Tema 3: Cognición y Motivación - PDF

Summary

Este documento presenta un estudio de la perspectiva cognitiva sobre la motivación. Se analizan los antecedentes del cognitivismo, las expectativas, las atribuciones, y diversas teorías relacionadas. Esta información es útil para entender los procesos mentales que influyen en la acción.

Full Transcript

Tema 3 LA PERSPECTIVA COGNITIVA DE LA MOTIVACIÓN 1.- Presentación 2.- Antecedentes del cognitivismo en la psicología 2.1.- William James (1842-1910) 2.2.- Edward Chace Tolman (1886-1959) 2.3.- Kurt Lewin (1890-1947) 3.- Las expectativas 3.1...

Tema 3 LA PERSPECTIVA COGNITIVA DE LA MOTIVACIÓN 1.- Presentación 2.- Antecedentes del cognitivismo en la psicología 2.1.- William James (1842-1910) 2.2.- Edward Chace Tolman (1886-1959) 2.3.- Kurt Lewin (1890-1947) 3.- Las expectativas 3.1.- Expectativas de eficacia vs. de resultado 3.2.- Motivación de logro 3.2.1.- Origen y tipos de logro 3.2.2.- Modelo de Atkinson 4.- Las atribuciones 4.1.- El proceso Atribucional 4.1.1.- Dimensiones en las atribuciones 4.1.2.- Errores de atribución 4.1.3.- Control personal 4.2.- Teoría causal de Weiner 5.- Teoría Motivación Intrínseca 5.1.- Teoría de la Autodeterminación 6.- Otras teorías Referencias 1 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación 2 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación 1.- Presentación El paradigma cognitivo en la psicología hay que entenderlo relacionado en una estructura epistemológica más amplia y surgida, principalmente, a partir de la segunda guerra mundial donde se observa el avance en una serie de disciplinas como son el desarrollo tecnológico o informático, la inteligencia artificial, las aportaciones de la psicolingüística, la teoría general de sistemas y las aportaciones propias de la psicología. Todo ello dará lugar a una configuración que se ha dado en llamar la ciencia cognitiva. La conducta es el punto de referencia en la gran mayoría de las teorías y es posible tratarla al menos de dos maneras: como objeto de estudio en sí misma o como indicador de eventos, procesos o estructuras que se sitúan en otro nivel teórico (como variable interviniente) o en otro nivel de análisis (como constructos hipotéticos) (Pérez, Gutiérrez, García y Gómez, 2005). Desde la primera de las perspectivas son las teorías conductuales las que se han ocupado de la conducta, y de cómo los factores ambientales, en su relación con el organismo, determinan esta manifestación del sujeto. Por su parte, son los modelos cognitivistas la principal de las alternativas desde las que se aborda a la conducta como un indicador o resultado de procesos internos. En este contexto, por tanto, su objetivo estaría en determinar la organización funcional de la mente (Arnau, 1982) recurriendo a conceptos de carácter interno y mental (entidades, estados, procesos o disposiciones) para la explicación de la conducta (Rivière, 1987). Así, puede afirmarse que la psicología cognitiva pretende estudiar la organización y los principios funcionales del sistema cognitivo humano; entendiendo por éste al conjunto de procesos y representaciones mentales. Si dichos procesos o representaciones son factibles de explicarse y pueden ser descritas de forma lógica, no se haría necesario recurrir al análisis de las estructuras biológicas o neurofisiológicas en que pudieran sustentarse. Con este tema se pretende que el lector pueda disponer de un acercamiento a las principales teorías surgidas desde una perspectiva cognitiva como forma de explicación de la conducta observable. Se buscará destacar qué procesos y estructuras se definen como elementos organizacionales y causales de la acción. En el primer apartado del capítulo presentaremos a los tres principales autores considerados pioneros del cognitivismo, destacando sus planteamientos principales y aportaciones en el terreno causal de la actividad del sujeto. Posteriormente, abordaremos uno de los procesos cognitivos que más han destacado, no sólo en el campo de la motivación, sino en la psicología en general y específicamente en la psicología social, como son el desarrollo y la funcionalidad de las expectativas. Entre ellas haremos especial mención a las expectativas de eficacia y de resultado, que vino a desarrollar Albert Bandura (1925-…). Si bien pudiera considerarse como una teoría de las expectativas, también abordaremos la motivación de logro por la importancia histórica que ha mostrado; considerando las diversas necesidades y el modelo propuesto para analizar causalmente la conducta. Para finalizar, en el penúltimo de los capítulos se tratará de analizar las teorías atribucionales, quizás una de las que más influencia han tenido en el estudio de la motivación, presentando el constructo locus of control y la teoría causal desarrollada por Weiner basada en las tres dimensiones atribucionales. Por último, se presentaran de manera, breve y meramente indicativa, una serie de teorías provenientes de otros modelos. 3 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación 2.- Antecedentes del cognitivismo en la psicología Como señala Miller (2003 pág. 1) “la ciencia cognitiva es una criatura de los años cincuenta, producto de una época donde la psicología, la antropología y la ligüística se redefinían a sí mismas y la ciencia de computación y la neurociencia surgían como disciplinas”. Se argumentaba que por lo menos seis disciplinas estaban involucradas: psicología, lingüística, neurociencias, computación, antropología y filosofía. De ellas, tres eran centrales (psicología, la lingüística y la computación) y las otras tres periféricas. Gardner (1988) considera que las ciencias cognitivas comparten cinco características fundamentales: 1.- La referencia a las actividades cognitivas de los seres humanos implica concebir representaciones mentales y postular un nivel de análisis separado del nivel biológico o neurológico y del nivel social o cultural. 2.- En la comprensión de la mente humana es esencial la computadora electrónica; ya que constituye el modelo más viable del funcionamiento de la mente humana. 3.- La influencia de los afectos o emociones, de los elementos históricos- culturales, el papel del contexto o de los antecedentes en que se desenvuelven determinadas acciones o pensamientos, es dejado de lado ya que complicarían innecesariamente el estudio científico de la mente. 4.- Se considera de gran utilidad el estudio interdisciplinar. 5.- El interés y los temas tratados por la ciencia cognitiva revelan que está enmarcada en la tradición filosófica griega. Es en este ambiente de cambios, tras la II Guerra Mundial y con la revolución tecnológica de la informática, cuando la psicología se redefine mentalista; y para llegar a ello, había que transformar el conductismo (o eliminarlo, en el peor de los casos) ya que con él, tal como se había desarrollado, resultaba extremadamente complicado introducir conceptos mentalistas no observables en una disciplina que buscaba definirse como empírica; si bien es cierto, como luego se verá, que autores como Tolman, y posteriormente otros muchos dentro de dicho paradigma, ya mencionaban construcciones hipotéticas como factores explicativos. Por tanto y como nuevo paradigma en el que se convierte la psicología cognitiva, ésta se consolida a partir de tres enfoques: el de la teoría de la información, el del flujo de la información y el del procesamiento de la información. El libro de Neisser (1967) “Cognitive Psychology” es uno de los primeros textos nacidos desde esta perspectiva epistemológica. Neisser propuso como objetivo de la psicología la comprensión de la cognición humana, tarea análoga al proyecto de averiguar en qué lenguaje ha sido programado un ordenador: los dos sistemas seleccionan, almacenan, recuperar, combinan y dan salida a la información. Entre las características que se comparten en la ciencia cognitiva se destaca su carácter representacional y la analogía que suele establecerse entre la mente y el ordenador. Como señala Barberá (1997) la perspectiva cognitiva dirige su atención hacia el estudio de las motivaciones complejas que viene a desarrollarse en actividades específicamente humanas en relación con comportamientos conscientes y de carácter voluntario; si bien, la mayoría de los modelos establecidos asumen un esquema de características homeostáticas. 4 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación Así pues, la perspectiva cognitiva enfoca la motivación desde el análisis de los procesos mentales como determinantes causales de la acción. Entre los agentes motivacionales más destacados del procesos cognición-acción se indican (Reeve, 2003): planes (Miller, Galanter y Pribram, 1960), metas (Locke y Latham, 1990), intenciones de implementación (Gollwitzer, 1999), teorías implícitas (Dweck, 1999), disonancia (Harmon-Jones y Mills, 1999), valoración (Lazarus, 1991), esquemas (Ortony, Clore y Collins, 1988), estimulaciones mentales (Taylor y Brown. 1988), expectativas (Peterson, Maier y Seligman, 1993), autoeficacia (Bandura, 1986a), atribuciones (Weiner, 1986) valores (Brophy, 1999) y autoconcepto (Markus y Nurius, 1986) Se esquematiza la secuencia de eventos dentro de un análisis cognitivo de la motivación como es posible observar en la figura 3.1. Resultados Procesos Cognitivos Respuestas conductuales Experiencia Procesamiento Construcciones Sensorial Constructivo de cognitivas Elección la información Intensidad Perseverancia Planes Visión Metas Sonido Atención Consistencia- Sabor Transformación disonancia Olor Organización Expectativas Tacto Elaboración Valores Recuperación Atribuciones Autoconcepto Figura 3.1.- Visión de la conducta según secuencia cognitiva (Basado en Reeve, 2003) De la estimulación ambiental, que nos llega a través de los sentidos, se extrae información para ser procesada e interpretada por el cerebro. Dicha información sufre una serie de cambios dado que se atiende a ella, se transforma, se organiza, se elabora y se recupera; y con base en nuestra comprensión de los diversos significados se construyen planes, metas, expectativas, etc. que orientaran la conducta en un curso de acción que reflejará los contenidos de nuestros pensamientos. La acción llevada a cabo y causada por dichas construcciones cognitivas producirá un resultado al que se atiende, se valora y se pretende una explicación; todo ello se incorporará al flujo de información quedando así continuamente actualizada. En esta estructura cognitiva los planes y las acciones se nos muestran como destacados; y ambos se basan en la discrepancia establecida a partir de cómo la fuerza motivacional obliga a la acción. La discrepancia cognitiva explica la motivación al subrayar la manera en que las diferencias entre el estado presente de la persona y el estado ideal visualizado por la persona, energetizan y dirigen la acción (carácter teleológico). Cuando existe dicha discrepancia se produce una motivación que 5 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación intentará compensarla de manera general y dará origen a la conducta dirigida por un plan, capaz de reducir o eliminar la discrepancia. Ante el surgimiento de la discrepancia la persona genera un plan de acción con unas metas. Estas metas son objetivos por los que se lucha para alcanzarlos. Hay dos condiciones que van a permitir mejorar el rendimiento ante las metas: la retroalimentación, de todas las acciones y resultados que se llevan a cabo, y la aceptación de la meta como objetivo propio. También debe de hacerse consciente que aún definiendo la meta, ésta no se traduce directamente en rendimiento efectivo; para ello el sujeto puede obtener cierta rentabilidad de las simulaciones mentales e intenciones de implementación. 