Lectura SII La evolución de la economÃa mundial tras la IIGM 1945-1991 PDF
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Universidade de Vigo
Bernardos J.U., Hernández M., Santamaría M.
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Este documento analiza la evolución de la economía mundial desde el final de la Segunda Guerra Mundial hasta principios de la década de 1990. Se destacan los periodos de crecimiento económico generalizado, especialmente en Asia, América Latina y África, aunque con disparidad en los incrementos del PIB per cápita. También se explora la creciente interrelación de las economías mundiales, así como la conformación de bloques económicos (capitalista, comunista y Tercer Mundo). Se incluye un análisis de la crisis energética y la adaptación de la economía a las nuevas condiciones.
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La evolución de la economía mundial tras la Segunda Guerra Mundial (1945-1991). Bernardos J.U., Hernández M., Santamaría M. Contenidos del tema En este tema analizamos el periodo que va de 1945, fin de la Segunda Guerra Mundial, hasta comienzos de los años 90. Una vez finalizada la segunda de...
La evolución de la economía mundial tras la Segunda Guerra Mundial (1945-1991). Bernardos J.U., Hernández M., Santamaría M. Contenidos del tema En este tema analizamos el periodo que va de 1945, fin de la Segunda Guerra Mundial, hasta comienzos de los años 90. Una vez finalizada la segunda de las confrontaciones mundiales del siglo XX, en apenas cinco años, las economías europeas, las más directamente afectadas por la destrucción bélica, habían logrado su reconstrucción. Los siguientes veinte años (1950/1973) constituyen el período más prolongado de intenso crecimiento económico generalizado. En términos de PIB se tradujo en una tasa anual próxima al 5% para el conjunto de la economía mundial. Las tasas de crecimiento más elevadas se dieron en Asia, América Latina y África, aunque partían obviamente de niveles más bajos. No obstante y dado que en estos territorios la población creció por encima de la media, en términos de crecimiento del PIB per cápita fueron los países desarrollados los que experimentaron mayores crecimientos. En cualquier caso podemos decir que durante estos 20 años la distancias entre países desarrollados y en desarrollo se acortaron. El otro rasgo característico de este período –además del crecimiento– es la creciente interrelación de las economías mundiales, que desembocan en lo que hoy se denominado globalización. No obstante, a lo largo de este periodo la economías mundiales se repartieron en tres bloques no siempre claramente diferenciados: un bloque capitalista liderado por EE.UU. y Europa, un bloque comunista de economías de planifición centralizada y un tercer grupo, llamado de forma equívoca Tercer Mundo, muchos de ellos antiguas colonias, que compartían fundamentalmente el atraso económico y oscilaban en su orientación económica entre el capitalismo y el comunismo. Esta larga etapa de crecimiento quedó interrumpida a comienzos de los años 70 por una serie de factores que se entrelazan. Por un lado, la suspensión de la convertibilidad del dólar en 1971 y por otro la crisis energética debida al drástico incremento de precios del petróleo por el cártel de países productores de petróleo desestabilizaron las bases del crecimiento anterior. El tema concluye con el estudio de la adaptación de la economía mundial a las nuevas condiciones y a las bases para una nueva fase de crecimiento iniciada a mediados de los 80 y que no se verá libre de la reaparición de los ciclos económicos de crisis y períodos de recuperación, que caracterizan hoy por hoy la trayectoria de la economía mundial. 10.1 Los cimientos del nuevo orden económico (1941-1944) 10.1.1 Un nuevo orden económico Ya durante la Guerra los Estados Unidos y Gran Bretaña se plantearon el problema de cómo establecer las bases para la reconstrucción de la economía mundial una vez que finalizase el conflicto. Las lecciones del periodo de entreguerras y de la lucha contra la gran depresión marcaron la solución a ese problema. En cuanto a la recuperación económica el objetivo básico era crear las condiciones para el desarrollo del comercio internacional, para lo cual era necesario diseñar un sistema de pagos, que superase los problemas del patrón oro y el patrón cambio oro. Se trataba de evitar el efecto depresivo que tuvo el retraimiento del comercio internacional tras la crisis 1 del 29. En los debates participaron economistas de la talla de J.M. Keynes, que abanderó la propuesta británica y el norteamericano Henry Morgenthau. Las negociaciones culminaron en la ciudad norteamericana de Bretton Woods a finales de julio de 1944. Resultado de los acuerdos de Bretton Woods fue la creación del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Internacional para la Reconstrucción y el Desarrollo (BIRD), más adelante conocido como Banco Mundial. Estas dos instituciones asumieron en el plano internacional las funciones asignadas al sistema financiero en cualquier economía. De la creación de dinero y el préstamo a corto plazo, propias de la banca comercial se ocuparía el FMI y de la financiación a largo plazo (banca de negocios) el BIRD. El Fondo Monetario Internacional se constituyó mediante las aportaciones de los países miembros. El peso de cada país en la toma de decisiones sería proporcional al volumen de la cuota aportada al fondo. El sistema monetario internacional se basaría en tipos de cambio fijos. Cada país fijó la paridad de su moneda en relación al dólar. Sobre estas bases se esperaba lograr, una vez alcanzada la paz, la reconstrucción del comercio internacional. En el caso de producirse desequilibrios graves y estructurales en las balanzas de pagos, el FMI intervendría combinando medidas de apoyo como préstamos y autorizaciones para devaluar y medidas de control orientadas a corregir los desequilibrios estructurales. Estas medidas incluían reducciones del sector público para bajar el déficit público y medidas deflacionarias. Ambas tenían efectos negativos sobre el nivel de vida y los salarios, de ahí la impopularidad del FMI. Establecido un sistema monetario y previstos los mecanismos para mantener el equilibrio de las relaciones comerciales, los esfuerzos se centraron en impulsar un rápido resurgimiento del comercio internacional mediante la creación de una Organización Mundial del Comercio que se marcó como objetivo último la supresión de los aranceles y la eliminación de las cuotas de importación y demás regulaciones que obstaculizaban el comercio internacional. Este proyecto no llegó a cuajar, si bien las negociaciones llevadas a cabo permitieron institucionalizar el Acuerdo General sobre Tarifas y Aranceles (GATT) en 1947. El GATT celebraría rondas negociadoras periódicas que permitirían ir avanzando en la liberalización de los intercambios. En 1995 dio lugar a la creación de la Organización Mundial del Comercio. 2 Gráfico 1. La reducción arancelaria a través de las rondas del GATT Fuente: Ocampo Suárez-Valdés, J. (2007): Historia Económica Mundial y de España, Oviedo, Universidad de Oviedo, 172 10.1.2 Un nuevo orden político El fracaso de la Sociedad de Naciones como institución que catalizase la cooperación internacional llevó a buscar un nuevo ámbito para la reconstrucción de las relaciones entre los países. A lo largo de la guerra mundial se fue gestando la creación de la Organización de las Naciones Unidas, que en sus primeros pasos aglutinó únicamente a los países enfrentados al Eje formado por Berlín, Roma y Tokio. Una diferencia importante respecto a la Sociedad de Naciones fue que el nuevo organismo reconocía el estatus diferencial de las superpotencias (Estados Unidos, URSS e Inglaterra) reservándoles un puesto fijo en Consejo de Seguridad. A estas superpotencias se añadirían posteriormente Francia y China. La Carta fundacional de la ONU se firmó en San Francisco en 1945. 10.2 Los años de la reconstrucción (1945-1950) 10.2.1. La reconstrucción de Europa tras la Segunda Guerra Mundial Cuarenta millones de muertos, treinta y cinco millones de heridos. Este fue el trágico balance de la segunda de las guerras que en menos de treinta años asolaron Europa. Pese a todo, el número de nacimientos excedió al de muertes, de tal forma que al finalizar el conflicto la población de los diferentes países europeos era similar a la del comienzo de la guerra. Otro problema eran los quince millones de desplazados de los cuales 10 se encontraban en Alemania. Las pérdidas de capital fijo eran difíciles de evaluar. Solo en la URSS habían sido arrasadas 17.000 ciudades así como el 70% de las infraestructuras de transporte. La renta nacional había descendido en un 50% en Austria y Polonia, en un 40% en Finlandia, Grecia e Italia y entre el 10 y el 20% en Francia, Países Bajos y Bélgica. La reducción fue aún menor en Gran Bretaña, Suiza y Suecia. Pese a este panorama existían una serie de condiciones objetivas que facilitaron la recuperación económica del Continente. En primer lugar, la destrucción de equipos productivos no era tan total como parecía. Existía gran cantidad de 3 mano de obra cualificada y barata. Finalmente, Estados Unidos, desde el principio se fijó como objetivo impulsar la recuperación, ya que la demanda que ello podría generar evitaría el colapso de su aparato productivo una vez finalizada la producción para la guerra. Tabla 10.1. Daños de la guerra y reconstrucción posbélica. Tasa anual de Año de la preguerra Año en el que el PIB crecimiento en el que el PIB fue el recuperó el nivel más del PIB durante la mismo que en 1945 alto de la preguerra reconstrucción (1945 hasta el año de la 2ª columna Austria 1886 1951 15,2 Bélgica 1924 1948 6,0 Dinamarca 1936 1946 13,5 Finlandia 1938 1945 Francia 1891 1949 19,0 Alemania 1908 1951 13,5 Italia 1909 1950 11,2 Holanda 1912 1947 39,8 Noruega 1937 1946 9,7 Suecia Nunca Nunca Reino Unido Nunca Nunca Fuente: Barciela (2005:345, basado en Crafts y Toniolo (1996: 4). Durante la guerra se había ido afianzando la idea de que la recuperación solo podría producirse en el marco de la cooperación entre los diferentes estados europeos y esta idea sería una de las claves para la rápida recuperación de la economía europea. UNRRA, Plan Marshall y bases para la integración económica europea Desde julio de 1945 empezaron a llegar las ayudas norteamericanas. A través de la UNRRA (Administración de las Naciones Unidas para la Reconstrucción y la Rehabilitación) se distribuyeron 25.000 millones de dólares. Cuando la URSS mostró la intención de implantar su hegemonía en los territorios liberados por el Ejército Rojo, mediante la ocupación del poder por partidos comunistas leales a Moscú, los norteamericanos comprendieron la urgencia de lograr la reconstrucción y la mejora del nivel de vida de las poblaciones de los países que potencialmente serían sus aliados en la Guerra Fría. En junio de 1947 el general Marshall, Secretario de Estado norteamericano, pronunció en la universidad de Harvard un discurso en el que planteaba la necesidad de una ayuda decidida y masiva a Europa. La condición impuesta por los norteamericanos fue que los europeos realizasen un inventario de sus recursos y establecieran un plan común de recuperación. En pocas semanas los gobiernos europeos se reunieron en París en la Conferencia sobre la Cooperación Económica en Europa en la que se fijó una lista de necesidades. La ayuda inicial de 13.000 millones de