Summary

This document introduces the study of human interaction with the environment, focusing on activities and landscapes in the Canary Islands. It explores the concept of human-modified landscapes as opposed to natural ones, and the economic and cultural factors that shape them. Through an analysis of agrarian, urban, and tourist landscapes, and other activities across rural and urban environments, this material provides an accessible foundational understanding of geography.

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U NIDAD DE A PRENDIZAJE 4 I NTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS Presentación El estudio de la interacción entre el ser humano y el medio es uno de los aspectos más interesantes de la geografía. Tal es así, que existe dentro de la disciplina un grupo de...

U NIDAD DE A PRENDIZAJE 4 I NTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS Presentación El estudio de la interacción entre el ser humano y el medio es uno de los aspectos más interesantes de la geografía. Tal es así, que existe dentro de la disciplina un grupo de especialistas enfocados en el paradigma ambiental que analizan con especial atención la relación del ser humano con su entorno, desarrollan este enfoque con amplitud y lo convierten en el objeto principal de estudio. La presente unidad de aprendizaje pretende ser una aproximación al análisis de las actividades que el ser humano ha venido desarrollando en Canarias, su afección territorial y los paisajes que las mismas han contribuido a crear. El paisaje es una formulación humana. Desde esta premisa, tiene una connotación y significado que se aproxima al de territorio. Aprender a interpretar los paisajes puede ser una fórmula de apro- ximación a la enseñanza de la geografía. Se abordan en esta unidad contenidos geográficos desde una perspectiva histórica, pues la va- riable temporal estará presente en todo momento en este estudio de interpretación de los paisajes humanos, por ser el paisaje un sistema dinámico sujeto a transformación continua. Entender los pai- sajes de Canarias conlleva saber interpretar tanto las singulares condiciones de su territorio como, sobre todo, comprender la interacción con el ser humano. Ello exige una valoración de las diferentes etapas constructivas y de desarrollo que son el resultado de la convivencia del hombre con su en- torno. Analizaremos en primer lugar los distintos tipos de paisajes agrarios que existen en las islas, para seguidamente estudiar los paisajes urbanos, turísticos e industriales. Objetivos Los objetivos de esta unidad de aprendizaje son los siguientes: Objetivos fundamentales: – Comprender los procesos de transformación del entorno geográfico que genera la implantación de actividades por parte del ser humano (CB1, G1 y ED18). – Adquirir una concepción espacial respecto de un fenómeno geográfico como es el análisis de los paisajes antrópicos. (CB3 y CB5). – Entender la actual distribución territorial de los usos y actividades económicas desarrolladas por el ser humano. (CB1 y ED18). – Analizar la compleja relación entre el hombre y su entorno (CB1). Objetivos complementarios – Entender el concepto de paisaje y discriminar entre los paisajes naturales y humanizados. – Aplicar el concepto de paisaje al territorio canario y Analizar la distribución espacial de los usos. – Comprender las razones «económicas» y de oportunidad que están detrás del emplazamiento del ser humano sobre un territorio. – Entender la relación entre ecología y economía. – Analizar la distribución y relaciones espaciales de los usos. – Profundizar en el análisis diacrónico aplicado al concepto de paisaje. – Hacer uso de la observación como fórmula y herramienta de estudio de un fenómeno geográfi- co. – Aportar referencias de estudios para poder profundizar en los temas desarrollados. Esquema de los contenidos Figura 4.1 Esquema de contenidos de la Unidad 4 4.1. INTRODUCCIÓN. ¿QUÉ ES EL PAISAJE? Exposición de los contenidos 4.1 Introducción. ¿Qué es el paisaje? El paisaje es un concepto complejo, abstracto e intuitivo que tiene diversas acepciones. En geo- grafía irrumpe como posible objeto de estudio y desde su incorporación a esta disciplina ha ido adquiriendo significado. Evolucionó desde la idea de «ecología del paisaje», una interpretación más geográfica y espacial del término ecosistema. En este sentido, podría afirmarse que se trata de una trasposición espacial del ecosistema: «Los significados o definiciones dados a esta palabra han variado a través del tiempo y de acuerdo a las diferentes escuelas de pensamiento, con definiciones generales y de mayor precisión en su significado. Dentro del ámbito de los geógrafos, Paisaje constituye, para algunos, el verdadero objeto de estudio de la Geografía, para otros, es solamente una parte del objeto de estudio, o bien, uno más de los elementos a estudiar, dentro del esquema geográfico». (Tesser, 2000)36. También ha sido adoptado por otras disciplinas, siendo interpretado por cada una de ellas en rela- ción a sus intereses y fundamentos, durante un proceso que podríamos denominar de «maduración académica y conceptual». A lo largo de esta evolución, el concepto «paisaje» se ha enriquecido con múltiples aportaciones de entre las que destacaría la influencia de la teoría general de sistemas, según la cual el paisaje se interpretaría como un sistema complejo que estaría formado por un conjunto de elementos y procesos que contribuyen a su formación. Dentro de las diferentes acepciones y enfoques sobre el paisaje, quizás sea su interpretación holís- tica la más interesante, pues se hace preciso analizar el paisaje como un conjunto global para poder llegar a comprenderlo. Bajo esta visión estructuralista, el paisaje estaría compuesto por dos tipos de elementos: abióticos y bióticos. Los elementos abióticos son los que carecen de vida, como el suelo, el relieve, la atmósfera, las aguas, etc. Los elementos bióticos, por el contrario, son los «elementos vivos», es decir, la vegetación, la fauna, y también el hombre. La interrelación entre todos ellos, así como los distintos procesos que se establecen entre dichos elementos, forman el paisaje. Bajo tal con- cepción, el paisaje constituye un concepto próximo a la idea de ecosistema que ya vimos en el módulo 1, aunque con una mayor carga espacial y, por tanto, geográfica. Entre las diferentes interpretaciones, una de notable interés para la geografía es la concepción ecológica del paisaje, en cuyo campo es clásica la definición de M. C. Dunn (1974), quien lo conside- ra como un «complejo de interrelaciones derivadas de la interacción de rocas, agua, aire, plantas y 36 Tesser emplea como fuente el ya clásico Manual de Ciencia del Paisaje, de María de Bolós. 46420 - E NSEÑANZA Y APRENDIZAJE DE LA GEOGRAFÍA , HISTORIA Y NATURALEZA DE C ANARIAS 194 UNIDAD DE APRENDIZAJE 4. INTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS animales». Este enfoque entronca con la teoría general de sistemas y ha sido con frecuencia emplea- do por la geografía. El paisaje se convierte así en algo complejo, no sólo formado por lo que se ve (los elementos del fenopaisaje o paisaje visible), sino también por los procesos e interacciones que se producen (el criptopaisaje o paisaje oculto). Dependiendo de qué elementos dominen sobre un paisaje se podrá distinguir al menos entre pai- sajes naturales y paisajes humanos o antrópicos. Los primeros son aquéllos en los que existe un do- minio de elementos naturales, no transformados por el ser humano. Por el contrario, los paisajes antrópicos se caracterizan por el predominio de los elementos artificiales, construidos por el hombre. Algunos autores conciben el paisaje como el resultado cognitivo del ser humano, desde cuyo pris- ma el paisaje no existe hasta que es percibido por un observador. Tal concepción llevó a Horacio Capel (1973), a pensar que «el Paisaje no existe hasta que una porción de espacio terrestre recibe una mirada humana que lo ordena y lo convierte en tal». Es la concepción del paradigma perceptual. Bajo esta perspectiva, el paisaje no es estático, nunca podrá ser estático. Muy al contrario, es algo dinámico, sujeto a transformación, donde los procesos que tienen lugar entre los diferentes elementos que lo conforman dan lugar a un sistema complejo que evoluciona con el paso del tiempo. Es la componente temporal del paisaje. Además, el paisaje tiene también una fuerte carga subjetiva. El paisaje es también percepción, y como quiera que una misma realidad puede ser percibida de formas muy distintas por diferentes personas, cada paisaje incluye, en consecuencia, una carga cultural, tanto intrínseca, como derivada de las propias experiencias, cultura, formación e información de que disponga el observador 37. Por tanto, un paisaje tiene, además de una componente temporal, una componente cultural, con la que entroncaría la transformación llevada a cabo por el ser humano, que deja su impronta, transfor- mando el paisaje natural en paisaje antropizado. Hay quien define el paisaje de forma muy sencilla como «el escenario de las actividades humanas.» (Laurie, 1983). Es precisamente sobre esta componente cultural sobre la que incidiremos en la presente unidad de aprendizaje, analizando la distribución de usos sobre el territorio, la utilización que el ser humano ha hecho del medio y de sus recursos y de cómo este proceso ha llevado a construir los paisajes humanos de Canarias, todo ello desde una perspectiva necesariamente diacrónica. 4.1.1. ¿Qué se entiende por «paisajes humanos»?. Paisaje humano es aquél en el que los elementos antrópicos resultan dominantes frente a la componente natural. Se trata de una extensión 37 Los estudios de David Lowenthal han demostrado que la valoración de los paisajes cambia con el tiempo y varía según la educación, nivel socioeconómico, procedencia rural o urbana del observador, e incluso la difusión de determinados estereotipos generados por los medios de comunicación. (Capel y Urteaga. 1977). 2024 – A NTONIO R AMÓN O JEDA 195 4.2. PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS DE CANARIAS de territorio transformada por el hombre, donde su presencia e impronta dominan en el conjunto del área de la superficie terrestre que es observada. Es siempre el resultado de un proceso de transforma- ción, de ahí que sea habitual referirse a ellos como «paisajes humanizados». En consecuencia, el paisaje humano (o humanizado) es un «paisaje construido» y, por tanto, de índole cultural. La transformación llevada a cabo sobre el territorio contribuye a desdibujar los com- ponentes naturales, otorgando una mayor presencia a los elementos artificiales. Ese proceso de trans- formación está directamente asociado al tipo de actividad desarrollada por el ser humano, de manera que el resultado varía según esta última. En consecuencia, no es posible hablar de un único paisaje humano, como tampoco es posible hacerlo respecto al paisaje natural. Los paisajes humanos derivan de las actividades que el hombre implanta sobre el territorio y, por consiguiente, cada una de las actividades desempeñadas por el ser humano y con incidencia territorial contribuirá a construir un tipo u otro de paisaje. Así, habrá un paisaje agrario, un paisaje urbano, un paisaje industrial, minero, turístico, etc. Es a esos paisajes «eminentemente humanos» a los que se dedican los siguientes contenidos. 