microbicidas de los macrófagos estimulados por los linfocitos T o por la resistencia de los microorganismos. También tenemos a la resistencia a la fagocitosis, razón por la cual las bacterias tienden a provocar infecciones crónicas. Las bacterias sobreviven en un estado latente en el interior de los fagocitos y se activan solo si se deteriora el sistema inmunitario. INMUNIDAD FRENTE A LOS HONGOS La micosis son una causa significativa de morbilidad y mortalidad en humanos. Estas infecciones pueden ser endémicas, asociadas a hongos del ambiente, o oportunistas, que afectan gravemente a personas inmunodeprimidas, aunque generalmente son leves en individuos sanos. La disminución de la inmunidad, especialmente la deficiencia de neutrófilos es el principal factor de riesgo para desarrollar micosis severas, frecuentemente relacionadas con el VIH, tratamientos oncológicos y trasplantes. Los hongos pueden vivir en tejidos y dentro de fagocitos, lo que genera respuestas inmunitarias complejas. Inmunidad innata frente a los hongos Los principales mediadores de la inmunidad innata contra hongos son los fagocitos y el sistema del complemento. La fagocitosis por neutrófilos y macrófagos es crucial para controlar infecciones micóticas, ya que detectan hongos a través de receptores de reconocimiento de patrones. Los neutrófilos son especialmente importantes en la defensa contra hongos extracelulares, y su deficiencia, como en leucemias, aumenta el riesgo de micosis. Estos fagocitos liberan sustancias fungicidas y realizan la fagocitosis para eliminar los hongos. Por otro lado, la activación del complemento ayuda a combatir hongos en el torrente sanguíneo, como Candida, al opsonizarlos para su fagocitosis, aunque su acción lítica es limitada debido a las gruesas paredes celulares de los hongos. Inmunidad adaptativa frente a los hongos Los linfocitos Th17 son cruciales en la inmunidad adaptativa contra infecciones fúngicas extracelulares, como las provocadas por Candida en tejidos epiteliales. Estos linfocitos se activan por glúcidos fúngicos que estimulan células dendríticas y macrófagos, promoviendo una respuesta inmune que atrae neutrófilos para fagocitar hongos. Las mutaciones que afectan a Th17 pueden resultar en candidiasis mucocutánea crónica. Por otro lado, la inmunidad mediada por linfocitos Th1 es esencial contra infecciones micóticas intracelulares, como las de Histoplasma capsulatum y Cryptococcus neoformans, que requieren la cooperación entre linfocitos T CD4+ y CD8+. En pacientes con inmunodeficiencia, estas infecciones pueden ser graves, como ocurre en individuos con SIDA. Las respuestas Th2, en cambio, son consideradas ineficaces para eliminar hongos y pueden causar daño, como en el caso de la aspergilosis broncopulmonar alérgica. Además, se conoce poco sobre cómo los hongos evaden la respuesta inmune; por ejemplo, las cepas virulentas de C. neoformans pueden inhibir la producción de citocinas proinflamatorias en macrófagos. INMUNIDAD FRENTE A LOS VIRUS Los virus son microorganismos intracelulares obligados que dependen de la maquinaria del hospedador para replicarse. Infectan diferentes tipos de células mediante endocitosis mediada por receptores. Su replicación puede interferir con la síntesis y función de las proteínas celulares, causando daño y muerte celular, lo que resulta en efectos citopáticos y lisis celular. Además, los virus pueden inducir respuestas inflamatorias que dañan los tejidos y causar infecciones latentes. Las respuestas inmunitarias, tanto innatas como adaptativas, se activan para bloquear la infección y eliminar las células afectadas. Inmunidad innata frente a los virus 1. Interferones (IFN) tipo I: Inhiben la replicación viral en células infectadas y no infectadas. Se producen en respuesta a productos virales por células dendríticas plasmocitoides y macrófagos, activándose a través de vías que reconocen ARN y ADN víricos (TLR, RIG, STING). Estos IFN también estimulan la producción de factores de restricción que dificultan la replicación viral. 