Teoría UD 3 Planificación y Diseño de Actividades Lódicas PDF

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Este documento aborda la planificación de actividades lódicas para la educación infantil. Se detalla la importancia de considerar el momento evolutivo del nino y la motivación e interacción para un proceso de aprendizaje efectivo. Se presentan algunos ejemplos sobre tipos de actividades lódicas y su planificación.

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TEORÍA UD 3 PLANIFICACIÓN Y DISEÑO DE ACTIVIDADES LÚDICAS RA3 Diseña actividades lúdicas, relacionándolas con las teorías del juego y con el momento evolutivo en el que se encuentre el niño o niña. C.E. e) Se han analizado los elementos de la planificación de actividades lúdicas. C...

TEORÍA UD 3 PLANIFICACIÓN Y DISEÑO DE ACTIVIDADES LÚDICAS RA3 Diseña actividades lúdicas, relacionándolas con las teorías del juego y con el momento evolutivo en el que se encuentre el niño o niña. C.E. e) Se han analizado los elementos de la planificación de actividades lúdicas. C.E. g) Se han valorado las nuevas tecnologías como fuente de información. C.E. h) Se ha valorado la actitud del profesional con respecto al tipo de intervención. 3.3. LAS EDUCADORAS Y EDUCADORES El papel de las educadoras y educadores en la intervención didáctica debe estar enfocado hacia la planificación y ejecución de actividades lúdicas como fuente de desarrollo de todos los ámbitos del niño o niña. La persona responsable de educar debe procurar que el contexto educativo sea motivador y que el juego se convierta en un instrumento para introducir los contenidos de la etapa prescritos en el currículo. Como dice J. R. Moyles, «parte de la tarea del profesor consiste en proporcionar situaciones de juego libre y dirigidas en las que se debe intentar atender las necesidades de aprendizaje de los niños. En este papel se puede considerar al profesor como un iniciador que hace posible el aprendizaje» 3.3.1. LA PLANIFICACIÓN DE ACTIVIDADES Las educadoras y educadores, tal como aconseja R. Guitart, mediante una adecuada metodología, deben «utilizar el juego para trabajar las intencionalidades educativas, es decir, programar aquellos aspectos que potencian los objetivos que se hayan planteado para cada niño». Para conseguir la máxima eficacia a la hora de planificar las actividades lúdicas, la educadora o educador debe considerar algunas variables esenciales como son: el momento evolutivo del niño o niña y sus necesidades, la agrupación del alumnado y, también, el carácter de los contenidos programados, que deben ser prioritariamente procedimentales y, cuando se pueda, contextualizados a la realidad sociocultural de los niños y niñas. A la hora de planificar la actividad lúdica, recuerda algunos de los principios que hemos ido explicando: El juego debe ser enriquecedor y variado: juegos psicomotores, simbólicos, cooperativos, de reglas, tradicionales y multiculturales, en grupo e individuales, con material didáctico o sin él. El juego debe ser fuente de placer y de entretenimiento. Tienes que estar más pendiente de que los niños y niñas asimilen el proceso de aprendizaje que del resultado final. Tu actitud no debe ser excesivamente directiva. Es imprescindible que fomentes la libertad, la elección de papeles, la autonomía y la independencia de los pequeños. El juego debe fomentar la creatividad y permitir, por ejemplo, que los niños y niñas inventen sus propios juegos y elaboren sus propios juguetes. El momento evolutivo El momento evolutivo en que se encuentra el niño o la niña aportará información sobre los contenidos y las estrategias que es capaz de asimilar en un momento determinado. Esta información debe guiar la planificación de los contenidos y las estrategias a fin de favorecer el aprendizaje significativo. Los contenidos deben adaptarse a la etapa evolutiva y al tipo de juego propio de la edad, y también deben ser coherentes con las actividades lúdicas que el pequeño lleve a cabo. Las necesidades educativas y personales El educador o educadora debe conocer las necesidades educativas de las niñas y los niños y personalizar al máximo la guía que dará a cada uno para que mejoren su proceso de aprendizaje. En el momento de proponer actividades lúdicas es imprescindible partir del estado inicial de los pequeños, actuar siempre en consonancia con sus necesidades y respetar el ritmo y el tiempo de aprendizaje. La educadora o el educador debe intervenir de manera relajada y ajustada para que los pequeños puedan mejorar y perfeccionar sus estrategias y habilidades. Hay que tener en cuenta que un contexto rígido o inseguro, o una muestra de autoritarismo por parte de las personas adultas, son situaciones educativas letales para el desarrollo del juego. El grado de dificultad El educador o educadora debe tener la certeza de que el grado de dificultad que exige en la ejecución de la actividad lúdica es el idóneo. Es decir, se deben crear conflictos cognitivos que sean superables: ni demasiado difíciles, porque frustrarían al niño o niña, ni demasiado fáciles, porque se evadiría y no estaría atento. Precisamente, el juego aporta, con respecto a este concepto, una amplia posibilidad de acción, ya que permite usar el ensayo-error sistemáticamente, y si el