4.2 Paisajes y actividades humanas de Canarias Las distintas actividades que desempeña el ser humano, especialmente si son de índole económica, tienen un efecto sobre el territorio que, entre otros aspectos, contribuye a crear paisajes diferentes según sea el tipo de actividad. No cualquier actividad crea paisaje. Sólo aquéllas con mayor capacidad de transformación pueden hacerlo. Si se analizan las distintas actividades que el ser humano ha venido practicando en Canarias, se puede observar que sólo algunas son capaces de crear un paisaje con entidad propia y extensión territorial significativa a una escala de observación determinada. Además, estas actividades generan dos tipos de entornos o medios bien diferenciados: el medio rural y el medio urbano. El medio rural se caracteriza por acoger actividades productivas asociadas con el sector primario, de tipo agrícola, ganadero, pastoril, silvícola, o incluso minero. Por el contrario, el medio urbano se caracteriza por venir precedido por un proceso muy intenso de transformación del suelo mediante la urbanización de los terrenos y ser soporte de actividades fundamentalmente terciarias e industriales, además, claro está, de las eminentemente residenciales. El grado de artificialización del paisaje es, por tanto, mucho más intenso en el medio urbano. Las actividades primarias son «más blandas», y aunque generan igualmente una fortísima transforma- ción respecto a las condiciones naturales, en general, suelen llegar a alcanzar un mayor grado de integración ambiental. 46420 - E NSEÑANZA Y APRENDIZAJE DE LA GEOGRAFÍA , HISTORIA Y NATURALEZA DE C ANARIAS 196 UNIDAD DE APRENDIZAJE 4. INTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS Estableciendo una clasificación del paisaje según su grado de antropización, se podría decir que en primer lugar se situaría el paisaje natural, donde imperan los elementos poco o nada antropizados, luego vendría el paisaje rural, que acoge actividades humanas «integradas» y, finalmente, estaría el paisaje urbano, que sería el más artificializado de todos ellos. Por suerte, y de momento, el porcentaje de unos y otros está aún en relación directa con el grado de antropización, de tal manera que, a una escala global, todavía el porcentaje de paisajes naturales es muy superior a la presencia de los paisajes humanizados. Figura 4.2 Paisajes urbano, rural y natural de Canarias. (de abajo a arriba) Pinares de Gran Canaria con el Teide al fondo, paisaje agrícola del norte de Gran Canaria y vista en perspectiva del núcleo de Corralejo (Fuerteven- tura). Fuente: elaboración propia. A los paisajes naturales ya le dedicamos el primer tema de este manual, cuando nos referimos a los principales ecosistemas canarios. El grado de intervención humana sobre ellos es menor, al con- trario de lo que ocurre en el medio rural y urbano, donde las actividades humanas que se implantan contribuyen a su caracterización y crean un paisaje específico y singular donde predomina el carácter humanizado. Atendiendo a su entorno y actividad, se puede proponer la clasificación de los paisajes humanos de Canarias que aparece recogida en la figura 4.3. Además, habría otro aspecto importante que conviene considerar y que resulta especialmente sig- nificativo en el caso del paisaje rural. Es el condicionante del medio físico, de cómo el entorno (carac- terísticas climáticas, relieve, sustrato, etc.) afecta a la implantación de las actividades y, por tanto, a la creación del paisaje. 2024 – A NTONIO R AMÓN O JEDA 197 4.2. PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS DE CANARIAS Figura 4.3 Propuesta de clasificación de los paisajes humanos según entorno y uso. Elaboración propia. La incidencia del medio físico sobre los paisajes urbanos no es tan notable, pero sí que adquiere importancia cuando se trata de actividades propias del medio rural, que deben adaptarse más si cabe a las condiciones preexistentes. Un ejemplo muy claro son los cultivos en bancales, tan característicos de Canarias, necesarios para poder salvar la fuerte y agreste orografía de las islas. Figura 4.4 Paisaje agrario tradicional. Gavias en Casillas del Ángel (Fuerteventura). 46420 - E NSEÑANZA Y APRENDIZAJE DE LA GEOGRAFÍA , HISTORIA Y NATURALEZA DE C ANARIAS 198 UNIDAD DE APRENDIZAJE 4. INTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS Figura 4.5 Paisaje agrario tradicional. Bancales en la Caldera de Guiguán (Lanzarote). Esto no quiere decir que los paisajes urbanos no se vean afectados por el medio físico, pero como quiera que lo transforman y adaptan, podría decirse que «se nota menos» la componente natural en los paisajes urbanos de lo que se aprecia en los entornos rurales. Para finalizar, habría que hacer mención a un uso humano muy importante en cuanto a su capa- cidad de crear paisaje como es el hábitat, o lo que es lo mismo, el denominado uso residencial. Éste se puede desarrollar previa urbanización de los terrenos y estaríamos hablando entonces de un uso urbano, pero también puede integrarse dentro del entorno rural, tal y como ocurre con el disperso edificatorio que con frecuencia caracteriza sobre todo a las medianías de nuestras islas. En este sentido, el residencial probablemente sea de los pocos usos con presencia significativa en ambos medios o entornos y, aunque con diferentes características, frecuentemente forma parte tanto de los paisajes rurales, como del medio urbano. 4.3 Los paisajes rurales Puede interpretarse el entorno rural como un espacio de transición entre los paisajes naturales, poco antropizados, y la fuerte transformación del medio que caracteriza a los ámbitos urbanos. Los paisajes rurales son el resultado de la combinación de las actividades primarias, como la agricultura, la ganadería, la silvicultura, etc., y un poblamiento difuso, diferenciado del hábitat urbano tanto cuantitativa, como cualitativamente. De entre las diferentes actividades característicamente rurales que existen en Canarias, sólo una, la agropecuaria, es capaz de crear un paisaje de entidad. Otras actividades propias de este medio, como podrían ser la minería y la silvicultura, carecen de extensión suficiente y constituyen únicamente 2024 – A NTONIO R AMÓN O JEDA 199 4.3. LOS PAISAJES RURALES elementos complementarios del paisaje rural. En cuanto al paisaje silvícola, es en esencia un paisaje forestal, en ocasiones creado con la finalidad de acceder a los recursos madereros (casos excepcionales, como los eucaliptares de las medianías de Gran Canaria), pero más frecuentemente respondiendo a objetivos ecológicos de restitución y mejora ambiental. Un dato puede ser significativo: en la década de 1930 se calcula que la superficie forestal en Gran Canaria era de unas 6000 has, a día de hoy supera ya las 17000. En este sentido, el paisaje forestal «intervenido» constituye un paisaje de transición entre los entornos rural y natural, una recuperación de los paisajes naturales mediante la intervención del ser humano. Por otra parte, estaría el paisaje minero, que puede llegar a alcanzar entidad suficiente en otros territorios, pero no en Canarias, donde tiene una implantación muy puntual y localizada. Es cierto que se trata de un uso de gran impronta espacial, pero su extensión en las islas es muy reducida como para hablar de un paisaje minero. Las pequeñas canteras que con demasiada frecuencia jalonan el paisaje isleño serán consideradas aquí más como un elemento discordante dentro de un paisaje rural, que como un paisaje en sí mismo. 4.3.1. Los paisajes agrarios. Se entiende por paisajes agrarios aquéllos que son el resultado de actividades agropecuarias como la agricultura y la ganadería. Se caracterizan por una serie de elementos que los identifican como tales y que más adelante analizaremos. En las islas, constituyen el paisaje rural por excelencia, el de mayor entidad y extensión. En contra de lo que suele pensarse, el paisaje agrícola es resultado de una transformación profunda del terreno, particularmente en Canarias, donde son muy contadas las ocasiones en que se dan unas condiciones óptimas para un desarrollo rentable de la agricultura. Por norma general, es necesario invertir mucho capital y esfuerzo para acondicionar los terrenos, pues la orografía es muy abrupta y los sustratos volcánicos, aunque fértiles, con frecuencia carecen de un suelo mínimamente laborable. Todas las acciones emprendidas por el campesino para adecuar los terrenos acaban por construir un paisaje agrario. La transformación comienza en el mismo instante en que arriba el primer ser humano a las islas. Al principio se realizarían transformaciones menores, propias de una población escasa y una sociedad eminentemente agrosilvopastoril. Luego, con el tiempo, se incrementaría pau- latinamente la superficie cultivada, extendiéndose más y más el paisaje agrario. Según iba aumentando la población, los usos y aprovechamientos se hicieron más intensos, par- ticularmente tras la conquista. Los nuevos colonizadores trajeron consigo su tecnología y prácticas económicas, implantando en las islas asentamientos y tierras de cultivo a la «manera europea». El aprovechamiento de los recursos fue incrementándose a medida que crecía la población. Se rotura- ron más tierras, se introdujeron nuevos cultivos, se crearon infraestructuras y se inició, en definitiva, 46420 - E NSEÑANZA Y APRENDIZAJE DE LA GEOGRAFÍA , HISTORIA Y NATURALEZA DE C ANARIAS 200 UNIDAD DE APRENDIZAJE 4. INTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS un proceso de transformación del paisaje más intenso que el que se había venido produciendo antes de la llegada de los europeos al archipiélago. La agricultura y la ganadería han sido las principales actividades económicas en Canarias hasta 1960, marcando una larga etapa que dejó una huella profunda en el territorio. Para que podamos hacernos una idea, hasta 1950 la superficie cultivada en Canarias era de unas 150 000 hectáreas, o lo que es lo mismo, alrededor de la quinta parte de la superficie total de las islas. Hoy, apenas si queda en uso una décima parte. Figura 4.6 Evolución de los paisajes en Canarias. La actividad agraria, como principal motor económico de Canarias, se mantuvo hasta hace muy poco tiempo y fue esta actividad sostenida durante más de 500 años la que dio lugar a un paisaje agrario «tradicional», de una enorme riqueza etnográfica. En efecto, los paisajes agrarios se perciben como parte del acervo cultural de Canarias. Son paisajes en muchas ocasiones tradicionales, con un valor estético intrínseco. Lamentablemente, parece que asistimos a una etapa epigonal de los sistemas agrarios, donde el abandono de los campos hace tiempo que se convirtió en la dinámica dominante. Esta circunstancia lleva a pensar en un nuevo paisaje agrario, el que se define por el abandono de la agricultura y el consiguiente deterioro de sus infraestructuras de soporte, que se sumaría a los paisajes agrarios vivos y aún dinámicos de los diferentes sistemas agrarios canarios que todavía logran subsistir. Por fortuna, tal y como afirma Josefina Gómez (1987: 109) «Es, en cierto modo, la crisis económica y urbana la que ha devuelto el interés por la agricultura periurbana y por su recuperación». Esta frase, que 2024 – A NTONIO R AMÓN O JEDA 201 4.3. LOS PAISAJES RURALES se acuñó en 1987, está de plena actualidad ya que desde hace unos años asistimos a la creación de huertos urbanos, y quién dice que no sea posible también una próxima recuperación de la superficie y del paisaje agrícolas, como refugio de una mano de obra desocupada y con escasas perspectiva en el mundo «laboral urbano». Eso sí, esta vuelta al campo se realiza con criterios diferentes a los de antaño, de ahí que algunos autores hablen de «usos y paisajes neorurales» (García, Tulla y otros, 2000). Pese a todo. A pesar de la dinámica regresiva de la actividad agraria, su impronta territorial sigue siendo muy alta y con una riqueza tal, que es posible diferenciar incluso distintos tipos de paisajes agrarios. ¿Pero qué elementos caracterizan el paisaje agrario? Es evidente