Resumen de Violencia Escolar (PDF)
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This document summarizes family and school violence, covering definitions, types, causes, consequences, and prevention strategies. It discusses the role of family dynamics, parental skills, and school environments in fostering violence and promoting positive interventions.
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Resumen del PDF sobre Familia y Violencia Escolar 1. La Familia como Contexto de Desarrollo 1.1 Definición y Funciones: La familia es el primer agente de socialización que provee un entorno emocional, cultural y educativo. Funciones principales: Internas: Desarrollo afectivo,...
Resumen del PDF sobre Familia y Violencia Escolar 1. La Familia como Contexto de Desarrollo 1.1 Definición y Funciones: La familia es el primer agente de socialización que provee un entorno emocional, cultural y educativo. Funciones principales: Internas: Desarrollo afectivo, apoyo social, transmisión de valores y preparación para otros contextos. Externas: Acomodación a una cultura, transmisión de tradiciones y cohesión social. Según su estructura, puede ser nuclear, extensa, monoparental, reconstituida, entre otras. 1.2 Competencia Parental: Capacidad de los padres para adaptar su crianza a las necesidades de los hijos, promoviendo su bienestar. Componentes clave: Disciplina: Reglas claras y consistentes para la convivencia. Supervisión: Atender actividades, amistades y el entorno del menor. Resolución de conflictos: Promover modelos positivos y constructivos. Parentalidad positiva: Uso de afecto, tiempo de calidad y comunicación efectiva. 1.3 Problemas de Conducta: Factores de riesgo: Conflictos familiares, privación afectiva, hiperprotección, inconsistencia educativa y violencia intrafamiliar. Consecuencias: Baja autoestima, ansiedad, conductas disruptivas y problemas de socialización. 2. Violencia y Acoso Escolar 2.1 Definición: Diferencia entre agresividad y violencia: Agresividad: Conducta instintiva y automática frente a estímulos amenazantes. Violencia: Comportamiento aprendido e intencional, alterado por factores socioculturales. Según la OMS, violencia es el uso deliberado de fuerza que puede causar daño físico, psicológico o social. 2.2 Clasificación de la Violencia: Contra uno mismo: Suicidio y autolesiones. Interpersonal: Intrafamiliar: Abusos en menores, parejas y ancianos. Comunitaria: Conflictos entre amigos, vecinos o desconocidos. Colectiva: Social, política o económica. 2.3 Tipos de Daño: Físico: Golpes, heridas, lesiones y hasta muerte. Psicológico: Insultos, humillaciones, amenazas; puede causar depresión o ansiedad. Sexual: Contacto no consentido, tocamientos o coacción. Económico: Explotación o mal uso de recursos de una persona dependiente. 3. Impacto y Prevención 3.1 Impacto de la Violencia: Salud mental afectada: Ansiedad, depresión, dificultades en el sueño. Problemas académicos y sociales: Baja autoestima, relaciones deterioradas y bajo rendimiento escolar. Desarrollo emocional: Trastornos de apego e inseguridad emocional. 3.2 Prevención de la Violencia Escolar: En el ámbito familiar: Promoción de valores positivos. Supervisión activa de las actividades del menor. Comunicación constante y efectiva con los hijos. En el ámbito educativo: Programas de sensibilización y resolución de conflictos. Intervención temprana en casos de bullying o maltrato. Responsabilidad legal: Denunciar casos de negligencia o abuso para proteger a las víctimas. La familia es el primer espacio donde aprendemos valores, normas y habilidades para la vida. Su estructura y dinámica, como la comunicación y la supervisión, influyen en el desarrollo emocional y social de los niños. Cuando hay conflictos familiares o falta de disciplina, pueden surgir problemas como baja autoestima o comportamientos agresivos. Por ejemplo, un niño que crece en un hogar donde los padres discuten constantemente puede tener dificultades para resolver conflictos pacíficamente en la escuela, mostrando actitudes violentas hacia sus compañeros. Fomentar un ambiente afectivo y reglas claras en casa puede prevenir estos problemas y promover un desarrollo saludable. Resumen Detallado del libro de VIolencia Introducción a la dinámica de la agresión y la violencia (Capítulo 1) El primer capítulo distingue claramente entre agresividad y violencia, dos conceptos que a menudo se confunden. La agresividad se presenta como una conducta innata, con componentes