El Estado - Luis Claudio Cervantes Liñan, Jesus Antonio Rivera Oré PDF

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This document's first part delves into the concept and history of "Estado" (State), examining its evolution from ancient times to the modern era. It analyzes the characteristics of different forms of State organization and discusses the present challenges.

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Primera PARTE PROBLEMAS Y DESAFÍOS DE LA GOBERNABILIDAD 33 UIGV 1.1. El Estado E l término Estado, comúnmente difundido y aceptado en la actualidad, hace referencia al ordenamiento jurídico (sistema legal) y político (sistema institucional) que adopta...

Primera PARTE PROBLEMAS Y DESAFÍOS DE LA GOBERNABILIDAD 33 UIGV 1.1. El Estado E l término Estado, comúnmente difundido y aceptado en la actualidad, hace referencia al ordenamiento jurídico (sistema legal) y político (sistema institucional) que adopta la Sociedad para asegurar su convivencia recíproca o gobernanza. Tal como ha ocurrido con el término y ejercicio del poder, diversos estudios sobre el Estado documentan antecedentes de vieja data y resultado de un largo proceso histórico de adecuación a los contextos sociales, políticos, económicos y culturales que ha experimentado la Sociedad. No obstante, el doctor Pierangelo Schiera (Bobbio, 2010) estima que el concepto de Estado no es universal sino que sirve solamente para indicar y describir una forma de ordenamiento político que ocurrió en Europa a partir del siglo XIII hasta inicios del siglo XIX sobre la base de presupuestos y motivos específicos de la historia de Europa desde donde se ha extendido a todo el mundo civilizado, configurándose así un modelo conceptual casi homogéneo de organización del poder. Es del parecer que, la sutileza conceptual europea se diferencia de otros modelos históricos de Estado por la intervención de un elemento clave que es la progresiva centralización del poder por una instancia cada vez más amplia que comprende todo el ámbito de las relaciones políticas. Asimismo que, la afirmación del principio de la territorialidad de la obligación política (soberanía) y la progresiva adquisición de la impersonalidad del mando político, constituyen los rasgos que mejor definen la nueva forma de organización política del Estado moderno. Desde esa perspectiva, es fácil colegir que el traslado forzado del modelo conceptual y la forma de organización política del Estado europeo apoyado en la expansión colonial a inicios del siglo XIX a la América en los albores de la Independencia, ha impuesto una arquitectura política que no corresponde con la realidad histórica y eso explica el por qué la estructura del poder no ha logrado integrar las naciones y dar cobertura institucional a los territorios y su geografía. En la actualidad es visible la baja densidad del Estado y, en contraste, la persistente desigualdad social y la pobreza. A propósito, el PNUD (2010) al abordar los problemas del desarrollo humano explica que la densidad del Estado no tiene nada que ver con el tamaño sino, más bien, con la capacidad que el Estado tiene para prestar servicios básicos a los ciudadanos a lo largo y ancho del territorio. La baja densidad del Estado sigue siendo una brecha pendiente de cerrar a casi 200 años de la Independencia. UIGV 34 PERÚ: ESTADO, PODER Y DEMOCRACIA 1.1.1. Antecedentes del Estado A partir del principio de que el Estado refiere al ordenamiento jurídico y político que adopta la Sociedad, datos e información que registra la Historia Universal, precisan como antecedentes del Estado contemporáneo a las primarias formas de comunidad humana que surgieron con las polis en la antigua Grecia y su progreso a las civitas con el dominio del Imperio Romano o el regnum que floreció en tiempos del medioevo al norte de Italia. Las polis o ciudades Estado (Atenas, Esparta, etc.) que surgieron en la antigua Grecia hacia la segunda mitad del siglo VII a.C. eran pequeños territorios que comprendían predios urbanos y rurales, bosques y puertos en cuyo ámbito los ciudadanos establecieron un centro de poder autónomo y sobrevivieron hasta la incursión y dominio del Imperio Romano que instituye las civitas. Las civitas o comunidades de ciudadanos surgieron a partir del año 753 a.C. con la fundación de Roma y la adopción de un régimen jurídico bajo principios de soberanía y uno político de autoridad común reconocida al monarca o primer rey Rómulo. Mientras que el regnum o reino era una entidad jurídica y geográfica que surgió