que si aceptamos el hecho de que existe un paisaje agrario, éste debe caracterizarse por elementos que lo diferencien de otros paisajes, elementos que sólo están presentes en el paisaje agrario de los entornos rurales de Canarias. ¿Cuáles son estos elementos caracterizadores y diferenciadores del paisaje agrario? Podemos mencionar al menos los siguientes: – La distribución vertical de los ecosistemas. Las variaciones ecológicas altitudinales que se re- gistran en Canarias como resultado del cambio de temperatura, humedad, etc. que se produce a medida que ascendemos en altitud, acaba generando una distribución vertical de los ecosiste- mas de la que no es ajena el paisaje agrario. Como resultado de esta circunstancia, se puede dis- tinguir una agricultura de costa, y una agricultura de medianías (altas y bajas) (Álvarez Alonso, 1993), con muy escasa incidencia en cumbres, donde predominan los paisajes naturales. – La dicotomía entre vertientes insulares de barlovento y sotavento da lugar a una diferenciación entre agricultura de ambientes áridos y semiáridos (como los de Lanzarote, Fuerteventura y vertientes meridionales de Gran Canaria y Tenerife), frente a los paisajes agrarios más húmedos de las fachadas septentrionales de las islas de mayor relieve (Burriel de Orueta, E., 1982). – La naturaleza del suelo cultivado condiciona el tipo de cultivo y el paisaje resultante en virtud de que se trate de suelos evolucionados, sustratos volcánicos recientes, sustratos sedimentarios (jables), o suelos de préstamo (sorribas). – Los sistemas de preparación del terreno: los poco usuales cultivos directos, —únicamente facti- bles cuando se dan condiciones excepcionalmente favorables, como es el caso de algunas vegas agrícolas—, o los más frecuentes abancalamientos y sorribas (gavias, nateros, cadenas), gerias y otras prácticas de acondicionamiento del terreno, generan un paisaje agrario diferenciado, singular y propio de las islas (González, A y Ramón, A 2016). 46420 - E NSEÑANZA Y APRENDIZAJE DE LA GEOGRAFÍA , HISTORIA Y NATURALEZA DE C ANARIAS 202 UNIDAD DE APRENDIZAJE 4. INTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS – Estructura y características del parcelario. Forma y tamaño de las fincas y sistema de propiedad. Existe una diferencia manifiesta entre los grandes terrenos destinados a los cultivos de expor- tación en las franjas próximas a la costa y los parcelarios más atomizados de la agricultura tradicional de subsistencia (González, A.1989). – El régimen hídrico: secano y regadío (a manta, por aspersión, goteo, hidropónico). La dispo- nibilidad de agua ha limitado la superficie de los regadíos y condicionado el tipo de cultivo (Álvarez, 1993). Debido a la escasez de agua, hasta que se produjo la explotación masiva de los acuíferos mediante pozos y galerías, en la primera mitad del siglo XX, no existió agricultura en las laderas de sotavento, salvo pequeñas localizaciones en los barrancos. El canal de abasto de las tierras del sur de Tenerife entró en funcionamiento en 1950, permitiendo el desarrollo agrí- cola de esta comarca (Rodríguez Brito, W., 1986). Algo similar a lo ocurrido en Gran Canaria con el Trasvasur. – Los tipos de cultivo: asociaciones y rotaciones de los policultivos, o monocultivos característicos de la producción destinada a satisfacer la demanda de mercados exteriores (Martín Ruiz, JF y González Morales, A., 1999). – El destino de la producción: mercado local o exportación. – El proceso histórico. La ocupación de las tierras costeras por las grandes fincas orientadas a la producción mercantilista contribuyó a definir una estructura parcelaria que, aunque hoy desdi- bujada, todavía se mantiene, marcando diferencias entre las islas de realengo y señoriales. Los regadíos son más extensos en las islas de realengo, donde se produjo una ocupación del litoral por los ingenios azucareros durante las primeras fases de colonización, lo que trajo aparejado el desarrollo de una densa red hidráulica para suministrar a estos terrenos desde los manantiales de medianías y cumbres (Macías, A. 1981). – El abandono agrícola y la agricultura a tiempo parcial. El paisaje agrícola, tal y como hoy lo conocemos, está próximo a la desaparición. Se imponen nuevas prácticas, como la agricultura a tiempo parcial. Si nada lo remedia, asistimos a una fase terminal del paisaje agrícola tradicional (Martín, V., 2009; González, A y Ramón, A 2016). Todos estos aspectos influyen en mayor o menor medida sobre la conformación del paisaje agrario, pero algunos lo hacen de forma más determinante que otros. En especial, la distribución altitudinal y las consecuentes variaciones ambientales y ecológicas, especialmente la disponibilidad de agua y las condiciones térmicas, resultan ser los factores que más afectan a los diferentes tipos de agricultura. A estas y otras condiciones impuestas por el medio se adaptan los sistemas agrarios canarios, cada uno de los cuales aporta una modalidad diferenciada de paisaje. 2024 – A NTONIO R AMÓN O JEDA 203 4.3. LOS PAISAJES RURALES La agricultura de medios áridos Las condiciones de aridez que se registran en las islas de menor relieve y en las fachadas de sota- vento de las más montañosas, dan lugar a un paisaje agrario propio, caracterizado por una agricultura de secano, donde únicamente se provén algunos riegos de urgencia en momentos de fuerte carestía hídrica. Las tierras están insuficientemente dotadas de infraestructuras hidráulicas y con frecuencia los riegos se efectúan de forma artesanal, mediante cubas y mangueras. Si el año es lluvioso, los rie- gos se reducen. Si, por el contrario, se prolonga la sequía, se hace necesario regar para no perder la cosecha, aún a costa de reducir los beneficios. En Lanzarote, donde se dan unas excepcionales condiciones agrológicas pese a la más absoluta carencia de agua, es posible observar cultivos de origen tropical que se desarrollan con resultados óptimos aún en condiciones de secano. Particularmente, sandías y melones ofrecen rendimientos notables siempre que se preparen adecuadamente los enarenados (lapilli) y el jable (arenas organóge- nas). En su debe está el ser cultivos muy exigentes en humedad y nutrientes, por lo que acaban por agotar la tierra y es necesario recurrir a rotaciones e incluso a barbechos prolongados. El uso de las legumbres en las rotaciones, que ha acabado por otorgar merecida fama a la lenteja de Lanzarote, es en realidad un recurso poco menos que obligado, pues son plantas que aportan nitrógeno al suelo, contribuyendo de esta manera a renovar los suelos empobrecidos (González, A y Ramón, A 2016). También la cebolla es un cultivo frecuente en Lanzarote y, como las lentejas, también ha alcanzado reconocida fama en los mercados. Su cultivo se lleva a cabo sobre enarenados. De hecho, son muy escasas las tierras en Lanzarote que no se cultivan mediante esta técnica, si bien tras el paso de la tormenta tropical Delta en 2005 comienzan a verse algunos terrazgos que han preferido no reponer el lapilli y proceder a realizar el cultivo directamente sobre el suelo sin cubrir. Sin duda, el enarenado es el elemento que mejor define la agricultura de Lanzarote. La técnica es sencilla y consiste en preparar previamente el suelo agrícola por medio de fertilizantes y nutrientes, agregando tierras de préstamo y estiércol, para seguidamente proceder a recubrir la parcela con arena volcánica (lapilli). Sin embargo, no cualquier tipo de picón es útil para un desarrollo óptimo de la agricultura, sino que éste debe tener unas dimensiones y porosidad adecuadas. El paisaje agrario de Lanzarote se completa con la vid y los cultivos sobre jable, especialmente reservado este último para las batatas. Son paisajes singulares, de gran belleza y valor cultural y estético, al que nos referiremos más adelante. Otro de los ámbitos de agricultura propia de medios áridos es Fuerteventura. El análisis com- parado de los mapas de cultivos de ambas islas denota el carácter residual de esta actividad en la 46420 - E NSEÑANZA Y APRENDIZAJE DE LA GEOGRAFÍA , HISTORIA Y NATURALEZA DE C ANARIAS 204 UNIDAD DE APRENDIZAJE 4. INTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS Maxorata, cuya superficie cultivada apenas si representa una décima parte de la que todavía se man- tiene en Lanzarote. La otrora considerada granero de Canarias, apenas si dispone actualmente de poco más de 450 hectáreas en cultivo. Aquí son elementos singulares del paisaje agrícola las gavias y los nateros, dos sistemas ingenio- sos de aprovechamiento hídrico (González Morales, A, 2015). Pero cada vez son menos abundantes, han sido abandonadas tanto las unas, como los otros, y se han convertido en elementos a proteger (como ya los considera el Plan Insular de Ordenación). Y es que poco a poco los paisajes agrarios tradicionales no serán más que muestras museísticas de carácter e interés etnográficos. Figura 4.7 Gavias en Fuerteventura, en primer plano. El «verde» denota el aprovechamiento hídrico y una mayor humedad en los terrenos. Los nateros son bancales construidos en los barranquillos secos y cauces, donde las esporádicas lluvias depositan no sólo el agua que se acumula en estos canales, sino también el suelo que arras- tran, creando una «nata» que da nombre a estas infraestructuras. Con el tiempo van colmatándose y formando un bancal plano donde es posible cultivar. Funcionan casi como si de albarradas se tratase, pues lo mismo sirve para reducir la pérdida de suelo por erosión, que como terrazgo para el cultivo. En cuanto a las gavias, son una especie de represamiento construido en los anchos cauces de los 2024 – A NTONIO R AMÓN O JEDA 205 4.3. LOS PAISAJES RURALES barrancos de Fuerteventura. Se parecen a los estanques de barro, pero al contrario que estos, no están cerrados por todos sus lados, sino que quedan abiertos por el flanco superior (en el sentido del flujo de la corriente). De esta manera, el agua que arrastra el barranco llena la gavia y permite incrementar la fertilidad de la parcela. El conjunto de gavias recibe el nombre de Rosa. (González Morales, A. 1989). Tanto gavias como nateros son elementos que también se encuentran en la agricultura de Lanza- rote, pero no tienen la presencia que alcanzan en Fuerteventura, quizás porque esta última isla carece de un paisaje agrícola de la extensión e identidad del conejero y las gavias y nateros se convierten fácilmente en seña de identidad. Por el contrario, el paisaje agrario de Fuerteventura está mucho más representado por la abun- dante cabaña ganadera. Su impronta territorial es más difícil de apreciar que los elementos agrícolas, pero el pastoreo semiextensivo bajo cuyo sistema se cría el 90 % de las más de 75 000 cabras y las casi 90 000 cabezas si añadimos el ganado ovino, se evidencia en forma de corrales, goros, refugios y otras infraestructuras ganaderas, amén de tener una extensa representación en la toponimia de la isla (Ma- jadas Negras, Majada del Aguililla, Majano Alto, Degollada de Agua Cabras, e incluso se reflejaba en el nombre de la actual capital insular, que hasta 1956 tenía por nombre Puerto de Cabras). En el resto de islas la agricultura que hemos denominado de medios áridos es minoritaria. La carencia secular de agua en las vertientes de sotavento hizo que el paisaje agrícola estuviera casi au- sente de estos sectores insulares hasta el siglo XX, cuando empezaron a cultivarse terrenos gracias al aporte de riegos cuya frecuencia cuestiona, cuando menos, la calificación de los mismos bajo la de- nominación de agricultura de secano. Hecha esta salvedad, sí es cierto que existen algunas muestras de paisajes agrarios que se corresponden con ambientes áridos en las vertientes meridionales de islas