2. Linfocitos NK: Destruyen células infectadas, especialmente aquellas afectadas por virus de ADN, antes de que se desarrollen respuestas inmunitarias adaptativas. La disminución de moléculas MHC clase I en células infectadas permite que los linfocitos NK actúen sin inhibición. Además, la infección puede aumentar la expresión de ligandos activadores en las células infectadas. Inmunidad adaptativa frente a los virus La inmunidad adaptativa contra infecciones virales se basa en dos componentes clave: 1. Anticuerpos: Bloquean la entrada del virus en las células y son efectivos durante la fase extracelular del virus. Los anticuerpos neutralizadores impiden la infección inicial y la propagación, siendo cruciales en mucosas. Sin embargo, no pueden erradicar infecciones una vez que el virus se replica dentro de las células. 2. Linfocitos T citotóxicos (CTL): Principalmente linfocitos T CD8+, eliminan las células infectadas reconociendo péptidos virales presentados por el MHC clase I. La activación de los CTL requiere ayuda de linfocitos T CD4+ y células presentadoras de antígenos. Aunque son esenciales para controlar infecciones, algunos virus han desarrollado mecanismos de evasión. Las infecciones pueden volverse latentes, y en ciertos casos, la respuesta inmunitaria puede causar daño tisular, como en la meningitis inducida por el virus de la coriomeningitis linfocítica. La inflamación excesiva también se observa en COVID-19, a menudo relacionada con la activación de citocinas. Los anticuerpos pueden, en ocasiones, contribuir a la patología al aumentar la inflamación o provocar vasculitis. Además, la similitud entre proteínas virales y antígenos propios puede llevar a respuestas inmunitarias inapropiadas. Evasión inmunitaria por parte de los virus Los virus han desarrollado numerosos mecanismos para evadirse de la inmunidad del hospedador. Los virus pueden alterar sus antígenos y así dejar de ser dianas de las respuestas inmunitarias. Los antígenos afectados suelen ser las glucoproteínas de la superficie, que son reconocidas por los anticuerpos, pero los epítopos del linfocito T también pueden sufrir variaciones. Los principales mecanismos de la variación antigénica son las mutaciones puntuales y la mezcla de genomas ARN (en virus ARN), lo que lleva a una deriva y un cambio antigénicos. Algunos virus inhiben la capacidad del hospedador de inducir el estado antivírico. Los coronavirus SARS-CoV, MERS-CoV y SARS-CoV-2 pueden inactivar la respuesta de IFN tipo I del hospedador. Algunos virus inhiben la presentación de antígenos proteínicos citosólicos asociados al MHC clase I. Los virus pueden producir diversas proteínas que bloquean diferentes pasos en el procesamiento, transporte y presentación del antígeno. Algunos virus producen moléculas que inhiben la fase efectora de las respuestas inmunitarias. Los poxvirus codifican moléculas que secretan las células infectadas y se unen a varias citocinas, como el IFN­γ, el TNF, la IL­1, la IL­18 y las quimiocinas. Algunas infecciones víricas crónicas se asocian al fracaso de las respuestas de los CTL, lo que se denomina agotamiento, y permite persistir a los virus. Los estudios de una infección crónica por el virus de la coriomeningitis linfocítica en los ratones han demostrado que este tipo de deficiencia inmunitaria puede deberse a estimulación antigénica persistente que lleva una mayor expresión de receptores inhibidores en el linfocito T, como la proteína de muerte celular programada 1. Los virus pueden infectar y matar o inactivar a linfocitos T inmunocompetentes. El ejemplo obvio es el VIH, que sobrevive infectando y eliminando linfocitos T CD4+, los inductores clave de las respuestas inmunitarias a los antígenos proteínicos. INMUNIDAD FRENTE A LOS PARÁSITOS Los parásitos comprenden protozoos unicelulares, gusanos multicelulares complejos (helmintos) y ectoparásitos (p. ej., garrapatas y ácaros). Las infecciones parasitarias son problemas