Informe sobre Menores - Ander Urrutia Gálvez (PDF)

Summary

Este documento describe una visita a un centro de menores. El autor observa las condiciones del centro y las interacciones entre el personal y los menores. Se describen algunos problemas y eventos recientes, incluyendo una lesión a un compañero.

Full Transcript

V Ander Urrutia Gálvez (Centro de Menores de Zumarraga, Gipuzkoa) De nuevo en el centro de menores. Veo alambradas de espino nuevas y dos cámaras más de video-vigilancia en la entrada. El vigilante de seguridad se me acerca. Ya me conoce. Es un buen tipo. Hemos conectado desde el principio. Le ve...

V Ander Urrutia Gálvez (Centro de Menores de Zumarraga, Gipuzkoa) De nuevo en el centro de menores. Veo alambradas de espino nuevas y dos cámaras más de video-vigilancia en la entrada. El vigilante de seguridad se me acerca. Ya me conoce. Es un buen tipo. Hemos conectado desde el principio. Le veo ojeroso y desmejorado. Se lo digo; le noto con ganas de hablar. -He tenido que cubrir una baja. -Bueno, horas extras. -Si las pagaran\... -¿Cómo? -Pues que preferiría no hacerlas; si estoy aquí es para ayudar a mis compañeros. No damos abasto: cada vez entran más menores y más bestias\... no me hagas hablar. Esa es la señal precisamente para procurar sonsacarle algo más de lo que me sugiere. Intento tranquilizarle recordándole que mi visita no tiene nada que ver ni con la televisión ni la radio, ni siquiera con la prensa. Que trabajo para una editorial especializada en temas sociales, educativos, culturales y literarios también. Que lo que nos importa es el contenido en este tipo de informaciones, no quién nos las da. 77 -Qué quieres que te diga: hasta que pase algo no va a cambiar nada. Cada vez hay más partes de bajas por lesiones. Estas horas extras son por un corte en el cuello con arma blanca a un compañero. -Pensaba que aquí les cacheabais antes de entrar. -Sí, claro. El cuchillo se lo fabricó él mismo: tienen mucho tiempo libre aquí. En realidad era una especie de puñal hecho con un trozo de metacrilato. -Y con eso\... -Por supuesto. Herida grave. Si le pilla la yugular, no sé yo si lo cuenta. -¿Y esto ha pasado antes? -No tanto. Ni tan grave. Esto es un poco la ONU del inframundo. Un gueto de todas partes: cada vez más moro, sudaca, autóctonos drogatas, gitanos\... Cada cual viene de un infierno diferente, y todo lo malo se aprende rápido. -Un cóctel\... -\...Explosivo, si siguen entrando más. Se ha sobrepasado la cuota pero no hay más contratos para vigilancia. -Parece más una cárcel que un centro de integración. -Tú lo has dicho. No sé si peor. Seguro que en las penitenciarías hay más respeto al funcionario. En fin, tenías vez con Urrutia ¿no? Estate tranquilo. Ese es de los calmados. Además, va a salir en breve. Se aleja a avisar a Ander. Entretanto, observo un poco lo que me rodea. Ciertamente, deja bastante que desear. Pintura gastada que revela otras viejas capas de colores en años previos, cables eléctricos sueltos, una bombilla fundida, losetas desaparecidas del suelo y un ascensor que espera resignado ser arreglado en un futuro tan incierto como el de los menores que viven allí dentro. Supongo que las instituciones no quieren invertir en personas que han provocado tanto dolor. Hay prioridades y parece claro que los adolescentes violentos y malcriados no son una de ellas. El segurata baja en dos minutos sin él. Me confiesa la única manera de obligarle a bajar es tirar unas canastas\...o darle unos euros. O ambas cosas. Así que esta vez subo yo. Me miro en el monedero. Un billete de diez va a ser su recompensa. Se lo hago saber a Ander, en la recepción. Expresa con un gesto que no está