como La Palma o Tenerife. En esta última, cabría destacar por su singularidad y valor etnográfico los cultivos de papa extratemprana en las medianías del suroeste, una zona caracterizada por el sustrato pumítico. Aquí se practica una agricultura sobre enarenados artificiales conocidos localmente como «jables». Se trata en realidad de un sustrato volcánico de composición ácida y consiguiente color blan- quecino, una especie de picón que en Tenerife denominan zahorra. Estos enarenados, beneficiados por riegos más o menos regulares (de ahí que se cuestione su calificación de agricultura de secano), ofrecen un buen rendimiento de papas que, gracias a su localización en las laderas más soleadas y cálidas, son puestas con antelación en el mercado, alcanzando así una mayor rentabilidad. La agricultura de costa. El paisaje de la agricultura de exportación Las condiciones geográficas o ambientales no son las únicas que inciden sobre los tipos de paisajes agrarios, también existe una componente eminentemente humana y económica implícita en la toma 46420 - E NSEÑANZA Y APRENDIZAJE DE LA GEOGRAFÍA , HISTORIA Y NATURALEZA DE C ANARIAS 206 UNIDAD DE APRENDIZAJE 4. INTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS de decisiones respecto al tipo de agricultura que se desea implantar. No es lo mismo una agricultura tradicional de bancales y pequeños terrazgos, que un sistema agrícola de exportación, con invernaderos y un mayor nivel de capitalización. Desde las estructu- ras agrarias, hasta los tipos de cultivos, difieren entre una y otra modalidad, creando dos paisajes diferentes. Se da además la circunstancia de que existe un escalonamiento altitudinal de ambos pai- sajes, y mientras que la agricultura tradicional domina en las zonas de medianías, la agricultura de exportación bajo sistema de regadío y con frecuencia muy capitalizada se asienta en la costa. Figura 4.8 Invernaderos en La Aldea de San Nicolás (Gran Canaria). Fuente: https://www.fotosaereasdecanarias.com/ El paisaje de la agricultura de exportación está normalmente asociado a las franjas litorales porque necesitan de una producción extratemprana, de ahí que ocupen los terrenos más cálidos, donde los productos maduran más rápido, circunstancia que les permite situarse antes en los mercados y obte- ner de esta forma mayores beneficios. Es cierto que estos ambientes son también semiáridos, y que se caracterizan por una importante carencia hídrica y de buenos suelos, pero esta circunstancia se sub- sana mediante la construcción de toda una infraestructura hidráulica con la que dotar a los cultivos del agua necesaria y con la construcción de sorribas para dotar los campos de suelos fértiles traídos normalmente desde las medianías. Una diferencia notable entre la agricultura costera de exportación y la ya referida agricultura de ambientes semiáridos, es que la primera se instala bajo un sistema de 2024 – A NTONIO R AMÓN O JEDA 207 4.3. LOS PAISAJES RURALES regadío, mientras que la segunda lo hace esencialmente bajo secano. Existe en esta agricultura una clara vocación mercantilista. Las inversiones de capital son más generosas y las estructuras agrarias se benefician de ello. Las parcelas son de mayores dimensiones, para los cánones insulares, que las de la agricultura tradicional y de autoconsumo. Al estar dotada de mayores inversiones, la agricultura de exportación con frecuencia se gestio- na bajo un régimen empresarial, frente al carácter más familiar de la agricultura tradicional, mucho menos capitalizada. Por la misma circunstancia, la gran propiedad es más frecuente entre los em- presarios agrícolas cuya producción se destina a los mercados exteriores, que entre las propiedades familiares de la agricultura de medianías, donde segregaciones e hijuelas son muy frecuentes como resultado de la partición hereditaria secular. El nivel de integración ambiental es menor en la agricultura de exportación, pues se busca el máximo rendimiento y el agricultor adoptará siempre un modelo de producción intensivo, donde son frecuentes los invernaderos, elementos de gran presencia e impronta paisajística. Y cuando no se instalan invernaderos de plástico o de malla, el tipo de cultivo contribuye a dife- renciar a la agricultura de exportación y su paisaje, donde predomina desde hace ya más de un siglo la producción platanera y tomatera, con frecuencia acompañada con otras hortalizas (pimientos, ju- días verdes, pepinos... ) y de algunos frutales (aguacates, papayas...). Los productos orientados a satisfacer la demanda externa están sujetos a las periódicas fluctua- ciones de los mercados, de ahí que los cultivos de exportación hayan variado con el paso del tiempo dando lugar a lo que se conoce como ciclos agrícolas. A día de hoy, dos son los productos más carac- terísticos de la agricultura de exportación: plátanos y hortalizas, especialmente tomates, si bien este último cultivo experimenta una fuerte recesión que más adelante comentaremos. Particularmente, el cultivo del plátano ha configurado un paisaje personal y diferenciado, casi más aún que el del tomate. Ambos corresponden a la agricultura de exportación implantados en Canarias a finales del XIX, pero la platanera, por su envergadura, adquiere más presencia que la tomatera. Además, los paisajes son diferentes también por otros aspectos: mientras que las plataneras se asocian a una agricultura de exportación «húmeda», con altos requerimientos hídricos, los tomateros han ocupado los terrenos más áridos y de suelos con frecuencia calizos, dando lugar a un paisaje «seco», donde la presencia del verde es menor, pero al mismo tiempo más contrastada, pues el entorno es eminentemente ocre debido a la aridez. Por este motivo, la platanera tiene una mayor presencia en las islas de relieve más accidentado y orografía más abrupta, estando prácticamente ausente por completo en Lanzarote y Fuerteventura. En el resto del archipiélago ocupa sobre todo los terrenos de costa de las fachadas más húmedas de 46420 - E NSEÑANZA Y APRENDIZAJE DE LA GEOGRAFÍA , HISTORIA Y NATURALEZA DE C ANARIAS 208 UNIDAD DE APRENDIZAJE 4. INTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS barlovento, aunque tienen también presencia al oeste en islas con recursos hídricos como La Palma (Tazacorte-Llanos de Aridane) o La Gomera (Valle Gran Rey). El paisaje de la platanera resulta algo monótono por su carácter monoespecífico. Sin embargo, es de una gran riqueza etnográfica y cultural. En efecto, la construcción de bancales y muros, los frecuentes cortavientos con los que se protege el árbol, las densísimas redes de acequias, cantoneras, acueductos, tuberías, troneras, etc. constituyen un paisaje de gran valor patrimonial. Con frecuencia el agua de los regadíos, bajo cuyo sistema se cultiva la platanera, conforma un rico sistema de estanques, en ocasiones tan abundantes que dejan su impronta en el paisaje, pero también en la toponimia. Hasta hace bien poco la zona platanera de Tazacorte-Los Llanos de Aridane (en La Palma), era conocida como la «Costa de los espejos», debido a la gran abundancia de estanques. Hoy día la razón es bien distinta, pues el número de estanques ha descendido de forma proporcional al incremento de los invernaderos, que parecen ocupar su lugar. La «cultura del agua», de gran arraigo en Canarias, es indisoluble del paisaje agrario, especial- mente en las tres islas de realengo, donde más presencia e influencia han tenido (y aún mantienen en muchos casos), las Heredades y Comunidades de Regantes (Suárez Bosa, M y González Morales, A, 2017). La entramada red que conecta nacientes, pozos y galerías con los campos de cultivo por medio de kilométricas acequias y atarjeas está particularmente asociada a la agricultura de exportación. Tan importante como ser terrateniente, o incluso aún más, lo es ser propietario de dulas y horas de aguas con las que poder regar. Bien distinto resulta el paisaje del tomate, un fruto de gran demanda en los mercados europeos y particularmente en Reino Unido. Es un producto que en sus primeras etapas se implantó en terrenos semiáridos a los que, mediante fuertes inversiones, se les dotó de los riegos necesarios. Su pasado y su presente. En el sur de las islas, en los espacios más áridos y de peores condiciones agrológicas, pero siempre necesitados de agua, se desarrolló un cultivo extensivo de tomates. Era el paisaje de las casetas de indios («cucañas») que los niños imaginábamos cuando veíamos las estruc- turas de cañizos que «adornaban» los campos tradicionales de las tomateras. Hoy ya sólo pervive este mundo asociado a los invernaderos donde tomates y otras hortalizas (pimientos y pepinos) son los principales productos, tal y como ocurre en las llanuras orientales de Gran Canaria. En realidad, los paisajes de invernaderos no son más que una lógica evolución de los paisajes de la agricultura de exportación. En la búsqueda del máximo rendimiento, los otrora extensivos cultivos de tomates y hortalizas pasan a cubrirse de plásticos y mallas. De hecho, estas infraestructuras son casi exclusivas del modelo capitalista propio de la agricultura de exportación, igual da si del cultivo del plátano, o del tomate, o de cualquier otra hortaliza. 2024 – A NTONIO R AMÓN O JEDA 209 4.3. LOS PAISAJES RURALES En muchas ocasiones pasan a dominar el paisaje de tal manera que ya poco importan otros aspec- tos definitorios, y sólo queda el invernadero como elemento destacado y casi único. Así ocurre en la zona de los Llanos de Juan Grande o en La Aldea, en ambos casos en Gran Canaria. Esta circunstan- cia nos lleva a distinguir de forma individualizada el paisaje de invernaderos como una variación de lo que realmente es el paisaje de la agricultura de exportación. La versión más artificial del paisaje agrario en Canarias. El paisaje de la agricultura de medianías En Canarias, se entiende por «medianías» la franja que queda comprendida entre el cordón costero y el casquete de cumbre, especialmente en las islas de mayor relieve. Se trata de una banda altitudinal difusa cuyos límites, poco precisos, se establecen agronómicamente, de tal forma que la cota inferior quedaría fijada según la altitud a la que las condiciones ecológicas permitirían plantar cereales y frutales bajo un sistema de secano, lo que viene sucediendo aproximadamente en torno a los 300 metros sobre el nivel del mar. Por supuesto, esta cota es sólo una referencia, pues las condiciones ecológicas no sólo dependen de la altitud, sino que varían según las vertientes (de barlovento y sotavento), condiciones orográficas y otros muchos factores (León García, J., 2005 y Rodríguez Brito, W, 1986) de una tierra que, por su orografía, es muy rica en microclimas. La misma indefinición se aplica al techo altitudinal de las medianías, que se extienden hasta alcan- zar la corona forestal de cada una de las islas en torno a los 1000 metros de altitud, una cota donde las condiciones ambientales dificultan ya el desarrollo de una agricultura medianamente productiva y comienza a desaparecer el paisaje agrícola para dar paso a los pastos, bosques y matorrales, aunque también hay algunos cultivos para el abastecimiento familiar y del mercado interior. Por tanto, las medianías quedarían aproximadamente acotadas entre los 250-400 y los 1000-1200 metros de altitud, en una banda zonal caracterizada ecológicamente por haberse reducido suficiente- mente la influencia marina y no sufrir en demasía los rigores térmicos de la altitud. En torno a los 300 metros sobre el nivel del mar las condiciones térmicas y pluviométricas comienzan a ser adecuadas para implantar una agricultura de secano rentable. Los cultivos de exportación, como la platanera, van desapareciendo y son sustituidos por las huertas de policultivos que caracterizan a la agricultura de medianías. Los suelos en estos ambientes subhúmedos son más ricos y potentes que en costas y cumbres, las condiciones de humedad también son más adecuadas, pero las temperaturas son algo inferiores a las que se registran de media en las costas y los productos maduran más tarde. Además, el terreno se vuelve más agreste y escasean los llanos aprovechables, por lo que con frecuencia es imperativo construir bancales para poder cultivar. 