durante el medioevo al norte de Italia hasta el dominio alemán de Carlomagno hacia el año 774 d.C. Precisamente, durante la vigencia de las polis es donde aparecen los grandes filósofos griegos: Sócrates, Platón y Aristóteles cuyo pensamiento ha tenido vigencia por más de dos milenios. Platón (427-347 a.C.), discípulo de Sócrates en su célebre diálogo “República” (1872), habló del Estado ideal en el gobierno de una ciudad o polis, dividido en tres clases diferenciadas y distribuidas en una pirámide de poder: 1. La base, donde están los trabajadores; 2. El centro, reservado a la acción de los guerreros; y 3. La cúspide, al desempeño de los dirigentes. A su vez Aristóteles (384-322 a.C.), gran discípulo de Platón en su obra “Política” (1988), concibe al Estado como una asociación social, económicamente más avanzada que la familia, formada por hombres en la necesidad de alcanzar el bien común. Es decir, el Estado es una asociación social y económica capaz de satisfacer las necesidades humanas cuyo objetivo político lo convierte en el medio para reproducirse o superarse, atendiendo a la naturaleza de los seres racionales. Sin embargo, existen trabajos académicos y políticos que difieren de esa configuración histórica y documentan que el Estado solo puede ser entendido como tal a partir del momento en que la Sociedad política incorpora los principios de soberanía y la obligación legal y formal de un ciudadano a pertenecer a un Primera PARTE PROBLEMAS Y DESAFÍOS DE LA GOBERNABILIDAD 35 UIGV Estado, a que se refiere la naturalización, y que esto recién ocurre durante la época del Renacimiento a partir del siglo XV. Uno de los grandes exponentes de esta nueva corriente de pensamiento político, es el filósofo y humanista inglés Thomas More (Tomás Moro, 1478- 1535). En efecto, en su obra Utopía (1805), instituye con magistral intelecto una comunidad política ficticia afincada en una isla y regida por principios de paz, propiedad común de los bienes, autoridades elegidas por voto popular y un régimen de organización geográfica y política en torno a un gobernante en la figura del príncipe, recreando así las ideas visionarias de Sócrates y Platón. 1.1.2. La Formación del Estado A diferencia de T. Moro que idealiza la concepción y ejercicio del Estado en la isla Utopía a partir de las visiones propuestas por los filósofos griegos, por aquellos años al otro lado de Europa, en Italia surgió otro ilustre pensador que la ciencia política identifica como el padre del Estado moderno, basándose en la experiencia de la ciudad de Florencia gobernada por un príncipe. En efecto, se atribuye al filósofo y político italiano Niccolo Machiavelli (Nicolás Maquiavelo, 1469-1527), la formulación del primer tratado político sobre el Estado en su obra El Príncipe (1944), quien define al Estado como la acción política de un pueblo sobre los hombres en un determinado territorio y bajo el poder de una autoridad. Tras el auge del Renacimiento, la prolija producción intelectual y política que años más tarde incorpora la cuestión social a la visión histórica del Estado en un contexto de expansión económica provocada por la revolución industrial, la globalización del comercio y la economía, el término adopta un sentido más amplio, influenciado también por las visiones socialistas que aportó el pensamiento marxista. En opinión de R. Borja (2002), el Estado nuevo como unidad sociopolítica nació de la unificación de los entes políticos europeos bajo el absolutismo monárquico y, desde entonces el término designa a: La unidad de poder organizado sobre un territorio determinado, con un orden jurídico unitario, una competente jerarquía de funcionarios públicos, un ejército permanente, un sistema impositivo bien reglamentado y un régimen político en el que los medios reales de gobierno y administración, que fueron propiedad de los señores feudales y monarcas absolutos, se transfirieron a gobiernos representativos a partir del triunfo de la Revolución Francesa. UIGV 36 PERÚ: ESTADO, PODER Y DEMOCRACIA Según el político ecuatoriano, los elementos constitutivos del Estado son cuatro, sin que ninguno de ellos pueda faltar de lo contrario, es imposible su existencia, a saber: 1. El pueblo, que es el elemento humano; 2. El territorio, el entorno físico; 3. El poder político, facultad de mando sobre la Sociedad; y 4. La soberanía, capacidad de autonomía sin interferencias exteriores. Respecto de la tipología o formas de Estado, R. Borja precisa que la identificación de tal o cual tipo obedece a