Summary

This document discusses the role of universities in society, focusing on how they adapt and evolve to changing social and economic contexts, emphasizing the importance of critical thinking and the interplay between different knowledge systems. It explores how societal changes affect the functioning and structure of education, especially in the 21st century.

Full Transcript

Desde la Reforma de 1918 en adelante, la universidad emergió como un espacio de disputas políticas, ideológicas, educativas y científicas, interpelando a otros actores sociales al mismo tiempo que viéndose afectada por las transformaciones económicas, políticas y sociales que se fueron dando en el l...

Desde la Reforma de 1918 en adelante, la universidad emergió como un espacio de disputas políticas, ideológicas, educativas y científicas, interpelando a otros actores sociales al mismo tiempo que viéndose afectada por las transformaciones económicas, políticas y sociales que se fueron dando en el largo e intenso siglo XX y lo que vivimos del XXI. La historia -como parte de las ciencias sociales y junto con las humanas- contribuye a la formación de estudiantes para que, en/desde la universidad, desarrollen pensamientos reflexivos, críticos, que convivan con racionalidades múltiples y no solo aquella racionalidad instrumental (donde todo es visto en términos de costos-beneficios), capaz de instrumentalizar lo propiamente humano. Los sistemas educativos son sistemas sociales. Sus dinámicas son el resultado de las múltiples y complejas relaciones que establecen con el contexto en el que se asientan, tienen características que le son propias (proceso de enseñanza - aprendizaje; roles establecidos; estrategias pedagógicas; etc.), utilizan el espacio y dan sentido a cada parte de su estructura edilicia (aulas y bancos, los pasillos y los recreos), tienen un objetivo específico, una comunidad particular (estudiantes, docentes, no docentes, autoridades). De modo que los elementos contextuales impactan y modifican continuamente a cada una de las instituciones universitarias y ponen al mismo tiempo en juego a quienes participan de las mismas. La universidad como institución social y como sistema, no permanece inmutable frente a los procesos de transformación y cambio. Ese mismo cambio es el que permite el crecimiento y la adaptación continua no solo de los procesos organizativos, sino también de la formación académica de quienes se desarrollan y modifican el contexto que habitan. Si bien las luchas que embanderaron a estudiantes en el marco de la Reforma de 1918, conquistaron derechos claves para el estudiantado -tales como el ingreso irrestricto, la gratuidad, el cogobierno o la ayuda social a estudiantes, entre otros- en la actualidad, sus trayectorias educativas siguen estando condicionadas por distintas variables sociales. Esto se debe a factores estructurales de exclusión como los determinados por las condiciones socioeconómicas o a otros que surgen en el contexto reciente, como podrían ser los de tipo tecnológico. Es el Estado quien tiene la responsabilidad indelegable de garantizar educación integral, permanente y de calidad para todos/as los/as habitantes de la Nación, contemplando los principios de igualdad, gratuidad y equidad, tanto en el nivel primario, como en el secundario y superior. Las desigualdades tecnológicas se manifiestan de diferentes formas: en el acceso material a las mismas, en el capital cultural y educativo puesto en juego en dicho acceso y en la apropiación y uso que se hace de las mismas. Las desigualdades en el acceso material a las tecnologías de la información son aquellas definidas justamente por la posibilidad o no de disponer de equipamiento audiovisual, conexión a internet, telefonía, medios masivos de comunicación y dispositivos digitales. En segundo lugar, se pueden identificar las inequidades que se relacionan con el capital cultural y educativo puesto en juego al acceder a las tecnologías, es decir, la capacidad de los sujetos para utilizar los dispositivos y manipular los equipamientos tecnológicos. La pobreza digital puede asumir formas que exceden a las restricciones económicas o barreras físicas para el acceso. Las barreras generacionales y la educación aparecen como variables muy importantes. Desde esta perspectiva, un pobre digital no es necesariamente un sinónimo de pobre económico. Algunas personas que no serían clasificadas como pobres por sus condiciones, pero que, al carecer de los conocimientos mínimos indispensables para el uso de las TIC, resultan pobres digitales. Desde esta