QUIZ 23 - Personas sin Hogar - Resumen

Summary

Este documento presenta un análisis sobre las personas sin hogar, con una definición situacional de la exclusión social. Se exploran los conceptos de exclusión social tanto estructural como dinámica, y se identifican las características y necesidades de este colectivo.

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## TEMA 23 Las Personas sin Hogar: definición, perfil y tipología. Papel del/de la auxiliar de servicios sociales. **Competencias profesionales, actitudes, habilidades, conocimiento y capacidades para la atención social a las personas sin hogar** **Índice** 1. Las Personas sin Hogar 2. Tipología...

## TEMA 23 Las Personas sin Hogar: definición, perfil y tipología. Papel del/de la auxiliar de servicios sociales. **Competencias profesionales, actitudes, habilidades, conocimiento y capacidades para la atención social a las personas sin hogar** **Índice** 1. Las Personas sin Hogar 2. Tipología 3. Papel del/de la auxiliar de servicios sociales. **1. Las Personas sin Hogar** ### 1.1. Definición Cuando hablamos de "El sinhogarismo" nos estamos refiriendo a la falta de un alojamiento adecuado y permanente que proporcione un marco estable de convivencia (AVRAMOV, 1995), lo cual constituye uno de los principales problemas señalados por la Estrategia Europea de Inclusión Social. Las nuevas políticas sociales para abordar este problema, parten de una definición situacional del mismo, no como una cuestión estática. Así, se entiende el sinhogarismo desde una perspectiva dinámica, y no estática, de la exclusión social. En el sinhogarismo se conjugan diferentes circunstancias biográficas, momentos históricos, problemas sociales y necesidades personales. Dentro de este enfoque situacional, las definiciones oscilan entre la perspectiva más estricta que considera a la persona sin hogar solo en referencia a la carencia de un domicilio, hasta aquella otra que abarca no solo la falta de hogar sino todas aquellas situaciones en las que las personas afectadas viven en alojamientos que no reúnen unas condiciones mínimas para un adecuado desarrollo y que pueden desembocar en la falta de un lugar donde vivir. A menudo, cuando nos referimos la exclusión social, la identificamos con el alojamiento, y como un fenómeno estrechamente vinculado a la calle. Sin embargo, la realidad nos permite percibir el problema más allá de sus signos más visibles y evidentes (las personas que no tienen un techo bajo el que cobijarse), mostrando todo un catálogo de condiciones residenciales precarias. La complejidad y magnitud de la cuestión hace que con frecuencia se asuma únicamente la definición más restrictiva, con lo que las estadísticas suelen reflejar tan solo aquellos casos que literalmente carecen de un domicilio y viven o bien en la calle o en centros de acogida dirigidos a este colectivo, mostrando una realidad parcial de este fenómeno. De este modo no toman en consideración a aquellas personas que viven en lugares con condiciones inaceptables o aquellas otras que sufren una situación clara de vulnerabilidad frente al problema de la vivienda y el alojamiento. Así, se visualiza y se cifra el fenómeno de un modo extremadamente limitado, lo que tiene su repercusión en las políticas públicas diseñadas al efecto, que suelen abordar el problema teniendo en mente tan solo su núcleo más duro. Para definir a la persona sin hogar y su problemática, nos parece muy acertado arrancar del concepto de exclusión. Los elementos clave en el concepto de exclusión social son: * **Estructural**, la exclusión-inclusión, son fenómenos que arrastran las sociedades tecnológicamente avanzadas. Se trata de fracturas en el tejido social y la ruptura de ciertas coordenadas básicas de integración. El individuo está "dentro" o "fuera". Las antiguas sociedades industriales presentaban polarizaciones y desigualdades, generalmente centradas, en una sola dimensión, que no llegaba a romper los parámetros básicos de la integración social. * **Dinámica**, es un proceso o un conjunto de procesos, que afectan de forma cambiante a colectivos y personas. Las fronteras de la exclusión son móviles y fluidas; los índices de riesgo son diferentes según personas o sociedades, y son muy cambiantes. * **Multifactorial y multidimensional**, la exclusión se expresa como un fenómeno formado por un cúmulo de circunstancias desfavorables, a menudo fuertemente interrelacionadas. La marginación desde la Administración exige un abordaje integral en su definición, y horizontal o transversal en sus procesos de