mal, pero que sin balón de basket no baja. -De acuerdo, te espero en la cancha. Hace milenios que no hago deporte, así que le va a sentar bien ganarme sin problemas. Mi deporte escolar era el balonmano así que si excluimos la natación playera en verano, le confieso que no estoy en forma. Hace como que no me oye mientras llega botando con el balón. Comienza lanzando al aro. Canasta. Ha entrado limpiamente por un aro sin red; son unas cadenas las que hacen la vez de mallas. Salgo corriendo al rebote. -Una cada uno. No sé qué va a ser más fácil, hablar o jugar. Después de unos tiros en los que le explico la causa de mi visita y en los demuestro mi nula destreza veo que se ríe de mí. Buena señal. Comienza a relajarse. Quizás pueda sacar algo en claro. -¿Hace cuánto conocías a Joaquín? -En realidad, yo apenas le conocía. -Pero vais al mismo instituto. -Soy mayor que él, sólo que coincidimos en un campamento de verano el año pasado. Esto promete. En vez de seguir tirando a encestar a turnos, se me ocurre cambiar de dinámica. Si aumentamos el ritmo y la emoción, seguro que me confiesa alguna novedad, tal vez algo por donde seguir investigando. -Si quieres, jugamos un partidillo. -Vale; si quieres perder\... -Bueno,\...ya veremos. Me gusta jugar, sin más. Eso sí: en el mismo aro. No estoy como para correr de punta a punta. Empieza sin casi avisar. Me esquiva y la mete. -¿Dónde entablaste relación entonces? En el pueblo, quizás. -Mis padres me encajaron ese verano quince días, en unas colonias de tiempo libre. Él estaba en otro grupo, porque es, era, un año menor. -¿Y no coincidíais nada en el insti? En el recreo, o en el comedor\... Intento lanzar una de tres puntos. Casi no llego al tablero. -Muy poco. Sabía que era algo rarito y así\... pero no le conocía hasta el verano. -¿Qué pasó? -Que tuvo la graciosa idea de decir a los monitores quién fumaba porros en los ratos libres. -Ya. Pero igual no era nada en contra de ti\... He oído que tenía asma. -Odio los chivatos. Triple. ¿Vas a jugar, o sólo sabes preguntar? -Puedo hacer las dos cosas. Quizás se lo dijo al monitor\... Y éste a los padres. Y haceros un favor a los que fumabais. -¿Un favor? Desde que se chivó mis padres me han hecho un marcaje que te cagas. -¿A qué te refieres? lanzo una a media vuelta- Mira, por fin\...¡canasta! -¿Tú que crees?-coge el balón rápido y me esquiva para encestar bajo el aro- Control de dinero, control de tiempo libre, control de amigos\...una puta mierda. Lo que le hice en realidad es poco. Ya ves dónde estoy ahora. -Veo que juegas mucho y bien. Pero el juego de la venganza es más peligroso\... -No era venganza: era justicia. Paro el juego. Tengo yo el balón. Le miro a los ojos. Él también. -¿Crees que morir a su edad es justo? Yo sólo le di su merecido. ¡Lo volvería a hacer! Lo demás, no es mi culpa. Se acerca a mí. Por un momento, pienso que me va a pegar. Me quita el balón dándole un puñetazo. Según lo agarra se va botándolo sin despedirse. Ha acabado el partido. También el charloteo. Y he perdido los dos. Correo electrónico (no11) Destinatario: Ana Asunto: soledad *Cuando nadie te hace caso, la soledad se convierte en tu mejor amigo, Ana. Sabes cuándo la necesitas, sabes cuándo te acompaña o no y también cuándo te acosa a pesar de que le insistes, una y otra vez, en que se vaya. ¿Cómo denunciar a la soledad? Maltrato psicológico. Yo tendría muchas razones, la verdad.* *Entonces es cuando aparece, como una especie de remedio mágico, el vértigo. ¿No lo has sentido alguna vez? Recuerda la noria, cuando niña. O cuando nuestros padres nos agarraban de las manos y nos daban vueltas a toda velocidad. Hace mucho que ya no sientes eso ¿verdad?