La Independencia: El Primer Paso PDF

Document Details

PamperedOnyx8640

Uploaded by PamperedOnyx8640

Universidad Autónoma de Yucatán Escuela Preparatoria Dos

2022

Alfredo Ávila

Tags

Mexican Independence colonial history New Spain

Summary

This document discusses the background of the Mexican Independence movement in the 18th and early 19th centuries, focusing on the social, economic, and political factors contributing to the growing discontent among the population of New Spain. It details the diverse population, the influence of corporate groups and the introduction of new technologies and ideas from Europe as key factors in the independence movement. It also focuses on the economic pressures from royal decrees and the growing crisis in Europe.

Full Transcript

LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R I M E R PA SO P A R A C O N S T R U I R U N A N A C IÓ N A lf r e d o Á v ila N u e v a E spa ñ a : u n a pa r t e de l a mo n a r q u ía e spa ñ o l a H u b o u n a época en la que n o existía la n ació n m ex ican a. Las personas que...

LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R I M E R PA SO P A R A C O N S T R U I R U N A N A C IÓ N A lf r e d o Á v ila N u e v a E spa ñ a : u n a pa r t e de l a mo n a r q u ía e spa ñ o l a H u b o u n a época en la que n o existía la n ació n m ex ican a. Las personas que vivían en el te rrito rio que hoy conocem os co m o M é x ico no se sen tían m ie m b ro s de u n a ú n ic a n a ­ ción. D esde el siglo x v i, ese te rrito rio era co n o cid o co m o N u ev a E spaña y form aba p arte de u ñ a m o n a rq u ía católica que tam bién tenía d o m in io sobre m uchas otras regiones en E u ro p a, A m érica, A frica y Asia. Las diferencias e n tre los habitantes de N ueva España eran enorm es. E n el n o rte , en las Provincias Internas, unas pocas com unidades resistían las duras condiciones de veranos secos y ardientes e in v iern o s fríos. Para colm o, se en frentaban a los grupos indígenas de las praderías que los atacaban co n frecuencia. Sólo p e rm a ­ n ecían ahí p o r la ex p ectativa de te n e r unas tierras pro p ias para sus fam ilias y la po sib ilid ad de e n c o n tra r alg ú n filó n de plata o de oro que los con v irtiera en prósperos m in ero s. Las com unidades indígenas del sureste eran m uy diferentes. V ivían de m anera sem ejante a com o lo habían hecho d u ran te siglos, desde antes de la llegada de los castellanos. E l id io m a español era desconocido para la m ayoría. E n realid ad , los ú n ico s rasgos com unes de to d o s los h ab itan tes de N u e v a E spaña eran la religió n católica y su co n d ició n de súbditos de u n rey al que nunca veían. A l dar inicio esta historia, ese rey era Carlos IV, quien llegó al tro n o en 1789. 13 L A IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R PA SO N ad a ilustra m ejo r la diversidad de N u ev a E spaña que las procesiones que se realizaban en las ciudades p o r distintos m o tiv os. E n ellas participaban los grupos de la sociedad de la época: las corporaciones. Esos cuerpos eran agrupaciones que otorgaban a sus integrantes privilegios y protección. Los artesanos, las órdenes religiosas, los com erciantes, los u n iv er­ sitarios, los m ineros, etcétera, ten ían su propia corporación. Los pueblos de indios tam bién contaban con u n órgano cor­ porativo conocido com o república de indios. La gente se sentía más vinculada con los m iem bros de su corporación que con los demás habitantes de N ueva España. A lgo parecido sucedía en las poblaciones pequeñas, que no tenían m uchas relaciones con el resto de N ueva España. E n ocasiones sólo el cura servía de vínculo a los habitantes de num erosas villas con la m o n a r­ quía católica, aunque no faltaban las autoridades nom bradas en ciudades más grandes, que cobraban im puestos, perseguían crim inales y adm inistraban justicia en n o m b re del rey. Sólo unas cuantas villas y ciudades tenían u n ayuntam iento, es d e­ cir, u n a co rporación en la que las personas m ás im p ortan tes del lugar p o d ía n encargarse de la ad m in istració n local. P or eso, u na de las dem andas más constantes de las villas era co n ­ tar con su propio ayuntam iento. Q u erían ser gobernadas por quienes habían nacido en ellas, pero las autoridades superiores casi nunca lo aceptaban. M illones de personas en pueblos y rancherías parecían es­ tar aisladas del resto del m undo; no obstante, las afectaban los cam bios que sucedían más allá de sus com arcas. E n la seg u n ­ da m itad del siglo x v m , en la G ran B retaña se in tro d u je ro n nuevas tecnologías para la p ro d u cció n de artícu lo s com o la cerám ica y las telas. M uchos com erciantes los in tro d u c ía n a N uev a España de contrabando, sin pagar im puestos. P o r esta 14 L A IN D E P E N D E N C IA : E L P R IM E R PA SO razón, eran m ás baratos que los fabricados en lugares com o Q uerétaro o Puebla, y la gente los prefería. C uando el n ú m e - ro de productos extranjeros aum entó, quienes los fabricaban en N ueva E spaña dejaron de hacerlo. M uchos artesanos se quedaron sin trabajo y pronto exigieron a las autoridades que se prohibiera com prar artículos traídos de fuera. E n las ciudades, las personas p o d ían percatarse m ejo r de los cam bios que sucedían en el m u nd o y cóm o las afectaban. A lgunas noticias resultaban tem ibles: se supo que en 1793 los franceses habían asesinado a su propio rey y vivían u na época ta n violenta que se le conoció co n el n o m b re de E l T error. La R ev o lució n francesa, que había prom ovido los derechos del h o m b re y del ciu d adan o , fue b ien ap reciada p o r u n as cuantas personas en el v irrein ato , aunque la m ayoría la vio com o u n irresponsable atentado contra el orden establecido. Incluso en N ueva España em pezaron a suceder cosas in u si­ tadas. E n diciem bre de 1794, u n p red icad o r p ro n u n c ió u n escandaloso serm ón en el que negó que N u estra S eñora de G uadalupe se hubiera plasm ado en el ayate de Ju a n D ieg o. A lgo grave pasaba en el m u nd o , pero se tenía co n fian za en que las autoridades p o d ría n en fren tar esos cam bios. O tras transform aciones eran m ás lentas, aunque sus efec­ tos tam bién eran im p ortan tes. A l fin alizar el siglo x v m , la población había crecido de m anera considerable du ran te m ás de u n a centuria, y casi llegó a los seis m illones. Esto, ju n to con la intro d ucció n de nuevas tecnologías, había beneficiado a ciertas industrias, com o la m in era, que contaban con m ás m an o de obra. E n contraste, algunos pueblos em p e za ro n a ten er problem as, pues las fam ilias crecían pero n o así las tie ­ rras que sem braban. E n general, N ueva España era próspera. Las m in as g en erab an riq u ez a que b en eficiab a a ra n c h ero s 15 LA IN D E P E N D E N C IA : E L P R IM E R PA SO y o tro s ag ricu lto res. E llos p ag ab an u n a c o n trib u c ió n a la Iglesia, el diezm o, equivalente a la décim a p a rte de su p ro ­ ducción. Ese im puesto, ju n to con los legados y donaciones que h acían algunas personas ricas, era u tilizad o p ara cons­ tru ir m agníficos tem plos, sem inarios y catedrales. La Iglesia invertía su riqueza de diversas m aneras. O torg ab a préstam os con intereses m uy bajos, que favorecían a to d o tip o de p ro ­ ductores. D e esa m an era se b en eficiaban desde los grandes m ineros hasta los m ás m odestos rancheros. Los com erciantes de N ueva España aprovechaban esa ri­ queza para traer artículos desde Asia y E uropa. A l cruzar p o r cada provincia y ciudad, las m ercancías cubrían u n im puesto conocido com o alcabala. Esto perm itía que se pagara la adm i­ nistración pública, pero encarecía los productos. Los cam inos eran malos y transportar m ercancías se volvía lento y costoso. P o r ello, n o había m u cho com ercio en tre las distintas zonas del virreinato. La grana que producían los pueblos indígenas oaxaqueños se enviaba a los m ercados europeos, p ero n o se v endía en otras regiones de N uev a España. A lgo sem ejante sucedía con el producto más apreciado de N ueva España, que era la plata. E n E uropa y en la lejana C h in a no era extraño en­ contrar dinero con el sello de la Casa de M o n