Presentación PPT Maquiavelo, Bodin y Hobbes PDF

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Esta presentación PPT analiza las concepciones políticas de Maquiavelo, Bodin y Hobbes. Introduce sus teorías políticas, incluyendo ideas sobre la naturaleza humana y la organización política, lo cual es relevante para entender el pensamiento político del siglo XVI.

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F U N D A C I O N A D P. E D U. P E MAQUIAVELO, BODIN Y HOBBES Fundacionadp.edu.pe [email protected] Av. Pershing N°335 (Ex-Faustino Sánchez) – e Magdalena del Mar Las concepciones políticas de Maquiavelo Nico...

F U N D A C I O N A D P. E D U. P E MAQUIAVELO, BODIN Y HOBBES Fundacionadp.edu.pe [email protected] Av. Pershing N°335 (Ex-Faustino Sánchez) – e Magdalena del Mar Las concepciones políticas de Maquiavelo Nicolás Maquiavelo (1469-1527). Durante catorce años ocupó el cargo de secretario del Consejo de los Diez, órgano de gobierno de la república florentina. Al retornar al poder el tirano Médicis, Maquiavelo, junto con otras personas cercanas a los anteriores dirigentes del Estado, fue perseguido. Se alejó de los asuntos del Estado, dedicándose al trabajo literario. Escribió varias obras, entre las cuales se encuentran dos tratados dedicados a problemas políticos. Discursos sobre los diez primeros libros de Tito Livio y El Príncipe. Fue el primero que desbrozó el camino para la ciencia política, basada, no en los dogmas religiosos, sino en la observación de los hechos, en las tentativas de utilizar los datos de la historia y el conocimiento de la psicología humana, en la ciencia liberada de la teología. Deja totalmente de lado, no sólo dogmas de la doctrina religiosa, sino también los postulados de la moral. Su política es una ciencia experimental. Trata de apoyarse en la historia y en los hechos de la vida de su época. Habla de la influencia que el clima ejerce sobre los hábitos de los hombres, de las leyes que rigen la sustitución de las formas del Estado, y de las causas que originan esta sustitución. Habla de la tendencia de los fenómenos históricos a repetirse, y llega a la conclusión de que de un atento estudio del pasado se puede deducir lo que ha de suceder en el porvenir. Haciendo notar la gran importancia que los intereses materiales tienen en la vida de los hombres y en la lucha entre la aristocracia y las masas populares, Maquiavelo señala la oposición existente entre los intereses del pueblo y los de las clases pudientes. En su política, basada en la experiencia, no pretende pintar un ideal que corresponda a las altas ideas de justicia y perfeccionamiento, sino que determina los recursos mediante los cuales se pueden lograr los fines ordinarios que los hombres de Estado se proponen. Fundacionadp.edu.pe [email protected] Av. Pershing N°335 (Ex-Faustino Sánchez) – e Magdalena del Mar Toma, como punto de partida en sus razonamientos, el concepto relativo a la “naturaleza” única e inmutable del hombre. A su juicio, unas y las mismas pasiones y aspiraciones dirigen los actos de los hombres en todos los tiempos y entre todos los pueblos. Hay que estudiarlas y valerse de ellas, de modo racional, en beneficio de los intereses del Estado. Enuncia como base de la naturaleza humana, la ambición y la codicia, tan características de los representantes de la nobleza y del patriciado urbano. Afirma que los hombres son malos por naturaleza. Son, según él, inconstantes, desagradecidos, pusilánimes, falsos, hipócritas, envidiosos, colmados de odio unos hacia los otros. Aunque tienen capacidades limitadas, poseen, sin embargo, deseos desmesurados. Los hombres, dice, están siempre descontentos con el presente y alaban los tiempos pasados; son imitativos y asimilan con más facilidad los vicios que las virtudes. Aconseja al político tomar en cuenta estas peculiaridades de los hombres que, según él, son la manifestación de la “naturaleza” inmutable de éstos. Teniendo en cuenta estas características del ser humano, y dejando de lado, además, los principios morales, dice, un político inteligente puede alcanzar fácilmente sus propósitos. Maquiavelo es partidario del Estado nacional centralizado. El desarrollo capitalista, iniciado en los países avanzados de Europa, era incompatible con el fraccionamiento feudal que frenaba el desenvolvimiento de la industria y el comercio, y con la falta de una organización política única. Da su completa aprobación a la unificación política de Francia. Desea ver a Italia políticamente unida, libre de la subordinación a los extranjeros, superando las discordias entre las diversas partes del país y poniendo término a las nefastas disensiones entre los feudales y a la falta de entendimiento entre el poder secular y el eclesiástico. Fundacionadp.edu.pe [email protected] Av. Pershing N°335 (Ex-Faustino Sánchez) – e Magdalena del Mar A principios del siglo XVI, la economía nacional de Italia entró en una evidente decadencia. Los grandes descubrimientos geográficos desplazaron las rutas comerciales