dólares tenía como objetivo lograr el reequilibrio de las balanzas de pagos europeas con América. Para ello era necesario mejorar la productividad para iniciar las exportaciones y la revitalización del comercio intraeuropeo. Para lograr esto había tres caminos posibles y los tres se iniciaron con resultados diversos. a. Establecimiento de un programa común de recuperación económica. Para ello se creó la Organización Europea de Cooperación Económica, que fijó su sede en París. Los 4 británicos mostraron ciertas reticencias a integrarse plenamente. La OECE consiguió un acuerdo respecto al reparto de las ayudas norteamericanas, pero no logró consensuar un plan conjunto de desarrollo que habría requerido la coordinación de políticas nacionales muy distintas entre sí. Sus logros en este período se centraron en establecer unos principios generales para lograr la estabilidad monetaria, el estímulo de las exportaciones, la reducción de las importaciones, la modernización de las estructuras productivas y la eliminación de los desequilibrios intraeuropeos. b. Establecimiento de uniones aduaneras. Los norteamericanos intentaron en 1947 impulsar una unión aduanera en Europa. Francia e Italia se mostraron receptivas, pero Inglaterra no quería renunciar al sistema de preferencias imperiales de la “Commonwealth” que suponía de facto una atractiva zona de librecambio para sus productos en los territorios de lo que fue el Imperio británico. Francia e Italia firmaron un tratado de unión aduanera (Francital) en 1949. En él se preveía la supresión de barreras aduaneras, el establecimiento de una tarifa exterior común y la armonización legislativa en un plazo de 8 años. Los empresarios industriales franceses veían con buenos ojos esta iniciativa, al contrario que los productores agrícolas que la consideraban una amenaza para sus intereses. Francia intentó vincular al tratado al Benelux (Bélgica, Holanda y Luxemburgo) que ya habían alcanzado un acuerdo similar en el ámbito de la supresión de barreras aduaneras. En el proceso negociador quedaron patentes las diferencias de intereses entre países proteccionistas como Francia e Italia interesados en coordinar las políticas económicas y los intereses de los países librecambistas del Benelux, más preocupados por la rápida eliminación de los contingentes de exportación y la reducción drástica de los derechos de aduana. Además el Benelux pretendía la incorporación de Alemania y por si estas dificultades fuesen pocas los británicos veían el Finebel, que así se denominó el nuevo proyecto de unión aduanera, como una amenaza para la libra con forma de bloque proteccionista continental. También los países escandinavos hicieron un intento parecido entre 1947 y 1949, que contó con el apoyo de Gran Bretaña hasta que en 1950 fracasó definitivamente el proyecto del Finebel. c. La Unión Europea de Pagos intentaba resolver el problema del establecimiento de un sistema de pagos que permitiese la reactivación del comercio intraeuropeo. Tras la Guerra se recurrió a las viejas soluciones del período entreguerras. Entre 1945 y 1947 se firmaron más de 200 acuerdos bilaterales de clearing o compensación. El clearing funcionaba del siguiente modo: los tratados fijaban un tipo de cambio fijo entre las monedas; los importadores realizarían los pagos a sus bancos nacionales mediante la entrega del valor de los bienes importados en moneda nacional; los bancos centrales compensarían saldos deudores y acreedores fijando unos márgenes de crédito para desequilibrios transitorios; en caso de desequilibrios más graves los gobiernos negociaban acuerdos comerciales para equilibrar los intercambios. El problema de los acuerdos bilaterales era la dificultad de evitar que hubiera que hacer ciertas importaciones solo para equilibrar las balanzas de pagos. Los norteamericanos, conscientes del problema que esto representaba para la recuperación económica europea y para el buen aprovechamiento de las ayudas del Plan Marshall decidieron impulsar la creación de un sistema multilateral de pagos apoyado con un fondo extraído de las ayudas norteamericanas. El 19 de septiembre de 1950 se estableció la Unión Europea de Pagos, que funcionaría como un sistema de clearing (compensación) multilateral. Los importadores realizaban pagos por el contravalor, en moneda nacional al respectivo Banco Central. Cada mes se hacían las compensaciones entre bancos centrales. Los países deudores recibían automáticamente créditos procedentes de un fondo de 350 millones de dólares de la ayuda americana. El sistema funcionó La UEP permitió la reducción de los contingentes de importación para lo que se estableció un calendario que finalizaría en 1955. Entre 1947 y 1950 con el apoyo de las ayudas norteamericanas se llevaron a cabo 5 diversos experimentos con el objetivo de avanzar en la integración de las economías europeas. De ellos el que tuvo efectos más prometedores fue la Unión Europea de Pagos. 10.2.2 La ocupación de Japón y bases para su recuperación económica Tras la firma de la rendición en 1945, Japón quedó bajo un régimen de ocupación. La guerra había dejado dos millones de muertos y las pérdidas en infraestructuras de transportes y productivas eran muy cuantiosas. La producción agraria era sólo del 40% del nivel de preguerra y la industrial del 60%. Además, Japón perdió sus colonias que habían constituido un elemento clave para el aprovisionamiento de materias primas y alimentos para su economía. Estados Unidos aprovechó la ocupación para imponer un conjunto de reformas institucionales que transformasen la sociedad japonesa para aproximarla a los modelos occidentales. Se disolvieron los grandes conglomerados industriales (zaibatsu) y se aprobó una nueva legislación laboral que suponía la introducción de sindicatos. La proximidad del Japón a los escenarios de la Guerra Fría (Corea y China) hizo ver a los norteamericanos la necesidad de apoyar la rápida reconstrucción de la economía japonesa, para lo cual se llevó a cabo un amplio programa de ayudas similar al desarrollado en Europa. La industria japonesa se benefició de los pedidos militares necesarios para hacer frente a la guerra de Corea. Al tiempo para desactivar los riesgos del resurgimiento del nacionalismo y del militarismo, EEUU impuso una constitución en la que el país renunciaba a contar con ejército. Esto en los años venideros liberaría a la economía japonesa los recursos que otros países dedicaron a la reconstrucción y mantenimiento de sus ejércitos. La transferencia de tecnologías norteamericanas y la apertura del mercado estadounidense a los productos nipones garantizarían la expansión y el crecimiento de la economías japonesa entre 1950 y 1973. 10.2.3 La influencia soviética en la Europa del Este La URSS junto con Alemania sufrió las peores consecuencias de la Guerra en términos de pérdidas de vidas humanas y de destrucción de ciudades, infraestructuras de transporte y plantas industriales. Tras la victoria obtuvo compensaciones en forma de anexiones territoriales con sus poblaciones 2 (650.000 km y unos 24.000.000 de habitantes), reparaciones de guerra y el mantenimiento de sus ejércitos de ocupación con cargo a los países en que quedaron estacionadas sus tropas. Debido a la falta de fiabilidad de las estadísticas soviéticas es difícil comprobar si es cierto que en 1948, gracias al IV Plan Quinquenal, se habían recuperado los niveles de producción previos a la Guerra. Los Estados Unidos pasaron rápidamente de la condición de aliados a la de enemigos en potencia. La solución a la primera etapa de la Guerra Fría (194647) fue el acuerdo de la división de Europa en zonas de influencia. Para ello, mediante la toma directa del poder o la formación de coaliciones de fuerzas afines, instaló una serie de gobiernos prosoviéticos en las antiguas repúblicas bálticas (Estonia, Letonia y Lituania), Polonia, Checoslovaquia, Hungría, Rumania y Bulgaria. En todos estos países se implantó una economía de planificación similar a la soviética. La industria pesada, la producción de energía y las infraestructuras de transporte fueron el objetivo inicial de los primeros planes quinquenales en estos países. Los mayores problemas se dieron en la aplicación de modelo al sector agrario. En países como Polonia la fuerte oposición del campesinado impidió imponer el modelo de explotación colectivizada, aunque se expropiaron las tierras. En respuesta al Plan Marshall, los soviéticos crearon un organismo de cooperación la Comisión de Ayuda Económica Mutua (COMECOM) en el mes de enero de 1949. Lejos de los objetivos teóricos de cooperación el COMECOM, en la práctica, fue el marco de un sistema de 6 relaciones bilaterales al servicio de la Unión Soviética. Las economías de estos países se orientaron a la producción de bienes demandados por la economía soviética e importaban los excedentes de producción de la misma. Las dificultades al comercio que imponían los tipos de cambio artificiales de sus divisas, hizo que las relaciones comerciales entre los países de la órbita soviética predominasen los acuerdos de trueque más que un verdadero comercio. Mapa 10.1. Modificación de fronteras y construcción del bloque soviético Fuente: Wikipedia (Eastern bloc) 7 10.2.4 España los años de la autarquía La Guerra Civil (19361939) dio paso a una larga posguerra que coincidió con la Segunda Guerra Mundial. La postura ambigua del régimen de Franco frente a los contendientes –inicialmente favorable al Eje, luego reafirmando su neutralidad- situó a la economía española en un escenario de aislamiento. La reconstrucción hubo de llevarse a cabo sin apoyo exterior, buscando el objetivo de la autarquía (autosuficiencia económica). Intervencionismo y autarquía son los términos que definen la evolución de la economía española en este período. La intervención del Estado se produjo en dos direcciones, por un lado hacia el control de precios y por otro hacia la asignación de recursos. De alguna forma se prolongaron sistemas de gestión propios de un período de guerra. Los agricultores tuvieron que vender su producción de cereales al Servicio Nacional del Trigo (SNT), que fijaba precios con criterios administrativos. Al quedar dichos precios por debajo del precio de equilibrio el efecto inevitable fue la reducción de la producción, por un lado, y por otro la aparición de mercados negros. Ante la situación de escasez fue inevitable la implantación de sistemas de racionamiento que se aplicaron a una amplia gama de productos y estuvieron en vigor hasta 1951. Los mismos sistemas se aplicaron al control de los aprovisionamientos de la industria mediante los cupos de combustible, materias primas y licencias de importación. Se fijaron precios para la energía y las principales materias primas y también en este ámbito aparecieron mercados negros. Los que pudieron eludir las entregas forzadas de mercancías y moverse en los mercados negros bajo la “protección” de ciertos funcionarios amasaron grandes fortunas. Los grandes negocios eran la reventa de mercancías y materias primas adquiridas al precio oficial, y vendidas a precios de mercado negro. Esta política de precios tuvo efectos muy negativos especialmente en el sector eléctrico. El intento de mantener las tarifas al nivel de 1936 desincentivó cualquier inversión por parte de las compañías eléctricas. Ante la imposibilidad técnica de que apareciese un mercado negro, el resultado fueron frecuentes cortes de suministro que repercutieron de forma muy negativa en la productividad de la industria. 