Summary

El ruiseñor y la rosa is a story by Oscar Wilde. This story tells the tale of a young man's despair over the lack of a red rose, and the solution a nightingale offers to the problem.

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Oscar Wilde El ruiseñor y la rosa 5 Biblioteca de Cuentos Clásicos Accesibles El ruiseñor y la rosa Oscar Wilde, «El ruiseñor y la rosa», 1885. Adaptación y edición del Laboratorio de Lenguaje Accesible (LLAC), Caldelas de Tui (Pontevedra), 2024,. Adaptación colaborativ...

Oscar Wilde El ruiseñor y la rosa 5 Biblioteca de Cuentos Clásicos Accesibles El ruiseñor y la rosa Oscar Wilde, «El ruiseñor y la rosa», 1885. Adaptación y edición del Laboratorio de Lenguaje Accesible (LLAC), Caldelas de Tui (Pontevedra), 2024,. Adaptación colaborativa Lectores: Lucía Casado, Rosa González, Xandra Gómez, Ana Belén Luis y Alexander Rodríguez. Mediadora: Lucía Casado. Coordinadora: Cristina Sola. Imagen de la portada: Ilustración de A. E. Brehm y T. R. Jones, «Nightingale», Cassell’s Book of Birds, Londres, 1875. Interiores: Grabado de María Eugenia de Beer, «Rosignolo», Cuaderno de aves, Madrid, hacia 1630. Puedes usar esta adaptación sin fines comerciales y citando al autor. Oscar Wilde El ruiseñor y la rosa Biblioteca de Cuentos Clásicos Accesibles Caldelas de Tui, 2024 El joven estudiante paseaba por el jardín quejándose: —Ha dicho que bailaría conmigo si le llevaba rosas rojas, ¡pero no hay ni una sola rosa roja en el jardín! El ruiseñor, que estaba en su nido sobre la encina, oyó al estudiante y se asomó por entre las hojas. —¡Ni una rosa roja en todo el jardín! —gritaba el estudiante con los ojos llenos de lágrimas—. La felicidad depende de cosas tan pequeñas… 5 »Después de leer tantos libros de filosofía, mi vida está destrozada porque me falta una rosa roja. —Es un enamorado —dijo el ruiseñor, escuchando la queja del estudiante—. He cantado para él cada noche sin conocerlo, he cantado a su amor. —Mañana por la noche —decía el estudiante— mi amada irá al baile de palacio. Si le llevo una rosa roja, bailará conmigo toda la noche. Si le llevo una rosa roja, la tendré entre mis brazos. 6 »Pero no hay rosas rojas en mi jardín. Y si no llevo rosas rojas, ella no me hará caso y se me romperá el corazón. «Sí, es un verdadero enamorado —pensó el ruiseñor—: Yo canto al amor y él lo sufre, todo lo que para mí es alegría, para él es pena. El amor es algo maravilloso, es más valioso que las joyas, porque no se puede comprar ni vender». —Los músicos tocarán —decía el estudiante— y mi amada bailará ligera, sin tocar el suelo con los pies. Todos la admirarán… Pero no bailará conmigo, porque no tengo rosas rojas para ella. 7 Y el estudiante se sentó en la hierba, con la cara entre las manos, y se echó a llorar. —¿Por qué lloras? —preguntó una lagartija que correteaba por allí. —Sí, ¿por qué? —dijo una mariposa que revoloteaba persiguiendo un rayo de sol. —Eso, eso, ¿por qué? —le dijo una margarita a su vecina con dulce vocecilla. —Llora por una rosa roja. —¿Por una rosa roja? ¡Qué ridiculez! —exclamó la lagartija, y se echó a reír. 8 Pero el ruiseñor comprendía la pena del estudiante y se quedó en silencio, pensado en el misterio del amor. De pronto, extendió sus alas oscuras, voló hasta el centro del jardín y se posó en la ramita de un hermoso rosal. El ruiseñor le dijo al rosal: —Dame una rosa roja y te cantaré mis canciones más bellas. Pero el rosal sacudió la cabeza: 9 —Mis rosas son blancas como la espuma del mar, más blancas que la nieve de la montaña. Pero busca a mi hermano, que crece junto al reloj de