* *A veces, cuando estás solo en la calle y paseas por algunas zonas del pueblo, te entra vértigo. La muralla, por ejemplo. Te llega a gustar. Hay un cosquilleo en el estómago que no lo sientes nunca. Y quieres repetir y que vaya a más. Pero la gente mira y es entonces cuando decides dar marcha atrás. Y volver a sentir la soledad, ese animal que te devora por dentro.* *Ayer no te vi en el insti.* El sustituto no ha querido entablar ningún contacto con la profesora a la que sustituye. No sólo por respeto a su baja por depresión y ansiedad después de lo de Joaquín sino por una decisión meditada: empezar desde cero. No saber nada. Abrir bien los ojos para cerrar cualquier prejuicio. Sin embargo, sí ha conocido a la tutora del curso anterior. Gracias a pequeños encuentros casuales -pero buscados- en la sala de profesores, consigue coincidir con ella, a sabiendas, en una hora de guardia. El sustituto tiene un rato libre, así que aprovecha para hacerse el majo invitándole a un café de máquina. No hay nadie más. Es el momento idóneo. Le cuesta entrar en materia, pero no es difícil comenzar una conversación porque, al ser profesor nuevo, siempre hay preguntas que hacerle que te llevan a su vez a otras. El sustituto conduce la charla hacia el curso pasado, aquí, un sitio tan tranquilo, menuda tragedia, ¿no? Como es natural, ella niega cualquier responsabilidad en la muerte. Pero una vez se deshace la tensión inicial, como el azucarillo disuelto en el vaso de plástico, y viendo que el sustituto no busca ningún morbo gratuito sino saber más de la profesión docente, la tutora acaba aceptando entrar a fondo en el tema. Con los ojos humedecidos reconoce que se podría haber hecho más, era buen chaval, muy especial, callado discreto, sí, pero con mucha personalidad, las cosas claras, incluso te diría que si no era líder de su grupo sí que ofrecía un perfil nuevo, un modelo diferente de estudiante: comprendía la postura del profesor, entendía el proceso de aprendizaje, leía un montón además, era crítico pero respetuoso, cariñoso con sus compañeros, trabajador, sensible e inteligente a partes iguales, con capacidades altas, competente en todas las materias y quizás por eso respetado y envidiado por muchos y admirado por más de una en silencio; sabía llegar al corazón lo que pasó, se reunieron que pasara gente, es increíble una serie de circunstancias inevitables, como si el destino le tuviera reservada una prueba demasiado difícil de superar,\... una pena, la verdad; tenía algo de precursor. -¿Quieres un café?- le dice el sustituto yendo a la máquina para intentar darle unos segundos de tranquilidad. -Vale. No, mejor chocolate: gracias. El ruido de la máquina se funde con el soplido de la nariz de la tutora al sonarse. El llanto cesa. El sustituto trae dos vasos a la mesa. Se le ha roto un poco los esquemas. Siguen hablando de temas secundarios: el grupo en el que enseña, la recuperación de la profesora que sustituye, el equipo directivo. Tenía pensado indagar con preguntas capciosas hasta acorralar dialécticamente a la tutora para que confesara la verdad. Pero ha sido sincera y ahora no sabe muy bien qué verdad busca. Quizás ella ha contado su verdad. Tal vez no ve más allá. Puede que el sustituto esté en un callejón sin más salida que la entrada. VI Luis Arrieta Esteban (Centro de Menores de Zumarraga, Guipúzcoa) A diferencia de Alberto, con Luis, sanguíneo e hiperactivo, no tuve que intervenir ninguna vez. Creo que fue mejor así. Dejarle ser, dejarle hablar, expulsar como un torrente todo lo que llevaba dentro. \"¿Mis padres? No han sabido nada hasta que me han traído aquí. Les he dicho que yo sólo pego cuando alguien se lo merece y