8 Gráfico 10.2. Trigo comercializado en el mercado negro en España (%).Fuente: Barciela, Carlos (2002:343) Otros aspectos de intervencionismo del Estado fue el control de la inversión privada, mediante la exigencia de autorizaciones administrativas para llevar a cabo la creación o ampliación de nuevas plantas industriales. Esto permitió al régimen favorecer de forma arbitraria a ciertos territorios, empresarios o sectores productivos. Finalmente, el Estado asumió el rol de empresario con la creación de empresas públicas, Para ello se creó el Instituto Nacional de Industria y se nacionalizaron empresas como Telefónica y el sector del transporte ferroviario con la creación de Renfe. El INI creo empresas como Endesa, Enher (en el sector eléctrico); la empresa Nacional Bazán (astilleros), CASA (aeronáutico) o la fracasada Encaso (para la obtención de gasolina sintética a partir de la destilación de pizarras). El nuevo régimen estableció un rígido control sobre los salarios, que eran establecidos por el Ministerio de Trabajo, lo que combinado con una inflación descontrolada produjo un empeoramiento de las condiciones de vida de la población. Los salarios reales durante los años 40 y 50 apenas alcanzaron el nivel del 50% respecto a los de 1936. Esta reducción de los salarios reales tuvo dos efectos negativos sobre el conjunto de la economía y la industria en particular, por un lado, la contracción de la demanda agregada que se concentró en artículos básicos y por otro la tendencia a sustituir maquinaria por mano de obra barata. En esta situación fueron muchos los que decidieron volver al campo para asegurarse al menos el acceso directo a los bienes básicos. Pero la atrasada agricultura española no fue capaz pese a ello de lograr los niveles de producción que garantizasen el abastecimiento de los mercados. La situación se salvó gracias a las masivas importaciones de trigo y otros alimentos desde Argentina y más tarde desde Estados Unidos. Si los salarios cayeron, los beneficios empresariales por el contrario aumentaron; no ha de olvidarse qué sectores sociales apoyaron el levantamiento militar contra la República. La nacionalización del sector ferroviario supuso un fuerte trasvase de recursos hacia las compañías ferroviarias, que en definitiva fueron a parar a la banca privada, en cuyas manos estaban las devaluadas acciones de estas compañías. Ante la falta de reformas fiscales y la necesidad de mantener al ejército movilizado para 9 hacer frente por un lado a los focos de resistencia interiores (maquis) y a la amenaza de una invasión aliada, el estado no dispuso de recursos para aplicar políticas de estímulo a la recuperación económica y prácticamente se limitó al mantenimiento del orden. Tras el fin de la Segunda Guerra Mundial el mantenimiento del régimen de Franco alineado políticamente con los regímenes totalitarios derrotados en el conflicto privaron a la economía española del conjunto de ayudas a la reconstrucción ofrecidas por los norteamericanos. 10.3. Expansión y crecimiento de la economía mundial (1950-1973) 10.3.1 Factores explicativos del crecimiento. El período que va de 1950 a 1973 está caracterizado por un intenso desarrollo y crecimiento económico. El PIB mundial creció a una tasa cercana al 5% anual, el diferente impacto del crecimiento demográfico entre los países desarrollados y los del tercer mundo hicieron que las mayores tasas de crecimiento per cápita se dieran en los países desarrollados. Son muchos los factores que jugaron a favor de este crecimiento. El desarrollo científico y técnico el crecimiento demográfico, etc. Por lo que toca a los factores económicos tanto las políticas keynesianas –basadas en la fiscalidad y el papel del gasto público como herramienta para combatir los ciclos depresivos– como el desarrollo del comercio mundial resultaron decisivas. Uno de los fundamentos de dichas políticas fue anteponer la lucha contra la depresión y el desempleo al control de precios y el equilibrio de las cuentas públicas (lo que se denominan políticas anticíclicas). Para ello se recurrió a políticas de dinero barato y de déficits presupuestarios para inyectar dinero en el sistema. Las políticas de redistribución de rentas a través de impuestos progresivos sobre la renta, seguros de desempleo y prestaciones sociales fueron consideradas medios idóneos para mantener niveles de gasto que estimulasen de forma continua la demanda. De ahí que las políticas keynesianas fuesen bien acogidas por los gobiernos de izquierdas y sindicatos. Tabla 10.3. Crecimiento del PIB por habitante, de la población y del PIB. Mundo y principales regiones (19501973) Tasas de crecimiento anual acumulado PIB por Población PIB habitante Europa occidental 4,08 0,70 4,81 Países de inmigración europea 2,44 1,55 4,03 Japón 8,05 1,05 9,29 Asia (sin Japón) 2,92 2,19 5,18 América Latina 2,25 2,73 5,33 Europa del Este y URSS 3,49 1,31 4,84 África 2,07 2,33 4,45 Mundo 2,93 1,92 4,91 Fuente: Barciela, Carlos (2005): “La edad de oro del capitalismo (19451973)”, en Comín, F., Hernández, M. y Llopis, E. Eds. (2005): Historia económica mundial (siglos X-XX), Barcelona Crítica, 340. Basado en Maddison (2002:126). Todo ello se tradujo en una mayor intervención del estado en la economía que adoptó diferentes medios y formas. Por un lado, aumentó la actividad reguladora del estado, incluso se implantaron, sobre todo en Francia, políticas de planificación flexible o indicativa. Cada cuatro años el gobierno francés marcaba sus previsiones macroeconómicas, que indicaban al sector privado hacia que objetivos se dirigiría la acción y la inversión públicas. 10 En Inglaterra a principios de los 60 se creó el National Economic Development Council, que publicaba también periódicamente previsiones macroeconómicas a corto plazo. Otra forma de intervención de los estados fue la nacionalización de ciertos sectores como el energético o el de los transportes. Inglaterra marcó la pauta a seguir en este terreno en los primeros años de la posguerra. También Francia acometió posteriormente un programa de nacionalizaciones que afectó a empresas que colaboraron con los ocupantes alemanes, tales como Renault y a sectores como el energético, los ferrocarriles, la banca, etc. Por último, el papel del Estado creció como proveedor de servicios sociales (sanidad, educación, pensiones, seguros de desempleo), que contribuyeron a la construcción en este período del llamado Estado del bienestar (welfare state), con el consiguiente aumento del peso del estado en la economía, y de la presión fiscal (tablas 10.4 y 10.5). Tabla 10. 4. Gasto público como porcentaje del PIB. 1950 1960 1973 Francia 27,6 34,6 38,8 Alemania 30,4 32,5 42,0 Holanda 26,8 33,7 45,5 Reino Unido 34,2 32,6 41,5 EEUU 21,4 27,8 31,1 Japón 19,8 20,7 22,9 Fuente: Barciela (2005:360-361) Otro gran estímulo de este período de expansión y desarrollo fue el rápido incremento del comercio mundial a ello contribuyeron organizaciones internacionales como el GATT y otras agencias que consiguieron reducciones progresivas de los aranceles y de las barreras comerciales. Un caso específico del incremento de los intercambios comerciales fue la creación de grandes áreas de libre comercio como el Mercado Común Europeo o la EFTA, a las que nos referiremos más adelante. No todas las economías reaccionaron de igual forma frente a este incremento del comercio mundial. Aquellas que se abrieron a estos intercambios muestran mayores tasas de crecimiento; cabe citar los casos de España, Portugal o Grecia en Europa y de Corea del Sur, Taiwan, Singapur o Nueva Zelanda en el Extremo Oriente. Las zonas menos abiertas al comercio internacional como América Latina o África muestran tasas de crecimiento más reducidas. Otro factor que influyó en la expansión de la economía mundial fue la ayuda al llamado Tercer Mundo. Tanto los países desarrollados como organismos internacionales como el Banco Mundial, agencias de la ONU (FAO, UNESCO, UNICEF,etc.) y más recientemente el FMI han invertido grandes cantidades de recursos en las economías más atrasadas. Sin embargo, los efectos sobre su crecimiento fueron limitados. El análisis del diferente impacto que estas ayudas tuvieron en la Europa de la posguerra y en las economías atrasadas ha llevado a poner en valor la importancia del capital humano. El atraso no se explica solo en términos de déficit de capital físico, sino que es la disponibilidad de capital humano (muy abundante en la Europa de la posguerra y muy escaso en las regiones más atrasadas) lo que marca la diferencia en lo que respecta a los efectos de las ayudas al desarrollo. De ahí, que en los últimos años los organismos internacionales y los sistemas de cooperación al desarrollo hayan puesto en acento en la mejora de los sistemas educativos de los países del llamado Tercer Mundo. Tal y como señala Barciela, investigaciones recientes han mostrado, la escasa incidencia que tuvieron por separado los recursos naturales, el capital y el trabajo a la hora de explicar el crecimiento de las economías avanzadas. Se ha podido comprobar que su desarrollo se explica más que el incremento de dichos factores por una mayor calidad de los mismos y una utilización más 11 eficiente (representados por la PTF). Por el contrario, el crecimiento de los países atrasados se explica por el incremento de recursos, capital y trabajo. Tabla 10.6. Contribución de los factores al crecimiento económico (1950-1973) Bloque o País Crecimiento Contribución por factor (%) Contribución de la del PIB PTF1 Tierra Trabajo Capital OCDE2 5,4 0 12 26 62 URSS 5,1 3 35 51 10 Asia3 5,6 1 41 33 26 América Latina 5,2 3 35 27 34 Japón 9,3 -1 16 26 59 EEUU 3,7 0 31 28 41 GB 3,0 0 2 33 66 RFA 5,9 0 2 27 70 Francia 3,1 0 7 21 72 NOTAS: 1) PTF: Productividad Total de los Factores; 2) Media aritmética de los cinco países siguientes: Japón, Estados Unidos, Gran Bretaña, RFA y Francia; 3) Engloba a Japón; sin este país, el PIB asiático sería 5,2. Fuente: BARCIELA (2005: 359), basado en Carreras (2003: 394) Gráfico 10.3 Distribución geográfica del comercio mundial, 1950, 1970 y 1980 Gráfico 10.5 Evolución de los precios del petróleo y nivel general de precios Fuente: Van der Wee, Herman (1986): Prosperidad y Crisis. Reconstrucción, Crecimiento y Cambio, 1945-1980. Historia Económica Mundial del siglo XX, Barcelona, Crítica, 307 Este importante crecimiento económico se tradujo un incremento de la convergencia, es decir, un acercamiento entre países desarrollados y menos desarrollados. En el balance 12 final tanto Europa como Estados Unidos perdieron posiciones a favor principalmente de Japón. El crecimiento se logró además en condiciones de pleno empleo; durante este largo periodo (1950-73) la tasa de paro se mantuvo entorno al 2,6 % en Europa, al 1,6 % en Japón y al 4,5 % en EEUU. También se mantuvo en niveles muy bajos la inflación (4,3% en Europa, 5,2 en Japón). Finalmente, el comercio internacional se desarrolló en condiciones de tipos de cambio fijos entre las principales divisas, éstos solamente se alteraron con la autorización del Fondo Monetario Internacional para hacer frente a desequilibrios estructurales de la balanza de pagos. Convergencia, pleno empleo, baja inflación y estabilidad cambiaria diferencian claramente el período que va de 1950 a 1973 tanto del periodo entreguerras como de los difíciles años que seguirán a la crisis energética de 1973. En este contexto de crecimiento generalizado conviene destacar tres procesos que tendrían una gran importancia en la configuración de la economía mundial en la segunda mitad del siglo XX. Nos referimos al proceso de integración económica en Europa, a la expansión de las economías de planificación y, finalmente, al desarrollo de los países atrasados. 