Mito y Sofistas PDF
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Este documento analiza el paso del mito al logos en la filosofía griega. Explica cómo los primeros filósofos presocráticos intentaron encontrar explicaciones racionales para el mundo, buscando un principio fundamental (arché) de las cosas. Argumenta que el cambio de la visión mítica a una racional es el inicio de la filosofía.
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PASO DEL MITO AL LOGOS. La autoridad del mito proviene de la tradición pero, como afirma Heráclito “los ojos son mejores testigos que los oídos”. Hasta el siglo VI a.C. las narraciones religiosas y los relatos poéticos de la Teogonía de Hesíodo y la Ilíada...
PASO DEL MITO AL LOGOS. La autoridad del mito proviene de la tradición pero, como afirma Heráclito “los ojos son mejores testigos que los oídos”. Hasta el siglo VI a.C. las narraciones religiosas y los relatos poéticos de la Teogonía de Hesíodo y la Ilíada y la Odisea de Homero, se tomaban como referencia para explicar por qué y cómo ocurrían las cosas. Pero a partir de ese momento, los filósofos griegos buscaron explicaciones admisibles por la razón (logos). Las justificaciones religiosas aparecen ante sus ojos como demasiado fantásticas e inútiles para comprender el mundo. Este enfrentamiento entre mito y logos (entre una explicación mítica del origen del hombre y el mundo y un a explicación racional, basada en la observación y la coherencia lógica) se va a decantar a favor del valor del razonamiento argumentativo como único método para alcanzar la verdad. Del mito no se puede dar razón – logón didonai – sino que reclama una fe ingenua que los pensadores del s. V a.C. no pueden concederle. Esto no quiere decir que se abandonara el mito, sino que quedó recluido en el ámbito de la religión: se siguieron haciendo ofrendas a los dioses, pero se buscaban en otro lado las respuestas a las preguntas. Se conoce como PASO DEL MITO AL LOGOS a este proceso del que hemos hablado y que tuvo lugar en las costas de Asia Menor y Grecia por el que se abandona la visión mítica del mundo y surgen los primeros intentos de explicación racional del mundo: podemos decir que este hecho supone la aparición de la filosofía en su forma primera. La palabra griega logos tiene muchos significados: razón, tratado, explicación racional, lenguaje, discurso, pero en la época a la que nos referimos viene a significar explicación racional, discurso argumentativo. El abandono de la explicación mítica del mundo y de la realidad estuvo marcado por la aparición de diversos pensadores - los conocidos como filósofos presocráticos, Tales de Mileto, Anaxágoras, Anaximandro, Heráclito, Parménides… que buscaban el principio que fundamentaba la realidad – arché –. De sus escritos sólo nos han llegado fragmentos y los testimonios de sus contemporáneos. La búsqueda de una explicación racional a los fenómenos naturales está precedida por la idea de que existe un orden tras la variabilidad de los fenómenos naturales. Dicho de otra manera, supone la idea de que el mundo no es un caos, sino un cosmos - en el sentido griego de la palabra, un todo armónico - : los fenómenos del mundo siguen un orden no dependen del capricho de ningún dios o semidios, y el hombre puede desentrañar ese orden desde su razón. Los sentidos nos muestran un mundo variable, mutable, en continuo cambio, lo que favorecía la visión mítica – si no entendemos los cambios, y pensamos que no tienen sentido, es fácil suponer como causa de los mismos algo tan inestable como deseo de los dioses -pero para buscar qué hay de común a esos cambios hay que usar el entendimiento Conocer las cosas, ahora, es conocer lo que son de verdad, y eso sólo se consigue buscando lo que tienen de común y permanente, yendo más allá de su apariencia. Frente al carácter colectivo del mito, que proporciona seguridad y certeza, el logos supone un esfuerzo individual QUE SÓLO PUEDE REALIZAR EL INDIVÍDUO EN SOLEDAD, de dar razón del mundo. Resumiendo, el mito da explicación del mundo cambiante que percibimos a través de los sentidos, mientras la razón va a buscar aquello que permanece en medio de los cambios, lo que hace posible la ciencia (esencia). Para ello es necesario suponer un orden al mundo, más allá de las continuas transformaciones de la naturaleza. En un mundo regido por la cambiante voluntad de los dioses no puede haber ciencia. 1 CARACTERÍSTICAS DEL PENSAMIENTO PRESOCRÁTICO Bajo la denominación de “presocráticos” se suelen agrupar a una serie de pensadores cuyo eje de reflexión era la naturaleza, la physis. Intentaron dar una respuesta no mítica al problema del origen y naturaleza de universo; buscaron el principio originario de todas las cosas: el arjé. Se trata, pues, de los primeros filósofos, de los pensadores que protagonizaron el tópico “paso del mito al logos” Sus rasgos distintivos serían los siguientes: En primer lugar, la idea de que las cosas suceden como tienen que suceder está relacionada con la idea de PERMANENCIA O CONSTANCIA. Tomemos un ejemplo sencillo: el agua se comporta de una manera constante, hierve y se solidifica siempre a unas temperaturas determinadas; posee unas propiedades constantes y, por tanto, una MANERA DE SER CONSTANTE o permanente. Esta manera de ser constante o permanente fue denominada por los griegos ESENCIA (eidos). La esencia es lo que una cosa es a pesar de sus posibles cambios de apariencia o estado. El agua de nuestro ejemplo se presentará en estado líquido, sólido o gaseoso, pero siempre es agua. De esta manera el pensamiento griego vino a crear una serie de conceptos opuestos de dos en dos, cuyo entramado constituye el sistema de coordenadas de su explicación racional de la realidad. De un lado, tenemos