perspectiva podemos asumir que, aun teniendo a su alcance los dispositivos tecnológicos, hay personas que presentan dificultades para acceder de manera plena a ellos, ya que no cuentan con los recursos simbólicos y culturales suficientes para utilizarlos. Tener conocimientos y capacidades para usar la tecnología puede depender de distintas variables, como podrían ser la edad, el nivel educativo y el capital cultural. En este punto, se puede comprender que no basta con pensar en el acceso material y en las habilidades para manipular las tecnologías, sino que resulta imprescindible tener en cuenta el significado que se le asigna a las mismas en la vida cotidiana de los sujetos. Así, se plantea la idea de apropiación, como la dimensión en la que se conjugan las necesidades con las que se usa la tecnología, los propósitos y expectativas que allí se depositan, así como los logros que mediante ella se consiguen. Vale mencionar que, si bien las generaciones contemporáneas, se caracterizan por su familiaridad con las tecnologías de la información, como se desarrolla anteriormente, aún persisten desigualdades e inequidades que obstaculizan y limitan el acceso, uso y apropiación de las mismas para una gran parte de la población, incluyendo a quienes forman parte de la Generación Net. Las dinámicas sociales contienen de manera intrínseca mecanismos de interacción, que pueden devenir en violencias simbólicas y que legitiman las relaciones de dominación y desigualdad que caracterizan a la sociedad. Los sujetos experimentan una posición dentro del espacio social, definida por los distintos capitales -económicos, culturales, simbólicos o políticos- de los que disponen. Como estos capitales se encuentran distribuidos de manera diferencial, las personas ocupan diferentes posiciones en los distintos campos sociales que constituyen al espacio social como un todo. Quienes comparten posiciones similares, se comportan de manera similar al interior de cada una de estas esferas. De este modo, las trayectorias escolares, el origen social, las trayectorias familiares, el capital cultural y los rasgos propios de cada institución por la que circulan, se constituyen en mediadores de esos determinantes sociales de origen. En este sentido, el desempeño académico no responde de manera exclusiva a lógicas de naturaleza individual, tales como los talentos, inteligencias o conductas actitudinales propias de cada estudiante, sino que se delinea en estrecha vinculación con factores sociales múltiples, coexistentes y estructurales. El ámbito familiar resulta ser el espacio de principal socialización de los sujetos, motivo por el que se considera pertinente contemplar las realidades familiares para comprender las trayectorias de los y las estudiantes. Las diferentes situaciones favorables o desfavorables económicas y sociales, entre otras, significan desempeños académicos diferenciales entre los/las alumnos/as. La trayectoria socioeducativa y laboral de las familias condiciona la calidad de los intercambios de socialización y por tanto, la historia educativa y laboral se construye también en un marco de identificación y demarcación familiar. Se evidencia una clara relación entre las dos variables, ya que el 68% de quienes se encuentran en el nivel más bajo de posición y condición de clase, alcanza un desempeño académico más bajo. Mientras que, quienes están en mejores condiciones y posiciones de clases, experimentan mejores desempeños académicos.A diferencia de lo que ocurre en países como Brasil, Colombia o Chile, en nuestro país el ingreso a las instituciones universitarias es gratuito e irrestricto, sin exámenes de ingreso ni cupos máximos por carrera. Además, existen instituciones en todas las provincias del país, hecho que amplía aún más las posibilidades de acceso. En Chile solo al 60% de estudiantes con menores ingresos de la población puede acceder gratuitamente a algunas universidades, eximiéndose el arancel y la matrícula durante la duración formal de la carrera. El Derecho a la Educación es una de las mayores conquistas de nuestra región y, por tanto, la planificación e implementación de políticas públicas que busquen su pleno ejercicio debe ser un objetivo insoslayable. Sin embargo, la democratización educativa sólo será proporcional a la reducción de desigualdades estructurales, siendo necesario el reconocimiento, el análisis y la adopción de medidas concretas para tal fin. En los países de la región y del mundo resulta evidente que todas las desigualdades recaen con mayor perjuicio sobre las mujeres. Tales inequidades