ed a de M éxico. A lre d e d o r de tres m illo n es de p erso n as en los pu eb lo s de in d io s v iv ían de su trabajo co tid ia n o , com o h ab ía n h e ­ cho sus ancestros d u ra n te generaciones. M u cho s p eq u eñ o s ra n c h e ro s n o p o d ía n c o m p e tir co n los g ran d es h a c e n d a ­ dos y re n u n c ia ro n a sus p ro p ie d a d e s o d e ja ro n de p a g a r el a r re n d a m ie n to. E n tie m p o s de se q u ía los p re c io s del m aíz au m en tab an , en pro v echo de los acaparadores y para m a le sta r de los m ás p o b res. Estas c o n d icio n e s re su lta b a n p elig ro sas, pues p o d ía n o ca sio n ar d e s c o n te n to. Las leyes 16 LA IN D E P E N D E N C IA : E L P R IM E R PA SO o to rg ab an p rivilegios y o p o rtu n id a d e s d iferen tes a los d i­ versos sectores sociales. Los m ás b en eficiado s le g a lm e n te eran los españoles, sin im p o rta r si h abían n acido en E spaña o en A m érica. Los prim eros recibían el n o m b re de españoles europeos, peninsulares o gachupines, m ientras que los segundos eran conocidos com o americanos, españoles americanos o crio­ llos. Los h ab itantes de los pueblos o rig in a rio s de A m é rica eran llam ados indios. T enían algunos p riv ileg io s, p e ro d e ­ b ían pagar trib u to y eran considerados incapaces de ejercer ciertos derechos. Los d escendientes de los africanos ta m ­ b ién p agaban trib u to y no te n ía n n in g ú n p riv ile g io legal. A lgunos individuos perspicaces se d iero n cuenta de que la sociedad debía reform arse. El obispo de M ichoacán, A n ­ to n io de San M ig u el, consideraba que era necesario e lim i­ n ar los tributos. A firm aba que las leyes que p ro teg ía n a los pueblos de in d ios se debían ab o lir p ara que estu v iera n en igualdad de condiciones con los españoles. Las ideas tam b ién estaban cam biando. A parecieron algunos periódicos para que el público se ilustrara, es decir, tu v iera elem entos de ju ic io que le p erm itiesen actuar en beneficio de todos. Se fu n d a ­ ro n nuevos establecim ientos, com o el C olegio de M in e ría, donde los científicos ensayaban nuevas técnicas. M uchos de ellos tam b ié n estaban interesados en d e m o stra r al m u n d o que en estas tierras se p ro d ucían co n o cim ien tos útiles p ara la sociedad. P or eso, colaboraron con las investigaciones del jo v en científico alem án A lexander v on H u m b o ld t, que visi­ tó N uev a E spaña en 1804. E l siglo x i x anunciaba nuevas dificultades para los h ab i­ tantes de N ueva España. E n E uropa, N ap o leó n había fo rm a­ do u n im p erio que m uy pronto reanudó las hostilidades que desde tiem p o atrás Francia ten ía co n G ran B retaña. E l rey 17 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R PA SO español fue obligado a pelear del lado de los franceses y p o r lo m ism o necesitaba cada vez m ás recursos para su ejército y su arm ada. E n 1804, Carlos IV decretó que la Iglesia católica de sus dom inios am ericanos debía enviar su capital líquido a España. La Iglesia servía de banco en N ueva España, p o r lo que las personas que ten ían préstam os tu v iero n que pagarlos para satisfacer esa real ord en. Q u ien es no p u d ie ro n pagar, p e rd ie ro n sus propiedades. M ás de diez m illo n es de pesos salieron ru m b o a E spaña en cu m p lim ie n to de esa m ed id a. M in ero s, hacendados y ranch ero s se q u e d a ro n sin capital. Incluso los pueblos de indios en treg aro n la en o rm e sum a de más de seiscientos m il pesos. E n Y ucatán, cuando se presentó u n a sequía, esos pueblos n o tu v ie ro n d in ero para co m p ra r m aíz. A lgo sem ejante pasó en otros lugares. Los m in e ro s de N uev a E spaña p ro d u c ían m ás de la m itad de la plata de todo el m u nd o , p ero se q u ed aron sin dinero suficiente para in v e rtir en sus negocios o en otras m inas. La p ro sp e rid a d había llegado a su fin. El en f r en t a m i en t o c o n l a c r i si s, 180 8- 18 10 D esde 1805, el Diario de M éxico inform aba de las novedades de E uropa. Las noticias eran cada vez m ás alarm antes. Lo p e o r era que se sucedían con gran rapidez. A com ienzos de 1808, se supo de u n m o tín en A ranjuez, España, que obligó al rey Carlos IV a renunciar a la corona. Ese m o tín había sido oca­ sionado p o r el propio hijo del m onarca, F ernando, en co n tra del favorito de los reyes, M an uel Godoy, quien ten ía en o rm e in flu e n c ia en la p o lítica española. Pocas sem anas después, las gacetas y los p erió d icos in fo rm ab an que to d a la fam ilia 18 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R PASO real había viajado a Francia para entrevistarse con N apoleón. Los reyes se vieron obligados a ren u n ciar al tro n o fren te al em perador francés, quien nom bró a su h erm an o losé B o n a - parte com o nuevo soberano de España. Los novohispanos se hallaban desconcertados. M uy pronto habría nuevas noticias. E l pueblo español se había levantado en arm as e n co n tra de las tropas francesas, lo que ocasionó júbilo, pero en breve se conocieron las derrotas del levantam iento popular. Los españoles que se o p usieron a los franceses se o rg a ­ n iz a ro n en ju n tas, encargadas de g o b e rn ar sus regiones en n o m b re de F ernando, el hijo de Carlos IV, q u ien fue re c o ­ n o cid o com o m o narca y se hallaba preso en Francia. E sto represen tab a u n p ro b lem a m u y serio para las au to rid ad es del v irreinato : ¿a quién debían obedecer? E l 19 de ju lio de 1808, el A yuntam iento de la ciudad de M éxico, encabezado p o r Francisco P rim o de V erdad y José Francisco de A zcára- te, p ro p u so que p o r n in g ú n m o tiv o 's e re co n o ciera a José B onaparte, pues se le consideraba usurpador. El virrey José de Itu rrig aray aceptó con gusto esa propuesta, p ero eso n o so ­ lu cionaba el pro b lem a de que, en la p ráctica, n o h ab ía u n gobierno en España al cual se obedeciera. Para resolver esta crisis, el m ism o A yuntam iento sugirió el establecim iento de u n a ju n ta de autoridades en el v irrein ato para que se hiciera cargo del gobierno. Esta p ro p uesta se fu n d ab a en el p ro p io ejem plo español, pues en la península ibérica se habían erigi­ do varias juntas. Los m iem bros del A yuntam iento de M éxico tam bién aseguraron que las antiguas leyes p erm itían , en u n a situación de em ergencia, que la capital del reino convocara u n a re u n ió n de autoridades p ara e n fre n ta r los p ro b lem as. Sin em bargo, la R e a l A ud ien cia de M éx ico — el suprem o trib u n a l de justicia— consideró innecesaria y peligrosa u n a 19 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R PA SO ju n ta y reprochó al A yu n tam ien to que elaborara iniciativas en nom bre de to d a N uev a España. D u ra n te las sem anas sig u ientes, las d iscu sio n es e n tre quienes p ro p o n ía n u n a ju n ta y quienes p ensaban que nada debía m odificarse se volvieron m ás agrias. N u n c a lo g raro n p o n erse de acu erd o , salvo en que p e rm a n e c e ría n leales a F ernando V II. A l fin alizar agosto, llegaron al v irre in a to dos representantes de u n a de las ju n tas españolas, la de Sevilla, que se había proclam ado gobernadora de todos los dom inios españoles, incluidos los de A m érica. P oco después se re c i­ b iero n cartas de la Ju n ta de A sturias, que tam b ién p ed ía ser reconocida com o el suprem o gobierno. A nte esta situación, el v irrey decidió n o reco n o cer n in g ú n g o bierno en España, n i a las ju n tas n i a José B onaparte. U n o de los integrantes de la A udiencia, Jacobo de V illau- rrutia, se percató de que, al no haber gobierno en España, las autoridades del v irre in a to eran p rácticam en te autónom as y p o d ía n actuar de m an era arbitraria. U n fraile de o rig en p e ­ ru an o , M elchor de T alam antes, elaboró varios d o cu m en to s en los que planteaba que la caída de la m o n a rq u ía española dejaba in d e p e n d ie n te a N u ev a E spaña y que, p o r lo tan to , debían tom arse m edidas para organizar u n gobierno propio, sujeto a leyes b enéficas p ara to d a la n ació n , té r m in o que, para T alam antes, incluía a todos los españoles y sus descen­ d ien tes en el N