Curso de Capacitación Docente en Neurociencias PDF

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Este documento presenta un curso de capacitación docente en neurociencias, enfocándose en el tema de las emociones. Se detallan las diferentes emociones, su importancia, y cómo pueden ser utilizadas en el aula.

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Curso de Capacitación Docente en Neurociencias | Clase 11 | Clase 11 | Clase 11 | Clase 11 | Clase 11 | Clase 11 | Clase 11 | Emociones III P á g i n a 1 | 11 Emociones III Según la historia del término Inteligencia Emocional, este fue util...

Curso de Capacitación Docente en Neurociencias | Clase 11 | Clase 11 | Clase 11 | Clase 11 | Clase 11 | Clase 11 | Clase 11 | Emociones III P á g i n a 1 | 11 Emociones III Según la historia del término Inteligencia Emocional, este fue utilizado por primera vez en 1985 por Wayne Leon Payne, un alumno graduado de una universidad de artes alternativas liberales en los Estados Unidos, quien escribió una tesis para su doctorado que incluyó el término "inteligencia emocional" en el título de la misma. Aparentemente no fue hasta cinco años después en 1990, que se volvió a usar esta expresión académicamente, y fue utilizada por John Mayer de la Universidad de New Hampshire y Peter Salovey de la Universidad de Yale. Mayer y Salovey trabajaron juntos para desarrollar un modo de medir científicamente las diferencias que había entre las habilidades en el área emocional de las personas. Ellos encontraron que algunas personas eran mejores que otras en áreas como identificar sus sentimientos, identificar los sentimientos de otros y resolver problemas que involucraban temas emocionales. Estos dos investigadores desarrollaron dos tests para medir lo que ellos llaman nuestra "inteligencia emocional", debido a que sus trabajos fueron presentados sólo ante la comunidad científica. Sus nombres y descubrimientos no son tan conocidos como lo es el de Daniel Goleman, quien al escribir sobre el tema en revistas y diarios y luego publicar en 1995 su libro, al que llamó Inteligencia Emocional, logró que el término fuera conocido por todos. En 1996, David Caruso otro gran investigador sobre el tema, se unió a Mayer y Salovey y juntos ahora trabajan en el diseño de nuevos tests aportando actualmente nuevos trabajos y novedades sobre el tema. Dentro de la comunidad de neurocientíficos podemos nombrar a Joseph Ledoux, a quien ya hemos estudiado en camino corto y largo; a Antonio Damasio, en marcadores somáticos; a Martín Seligman, a quien veremos dentro unas clases con el tema del optimismo y a Mihaly Csikszentmihalyi, con estado de flujo, entre muchos otros. Qué significa inteligencia emocional: Capacidad de reconocer nuestras emociones y sentimientos, como también los de las otras personas; auto-motivación y manejo adecuado de las relaciones con los otros. Es un término que engloba muchas habilidades que deben ser tenidas en cuenta y entenderse como complementarias a la inteligencia académica. P á g i n a 2 | 11 Las 5 habilidades que describen los investigadores del tema son: Autoconciencia, Control emocional, Motivación, Empatía, Habilidades sociales. Alfabetismo neurocientífico (Neurosicoeducación) Desde Asociación Educar, humildemente, quienes la creamos, todo el equipo y muchos de nuestros alumnos que hoy nos acompañan deseamos ampliar al alfabetismo emocional, a través de lograr que la Neurosicoeducación pueda llegar día a día a más personas en un lenguaje claro y accesible. Teniendo presente el principio de adecuación a todas las áreas y ámbitos de nuestras vidas, buscamos lograr el objetivo de: conocernos y comprendernos a nosotros mismos y a los otros - Resolver y prevenir situaciones conflictivas - Modelar o cambiar facetas de la personalidad que así lo requieran - Definir y alcanzar objetivos - Actuar con altos valores humanos - Prevenir el daño emocional y cognitivo de las generaciones futuras. En síntesis, crear un mundo mejor para todos. Qué son las emociones: Impulsos para la acción Ante un estímulo prosupervivencia o contrasupervivenica, los circuitos de los centros emocionales del cerebro desencadenan un torrente de NT (neurotransmisores) que ponen al organismo en alerta general, fijando la atención en la amenaza o placer cercano, preparándolo para la acción y para realizar la mejor respuesta posible, según sus instintos y bancos de memoria adquirida por el aprendizaje y la experiencia. P á g i n a 3 | 11 Por ejemplo, con la emoción primaria de ira, la sangre fluye a las manos y con ello el organismo está mejor preparado para luchar, golpear al enemigo, lanzar una piedra fuertemente, empujar, etc. El ritmo cardíaco aumenta