2.1.- William James (1842-1910) Terminando el siglo XIX la explicación de la conducta estaba muy influenciada por las teorías darwinistas, si bien fueron planteamientos que tardaron en aceptarse. Ya, durante dicho siglo, se habían desarrollado concepciones, frente a los planteamientos materialistas y hedonistas, donde se listaron múltiples facultades y atribuciones de la mente como principio motor de las acciones humanas. En este contexto es donde W. James (1890) intentó el cambio de ciertas ideas y comenzó a considerar que toda conducta en sus orígenes es voluntaria y tras su repetida ejecución es cuando se constituye en hábito, volviéndose hereditaria e instintiva. James (1890) define a la psicología como la ciencia de la vida mental, de sus fenómenos (sensaciones, deseos, cogniciones...) y sus condiciones (procesos corporales y sociales...). Para él, la psicología ha de ajustarse a múltiples niveles de análisis y a una metodología flexible; así, entiende que no existe, la consciencia dividida en trozos o estados, sino que es una continuidad psicológica. La consciencia, como producto de la evolución, no es reductible a los hechos fisiológicos, sin embargo sí existe, no obstante, una intima relación entre aquélla y éstos, a través del cerebro y el sistema nervioso. En James (1890), lo importante no es el contenido de la consciencia sino la función que cumple; siendo la principal la de elegir. Son las operaciones mentales, más que los elementos mentales, las que mantienen el interés del funcionalismo. En este sentido la mente lucha por alcanzar unas metas, teniendo dos efectos corporales: el pensamiento de un acto conduce automáticamente a su ejecución y los estados mentales originan cambios corporales internos. Incorpora tres conceptos en su sistema explicativo: la acción, los hábitos y el instinto. Puede considerarse que mantiene una teoría ideomotriz, ya que, como se ha comentado, la idea es suficiente para que se produzca el acto. En la medida en que el acto, la acción voluntaria, se repite se produce un hábito llegando éste al final que sería el instinto. Para esta teoría, la acción requiere de un conocimiento de las metas a las que se dirige; por tanto, la acción ideomotriz es secundaria o menos primitiva que el instinto. De esta forma, la conducta voluntaria sería una construcción desarrollada sobre la base de la conducta instintiva. La teoría ideomotriz parte de que cualquier movimiento voluntario ha de ser precedido por una idea de dicho movimiento. Dicha idea se construye a partir de las aferencias generadas por la repetición de las respuestas ejecutadas; a dicha idea la denomina imagen de respuesta. Ahora bien, dado que no siempre estamos activos, debido a ideas que no dan lugar a movimiento o porque es posible la presencia de dos 6 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación o más ideas que son contradictorias, hay que plantear un nuevo elemento como es la decisión que permitirá resolver situaciones donde dos ideas se inhiban o limiten la acción. Este concepto de pensamiento que pone en marcha la acción fue el primer intento de relacionar los procesos cognitivos con la generación de la conducta como resultado de este procesamiento. En el funcionalismo de W. James los procesos motivacionales desempeñaban un papel fundamental. Así entendía que toda consciencia era motora y toda sensación producía movimiento, en diferentes niveles de complejidad. La sensación podía desencadenar una conducta de naturaleza instintiva y sobre el instinto se organizaba la volición. Vemos pues, que para el funcionalismo de James (1892, pág. 4) “La vida mental es principalmente teleológica; es decir, que nuestros diferentes modos de sentir y pensar han llegado a ser lo que son a causa de su utilidad al dar forma a nuestras reacciones en el mundo exterior”. La vida mental se da por una acción de tipo preservativo. 2.2. - Edward Chace Tolman (1886-1959) Ya en 1922 Tolman defendía un conductismo intencional como forma de establecer su posición separada de la “psicología del tirón del músculo” de Watson. Para él la psicología de estímulo-respuesta podía ser significante si se empleaban variables intervinientes, que estarían mediando entre el estímulo ambiental y la respuesta observable; dichas variables serían cogniciones, propósitos y expectativas. En este sentido la psicología del Tolman era una psicología cognitiva. Consideraba que un organismo aprende cuando persigue un signo hasta su meta, dirigiendo su camino a tal meta con un mapa cognitivo. Las principales ideas del autor fueron divulgadas en su ya clásico libro publicado en 1932 bajo el título “Purposive Behavior in Animals and Men” (La conducta intencional de los animales y los hombres). Tolman (1932) marcó una diferencia entre el aprendizaje latente (no observable) y la ejecución (manifiesta) donde afectaba la recompensa sólo a la ejecución y no tanto al proceso de aprendizaje. El aprendizaje encubierto es lo que llevaría al organismo a desarrollar los mapas cognitivos (Tolman, 1948) éstos son los que permiten incrementar la velocidad en la ejecución en el momento en que esta conducta se viera recompensada. Para Tolman (1932) existen dos principales variables que han de ser estudiadas: 1.- los antecedentes observables del comportamiento (estímulos ambientales, estados fisiológicos…) y 2.- los determinantes últimos de la conducta (propósitos, demandas ambientales, cogniciones…). Para él, el comportamiento estaba dirigido de manera perpetua hacia la meta, y la gente siempre estaba acercándose o alejándose de una meta. Los términos que Tolman venía a utilizar para referirse a propósito o cognición fueron demanda y expectativa. Las demandas surgen de necesidades corporales, de modo que el propósito constituye el de obtener aquello que satisfaga la demanda corporal. Las expectativas emergen en la medida en que se buscan los objetos que satisfagan las demandas, en el proceso de aprendizaje se llegan a establecer tales expectativas. Así, la cognición es el mapa cognitivo adquirido e indicador de qué conduce a qué en el ambiente; el organismo aprende un concepto general respecto al lugar donde se ubica el reforzamiento. De esta forma, Tolman explica la adquisición de las expectativas y cómo éstas motivan la conducta del organismo. Por tanto, y como puede concluirse, el modelo de Tolman también entraría a formar parte de las teorías homeostáticas, ya que tratan de alcanzar un equilibrio. 7 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación Así pues, es la matriz de demandas y expectativas la que mantendría un carácter energetizante y específico de llevar a la emisión de la conducta; siendo para él, el sujeto -su matriz de valores de meta y creencias- el que activa la conducta y no meramente el incentivo o impulso como había establecido Hull. Puede decirse que Tolman, como pionero de la psicología cognitiva, introdujo el esquema básico para los modelos de tales características, donde lo que varía de una teoría cognitiva a otra es el proceso que domina en la mediación entre el estímulo y la respuesta (E- evento cognitivo – R). Para Tolman lo importante es analizar y comprender la conducta molar, la conducta en su totalidad, frente a la conducta molecular, de una única ejecución; siendo las características que pudiera presentar la primera de ellas las siguientes: 1.- Se dirige a una meta u objetivo. 2.- La dirección hacia la meta tiene un patrón consistente, no es aleatoria la conducta sino que ocurre una representación de los caminos. 3.- La conducta es selectiva, se elige la respuesta más idónea. Por tanto, como se ha venido indicando la conducta molar implica conocer la meta y por tanto una propositividad de la conducta. A partir de las demandas específicas, discrimina una serie de motivos: 1.- Motivos primarios: se incluyen aquí la búsqueda de comida, agua, sexo, descanso, evitación del dolor, curiosidad, la satisfacción de necesidades senso-motrices, entre otras. 2.- Motivos secundarios: aquí se incluyen las necesidades de filiación, la dependencia, dominancia, sumisión etc. 3.- Motivos terciarios: se consideran adquiridos y están relacionados con el desarrollo de la personalidad. Así, los diversos motivos conducen a representaciones de las necesidades, mediante los objeto-metas, y la localización del lugar donde pudieran compensarse dichas necesidades. Mediante el aprendizaje se desarrollan expectativas de qué conductas conducirán a determinadas metas. 2.3.- Kurt Lewin (1890-1947) Para Lewin (1931) la psicología había llegado a un punto en el que debía presentar su forma de pensar en términos galileanos, en términos de secuencias dinámicas y no bajo una perspectiva aristotélica de pares de contrastes absolutos. Así, el todo adquiere significación; siendo los vectores que determinan la dinámica del evento los que sólo son definidos por el todo concreto que comprende el objeto y la situación. La captación de la totalidad requiere analizar la totalidad de las fuerzas operativas en cualquier momento concreto; siendo éstas fuerzas externas e internas, como sería el caso de las necesidades. Sin tener a la vista el campo total, el espacio vital, en un momento dado, no se puede predecir la conducta humana. Sobre esta base, se asienta el planteamiento de que la dinámica de los procesos siempre debe derivarse de la relación del individuo concreto con la situación concreta. Las aportaciones que Lewin realiza sobre la motivación humana le llevaron a plantear el estudio de las cuasi-necesidades, más humanas y principalmente de 8 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación carácter social, que llegan a ser incluso más importantes que las meramente fisiológicas o biológicas. Estas cuasi-necesidades actuarían como fuerzas impulsoras, con rasgos más voluntarios; a su vez éstas estarían determinadas por los propósitos o decisiones. Las principales aportaciones de Lewin son tres: su teoría de campo, su teoría sobre el nivel de aspiración y la teoría del conflicto. Una de las teorías desarrollada por Lewin vino a definirse como teoría de campo. Entre las principales características que ha de tener su teoría de campo, nos destaca: 1.