sol, y quizá él te dé lo que pides. Entonces el ruiseñor voló hasta el rosal que crecía junto al reloj de sol. —Dame una rosa roja y te cantaré mis canciones más bellas. Pero el rosal sacudió su cabeza: 10 —Mis rosas son amarillas, como los cabellos de las sirenas, más amarillas que el trigo de los campos. Pero busca a mi hermano, que crece bajo la ventana del estudiante, quizá él te dé lo que pides. Entonces el ruiseñor voló hasta el rosal que crecía bajo la ventana del estudiante. —Dame una rosa roja y te cantaré mis canciones más bellas. Pero el rosal sacudió su cabeza: 11 —Mis rosas son rojas como las fresas silvestres, más rojas que los corales del mar, pero el invierno ha helado mis venas y ha marchitado mis brotes, el viento ha partido mis ramas y ya no tendré rosas este otoño. —Solo necesito una sola rosa roja —dijo el ruiseñor—. ¿Hay alguna forma de conseguirla? —Sí, hay una forma —dijo el rosal—, pero es tan terrible, que no me atrevo a decirte cuál es. —Dímelo —dijo el ruiseñor—. No tengo miedo. 12 —Para lograr una rosa roja debes crearla con notas musicales durante un claro de luna y teñirla con la sangre de tu propio corazón. »Cantarás para mí, con el pecho apoyado en mis espinas. Cantarás para mí durante toda la noche y las espinas atravesarán tu corazón. »Entonces, tu sangre correrá por mis venas y se convertirá en mi sangre. —La muerte es un buen precio por una rosa roja —dijo el ruiseñor—. 13 »Todo el mundo ama la vida, volar por el bosque, bajo el sol y la luna, aspirar el aroma de las flores del valle... Pero el amor es mejor que la vida. ¿Y qué es el corazón de un pájaro comparado con el corazón de un hombre? Entonces el ruiseñor desplegó sus alas oscuras y se fue volando. Cruzó el jardín como una sombra. El joven estudiante seguía en la hierba, llorando. —Sé feliz —le cantó el ruiseñor—. Tendrás tu rosa roja. La crearé con notas musicales en un claro de luna y la teñiré con la sangre de mi propio corazón. 14 »Solo te pido que seas un verdadero enamorado, porque el amor es más sabio que la filosofía, más fuerte que el poder, ardiente como el fuego, puro como la nieve, dulce como la miel. Al oír el canto del ruiseñor, el estudiante levantó la vista y prestó atención. Aunque no entendió lo que le decía el ruiseñor, porque solo sabía las cosas que están escritas en los libros. Pero la encina sí que lo entendió y se puso triste, pues amaba mucho al pequeño ruiseñor que había construido el nido entre sus ramas. 15 —Cántame una última canción —le pidió la encina al ruiseñor—. ¡Me quedaré muy triste cuando te vayas! Entonces el ruiseñor cantó para la encina, y su sonido era como el del agua que repiquetea alegre en la fuente. Al acabar la canción, el estudiante se levantó y sacó del bolsillo un cuaderno de notas y un lápiz. —El ruiseñor… —se decía mientras paseaba por el jardín—. El ruiseñor tiene belleza, eso no se puede negar. Pero ¿siente algo? Me temo que no. 16 »Es como muchos artistas, tiene estilo, pero no es sincero. No se sacrifica por los demás. Solo piensa en la música y en el arte. Todo el mundo sabe que es egoísta. »Es verdad que la voz del ruiseñor es bella, ¡lástima que no tenga sentido y que no sirva para nada! Y el estudiante volvió a su habitación, se acostó y se puso a pensar en su amada. Al poco rato se durmió. 17 Y cuando la luna brillaba en el cielo, el ruiseñor voló al rosal que estaba bajo la ventana del estudiante y apoyó su pecho en las espinas. Sin moverse, cantó toda la noche. Y hasta la fría luna escuchaba atenta al ruiseñor. Mientras el ruiseñor cantaba, las espinas se clavaban cada vez más en su pecho… Primero cantó al nacimiento del amor en el corazón de unos jóvenes. Entonces, sobre la rama más alta del rosal empezó a florecer una rosa maravillosa, pétalo a pétalo, canción tras canción. 