y la hormona adrenalina se activará para dar la energía extra para originar una acción vigorosa. En cambio, con el miedo, la sangre pasa a los músculos esqueléticos grandes, como los de las piernas, para que huir del enemigo nos resulte más fácil. Es importante comprender que las emociones siempre están presentes en mayor o menor grado en nuestra UCCM. Emociones primarias, secundarias y de fondo: En la clase 10 hemos visto emociones primarias, secundarias y cómo diferentes investigadores consideran un número distinto de las básicas. Por ejemplo, Sylvan Tomkins consideró 8: Sorpresa o sobresalto, Interés, Alegría, Miedo, Ira, Aversión, Vergüenza, Angustia. Paul Ekman, en cambio 6: Alegría o Felicidad, Sorpresa, Miedo, Ira, Aversión, Tristeza. En el caso de Antonio Damasio, a las emociones primarias y secundarias se les debe sumar las de fondo: él considera que existen tres grupos de emociones distintas, que se definirían por sus correspondientes fenotipos: P á g i n a 4 | 11 Primarias: Alegría o Felicidad, Miedo, Ira, Aversión, Tristeza, Sorpresa. Emociones de fondo, a la cuales las dividió en dos tipos: Entusiasmo, Desánimo. Estas emociones son las que constituyen nuestro estado de ánimo a lo largo del día. En Neurosicoeducación consideramos rangos más amplios para los estados emocionales que llamamos habituales o crónicos. 3.- Sociales (también conocidas como emociones secundarias). Las emociones sociales son aquellas que precisan de la presencia de una segunda persona para expresarse: vergüenza, desprecio, orgullo, envidia, etc. Para Damasio, estas emociones forman parte de nuestro arsenal biológico. Con respecto a las emociones de fondo que expresa Damasio, en Neurosicoeducación, si tenemos presente las fuerzas placer-dolor y la variabilidad emocional de las mismas, podríamos vincular el Entusiasmo con la fuerza Placer y el Desánimo con la fuerza Dolor. P á g i n a 5 | 11 Si bien es cierto que las emociones se presentan de manera súbita y desaparecen aproximadamente con la misma rapidez, esto no significa que estemos en un estado neutro emocional, sino que por el contrario, como bien expresa Damasio, sostenemos un estado emocional de base o de fondo que se mantiene durante muchas horas del día, según el entusiasmo o desánimo. Dependiendo de ese estado de fondo, los estímulos serán percibidos con mayor o menor impacto. Si retomamos el siguiente cuadro de las fuerzas placer dolor: Podremos recordar que las emociones tienen diferentes grados. En Neurosicoeducación consideramos que las emociones de fondo tienen mayores variables. En el caso de la fuerza dolor, aparecen: apatía, aburrimiento, enojo, angustia, miedo, alerta, etc. Por su parte, la fuerza placer muestra: aceptación, confort, alegría, entusiasmo, serenidad, etc., (este tema se ve más ampliamente en la Formación en Neurosicoeducación). Imaginemos que tenemos un día en donde salimos de casa a las 8 de la mañana hacia el trabajo y nuestro auto tiene un desperfecto. El servicio mecánico tarda 20 minutos en llegar y nos dice que hay que llevarlo al taller, hecho que nos insume 15 minutos más de tiempo. Desde ahí, en un taxi nos vamos al trabajo e invertimos otros 15 minutos extras; finalmente llegamos a la reunión que teníamos 50 minutos tarde y, aunque informamos de lo sucedido a las personas que teníamos que ver, no pudieron esperarnos y se retiraron. Ahora, imaginemos que salimos de casa a las 8 de la mañana hacia el trabajo y nuestro auto tuvo un desperfecto. Inmediatamente paró otro auto en nuestro P á g i n a 6 | 11 auxilio, bajando del mismo una persona que nos resultó fascinante y que dejó nuestro núcleo accumbens muy activado y feliz; ésta tardó en reparar el auto 40 minutos y, del mismo modo que en la situación anterior, llegamos tarde y la persona con quien nos debíamos encontrar no nos esperó. El estímulo llegar tarde y no poder reunirnos con la persona que debíamos es el mismo para ambos casos, pero cómo crees que se vivieron cada una de las situaciones. Acá estamos seguros de que no es necesario aclarar las diferencias y de cuáles serán las respuestas de cada caso. No obstante, lo que podemos observar se llama estado emocional agudo: este difiere del de fondo pues se produce por un hecho inesperado que nos lleva a variar el de fondo por un determinado tiempo. Luego de un tiempo se regresa al de fondo. Enamorarse es uno de los mayores estímulos que hacen que nuestra emoción de fondo cambie rápidamente a entusiasmo y dure mucho tiempo. Si te has enamorado alguna vez, sin lugar a dudas habrás vivido con claridad cómo todo se vuelve más bello e interesante. Debemos tener bien en claro y recordar que la activación y elaboración de las emociones