son consecuentes de un sistema capitalista y patriarcal que define relaciones sociales desiguales. Sin embargo, se destaca que, en lo que respecta al acceso a la educación, en las últimas décadas se han observado ciertas transformaciones, fruto de las luchas incansables de los movimientos feministas, así como de las acciones de los Estados y las organizaciones internacionales. En las últimas décadas, en la Argentina se advierte esta tendencia en los indicadores de acceso a la educación, con valores de analfabetismo, asistencia escolar o niveles educativos más favorables para las mujeres. En otras dimensiones, como el curriculum, ciertas prácticas y discursos escolares, o en la participación de las mujeres en las posiciones jerárquicas del sistema educativo, las visiones sexistas, los estereotipos de género y la desigualdad en perjuicio de las mujeres aún persisten. Dentro del ámbito de las instituciones universitarias se evidencia el fenómeno denominado como Techo de Cristal. Se denomina así a las barreras e impedimentos socioculturales (como los estereotipos) que no permiten que las mujeres puedan crecer profesionalmente y acceder a espacios de toma de decisiones, como por ejemplo gerencias de empresas, direcciones, rectorados, etc. Esta situación deja a las mujeres en desventaja, a pesar de estar igualmente preparadas que los varones. La disparidad existente en el uso del tiempo de las mujeres y de los varones, es decir, a qué actividades y tareas destinan las horas diarias, hecho que condiciona directamente los procesos educativos. El uso y distribución del tiempo de las personas entre distintas actividades –trabajo remunerado, no remunerado, educación, esparcimiento, etc.– se encuentra mediado por la división sexual del trabajo que da cuenta de actividades y tiempos diferentes entre varones y mujeres. (...) La sobrecarga en las tareas de cuidado entraña una desventaja específica para las mujeres, que ven limitada su autonomía económica y condicionada la posibilidad de desarrollar trayectorias laborales exitosas. Debido a esta situación, resulta evidente que las mujeres, a diferencia de los varones, cuentan con menor tiempo, en cantidad y calidad, para desarrollar actividades fuera de la planificación doméstica y laboral, entre las que se pueden incluir las trayectorias educativas, junto con las actividades de recreación, ocio y socialización. La UNRaf desarrolla diferentes propuestas en materia de género, tales como las becas Elisa Bachofen, la campaña de visibilización “Mujeres en ciencia” o estudio e investigación en Teorías de Género, Diversidad e Interseccionalidad. En materia formativa desarrolla la Diplomatura en Acompañamiento y Abordaje Territorial de Situaciones de Violencia por Razones de Género, capacita en Ley Micaela a sus estudiantes, docentes y no docentes y realiza cursos y seminarios sobre perspectiva de género dirigidas a docentes y directivos de escuelas o miembros de la sociedad civil. Debido a las múltiples violencias y desigualdades que sufre el colectivo de diversidad (LGBTIQ+), a quienes les es negado u obstaculizado el acceso a servicios y derechos fundamentales como la salud, la vivienda, el trabajo y la educación, la expectativa de vida no supera los 35 años de edad. En este contexto, no sorprende que las personas trans (sobre todo las mujeres) sean expulsadas de las aulas escolares desde su niñez. Los datos de 2016 muestran una leve mejoría quizás debido a la aprobación de la Ley de Identidad de Género en 2012, pero su nivel educativo está todavía muy por debajo del promedio de la ciudad, pues el 59.8% de las mujeres trans/travestis no ha completado el secundario (el cual es el mínimo obligatorio establecido por el Estado). En contraste, el 72.8% de hombres trans cuenta con un nivel educativo secundario completo o más. Así, es necesario pensar también en cómo la misoginia y la transfobia forman una combinación letal que ocasiona niveles adicionales de violencia y discriminación dentro de poblaciones de por sí vulnerables. Los tipos de conocimiento: La universidad y la ciencia mantienen un vínculo insoslayable. Pero el conocimiento científico, base de los saberes universitarios, no es el único existente, sino que convive junto a distintos tipos de saberes.Todas las personas poseemos conocimientos que nos sirven para “describir, explicar y actuar” en el mundo en el que vivimos y en el cual interactuamos social y cotidianamente. Si bien tienen un mismo origen en la actividad cognitiva del hombre, estos conocimientos son diferentes: “tanto el matemático y el químico, así