Nutrición y Prevención del Cáncer

Conjunto de acciones y recomendaciones para tratar las necesidades nutricionales de personas con cáncer.

Evaluación temprana del riesgo nutricional en personas con cáncer.

Profesionales de la salud que tratan el cáncer.

Probabilidad de presentar problemas nutricionales.

El bienestar integral del paciente, incluyendo su salud física, emocional y social.

Información y estudios que respaldan las recomendaciones.

Lineamientos para el manejo nutricional de personas con cáncer.

Establecer lineamientos para los profesionales de la salud oncológica.

El 87% de las mujeres de 15 a 49 años presentan algún nivel de deficiencia de vitamina D, y un 16% un déficit severo (menos de 12 ng/ml) según la Encuesta Nacional de Salud 2016-2017.

El 21.5% de las personas mayores presenta déficit severo de vitamina D.

Estudios epidemiológicos asocian bajos niveles de vitamina D con un mayor riesgo de cáncer de colon y mama.

Un proceso complejo causado por varios factores como la ingesta alimentaria alterada, aumento de necesidades calóricas y proteicas, falta de actividad física y metabolismo dañado.

Relacionadas al tumor, al paciente y al tratamiento oncológico específico.

Son múltiples y requieren estrategias terapéuticas múltiples para su abordaje.

Forma de vitamina D en el organismo.

Estudio de la distribución y causas del cáncer en poblaciones.

Consumir al menos 25 gramos de fibra al día, priorizando legumbres y cereales integrales para prevenir el cáncer de colon y recto.

El consumo de carnes rojas debe ser de máximo 500 gramos por semana para reducir el riesgo de cáncer de colon y recto, y estómago.

El consumo de carnes procesadas (embutidos, curados) debe ser ocasional, 1-2 veces al mes, para reducir el riesgo de cáncer.

El alcohol incrementa el riesgo de cáncer de boca, faringe, laringe, esófago, estómago, hígado, colon, recto y mama.

Limitar la ingesta de sal (menos de 5 gramos al día) y alimentos procesados con mucha sal para prevenir el cáncer de estómago.

Los suplementos multivitamínicos no previenen el cáncer. Una dieta variada cubre los requerimientos nutricionales.

La lactancia materna exclusiva hasta los 6 meses y prolongada hasta los 2 años, junto con alimentación complementaria, protege a la madre y al niño.

El consumo de frutas, verduras y leguminosas previene el cáncer de colon, recto, pulmón, boca, faringe y laringe.

Existe una relación dosis-dependiente entre el consumo de carne procesada y el aumento del riesgo de cáncer colorrectal. Estudios muestran que 50g diarios incrementan el riesgo en un 21%.

La carne roja y procesada pueden aumentar el riesgo de cáncer de colon por la formación de aminas heterocíclicas, nitritos durante el procesamiento y la abundancia de hemo, aminoácidos y otros nutrientes que promueven el crecimiento celular.

La IARC clasificó a las carnes procesadas como carcinogénicas para los humanos (nivel 1).

La Encuesta Nacional de Consumo Alimentario (ENCA) de 2010 reportó un consumo promedio de 35,6g/día de carne roja y 26,4g/día de carne procesada.

La comparación de patrones de alimentación y mortalidad por cáncer entre diferentes regiones y países revela hipótesis sobre la relación entre dieta y cáncer.

La dieta occidental, con consumo frecuente de grasas animales y nitrosaminas (a partir de la cocción de carnes), podría favorecer el desarrollo de tumores.

Vitamina E, Selenio, frutas, verduras y productos lácteos, y la fibra dietética son factores protectores contra el cáncer colorrectal.

Las tasas de mortalidad por cáncer en grupos poblacionales que emigran a otros países pueden modificarse con el tiempo, mostrando la influencia de la dieta.

El cáncer causa una respuesta inflamatoria en el cuerpo, lo que lleva a cambios metabólicos específicos.

La interleucina-1 (IL-1) aumenta la producción de proteínas de fase aguda por el hígado y reduce la lipoproteína lipasa.

La interleucina-6 (IL-6) estimula la producción de proteínas de fase aguda y reduce la lipogénesis y la lipoproteína lipasa.

El factor de necrosis tumoral (TNF) aumenta la lipólisis y la síntesis de ácidos grasos.

Los pacientes con cáncer pueden experimentar pérdida de peso, fatiga, dolor y depresión debido a cambios metabólicos y una respuesta inmune exacerbada.

Las cirugías contra el cáncer pueden causar desnutrición debido a cambios en la absorción de nutrientes y la función del tracto digestivo.

La proteína C reactiva y la albúmina son ejemplos de marcadores inflamatorios que pueden indicar la gravedad del cáncer.

Un cambio en el conteo de leucocitos puede ser un indicador de la extensión de la respuesta inmune al cáncer.

Una dieta diseñada para reducir el riesgo de infección en personas con bajos niveles de glóbulos blancos (neutropenia).

La FDA no recomienda la dieta neutropénica porque no hay pruebas científicas de que ayude a prevenir infecciones en pacientes con neutropenia.

Las recomendaciones se basan en la higiene y protocolos de preparación de alimentos seguros para reducir el riesgo de infección.

Muchas instituciones y profesionales de la salud recomiendan dietas libres de gluten para pacientes con cáncer, pero no hay evidencia científica que apoye estas recomendaciones.

Las recomendaciones deben considerar el contexto individual del paciente, como su nivel educativo, cultural y adherencia, así como el tiempo de restricción necesario para prevenir limitaciones innecesarias.

Pasos y prácticas específicas para garantizar la seguridad de los alimentos y prevenir la contaminación.

El grado en que un paciente sigue las recomendaciones médicas.