u e v o M u n d o. E l riesgo de n o fo rm a r u n congreso que hiciera leyes era que las autoridades, co m o el v irrey o la A udiencia, p o dían actuar sin control alguno, pues no respondían ante n in g u n a autoridad superior. Los tem ores de personas com o V illau rru tia y T alam antes m uy p ro n to se volvieron una terrible realidad. Los opositores a la idea de conv o car u n a ju n ta o rg an iz aro n u n a co n spira- 20 LA IN D E P E N D E N C IA ; EL P R IM E R PASO ción, en la que incluyeron a los poderosos com erciantes y a las autoridades de la Iglesia. La noche del 15 de septiem bre -de 1808, u n grupo de hom bres arm ados y dirigidos p o r u n hacendado de la región de T em ixco apresó al v irre y Itu rri- garay, a los integrantes del A yuntam iento y a otras personas. Los acusaron de querer separar el v irreinato de España. A la m añ an a siguiente, declararon que to d o lo h abían hech o en ben eficio del pueblo y en su nom b re. F o rm aro n u n nu ev o gobierno, cuyo o rig en era ilegal. M uy pronto se presentaron protestas en contra de ese acto violento. E n la ciudad de M éxico hubo algunas m ovilizacio­ nes populares, pero el nuevo virrey, P edro Garibay, apresó a quienes las organizaron. C ontaba con el respaldo de in stitu ­ ciones com o la Inquisición. M ientras tanto, en E spaña, las juntas se unieron en u n solo órgano de gobierno, llam ado J u n ­ ta C en tral, que de in m ed iato fue reconocido p o r G aribay, p o r la A udiencia y p o r el arzobispo Francisco X avier Lizana. La J u n ta C e n tral p ro c u ró o b te n e r el apoyo — en esp e­ cial e c o n ó m ic o — de los d o m in io s españoles en A m érica, para lo cual solicitó que cada v irrein ato y capitanía en v iara u n representante. Esta m ed id a fue de enorm e im p o rtan cia , pues p o r prim era vez el gobierno español invitaba a los am e­ ricanos para p articip ar en la to m a de decisiones de to d a la m o n arq u ía. E n los ay u n tam ie n to s de las capitales de cada p ro v in c ia se h iciero n elecciones, en las que se p ro p u siero n candidatos para enviar a la Ju n ta. Los nom bres de todos los electos se enviaron a la ciudad de M éxico, d onde el A y u n ta­ m iento votó por tres personas. U n sorteo dio com o resultado al vocal de N ueva España en la Ju n ta C en tral, el tlaxcalteca M ig u el de Lardizábal, quien ya no tuvo tiem po de integrarse en la m encionada Junta. 21 LA IN D E P E N D E N C IA : E L P R IM E R PASO E n -N u e v a E spaña las o piniones estaban divididas. P o r u n lado, m uchas personas estuvieron dispuestas a apoyar al gobierno español. D em o straro n su lealtad al rey a través de num erosos préstam os y donativos que alcanzaron la fabulosa cantidad de más de doce m illones de pesos entre 1808 y 1811. Sin em bargo, otras personas creían que el gobierno era ilegal y que debía form arse u na ju n ta en N ueva España. E n varios lugares com o O axaca, Sultepec y la propia ciudad de M éxico se organizaron grupos para evitar que N ueva España quedara bajo el d om inio de N apoleón. Ju lián de Castillejos, u n ab o ­ gado originario de Tehuacán, publicó en 1809 u n a proclam a en la que advertía el peligro de perm anecer unidos a España, pues ésta había caído ya en m anos de los franceses. El gobierno virreinal form ó un a Ju n ta de Seguridad y B uen O rden, encar­ gada de perseguir a quienes prom ovieran la idea de separarse de España. A ntes de concluir ese año, la Ju n ta descubrió u n grupo en Valladolid (M orelia). Lo culpó de instigar a la pobla­ ción indígena para oponerse al pago de tributos y de prom over la independencia, aunque según M ariano M ichelena, u n o de los arrestados, esas acusaciones eran falsas. E n los sig u ie n te s m eses m u ch as p erso n as m ás fu e ro n arrestadas. E n sep tiem b re de 1810, las au to rid ad es d escu ­ b riero n unas reuniones que se desarrollaban en Q u e ré ta ro y San M ig u el el G rande. Ignacio A llende, M a rian o A basólo, Ju an A ldam a y la m ism a esposa del corregidor de Q u erétaro , d o ñ a Josefa O rtiz , h ab ían acordado d esco n o cer c u a lq u ie r gobierno que m an tu v iera la u n ió n con España. M ig u e l H i­ dalgo, cura del pueblo de D olores, q u ien tam b ié n se hallaba involucrado en esas reuniones, tom ó la decisión de convocar a sus feligreses la m añ an a del 16 de septiem bre. H u b o m u ­ chos m otivos para que la gente se le uniera. A lgunas personas 22 LA IN D E P E N D E N C IA ! EL P R IM E R PASO lo siguieron p o r el m iedo a caer en m anos de N ap o leó n. E n el Bajío, los precios del m aíz h ab ían subido p o r las m alas cosechas y p o rq u e los grandes p ro d u cto res lo acaparaban. Eso tam bién generó descontento y facilitó que m u cha gente se u niera a la rebelión. O tro s aprovecharon la situación para llevar a cabo u n an tig u o reclam o: que cada v illa estu v iera gobernada p o r la gente que había nacido en ella. E n los luga­ res p o r donde las tropas de H idalgo y A llende ib an pasando, q uitaban el m ando a los gachupines y se lo daban a los espa­ ñoles am ericanos. D u ra n te las p rim eras sem anas, la rebelió n o b tu v o n u ­ m erosos apoyos. Pobres y ricos p ensaron que la in su rrecció n era un a alternativa para que los am ericanos p u dieran hacerse cargo de su propio gobierno y evitaran caer en m anos de los franceses. Sin em bargo, la violencia y la m u e rte que se iba sem brando p rovocaron tem or. La ocupación y el saqueo de G uanajuato p ro d u jero n desaprobación. E n V alladolid, M i­ guel H idalgo organizó u n gobierno criollo y dictó reform as — inspiradas en el pensam iento de quien había sido su obis­ po, A nto n io de San M ig u el— para m ejorar las condiciones de los pueblos indígenas, de los descendientes de africanos y, en general, de los sectores sociales m ás desprotegidos. P o r supuesto, esas m edidas g en e raro n sim patías e n tre m u ch as personas ilustradas, pero otras re c h a z á ro n la violencia. A lgunos destacados personajes, com o A g u stín F e rn á n ­ dez de San Salvador, re cto r de la U niversidad de M éx ico y célebre abogado, acusaron a los dirigentes de la in su rrecció n de provocar la desunión. M anuel A bad y Q ueip o , que había sido am igo personal de H idalgo, lo condenó y excom ulgó. G ran parte de la po blació n de las ciudades vio co n b u en o s ojos las m edidas enérgicas que el nuevo v irre y F ran cisco 23 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R P A SO X a v ie r V enegas to m ó en c o n tra de los rebeldes,. C u a n d o los insurgentes o cu p aro n la ciudad de G uadalajara, fu e ro n com batidos p o r u n poderoso ejército encabezado p o r Félix: Calleja. E n enero de 1811, a las afueras de esa ciudad, M ig u el H id a lg o , Ig n acio A llen d e y las fuerzas rebeldes se v ie ro n derrotados. Los restos del ejército in su rg ente h u yero n hacia el n o rte, pero p ro n to sus dirigentes fu ero n arrestados y eje­ cutados. E l proyecto para refo rm ar la sociedad, fo rm ar un a ju n ta y e n tre g a r el g o biern o a los am ericanos q uedaba, de m om ento, cancelado. El l i b er a l i sm o , 18 10 - 18 14 E l caso de N u ev a España no era único. E n todos los d o m i­ nios de la m onarquía católica h u b o proyectos para establecer ju n tas de gobierno ante la falta del rey, aunque las que se for­ m aro n en A m érica ten ía n algunas características diferentes a las de España. Si en principio se h abían erigido com o in s­ tituciones transitorias de gobierno, con el tiem p o ex ig iero n que se reco n o ciera a los criollos el derech o a g o b e rn a r sus propias provincias y localidades. A lgunas de ellas se neg aro n a obedecer alas autoridades españolas. Caracas, B uenos Aires y C undinam arca, entre otras ciudades, in iciaro n el cam in o a la in dependencia. La m o narq u ía católica se fracturaba. M ientras tanto, en España las instituciones provisionales de g o b iern o tam b ié n p ro m o v ie ro n cam bios en la o rg a n i­ zación de la m o n a rq u ía, p e ro en u n sentido d iferen te. E n 1810, la J u n ta C e n tra l convocó a elecciones para r e u n ir u n congreso — al que llam aron C o rtes— en el p u erto de Cádiz, u n o de ]ps pocos, lugares, que perm anecían