gestión. * **Estratégica**, la exclusión social, aunque esté inmersa en un proceso estructural de la sociedad, puede ser abordada desde la acción colectiva, desde el tejido social, y desde las políticas públicas. En las sociedades industriales los colectivos sometidos a desigualdades sociales se concienciaron de ello y planearon estrategias de cambio (mujeres sufragistas, presiones sindicales), que obligaron a la sociedad a que estas desigualdades disminuyeran. La persona actual, no pertenece a ningún colectivo concreto, no está concienciado de su propia exclusión, por ello es más difícil que se formen colectivos que exijan cambios, pero sí es posible. Analizamos la exclusión como un fenómeno inherente a las sociedades avanzadas del siglo XXI, pero nunca como la consecuencia de que determinadas personas no tengan capacidad para seguir el ritmo de la sociedad. Hay factores que siempre se dan cuando analizamos un proceso de exclusión, o un colectivo en riesgo; la carencia o dificultad de acceso al empleo, a la educación, a la formación y a la vivienda. De forma paralela a estos factores, y, a veces como consecuencia de estos, el no disponer de una renta suficiente para atender las necesidades mínimas. La carencia de información sobre los cauces públicos y privados disponibles para facilitar la inclusión social actúa como freno a la eficacia y eficiencia de las medidas aplicadas. A esta conceptualización sobre exclusión podríamos añadir la que nos da Gough en su libro "Teoría de las necesidades humanas", que relaciona la pobreza con la garantía de necesidades básicas, e incluso intermedias, mientras que la exclusión implicaría la falta de participación en alguna de las cuatro áreas sociales significativas que él menciona, producción, reproducción, cultura y autoridad política, también denominadas precondiciones sociales de satisfacción de las necesidades. El Plan de Inclusión del Reino de España reconoce a las personas sin hogar como un colectivo excluido, y si analizamos la teoría de Gough, la persona sin hogar no solo no participa en algunas de las cuatro áreas que indica sino que no lo hace en ninguna de ellas, por lo que su definición como colectivo excluido es indiscutible. El Diccionario de María Moliner (1999) define "excluir" como "quitar una cosa de un conjunto de las de su clase o de un lugar en que le corresponde estar o figurar". La persona sin hogar ocupaba un lugar en su comunidad de origen que ha perdido, por lo tanto, se le puede definir como el "excluido del primer mundo"; como personas que han sido expulsadas o abandonaron el lugar que ocupaban antes. Analizaremos la figura de la persona sin hogar en base a los factores que lo definen como excluido social. La Federación Española de Municipios y Provincias define el colectivo de personas sin hogar como "personas que conforman grupos diferenciados que presentan características comunes en cuanto a ausencia de referentes geográficos, personales, relacionales, sociales y laborales, que en un momento determinado los lleva a una situación mantenida de desarraigo, exclusión social e itinerancia". El Observatorio Europeo de las personas sin hogar las define como: "todas aquellas personas que no pueden conservar o acceder a un alojamiento adecuado, permanente y que proporcione un marco estable de convivencia, ya sea por razones económicas u otras barreras sociales, o bien porque presentan dificultades personales para llevar una vida autónoma". Esta definición fue asumida por la Federación Europea de asociaciones que trabajan a favor de las personas sin hogar (FEANTSA). Se pueden describir algunas características del sector: * Grupo social compuesto por hombres y mujeres que sufren una situación de exclusión extrema. * Dificultad para atender por sí mismo sus necesidades básicas. * Carencia o grave deterioro en las relaciones familiares y de convivencia, escasa o nula existencia de redes sociales de apoyo. * Inadaptación al sistema normativo y ordenamiento social. * Falta de ubicación territorial, que cursa habitualmente con movilidad geográfica y ausencia de vivienda. * Problemática psicosocial y de salud que dificultan su integración. * Dificultad de acceso al mundo laboral. * Las personas sin hogar no cuentan, en su mayoría, con ingresos económicos mínimos. * Sufren un deterioro personal, sobre todo en lo que a las motivaciones personales se refiere. * Es un proceso, hay causas que motivan la situación y sigue una evolución hacia la cronificación del problema, o hacia la normalización. * Las personas sin hogar están inmersas en