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DecisiveSplendor9740

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Universidad Católica de Honduras

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social morality moral philosophy ethics human behavior

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## LA MORALIDAD COMO FENÓMENO SOCIAL ### El lenguaje moral El lenguaje constituye el mejor medio para descubrir la importancia social de cualquier realidad. Analizándolo, descubrimos las preocupaciones religiosas, políticas, económicas, o de cualquier otra índole en una sociedad. Pues bien, la mor...

## LA MORALIDAD COMO FENÓMENO SOCIAL ### El lenguaje moral El lenguaje constituye el mejor medio para descubrir la importancia social de cualquier realidad. Analizándolo, descubrimos las preocupaciones religiosas, políticas, económicas, o de cualquier otra índole en una sociedad. Pues bien, la moral está presente en la vida de todos nosotros y colorea todas las relaciones sociales. Desde muy niños aprendemos que hay cosas buenas y cosas malas, que unas actividades son simplemente toleradas, otras premiadas y otras castigadas. La familia, el colegio, la televisión, las lecturas, etc., van habituándonos paulatinamente a diferenciar los comportamientos positivos o buenos de los negativos o malos. "Esto es bueno", "aquello es malo", "no debes hacer eso", "debes portarte bien", "tenemos que ser buenos", "a los niños malos Dios los castiga", etc., son expresiones que el niño va grabando en su mente y operan en ella inconscientemente como condicionadores de la conducta. A medida que crecemos, esta primera y sencilla diferenciación de los actos se vuelve más compleja y se teoriza hasta distinguir y valorar las normas de conducta de acuerdo a su origen. Así, lo bueno y malo pueden referirse a diferentes aspectos de la vida humana. Pueden referirse al ámbito de las costumbres sociales, como las formas de comunicación, las normas de urbanidad, el respeto a las tradiciones; pueden referirse también al ámbito de la religión, como los mandamientos de Dios ha dado al hombre; y puede referirse, por último, al ámbito de los valores que nos conducen a la perfección humana, independientemente de toda prescripción religiosa o social. Cada uno de estos ámbitos posee su propia criteriología. A veces coinciden o se complementan. Otras veces se oponen. Cuando una sociedad es tradicionalmente religiosa, resulta muy difícil distinguir el fundamento de una valoración determinante. Por ejemplo, en el caso del aborto o del divorcio, tan pronto oímos condenaciones como aprobaciones, en las que los planos unas veces, se confunden y otras se enfrentan radicalmente. A este nivel localizamos una abundante terminología moral. Hablamos de moral e inmoral, lícito e ilícito, permitido y prohibido, honesto y deshonesto, ético y no ético, justo e injusto, etc. Las actitudes positivas son denominadas virtudes y las negativas vicios. Y de acuerdo al grado de virtud o vicio que encontramos en las personas, las clasificamos. Unas son buenas, decentes, honorables, dignas, magníficas. Otras son indecentes, ruines, vulgares, deshonestas, perversas, inmorales, bajas. La moral no es algo yuxtapuesto a la persona, sino su misma vida evaluada desde un determinado criterio de perfección o de realización. De ahí la existencia de una terminología moral en relación al estado anímico de las personas. Cuando alguien ha sido muy afectado por un contratiempo, decimos de él que está desmoralizado, sin moral, con la moral caída o con la moral en los pies; o bien, al contrario, que está recuperando o levantando la moral, que tiene la moral muy alta. Aunque el significado de este lenguaje es más psicológico que moral, lo mencionamos para hacer ver que en la mentalidad común lo moral y lo vital se hallan tan estrechamente unidos que llegan a confundirse. En esto, el pueblo espontáneamente, al margen de toda elaboración teórica, expresa una profunda realidad: la moral es algo vital, algo existencial, es la vida misma en su búsqueda autoevaluada de la perfección. ### Utilidad social de la moral La actitud común de la gente frente a la moral es simultáneamente de aceptación y de rechazo. Aunque suene paradójico, tan pronto echamos mano de la moral y la defendemos como la hacemos a un lado para escaparnos a sus requerimientos. Ejemplos de esta situación los tenemos a cada instante. Cuando los políticos saquean descaradamente el erario público, denunciamos a gritos la inmoralidad pública y pedimos moralización; pero, simultáneamente, quienes lo criticamos no tenemos inconveniente en hacer pequeñas trampas en los impuestos o en los negocios, y vemos como algo normal las preferencias con lo amigos, el uso de las palancas y otras cosas similares. Todo mundo está de acuerdo en que el colegio debe dar a los jóvenes una buena orientación sexual: respeto a la mujer y al matrimonio, rechazo del aborto, del adulterio, el amor libre, etc.; pero poco importa que los adultos no cumplan esas normas. El estudiante está de acuerdo con que el copiar es deshonesto; pero si se encuentra en apuros y tiene la ocasión, copia sin remordimiento alguno. Esta doble actitud revela un hecho elemental: la vida en sociedad necesita una serie de normas que aseguren la paz y el orden entre los individuos de forma que los intereses particulares no atenten contra los intereses comunes. Acordes con la racionalidad surgen elevados ideales de perfección, que la sociedad difunde e impone como principios de comportamiento que todos deben obedecer: respeto a la vida, a los bienes, a la fama de los demás, amor a los semejantes, cumplimiento de la palabra dada, respeto a las instituciones, veracidad, educación, etc. Estos principios representan el bien moral, por cuanto miran directamente a la perfección y al bienestar social; sus contrarios constituyen el mal