Aristóteles - Guion PDF
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Este documento analiza la filosofía de Aristóteles, incluyendo sus ideas sobre el empirismo y la naturaleza del alma. Se describe al reconocido filosopfo como un pensador empírico que basa sus ideas en la experiencia sensorial y argumenta sobre la relación entre materia y forma en sus análisis sobre la naturaleza de la vida y el conocimiento.
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1. Aristóteles (384-322 a.C.) Fue discípulo de Platón y tuvo gran relevancia en la psicología. Según Burgos (2004, 27), «fue el primero en tratar extensamente muchos temas centrales: la memoria, la sensación, el sueño, los sueños, la geriatría, el aprendizaje, etc.». Escribió el que puede conside...
1. Aristóteles (384-322 a.C.) Fue discípulo de Platón y tuvo gran relevancia en la psicología. Según Burgos (2004, 27), «fue el primero en tratar extensamente muchos temas centrales: la memoria, la sensación, el sueño, los sueños, la geriatría, el aprendizaje, etc.». Escribió el que puede considerarse el primer tratado sistemático de psicología, cuyo título podemos traducir como De anima o Sobre el alma. 1.1. El empirismo aristotélico Podemos considerar a Aristóteles como un autor empirista1, ya que su aproximación a la realidad comienza desde la experiencia, desde los datos que obtenemos a través de los sentidos. Es también un pensador sistemático2, esto es, alguien cuya manera de pensar intenta abarcar todas las formas de la realidad y que tiene una pretensión de conocimiento enciclopédico. Burgos (2014, 27), lo presenta como «el representante típico del empirismo frente a Platón». Esta afirmación no debe recogerse sin ser matizada. No es un pensador que se dirija en exclusiva al plano empírico, sino que presenta una mezcla compleja entre una 1 De acuerdo con Grayling (2021, 85), «si Aristóteles viviera hoy en día sería un científico, y muy posiblemente un biólogo; sentiría un vivo interés por el método científico y la lógica, quizá hasta el punto de haber simpatizado, incluso si no hubiera estado de acuerdo, con el intento, por parte del biólogo del s. XX J. H. Woodger, de aplicar la lógica de los Principa Mathematica de Russell y Whitehead a los principios de la biología». 2 Aristóteles tenía un genio universal y sinóptico, deseaba conseguir una ciencia que abarcara toda la realidad. Tenemos un ejemplo de su ímpetu en las notas introductorias a su Meteorología: «[He] tratado ya con anterioridad acerca de las causas primeras de la naturaleza y de todos los movimientos naturales [en la Física], así como del orden de los astros con arreglo a la traslación superior y de los elementos corpóreos [en Sobre el cielo], a saber, cuántos y cuáles son, y de su recíproca transformación, como también acerca de la generación y la corrupción en general [en Acerca de la generación y la corrupción]. Queda aún (por tratar) una parte de este estudio a la que todos los predecesores han venido llamando “meteorología” [...]. Una vez tratados estos temas, veremos si podemos dar alguna explicación [...] sobre los animales y las plantas» (Cf. Grayling, 2021, 85). 1 mentalidad empirista y formalista o idealista, abarcando diferentes temas y propuestas, en ocasiones contrapuestos. Aristóteles trata ambiciosamente de encontrar las causas, quiere ofrecer explicaciones de las cosas y, en último término, del universo mismo. No solo intenta realizar una descripción fiscalista, sino que también busca encontrar las razones: dar una explicación racional. En su empeño, se va distanciar de la tradición que inicia con Platón. Para Aristóteles, el pensamiento de su maestro era una metáfora poética y por ello solo se puede aceptar de forma alegórica. 1.2. El alma aristotélica Aristóteles defiende que las cosas están compuestas de materia y forma: por ejemplo, si pensamos en un sofá, tenemos, por un lado, la materia, indeterminada, esto es, las partes que lo componen (la madera, el algodón, el recubrimiento, etc.) y, por otro lado, la forma que han de adoptar esas partes (esa materia indeterminada), para que, en su conjunto, podamos tenerlas efectivamente como un sofá. Esta relación entre materia y forma, tal y como se recoge en el ejemplo, nos va ser útil para entender la concepción del alma aristotélica. Aristóteles introduce al alma en la naturaleza: es una parte del mundo de las sustancias y no una entidad caída del mundo de las Ideas y que tenga que volver a él. Lo real está compuesto de materia y forma. No encontramos en Aristóteles una división dualista de los mundos (divino y terrenal), para él solo existe el ámbito real y el alma forma parte del resto de la naturaleza. Aristóteles defiende que todo se empieza explicando a partir del alma: todo lo que se mueve, las cosas animadas, se mueven por causa del alma. En su teoría encontramos una disposición tripartita del alma, diferente a la de Platón, que le permite categorizar a los 2 seres vivos: Todas las cosas animadas (los animales, los seres humanos y las plantas) poseen (1)) «almas nutritivas», lo que les motiva para realizar sus funciones básicas: comer y reproducirse; además, todos los animales y algunas plantas poseen (2)) un aspecto «sensible» del alma, a partir del cual perciben el entorno y responden a él. Los seres humanos poseen ambos y, además, (3)) un tercer rasgo en el alma: la racionalidad, que les permite pensar. Para un ser vivo, el alma es la causa eficiente, la causa formal y la causa final de su ser. Esas tres causas recaen sobre el alma, solo la causa material tiene relación con el cuerpo (Grayling, 2021, 93). El alma o la psyjé es para Aristóteles «el principio que explica el vivir de los seres vivos y que, por ejemplo, permite explicar la diferencia entre un ser vivo y uno muerto» (Burgos, 2014, 28). De manera general, es «la entidad definitoria, esto es, la esencia de tal tipo de cuerpo» (Aristóteles, Acerca del alma, 412b). Es, por una parte, aquello por lo que vivimos, sentimos y razonamos, primaria y radicalmente, y, por otra parte, aquel principio organizador de nuestro ser; principio organizador que cuando desaparece, morimos. El alma es una propiedad intrínseca que no es observable directamente pero que, sin embargo, es deducida y justificada en la experiencia. Al estudiarla, Aristóteles trata de explicar un hecho de la experiencia, de ahí la complejidad de su posición: necesita conjugar lo observable con lo no observable (Burgos, 2014, 28). 1.3. El conocimiento para Aristóteles Algunos de los puntos de la teoría del conocimiento que propone Aristóteles todavía hoy tienen vigencia. Ocupémonos, primero, del conocimiento sensible. Podemos seguir el siguiente esquema: 1) Proviene de la experiencia, comenzando con los cinco sentidos básicos. 2) Después interviene el sentido común. 3 3) Las sensaciones generan una huella o imagen, que se guarda en la memoria. 4) Cuando estas imágenes se desconectan de la realidad, se crea el espacio para la imaginación. Todo el conocimiento proviene de los sentidos, de la experiencia; y no de las ideas innatas que concibe el platonismo. (1) El conocimiento experimental comienza por los cinco sentidos propios y básicos, que son los que nos ponen en contacto con la realidad: vista, oído, olfato, tacto y gusto. (2) Después, encontramos un sentido común, que sintetiza todas esas experiencias y permite captar realidades que no son específicas de ningún sentido propio, como el movimiento, la extensión, la magnitud, etc. (3) Estas sensaciones, esos datos de los sentidos, generan una huella o imagen, que se guarda en la memoria y, (4) cuando esas imágenes se desconectan de la realidad, se crea el espacio para la imaginación, que es libre. Además del conocimiento sensible, tenemos el conocimiento abstracto: se produce cuando el intelecto agente actúa sobre las imágenes. En ese momento se produce la abstracción. Este término, siguiendo la etimología del latín, significa «separar». Abstraer consiste en quitar lo accidental, lo concreto, para quedarnos con el concepto, que, frente a lo particular, es intelectual y universal. Por ejemplo, a la hora de pensar en un árbol, nos viene a la mente el concepto de árbol, que representa al árbol en general y no a un árbol en particular. El concepto recoge todas las ideas que tenemos sobre los árboles: pensamos en algo que tiene tronco, ramas y hojas, omitiendo lo específico, como el tipo de hoja, su color, si es más o menos robusto, si tiene frutos o no... (lo accidental). Los conceptos, resultado del proceso de abstracción, nos permiten hacer la ciencia. 1.4. El aprendizaje para Aristóteles 4 1) El hombre comienza de cero. Es una tabla rasa. Nos alejamos, por ello, del innatismo platónico: «Lo inteligible ha de estar en él del mismo modo que en una tablilla en la que nada está actualmente escrito: esto es lo que sucede con el intelecto» (Aristóteles, Acerca del alma, 429b29-430a5). El alma tiene las capacidades para llegar a desarrollar el conocimiento. En ella, en un primer momento, lo inteligible no se da como acto, sino en potencia. 2) Se aprende gracias a la memoria y según las reglas de la asociación: semejanza, contraste, contigüidad y frecuencia. En términos generales, estas leyes establecen relaciones entre las ideas que se nos ocurren, uniéndolas por algunas de las características que recogen. Aristóteles creía que la cadena de pensamiento, que termina en el recuerdo de ciertas impresiones, estaba conectada sistemática en relaciones recogidas en esas leyes. Estas relaciones han sido la base de la teoría de aprendizaje durante más de 2000 años. 3) El aprendizaje práctico y moral sucede a través de la repetición de actos, que generan hábitos, que dan lugar a un modo de ser estable a través del tiempo, el cual inclina nuestra forma de actuar; (repetición de actos → hábitos → modo de ser). Por ejemplo, si queremos comenzar una nueva rutina, empezamos realizando nuevos actos (nos levantamos pronto ese primer día), si repetimos esos actos, daremos lugar a un (nos hacemos a levantarnos pronto), si ese nuevo hábito se mantiene en el tiempo irá madurando en nosotros un modo de ser concreto, dando forma ese hábito, por esa repetición de actos, a nuestra forma de ser. Por otro lado, debemos recordar que Aristóteles distingue entre los hábitos intelectuales y los hábitos morales, que se conocen también como virtudes. - Comentario de texto: Aristóteles Aristóteles, Acerca del alma, 412a 5 Quedan explicadas ya las doctrinas transmitidas por nuestros predecesores en torno al alma. Volvamos, pues, de nuevo desde el principio e intentemos definir qué es el alma y cuál podría ser su definición más general. Solemos decir que uno de los géneros de los entes es la entidad y que ésta puede ser entendida, en primer lugar, como materia –aquello que por sí no es algo determinado–, en segundo lugar, como estructura y forma en virtud de la cual puede decirse ya de la materia que es algo determinado y, en tercer lugar, como el compuesto de una y otra. Por lo demás, la materia es potencia mientras que la forma es entelequia. Ésta, a su vez, puede entenderse de dos maneras, según sea como la ciencia o como el acto de teorizar. Por otra parte y a lo que parece, entidades son de manera primordial los cuerpos y, entre ellos, los cuerpos naturales; éstos constituyen, en efecto, los principios de todos los demás. Ahora bien, entre los cuerpos naturales los hay que tienen vida y los hay que no la tienen; y solemos llamar vida a la autoalimentación, al crecimiento y al envejecimiento. De donde resulta que todo cuerpo natural que participa de la vida es entidad, pero entidad en el sentido de entidad compuesta. Y puesto que se trata de un cuerpo de tal tipo –a saber, que tiene vida– no es posible que el cuerpo sea alma; y es que el cuerpo no es de las cosas que se dicen de un sujeto, antes al contrario, realiza la función de sujeto y materia. Luego el alma es necesariamente entidad en cuanto forma específica de un cuerpo natural que en potencia tiene vida. (García, 2021, 237) El primer párrafo del texto nos presenta el trabajo de Aristóteles como recopilador de las doctrinas anteriores acerca del alma. Las noticias que tenemos de pensadores pretéritos por voz de aquellos un poco más contemporáneos nos ayudan a preservar incluso la filosofía de quienes no llegaron a escribir; como la de Tales de Mileto. 6 La idea general del texto queda capturada en la última oración. El alma es para Aristóteles el principio vital del cuerpo. Antes de llegar a ello, lleva la atención el autor sobre los géneros de los entes. Respecto de la entidad, podemos encontrárnosla como materia. Esta se define por ser «aquello que por sí no es algo determinado». Sirva ahora coincidir en que la materia es indeterminada, por sí sola. La entidad puede darse también como estructura o forma. Esta va a ser aquello que informe la materia. Finalmente, la entidad puede darse como compuesto de materia forma. Recuperando la distinción entre potencia y acto vista en el aula, podemos entender la siguiente afirmación de Aristóteles: «la materia es potencia mientras que la forma es entelequia». Por entelequia podemos entender el fin u objetivo de una actividad que la completa y la perfecciona. La materia por sí sola no solo carece de forma, entendida como determinación, sino también de sentido. En el compuesto forma-materia, esta segunda se determina y adquiere un sentido hacia el que apuntará su potencialidad. La entelequia representa aquel fin al que dirigirse, el estado perfecto en el que dicho fin queda realizado. Una vez presentados los géneros de los entes, continúa Aristóteles por la categorización de los cuerpos. Tenemos que las entidades de manera primordial son cuerpos. Dentro del conjunto de los cuerpos encontramos algunos que se diferencian por ser cuerpos naturales. Estos, además, son los principios de todos los demás cuerpos. Dentro del conjunto de cuerpos naturales encontramos, a su vez, un tercer conjunto de cuerpos que se distinguen no solo por ser naturales, sino, además, por tener vida. Aquí encontramos una definición de manifestar vida: ser capaz de la autoalimentación, el crecimiento y el envejecimiento. A partir de esa categorización, Aristóteles enuncia una deducción. Su tesis es que todo cuerpo natural vivo es una entidad compuesta. Partiendo de lo dicho, comprobamos que hay tres clases de cuerpos. Entre las tres clases hay una distinción general: hay cuerpos que poseen vida y otros que no. Si los primeros y los últimos son cuerpos, aquello que da 7 vida debe ser ajeno al cuerpo. Debe haber otra entidad en juego. Además, razona Aristóteles en el otro sentido. Si hablamos de un cuerpo que tiene vida, en tanto que cuerpo, no puede ser alma. Comentábamos en clase que esta lógica responde al principio de no contradicción: si A, entonces, no B, no puede ser A y B a la vez. Quedan lógicamente demostradas las dos entidades, a partir de aquello de lo que tenemos experiencia; a saber, que hay cuerpos, que de ellos los hay naturales y que también los hay naturales con vida. Resta considerar que ocurre en la relación entre entidades, esto es, qué ocurre en la entidad compuesta. El cuerpo con el alma tiene vida. El alma no es solo la forma específica de un cuerpo natural, es también su principio vital. Al informar el cuerpo natural el alma, este en potencia tiene vida. Bibliografía Aristóteles. (2014). Acerca del alma. Gredos Burgos, J. M. (2014). Historia de la psicología. Ediciones palabra Grayling, A. C. (2021). Historia de la filosofía: Un viaje por el pensamiento universal. Ariel Barcelona 8