mundiales hacia el Atlántico y trajeron el fortalecimiento del poderío económico de Francia y de Inglaterra. El comercio mediterráneo perdió su anterior importancia, y las repúblicas comerciales de Italia entraron en una época de crisis. La burguesía italiana, sobre todo la de las repúblicas urbanas más poderosas, Florencia y Venecia, tienden a vencer sus dificultades y gestionan la unificación política del país. Maquiavelo fue quien expresó esas tendencias. Manifiesta odio a todo lo que pueda debilitar al Estado y destruir su integridad. Por el contrario, elogia todo lo que pueda contribuir al acrecentamiento de las fuerzas de éste, el fortalecimiento de su unidad y la extensión de sus fronteras. Con toda la pasión de su temperamento y la fuerza de su pluma mordaz, se arroja sobre los feudales seculares y eclesiásticos que dificultan el logro de los objetivos por él planteados, y también sobre la Iglesia y la nobleza. Esta última —dice— es nociva en cualquier país, especialmente en una república. Los nobles son “enemigos jurados de toda organización civil”, “haraganes, ambiciosos” que entorpecen la grandeza del Estado y la prosperidad del resto de la población. Por esto, para formar la república en un país de una nobleza numerosa, considera necesario exterminar a ésta totalmente. Habla con odio del poder papal, que dispone de suficiente fuerza como para impedir que los soberanos logren la unificación de Italia, pero que no es suficientemente fuerte como para llevar a efecto él mismo esta unificación. Traduciendo las reivindicaciones de la burguesía, Maquiavelo se pronuncia en favor de un Estado nacional netamente mundano, libre de la influencia de la Iglesia católica feudal, independiente con respecto a la organización religiosa que aspira a una importancia mundial. Fundacionadp.edu.pe [email protected] Av. Pershing N°335 (Ex-Faustino Sánchez) – e Magdalena del Mar Por esto condena también, del modo más severo, la idea teocrática, por cuanto ésta se oponía al programa político de la burguesía. La religión, según él, sólo tiene el valor de un instrumento político, de un medio para afirmar el poder del Estado, para instaurar y afianzar los hábitos convenientes para éste. En este aspecto, estima que la religión de los romanos antiguos aventaja a la cristiana, por cuanto ésta favorece el debilitamiento de las virtudes ciudadanas al instar a los hombres a la tolerancia y a la resignación, y al desviarlos de los asuntos terrenales en beneficio de los celestiales. En sus Discursos sobre Tito Livio distingue dos formas fundamentales de Estado: la monarquía (el principado) y la república, y otorga decididamente su preferencia a la segunda. Considera que la mejor es aquella en la que en el ejercicio del poder participan simultáneamente, según dice, representantes del pueblo, los de la nobleza y un jefe de Estado elegido. Estima que una república así combina de la mejor manera los principios democrático, aristocrático y monárquico. Maquiavelo expone minuciosamente la supremacía de la república. Esta es la forma más sólida del régimen estatal, la que, a su juicio, se adapta a las diversas circunstancias y favorece en mayor grado el crecimiento del bienestar del pueblo. Cuando se necesita rapidez y decisión en la república, la inmovilidad del pueblo es contrarrestada por los actos unipersonales del príncipe electo. Al referirse a la supremacía de la república, Maquiavelo defiende y ensalza también la libertad política —por la cual entiende autonomía municipal—, lo que significa la entrega del poder a manos de los patricios de la ciudad. En las repúblicas, dice, no hay por qué temer los abusos de los gobernantes, por cuanto éstos son elegibles, ni tampoco son peligrosas las ambiciones de la nobleza, ya que ésta se halla bajo el poder del pueblo. Maquiavelo, claro está, no se refiere a un poder efectivamente popular, y en sus razonamientos no parte de los intereses de éste, sino de los del patriciado de la ciudad. En la república es más fácil realizar, según dice, no solamente la libertad, sino también la igualdad, entendiendo por esta última la supresión de todos los privilegios feudales, y también la atenuación de las graves contradicciones patrimoniales que socavan la solidez del régimen social y político. Sólo la libertad y la igualdad, declara, pueden desarrollar las facultades del hombre, infundirle amor al bien común y demás virtudes ciudadanas necesarias. Fundacionadp.edu.pe [email protected] Av. Pershing N°335 (Ex-Faustino Sánchez) – e Magdalena del Mar Más de una vez, en sus Discursos, se alza en defensa del pueblo, que había adquirido peso dentro de la república, contra los reproches de ingratitud y de inconstancia que se le hacen. Sin embargo, él mismo teme la actividad de las masas. “No hay cosa más terrible que una masa agitada sin jefe”, escribe. Pese a que en sus Discursos sobre Tito Livio se manifiesta partidario convencido de la república, en El príncipe exalta a un príncipe enérgico y audaz que, mediante una política decidida, aun cuando