libres de las tropas i.y............. 24 ' > LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R PA SO francesas. Lo m ás notable de ese proceso era qu e los d ip u ­ tados de las C o rtes serían electos en todos los d o m in io s de la m o n arq u ía, incluidas A m érica y Asia, cuyos h ab itantes ten d rían iguales derechos que los nacidos en España. Las elecciones se llev a ro n a cabo. Sin em b a rg o , m u y p ro n to algunas personas se d iero n cuenta de las diferencias en las m aneras de elegir a los diputados. E spaña te n d ría le ­ gisladores que rep rese n taría n a las ju n ta s pro v isio n ales de gobierno, a ciertas ciudades privilegiadas y a la población de las provincias, en razón de u n diputado p o r cada cin cu en ta m il personas. E n cam bio, en A m érica sólo h ab ría u n represen ­ tan te p o r cada p ro v in cia. Las provincias h isp a n o a m e ric a ­ nas te n ía n en to tal m ás de q u in ce m illones de h ab itan tes, m ientras que en la p enínsula ibérica había diez m illones de españoles; con este m étodo, sin em bargo, h ab ría m ás re p re ­ sentantes de la p en ín su la que de toda A m érica. E n N ueva E spaña la noticia de la re u n ió n de las C o rtes fue b ien recibida. M u y p ro n to se h ic ie ro n las elecciones, en las que p articip aro n los regidores y alcaldes de los a y u n ­ tam ientos. La gente nacida en el v irre in a to p a rtic ip ó en la asam blea encarg ada de h acer u n a C o n s titu c ió n para to d a la m onarquía. M uchos de los diputados novohispanos tu v ie ­ ro n un a p articipación relevante en los debates. José M ig u el G u rid i y A lco cer — n acido en T la x c ala— fue u n o de los m ás ferv ien tes defensores de la ig u ald ad de d erech o s e n ­ tre E spaña y A m érica. E n varias o p o rtu n id a d e s exigió que Elispanoam érica tuviera el m ism o nú m ero de representantes que la m etrópoli. N o tuvo m ucho éxito, pues los diputados nacidos en España, que eran m ayoría, siem pre se opusieron a esas dem andas. M ig u el R a m o s A rizpe — q u ie n p ro v en ía de C o a h u ila— consig uió que las C o r tes establecieran u n a LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R P A SO in stitu c ió n de gobierno local, las diputaciones provinciales, encargadas del bienestar de cada u n a de las regiones. P o r su p ar te , el p oblano A nto n io P érez M a rtín e z.d e fe n d ió e n tid a - des m ás tradicionales, com o la In q u isició n , que en N u e v a España era m uy respetada. E n 1812, las C o rte s p ro m u lg a ro n u n a C o n s titu c ió n. C o m o su objetivo era p ro teg er los derechos de los ciudada­ nos, se le calificó de liberal, té rm in o que se relacionaba con la generosidad. D esde entonces, los defensores de la C o n s ti­ tu ció n se conocieron com o liberales y se llam ó liberalism o al pensam ien to que prom ovía la p ro tecció n de los derechos de los ciudadanos. A lo largo del siglo x ix , el liberalism o sería u n a co rrien te de pensam iento y acción política que buscaba construir u n gobierno fundado en la voluntad de las personas y no en u n origen divino. Para quienes se describieron com o liberales, la tarea más im p o rtan te del gobierno era garantizar los derechos de los individuos. Las instituciones debían tener la fuerza suficiente para m an ten er el o rd en y al m ism o tie m ­ po estar acotadas para no tran sg red ir esos derechos. E n sus prim eros artículos, la C o n stitució n de 1812 señaló que la soberanía radicaba en la n ació n española, y qu e ésta in clu ía a to d os los h ab itantes de E spaña, H isp a n o a m é ric a y alg u n o s lugares de Asia y de A frica. N i antes n i después n in g ú n país constituyó, com o h izo España, u n a n ació n ta n g rande, co n gen te de tanteé lugares del m u n d o. La n ac ió n se d e fin ía com o el co n ju n to de personas sujetas a las m is­ m as leyes y co n los m ism os derech o s. E l g o b ie rn o de esa g ran n ació n estaría integrado p o r tres poderes. E l p o d e r de h acer las leyes estaría en las C o rtes y el rey; el de eje c u ta r­ las en el p ro p io rey, y el de v ig ilar su c u m p lim ie n to en u n Suprem o T rib u n al de Justicia. Las C o rtes serían electas p o r 26 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R PA SO los ciudadanos. Tanto los descendientes de españoles com o los in d ígen as serían considerados, a p a r tir de ese m o m e n to , com o ciudadanos iguales. F,n cam bio, no se. d iero n los..mis-.. m os derechos a los que ten ían ascendencia africana. Los d i­ putados creían que esas personas eran co rrup tas y que, p o r lo m ism o, no p o d ía n h acer u n a b u e n a elecció n. P o r eso, sólo se les p e rm itiría gozar de todos los derechos p olíticos cuando dem ostraran tener las suficientes virtudes. T am poco eran tom adas en cuenta para d eterm in ar el n ú m ero de d ip u ­ tados. S egún la C onstitución, debía haber u n representante p o r cada setenta m il almas, pero excluyendo a la gente con antepasados africanos. Esta m ed id a fue im p u lsad a p o r los diputados peninsulares para evitar que los h isp ano am erica­ nos tuvieran m ayoría en las C ortes, pues en H ispanoam érica había u n gran n ú m ero de descendientes de africanos. La C o n stitu ció n y las dem ás leyes liberales de las C o rte s fu ero n recibidas co n jú b ilo en N u e v a E spaña. La lib e rta d de prensa, u n o de los derechos de los ciudadanos, im p ulsó el nacim ien to de varios periódicos, com o E l Pensador M e x i­ cano, publicado p o r José Jo aq u ín F ernández de L izardi, y E l Juguetillo de C arlos M aría de B u stam ante. E stos escritores p ro m ov iero n la participación de los.ciudadanos para ejercer sus derechos, en especial el de votar. T am b ién se o rg an iza­ ro n las prim eras elecciones populares en N u ev a España. E n los últim os m eses de 1812 y a com ienzos de 1813, todos los hom bres m ayores de edad — salvo los descendientes de afri­ canos y otros casos particulares— fu eron llam ados a p a rtic i­ par en las elecciones m unicipales. Los com icios se h icie ro n en las parroquias de los pueblos, villas y ciudades, y aunque es im posible d eterm in ar cuántos ciudadanos salieron a votar, la participación sorprendió a las autoridades. 7 27 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R PASO... Las elecciones fueron m o tiv o de festejo en alg u n o s lu­ gares. Se realizaba u n a solem ne cerem o n ia religiosa, se es-.ta.b1.ecia.una-mesa...presidida.por..la gen te m ás-notable de la localidad, com o el cura y el subdelegado. A continuación, los ciudadanos se presentaban ante la m esa y ahí m en cio n ab an en voz alta o p o r escrito el nom bre de las personas p o r las que q u erían votar. M erece la pena señalar dos cosas. E n p rim e r lugar, que — pese a la C o n stitu c ió n — tam b ién p articip aro n m uchos descendientes de africanos. E n segundo lugar, que el proceso para elegir a los m iem bros de los ayu n tam ien tos era indirecto en segundo grado; es decir, los ciudadanos votaban p o r algunas personas, las que a su vez se reun ían en u n a ju n ta para decidir quiénes serían los regidores y los alcaldes. E n la ciudad de M éxico, la p rim era etapa de las eleccio­ nes tu v o u n resultado que no se esperaban las autoridades. M u ch a gente, en u n am b iente festivo, ejerció sus derechos políticos. La m ayoría de los h om bres electos estaba a favor de que los criollos se encargaran del gobierno de sus propias provincias. M ás aún, algunos sim patizaban con los in su rg en ­ tes y los h abían apoyado. F o rm ab an p arte de u n a sociedad secreta conocida con el n o m b re de G uadalupes, que enviaba in fo rm ació n y otros recursos al cam po de los que peleaban a favor de la independencia. P or estas razones, las au to rid a­ des superiores se alarm aro n y d ecid iero n suspender ta n to las elecciones com o la lib ertad de prensa. La C o n stitu c ió n de C ád iz re q u ería u n a re o rg a n iza ció n com pleta de las instituciones de la m o narq u ía española.