lo que hay de PERMANENTE en las cosas, frente a lo que en ellas hay de CAMBIANTE, frente a sus distintos estados o apariencias; a su vez, lo permanente constituye la ESENCIA (lo que las cosas verdaderamente son) frente a sus APARIENCIAS (lo que las cosas parecen ser); por último, esta manera de ser constante es lo que hay de IDÉNTICO o COMÚN en todos los seres que son de la misma clase aunque muestren apariencias distintas. La esencia es pues, el fundamento de la UNIDAD de las cosas frente a la PERMANENCIA (ESENCIA) CAMBIANTE ESENCIA APARIENCIA UNIDAD MULTIPLICIDAD RAZÓN SENTIDOS MULTIPLICIDAD de sus estados y apariencias, así como frente a la multiplicidad de individuos que la comparten. Así pues, conocer las cosas será conocer lo que verdaderamente son, lo que tienen de común y permanente. Los sentidos, por lo tanto, no bastan para proporcionarnos tal conocimiento, es necesario un esfuerzo racional para alcanzar el ser de las cosas. De este modo y en correspondencia con la dualidad establecida (unidad y permanencia frente a pluralidad y cambio) los griegos establecieron también una dualidad en el campo del conocimiento: RAZÓN frente a SENTIDOS. La razón es la que proporciona el auténtico conocimiento del ser permanente de las cosas, de su esencia; mientras que los sentidos nos muestran una multiplicidad de individuos, de apariencias y estados cambiantes. La búsqueda de lo permanente y común está asociada a una segunda convicción de los 2 filósofos presocráticos, la convicción de que todo el universo se reduce, en último término, a uno o muy pocos elementos. Esta convicción constituye otro de los pilares de la explicación racional de los presocráticos. Esta es la perspectiva que permite comprender tanto la originalidad como la transcendencia histórica de la pregunta de los presocráticos: ¿Cuál es el principio último de la realidad (arjé)? En efecto, desde esta perspectiva es posible comprender que la pregunta misma por el arché es mucho más importante que las distintas respuestas que estos filósofos ensayaron sucesivamente. Limitarse a subrayar la ingenuidad de Tales al concebir el agua como principio último de todo lo real, supone no entender su genialidad; pues, la respuesta de Tales no es lo verdaderamente importante, lo notable, lo genial, es que este filósofo fue el primero en formular tal pregunta en toda su amplitud y radicalidad buscando una respuesta ajena a dioses y mitologías. Por último, uno de los hechos decisivos en la aparición del pensamiento racional fue, sin duda, el descubrimiento de un concepto clave: el concepto de NATURALEZA. De una manera general, el término naturaleza o physis posee para los griegos dos grandes usos o acepciones, a saber: En primer lugar, el término naturaleza hace referencia al conjunto de seres que pueblan el Universo exceptuando las cosas producidas por el ser humano. En esta primera acepción la naturaleza viene a coincidir con la TOTALIDAD DEL UNIVERSO. El término naturaleza tiene un segundo significado, cuando lo utilizamos para referirnos a clases o conjuntos de cosas, por ejemplo, cuando hablamos de la Naturaleza Humana. En esta segunda acepción “naturaleza” viene a significar LO QUE LAS COSAS SON, aquello que antes denominábamos esencia, modo de ser permanente o constante, ser intrínseco permanente de las cosas. Establecido este doble uso del término naturaleza, veamos los rasgos que la caracterizan según los presocráticos: El término naturaleza implica, frente al AZAR que domina el mundo del mito, la idea de que el mundo se rige por un ORDEN, que las cosas ocurren en base a la NECESIDAD. Esto se traduce en que en cuanto a la naturaleza (entendida como una totalidad) o universo, la necesidad se traduce en que se concibe como un todo ordenado, un Cosmos –significa orden - y no un caos. Ahora bien, el universo no podría ser un todo ordenado a no ser que los distintos seres que la integran estén en SU SITIO y se comporten del modo que les corresponde, y es precisamente la naturaleza de los distintos seres la que determina su lugar en el universo y su forma de comportarse.. En tercer lugar, la naturaleza implica movimiento y actividad, pero movimiento y actividad intrínsecos y propios del ser natural. Este tercer e importantísimo rasgo es el que marca la separación radical entre los seres naturales y los seres artificiales. La naturaleza no es algo estático o inerte. El universo como totalidad muestra un ORDEN DINÁMICO en el que los movimientos de los astros, las estaciones, las generaciones de vivientes, etc., se suceden ordenadamente. La naturaleza es dinámica; negar el cambio o movimiento es negar la naturaleza; de ahí que Aristóteles denomine aphysikós (negador de la naturaleza) a Parménides, ya que éste - como veremos- niega la posibilidad del movimiento. Pues bien, la pregunta de los filósofos presocráticos ( ¿Cuál es el principio de todas las cosas? es desde el primer momento, desde Tales, una pregunta por la naturaleza o physis. El principio último es a la vez el ORIGEN y la ESENCIA de la realidad. Es aquello en que consisten los seres del universo (cuando Tales responde que el arjé, el principio de todo, es el agua, está señalando que las cosas no solo proceden del agua sino que son, en último término, agua). El principio así concebido es lo permanente, el 3 SUSTRATO. Es aquello que es capaz de explicar las distintas transformaciones del universo. El principio así concebido es CAUSA. La pregunta de los filósofos presocráticos por el principio o principios últimos de la totalidad de lo real presenta, pues, una doble característica: su RADICALIDAD en cuanto que pretende alcanzar el principio o principios últimos y originarios; y su UNIVERSALIDAD en cuanto que aspira a alcanzar el principio o principios