10.3.2 La integración económica en Europa En el apartado anterior vimos como desde el final de la guerra se buscaron soluciones para avanzar en la integración de las economías europeas. Con la declaración el 9 de mayo de 1950 del Ministro de Asuntos Exteriores de Francia Robert Schuman en la que se anunciaba la creación de la Comunidad Europea del Carbón y del Acero (CECA) se iniciaba el proceso definitivo que conduciría a la integración económica. 1950-1957. De la CECA a las Comunidades Europeas Gran Bretaña fue mantenida al margen de las negociaciones posiblemente por su postura ambigua en relación con los intentos coordinar las políticas económicas a través de la OECE, así como por su oposición a la constitución de una unión aduanera (Finibel). La CECA tuvo como objetivo coordinar la producción siderúrgica en la Europa Continental. Francia necesitaba renovar su sector siderúrgico con la dificultad que suponía la carencia de carbón y veía la rápida recuperación de la siderurgia alemana como una amenaza para tal renovación. La propuesta anunciada por Schuman consistía en poner bajo una Alta Autoridad la producción siderúrgica de Francia, Alemania, Italia, Bélgica, Holanda y Luxemburgo. Las negociaciones concluyeron con la firma del tratado de París el 18 de marzo de 1951. El Tratado sentó las bases para el establecimiento de un mercado común para el carbón y el acero. Tras un período de cinco años se suprimirían las barreras arancelarias internas y los contingentes. La novedad de este tratado respecto a las uniones aduaneras anteriores fue el establecimiento de una Alta Autoridad compuesta por 9 miembros con competencias sobre impuestos, créditos, niveles de precios, inversiones, etc. La estructura organizativa de la CECA se completaba con un Consejo de Ministros, que nombraba a los integrantes de la Alta Autoridad y un Tribunal de Justicia encargado de resolver conflictos e incumplimientos. Los resultados de la CECA fueron importantes. La producción siderúrgica aumentó durante los 8 primeros años a una tasa del 8% anual. Se consiguió la modernización de las instalaciones y la readaptación de los excedentes de mano de obra. Quizás la principal aportación como señaló Jean Monnet fue la difusión de una nueva mentalidad que preparó el terreno al Mercado Común. Europa no permaneció al margen de la escalada de la Guerra Fría que tuvo lugar en los años 50. De hecho los seis países integrantes de la CECA se plantearon la creación de una Comunidad Europea de Defensa. En este contexto, el ministro belga de asuntos exteriores propuso, en 1952, un plan de integración económica, que incluía un programa 13 para la supresión de derechos de aduana; el establecimiento de una tarifa aduanera exterior común y la creación de un fondo europeo para compensar las consecuencias negativas de la supresión de barreras arancelarias. El proyecto de creación de la Comunidad Europea de Defensa fue finalmente vetado por la Asamblea Francesa en 1954. En este contexto Jean Monnet propuso relanzar el proyecto de integración extendiendo a otros sectores las competencias de la CECA. Pese a ciertas reticencias iniciales y con el apoyo de Beyen y otros destacados europeístas se consiguió redactar un borrador que preveía la extensión de la cooperación a otros sectores incluidos el de la energía nuclear. Entre 1955 y 1957 se desarrollaron las negociaciones en torno a un documento conocido como el Informe Spaak, ministro belga de Asuntos Exteriores, que concluyeron con la firma el 25 de marzo de 1957 en Roma de los tratados de la Comunidad Económica Europea y del EURATOM. El tratado por el que se creaba la Comunidad Económica Europea iba más allá de una Unión Aduanera, se trataba de alcanzar la formación de un Mercado Común, lo que suponía suprimir aranceles internos, establecer un Arancel Exterior Común y permitir la libre circulación de factores productivos. El tratado del EURATOM abordaba el problema de la dependencia energética de las importaciones de petróleo de los seis países miembros. Para ello se pretendía impulsar la investigación sobre el uso de la energía nuclear, la definición de normas de seguridad, vigilar el aprovisionamiento de minerales y combustibles nucleares, etc. Los avances de los Sesenta Los diez años que siguieron a la firma de los Tratados de Roma estuvieron repletos de logros y avances. A ello contribuyó la favorable coyuntura económica internacional. En 1957 la Europa de los Seis contaba con 164,3 millones de habitantes, frente a los 173 de los EEUU y los 205 de la URSS. El 42% de su población activa estaba en el sector secundario; el 39,6 en el terciario y un 17,6% se dedicaba a la agricultura. Su comercio exterior suponía el 20% del total del comercio mundial. Sus exportaciones equivalían al 15% de su PNB, un porcentaje muy superior al que representaban para sus respectivos PNB las exportaciones norteamericanas (4%) o las soviéticas (3,8%). Desde este punto de partida las economías nacionales de la CEE crecieron a un 5% anual hasta 1968. Los logros durante estos primeros 10 años se concentraron en la formación de un mercado común y en el diseño de una política agraria común (PAC). Los tres elementos que contribuyeron a la formación de un mercado común durante los años sesenta fueron la reducción progresiva de los aranceles intracomunitarios, la supresión de los contingentes de importación y el establecimiento de una tarifa exterior común. Para la reducción de los aranceles intracomunitarios se fijo un plazo de 12 años, que concluiría el 1 de enero de 1970. El proceso pudo cerrarse 3 años antes de lo previsto gracias a la buena marcha de la economía internacional, y a compromisos alcanzados entre las economías más proteccionistas (Francia e Italia) y las más librecambistas (Benelux y Alemania). A cambio de concesiones a los a las economías proteccionistas en el terreno de las políticas agrarias, éstas aceptaron acelerar el proceso de reducción de aranceles hasta su supresión el 1 de enero de 1967. Por las mismas razones fue posible adelantar la supresión de contingentes de importación, es decir el establecimiento de las cantidades máximas de diferentes productos que podían ser importadas. Los Seis se comprometieron en aumentar anualmente en un 20% los contingentes. Para los productos industriales quedaron completamente suprimidos el 31 de diciembre de 1961. En cuanto al establecimiento de una tarifa exterior común el principal problema era fijar el nivel de protección que establecería el conjunto de los Seis. En principio la Tarifa Exterior Común (TEC) se fijó en la media aritmética de las tarifas aplicadas a cada 14 artículos por cada uno de los seis países miembros el 1 de enero de 1957. Cada país dispuso de un plazo para ir acercando su tarifa nacional a la Tarifa Exterior Común. De esta norma se exceptuaron algunos productos que recibieron una protección especial, casi todos ellos ligados a la producción agraria. El establecimiento de la TEC requirió una serie de negociaciones con el GATT, ya que las uniones aduaneras, para poder constituirse, debían ser reconocidas por el conjunto de países signatarios de GATT. Finalmente, la implantación de la TEC con una protección media ponderada del 7,4 dejó al Mercado Común con un nivel de protección bajo, inferior, por ejemplo, al del Reino Unido. Como resultado de la formación del mercado común el comercio intraeuropeo creció en un 130% en los primeros cuatro años. El mayor crecimiento corresponde a Francia e Italia. Respecto al comercio con el resto del mundo aumentaron más las importaciones que las exportaciones. A fines de los 50 la agricultura europea ocupaba al 17,6% de la población activa. Cultivaba el 4% de las tierras del planeta y pero en ellas se obtenía el 29% de la producción mundial de centeno, un 14% de la de avena, un 31% de la de patatas; un 60% del vino, etc. Es decir, era una agricultura con elevados rendimientos. Pese a ello, el sector se había desarrollado en un marco proteccionista desde el siglo XIX. Tras la guerra se hicieron grandes esfuerzos para recuperar rápidamente la producción. El tratado de la CEE firmado en Roma regulaba el sector agrario y el comercio de sus productos. La regulación estaba orientada a conseguir una estabilidad de los mercados, un aumento de la productividad y una equiparación de las rentas de los campesinos a las de otros sectores. La PAC se desarrolló según tres principios básicos: comunes y reglamentos sanitarios compartidos. erencia comunitaria, que suponía favorecer los intercambios entre países miembros frente a terceros países un fondo con el que se financiase la aplicación de la PAC. La política de precios y mercados se inició en 1962. Para cada campaña el Consejo de Ministros fijaba un precio indicativo y un precio de intervención, en torno a un 5% por debajo del primero. Si los precios de mercado caían por debajo del precio de intervención los fondos de la PAC se ponían en funcionamiento para realizar compras que elevasen los precios. Las importaciones de productos agrarios sufrían recargos variables en las fronteras (prelevements) para mantener sus precios dentro del marco fijado por el Consejo de Ministros. Esta política de precios garantizados tendió a producir excedentes, que obligaría a partir de 1968 a acometer reformas estructurales. Para financiar la adquisición de los excedentes se estableció un Fondo Europeo de Orientación y Garantía Agrícola (FEOGA). Su financiación planteó una primera crisis institucional en el Mercado Común. En un primer momento se financió a través de los “prelevements” recaudados en las fronteras, pero esto hacía recaer la mayor parte de la financiación en los países que realizaban más importaciones (Alemania e Italia) y reducía al mínimo la de Francia, que principalmente exportaba. Tras un enfrentamiento entre estas dos posturas se decidió que los “prelevements” financiasen el 90% y que el resto fuese a través de aportaciones de diferentes los diferentes estados. Fue una solución temporal, pues la financiación de la PAC seguiría siendo motivo de conflictos. En 1969 el holandés Sicco Mansholt presentó una reforma de la PAC que pretendía abordar el problema de los excedentes y su financiación, ésta había pasado de 2.000 millones de dólares en 1962 a 4.000 en 1968. Para frenar esta tendencia el Plan Masholt proponía una modernización de las explotaciones, la reducción de mano de obra agrícola; la tecnificación de la producción, la reducción de la superficie cultivada y del censo 15 ganadero, especialmente en lo relativo a la producción de lácteos. El plan provocó violentas reacciones por parte de los agricultores. Desde 1970 las líneas de actuación prioritarias fueron la modernización de las explotaciones con ayudas financieras; la reducción de la superficie cultivada con el abandono de las explotaciones menos rentables y la mejora de la capacitación de los agricultores para tecnificar la producción. de la CEE con sus excolonias y la incorporación de nuevos miembros En el Tratado de Roma se previó un trato preferente para las importaciones procedentes de los antiguos territorios coloniales, que quedaron exentos del pago de la Tarifa Exterior Común. Además, los Seis se comprometieron tras la firma de la convención de Yaundé