- Uso de un método constructivo más que clasificatorio. 2.- Interés por los aspectos dinámicos de los eventos. 3.- Enfoque psicológico más que físico. 4.- Análisis que parten de la situación como un todo. 5.- Conducta como función del campo en el momento concreto. 6.- Representación matemática del campo. Para K. Lewin (1935) la tensión, ese estado de disposición o de preparación para actuar, era una reserva de energía. No serían los hábitos los motivadores, sino los sistemas de tensión, las “energías psíquicas, esto es, sistemas psíquicos de tensión que se derivan, por regla general de la presión de la voluntad, o de una necesidad; son siempre condición necesaria para que suceda –del modo que sea- el hecho psíquico” (Lewin, 1935 pág. 44). Las metas u objetivos adquieren un carácter de requisito y generan tensión en el sujeto, motivándole a actuar para eliminarla o reducirla. Lewin diferencia entre entorno de una persona, es decir el entorno psicológico, y su espacio vital, donde considera a la totalidad de los eventos por los que se determina la conducta del sujeto en un momento específico. Así, la descripción de la conducta en términos de espacio vital es la psicología topológica, mientras el espacio vital incluye a la persona y al entorno. La conducta (C) se convierte en una función del espacio vital (V) y, a su vez, es función de la persona (P) y de su entorno (E), por lo que C = f(V) = f (P,E) Otros conceptos importantes en Lewin es el de fuerza, la posición de la persona dentro del campo psicológico total, la posición de otras partes del campo en mutua relación y la potencia. La fuerza es entendida como la tendencia a actuar en una dirección específica; siendo más que un impulso o tendencia excitatoria, pues constituye una causa del cambio con las propiedades de la fuerza, dirección y el punto de aplicación. Tanto la fuerza como la dirección son fuerzas vectoriales -pueden representarse vectorialmente-. Un campo de fuerza que tenga para su estructura un campo central es una valencia (atracción o valor otorgado por el sujeto), siendo positiva la valencia que atrae y negativa la que repele. Cuando una persona se traslada (psicológicamente) de una región psicológica (parte del espacio vital) a otra, ha ocurrido la locomoción de un cambio en la estructura. La fuerza psicológica estaría en función de: la tensión o estado interno de las personas y la valencia o valor adquirido de los objetos. En las teorías sobre el nivel de aspiración (Lewin 1931, 1935) se viene a considerar que el nivel de aspiración será establecido en función de la probabilidad subjetiva de obtener éxito; desarrollada a partir de las experiencias previas. Así, dicho nivel se vería influenciado por los resultados anteriores, por el conocimiento de la ejecución de otros y por las diferencias individuales. Una vez que se ha llegado a 9 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación definir cuál será la prioridad u objetivo, la meta, surge el compromiso de alcanzarlo y éste es generador de una tensión psicológica que impulsará al sujeto a su consecución. En su teoría del conflicto, define psicológicamente al conflicto en 1933 “como la oposición de fuerzas de campo aproximadamente igual de intensas” (pág. 605); partiendo de ello considera que pueden darse tres tipos de conflictos: 1.- Conflicto acercamiento-acercamiento: dos valencias positivas. Ej. El niño que desea acudir a una fiesta o al partido de fútbol. 2.- Conflicto acercamiento-evitación: una valencia positiva y otra negativa. Ej. Al niño le gustaría subir a la noria pero tiene miedo. 3.- Conflicto evitación-evitación: dos valencias negativas. Ej. Al niño que se le exige una actividad desagradable, castigándole si no la hace. Hovland y Sears (1938) defendieron un cuarto conflicto, el del doble acercamiento-evitación, que vendría a ser igual que el de aproximación-evitación sólo que en este caso se habría de presentar dos opciones de aproximación. Estas situaciones de conflicto se convierten en motor motivacional ya que han de ser resultas por el sujeto como forma de afrontar su desarrollo y manera específica de interaccionar con las variables ambientales. De manera esquemática la línea argumental de Lewin pudiera representarse así: Necesidad ---- intención ---- tensión ---- acercamiento/evitación Al considerarse el papel de la valencia la estructura o el proceso quedaría como: Necesidad ---- intención ---- tensión ---- búsqueda dirigida a la meta De forma genérica, puede decirse que el sujeto se encuentra jalonado por las valencias y presionado por las intenciones. Lewin, hizo hincapié en las influencias de aquí y ahora subyacentes a los motivos y conducta contemporáneos y específicos de la situación. Para finalizar, puede decirse que las aportaciones más destacadas de Lewin pueden plantearse en su insistencia por señalar la importancia de las valoraciones subjetivas, en el análisis, o la necesidad de analizar, al sujeto en su campo de acción y por dar una importancia, hasta ahora poco reconocida, a los incentivos como factores motivacionales; si bien hay que decir que su valoración era más en términos subjetivos, como valencia. Hecho este breve repaso y considerando los antecedentes vistos, puede afirmarse que el inicio del estudio contemporáneo de la motivación se inicia cuando Miller, Galanter y Pribram (1960) investigaron el modo en que los planes motivan al sujeto. En su línea argumental, los sujetos tienen representaciones mentales de los estados ideales de su comportamiento, objetos ambientales y acontecimientos. Junto a ello, son conscientes de su estado actual, de su ambiente y de los acontecimientos que les ocurren en el presente. Así, cualquier disparidad entre ambos estados producirá una experiencia de incongruencia la cual mostraría propiedades motivacionales. Para resolver dicha incongruencia los sujetos elaboran planes, y estos son los medios cognitivos; que resultan energetizantes y direccionalistas de la conducta. 10 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación Por otro lado, otro concepto relevante es el de meta que pudiera definirse como aquello por lo que se esfuerza el sujeto en alcanzarlo. Al igual que los planes, las metas generan motivación al centrar la atención en la discrepancia entre el nivel actual y el deseado o ideal que la gente considera. Es decir, la discrepancia meta- rendimiento. Junto a los planes y las metas, el sujeto también llega a desarrollar una predicción de lo probable que pueda resultar una determinada situación; es decir, el sujeto construye expectativas. Expectativas que según las características que presenten facilitarán o dificultaran el desarrollo de la conducta observable por parte del organismo; es decir, serán más o menos motivantes. 3.- Las expectativas Una expectativa es una construcción cognitiva con la que se pretende predecir un acontecimiento futuro; pudiendo ser un resultado o el curso de una acción. Así, nuestras expectativas de lo que ocurrirá y de cuándo ocurrirá pueden tener importantes implicaciones motivacionales (si no esperamos conseguir un objetivo las posibilidades de actuar serán muy bajas...). Por otro lado, sabemos que en buena medida los ambientes son predecibles y de igual manera la gente se siente capacitada para controlar lo que sucederá; mediante dicho control, el sujeto intentará incrementar las posibilidades de conseguir un determinado objetivo. Así pues, la intensidad con la que el sujeto actuará para realizar un control estimular estará relacionado con las intensidades de sus expectativas. Al anticipar situaciones y/o resultados la persona se basa en sus experiencias pasadas a fin de hacer predicciones sobre lo que el futuro le deparará y la manera en que podrá enfrentar el porvenir. De tal forma, que a medida que el sujeto intenta controlar un acontecimiento al que se enfrenta, aprende expectativas. Uno de los modelos que han destacado, dentro del campo de las expectativas, es el modelo expectativa-valor (E/V). Las idea básica de las teorías de la expectativa- valor es que la tendencia motivacional hacia una acción determinada es función de que la persona espere obtener algún resultado con esa acción y de que valore el resultado. De tal modo que la tendencia motivacional surge de la superación de un conflicto entre la deseabilidad y la viabilidad. Dicha situación puede formularse matemáticamente Fa= Ea-r x Vr siendo Fa= la motivación o fuerza hacia la acción. Ea-r= expectativa de que la acción conducirá a un resultado. Vr= valor que tiene para la persona el resultado. Las fuerza motivacional puede presentarse como fuerza de aproximación o como fuerza de evitación. Ello dependerá del valor de que el resultado sea positivo o negativo. En la medida en que una acción puede tener más de un resultado la fuerza motivacional será la suma de todas las expectativas multiplicadas por el valor de todos los resultados; por tanto, cuando haya más de una acción, será ejecutada aquella que presente una mayor resultado de la suma de expectativa por valor. Ahora bien, se han estudiado qué factores son los que intervienen en el desarrollo de las expectativas y de las valencias, y han podido señalarse rasgos de personalidad (optimista/pesimista) (McFarlin y Blascovich, 1981), experiencias directas o vicarias (Bandura, 1986b, 11 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación Kazdin, 1979), características de las actividades o nivel de dificultad (Atkinson, 1964) y la comparación personal (Festinger, 1954) entre otros. El modelo de expectativa- valencia ha sido remodelado tanto por Bandura (1986a, b, 1991) como por Heckhausen (1977, 1987). Sin embargo el modelo expectativa-valor presenta una serie de limitaciones; si bien ha sido de los modelos más destacados y ha contribuido a perfilar el esquema explicativo de la motivación. Puede señalarse, quizás como la más destacada de las limitaciones, que las expectativas de acción-resultado no son las únicas expectativas que incidirían sobre la motivación; pueden señalarse dos tipos diferenciados que han venido a conocerse como expectativas de eficacia y expectativas de resultado (Bandura, 1986b, 1991), que serán desarrolladas en el apartado siguiente. Las expectativas de eficacia vienen a indicarnos la probabilidad subjetiva que tiene una persona de que será capaz de realizar la acción requerida para alcanzar el resultado deseado. Mientras la expectativa de resultado vendría a definirse como la convicción de que una determinada acción producirá un determinado resultado; por tanto, sería un juicio respecto a que una actividad dada, una vez hecha, provocará un resultado específico. Por su parte, Heckhausen (1977) clasifica en tres tipos las expectativas, de las cuales alguna coincidiría con las reconocidas por Bandura: 1.