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TRABAJO SOCIAL EN LINEA TALLER RURAL 3 créditos Docente: Lcdo. Luis Efrén Rua Sanchez. Mgtr. COMPENDIO UNIDAD 4...

TRABAJO SOCIAL EN LINEA TALLER RURAL 3 créditos Docente: Lcdo. Luis Efrén Rua Sanchez. Mgtr. COMPENDIO UNIDAD 4 Titulaciones Nivel TALLER RURAL Quinto Tutorías: El profesor asignado se publicará en el entorno virtual de aprendizaje online.utm.edu.ec), y sus horarios de conferencias se indicarán en la sección Cronograma de Actividades Índice Introducción.................................................................................................. 3 Unidad 4 Aplicabilidad del proceso de intervención comunitaria para la caracterización Demográfica de comunidades rurales................................. 6 Tema 1. Proceso Metodológico de Intervención Comunitaria................................... 6 1.1 Modelos que apoyan a la intervención comunitaria en Trabajo Social............. 23 1.2 Investigación Acción Participativa................................................................. 44 1.3 Tratado especial de la Investigación Acción Participativa................................. 51 1.4 Ejes metodológicos de la intervención en el desarrollo local para una ciudadanía con responsabilidad social.................................................................... 58 Tema 2. Métodos y Técnicas de intervención comunitaria......................... 66 2.1. Métodos aplicados en el proceso de intervención comunitaria........................ 68 2.2. Técnicas utilizadas en la intervención comunitaria.......................................... 70 2.3. Mapas, herramientas e instrumentos para el conocimiento de la realidad social......................................................................................................................... 80 2.4. Aplicación y Análisis de resultados de la intervención comunitaria................. 84 Bibliografía................................................................................................. 88 2 Resultado de aprendizaje de la asignatura Potenciar procesos de intervención con la comunidad rural mediante la aplicabilidad de modelos, métodos y técnicas de Trabajo Social para el conocimiento de la realidad social, económica, cultural y medioambiental de contextos específicos en el sector rural. Introducción La intervención comunitaria, se ha impuesto en nuestros días como una necesidad, pues el desarrollo comunitario en gran medida implica el desarrollo social. Si consideramos la comunidad como un grupo humano, donde se entretejen relaciones interpersonales y donde por supuesto, ocurren procesos en que el conocimiento de la personalidad y lo que ella implica, es fundamental para lograr cambios, es necesario partir de los aspectos del desarrollo psicológico y socio – psicológicos en la intervención comunitaria, para lograr la verdadera participación. El Trabajo Social es una disciplina que tiene muchas ramas de intervención, podemos decir que “La intervención comunitaria supone necesariamente trabajar desde los tres niveles de acción: la comunidad engloba a los distintos grupos que, a su vez, son configurados por distintas personas, sujetos de la intervención en sí”. (Rosello, 2010, p.47), que en base a la investigación que se realiza antes de intervenir, se detecta cuál de los subgrupos presenta la problemática que es el objeto de intervención con el cual el Trabajador Social desarrollará su trabajo. Para trabajar en la problemática detectada, el Trabajador Social se sustenta en 3 paradigmas, entre ellos el paradigma humanista ante esto Rosselló (2010), expresa que “Desde el paradigma humanista propuesto, les pueden resultar útiles estas aportaciones que deberán ser enriquecidas desde la práctica, a partir de la sistematización de un trabajo serio y riguroso” (p.56), debido a que se trabaja con los actores sociales (la comunidad) para con ellos mismos buscar la detección de las enigmas que les afecten y que ellos los actores que se encarguen de la resolución de las problemáticas, pero con la guía del Trabajador Social. En las comunidades donde la población es de bajos recursos económicos el Trabajador Social debe gestionar los medios y recursos necesarios junto con los habitantes, intentado hacerlo con un enfoque participativo, en donde los miembros de la comunidad se sientan actores de sus procesos de cambios. “El Trabajo Social, con comunidades es una línea de acción orientada hacia la consecución de determinados objetivos y supone la existencia de un centro de decisión dotado de los medios de intervención necesarios”. (Gómez, 2016, p.29) Es de señalar, que la mayoría de los proyectos que se ejecutan en las comunidades rurales, son realizados por estudiantes universitarios, los cuales no van con un enfoque de tratar de cambiar la realidad social de esas poblaciones, más bien acuden con la obligación de aprobar la materia y dejar implementado un trabajo a medio hacer, con la finalidad de ganarse una nota y pasar el semestre. “El reconocimiento de la acción necesaria para intervenir en el terreno social y la consiguiente intervención concreta, del deseo de resolver una dificultad determinada, resulta de móviles muy variados y no siempre desinteresados”. (Gómez, 2016, p.44) Cuando se interviene en comunidades pequeñas el profesional debe conocer todo el territorio y los patrones culturales de sus habitantes es importante que pueda adaptarse a ellos y ganar su confianza, para que al momento de recolectar información las personas le comenten con la mayor veracidad, aprendiendo desde lo práctico, pero ya con conocimiento teórico. “Desarrollo local es también una práctica y un saber de fronteras para poner en valor los territorios y sus desarrollos. Comprende la geodiversidad territorial y social y actúa en las dinámicas espaciales, justificando intervenciones adaptadas a las características del lugar”. (Jurado, 2016.p.12) 4 Las experiencias prácticas para los estudiantes de Trabajo Social son determinantes dentro de su formación académica, aquí es donde ellos empezaran a entender la realidad fuera de los libros, generalmente solo tienen un enfoque teórico, y al momento de ejercer se les complica porque no tienen ninguna practica o idea de cómo poder intervenir en el contexto real, al respecto Jurado (2016) plantea: Desarrollo local es una praxis vivencial, sin la cual todo ejercicio académico quedará incompleto. El desconocimiento del entorno hace que la lógica de las intervenciones se convierta en un caso provocado que puede poner en peligro la propia existencia del sistema (p.90). El Trabajador Social es un agente que siempre debe estar vinculado con la sociedad de una forma más directa con el trabajo de campo y no permanecer encerrado en una oficina, ya que al están en contacto siempre con la población estará informado día a día de los diferentes cambios que le pasará a su grupo, podrá guiarlos y trabajar de una forma rápida y correcta. “Los trabajadores sociales que se insertan cotidianamente en poseen distintas herramientas de intervención para transformar la realidad. Pero es el sentido que las orienta lo que merece transformarse”. (Arancibia, 2014, p.65) El Trabajador Social cuando realiza una investigación y diagnóstica la problemática que está afectando a la comunidad, tiene a su disposición varios modelos de intervención (ecológico, sistémico, resolución de problemas, intervención en crisis) los cuales se seleccionara el que mejor se ajuste al proceso, utilizando las diferentes herramientas que corroborara este proceso (visitas domiciliarias, encuestas, ficha social, observación, entrevistas) y son de vital ayuda para el profesional. Es importante siempre contar con actores dinámicos y participativos, para que sean parte del proceso de intervención de una manera positiva, ya que también siempre uno se encuentra con actores que negativos que buscan boicotear lo que se está realizando, y así juntos puedan construir un plan operacional para el cumplimiento de los objetivos propuestos y llevarlos a cabo en el menor tiempo posible, “Las capacidades participativas de los actores y de las estructuras mediadoras, permita 5 alcanzar unos objetivos comunes y predeterminados para mejorar las condiciones económicas, sociales y culturales de las comunidades, y cuyos resultados puedan ser evaluados de forma continuada”. (Gutiérrez, 2014, p.23) Unidad 4 Aplicabilidad del proceso de intervención comunitaria para la caracterización Demográfica de comunidades rurales. Resultado de aprendizaje de la unidad: Aplicar los modelos, métodos y técnicas de intervención en la comunidad rural. Tema 1. Proceso Metodológico de Intervención Comunitaria La intervención comunitaria se hace efectiva a través de un proceso metodológico de acción, que pretende responder a la ardua tarea de cómo se va a efectuar nuestra intervención. Hablar del método en el Trabajo Social Comunitario no significa, solamente, limitarse a las fases o procedimientos metodológicos concretos, sino que, de acuerdo con los criterios epistemológicos, conlleva hablar de una concepción de la realidad, un enfoque teórico, un objeto y unos procedimientos metodológicos. En el Trabajo Social Comunitario, en tanto que forma de intervención social, no existe una única manera de intervenir, sino que sus prácticas concretas están determinadas por la perspectiva o el enfoque en el que se encuadren las mismas. Es preciso partir de este planteamiento previo, a la hora de abordar los procedimientos metodológicos del Trabajo Social Comunitario, ya que éstos están en función del enfoque teórico en el que se encuadre la intervención. Por otro lado, también habrá que tener en cuenta unos criterios metodológicos básicos para poder alcanzar los objetivos deseados con la intervención comunitaria, independientemente de los aspectos teóricos. La metodología implica, necesariamente, la aplicación de los siguientes criterios: Visión global de la realidad: Situarse desde el principio desde una perspectiva que nos permita abarcar una visión lo más amplia y completa de la realidad en la que se interviene, detectando «la interrelación entre los factores, causas y efectos en una dinámica circular» (De la Red, 1993). 