en 1963 a poner en marcha un programa de ayudas técnicas y financieras para 18 países africanos agrupados en la EAMA (Estados Asociados Africanos y Malgache). Los buenos resultados alcanzados por la CEE modificaron la postura escéptica del Reino Unido sobre su incorporación a la misma. Durante los años 60 hubo dos intentos de adhesión que fueron bloqueados por el general De Gaulle. A la muerte del general se inició un nuevo proceso negociador con Inglaterra, Dinamarca, Irlanda y Noruega. El principal obstáculo para la incorporación del Reino Unido fue la aceptación de la PAC. Al contrario de las agriculturas continentales, que desde el siglo XIX había optado por políticas proteccionistas, el Reino Unido optó por abrir su mercado a las importaciones de alimentos baratos de diferentes partes del mundo y a centrar su producción en la industria y los servicios. La aceptación de la PAC supondría para los consumidores británicos un incremento de los precios de los productos agrarios de entre un 10 y un 14%. Además tendrían que contribuir a través del presupuesto comunitario a la PAC para sostener un sector agrario apenas inexistente en Gran Bretaña. Finalmente, con concesiones mutuas el tratado de adhesión del Reino Unido se firmó el 28 de octubre de 1971. Las negociaciones con los otros tres países tuvieron distintos resultados. Noruega tras un referéndum sobre el acceso comunitario a sus recursos pesqueros renunció a la incorporación y Dinamarca e Irlanda firmaron el Tratado el 1 de enero de 1973. Se pasaba así de la Europa de los Seis a la Europa de los Nueve. -1973) Los avances logrados en la construcción del mercado común y en la organización de la PAC en los 10 primeros años; llevaron a los líderes europeos a plantearse metas más ambiciosas. En 1970 el luxemburgués Werner dirigió un Memorial a la Comisión en el que se trazaba un plan para lograr la unión económica y monetaria en 10 años. Para ello habría que conseguir la transferencia de responsabilidad de los gobiernos nacionales a las instituciones comunitarias; establecer de forma conjunta políticas económicas a corto y medio plazo, definir políticas monetarias y presupuestarias; alcanzar un grado suficiente de armonización fiscal y gestionar de forma conjunta los problemas medioambientales. El plan contenía propuestas concretas para el período 19711973. El plan al exigir transferencias de responsabilidad a instancias comunitarias fue visto con suspicacia por los gobiernos nacionales. Para Alemania era prioritario avanzar en la coordinación de las políticas, mientras que para Francia el acento debía ponerse en la unión monetaria. Pero todos estos planes se vendrían al traste con la crisis que en el sistema monetario internacional provocó el anuncio de la devaluación del dólar hecho por el gobierno norteamericano el 15 de agosto de 1971. Se iniciaba la crisis económica de los setenta que retrasaría dos décadas los proyectos de unión económica y monetaria. La Asociación Europea de Libre Comercio. El mercado común no fue el único camino hacia la integración económica en Europa. Los británicos en respuesta a la firma de Tratado de Roma, promovieron la creación de la Asociación Europea de Libre Comercio (EFTA, sus siglas en inglés), cuyo tratado se 16 firmaría en 1959. Los países integrantes fueron además del propio Reino Unido, Austria, Dinamarca, Noruega, Suecia, Portugal y Suiza. Se trataba de pequeños países que mantenían un activo comercio con el Reino Unido. El acuerdo establecía una progresiva supresión de los aranceles para los productos industriales, pero dejaba fuera del acuerdo los productos agrarios. Otra diferencia con el Mercado Común es que nunca se planteó establecer una Tarifa Exterior Común. Con la incorporación en 1973 de Gran Bretaña y Dinamarca a la CEE la importancia de este bloque disminuyó y la mayor parte de sus integrantes han acabo integrándose en la CEE. 10.3.3 Las economías de planificación centralizada Durante esta etapa expansiva también las economías de planificación, especialmente en la Europa de Este, experimentaron importantes avances, si bien es difícil cuantificarlos dada la falta de fiabilidad de sus estadísticas y de que éstas recogían solo datos de producción industrial y agraria. Las macromagnitudes recogidas en dichas estadísticas eran difícilmente comparables con las de las economías occidentales. Tras un fuerte crecimiento en la etapa inicial a partir de finales de los 50 y los 60 estas economías entraron en una fase de estancamiento provocado por sus graves problemas estructurales de funcionamiento. Una primera explicación del estancamiento hay que buscarla en el carácter extensivo de su crecimiento, basado en la aportación de grandes cantidades de mano de obra mal pagada y fuertes aportaciones de capital físico. Por otro lado, la planificación, si bien obtuvo resultados en relación con el desarrollo de la producción industrial, fracasó en lo relativo a la producción agraria y sobre todo en lo que se refiere a los niveles de vida y consumo de sus ciudadanos. Las diferencias en términos de nivel de vida entre los ciudadanos orientales y occidentales eran patentes y originaron un flujo continuo de población especialmente entre las dos Alemanias en la segunda mitad de los cincuenta que llevaría, a comienzos de los 60 a levantar el muro de Berlín. Las diferencias de nivel de vida irían aumentando en las décadas siguientes provocando la creciente desafección de la población a los regímenes comunistas. En el terreno de la producción agraria no se consiguió resolver el problema de la adecuada retribución de los trabajadores de las granjas colectivizadas y tanto la productividad como la producción no crecieron a las tasas necesarias ni tan siquiera para garantizar el autoabastecimiento. A partir de 1965 la URSS tuvo que iniciar importaciones masivas de cereal desde EE.UU. La ineficiencia de su tecnología se hace patente en que la economía soviética consumía por unidad de producto entre dos y tres veces la energía empleada por las economías occidentales. Las industrias producían no para el mercado sino para cumplir con las cuotas asignadas por los organismos de planificación. Frecuentemente, el no tener que responder ante sus clientes sino ante entidades burocráticas tuvo como efecto un descuido alarmante por la calidad, en beneficio de la cantidad. Esto tuvo un efecto indirecto sobre la tendencia a las concentraciones verticales de la producción. Si una fábrica de automóviles no podía confiar en la calidad de la chapa suministrada por una siderúrgica, tendía a construir su propia siderurgia e incluso a hacerse con minas de carbón y hierro que le garantizasen los suministros básicos. Con ello incurrían en todas las ineficiencias asociadas a la integración vertical. No existían incentivos para la innovación y los burócratas que planificaban la asignación de los recursos carecieron de la visión y la independencia para destinar fondos de inversión a nuevos sectores económicos como la informática o la ingeniería genética. Los costes de la Guerra Fría también pasaron factura a un sistema productivo ineficiente. La URSS mantuvo una política de apoyo a los movimientos comunistas en diferentes partes del globo. China, Corea, Vietnam, Cuba, Libia, Angola, Mozambique. 17 Etiopía y Afganistán jalonan las zonas de conflicto en las que se desarrolló la llamada Guerra Fría. Se ha estimado que el esfuerzo por mantener la intervención en el exterior llegó a suponer en algunos momentos el 25% de su PIB. Tampoco ha de olvidarse imputar en este terreno el coste la carrera espacial en lo que tuvo de competencia por lograr el prestigio y reconocimiento frente a los norteamericanos, sus adversarios. Todas estas tensiones se harían insoportables para el sistema durante las crisis energéticas de los 70 y llevarían a desesperados intentos de reforma de los 80. China: un caso aparte. Mención especial dentro del bloque de las economías comunistas merece el caso de China. Aunque al margen del bloque soviético, la economía china tras la Segunda Guerra Mundial entró a formar parte de las economías socialistas una vez que los comunistas, el 1 de octubre de 1949 proclamasen la República Popular China con capital en Pekín (Beijing). Rápidamente pusieron en marcha un programa de modernización del país. Entre 1949 y 1952 el objetivo fue la reconstrucción y la normalización de la actividad económica. La producción de alimentos era un 30% inferior al nivel anterior a la Guerra. Para activar la producción agraria los latifundios fueron distribuidos entre los campesinos, si bien se estimuló a los pequeños campesinos a colaborar en unidades de producción más amplias. El sector energético y el bancario fueron nacionalizados. Tras estos primeros logros se adoptó el modelo de planificación soviético para logar el desarrollo de la economía china. El primer plan quinquenal chino (195357) contó con abundante ayuda de técnicos y asesores soviéticos. Al igual que había ocurrido en la URSS el énfasis se puso en el desarrollo del sector industrial, a costa del sector agrario. El control del gobierno sobre las industrias fue en aumento gracias a una combinación de presiones financieras y compra de fábricas por el estado a sus propietarios. Por lo que se refiere al sector agrario se incentivó la creación de cooperativas en las que las rentas de los campesinos se fijaban a partir de la tierra que aportaron a la cooperativa. Cada familia pudo mantener pequeñas parcelas para su autoconsumo. En 1957 el 93,5% de las explotaciones formaban parte de cooperativas. El primer plan quinquenal consiguió un incremento anual de la producción industrial de un 19% y la Renta Nacional lo hizo en un 9%. Los logros fueron menores en el sector agrario que no logró superar un crecimiento del 4% anual. Estos malos resultados del sector agrario llevaron a los dirigentes chinos encabezados por Mao Zedong a abandonar el modelo soviético de planificación centralizada. La nueva estrategia de desarrollo se inició con el denominado “Gran Salto Adelante” (1958), que pretendía acelerar el crecimiento del sector agrario mediante la industrialización del campo. Se trataba de crear grandes unidades en las que se combinase la producción agraria con la industrial. Una producción industrial que proporcionaría entre otras cosas maquinaria agrícola. Las cooperativas creadas en el periodo anterior se agruparon en grandes comunas, que reunían a unas 5.000 familias. El experimento fracasó estrepitosamente en parte por las adversas condiciones meteorológicas de los años 19591961 y en parte por el miedo de los dirigentes de las comunas a incumplir con las exigentes cuotas de producción fijadas por las autoridades. Este miedo les llevó a facilitar cifras falsas de producción, que llevaron al gobierno, por un lado a exportar gran cantidad de alimentos hacia la URSS, en pago de las deudas contraídas durante el primer plan quinquenal y por otro a aumentar las cuotas de producción de las comunas. El resultado fue que la producción se redujo drásticamente y se produjeron hambrunas catastróficas que provocaron 14 millones de muertos. El fracaso del Gran Salto Adelante generó críticas internas dentro del partido hacia Mao encabezadas por el Ministro de Defensa, que fue acusado por el máximo dirigente chino de servir a los intereses soviéticos. Tras el fracaso económico del Gran Salto Adelante Mao cedió el día a día de la gestión 18 del gobierno a Liu Shaoqi y Deng Xiaoping para la reactivación de la economía, que se desarrolló lentamente a lo largo de los años 60. Las relaciones con la URSS fueron tensas especialmente tras la retirada de los asesores técnicos y de las ayudas soviéticas en 1961. En la década de los sesenta las tensiones fronterizas estuvieron a punto de llegar a hostilidades abiertas. En 1966 Mao proclamó la “Revolución Cultural” que pretendía lograr la reforma de la forma de pensar y del comportamiento de la población alejándolo de los modos burgueses de pensamiento. El balance de la misma, no pudo ser más catastrófico. Muchos científicos, ingenieros y cuadros de primer nivel fueron relegados de sus funciones, cuando no víctimas de persecuciones y purgas. La “Revolución cultural” supuso la pérdida de una gran cantidad de capital humano, que en nada contribuyó a la renqueante marcha de la economía china. Para compensar el distanciamiento de la URSS, China inició una apertura a Occidente que llevó a la firma de los acuerdos de 1971 con Estados Unidos y a su entrada en la Naciones Unidas. El balance de la era de Mao no podía ser más decepcionante en términos económicos. El país en su conjunto poco había avanzado respecto a la situación de 1949. 