descarada, logre crear un fuerte y sólido poder y extienda rápidamente las fronteras de su Estado. Pese a considerar la república como el ideal de un régimen de Estado, en el que la burguesía ocupa la posición dominante, Maquiavelo sostiene que, para crear el Estado único centralizado, tan necesario para la burguesía, lo más conveniente es la monarquía, capaz de superar el fraccionamiento, defender a la burguesía contra los grandes feudales y, al mismo tiempo, ser suficientemente fuerte para poder mantener sometidas a las masas populares. Por eso veía el objetivo más próximo a través de la monarquía, que lleva a la práctica la centralización del Estado. Según él, el poder de un fuerte príncipe es el medio más seguro para lograr la unidad política. No en todas partes, dice, es posible la república, y en algunos casos es preferible la monarquía. Para los pueblos “corrompidos”, la forma de gobierno más conveniente es, a su juicio, la monarquía. Tampoco es posible la república allí donde existe una nobleza muy numerosa. Pero lo que es especialmente importante es que reconoce que la creación de un nuevo Estado es más fácil para un monarca que para un gobierno republicano. Maquiavelo espera que el príncipe resuelva las tareas de liberar a Italia de los extranjeros y de unificarla. Esto es lo que le obliga a inclinarse hacia la monarquía prefiriendo además a un príncipe elegido por el pueblo y apoyado en la simpatía de éste, o sea, protegido de la burguesía, como un Médicis, jefe hereditario, como lo fueron los príncipes italianos, de la jerarquía feudal. Fundacionadp.edu.pe [email protected] Av. Pershing N°335 (Ex-Faustino Sánchez) – e Magdalena del Mar Maquiavelo, partidario del Estado poderoso, no se detiene mucho sobre los medios que pueden servir para crearlo. Para lograr el objetivo histórico concreto, estima posible valerse de cualquier procedimiento, incluidos también los deshonestos y contrarios a las normas morales. Recomienda al príncipe ser despiadado y pérfido y no tomar en consideración la inmoralidad de sus actos. Le insta a ser cruel y a proceder contra los súbditos mediante el miedo. El príncipe no debe dar mucha importancia a sus promesas. Con astucia debe enredar a los que confían en su honradez. Debe ser más bravo que el león y más astuto que la zorra, ya que “hay que ser una zorra para ver los lazos, y un león para ahuyentar a los lobos”. Como ideólogo de la burguesía, recomienda guardar la inviolabilidad de la propiedad privada. “Más fácilmente olvidan los hombres la muerte de su padre que la pérdida de su patrimonio.” “A los hombres —dice— hay que atraérselos o deshacerse de ellos. Pueden vengarse de las ofensas leves, pero no de las graves; así que la ofensa hecha a un hombre ha de ser tal que el príncipe no pueda temer de la venganza”. Invoca, aprobándolo, el ejemplo de César Borgia, duque Valentino que, habiendo adquirido un principado merced a la protección de su padre, el Papa Alejandro VI, comenzó rápidamente a fortalecer su poderío, sin reparar en medio alguno, valiéndose ampliamente de la perfidia, la violencia y los asesinatos. Recomienda al príncipe preocuparse por la fuerza más que de todo, ya que, según su convencimiento, siempre habrá buenos amigos cuando exista un buen ejército. Concediendo lo suyo a las leyes, Maquiavelo destaca, al mismo tiempo, que éstas, aun siendo buenas, no pueden prescindir de un buen ejército. Pero al pronunciarse por uno permanente, condena la práctica de las tropas mercenarias, a las que se recurría constantemente en esa época. Indica al príncipe que castigue con rapidez a quienes se opongan a la realización de sus objetivos, y le exige, ante todo, que lo haga con audacia y decisión. La lentitud y las vacilaciones pueden llevar a la ruina a cualquier empresa. Aconseja castigar implacablemente a los que son enemigos del nuevo régimen creado en el Estado. Fundacionadp.edu.pe [email protected] Av. Pershing N°335 (Ex-Faustino Sánchez) – e Magdalena del Mar Los objetivos que se había propuesto Maquiavelo eran progresistas. La formación de un Estado centralizado estaba históricamente madura. Sin embargo, fue poco escrupuloso en la elección de los recursos para lograrla. La exhortación a desconocer las normas morales, y el cinismo, constituyen la base de la política que se conoce con el nombre de maquiavelismo. Es una política deshonesta, sin principios, inescrupulosa en sus medios y encaminada al logro de los objetivos a cualquier precio. La perfidia, la hipocresía, el culto de la violencia, predicados por Maquiavelo, llegaron a ser los rasgos típicos de la política de su tiempo. En este sentido, el pensador italiano no sólo tradujo la práctica existente, sino que también presagió algunas peculiaridades de la vida política de los tiempos posteriores. La teoría política de Bodin Juan Bodin (1530-1596) fue ideólogo de la burguesía en formación, y se manifestó en defensa del absolutismo, en Francia, en el siglo XVI. En medio de la lucha implacable entre católicos y hugonotes, que más de una vez