procesos multivariables (personales, ambientales), que vinculan el origen de la situación de exclusión y su superación o evolución positiva. El Observatorio Europeo de las Personas Sin Hogar propone una serie de causas para el crecimiento de este fenómeno: * **Económicas/laborales**, falta de recursos económicos y materiales, desempleo, falta de formación, inestabilidad laboral, endeudamientos. * **De tipo personal/relacional**, separación conyugal, violencia en el hogar, aislamiento, exclusión familiar, falta de aprendizaje de habilidades. * **De tipo socio-sanitarias**, drogodependencias, enfermedades mentales, problemas relativos a la salud, inmigración, problemas penales. * **De tipo estructural**, falta de vivienda accesible por ausencia de políticas sociales de la vivienda, por insuficiencia de viviendas sociales, y/o por precios de compra o alquiler no accesible; precariedad del mercado laboral; reformas del sistema sanitario, en especial en lo que respecta a salud mental; y cambios en las estructuras familiares. Estas características pueden no encontrarse en su conjunto en todos los individuos, y dependerá en gran medida del grado de cronicidad en que se encuentren estos. La FEMP hace una tipología de esta población según el proceso evolutivo de marginación en que se encuentren, lo que nos puede indicar en cada caso el tipo de intervención a seguir: * **Situación Inicial**, se caracteriza por una situación de pobreza insostenida, donde todavía se dispone de algunos recursos económicos. La ocupación laboral es intermitente, principalmente en lo que se ha llamado economía sumergida y trabajos temporales. Se produce contacto estable con algún tipo de tóxicos, principalmente alcohol, y en la población más joven otros tipos de drogas. * **La relación familiar es escasa produciéndose contactos esporádicos**. Su hábitat residencial se encuentra cada vez más lejos en la distancia física y psicológica. Sin embargo, el desarraigo todavía no es un factor determinante. * **La relación con los servicios sociales se comienza a producir con cierta frecuencia**. Se puede indicar que se encuentra en el inicio de un proceso que todavía no está consolidado, donde se hace necesario establecer programas de atención precoz e intensos, cuyo objetivo sería modificar el curso del proceso de marginación. * **Situación Avanzada**, puede afirmarse que el proceso y la situación personal del desarraigo se encuentran ya consolidados. El sujeto ha roto todo tipo de relación con la familia y otras redes de origen social y comunitario. El consumo de tóxicos está totalmente consolidado, principalmente el alcohol. * **Situación Muy Avanzada**, son personas en las que el desarraigo social y marginación se encuentran plenamente instaurados e interiorizados por el sujeto. Los problemas de salud son considerables y comienzan a ser partes constitutivas de su problemática. La dependencia de tóxicos, muy especialmente del alcohol, se encuentra totalmente instaurada y cronificada. El deterioro personal, tanto físico como psíquico es considerable. Carecen de ocupación habitual y su integración en dicho ámbito es muy difícil. Igualmente se puede indicar que se ha producido una total ruptura con la familia y con su entorno social. Son las personas que se caracterizan por estar en la calle, sujetos que rechazan los recursos, viviendo en aislamiento y soledad. Partimos de la premisa de que hay cuatro elementos que tienen un papel fundamental para que la persona sin hogar esté excluida socialmente, la ausencia o deterioro de relaciones socio-familiares, carencia de estabilidad económico-laboral, falta de vivienda o alojamiento digno y disminución progresiva de los propios recursos personales. Haremos una descripción detallada de estos cuatro elementos y otros concatenantes en la exclusión social de la persona sin hogar basándonos en un artículo de José Morales Soriano, trabajador social con una larga experiencia profesional con personas sin hogar: 1. **Ausencia, deterioro o ruptura de la relación socio-familiar**. Al proceso de exclusión le precede o acompaña un total desarraigo familiar, que puede estar ocasionado por conflictos intergeneracionales, expulsión del hogar o abandono de este, o separaciones matrimoniales traumáticas, entre otras circunstancias. Esta ruptura con la familia suele vincular una ruptura con el medio socio-comunitario habitual, es decir, pérdida total de las redes sociales de apoyo. 