10.3.4 El despertar del Tercer Mundo El concepto de Tercer Mundo surge como consecuencia de la división del mundo en los dos grandes bloques encabezados por las superpotencias. Todos los países del llamado Tercer Mundo tienen en común bajas rentas per cápita y haber sufrido procesos de colonización. El bloque de países del Tercer Mundo también se benefició del crecimiento y del desarrollo experimentado por la economía mundial después de la Segunda Guerra Mundial. Entre 1950 y 1973 el bloque asiático tuvo un crecimiento de su Producto Interior Bruto fue del 5,2 (excepción hecha de Japón que registró un crecimiento del 9,3%); el bloque africano creció a un 4,5%. Tasas todas ellas superiores a las de Europa (4,1), la URSS y sus satélites (2,5) y Estados Unidos (2,4). Los efectos de este crecimiento sobre la renta per cápita fueron muy escasos debido al fuerte crecimiento experimentado por su población. La gran fase de crecimiento económico del siglo XX apenas acercó a esos países de los más desarrollados y desde luego no logró sacarlos de la trampa de la pobreza. El subdesarrollo es aún el gran reto de la Humanidad, entre otras cosas porque afecta al 80% de la población mundial. Los diferentes análisis de las causas del subdesarrollo permiten agruparlas en causas endógenas y exógenas. La primera de las endógenas o internas tiene que ver con el medio físico. Las economías subdesarrolladas se distribuyen a lo largo del trópico. En estos territorios enfermedades como la fiebre amarilla, la malaria, cólera, etc. se propagan con gran facilidad. Por otro lado, las agriculturas tropicales tienen bajas tasas de productividad, que condicionan la producción de excedentes y por tanto repercuten negativamente en el resto de sectores. Finalmente, las estructuras sociales arcaicas también constituyen un obstáculo para la modernización. Hay otro grupo de causas que podemos considerar exógenas, entre ellas destaca el colonialismo. Todos estos países tienen también en común haber sufrido períodos de ocupación colonial, si bien las relaciones entre colonialismo y atraso económico no están muy claras y de hecho es fácil encontrar contraejemplos. La Cuba colonizada del siglo XIX disfrutó de mayores niveles de renta que las jóvenes repúblicas iberoamericanas que alcanzaron su independencia a principios de ese siglo. Hong Kong, colonia británica hasta 1997 ha tenido niveles de desarrollos muy superiores a los de territorios de su mismo entorno geográfico que alcanzaron su independencia tras la II Guerra Mundial. Tampoco está claro en qué medida el colonialismo contribuyó a la riqueza de las metrópolis. Lo cierto es que los elevados costes de las administraciones coloniales, soportadas por los 19 contribuyentes, beneficiaron principalmente a particulares que hicieron grandes fortunas en las colonias. También es fácil encontrar ejemplos de países que sin haber tenido imperios coloniales alcanzaron elevados niveles de desarrollo. Otro grave obstáculo para el desarrollo de estos países ha sido la explosión demográfica. Se trata de una causa situada a medio camino entre las exógenas y las endógenas, ya que es el resultado de la combinación de la medicina occidental y de pautas sociales y culturales tradicionales que favorecían una alta natalidad. Mientras que en la transición demográfica de las sociedades industriales del XIX, el descenso de la mortalidad debido a los avances de la higiene y la medicina fue seguido por el descenso de la natalidad manteniendo así el reducido crecimiento natural de la población (en torno al 1% anual), en los países del Tercer Mundo, la mortalidad cayó drástica y rápidamente mientras que la natalidad se mantuvo produciendo así un crecimiento de la población del 2,16% en la segunda mitad del siglo XX. La mayores tasas de crecimiento se han dado en las zonas más pobres de África con el 3,1%; siendo más reducidas en América Latina (1,9) y Asia (2,2), excluida China en la que las políticas activas de reducción de la natalidad consiguieron bajar la tasa de crecimiento al 1,2%. Esto tuvo como resultado la explosión demográfica que impidió que el incremento del PIB de estas economías entre 1950 y 1973 se trasladase a la mejora de las rentas per cápita. La independencia de las colonias. El hecho es que tras la Segunda Guerra Mundial se inició un ciclo de procesos de descolonización. La Conferencia de San Francisco de 1945 sentó las bases para la descolonización. En primer lugar la de Japón, que abandonó todos los territorios conquistados desde 1931 y segundo lugar las descolonizaciones británicas y francesas que se prolongaron entre 1945 y 1965. Solo la descolonización portuguesa de Angola y Mozambique se retrasó hasta 1974-75. En medio de un mundo dividido en bloques, algunos de estos estados se agruparon en el movimiento de los no alineados que cobró forma en la Conferencia de Bandung (1955). Sus líderes maniobraron con habilidad para sacar partido de la rivalidad EE.UU./URSS. Los resultados de la independencia han sido dispares. Los países de la zona del Pacífico se han beneficiado del activo comercio generado por la influencia de las economías japonesa y norteamericana. Las inversiones de estos países junto con las mejoras de la producción de alimentos logradas gracias a la llamada revolución verde (el gran salto en la producción agraria entre 1940 y 1970, caracterizado por mejoras en la selección de semillas y grandes inversiones en regadío, fertilizantes y plaguicidas) han dado lugar al desarrollo industrial de la zona. 20 Mapa 10.2. Los procesos de descolonización en África y Asia Fuente: Kalipedia Por el contrario el desarrollo del Sudeste Asiático se ha visto condicionado por el desarrollo de guerrillas comunistas (Vietnam, Camboya, Laos) que generaron guerras civiles en las que a menudo se implicaron las dos superpotencias. El continente indio dividido tras la independencia de Gran Bretaña en dos grandes estados la India (de mayoría hindú) y Pakistán (de mayoría islámica) se benefició del legado colonial en lo que se refiere a infraestructuras de transporte, educación –incluida la superior y sanidad. Sus gobiernos aplicaron los principios de la planificación indicativa y encontraron los principales escollos en la transformación de una agricultura lastada por una estructura dual de la propiedad y las grandes desigualdades de renta y sociales consolidadas por el sistema de castas. En la actualidad el África subsahariana es una de las regiones del planeta con mayores niveles de subdesarrollo, pobreza y enfermedades. Los nuevos gobiernos no estaban preparados para asumir las responsabilidades que ello implica. Su ineficacia y altos niveles de corrupción han marcado negativamente la evolución de estas economías en las últimas décadas. La gestión de la independencia: dirigismo económico. En el momento en el que se produce la independencia los referentes a imitar, por los dirigentes de los nuevos países surgidos de la descolonización, en cuanto a políticas de desarrollo tenían un denominador común: todos ellos pasaban por una fuerte intervención del estado. En el Primer Mundo de las economías industrializadas los estados habían asumido la dirección de la producción durante la Guerra y habían asumido el liderazgo de la reconstrucción. Los principios keynesianos, dominantes en este período, asignaban un claro papel a las políticas económicas de los estados como motores del desarrollo y principal mecanismo para evitar la recesión. Nacionalizaciones de sectores productivos estratégicos, planificación indicativa 21 abundaban por doquier. En el llamado Segundo Mundo liderado por los soviéticos, la planificación centralizada y los planes quinquenales parecían haber dado buenos resultados para sacar a la URSS del atraso de comienzos de siglo y convertirla en una gran potencia industrial, ya en los años 30. La clave había sido la colectivización de la producción agraria y poner al sector agrario al servicio de la industrialización. Estos eran los referentes que tenían los líderes económicos de los países que habían alcanzado la independencia. La industrialización era la meta a lograr. Tras la Segunda Guerra Mundial un conjunto de economistas latinoamericanos encabezados por Raul Prebisch lograron que muchos de los líderes políticos de los países del tercer mundo abrazasen las llamadas tesis “dependentistas”, que ellos propugnaban. De acuerdo con ellas, la dominación secular ejercida por las potencias coloniales era la principal causa del atraso económico. Las economías de las colonias se habían ordenado al servicio de los intereses de las metrópolis, a saber, producir y exportar materias y alimentos e importar productos manufacturados. Esta división de la producción había condenado a la pobreza a estos países, ya que desde fines del siglo XIX los precios de las materias primas y los alimentos presentaban una tendencia a la baja, frente a las manufacturas. Para romper esta situación recomendaban apoyar el desarrollo de las industrias nacionales autóctonas mediante la sustitución de importaciones. Es decir, mediante una política de elevación de los aranceles a las importaciones de manufacturas se pretendía, por un lado obtener recursos para financiar el desarrollo industrial y por otro reducir la competencia que los productos extranjeros representaban para las industrias nacientes. Se trataba en definitiva de reservar el mercado nacional de productos industriales a las industrias nacionales. Aranceles sobre las exportaciones de productos agrarios contribuirían a proporcionar recursos a los estados para sus políticas de desarrollo. Esta política produjo buenos resultados a países como Argentina, Brasil o México tanto durante la Primera como durante la Segunda Guerra Mundial, debido a que las industrias de los países desarrollados, envueltos en la guerra, concentraron sus esfuerzos en la producción bélica. El vacío dejado por la reducción de las exportaciones europeas y norteamericanas, pudo ser cubierto, sin competencia, por las industrias locales. Tras la guerra estos países mantuvieron esas políticas de sustitución de importaciones, pero a la larga las industrias nacionales de estos países no fueron capaces de alcanzar la madurez necesaria para competir en los mercados exteriores. Los resultados de tales políticas fueron inflación, incrementos en los déficits