- E n ­ tre otras cosas, desaparecía la fig u ra del virrey. E n su lugar, fue establecido u n jefe político que no tenía el en o rm e p o ­ der que antes habían ten id o los virreyes. La A udiencia, que tam b ién había in terv e n id o en asuntos ad m in istrativ o s y de 28 LA IN D E P E N D E N C IA : E L P R IM E R P A SO gobierno, se co n v irtió en u n trib u n a l de ju sticia. T am b ién se prohibió que los jefes políticos tu v ieran m andos m ilitares. E n u n a situación de guerra com o la que se vivía en N u e v a España, estas m edidas p o dían debilitar a las autoridades. P or eso, Francisco X avier Venegas im pidió que se aplicaran al­ gunas disposiciones de las C ortes. E n 1813, F élix C alleja fue n o m b ra d o p o r el g o b ie rn o español virrey de N ueva España y presidente de la A udiencia de M éxico. R esu lta curioso que haya recibido ese n o m b ra­ m ien to , pues la C o n stitu c ió n había desaparecido el títu lo de virrey. C alleja p ro c u ró , en p rin cip io , a c tu a r se g ú n las nuevas leyes: lim itó el p o d e r de la A ud ien cia, o rd en ó que se realizaran las elecciones y fom entó el establecim iento de ay u n tam ien to s. T am bién aplicó las m edidas fiscales de las C ortes, que prescribían que todos los habitantes de la n ació n pagaran im puestos, algo que resultaba m uy conveniente para el gobierno en tiem pos de guerra. Los actos de C alleja iban encam inados a u n ú n ic o fin: destru ir el m o vim iento insurgente. P o r eso p erm itió que se establecieran ayuntam ientos, pues un a de las prim eras m e d i­ das que tom ó para defender el orden virreinal había sido dejar que los pueblos y villas se arm aran en contra de los rebeldes. D e esa form a, las leyes de las C ortes que favorecían al gobier­ no en la g uerra fueron bienvenidas p o r Calleja. E n cam bio, decidió suspender la aplicación de las que hab rían debilitado su autoridad. M ientras en otras provincias com o Y ucatán y G uadalajara ya se habían establecido las diputaciones p ro v in ­ ciales, la de M éxico se instaló m uy tarde, en 1814, pocos días antes de que fuera abolida la C onstitución de Cádiz. A l fin a liz a r 1813, las tropas francesas que h ab ía n o c u ­ pado la península ibérica sufrieron m uchas derrotas en to d a 29 LA IN D E P E N D E N C IA : E L P R IM E R PASO E u ro p a y em pezaban a replegarse. F ern an d o V II re cu p eró su lib e rta d y se trasladó a E spaña para o cu p ar su tro n o. E l ______ g o b iern o lib eral esperaba que ju rara la C o n s titu c ió n para reconocerlo com o m onarca, pero algunos diputados ten ía n dudas acerca de las nuevas leyes y p id ie ro n al rey que d i­ solviera las C o rtes. U n o de esos diputados fue el p o b la n o A n to n io Pérez M artín ez. N o favorecía el absolutism o, pero desde su p u n to de vista la C o n stitu ció n de C ádiz y las leyes de las C ortes eran dem asiado revolucionarias y, p o r lo m is­ m o, peligrosas. Fernando V II desconoció a los gobiernos establecidos en España desde 1808, disolvió las C o rtes y anuló la C o n s titu ­ ción. M uchos de los diputados m ás liberales, com o M ig u el R a m o s A rizpe, fu ero n apresados y llevados a los tribunales. E n distintos lugares se p resen ta ro n m uestras de resistencia contra estas m edidas, pero la oposición fue m ín im a. E l rey contaba con u n am plio respaldo de grupos poderosos, com o la Iglesia y la nobleza, así com o de sectores populares. M u ­ cha gen te tratab a de o lv id ar los años de g u e rra y p ensaba qu e se p o d ía regresar a la situación p rev ia a la in v asión de los franceses. E n N u e v a E spaña, el v irre y C alleja disolvió las in s ti­ tuciones establecidas p o r las nuevas leyes. Las d iputaciones provinciales y los ay untam ientos constitucionales desapare­ ciero n , aunque n o siem pre se p u d ie ro n restablecer las in s­ titu cio n es anteriores. La g u e rra había ocasionado cam bios profundos. P or o tra parte, C alleja m an tu v o algunas disposi­ ciones de las C ortes — com o las fiscales— que le convenían. La Inquisición se reinstaló y destacados m iem bros de la Igle­ sia p ro m ov iero n u n a cam paña de lealtad a la corona. E n los — serm ones se exaltaba el regreso de F ernando VII al tro n o y 30 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R PASO se aseguraba que la paz por fin regresaría. A lgunos estim aron que el liberalism o y la in su rg encia h ab ían p re te n d id o des- tr u ir la religió n y que la ú n ica lib ertad para el ser h u m a n o era la que se po día alcanzar a través de la fe. M uchos de los habitantes de N ueva España adm itieron de b u en grado estos argum entos, pues atribuían u n a gran im p o rtan cia a su reli­ gión en la vida cotidiana y co n m iras a la salvación etern a. Sin em bargo, no todos aceptaron esta situación. La i n su r g en c i a , 1811-1815 La guerra fue, ju n to con el liberalism o, un o de los elem entos que co n trib u y ero n a la caída del orden tradicional de la m o ­ narquía católica. La insurrección iniciada en 1810 había sido m u y d eso rd en ad a y ocasionó te m o r p o r su v io len cia. N o obstante, tam b ié n p ro c u ró llev ar a cabo algunas reform as sociales, com o la abolición de trib u to s y de la esclavitud. La m u erte de los prim eros caudillos de la in su rg encia en 1811 no detuvo el curso de la guerra. E n algunas regiones su rg ie­ ro n m o v im ien to s sociales que co m b atían el o rd en español. E n Z itácuaro, en los lím ites de la provincia de M éxico co n la de M ichoacán, Ignacio R a y ó n — por encom ienda del propio H id alg o — estableció u n organism o de gobierno com puesto p o r tres vocales, al que llam ó Suprem a Ju n ta N acional A m e ­ ricana. E l p ro p io R a y ó n , ju n to co n José S ixto V erduzco y José M a ría Liceaga, había in teg rad o la J u n ta en n o m b re de F ernando V II, cuando éste todavía estaba preso en Francia. Ig n acio R a y ó n consideraba que las ju n ta s españolas no ten ía n derecho a g o bern ar en A m érica, pues no había am e­ ricanos en-ellas.S in-em bargor sabía que las-C ortes de C ád iz 31 LA IN D E P E N D E N C IA ; EL P R IM E R PA SO se habían integrado con diputados de to d a la m o n a rq u ía es­ pañola, incluidos los de N uev a España. T am b ién era cons- ciente de que la C o n stitu c ió n p ro m u lg ad a p o r esas C o rte s resultaba m uy atractiva para los am ericanos, pues les o to rg a­ ba derechos. Esto era u n reto para los insurgentes: si querían triu n fa r d ebían o frecer leyes e in stitu cion es parecidas a las del o rd en lib eral español. P o r eso, en se p tiem b re de 1812 R a y ó n publicó unos textos conocidos com o E lem entos cons­ titucionales, que serv irían de base para el g o bierno alterno. E n los E lem entos constitucionales resaltaba la defensa de la religión católica. A l m ism o tiem po, se reconocía el principio de la soberanía p o pu lar, la garantía de los derechos básicos del ciudadano, la ap ertu ra com ercial y el auto g o b iern o. Se­ g ú n este proyecto, el gobierno provisional estaría en m anos de la Ju n ta, que sería in teg rad a p o r cinco vocales, de m o d o que hacía falta n o m b ra r a dos más. La in su rre c c ió n en N u ev a E spaña afectó m u y distintas regiones. E n Zacatecas se estableció u n gobierno am ericano que duró poco tiem po. E n San Blas y Tepic, José M aría M e r­ cado encendió la llam a de la rebelión p o r u n breve perio d o. E n Texas, B e rn ard o G u tié rre z de Lara declaró la in d e p e n ­ dencia en abril de 1813, apoyado p o r tropas en las que había m uchos estadounidenses. G uanajuato fue, quizá, la provincia que más padeció la insurrección, pero tam bién en ciertas re ­ giones de la de G uadalajara o N ueva G alicia y de M ichoacán h ubo dirigentes rebeldes que m an tu v iero n p o r varios años la o p ción arm ada de la independencia, com o G o rd ia n o G u z- m án y José A n to n io T orres. E n los Llanos de A pan y en la Sierra N o rte de P uebla, José Francisco O so rn o o rg an izó el D e p a rta m e n to del N o rte , que contaba co n u n g o b ie rn o y era capaz, de recolectar im puestos. En las regiones co n tro la- 32 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R PASO das p o r hom bres com o R a y ó n y O so rn o se decretó que los bienes de los españoles serían de la nación. La p ro d u c c ió n de ranchos y haciendas servía para sostener la causa. Los