de todo lo real. Se trata, además, de la pregunta con la que se abre la Filosofía, pregunta a la que cada uno de los filósofos presocráticos da una respuesta distinta. Pero la diversidad de respuestas es lo menos importante, lo fundamental de los presocráticos es que buscaban, a través del logos (razón), un principio o principios explicativos de la realidad que justificase y diese sentido a la multiplicidad. Veamos, pues, cómo lo hicieron. LOS FILÓSOFOS PRESOCRÁTICOS. LOS FILÓSOFOS DE MILETO O ESCUELA JÓNICA. Se agrupa bajo este rótulo a tres pensadores de la región Jónica (suroeste asiático), en concreto de la ciudad de Mileto, cuna de la filosofía. Los tres comparten la idea de que el arjé de la naturaleza es eterno y único y de él procede todo lo real; y como todo lo real es material, el arjé tiene que ser también material y real, pues lo material no puede surgir de lo no material. Además, si la naturaleza es dinámica, está sujeta al cambio, al devenir, entonces el arjé también tiene que ser dinámico, pues de lo contrario sería imposible explicar el movimiento de la naturaleza. Sin embargo cada uno de los filósofos de esta escuela identifica el arjé con un elemento diferente: TALES DE MILETO (624-546) Se le considera como uno de los 7 Sabios de Grecia, por haber predicho un eclipse de sol, que puso fin a la guerra entre los Lidios y los Medos (28 mayo 585 a. de C.). Hombre de negocios y de acción, matemático, astrónomo, filósofo. Es una mezcla de filósofo y científico. Afirma que el arjé es el agua. Para ello se basa en la consideración de que las semillas de todas las cosas tienen una naturaleza húmeda y que todos los seres vivos necesitan el agua para vivir. Además, en agua se transforman los distintos estados (sólido, gaseoso), o se convierten otras cosas como la niebla, la lluvia, las fuentes subterráneas... En la tierra todo se reduce a agua. Si bien esta propuesta es bastante rudimentaria, supuso un paso fundamental en la evolución del pensamiento: la creencia en que el universo se puede analizar como algo natural a partir de la información recibida por los sentidos ANAXIMANDRO (610-545) Comparte con Tales la idea de que el arjé tiene que ser un elemento pero considera que no puede ser tan algo tan determinado y concreto como el agua. Esto supone una dificultad para explicar cómo surgen de él elementos incompatibles como el fuego o la tierra. El arjé, si es aquello donde todo tiene su origen, debe ser un principio que sea un poco de todo pero nada en concreto: lo indefinido o indeterminado, el ápeiron. Esta forma de plantear el problema representa un claro avance sobre el pensamiento de Tales 4 Además Anaximandro ya incluye una cosmología que narra la formación del cosmos (y del hombre) sin recurrir a representaciones míticas, solo procesos naturales o físicos y propone una especie de evolucionismo. ANAXÍMENES (585-524) Supone un retroceso respecto a Anaximandro. Vuelve a concebir el arjé como algo determinado: el aire. Lo concibe como una especie de soplo que mantiene con vida el universo. La originalidad de este pensador respecto a los anteriores es que explica el doble proceso por el que todo procede de él: la rarefacción y la condensación. Por medio de la rarefacción el aire se convierte en fuego y por la condensación se transforma en viento, después en nube y progresivamente en agua, tierra y piedra. HERÁCLITO DE ÉFESO (544-484) El punto de partida de su filosofía es el testimonio de los sentidos que nos muestra el incesante devenir de la naturaleza: "Todo fluye, nada permanece" (No podrás bañarte dos veces en el mismo río). Pero el verdadero conocimiento sólo se alcanza a través de la razón que nos permitirá desvelar la auténtica naturaleza o esencia de las cosas, la ley que explica el cambio o devenir de las cosas. La realidad está compuesta por elementos contrarios en lucha constante; pero tras la dualidad y el enfrentamiento se esconde una ley, un orden, un logos, que es justicia; si no hay lucha de opuestos (hombre, mujer; rico, pobre; joven, viejo...), hay injusticia, porque un elemento se ha impuesto sobre el otro. Así entendida, la justicia es enfrentamiento, polémica, guerra. Por ejemplo, en la relación entre dos personas sólo habrá justicia cuando las dos se afirman, se imponen, quieren ser ellas mismas, y, consecuentemente, la relación justa ha de ser tensa y polémica. A esta concepción se la denomina Dialéctica. La ley o logos que rige el ciclo cósmico puede ser conocida por el hombre porque, en tanto ser racional, participa de ese logos. PARMÉNIDES DE ELEA (540-470) Parménides expuso su doctrina en un poema («Peri ontos» («sobre el ser») compuesto en hexámetros) donde dice que existen dos posibles vías de conocimiento: la de la verdad y la de la opinión. La vía de la verdad nos dice que el Ser es y no puede no ser, por el contrario, el No-Ser no es y no puede ser. La vía de la opinión confunde el ser con el no-ser. Esta concepción implica la negación de todo movimiento o cambio. Cualquier cambio implica el paso del No-ser al Ser o viceversa: algo que comienza a ser o deja de ser. Para Parménides esto es imposible. Si algo comienza a ser tendría que surgir del Ser o del No-Ser. Del No-Ser no puede surgir ninguna cosa, pues “la nada” no se puede producir o generar nada. Si surgiera del Ser entonces éste tendría que ser “antes de empezar a ser”; luego el ser existía antes y por consiguiente no empieza a ser sino que ya es. La consecuencia es evidente el movimiento, el devenir es imposible, es una ilusión de los sentidos que nos hacen confundir el ser y el no ser. Parece evidente que Parménides identifica este ser con la realidad: el mundo es algo eterno y limitado donde no cabe la posibilidad del cambio. Para ello sería