de salud importantes, en especial en los países de renta baja. Se calcula que aproximadamente el 30% de la población mundial sufre infestaciones parasitarias. Hay, aproximadamente, 200 millones de casos nuevos de paludismo al año en todo el mundo y, aproximadamente, 400.000 muertes anuales. La magnitud de este problema de salud pública es la razón principal del gran interés existente en la vacunación contra los parásitos y en el desarrollo de la inmunoparasitología como una rama bien definida de la inmunología. Inmunidad innata frente a los parásitos Aunque se ha demostrado que distintos protozoos y helmintos activan diferentes mecanismos de la inmunidad innata, a menudo estos organismos pueden sobrevivir y replicarse en sus hospedadores gracias a su capacidad para superar estas defensas. La respuesta inmunitaria innata más importante frente a los protozoos es la fagocitosis, pero muchos de estos parásitos resisten este tipo de eliminación e, incluso, pueden replicarse en el interior de los macrófagos. Algunos protozoos expresan moléculas de superficie que reconocen los TLR y activan los fagocitos. Las especies de Plasmodium (los protozoos responsables de paludismo), Toxoplasma gondii (el microorganismo que causa la toxoplasmosis) y las especies de Cryptosporidium (una causa importante de enfermedad diarreica en los pacientes infectados por el VIH) expresan glucolípidos que pueden activar el TLR2 y el TLR4. Los eosinófilos contribuyen a la respuesta innata frente a los helmintos al liberar el contenido de los gránulos capaz de destruir las cubiertas de los gusanos. Los fagocitos también pueden atacar a los parásitos helmintos y secretar sustancias microbicidas para matar a los microorganismos. Sin embargo, muchos helmintos tienen cubiertas gruesas que los hacen resistentes a los mecanismos citocidas de los neutrófilos y los macrófagos, y son demasiado grandes para ser ingeridos por estos fagocitos. Algunos protozoos y helmintos activan la vía alternativa del complemento, pero también han desarrollado estrategias eficaces para escapar del sistema del complemento. Inmunidad adaptativa frente a los parásitos La inmunidad adaptativa frente a los parásitos depende en gran medida del tipo de parásito y su localización dentro del hospedador. Los protozoos, como Leishmania y los causantes del paludismo, tienden a vivir dentro de las células, lo que obliga al sistema inmunitario a recurrir a respuestas celulares mediadas por los linfocitos Th1. Estas células secretan citocinas como IFN-γ, que activan los macrófagos para destruir los parásitos intracelulares. Por ejemplo, en la infección por Leishmania, una respuesta Th1 robusta ayuda a eliminar los protozoos, mientras que una respuesta Th2 favorece su supervivencia, ya que esta inhibe la activación de los macrófagos. En el caso del paludismo, aunque inicialmente se pensaba que los anticuerpos eran la principal defensa, se ha demostrado que las células T citotóxicas (CTL) también juegan un papel crucial atacando los parásitos en los hepatocitos. Por otro lado, los helmintos (parásitos multicelulares) se alojan en tejidos extracelulares, lo que activa las respuestas Th2, que secretan IL-4 e IL-5, promoviendo la producción de anticuerpos IgE y la activación de eosinófilos y mastocitos. Estos últimos son responsables de expulsar los parásitos a través de mecanismos como el aumento del moco intestinal o el peristaltismo. Sin embargo, estas respuestas Th2, aunque necesarias para eliminar a los helmintos, también pueden provocar daño tisular. Un ejemplo es la esquistosomiasis, donde los huevos de Schistosoma en el hígado inducen una intensa fibrosis que puede llevar a hipertensión portal y cirrosis. Similarmente, en la filariasis linfática, la respuesta inmunitaria crónica provoca obstrucción de los vasos linfáticos y linfedema severo. Además, las infecciones parasitarias crónicas pueden generar la formación de inmunocomplejos de antígeno-anticuerpo, que pueden depositarse en tejidos como