moral. Sin esta distinción entre el bien y el mal, la sociedad no podría subsistir. De ahí que la moralidad sea defendida por todo sistema social, como código de comportamiento aceptado y respetado por todos. La conciencia de cada individuo es más eficaz que las leyes escritas. Sin embargo, y aquí viene el problema, el individuo se siente limitado en sus intereses por las normas morales. Entonces, o bien renuncia a sus intereses para observar una conducta recta, o bien adopta conductas condenadas por la moral pero que a él le satisfacen. Más aún, se da el caso de que algunos individuos rechazan como equivocadas determinadas normas establecidas y adoptan conductas opuestas, con lo cual entran en abierta crisis los valores morales tradicionales. Contra este peligro, la sociedad se vale de diferentes instituciones para mantener y reproducir patrones morales: la familia, la escuela, el gobierno, la religión, los medios masivos de comunicación. De aquí podemos concluir un cierto relativismo de los principios o normas morales definidas por una sociedad. Sabemos que la sociedad no es un ente abstracto y trascendente, en el que reside la verdad eterna. De ahí la actitud generalizada de burlar las exigencias morales siempre que es posible; la actitud que se encuentra tanto en los ricos como en los pobres, en los adultos como en los jóvenes, en los educadores como en los educandos, en los gobernantes como en los gobernados. Así se generaliza la denominada “doble moral", tan común entre nosotros: se tiene una moral en la iglesia y otra en la calle, una en la vida pública y otra en la vida privada, una para los demás y otra para uno mismo. ### Universalidad del hecho moral El fenómeno que venimos describiendo posee un carácter universal. Debido a que es algo arraigado en el ser mismo del hombre, como lo es la sociabilidad, la moralidad lo ha cualificado desde sus orígenes. Veremos luego que el sentido de la moralidad brota de la conciencia de la responsabilidad y la libertad. De ahí que no resulte atrevido afirmar que el hombre en cuanto hombre es un ser moral. De ahí también el hecho de que en todos los pueblos, incluso en los más primitivos, aparezca siempre la estructura de lo moral. Las diferencias entre los pueblos y los mismos individuos residen no en el hecho de ser morales, sino en los contenidos de su vida moral. No siempre lo que es bueno para unos resulta bueno para otros, ni lo que es considerado bueno hoy lo ha sido siempre. El desarrollo del hombre, tanto a nivel colectivo como individual, abre ante él nuevas posibilidades, nuevos horizontes de realización, que transforman sus cánones de valoración moral. El hombre antiguo pudo encontrar buenos la esclavitud, la poligamia, el asesinato de los vencidos, el sometimiento de la mujer al varón, la tiranía. Sin embargo a medida que se ha desarrollado en la humanidad la conciencia de la dignidad e igualdad de todos, estas prácticas han sido abandonadas y prohibidas. En ambas situaciones hay algo en común: el sentido moral, que justifica o reprueba. Lo mismo se puede decir de cada individuo en particular. Ningún sujeto normal, por malvado que sea, carece de conciencia moral. En el lenguaje común utilizamos el término "inmoral" para calificar a una persona que obra en contra de los principios comúnmente aceptados. Pero etimológicamente inmoral significa carente de moral. Sólo los dementes podrían ser inmorales en el sentido etimológico del término. Lo que sucede con el lenguaje es que moral y moralidad han pasado a ser sinónimos de rectitud moral y consiguientemente, inmoral e inmoralidad, sinónimos de falta de rectitud. ### Definición de Moral y Ética Podemos definir la moral como el conjunto de reglas o normas de comportamiento que establecen la distinción entre lo bueno y lo malo como criterio de perfección humana. En el plano más simple se encuentran las costumbres o tradiciones y las formas de convivencia: prácticas religiosas, económicas, procreativas, jurídicas, educativas, etc. Por encima de ellas se hallan los Valores-Virtudes, que cumplen la función de principios universales: justicia, paz, amor, verdad, etc. Ambos planos se entremezclan y configuran el nivel de la moralidad o moral. Así se puede hablar lo mismo de la moral de un pueblo que de la de un individuo, de la moral religiosa que de la moral laica. En otro nivel se encuentra la Ética. Es decir el estudio sistemático de la moral, e la teoría de la moral. Así como una cosa es la belleza, impresa en las obras de arte, y otra distinta la estética, que estudia el fenómeno de la belleza, del mismo modo una cosa es la moral, manifestada las costumbres y normas de comportamiento, y otra diferente la teoría que la estudia. A esta teoría la denominamos Ética. Incluso, es necesario hablar de éticas, en plural, porque, como veremos, son muchas y a veces opuestas las teorizaciones que a lo largo de la historia se han elaborado sobre la moral. La Ética no se limita, como algunos han pretendido, al estudio socio-histórico de la moralidad. Al intentar fundamentar la bondad de las conductas, la Ética se vuelve una disciplina normativa. Trata de establecer en qué consiste el valor de la bondad que atribuimos a determinadas conductas. Y cuando lo hace simultáneamente establece una contraposición entre las conductas buenas y las malas, imponiendo el consiguiente "deber" de seguir aquellas y evitar éstas. La Ética no crea la moral. Se encuentra con ella y la estudia. Analiza las normas concretas de comportamiento moral, con el fin de definir la esencia de la moralidad, su origen y razón de ser, la estructura de la conducta moral (actos, actitudes, opciones, situaciones), las expresiones de normatividad moral (ley, conciencia, valores) y las diferencias de orientación entre las morales de distintas épocas, culturas y filosofías.

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