2. **Carencia de estabilidad económico-laboral**. Son personas que no cuentan con fuentes de ingresos de forma continuada, ni en la cuantía necesaria para subsistir. Su situación laboral es muy precaria, se ocupan en trabajos no reglados e incluso marginales, dedicándose en un considerable porcentaje a la mendicidad. Pueden ser jóvenes que buscan el primer empleo, o personas mayores que son parados de larga duración. En ocasiones tienen problemas de salud (físicos o psíquicos), que les incapacitan para trabajar; pero no perciben una prestación, o en caso de hacerlo, es insuficiente para cubrir unas condiciones mínimas de bienestar. La inserción laboral de la persona sin hogar es muy difícil por su escasa cualificación profesional, y las condiciones de vida marginal que sufren (dificultad de higiene personal y aseo de la ropa, falta de teléfonos y direcciones de contacto, redes sociales que le faciliten la inserción laboral, etc.). 3. **Falta de vivienda o alojamiento digno**. No disponen de vivienda y no cuentan con autonomía económica para adquirir una. Fueron desahuciados, o abandonaron su familia de origen sin contar con los recursos económicos suficientes. Si el acceso a la vivienda es muy difícil para toda la población, para la persona sin hogar es casi imposible. La alternativa convivencial son los albergues, casas de acogida, chabolas o infraviviendas, parques, en condiciones de habitabilidad pésimas y ocupando espacios insalubres. 4. **Disminución progresiva de los propios recursos personales**. Hay muchos aspectos que influyen determinantemente en el menoscabo de las potencialidades internas del individuo, que le impiden adquirir un nivel de autonomía para resolver sus conflictos y necesidades. Entre estos aspectos está la edad, antecedentes familiares, 'inmigración, nivel cultural, excarcelación, discapacidad...; pero los aspectos más comunes, y que más efectos negativos producen en el individuo son los problemas de salud mental y las adicciones al alcohol o a las drogas. El proceso de exclusión conlleva un deterioro progresivo del sujeto, proporcional al tiempo transcurrido desde el inicio de la vida en la calle. Hay otros aspectos que definen a la persona sin hogar; uno muy importante es su no participación en la vida económica, política y social, lo que siguiendo la teoría de Gough, lo define como excluido social. Estos elementos descritos son comunes a los "transeúntes" y los "sin techo", que son los dos diferentes modos de vida que sigue la persona sin hogar. El transeúnte se ha alejado físicamente de su lugar de origen, y mantiene un deambular continuo. El sin techo está ubicado en un entorno de referencia, aunque no tenga contacto con su familia, o redes sociales de origen. Jordi Balot, en el documento "Sin Techo" de la fundación Arrels de Barcelona, afirma que también "son personas sin hogar quienes carecen de las mínimas condiciones de vivienda que les permitan vivir con dignidad, el calor de una familia, el apoyo de un grupo de amigos... Hay muchas personas que son sin hogar, pero están ocultas puesto que la soledad, el sufrimiento o la angustia se pueden disfrazar. Pero no por ello su situación deja de ser un drama". Existen, por lo tanto, otro colectivo diferente al de transeúntes y sin techo, son personas que, a pesar de estar empadronados en una ciudad, viven en idéntica situación a los sin techo, aunque no sea una realidad evidente ni los reconozcamos como personas sin hogar, el trabajo social debe seguir las mismas líneas de actuación que con los sin techo. Una vez descrito la persona sin hogar y los elementos que configuran sus circunstancias de exclusión, cabe preguntarse cómo ha llegado a esa situación. En el estudio "Atrapados en la calle" el profesor de psicología de la Universidad Complutense de Madrid, Manuel Muñoz, señala dos causas: los factores socioeconómicos como la alta tasa de desempleo, ausencia de políticas de vivienda, migración y factores de vulnerabilidad personal como sucesos estresantes encadenados, repetición de acontecimientos críticos o enfermedades mentales. Este estudio describe también que una persona sufre a lo largo de su vida entre tres y cuatro situaciones críticas: pérdida de un trabajo, muerte de un familiar, desengaño amoroso, problemas graves en el trabajo, pérdida de autoestima... Sin embargo, una persona sin hogar sufre entre ocho y diez y de forma encadenada. Eso anula al individuo, le hace perder el norte, y en muchas ocasiones se convierte en una persona sin hogar, si no recibe el apoyo adecuado. ### 1.2. Perfil Para poder conocer el perfil más actual de las Personas Sin Hogar, tomaremos como referencia la Encuesta a las Personas sin Hogar del año 2022 del INE (Instituto Nacional de Estadística) y los datos obtenidos. **Sabías que...