niño se equivoca, la educadora o educador guía la respuesta o la acción ahorrándole la sensación de fracaso. El agrupamiento del alumnado La actividad lúdica fomenta una interacción entre los niños y las niñas que constituye un objetivo y al mismo tiempo un recurso metodológico. Según los tipos de agrupaciones que se programen, se pueden facilitar o inhibir las interacciones sociales y, en consecuencia, el resultado será más o menos afortunado. Por esta razón, es conveniente que las interacciones entre los alumnos no sean rígidas y, a veces, es necesario que sean ellos mismos quienes formen los grupos eligiendo con quién quieren estar o con quién quieren jugar. Los contenidos procedimentales A la hora de diseñar las actividades lúdicas, el educador o educadora debe tener en cuenta que durante la etapa de la educación infantil la mayoría de los contenidos son procedimentales. El aprendizaje de estos contenidos requiere un proceso o una serie de actividades estructuradas durante un periodo en el que los niños y las niñas los ponen en práctica mediante la observación, la experimentación y la manipulación. Contextualización a la realidad sociocultural Es conveniente, siempre que se pueda, planificar actividades contextualizadas en situaciones reales o entornos cercanos a los niños y las niñas. La contextualización sociocultural facilita notablemente la asimilación de contenidos y vivencias sociales como las fiestas tradicionales o el folclore popular. Se pueden aprovechar todas las fiestas y eventos para hacer una manifestación lúdica en el centro educativo. De estas fiestas, pueden aprender la gastronomía, la música popular que las identifica o las representaciones artísticas que las hacen únicas; con ello se acostumbrarán a participar en estas manifestaciones culturales y, así, contribuirán a evitar que se pierda este patrimonio. Las educadoras y educadores deben ser el modelo y el referente del grupo, por lo que su actitud a la hora de tratar a los niños y niñas es fundamental. El respeto y la aceptación de todos los miembros del grupo es el ejemplo social que seguirá el alumnado el día de mañana. 3.3.2. LA EJECUCIÓN DE LAS ACTIVIDADES A la hora de llevar a cabo las actividades lúdicas, la educadora o educador tiene un papel clave en el desarrollo y esto tiene que ver tanto en la presentación de la actividad como en la utilización adecuada de los mecanismos de refuerzo y motivación. La presentación de la actividad El educador o educadora debe presentar de manera atractiva las actividades lúdicas para estimular la participación y el compromiso de los niños y niñas. Esto también supone la selección de los materiales didácticos más adecuados para propiciar un ambiente rico en estímulos. La intervención educativa será efectiva si ellos perciben la actividad como atractiva y si los materiales lúdicos son adecuados y suficientes. Así, será necesario conocer las posibilidades que aportan y utilizar los más idóneos para los aprendizajes y las estrategias que se quiera desarrollar. Todos los objetos y materiales didácticos, dependiendo del contexto en que se trabajen, pueden convertirse en un juguete: un palo puede ser un caballo; una silla, el trono de la princesa, y un lápiz, la varita mágica. También el cuento puede llegar a ser una experiencia vivida realmente por cada niño y los personajes pueden ser los compañeros y compañeras. Lo más importante de los materiales es que puedan ser manipulados por cada participante y que le permitan actuar libremente, sobre todo si con ellos se consiguen efectos agradables. El educador o educadora debe aportar un número equilibrado de estímulos ambientales, ya que un exceso puede provocar en el pequeño una falta de seguridad, dispersión y bloqueo. El espacio y los objetos pueden convertirse en facilitadores o inhibidores de un juego según el uso que se haga de ellos. El dominio de los mecanismos de refuerzo y estimulación La calidad de la relación que el educador o educadora establecerá con los niños y niñas que atiende será clave para mantener el punto de motivación necesario para favorecer el aprendizaje. Para ello deberá conocer y utilizar técnicas y estrategias de refuerzo adecuadas, como el refuerzo verbal y la comunicación no verbal, la relación afectuosa, la retroalimentación o la escucha activa; pero también con el planteamiento de actividades especialmente motivadoras como dinámicas de grupo, juegos cooperativos, etc. Igualmente, debe propiciar un ambiente en el que la interacción entre iguales sea la tónica general durante las actividades lúdicas. El niño o niña debe concebir este espacio como propio, pero a la vez compartido y flexible, donde se puede comunicar y encuentra modo de llevar a cabo sus iniciativas. En síntesis, el educador o la educadora debe utilizar estrategias que sistemáticamente refuercen la independencia del pequeño respecto a la persona adulta con el fin de que «aprenda a aprender». Como educadores y educadoras, debéis esforzaros en fomentar zonas de desarrollo próximo (ZDP) (recordad las teorías de Vygotski que habéis estudiado). Al comienzo, guiad a los niños poco a poco hacia el aprendizaje y, posteriormente, cuando lo han asimilado, hacedlos avanzar en autonomía.

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