6 Intermultidimensionalidad: Estamos ante una intervención que requiere de la integración de acciones, sujetos a intervenir, y ámbitos y áreas de intervención. Criterio que se deriva de la convicción de que el bienestar de los ciudadanos es el resultado de múltiples factores en continua interdependencia. Coherencia de la intervención con los fines que se planteen, lo que exige la adecuación a las exigencias económicas, sociales, culturales..., desde el contexto específico en el que se desarrolla la intervención. Participación de los agentes intervinientes: Administración, técnicos, colectivos sociales, políticos, líderes locales... Implica una consideración activa de las personas, grupos e instituciones, y una recuperación de la sociedad civil a través de sus organizaciones sociales, lo que exige la negociación para orientar el proceso desde el consenso hacia metas comunes. Visibilidad: Permite el conocimiento, la reflexión y el debate acerca de la intervención, por qué y cómo se desarrolla, y cuáles son los logros que se van consiguiendo. Es este uno de los criterios fundamentales en el avance de los procesos sociales que implica la participación. UNA PROPUESTA METODOLÓGICA DE INTERVENCIÓN COMUNITARIA Teniendo en cuenta los criterios epistemológicos y metodológicos anteriores, planteamos una propuesta metodológica orientativa para la intervención comunitaria, que parte del esquema básico de procedimiento, pero que incorpora aspectos específicos en relación con el ámbito comunitario, pues compartimos la idea de C. de Robertis cuando señala que, más que un método específico y único de Trabajo Social Comunitario, debemos hablar de la metodología general en Trabajo Social y la adaptación de este método para el abordaje de la dimensión comunitaria. El enfoque comunitario requiere de una metodología que promueva nuevos escenarios de cooperación y el desarrollo de un diálogo e intercambio fluido y eficaz entre las instituciones, las organizaciones del tejido social, los ciudadanos y los 7 profesionales del Trabajo Social. Hay que tener en cuenta que, si queremos realmente actuar con la comunidad, no es posible plantear este proceso metodológico como si se tratara de un asunto exclusivamente de carácter técnico. Este proceso debe ser considerado como un asunto comunitario, de interés general para todos, en el que se vean implicados todos. De ahí la importancia que en este proceso tienen las acciones de sensibilización como medio imprescindible para lograr la implicación de la comunidad. En este sentido se propone la incorporación de una fase inicial y previa, que complementa los cinco momentos metodológicos del Trabajo Social y que se concretan en: — Fase de toma de contacto. — Fase de estudio-investigación diagnóstica. — Fase de planificación. — Fase de ejecución o intervención propiamente dicha. — Fase de evaluación. Estas etapas no deben ser consideradas como un proceso lineal, sino que son fases que se desarrollan simultánea y complementariamente en el tiempo. Resulta imprescindible que tengan un desarrollo paralelo, puesto que los resultados de cada una de ellas repercuten en el resto. Fase de toma de contacto: Es preciso tener en cuenta, como elemento fundamental, que el éxito del conjunto de un proceso de intervención comunitaria sólo llega a concretarse si se da una condición ineludible: que la comunidad asuma el programa como propio (tanto por los líderes locales como por los colectivos sociales organizados presentes en la misma) y los retos que toda intervención comunitaria plantea. Esta fase inicial de toma de contacto debe ser ya un momento vinculado directamente al fomento de la implicación de la comunidad desde la sensibilización 8 de todos y cada uno de los actores sociales que intervienen en la comunidad. Sin promover la implicación de la comunidad no podríamos hablar de intervención comunitaria. La comunidad tiene que ser y sentirse partícipe en la promoción de su propia dinámica y los fenómenos que en ella se producen. Toda iniciativa de intervención comunitaria deberá prever en su estrategia básica líneas orientadas a promover una especie de sinergia de todos los actores y agentes sociales en torno a aquellos objetivos comunes definidos por la propia comunidad. Desde el primer momento se ha de considerar la estimulación de las personas, grupos y colectividades hacia comportamientos y actitudes participativas como un elemento vertebrador de todas las demás acciones o intervenciones en la comunidad. En definitiva, de lo que se trata es de conseguir que la comunidad sea más competente y esta competencia comunitaria se expresa en tres componentes: Capacidad de colaborar eficazmente en la identificación de los problemas e intereses de una comunidad (autodiagnóstico, es decir, la toma de conciencia por los propios sujetos de sus problemas). Posibilidad de lograr un consenso sobre metas y prioridades de la intervención social, o sea, del paso de las necesidades individuales a las soluciones colectivas, de la definición de objetivos específicos a la elaboración de metas comunitarias. Nivel de colaboración efectiva en las acciones sociales que lo requieran. En esta etapa hay que prestar gran atención a la divulgación o información, es decir, extender horizontalmente a través de estrategias basadas en el diálogo y debate, las informaciones relativas a los procesos que se tratan de implementar y que han de contar con la implicación activa de todos los implicados. La información ha de orientarse a formar a los grupos para crear procesos de opinión, es decir, intercambio de opiniones y valoración y consideración de todas ellas. A medida que se consolidan los procesos de opinión se puede avanzar en la toma de decisiones, es decir, en la definición de los problemas que afectan a la comunidad. Fase de estudio-investigación diagnóstica Tal como señala Marchioni, el conocimiento metódico, preciso y documentado es 9 una de las fases iniciales y continuadas del Trabajo Social Comunitario, en la que queda garantizada la cientificidad y la participación de la comunidad; y en la que también se manifiestan las características de toda intervención integral: Global: tiene por objeto a toda la comunidad, desde todos los ángulos de la vida colectiva. Este tipo de investigación se inscribe en los «estudios de comunidad», dentro de la Sociología (escuela de Chicago) y de la Antropología. Aplicada: a partir de los datos reunidos, trata de desembocar en opciones y en proyectos. Múltiple: combina varias técnicas de recogida de información como la observación, la entrevista, la documentación, etc. Para la realización de esta fase es necesaria la creación o fortalecimiento de estructuras participativas al objeto de que puedan aportar los conocimientos necesarios, espacios y tiempos dirigidos a la comunicación e interconexión técnica- política-comunitaria, tan imprescindible en el proceso de estudio de la realidad. En este sentido, C. Hendriks, experto de la ONU, plantea la realización de los siguientes pasos: Establecimiento de los aspectos a investigar y organización de la búsqueda de la información entre los profesionales, personas, grupos y organizaciones interesadas en la comunidad. Información a la comunidad en su conjunto de dicho estudio para que pueda seguir directa y estrechamente el trabajo de investigación. Constitución de un comité de estudio con miembros de la propia comunidad actuando no sólo como fuente de información sino también como puente entre la población y el equipo de investigación. Mantener informada a la comunidad de manera continuada para asegurar sus intereses y mantener viva su implicación en el proyecto. Discusión de los resultados con el comité, con los líderes y con las autoridades. 10 Difusión y publicación de los resultados a la comunidad, también puede ser útil hacer grupos de discusión, entrevistas en grupo sobre los resultados del estudio para facilitar su comprensión y entendimiento. Este modelo puede complementarse con la «fase de escucha» propuesta por Marchioni, momento importante en la medida en que permite, por un lado, la recogida individualizada de los problemas de la comunidad desde el punto de vista de cada uno de sus miembros, y por otro, el establecimiento de la relación profesional trabajador social/comunidad desde una actitud abierta y comunicativa, a través del cual exponen sus puntos de vista y opiniones que apoyan los datos del estudio. A lo largo de todo este proceso, y durante todas y cada una de las fases de la intervención proponemos sustentarla con un dispositivo denominado por la profesora Restrero Ramírez (1992), «sistema de información», a través del cual se obtengan diversas informaciones que interesan a todos los participantes, tanto de carácter interno como externo, que facilite las respuestas a múltiples preguntas. Según otro de los autores importantes del ámbito comunitario, R. Rezsohazy, la investigación trata de conocer a fondo el futuro escenario de la acción y de detectar la orientación y las condiciones de ésta. Los ejes principales de la investigación son: Problemas que se manifiestan en la comunidad. Necesidades y aspiraciones que expresa la población: las necesidades no expresadas, el contexto que envuelve esa realidad. Objetivos deseables y posibles, las oportunidades, las amenazas y las debilidades y fortalezas, los puntos fuertes y débiles, etc. Factores y causas que provocan los problemas, y las interrelaciones entre ellos. Recursos y medios de que disponemos y que precisamos alcanzar. El trabajador social comunitario debe ser un profesional comprometido con los miembros de la comunidad desde el inicio, desde el mismo proceso de 11 investigación y estudio, el cual debe, junto con el respeto de los profesionales: Conocer la comunidad lo mejor posible, a través de otros estudios sociales o históricos, entrevistas y observaciones participantes. Aportar a los participantes de la comunidad las distintas metodologías, técnicas, recursos y medios necesarios para la obtención de la información y análisis de la misma, señalando su lógica, eficacia y limitaciones. El trabajador social es un recurso técnico «cuya responsabilidad consiste en explicar en un lenguaje accesible a la comunidad el uso y los problemas de los diferentes métodos de investigación que sean aplicables a la situación», corresponsabilizándose en el desarrollo del mismo. E. Ander-Egg, define el diagnóstico de una manera muy completa, en la medida que lo considera el momento en el cual se establece la naturaleza y magnitud de las necesidades sociales que afectan a la comunidad en la que estamos desarrollando nuestro Trabajo Social Comunitario. Estableceremos en el diagnóstico: La jerarquización de las necesidades y situaciones problema en función de ciertos criterios políticos, ideológicos y técnicos que establezcan los participantes responsables de su elaboración, entre los que se incluyen, como ya hemos mencionado reiteradamente, a la comunidad y a los políticos y técnicos. Contempla las diferentes fuerzas en conflicto y los factores que actúan de manera favorable, neutra o desfavorable en la consecución de la finalidad propuesta. Sirve de base y fundamentación para el diseño de la intervención y las correspondientes estrategias de acción, es decir la planificación de la misma. M. Colomer denomina a esta fase «Interpretación de los datos», De Robertis la denomina «Evaluación Preliminar», pero ambas coinciden en que en esta fase se procede a la elaboración de un juicio interpretativo y causal de la situación en la que se encuentra la comunidad, conociendo sus problemas para el establecimiento concreto desde donde partimos. 