son procesos no voluntarios e inconscientes. Gracias a las emociones, un organismo como el nuestro, por ejemplo, puede saber de forma inconsciente (por lo menos en primera instancia) o consciente (en segunda instancia), si una situación es, como ya mencionamos antes, pro o contra supervivencia. Pero a veces estos mecanismos pueden fallar y equivocarse a la hora de efectuar la elaboración emocional y, en consecuencia, la emoción experimentada puede no ser la más correcta con respecto a la situación que la desencadenó. Es decir que un estímulo puede ser valorado como positivo, aunque en realidad el mismo sea perjudicial para el organismo que lo está experimentando. Un ejemplo típico sería el de las adicciones en todas sus variedades. Las drogas engañan al sistema emocional produciendo que este libere emociones prosupervivencia, conduciendo al organismo a que valore dicho estímulo como positivo para la supervivencia, cuando en realidad es todo lo contrario. La ventaja de poseer un cerebro cognitivo es que mediante un proceso de introspección podemos determinar si una emoción experimentada es la correcta o no. Nuestra experiencia subjetiva nos puede enseñar que muchas de las P á g i n a 7 | 11 emociones experimentadas ante diversos estímulos son incorrectas y así determinar cuál es la que mejor se corresponde con la realidad del momento. Como las emociones son las piedras fundamentales sobre las que se construyen nuestros comportamientos, cualquier error en la selección de las mismas nos coloca en una posición de riesgo. Por ello, es conveniente aprender sobre nuestro cerebro emocional, para expresar las emociones siempre y cuando dicha expresión no nos produzca más pérdidas que beneficios. No podemos eliminarlas, pues en principio las emociones están para expresarse. Esto no implica no intentar modelarlas y controlarlas, a fin de que no alcancen magnitudes tan grandes que sean perniciosas para el propio interesado, así como para terceros. Expresión de las emociones: Las emociones se pueden expresar en forma de gestos faciales, actitudes corporales, o por medio de palabras. La persona que es capaz de manifestar con palabras lo que siente, de hablar con otros acerca de sus propios sentimientos es más sana y más equilibrada. Pero en el caso de la expresión verbal exagerada de las emociones negativas, el tema es más complejo, pues la expresión de estas debería ir previamente precedida de un acto reflexivo, ya que nos lleva a estados emocionales que pueden no ser constructivos. P á g i n a 8 | 11 A través del lenguaje expresamos nuestros estados emocionales usando una escala que puede ir de lo positivo a lo negativo. Estoy feliz. Estoy muy feliz. Estoy extraordinariamente feliz. Estoy molesto. Estoy muy molesto. Estoy terriblemente molesto. Una palabra nos permite darle nombre a una emoción, transformándola en sentimiento, pues para nombrarla tenemos que ser conscientes de ella: alegría, miedo, entusiasmo, pasión, tristeza, euforia, etc. A la palabra que denomina una emoción solemos completarla según sea su intensidad con: muy, poco, bastante, nada y así componemos lingüísticamente la descripción más amplia de una emoción. P á g i n a 9 | 11 De esto se puede deducir que una emoción tiene dos componentes básicos: uno cualitativo (que determina si son positivas o negativas) y otro cuantitativo (que determina el grado de intensidad de estas). Otro factor importante a tener muy en cuenta es que si bien la emoción siempre se traduce en una conducta (por lo que habitualmente lo que hacemos depende de nuestro estado de ánimo), también lo opuesto es verdad, en el sentido de que podemos actuar intencionalmente para generar emociones conscientemente. Pues cambiando nuestras conductas somos capaces de dirigir las emociones emergentes. Una forma de llevar a cabo esta estrategia es hacer lo opuesto a lo que el estado emocional nos impulsa a hacer. Así, si nos sentimos tristes deberíamos actuar como si estuviésemos alegres, si sentimos pereza, como si estuviéramos entusiastas y si nos sentimos enojados mostrándonos como personas amables. Estas conductas dirigidas conscientemente son capaces de producir cambios humorales y fisiológicos tanto en el cerebro como en el resto del cuerpo. P á g i n a 10 | 11 Un ejemplo sería el practicar una sonrisa, aunque sea forzada, pues este ejercicio puede llevarnos a sentir una agradable sensación de bienestar. Al sonreír se contraen nuestros músculos maseteros (los masticadores) comprimiendo la arteria carótida externa y esto desencadena modificaciones cerebrales a nivel de la bioquímica del cerebro: esto nos hará sentir bien. P á g i n a 11 | 11

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