Psychology of Prosocial Behavior PDF
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This document provides an overview of prosocial behavior in social psychology, exploring its types and factors, such as responsibility diffusion and the bystander effect, and the role of empathy and norms in influencing prosocial actions.
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BLOQUE I: INFLUENCIA, PODER Y EMPATÍA. Un ejemplo que ilustra claramente la importancia de la conducta prosocial es el caso del asesinato de Kitty Genovese. El caso de Kitty Genovese ocurrió en 1964 en Nueva York. Kitty fue asesinada brutalmente cerca de su apartamento, y lo que hizo que este caso f...
BLOQUE I: INFLUENCIA, PODER Y EMPATÍA. Un ejemplo que ilustra claramente la importancia de la conducta prosocial es el caso del asesinato de Kitty Genovese. El caso de Kitty Genovese ocurrió en 1964 en Nueva York. Kitty fue asesinada brutalmente cerca de su apartamento, y lo que hizo que este caso fuera famoso no fue solo el crimen en sí, sino la aparente falta de intervención de testigos. Según informes, un gran número de personas escucharon o presenciaron partes del ataque, pero nadie intervino ni llamó a la policía hasta que ya era demasiado tarde. Desde la perspectiva de la psicología del comportamiento prosocial, este caso puede ser analizado a través de varios conceptos: 1. Difusión de responsabilidad: la teoría de la difusión de responsabilidad sugiere que las personas son menos propensas a ayudar cuando están en un grupo, ya que asumen que otros asumirán la responsabilidad. En el caso de Kitty Genovese, muchos testigos pudieron haber pensado que alguien más intervendría, lo que llevó a la falta de acción. 2. Efecto espectador: este fenómeno está relacionado con la difusión de responsabilidad. Cuantas más personas están presentes, menos probable es que cada individuo intervenga. La presencia de otros puede llevar a la inhibición social, donde las personas se sienten menos responsables de ayudar. 3. Miedo a la evaluación social: las personas a menudo temen el juicio de los demás. En el caso de Kitty Genovese, algunos testigos pueden haber tenido miedo de ser juzgados o criticados por intervenir, especialmente si otros no lo estaban haciendo. 4. Anonimato y despersonalización: en entornos urbanos y grandes ciudades, las personas pueden sentirse más anónimas y menos conectadas con los demás. Esto puede llevar a la despersonalización y a una menor probabilidad de ayudar a alguien en apuros. Este caso resalta la importancia de comprender cómo factores psicológicos, como la difusión de responsabilidad y el efecto espectador, pueden influir en el comportamiento prosocial. También destaca la necesidad de intervenciones y programas que fomenten la responsabilidad individual y la disposición a ayudar en situaciones de emergencia. 1. Tipología de la conducta. En psicología social se denomina comportamiento prosocial a las acciones que benefician a otras personas. Este tipo de conducta ha sido investigada desde finales de la década de 1950. La primera perspectiva fue asociada a la conducta altruista y luego con la conducta de ayuda. Éstas posteriormente se denominarían comportamiento prosocial. En cualquier caso, estos tres conceptos son complicados de diferenciar. Sin embargo, en términos estrictos: - La conducta de ayuda en general es el estudio de una conducta, independientemente de los motivos o los fines. Tema 3: Comportamiento prosocial. 2 BLOQUE I: INFLUENCIA, PODER Y EMPATÍA. - La conducta altruista implica determinar si hay un fin en la conducta de ayuda, aunque sea a largo plazo; por ejemplo, hacer donaciones de forma anónima pensando que tendrán consecuencias positivas para otros o para la sociedad en general. - De esta forma, la conducta prosocial sería como un comportamiento más general que se aplica a las conductas que benefician a otras personas y se realiza de forma voluntaria. Es así que la conducta prosocial sería como un concepto paraguas que englobaría a la conducta de ayuda, que tiene como propósito ayudar a una persona en específico que lo necesita y colaborar con su bienestar, y la conducta de ayuda englobaría a la conducta altruista que tiene como componentes: a. Quien emite el comportamiento de ayuda no tiene un interés específico. b. Su motivación es la de contribuir a mejorar el bienestar del otro, generando y manteniendo efectos positivos, enfatizando su carácter voluntario y sin anticipación de recompensa a largo o corto plazo. La definición o diferenciación de estos comportamientos puede precisarse mediante la reciprocidad