Educar: Un Compromiso Con La Memoria (PDF)

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La familia como contexto de desarrollo humano Jesús Palados y Maña José Rodrigo El objetivo de este libro es el análisis de la familia como uno de los más impor- --'· tantes y cruciales contextos en que se produce el desarrollo humano. El libro adopta una perspectiva claramente psicológica, aunque no psicologista, pues damos aquí una gran importancia a la influencia sobre la familia y la vida fant.i- liar de elementos y factores de naturaleza no psicológica. Más en concreto, adopta una perspectiva evolutiva, en la que la famil ia es analizada a propósito de lo que significa para el desarrollo de las personas que la componen. Una perspectiva evolutiva, por lo demás, profundamente interesada por los procesos y posibilidades educativas que en la familia se desarrollan y que la familia tiene. Este capítulo y el siguiente sientan las bases conceptuales del enfoque evo- lutivo-educativo de la familia que inspira todo el volumen, al tiempo que sirven para presentar los diferentes capítulos que se integran en los cinco bloques de.. '"''' ·' contenido que lo componen. En los dos primeros apartados de este capítulo si-' ·"" ruaremos a la familia en una doble perspectiva comparada e histórica, lo que nos permitirá ahondar en el origen filogenético de la familia, por un lado, y penetrar en la ralz histórica más allá del análisis inmediato de la familia oc.cidental con- temporánea, por otro. El tercer apartado está específicamente dedicado a pre· sentar el concepto de familia en Occidente a finales del siglo xx, un concepto en muchos sentidos alejado de los viejos estereotipos sobre la familia y la vida familiar. En el cuarto apartado reflexionamos sobre las funciones de la familia tal y como las percibimos desde la perspe.ruígamos. Ep el caso humano, el tipo de agrupamiento-familiar se basa no sólo en criterios de orden natural (disponibilidad de personas del otro sexo, necesidad de cooperación para sa- ' ' - car adelante a los hijos), sino también en razones de índole.cul!!!ml(por ejem- plo. creencias religiosas o filosóficas, tradiciones transmitidas de generación. en generación). Es evidente que el contraste más interesante y próximo a nosotros es el de la farnilia en los primates no humanos. En este campo, es curioso advertir cómo el afán de los investigadores ha pasado de la rutioaria detección de las diferencias a la fascinación por las similitudes entre los primates no humanos y los humanos (véase Cheney y Seyfarth, 1990, y Byme, 1995, para sendas revisiones). Y es que, en realidad, resultan tan informativas las primeras como las segundas, ya que estas similitudes entre primates filogenéticamente próximos a nosotros y nuestra propia especie nos sugieren rasgos comparti- dos con una fuerte implantación biológica. Los avances metodológicos y la -. superación de algunos prejuicios en el estudio comparado de especies han sido los que en buena medida han permitido que ahora podamos desvelar el pasado fi"logenético de algunos comportamientos que se consideraba.n priva- tivos de los humanos. Uno de los primeros oomportamicntos que ha sido objeto de estudio es la conducta de apego de los primates no humanos. Impresiona observar cómo, por ejemplo, la oonducta de apego de los chimpancés hacia sus crías desplie- ga una gran variedad de formas y funciones, entre las que solemos reconocer las propiamente humanas: cuidados físicos, protección frente a riesgos y peli- gros, relajación de las tensiones, etc. Además, las crias establecen con el resto del grupo toda una jerarquía de apegos que se manifiesta en las oonductas de aproximación y de evitación a determinados miembros. Nótese que ta.les con- ductas requieren un alto componente de individuación en el gTUpo y buenas capacidades de análisis de rostros y detección de diferencias interpersonales. Al igual que en el apego humano, ~1 apeg_o en los primates tie!le.!!ll.a. fun· :: ~~, ción de supen, iveoc ia muy importante, porque asegura la proximidad y la., , , protecciOñC!e- los pádres a los hijos durante el prolongado periodo de tiempo en que la fragilidad del nuevo ser requiere de la asistencia directa y continua- da de los adultos. Estos lazos de apego resultan relativamente duraderos, aun- que desde luego más breves que los que se establecen entre los humanos. De · ~ hecho, esa mayor perdurabilidad de los apegos en la familia hmnana ctunple una función transgeneracional que vincula a las familias de ascendencia con...,.. las de descendencia y que está ausente en los primates no humanos: los pa- dres del niño con sus abuelos y sus padres, los abuelos del niño con sus llijos y su nieto, el niño convertido en adulto y luego en padre con sus propios pa- dres y con sus bijos, etc. En suma, el apego, que es sin duda uno de· los ele- mentos más básicos y constituyentes de las relaciones fdiD.iliares, tiene