18 Al principio, la rosa era pálida como la niebla sobre el río, pálida como las primeras luces de la mañana. Parecía la sombra de una rosa en un espejo de plata, la sombra de una rosa en el lago. El rosal le dijo al ruiseñor: —¡Apriétate más, pequeño ruiseñor! Apriétate más para terminar la rosa antes de que amanezca. El ruiseñor se apretó más contra las espinas y su canto fue más melodioso y sonoro, porque cantaba el nacimiento de la pasión. 19 Y un delicado sonrojo apareció sobre los pétalos de la rosa, igual que el que aparece en la cara de un enamorado que besa los labios de su amada. Pero las espinas no habían llegado al corazón del ruiseñor, por eso el corazón de la rosa aún era blanco. Porque solo la sangre de un ruiseñor puede colorear el corazón de una rosa. Y el rosal gritó al ruiseñor que se apretase más contra las espinas. 20 El ruiseñor se apretó más contra las espinas y sintió un dolor cruel cuando las espinas tocaron su corazón. Cuanto más dolor sentía, más bello era su canto, porque cantaba al amor que no se acaba con la muerte. Y los pétalos se volvieron púrpuras y el corazón de la rosa maravillosa tomó el color rojo brillante de un rubí. Pero la voz del ruiseñor se volvió débil, agitó sus alas y cerró los ojos. Sintió que algo ahogaba su garganta. 21 Entonces, con la vida que le quedaba, cantó sus últimas notas. Al oírlas, la blanca luna se quedó quieta en el cielo. Al oírlas, la rosa roja se estremeció y abrió sus pétalos al aire frío de la mañana. El canto del ruiseñor flotó entre los juncos del río, que llevaron su mensaje al mar. —¡Mira! —exclamó el rosal—. ¡Ya está terminada la rosa! Pero el ruiseñor no respondió. Estaba muerto sobre la hierba con el corazón traspasado por las espinas. 22 A mediodía el estudiante abrió su ventana y miró hacia afuera. —¡Qué suerte! ¡Una rosa roja! Nunca vi una rosa más hermosa en toda mi vida. Seguro que tiene un nombre raro en latín. Cortó la rosa y fue corriendo con ella en la mano hasta la casa de su profesor. La hija del profesor estaba sentada a la puerta, cosiendo, con un perrito a sus pies. —Dijiste que bailarías conmigo si te traía una rosa roja. Aquí tienes la rosa más roja del mundo. 23 »Esta noche ponla cerca de tu corazón y cuando bailemos juntos te dirá lo mucho que te amo. Pero la joven frunció el ceño. —Creo que esa rosa no le va bien a mi vestido. Además, el sobrino del ministro me ha enviado joyas de verdad, y ya se sabe que las joyas valen más que las flores. —¡Oh! ¡Pero qué ingrata! —exclamó enfadado el estudiante. Y tiró la rosa al suelo. Un carro que pasaba la aplastó. 24 —Qué grosero… —dijo la joven—. No eres más que un estudiante, no puedes compararte con el sobrino del ministro. Y la joven se levantó de la silla y entró en su casa. —¡Qué tontería es el amor! —dijo el estudiante. Habla de cosas que nunca pasarán y hace creer a la gente cosas que no son ciertas. No es útil, ni es lógico… El amor no es práctico. Y como en esta época hay que ser práctico, volveré a la filosofía. El estudiante regresó a su habitación, abrió un gran libro polvoriento y se puso a leer. 25 El ruiseñor El ruiseñor es muy reservado y digno. Algunos ruiseñores cantan en las noches de luna, sobre todo cuando empieza la temporada de cría y el deseo de agradar y atraer a sus parejas hace que los machos canten sin parar. 26 27

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