- de situación-resultado (S-R), 2.- de acción-resultado (A-R) y 3.- de resultado-consecuencia (R-C). Si la A-R coincide con la expectativa de resultado definida por Bandura; la expectativa S-R vendría a definirse como la probabilidad que el sujeto considera que tiene la situación por sí sola para poder llegar a los resultados deseados de manera independiente a la conducta. Finalmente, la expectativa R-C consistiría en pensar que el resultado esperado actuará como instrumento mediador para alcanzar unas determinadas consecuencias (si se termina la carrera -resultado- se podrá acceder a un puesto de trabajo -consecuencia-. Por tanto, vemos que la motivación depende, no solamente de que uno espere un resultado de una determinada conducta (expectativa a-r) sino también de que será capaz de realizar la conducta necesaria para ello. Así mientras la expectativa a-r afecta a la elección conductual, la expectativa de eficacia afectará a la persistencia ante las dificultades y el esfuerzo. Tanto la noción de expectativa de eficacia de Bandura como la expectativa de R-C de Heckhausen van a generar importantes repercusiones en la interpretación de la motivación. Para finalizar, decir que de todo ello puede observarse que si la expectativa a-r es igual a la expectativa s-r se produce una falta de contingencia entre la conducta y el resultado; estando esta situación en la base de la indefensión aprendida. 3.1.- Expectativas de eficacia vs de resultado Como hemos ido viendo, las expectativas juegan un papel destacado en la elección de los objetivos que el sujeto pretenderá conseguir. Ahora bien, cuáles son los procesos de autoevaluación que permiten la elección de un objetivo específico. Bandura desarrolló dos hipótesis que resultaron relevantes para su investigación: 1.- que el reforzamiento directo no es el único medio para aprender y 2.- que el sujeto aprende a realizar expectativas. 12 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación Con respecto a la primera se indicó que es posible adquirir nuevas respuestas sin que éstas hayan sido reforzadas directamente; es decir, la observación de la conducta de otros y las consecuencias que obtienen puede motivarnos a imitarlos. A esta situación se la denominó aprendizaje vicario donde se daba el reforzamiento vicario. De esta forma, para Bandura (1986) la conducta podría estar motivada por: un control estimular, un control por el refuerzo y un control simbólico (imaginativo y verbal). Para analizar la evaluación que realiza el sujeto del ambiente y la posterior elaboración de expectativas que le permitirán influir en la adopción de metas, Bandura discriminó entre las expectativas de eficacia y las expectativas de resultado. Dichos fenómenos pueden esquematizarse como se observa en la figura 3.2. Persona Comportamiento Resultado Expectativa de Expectativa de eficacia resultado Figura 3.2.- Tipos de expectativas según Bandura. Ya hemos dicho que la expectativa de eficacia es un juicio sobre la capacidad de uno para realizar un acto particular o un curso de actividad. Frente a las expectativas de resultado que vendrían a centrar el juicio respecto a que una actividad desarrollada pueda provocar un resultado específico. Ambos son determinantes independientes y causales en la iniciación y regulación del comportamiento (Bandura, 1991). Si ambas expectativas son conceptos diferentes entre sí, la conducta en la acción (debida a la expectativa de eficacia) es causalmente anterior, a los resultados de uno, y por tanto los afecta. Pero esa influencia sólo es parcial, ya que las expectativas de resultado también se ven determinadas por factores adicionales. Por otro lado, debe indicarse que tanto las expectativas de eficacia como las de resultado han plantearse antes de que la conducta inicie a energizarse y dirigirse. Las expectativas de eficacia se refieren al grado de confianza que el individuo tiene respecto a su habilidad para ejecutar un acto o secuencia de acciones. Por tanto, y de manera general, cuanto más crea el sujeto que es capaz de hacerlo más dispuesto se sentirá para ejecutar un mayor esfuerzo y una mayor persistencia en la acción. El surgimiento de las expectativas de eficacia es debido a diversas causas, entre las que se indican: 1.- Historia del comportamiento personal: es quizás el más importante ya que aporta información de primera mano de las experiencias anteriores con la misma o parecida actuación. Así, el grado de importancia de cualquier comportamiento para futuras expectativas de eficacia depende de la intensidad de la expectativa preexistente del sujeto; de tal modo que una actuación insatisfactoria ocasional no cambia mucho la expectativa de eficacia, especialmente en sujetos experimentados, no ocurriendo así en personas con un menor nivel de experiencia. 2.- Experiencias indirectas: las expectativas surgidas a partir de la observación del comportamiento de otro podrán ser más influyentes cuanto mayor sea la similitud con el observador y con la tarea. 13 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación 3.- La persuasión verbal: la importancia de esta persuasión de carácter verbal se deriva de: a) proporcionan al ejecutante un impulso suficiente de eficacia temporal, y b) contrarresta el retroceso ocasional que, de otro modo, sembraría una duda suficiente para detener la persistencia en la tarea. Aumentará en eficacia si se logra que el sujeto se centre en sus habilidades y olvide sus fracasos o deficientes actuaciones pasadas. 4.- El estado fisiológico: aumenta su implicación cuanto mayor sea la duda en la capacidad del sujeto, menor será la experiencia en una determinada actividad o más reciente se halle el fracaso anterior. Puede decirse que la dirección causal entre eficacia y excitación fisiológica es bidireccional: la ineficacia intensifica la excitación y ésta incrementa la ineficacia percibida. Por lo que a las expectativas de resultado se refiere éstas involucran el juicio sobre si dicha acción (valorada mediante la expectativa de eficacia) producirá un resultado deseado. Ante esto, si todas las circunstancias se mantienen igual (eficacia, necesidades, incentivos) es más probable que se exhiba un gran esfuerzo y una intensa perseverancia en los resultados para los que los individuos crean que existe una gran probabilidad de logro. Existen una serie de determinantes que perfilan las expectativas de resultado, éstos son: 1.- Historia de resultado personal: a medida que se incrementa la implicación del sujeto en una tarea, éste valora si su compromiso con ella origina en gran parte éxitos o fracasos (éstas pueden ser subjetivas u objetivas). Dicho de otro modo, el feedback de los resultados permite valorar el grado de consecución de los objetivos propuestos para la actividad ejecutada. 2.- Información de comparación social: existe la posibilidad de generar expectativas de resultado en función de la observación de la conducta y los resultados logrados por otras personas; es decir, de forma vicaria. Con ello se logra que el sujeto coteje su experiencia anterior con lo observado en otras personas. 3.- La dificultad de la tarea: la valoración subjetiva de esta dificultad dependerá de las características de la misma tarea; dicha valoración de la dificultad también vendrá apoyada por las habilidades que el sujeto pueda presentar. 4.- La personalidad: mediante este factor es posible definir las diferencias individuales que marcarán respuestas específicas en cada caso. Así, por ejemplo, la necesidad de logro predispone a la gente a sobreestimar sus oportunidades de éxito antes de participar en una actividad. Quienes tienen gran necesidad de logro por lo general poseen expectativas demasiado optimistas, mientras que los de baja necesidad de logro a menudo tienen expectativas de resultado relativamente pesimistas. Por último, debemos incidir en no confundir entre las expectativas de eficacia y la autoeficacia. La autoeficacia es más que un conjunto de expectativas de eficacia específicas de la conducta, ya que es una capacidad generadora mediante la cual el individuo organiza y moviliza de forma coordinada sus destrezas para enfrentar las exigencias y condiciones en las que se han de dar las tareas. Consiste en la capacidad para usar bien los recursos bajo diversas circunstancias. Podría definirse como el juicio de uno de cuán bien o mal enfrentará una situación, dadas las destrezas que uno posee y las circunstancias que enfrenta (Bandura, 1986a). Una vez formadas las expectativas de autoeficacia éstas ejercen diversos efectos sobre aspectos de motivación: 1.- elección de actividades y selección de ambientes, 2.- la extensión del esfuerzo y la perseverancia en la ejecución, 3.- la calidad del pensamiento y la toma de decisiones durante la ejecución y 4.- las reacciones emocionales, especialmente las relacionadas con el estrés y la ansiedad. 14 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación 3.2.- Motivación de logro McClelland (1961) estableció que la motivación de un individuo puede deberse a la búsqueda de satisfacción sobre tres necesidades dominantes: la necesidad de afiliación, de poder y de logro. En las necesidades de afiliación (N-Affil) el sujeto busca participar en buenas relaciones interpersonales; así desea gustar y ser aceptado, conformidad con las normas de su grupo, esfuerzo por hacer y preservar relaciones de alta calidad y confianza, suele preferir la cooperación a la competitividad, etc. La necesidad de poder (N-Pow) es típica de los sujetos a los que les gusta estar a cargo como responsable, puede diferenciarse el poder personal, donde se pretende dirigir o influenciar a otras personas, y el poder institucional donde a la gente le gusta organizar esfuerzos de otras personas para alcanzar metas de organización. La necesidad de logro (N-Ach) es el deseo de hacer bien las cosas en relación con un estándar de excelencia, y ello puedo motivar a las personas dado que éstas tienden a lograr objetivos, metas (McClelland, 1955). El estándar de excelencia abarca la competencia en una tarea, la competencia del yo o la competencia contra otros. Lo común a estas situaciones de logro es que la persona sabe que el rendimiento producirá una evaluación emocionalmente importante de competencia personal. Estos estándares activan la necesidad de logro ya que proporciona una posibilidad que permite evaluar el nivel de competencia mostrado por el sujeto. La teoría basada en la motivación de logro puede decirse que es un modelo de expectativa. Para los autores principales (Mclelland y Atkinson) el que activa la conducta es el propio sujeto, siendo la expectativa de un cambio afectivo, surgida tras los indicios proporcionados por los estímulos externos, la que hace que el sujeto inicie la conducta en busca de ese cambio afectivo, obtención de placer. La consecución del éxito producirá en el sujeto una sensación de orgullo y competencia; mientras la no consecución llevará al sujeto a una sensación de fracaso. Sin embargo, en muchos casos lo importante es el intentarlo. Hay que indicar que el motivo de logro debe entenderse como una tendencia más o menos constante en el sujeto, actualizándose mediante acciones concretas. El desarrollo de la teoría sobre la motivación centrada en el logro recibe un fuerte apoyo de los trabajos pioneros de Murray (1938). Éste aportó dos grandes ideas a la motivación de logro: 1.