Nutrición y Crecimiento Infantil

Periodo de 13-14 a 19-20 años con un aumento en la masa corporal, composición corporal, y posibles cambios en los hábitos alimenticios.

Requieren más proteínas, energía y micronutrientes que en cualquier otra etapa de la vida.

Puede detener el crecimiento, retrasando la maduración ósea. Peor con alta velocidad de crecimiento.

La proteína es crucial para el crecimiento, y su falta puede retardarlo durante períodos largos.

Acelera levemente el desarrollo y la maduración ósea en la adolescencia.

Ocurren cuando hay falta de un aminoácido esencial o exceso de algunos, afectando el equilibrio metabólico del cuerpo.

Nutrientes que muestran signos carenciales específicos y se almacenan en órganos específicos del cuerpo.

Nutrientes que, al faltar, causan una detención del crecimiento, pero no se almacenan en el cuerpo.

Aumentan durante el embarazo para el desarrollo sano del feto.

Hormona que aumenta tras la implantación del óvulo y detectable en la orina a partir de la semana 2.

La alimentación en la primera infancia influye en el estado de salud y conducta del niño, afectando el desarrollo de enfermedades degenerativas y la predisposición a enfermedades en la edad adulta.

El crecimiento en los primeros tres años es rápido, con un aumento considerable de la talla y peso.

La infancia se divide en tres etapas de crecimiento distintos: primera infancia (0-3), edad preescolar y escolar (3-12), y pubertad (12-18), cada una con características únicas.

Las necesidades energéticas aumentan con la edad en términos absolutos durante la infancia.

La alimentación en los primeros años de vida debe cubrir las elevadas necesidades energéticas y de nutrientes para el crecimiento.

La transición de la leche materna o fórmula a alimentos sólidos se recomienda gradualmente alrededor de los 6-7 meses.

El crecimiento en edad preescolar y escolar es estable, con un aumento lento y constante de la talla y peso.

Periodo de cambios fisicos y emocionales con inicio alrededor de los 10 años, proceso que coincide con la maduración sexual.

Necesidades nutricionales específicas durante el periodo de crecimiento acelerado de la pubertad.

Las recomendaciones de alimentación infantil van cambiando a medida que el niño crece, adaptadas a cada etapa.

Durante los primeros meses de vida, el crecimiento es rápido, pero se desacelera a medida que el niño madura.

Los lactantes duplican su peso al nacimiento entre el 4° y 6° mes de edad. Su altura aumenta en un 50% en el primer año de vida.

La grasa en la leche materna se absorbe de manera eficiente, mientras que la mantequilla se absorbe con menor facilidad debido a su composición.

Los riñones del recién nacido son funcionales pero inmaduros. Aumentan en tamaño y capacidad de concentración durante las primeras semanas.

Los bebés tienen una alta proporción de agua corporal, haciéndolos vulnerables a las alteraciones en el equilibrio de líquidos.

La temperatura ambiental, la pérdida de líquidos y el tipo de alimentación son factores que impactan la necesidad de agua del bebé.

Los bebés necesitan de 2 a 3 veces más energía que los adultos, debido a su rápido crecimiento y desarrollo.

Las proteínas son esenciales para la estructura del cuerpo y la función de muchas unidades bioquímicas como enzimas y anticuerpos.

La histidina es un aminoácido esencial para los lactantes hasta los 6 meses, debido a su papel como precursor de la taurina, fundamental para el desarrollo cerebral.

La cistina es importante para los recién nacidos debido a que es un precursor de la taurina, que influye en el desarrollo cerebral.

Los recién nacidos tienen reservas limitadas de L-carnitina, necesaria para transportar ácidos grasos a las mitocondrias. Por eso, deben obtenerla de fuentes externas, como la leche materna (aprox. 65 μmol/litro).

Este método calcula las necesidades de proteínas sumando las pérdidas de nitrógeno por orina, heces y sudor a las demandas de crecimiento y renovación de tejidos.

Los lactantes amamantados obtienen 1,9 g/Kg/día de proteínas en los primeros 3 meses y 1,73 g/Kg/día de 3 a 6 meses. Luego, sus dietas deben complementarse con fuentes como el yogur para cubrir necesidades.

Un exceso de proteínas en niños pequeños es peligroso, ya que aumenta la carga renal de solutos, produciendo altos niveles de urea y aminoácidos, lo que puede causar acidosis metabólica e hiperaminoacidemia.

Los alimentos contienen principalmente triglicéridos (TG) o grasas neutras, que son ésteres de glicerol y ácidos grasos. La mayoría son de cadena larga (90%) y solo un 10% de cadena media.

Los lactantes necesitan entre 3,8 g/100 kcal y 6 g/100 kcal de grasa (40-54% de calorías). Esta cantidad se encuentra en la leche materna y en las fórmulas para bebés.

Los ácidos grasos esenciales, como el linoleico y el linolénico, son necesarios para el crecimiento y desarrollo del cuerpo, pero no pueden ser producidos por el organismo y deben ser obtenidos a través de la dieta.

Se recomienda que el ácido linoleico, un ácido graso esencial, aporte alrededor del 3% de las calorías totales en la dieta. Esto equivale a unos 0.2 gramos por kilogramo de peso.

Se recomienda una proporción de 2-3 partes de ácidos grasos w6 (como el linoleico) por cada 1 parte de ácidos grasos w3 (como el linolénico). Esta proporción se encuentra en la leche materna y es considerada saludable.

La lactosa, un disacárido, es la fuente principal de energía en la leche humana y es importante para el desarrollo del sistema digestivo del bebé. Actúa como estimulante para la actividad lactasa, favoreciendo la absorción del calcio y creando un pH intestinal ácido.

Los oligosacáridos, presentes en la leche materna, no tienen un valor nutritivo directo, pero juegan un papel importante en la formación de una flora bifidógena, promoviendo un intestino sano.

El calostro, la primera leche materna, se produce durante los primeros días después del parto. Aunque contiene menos calorías que la leche madura, es rico en anticuerpos y minerales que ayudan a proteger al bebé de infecciones.

La prolactina, producida por la glándula pituitaria, es la hormona responsable de la producción de leche. La succión del bebé es el estímulo principal para la producción de prolactina.

La oxitocina es la hormona que permite la salida de la leche hacia la tetilla. La succión del bebé activa la liberación de oxitocina.

La lactogénesis es el proceso de inicio de la producción de leche después del parto, y se desencadena por la disminución de las concentraciones de progesterona en el cuerpo.

La leche materna aporta una cantidad importante de calcio, que se absorbe de manera eficiente por el cuerpo del bebé. La vitamina D juega un papel importante en la absorción del calcio.

Los lactantes que reciben fórmulas con un contenido alto de fósforo pueden excretar una gran cantidad por orina. Un exceso de fósforo puede causar desequilibrios en el balance mineral del cuerpo.

El hierro es fundamental para el crecimiento, y los bebés necesitan comenzar a recibir fuentes adicionales de hierro a partir de los 4 meses, ya que la leche materna no contiene suficiente hierro.

El zinc es importante para el crecimiento y desarrollo del cuerpo. Los recién nacidos deben recibir zinc a través de la leche materna, ya que no tienen reservas propias.

La vitamina D es importante para la absorción del calcio, lo que es fundamental para el crecimiento de los huesos. La leche materna es naturalmente baja en vitamina D, por lo que los bebés amamantados deben recibir un suplemento.

La vitamina K es importante para la coagulación de la sangre, previniendo hemorragias. La leche materna es naturalmente baja en vitamina K, por lo que los bebés amamantados deben recibir un suplemento.