unos -v- la familia C()m() C()ntedo y la familia en contexto claros antecedeotcs filogenéticos que nos hablan de su gran valor adaptativo pard la supetVivencia de los grupos. Los primates no humanos como chimpancés. macacos japoneses y posi- blemente bonobos tienen también una serie de conductas denominadas p_roto- culturales que los acercan extraordinariamente a nosotros. Estas especies de simios son capaces de adquirir durante su curso vital una serie de habilidades que resultan muy importantes en su hábitat y que se transmiten de generación en generación. Por ejemplo, lns crías de chimpancés observan afanosas a sus padres cuando éstos afilan una vara fina y la introducen cuidadosamente en el agujero de las termitas con el fin de exlf3er unas cuantas para su comida. Los macacos japoneses se transmiten de generación en generución la habilidad de lavar batatas. Por tanto. se dan algunos ingredientes de lo que podrían consi- derarse como procesos de aprendizaje supraindividual, del tipo de los que tie- nen lugar en las familias humanas. Las crlas de chimpancés y de otros primates no humanos también se so- cializan, al igual que los nii\os humanos, en las costumbres de su grupo y aprenden a comportarse diferencinhnente en función del estatus de los adul- tos y de su propia madre. Las crías hembras juegan preferentemente con las hijas de las hembras de alto esta tus, «heredando» éstas el estarus de sus ma- dres. Por otra parte, el grupo discrimina Jos la?.OS de pertenencia de las crías a sus madres. Así, cuando se oye un grito de socorro de una crla oculta a la vis- ta, es la madre la que reacciona con alanna y, en caso de que ésta esté «distraí- da», las demás madres vuelven su vista hacia ella (Cbeney y Seyfarth, 1990). ¿Dónde están entonces las diferencias entre estas formas de agrupación fanliliares y las de los humanos? Como ocurre con los primates en general, los humanos somos enormemente plásticos, capaces de adaptarnos a ambien- tes y a exigencias muy diferentes; pero, a diferencia de los primates, so~2,s capaces de.crea · num as emornos que obligan al desarrollo de una variedad de conductas y formas de organización social mucho más articuladas que las que normalmente encontrumos en otras especies. La clave de las diferencias está eñét carácter sodocu/turql de la estimlilación y de los escenarios o hábi- tats en los que lf3nscurre la vida de la familia humana. En este caso, han sido los antropólogos culturales los que han venido a resca1amos del etnocentrismo que nos habla llevado a atribuir a todos Jos hu- manos aquello que se había encontrado como caracter!stico de un tiempo y un lugar, es decir, de un momento histórico concreto en una cultura también concreta (en este caso, la occidental). Los antropólogos nos despertaron de nuestra ensoñación universalista fundamentalmente a través de sus estudios de culturas muy diferentes a la nuestra tanto en disponibilidad de recursos como en organización social, creencias, prácticas educativas, etc. Uno de los ejemplos más típicos de este enfoque se contiene eo el libro de Wbiting y Whiting (1 975) en el que se lleva a cabo -según reza su subtítulo- un aná- lisis psico-culturo/ de cómo la conducta social de niilos y niñ.as está influida por los contextos de crianza y educación en seis culturas diferentes. En su Ji- ~  l. la familia como contmo de desarrollo humano bro Children of.tix cultures. estos autores se dedicaron a observar las conduc- ws cotidianas en sus escenarios físicos y sociales. La idea era llegar a una des- cripción de la condtlCta en su contexto cullura l, entendiendo que cada cultura presenta una cierta organización destinada a encauzar el desarrollo cntu\a de- terminada dirección, organización que ha permitido acuñar el concepto de,¡¡. eho evolutivo (Super y Harlcness, 1986) para referirse alconjunto de escena- rios, práclicas y creencias que en eCto d! desarrollo humano los hijos del matrimonio son muy frecuentemente tenidos en común, pero no parece que ese sea un rasgo definitorio, pues los hijos pueden llegar por la vía de la adopción. por la vía de las modernas técnicas de reproducción asistida o provenientes de otras uniones anteriores; - la madne, ya sea en el contexto de una familia biparcntal o monopa- rental. no tiene por qué dedicarse en exclusiva al cuidado de los hijos, sino que puede desarrollar activídadC$laborales fuera del hogar; por otra parte, el padre no tiene por qué limitarse a ser un mero gene- rador de recursos para la subsistencia de la familia. sino que puede implicar'$e muy acti,'amente en el cuidado y la educación de los lújos;..., el número de hijos se ha reducido drásticamente, hasta el pumo de que en muchas familias hay solamente uno; algunos núcleos familiares se disuelven corno consecuencia de pro- cesos de separación y divorcio, siendo frecuente la posterior unión con uno nueva pareja en núcleos familiares reconstituidos. Tr;¡s