- al señalar la existencia de la necesidad de logro y 2.- el desarrollo de instrumentación para su evaluación (vg. Test de apercepción temática - T.A.T.-). La necesidad de logro fue entendida como “(...) necesidad de realizar algo difícil, de dominar, manipular u organizar objetos físicos, seres humanos o ideas (…) de superar obstáculos y obtener un alto estándar (...) de sobreponerse a sí mismo, de rivalizar y sobrepasar a otros. De aumentar la consideración propia debida a la ejecución exitosa y al talento.” (Murray, 1938, pág. 164) Por su parte, mediante el T.A.T. se pretende estudiar el estado de necesidad del sujeto. Dicha prueba consiste en la elaboración de una historia a partir de unas 15 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación láminas. La idea que subyace es que la historia desarrollada tendrá relación con el estado de necesidad presente en el sujeto. La base de las reglas establecidas para valorar el contenido de las historias del T.A.T. es la conducta dirigida a la meta. Se asume que la presencia de un estado motivacional se pone de manifiesto en las secuencias que interpreta y donde el sujeto es consciente de las metas hacia las que se dirige y que anticipan sus consecuencias afectivas. 3.2.1.- Origen y tipos de logro Para Reeve (2003) se pudo comprobar con el desarrollo de la investigación que la necesidad de logro era un fenómeno multifacético determinado por una multitud de procesos sociales, cognitivos y de desarrollo. Buena parte de los afanes de logro se centran en la influencia de la socialización (McClelland y Pilon, 1983). El desarrollo de una motivación de logro se va consiguiendo a medida que se va logrando en el niño una capacitación independiente, las aspiraciones de mayor rendimiento, estándares de excelencia realistas, autoconceptos de gran habilidad, valores positivos para las actividades relacionadas con el logro, ambientes ricos en estimulación etc… Sin embargo, se ha comprobado que dicha formación de necesidades de logro puede variar de la época de niño a la vida de adulto, no manteniéndose constante y viéndose influenciado por muchos procesos vitales e históricos por los que la persona hace su recorrido funcional. Las influencias cognitivas se basan en la idea de que ciertas formas de pensar se hallan más relacionadas con el logro que otras; entre ellas vemos: percepciones de habilidad, adopción de una orientación de dominio (maestría), altas expectativas de éxito, fuerte valoración del logro y un estilo optimista (Ames y Ames, 1984). Así, por ejemplo, una orientación hacia la maestría facilita que los sujetos prefieran tareas moderadamente difíciles, respondiendo a la dificultad con un aumento del esfuerzo realizado. Por tanto, un ambiente adecuado y facilitador de creencias de habilidad, maestría, valoración del logro, etc. promoverán un terreno abonado para una forma de pensar y comportarse determinada en la consecución del logro. Por último, al centrar la atención en las influencias cognitivas se detectó la necesidad de analizar la manera en que dichas formas de pensar se desarrollan a lo largo de la vida de una persona; así, se establecen las influencias del desarrollo (Stipek, 1984). Las creencias, valores y emociones relacionados con el logro muestran patrones de desarrollo predecibles. Así, por ejemplo, lo niños presentan una gran cantidad de ideas irracionales de dominio, que no se modifican con el fracaso, ignorando su bajo rendimiento con sus iguales. Sin embargo, se va progresando a una niñez intermedia donde se pone el acento más en las comparaciones con el otro y sólo al final de la infancia se van construyendo sus creencias de habilidad relativamente realistas: autoevaluaciones, evaluaciones de compañeros, de los maestros y de los padres. Los niños pequeños, como se ha comentado, valoran mucho la aprobación de los otros, de igual manera, las emociones se configuran en el camino evolutivo (no se nace con vergüenza, por ejemplo, ésta se va perfilando). Sobre la base de todo lo visto hasta ahora, la consideración que se le ha dado o se le puede dar al concepto de logro o de éxito es muy subjetivo y por tanto variado. Sin embargo se han considerado tres objetivos o logros comúnmente utilizados por los sujetos, éstos son: demostración de habilidad, autosuperación y aprobación social. 16 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación En lo que respecta a la demostración de habilidad el criterio que suele establecerse es el de ganar a otros. El criterio es la comparación de resultados con otros compañeros o personas ejecutantes de la misma tarea. Por ello, también suelen denominárseles como sujetos cuya motivación está orientada hacia al ego y tienden hacia la competencia. Es muy frecuente que éste sea el criterio que educadores, padres etc. suelan utilizar y por ende, el niño tenderá a asumirlo como propio. Son personas que sienten que han tenido éxito cuando muestran que son superiores a sus rivales y sienten que han fracasado cuando son inferiores. Al valorar la mejora de sus habilidades lo hacen sólo cuando son superiores a los rivales. La orientación al ego puede perjudicar la ejecución debido a aspiraciones irreales del individuo, preservar el esfuerzo cuando el fracaso parece inminente, y la ansiedad. Suele observarse una relación positiva entre sujetos con una meta orientada al ego y el grado de aburrimiento, la ansiedad o la creencia de que los factores externos y la habilidad son los precursores del éxito. Cuando el logro o la meta se establece sobre la base de una mejora en las propias competencias hablamos que se busca lograr la autosuperación en habilidades ejecutorias. Aquí lo importante no es ganar o demostrar ser superior a los compañeros, el objetivo es la mejora del proceso y no el resultado en sí mismo; por lo que son sujetos orientados hacia la tarea. El criterio de comparación es el mismo sujeto, su forma de proceder, sus habilidades, sin tener que recurrir a comparaciones externas; por tanto, se busca la maestría en la ejecución. Son personas que sienten que han tenido éxito cuando alcanzan mejoras en la ejecución de la tarea, fijándose en si actuó con maestría o mejoró en la tarea, y no si son más hábiles que los demás. Consideran que han mejorado su habilidad cuando han mejorado el aprendizaje o se han esforzado más en su tarea. La orientación a la tarea está relacionada con mayores niveles de diversión, satisfacción e interés, y con estados de ánimo más positivos. Las creencias sobre las causas del éxito consisten en que trabajar duro, entrenar y un esfuerzo apropiado conducen al éxito. Suelen ser sujetos, que por norma general, muestran una mayor persistencia en sus ejecuciones. Este tipo de motivación suele relacionarse con la: satisfacción, la diversión, actitudes positivas hacia la tarea, la mejora de la habilidad percibida, una mayor adquisición de estrategias de afrontamiento como solución de los problemas, preferencias por tareas desafiantes... Por último, un tercer objetivo es la búsqueda de aprobación social, principalmente en niños pequeños que aún no disponen de criterios comparativos propios para la evaluación de las actividades y los resultados conseguidos. Puede decirse que se tiene éxito si se consigue la aprobación de las personas significativas. Con este objetivo, es fácil comprobar la posibilidad de ayudar al desarrollo por parte del niño de una orientación y una motivación más adaptadas o con mayor posibilidad de éxito personal; frente a la orientación al ego o a los resultados, tremendamente competitiva, siempre será mejor modificar los criterios desde el adulto hacia metas orientadas en la tarea, en la maestría ejecutoria. 3.2.2.- Modelo de Atkinson El modelo de Atkinson del comportamiento de logro puede afirmarse que es la visión clásica en la motivación de logro, y ha sido de los más influyentes desde esta perspectiva. En la actualidad, es posible definir una alternativa, de la que ya hemos presentado algunos apuntes, donde las consideraciones principales son el comportamiento orientado a la tarea o hacia el ego; es decir, las metas establecidas en situaciones de logro. En ambos modelos se comparte que la motivación de logro es, metafóricamente, como una lucha entre aproximación y evitación. Los estándares 17 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación de éxito producen atracción y temor o ansiedad ante ellos. Con el modelo de Atkinson (1964) se busca determinar si una persona se acerca al éxito o evitará el fracaso, y si lo hace con qué intensidad, latencia y persistencia. Sin embargo, en los modelos contemporáneos se pretende establecer por qué una persona muestra una conducta de logro, y no tanto su ocurrencia. Atkinson argumentó que la necesidad de logro predice sólo de manera parcial la conducta de logro. Tal comportamiento depende no sólo de las necesidades individuales de logro, sino también de la probabilidad de éxito en la tarea y su valor de incentivo para triunfar en dicha tarea; y ambos están determinados de manera situacional. El modelo presenta cuatro variables: comportamiento de logro y sus tres predictivos (necesidad de logro, probabilidad de éxito e incentivo para el éxito). La conducta de logro se define como la tendencia para acercarse al éxito (Te) y los tres factores determinantes de ella son: 1.- la intensidad de la necesidad de logro, motivo para triunfar, (Me) 2.- la intensidad de la probabilidad de éxito percibida (Pe) y 3.