12 Fase de planificación El diseño de la intervención hace referencia a la planificación, a la elaboración de los programas y proyectos que han de implantarse en la zona, desde una dimensión científico-técnica basados en el diagnóstico previo y de forma especial, dado el carácter integral y participativo de la intervención, en la necesidad de autoaprendizaje colectivo de los miembros de la comunidad, y de su sensibilización respecto a las distintas acciones a emprender. E. Ander-Egg (1991:7) la define como «la acción consistente en utilizar un conjunto de procedimientos mediante los cuales se introduce una mayor racionalidad y organización en un conjunto de actividades y acciones articuladas entre sí que, previstas anticipadamente, tienen el propósito de influir en el curso de determinados acontecimientos, con el fin de alcanzar una situación elegida como deseable, mediante el uso eficiente de medios y recursos escasos o limitados». La planificación, como señala M. Marchioni, es al mismo tiempo una finalidad de la acción social y una necesidad implícita en ella, un método y un instrumento de trabajo. La planificación tiene distintas dimensiones interrelacionadas entre ellas: Dimensión temporal: que establece un tiempo determinado. Dimensión general: indica las finalidades generales y globales de la intervención. Dimensión sectorial: indica la articulación en programas por sectores y por áreas de intervención. El proceso de planificación de la acción, por tanto, Da orden y racionalidad a la intervención, buscando de la manera más satisfactoria y eficaz la consecución de los objetivos establecidos. Articulando de manera coherente, global y sistemática los objetivos con las acciones y los recursos. Desde el nivel de contenido debe partir de los problemas de la comunidad y la situación de transformación que se desea. 13 Fija el tiempo y el ritmo de la realización del programa, teniendo en cuenta, tanto los ritmos de la comunidad, como el de los profesionales y la autoridad implicada. Describe el plan de acción para cada uno de los sujetos, los niveles, las áreas y los ámbitos de actuación. Diferencia claramente los aspectos educativos de los organizativos o gestión. Establece los objetivos estratégicos, los objetivos y las metas que queremos alcanzar, teniendo en cuenta las oportunidades de la zona para estimular su propio desarrollo y transformación, y también las amenazas que determinan una predominancia de ciertos puntos débiles sobre los fuertes. Determina las correspondientes estrategias y metodologías de acción en relación con la innovación y la operatividad. Selecciona los medios y recursos necesarios para la acción, en los que se incluyen los recursos humanos, sobre los cuales se determinarán las correspondientes responsabilidades. Elabora los instrumentos de control, coordinación y evaluación. Los principios clave de todo el proceso de planificación de la intervención social son: Previsión: porque la intervención racional debe ser capaz de imaginar y controlar los efectos de las acciones previamente diseñadas. Flexibilidad: porque aun siendo riguroso, la complejidad y dinamicidad de los hechos sobre los que actúa hacen que el alto margen de incertidumbre exija planteamientos de la acción lo suficientemente flexibles que permitan una adaptación a las circunstancias sobre las que opera. Integralidad: porque no podemos olvidar el contexto, la comunidad en general. Los planes de intervención comunitaria van dirigidos, desde una perspectiva 14 microsocial, a favorecer el desarrollo endógeno de la comunidad, elevando su nivel de identidad, formando y promocionando a los colectivos en proceso o en riesgo de exclusión social como medio de estimulación del tejido social amplio, intentando eliminar el individualismo que actúa como segregador de la construcción social, teniendo en cuenta las distintas áreas de intervención, aunque haciendo hincapié en el área económica, en la medida que el desarrollo de iniciativas de empleo constituyen el pilar básico del desarrollo socioeconómico de una comunidad, a través del cual conseguiremos un doble rendimiento, el social y económico que distinguía Berzosky. Un Trabajo Social Comunitario, a través del diseño de la intervención comunitaria, pretende la mejora de los niveles de vida de la población, desde un planteamiento personal, siendo conscientes de su realidad y de su propia historia, a través de su participación en los grupos sociales, en sus redes sociales y en su comunidad. En esta fase, el trabajador social ha dejado patente que el esarrollo y transformación de la realidad social de los individuos, grupos y colectividades de la comunidad depende exclusivamente de sus esfuerzos, manteniendo el profesional un papel de asistencia técnica de las acciones propuestas y de la consecución de los principios de la intervención integral comunitaria. De los distintos modelos de Planificación existentes, el Normativo y el Estratégico, optamos por este último dada la configuración y contenidos del Trabajo Social Comunitario; como señala Ander-Egg, este tipo de planificación es un modo de actuar que emerge desde la realidad, que considera a los distintos actores sociales de la comunidad y que se caracteriza por: Partir de los problemas de la comunidad desde un enfoque humanista, con la intervención de los distintos actores sociales, dirigiéndose hacia lo deseable, pero posible, con voluntad de hacer. Implica una integración técnica con las expectativas, intereses, necesidades y problemas de la comunidad afectada, lo que supone que las decisiones y la formulación de objetivos se realizan conjuntamente, por un lado, los miembros de la comunidad con sus propios valores y cosmovisión y los profesionales con los que se interactúan. 15 Procura conciliar el conflicto y el consenso como dos factores actuantes en los procesos sociales y que condicionan la realización del plan. Fase de ejecución o intervención propiamente dicha Siguiendo el planteamiento participativo de este documento, es en esta fase de la implementación donde se hace más patente la consideración de la comunidad como sujeto, el reconocimiento en una intervención del actor social que, en palabras de Touraine, (1990) citado por la profesora Navarro en su comunicación en el VII Congreso de la profesión, es aquel que actúa no conforme al lugar que ocupa en la organización social, sino aquel que modifica su entorno dejando de ser espectador pasivo de su realidad. En este sentido, M. Marchioni distingue entre la «intervención inicial», considerando ésta como las primeras iniciativas que los trabajadores sociales intentan poner en marcha en el interior de la comunidad y la «intervención ordinaria». La intervención inicial debe responder a: Los problemas expuestos por la gente; esto dará la garantía de actuar en un «campo de interés» efectivo, es decir, tocar aspectos de la vida de la comunidad que interesa a todos o a la mayoría de sus componentes. Una fácil realización, para evitar complicaciones y errores en el proceso de desarrollo. La consecución de la participación, la acción del mayor número de personas en el desarrollo de las actividades. La intervención ordinaria es aquella fase en la que la comunidad misma y sus propios grupos son los que empiezan a actuar directamente. Esta fase está caracterizada por los siguientes aspectos, los cuales hemos ido mencionando en las fases anteriores El cambio de la función de los trabajadores sociales: los profesionales del Trabajo Social no sustituyen la iniciativa de las personas, simplemente les ayudan en la tentativa de encaminarlas a las finalidades que se persiguen. Les queda la función de asesores técnicos para la comunidad, pero cada vez 16 tienen un peso menor en favor de la comunidad. Su función principal es promover estímulos y eliminar obstáculos. Se desarrollan un conjunto de actividades al mismo tiempo: la multiplicidad de iniciativas requiere un esfuerzo de coordinación para conseguir una integración real y efectiva de las diversas actividades. En este momento se puede promover la creación de comités de ciudadanos. Búsqueda de un plan global de desarrollo de la comunidad: Se formula un plan global, integral, que tenga en cuenta todos los elementos intervinientes en el desarrollo de la comunidad. Se debe hacer un «autoanálisis» de la propia comunidad (situación actual, causas de la situación y posibilidades de desarrollo, perspectivas de futuro), en pequeños grupos o comisiones de trabajo. Pues la intervención profesional, la implementación de las estrategias de intervención, como lo denomina M. Colomer, tienen como finalidad «activar todas las potencialidades humanas y los recursos sociales en orden a conseguir un cambio positivo, de acuerdo con unos objetivos propuestos; intervención que se actualiza mediante una constante evaluación» (Colomer, 1974, 33). En esta fase, el trabajador social tiene que dejar claro que el desarrollo y transformación de la realidad social de los individuos, grupos y colectividades de la comunidad depende exclusivamente de sus esfuerzos, él es el elemento catalizador del grupo, aporta su contribución técnico-científica, pero también es un miembro más del grupo. En esta fase hay que resaltar las estrategias de intervención comunitaria o técnicas específicas, dirigidas al cambio y transformación social de la realidad, presentando una clasificación de las mismas basadas en la efectuada por el profesor Vidal (1988:182), en función de los objetivos perseguidos: Prestación de servicios humanos o personales: Estrategias como la intervención en crisis, terapias breves, trabajos grupales educativos, dirigidos fundamentalmente a colectivos en situación de exclusión social, que desde una perspectiva comunitaria y descentralizada teniendo en cuenta el contexto 17 en donde se producen los problemas, potencie las capacidades de los individuos y los grupos, partiendo de un trabajo no directivo sino de potenciación y autodirección personal y social. Desarrollo de recursos humanos: La idea central de este tipo de estrategias se basa en el convencimiento de que las personas y sus relaciones e interacciones en comunidad, tienen un potencial por desarrollar que debe ser rentabilizado a través de la participación en la resolución de sus problemas o transformación de su realidad. La tarea consistiría en evaluar ese potencial y encontrar los métodos apropiados para su desarrollo y optimización personal y colectiva. En este último sentido, los grupos de autoayuda, los de entrenamiento de competencias o de resolución de problemas podrían incluirse en este apartado. Las redes de apoyo, la educación de adultos, la animación sociocultural tiene fuertes componente de desarrollo de los recursos humanos de la comunidad. Prevención: Objetivo primordial del Trabajo Social que ha de mantenerse presente en la implementación de programas de ámbito comunitario. Distinguiremos los tres clásicos niveles de prevención: la prevención primaria o propiamente dicha, orientada al conjunto de la población; la secundaria dirigida a la detección y solución precoz del problema; y por último la prevención terciaria cuya finalidad consiste en la reducción o detención de las consecuencias del trastorno o problema causado. Reconstrucción Comunitaria: Constituyen estrategias orientadas a la recuperación social comunitaria y el restablecimiento del sentido de comunidad. Los esfuerzos de los profesionales se han de dirigir a trabajar con los sistemas de ayuda natural de las personas y grupos con los que trabaja y analizar claramente la estructura y funcionamiento de las interrelaciones de las personas con los miembros de sus redes, y a partir de aquí plantear estrategias que potencien los apoyos existentes, —que desarrollen los potenciales— o que en situaciones de necesidad los complementen o sustituyan. Cambio Social y Comunitario: C. de Robertis propone tres estrategias de 18 