los glomérulos renales, provocando nefritis o en los vasos sanguíneos causando vasculitis, como se observa en algunas formas de esquistosomiasis y paludismo crónico. Evasión inmunitaria por parte de los parásitos Los parásitos evaden la inmunidad del hospedador mediante diversas estrategias, como la variación antigénica, que les permite modificar sus antígenos de superficie durante su ciclo vital. Esto ocurre, por ejemplo, en el parásito del paludismo y en los tripanosomas africanos, donde los cambios en los antígenos dificultan que el sistema inmunitario los elimine. Algunos parásitos, como Schistosoma y ciertos protozoos, también desarrollan mecanismos que los hacen resistentes a los ataques inmunitarios, mientras que otros se esconden dentro de las células del hospedador o pierden sus antígenos para evitar la detección. Además, muchos parásitos inhiben las respuestas inmunitarias del hospedador, como ocurre en la esquistosomiasis grave o la filariasis, donde se suprimen los linfocitos T o se promueven citocinas inmunosupresoras. Esto resulta en infecciones crónicas difíciles de erradicar y plantea grandes desafíos para el desarrollo de vacunas eficaces. ESTRATEGIAS PARA EL DESARROLLO DE LAS VACUNAS La vacunación comenzó con Edward Jenner en 1796, con la inmunización contra la viruela. Desde entonces, la inmunización ha sido importante para erradicar o controlar enfermedades. El principio básico de las vacunas es administrar formas inactivas o atenuadas de un microorganismo infeccioso o un componente de un microbio, para generar una respuesta inmunitaria sin causar la enfermedad. Las vacunas funcionan mejor contra microbios que no presentan latencia, tienen poca variabilidad antigénica y no interfieren con la inmunidad del hospedador. Infecciones limitadas a humanos sin reservorios animales también son más fáciles de controlar mediante vacunación. Las vacunas suelen inducir la inmunidad humoral, con anticuerpos que previenen la infección neutralizando y eliminando microbios. La clave está en estimular células plasmáticas de vida larga y linfocitos B de memoria mediante la reacción del centro germinal, facilitada por linfocitos T cooperadores foliculares (Tfh) CD4+. Sin embargo, aún no se comprende completamente cómo inducir una memoria inmunitaria duradera. Vacunas atenuadas e inactivadas Las primeras vacunas efectivas usaban microorganismos atenuados o muertos. Estas vacunas inducen respuestas inmunitarias similares a las de la infección natural. Louis Pasteur demostró su efectividad con bacterias vivas atenuadas. Las vacunas atenuadas son eficaces pero pueden reactivarse, como ocurre raramente con el virus de la poliomielitis, lo que plantea el riesgo de que la enfermedad inducida por la vacuna supere a la adquirida naturalmente. Las vacunas inactivadas, como la de la gripe, son seguras pero no siempre ofrecen protección duradera ni neutralizan múltiples cepas. Vacunas de subunidades (antígenos purificados) Estas vacunas de segunda generación eliminan el riesgo de microorganismos vivos. Están compuestas por antígenos purificados o toxinas inactivadas, a menudo combinadas con adyuvantes. Ejemplos exitosos incluyen vacunas contra la difteria y el tétanos, que utilizan toxoides. Las vacunas conjugadas, como las utilizadas contra neumococos y Haemophilus influenzae, permiten generar respuestas inmunitarias incluso en lactantes al acoplar antígenos polisacáridos con proteínas. Vacunas de antígenos sintéticos La investigación busca identificar antígenos microbianos inmunógenos, sintetizarlos en laboratorio y usarlos como vacunas. Ejemplos son las vacunas contra el VPH y hepatitis B. La vacuna contra el VPH se desarrolla con proteínas recombinantes de 4 cepas (VPH 6, 11, 16 y 18), previniendo verrugas y cánceres. Vacunas vivas con virus recombinantes Este método introduce genes microbianos en virus no citopáticos que inducen respuestas inmunitarias completas. Un ejemplo reciente son los adenovirus 26 y del chimpancé usados para