- el valor de incentivo del éxito (Ie); por tanto podemos formular que: Te = Me x Pe x Ie Sabiendo que el incentivo de éxito sería el resultado de restar a 1 la probabilidad subjetiva del éxito, es decir: Is = 1 – Ps. Por tanto, la tendencia de aproximación al éxito quedaría: Te = Me x Pe x (1 – Pe) Junto a esta tendencia al éxito pudo observarse que hay sujetos que parecen mostrar un mayor miedo o una mayor evitación del fracaso que un atractivo por el éxito. Con esto se formuló la alternativa que complementaba a la establecida tendencia al éxito y era la tendencia a evitar el fracaso (Tf). Dicha tendencia a evitar el fracaso estaría modulada igualmente por la motivación para evitar el fracaso (Mf), por la probabilidad subjetiva de fracaso (Pf) y por el valor del incentivo de fracaso (If), siendo entonces que: Tf = Mf x Pf x If Sabiendo que el valor del incentivo de fracaso es If = 1- Pf y por tanto: Tf = Mf x Pf x (1 – Pf) De forma genérica e interactuando ambas formulaciones puede establecerse que la tendencia al logro (Ta) es el resultado de las tendencias al éxito y al fracaso, siendo: Ta = (Me – Mf) x (Pe x (1 – Pe)) Pero los datos empíricos venían a indicar que la mayor parte de las personas disponen de aspectos en el ambiente que les resultan, por su carácter de reforzador, determinantes en muchas de las situaciones y les permiten guiarse en el medio. Esta consideración hace que Atkinson se viera en la obligación de incluirlos en su formulación con un carácter sumatorio, quedando la tendencia al logro como se indica: Ta = (Me – Mf) x (Pe x (1 – Pe)) + Text. 18 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación Ante todo ello, puede decirse que las personas con una alta motivación de logro tenderán a aproximarse a situaciones de logro y las personas con alta motivación de evitar fracaso tenderán a evitar situaciones de logro. La primera de las variables (Me) corresponde al valor obtenido en el T.A.T, frente a la Mf que sería el resultado en el TAQ (Sarason y Mandler, 1952) -la conversión en puntuaciones típicas permite su comparación-; la Me representa la intensidad de la necesidad de logro. Por su lado, la Pe se calcula a partir de la dificultad percibida de la tarea y de la habilidad percibida en dicha tarea por parte de la persona. La Ie es igual a 1- Pe. Por tanto, si la probabilidad de éxito es de 0,25, el incentivo para triunfar en la tarea es de 0,75. Veamos un ejemplo: dos luchadores (A y B) el sujeto A con una intensa necesidad de logro (TAT = 8) luchará contra el campeón del año pasado (Pe = 0,1) y, por tanto, tendrá un alto valor de incentivo (Ie = 1 - 0,1 = 0,9) frente al luchador B que muestra una necesidad de logro baja (TAT = 1) luchará con un sujeto de su mismo nivel (Pe = 0,5) y, por tanto, tendrá un valor de incentivo considerado como moderado (Ie = 1 – 0,5 = 0,5). En el sujeto A la tendencia al éxito (Te) será de 0,72 (8 x 0,9 x 0,1) y en el sujeto B será igual a 0,25 (1 x 0,5 x 0,5). En caso de igualdad en la Me (ej. TAT = 1) es el sujeto B quien mostraría mayor tendencia al éxito con 0,25 frente a una Te del sujeto A igual a 0,09. Por tanto, es posible comprobar que el mayor resultado de Se se daría cuando Pe e Ie tuvieran un valor de 0,5 (0,5 x 0,5 = 0,25). Es decir que la acción concreta se producirá con mayor probabilidad cuando ambas probabilidades subjetivas ronden el 0,5. Así, se encontró (McClelland, 1958) que los niños con alto nivel de motivo de logro -necesidad de rendimiento- elegían situaciones de poco riesgo para la obtención de éxitos, si bien procuraban que éstas no fueran demasiado fáciles, para que no implicase poco valor de incentivo. Por su parte, los sujetos con alto motivo de logro mejoraban su rendimiento con tareas de dificultad mediana. Hay que decir, con respecto a la persistencia en el comportamiento, que fue posible observar cómo eran los sujetos con alta motivación de logro los que solían persistir durante un mayor tiempo en las tareas -incluso tras los fracasos-, al menos en tareas de dificultad intermedia, siendo los de baja motivación de logro los que más solían buscar apoyo en las tareas difíciles, y sólo si lo consiguen son más persistentes. Atkinson (1953) relacionó este tema con la realización de tareas inacabadas, donde fue posible comprobar que se recordaban mejor las tareas inacabadas frente a las acabadas. Para finalizar, decir que en los últimos años se está produciendo un importante esfuerzo por integrar las dos alternativas principales en la motivación de logro (Elliot, 1997). Así, en el modelo integrado existen dos tipos diferentes de metas de logro de rendimiento: aproximación al rendimiento y evitación del rendimiento. Las metas de aproximación al rendimiento emanan de la necesidad de logro de una persona, la tendencia de acercamiento al éxito. Las metas de evitación del rendimiento surgen del miedo al fracaso de una persona, la tendencia a evitar el fracaso. Por tanto, las personas con alta necesidad logro tienden a adoptar metas de aproximación al rendimiento, mientras aquellas que muestran gran miedo al fracaso tienden a adoptar metas de evitación al rendimiento, y, por último, aquellas con grandes expectativas de competencia se inclinan por adoptar metas de dominio. Al integrar ambas perspectivas se logra superar las deficiencias que presentaban ambos modelos, el clásico y el contemporáneo. Con respecto al modelo clásico o de Atkinson el problema consistía en que las disposiciones de la personalidad general (Me, y Mf) efectúan una deficiente labor al predecir el comportamiento de logro en un escenario específico. Por su parte, en el modelo 19 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación contemporáneo se deja sin respuesta el hecho de que una persona quizás pueda preguntarse de dónde surgen esos diferentes tipos de orientaciones a la meta. 4.- Las atribuciones Junto a los modelos basados en las expectativas desarrolladas por el sujeto, puede afirmarse que los modelos atribucionales, de forma complementaria a aquellos, han sido y son los que han marcado de manera especial a la visión cognitiva de la motivación. Por atribución puede entenderse al proceso por el cual el sujeto elabora una teoría o hipótesis explicativa de un acontecimiento, una acción o unos resultados. Puede entenderse que “la atribución es el proceso por el que las personas interpretan su comportamiento y el de otros, y les asigna causas” (Davis y Newstrom, 2003, pág. 170). Estas atribuciones, en el campo de la motivación, buscarán explicar el por qué de un resultado específico (éxito/fracaso) en una tarea concreta. Esta búsqueda suele realizarse con mayor frecuencia ante consecuencias que resultan inesperadas o conductas novedosas, negativas e importantes ya que son éstas las que generan una mayor incertidumbre y por tanto el sujeto tratará de reducirla o eliminarla mediante una explicación que se enmarque, permítaseme la expresión, de forma coherente en su contexto cognitivo. Si con las expectativas se buscaba responder al por qué del establecimiento de una meta por parte del sujeto, así como a la insistencia o intensidad y la perseverancia en su consecución; con las atribuciones se pretende explicar el por qué de los resultados cosechados. Así pues, una atribución es una inferencia sobre: 1.- el resultado de una acción y 2.- sobre la calidad o características que posee uno mismo u otras personas (atribución disposicional). Se trata de inferencias que buscan explicar el por qué de su propia conducta o de los demás; tratando de especificar los procesos del perceptor y su comprensión de la conducta propia y la de los otros (Grzib, 2002). Los orígenes del enfoque basado en la atribución beben de la investigación en percepción interpersonal. En principio se buscó analizar cómo juzga el sujeto a los demás en su rendimiento (Vernon, 1933). Debido a las críticas metodológicas el interés se centró en analizar el proceso de atribución (Allport, 1955; McGinnes, 1949) poniendo de manifiesto que lo que se percibía dependía de las características de la personalidad del perceptor y de los procesos emocionales que experimentaba. Se considera que Asch (1946) fue el primero que utilizó un enfoque de proceso, demostrando que las personas al percibir organizan la información en totalidades. Años después, Kelley (1973) indicó la presencia de categorías o constructos subjetivos utilizados por el sujeto para organizar las diversas percepciones. Como decimos, el análisis atribucional resulta en un proceso con diferentes elementos interrelacionados. Heider (1958) fue el primero en trabajar en él y consideraba que la mayoría de las personas creen y perciben que tienen control sobre sus actos y así debe ocurrirles a los demás; a pesar de que pueda disponer de evidencia contraria. Señalaba que la gente mantiene unas reglas de sentido común, que combinadas con factores personales (aptitudes y habilidades e intentos como factor motivacional) y situacionales (dificultad de la tarea y factor suerte), les permite decidir sobre la causa de las acciones. Desde un punto de vista motivacional el autor analiza sólo las acciones intencionadas, manteniendo dos componentes: fuerza (direccional) y esfuerzo (intensidad). Para Heider (o.c.) cuanto mayor sea la fuerza del elemento ambiental, menor será la responsabilidad de la persona por la acción; y en base a esto distingue diversos niveles de responsabilidad: Asociación (el más bajo sin 20 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación capacidad ni motivación), causalidad (existe capacidad pero no intención), previsión (existe capacidad, no intención y el sujeto prevé las consecuencias), intencionalidad (se dan capacidad e intención) y justificación (igual al anterior pero la responsabilidad de la decisión queda en suspenso). De todo lo visto hasta ahora, se afirma que las personas realizan atribuciones por dos razones principales. La primera es porque quiere saber por qué ocurren los fracasos inesperados e importantes. Y la segunda, porque la información que obtiene de dicho proceso le es útil para su vida y su modo de interacción (Weiner, 1985), estableciendo así la valencia, entre otras variables, de las consecuencias para futuras ocasiones. La teoría de la atribución, pudiendo actuar de manera complementaria a las teorías basadas en las expectativas, presenta al sujeto como un ser racional; que sin embargo, no es ajeno a la asunción de errores o sesgos de juicio (Harvey y Weary, 1981). 4.1.- El proceso atribucional Los teóricos de la atribución inciden en los aspectos cognitivos y racionales de la conducta voluntaria, pero el interés no se centra ni en la determinación de intenciones ni en su cumplimiento, sino que se localiza específicamente en los argumentos explicativos que se dan las personas acerca del por qué de los resultados obtenidos, tanto si éstos son percibidos como éxitos o como fracasos. Como ya se ha comentado, se parte de dos supuestos básicos, donde se nos dice que cualquier atribución viene determinada por unas reglas básicas y las atribuciones causales influyen sobre el desarrollo de nuevos comportamientos y futuras expectativas y, por tanto, determinaran nuevas metas. Con las primeras aportaciones realizadas por Heider (1958) se buscó explicar el proceso atributivo. Según éste los individuos pretenden desarrollar una concepción ordenada y coherente de su medio, tendiendo a creer que un suceso queda explicado satisfactoriamente cuando se descubre por qué ha ocurrido. Galvanovskis (2005) menciona los postulados de Heider y los resume en: 1.