intervención comunitaria: la consensual, la conflictiva y la concienciadora. En la primera, una vez reconocida por la comunidad la capacidad de cambio, se produce un consenso cultural y de intereses, aunque existen diferencias de intereses o de poder; en la segunda, el poder, la coacción y la movilización popular son utilizadas como tácticas; por último, la tercera ha sido definida como «una aproximación donde los grupos de acción social persiguen la transformación de las mentalidades de una población dada, correlativamente a la de las estructuras socioeconómicas». Fase de evaluación M. Colomer (1974, 36), considera la evaluación como una de las fases más importantes del método de Trabajo Social, «en ella se da la auténtica fusión de la teoría con la práctica». Ni la realización del proyecto ni la implementación del mismo son suficientes para obtener un juicio que nos permita la generalización de los fenómenos humanos y sociales. Hacer de la praxis materia de estudio, es lo que permite la evaluación y «en ello radica el extraordinario valor y su importancia para el desarrollo científico de la profesión». Rezsohazy, desde la perspectiva de la intervención comunitaria, la define como una gestión de carácter científico dirigido a examinar la capacidad del Trabajo Social Comunitario realizado, de la propia comunidad y de todos los implicados en la intervención, en relación con los problemas o necesidades de dicha comunidad, y la transformación de esa situación en las mejores condiciones. La evaluación es pues una fase y un instrumento que nos facilita el proceso de comparación entre la situación inicial de la que partíamos, en relación con la final, la transformada que pretendíamos, junto con los factores que han facilitado o dificultado el proceso de cambio. Comprende también los componentes de la acción que pueden explicar el éxito o el fracaso. La evaluación tiene un carácter sistémico, ya que aborda todos los componentes que aparecen en la intervención, ayudándonos a tomar decisiones sobre las diferentes reorientaciones de la intervención comunitaria que estamos efectuando. A través de la evaluación podemos medir: La efectividad: capacidad de las actuaciones para resolver los problemas y 19 modificar la situación inicial hacia la final pretendida. La idoneidad: capacidad del programa para resolver los problemas y carencias. La eficiencia: que nos mide el índice de productividad del programa. Nos permite por tanto obtener una evidencia empírica en cuanto a la eficacia del programa, documentando los efectos y la solidez del mismo. La evaluación de una intervención comunitaria integral, habrá aplicado, además, los siguientes criterios evaluativos: Cantidad (medición cuantitativa de resultados). Rentabilidad (relación costo-beneficio). Calidad (medición cualitativa de los resultados). Persistencia (durabilidad de los logros alcanzados) e Impacto del programa sobre la comunidad (ponderación comparativa del resultado obtenido con relación a la magnitud de la situación en la que se interviene). Desde una perspectiva comunitaria y desde los planteamientos expuestos, se desprende claramente que corresponde a todos, y desde las directrices técnico- científicas de los profesionales, realizar una evaluación y autoevaluación, objetiva, intersubjetiva y real. En la evaluación de proyectos sociales, es necesario que hagamos la evaluación a lo largo del proceso, realizando las diferentes modalidades de evaluación existentes. Así mismo los diferentes autores consultados nos detallan diferentes modelos de evaluación (Pedraza, Evert Vedum, Shuman y Stuffbeam, etc.). Destacamos a continuación tres tipos: Evaluación Inicial o Diagnóstica: Por medio de la misma podremos conocer la situación real inicial, las potencialidades de la comunidad; el punto de partida en el que nos encontremos y el tipo de trabajo a realizar para que se generen realmente situaciones de crisis que transformen su elaboración y su 20 superación nos lleve a la situación final de progreso. Evaluación Sumativa o Seguimiento: Nos da información del grado de alcance de aquello que hemos pretendido conseguir con la intervención comunitaria integral. Mide los resultados y nos permite pronunciarnos sobre el éxito o el fracaso de la intervención diseñada y ejecutada. Orientada por tanto a comprobar la eficacia de los resultados, sirve para continuar, adaptar o rehusar un programa. Da información del grado de relación entre los resultados del programa y los de la institución en los que se encuentra. Cumple en definitiva tres funciones básicas, según el profesor Jordi Mena (1996): atestiguar el resultado de los objetivos, certificar el estado y capacidad del programa y comprobar su vigencia. Evaluación Formativa o Final: Se realiza durante el proceso y nos indica la evolución que se experimenta en el contexto de la intervención, mediante el proceso de comparación inicial final. Tiene un carácter marcadamente educativo, en la medida que nos permite reorientar el proceso, ya que nos indica las necesidades de cada momento del análisis; cómo el proyecto está incidiendo en la comunidad y los efectos e impactos que se están produciendo en sus individuos, y en sus relaciones; mide la forma en que se funciona y la calidad de las actuaciones, acciones y servicios que configuran el programa. La evaluación formativa debe prestar atención al desarrollo de las diferentes partes del proceso y la coherencia interna de las mismas, convirtiendo en elementos evaluables (indicadores) los objetivos de trabajo establecidos en cada una de las áreas. Reúne las siguientes características propuestas por el profesor Jordi Mena: Procesal: forma parte intrínseca del programa o proyecto. Integral: abarca todo el programa. Sistemática: es un proceso riguroso. Estructurada: permite ir ajustando las necesidades del momento. Progresiva: tiene en cuenta los resultados conseguidos. 21 Innovadora: permite la constante toma de decisiones. Científica: analiza los elementos del proceso como parte de un sistema con la finalidad de determinar cuál es el papel de cada uno. Hemos podido comprobar que la evaluación supone, en cierto sentido, dar marcha atrás en las fases metodológicas y analizar cuál ha sido la acción realizada, concretamente; desde la perspectiva comunitaria, en el contenido de la evaluación habría que tener en cuenta cinco niveles de análisis: Compara el estado de la población antes y después de la intervención. Compara y establece diferencias entre los objetivos propuestos y los resultados obtenidos. Evaluación de la consecución de los objetivos y obtención de resultados. ¿Concuerdan los resultados con los objetivos del programa?, ¿son los resultados fruto del programa?, ¿se alcanzaron los objetivos programados inicialmente? Hemos de recoger la opinión de los usuarios en los distintos niveles trabajados, individual, grupal y comunitario. Objetivos y metas relacionadas con la política social y los intereses de la población. Conoce el grado de participación activa y democrática de los participantes, así como la correspondiente comparación y establecimiento de los diferentes compromisos acordados entre los participantes y la ejecución real de los mismos. Evalúa el impacto, los efectos de la acción en la población y en los usuarios. La actuación con los grupos y sus dificultades. Evalúa todos y cada uno de los sistemas y fases metodológicas implicadas en la intervención, los procedimientos o métodos utilizados, los recursos internos-externos, su adecuación y aprovechamiento, las actividades realizadas, la oportunidad de las medidas, la estructura de gestión utilizada, los costes y el uso de los medios en relación con los resultados, etc. Evaluación input, que se centra en los «materiales brutos» de los que se parte para la realización de la intervención. Evalúa, como señala N. de la Red, (1994:93), la organización administrativa, del equipo, del trabajo personal, de los Inter equipos y la organización del 22 programa. Profundizando en la evaluación comunitaria, para M. López y F. Chacón (1996:258), la evaluación de Planes Integrales de base territorial presenta una serie de características específicas que es necesario tener en cuenta: Combina dos niveles de evaluación: el análisis comunitario (contexto y necesidades, recursos, participación comunitaria, redes sociales, etc.) y la evaluación individual/familiar de las personas y/o unidades familiares que participan en el plan. La planificación, la intervención y la evaluación constituyen un proceso integrado, toda evaluación debe estar diseñada en el momento de la planificación. La evaluación es multidimensional: la evaluación debe monitorizar todos los cambios producidos en las dimensiones principales que intervienen en los procesos de exclusión. La evaluación es a largo plazo y es una evaluación de procesos, lo que permite introducir posibles modificaciones en el plan. También debe ser una evaluación del impacto, no debe limitarse a los objetivos, sino que debe contemplar también los resultados no previstos. Ha de ser auto evaluable, es decir, debe ser capaz de constituir sus propios dispositivos de evaluación sistemática y periódica. Será una evaluación interna, por parte de los propios técnicos responsables del plan, aunque en ocasiones necesite asesoramiento de entidades externas. Una de las finalidades de la evaluación es informar a las instancias centrales financiadoras del proyecto (CC.AA., Administración central, Fondos Europeos...). 1.1 Modelos que apoyan a la intervención comunitaria en Trabajo Social. Retomando la cuestión que hemos comentado en el primer apartado de este capítulo con relación al carácter de subordinación de los procedimientos metodológicos a los enfoques teóricos que se utilicen para orientar la práctica, vamos a pasar a analizar otras propuestas metodológicas de intervención 23 comunitaria que utilizan otros modelos teóricos de referencia. Modelos tradicionales J. Rothamn (1970) sistematiza, partiendo de las primeras experiencias de intervención comunitaria, las diferentes prácticas y enfoques teóricos del Trabajo Social Comunitario, clasificándolos en los siguientes modelos: — Desarrollo de la comunidad: trata de potenciar como valores la participación y el liderazgo, utilizando como principal instrumento de intervención el trabajo con grupos de la comunidad. Se centra en el proceso de construcción de la comunidad: capacitar a la misma para establecer el consenso por la vía de la identificación de los intereses comunes, el desarrollo del liderazgo y la educación. — Acción social: La participación es el valor más invocado por este modelo, que trabaja con grupos y organizaciones que tratan de modificar las políticas institucionales e introducir cambios en la distribución del poder. Los trabajadores comunitarios actúan como organizadores, dirigiendo a la gente para que trabajen en una determinada dirección. — Planificación social: es un modelo que recoge el contenido tradicional de la organización comunitaria como método del Trabajo Social. Este modelo puso el acento inicialmente en la coordinación de los servicios sociales de una determinada zona, para introducir posteriormente el desarrollo de programas y la planificación del bienestar social: vivienda, salud