esta deconstrucción, lo que a nuestro entender queda como núcleo ~ !:lastro del concepto de familia es que se trata de la unión de personas que - ~en un proyecto vital de ~tQH;iQ~n común que se quiere dwvdero. a..h¡ur segeneranfitertes semimien!OSdeperttmencia a dicho grupc..e:xiste.., , , m romiso person.al emre s:usJiuembms y se eSJablecetl intensas relacio· llt'S ~e i ntimidad. red p c:pcidad¿ulependencia. Inicialmente se trata de dos.Z,lt s que concretan esas intensas relaciones en los planos afectivo, sexual y ~·onal. El núcleo familiar se hace más complejo cuando aparecen los hi- ps.'ntando eso ocurre, la familia se convierte en un ámbito en el que la crian- za~ 5ClCiaJi:wción de los lújos es desempeñada por los padres, con indepen- ~a del número de personas implicadas y del tipo de lazo que las una. Lo.as"habitual es que en ese núcleo haya más de un adulto y lo más frecuente es ¡pe bos adultos sean Jos progenitores de los niños a su cargo, pero segui- ~pablando de familia cuando alguna de esas situnciones no se dan. 1:"uriosamcnte, los criterios ~¡¡arw:o más definitotios.del concepto fmli lia son todos ellos «intangibleS» y están relacionados conme~as.moti- _ -."hlnn y sentimientos,carac_terisricasJ¡ue, pamJa calidad de la.\~da familiar. ! óe 3$ relaciones entre sus miembros,.tienen una.importancia mucho más-pri- a:rdtal que el vinculo legal, 13$ relaciones de consanguinidad, el númcro.de - mltmbros o el reparto de.mles...Resulta crucial, en primer lugar, la interde- ~cia.la comunicación y la intimidad entre los adultos implicados: en se-..,001ugar, la relación de dependencia esiablc entre quien cuida y educa, por iado¡ y quien es cuidado y educado, por otro; y. en tercer lugar, que esa rela- ooo'tsté basada en un compromiso personal de largo alcance de los padres en- w >t de los padres con los hijos. Este último mati~ excluye del concepto de , &rmlla aquellas sintacioncs en las que hay adultos que, (11 margen de su propia....:b familiar, tienen como trabajo el cuidar y educar a niños, como ocurre en aen.ttinstirucioncs de protección de la infancia en situación de riesgo social.  La familia como conte..... euestioiiJible y que no hay realidades o verdades que puedan sostenc:Qe CAID>, por tomar aquí prestada una expre- sión que en aquel capítulo aparece. Por fortuna, en cada uno de los sistemas que hemos ido analizando es po- sible encontrar también elementos de protección y amortiguación de tensirr nes, algunos de los cuales están más desarrollados que OtroS en nuestraS reali- dades sociales y familiares. Nos referiremos a ellos brevemente antes de dar por concluido este capítulo. Existen en el macrosistema elementos que nos parecen importantes como factores de protección de la familia y de las relaciones en su interior. Para em- pelar, una positiva valoración de la familia y de la vida familiar, que constitu- ye urt rasgo destacado en nuestro contexto. Como se muestra en el capítulo 3, la fami liajucga un papel muy destacado en la organización de la vida cotidia- na de los niños y niñas españoles, recibiendo además una alta valoración por parte de sus integrantes. Sin duda, la superación de formas de relación fami- liar rlgidas y sólo basadas en el principio de autoridad está en el fondo de una realidad familiar que parece adaptarse bastante bien al reto que plantea, por ejemplo, la prolongada permanencia en el seno de la familia de los hijos rna· yores, frecuentemente hasta casi el final de la tercera década de su vida. Por otra parte. nuestra cultura valora mucho a los niños y la relación con ellos; y si bien es cierto que también entre nosotros es visible lo que algunos ban de· nominado una privatización de la infancia (los niños son responsabilidad y asunto de sus padres, oo de la comunidad), no cabe duda de que sigue habien- do un cierto sentimiento de responsabilidad compartida respecto a los más pequeños. Como parte también de los elementos de protección para la vida familiar y sus miembros por parte del macrosistema hay que hacer referencia a la es- tabilidad de la familia, pues en nuestro contexto las tasas de separación y divorcio se numtieucn en unos márgenes razonablemente bajos. En este senti- do, no parece aplicable entre nosotros la afirmación de Papousek y Papousek  la familia como cont exto y ta familia en contexto ( 1995) según la cual cuando un niño nace en nuestra época tiene más probabi- 1 lidadcs de que sus padres se divorcien que de tener un hermano. Por fortuna, la separación y el divorcio son posibles en aquellos casos en los que las cosas no van bien, por lo que la familia no se ve obligada por la fuerza de la ley a pcnnanecer unida cuando en su interior reina la ruptura. Parece positivo, en este sentido, que nuestra sociedad vaya poco a poco desarrollando actitudes más solidarias y hasta de comprensión y tolerancia ante las consecuencias de esta ruprura. Por lo que se ret1erc al meso