necesario admitir la existencia 5 del No ser. Pero, además, Parménides identifica ser y pensar: solo se puede pensar el ser y sólo el ser es pensable; por lo tanto el no ser es inconcebible, luego no puede existir. PARMÉNIDES HERÁCLITO MONISMO ESTÁTICO:el ser es único y el MONISMO DINÁMICO: el ser es único y movimiento no existe dinámico, con movimiento propio. FILÓSOFO RACIONALISTA el verdadero FILÓSOFO EMPÍRICOporque parte de los conocimiento es el racional, los datos sensibles y los acepta como sentidos nos engañan (aunque no llega verdaderos, aunque va más allá de a una abstracción total). Los filósofos ellos: intenta dar una explicación racionalistas consideran que la razón racional de ese movimiento. Los es autosuficiente para llegar al empiristas admiten la necesidad de la conocimiento razón para llegar al conocimiento, pero no es suficiente por sí sola; necesita tomar como punto de partida la información recibida por los sentidos. Normalmente se presenta a ambos autores de forma contrapuesta pues son lo máximos representantes de la polémica presocrática sobre el ser y el devenir. A Partir de Parménides aceptar la argumentación racional implica admitir la existencia del y la negación del devenir, del cambio; y por tanto renegar de nuestra experiencia. Al contrario, admitir el testimonio de los sentidos permite aceptar el movimiento, pero cierra las puestas a la racionalidad del ser. Los filósofos posteriores a Parménides van a realizan un esfuerzo por conciliar la existencia de un ser eterno, inmutable e inmóvil del que todo surge, con la existencia del movimiento que nos muestran los sentidos. 5. El siglo de Pericles (s. V a. C.): Cambios sociopolíticos que hicieron posible la aparición de la filosofía La aparición de la filosofía en la Grecia del s. V a. C. sólo puede explicarse a partir de una serie de transformaciones sociales y políticas que tienen lugar a finales de las Guerras Médicas (490 a 449 a.C.) y que suponen también una novedad radical en la historia del mundo. NO SE PUEDE SEPARAR EL NACIMIENTO DE LA FILOSOFÍA DEL DE LA DEMOCRACIA, así como de otra serie de transformaciones sociales que otorgaron al hombre griego una perspectiva sobre el mundo a la que fueron ajenas otras culturas. Cambios sociales En primer lugar el griego es un pueblo abierto al mar. Las colonias griegas se extienden por toda la costa de Asia Menor, el sur de Italia e incluso las costas de la península ibérica. El encuentro con 6 otras culturas, con otras creencias, normas y valores, abre la mente de los griegos al cuestionamiento y la relativización de los propios. Por otro lado con la aparición de la escritura, adoptada del alfabeto fenicio, la palabra se libera del tiempo, pierde el carácter efímero del lenguaje oral y la necesidad de la presencia del interlocutor. Las palabras se pueden reposar, reflexionar, compartir [aparecen los filósofos presocráticos] y el individuo puede ser su propio maestro. Se acuñan las primeras monedas. Estos objetos permitían una nueva forma de trato con las cosas. Un objeto que no servía para nada significaba sin embargo la posibilidad de transformarse en muchas cosas desde el momento en el que los hombres le dan un valor. Este hecho supone un proceso de abstracción y de liberación que, más tarde se aplicará a otros campos Cambios políticos La necesidad que la aristocracia guerrera tuvo del demos, del pueblo, para enfrentarse al imperio persa (Guerras Médicas) está sin duda en el origen de las fuertes reformas democráticas atenienses que se llevan a cabo este siglo, bajo el mandato de Pericles, impulsor de los cambios políticos y sociales que transformarán definitivamente la sociedad griega, provocando un importante progreso económico y cultural. El areópago consejo aristocrático, formado por los miembros más importantes de las familias aristocráticas y regente de la polis (ciudad-estado), fue perdiendo fuerza a favor de la Asamblea y del Consejo de los 500, elegidos entre los propuestos por los demos (“barrios”) y de donde se extraían a los magistrados. Todos los ciudadanos libres participaban en la elaboración y discusión sobre las leyes en el ágora o plaza pública. Son el primer pueblo que lo hace en un mundo regido por faraones, tiranos, reyes y monarcas. Surge una burguesía democrática con poder basado en el comercio, sustentada por una masa de esclavos que llegó a ser un tercio de la población. (Athenea) Se instituye la educación: todos los ciudadanos deben acceder conocimientos necesarios para desarrollar la vida en sociedad, para participar en la vida política. El lugar de cada uno en la polis no va a depender de su linaje, sino de su capacidad, como muestra la gran fama que tuvieron algunos sofistas. Se produce una SECULARIZACIÓN total del gobierno, tanto en el sentido ideológico como en el práctico. Los legisladores, como Solón, no se arrogaban ni asistencia divina, ni revelación, ni ascendencia real; no se podían justificar las leyes que regían la vida pública en base a lo sagrado, con lo que el acatamiento de las leyes, el valor de representación de la justicia que poseían, se debía al gran sentido comunitario existente, al consenso sobre la importancia del respeto común a lo comúnmente pactado y a la aceptación del dictamen de las autoridades (que poseían los medios para hacer cumplir la ley). Todos estos cambios, como no podía ser de otra manera originaron conflictos y se encontraron con resistencias, y todo ello lo relejaron los trágicos en sus obras, como Antígona de Sófocles que plantea el conflicto entre las normas sociales y los valores del individuo, o Los Persas de Eurípides. El ideal de justicia se convierte en un concepto problemático en una sociedad cambiante. 