biológicos, que se activa automáticamente ante ciertos estímulos y que cesa cuando aparecen inhibidores específicos. Es decir, se trata de una respuesta casi programada que puede encontrarse en muchas especies, incluido el ser humano. Sin embargo, la violencia es una forma alterada de la agresividad, moldeada y transformada por factores socioculturales. La violencia no es, por tanto, mera biología, sino que se encuentra profundamente influida por el contexto social, normas, valores y sistemas culturales. La clave radica en que la violencia es una conducta intencional y dañina, lo que la diferencia de una agresión “pura” o automática. Así, la violencia se entiende como “agresividad injustificada”, un constructo social que surge cuando el daño se ejerce de forma deliberada, con el propósito expreso de perjudicar al otro. Capítulo 1: Diferenciación entre agresividad y violencia Agresividad: Conducta innata, con base biológica y automática. Surgen ante ciertos estímulos y cesan con inhibidores específicos. Violencia: Derivada y alterada por factores socioculturales. No es automática, sino intencional y dañina. Es agresividad injustificada, con la intención de causar daño. Puntos clave a estudiar: Definición de agresividad vs. violencia. Influencia del contexto sociocultural en la violencia. Violencia como agresividad alterada e intencional. Definición y contexto amplio de la violencia (Capítulo 2) En el segundo capítulo se profundiza en la definición de la violencia, entendiéndola como una conducta aprendida que refleja carencias sociomorales, dificultades de comunicación y escasas habilidades de resolución de conflictos a través del diálogo. Es decir, la violencia no se limita al acto físico: incluye agresiones psicológicas, verbales, económicas, sexuales y morales. Aquí se destaca cómo el pasado siglo XX permitió la visibilización de problemas que antes permanecían ocultos en el entorno privado, como el maltrato infantil, la violencia de género o el maltrato a personas mayores. Esta visibilización se enmarca en la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), un hito fundamental que asoció la violencia a la vulneración de derechos humanos universales, como la igualdad, la libertad de expresión, el asilo político, la no discriminación y la dignidad. Cada artículo vulnerado puede asociarse con tipos específicos de violencia (discriminación, tortura, esclavitud, trata de personas, asesinato, etc.), lo que evidencia el amplio espectro de conductas violentas que pueden surgir de la trasgresión de derechos fundamentales. Capítulo 2: Definición de violencia y Derechos Humanos Violencia: Conducta agresiva aprendida, falta de habilidades de diálogo y resolución pacífica. Conlleva uso de poder o fuerza para dominar. Tipos de violencia según investigaciones: Física, psicológica, verbal, moral, económica, sexual. Siglo XX: Visibilización de problemas sociales: maltrato infantil, violencia de género, maltrato a mayores. Nacimiento de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Vulneración de Derechos Humanos: La violencia es un atentado contra los derechos humanos. Cada artículo violado puede vincularse con tipos específicos de violencia (discriminación, tortura, etc.). Puntos clave a estudiar: Distinción entre violencia y agresión aprendida. Reconocimiento del maltrato infantil, violencia de género y otros tipos durante el siglo XX. Relación entre vulneración de derechos humanos y distintos tipos de violencia. Taxonomía y clasificación de la violencia (Capítulo 3) La violencia es un fenómeno complejo que abarca múltiples formas. El texto propone la taxonomía de Iborra y Sanmartín, que permite clasificar la violencia según varios criterios: El capítulo 3 se centra en presentar una clasificación sistemática (taxonomía) de la violencia, con el objetivo de entender mejor las distintas formas que puede tomar este fenómeno y los diversos criterios que pueden emplearse para analizarlo. La idea de base es que la violencia parte de una capacidad humana común –la posibilidad de agredir o ser agredido–, pero se despliega en una gran variedad de manifestaciones con orígenes, intensidades y consecuencias muy diferentes. 