como el psicólogo y el teólogo, y también el chamán y el hombre de a pie tienen conocimiento; pero de diferente tipo”. Hay, entonces, distintos modos de interacción del sujeto con los objetos de conocimiento. A la vez que, una sola persona puede poseer varios tipos de saberes: un científico puede tener una actitud hacia el mundo influida por su actividad, lo cual no implica que en todas las esferas de su vida utilice sólo conocimientos científicos, ya que por ser parte de una sociedad-cultura va a utilizar otros tipos de conocimiento. Aún en las disciplinas científicas de mayor prestigio abundan los ejemplos de cómo las creencias religiosas o los posicionamientos ideológicos pueden posibilitar u obstaculizar el desarrollo de teorías y la descripción de los fenómenos de la naturaleza. De modo que los distintos conocimientos pueden coexistir. Tal como lo señalan los mismos autores los conocimientos “no están tan aislados y perfectamente delineados y delimitados en su aplicación como a veces queremos creer; sino que se superponen e interactúan entre sí configurando nuestro modo de pensar individual”. La categoría de Ecología de Saberes que desarrolla Boaventura de Sousa Santos hace referencia a esa heterogeneidad de conocimientos “que se conectan unos a otros dando lugar a un interconocimiento” que supone “aprender otros conocimientos sin olvidar los de uno mismo”. En la actualidad se considera a estos modos de conocimiento como diferentes aproximaciones a lo real, sin que ello implique la supremacía de unos sobre otros ni que ningún tipo de conocimiento pueda considerarse como el único legítimo o verdadero. Se habla de saberes (y no de conocimientos) porque estos existen inmersos en las prácticas sociales…surgen y circulan de una manera despersonalizada, aunque ciertos individuos en el grupo tienen acceso privilegiado a ellos o a formularlos con más autoridad…Mientras que los conocimientos se apropian de la realidad, los saberes encarnan la realidad. Mítico-Religioso: El conocimiento mítico-religioso requiere de la adhesión afectivo/ emocional de un sujeto a la creencia en un dogma o en una verdad externa a la realidad observada que se presenta a sí misma como evidente y absoluta. Es un conocimiento que puede contradecir la lógica y relativizar los datos sensoriales siendo indemostrable empíricamente. Es decir, no requiere la contrastación empírica de sus verdades. Vulgar: El conocimiento vulgar es un tipo de conocimiento que no está sistematizado, es común, corriente, espontáneo y se considera ilógico o irracional. Este conocimiento es de tipo sensible porque se obtiene a partir de las vivencias, emociones, percepciones sensoriales y observaciones de la vida cotidiana, lo que permite establecer regularidades a partir de sucesivas pruebas de ensayo y error. Por ello se plantea que es un conocimiento de carácter subjetivo, en tanto depende de la experiencia sensitiva del propio sujeto y abarca sólo su mundo. Se establece con el tiempo y es adquirido mediante la socialización, producto de un largo proceso de aprendizaje social transmitido a través de sucesivas generaciones. Además, su flaqueza radica en su falta de argumentos, su superficialidad y su base en lo aparente. Científico: Este conocimiento resulta de la combinación de componentes teóricos y empíricos: teóricos, en el sentido de universales y normativos, como lo son los conceptos y modelos de pensamiento producto de la actividad intelectual de naturaleza racional; y empíricos, en el sentido de componente factual y particularista, como garantía o prueba de la veracidad o evidencia empírica, mediante sucesivas operaciones de demostración y prueba de los componentes teóricos. A partir de esto, este conocimiento se produce mediante procedimientos o reglas establecidas: el método de investigación científico. Es decir, aplicando reglas y entendiendo que la metodología y el lenguaje empleados responden a acuerdos y convenciones establecidas por la comunidad científica en un momento determinado para la producción de este tipo de conocimiento. Por último, para ser aceptado como verdadero requiere de la correspondencia de los argumentos lógicos con una evidencia externa y pruebas empíricas, que sea admisible tanto lógica como empíricamente. Este tipo de conocimiento depende del estado del desarrollo de la ciencia y la tecnología en un tiempo/espacio determinado, por lo que se considera falible y provisorio. Una persona puede reconocer que está ante un conocimiento de tipo científico por la fuente o institución que emite la información, o bien por