7 Paralelamente frente a las preocupaciones de los filósofos presocráticos, centradas en la naturaleza, LA FILOSOFÍA EN EL SIGLO V a.C. CENTRA SU REFLEXIÓN EN EL HOMBRE, en EL ORIGEN Y FUNCIÓN DE LAS LEYES, en LOS FORMAS DE ORGANIZACIÓN SOCIAL Y EN LOS FUNDAMENTOS DE LA MORAL. 6. La política en la Grecia antigua. La política, entendida como autogobierno público, es un invento de los griegos, que colocan por primera vez la fuente de la autoridad en la polis, en la comunidad, buscando la solución a los problemas políticos en discusiones públicas Noción griega de hombre: El hombre vive esencialmente como tal y alcanza su plenitud en, por y gracias a la comunidad política a la que pertenece. La concepción INDIVIDUALISTA del hombre está excluida de la mentalidad griega (el hombre como fuera del estado y contrapuesto a él). Por ello es tan fuerte su vinculación con las leyes que rigen la vida de la comunidad y su sentido del deber y el derecho a participar en la toma de decisiones (Lectura del fragmento del Critón) En Atenas, explicaba el sofista Protágoras “cuando el tema de conversación afecta al saber político […] se escucha a todos, ya que se piensa que todos deben tener esa virtud; pues de lo contrario, no habría póleis” (Platón, Protágoras, 322-e, 323ª). Esta afirmación y otras similares sólo fueron posibles a causa de una innovación radical aportada a la historia por los griegos: LA POLÍTICA. Si toda sociedad necesita una mínima organización para funcionar, la novedad en el caso griego consistió en situar la fuente de la autoridad en la polis, en la comunidad misma, solventando los problemas políticos con discusiones públicas y en tomar las decisiones en base al recuento de los votos individuales Al mismo tiempo la conciencia del carácter “humano” de las leyes – eran obra de hombres, no de sacerdotes – les permitía modificarlas, adaptarlas a las necesidades sociales, a diferencia de lo que ocurría con en otras regiones (el código de Hammurabi), ya que su valor no residía en un presunto origen divino de las normas, o su creador, sino en el consenso de los ciudadanos sobre su necesidad y validez. Para que una sociedad así funcionase, para que no se escindiese, era necesario un amplio consenso, un sentido de pertenencia comunitaria y una auténtica voluntad de vivir según las normas que ellos mismos se habían dado. Las leyes eran el alma de la polis, su posesión más preciada – “hay que defender las leyes con igual vigor que las murallas” decía Heráclito- y pertenecer a la comunidad que las elaboraba se consideraba la dignidad más alta, siendo la concesión de la ciudadanía algo muy preciado (Aristóteles nunca consiguió la ciudadanía ateniense). Logos y Democracia La democracia ateniense vive y se dearrolla en el ÁGORA (plaza pública) y, por lo tanto, en el ámbito de la palabra y el discurso. Es el gobierno de la palabra, que presupone la libertad de expresión. Consecuencias: * La discusión sobre las cuestiones prácticas, lleva a la discusión sobre los principios de la 8 política, que es una discusión teórica y filosófica. Los sucesivos cambios políticos (reformas de Clístenes, Solón y Pericles) llevan a la reflexión sobre el origen, función y validez de la ley. * Todos saben que la legalidad constitucional se establece en un momento determinado y que es ulteriormente revisable (carácter consensual de la ley) * Se discute los principios teóricos que han dirigido e impulsado el proceso de desarrollo democrático: por primera vez se debaten conceptos como justicia, legalidad, legitimidad, o ciudadanía Nota: Durante los siglos V y IV a. C. casi toda la literatura política que se llevó a cabo es hostil a la democracia. De ellas es particularmente grave la que presenta a la democracia como una forma de demagogia alimentada en la irracionalidad y en la carencia de principios éticos. 6.1 LOS SOFISTAS. Cómo consecuencia de estos cambios políticos y sociales, y de las discusiones generadas, se produce un giro antropocéntrico en la filosofía y el foco de atención pasa a ser el hombre y los mecanismos de convivencia. En este marco ciudadano surge un nuevo tipo de filósofo vinculado a la Asamblea y participante en los debates políticos, los sofistas. Los sofistas fueron maestros de elocuencia. Con ellos, el arte de la retórica [Def. de la R.A.E.: Arte de bien decir, de embellecer la expresión de los conceptos, de dar al lenguaje escrito o hablado eficacia bastante para deleitar, persuadir o conmover \ 2 despect. Uso impropio o intempestivo de este arte \3 fam. Sofisterías o razones que no son del caso] alcanzó su máximo apogeo, durante la segunda mitad del siglo V.a.C. Los sofistas fueron los primeros profesionales de la enseñanza que cobraron por sus clases - motivo por el cual, pese a su fama, no fueron bien vistos por ciertos sectores de la ciudadanía -. Se llamaban a sí mismos maestros de la virtud (areté) ⇓ ¿Qué virtud enseñan? La virtud, para los sofistas consiste en ser buen ciudadano. Identifican virtud con triunfo personal y sobre todo social. En una sociedad regida por la Asamblea, este triunfo dependía en gran medida de la capacidad para convencer, de la fuerza de la palabra, de ahí su dominio de la retórica. Entre los sofistas y Sócrates y Platón se va a producir uno de los debates más fructíferos de la historia de la filosofía, centrado en el origen, validez, necesidad y función de las leyes y que se conoce como el debate entre Physis y Nomos PHYSIS Y NOMOS La discusión sobre el origen y validez de las leyes que se produce en la Grecia del siglo V a. C. en el contexto descrito, está enmarcada en el problema de la oposición entre los dictados de la naturaleza (physis) y los mandatos de la ley (nomos) y la costumbre y forma parte de una discusión más amplia en la que se intenta dilucidar el carácter natural, o no de la cultura y su función. Este debate tuvo lugar entre los sofistas y Sócrates en primer lugar, ocupando Platón el lugar de su maestro cuando este murió. SENTIDO DE LA DOCTRINA DE LA CONVENCIONALIDAD La postura de los sofistas en dicho debate consistió en la defensa de que tanto las instituciones políticas como las normas e ideas vigentes son convencionales. 