1. La violencia según el tipo de acción Se distingue entre conductas de acción directa y conductas de omisión. Acción directa: Incluye golpes, insultos, empujones, amenazas, humillaciones, etc. Aquí la persona agresora realiza un comportamiento claramente dirigido a provocar daño. Omisión o negligencia: Se considera violento no solo hacer daño de forma activa, sino también no cumplir obligaciones básicas de cuidado o protección hacia quien depende de uno (por ejemplo, no alimentar adecuadamente a un menor o a una persona mayor, no brindarle asistencia médica). Esta omisión intencional puede generar consecuencias graves como malnutrición, enfermedades o incluso la muerte. 2. La violencia según el tipo de daño: La clasificación más habitual se basa en la naturaleza del daño infligido a la víctima. Destacan cuatro tipos: Violencia física: Daño corporal intencional (golpes, patadas, empujones, uso de instrumentos). Las consecuencias pueden ser lesiones visibles (heridas, fracturas, quemaduras) e incluso el fallecimiento de la víctima. Violencia psicológica: Menos visible, pero muy común. Se concreta en insultos, amenazas, humillaciones, aislamiento, intimidaciones que generan malestar emocional, depresión, ansiedad o baja autoestima. Esta violencia puede acompañar a otros tipos, pero también darse por sí sola. Abuso económico (financiero o material): Uso indebido o ilegal de los recursos de otra persona, aprovechándose de su dinero, propiedades o bienes. Incluye coaccionar para firmar documentos, apropiarse de patrimonio ajeno o impedir a la víctima hacer uso de sus recursos. Sus consecuencias son el deterioro de la calidad de vida, desahucios, impagos y empobrecimiento. Abuso sexual: Cualquier conducta sexual no consentida (desde tocamientos hasta violaciones), que daña físicamente y psicológicamente. Puede provocar traumas, lesiones genitales o enfermedades de transmisión sexual. Este abuso, cuando la víctima es menor, se entiende incluso sin necesidad de demostrar ausencia de consentimiento, ya que la asimetría de edad y poder es determinante. Cabe señalar que la consecuencia más extrema de la violencia puede ser la muerte, la cual se asocia principalmente a la violencia física y a la negligencia extrema (por ejemplo, no alimentar o atender las necesidades básicas de alguien completamente dependiente). 3. La violencia según el tipo de agresor La clasificación también puede realizarse partiendo de la figura del agresor. De esta manera, Sanmartín propone cuatro grandes categorías: Violencia juvenil: Ejercida o sufrida por personas entre 10 y 29 años, supone una problemática social relevante por su visibilidad y posibles derivaciones futuras. Incluye intimidaciones, agresiones físicas entre jóvenes, pertenencia a bandas violentas, etc. Violencia terrorista: Vinculada a grupos con fines políticos o ideológicos que utilizan el terror y la violencia sistemática. Violencia psicopática: Provocada por individuos con rasgos antisociales, ausencia de empatía, y tendencia al crimen extremo (asesinos en serie, por ejemplo). Violencia organizada: Asociada a grupos criminales con una estructura relativamente estable, cuyo objetivo es el lucro a través de actividades ilícitas (mafias, crimen organizado). Otros tipos de violencia según el agresor pueden ser la violencia infantil (el adulto que agrede a un niño), la de género o machista (hombre que agrede a la mujer por el hecho de ser mujer), la filio-parental (hijos que agreden a sus progenitores) o la paterno-filial (al revés). 4. La violencia según el tipo de víctima Aunque cualquier persona puede ser víctima de violencia, hay colectivos especialmente vulnerables: Mujeres (violencia de género): Sufren violencia por el mero hecho de ser mujeres, con fuertes raíces socioculturales machistas. Incluye maltrato físico, psicológico, sexual, económico, la mutilación genital femenina y otros abusos a lo largo de su vida. Menores (maltrato infantil): Niños y niñas pueden sufrir maltrato físico, psicológico, sexual o negligencia por parte de sus cuidadores. La definición de maltrato infantil incluye cualquier acción u omisión que dañe su salud, dignidad o desarrollo. Personas mayores (maltrato a ancianos): Abusos que pueden ser físicos, psicológicos, sexuales, económicos o de negligencia, generalmente por parte de personas de su entorno (familiares, cuidadores), aprovechando la relación de confianza y dependencia. 