adquirió carácter de choques armados (las “guerras religiosas”), cambió de posición y maniobró entre las partes beligerantes. Su proximidad al duque de Alercon, quien había ocupado una posición conciliadora en la lucha entre ambos bandos, le permitió salvar su vida en la noche de San Bartolomé. En 1576 publicó una extensa obra sobre el Estado (Six livres de la République, que más tarde tradujo él mismo al latín). Es uno de los primeros escritores de la nueva corriente laica, y se propuso como objetivo descubrir algunas leyes que presiden los fenómenos sociales. Desarrolla la teoría de la influencia que el clima ejerce sobre el carácter de los pueblos y sobre las ocupaciones de éstos, con lo que en este aspecto sigue a Aristóteles. El clima del Norte, enseña, contribuye al aumento de la valentía y favorece la formación de destacamentos militares; el del sur desarrolla la sutileza intelectual y contribuye al florecimiento de las ciencias; un clima templado condiciona la asociación de los extremos: allí surgen los políticos y los oradores. Investiga también el problema de la influencia que sobre el carácter de los pueblos ejercen las montañas y los valles, el suelo fértil. Fundacionadp.edu.pe [email protected] Av. Pershing N°335 (Ex-Faustino Sánchez) – e Magdalena del Mar No obstante, está lejos de caer en la conclusión absurda sobre la influencia fatalista del clima. A su juicio, las leyes, los hábitos e incluso la alimentación pueden introducir cambios esenciales en el estado de las cosas y atenuar la influencia de aquél. Desarrolla la teoría relativa al progreso de la sociedad humana. Compara la humanidad de su tiempo con los pueblos antiguos y destaca el inmenso progreso técnico, para llegar a la conclusión de la superioridad indudable de los pueblos modernos sobre los de la Antigüedad. Con especial fuerza subraya la importancia del poder dentro de la sociedad. Como considera que la familia es la base del Estado, y como afirma que de la solidez de la vida familiar depende el bienestar de la organización política, Bodin aparece como partidario decidido de la familia burguesa, con la fuerte autoridad del padre y del marido. La autoridad dentro de la familia debe ser una sola, y por eso la mujer debe subordinarse al marido, y los hijos, al padre. Siguiendo a Aristóteles, define el Estado como un conjunto de familias. Ve la peculiaridad del Estado en el carácter supremo y soberano del poder, en que tiene inherente el supremo poder soberano (summa potestas, summun imperium). La soberanía es una e indivisible: no puede ser compartida por el rey y el pueblo. Ella significa también el carácter permanente del poder, que no puede ser trasmitido por un tiempo, ni traspasado en ciertas condiciones. Al hacer la defensa del absolutismo real señala que la soberanía significa, al mismo tiempo, el carácter ilimitado y superior a las leyes, del poder. “La soberanía —según su definición— es un poder, libre de subordinación a las leyes, ejercido sobre los ciudadanos y los súbditos”, “El que la ejerce, no está obligado por las leyes que él mismo promulga. Esto, sin embargo, no quiere decir, que su poder no esté limitado por nada. Se niega a reconocer que el poder estatal sea libre de la subordinación a la ley divina (leges divinae) y a la natural (leges naturae), esto es, reconoce una limitación religioso-moral para los depositarios del poder del Estado. También la propiedad privada de los ciudadanos, a la que el soberano está obligado a respetar y contra la cual no tiene derecho a atentar, constituye, a juicio de Bodin, una limitación del poder supremo. Fundacionadp.edu.pe [email protected] Av. Pershing N°335 (Ex-Faustino Sánchez) – e Magdalena del Mar Postula que la propiedad privada es inviolable y que ningún monarca puede atentar contra los bienes de los ciudadanos. Por eso, sin el consentimiento de éstos no puede establecerse ningún impuesto. Estima que ningún monarca tiene derecho a cobrar impuestos y a hacer uso de los bienes de los ciudadanos a su propio antojo. Como partidario del Estado centralizado y del poder ilimitado del rey, afirma que, dado que la soberanía es una e indivisible, ésta debe estar siempre en manos de una sola persona o de una asamblea. Niega la posibilidad de alguna forma “mixta” de Estado. La soberanía puede pertenecer al rey, a la aristocracia o al pueblo. No puede ser compartida por varios órganos diferentes, ni ejercida por ellos alternativamente. Otra cosa es el poder de gobierno. Este puede ser “mixto”, puede ser encomendado simultáneamente a la asamblea popular y al monarca. El gobierno puede ser monárquico, permaneciendo al mismo tiempo la soberanía en manos del pueblo y, viceversa, con la soberanía del monarca, la asamblea popular puede participar en el ejercicio del gobierno. Estima que al dar participación a otros “elementos” del Estado en el ejercicio del gobierno, el poder supremo no cede ninguno de sus derechos soberanos, ni se ve limitado por esta causa. En la teoría referente al gobierno “mixto” se refleja la idea