de las balanzas de pagos, endeudamiento de los estados, agotamiento de las reservas de divisas y empobrecimiento general manifestado en la disminución de la renta “per cápita” respecto a otros países. La renta per cápita Argentina era el doble que la española en 1950; en 1982 apenas alcanzaba el 42% de ésta. Estos fueron los resultados de un análisis erróneo del problema del subdesarrollo. La causa del atraso no estaba en la especialización en la producción de productos primarios, ni el deterioro de la relación de intercambio cambio entre productos primarios y manufacturas (los datos manejados por estos economistas han sido puestos en cuestión) y existen claros contraejemplos de cómo el deterioro de la relación de intercambio de un determinado bien no ha de resultar necesariamente negativa. Pensemos en el deterioro de la relación de intercambio entre los ordenadores y los productos primarios en los últimos años. Esto ni mucho menos ha supuesto la ruina para las economías punteras en la producción de este tipo de bienes. Otros problemas como el monocultivo, o la falta de diversificación de la producción y la escasez de capital humano, que diera flexibilidad a la mano de obra no fueron identificados como causas de subdesarrollo y por tanto no se actuó sobre ellos. No todas las economías del Tercer Mundo siguieron este camino. Algunas de ellas apostaron por la apertura a los mercados exteriores y por aprovechar su ventaja comparativa en la economía internacional. En general los países que optaron por este camino tuvieron mejores resultados. Una de las primeras economías atrasadas que apostó 22 por la liberalización fue, como veremos, la española. El Plan de Estabilización de 1959 suponía la ruptura con un período en el que se buscó un desarrollo industrial autárquico. El ejemplo fue seguido en los primeros años 60, por el Brasil liderado por Castelo Branco, que tras un golpe de estado se hizo con el poder. La combinación de apertura al exterior y férreo control interno del mercado de trabajo en un entorno de dictadura militar tuvo efectos positivos sobre el desarrollo económico. Otro casos similares tuvieron lugar en otras partes del planeta, baste mencionar la también dictadura de Suharto en Indonesia o la de Pinochet en Chile. Por desgracia la liberalización de las economías parecía más sencilla en regímenes autoritarios que democráticos. Si bien es cierto que la contradicción entre desarrollo económico y subdesarrollo político en muchos casos, empezando también por España y siguiendo por los estados excomunistas de la Europa Central han acabado imponiendo la implantación de regímenes democráticos por métodos pacíficos. Otro ejemplo de los beneficiosos efectos de la apertura a los mercados exteriores sería el caso de China. Tras la muerte de Mao en 1976, el régimen de Deng Xiaoping se fue permitiendo progresivamente el restablecimiento de los mecanismos de mercado y libre empresa. Se ha hablado de un comunismo de “mercado”. La fórmula de apertura a los mercados exteriores y férreo control interno sobre la población que había tenido éxito en las dictaduras militares que padeció América Latina, volvería a funcionar. 10. 3.5 España de la autarquía a la industrialización (1950-1973). La guerra fría y la ayuda americana La evolución de la política internacional y el enfrentamiento entre las dos superpotencias modificó la situación de aislamiento del régimen de Franco. El estallido de la Guerra de Corea en 1950 que suponía el inicio del enfrentamiento contra los regímenes comunistas, modificó la visión que del régimen de Franco tenían los norteamericanos, que empezaron a ver al régimen de Franco como un aliado en el enfrentamiento contra el comunismo. Fruto de este cambio de posición fue la firma de los tratados de 1953, en virtud de las cuales a cambio de la concesión de una serie de bases en territorio español, el gobierno recibió una serie de ayudas para acelerar la reconstrucción de la economía española, que proporcionaron divisas para importar materias primas y bienes de capital, Entre 1953-1956 estas ayudas permitieron financiar la totalidad del déficit comercial. Otro factor que coadyuvó a la mejora económica fue el cambio de gobierno que tuvo lugar en 1951, que supuso el abandono progresivo de los planteamientos autárquicos, e incluso de los intervencionistas. Se suprimieron las cartillas de racionamiento, los cupos de materias primas y productos energéticos. En el sector agrario se suprimió el control de precios, excepto para los cereales, las entregas obligatorias y se arbitraron mecanismos para financiar la compra de maquinaria y fertilizantes. Se inició la concentración parcelaria con el fin de agrupar las pequeñas parcelas en explotaciones que pudiesen ser cultivadas con maquinaria. En respuesta a estas políticas aumento de la producción fue muy significativo En relación con el sector energético la mejora vino como consecuencia de la disponibilidad de divisas para importar petróleo y la reestructuración del sector eléctrico, gracias a la creación de empresas públicas por parte del INI (Endesa, Enher), el abandono progresivo del control de las tarifas; las interconexiones de las redes regionales y la consiguiente unificación de tarifas. Al despegue del comercio exterior contribuyó también una política de tipos de cambio múltiples –dependiendo del tipo de transacción, que benefició a las exportaciones mediante una fuerte devaluación (225%). 23 De la autarquía a la sustitución de importaciones Constatada la inviabilidad de una vía autárquica para el desarrollo industrial, dada la dependencia de la economía española en cuanto a fuentes de energía y bienes de capital, a lo largo de los 50 se optó por una política de sustitución de importaciones. Se trataba de reservar la demanda de manufacturas a las industrias nacionales. Para ello se aplicarían aranceles a las importaciones, control de cambios, y producción a cargo del Estado de bienes básicos a través de las empresas del Instituto Nacional de Industria (INI). Esta política se alineaba, como hemos visto, con las seguidas en este momento por muchos países en vías de desarrollo de América Latina y Asia y se alejaba de las practicadas por las economías europeas, cuyo desarrollo se basó en políticas de integración económica. El fracaso de esta política de sustitución de importaciones se debió a la incapacidad para controlar la inflación y al incremento del déficit de la balanza comercial. Las tensiones inflacionarias se produjeron a comienzos de la década de los 50 como consecuencia de la eliminación de los controles de precios. A partir de 1956 la inflación procedió, por un lado, del aumento del déficit público provocado por las grandes inversiones realizadas por el INI, que se financiaron mediante la emisión de deuda y su pignoración forzosa (compra obligada por parte del Banco de España, que emitía moneda para hacer dicha compra) y por otro de la demanda de crédito del sector privado que aumentó el dinero bancario en circulación. El problema de la inflación se combinó con el del déficit de la balanza comercial. Las importaciones no dejaron de crecer mientas que las exportaciones se mantuvieron estancadas. Es decir, la política de sustitución de importaciones no redujo la necesidad de importar. La industria de sustitución de importaciones necesitaba abastecerse de materias primas, energía y bienes de capital, pero su producción no era competitiva en los mercados exteriores. Hasta finales de los 50 el déficit de la balanza comercial se cubrió con la entrada de capital que representaban las ayudas norteamericanas derivadas del acuerdo de 1953, pero cuando las ayudas dejaron de llegar el desequilibrio se hizo insostenible. El plan de estabilización. Las primeras medidas para remediar tal situación se adoptaron en 1957, con un cambio de gobierno, que puso en manos de reformistas convencidos la política económica. En primer lugar, pusieron en marcha una política monetaria restrictiva (elevación de tipos de interés); quitaron a las entidades oficiales de crédito la capacidad de emitir deuda pública; llevaron a cabo una reforma impositiva para aumentar la recaudación y establecieron un tipo de cambio único, devaluando la peseta en 18% aproximadamente. Pero estas medidas resultaron demasiado tímidas y no surtieron efecto. 24 Síntesis de las medidas y objetivos del Plan de Estabilización de 1959 Fuente: Núñez, J. Anibal y Ortega, Bienvenido; (2009): “El proceso de crecimiento de la economía española(I): Los cambios que introduce el Decreto-Ley de Ordenación Económica de 21 de julio de 1959”, en Martínez Chacón, Elvira coord. (2009): Economía española, Barcelona, Ariel, 57-82; 75 25 Al mismo tiempo, convencidos de la necesidad de abrir la economía española, iniciaron conversaciones con la OCDE, que concedió a España el estatus de país asociado a condición de llevar a cabo un plan de Estabilización y Liberalización (figura 10.1). Este plan se negoció con el Fondo Monetario Internacional en el primer semestre de 1959. El objetivo principal era corregir el desequilibrio de la balanza exterior. Se subieron los tipos de interés; se redujo el crédito al sector privado; se fijó un tope al gasto público; se aumentaron los ingresos públicos, incrementando la presión fiscal y algunas tarifas como las telefónicas o los precios de los hidrocarburos; se hizo obligatorio realizar un depósito del 25% del valor de las importaciones antes de llevarlas a cabo y finalmente, se fijo un nuevo tipo de cambio para la peseta (60 ptas. /dólar). Con esta última medida España entraba en el sistema monetario de Bretton Woods. Inicialmente, los efectos depresivos del Plan se dejaron sentir con fuerza tanto sobre el consumo, como sobre la inversión, pero éstos no fueron duraderos. Tuvo costes sociales que fueron amortiguados por la rigidez del mercado de trabajo, que redujo los despidos y por el rápido aumento de la emigración. Un año después de la adopción de estas medidas los signos de recuperación aparecieron. Estos fueron especialmente visibles en las cuentas exteriores: aumento de las reservas, incremento de las exportaciones y contracción de las importaciones. Las medidas del plan de estabilización precedieron a toda una serie de medidas de liberalización, que supusieron la reintegración de la economía española a la economía internacional. La aportación del sector exterior. La apertura comercial se inicio con el establecimiento de dos tipos de tratamiento para las importaciones. Se estableció un comercio liberalizado para un conjunto de bienes, mientras que otros quedaron sometidos a controles. A lo largo de los años 60 el número de bienes que formaban parte del comercio liberalizado se fue incrementando. Otro instrumento de la liberalización fue el Arancel de 1960, que si bien mantuvo elevados niveles de protección, eliminó los mecanismos de los cupos y las licencias de importación. Las tarifas del arancel se fueron rebajando como consecuencia del contexto internacional y de las sucesivas rondas negociadoras del GATT. Otro paso más se dio con la firma del Acuerdo Preferencial con la CEE en 1970. Las rebajas de aranceles concedidas por la CEE fueron superiores a las españolas. A cambio de esta asimetría, la CEE se garantizó el que los productos agrarios españoles quedasen al margen de rebajas sustanciales de aranceles para entrar en el mercado común. España se benefició de este acuerdo al aumentar la exportación de manufacturas a los mercados comunitarios y al mejorar la productividad interna gracias a los bienes de capital importados de Europa. Los gobernantes españoles eran conscientes de que las grandes inversiones que requería la modernización de nuestra economía no podían proceder del ahorro interno. Era necesario captar capitales en el exterior a través de inversiones. Para ello se modificó la política mantenida por el régimen de Franco de trabas a las inversiones. En 1959 se aprobó un decreto que permitía las inversiones extranjeras hasta el 50% del capital social de la empresa y la repatriación de los beneficios; así mismo se establecieron garantías jurídicas sobre la propiedad adquirida por inversores extranjeros. Solo quedaron excluidos de esta normativa sectores estratégicos como la industria de la defensa, comunicaciones, medios de difusión, transporte aéreo e hidrocarburos. 