insurgentes tam bién se p reo cu paro n p o r satisfacer las n e c e ­ sidades espirituales de la gente, de m odo que insistieron a los eclesiásticos que sum inistraran sacram entos en los territorios que iban liberando. Tal vez el m ás destacado de los caudillos de la in d e p e n ­ dencia fue José M aría M orelos. D esde finales de 1810 había salido de su parroquia en C arácuaro, para to m ar el p u erto de Acapulco, según le había in struido H idalgo. La cam paña fue breve y no consiguió su objetivo, pero en cam bio logró que algunos de los m ás im p o rtan tes terraten ien tes de la re g ió n se le unieran, com o la fam ilia Galeana. T am bién form uló u n p lan de gobierno am ericano, en el que resum ía algunas de las propuestas del m ism o H idalg o. Señalaba la im p o rta n c ia de proteger la religión, ordenaba despojar de los em pleos p ú ­ blicos a los gachupines y entregarlos a los criollos, p ro h ib ía la salida de m etales preciosos, abolía las distinciones de castas, establecía la igualdad entre todos los am ericanos y obligaba a la restitución de las tierras que habían sido arrebatadas a las com unidades. Las acciones m ilitares de M orelos fu ero n m u y exitosas en 1811. P or ello fue designado cu arto vocal de la Ju n ta N a ­ cional A m ericana. E l ejército de M orelos ocupó poblaciones im p ortan tes, com o C hilapa, T axco, Izúcar y C uautla. C o n ­ siguió el apoyo de otros terratenientes, com o los m iem b ro s de la fam ilia Bravo, y de u n sacerdote o rig in ario de T la x c a - la, M ariano M atam oros, q u ien resultó tener brillantes dotes m ilitares. Ese m ism o año se in co rp o ró a sus tropas M a n u e l - de M ier y Terán, un estudiante del C olegio de M inería que 33 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R P A SO destacaba al fren te de la artillería. A l em p ezar 1812, la es­ trella m ilita r de M orelos iba en ascenso. P laneó d irig irse a -Puebla, m n 1n q n p h a b r í a i n f e r r n m p i d o el co m ercio de la ciudad de M éx ico co n V eracruz. Sin em bargo, e n febrero fue sitiado en C u au tla p o r las tropas de F élix C alleja. D e s­ pués de más de dos meses de constantes asedios y padeciendo h am b re y sed, M o relo s co n sigu ió h u ir de la ciu d ad. P ara C alleja fue h u m illa n te h ab er dejado escapar co n v id a a los principales jefes de la in su rre cc ió n , p ero ta m b ié n fue u n a d erro ta para los insu rg entes, quienes se p e rc a ta ro n de que sus fuerzas no eran suficientes para o cu p ar plazas m ayores com o la poblana y, m ucho m enos, la ciudad de M éxico. P or ello, M orelos tom ó la decisión de d irig ir sus arm as hacia u n a ciudad capital, pero que no era de tanto peso en térm in o s de su centralidad en el v irreinato : O axaca. E l sitio de C u a u tla tu v o o tra co n secu en cia grave. Los dos m eses de hostilidades ocasionaron tantas m u ertes d e n ­ tro de la ciudad y la po blació n quedó ta n d eb ilitada p o r la falta de alim en tos y de agua, que m u y p ro n to h ic ie ro n su aparición unas “ fiebres m isteriosas”. D u ra n te los m eses si­ guientes, el tifo se extendió p o r Puebla. N o se sabe cuántas personas m u rie ro n en esa p ro v in cia n i cuántas otras en las regiones co ntroladas p o r los in su rg entes. S in em b arg o , en 1813, en la ciudad de M éxico se registraron cerca de veinte m il defunciones y más de treinta m il en los distritos cercanos a la capital. Estos datos dan idea del tam añ o de la catástrofe. La m o rtan d ad es u n factor que explica p o r qué los rebeldes em pezaron a p erd er apoyo después de esa fecha, pues m uchas localidades se estaban despoblando. A fin ales de 1812, M orelos co n sig u ió to m a r O ax ac a. Pronto se percató de que tenía pocas sim patías en tre los g ru - 34 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R PASO pos poclerosos de la ciudad. Sólo u n o de los altos dignatarios eclesiásticos de la catedral oaxaqueña, José de San M a rtín , se declararía-partidario d e i a independencia,-La-m ayoría-de-los- com erciantes, terratenientes, burócratas y eclesiásticos eran leales a la corona española. Para ganar apoyo, M orelos p ro ­ m ovió que el q u into vocal de la Ju n ta N acional A m erican a fuera electo p o r las principales corporaciones oaxaqueñas. El nom bram iento recayó en José M aría M u rg u ía y G alardi, u n rico com erciante de la región. E n 1813 llegó a O axaca u n abogado y periodista que había participado en las elecciones en la ciudad de M éxico, bajo el régim en de la C onstitución de Cádiz. Carlos M aría de B usta- m ante era perseguido por el gobierno de Francisco X avier V e- negas a raíz de su defensa de los derechos que la C o nstitución otorgaba a los ciudadanos. Esta experiencia lo convenció de que el gobierno m onárquico era por naturaleza autoritario y nunca respetaría las leyes liberales. Entonces propuso a M orelos la reunión de u n congreso, de una asamblea que redactara una constitución parecida a la de Cádiz, pero con un a diferencia: no tendría rey, sino que sería un a constitución republicana. Para entonces, la Ju n ta N acional A m ericana tenía serios problemas. Verduzco, Liceaga y R ay ó n se disputaban el m an ­ do y, en la práctica, actuaban po r separado. Esta situación fue aprovechada p o r M orelos, que convocó a u n a re u n ió n del C ongreso. A l tiem p o que se d irig ía a la conquista de A ca- pulco, organizó elecciones. Sólo p udo ser electo José M an uel de H errera, diputado de T ecpan, u n a pro v incia creada p o r los insurgentes en el sur p o r el m o vim ien to in ten d en tista de M éxico. Los dem ás diputados fu eron electos p o r las p ro v in ­ cias. El 13 de septiem bre, el C on g reso se instaló de m an era solem ne en C h ilpancingo. “TTCV7VC"C""T V - A i i / 35 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R PA SO..... A diferencia de la propuesta de Ignacio R ay ó n y de la J u n ta N acio n al A m erican a, José M a ría M orelos estaba d e ­ cidido a ro m p er p o r com pleto con la m o n a rq u ía española. U no de sus m ás im portantes ideólogos, José M aría Cos, había expresado ya — en su Plan de p a z y guerra — que los in su r­ gentes no eran rebeldes sino u na p arte co n ten d ien te en u n a g u erra e n tre dos naciones, la am erican a y la española. E n los Sentim ientos de la nación, M orelos declaró que la A m é ri­ ca sería libre e in d e p e n d ie n te de cu alq u iera o tra n ac ió n o m onarquía. Q u e d a ría n abolidas la esclavitud y las d iferen ­ cias de n acim ien to. E l gobierno se en treg aría a los criollos y se p ro te g e ría la relig ió n católica. E stos p rin cip io s serían retom ados p o r el C ongreso, el 6 de n o viem b re de 1813, en la solem ne d eclaración de la in d ep en d e n c ia de la A m é rica S eptentrional. P uede parecer paradójico que el p erio d o de m ayor des­ arrollo político de la insurgencia coincidiera con su debacle m ilitar. Las tropas expedicionarias que llegaban de E spaña contribuyeron a fortalecer el ejército realista. El C ongreso de A náhuac anduvo varios meses a salto de m ata, huyendo de las tropas leales al rey. E n A patzingán, en octu b re de 1814, p ro ­ m ulgó fin alm e n te el Decreto constitucional para la libertad de la A m érica m exicana, que prescribía la división de poderes y el re c o n o c im ie n to de derechos a los ciudadanos, así co m o la p ro te c c ió n de la re lig ió n. E l D ecreto p re te n d ió o fre c e r a la población de N uev a España u n a alternativa constitucional fren te al regreso de F ern an d o V II al tro n o de E spaña y la abolición de la C o n stitu c ió n de C ádiz, en la que se h abían inspirado sus autores. Sin em bargo, las d erro tas q u e su fri­ ría la in surgencia en los siguientes m eses im p id iero n que la C o n stitu c ió n de A patzingán tu v iera vigencia m ás allá de los 36 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R PASO pueblos y villas p o r donde el C ongreso y el m ism o M úrelos transitaban. La captura y la m u erte de M orelos a finales de 1815 significaron tam hién el fin del gobierno constitucional insurgente. Los conflictos en tre los insurgentes d eb ilitaro n el m o vim iento. Las personas que habían sido m ás