5. La violencia según el contexto o escenario La violencia no solo difiere en agresor o víctima, sino también en el entorno en que se produce: Violencia doméstica o familiar: Entre miembros que comparten hogar. No se limita a la pareja; afecta también a niños, ancianos u otros convivientes. La familia, teóricamente un lugar de protección y afecto, puede convertirse en un foco de violencia. Violencia escolar: Manifestada entre alumnos (bullying, ciberacoso), entre alumnos y profesores, o profesores a alumnos. La escuela, segundo contexto socializador, puede presentar situaciones de hostigamiento continuado que afectan al desarrollo educativo. Violencia en el trabajo: Incluye el acoso sexual y el acoso moral (mobbing) que atentan contra la dignidad del trabajador, a menudo de forma sutil y continuada. Violencia en las calles: Delincuencia común, violencia ejercida por individuos o grupos (bandas juveniles, mafias), enfrentamientos raciales, xenófobos o ideológicos, violencia “lúdica” asociada a alcohol u otras sustancias en fines de semana. Violencia en conflictos armados: Guerras y enfrentamientos bélicos donde se utilizan armas y combates organizados. La magnitud de víctimas puede variar desde conflictos menores hasta guerras que causan miles de muertes. Violencia cultural: Arraigada en ciertas prácticas culturales (mutilación genital femenina, castigos físicos tradicionales, violencia estructural contra minorías). También transmitida por los medios de comunicación, que exponen a la población (especialmente niños y jóvenes) a imágenes violentas que generan desensibilización, visión distorsionada de la realidad y posibles imitaciones de esa violencia. 6. Relevancia de esta taxonomía: La clasificación exhaustiva permite entender que la violencia es multidimensional, no puede abordarse desde una única perspectiva. Cada categoría (tipo de acción, daño, agresor, víctima, contexto) suma información para comprender las causas, las dinámicas internas y las consecuencias de la violencia. Este conocimiento es básico para diseñar estrategias de prevención, intervención y políticas sociales eficaces. Conclusión: El capítulo 3 presenta una taxonomía integral de la violencia, mostrando que no se trata de un fenómeno uniforme, sino de un conjunto de situaciones muy diferentes entre sí. Reconocer esta complejidad es fundamental para avanzar hacia la prevención y el manejo adecuado de la violencia en todas sus formas. En capítulos posteriores, esta clasificación servirá de base para profundizar en problemáticas concretas, como el maltrato infantil intrafamiliar y el acoso escolar, entendiendo que forman parte de un entramado más amplio y complejo de la violencia humana. Maltrato infantil intrafamiliar (Capítulo 4) La familia, pese a ser la institución protectora por excelencia, puede convertirse en el foco más recurrente de violencia contra los menores. El maltrato infantil intrafamiliar se ha visibilizado como un grave problema social gracias a investigaciones iniciadas a partir de la segunda mitad del siglo XX. 1. Definiciones, prevalencia y consecuencias: El maltrato infantil puede ser físico, psicológico, sexual o por negligencia. A menudo, la forma más común detectada es la negligencia, seguida del maltrato emocional y luego el físico. Las cifras reales se desconocen, pues muchas situaciones quedan sin denunciar. Los entornos familiares donde se ejerce la violencia suelen mostrar altos niveles de conflictividad, relaciones inestables, impredecibles, con ausencia de cuidados básicos o supervisión. Las consecuencias del maltrato en la infancia pueden ser devastadoras y repercutir en la vida adulta, aumentando el riesgo de conductas antisociales y delincuencia. 2.-Etiología del maltrato: factores de riesgo y compensadores: El maltrato infantil es un fenómeno multifactorial. El Modelo Ecológico considera distintos niveles: Ontogenético: factores individuales del progenitor (historia de maltrato en su propia infancia, problemas psicológicos, baja autoestima). Microsistema: relaciones familiares conflictivas, dinámicas parentales inadecuadas, falta de apego y calor afectivo, hijos con necesidades especiales o problemas de conducta. Exosistema: desempleo, pobreza, aislamiento social, falta de redes de apoyo. Macrosistema: normas culturales que normalizan la violencia, aceptación del castigo físico, desigualdades de género. Los factores de riesgo aumentan la probabilidad, pero no garantizan el maltrato. La presencia de factores compensadores (apoyo social, buena situación económica, recursos educativos, vínculos afectivos sanos) puede reducir las probabilidades o la gravedad de la violencia. 