de la compatibilidad del absolutismo real con la existencia de órganos de representación de casta. Los estados generales en Francia, en el siglo XVI, se convocaban raramente y ya habían perdido su anterior importancia. Su existencia no impedía en absoluto que los reyes, apoyados en el ejército permanente y en los impuestos permanentes, ejercieran plena e independientemente el poder del Estado. Al proclamar que la soberanía del poder real no se ve transgredida por la convocatoria de los estados generales, Bodin sólo transmite, en su teoría, la práctica que se había establecido en Francia en el siglo XVI. Bodin no está libre de algunas ideas que se habían formulado antes, basadas en el Estado feudal de castas. Se pronuncia en favor de la conservación de diferentes organizaciones medievales, corporaciones, etc., aun cuando hace la reserva de que todas ellas pueden surgir y existir solamente con la autorización del Estado. Fundacionadp.edu.pe [email protected] Av. Pershing N°335 (Ex-Faustino Sánchez) – e Magdalena del Mar Su teoría relativa a la soberanía está dirigida contra el fraccionamiento feudal. Apareció en el momento en que se formó en Francia el Estado centralizado, consecuencia del comienzo del desarrollo de las relaciones capitalistas. Esta teoría iba dirigida al mismo tiempo contra las pretensiones papales al poder secular; tenía la misión de fundamentar la independencia del Estado con respecto a la Iglesia y del poder real con respecto al trono del papa. Sin embargo, entiende la soberanía del Estado solamente como la soberanía de uno solo de sus órganos; identifica la supremacía y la independencia del poder del Estado, como tal, con la de cualquier órgano de éste, en primer lugar del rey. Comparando entre sí las diversas formas del Estado, Bodin revela preferencia decidida por la monarquía. De la democracia habla con hostilidad no oculta. Declara que el pueblo es incapaz de arribar a decisiones correctas y de tener juicios sanos. Al poner de relieve su odio a la democracia, trata de presentar a ésta como la peor forma del Estado, como un gobierno que se asemeja más que ningún otro a la anarquía. Tampoco la aristocracia merece su aprobación. Considera que ella no constituye defensa segura frente a la revolución, a la cual tiene miedo. La aristocracia no puede hacer frente a las rebeliones de un pueblo —apartado de la dirección de los asuntos del Estado—, por ser su sistema motivo de constantes discordias entre los partidos y de lucha de ambiciones. Bodin está bajo la impresión de las guerras religiosas y de las insurrecciones campesinas. Sueña con el término más rápido de la guerra civil y con el establecimiento de un poder firme. Único, capaz de asegurar el desarrollo de la industria y del comercio en el país. Por eso, la monarquía cuenta íntegramente con su simpatía. La considera la mejor forma de régimen estatal. La monarquía lo atrae porque, a su juicio, es la única forma del Estado en la que existe verdaderamente un poder único e indivisible. Idealizando esta forma del Estado, hace creer que el monarca, al elevarse por encima de todos los demás elementos del mismo, reconcilia las tendencias y pretensiones opuestas creando una unidad armónica de elementos opuestos. Fundacionadp.edu.pe [email protected] Av. Pershing N°335 (Ex-Faustino Sánchez) – e Magdalena del Mar Hace una diferencia entre la monarquía “legal” (real), la señorial (basada en el derecho de conquista) y la tiranía. Pero define el carácter tiránico del poder, no por los métodos de gobierno, sino por la usurpación del poder. Tirano es aquel que llega a ser jefe soberano por vías violentas, careciendo para ello de derecho alguno, así sea en virtud de una elección, por herencia o como resultado de una guerra justa. Al postular la obediencia incondicional al monarca legal, reconoce admisible la resistencia a un tirano, su derrocamiento e incluso su asesinato. Siguiendo a Aristóteles, analiza el problema relativo a las causas de los cambios estatales. Entre ellas menciona en primer lugar la pronunciada desigualdad de bienes, la pobreza de la mayoría y la riqueza extraordinaria de unos cuantos, y la distribución injusta de honores y títulos. Lejos de comprender las causas reales de las revoluciones, señala también otras circunstancias que, a su juicio, pueden ser motivo de cambios en el régimen estatal: la crueldad y la opresión de un tirano, el cambio de las leyes sobre la religión, los fracasos militares, etc. El peligro de revolución, a su juicio, es una amenaza menor para la monarquía hereditaria, por ser la forma más sólida de monarquía. Por el contrario, la democracia es la que más expuesta está a este peligro. Estima que el político debe prever y conjurar las revoluciones. Ante el temor al movimiento popular, recomienda recurrir a las concesiones y tratar de frenar las revoluciones mediante la realización de reformas desde arriba. Bodin expuso en forma sistemática y libre de teología, la teoría laica del Estado y del derecho. Rompió con las ideas feudales que se