y la cooperación. - Reciprocidad: o En la ayuda: supone que un individuo que ofrece ayuda a otra espera que el ayudado retorne parte de la conducta ofrecida en un tiempo razonable, y está ligado fundamentalmente a los comportamientos prosocial y de ayuda porque puede incentivar que en el futuro se repita el comportamiento. o - En el altruismo: no se espera que haya reciprocidad en la conducta que se otorga. Cooperación: se espera que una actividad que se realiza con otro y otros individuos resulte mutuamente beneficiosa para las partes, es decir, las partes que aprenden a cooperar saben que obtendrán beneficios. Esto se observa en la conducta prosocial y en la de ayuda, pero no en la altruista (en ella la ayuda se da sin esperar nada a cambio diferente de la satisfacción de las necesidades de quien recibe la ayuda). Un elemento común es la empatía que ha sido definida por Hoffman como un estado emocional provocado por otro estado o situación en el que uno siente lo que el otro siente o lo que se esperaría Tema 3: Comportamiento prosocial. 3 BLOQUE I: INFLUENCIA, PODER Y EMPATÍA. normalmente que el otro sintiera en su situación emocional. Así, la conducta emocional predispone para que se produzca el comportamiento prosocial. Se ha demostrado que la reciprocidad, el sentido de justicia, de equidad y la confianza suelen estar asociados a la predisposición para el comportamiento prosocial, de ayuda y altruista. En estos tres casos, la base se sitúa en la interacción social y en la comprensión del por qué, cuándo y a quién ayudamos. 2. Modelos explicativos: ¿Por qué ayudamos? Existen varias explicaciones sobre porque las personas decidimos ayudar. Por un lado, encontramos una teoría evolucionista que parte del supuesto de que las personas ayudan a otras con el fin de favorecer la supervivencia de la especie. Por otro lado, la teoría del aprendizaje sostiene que el comportamiento prosocial ocurre por la imitación de modelos apropiados y puede estar en función de gratificaciones o castigos. 2.1. Teoría evolucionista. Se supone que, para los seres humanos, la conservación de la vida asegura la supervivencia de los genes y, por tanto, de la especie. Los individuos realizarán conductas que favorezcan el éxito reproductivo. Entre los procesos que desde la teoría de la evolución explican el comportamiento prosocial se encuentran la selección de parientes para referirse a la disposición de las personas por favorecer a aquellos que tengan parentesco, buscando la protección y supervivencia de la familia (Penner, Dovidio, Piliavin y Schroeder, 2005). Korchmaros y Kenny (2001), por ejemplo, estudiaron la cercanía emocional como variable moderadora del comportamiento altruista mediante la aplicación de un cuestionario a 29 estudiantes a quienes se les presentaban dilemas hipotéticos para medir la disposición de ayuda altruista hacia miembros de su familia con implicaciones de riesgo para sí mismos. Los resultados mostraron que los participantes sistemáticamente tuvieron mayor disposición a comportarse de manera más altruista hacia algunos miembros de su familia que hacia otros. En esta misma línea, Burnstein, Crandall y Kitayama (1994) realizaron un estudio con 158 participantes japoneses y a parientes cercanos más que a otros. Otro mecanismo que surge como una explicación al comportamiento prosocial hacia las personas que no están relacionadas parentamente es la cooperación, en que la personalmente es la cooperación, en la que la persona suprime su propio interés o lo equipara con el de los otros para lograr una organización social que favorezca la especie. Tomasello y Vaish (2013) realizaron una revisión sobre los orígenes de la cooperación humana y la moralidad desde una perspectiva evolutiva, asumiendo que la moralidad surgida evolutivamente con un conjunto de habilidades y motivaciones para cooperar con los demás, y la obtención de estas habilidades y motivos se desarrollan de manera natural y como resultado de los contextos socioculturales y sus interacciones (p. 231). En esta dirección, los autores proponen comparar la cooperación entre seres humanos y animales, que son: Tema 3: Comportamiento prosocial. 