3-El sistema de protección a la infancia: La legislación española ha reformado el sistema de protección infantil. Se debe priorizar el interés superior del menor en todas las acciones. Se definen dos situaciones clave: Situación de riesgo: se dan carencias o dificultades familiares que no justifican el desamparo, pero requieren intervención pública (proyectos de intervención, apoyo familiar, etc.) sin separar al menor de su familia. Situación de desamparo: incumplimiento grave de los deberes parentales que conlleva la tutela pública del menor (acogimiento familiar o residencial, medidas de protección). La guarda y la tutela por parte de la entidad pública se aplican cuando la familia no garantiza la protección. Además, se contempla la adopción como medida definitiva, que rompe el vínculo jurídico con la familia de origen. 4. Prevención del maltrato infantil intrafamiliar: La prevención es clave. La detección temprana por parte de instituciones (educación, sanidad, servicios sociales, policía) y la colaboración entre profesionales son fundamentales. Se proponen programas de prevención e intervención basados en el modelo ecológico, que incluyen: Entrenamiento en habilidades parentales (cuidado físico, disciplina positiva, comprensión del desarrollo infantil, comunicación). Desarrollo de habilidades de vida para los progenitores (gestión del estrés, manejo del presupuesto, búsqueda de empleo, interacción con instituciones). Intervenciones psicoterapéuticas, emocionales y de fortalecimiento de redes de apoyo social. Reducción del estrés familiar y fortalecimiento de estrategias de afrontamiento no violentas. Estos programas buscan no sólo cesar el maltrato, sino transformar la dinámica familiar, dotándola de recursos para afrontar las etapas del ciclo vital sin recurrir a la violencia. Capítulo 4: El maltrato infantil intrafamiliar Maltrato infantil: Ocurre mayoritariamente dentro del hogar. Tipos: negligencia, maltrato físico, emocional y abuso sexual. Factores de riesgo (Modelo Ecológico): Ontogenéticos (individuales): Historia de maltrato en la infancia, baja empatía, problemas psicológicos. Microsistema (familiar): Conflicto familiar, falta de apego, disciplina coercitiva. Exosistema (comunidad): Desempleo, pobreza, aislamiento social. Macrosistema (cultura): Normas sociales que aceptan la violencia, desigualdad de género. Factores compensadores: Apoyo social, recursos económicos, habilidades parentales, buenas redes familiares. Sistema de protección del menor: Situación de riesgo: Hay carencias, pero no ameritan separar al menor del hogar; se aplican intervenciones sociales y educativas. Situación de desamparo: Incumplimiento grave de la protección familiar; la administración asume la tutela (acogimiento familiar o residencial). Prevención: Coordinación entre servicios sociales, educativos, sanitarios y policiales. Programas de intervención familiar: entrenamiento en habilidades parentales, comunicación, manejo del estrés y resolución de problemas. Chapter 5 Resumen del Capítulo 5 El concepto de convivencia escolar ha cobrado relevancia en las últimas décadas, pasando de ser un aspecto secundario a convertirse en un objetivo prioritario de la educación. Tras la publicación del Informe Delors (1996), la idea de aprender a vivir juntos y promover el bienestar de la comunidad educativa se consolida, entendiendo la convivencia como una competencia esencial que deben adquirir los estudiantes. Este tipo de convivencia se construye sobre la base de las relaciones entre alumnado, profesorado y familias, constituida en un complejo entramado social que facilita la resolución pacífica de conflictos y el desarrollo integral de las personas. Convivencia, ciberconvivencia y la complejidad del entorno actual La expansión de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) y la irrupción de las redes sociales virtuales han modificado sustancialmente la dinámica relacional en las escuelas. Al entorno presencial (offline) se suma la dimensión digital (online), generando la necesidad de incorporar el concepto de “ciberconvivencia” para abarcar la interacción entre los miembros de la comunidad educativa también en el ciberespacio. La ciberconvivencia, por tanto, implica la existencia de normas, valores y principios que se adapten a la realidad virtual, incorporando nuevas dimensiones para mantener un clima respetuoso. Este panorama ha intensificado la complejidad de la convivencia escolar. A pesar de los avances, siguen produciéndose situaciones de violencia escolar que perjudican el clima del centro educativo. Entre las distintas manifestaciones de la violencia en la escuela, el acoso escolar (bullying) y el