referían el Estado como un conjunto de señoríos, y fundamentó la reivindicación de la centralización política del país. Defendiendo la unidad y la indivisibilidad de la soberanía, se manifiesta partidario de la monarquía absoluta, con lo que traduce las necesidades y los intereses de la nobleza y de la burguesía incipiente. Defiende el absolutismo real en un período histórico en que éste aún desempeñaba un papel avanzado en el desarrollo de la sociedad europeo occidental. Fundacionadp.edu.pe [email protected] Av. Pershing N°335 (Ex-Faustino Sánchez) – e Magdalena del Mar La ideología política en Inglaterra durante el período de la revolución burguesa del siglo XVIII El siglo XVII se destaca en la historia de Inglaterra por la revolución burguesa que terminó en un compromiso entre dos clases, en un bloque entre la nobleza y la burguesía. Frente a los partidarios del rey —los “caballeros”—, que representaban los intereses de los feudales, se encontraban los defensores del parlamento, entre los cuales existían varios partidos con diferentes reivindicaciones, desde los presbiterianos hasta los independientes y los niveladores. Frente a los defensores de la burguesía y de la nueva nobleza, que predominaban en el parlamento, se alza, con sus reivindicaciones más radicales, el ejército revolucionario que traduce directamente el estado de ánimo de las masas trabajadoras. Estas se incorporan en algunas corrientes del pensamiento político y representan un programa que exige la abolición de la propiedad privada sobre la tierra, la prohibición del comercio y la completa reorganización de las relaciones sociales. Los partidarios del rey tratan de defender el absolutismo del poder real, valiéndose principalmente, de argumentos religiosos. Carlos I y sus partidarios, al igual que su predecesor Jacobo I, se empeñan en afirmar que el rey es el representante de dios sobre la tierra, y que toda orden de aquél es igual a un mandato de éste. Entre los monárquicos tuvo también divulgación la teoría “patriarcal” con respecto al origen del poder real. El baronet Robert Filner, uno de los partidarios del rey, publicó en 1646 su obra Él patriarca, en defensa de los intereses de la aristocracia inglesa; trata de fundamentar en ella el poder real ilimitado y preconiza que los reyes son representantes del primer hombre mítico, Adán, al que dios había dotado, según él, no solamente de la patria potestad, sino también del poder real sobre su descendencia. De Adán, el poder pasó al anciano de la tribu y, finalmente, sus depositarios llegaron a ser los reyes. El parlamento, según él, no es sino un órgano real llamado a colaborar con el rey en la promulgación de leyes, siendo éste responsable solamente ante dios. Fundacionadp.edu.pe [email protected] Av. Pershing N°335 (Ex-Faustino Sánchez) – e Magdalena del Mar Tomas Hobbes Partidario del absolutismo real en Inglaterra en el siglo XVII, fue Tomás Hobbes (1588-1679), notable representante de la teoría jurídico-natural. En la lucha entre el rey y el parlamento, que se desencadenó en Inglaterra en vísperas de la revolución burguesa inglesa del siglo XVII, Hobbes se colocó de inmediato del lado del primero. En 1640, días después de la disolución del Parlamento Corto, y en vísperas de la convocatoria del Largo, publica un pequeño tratado con el título de Defensa del poder de los derechos del rey, necesarios para, conservar la paz en el Estado. La amenaza de muerte que, con este motivo, se le creó, le obligó a huir de Inglaterra. Durante largo tiempo permaneció en la emigración política en Francia. En París escribió la obra Del ciudadano (De vire) publicada en 1642, y también Del cuerpo (1655) y Del hombre (1658). Allí escribió también otra de sus obras sobre temas políticos, intitulada Leviathan. No obstante sus concepciones políticas, no gozaba de la simpatía y del apoyo de los monárquicos, quienes reprobaban sus concepciones filosóficas avanzadas y su modo de defender la monarquía. En enero de 1652 retornó a Inglaterra donde, en ese momento, estaba en el poder Oliverio Cromwell. Este le propuso el alto cargo de secretario de la república inglesa, pero no lo aceptó. Durante el período de la Restauración, Hobbes fue objeto de persecuciones y, después de morir, sus libros fueron quemados públicamente. Por sus concepciones filosóficas, fue representante del materialismo mecanicista. Consideraba que lo fundamental en el mundo es la materia, el cuerpo. El mundo está integrado por las partículas más pequeñas de la materia, los átomos. Además, los cuerpos existen independientemente de nuestra conciencia. La materia no se crea ni desaparece. Existe eternamente, y es conocida con la ayuda de nuestros órganos de los sentidos, y también mediante la razón. Las sensaciones, según él, sólo proporcionan un conocimiento inferior. Hacen falta además conceptos que la razón aporta. Desde su punto de vista, el método matemático, geométrico, es un método científico universal. Debe ser empleado, no solamente en el terreno de las ciencias naturales, sino