ese Joaquín se lo merecía todo el tiempo, por listillo y raro y gilipollas, al final ya no sabía por qué le daba, sólo que se lo merecía, el imbécil de él, me da igual que esté muerto, no es que fuera mala persona, pero es que era verle y te daban ganas de pegarle al bobo de él, siempre mirando, siempre juzgando por dentro, es normal que le cogiéramos manía, no jugaba al fútbol, tenía gafas, pelo largo, niñato, me ponía nervioso y le daba unas hostias, para que aprendiera, y después el imbécil de él me venía a saludar al de un rato \'hola, tío, qué tal,\... y tal\' el pringao de él, y claro, le tenía que volver a dar, ahora me da algo de pena porque se ha matao y eso, pero cuando le tenía de compañero de pupitre y me hablaba le hacía de todo, le daba con el estuche, me metía con su familia, le insultaba y al salir de clase le obligaba a darme el bocata, así aprendía el maricón de él, y se iba por ahí a leer sus libros raros, y si volvía cerca nuestro, zás, colleja va y viene entre todos hasta dejarle el cogote como un pimiento rojo, pero era un juego, nada más, a mí también me han hecho no creas, son cosas nuestras y ya está, ¿no? no hay que darle mil vueltas, vale que a veces le teníamos martirizado al chaval, cosas que pasan, iba por rachas, si se hubiera defendido pues igual no le habríamos machacado tanto, sabes, pero él nada, a callar y a aguantar como una puta, sin decir nada, no sabes la rabia que da eso, te pone a cien y claro al final le das collejas y algún día te calentabas más y tal y eso pues puñetazos y patadas cuando se ponía en el suelo, pero es que no veas, nos provocaba ponía fácil, yo creo que le gustaba en el fondo, sabes, con una mirada, con silencio, o poniéndose en el suelo en plan tortuga sin moverse, cuando esto pasaba yo le decía a mi novia que se fuera, no quería que lo viera, son cosas de hombres, pero no chicas, eso sí que no, con el tema tías nos metíamos con su madre y su novia, que no sé cómo se lío con él la muy puta esa, seguro que se la ha tirado medio pueblo, y ella nunca decía nada la muy zorra, prefería enseñar las tetas al personal para ponernos cachondos a los tíos justo al acabar el curso, en verano ya y luego se iba con ese mamón de mierda, a hablar de libros y mandangas así, ¿no sabes?, pijos de mierda, gente culta, degenerada, a esos hay que darles, hombre, que se creen superiores, zás, toma superioridad, a la entrada y a la salida del instituto, según el día también, a ver, tampoco eran 365 días así, en vacaciones él libraba porque no le veíamos, estaba todo el puto día en casa el pringao de él, así que Navidades, Semana Santa y Verano no pasaba por caja el capullo de él, normal que entonces en clase le diéramos antes de que viniera el profe y eso, él no decía nada y lo provocaba, sabes, pero sólo con él porque yo me llevo bien con todo el mundo, eso se sabe en el insti, o me llevo bien o me llevo a matar, eso sí, y Joaco era de estos últimos, a muerte con él, todo limpio, sin navajas ni malos sin pasarnos tampoco, rollos, sabes, eso alguna vez los findes con algún sudaca pero en el insti nada, yo por lo menos, lo único así que me pasé un poco fue con el cinturón, que le di al Joaco defender en un recreo a un moro de mierda que entró nuevo en el último trimestre, y el cabrón de él bien que se defendió, no como el maricón de Joaquín, siempre llorando como una puta, no espabilaba el imbécil de él, sabes, después algún chivato lo dijo y mi madre me mandó a un psicólogo pero no sirvió de una mierda, yo soy como soy y punto, y los adultos no tienen por qué meterse, ¿entiendes? es lo normal, joder, siempre ha sido así y siempre lo será, eso lo decía mi hermano mayor que a mí