ciberacoso (cyberbullying) se han perfilado como fenómenos especialmente dañinos, obstaculizando la convivencia y dificultando el desarrollo socioemocional adecuado de los estudiantes. Delimitación conceptual: acoso escolar y ciberacoso El acoso escolar es un tipo de abuso sistemático entre iguales donde existe una relación desigual de poder. Se caracteriza por ser una agresión injustificada, intencional, repetida en el tiempo y mantenida, en la que uno o varios agresores intimidan a una víctima que no es capaz de defenderse. Este fenómeno puede manifestarse en conductas físicas, verbales, psicológicas, relacionales o indirectas. Además, el acoso se mantiene por mecanismos como la “ley del silencio” y la “ley de dominio-sumisión”, que refuerzan la inacción de la víctima y la complicidad del grupo. En estas dinámicas, el alumnado adopta roles: agresor, víctima, víctima- agresora, colaboradores del agresor, animadores, defensores de la víctima o neutrales/espectadores. El ciberacoso, por su parte, es una forma específica de agresión que se produce a través de medios digitales. Aunque mantiene las características del acoso (intencionalidad, repetición, desequilibrio de poder), el entorno virtual introduce matices propios: la agresión puede multiplicarse sin que el agresor la repita, pues el material dañino puede difundirse ilimitadamente. El desequilibrio de poder pasa a ser, en muchos casos, el dominio tecnológico o el uso del anonimato. Estos aspectos hacen que el ciberacoso sea un tipo de violencia altamente invasivo, difícil de detener y con una difusión potencialmente ilimitada. Junto al ciberacoso, en el entorno digital han emergido otros riesgos como la dependencia a las redes sociales, el cybergossip (difusión de rumores online) y el sexting (envío, recepción y reenvío de contenido erótico-sexual a través de dispositivos electrónicos). Estos fenómenos interactúan entre sí, refuerzan el clima de vulnerabilidad y potencian la aparición de conductas violentas online. Consecuencias del acoso y el ciberacoso Las consecuencias son graves y afectan no solo a la víctima, sino también a agresores, espectadores y al clima escolar en su conjunto. Las víctimas sufren ansiedad, depresión, baja autoestima, aislamiento, indefensión aprendida y, en casos extremos, ideación suicida. Los agresores suelen normalizar la violencia, presentar baja empatía y establecer relaciones basadas en el poder. Incluso los espectadores, al presenciar repetidamente la violencia, pueden desarrollar insensibilidad y aumentar su sensación de inseguridad. A nivel de centro, el clima escolar empeora, se dificulta el proceso de enseñanza-aprendizaje, aumenta el absentismo y el bajo rendimiento, y se debilita el sentimiento de pertenencia. Prevalencia del acoso y el ciberacoso Los estudios realizados ofrecen cifras que varían según las muestras, las definiciones y los instrumentos de medición. A nivel internacional, metaanálisis y revisiones han estimado que alrededor de un 20%-30% del alumnado puede implicarse en acoso escolar en alguno de sus roles, y un 20%-25% en ciberacoso. Estudios a nivel europeo (EU Kids Online) y nacional (informes del Defensor del Pueblo y Save the Children) confirman la relevancia del fenómeno y su persistencia a pesar de las iniciativas puestas en marcha. Factores de riesgo y protección La teoría ecológica aplica también en estos fenómenos: los factores de riesgo y protección se encuentran en múltiples niveles. A nivel individual (personal): La impulsividad, el locus de control externo, la desconexión moral, la baja empatía, la falta de habilidades emocionales y sociales actúan como factores de riesgo. Por el contrario, la inteligencia emocional, la empatía cognitiva y afectiva, el desarrollo de resiliencia y el uso de estrategias de afrontamiento eficaces son factores de protección. Contexto familiar: Estilos parentales autoritarios, sobreprotectores o permisivos indulgentes pueden aumentar la probabilidad de implicación en acoso o ciberacoso. El clima familiar negativo y la falta de comunicación y afecto también constituyen factores de riesgo. Por el contrario, la presencia de un estilo educativo democrático, basado en la coherencia, la afectividad y la promoción de la autonomía, reduce la violencia. Entorno escolar: Un clima escolar negativo, la falta de normas claras, la ausencia de supervisión y la percepción de inseguridad en el centro incrementan el riesgo. La inteligencia emocional del profesorado, el apoyo