- el observador para explicar el comportamiento de otras personas busca características relativamente invariables a las llamadas propiedades dispositivas, 2.- existen dos tipos de atribuciones: externas (atribución circunstancial) e internas (atribución disposicional) y 3.- se atribuye una acción a causas internas cuando el actor es percibido como capaz de efectuarla y que intenta llevarla a cabo. En sí, el proceso atributivo, es derivado de un proceso perceptivo. Por su parte, y desde la teoría de las inferencias correspondientes (Jones y Davis, 1965) se pretende inferir las características disposicionales o motivos de un actor a partir de su conducta; esta inferencia dependerá de tres aspectos: la espontaneidad (la conducta bajo coerción no informa), la singularidad (sólo los efectos no-comunes informan) y la deseabilidad (lo deseable para la mayoría no informa). En esta línea, Kelley (1967) trata de explicar el proceso atribucional mediante el modelo de covariación, donde destaca que un efecto se atribuye a una o más causas posibles que covarían en el tiempo. Se indican como elementos destacados: la distintividad (hasta que punto la conducta es específica a un estímulo), la consistencia (se emite la misma conducta a lo largo del tiempo) y el consenso (grado de semejanza de la conducta de uno respecto a la de otros). Kelley define los esquemas causales, donde el perceptor utiliza los conocimientos previos de la relación causa-efecto. Discrimina entre causalidad múltiple suficiente (con una causa de varias es suficiente vg. puedo ir 21 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación a la fiesta por pasarlo bien o porque me pagan) y causalidad múltiple necesaria (todas las causas son necesarias pero no suficientes para lograrlo vg. preparación de una competición). De forma esquemática, el proceso atribucional puede agruparse en tres estadios subyacentes: 1.- Percepción: la persona debe percibir u observar el comportamiento. 2.- Juicio: la persona debe creer que el comportamiento fue realizado intencionalmente (determinación de la intencionalidad). 3.- Atributo: la persona debe determinar si cree que forzaron a la otra persona para que tenga un determinado comportamiento (atribución a la situación) o si no fue así (atribución a la persona). Por tanto, vemos que las causas de las consecuencias asociadas a una determinada ejecución pueden ser múltiples y variadas. Sin embargo, aún existiendo decenas de atribuciones, y siendo las más destacadas y frecuentes la habilidad, el esfuerzo, la dificultad de la tarea y la suerte, se ha hecho un esfuerzo por agruparlas en tres principales dimensiones causales: el locus of control, la estabilidad y la controlabilidad. 4.1.1.- Dimensiones en las atribuciones Son muchas las alternativas causales que pudieran plantearse a las muy diversas situaciones que se presentan en la vida de un sujeto. Una primera forma de agruparlas en un número reducido y operativo es comenzar por discriminar entre causas internas versus causas externas. Las causas internas harían referencia a todas aquellas que puedan ubicarse en el sujeto (personalidad, habilidades, inteligencia etc) frente a las causas externas ubicadas en el ambiente (la tarea, los medios, etc.) Esta forma de localización de las causas consiste básicamente en determinar el lugar de control (locus of control). Es a Rotter y su grupo a quienes les sirve el concepto para identificar el lugar de donde proviene o se controla el refuerzo y es así percibido por el sujeto (Rotter, Seaman y Liverant, 1962). El constructo locus of control es utilizado por el sujeto para establecer el nivel de aspiración al que será más probable se pueda pretender en próximas ocasiones. Este tipo de ubicación le permitía a los autores clasificar a los sujetos (sujetos de locus of control interno vs externo); si bien también es posible que el sujeto pueda mostrarse de una u otra forma dependiendo de la ocasión y de las circunstancias que la rodean. Tras años de trabajo en esta línea de investigación se pudo concluir, de manera general, que los sujetos con una tendencia a atribuir las consecuencias a su propia conducta suelen ser más eficaces que los de control externo (Rotter y Mulry, 1965), ya que son ellos los que se perciben como procuradores de los reforzadores. En estos sujetos, ha de tenerse cautela, ya que los casos extremos pueden llegar a serle contraproducente; así, por ejemplo, el sujeto podría llegar a considerarse la causa de todo lo que ocurre tras su conducta o simplemente considerar que es víctima de las circunstancias y de él no dependen los resultados. Junto a la localización realizada por el sujeto sobre las causas de las consecuencias de la conducta, éstas pueden variar en la estabilidad con la que pueden presentarse en similares circunstancias a lo largo del tiempo. La dimensión estabilidad puede dicotomizarse en estable versus inestable. Hablamos de causas estables siempre que las atribuciones se mantengan con cierta perdurabilidad en el 22 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación tiempo y son de larga duración (vg. la personalidad, la inteligencia, etc.) frente a las atribuciones inestables que vendrán concretizadas en función del contexto y de las circunstancias particulares del momento (vg. esfuerzo, cansancio, hambre, etc.). Por último, la tercera de las dimensiones hace referencia a lo controlabilidad de las circunstancias causales (Rosenbaum, 1972 citado en Reeve, 2003). Dicha variable se concretiza en dos subdimensiones, la referida a las causas controlables frente a las consideradas como incontrolables. Por causas controlables nos referimos a aquellas causas sobre las que el sujeto puede llevar acciones que la modifiquen o medien en su desarrollo. Por su lado, en las causas incontrolables el sujeto dispone de pocos o ningún recurso para mediar. Llamemos la atención sobre el concepto controlable, aunque lo podemos extender a los otros dos, que siempre van a depender de la interpretación individual. La introducción de esta última dimensión referida a la controlabilidad permite definir relaciones con la motivación de control (ver teorías atribucionales); al fin y al cabo se ha señalado que con las atribuciones se busca la predecibilidad y el control ambiental. Junto a estas ventajas, el constructo controlabilidad crea una dificultad, que se intentará resolver con Weiner, ya que por definición las causas externas son incontrolables para el individuo. Vemos que a partir de este esquema tridimensional de la atribucional es posible clasificar cualquier atribución; al permitirnos establecer características comunes entre las atribuciones que de otra forma serían muy difíciles de concretar. 4.1.2.- Errores de atribución Sabemos que las atribuciones son elaboraciones que desarrolla el individuo con información procedente tanto de él mismo como del ambiente y de la tarea como parte del mismo. Dado que se basa en planteamientos lógico analíticos de la información, cabe la posibilidad de cometer errores o sesgos al manejar las fuentes informativas. Un elemento destacado que puede desvirtuar la atribución más ajustada a los hechos es el prejuicio. Por él puede llegarse a situaciones donde aún dándole la suficiente información al sujeto para realizar una atribución precisa se obtendrán respuestas erróneas (Harvey y Weary, 1981). Sin embargo, los errores cometidos a la hora de realizar una atribución pueden llegar a ser predecibles, ya que una parte importante de ellos son explicados por los errores de atribución y por los prejuicios motivacionales. Entre los errores atribucionales es posible discriminar el error fundamental de atribución y el error actor-observador. El primero viene a indicarnos que cuando analizamos el comportamiento de un sujeto tendemos a realizar atribuciones internas y estables, ya que suele ser frecuente que centremos la atención en el sujeto y no tanto en la tarea, y añadiéndose a esto que es común disponer de cierta información previa del sujeto que nos facilita tal inferencia (Ross, 1977). Este error es reversible, ya que cuando se le pide al sujeto-observador centrar su atención en otros factores, como los ambientales y sus relaciones con la conducta del actor, hay una tendencia similar tanto a la atribución de la respuesta a un factor externo como interno (Quattrone, 1982). El error actor-observador nos dice que el sujeto tiende a explicar los resultados de su conducta en términos de causas externas, pero los resultados obtenidos por los otros se basarían en causas internas (Jones y Nisbett, 1971; Eisen, 1979). Al igual que el anterior es un error reversible, especialmente si se brinda la oportunidad de valorar 23 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación desde la otra perspectiva; es decir, el actor como observado (mediante video) y el observador como actor (role playing) (Gould y Sigall, 1977). Los prejuicios motivacionales, también conocidos como prejuicios autocomplacientes (Arkin, Cooper y Kolditz, 1980), nos vienen a indicar que la gente a menudo atribuye sus éxitos a causas internas, pero explica sus fracasos a causas externas. De ello resulta la importancia que dicho fenómeno tiene como protector de la autoestima; manteniendo que los sujetos depresivos pueden actuar de manera diferencial, ya que éstos suelen atribuir los fracasos a causas internas y los éxitos a factores externos (Abramson, Seligman y Teasdale, 1978). Por último, se ha señalado que las atribuciones realizadas por el sujeto se van a ver muy influenciadas por los resultados anteriores. Así, a medida que las consecuencias de una conducta son más negativas, mayor probabilidad existe de que la conducta se atribuya a causas internas; la posibilidad de que se cometa el error fundamental de atribución es mayor. Por otra parte, mientras más serias sean las consecuencias mayor es la probabilidad de que el sujeto-actor se perciba como responsable. A todo ello, debe señalarse que la representatividad que se le atribuye a una conducta en el repertorio total del actor resulta exagerado. Esto significa que el grado de distintividad es subestimado y el grado de consistencia es sobreestimado, lo que facilita que la atribución sea realizada sobre causas internas. 4.2.