las cualidades intrínsecas del documento científico. El conocimiento científico es: Analítico: Aborda problemas circunscriptos, delimitando objetivos, discriminando elementos, realizando un recorte de la realidad. Fáctico: Parte de los hechos y vuelve a los hechos. La creación de representaciones mentales, simbólicas, artificiales de los hechos posibilita la construcción de ideas, conceptos y teorías que luego deben adecuarse a la realidad o la naturaleza de las cosas. Claro y preciso: Define los conceptos que emplea y crea nuevos lenguajes, inventando símbolos por medio de reglas de designación. Por lo tanto, para analizar prácticas, percepciones y trabajadores la investigación requiere de definiciones específicas (conceptualizaciones) para cada uno de estos elementos, alcanzando una representación simbólica de la cuestión. Comunicable: Es público, los resultados deben ser inteligibles para que puedan ser considerados científicos. Puede suceder que algunos desarrollos científicos no resulten comprensibles para la sociedad en general, pero deben, al menos, ser entendibles para la comunidad científica. Verificable: Las suposiciones, empleadas como punto de partida, deben ser puestas a prueba durante la investigación. Sin ser necesariamente experimental, la ciencia fáctica es empírica, involucra experiencias. Metódico: La ciencia es como una receta de repostería: para que resulte exitosa hace falta planificar las diferentes tareas y realizarlas siguiendo esa planificación. Sistemático: Se trata de un sistema de ideas conectadas entre sí de manera lógica. Las preguntas o hipótesis son la columna vertebral de toda investigación: las primeras se guían por la lógica del descubrimiento y las segundas por la lógica de la verificación. Explicativo: Busca describir cómo son las cosas, procurando responder por qué ocurren ciertos hechos: por qué en ese momento, por qué así y no de otra manera, por qué este grupo social y no otro. Abierto: Se trata de un conocimiento sin punto final, porque cada barrera alcanzada suele ser el punto de partida de próximas investigaciones. Útil: Está muy emparentado con la tecnología (es uno de sus fundamentos) y su utilidad dependerá de su aplicabilidad y empleo social. Es decir, si permite construir visiones más libres, solidarias, conscientes y críticas del mundo. Para encontrar un buen problema (real, interesante, importante), el investigador debe tener espíritu crítico, debe ser curioso, inconformista y escéptico; un indagador no puede ser intelectualmente perezoso. Para resolver el problema, tiene que inventar, o tomar prestada de otros, ideas o hipótesis a modo de soluciones, plausibles y con espacios de originalidad. En general, las investigaciones científicas cuentan con tres elementos esenciales: a) un problema de investigación, que suele estar formulado en forma de pregunta; b) una hipotética solución o una posible respuesta, que hace las veces de explicación “anticipada”; y c) pruebas que corroboren o contradigan lo anterior, y que habiliten a realizar conclusiones. Estos tres elementos conforman un triángulo metodológico que, en el marco de una investigación, se conectan con un conjunto de actitudes características de quienes investigan. La internacionalización de la educación superior en América Latina, como resultado de las políticas neoliberales asentadas en los años 90´, la ciencia fue subestimada, se debilitó la reputación y el apoyo económico de las universidades e institutos de investigación. Los cambios operados en los sistemas de educación superior en los países centrales, que contemplan la tendencia tanto en Europa como Estados Unidos a homogeneizar la educación superior. Para ello, implementaron diversos sistemas de acreditación, la concentración de recursos en áreas específicas y la conformación de espacios científicos globales, situación que repercutió en América Latina. Las estrategias desplegadas por investigadores e investigadoras de América Latina para continuar su profesionalización: si bien se incrementó el ingreso y egreso universitario y las titulaciones doctorales locales, quienes se desempeñaban en la producción de conocimiento científico comenzaron a migrar para desarrollarse profesionalmente a partir del posdoctorado. Ese fenómeno es conocido como fuga de talentos porque se trata de personas que se forman en universidades e institutos con fondos nacionales, pero después se desarrollan profesionalmente fuera del país, en el exterior, donde encuentran inserción en espacios que cuentan con mayores recursos y tecnología. algunas características