también en el de las sociales, y no sólo cuando se trata de cuerpos naturales, sino también de artificiales, del espacio “moral”, de la vida social; no solamente en la física, sino también en la política. Fundacionadp.edu.pe [email protected] Av. Pershing N°335 (Ex-Faustino Sánchez) – e Magdalena del Mar Sus concepciones mecanicistas se manifiestan plenamente en su teoría relativa al Estado. Pinta a éste como un gran mecanismo que se formó a consecuencia del movimiento y del choque entre las aspiraciones y las pasiones humanas. Como Hugo Grocio procura investigar ante todo la “naturaleza”, abstractamente tomada, del hombre, y deducir de ella lo que el Estado representa. El elemento primordial de éste y del cual se debe partir para estudiarlo es, desde su punto de vista, el hombre individual, aislado, que se halla en estado natural. Investiga el problema referente a qué es el hombre como tal, y cuál es su naturaleza. No se manifiesta de acuerdo con Hugo Grocio, quien afirmaba que el hombre, por naturaleza, posee la aspiración a relacionarse con sus semejantes. Estima que es el miedo, y no el instinto de la vida en comunidad, el que engendra la sociedad; que el hombre, por naturaleza, por su esencia, es egoísta. Observando la vida de la burguesía y sintetizando sus observaciones, afirma que el hombre no busca las relaciones sino el dominio, y que no es atraído hacia los demás hombres por el amor, sino por el ansia de gloria y de comodidad. El hombre busca en todas partes provecho personal y tiende a evitar los sufrimientos, pero dado que todos los hombres, según él, tienen iguales fuerzas, saca la conclusión de que, por naturaleza, todos ellos son iguales: cada uno en estado natural tiene derecho a todo. La naturaleza ha dado todo a todos. Por eso, según su teoría, los hombres en estado natural se encuentran en permanente hostilización de unos contra los otros. Están impregnados de la avidez de dañarse mutuamente. Un hombre teme al otro como a su enemigo, lo odia y trata de infligirle un daño. Las tendencias egoístas y el miedo caracterizan al hombre en su estado natural. “El hombre es un lobo para el hombre.” Según él, el estado natural es, así, el de la guerra general, la de todos contra todos. En esta manera de pintar el estado natural se refleja la tendencia de presentar todas las relaciones como de utilidad y de explotación, lo cual es muy significativo dada la sociedad capitalista que se estaba formando. El estado natural es el destino más lamentable de la humanidad, dice Hobbes; la vida del hombre en ese estado es solitaria, pobre, primitiva, de poca duración. No se puede desear la conservación de ese estado, dice, sin entrar en contradicción consigo mismo y con el sentido común. Por el contrario, siguiendo a la razón, cada uno debe tender a salir de ese estado y buscar la paz a cualquier precio. Fundacionadp.edu.pe [email protected] Av. Pershing N°335 (Ex-Faustino Sánchez) – e Magdalena del Mar Hobbes denomina leyes naturales a las exigencias de la razón. La primera reza: hay que buscar la paz, hay que poner término al estado de hostilidad general de un hombre hacia otro. Para ello es necesario concertar un contrato social, que permita salir de ese estado y que sirva de base para una nueva forma de relaciones mutuas entre los hombres: el Estado. Pero este contrato sólo puede llegar a ser instrumento de eliminación de la guerra en general si se le da cumplimiento. Por eso la segunda ley natural reza: hay que cumplir los contratos. Ello corresponde al derecho natural. De esta ley fundamental de la naturaleza, Hobbes deduce una serie de leyes que fijan los deberes del hombre cuyo cumplimiento es indispensable para poder lograr la paz. Entre ellas menciona la de ser agradecido, perdonar las ofensas pasadas, respetar al prójimo, reconocer la igualdad de los hombres por naturaleza, etc. Las leyes naturales, según su comprensión, son las de las moral. Sostiene que las leyes naturales son inmutables y eternas. Lo que ellas prohíben jamás puede ser permitido, ni lo que permiten, prohibido. Parte, así, de la concepción idealista acerca de las reglas eternas e inmutables de la moral, que rigen en todos los tiempos y para todos las sociedades, siendo aplicables, en igual medida, a todos los miembros de cualquier sociedad. Sin embargo, en el estado natural, según él, las leyes son impotentes por cuanto su cumplimiento no es obligatorio mientras no exista la seguridad de que también los demás procederán de conformidad con sus prescripciones. En el estado natural no existe ninguna prohibición, y los derechos del hombre no están asegurados. Y para librarse de este estado insoportable de guerra general, los hombres, a su juicio, deben concertar un contrato y renunciar completamente a todos sus derechos naturales en favor de una sola persona o de una asamblea y subordinarse incondicionalmente al poder del Estado por ellos creado. A juicio de Hobbes, el contrato social conduce a la formación simultánea de la sociedad y del Estado. El contrato