criterios que adopta el investigador o los académicos o los políticos para la diferenciación, siendo básicos dos criterios: a) participación del pueblo en la toma de decisiones dentro del Estado; y b) distribución del poder político según el territorio. De acuerdo con el juego de esos criterios, en el primer caso el Estado puede ser democrático si la participación del pueblo es plena; y autocrático, cuando la dictadura o la tiranía restringen o limitan la participación. En el segundo, el Estado puede ser unitario o federal según el grado de descentralización jurídica y política del Gobierno que establecen los ordenamientos constitucionales y legales en cada cual país. Sobre esas características básicas, desde inicios del siglo XIX, el Estado contemporáneo sigue un proceso de permanente evolución, motivado por la necesidad de dar preferente respuesta a las exigencias de la Sociedad y a los progresos tecnológicos en un contexto de profundización de la globalización económica, política, social y cultural del mundo. En las últimas décadas y a raíz de una mayor interacción de la Sociedad en un mundo cada vez más globalizado donde el adelanto de las TIC’s promueven la expansión de la economía basada en la competitividad y la dinamización del comercio como también la generación de nuevos estándares de calidad de vida, el Estado como ordenamiento político y jurídico de la Sociedad, ha sufrido mayor presión y ha adoptado una organización compleja y heterogénea; pero aún insuficiente. En efecto, las tendencias hacia la conformación de grandes regiones políticas como la Unión Europea y la integración económica y comercial mediante la masificación de acuerdos y alianzas estratégicas bilaterales y multilaterales como la OCDE o como la Alianza del Pacífico, han revelado graves fallas en la organización de los Estados que impiden la realización del ideal de la Nación signada por la desigualdad social y la pobreza. Primera PARTE PROBLEMAS Y DESAFÍOS DE LA GOBERNABILIDAD 37 UIGV Aun cuando es arriesgado hablar de crisis del Estado en tiempos de globalización del mundo e integración de grandes bloques económicos y comerciales de espectro multidimensional (político, social, económico, cultural, etc.), si es pertinente hablar del déficit de la política que ha sido desbordada por la economía y eso ha provocado la postergación de las reformas para lograr un Estado mejor organizado y efectivamente, al servicio de la gente. Este es el gran reto de la Democracia en la actualidad. 1.1.3. El Estado en el Perú La experiencia que le ha tocado vivir al Perú en materia de formación, organización y ejercicio del Estado, es particularmente distinta a la de otros países latinoamericanos. Primero porque fue capital del Virreinato y soportó la imposición de un duro sistema colonial; y segundo, la adaptación del modelo de Estado europeo, fue traumática. En efecto, el sistema colonial monárquico español supuso el derrumbe del Estado teocrático y monárquico del Imperio de los Incas heredado de los antiguos Imperios Wari y Tiahuanaco; y segundo, la adaptación de un modelo de Estado feudal tras la Independencia no fue la mejor ya que, al cabo de casi 200 años de vida independiente, no logra consolidarse y sigue en deuda con los propósitos de lograr el desarrollo nacional. Según el doctor Martín Tanaka (2010), cuando desde las ciencias sociales se ha estudiado el Estado en su conjunto se ha tenido en cuenta la reforma en términos básicamente administrativos, pero desatendiendo relativamente su dimensión política y social. El Estado en las ciencias sociales peruanas tiene un rostro ambiguo, ya que lo muestra similar en su esencia a lo largo de la continuidad histórica y variable en función del juego de intereses de los grupos de poder en cada cual momento, pasando de un Estado oligárquico a uno Estado populista y de allí a un Estado neoliberal. Dice que, así el Estado aparece como una figura omnipresente, se le invoca para dar cuenta de los problemas de la formación nacional; se denuncia su carácter excluyente, el dominio de control que ejercen las clases poderosas, su debilidad, precariedad y ausencia en gran parte del territorio nacional, desatendiendo las necesidades de la población, deslegitimando las instituciones y marcando distancias entre el Perú oficial (legal, formal) y el Perú real (provinciano e informal). Sin embargo, sostiene que esa forma simple como es abordado por las ciencias sociales de dar por ciertos los patrones de relación de cómo es y cómo funciona el UIGV 38 PERÚ: ESTADO, PODER Y DEMOCRACIA Estado, muestra imágenes equívocas puesto que ha contribuido a la construcción de una identidad nacional y, lo que se cuestiona, no es tanto la ausencia sino su ineficiencia o debilidad en la cobertura del territorio nacional, siendo tarea pendiente avanzar en la legitimación e institucionalización del Estado. Sobre el particular, el doctor Javier Tantaleán A. (2001), al abordar el estudio del pensamiento Occidental que ha sido adoptado para explicar la historia e institucionalidad del poder y del modelo de Estado en el Perú, coincide plenamente con las apreciaciones del doctor Pierangelo Schiera quien no estima válido el sesgo a la universalización que se hace de la conceptualización del Estado europeo. Según el trabajo de J. Tantaleán, la dimensión histórica no ha sido convenientemente valorada por los historiadores e investigadores ya que el estudio del Estado peruano se ha generalizado siguiendo el tratamiento dado a sociedades subdesarrolladas y su historia particular, basada en el paradigma euro centrista que observa los fenómenos históricos en relación a la experiencia de la Europa feudal y más tarde capitalista que, apoyada en la revolución industrial y comercial, se expandió hacia América y Asia. El doctor J. Tantaleán hace referencia a las asimetrías que existen entre el poder político tradicional y el poder despótico asiático en la Europa feudal que los estudiosos europeos, al fragor de la expansión colonial en los siglos XVI y XVII, no han sabido diferenciar y lo han asociado a la realidad de Occidente para explicar el desarrollo del Incanato siguiendo la filosofía griega de Aristóteles expuesta en su obra “La Política”. En opinión del autor bajo comentario, los viajeros y pensadores europeos en un contexto de expansión colonial y, en algunos casos, por interés académico o político, estudiaban los Estados, las clases sociales, las leyes, la organización de la agricultura, las tradiciones culturales y otros aspectos, asociando las visiones orientales del modelo asiático (monarquías absolutistas, tiránicas) y del modelo despótico (gobierno absoluto, poder sin leyes), a la realidad de Occidente. Refiere que los pensadores clásicos de la teoría del Estado Nicolás Maquiavelo, Francis Bacon, Francois Bernier y Montesquieu son quienes centraron interés en el estudio del poder político y del despotismo Oriental en la China, India, Mongolia, Turquía, etc. Pero, identifica a Montesquieu como el primer tratadista que describe el régimen de los gobiernos republicanos, monárquicos y despóticos. Sobre el sistema político despótico en la percepción de Montesquieu, dice, todo es incierto porque todo es arbitrario; y en esos Estados, la naturaleza del Gobierno exige una obediencia extrema, y la voluntad del príncipe, una vez Primera PARTE PROBLEMAS Y DESAFÍOS DE LA GOBERNABILIDAD 39 UIGV conocida, tiene así infaliblemente su efecto. El déspota gobierna sin reglas de acuerdo a sus caprichos; ergo, la conservación del Estado, es la conservación del príncipe. Ha indicado también que, el filósofo y economista escocés Adam Smith en su obra “La riqueza de las naciones”, planteó la diferenciación social, económica y política entre las realidades de Asia y Europa, aun cuando en ambos espacios era predominante la agricultura y la posesión de la tierra; pero que corresponde al filósofo alemán Friedrich Hegel el giro hacia Occidente dando relieve al principio de la libertad y la propiedad. Hace referencia también a que, gracias a las lecciones filosóficas de F. Hegel sobre la Sociedad de Oriente donde reinaba el poder despótico y el individuo solo podía ser esclavo o amo, no obstante haber sido cuna de la civilización, el curso histórico de la teoría del poder y del Estado volvió a centrarse en el espacio europeo, cuestionando el sistema feudal del modelo asiático. Así, tras la línea filosófica y de trabajo propuesta por Hegel, han seguido los estudios de Karl Marx, Friedrich Engels, Charles Fourier y Lewis Morgan quienes avanzan en la modernización conceptual de la familia, la propiedad privada, modos de producción y el Estado, pero bastante arraigadas en las orientaciones esclavistas y las relaciones comunitarias de parentesco y de producción. Es del parecer que, las visiones de los pensadores europeos sobre lo despótico, lo asiático y lo Oriental bastante estudiadas y documentadas, no solo influenciaron en el pensamiento Occidental del siglo XIX, sino también, fueron trasladadas al estudio del Perú asociando o correlacionando dos tradicionales