me ha dado bien, hasta que espabilé, sabes, y ya no me toca ningún pelo, bueno ahora lo tengo al uno, pero cuando me pegaba lo tenía largo, sabes, y nos liábamos a hostias mi hermano y yo - hasta que crecí y maduré y me hice respetar, y le daba yo cuando era ya más fuerte y alto que él, y al final se fue de casa y todo, aunque nunca dijo nada, no queríamos que nuestra madre sufriera, sabes, yo no quiero que ella sufra, los demás me importan una mierda, pero a ella sí, ella confía en mí y me deja salir por la noche hasta las mil, porque sabe que soy fuerte y puedo cuidarme, sabes, por eso la quiero, porque me respeta y yo la respeto, además es mayor, y tal, y no quiero ve se enteres fumo porros en el cuarto abro la ventana, si viene mi novia lo hacemos cuando ella no está, sabes, ella me llevo al psicólogo por recomendación del insti después de la bronca con el moro pero ella me dijo que en realidad era por las notas porque soy mal estudiante, eso sí, suspendo casi todas menos gimnasia, todas, dicen que tengo el síndrome de déficit de atención o algo así, no sabes, bah, a mí me da por el culo ese síndrome y la madre que lo parió, con esas chorradas de respirar cuando me da ansiedad o se me va la olla, gilipolleces no sirve de nada, lo que sirve es defenderse, aprender a dar puñetazos, boxear, eso sí es de puta madre, cuando salga de aquí me voy a preparar en un equipo o un gimnasio o algo, a ver si soy campeón, quién sabe, si encuentro otro Joaquín me puedo ir preparando gratis, eso es más barato, y es lo bueno, tener un objetivo y luego ir a por él, unas veces te saldrá bien, como con Jouco, otras no, eso te curte y te hace ser hombre, y si eres fuerte no hay dios que se meta contigo, ni grandes ni pequeños, y me han dicho que en el boxeo se gana mucha pasta, aunque hay muchas normas también, yo prefiero pe leas libres, de esas que hay por el sur, que se organizan ilegales con dinero negro, sabes, esas sí que dan pasta, y ahí no hay reglas ni hostias, vas a por todas, y si eres el más fuerte ganas, si no, no, y yo no es por nada pero ya me ves con 16 años, estoy hecho un toro dice mi novia y me veo en el espejo, joder, que no estoy ciego, podría ganar suficiente para vivir por mi cuenta y luego invitarle a mi padre a casa y decirle: \'ves esto, pues me lo he hecho yo solito sin tu puta ayuda, cabrón, tengo más pasta que tú y me basto y me sobro para mantener a tu exmujer, hijoputa, que eso no se hace, dejarnos, ahora vas a comer mierda porque yo tengo más dinero y mejor casa que tú\',.. eso le diría, ya estoy deseando salir de aquí, prepararme y decírselo, va a ser el día más feliz de mi vida.\" Fue lo último que dijo. Me dio la espalda y se fue, por supuesto. No quería que le viera llorar. Hubiera sido un signo de debilidad imperdonable por su parte. Tercera sesión de psicoterapia; descripción de un sueño: \"Sueño 117\" *Siempre se repite lo mismo. En tan sólo dos minutos. Una bolita de bingo con el número 117 baja de lo alto de una montaña envuelta en nieve y cae, poco a poco, dentro de un canal natural de agua. El hielo se deshace y la bolita va cogiendo ritmo y velocidad, cada vez más, hasta que llega al cauce de un río. Ahí la corriente le lleva hacia la desembocadura, hasta el mar. Pero al agua salada parece que le sienta mal a la bolita de bingo 117 y en plena y alta mar la escupe a través de un agujero abierto dentro del océano, como si fuera el tubo de escape del atlántico\... Y la bolita 117 sale expulsada del planeta, sin rumbo aparente, nómada espacial. En este viaje sin destino alguno, se cuela dentro del orificio de entrada de un agujero negro y escapa por el de salida con mucha, muchísima fuerza. Con