4 BLOQUE I: INFLUENCIA, PODER Y EMPATÍA. a. Subsistencia, por la que los seres humanos prefieren obtener sus alimentos mediante esfuerzos colaborativos. b. Protección, que para los humanos es un derecho. c. Cuidado de niños y comportamiento prosocial, que supone sacrificio por los otros. d. Comunicación y docencia, por las que los seres humanos a menudo se comunican de manera amable con el propósito de informar a otros de asuntos de interés para ellos y las cosas que necesitan saber para su beneficio. e. La política como poder social, en que la dominación y la injusticia fundamenta. f. Las normas y las normativas. Estos procesos o mecanismos, que desde la teoría de la evolución se han propuesto como explicaciones del comportamiento prosocial, han generado controversia y debate sobre los determinantes biológicos y aprendizajes, fomentando el diálogo entre disciplinas. - Se encuentran los estudios evolutivos que discuten la implicación de las teorías de la psicología social en los hallazgos empíricos - Hobye y Vaish (2010) afirman el debate sobre la predisposición biológica de ayudar a los otros al llevar a algunos psicólogos a aceptar de manera limitada las explicaciones evolutivas sobre la ayuda a los otros, con una reciente tendencia a proponer un gen comunicativo al cual los seres humanos y los animales están dispuestos a comunicarse mediante señales emocionales que implican la formación de vínculos sociales y la posibilidad de un comportamiento prosocial 2.2. Teoría del aprendizaje social. Desde la perspectiva del aprendizaje se asume que el comportamiento prosocial se aprende, no se nace con él. En la teoría del aprendizaje social, las personas aprenden a ser prosociales por la imitación de modelos apropiados y por las consecuencias que se derivan de ese comportamiento. Para que se dé el aprendizaje por observación es necesario que los modelos llamen la atención de las personas, para que sus comportamientos sean almacenados en la memoria y, posteriormente, sean recuperados y emitidos en contextos adecuados. No obstante, es necesario que el comportamiento esté mediado por los beneficios que pueda obtener quien realiza la conducta de ayuda (Ortiz, 1994). Por lo anterior, los modelos sociales, procesos, protagonistas de series (televisivas) pueden influenciar de manera positiva en la formación de comportamientos prosociales. El estudio realizado por Richaud de Minzi (2009) analizó la influencia del modelado de los padres sobre el desarrollo del razonamiento prosocial en la niñez temprana y en la niñez tardía administró instrumentos (escalas) para ello la "Prosocial Reasoning Objective Measure (PROM)" para medir el grado de razonamiento de los niños participantes en el estudio, mediante cinco historias que constituyen cinco dilemas en que las necesidades del protagonista se encuentran en conflicto con las necesidades de la víctima; dos cuestionarios que evalúan la percepción de los niños respecto a la empatía del padre y la madre, y el inventario de percepción de estilos parentales para niños de 8 a 12 años. Tema 3: Comportamiento prosocial. 5 BLOQUE I: INFLUENCIA, PODER Y EMPATÍA. Los resultados encontrados por Richaud de Minzi (2009) en lo que se refiere a la relación de los padres como modelos de preocupación empática muestran diferencias en el patrón de relaciones entre las prácticas de crianza y los modelos parentales en el razonamiento prosocial. - Cuando los niños perciben un control normal por parte del padre y una mayor aceptación por parte de la madre, aumenta el desarrollo del razonamiento moral estereotipado, es decir, el basado en las concepciones sociales sobre lo correcto o incorrecto y en la empatía que perciben los niños en los padres. - Cuando el control es punitivo (castigo), tanto del padre como de la madre, se perjudica el desarrollo de un razonamiento prosocial basado en estereotipos. En correspondencia con los postulados del aprendizaje social, este estudio aporta evidencia sobre la influencia del comportamiento de los padres en el desarrollo del comportamiento prosocial. En palabras de la autora: “El modelo de adulto eficaz educa la conducta de los niños en el sentido de que éstos lo imitan y son estimulados a prestar atención a y desarrollar estándares internos más que externos” (p. 196). Estos hallazgos apoyan la explicación del comportamiento prosocial basado en modelos adecuados en el contexto familiar que tienen un papel predictor del comportamiento prosocial. Un aspecto importante en la teoría del aprendizaje social es que los comportamientos de los seres humanos incluyen sanciones contraladas por consecuencias externas, pero a diferencia de otros enfoques de aprendizaje, estudia los procesos adicionales implicados en la conducta humana, como seres cognitivos podemos identificar y establecer cuáles son las consecuencias que regulan nuestro comportamiento 3. Elementos facilitadores de las conductas de ayuda. Existen factores individuales, sociales y normativos que facilitan la aparición de los comportamientos prosociales. La semejanza racial o ideológica, el atractivo físico, el estado de ánimo, el género, la edad (niños y ancianos), la identidad nacional o transnacional (europeo, latinoamericano, americano, etc.) y las atribuciones justas o injustas de la solicitud de ayuda de la víctima son determinantes del comportamiento prosocial. 