connotaciones: el despotismo y el comunismo primitivo. Ha precisado que esas particularidades, son notorias en los estudios de Alexander von Humboldt cuando decía que antes de la colonia México y Perú estaban constituidos por pueblos agrícolas que tenían gobiernos complicados y despóticos; lo mismo, en el de Clemente Palma cuando habló de las razas, asociando criterios y términos racistas de “comunismo patriarcal, asiatismo, decadencia, inmovilismo, oriental y raza indígena”. Asimismo, ha referido que la visión asiática de Occidente ha sido reeditada por investigadores, historiadores y políticos contemporáneos para encontrar una respuesta al desarrollo de la Sociedad andina y costeña, destacando lo siguiente: 1. Riva Agüero. Habló del Imperio de los Incas como semejante de los imperios despóticos de Asia; UIGV 40 PERÚ: ESTADO, PODER Y DEMOCRACIA 2. Horacio Urteaga. Llamó a la organización Inca de base, comunismo unilateral y parsimonioso; 3. José C. Mariategui. Dijo que el Imperio de los Incas era una agrupación de comunas agrícolas y sedentarias, que su organización era colectivista, que se practicaba el comunismo agrario, y su religión un colectivismo teocrático; 4. Víctor R. Haya de la Torre. Que el Imperio era una organización de tipo asiática y un comunismo incaico; 5. Jorge Basadre. Que el Estado de los Incas estuvo al nivel del mundo histórico asiático, como fue China, trabajo en familias regido por un soberano; y 6. Pablo Macera. Que las sociedades andinas empleaban grandes masas para sus edificaciones como en el caso de las sociedades agrarias de tipo despótico Oriental. De acuerdo con el trabajo de investigación comparativa que hizo J. Tantaleán para conceptualizar el modelo de Estado en la visión Occidental para el caso de Perú, las tempranas formas de ciudad –Estado están en la región de la Costa y su mejor expresión fue la ciudadela Chan Chan en Trujillo del reino Chimú; y en la región andina, las ciudadelas Huari en Ancash y Wari en Ayacucho. Claro está que el Estado de los Incas es el que cobra mayor notoriedad tanto por la expansión de su territorio como por la estructura y organización del poder, sin que ambas formas se aproximen a la experiencia vivida en Oriente (Egipto, Grecia, Roma, China, India, etc.), aunque si las precondiciones (absolutismo, propiedad colectiva y clases sociales). No siendo visible la del esclavismo. Aquí precisa destacarse el hecho que, el descubrimiento de la ciudadela Caral y las investigaciones posteriores a fines del siglo XX, evidencia que sus antecedentes se remontan hacia 5000 a.C. convirtiéndola en la plataforma urbana más antigua del continente americano solo comparable con las culturas y pueblos que florecieron en el Oriente medio hace más de cinco milenios. Al respecto, la arqueóloga y educadora Ruth Shady con base en sus estudios, le atribuye a la ciudadela Caral no solo ser la cuna de la civilización costeña y andina, sino también, el vestigio más remoto de Estado cuyo incipiente régimen controlaba la población, la producción y la circulación de los bienes y servicios, igualmente basado en el poder de la religión que era el principal medio de cohesión y coerción social. 41 UIGV Retomando el trabajo de J. Tantaleán, se asume que el ejercicio del poder de las primarias formas de ciudad-Estado tanto en Chan Chan, Huari y Wari, como mucho antes lo fue Caral, estuvo reservado a la autoridad del Curaca (jefe político administrativo del Ayllu: pueblo); y, por el Inca, una vez que fueron sometidos al dominio imperial incaico. Precisamente, el inca Pachacútec ha sido considerado el artífice del Estado incaico. Así, llega a la conclusión de que el Estado incaico cuya capital y centro de poder político y administrativo se estableció en la ciudad imperial de Cusco quedó definido por la suma de múltiples factores de vieja data y que se fueron articulando en el tiempo, muy al margen de las precondiciones observadas en Oriente por el pensamiento de Occidente. Entre los múltiples factores que coadyuvaron a la génesis del Estado incaico, destaca los siguientes: 1. Acceso a los recursos productivos y un sistema de control; 2. Articulación de los pueblos pequeños y regiones en torno a los valles interandinos; 3. Ubicación de la ciudad –Estado del Cusco; 4. Progresiva prolongación del grupo religioso en asuntos políticos; 5. Crecimiento poblacional implicó un complejo grado de funcionamiento de formas administrativas y políticas; 6. Conflictividad entre las etnias cercanas al Cusco, apoyo profesionalización