la energía que ha tomado en ese túnel interestelar, la bolita 117 toma dirección terrestre. Se aproxima con un movimiento cada vez más acelerado, es una rapidez endiablada, de vértigo, quizás sea la velocidad de la luz, y con esa fuerza cósmica choca bruscamente contra la Tierra. El planeta salta en millones de millones de pedazos\... todos del tamaño de la bolita 117. Después de un rato, quizás un minuto o puede que un millón de años, las bolas terrestres, los pedacitos 117s del planeta se van aproximando y juntando entre si, conformando una unidad material que cada vez es más grande. Primero es como la luna, luego es como Plutón y finalmente llega a coger el mismo tamaño que el de la Tierra. Exactamente el mismo. Esta nueva Tierra 117 se coloca en órbita alrededor del Sol, al lado de la luna. Y gira y gira dentro de la Vía Láctea igual que el primer planeta tierra. Dentro de esta nueva Tierra 117, bolita aparece en lo alto de la más alta montaña. Tal vez sea un país como el Nepal. Se deshace en un río, desemboca en el mar. Pero al mar le parece bien la nueva bolita 117. Y ahí se queda, dentro de él. Y descansa, dos minutos. Justo hasta que abres los ojos.* El sustituto lleva cruzándose con el director por los pasillos varios días y detectando saludos fríos y miradas distantes. Un día que estaba haciendo una guardia en la sala de profesores, se acerca al umbral de la puerta. -¿Puedes venir un momentito, por favor? A mi despacho. El gesto con la cabeza para que le siga no augura, desde luego, nada positivo. Ha sido seco, rápido, directo. La mente del sustituto comienza a hacer conexiones neuronales rapidísimas. No ha hecho nada mal, no ha llegado tarde, no ha faltado a ninguna clase aún, no ha faltado al respeto a ningún estudiante; al contrario, más bien ejerce con exceso de confianza. Así que tiene que ser por\... *\"mi tema. Por algún lado se ha enterado. Puede que por la tutora del año pasado, pero la conversación con ella fue tan íntima, tan sincera y discreta* la vez que *hubiera jurado que no habría salido de esas cuatro paredes a no ser, a no ser que\... ¿qué?\"* Ya era demasiado tarde para pensar. Han pasado del pasillo a la oficina de dirección. Además, cierra la puerta: cosa que nunca o muy pocas veces ocurre. Le nota un tanto nervioso, quizá incómodo. En todo caso, quiere quitarse de encima el tema cuanto antes, así que también está resolutivo. -Mira, voy a ser directo. Me he enterado de que andas preguntado por el asunto de la muerte de Joaquín Oirebés Almunia. -¿Preguntando? Tan sólo he hablado con dos o tres profesores\... -También te han visto con una alumna muy amiga del fallecido. Quiero que sepas que nosotros ya hemos pasado página de esa tragedia. Ha sido muy dolorosa y no estamos dispuestos a abrir esa herida: ha tardado bastante en cicatrizar. De hecho, ya sabes que tú estás aquí por eso. -Por eso mismo intento informarme de cómo es mi contexto educativo. -La profesora que está de baja, ya te lo dije, lo está por depresión y, lamentablemente, lo seguirá un tiempo. Eso te beneficia a nivel laboral: vas a seguir aquí, casi seguro, hasta final de curso. Ese es el contexto que te interesa y que te lo puedo adelantar yo. -Bueno, me lo imaginaba. Este tipo de trauma lleva su tiempo\... Ahora bien, estás aquí para trabajar y no para intentar saber más que los demás sobre algo que no tiene ni explicación ni culpables. -Ya. Pero bueno, el saber no tiene lugar. Sólo quiero conocer más el tipo de alumnado con el que tengo que lidiar. Y eso no va en contra de ningún reglamento. Más información que la ya publicada en los medios no vas a conseguir aquí. Además, hay entablado un proceso judicial y por eso