- Teoría causal de Weiner Weiner (1972, 1976) buscó conjugar las aportaciones realizadas por Heider (1960) al diferenciar entre causas estables e inestables, que para él hacían referencia a los factores personales y ambientales respectivamente, y las llevadas a cabo por Rotter y su grupo sobre el lugar donde es atribuido el control (Rotter, Seaman y Liverant, 1962); de esta forma era posible una matriz de cuatro entradas donde poder clasificar las diversas atribuciones realizadas (Weiner, 1972; Weiner, Nierenberg, Goldstein, 1976). Debe indicarse que Weiner (1986), cuando hace mención a la dimensión interno vs. externo, nos habla de lugar de causalidad, haciendo referencia a la localización de las causas atribuibles al sujeto o a las circunstancias, frente a Rotter y Mulry (1965) y DeCharms (1968) que hacían referencia a la percepción que tiene el sujeto de la ubicación de control sobre dichas causas; por eso se habla de causalidad no de lugar de control. Junto a estas dos dimensiones, se introduce una tercera que fue aportada inicialmente por Rosenbaum (1972). Éste entendía que ciertas causas, ya sean internas o externas, necesitaban de una variable que definiese el grado de control que el sujeto podía manifestar sobre ellas; no dejando, como se ha mencionado, de presentar algunas cuestiones a resolver referentes a la controlabilidad de las causas externas. Para ello, Weiner (1986) mantuvo esta dimensión para las causas externas, ya que aún pudiéndose percibir como incontrolable por el sujeto-actor otros pudieran percibirlas como controlables. Una vez definidas estas tres dimensiones dicotomizadas, y tras los análisis lógicos que Weiner deriva sobre la base de ellos, es posible definir una matriz donde las tres dimensiones interactúan creando un espacio de ocho subdimensiones (véase figura 3.3). 24 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación Controlabilidad Controlable Incontrolable Estabilidad Estable Inestable Estable Inestable Esfuerzo Esfuerzo Aptitud del Fatiga, ánimo Lugar de Interna habitual del extra del sujeto del sujeto sujeto sujeto Causalidad Esfuerzo Aptitud de los Fatiga, ánimo Esfuerzo Externa extra de los otros, dificultad de los otros, habitual de otros tarea suerte los otros Figura 3.3.- Modelo tridimensional de atribución de Weiner (tomado de Grzib, 2002) Este modelo atribucional, compuesto por las tres dimensiones mencionadas, ha sido confirmado mediante diversos trabajos basados en análisis factoriales (Wimer y Kelley, 1982), análisis de discriminación múltiple (Michela, Peplau y Weeks, 1982) y procedimientos de escalamiento basados en juicios de categoría (Stern 1983 citado en Grzib, 2002). Un hecho importante de la teoría de Weiner es que ésta permite relacionar el estilo atribucional con la respuesta emocional dada por el sujeto. Para él las emociones dependen de los pensamientos; entiende que este planteamiento no implica que los estados emocionales no puedan evocarse de manera independiente a los pensamientos, sólo hace constatar que las reacciones cognitivas inician y terminan las reacciones afectivas. Así, esta teoría nos estaría prediciendo que las percepciones de lo que causó un resultado determinado estarían determinando, en parte, las reacciones afectivas ante este resultado. Weiner (1986) supone que la secuencia de cogniciones se va haciendo cada vez más compleja en el proceso emocional; así cada dimensión atribucional estaría relacionada con una emoción específica; por ejemplo, la atribución interna del lugar de causalidad estaría relacionada con el orgullo, influyendo a lo largo del tempo en la autoestima. Las principales emociones que se asocian a la dimensión de control son: gratitud, culpa, ira y compasión, según la controlabilidad esté relacionada con aspectos internos o externos. Por su parte, la dimensión de estabilidad quedaría asociada a emociones relacionadas con la esperanza de éxito o el miedo al fracaso. 5.- Teoría Motivación Intrínseca Teoría de la Autodeterminación (TAD) es un enfoque hacia la motivación humana y la personalidad que usa métodos empíricos tradicionales mientras emplea una metateoría organísmica que enfatiza la importancia de la evolución de los recursos humanos internos para el desarrollo de la personalidad y la autorregulación de la conducta (Ryan, Kuhl, & Deci, 1997). Por lo tanto, está en la arena de la investigación de las tendencias inherentes del crecimiento de las personas y de las necesidades psicológicas innatas que son la base de su auto-motivación y de la integración de la personalidad, así como de las condiciones en que se anidan estos procesos positivos. Inductivamente, usando los procesos empíricos, hemos identificado tres de tales necesidades 1.- la necesidad de ser competente (Harter, 1978; White, 1963), 2.- 25 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación la de relacionarse (Baumeister & Leary, 1995; Reis, 1994), y 3.- la de autonomía (deCharms, 1968; Deci, 1975) – que parecen ser esenciales para facilitar el funcionamiento óptimo de las propensiones naturales hacia el crecimiento y la integración, así como para un desarrollo social constructivo y el bienestar personal. Mucha de la investigación guiada por la TAD también ha examinado los factores ambientales que estorban o reducen la auto-motivación, el funcionamiento social, y el bienestar personal. Aunque muchos efectos perniciosos han sido explorados, esta investigación sugiere que esos detrimentos pueden ser más parsimoniosamente descritos en términos de la frustración a estas tres necesidades básicas. Por lo tanto, la TAD es concerniente no sólo a la naturaleza específica de las tendencias positivas del desarrollo, sino que también examina los ambientes sociales que son antagonistas a esas tendencias. Los métodos empíricos usados en mucha de la investigación de la TAD se ubican en la tradición, en la cual esas variables del contexto social han sido manipuladas directamente para examinar sus efectos tanto sobre los procesos internos como de las manifestaciones conductuales. El uso de los paradigmas experimentales nos ha permitido especificar las condiciones bajo las cuales florecerán la actividad natural de las personas y lo constructivo, así como aquellas que promueven la carencia de auto-motivación y la falta de integración social. Según Moreno Murcia (2011), en las últimas tres décadas se ha ido perfilando en el horizonte de la motivación una de las teorías que cuenta actualmente con uno de los constructos teóricos más coherentes y sólidos para explicar la motivación humana: la Teoría de la Autodeterminación (TAD) de Deci y Ryan (1985; 2000; Moreno y Martínez, 2006; Moreno Murcia, 2011). Balaguer, Castillo y Duda (2008) afirman que una asunción general de la Teoría de la Autodeterminación es que los seres humanos son organismos activos con tendencias innatas hacia el crecimiento personal, y a implicarse de forma óptima y eficaz en el entorno que les ha tocado vivir. Se defiende que si en su interacción con el medio las personas regulan sus conductas de forma voluntaria y volitiva se favorecerá la calidad de la implicación y el bienestar, mientras que si por el contrario el ambiente actúa de forma controladora, esta tendencia innata se verá frustrada y se desarrollará el malestar (Ryan y Deci, 2000 en Balaguer, Castillo y Duda, 2008). La Teoría de la Autodeterminación fue desarrollada por los profesores Edward Deci y Richard Ryan de la Universidad de Rochester (1980; 1985a; 1985b; 2000). Ella se sustenta en la idea del ser humano como agente causal y orientado para el crecimiento, con una tendencia natural para la integración de sus elementos psíquicos en un todo coherente, referente a sí mismo y, también, para su integración en estructuras sociales cada vez más amplias y complejas (Deci & Ryan, 2000 en Rodríguez, 2014). La TAD constituye un modelo explicativo de la motivación humana que busca explicar el desarrollo y funcionamiento de la personalidad dentro de los contextos sociales. Se basa en una “meta-teoría organísmico-dialéctica” (Moreno y Martínez, 2006 p. 4) que asume que las personas son organismos activos, con tendencias innatas hacia el crecimiento psicológico y el desarrollo, esforzándose por dominar los desafíos continuados e integrar sus experiencias de forma coherente con su voluntad (Deci y Ryan, 2000; 2002). A través de la TAD (Deci y Ryan, 1985; 2000) es posible aclarar el proceso integrado de desarrollo de la identidad. En la concepción de la TAD el “self” es un proceso innato del desarrollo del ser humano y que guía los individuos para su desarrollo psicológico. Ese proceso integrativo es representado por la "satisfacción" de las necesidades psicológicas (Deci y Ryan, 1985; 2000 en Cordeiro y cols., 2015). Esas necesidades persisten a lo largo de toda la vida, aunque su 26 Tema 3 La perspectiva cognitiva de la motivación importancia relativa, sus formas de expresiones y los caminos para alcanzar su satisfacción varían de acuerdo con las fases de la vida y de cada cultura (Deci y Ryan, 2000). Dicha teoría determina en qué medida las personas se involucran o no libremente en la realización de sus actividades, teniendo en cuenta una serie de mecanismos psicológicos reguladores de la conducta (Moreno y Martínez, 2006). La teoría analiza el grado en que las conductas humanas son volitivas o autodeterminadas, es decir, el grado en que las personas realizan sus acciones de forma voluntaria, por propia elección (Carratalá, 2004). La TAD propone que la autorregulación autónoma conduce a un mayor bienestar. Ryan y Deci (2001) definen el bienestar como un funcionamiento psicológico caracterizado por experiencias positivas y un sentido del yo (self-ego) dentro del dominio de una acción (Gagne, Ryan y Bargmann, 2003). La TAD se ha construido a través de cuatro mini-teorías donde se combinan el organismo, la meta-teoría dialéctica y el concepto de las necesidades básicas. Cada miniteoría fue elaborada para explicar los fenómenos motivacionales que surgían de los trabajos en laboratorios y de campo (Moreno y Martínez, 2006). Figura 3.4. - Micro teorías que componen la TAD (Deci y Ryan, 1985 en Moreno y Martinez, 2006) 5.1.- La Teoría de la Evaluación Cognitiva Deci y Ryan (1985) presentan la teoría de la evaluación cognitiva como una sub-teoría que forma la TAD. Esa sub-teoría tiene como objetivo apuntar los factores que explican la variabilidad de la motivación intrínseca y está fundamentada en las necesidades de competencia y autonomía. La teoría de la evaluación cognitiva fue formulada para explicar los efectos de las recompensas, premios y otros aspectos externos en la motivación intrínseca (Mandigo y Holt, 1999 en Moreno y Martinez, 2006; Ryan y Deci, 2000; Deci y Ryan, 2010). Según Deci y Ryan (1985), la motivación intrínseca es autodeterminada o autónoma por naturaleza. Cualquier situación que conlleve un “locus” percibido de causalidad -llamado PLOC en inglés (Perceived Locus Of Causality - DeCharms, 1968) o Locus Percibido de Causalidad externo, es decir, la realización de una actividad por causa o presiones externas, disminuirá la motivación intrínseca (Almagro, 2012). Según Moreno Murcia (2006), cuando un individuo tien

Use Quizgecko on...
Browser
Browser