de la casta militar cusqueña. Tras el corto apogeo de esa génesis de Estado que llegó a cubrir gran parte de la Sudamérica andina, sugiere que la expansión del colonialismo europeo en América con el proceso de la conquista en el temprano siglo XVI significó el ocaso del poder central imperial incaico, más no así la base de la organización, en tanto se mantuvo la célula básica que era el Ayllu y su autoridad inmediata que era el Curaca. Durante el proceso de la conquista española y la aparición de la figura del gobernador y luego la del virrey que cimentaron la institución del sistema colonial, la autoridad del Curaca se mantuvo y solo se le cambio de nombre por el de Cacique. Es decir, no se alteró su función básica de cautelar la convivencia, organizar la producción, distribuir el trabajo y facilitar la administración de los bienes y servicios. Respecto del sistema colonial español, J. Tantaleán y otros investigadores como el doctor Julio Cotler (Clases, Estado y Nación en el Perú, 2005), no percibe una estructura de Estado colonial, sí un modelo de régimen político de carácter feudal y absolutista que estableció un sistema de producción y formas mercantilistas de UIGV 42 actividades primarias; no necesariamente, el tipo de Estado central metropolitano, aquel modelo vigente en España por aquellos años. A partir de esas reflexiones sobre el Estado, queda claro que durante la época colonial hubo un régimen político que adoptó una estructura económica basada en formas de producción de tipo feudal y mercantilista. Un modelo que se logró fortalecer y consolidar con el poder de las armas y el auxilio del poder eclesiástico; pero que no instituye una forma definida de Estado, si más bien, un régimen político, social y administrativo para la explotación de un espacio económico al servicio de la monarquía ibérica. Ese régimen de explotación colonial que se apropiaba del trabajo y negaba derechos a los ciudadanos y los sumía en la pobreza y miseria, poco a poco se fue debilitando por la presión social que ejercía el descontento popular que alentaron las rebeliones regionales de Túpac Amaru en 1780 y Pumacahua en 1814; además, los cambios progresivos que experimentaba Europa, siendo un ícono la Revolución Francesa a fines del siglo XVIII. Sin duda, tanto el éxito de la gesta popular francesa en 1799 y los progresos sociales y políticos de Inglaterra hacia 1688 como también la proclamación de la Independencia de EE UU de 1776 y la aprobación de la Constitución liberal española de 1812 han inspirado los ideales libertarios en América, siendo figuras emblemáticas los libertadores José de San Martín y Simón Bolívar; asimismo, la concepción de las primeras fórmulas de Estado y el diseño de los textos constitucionales entre los independentistas americanos. Como es sabido, tras la proclama de la Independencia del Perú en julio de 1821, el general San Martín conocedor de la realidad europea es quien introduce el término Estado de modo oficial en la vida nacional en el texto del Estatuto Provisional promulgado el 8 de octubre de ese año. Si bien no se lo define de modo expreso, si lo describe en los términos siguientes: “es el medio constitutivo de organizar el poder, establecer un régimen político y administrativo y ser la base fundacional para hacer felices a los pueblos independientes”. Una vez que el general San Martín asumió el mando político y militar de las departamentos libres del Perú (rezagos de la corona española ocupaban gran parte de la Sierra centro-sur), convocó a la ciudadanía para elegir el Congreso Constituyente competente para debatir y aprobar la primera Constitución Política que, entre otros aspectos, estableciera la forma de Gobierno y rigiera la Patria libre y soberana. Según el historiador Jorge Basadre (2015), se trataba de un gesto político del libertador ya que el Congreso era una suerte de ensayo de funcionamiento del Primera PARTE PROBLEMAS Y DESAFÍOS DE LA GOBERNABILIDAD 43 UIGV sistema representativo y con poco tino en el manejo de los asuntos políticos. Con el Congreso de 1822 nació la República y surgieron los primeros grupos políticos divididos en tres de entre la nobleza peruana que surgió después de 1810: unos eran partidarios del antiguo régimen; otros, de la Independencia irrestricta; y en el medio, se ubicaron los conservadores y reformistas. Con el nacimiento de la República, el Estado como ejercicio del poder público comienza a seguir un proceso inacabado de armonizar un ordenamiento político y jurídico al servicio de la