docente, la coherencia en la aplicación de normas y la existencia de una cultura escolar que promueve la empatía y la participación son elementos protectores tanto para el acoso como para el ciberacoso. Factores socioculturales: Desigualdades, normalización de la violencia en medios de comunicación, estereotipos de género y discriminación, así como la justificación social de la violencia, influyen en la aparición de estas conductas. Prevención e intervención Dada la complejidad del fenómeno, la mejor estrategia para prevenir e intervenir pasa por actuar a diferentes niveles, con un enfoque global y ecológico: 1. Planes de Convivencia: Cada centro educativo debe elaborar un plan de convivencia que integre diagnóstico, objetivos, normas, medidas de prevención y protocolos de actuación ante los conflictos. Este plan debe impulsar la mediación, la formación de toda la comunidad educativa, la participación del alumnado y la implicación de las familias. 2. Protocolos de detección e intervención: Muchas comunidades autónomas han establecido protocolos para actuar en casos de acoso y ciberacoso. Estos protocolos orientan sobre cómo recopilar información, intervenir de urgencia, comunicar a las familias, elaborar planes de actuación y hacer el seguimiento del caso. 3. Programas de intervención basados en la evidencia: A nivel nacional destacan proyectos pioneros como ANDAVE y SAVE, que sentaron las bases para la implementación de medidas globales e integrales. El programa ConRed, centrado también en el ciberacoso, demostró ser eficaz en la reducción del acoso y la dependencia a las redes, así como en la concienciación del alumnado sobre el control de la información online. El programa Asegúrate se centra en acoso, ciberacoso, sexting, cybergossip y dependencia a las redes, demostrando eficacia al disminuir estos riesgos y fomentando la reflexión antes de actuar en la red. A nivel internacional, destacan KiVa (Finlandia), NoTrap! (Italia), Media Heroes (Alemania) y VISC Social Competence Program (Austria), con resultados positivos en la reducción del acoso y, en algunos casos, del ciberacoso. Estos programas combinan formación del profesorado, implicación del alumnado, fomento de la empatía y habilidades sociales, y estrategias de afrontamiento eficaces. En definitiva, la convivencia escolar y la ciberconvivencia se enfrentan actualmente a retos complejos debido a la presencia de la violencia en múltiples entornos, tanto presenciales como virtuales. Sin embargo, la amplia gama de iniciativas, protocolos y programas evidencia que es posible prevenir, detectar, intervenir y reducir el acoso y el ciberacoso, propiciando una comunidad educativa más segura, empática, responsable y pacífica. Para ello, resulta imprescindible la implicación de todos los agentes: alumnado, profesorado, familias, administración y sociedad en su conjunto. Roles en el acoso: Agresor: Inicia y mantiene acciones intimidatorias. Víctima: Sufre el maltrato, se siente indefensa. Víctima-agresor: Persona que ejerce y sufre acoso, alternando ambos roles. Espectadores: Observan sin intervenir, pudiendo ser colaboradores, animadores, defensores de la víctima o neutrales. Riesgos en el entorno digital: Dependencia a las redes sociales: Uso excesivo y problemático de redes que altera el estado de ánimo y las relaciones sociales. Cybergossip: Difusión de rumores o comentarios sobre otros, a través de medios digitales. Sexting: Envío, recepción o reenvío de imágenes, vídeos o mensajes sexuales a través de dispositivos tecnológicos. Factores de riesgo y protección en acoso y ciberacoso: Factores personales: Impulsividad, baja empatía, desconexión moral (riesgo); empatía, inteligencia emocional, habilidades sociales y estrategias de afrontamiento (protección). Familiares: Estilos educativos autoritarios, permisivos o sobreprotectores (riesgo); estilos democráticos, afecto, comunicación y supervisión (protección). Escolares: Ausencia de normas claras, clima de desconfianza y falta de seguridad (riesgo); clima positivo, apoyo docente, empoderamiento y mediación (protección). Socioculturales: Justificación de la violencia, estereotipos, desigualdades (riesgo). Consecuencias del acoso y ciberacoso: Víctima: Ansiedad, depresión, baja autoestima, aislamiento, ideación suicida. Agresor: Normalización de la violencia, baja empatía, posibles problemas de conducta en el futuro. Espectadores: Desensibilización, inseguridad, tolerancia a la violencia. Clima escolar: Empeoramiento del ambiente, bajo rendimiento, absentismo. Prevención e intervención: Plan de convivencia: Documento que establece medidas, normas y actuaciones en el centro para fomentar la convivencia, prevenir conflictos y promover el respeto. Protocolos de acoso/ciberacoso: Guías de actuación para detectar, intervenir y resolver casos de acoso, estableciendo pasos para asegurar la seguridad de la víctima y corregir al agresor. Programas de intervención: Iniciativas (ConRed, Asegúrate, KiVa, NoTrap!, Media Heroes, VISC) diseñadas con base científica para reducir el acoso, el ciberacoso y otros riesgos, mejorando la empatía, el clima escolar, la gestión emocional y la intervención del profesorado y las familias. Glosario del Libro Acoso escolar (bullying): Comportamiento agresivo repetido, injustificado e intencional entre estudiantes, con un desequilibrio de poder (físico, psicológico o social). Ejemplo: Un estudiante que insulta a otro más débil o tímido todos los días y lo excluye de las actividades. Ciberacoso escolar: Variante del acoso que se da mediante dispositivos electrónicos, manteniendo los mismos rasgos (intención, repetición, desigualdad de poder). Ejemplo: Un grupo de alumnos crea un chat en el que comparten memes ofensivos de otro estudiante sin que este pueda defenderse. Ciberconvivencia: Extensión de la buena relación y el respeto propios de la escuela al entorno online, con normas ajustadas a las redes sociales. Ejemplo: En un grupo de WhatsApp de la clase, se respetan las opiniones de todos y se evita el insulto, igual que en el aula. Conflicto: Choque de intereses, posiciones o puntos de vista sin intención de dañar. Ejemplo: Dos compañeros discuten porque uno prefiere salir al patio a jugar fútbol y el otro prefiere quedarse en la biblioteca. Conflicto armado: Enfrentamiento violento entre grupos armados, con al menos un gobierno involucrado y un número mínimo de víctimas mortales. Ejemplo: Una guerra civil en la que un grupo rebelde lucha contra el gobierno por el control de una región. Convivencia escolar: Relaciones e interacciones entre alumnado, profesorado y familias que promueven el respeto y la solución pacífica de conflictos. Ejemplo: Un colegio donde estudiantes y docentes dialogan para resolver diferencias y aplican normas claras de respeto mutuo. Cybergossip: Difusión de rumores, verdaderos o no, usando Internet y redes sociales. Ejemplo: Un estudiante difunde en Instagram el rumor falso de que otro alumno hace trampas en los exámenes. Dependencia a las redes sociales: Uso excesivo que causa malestar o ansiedad cuando no se puede acceder a Internet. Ejemplo: Un adolescente que se pone muy nervioso y de mal humor si pasa una hora sin revisar su teléfono o redes. Empatía: Capacidad de entender y compartir las emociones de otro, poniéndose en su lugar, más allá de sentir solo lo mismo. Ejemplo: Un niño ve triste a su compañera que llora por una nota baja y la consola porque entiende su desilusión. Grupos de riesgo: Colectivos considerados potencialmente peligrosos por su comportamiento violento o conflictivo. Ejemplo: Una pandilla de adolescentes conocida por causar disturbios en el barrio. Ideación suicida: Pensamientos relacionados con el suicidio, que pueden preceder un intento o el suicidio mismo. Ejemplo: Un joven que, tras sufrir acoso constante, empieza a pensar seriamente en quitarse la vida. Incidencia: Número de casos nuevos de un fenómeno en un periodo de tiempo dado. Ejemplo: De 100 estudiantes, 5 nuevos casos de acoso detectados este año es la incidencia del acoso. Kale borroka: Violencia callejera asociada a simpatizantes de la organización terrorista ETA. Ejemplo: Jóvenes que incendian contenedores y rompen escaparates en las calles por motivos políticos. Menor: Persona con edad entre 0 y 17 años. Ejemplo: Un niño de 10 años es un menor. Prevalencia: Relación entre el número total de casos (incidentes ya existentes) y la población total. Ejemplo: Si de 1000 estudiantes, 50 sufren acoso, la prevalencia del acoso en ese centro es del 5%. Tutela: Institución encargada de proteger y representar legalmente a menores o personas incapacitadas. Ejemplo: Un tío obtiene la tutela de su sobrino huérfano para cuidarlo legalmente y administrar sus bienes. Sexting: Envío o intercambio de imágenes, vídeos o mensajes sexuales a través de dispositivos electrónicos. Ejemplo: Dos adolescentes que se envían fotos íntimas por el móvil, sin pensar en las consecuencias si se difunden.