** La Encuesta sobre las personas sin hogar tiene como objetivo conocer el perfil sociodemográfico, las condiciones de vida y las dificultades de acceso al alojamiento de las personas sin hogar. Para este colectivo se investigan las características sociodemográficas (sexo, edad, tiempo de residencia en España, nacionalidad, empadronamiento), el alojamiento (frecuentación, tipología, características, antecedentes y búsqueda), la relación con la actividad, la situación económica, la formación, la salud, los vínculos y antecedentes familiares, la utilización de los servicios sociales y la relación con la justicia. La cantidad de personas sin hogar en España ha crecido un 24,5% en 10 años. Según los últimos datos de la Encuesta de Personas Sin Hogar del INE de 2022, alcanzan las 28.552 personas en esta situación, frente a las 22.938 personas en 2012. Estos datos salen a partir de la información que recogen de los centros de personas sin hogar. Sin embargo, la Estrategia Nacional para la lucha contra el Sinhogarismo en España 2023-2030, que se publicó el 30 de junio de 2023, advierte que en estos datos faltan "las personas que pernoctan en la calle y que no acceden al resto de los centros que conforman la red de atención a personas sin hogar". Los principales motivos por los que las personas abandonan su residencia antes de acabar sin hogar son por tener que empezar de cero tras emigrar a otro país (28,8%), por haber perdido el trabajo (26,8%) y porque esa persona fue desahuciada (1 6,1 /0). ### 1.2.1. Características sociodemográficas Las principales características sociodemográficas que pueden ayudar a establecer una imagen lo más veraz posible de la población en situación de sinhogarismo son el sexo, la edad, la procedencia y la discapacidad, principalmente. En relación a la edad, la media de la población en situación de sinhogarismo en el año 2022 fue de 42,9 años. El 51 % del total tenía menos de 45 años, el 43% entre 45 у 65 años, y la población mayor de 64 años sin hogar representaba el 6%. Tal y como se verá más adelante, se ha observado una reducción de la edad media entre el año 2012 y el 2022. De hecho, las personas entrevistadas también explican cómo el perfil de personas en situación de sinhogar, pese a su heterogeneidad, ha sufrido un considerable descenso en la edad, además de que los casos de jóvenes inmigrantes extutelados cobra relevan cia dentro de los casos de sinhogarismo en nuestro país. En relación a la procedencia, existe bastante equilibrio entre población con nacionalidad española (50,1%) y aquella con nacionalidad extranjera (49,9%). De las nacionalidades extranjeras en situación de sinhogarismo, la mayoría eran de algún país de África (53,3%), seguido de América (25,9%) y Europa (16,7%), y del total de extranjeros en situación de sin hogar, el 43% llevaba más de 5 años residiendo en España, lo que probablemente apunte a una situación de exclusión cronificada. Si se atiende a las edades medias de la población extranjera frente a la española, los primeros cuentan con edades más bajas, con el 68% menor de 45 años, mientras que sólo el 34,3% de los españoles sería menor de 45 años. Un elemento a tener en cuenta en los análisis sobre sinhogarismo es su cronificación, medible a través del tiempo que llevan sin hogar. Los datos indican que el 33% lleva menos de un año sin un hogar, el 27% entre uno y tres años y el 40% lleva más de tres años sin un alojamiento propio en el que vivir. El sinhogarismo de larga duración es especialmente grave si tenemos en cuenta que el primer año en situación de calle es el más determinante para intentar desactivar o revertir la situación. Es en este tiempo cuando las personas que más se esfuerzan y menos perjudicada se encuentran por las múltiples dificultades y riesgos que acarrea el sinhogarismo. La distribución del sinhogarismo de larga duración no es homogénea en todo el territorio español. Asturias y Murcia parecen ser las CCAA con más personas en situación de sinhogarismo de larga duración, mientras Castilla y León, Cantabria y La Rioja son las CCAA con porcentajes más bajos en este sentido. Retomando ahora los datos sobre sinhogarismo según el sexo, se observa un notable aumento entre las mujeres. En los últimos diez años el porcentaje de mujeres en situación de sinhogarismo habría pasado del 19,7% al 23%. Sin embargo, cabe preguntarse si es un fenómeno reciente o si ese aumento es reflejo de una mayor visibilización potenciada por