9 En su acepción más general, el término griego “nomos” significa La ley. El conjunto de normas políticas e instituciones establecidas que acata y por la cuales se rige una comunidad humana. Toda comunidad humana posee unas leyes, unas instituciones, y es perfectamente comprensible que los hombres se pregunten por su origen y naturaleza. La primera respuesta a esta cuestión, la había proporcionado el pensamiento mítico-religioso al afirmar que las leyes e instituciones proceden de los dioses pero la filosofía abandonó pronto esta explicación. En tiempo de los sofistas, la experiencia socio-política de los griegos se había ensanchado definitivamente gracias a tres factores de considerable importancia: en primer lugar, el contacto continuado con otros pueblos y culturas que permitió constatar que las leyes y costumbres son muy distintas en las distintas comunidades humanas; "Tras su coronación, Darío se dirigió a los griegos que estaban presentes y les preguntó por cuánto dinero aceptarían comerse los cadáveres de sus padres. Ellos respondieron que no lo harían por nada del mundo. A continuación, Darío llamó a unos indios que se llaman calatios que se comen a sus muertos...les preguntó por cuánto dinero aceptarían quemar los cadáveres de sus padres. Estos, a gritos, le pidieron que no dijera cosas impías. Son costumbres establecidas y creo que Píndaro acertaba al decir que la costumbre (nomos) reina sobre todos " Herodoto: III, 38, 3-4. En segundo lugar, la fundación de colonias por todo el Mediterráneo, que en cada asentamiento colonizador permitía redactar una nueva constitución; por último, su propia experiencia de cambios sucesivos de constitución. Estas experiencias llevaron a los sofistas a la convicción de que las leyes, las instituciones, son el resultado de un acuerdo o decisión humana: son así, pero nada impide que sean o puedan ser de otro modo. Esto es precisamente lo que significa el término “convencional”: algo establecido por un acuerdo y que, por tanto, nada impide que pueda ser de otro modo, si se estima conveniente. El término griego “nomos” vino así a significar el conjunto de leyes y normas convencionales por oposición al término “physis” que expresa lo natural, las leyes y normas ajenas a todo acuerdo o convención y que tienen su origen en la propia naturaleza humana. Para apoyar esta conclusión – la convencionalidad de las costumbres y normas sociales- los sofistas contaban con un argumento fácilmente compartible: la falta de unanimidad acerca de qué sea lo bueno, lo justo, etc. ¿Cómo vamos a decir que la justicia es tal cosa, si en tal sitio las leyes son otras y dicen también defender la justicia? Frente a esta idea, las reglas y leyes de la naturaleza humana, se ven como algo inmutable y realmente humano, mientras las leyes de la sociedad serían un freno a esta naturaleza. Este planteamiento parte de la creencia de que lo único verdaderamente absoluto, inmutable (es decir, común a todos los hombres) es la naturaleza humana (naturaleza en el sentido de aquello que las cosas son de aquello, que está en el origen, permanece a través de los cambios y es la clave para explicar todas las transformaciones). Pero ¿existe algo así? La búsqueda del modo propio –natural- de comportarse de los hombres no es nada fácil, ya que nuestro comportamiento está condicionado por el aprendizaje, por las normas y hábitos que nos han sido inculcados a lo largo de nuestra vida. ¿Qué es, pues, lo natural en el hombre? De un modo general cabría contestar que es lo que quedaría si eliminamos todo aquello que hemos adquirido por las enseñanzas que nos han sido inculcadas. Los sofistas, especialmente los de la segunda generación, como Calicles y Trasímaco, utilizan el niño y el animal como ejemplos de lo que es la naturaleza humana prescindiendo de los elementos culturales aprendidos. De estos dos modelos deducen que sólo hay dos normas naturales de comportamiento: la búsqueda del placer (el niño llora cuando siente dolor y sonríe feliz cuando experimenta placer) y el dominio del más fuerte (entre los animales, el macho más fuerte domina a los demás). 10 Al ir contra ambas normas, aseguran, la moral vigente es antinatural. No es solamente convencional, sino que además es contraria a la naturaleza, según los últimos y más radicales de los sofistas. Es fácil comprender la trascendencia de estas reflexiones de la Sofística. Con ellas se inaugura el eterno debate acerca de las normas morales, acerca de la ley natural (physis) y la ley positiva (nomos). El debate comienza con los sofistas en la filosofía griega; pero no termina con ellos. La oposición señalada por los sofistas entre los mandatos de la naturaleza y los de la ley y la costumbre, dio lugar a un debate más amplio sobre la cultura, entendiendo por esta todo aquello que en el hombre no es producto de la naturaleza. Frente a los que aseguraban que la cultura era un elemento distorsionador de nuestra condición natural (sofistas), un freno a nuestras más propias raíces biológicas, otros se preguntaban hasta que punto no es la cultura la auténtica “naturaleza” del hombre. Como hemos señalado, este debate que se extendió en el tiempo, enfrentó a Platón y a su maestro Sócrates con los sofistas. Hay que tener en cuenta que los sofistas pese a ser diferentes unos de otros y no formar un grupo homogéneo compartían, en términos generales, la idea