46420 - E NSEÑANZA Y APRENDIZAJE DE LA GEOGRAFÍA , HISTORIA Y NATURALEZA DE C ANARIAS 210 UNIDAD DE APRENDIZAJE 4. INTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS Los cultivos se adaptan a las nuevas condiciones ecológicas, plantándose aquellos productos de los que se obtiene un mayor rendimiento. Pero, tal y como ocurría en la agricultura de exportación, dentro de las condiciones impuestas por el medio (temperatura, disponibilidad de agua, etc.), es finalmente el campesino quien decide qué plantar. Con frecuencia se opta por las rotaciones, sucesio- nes de hasta cuatro o cinco productos, entre los que habitualmente se encuentran: cereales, frutales, papas, hortalizas, leguminosas y forrajeras. Y es que el objetivo de la cosecha es tanto abastecer el mercado interior, como el autoconsumo, de ahí que el agricultor se decida por variar el tipo de producto. Además, de manera tradicional y como práctica habitual de subsistencia, el campesino canario suele disponer de varias parcelas en diferentes localizaciones y altitudes, lo que le permite jugar con las condiciones naturales. Estas parcelas se plantan o no según «cómo venga el año», para así garantizarse la producción, pues, si falla una cosecha, siempre se tiene oportunidades de salvar otra. Figura 4.9 Agricultura de medianías en La Orotava (Tenerife). Preparando un terreno con tierra de préstamo (sorriba). Al fondo, bancales plantados. Como norma general, las parcelas mejor dotadas, las situadas en los mejores entornos ecológicos (buenos suelos y condiciones climáticas adecuadas), se destinan a los productos «comerciales», es decir, aquéllos que el agricultor espera poder vender y obtener algún rédito. En las mejores zonas este 2024 – A NTONIO R AMÓN O JEDA 211 4.3. LOS PAISAJES RURALES producto normalmente es la papa, un cultivo que se encuentra a caballo entre el autoconsumo y la exportación, pues desde la década de 1970 ha pasado a conformar la tríada de productos agrícolas de Canarias (junto a plátanos y tomates), abandonando su condición inicial de producto de subsistencia que había mantenido hasta entonces. En las medianías más húmedas de las islas de mayor relieve, o incluso en las cumbres de Lan- zarote, los terrenos se reservan para el cultivo de papas. Si las tierras y condiciones lo permiten, es posible obtener entre dos y cuatro cosechas al año, lo que en ocasiones obliga a recurrir a periodos de barbecho para facilitar la regeneración y recuperación de los suelos. La papa ha sido en la segunda mitad del siglo XX el cultivo de medianías con mayor extensión superficial. Durante la década de 1950 se alcanzó un máximo de superficie cultivada en Canarias de- bido a la particular situación económica de la posguerra y a la cada vez mayor presión demográfica. Sin embargo, a raíz de la terciarización económica y el desarrollo del turismo de masas acontecidos desde los años sesenta, la superficie agraria no ha hecho más que mermar, cambiando de forma ra- dical el paisaje agrario insular, particularmente el de la agricultura de secano que caracteriza a las medianías. También es característico de esta banda altitudinal el cultivo en secano de cereales y forrajeras, las denominadas tierras de pan, a las que se destinaban terrenos de menor calidad que los utilizados para la papa. Se trata de un paisaje de agricultura de secano, extensivo, frecuentemente parcelado en bancales y cadenas, donde existen elementos destacados y de valor etnográfico como son las eras, de las que aún quedan hermosos ejemplares (sobre piedra y sobre tierra). Sin embargo, es también un paisaje en decadencia, del que tan sólo nos quedan los vestigios, ya que es una agricultura muy poco rentable que difícilmente puede competir con el grano proveniente del exterior. Los paisajes agrícolas singulares Dentro de la ya de por sí singularidad de los paisajes agrícolas canarios, aún existen verdaderas rarezas que, si no por su extensión superficial, sí por su belleza y valor etnográfico, merecen ser destacados. Entre los que podríamos denominar paisajes agrícolas singulares de Canarias podemos citar los siguientes: 1. Enarenados y cultivos en geria. La peculiar agricultura sobre rofe (lapilli) constituye un elemen- to diferenciador en el paisaje agrícola isleño, de manera particularmente importante en Lan- zarote, aunque también existen ejemplos más modestos en otras islas (por ejemplo, en Tafira, Gran Canaria o en Las Breñas, en La Palma). 46420 - E NSEÑANZA Y APRENDIZAJE DE LA GEOGRAFÍA , HISTORIA Y NATURALEZA DE C ANARIAS 212 UNIDAD DE APRENDIZAJE 4. INTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS Figura 4.10 El peculiar paisaje agrícola de Lanzarote. Imágenes (en sentido horario): 1. Preparación de un enarenado; 2. Viñedos en geria sobre lapilli; 3. Cultivo sobre jable; 4. Paisaje de tuneras en Mala-Guatiza. 2. Cultivos sobre jables (sedimentarios 38 ). Modalidad exclusiva de la isla de Lanzarote, donde el sustrato arenoso se extiende desde Bahía Penedo (Famara), hasta el aeropuerto de Guacimeta, atravesando todo el sector central de la isla. Sobre estas arenas se ha desarrollado una «agricul- tura de crisis 39 » que aún se mantiene en algunas parcelas ya testimoniales. El cultivo preferente y casi exclusivo: la batata. 38 Es necesaria la matización cuando existe un polisemismo en el doble uso del vocablo jable en Tenerife y Lanzarote. En la primera, alude a un material volcánico de composición química ácida, como son las pumitas, mientras que en Lanzarote se emplea para designar las arenas eólicas, y por tanto sedimentarias. 39 Durante la dura etapa de postguerra el ayuntamiento de Teguise ofertó a precios testimoniales el alquiler de parcelas sobre jables en terrenos comunales. Hoy aún quedan algunas parcelas en cultivo. 2024 – A NTONIO R AMÓN O JEDA 213 4.3. LOS PAISAJES RURALES Una aclaración necesaria En Lanzarote se denomina «arena» al lapilli (de ahí el término «enarenado» para referirse a los cultivos sobre este material volcánico). En cambio, en esta isla, y también en Fuerteventura, se utiliza el vocablo «jable» para referirse a las arenas organógenas (la típica arena rubia de playa) Rofe, picón o arena son localismos para referirse al lapilli. Pero, cuidado, la cosa se complica: en Tenerife el término jable alude a las pumitas o piedra pómez (material volcánico ácido). 3. Agricultura sobre pumitas. En las medianías meridionales de Tenerife, se desarrolla, como ya se he mencionado, una peculiar modalidad de agricultura sobre enarenados de pumita, que en esta isla llaman «jable». Tal y como ocurre con los enarenados de Lanzarote, también en Tenerife se aprovecha las condiciones higroscópicas de la zahorra para reducir las necesidades de riego. Aquí el cultivo dominante es la papa, aunque también hay abundantes viñedos. 4. Los sistemas de bancales. Repartidos por todas las islas y como solución a las difíciles condi- ciones orográficas del relieve insular y la falta de espacios llanos, el campesino ha tenido que «construir» materialmente los terrazgos acumulando piedras y formando muros sobre los que poder formar parcelas, por pequeña que ésta resultase. Esta modalidad agrícola, característica- mente mediterránea, ha creado espectaculares paisajes como los de Valle Gran Rey o Hermigua, ambos en La Gomera, pero con ejemplos igualmente espléndidos en todas las islas de mayor relieve. El destino fundamental de estos bancales: el policultivo de subsistencia y las tierras de pan y forrajeras. 5. Tuneras y aloes. Plantas con uso tintóreo (tunera) y medicinal (aloe) de introducción casi ex- perimental que en algunos casos llegaron a consolidar paisajes espectaculares como el de la tunera de Mala-Guatiza (Lanzarote). Es este un cultivo del que se obtiene el fruto (tuno o higo picón), pero que sobre todo se utiliza para criar y difundir su parásito: la cochinilla, del que una vez secado y machacado se obtiene un tinte carmesí. La obtención así de tintes naturales a par- tir del parásito de la tunera tuvo una gran aceptación en los mercados internacionales para su uso textil y cosmético, hasta la aparición en él de las anilinas, colorante artificial con un menor coste de producción. Actualmente se comienza a retomar esta práctica bajo el paradigma de lo ecológico, cuando los cultivos y productos naturales parecen contar con un plus de aceptación social. Por otra parte, los aloes constituyen únicamente una rareza, al menos de momento, pero es cierto que los pocos cultivos de aloe existentes (sobre todo en Lanzarote y Fuerteventura) cons- tituyen para el paisaje agrario un hecho diferenciador y llamativo, quién sabe si de futuro. El 46420 - E NSEÑANZA Y APRENDIZAJE DE LA GEOGRAFÍA , HISTORIA Y NATURALEZA DE C ANARIAS 214 UNIDAD DE APRENDIZAJE 4. INTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS uso de la sabia del aloe se ha extendido en productos de cosmética y también adquiere cada vez un mayor valor como recurso turístico, pues al igual que ocurre con el cultivo de la tunera, se han diseñado visitas culturales para turistas. 6. Los viñedos. El cultivo de la vid da lugar a un paisaje agrario de difícil encaje y que merece una mención especial. En este caso, es el tipo y sistema de cultivo el factor con mayor incidencia paisajística, donde mucho menos tienen que ver las condiciones ecológicas. Evidentemente, no se trata de un cultivo de subsistencia, sino de un producto de clara orientación comercial. La uva de mesa es escasa, aunque también se emplea, pero la mayor parte de la producción se destina a la elaboración de vinos. Este cultivo ha atravesado diferentes etapas, característica propia de los productos de orien- tación mercantilista y sujetos por tanto a las fluctuaciones de los mercados, en particular los británicos, hacia los que habitualmente se dirigían los caldos canarios. Durante mucho tiempo fue uno de los principales cultivos de exportación de las islas (siglo XVII) y desde hace algunos años parece haber iniciado una relativa recuperación. Los datos de superficie cultivada con viñedos son altamente fluctuantes desde que a finales de 1990 co- menzara a realizarse el censo en Canarias. En la actualidad, según el ISTAC y el Ministerio de agricultura, la superficie de viñedos en Canarias debe rondar las 6190 has. Es un cultivo presente en todas las islas, incluso en la semidesértica Fuerteventura, pero son Tenerife, La Palma y Lanzarote las que disponen de una mayor superficie de viñedos. Normal- mente es un cultivo bajo régimen de secano, pero en Tenerife, donde se alcanza los mejores rendimientos, casi una tercera parte de sus viñedos se riegan de manera regular, caso insólito en Canarias, donde el regadío apenas si representa una quinta parte del total. Esta circunstancia evidencia el carácter comercial de este cultivo, emparentado con la agricultura de exportación. El hecho destacado del paisaje vitivinícola es la singularidad de los sistemas de cultivo, amén del rico patrimonio etnográfico que le es consustancial. Sobre todo, destaca desde un punto de vista paisajístico la gran belleza del cultivo en geria, marca de exclusividad del agro lanzarote- ño. Cada vez son más frecuentes las visitas a viñedos y bodegas que, como antes se veía en el caso de tuneras y