diagnósticos más sensibles a la perspectiva de género. Matamala explica que el "sinhogarismo encubierto", hace referencia a un tipo de sinhogarismo específico de las mujeres donde "se engloban una serie de estrategias incluidas dentro de la exclusión residencial (como recurrir a familiares o personas conocidas que permiten un lugar de pernocta, la ocupación ilegal, el convivir bajo la amenaza de la violencia machista, etcétera) y que van más allá del no contar con un techo bajo el que dormir o la pernocta en albergues".. Así, pese a que ciertas situaciones específicas del sinhogarismo tienen mayor prevalencia entre hombres, las mujeres sufren exclusión residencial en mayor medida que los hombres; con lo que, aunque hay una sobrerrepresentación de hombres en las categorías ETHOS 1 y 2, las cifras entre sexos no son tan dispares cuando se amplía la definición de sinhogarismo, incluyendo las demás categorías ETHOS. Esos itinerarios encubiertos están muy marcados por distintos tipos de violencias (de género, institucional, residencial etc.), tienen la calle como última opción, por miedo e inseguridad además de la carga social de estereotipos que arrastran las mujeres que viven en calle, apuntan a un sostenimiento de los cuidados, lo que hace que muchas veces se queden, pese a que la situación pueda ser muy precaria o nociva, por la responsabilidad de cuidados que asumen, y establecen vínculos de dependencia masculina por necesidad o por protección, entre otros. A su vez, en el sinhogarismo hay un vínculo muy fuerte entre sinhogarismo y violencia de género. ### 1.2.2. Formación y situación laboral Uno de los aspectos más significativos en lo relativo al empleo y la formación es que sólo un 5% de las personas en situación de sinhogar tengan trabajo. Esta realidad apunta al sinhogarismo y la exclusión residencial como fenómenos multicausales enraizados en otras problemáticas estructurales como el paro o la falta de vivienda pública. El 65% de las personas sin hogar declaró tener estudios secundarios, el 24% de estudios primarios o inferiores y el 11% declaró tener estudios superiores. Los datos además informaron de que son más las mujeres en situación de sinhogarismo con estudios universitarios (12%), que hombres con estudios universitarios (8%). El 71% de las personas en situación de sinhogarismo se encuentran desempleadas. Por otra parte, el 6% estaba en situación de invalidez, el 4% jubilado/a o retirado/a, y el 13% declaró encontrarse en otra situación laboral distinta a las anteriores. Atendiendo a los datos de empleo desagregados por sexo se puede afirmar que hay un número sensiblemente más alto de mujeres con trabajo (1 1%) que de hombres (4%), pese a que sería necesario ahondar en las características y condiciones de estos empleos. En torno a la mitad de las personas que están desempleadas, declararon no estar buscando empleo, y los principales motivos argumentados para ello fueron; motivos de salud (42,5%) y no tener los papeles en regla (21,8%), algo que precisamente pone de relieve dos circunstancias de especial vulnerabilidad en el ámbito del trabajo y son personas con discapacidades y personas migrantes, cuya situación administrativa les empuja al trabajo irregular y sumergido. ### 1.2.3. Vínculos familiares y sociales de personas sin hogar en España El sinhogarismo es resultado de una concatenación de pérdidas, entre las que se encuentran también las de tipo relacional, y de hecho "las fracturas y quiebras en las relaciones familiares y sociales" son un factor clave a la hora de entender el fenómeno del sinhogarismo, Pensando en el caso concreto de España, caracterizada por su "familiarismo", la red social adquiere una centralidad aún mayor que en otros países europeos, siendo ésta un elemento de protección ante la exclusión social. Las teorías de la exclusión social han tendido siempre a identificar a las personas en situación de sinhogarismo como individuos desafiliados en estado de total aislamiento, con bajos niveles de apoyo social, sin embargo es importante poner en cuestión este supuesto, tal y como hace Bachiller afirmando que, si bien el sinhogarismo sí se caracteriza por una pérdida o quiebra progresiva de los vínculos previos, ni todos han perdido el contacto, ni esas rupturas implican que no tengan otros vínculos sociales en los que apoyarse. El autor apunta a cómo se reconfigura el espacio de socialización, que pese acabar impregnado por la exclusión y estigma social, deja también espacio para otras formas de solidaridad y cooperación entre personas en situaciones