generales del desarrollo científico de la región: la primera es la falta de vinculación entre las entidades latinoamericanas y la carencia de instituciones que impulsen el desarrollo científico de manera integrada. La segunda refiere a la dependencia y subordinación con instituciones de Europa y Estados Unidos quienes, además de reclutar investigadores y aportar financiamiento y tecnología, establecen la distribución de tareas y los temas en las agendas de investigación. La tercera refiere a la diversidad de espacios desde los que se produce conocimiento científico en Argentina: además de las universidades, se han creado organismos estatales de investigación por fuera de ellas, que surgieron a partir de necesidades específicas de los sectores productivos y de servicios. La última -relacionada a la anterior- refiere al rol del Estado - no sólo acredita y financia las universidades y organismos de investigación, también define el presupuesto público que se destina para las actividades científicas y tecnológicas. Frente a la desarticulación de los sectores y de las políticas destinadas al desarrollo científico y tecnológico, con la Ley Nacional N°25.467 se crearon organismos con funciones específicas -de asesoramiento, planificación, articulación, ejecución, y evaluación- y se generaron ámbitos de vinculación entre las instituciones del sector público y privado. De este modo, el SNCTI se plantea como un espacio a partir del cual representantes de las diversas instituciones puedan ser parte del diseño de políticas orientadas a la investigación, el desarrollo y la innovación (I+D+i). En consonancia con lo establecido en la legislación, actualmente el Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MinCyT) cuenta con las siguientes entidades de coordinación y planificación de la actividad científica y tecnológica del país: Consejo Interinstitucional de Ciencia y Tecnología (CICyT): espacio de vinculación entre los diversos organismos nacionales y universidades públicas y privadas que realizan actividades científicas y tecnológicas. Consejo Federal de Ciencia, Tecnología e Innovación (COFECYT): órgano integrado por representantes de todas las provincias y de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires que tiene por objetivo promover la federalización de la ciencia, la tecnología y la innovación a través de la evaluación y el financiamiento de proyectos que luego son tratados en el Gabinete Científico y Tecnológico (GACTEC). Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Agencia I+D+i): entidad encargada de financiar los proyectos. Para ello, gestiona y administra fondos provenientes de diversas fuentes y los adjudica a través de mecanismos que garanticen transparencia. Según información disponible en su página web, actualmente cuenta con tres programas de los cuales se desprenden diversos proyectos de financiación: el Fondo Tecnológico Argentino (FONTAR); el Fondo para la Investigación Científica y Tecnológica (FONCYT) y el Fondo Argentino Sectorial (FONARSEC) (Agencia, s.f.). Comisión Asesora para el Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (CAPLANCYT): es la encargada de estudiar el funcionamiento del sector científico nacional. Además, asesora al MinCyT y al Gabinete Científico y Tecnológico (GACTEC) en la elaboración del Plan Nacional de Ciencia, Tecnología e Innovación (PNCTI), instrumento a partir del cual se definen las políticas nacionales de ciencia, tecnología e innovación. Las estadísticas (Programa Nacional para la Igualdad de Géneros en Ciencia, Tecnología e Innovación) demuestran una presencia masiva de mujeres al interior del SNCTI y en términos absolutos hay paridad entre mujeres y varones. Sin embargo, esa tendencia no se mantiene cuando se analizan las posibilidades de desarrollar una carrera científica. Es decir, ocupar cargos de mando en los diversos organismos nacionales y en las universidades que realizan actividades científicas y tecnológicas. Ello demuestra que el ámbito de la ciencia sigue siendo un espacio tan difícil como cualquier otro para las mujeres. Es posible afirmar que la ciudad de Rafaela es un polo importante desde el cual se impulsa el desarrollo tecnológico, científico y la innovación del país. Además de las instituciones que trabajan en el marco del SNCTI, las instituciones científicas locales tienen la capacidad de trabajar articuladamente junto a sectores sociales y productivos, ante demandas de sectores específicos, colaborando así con el desarrollo social, productivo y económico de la región.

Use Quizgecko on...
Browser
Browser