26 La liberalización del comercio exterior que permitió importar la maquinaria y bienes de equipo necesarios para el desarrollo de la economía española fue posible, además de por las divisas que entraron a través de las inversiones extranjeras, por las remesas de los inmigrantes y por los ingresos por turismo. Se estima que en los sesenta emigraron algo más de un millón de españoles, preferentemente hacia Europa. Las remesas cubrieron aproximadamente un 25% del saldo desfavorable de la balanza comercial. Finalmente, el factor que tuvo un mayor peso para permitir a la economía española importar más de lo que exportaba fue el turismo. Entre 1961 y 1973 los ingresos medios por turismo fueron de 1.265 millones de dólares frente a los 377 que representaron las remesas de inmigrantes. La venta de servicios turísticos supuso el 40% del conjunto de las exportaciones españolas. La industrialización de los 60 Entre 1960 y 1973 se produjo el llamado milagro económico español. España pasó de ser un país atrasado a constituirse como la décima potencia industrial. Durante estos años el crecimiento medio del PIB fue del 7,9 % y el del PIB per cápita del 6,9 %, lo que situó a la economía española en cabeza del crecimiento económico de la OCDE, precedida solamente por Japón. Durante estos años se produjo un cambio estructural, mientras que en 1959 el sector agrario empleaba casi al 40% de la población activa en 1973 esta cifra se había reducido al 22%, casi a la mitad. La contribución del este sector al conjunto de la producción bajó del 22 al 12%; mientras que la del sector industrial subió del 22,4 al 35,2% y ello aumentado solo la población empleada en el sector servicios del 23,5 al 27,8%. El rápido crecimiento de la producción industrial (gráfico 10.4) se explica como consecuencia del incremento de la demanda final de productos industriales en el mercado interior, de la demanda externa y de la demanda procedente del propio sector. El factor que más influyo fue la demanda final en el mercado interior. El crecimiento de esta demanda es consecuencia del cambio en las pautas de consumo, que ha podido ser analizado a través de las encuestas de presupuestos familiares llevadas a cabo por el INE. En 1959 el 70% de la renta de las familias se dedicaba a cubrir las necesidades básicas que representaban la alimentación, vestido y calzado; en 1973 este porcentaje había descendido al 47%. Este descenso se produjo en beneficio de la demanda de bienes industriales de consumo duradero lo que impulsó la producción industrial, que aumentó su escala con los consiguientes aumentos de productividad. Las ventas al exterior también contribuyeron a alentar el desarrollo industrial. En los 15 años que estamos analizando España pasó de ser un país que preferentemente exportaba productos agrarios y materias primas a convertirse en un exportador de productos industriales. No obstante, en 1973 el volumen de producción industrial exportado era solo del 7% de la producción. Las exportaciones industriales se centraron en sectores con tradición exportadora como el refino de petróleo, conservas, bebidas, cuero, calzado y construcción naval. A ellos se añadieron los de maquinaria eléctrica y material de transporte. En el impulso de las exportaciones influyeron, el nuevo tipo de cambio de la peseta fijado en 1959, el ciclo de crecimiento de las economías de nuestro entorno, la renovación tecnológica, la política de fomento a las exportaciones y el mencionado Acuerdo Preferencial con la CEE de 1970. 27 Gráfico 10.4. Índices de producción industrial Fuente: Carreras, A. (1984): "Un nuevo índice de la producción industrial española: 1831-1980", Papeles de Economía Española, 20, La nueva cara de la historia económica de España, 112-113 Finalmente, la demanda procedente del propio sector industrial también constituyó un factor de estímulo. La importación de tecnología y la especialización hicieron posibles economías de escala que se irradiaron a los diferentes sectores industriales. La modernización de la agricultura. El rápido desarrollo de la producción industrial explica también en parte la modernización de la agricultura tradicional basada en la abundancia de mano de obra, la utilización de tecnología atrasada y la orientación de la producción a una demanda de alimentos poco diversificada. Para la población de zonas rurales el desarrollo industrial actuó como reclamo para favorecer una intensa migración hacia las ciudades. Se estima que en este período más de 2 millones de trabajadores agrícolas abandonaron el campo. Este flujo de población permitió por un lado contener el crecimiento de los salarios industriales y aumentar al tiempo la demanda de vivienda y otros bienes industriales. Este aumento de la demanda hizo posible mantener la inversión industrial. Por lo que se refiere al sector agrario, la emigración a las ciudades presionó al alza los salarios agrarios que se multiplicaron por 5 entre 1964 y 1976. El encarecimiento de del factor trabajo llevó a su sustitución por maquinaria (de 56.800 tractores en 1960 se pasó a 355.000 en 1974) y fertilizantes (de los 36,9 Kg/ha. De 1960 se pasó a 87,8 kg/ha en 1974). La productividad de la agricultura creció a una tasa anual del 5,8%. Esto supuso una auténtica revolución en los sistemas de cultivo. La producción también se reorientó en función de los cambios en la demanda (se redujo el consumo de cereales y aumentó el de lácteos y carne). El mantenimiento de prácticas intervencionistas hipotecó el crecimiento a medio plazo. 28 El milagro económico, pese a la liberalización de la economía, no desterró completamente las prácticas intervencionistas del pasado. Desde 1964 la política económica del gobierno giró en torno a planes de desarrollo cuatrienales. Estos seguían el modelo de planificación indicativa marcado por Francia. En los planes, el gobierno marcaba objetivos y líneas a seguir, que si bien no eran obligatorios si condicionaban las decisiones de los agentes económicos. Otra forma de intervención fueron las acciones concertadas, acuerdos del gobierno con determinados sectores con los que se pactaban unos determinados objetivos de producción e inversión a cambio de subvenciones y rebajas fiscales. Estas acciones se aplicaron sobre todo a sectores como la siderurgia, la construcción naval y la minería de la hulla y fomentaron un crecimiento desmesurado de estos sectores. El intervencionismo estatal se extendió también al sistema financiero. A bancos y cajas se les impuso un coeficiente de caja que implicaba inmovilizar un porcentaje de sus pasivos en fondos públicos. Además estas instituciones tuvieron que atender al denominado coeficiente de inversión obligatoria que les obligaba a destinar parte de sus pasivos a otorgar préstamos y créditos a las empresas que el gobierno designase como beneficiarias de tratamiento preferencial. Esta medida además de encarecer el crédito para el resto de empresas, hizo que se asignasen ingentes cantidades a sectores con baja productividad y con un futuro problemático por ser industrias maduras. Tras la crisis del petróleo la hipertrofia de alguno de esos sectores como el siderúrgico o el naval obligó a llevar a cabo procesos de reconversión industrial. Finalmente, el gasto del estado no creció al mismo ritmo que el resto de la economía. El régimen no se atrevió a acometer la reforma fiscal pendiente, a saber, la introducción de un impuesto sobre la renta. Solo en los últimos años del régimen y gracias al incremento de la recaudación de impuestos indirectos se pudo incrementar la inversión en educación y en infraestructuras. La Seguridad Social no empezó a desplegarse hasta fines de los 60. Hasta entonces la cobertura a de seguros sociales había sido asumida por las empresas. 29 El lastre de estas políticas intervencionistas se haría patente como veremos a partir de la primera crisis del petróleo (1973). 10.4 Años turbulentos: inestabilidad cambiaria y crisis energética (19711979) A comienzos de los años 70 el largo ciclo de crecimiento y desarrollo económico mundial iniciado a principios de los 50 quedó interrumpido. En los treinta últimos años del siglo XX reaparecen los ciclos económicos sucediéndose crisis y recuperaciones. Frente al crecimiento con pleno empleo y estabilidad, el período que vamos a analizar se caracteriza por aumentos desconocidos de desempleo e inflación, fuertes desequilibrios externos y un aumento de las diferencias entre países desarrollados y países pobres. Gráfico 10.7. Inflación y paro: de la expansión a la estanflación Fuente: Tello, E. Coord. (2005): Guía práctica de historia económica mundial, Barcelona, Universitat de Barcelona, p. 146 La crisis no afectó de forma homogénea a las diferentes áreas económicas. Durante este período se producirá la incorporación de los “tigres asiáticos” (Corea, Taiwan, Hong Kong y Singapur) al conjunto de países desarrollados; la integración económica en Europa dará un salto adelante con la firma de Acta Única en 1985 y del tratado de Mäastrich (1992); se produce el desmantelamiento del bloque soviético y de las economías de planificación y, finalmente, la apertura de la economía China. Nuestro análisis de este período abarcará el período de desencadenamiento de la crisis (1971-1979); la absorción de la misma por las diferentes economías 19791985 y finalmente, el período en el que se crean las condiciones para reiniciar el crecimiento económico que abarca desde mediados de los ochenta hasta los primeros años 90. 30 10.4.1 Primeros síntomas de agotamiento de la expansión: las dificultades de la economía norteamericana y la suspensión de la convertibilidad del dólar. Entre 1968 y 1973 dos acontecimientos transformaron la relación de fuerzas entre los principales actores del sistema económico mundial. El primero se produjo el 15 de noviembre de 1971, cuando el presidente Nixon anunció la suspensión de la convertibilidad del dólar. El otro acontecimiento fue la drástica elevación de los precios de petróleo como consecuencia del enfrentamiento de los países árabes con Israel. A finales de los sesenta, mientras que Europa intentaba consolidar sus avances en la integración económica, comenzó el declinar de la influencia de los Estados Unidos. El crecimiento del gasto defensivo (guerra de Vietnam) acabó por crear un déficit en su balanza de pagos que forzó la devaluación del dólar el 15 de agosto de 1971. Al mismo tiempo que la productividad permanecía estancada, la inflación se disparaba. La devaluación del dólar ponía fin al sistema de Bretton Woods. Estados Unidos suprimió la convertibilidad del dólar al oro; aplicó una sobretasa del 10% a las importaciones y redujo en otro 10%