similares. No obstante, los datos de 2022 indican que el 61% de las personas en situación de sinhogarismo pasan el día solos/as. Algunos datos reveladores al hilo de los apoyos sociales con los que cuentan las personas sin hogar son que, según el INE, el 24,9% declara tener pareja, y de estos, solo la mitad convive con ella. Respecto a los hijos/as, la mitad de las personas encuestadas tienen hijos/as aunque 2 de cada 10 afirma no tener ningún contacto con ellos/as. Los contactos más habituales en el último mes son la pareja (81%) y los hijos/as (68%). Según datos del FACIAM "el 55.3% de las mujeres en situación de sinhogarismo refieren tener un apoyo social bajo, refiriendo de manera constante sentimientos de soledad y aislamientot Pese a ello, ellas declaran mayores niveles de apoyo social que los hombres. Los sucesos traumáticos y estresantes son aspectos muy determinantes en las trayectorias de personas en situación de sinhogar. En este sentido, las situaciones familiares más frecuentes hasta los 18 años fueron la falta de dinero (45%), el fallecimiento de algún miembro de la familia (37%) y el paro prolongado de algún miembro (27%). El 20% de las personas en situación de sinhogarismo encuestadas afirmaron haber vivido hasta los 1 8 años en un entorno familiar sin problemas o conflictos graves; ya que no se puede olvidar que la experiencia del sinhogarismo genera condiciones de socialización específicas donde la calle tiene sus propias dinámicas, así como los centros o albergues, dando lugar a formas de estar y estar con los otros específicas. ### 1.2.4. Condiciones de vida de personas sin hogar en España Las personas en situación de sinhogarismo tienen rutinas distintas, y por tanto experiencias diferenciadas en las actividades cotidianas. Las condiciones de vida de cada persona vienen determinadas por múltiples factores, entre los que merece la pena destacar, la pernocta y las fuentes de ingresos como dos de los más importantes. Según los datos, el 89% de las personas en situación de sinhogarismo pernocta todas las noches en el mismo lugar, el 40,3 % declara dormir en centros o albergues (incluyendo aquí los centros especializados en personas migrantes y mujeres víctimas de violencia de género), el 25,5% duerme en el espacio público y alojamientos de fortuna, el 24,7% se aloja en pisos o pensiones pagadas por una ONG y el 9,5% pernoctan en pisos ocupados. Los datos de pernocta según el sexo indican grandes diferencias entre hombres y mujeres en relación a sus lugares de pernoctación. Estas desigualdades se aprecian, por un lado, en el elevado número de hombres que duermen en el espacio público y alojamientos de fortuna, y por otro, en el porcentaje de mujeres que se alojan en pisos ocupados. Otro tipo de alojamiento donde se dan claras diferencias es en los pisos facilitados por una ONG u organismo, donde duermen el 28,8% de las mujeres, frente al 15% de los hombres. No hacer uso de los recursos destinados a atender a personas en situación de sinhogarismo no debe ser planteado desde la lógica de la "voluntariedad" o el deseo, sino como un problema de aquello que se ofrece. Según se ha dicho en entrevistas con personas en situación de sinhogarusmo, el no acceder a estos recursos, guarda relación con la propia configuración de estos dispositivos y las restricciones a las que se deben someter. El INE, intenta recoger esas razones que llevan a las personas en situación de sinhogarismo a dormir al margen de la red normalizada de recursos. Hay 7.277 personas que duermen en lugares no previstos para el alojamiento según los datos, de las cuales el 93% son hombres. Para las mujeres, la razón principal para dormir en espacios no previstos es la falta de plazas (29,8%) mientras que los hombres señalan directamente no querer ir a dormir a centros (38,1%). Este grupo de personas insatisfechas (2,619) con el alojamiento en centros esgrime las siguientes razones para no querer ir a dormir a un centro. Se observa claramente que las dos principales razones son problemas de convivencia con el resto de las personas usuarias y el propio funcionamiento del centro. Todas estas razones que también han aparecido en las entrevistas con personas usuarias, configuran 20 un marco de malestar generalizado con las características básicas de lo que es la cultura y el espacio institucional. Otra de las variables de interés para el análisis de las razones para dormir fuera de la red de atención de personas en situación de sinhogarismo, es la discapacidad. Del total de personas con discapacidad que duermen en