3.1. Personalidad. Uno de los interrogantes sobre la conducta de ayuda es si existe una personalidad altruista, es decir, si hay unas características particulares en las personas que ayudan. Al respecto, Ortiz (1994) plantea que las creencias que tienen las personas sobre sus propias habilidades, la percepción sobre los controles internos y externos y las experiencias pasadas, influyen en la aparición de conductas prosociales. Por ejemplo, el estudio realizado por Mestre Escrivá, Tur Porcar y Del Barrio Gándara (2004) analiza la relación existente entre la estructura de la personalidad de 531 adolescentes y la manifestación de la agresión, la inestabilidad emocional y la conducta prosocial. Los resultados muestran específicamente, en lo que refiere al comportamiento prosocial, diferencias significativas en los factores que estructuran la personalidad del adolescente (amistad, apertura, conciencia, energía e inestabilidad) y resaltan en las conclusiones el papel de la personalidad como un factor determinante en el desarrollo del comportamiento prosocial. Tema 3: Comportamiento prosocial. 6 BLOQUE I: INFLUENCIA, PODER Y EMPATÍA. En esta misma línea de investigación, Mestre Escrivá, Samper García y Frías Navarro (2004) analizaron la relación entre la personalidad y el contexto familiar como factores predictores de la disposición prosocial y antisocial. Los resultados mostraron que las variables de personalidad, especialmente la empatía, eran los principales predictores de los comportamientos prosociales. Así, la empatía predice de manera directa la disposición a ayudar a los demás y variables relacionadas con la estabilidad emocional y la personalidad, no debe entenderse en el sentido de cualidades individuales innatas y transituacionales, sino que se trata de características que potencialmente están presentes en los individuos pero que se expresan o no dependiendo de diversos factores, entre ellos la situación. 3.2. Normas sociales. Las normas sociales son distintivas de la especie humana e importantes para el desarrollo y mantenimiento del comportamiento prosocial. Entre las más destacadas para el estudio del comportamiento prosocial se encuentran: - La norma de responsabilidad social: las personas deben ayudar a quienes necesitan o dependen de su ayuda y, además, la merecen - La norma de justicia: se fundamenta en la equidad y hace referencia al balance entre sus propias actuaciones y resultados y las aportaciones y resultados de las personas con quien se relacionan (Ortiz, 1994, p. 454). - La norma de reciprocidad: está implícita ofrecer ayuda a quienes previamente nos han ayudado y no causarles daño. En las redes sociales y comunitarias la reciprocidad es fundamental para establecer redes de apoyo y cooperación (Myers, 2005). Goldstein, Cialdini y Griskevicius (2008) realizaron un estudio experimental de campo para evaluar la eficacia de normas descriptivas sobre el comportamiento prosocial en un hotel. Específicamente, los investigadores solicitaron la participación de los clientes en un programa de conservación del medio ambiente. En uno de los estudios se crearon señales informativas estándar (necesidad de protección del medio ambiente) y descriptivas (informar de que los otros clientes participan en el programa) para la reutilización de toallas, asumiendo que la norma descriptiva ofrecería aparición del comportamiento prosocial. Los resultados del estudio indican que las señales con normas descriptivas fueron más efectivas que la señal en la que únicamente se informa sobre la protección del medio ambiente. La aplicación de las normas sociales en distintos escenarios (como es el caso de la psicología del consumidor) ayuda al desarrollo de nuevos estudios que evalúen la efectividad del comportamiento prosocial como variables predictoras del comportamiento proambiental. 3.3. Empatía. La empatía es una respuesta emocional que se define como la capacidad de compartir los sentimientos de otra persona, que predispone a ayudar a los demás. Como respuesta emocional, según Ortiz (1994), el estudio de la empatía incluye la interacción de procesos afectivos y cognitivos y la activación fisiológica que experimenta el Tema 3: Comportamiento prosocial. 