social, según Hobbes, es la unión de cada uno con cada uno, es una especie de convenio de unión mediante el cual la masa, la multitud, se convierte en una sociedad organizada y forma un solo ente. Fundacionadp.edu.pe [email protected] Av. Pershing N°335 (Ex-Faustino Sánchez) – e Magdalena del Mar Así nace el Estado, una nueva entidad “cuya voluntad, en virtud del convenio entre muchos hombres, es considerada como la de todos ellos, a fin de que el Estado pueda disponer de las fuerzas y capacidades de sus diversos miembros en interés de la paz y de la defensa generales” Acto seguido viene el contrato concertado con un príncipe, con un rey o con una asamblea popular, en quienes la sociedad delega el poder del Estado. Invocando el contrato social, Hobbes presenta la orden del Estado explotador como la expresión de voluntad de todos los ciudadanos. En defensa del absolutismo, afirma que los hombres habían establecido el poder del Estado en condiciones de subordinación completa e incondicional. Por eso, deben renunciar a todos sus derechos “naturales” y someterse en todo a dicho poder: de lo contrario se verían obligados a volver de nuevo al estado natural en que se encontraban antes. O el poder de Estado ilimitado, absolutista, o el estado de anarquía que, a su juicio, caracteriza la vida de los hombres antes de haber aparecido el Estado. No existe un tercer término. El poder del Estado, según su teoría, es único y no puede ser limitado. Actúa sin control y sin responsabilidades. Está por encima de las leyes civiles, las cuales sólo reciben de él su fuerza. Se parece al alma que está en el cuerpo humano. Únicamente el poder supremo tiene el derecho de resolver qué es lo bueno o lo malo, y todo lo que en este sentido establezca es obligatorio para los ciudadanos. También la propiedad, según Hobbes, es establecida por él. Los súbditos, dice, son como esclavos, con la diferencia de que ellos sirven al Estado, mientras que el esclavo sirve, además, a un ciudadano. La organización del poder del Estado puede ser, según él, diversa. El poder supremo puede estar en manos de una sola persona (la monarquía), en la de unos cuantos de los mejores (la aristocracia), y puede también estar organizado sobre bases democráticas. Pero, en todos los casos, la plenitud del poder debe hallarse íntegramente en manos de la persona o del órgano en el cual fue delegado. No admite ningún gobierno “mixto”, bajo el cual el rey tenga que compartir el poder con el de alguna asamblea. Tampoco reconoce ninguna forma “desnaturalizada”, ya que con este concepto, a su juicio, se da una apreciación, pero no se determina el carácter o el volumen del poder. Tampoco considera posible la división del poder entre diferentes órganos del Estado. Siempre debe estar íntegramente concentrado en manos de un solo órgano determinado. Fundacionadp.edu.pe [email protected] Av. Pershing N°335 (Ex-Faustino Sánchez) – e Magdalena del Mar Hobbes fue adversario de la religión. Consideraba que la burguesía es capaz de dirigir sus asuntos a condición de que exista un poder fuerte y firme, a condición de que se eliminen todas las discrepancias y desavenencias y toda lucha política. Todo lo que facilita la vida conjunta de los hombres dentro de los marcos del Estado es bueno. Todo lo que puede contribuir a la mejor conservación de la organización estatal, según él, merece ser aprobado. “Fuera del Estado —dice— existe el dominio de las pasiones, la guerra, el miedo, la pobreza, la infamia, la soledad, el salvajismo, la ignorancia, la brutalidad: en cambio dentro de él dominan la razón, la paz, la seguridad, la felicidad, la magnificencia, la sociedad, la finura y la benevolencia”; pero todo esto puede realizarse a condición de que los hombres renuncien totalmente a todos sus derechos y pretensiones y se subordinen completa e incondicionalmente al poder de Estado único. En el momento histórico en el cual se desenvolvía en Inglaterra la lucha de la burguesía y de la nobleza aburguesada contra el absolutismo real, en que la masa fundamental de la primera ya no quería hacer la paz con el poder ilimitado del rey y pretendía compartirlo con la nobleza, o tomarlo en sus manos ella totalmente sola, Hobbes continuaba viendo en el absolutismo la mejor forma de régimen de Estado. En el siglo XVII el poder real absolutista de Inglaterra comenzaba a estorbar al desarrollo económico. Pero los monárquicos ingleses no estaban satisfechos con la teoría de Hobbes, no aprobaban su materialismo, y para fundamentar el absolutismo trataban de apoyarse en los dogmas de la religión. Además, desde el punto de vista de este filósofo, se justificaba el poder absoluto, no solamente del rey, sino también de cualquier otro depositario del poder estatal supremo; su teoría no excluía la legitimidad de la república. Claro está, esto no podía caer bien al rey ni a los partidarios de éste. Fundacionadp.edu.pe [email protected] Av. Pershing N°335 (Ex-Faustino Sánchez) – e Magdalena del Mar

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