queremos ser muy cautelosos. Al sustituto le distrae mucho, a la hora de hablar y argumentar, el aspecto físico de las personas. Le mira de cerca: su tono de voz grave, sus gestos pausados, su aire de seminarista andropáusico que debe tener todo bajo control no le deja concentrarse en el discurso que le intenta hilar a modo de advertencia profesional. Sin embargo, aunque en la reunión se mantiene en un tono entre cordial y formal, el director quiere dejar claro que casi todos los actos relacionados con el acoso ocurrieron fuera del centro. Parece que lo que importa es más el hecho de que haya muerto uno de sus alumnos. Quizás profundizando en la herida, como él dice, se pueda encontrar no sólo la forma de cicatrizarla sino la manera de prevenirla. En esas está el raciocinio del sustituto cuando de pronto alguien interrumpe entrando sin llamar a la puerta. Es la inefable jefa de estudios, cariacontecida. -Juan Manuel, ¿tienes un minuto? Es importante. El director se levanta y habla con ella, a susurros, entre la puerta y el pasillo. El sustituto se gira levemente para intentar oír algo; desde luego, está intrigado y quiere saber si tiene que ver con él. Pero no. Capta palabras sueltas y algunas ciertamente inquietantes: baños, recreo, relaciones sexuales, grabación\...son algunas de ellas. -Es increíble -dice ella. -Esto jamás ha pasado aquí -dice él- ni estando yo como director, ni mucho menos antes. ¡Y ya va para cincuenta años! Circunspecto, el director le explica al sustituto que tiene que convocar una reunión urgente con unos padres. Se disculpa aunque, antes de irse, le da un remate a la charla. -Tampoco tenía mucho más que añadir\... ¿me explico? -Claro. Yo tampoco. El sustituto sale del despacho del director despacio, pensativo. Trabajar con adolescentes no es fácil. Pero si quieres conseguir información sobre algún acontecimiento grave, ajeno al mundo académico, no es especialmente difícil conseguirlo. Basta con aparecer en determinados momentos clave en lugares estratégicos para enterarte. Si a eso se suma que la discreción no es una virtud especialmente valorada entre el alumnado de esta edad, las incógnitas caen como fichas de dominó. En menos de tres días, el sustituto ya sabía toda la cadena de sucesos. Un chico y una chica se han encerrado a escondidas en los servicios del primer ciclo de secundaria. Él tenía un cómplice en el váter de al lado. De pie sobre la letrina contigua, graba silenciosamente apoyado en el separador de retretes mientras la parejita interactúa sexualmente. La rapidez y curiosidad del sustituto le ha hecho ver las imágenes antes de que fueran eliminadas de una página de sexo amateur. La calidad es pésima y tampoco es nada del otro mundo: desde un plano picado y tembloroso se pueden percibir besos y magreos, sexo oral a la hora de la verdad, el prota se pone nervioso y no aparece acertar en su objetivo, mira hacia arriba riéndose, el novato y escondido realizador del pornocortometraje se descentra y hace ruido y la chavala levanta la cabeza y -lógicamente- se enfada al percatarse de que ha sido grabada sin permiso. Las consecuencias de ese enfado ya no las capta la cámara del móvil. Corte. Por exigencias del guion o, mejor dicho, del rodaje. En el centro, durante todo el segundo trimestre, no se comenta nada más en el colegio. La llegada de la policía un día, la cita con los padres otro, su enfado y el del equipo directivo, la expulsión temporal a casa de los implicados, la petición de cambio de instituto para el intrépido pero cobarde filmmaker que ha compartido su première al instante con los coleguitas por whatsapp gracias a su smartphone última generación y el consiguiente