7 BLOQUE I: INFLUENCIA, PODER Y EMPATÍA. observador frente la situación de emergencia frente a otra persona. Incluso la semejanza en las expresiones afectivas de la víctima puede conllevar la percepción del sufrimiento que se tiene con los demás. Los estudios clásicos de Piliavin et al. (1981) muestran que la empatía es uno de los factores que influyen en la conducta de ayuda, cuyo propósito, como se mencionó anteriormente, es beneficiar a personas necesitadas. Está condicionada por los siguientes factores: a) Características de la situación. b) Características del testigo, donde la necesidad de aprobación es considerada por Baron y Byrne (1998) como una condición que facilita a una persona ayudar a las demás. c) Características de la víctima, donde el grado o atracción por la víctima es un determinante de la ayuda al otro. d) El parentesco familiar. Una de las explicaciones clásicas sobre la empatía afirma que el comportamiento de ayuda puede ocurrir por motivación altruista o motivación egoísta. - Por motivación altruista: el testigo ayuda con el propósito de reducir la angustia del otro y la emoción que lo motiva es la empatía. Las personas altruistas se preocupan por ayudar a los demás, no esperan ni ofrecen beneficios a cambio, e incluso pueden comprometer su seguridad y su meta es incrementar el bienestar del otro (Myers, 2005). - Por motivación egoísta: quien ayuda por reducir su propia angustia tiene una motivación egoísta que posiblemente motive la ayuda hacia los demás. El egoísmo, definido por Worchel et al. (2002) como “la tendencia a concentrarnos en la gratificación personal” (p. 299), es uno de los determinantes de la conducta prosocial que se fundamenta en la gratificación personal que obtienen las personas cuando realizan comportamientos prosociales y reducen emociones dolorosas como la culpa, la angustia, la ansiedad o respuestas fisiológicas consideradas negativas para el observador. El grupo de investigadores liderado por Robert Cialdini (1978) considera que más que angustia, la emoción que sienten las personas cuando identifican que otra tiene una necesidad es tristeza. Por tanto, es más probable que las personas ayuden a otras para reducir ese sentimiento y mejorar su estado de ánimo. Por tanto, para Cialdini et al., los comportamientos de ayuda son esencialmente egoístas. En una mirada más amplia y reciente, las investigaciones sobre el altruismo y el egoísmo como predictores del comportamiento prosocial, desde la perspectiva evolutiva, señalan la importancia de complementar los estudios en los niveles intergrupal e interpersonal. En el primer caso, Penner et al. (2005) proponen estudiar la dinámica inherente a la competencia intergrupal, de manera que los grupos que cuentan con miembros definidos como altruistas (personas que se Tema 3: Comportamiento prosocial. 8 BLOQUE I: INFLUENCIA, PODER Y EMPATÍA. sacrifican por el grupo) tienen más ventajas sobre los grupos competidores, integrados por personas definidas como egoístas. En el segundo caso, se señala el papel de la culpa como antecedente motivacional del comportamiento prosocial. Específicamente, Etxebarria et al. (2009) asumen que la culpa aparece “cuando la persona siente empatía ante el sufrimiento ajeno y se atribuye a sí misma la responsabilidad causal en dicho sufrimiento”, concepto que Hoffman denomina culpa interpersonal (p. 5). Es decir, que la culpa puede generar conductas de ayuda para compensar a la víctima de una situación específica, lo cual pone de manifiesto la posible relación entre la culpa y las normas morales y sociales. 4. Factores inhibidores de la conducta de ayuda. La investigación también se ha centrado en estudiar las causas por las que no prestamos ayuda. Entre los distintos factores se encuentran las condiciones situacionales en las que se presenta la emergencia y el análisis del coste beneficio. 4.1. El efecto espectador. Una misma situación puede ser considerada o valorada por las personas de manera diferente según la información que provea el contexto y según su historia de vida. 1. Se evalúa si puede considerarse que una situación no es lo suficientemente grave o urgente para que intervenga. 2. Puede ocurrir que el espectador considere que su intervención puede ser valorada negativamente (tonto o estúpido) y por tanto se abstiene de realizar cualquier tipo de acción (Ortiz, 1994). 