estos lugares, el 20% lo hace por desconocimiento de la existencia de este tipo de alojamientos. Las fuentes de ingresos son otro pilar fundamental con el que analizar las condiciones de vida de las personas en situación de sinhogarismo. Las prestaciones públicas están a la cabeza, habiendo sido percibidas por el 33%. Otras fuentes de ingresos fueron las ayudas familiares (7%), el propio empleo (7%) y ayudas de ONG's (6,5%). De estos datos se desprende que el 30% de las personas en situación de sinhogarismo no tiene ninguna fuente de ingreso. Es especialmente llamativo que la problemática del sinhogarismo no quede resuelta a través de ayudas y prestaciones públicas, y que tan sólo 3 de cada 10 personas reciban ayudas públicas. Además, la sistemática vulneración de sus derechos, se materializa en delitos de odio cometidos contra ellas simplemente por el hecho de encontrarse en su situación. Es decir, la consideración social de las personas en situación de sinhogarismo, asentada sobre ciertos imaginarios comunes, parece asumir la vulneración de derechos como una parte más de su condición. La materialización más drástica de la asunción de que son personas sin derechos es la normalización de la violencia hacia las personas en situación de sinhogarismo según los datos de 2022. Un 79% declaran no sentirse nada o muy poco discriminadas, algo que podría ser objeto de un análisis cualitativo más detallado que ahonde en ello. Si se atiende a la variable de nacionalidad, sí que se encuentran diferencias significativas en relación a esta discriminación percibida entre población extranjera y no extranjera, manifestando los primeros más sensación de discriminación que los no extranjeros. En cuanto al análisis por sexos, cabe mencionar cómo el elemento que articula esa diferencia en muchos casos es el tipo de agresión. Las agresiones sexuales fueron declaradas por el 22% de las mujeres en situación sin hogar y el 4% de los hombres. Además, en torno al 60% de las personas en situación de sinhogarismo con alguna discapacidad declaran haber sido víctimas de algún tipo de delito. ### 1.2.5. Estado de salud de personas sin hogar en España La situación de sinhogarismo genera graves problemas en el acceso y disfrute del derecho a la salud. Según la "Estrategia Nacional Integral para Personas sin Hogar 20152020" la esperanza de vida de las personas en situación de sinhogarismo estaba entre los 45 y los 52 años, es decir, en torno a 30 años menos que la población general. En 1994 una investigación identificó que esta alta mortalidad entre personas en situación de sinhogarismo no estaba exclusivamente ligada con el abuso de sustancias, sino que las personas en situación de sinhogarismo en las que no se presentaban problemas de adicciones también tenían un riesgo de muerte tres veces más alto que la población media. En otro estudio de 2019, 1 de cada 3 fallecimientos fueron por motivos susceptibles de una asistencia médica eficaz y pertinente. Y, aunque la información es escasa, se sabe que tienen 7 veces más probabilidades de morir en un accidente y tienen 9 veces más probabilidades de suicidarse. En definitiva, no es exagerado asegurar que la falta de vivienda mata y enferma. En España, las diferencias socioeconómicas son un indicador clave a la hora de analizar y comprender la mortalidad y la prevalencia de enfermedades. Un ejemplo de esto es el mapa de la mortalidad, creado por el grupo de investigación MEDEA359, que recoge datos longitudinales entre la población de las principales ciudades españolas. Los resultados vinculan directamente la pobreza y la privación material con una mayor mortalidad. Se pone como ejemplo de esto el barrio de las Tres Mil Viviendas en Sevilla, en el que el riesgo relativo de un hombre de sufrir cáncer de pulmón es un 1 12% superior a la media. Un estudio de FajardoBullón y compañía que analiza los factores asociados a una mala salud entre personas en situación de sinhogarismo, demuestra por un lado que cuanto más tiempo lleva una persona sin un hogar, peor es la autopercepción de su salud, y por otro, que las relaciones interpersonales (pasar el día con alguien o mantener el contacto con familiares) mejoran significativamente los indicadores de salud autopercibida, algo que debe leerse en paralelo con lo ya mencionado en el epígrafe en el que se analizan los vínculos sociales y familiares. De cada 10 personas en situación de sinhogarismo, 6 declaran sufrir algún síntoma depresivo, incrementando hasta el 68% en el caso de

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