cercanas a M orelos acusaron al C o n g reso de causar la debacle de la insurgencia. José M aría Cos afirm aba que u n grupo de ab o ­ gados y curas que no habían sido electos no p o d ía n conside­ rarse auténticos representantes de la nación. P oco después, M ier y T erán disolvió el C ongreso. Viv ir en u n a épo c a d i f í c i l , 1811-1820 La guerra trastornó la vida de m ucha gente. E l co n tro l que tra d ic io n alm en te ejercía el v irre y en las diversas regiones del v irre in a to se hallaba d eb ilitado y ah o ra las p ro v in cias dependían de sus propios jefes m ilitares, que en ocasiones ac­ tuaban de m anera arbitraria. E n el sureste de N uev a España, en el sur, en M ichoacán y el Bajío, en los Llanos de A pan y la Sierra N o rte de Puebla, en Veracruz y en N ueva Galicia, la guerra había provocado transform aciones im p ortan tes. M u ­ chos pueblos y villas se habían arm ado para co m b atir a los insurgentes. Esas localidades ya no volverían a quedar subor­ dinadas a las cabeceras m unicipales n i a las repúblicas de in ­ dios de las que antes dependían. E n los pueblos d o n d e los hom bres se a rm a ro n , la v id a fam iliar sufrió cam bios serios y se to rn ó m ás v io len ta. E n cam bio, en otros sitios donde los hom bres habían sido arras­ trados p o r la g uerra y ab andonaron sus pueblos, las m ujeres to m aro n un papel central en el so sten im ien to de la casa y 37 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R P A SO en la vida dom éstica. La guerra dividió fam ilias. U n o de los m ás destacados defensores de la u n ió n con, España, M a rian o ______ B eristáin. vio cóm o su h erm an o peleaba del lado de los in - surgentes. P ero su caso no fue el único. La guerra había ocasionado desorden, aum entó el b an d o ­ lerism o y los cam inos eran inseguros. P o r eso, m u cha gente se m udó a las ciudades, donde esperaban en co ntrar m ás p ro ­ tección. Esto provocó contratiem pos a quienes ya vivían ahí. C o m o la agricu ltu ra y el com ercio se habían trastornado, los productos se em pezaron a encarecer. Adem ás, las autoridades p o n ía n restricciones para ev itar que los in su rg en tes e n tra ­ ran en las ciudades, de m odo que m uchos pequeños co m er­ ciantes ya no circulaban con libertad. A lgunos artículos que antes p o d ía n ser consum idos p o r todos, com o la carn e, se co n v irtieron en u n lujo. N o faltó quien sacara ventaja de esta situación. Así, los “regatones” o in term ed iario s o b tu v iero n ganancias n u n c a antes vistas. M uchos oficiales del ejército se ben eficiaro n, pues cobraban p o r escoltar los m etales p re ­ ciosos que salían de las m inas. Pese a to d o, la gente trataba de seg u ir con su v id a n o r­ m al. A lgunas personas se levantaban en arm as — a favor o en contra de la insurgencia— y después de alg ú n tiem po, cu an ­ do se cansaban o presentían u n m ayor peligro, se asentaban. C u an do el padre M arcos Castellanos fue d errotad o en la isla de C hapala, se fu n d aro n algunas rancherías en los alred ed o ­ res. M uchos rebeldes volvieron a la vida tranq u ila, b uscaron el ganado que se había dispersado, reconstruyeron sus jacales, sem braron la tierra. N o faltó quien destilara m ezcal. D espués de todo, la vida y la m u erte seguían su curso. La p a rro q u ia p o día ser u n b u en lugar para buscar el sentido a lo que estaba — — sucediendo y los curas enfrentaban la difícil situación de cu i- 38 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R PASO dar las almas de sus feligreses, tanto quienes p erm a n ecie ro n leales a la m onarquía com o aquellos que habían optado p o r la _________ rebelión. E n m uchas ocasiones, los párrocos fu eron acusados tanto p o r las autoridades virreinales com o p o r los in su rg e n ­ tes de colaborar con el enem igo, y todo p o rq ue su m in istra­ ban los sacram entos a unos y otros. Es verdad que en tre los dirigentes de la insurgencia hubo sacerdotes, pero no fu ero n m ayoría. M uchos religiosos apoyaron abiertam ente el ord en español, incluso con las arm as; m uchos más sólo p ro cu ra ro n seguir con su m inisterio en aquel tiem po adverso. Los indígenas tam poco to m aro n un a decisión u n á n im e sobre la insurgencia. A lgunos la apoyaron, otros no. P o r lo general, los que se rebelaron ten ía n objetivos m u y c o n c re ­ tos, com o expulsar a los gachupines asentados en los pueblos de indios, recuperar el d o m in io sobre recursos naturales en c o n flic to. N u n c a se alejaron dem asiado de sus pu eb lo s y pro cu raban regresar para seguir con sus tareas en el cam po. E n algunos lugares, las com unidades v iero n co n m alos ojos tanto a las tropas realistas com o a las insurgentes. E n las sie­ rras de O axaca los m ix tée o s no acep taro n la p resen cia del ejército de M orelos. Los niños y los ancianos fueron, com o suele suceder, los m ás afectados. La peste y el h am b re ocasionadas p o r la g u e­ rra quizá m ataro n a m ás personas que las balas, las flechas y las espadas. T ie m p o después, u n o b serv ad o r e x tra n je ro aseguraría que seiscientos m il habitantes de N u e v a E spaña m u rie ro n d u ran te la década de 1810. C u a n d o los h o m b res se levantaban en arm as, las m ujeres les p ro p o rcio n ab an ali­ m entos y auxilios. P o r eso, algunos realistas com o A g u stín de Itu rb id e no se te n ta ro n el corazón para apresar y ajusti- - ---- ciar m ujeres. C u an do dism inuía la población de rancherías, — 39 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R PASO pueblos y villas, ya fuera p o r la m u e rte de sus h ab ita n te s, p o r abandono o p o r las incursiones m ilitares, los insurgentes p erd ían ese apoyo tan necesario._______________________ La in d epen d en c ia , 1820-1823 La re b e lió n p e rm a n e c ió viva au n después de la m u e rte de M orelos. P o r supuesto, nunca volvió a estar ta n organizada. L uego de la disolución del C o n g reso de A náhuac, u n a j u n ­ ta su b a lte rn a se en c arg ó del g o b ie rn o , a u n q u e era p o c o reco n o cid a p o r los dirigentes de la insurgencia. Los h e rm a ­ nos O so rn o , V icente G u errero, A n to n io T orres, G o rd ia n o G u zm án , te n ía n p o co co n tacto e n tre sí, y en ocasiones se h allab an enem istados. M a n u e l de M ie r y T erán y G u a d a ­ lupe V ic to ria tu v ie ro n serios c o n flic to s. C u a n d o en 1817 el jo v e n m ilita r navarro X av ier M in a arrib ó a N u e v a E spa­ ña ju n to co n S ervando Teresa de M ie r p ara lu c h a r c o n tra las au to rid a d e s realistas, n o 'e n c o n tr ó apoyo y p ro n to fue apresado y fusilado. La g uerra co n tin u ab a y los oficiales del ejé rc ito del rey ap ro v ech ab an esa situ a c ió n p a ra a d q u irir m ayor poder. E l nuevo v irre y de N u e v a España, J u a n R u iz de A podaca, tenía poca autoridad sobre los jefes m ilitares de las p ro v incias. José de la C ru z , cap itán general en G u a d a ­ lajara, era sin d u da m ás fu e rte qu e el p ro p io v irrey. E n el noreste, J o a q u ín A rred o n d o actuaba de m an era m u y a u tó ­ n o m a , y lo m ism o p o d ía decirse de o tro s co m a n d a n te s y oficiales. E n la práctica, m uchas regiones eran ya in d e p e n ­ dientes. P o r eso S ervando Teresa de M ie r llegaría a a firm a r que lo ú n ic o que faltaba era que u n jefe m ilita r (él p ensaba en un in su rg e n te ) n o m b ra ra u n C o n g re s o y fo rm a ra u n — 40 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R PASO g o b ie rn o g ara qu e la in d e p e n d e n c ia se c o n sig u ie ra. Eso sucedería p o co después. E n 1820, en España, algunos sectores del ejército se re-^_ belaron para ex ig ir al rey que restableciera la C o n stitu c ió n de Cádiz. F ernando V II no tuvo m ás opción que re u n ir de nuevo a las Cortes.' E n N ueva España las reacciones fu e ro n m uy diversas. H u b o quienes se q u ejaro n p o rq u e el o rd e n liberal abolía la Inquisición. M uchos jefes m ilitares tu v iero n m iedo de que el nuevo régim en los persiguiera p o r los exce­ sos com etidos d u ran te la guerra. A n to n io P érez M a rtín e z , ahora obispo de Puebla, tem ía que las C o rtes lo castigaran por haber