efecto mariposa (que ya lo ha llevado a una web de sexo amateur) y la resaca social, por supuesto, tanto entre el alumnado como por parte de las tutorías del profesorado: sesiones sobre prevención y riesgos en las relaciones sexuales, uso de las nuevas tecnologías en el ámbito afectivo-emocional toda clase de consejos y advertencias que, como siempre, han llegado tarde. El sustituto intuye que en el caso de la muerte de Joaquín habría ocurrido algo parecido, aunque no lo sabe con certeza. Lo que sí que está claro es que ese tema se ha convertido en pasado. No se habla de otra cosa en el centro. Parece que el sexo tiene más poder de atracción que la muerte. VIII Ana, de nuevo y de cerca Ha pasado algo que quiero pensar que es mágico. Me he tirado las dos últimas semanas pensando en quedar con Ana. Hace tiempo del encuentro casual en la plaza del pueblo y lo curioso es que, aunque la necesito para completar la información sobre Joaquín, también me apetece verla y estar con ella. Uno de esos días, digo, salgo cansado del instituto y justo a la salida, apoyada en la pared de en frente, la veo esperándome con una carpeta bajo el brazo. Es uno de esos momentos llenos de causalidad, que el destino te otorga sin que le pidas permiso. -Hola. He estado pensando en ti y te he traído esto. -me dice mientras me da un pendrive, una libreta usada y unas fotocopias. -¿Qué es? -La libreta es lo que Joaquín llamaba su \"tesoro\". Y en el pendrive te he copiado algunos de los correos más importantes que me mandó antes de\... irse. Digamos que son los menos íntimos. -¡Muchas gracias, Ana! -Con \"v\" de vuelta\... ¿ehé? -¡Hombre, claro! Te lo devolveré por carta cuando tenga todo el trabajo organizado. ¿Te apetece dar una vuelta? -Vale. Vamos a la playa,\... por ejemplo. -Genial. Mientras andamos vamos hablando del contenido del material. Parece tranquila, confiada y a mí eso me alegra muchísimo. Me confiesa que el director le hizo un par de preguntas sobre mí y que no le mintió: que le contó mi interés en Joaquín. Me nota un cambio en mi semblante. -¿Te enfadas? -No, no pasa nada. Hubiera preferido mantenerlo al margen. Ahora entiendo ciertas cosas; algunas miradas\... -¿Cuáles? ¿He metido la pata? -Tranquila, mejor así. No tengo nada que esconder. Caminamos despacio y al mismo ritmo. Sin prisa pero sin Ella vuelve a hablar de nuestro tema, aunque creo pausa. que lo hace para quitarme de la cabeza posibles preocupaciones que, en realidad, cada vez veo más claramente que no tienen ninguna razón de ser. Las fotocopias son algunos ejercicios que le hizo hacer la psicóloga. Cuando empezaron a molestarle, comenzó unas sesiones con ella. Él no decía nada, aunque sus padres le notaban raro. Le metieron a terapia. \- Claro, estarían preocupados. -Si lees todo, acabaras por conocerle. Especialmente, la libreta. -¿Qué apuntaba ahí? -Pensamientos, reflexiones o pequeños poemas que le gustaba escribir y compartir conmigo. -Vaya, parece que tenía inquietudes literarias. 98 -Bueno, él solía decir que todos llevamos un escritor dentro. Que si no lo sacamos, estamos como mutilados: nos falta algo. -Debería sentirse un poco freak en su clase, imagino. -Sí. De hecho, le tenían frito a motes: rarito, chungiflower, pichapelada, poeputa, patito lerdo,\...Yo les solía dar la vuelta a todos: se los convertía en bonitos. -¿Ah, sí? A ver, hazme una prueba\...porfa. -Puees\...guapito, wildflower, pichagorda, poetazo, cisnelisto\...que era el que más me gustaba. Bueno, ese se lo cambié al final a \'cisne mudo\' porque, aunque era bonito por dentro y por fuera, le costaba mucho hablar\...contarme sus cosas.

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