Sociedad peruana; sin embargo, la estructura social, política y económica sobre la cual se debió apoyar la construcción del ideal libertario fue la más endeble por tratarse de una pesada herencia colonial. Esa que acabó con la génesis del Estado incaico. Dos años después, la adopción de la Constitución Política de 1823 siguió el enfoque declarativo de los preceptos comprendidos en el Estatuto Provisional de 1821 sin profundizar el sentido y alcance de los términos: Estado, Poder, Constitución, Ley, Gobierno, Nación, Poderes del Estado, Ciudadano y otros, quedando limitado el dominio conceptual y práctico solo a los políticos e intelectuales de la época. Desde el punto de vista histórico, se observa que la orfandad de la cohesión social en la discusión, aplicación y defensa de los preceptos constitucionales y las instituciones involucradas, explica en gran medida la inestabilidad política, la presencia del militarismo que vivió el país por largas décadas y las pocas primaveras democráticas que ha experimentado el Perú durante su vida independiente. Según anota el historiador Raúl Palacios (2012), a casi dos siglos de vida independiente aun ronda en la mente de los peruanos dos interrogantes: Qué tipo de Estado deseamos? y, Qué se debe reformar para que los ciudadanos en general se sientan identificados e integrados realmente a su Estado? Asimismo, que la respuesta siendo compleja y con múltiples aristas plantea la necesidad de redefinir el paradigma estatal que ha venido funcionando hasta los días actuales. Respecto de la trayectoria histórica que ha seguido el Estado actual cuyo diseño y organización inicial correspondió a una élite intelectual criolla (liberal y conservadora) post Independencia, R. Palacios identifica hasta cuatro grandes matices: Un Estado empírico, cuya característica fue un poder centralista con alta presencia del militarismo y ajeno a la inclusión social que marcó el tránsito del siglo XIX al XX; UIGV 44 PERÚ: ESTADO, PODER Y DEMOCRACIA Un Estado oligárquico, en cuya vigencia el poder estuvo bajo control del poder económico de los terratenientes, comerciantes y empresarios, o también la República Aristocrática que se prolongó hasta 1960; Un Estado reformista, a cargo del tercer militarismo liderado por el general Velasco Alvarado que surgió con el golpe de 1968 y emprendió una serie de reformas de control estatal; y Un Estado liberal que surgió con el modelo económico de liberación de los mercados y la apertura a la economía global a partir de 1990 ante el fracaso del reformismo militarista. De acuerdo con el parecer del autor, en los primeros 50 años de la joven República, la inestabilidad política y el caudillismo militar fueron determinantes para la vida política nacional en tanto ha sido difícil conseguir la institucionalización del Estado. El ejercicio público no tuvo participación de la política partidaria, en vez de eso, la gobernabilidad y las instituciones vivieron una severa crisis. Para sustentar esa percepción, hace referencia que en el lapso de 24 años que van de 1821 a 1845 nada menos que 40 caudillos militares alternaron el cargo de presidente, sin que ninguno haya podido demostrar capacidad para ofrecer un ordenamiento adecuado que procure estabilidad política al país, pese a que se reunieron 10 congresos y se promulgaron 7 textos constitucionales. Finalmente y luego de pasar revista a la historia republicana entre 1821 y los albores del siglo XXI tras el retorno a la Democracia plena en el año 2000, sugiere que el orden político, económico, social, judicial, electoral, cultural e industrial circunscripto a la hegemonía centralista de Lima perjudica a las regiones y que el país persiste en la búsqueda de un Estado más democrático, moderno e inclusivo. Como se observa, el Estado sigue siendo un instrumento de desarrollo imperfecto y sujeto de reformas. Razón por la cual y en armonía con lo antes tratado, bien se puede concluir en que el Estado de enfoque liberal ha cumplido su ciclo con las reformas de mercado y ha determinado el fin de las políticas redistributivas del ingreso nacional. En efecto, ese Estado liberal que buscaba controlar los desequilibrios económicos con la política social del reparto de subsidios ha sido desbordado por la crisis de gobernabilidad. Las persistentes brechas de desigualdad social y pobreza de enfoque estructural, exigen una nueva generación de reformas integrales que provoquen cambios institucionales realmente revolucionarios.

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