de que el nomos restringe y limita a la naturaleza (que el nomos no sea natural no implica en modo alguno que haya de ser descalificado o combatido). Sobre esa base, unos consideraban que era un logro y un progreso, mientras que otros lo consideraron como una traba y un freno indeseables. Todos ellos compartían igualmente la doctrina de que el nomos se fundamenta, en último término en el interés. Discrepaban, sin embargo, en quienes son los que se benefician de él. El interés de la ley La pregunta pues es: ¿A quién favorece la ley? En interés de quién impone el nomos sus restricciones y trabas? Como ya hemos dicho, pese a estar convencidos los sofistas de el carácter convencional de la ley, sus actitudes no fueron unánimes en esta cuestión. Vamos a examinar las afirmaciones de tres de ellos sobre este tema: Protágoras. En el diálogo Protágoras (320c y sigs.) escrito por Platón podemos leer como, para explicar el origen de las artes y las ciencias, Protágoras recurre al mito de Prometeo. En él se nos cuenta cómo, habiendo distribuido entre las especies animales todas las cualidades que hoy les reconocemos, el hombre, que había sido dejado para el final, estaba " desnudo, descalzo, privado de abrigo e inerme ", por lo cual Prometeo robó las artes y el fuego para asegurar su conservación. Pero no pudo robar el arte de la política. Así los hombres, provistos de todas las artes pero sin poder vivir en sociedad, fueron presa de las fieras. Cuando intentaban reunirse para evitar estos males " se dañaban mutuamente, por carecer del arte de la política " dispersándose de nuevo. Las cosas siguieron así hasta que Zeus decidió enviar a Hermes " para que trajese a los hombres el sentimiento moral y de la justicia ", distribuyéndolo entre todos, " de modo que cada uno tenga su parte, ya que la sociedad no podría subsistir, si, al modo que sucede en las demás artes, sólo unos pocos participaran de ella". Las conclusiones que podemos sacar de aquí sobre el pensamiento de Protágoras es que, evidentemente, la justicia y el sentimiento moral no forman parte del bagaje natural del hombre, pero le son tan necesarias o más que la técnica para hacer fuego o cazar. Anticipándose a Hobbes, nuestro sofista considera que la ley es un freno necesario frente a las actitudes naturales y a la arbitrariedad, de tal modo que el nomos es ventajoso para todos y por ello mantiene una actitud de respeto por la ley. Trasímaco 11 Para Trasímaco el nomos no es otra cosa que el interés de los más fuertes, de los que detentan el poder " Cada gobierno impone las leyes según le conviene....Esto es lo que afirmo, amigo mío, que en todas las ciudades lo justo es aquello que conviene al gobierno establecido...Así pues, si razonamos correctamente, nos encontramos con que lo justo es lo mismo en todas partes: lo que conviene al más fuerte " Platón: República, I, 338e-9a Junto con esta tesis, desde una perspectiva a medio camino entre el realismo y el cinismo, mantiene frente a Sócrates que el hombre justo sale siempre perjudicado. Si aceptamos la ley es porque, aunque todo el mundo piensa que " es mejor cometer injusticias que sufrirlas de los demás " el miedo a ser perjudicados por los demás, la conciencia de que un mundo donde todos anduviéramos sin control sería muy peligroso, nos mueve a aceptar la ley. El miedo y no el amor a la ley es lo que nos empuja a acatarla. Como afirma otro sofista, Glaucón, si un hombre, por justo que sea, pudiera volverse invisible, " sorprenderíamos al hombre justo siguiendo los mismos pasos que el injusto y yendo a parar a lo mismo, movido por un egoísmo insaciable cuya satisfacción persigue, como algo bueno, toda naturaleza (physis) por más que ésta sea obligada violentamente por la ley (nomos) a respetar la igualdad" Platón: República, 359c. Este planteamiento que coloca a la ley como radicalmente opuesta a los dictados de la naturaleza, lleva a convertir a esta última en norma o ley. Lo justo sería desde este punto de vista aquello que la naturaleza impone, como podemos ver en el " Encomio a Helena " de Górgias: " lo natural no es que el fuerte sea constreñido por el débil, sino que el más débil sea gobernado y dirigido por el más fuerte, que el más fuerte dirija y el más débil obedezca " desarrollando así lo que podemos denominar la moral del poder Para poder defender firmemente este punto de vista, es necesario mantener un cinismo suficiente como para no hacer concesión alguna a los criterios morales. Si pensamos que cometer una injusticia es mejor (y más natural) que sufrirlas, pero al mismo tiempo creemos que es más vergonzoso, estamos sometiéndonos al nomos, a la moral convencional. Finalmente, el exponente radical de esta visión sería el sofista Calicles que aparece en los diálogos platónicos (no se está seguro de si existió realmente o fue inventado por Platón, ya que no sabemos nada de él), cuando define la virtud: " la verdad, Sócrates, que dices andar buscando, no es otra que ésta: favorecer la molicie, el desenfreno y la falta de trabas, he ahí la virtud (areté) y la felicidad. Lo demás, todos esos adornos y convenciones humanas contrarias a la naturaleza, son tonterías carentes de valor " Platón: Gorgias, 490c Antifonte El hedonismo - doctrina según la cual la búsqueda del placer es el impulso y norma naturales de nuestra conducta - es compartido por muchos sofistas. Antifonte, en uno de los escasos fragmentos que conservamos, toca el tema con cierta amplitud. De sus consideraciones podemos extraer las siguientes reflexiones: - Naturaleza y nomos son distintos y contrapuestos. Bueno, por naturaleza, es lo que favorece a la vida y malo es lo que va en su perjuicio - Actuar contra la naturaleza produce un perjuicio real, mientras transgredir la ley no es necesariamente malo (si no te pillan). - Lo que produce placer y bienestar es favorable a la vida, lo que produce dolor y sufrimiento es contrario a ella - Las leyes no son capaces de defender al ciudadano honrado, porque no pueden evitar las agresiones y, además, conceden la misma oportunidad de defensa al criminal que al inocente. Gorgias: El poder del Logos. 