aloes, se han incorporado a las rutas turísticas. Los paisajes pecuarios El paisaje ganadero se imbrica con el agrícola, tanto, que resulta casi imposible diferenciarlos y es mejor referirse a ellos como paisajes agrarios. No ocurre como en otras regiones (Cantabria, Asturias, Galicia), donde existe una extensa cabaña ganadera y, además, se dan unas circunstancias ambienta- les que permiten una gestión no estabulada del ganado, con la consiguiente extensión de pastizales 2024 – A NTONIO R AMÓN O JEDA 215 4.3. LOS PAISAJES RURALES que, efectivamente, sí conforman un paisaje propio. En Canarias esta circunstancia no es tan evidente y, con el paso de los años, aún lo es menos, pues cada vez quedan menos áreas destinadas a pastos y cada vez son más los ganados estabulados. Aún y así, existen algunos ejemplos, pocos, de paisajes donde observar una presencia más o menos importante de la componente pastoril. Quizás ocurra también que el paisaje ganadero tiene poca impronta. Cuando este uso se traduce en instalaciones, en muchas ocasiones de carácter industrial, acaba formando parte del paisaje agrario, sin que se produzca una diversificación. Sin embargo, sí que alcanza a tener entidad propia cuando hay una cierta concentración de terrenos destinados a pastos, como ocurre en el sector central de El Hierro, la Meseta de Nisdafe, donde en invierno se observan estampas con parecido razonable con la campiña inglesa. En Gran Canaria, en los altos de Moya, Guía y Gáldar, por encima de la cota 1000, la agricultura deja paso a extensos pastizales que son sustento de las numerosas cabezas de ovino y caprino que se concentran en torno a los núcleos de Caideros y Montaña Alta, de gran tradición pastoril. Lo mismo ocurre con Fuerteventura, donde las pésimas condiciones agrológicas derivaron la actividad económica tradicional hacia el pastoreo extensivo que gira en torno a la cabra majorera y la industria del queso en prácticamente todos los ambientes rurales de la isla. El paisaje pastoril es a día de hoy casi una reliquia, un verdadero paisaje cultural, vestigio de tiempos pasados. La estabulación del ganadero puede acabar en poco tiempo con este paisaje. Otros paisajes y actividades rurales Cabría hacerse la pregunta de si existen otros paisajes rurales distintos al agrario. Y la respuesta sería que quizás sí, pero en otros territorios, no en Canarias. Como ya advertimos al inicio, en el medio rural, además del sistema agrario, existen también otras actividades, intervenciones del ser humano que participan en la formación de su paisaje. Se trata de actividades primarias, como la silvicultura o la minería, que se localizan en entornos rurales, pero que carecen de la extensión y entidad suficiente como para crear un paisaje que pudiéramos calificar de silvícola o de minero. Podría afirmarse que junto a las estructuras agrarias que constituyen esencialmente el paisaje ru- ral, existen otros elementos que complementan a este último y que, por su escasa entidad territorial, son considerados tan sólo como elementos secundarios del paisaje agrario en el entorno rural. Son ac- tividades humanas, evidentemente, pero no conforman paisajes humanizados debido a su contenida extensión superficial. En este apartado repasaremos brevemente algunas de las más significativas. Entre estos usos pueden mencionarse los silvícolas, sobre los que ya advertimos que, como acti- vidad económica del aprovechamiento maderero tienen una muy escasa presencia en Canarias. Sí es 46420 - E NSEÑANZA Y APRENDIZAJE DE LA GEOGRAFÍA , HISTORIA Y NATURALEZA DE C ANARIAS 216 UNIDAD DE APRENDIZAJE 4. INTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS cierto que existen paisajes forestales de repoblación y que en cierta medida podrían ser considerados como paisajes humanizados debido a la intervención del hombre en su creación. Pero este tipo de paisaje forestal con intervención humana tiene más de paisaje natural, que de paisaje antrópico y, por tanto, deben incluirse entre los paisajes de entornos naturales y no de entornos rurales. En cuanto a la actividad extractiva, por fortuna, pocas veces se da la circunstancia de que ésta tenga una expansión de «escala paisajística» y únicamente en casos muy concretos el paisaje minero llega a alcanzar una extensión significativa, tal y como ocurre en las graveras de Güímar (Tenerife) o en la cantera de puzolanas de Arguineguín, en Gran Canaria. En este sentido, le ocurre al paisaje minero como al paisaje silvícola de aprovechamiento económico, que ambos son, en cuanto a su extensión, paisajes marginales en comparación con el agrario. También existen otras actividades que de manera habitual se han convertido en parte integrante de los paisajes rurales, algunas de las cuales dejan notable huella e impronta espaciales. Es el caso de otra actividad extractiva, también de gran impacto paisajístico, como las canteras, pero de considera- ción estética mucho más favorable. Tal es el caso de las salinas, de las que aún quedan en Canarias espléndidos ejemplos y que, curiosamente, a diferencia de otras actividades mineras, tienen la con- sideración de bienes patrimoniales, de lugares de interés científico, de recursos turísticos y siempre, de elementos de muy alto interés y valor paisajísticos. Janubio, El Río, Salinas del Carmen, Arinaga, Tenefé, Fuencaliente, son algunas de las mejores muestras de los ingenios salineros que aún perviven en las islas, espléndidas muestras estéticas de la intervención humana sobre el paisaje. 2024 – A NTONIO R AMÓN O JEDA 217 4.4. LOS PAISAJES URBANOS Figura 4.11 Salinas de Janubio (Lanzarote). En otros casos, elementos caracterizadores de los entornos rurales no tienen la misma considera- ción positiva de las salinas. Es lo que ocurre con usos también habituales de los medios rurales como son los macro vertederos de residuos sólidos urbanos (hoy denominados eufemísticamente comple- jos medioambientales), algunos de los cuales, como son los de las islas mayores (Juan Grande, Salto del Negro, Arico), o incluso el mismo de Zonzamas, en Lanzarote, ya han alcanzado una extensión más que considerable. Pero se trata en cualquier caso de actividades industriales y, como en los casos mencionados con antelación, son todos ellos hechos puntuales que consideraremos únicamente como actividades propias del entorno rural y elementos complementarios de su paisaje. 4.4 Los paisajes urbanos ¿Qué es un paisaje urbano? Se entiende por paisajes urbanos aquéllos que, a una escala determi- nada, están caracterizados predominantemente por suelos transformados por la urbanización y las construcciones. Son espacios intensamente humanizados que se identifican por sus funciones, una alta densidad edificatoria y de población y una estructura espacial definida por el trazado urbano. 46420 - E NSEÑANZA Y APRENDIZAJE DE LA GEOGRAFÍA , HISTORIA Y NATURALEZA DE C ANARIAS 218 UNIDAD DE APRENDIZAJE 4. INTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS La funcionalidad específica de este tipo de espacio geográfico contribuye a definir su morfología y su paisaje, que se construye según el uso al que va a ser destinado. De ahí que las ciudades y núcleos urbanos de las islas adopten una morfología diferente en razón del papel territorial que juegue cada uno de ellos, su tamaño y su jerarquía funcional y territorial. El tamaño y el nivel de prestación de servicios de cada núcleo contribuyen a definir su paisaje y establecer diferencias entre núcleos de «distintos niveles jerárquicos». Evidentemente, no son los únicos aspectos que definen los paisajes urbanos, también la orografía y el soporte territorial preexis- tente, e incluso la historia y planificación de los núcleos, tienen mucho que ver en la forma que estos finalmente han adoptado. En las ciudades tienen cabida múltiples usos: residencial, administrativo, comercial, turístico, etc. Que domine uno u otro contribuye a crear diferentes tipos de paisajes urbanos según su funciona- lidad, incluso permite establecer matices a nivel interno de cada núcleo urbano: barrios portuarios, polígonos residenciales, centros urbanos, casco histórico, barriadas tipo «ciudad jardín», etc. Este he- cho es especialmente relevante cuando las ciudades alcanzan un tamaño significativo y una trama urbana más compleja, tal y como ocurre en las dos capitales provinciales, e incluso en núcleos como La Laguna o Telde. El hecho diferencial es un aspecto relevante de la organización geográfica de los espacios urbanos de las islas, cuya distribución espacial es resultado de una serie de factores históricos: origen y funda- ción de cada núcleo, la disponibilidad y orientación económica, la influencia de la red viaria insular como factor que contribuye a definir la centralidad o marginalidad de cada territorio, la localización y dinámica de los centros económicos. Estos factores explican en buena medida el desarrollo histórico y la estructura urbana actual de cada isla. Muchos de los núcleos canarios nacieron con una vocación claramente agrícola y evolucionaron como tales en sus entornos comarcales. Tal es el caso de Telde, Gáldar, Arucas, La Orotava, Tacoron- te, Los Silos o Los Llanos de Aridane, por citar sólo algunos ejemplos. Otros fueron fundados para cumplir una función puramente estratégica, donde se valoró al elegir su ubicación tanto el acceso a los recursos de sus pobladores, como razones administrativas, e incluso defensivas de cara a ataques provenientes del mar, como ocurre con Betancuria, Teguise, La Laguna o Valverde. Finalmente, hay núcleos que tienen una vocación claramente marinera, que nacieron en localizaciones elegidas por razones igualmente estratégicas, pero pensadas esta vez para servir de conexión con el exterior, prin- cipalmente con la España Peninsular. Son núcleos como Las Palmas, Santa Cruz de La Palma, San Sebastián de La Gomera, el Puerto de la Orotava, y también, aunque más tardíamente, Santa Cruz de Tenerife, Arrecife y Puerto del Rosario. La evolución histórica y económica de cada núcleo ha condicionado su papel actual, llegando 2024 – A NTONIO R AMÓN O JEDA 219 4.4. LOS PAISAJES URBANOS a convertirlos en centros de interés comarcal, e incluso insular, o bien a relegarlos de la estructura espacial general. A ello contribuyó de forma decisiva la riqueza y acceso a los recursos y la definición de la red viaria insular. Algunos núcleos consolidaron sus funciones y crecimientos demográficos (probablemente sea Las Palmas el caso más notorio), otros, por el contrario, quedaron rezagados y no consiguieron evolucionar (pongamos por caso Betancuria). Los hay también que tuvieron un origen y desarrollo más tardío, como ocurre con Santa Cruz de Tenerife, Arrecife y Puerto del Rosario, cuyo despegue llegó tras su designación como capitales insulares y respectivas sedes de los cabildos, o incluso las nuevas centralidades nacidas al amparo de los desarrollos turístico, como es el caso paradigmático de Vecindario y San Fernando, en Gran Canaria. Queda patente que la configuración actual del paisaje urbano en Canarias es resultado del devenir histórico, donde tienen gran importancia las coyunturas económicas y el papel que cada núcleo ha jugado o juega en el contexto insular y regional. Un análisis general del actual sistema urbano canario permite elaborar una clasificación de sus núcleos según niveles funcionales y territoriales, su tamaño, extensión y características de sus res- pectivas tramas urbanas. Atendiendo a estos aspectos, se pueden distinguir los siguientes tipos de núcleos: I. Capitales provinciales y conurbaciones urbanas II. Capitales insulares y grandes capitales municipales III. Pequeñas capitales municipales IV. Otros núcleos urbanos V. Núcleos urbanizados de funcionalidad específica 4.4.1. Las capitales provinciales y sus conurbaciones. Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife constituyen las dos mayores ciudades del archipiélago, capitales en ambos casos de las respectivas provincias de Las Palmas y Santa Cruz de Tenerife. No sólo tienen en común sus funciones administrativas, sino que en ambos casos son centros polarizadores de la actividad económica y de servicios insulares, e incluso archipielágicos. Acogen los principales puertos canarios y centralizan la actividad económica, además de los servicios ad- ministrativos y funciones políticas. Son los mayores núcleos polifuncionales del sistema urbano de Canarias. Las Palmas de Gran Canaria es la mayor ciudad del archipiélago, mucho más extensa y poblada que Santa Cruz, si bien en este último caso el continuo urbano se prolonga por el municipio adyacen- 46420 - E NSEÑANZA Y APRENDIZAJE DE LA GEOGRAFÍA , HISTORIA Y NATURALEZA DE C ANARIAS 220 UNIDAD DE APRENDIZAJE 4. INTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS te de San Cristóbal de La Laguna, conformando una conurbación que nos lleva a analizar de forma conjunta el que podríamos denominar espacio urbano de Santa Cruz-La Laguna. Ambas ciudades por separado conforman los núcleos más poblados de Canarias por detrás de Las Palmas. Conjun- tamente, estas dos ciudades, de origen, funcionalidad, e incluso respuestas urbanísticas distintas, constituyen sin embargo un paisaje urbano global de dimensiones similares a la capital grancanaria, una trama urbana continua vinculada por el barrio de La Cuesta y otros núcleos nacidos al amparo de la red viaria principal. Las Palmas también cuenta con ciudades satélites en los municipios vecinos, en Telde, Santa Brígi- da, e incluso en Arucas. Son espacios íntimamente vinculados a la capital, pero al contrario de lo que ocurre con Santa Cruz-La Laguna, en Gran Canaria no se produce una continuidad manifiesta del paisaje urbano entre estos núcleos. La ciudad ha crecido, y lo ha hecho de forma notable, pero aún existen vacíos territoriales entre los principales núcleos de la periferia urbana de Las Palmas. Tan sólo Tamaraceite, dentro aún del propio municipio capitalino, parece estar ya en la órbita de expansión de la trama urbana de Las Palmas y será en un futuro próximo el siguiente núcleo en ser fagocitado por la ciudad. Hasta la década de 1960 el espacio urbano de Canarias quedaba circunscrito a unos pocos núcleos entre los que destacaban las capitales provinciales, La Laguna, el resto de capitales insulares y al- gunas cabeceras comarcales históricas como Telde, Arucas, Gáldar, La Orotava, Icod, Güímar y Los Llanos de Aridane. Pero en las últimas décadas el crecimiento se ha desbordado, han crecido los nú- cleos existentes y han aparecido otros nuevos al amparo del desmedido incremento demográfico que caracterizó a la segunda mitad del siglo XX y principios del XXI, gracias al desarrollo de la actividad turística. Este crecimiento urbano ha estado en todo momento cimentado sobre la expansión y mejora de la red de carreteras. Y es que las infraestructuras viarias ponen en contacto los territorios insulares y establecen de al- gún modo una jerarquización entre los distintos núcleos, en un proceso retroalimentado: los paisajes urbanos se expanden y, al hacerlo, demandan cada vez mejores y mayores carreteras para interconec- tarse. Al mismo tiempo, cuando las infraestructuras viarias mejoran, se facilitan los desplazamientos y ello contribuye al crecimiento y expansión urbana. De esta manera, muchos núcleos acaban por integrarse en una trama única. Le ha ocurrido a Santa Cruz-La Laguna, primero a lo largo del corre- dor viario de La Cuesta (Avenida de los Menceyes) y luego apoyado en la TF-5, autovía que conecta a ambos núcleos. Y también le ocurrió a Las Palmas de Gran Canaria, primero conectando ciudad y puerto a lo largo de la calle León y Castillo, y luego consolidando la trama del barrio de Mesa y López y creciendo hacia sus barrios periféricos, hoy absorbidos por el continuo urbano de la ciudad. En un futuro cercano, la propuesta viaria, ya formulada y pendiente de aprobación, de construir 2024 – A NTONIO R AMÓN O JEDA 221 4.4. LOS PAISAJES URBANOS una vía rápida que conecte el barrio santacrucero de La Alegría, con La Cuesta a través del barranco de Santos, reforzará aún más la trama urbana continua de Santa Cruz-La Laguna, contribuyendo a consolidar este espacio. Lo mismo ocurre en Gran Canaria, donde la red viaria que discurre por la periferia capitalina y en especial la circunvalación (GC-3), está consiguiendo que crezcan muchos núcleos que se ven beneficiados por la mejora de las conexiones y que poco a poco se extienden, hasta que en un futuro logren encontrarse e integrarse con la trama de Las Palmas, de la que pasarán a formar parte. El crecimiento de ambas ciudades, Las Palmas y Santa Cruz-La Laguna, se debe en buena medida a su carácter polifuncional y a su condición de capitalidad, todo lo cual contribuye a enriquecer sus respectivos paisajes, donde se combinan cascos históricos y barrios de reciente construcción, ensan- ches y polígonos residenciales, zonas de ocio y parques urbanos, áreas dotacionales, hospitalarias, docentes, administrativas, centros y zonas comerciales, además de grandes infraestructuras portua- rias o incluso industriales. Dentro de cada ciudad existen distintos espacios urbanos cuyo paisaje depende de la función que desempeñan o del momento en que fueron construidos. Los cascos antiguos y barrios fundacionales constituyen barrios abigarrados, normalmente de escasa altura y un elevado valor patrimonial. Los más notorios son los de Vegueta y San Cristóbal de La Laguna, pues Santa Cruz carece de él, ya que fue durante sus primeras etapas de desarrollo un núcleo con escasa relevancia a la sombra de la Ciudad de los Adelantados, adquiriendo posterior preponderancia a partir de un hecho fortuito como fue la destrucción del puerto de Garachico por la erupción de Trevejo en 1706. El que había sido principal puerto de la isla quedó completamente arrasado y el pequeño enclave de Santa Cruz pasó a convertirse en el principal puerto de entrada de Tenerife, evolucionando rápidamente al amparo de esta nueva situación, hasta convertirse en capital insular en sustitución de La Laguna. Aunque hoy conforman una trama continua, el desarrollo histórico de Santa Cruz y La Laguna es muy desigual. Esta última concentró el poder político de la isla durante los primeros siglos de historia y aún conserva un casco antiguo de gran belleza y valor arquitectónico, no olvidemos que está catalogado como Patrimonio Mundial por la Unesco. Pero desde el siglo XVIII ha perdido diná- mica a favor de la primera y especialmente desde el mismo momento en que Santa Cruz asumiera la capitalidad. 46420 - E NSEÑANZA Y APRENDIZAJE DE LA GEOGRAFÍA , HISTORIA Y NATURALEZA DE C ANARIAS 222 UNIDAD DE APRENDIZAJE 4. INTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS Figura 4.12 Conurbación urbana de Santa Cruz-La Laguna. Fuente: Grafcan/GoogleEarth® Como espacio urbano conjunto se reparten funciones y paisajes. El casco antiguo y las instalacio- nes universitarias corresponden a La Laguna, el dinamismo urbano, las funciones políticas y admi- nistrativas, y también el puerto, son atributos del paisaje santacrucero. Por su parte, Las Palmas de Gran Canaria asume todas las funciones en una única y macrocefálica urbe, cuyo paisaje es de una gran variedad, como corresponde a un espacio polifuncional de sus características y a una ciudad que ha evolucionado durante más de 500 años (fundada un 24 de junio de 1478) desde el núcleo principal formado por el barrio de Vegueta-Triana y los Riscos adyacentes de San Nicolás, San Roque, San José y San Juan, barriadas de los más modestos. Vegueta constituye el casco antiguo y barrio fundacional, donde se asentó la clase dirigente y la burguesía comercial más adinerada. En estas primeras etapas de desarrollo urbano la ciudad se expandió al sur y al norte de la desembocadura del Guiniguada, ocupando la plataforma costera y aprovechando los terrenos agrícolas del propio barranco y las vegas agrícolas, como la de San José. Por el norte, los arenales y eriales pedregosos limitaban la expansión de la ciudad y más allá, en la base de La Isleta, se fundó un barrio de vocación marinera que desde finales del XIX creció enormemente al amparo del desarrollo portuario. El puerto constituye sin duda una de los elementos definitorios y destacados del paisaje urbano 2024 – A NTONIO R AMÓN O JEDA 223 4.4. LOS PAISAJES URBANOS de Las Palmas, verdadero motor económico del crecimiento de la ciudad. La expansión urbanística del núcleo matriz de Vegueta-Triana rápidamente se dirigió hacia el nuevo polo de actividad que crecía vinculado al puerto construido en la década de 1880. La carretera (posterior calle León y Castillo) que conectó el puerto con la ciudad, fue el eje de crecimiento de barrios como Ciudad Jardín, Arenales y Alcaravaneras. De forma parecida, el que se había convertido desde el siglo XVIII en nuevo puerto principal de Tenerife hizo de Santa Cruz de Tenerife un núcleo urbano cada vez más importante. Por aquel entonces, la todavía ciudad principal de San Cristóbal de La Laguna mantenía la preponderancia territorial y la conexión entre ambos núcleos a lo largo de La Cuesta constituyó un eje estructural de crecimiento que ha acabado por consolidarse, uniendo las dos tramas urbanas hasta formar un único paisaje. Existe pues un paralelismo entre los dos principales paisajes urbanos de Canarias en cuanto a su origen, alejado de las respectivas zonas portuarias, y la posterior evolución que ha llevado en ambos casos a integrar los puertos como elementos definitorios y destacados de la ciudad. Tanto en uno, como en otro caso, el desarrollo urbanístico expansivo se produjo principalmente en el siglo XX. A finales del XIX ambas ciudades contaban con un «barrio de los Hoteles» y éste dio paso a zonas residenciales de influencia británica, como la Ciudad Jardín de Las Palmas de Gran Canaria y las Ramblas de Santa Cruz de Tenerife, espacios residenciales de las clases pudientes, donde se impusieron trazados curvos, zonas verdes y viviendas unifamiliares no ajenas a la ostentación social. La cultura urbanística cuyo reflejo fue el «ensanche» urbano también tiene reflejo en las ciudades canarias. Esta forma de crecimiento de influencia exterior, más propia de ciudades postindustriales como Madrid y Barcelona, se resuelve mediante un tejido urbano de plano regular, casi siempre en retícula o damero. En los barrios de expansión de principios del siglo XX, como Las Alcaravaneras y Arenales, en Las Palmas, y Salamanca, en Santa Cruz, se siguen estas invariantes urbanísticas. Pero la planificación no siempre estuvo presente en los crecimientos de las ciudades canarias. Los desbordados crecimientos demográficos de la segunda mitad del siglo XX trajeron consigo una nece- sidad de viviendas que no en pocas ocasiones fue resuelta mediante construcciones y asentamientos espontáneos no sujetos a planeamiento. Son barriadas de autoconstrucción, como en su día lo fueron los riscos de Las Palmas, y cuyo paisaje urbano se identifica con la falta de homogeneidad estética y, lo que es más grave, la carencia de dotaciones y servicios. Este proceso castigó principalmente a Las Palmas, más que a Santa Cruz, donde el fenómeno está menos extendido. Cuando la administración reaccionó lo hizo mediante fórmulas no del todo afortunadas. Por ejem- plo, en Las Palmas, Entre 1940 y 1975, a medida que crecía la ciudad sobre la plataforma litoral, y al 46420 - E NSEÑANZA Y APRENDIZAJE DE LA GEOGRAFÍA , HISTORIA Y NATURALEZA DE C ANARIAS 