pública, educación, etc. Se trataba de buscar y poner en marcha soluciones técnicas y racionales a los problemas por lo que el trabajador comunitario asume un papel de experto y no tanto de líder u organizador. El objetivo de estos modelos es la realización de tareas y la asignación y distribución de los recursos necesarios para la atención de las necesidades sociales de una determinada zona. En estos modelos la estrategia utilizada para conseguir este objetivo, no es la confrontación, como en otros modelos de trabajo comunitario, sino la colaboración con la administración pública. El siguiente cuadro nos permite realizar un análisis comparativo entre los diferentes modelos mencionados: 24 T. Zamanillo (1992) realiza una propuesta en relación con la elección de los diferentes modelos a la hora de diseñar una intervención social; esta elección estará determinada por la ideología personal, el tipo de objeto sobre el que se va a intervenir, el tipo de objetivos que se quieren alcanzar y los procedimientos metodológicos que se pueden utilizar. En la práctica muchas veces estos modelos se presentan entremezclados. Los profesionales deben tener la suficiente flexibilidad para diseñar y realizar intervenciones técnicas en las que se combinen diferentes modelos. Modelo crítico dialéctico: La Investigación-Acción Participativa El paradigma dialéctico, procedente de la filosofía marxista, supone una importante proposición metodológica para las intervenciones de carácter comunitario, y la correspondiente transformación de la realidad sobre la que se actúa: la unidad sujeto-objeto, según Marx ha liberado al hombre de una posición contemplativa. Es en la praxis cuando se produce una toma de conciencia en la que el sujeto es idéntico al objeto, y ello implica una transformación de la realidad; un proceso recíproco, en la medida que el sujeto, al conocer «lo otro», se conoce a sí mismo, 25 obteniendo un conocimiento de ambos que les modifica. (Beltrán, 1979:203) La inspiración del modelo metodológico denominado «Investigación-Acción Participativa» IAP, proviene del mencionado paradigma dialéctico, aplicado al ámbito comunitario. Desarrollado en la realidad Hispanoamericana, ha tenido una influencia importante en España, sobre los años ochenta, y más concretamente en el campo de la animación sociocultural. K. Lewin (1946) desarrolló la action-research (traducido como «investigación- acción») como alternativa a la investigación tradicional que separaba la ciencia y la práctica. Lewin defiende la necesidad de una integración de ambas en proyectos conjuntos, en donde los profesionales aplicados investiguen con rigurosidad los efectos de sus intervenciones prácticas y los teóricos sean capaces de encontrar aplicaciones sociales relevantes para sus formulaciones. Según sus propias palabras, «la investigación debe ser destino de la acción social (investigando su desarrollo y efectos) y fuente de ella (generando acción) y viceversa, se trata de una investigación sobre (o de) la acción, complementada con una acción (social) producida desde la investigación», en la cual se implicaban dos clases de problemas diferentes, a saber, el estudio de las leyes generales de la vida grupal y el diagnóstico de situaciones específicas; todo ello destinado a la consecución de los dos objetivos clave: Investigación-acción, a través de cuya práctica, los grupos o comunidades pretenden cambiar sus circunstancias de acuerdo con una idea compartida por todos los miembros del grupo. Investigación-acción, a través de una práctica reflexiva, en la que se confunden la práctica que se investiga y el proceso de investigación de esa práctica. El conocimiento acompañado de la acción es, pues, lo esencial de este modelo de intervención, a través del cual, se conocen los problemas que sufren las comunidades para actuar frente a ellos, urgente y eficazmente. Conocer la realidad para poderla interpretar, y posteriormente actuar, por lo que se interesa de forma especial por el potencial de cambio de esa realidad concebida holísticamente. 26 Como se deduce, K. Lewin también introdujo la orientación participativa de la investigación-acción a través de sus teorías sobre la dinámica de los grupos y los conceptos de espacio vital y campo de fuerzas. Los movimientos de intervención comunitaria han realizado aportaciones significativas a la Investigación-Acción Participativa. Este tipo de intervención tiene como principal misión hacer que el pueblo tome conciencia de la situación en la que vive con el fin de ir mejorando sus condiciones de vida tanto en el ámbito individual y familiar como social. Este planteamiento implica irle preparando de forma progresiva para que vaya mejorando las condiciones de trabajo, la comprensión de su entorno, pero también para participar en la elaboración de un nuevo saber. La investigación-acción pretende explicar y asegurar el igor científico del proceso. Parte de hipótesis que surgen de la observación de los hechos y evalúa los resultados apoyándose en las estrategias de cambio que se hayan establecido. Las características y fases de este modelo de intervención son aportadas por Guy Le Boterf (1986) y Peter Park (1989): El problema elegido surge de la gente afectada por él, y cuyo interés exige una solución, pero, al no ser exteriorizado y consensuado por la comunidad, precisa de la intervención externa, de los «investigadores», participantes comprometidos con la gente, que ayudan a formular, identificar y analizar el problema para proceder a la investigación colectiva del mismo. El investigador debe preliminarmente conocer la comunidad, (por medio de estudios sociales e históricos que existan, documentos, entrevistas y observación, así como participando en la vida de la comunidad). Esta fase inicial permite que comunidad e investigador se conozcan, así como que se explique la finalidad del proyecto y la identificación de los miembros de dicha comunidad que van a asumir un rol activo en la ejecución del mismo. Interacción activa entre investigador y comunidad, de diálogo y negociación, en la que ambos son considerados sujetos activos. Existe, entre la investigación y la acción una interacción permanente. La 27 producción de conocimientos, útiles y relevantes para la práctica social y política, se realiza mediante la transformación de la realidad social. La acción es fuente de conocimiento y la investigación es en sí misma una acción transformadora. Se interviene sobre situaciones reales, a una escala relativamente limitada, trabajando con grupos reales, quienes deciden conjuntamente con el investigador, participando y colaborando a lo largo de todo el proceso, en cómo formular el problema, la información a obtener y los medios y técnicas utilizadas para ello, los procedimientos, la forma del análisis de los datos, qué hacer con los resultados y acciones a emprender a partir de los mismos. Estamos ante un proceso educativo dinámico, en el que el diálogo, es un distintivo esencial de la Investigación-Acción Participativa, pues mediante él la gente «se une y participa en los aspectos cruciales de la investigación y la acción conjunta... hablan como iguales en un intercambio, no sólo de información sino de sentimientos y valores» (Park, 1989:157). Se pone al servicio de grupos o colectivos sociales más desfavorecidos, buscando mejorar sus condiciones de vida, sus capacidades de análisis y resolución de los problemas que afrontan cotidianamente. La IAP «ha constituido espacios para los oprimidos con el fin de que puedan usar su poder intelectual de ser críticos e innovadores para moldear un mundo carente de dominación y explotación» (Park, 1989:163). El compromiso del investigador con la comunidad ha de estar apoyado con un trabajo permanente de reflexión crítica sobre las implicaciones teóricas y metodológicas de su intervención en el proceso de la investigación-acción. Los resultados que surgen de la investigación son útiles para organizar las acciones comunitarias, elaborar políticas sociales y ejecutar medidas de cambio social. Investigador y comunidad, al comprender la naturaleza del problema, están en una posición que permite verlo como algo a resolver comunitariamente. Cuando la IAP ha tenido éxito, el proceso educativo continúa tras la finalización del proyecto, sigue viviendo en la conciencia crítica y en las prácticas emancipadoras 28 renovadas de cada participante. Se desprende claramente de lo dicho hasta ahora, que la Investigación-Acción Participativa, parte de una nueva filosofía y concepción del mundo y de la vida, a saber, leer, percibir y aprehender de la praxis cotidiana; valorar aquello que es nuestra forma y modo más ordinario de vivir; estudiar y analizar los grupos y las necesidades en las que se desarrolla la intervención colectiva. La investigación- acción desde esta óptica encierra un compromiso político e ideológico. Zúñiga (1981:66) indica que «la investigación-acción es innovadora desde el punto de vista científico sólo cuando es innovadora desde el punto de vista sociopolítico». Completando esta propuesta metodológica, proponemos, desde la perspectiva española de la misma, la definición de G. Pérez Serrano (1990:58), considerándola como «un proceso circular de indagación y análisis de la realidad, en el que partiendo de los problemas prácticos y desde la óptica de quien los vive, procedemos a una reflexión y actuación sobre la situación problemática con objeto de mejorarla, implicando en el proceso a los que viven el problema, quienes se convierten en autores de la investigación». En España podemos afirmar, como señala esta autora, que la Investigación-Acción Participativa ha alcanzado una gran relevancia debido a una serie de circunstancias políticas, económicas y sociales que le han propiciado un mejor y más rápido desarrollo, al aportar elementos importantes no sólo para el cambio social sino también para el cambio de las personas. En general, existen dos grandes ámbitos de desarrollo de la investigación-acción: el vinculado al trabajo social, que es el que nos ocupa, y el ámbito educativo. La IAP puede considerarse como un proceso sistemático que lleva a cabo una determinada comunidad para llegar a un conocimiento más profundo de sus problemas y tratar de solucionarlos, intentando implicar a toda la comunidad en el proceso. Podemos afirmar que la IAP es una combinación de investigación, educación-aprendizaje y acción. Tiene como objetivo prioritario conocer y analizar una realidad, así como sus elementos constitutivos: los procesos y los problemas; la percepción que las personas tienen de ellos; las experiencias vivenciales dentro de una situación social concreta con el fin de emprender acciones tendentes a 29 modificar esa realidad. Modelo de Análisis de Necesidades La intervención sistemática que se realice sobre una comunidad, sigue en su proceso unas fases relacionadas con los resultados de esa intervención. Las mismas se estructuran del siguiente modo: — Análisis de las Necesidades de Intervención Socioeducativa (A.N.I.S.E): El Análisis de Necesidades consiste en descubrir cuál es el problema y comprenderlo lo suficiente como para poder resolverlo, distinguiendo con claridad si es necesaria o no la intervención. — Diseño o planificación de proyectos y programas: Si el problema puede resolverse mediante programas de Intervención Socioeducativa, tendremos que determinar objetivos claros y definidos en la fase de diseño. Una vez establecidos estos, y en esta misma fase, se toman las decisiones en lo referente a estrategias y tecnologías adecuadas. La planificación busca determinar qué debe hacerse y hacia dónde ir. — Implementación o puesta en práctica: Tratamos de poner a prueba las soluciones de intervención que hemos desarrollado. — Evaluación de la intervención y su impacto: Mediante la evaluación, determinamos si el problema está resuelto y si ha desaparecido la razón por la que se realizó toda la planificación. Igualmente buscamos información para juzgar el valor del esfuerzo de intervención y el impacto y permanencia de las estrategias adoptadas. Es importante realizar una planificación sistemática antes de lanzarse a realizar acciones de intervención. Por ello, la mejor intervención siempre debe comenzar por identificar las necesidades que serán el hilo conductor de toda nuestra intervención posterior. El trabajo del profesional de este tipo de intervención consistirá en diseñar e implementar un sistema eficaz de acción que responda a las necesidades de los individuos, grupos o comunidad a la que se dirige. Como notas características del modelo de Análisis de Necesidades de Intervención 30 Socioeducativa (A.N.I.S.E.) podríamos señalar: Es un estudio sistemático antes de intervenir. Es un esfuerzo sistemático para identificar y comprender el problema. Es un análisis de discrepancias entre dónde estamos actualmente y dónde deberíamos estar. Utiliza datos representativos de la realidad y de las personas implicadas. Es provisional, nunca es definitivo y completo. Las discrepancias se identifican en términos de resultados, no de procesos. Proporciona datos importantes para la generación de soluciones y toma de decisiones. El modelo A.N.I.S.E. pretende reunir todos los datos necesarios sobre una serie de problemas vividos por un sector de población, para llegar a la adecuada toma de decisiones sobre la implantación o no de un programa de intervención, así como para determinar su amplitud, formular los objetivos a conseguir y fundamentar todo el proceso de planificación e implementación y posterior evaluación. Este modelo, propuesto por M.ª P. Pérez-Campanero (1994), profesora de Pedagogía Social en la Universidad de Comillas, se compone de tres fases fundamentales desarrolladas en 11 etapas, a saber: a) Fase de Reconocimiento Identificar las situaciones desencadenantes del Modelo A.N.I.S.E. Seleccionar herramientas o instrumentos para la obtención de datos. Buscar fuentes de información: realizar el análisis de la comunidad, determinar las personas implicadas y otras fuentes de información. b) Fase de Diagnóstico Identificar la situación actual, en términos de resultados. 31 Establecer la situación deseable, también en términos de resultados. Analizar el potencial, en términos de recursos y posibilidades. Identificar las causas de las discrepancias entre la situación actual y la deseable, en términos de condiciones existentes y requeridas. Identificar los sentimientos que producen en los implicados esas discrepancias. Definición del problema, en términos claros y precisos. c) Fase de Toma de Decisiones Priorizar los problemas identificados. Proponer soluciones, evaluando su coste, impacto y viabilidad. El Análisis de Necesidades y el Análisis de la Comunidad deben estar íntimamente ligados. L.M Siegel y sus colaboradores (1987) reflejan con claridad la importancia de esta unión. Para realizar un estudio de comunidad es preciso en primer lugar su conocimiento físico, que nos llevará a la descripción de diversos aspectos referidos, sobre todo, a cuestiones relacionadas con la educación y las tareas de la intervención socioeducativa. Este análisis debe completarse con la interpretación y las conclusiones procedentes de los datos recopilados. En el estudio físico y descripción de la comunidad resultan muy ilustrativos algunos de los aspectos reseñados en los estudios de G. Ponce de León (1985), C. Ward (1986) y M. Marchioni (1987), de los que realizamos una síntesis y reelaboración: Entorno natural. Estudio de la población o de recursos humanos. Recursos económicos. Seguridad pública. Salud y sanidad. 32 Recursos educativos. Prestación de servicios. Nivel de demanda socioeducativa. Modelo de Planificación Integral La Planificación Integral basada en la cooperación pública y privada es un instrumento a disposición de los principales agentes institucionales, sociales y económicos, para conseguir una adaptación innovadora del sistema de bienestar social, para responder con eficacia y eficiencia a las actuales transformaciones, originadas por los cambios en la estructura social, las nuevas demandas sociales y los importantes cambios en la concepción del rol del sector público para poder garantizar los derechos sociales de los ciudadanos. En 1989, M. López-Cabanas y A. Gallego presentaron el trabajo Los Servicios Sociales Generales: eje coordinador de programas integrales de bienestar social, que puede considerarse como una de las primeras propuestas de modelo de Planificación que, partiendo de los Servicios Sociales Generales o Comunitarios, sientan las bases de las planificaciones integrales. Estos autores consideran que, para aumentar el bienestar social y la calidad de vida de todos los ciudadanos, es necesario decantarse por planificaciones que integren el conjunto de acciones que desarrollan la política social, entendida en un sentido amplio. Todos los Sistemas de Protección Social están estrechamente relacionados entre sí. El individuo debe ser considerado de forma global, especialmente en el nivel de atención primaria o comunitario. Esta perspectiva de abordaje global lleva a la necesidad de coordinar las acciones de los distintos niveles primarios que actúan en una misma comunidad local, premisa previa de las planificaciones integrales. Toda iniciativa de intervención integral, deberá prever en su estrategia básica líneas orientadas a promover una especie de sinergia de todos los actores y agentes sociales, en el sentido amplio de este calificativo, en torno a aquellos objetivos comunes que, casi siempre definidos a largo plazo, vendrán a circunscribir un proceso de promoción de la competencia local y de mejora de las condiciones de 33 vida de los diferentes grupos y colectivos. El modelo integrador propuesto por M. López-Cabanas y A. Gallego (1989) sugiere considerar conjuntamente tres ejes en la planificación integral: el de las situaciones de necesidad propias de los Servicios Sociales; el de los colectivos o sectores de población y el de los Sistemas de Protección Social. El modelo de Planificación Integral está concebido en la perspectiva de potenciar y asegurar la sociedad del bienestar. Parte de un presupuesto básico: la existencia de un Sistema de Servicios Sociales articulado, formado por una multiplicidad de organizaciones públicas y privadas implicadas en la acción social. El interés fundamental se centra en conseguir que las organizaciones implicadas actúen de una forma más cooperativa, manteniendo una visión del conjunto y creando las circunstancias en las que los intereses comunes se perciban como más importantes que los intereses en conflicto. Por tanto, la eficacia y la eficiencia se deberán referir a la habilidad de crear un entorno viable para conseguir la coordinación entre organizaciones implicadas en la producción del bienestar, de formular diagnósticos consensuados sobre los problemas y gestionar el cambio estructural a través de redes complejas de organizaciones. Se trata de elaborar un proyecto de futuro para el conjunto del territorio, de amplio consenso, que constituya un marco de referencia común a la iniciativa pública y privada y que establezca a partir de su elaboración, un sólido sistema de cooperación pública y privada. La planificación integral estará basada en los siguientes principios metodológicos: globalidad, integración, participación y coordinación. De estos principios se derivan las características definitorias de las planificaciones integrales: Conciben la realidad social como una compleja red de decisión. Consideran las especificidades locales referidas a un contexto más amplio (regional, nacional, comunitario e internacional). 34 Potencian el desarrollo endógeno del territorio. Precisan y fomentan la participación de los agentes sociales implicados. La coordinación ya no es sólo un elemento de la gestión, sino que la coordinación es la gestión misma. Coordinación y cooperación entre las administraciones públicas y las organizaciones de iniciativa social, como mecanismo de gestión, de creación de sinergias, que permita alcanzar mejores niveles de respuesta a las necesidades, demandas y expectativas de los ciudadanos. La cooperación, la promoción de la participación y la responsabilidad de la sociedad civil, no supone en ningún caso una coartada para reducir el esfuerzo público sino para conseguir mejorar la capacidad y la calidad de la respuesta. Entre los nuevos roles y responsabilidades que debemos asumir para ser promotores de esa coordinación estarían: Tener una visión del desarrollo futuro: Promover el establecimiento de diagnosis consensuadas sobre los retos del futuro y definir unos objetivos generales, a través de un proceso participativo, no jerárquico, manteniendo la visión de lo global. Fortalecer a los agentes/actores locales evitando la tentación de una cooperación clientelar o instrumental. Coordinar los servicios de bienestar social: Para el desarrollo integral de un territorio es básica la coordinación de los servicios de bienestar social y la promoción económica entre sí y para ello es preciso identificar los objetivos sociales a los que su acción coordinada y concertada debe dar cumplimiento. Ser innovador, apoyar la experimentación de nuevas técnicas y tecnologías de intervención social. Organizar los servicios sociales en red: Los servicios colectivos en un territorio no sólo deben ser eficaces y eficientes en sí mismos, sino en conjunto, por ello deben ser complementarios en sus acciones y tener un desarrollo sinérgico. 35 El modelo de Planificación Integral fue desarrollado de manera pionera en Europa en la ciudad de Barcelona en el Plan Integral de Servicios Sociales, que en la actualidad se encuentra en ejecución. Actualmente se está desarrollando diferentes experiencias en otras Comunidades Autónomas. En resumen, podemos señalar que las características más sobresalientes de este modelo de Planificación Integral son: Tiene en cuenta explícitamente el entorno que nos afecta y que no podemos controlar directamente desde el interior del territorio o región. Se fundamenta en el análisis D.A.F.O. (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades) como conclusión a los trabajos de diagnóstico. Define una pluralidad de escenarios previsibles, del que uno de ellos o una combinación coherente de las posibilidades hará más deseable. Se fundamenta en la cooperación pública y privada para definir el futuro y diseñar las acciones a emprender. Se basa en el acuerdo y consenso en definir el futuro deseable y posible, así como los proyectos clave. El Plan Estratégico es un Plan de Acción concertado entre los agentes públicos y privados con capacidad de intervención y transformación en el territorio. Define un proceso de participación social amplio y ordenado. En este sentido, los beneficios que se esperan obtener de un Plan Integral son: Establecimiento de prioridades de acción, a partir de una visión global de los temas sociales. Aumento de la objetividad al eliminar los tópicos. Identificación del uso más efectivo de los recursos económicos y sociales. Creación de una cultura estratégica común. 