12 "La palabra es un poderoso soberano, que con un pequeñísimo y muy invisible cuerpo, realiza empresas absolutamente divinas. En efecto, puede eliminar el temor, suprimir la tristeza, infundir alegría, aumentar la compasión. " Elogio a Helena. Para el sofista Gorgias, el más famoso retórico de la antigüedad junto con Protágoras, el poder de la palabra respecto a la disposición del alma, es el mismo que el de los fármacos respecto a la naturaleza de los cuerpos - símil que también fue utilizado por el filósofo de Abdera - , ya que provoca un cambio del estado peor a uno mejor, no en el cuerpo sino en las almas. La grandeza del "arte de persuadir" no se fundamenta únicamente en su capacidad para cambiar ánimos, pensamientos y actitudes, sino en que "todo lo somete a ella misma voluntariamente, y no por la violencia " Platón, Filebo, 58 a. Pero este poder de la palabra está sustentado, precisamente, por su incapacidad para manifestar la realidad. Es decir, las palabras, para Gorgias, son incapaces de transmitir significaciones que sean las mismas para el que habla y para el que escucha. Esta aseveración es la que nos interesa para el debate que estamos analizando, entre Sócrates y los sofistas, sobre el significado de los valores morales. Para Gorgias, el lenguaje responde (es reflejo) a la experiencia de la realidad que tiene el que lo utiliza. Pero las experiencias son individuales, intransferibles, cada persona tiene su propia percepción del mundo, y este se muestra de manera diferente a cada individuo. Por tanto, si la realidad experimentada por el hablante no es la misma que la experimentada por el que escucha, no podemos suponer el hecho comunicativo. El hecho de que las palabras sean las mismas no implica que el significado también sea común. La consecuencia de descartar el valor de la palabra como elemento de comunicación intersubjetiva es que puede pasar a interpretarse como instrumento de manipulación y dominio y, aunque su poder no sea violento, como hemos citado anteriormente, la fuerza de las palabras es tal que los que son arrebatados por ellas no pueden ser considerados culpables: " La fuerza de la sugestión, adueñándose de la opinión del alma, la domina, la convence, y la transforma como por una fascinación (...)La fuerza de la persuasión (...) es imposible de resistir y por ello no da lugar a la censura, ya que tiene el mismo poder que el destino" Elogio a Helena Desconectadas de la realidad, las apariencias, las opiniones, son débiles barreras frente al poder arrollador de las palabras. Frente al interés protagórico por el uso correcto del arte retórico en beneficio de la polis, es el dominio del mismo lo que interesa a Gorgias. Cada uno será responsable del uso bueno o malo que haga de él. Pero, pese a todo, este relativismo absoluto que predica Gorgias se enfrenta a la afirmación que hace en el Elogio a Helena: " Si todos los hombres tuvieran completo recuerdo del pasado, conocimiento del presente y previsión del futuro, ese razonamiento (persuasivo) no podría engañarlos del modo como lo hace". Parece que la memoria, la atenta observación del presente y la capacidad de previsión, cualidades todas de la razón, si son un freno a las aspiraciones manipuladoras de la retórica. El Homo Mensura: sensación y conocimiento. La intención que se encuentra tras la afirmación de Protágoras de que " el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en tanto que son y de las que no son en tanto que no son " consiste en no rebasar - en la reflexión filosófica - el ámbito de la experiencia humana, alejándose del planteamiento de los filósofos de la naturaleza presocráticos. El origen y valor de nuestros conocimientos dependen, según Protágoras, de la experiencia. Sostiene de 13 este modo, la primera teoría empirista de la historia del pensamiento, colocando al hombre en el centro de la preocupación filosófica. Ocuparse de las cosas en tanto que afectan al hombre es la nueva consigna. Coherente con este planteamiento, su teoría del conocimiento se basa en la primacía de la sensación sobre cualquier otra fuente de certeza: "pues es imposible opinar sobre lo que no es, ni sobre cosa distinta de lo que es objeto de sensación " Platón, Teeteto. Consecuencias: - Identificación ser-apariencia: lo que me parece es, y es en la forma en que me parece RELATIVISMO DEL SER - Puesto que las apariencias (lo que las cosas son) varían de unos individuos a otros, la tesis de Protágoras implica además que todas las opiniones son verdaderas RELATIVISMO DE LA VERDAD ¿Cómo enseñar entonces, tal como lo hace el mismo Protágoras? ► Distinguiendo entre verdad y utilidad (conveniencia). Todas las opiniones son igualmente verdaderas, pero unas son más útiles y provechosas que otras. Así, la labor del educador consistiráç no en conseguir que quien tenga opiniones falsas pase a tenerlas verdaderas, sino en lograr cambiar una disposición perniciosa del alma por una conveniente. Aportaciones: - Esta doctrina no implica la aceptación de valores absolutos sobre lo bueno y lo malo. Lo que es bueno o malo dependerá en cada caso de sujetos y circunstancias cambiantes. - El sofista no es más sabio porque su opinión alcance la verdad absoluta, si no en la medida en que conoce los puntos de vista contrapuestos y las circunstancias del caso, lo que le permite captar el conjunto de la situación con más elementos de juicio. 14