vacunas contra Ébola, Zika y SARS-CoV-2. Los virus recombinantes generan inmunidad humoral y celular, aunque presentan posibles problemas de seguridad. Vacunas de ADN Los plásmidos que codifican antígenos proteínicos inducen respuestas inmunitarias humorales y celulares, activando la inmunidad innata a través de TLR9. Aunque prometedoras, estas vacunas han mostrado eficacia limitada en ensayos clínicos. Vacunas de ARNm Las vacunas de ARNm, como las de COVID-19, ofrecen ventajas en rapidez de desarrollo y menor costo. Los avances en estabilidad y encapsulación en nanopartículas lipídicas han hecho que esta técnica sea viable, con capacidad de activar la inmunidad innata y adaptativa. Adyuvantes e inmunomoduladores Los coadyuvantes son esenciales para activar las respuestas de linfocitos T. Ejemplos aprobados incluyen el hidróxido de aluminio y monofosforil lípido A. También se investigan coadyuvantes naturales y moleculares para mejorar la eficacia de las vacunas. Inmunización pasiva Se refiere a la administración de anticuerpos específicos para conferir protección temporal. Se usa en situaciones como tétanos, rabia y COVID-19. Aunque no induce memoria inmunitaria, se explora la "inmunoprofilaxis con vectores", una técnica que busca una protección más duradera usando anticuerpos monoclonales humanos. CONCLUSIONES 1. El sistema inmunitario utiliza respuestas específicas para combatir infecciones bacterianas, dependiendo de si los patógenos son extracelulares o intracelulares. Frente a las bacterias extracelulares, la inmunidad innata media la activación de fagocitos y del sistema del complemento, promoviendo la inflamación y la eliminación de microbios a través de la fagocitosis. En la inmunidad adaptativa, los anticuerpos neutralizan las toxinas bacterianas y facilitan la eliminación de los patógenos, siendo especialmente efectivos contra bacterias encapsuladas. Por otro lado, las bacterias intracelulares requieren una fuerte respuesta inmunitaria celular. Los linfocitos Th1 activan los macrófagos para destruir los microbios en los fagolisosomas, mientras que los linfocitos T citotóxicos eliminan células infectadas cuando los patógenos escapan al citoplasma. 2. La inmunidad innata frente a los virus está mediada por interferones tipo 1 y linfocitos NK (natural killer). Los anticuerpos neutralizantes protegen contra la entrada de los virus en las células durante las primeras fases de la infección y, más tarde, cuando los virus salen de las células infectadas destruidas. El principal mecanismo de defensa contra la infección establecida es la destrucción de las células infectadas por los CTL. Estos pueden contribuir a la lesión hística incluso aunque los virus infecciosos no sean peligrosos en sí mismos. Los virus evitan las respuestas inmunitarias gracias a la variación antigénica, el bloqueo de la producción o la acción del IFN tipo I, la inhibición de la presentación de antígenos, la inactivación de los linfocitos T y la síntesis de moléculas inmunosupresoras. 3. Las vacunas son importantes en la prevención de enfermedades infecciosas, y su desarrollo ha avanzado considerablemente, permitiendo la creación de diferentes tipos, cada uno con características específicas. Las vacunas atenuadas contienen formas debilitadas del patógeno que inducen una respuesta inmunitaria robusta y duradera, pero presentan limitaciones en personas con sistemas inmunitarios comprometidos. Por otro lado, las vacunas inactivadas utilizan patógenos muertos, lo que las hace más seguras para estos grupos, aunque suelen requerir dosis de refuerzo para mantener la inmunidad. Las vacunas de subunidades solo incluyen partes del patógeno, como proteínas, lo que minimiza los efectos secundarios, aunque también pueden necesitar varias dosis para generar una respuesta protectora efectiva. REFERENCIA BIBLIOGRÁFICA 1. Abbas AK, Lichtman AH, Pillai S. Inmunología Celular Y Molecular. 10a ed. Elsevier; 2022

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