224 UNIDAD DE APRENDIZAJE 4. INTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS amparo de los crecimientos demográficos y vicisitudes históricas vinculadas al fenómeno de la des- agrarización–terciarización y a la posterior descolonización del Sáhara, que aportaron un importante contingente a la ciudad, ésta intentó absorber los crecimientos por medio de la construcción de nue- vos barrios en la Ciudad Alta mediante expansiones en las que no resultaron ajenas las intervencio- nes del ayuntamiento capitalino, del Ministerio de la Vivienda y del Patronato Francisco Franco. Se constituyeron así los barrios de Ciudad Alta: Escaleritas, Schamann, Arapiles, Las Chumberas, etc., creando un nuevo foco de expansión que rápidamente se fue consolidado, uniendo las tramas de ambos sectores de la ciudad en un paisaje urbano continuo, que a través de los barrancos se uniría a la parte baja de la ciudad (por ejemplo, el Barranquillo Don Zoilo y la Avenida de Escaleritas). En décadas posteriores se urbanizaron y construyeron las laderas del cantil que separa la Ciudad Baja de la Ciudad Alta, dando lugar a un barrio eminentemente residencial que se configuró en torno al Paseo de Chil, el primer intento de vía de circunvalación de Las Palmas. Posteriormente vendría la construcción de los grandes polígonos residenciales (décadas de 1960 y 1970). Eran años de desarrollismo, de políticas urbanísticas que se veían desbordadas por la nece- sidad imperiosa de construir viviendas para toda esa nueva población que afluía hacia Las Palmas y también, aunque en menor medida, hacia Santa Cruz. Bajo el formato de los polígonos urbanos se construyeron los de San José, La Feria del Atlántico, La Paterna y Cruz de Piedra (Las Palmas de Gran Canaria), o los de Añaza, Ofra y Los Gladiolos (Santa Cruz de Tenerife) que desde entonces pasaron a formar parte indisoluble de los barrios homónimos junto a los que se emplazaron, pero mostrando un perfil y estética completamente diferentes. Al mismo tiempo, en Las Palmas se consolidaban otros barrios de la ciudad y se crecía en altura. El barrio residencial y distrito comercial de Mesa y López ocupó terrenos libres aún existentes entre el puerto y Arenales-Ciudad Jardín, gracias al desarrollo urbanístico articulado en torno al eje de la Avenida José Mesa y López que une la Base Naval con el barrio de Guanarteme y que fue resuelto por medio de edificios de hasta 10 plantas construidos formando manzanas cerradas. Y en Ciudad Alta se producía un proceso similar, esta vez en torno a la Avenida de Escaleritas, principal eje de este sector de la ciudad, cuyas parcelas adyacentes se vieron rápidamente ocupadas por edificios de hasta 15 y 20 plantas. Este crecimiento contribuyó a poner en contacto las que hasta ese momento eran barriadas aisladas de viviendas unifamiliares (barrio de Santa Isabel de Hungría) y edificios de 4 plantas promovidos por el Patronato (Escaleritas, Buenavista, Las Chumberas), todas las cuales constituían por entonces la periferia urbana. En Santa Cruz el desarrollo de la nueva zona comercial tiene como eje principal la Avenida Tres de Mayo, que se suma a la zona comercial histórica de la calle Castillo, y al eje marítimo de la Avenida de Anaga. Nuevamente el eje viario es el estructurante de los crecimientos urbanos. Los asentamientos 2024 – A NTONIO R AMÓN O JEDA 225 4.4. LOS PAISAJES URBANOS a uno y otro lado de la TF-5 (vía rápida que conecta Santa Cruz y La Laguna) replican el proceso urbanístico que antes se produjo en torno a la Avenida de los Menceyes, en el barrio de La Cuesta. Otro hecho común a ambos espacios urbanos es el abandono y reconversión de los cuarteles y zonas militares que, una vez fueron engullidos por la trama urbana, desde los pasados años 80 co- menzaron a ser trasladados fuera de la ciudad, manteniéndose dentro de las mismas únicamente los edificios más emblemáticos de la administración castrense, como los Palacios militares y la Capitanía General. Figura 4.13 Capitales provinciales. Fuente: https://www.fotosaereasdecanarias.com/ Por último, de momento, la aprobación del actual PGO de Las Palmas ha supuesto la consolida- ción del espacio urbano interno y del crecimiento de la ciudad hacia el oeste, hacia los barrancos de Guanarteme y Tamaraceite, donde se han levantado los barrios de La Minilla, Siete Palmas y Las Torres Bajas, todo en torno a nuevos ejes viarios, de entre los que destacan las Avenidas Felo Monzón y Juan Carlos I. Se ha levantado un paisaje nuevo, de calles amplias, donde se combinan los usos residenciales en parcelas cerradas, y los usos comerciales y dotacionales, entre los que destacan el nuevo centro comercial de Siete Palmas, el estadio de Gran Canaria y el Hospital Juan Negrín. En Santa Cruz, muy limitada su expansión por la presencia al norte del imponente macizo de Ana- ga, el crecimiento de la última década se ha producido hacia el suroeste, donde se expanden núcleos como Acorán, Los Andenes o La Gallega, según fórmulas urbanísticas orgánicas de barrios funda- mentalmente residenciales en detrimento de la refinería, nacidos al amparo de una buena conexión con el centro urbano de Santa Cruz de Tenerife y también con La Laguna y el resto de la isla. 4.4.2. Capitales insulares y grandes capitales municipales. El resto de capitales insulares, pese a sus manifiestas diferencias fisionómicas y urbanísticas, constituyen un rango jerárquico co- 46420 - E NSEÑANZA Y APRENDIZAJE DE LA GEOGRAFÍA , HISTORIA Y NATURALEZA DE C ANARIAS 226 UNIDAD DE APRENDIZAJE 4. INTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS mún que situamos a nivel equivalente al de aquellas grandes capitales municipales con influencia comarcal. Son espacios urbanos que se fundamentan principalmente en su actividad comercial y ad- ministrativa y de servicios, y en caso de emplazamientos costeros, también en la actividad portuaria, especialmente relevante en las capitales insulares (salvo Valverde, lógicamente) y Gran Tarajal (caso excepcional, pues no es ni siquiera capital municipal). Entre todos estos núcleos urbanos destacan principalmente Telde y Arrecife, tanto por tamaño, como por funcionalidad. A ellos se sumarían el resto de capitales insulares: Santa Cruz de La Palma, Puerto del Rosario, San Sebastián de La Gomera y Valverde, a las que les une su condición adminis- trativa, y luego también otros núcleos que, por su importancia a nivel local constituyen centralidades de rango comarcal, como son Los Llanos de Aridane (La Palma), La Orotava, Güímar, e Icod (Teneri- fe), Arucas, Gáldar y Vecindario (Gran Canaria) y Gran Tarajal (Fuerteventura). Todos estos núcleos constituyen paisajes urbanos de una enorme variedad y condición, con his- toria y desarrollos muy dispares, incluso tamaños y fisionomías diferentes. Sin embargo, asumen funciones similares dentro del sistema urbano de Canarias, donde conforman cabeceras comarcales. Arrecife está en pleno proceso de expansión y consolidación urbanas y se observa ya un fenómeno de fagocitación similar al comentado para las dos grandes ciudades canarias respecto de sus barrios periféricos. En el caso de la capital lanzaroteña, núcleos como Tahíche (municipio de Teguise) o Playa Honda (municipio de San Bartolomé), hasta hace nada territorialmente independientes, están cre- ciendo hacia Arrecife en un proceso a su vez recíproco. Por el sur, el contacto entre la capital y Playa Honda es prácticamente un hecho consumado, mientras que hacia Tahíche, en el vecino municipio de Teguise, la reciente ampliación de la LZ-2 reforzará aún más si cabe el crecimiento de este núcleo y, paralelamente, la expansión urbana de la ciudad hacia el mismo. En este proceso expansivo se puede producir un hecho singular, sin parangón en el resto de las is- las, y es que la capital insular acabe conectada con un espacio urbano turístico de primer orden, como es el de Puerto del Carmen. Ya existe un paseo marítimo que une este núcleo con Arrecife atravesan- do Playa del Cable, las Conchas, Playa Honda y Aeropuerto y playa de Guasimeta. La consolidación de la trama urbana de Arrecife con el núcleo turístico, e incluso la infraestructura aeroportuaria que quedará de engarce entre ambas, parece apuntar a la construcción de un paisaje urbano único en Canarias, donde se combinarán en un espacio continuo todos los usos urbanos posibles: residencial, educativo, administrativo, comercial, turístico, industrial, portuario y aeroportuario, resultado de lo cual este litoral es hoy una de las zonas más dinámicas y densamente pobladas de la isla. 2024 – A NTONIO R AMÓN O JEDA 227 4.4. LOS PAISAJES URBANOS Figura 4.14 Aeropuerto de Lanzarote. Detrás Playa Honda y Arrecife. Fuente: https://www.fotosaereasdecanarias.com/ En Puerto del Rosario también está produciéndose un fenómeno similar de expansión urbana, en toda la periferia, pero especialmente hacia el sur. No ocurre lo mismo en La Palma, donde Santa Cruz evidencia un menor dinamismo económico y demográfico por la difícil orografía que caracteriza su emplazamiento y una dinámica demográfica regresiva. Algo similar ocurre con San Sebastián de La Gomera y Valverde (El Hierro), las dos capitales insulares de menor entidad. En este sentido, quizás el proceso urbanístico con mayor dinamismo haya sido el acometido por Telde, cuyo casco se configura como la cuarta ciudad de Canarias, a lo que habría que añadir la gran expansión residencial que ha tenido lugar en su litoral, donde se han desarrollado enormemente núcleos dormitorio como Playa del Hombre, La Garita o Melenara, a similitud de los tinerfeños de Radazul, Tabaiba y Las Caletillas. Sobre todo, en Telde destaca el gran crecimiento que experimentó entre los 80 y 90 el Valle de Jinámar, con la construcción de numerosas viviendas que dieron lugar a un polígono residencial en una antigua zona agraria. Si algo suele caracterizar a los paisajes urbanos de las cabeceras comarcales, al menos de las más históricas, es la presencia de un no muy extenso, pero si arquitectónicamente valioso casco antiguo. De entre las capitales insulares, sin duda debe destacarse el barrio fundacional de Santa Cruz de La Palma (de 1493) y su Calle Real, que concentra la actividad comercial y constituye el centro neurálgico de la ciudad. Mucho más reciente es el de Arrecife, cuyo barrio del Charco de San Ginés nació con 46420 - E NSEÑANZA Y APRENDIZAJE DE LA GEOGRAFÍA , HISTORIA Y NATURALEZA DE C ANARIAS 228 UNIDAD DE APRENDIZAJE 4. INTRODUCCIÓN A LOS PAISAJES Y ACTIVIDADES HUMANAS vocación marinera, pero acoge interesantes muestras arquitectónicas como el Puente de las Bolas y el Castillo de San Gabriel. En el resto de capitales insulares no existe un casco antiguo digno de mención, pero sí en la mayoría de las principales cabeceras municipales, como es el caso de La Orotava, Güímar, Icod, los barrios teldenses de San Francisco y San Juan, Arucas y Gáldar y antiguas capitales insulares como Teguise y Betancuria. Figura 4.15 Capitales insulares y grandes capitales municipales. Fuente: https://www.fotosaereasdecanarias.com/ Diferente es el caso de los núcleos urbanos más recientes, muchos de los cuales han experimentado importantes crecimientos asociados a los desarrollos turísticos de la segunda mitad del siglo XX. El caso más paradigmático es Doctoral-Vecindario-Cruce de Sardina, en Gran Canaria, que en apenas medio siglo ha acabado por conformar una de las mayores tramas urbanas de las islas, con una población en continuo crecimiento, gracias al desarrollo turístico de Maspalomas–Costa Canaria y la espléndida localización estratégica junto a la GC-1. 4.4.3. Pequeñas capitales municipales y otros núcleos. El sistema urbano d

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