3. Interviene el proceso de atribución: si el espectador considera que la víctima puede resolver la situación por sí misma o que se es responsable de la situación en la que se encuentra, es probable que no actúe. Esto es así porque la sospecha la víctima actúo sabiendo de las consecuencias de sus actos, y por ello ahora debe asumir el coste. Por el contrario, en la situación puede haber otros elementos que lleven a ayudar a la víctima; esto ocurre en situaciones en que la persona en problemas hace una petición explícita y directa de ayuda (gritos, llanto o auxilio). Esta ambigüedad en la interpretación de la información, como lo identificaron Latané y Darley (1968), añadida a la presencia pasiva de los otros espectadores, influye en considerar una situación de emergencia como no peligrosa. Por tanto, la presencia o ausencia de observadores se considera un factor situacional que valida o no el comportamiento prosocial. La principal explicación a este comportamiento es la difusión de la responsabilidad, pues se considera que la responsabilidad de ayudar disminuye cuando la persona considera que los otros también pueden ayudar e incluso que tienen mayores capacidades o competencias para hacerlo, como es el caso de personas con más habilidades o formación (médica, por ejemplo), que harían innecesaria su intervención. Tema 3: Comportamiento prosocial. 9 BLOQUE I: INFLUENCIA, PODER Y EMPATÍA. Un experimento clásico de Latané y Darley (1970) muestra el denominado efecto espectador, que hace referencia a la disminución de la probabilidad de ayudar a alguien en una situación de emergencia cuando hay más personas que si se estuviese solo. Los resultados mostraron que el tiempo de respuesta en avisar al investigador era significativamente diferente según el número de participantes. La conclusión del estudio es que cuando una persona está expuesta junto con otras a una situación de emergencia, ésta asume que los otros realizarán la conducta de ayuda y, por tanto, se abstiene de intervenir. De acuerdo con lo anterior, el supuesto es que, cuanto más espectadores, menos es la probabilidad de que alguien elige actuar. Esto se explica porque se presume que la responsabilidad es compartida y, por lo tanto, mayor es el tiempo que la persona tarda en actuar al considerar que otro actuará. Sin embargo, otra perspectiva es que en un grupo pequeño o ante la ausencia total de espectadores, la persona se siente con la mejor opción en dirigirse a una persona en particular y actuar por su cuenta que cuando se encuentra en un grupo grande, donde la posibilidad de asumir la responsabilidad, por cuando está difusa o la ve lejana a las otras responsabilidades, favorece ante la mayor presión social de la inacción o la inhibición de actuar. 4.2.Modelo de costes. Frente a una situación de emergencia, las personas pueden decidir si intervienen o no dependiendo, en algunos casos, de la tensión desagradable que pueda generar la situación. La reducción de esta tensión se puede hacer interviniendo en la escena, interpretando que la situación no requiere ayuda o abandonando la escena. Este modelo de costos plantea que, si los costos de la ayuda son altos, es menos probable que esa acción tenga lugar. Estos costos se dividen en los costos de intervención para el testigo frente a los costos de la víctima si el testigo fracasa en su ayuda. En el recuadro 11-4 se presentan las posibles respuestas de los observadores frente a una situación de emergencia. Según la tipología presentada en el estudio, existen cuatro cuadrantes correspondientes a cuatro tipos de respuestas: Tema 3: Comportamiento prosocial. 10 BLOQUE I: INFLUENCIA, PODER Y EMPATÍA. - Se espera que cuando los costos de no ayudar a la víctima (CNAV) son bajos, y los costos de la ayuda directa (CAD) son altos, el espectador preste una ayuda limitada por los factores de personalidad o situacionales (Recuadro 11-4, cuadrante 1). - Si los costos de no ayudar a la víctima y los costos de ayuda directa son bajos, se espera que el espectador preste una ayuda directa (Recuadro 11-4, cuadrante 2) - Si los costos de no ayudar a la víctima y los costos de ayuda directa son altos, el espectador probablemente abandone la escena y cognitivamente justifique o niegue la situación de emergencia (Recuadro 11-4, cuadrante 3) - Cuando los costos de no ayudar a la víctima son altos pero los costos de ayuda directa son bajos, es probable que el espectador preste ayuda indirecta a la víctima (Recuadro 11-4, cuadrante 4). Piliavin et al. (1981), en investigaciones posteriores, plantearon que no solamente el costo es uno de los facilitadores o inhibidores de la conducta de ayuda; el grupo de investigadores identificó que la empatía y la excitación psicológica también determinan la presencia o ausencia de la conducta de ayuda (Worchel et al., 2002). Tema 3: Comportamiento prosocial. 11