36 Mejorar la colaboración entre el sector público y privado. Promover la participación ciudadana y su implicación en los procesos de gestión de la calidad de vida de los ciudadanos. Las intervenciones de carácter integral deben observar como punto de partida los puntos fuertes y los puntos débiles en los siguientes ámbitos de actuación: Aspecto demográfico: Es preciso tener en cuenta las perspectivas demográficas más significativas. Economía de la zona: Para la intervención en el ámbito socioeconómico hay que conocer las posibilidades económicas en función de los recursos endógenos. Protección social: Tener conocimiento de la cobertura territorial de los sistemas de protección, su coordinación y sus recursos. Infraestructura: Es necesario conocer la adecuación o no de las dotaciones y equipamientos cívicos a las necesidades de la población. Participación social: Conocer los mecanismos de participación de la sociedad, su eficacia y su coordinación. Convivencia: Tener conocimiento de la existencia o no de problemas de integración y convivencia dentro de la población. Las directrices generales que deben orientar la intervención en el ámbito local son las siguientes: La coordinación intersectorial e interinstitucional, favoreciendo el protagonismo de las corporaciones locales. La promoción de plataformas de participación social de cara a favorecer el desarrollo endógeno y elevar el nivel de identidad con la zona. La coordinación entre los servicios sociales, de salud, educación, empleo, etc. para conseguir una respuesta global a las necesidades que sea más eficaz. 37 La orientación a la formación y la promoción de colectivos en proceso o en riesgo de exclusión social como medio de estimulación del tejido social amplio. La coordinación de los agentes económicos en función del desarrollo de iniciativas empresariales endógenas y vinculando la atención social al desarrollo socioeconómico. Siguiendo a J.M. Pascual i Esteve (1996:49-54), las fases de un Plan Integral son: Organización: Se precisa definir los órganos de dirección y coordinación del Plan (Comisión Permanente o Directiva, Consejo Plenario) y los órganos de participación ciudadana (Comisiones de Participación), como estructura fija del Plan. La estructura organizativa variable generalmente son las comisiones de diagnóstico y de elaboración de objetivos. Diagnóstico: Análisis tanto cuantitativo como cualitativo, interno como externo del sistema de bienestar social, cuyas conclusiones principales se sintetizarán, siguiendo la metodología de la planificación integral, en un análisis DAFO (Debilidades, Amenazas, Fortalezas y Oportunidades). Los análisis deben hacerse tanto desde la perspectiva cuantitativa como cualitativa. Definición del objetivo central y de las líneas estratégicas: A partir de la identificación de los escenarios previsibles, se establecerá un proceso de reflexión para definir el sistema posible más deseable, así como para identificar los principales caminos o líneas estratégicas para alcanzarlo. Elaboración de objetivos y medidas más importantes para cada una de las líneas estratégicas, atendiendo a un mínimo de criterios de priorización. Los objetivos del Plan deberán contemplar como mínimo las siguientes áreas: — Intervenciones con relación a las estructuras sociales y económicas, y los diferentes sectores de actuación, para consolidar avances y reducir retrocesos en la mejora de las oportunidades sociales. — Organización de la cooperación pública y privada. 38 — Dotación y gestión de los recursos humanos y materiales. — Interrelación de los servicios sociales con el conjunto de sistemas de bienestar social, desarrollo económico y ocupación, para conseguir una acción integral y globalizadora. A partir de la aprobación del objetivo central y las líneas estratégicas se constituirán las Comisiones de Elaboración de Objetivos. Las diferentes Comisiones aportarán sus propuestas de objetivos para concretar cada una de las líneas estratégicas del Plan. Estas propuestas de objetivos serán priorizadas en las propias Comisiones. La elaboración de los objetivos de línea deberá hacerse explicando el compromiso de acción de las entidades competentes en la impulsión o realización de los mismos. En un plan de acción no pueden figurar objetivos en los que no hay un compromiso mínimo de impulsión de los mismos por parte de las entidades competentes. Los objetivos que constituyan finalmente el Plan deberán ser objeto de una especificación en la que conste: Descripción: qué se pretende con ese objetivo. Justificación del objetivo, en función de los problemas que intente resolver o las oportunidades que quiera aprovechar. Presupuesto estimado y posibles fuentes de financiación Identificación de las instituciones/entidades que deberán responsabilizarse de su ejecución. Selección de indicadores de gestión para el cumplimiento de los objetivos. Pero lo que diferencia esta metodología de otras propuestas es que las fases mencionadas no constituyen etapas o fases que se suceden una tras otra, como si se tratara de un proceso lineal, sino que son operaciones, que, aunque se diferencian por los objetivos que persiguen, se desarrollan simultánea y complementariamente en el tiempo. Resulta imprescindible que las cuatro operaciones tengan un desarrollo paralelo, puesto que los resultados de cada una 39 de ellas repercuten en el resto. Digamos que son cuatro elementos que constituyen una unidad funcional de forma tal que la actividad que genera afecta a los demás elementos componentes del proceso. Modelo Ecosistémico El modelo ecológico, desarrollado fundamentalmente a partir del modelo propuesto en la obra de U. Bronfenbrenner (1979), Ecología del desarrollo humano, referido en España por Ripoll (1988,1992), entre otros autores, ofrece una comprensión de la compleja y permanente interacción de las personas con sus ambientes más o menos inmediatos, donde integrar la estructura y dinámica de las redes sociales y las transacciones de apoyo que se generan en éstas. Sus investigaciones interculturales le hicieron reflexionar sobre la capacidad del ser humano de adaptación, tolerancia y creación de ecologías en las que vive y se desarrolla. U. Bronfenbrenner concibe el ambiente como un conjunto de estructuras seriadas. El nivel más interno de estas estructuras lo forman los entornos inmediatos que contienen a la persona, llamados microsistemas (familia, escuela, trabajo, barrio...). En el siguiente nivel se sitúan las relaciones entre esos entornos inmediatos de la persona, que formarían el mesosistema. En el tercer nivel se sitúan los entornos donde la persona no está presente, pero es influida por ellos, nivel de exosistema y en el cuarto nivel se sitúan los factores socioeconómicos y culturales de tipo macrosocial, que constituiría el macrosistema. Garbarino (1983) ubica las redes sociales en el mesosistema. Las redes sociales desde este punto de vista se formarían a partir de las interconexiones de los distintos microsistemas (familia, vecinos, amigos, compañeros de trabajo...). 40 El modelo ecológico supone una herramienta conceptual que permite integrar conocimientos, examinarlos con una perspectiva particular, elaborar nuevas hipótesis y brindar un encuadre teórico a partir del cual se puedan elaborar estrategias de intervención en la comunidad (Cannon, 1992). La orientación ecológica en la intervención comunitaria tiene por objeto de trabajo la interacción de la persona y su ambiente. A la persona se la ve en permanente desarrollo y se concibe éste como un cambio perdurable en el modo en que el individuo percibe su ambiente y se relaciona con él. Los distintos ambientes definidos en el modelo ecológico son a su vez sistemas, funcionando como tales, en los cuales el ser humano es un elemento más. Los modelos ecosistémicos describen los procesos adaptativos e inadaptativos de las personas y los factores situacionales e individuales que median en esos procesos. Dohrenwend (1974,1978) definió como factores situacionales moderadores del estrés y predictores de adaptación, la presencia de recursos materiales y de una red de apoyo social y como factores psicológicos, las aspiraciones, valores y competencias personales. W.B. Cannon (1992) integra los postulados de esta autora en la perspectiva ecosistémica y describe los factores que pueden variar los procesos de adaptación de las personas. Estos son: Calidad de los microsistemas. Explotación adecuada de los microsistemas. Estabilidad de los microsistemas. Competencias y habilidades de los roles requeridos en los microsistemas. Competencias cognoscitivas y la estima de sí mismo. Predisposiciones biológicas. La perspectiva ecosistémica nos permite conocer las interacciones entre los 41 microsistemas de las personas y, por tanto, dónde y cómo surgen las redes de apoyo social, cómo funcionan y qué papel podemos jugar los profesionales en y con ellas (Garbarino, 1985). A veces, la idea de trabajar en la comunidad y en lo comunitario parece perderse en la complejidad, la imprecisión y la idealización, características sobre las que diversos autores han reflexionado (Rueda, 1989; Malagón, 1989; Canals, 1992). La intervención comunitaria se caracteriza, entre otros aspectos, por la incorporación de los recursos naturales de las personas, familias y grupos de una comunidad, en los procesos de resolución y prevención de los problemas sociales. Y se llena de sentido si incorporamos la importancia que el apoyo social tiene en la salud y el bienestar, las transiciones vitales y las situaciones de crisis; nos situamos desde el marco ecológico desarrollando trabajos de redes sociales tanto desde un punto de vista individual-familiar como desde un punto de vista comunitario (entramado de redes), en una determinada población. Elaborando estrategias concretas que potencien, creen o complementen esos recursos naturales estamos trabajando en los distintos niveles de la intervención comunitaria e incidiendo desde cualquiera de estos en los demás niveles. Los profesionales de los Servicios Sociales tendrían que utilizar con más frecuencia los sistemas de ayuda natural de las personas y los grupos con que trabajan. El concepto de red social se considera un concepto clave en una nueva perspectiva de trabajo que incorpore el conjunto de relaciones sociales de las personas, desde las que se puedan valorar los sistemas de ayuda natural de éstas. Los modelos ecosistémicos se consideran el marco teórico integrador del concepto de red social, al que añaden la dimensión contextual. El análisis del funcionamiento de las redes sociales y de su función de apoyo ofrece las bases para el trabajo individual, familiar, grupal o comunitario, al que denominan «estrategias de intervención comunitaria basadas en redes sociales» (Villalba, 1993:69-85) En términos generales, el trabajo de redes se puede definir como un proceso de mediación con un objetivo determinado en el que vinculamos a dos, tres o más personas, ayudando a que se establezcan lazos importantes y reacciones en cadena entre ellas. El planteamiento de intervención con redes desde Servicios 42 Sociales se puede considerar un enfoque global de trabajo desde la perspectiva ecológica que abarca tanto la intervención individual y familiar como la grupal y comunitaria. El trabajo con redes requiere la distinción de tres fases: — Identificación de la red social. Es un proceso subjetivo de reconocimiento de las relaciones importantes que existen en la vida de una persona. — Análisis de la red social. Es un proceso de valoración de la cantidad, tipo y funciones de relaciones de apoyo y de las tensiones y conflictos con y entre esas relaciones referidas a una persona (Villalba, 1993). Considerar la red como el sistema de ayuda natural más próximo a la persona, pero no el único, y saber analizar sus descompensaciones, sobrecargas, rigideces, conflictos, supone enfocar la intervención psicosocial desde una perspectiva ecosistémica. La profesora Villalba propone utilizar la técnica del mapa de red en esta fase. — Intervención en las redes. En esta fase, la profesora Villalba propone los destinatarios prioritarios, los criterios para la intervención en redes en servicios sociales y las estrategias de intervención. Este modelo plantea que la intervención se ha de producir prioritariamente desde el nivel comunitario o generalista, de base ecosistémica y mediante un equipo interprofesional que asuma como principio de la auto responsabilización de los individuos, grupos y comunidades en su propio desarrollo. Por último, señalar las aportaciones de la profesora S. Navarro (1996:48-71) que plantea un enfoque alternativo en la intervención con familias desde la comunidad. Para esta autora, pensar e intervenir con las familias en clave comunitaria reclama, por parte de los profesionales, un cambio en nuestra mirada, un cambio en nuestra escucha. Sólo cuando la familia existe para nosotros como una realidad vinculada al contexto donde vive, es cuando la comunidad emerge como un universo de relaciones capaces de transformarse en fuerzas posibilitadoras de apoyo y cambio. La comunidad se convierte así en escenario y sujeto a la vez de una acción que, reconociendo el protagonismo de las familias y a partir de las relaciones sociales y de la articulación de los diferentes sistemas de apoyo social (formal e informal), va 43 minuciosamente entretejiendo itinerarios diversos de ayuda. Desde esta perspectiva el reto que se nos plantea es: los procesos socioeducativos y de cambio a impulsar a partir de nuestra intervención, deben estar en estrecha sintonía con lo que la comunidad y las familias necesitan y quieren. Nuestra competencia profesional es también la competencia de la comunidad; los profesionales seremos eficaces en la medida en que ayudemos a la comunidad a ser auto eficaz, a ayudarse a ella misma, a reconocerse como tal. Evidentemente, plantearse dar a las familias, desde nuestros servicios, respuestas con un alto contenido ecológico pasa indefectiblemente por el hecho de que éstos se impliquen en verdaderos procesos de inmersión en la comunidad. Para ello deberán contemplarse estrategias adecuadas de implantación a partir de las cuales se establezcan procesos de comunicación fluidos y constantes entre el sistema organización y el sistema comunidad. Sólo así será posible sintonizar nuestras respuestas con las necesidades y problemas de la comunidad y de las familias que en ellas viven. En esta difícil, pero necesaria labor, los profesionales tienen un rol fundamental como mediadores y facilitadores de estos procesos de acercamiento y ajuste. Es más, este enfoque tiene la virtud de ser reclamo inexcusable de las relaciones interprofesionales y de las imprescindibles labores de coordinación. 1.2 Investigación Acción Participativa La finalidad de la (IAP) Investigación Acción Participativa, es que el profesional de trabajo social, que va a intervenir en la comunidad cuente con las herramientas necesarias que le den una acción transformadora al proyecto que va a ejecutar, para ello debe de conocer y saber aplicar las (IAP) de forma correcta, que le permita involucrarse y ser parte de la comunidad y así poder contar con las personas que residen en ese lugar. La investigación es la primera etapa que enfrenta un trabajador social para ejecutar un proyecto, “el planteamiento general de la investigación debe responder fundamentalmente a las siguientes cuestiones: ¿Para quién y para qué se hace? ¿Quién lo hace? ¿Por qué? ¿Cómo? ¿Cuándo?” (Marti, 2000), y de ahí poder partir, para empezar a recolectar la información, pero siempre teniendo en cuenta que esa información la debemos obtener de los habitantes de 44 la comunidad. Dentro de la intervención comunitaria lo principal, la actividad principal es involucrar a los actores sociales (habitantes) para que sean parte del proyecto y veedores durante su ejecución, haciendo énfasis en que los resultados de la correcta aplicación serán beneficiosos para los pobladores de dicha comunidad y por esos se requiere de la participación y voluntad de cambio de todos los involucrados. “El arte comunitario se distingue por su naturaleza colaborativa. En los proyectos, el artista interviene involucrando a la comunidad en el proceso de creación y de ejecución de las obras”. (Moreno, 2016, p.19) TRANSITAR HISTÓRICO DE LA INVESTIGACIÓN-ACCIÓN PARTICIPATIVA (IAP) La IAP constituye una opción metodológica de mucha riqueza, ya que, por una parte, permite la expansión del conocimiento, y por la otra, genera respuestas concretas a problemáticas que se plantean los investigadores y coinvestigadores cuando deciden abordar una interrogante, temática de interés o situación problemática y desean aportar alguna alternativa de cambio o transformación, y así lo reconoce Miguel Martínez (2009, p. 28) cuando afirma: “el método de la investigación-acción tan modesto en sus apariencias, esconde e implica una nueva visión de hombre y de la ciencia, más que un proceso con diferentes técnicas”. Según Miguel Martínez (2009, p. 240), la investigación-acción ha tomado dos vertientes: una más bien sociológica desarrollada principalmente a partir de los trabajos de Kurt Lewin (1946/1992, 1948), Sol Taxi (1958) y Fals Borda (1970), y otra más específicamente educativa, inspirada en la ideas y prácticas de Paulo Freire (1974), Hilda Taba (1957), Lawrence Stenhouse (1988), John Elliot (1981, 1990) y otros. Ambas vertientes han sido exitosas en sus aplicaciones. El desarrollo de la tendencia sociológica en Latinoamérica tiene su principal representante en el insigne sociólogo Fals Borda (1925-2008), quien dedicó gran parte de su vida al estudio de comunidades campesinas y cuyos hallazgos son reportados en la literatura que dejó como legado para su país y el resto de Latinoamérica y también de Europa, continente donde es reconocido por sus importantes aportaciones al crecimiento y proyección de 45 esta metodología. En uno de sus artículos publicados en la revista Peripecias (2008), este autor destaca que la concreción de la IAP tuvo su clímax en el I Simposio Mundial de Investigación Activa realizado en Cartagena (Colombia) en 1977, y considera que constituyó un encuentro fructuoso y de estimulante intercambio cultural. En ese importante evento, según Fals Borda (2008, p. 3), se definió así a la investigación participativa: Una vivencia necesaria para progresar en democracia, como un complejo de actitudes y valores, y como un método de trabajo que dan sentido a la praxis en el terreno. A partir de aquel Simposio, había que ver a la IP no sólo como una metodología de investigación sino al mismo tiempo como una filosofía de la vida que convierte a sus practicantes en personas el terreno. Y de allí en adelante, nuestro movimiento creció y tomó dimensiones universales. Igualmente, Fals Borda destaca que en ese evento ya estaban delineadas las dos tendencias de investigación-acción, una que él denominó activista, representada por el contingente latinoamericano, y la otra representada por los investigadores y educadores canadienses. En relación con la tendencia educativa, en ella se han desarrollado algunas denominaciones, tales como investigación-acción participativa, educativa, pedagógica, en el aula, dependiendo de los autores que las practiquen. RASGOS DISTINTIVOS La investigación-acción participativa o investigación-acción es una metodología que presenta unas características particulares que la distinguen de otras opciones bajo el enfoque cualitativo; entre ellas podemos señalar la manera como se aborda el objeto de estudio, las intencionalidades o propósitos, el accionar de los actores sociales involucrados en la investigación, los diversos procedimientos que se desarrollan y los logros que se alcanzan. En cuanto al acercamiento al objeto de estudio, se parte de un diagnóstico inicial, de la consulta a diferentes actores sociales en búsqueda de apreciaciones, puntos de vista, opiniones, sobre un tema o problemática susceptible de cambiar. 46 En palabras de Miguel Martínez (2009, p. 239), “analizando las investigaciones en educación, como en muchas otras áreas, se puede apreciar que una vasta mayoría de los investigadores prefieren hacer investigaciones acerca de un problema, antes que investigación para solucionar un problema”, y agrega que la investigación- acción cumple con ambos propósitos. Por su parte, Antonio Latorre (2007, p. 28) señala que la investigación-acción se diferencia de otras investigaciones en los siguientes aspectos: a) Requiere una acción como parte integrante del mismo proceso de investigación. b) El foco reside en los valores del profesional, más que en las consideraciones metodológicas. c) Es una investigación sobre la persona, en el sentido de que los profesionales investigan sus propias acciones. Igualmente, señala Antonio Latorre que las metas de la investigación-acción son: mejorar y/o transformar la práctica social y/o educativa, a la vez que procurar una mejor comprensión de dicha práctica, articular de manera permanente la investigación, la acción y la formación; acercarse a la realidad vinculando el cambio y el conocimiento, además de hacer protagonistas de la investigación al profesorado. Asimismo, los actores sociales se convierten en investigadores activos, participando en la identificación de las necesidades o los potenciales problemas por investigar, en la recolección de información, en la toma de decisiones, en los procesos de reflexión y acción. En cuanto a los procedimientos, se comparten discusiones focalizadas, observaciones participantes, foros, talleres, mesas de discusión, entre otros. Formas de organizar la investigación (fases, etapas, momentos, ciclos) Los investigadores que siguen esta metódica han diseñado una serie de pasos, etapas, momentos o fases, que difieren en sus denominaciones; no obstante, su esencia sigue las orientaciones fundacionales que nos dejó Kurt Lewin, en su

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