invitado a Fernando V II a abolir la C o n stitu c ió n en 1814. A l m ism o tiem po, en los pueblos, villas y ciudades, m ucha gente aprovechó para elegir sus propias autoridades. M ás de u n m illa r de ay u n tam ie n to s se e rig ie ro n en to d a N ueva España. A lgunas ciudades im portantes, com o Puebla y V alladolid, ex ig ie ro n que se les re c o n o c ie ra el d ere ch o a tener su propia diputación provincial. La lib ertad de prensa fue aprovechada para expresar ideas a favor de la C o n s titu ­ ción; algunos escritores, sin em bargo, su g iriero n que, para gozar de los derechos constitucionales, tal vez sería necesario ro m p er con España. M uchas personas d ieron la bienvenida a la C o n stitu ció n , aunque al p arecer las C o rtes seg u ían sin estar dispuestas a dar a los am ericanos la representación que se m erecían, pese a las exigencias de los diputados de N u e v a E spaña. C o m o h izo n o ta r C arlos M a ría de B u stam a n te , los v irreyes h a ­ bían aplicado las leyes liberales de m an era m u y arb itraria. E n 1821, u n gru p o de diputados am ericanos presentó en las C o rtes u n a p ro p osició n para que se crearan tres reinos in - dcpendicntes en A m érica, que reconocerían a F ernando VII 41 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R PASO com o m onarca, si bien cada u n o ten d ría sus propias C ortes. P o r supuesto, los diputados españoles la rechazaron. D esde antes de salir ru m b o a M ad rid , algunos de los rep resen tan - tes de N uev a España en las C o rtes sabían que varios grupos políticos y m ilitares habían fraguado u n plan para que el rey de España o u n m iem bro de la fam ilia real se coronara em ­ p erad o r de M éxico. Ese p royecto se estaba llevando a cabo en el sur de la capital virreinal, en tre el com andante A gu stín de Iturbide y u no de los pocos guerrilleros que m an te n ía n la bandera de la independencia, V icente G uerrero. E l P lan de Iguala de febrero de 1821 declaraba la in d e ­ p en d e n c ia de M éx ico , ofrecía el tro n o del Im p e rio m e x i­ cano a F ern an d o V II o alg ú n m iem b ro de la fam ilia real y aceptaba que la C o n stitu c ió n de C ád iz co n tin u a ra v ig en te m ientras se hacía un a que fuera adecuada para el país. R e s ­ p etab a los derechos que las leyes liberales o to rg a ro n a los am ericanos, au n q u e exigía q ue se aplicaran a to d a la g e n ­ te, sin im p o rta r su o rig en. R e c u p e ra b a , p o r lo ta n to , u n a d em and a in su rg ente: la d esaparición de las diferencias p o r n acim ien to , pero no excluía a los españoles. O tro elem ento de fu n d am en tal im p ortan cia en el m o v im ien to de in d e p e n ­ dencia encabezado p o r Iturbide fue la defensa de la religión, pues las C ortes de M adrid estaban aprobando leyes en contra de algunos privilegios de la Iglesia. M an uel de la B arcena, que había sido m u y cercano a M ig u e l H id alg o y a M a n u e l A bad y Q u e ip o , expresó co n to d a claridad los m o tiv o s de la in d ep en d e n c ia. La n a tu ra le z a hab ía h ec h o del Im p e rio m ex ican o u n a n ación, separada de E spaña p o r u n o céan o , rica y próspera, con u n clim a y u n a p o blación que ex ig ían leyes e instituciones propias. En laciudadde México, el virrey suprimió lalibertad de 42 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R PASO prensa, p o r lo que la m ayoría de las publicaciones favorables a la independencia aparecieron en Puebla, en donde el obis- po Pérez M a rtín e z y el A yu n tam ien to apoyaron a Itu rb id e a cam bio de u n a diputación provincial. Las tropas esp añ o ­ las no estaban contentas co n la m an era en que Ju a n R u iz de A podaca llevaba la g u erra, p o r lo que lo d e s titu y e ro n el 5 de ju lio de 1821. E l d irig en te de este golpe, Francisco N ovella, fue declarado virrey, pero no o b tuvo el re co n o ci­ m iento n i del A yuntam iento de M éxico n i de la D ip u tació n Provincial. U n a vez m ás, com o había o c u rrid o en 1808, la débil legalidad del régim en fue violentada y se estableció u n gobierno ilegítim o. El nuevo jefe político de N ueva España, enviado p o r las C ortes para tratar de pacificar el virreinato,* Ju a n O ’D on o jú , decidió negociar con Itu rb id e y reco n o cer la independencia, en agosto de 1821, en la villa de C órdoba, V eracruz. Poco después, el ejército de las tres garantías — religión, lib ertad e in d ep en d encia— en traría en la ciudad de M é x i­ co. T al com o h ab ía p ro p u e sto S erv an d o T eresa de M ie r, A gu stín de Itu rb id e n o m b ró a los in teg ran tes de u n a J u n ta P ro v isio n a l G u b e rn a tiv a , q u ien es a su vez lo d e s ig n a ro n presidente de la R eg en cia. El 28 de septiem bre de 1821, los m iem bros de la Ju n ta firm aron el A cta de Independencia del Im perio M exicano. El A cta apelaba a los derechos naturales — otorgados p o r D ios— de los am ericanos y rech azab a el d o m in io de cu a lq u ie r o tra p o ten cia. E l Im p e rio sería u n a gran nación, gobernada por leyes liberales, con d o m in io so­ bre u n en o rm e te rrito rio que iba desde P anam á hasta C a li­ fornia. U nos m eses después llegaría la noticia de que E spaña se negaba a reco n o cer la indep en d encia de ese te rrito rio , al que consideraba una provincia rebelde.---- : 43 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R PA SO A gu stín de Itu rh id e.en frentó num erosos problem as para o rg an iz ar u n g o biern o. E l P lan de Ig u ala había d eclarado que la C o n stitu c ió n de Cádiz-seg.uía-y-igente_en-el-Imp.e-_.. rio m exicano, pero las autoridades sólo la acataban cu an do les convenía. E n cam bio, cuando q u erían m ás p o d e r que el conferido p o r la C onstitución, se d efin ían com o autoridades soberanas. C o n ese argu m ento , Itu rb id e trató de m o d ificar la m an e ra com o se eleg iría el p rim e r C o n g re so im p eria l. C u a n d o el C o n g reso se re u n ió , tu v o serios co n flic to s co n el titu lar del P oder Ejecutivo, pues los diputados aseguraban que los preceptos de la C o n stitució n debían aplicarse a todos, m enos a ellos. Iturbide alegaba lo m ism o. Esta co n tradicción tuvo graves consecuencias. E l 21 de ju lio de 1822, ante el rechazo español a re c o n o ­ cer la in d ep en d encia, A g u stín de Itu rb id e fue p ro clam ad o em p erad o r. Sin d uda se tra tab a del cau d illo m ás p o p u la r, p ero eso no bastó para co n so lid a r su g o biern o. U n g ru p o de hom bres y m ujeres — en tre quienes se contaban algunos an tig u o s in su rg e n te s— co n siderab a que la m o n a rq u ía n o p o d ía co n v iv ir con el o rd e n co n stitu cio n al. S erv an d o T e ­ resa de M ier d ifu n d ió u n a pu blicació n en la que p ro m o v ía la república. F in alm e n te, el em p e ra d o r se p erc ató de que algunos diputados estaban conspirando contra el Im p erio y decidió arrestarlos. C o n el apoyo de u n n ú m ero im p o rta n te de diputados de las más diversas posiciones políticas, Iturbide disolvió el C ongreso p o r ineficiente, ya que no había red ac­ tado la C o n stitu c ió n n i aprobado leyes im p o rtan tes. E n su lugar, estableció u n a J u n ta N acio n al In stitu y ente in teg rad a p o r algunos m iem bros del C on g reso disuelto. E ste o rg an is­ m o debía elaborar u n proyecto de C o n stitució n. En p rin c ip io, estas m e didas fueron bien vistas p o r m u- 44 LA IN D E P E N D E N C IA : EL P R IM E R PA SO chos sectores políticos que desconfiaban de los republicanos y favorecían u n g obierno fuerte. Sin em bargo, las cosas no ________ m ejo raro n. E l país había q uedado m uy d esarticu lad o des- pués de once años de guerra. A lgunos pueblos se n eg aban a pagar im puestos. O tros sí los pagaban, pero esos recursos no llegaban a la ciudad de M éxico, sino que se quedaban en las capitales de provincia, donde los jefes políticos o las d ip u ta ­ ciones provinciales los controlaban. E l em p erad o r tam p o co p u do satisfacer las dem andas de quienes lo h ab ía n ap o y a­ do. P rin cip alm en te se sentía co m p ro m etid o co n el ejército, aunque debía lid iar tam bién co n las am biciones de algunos de sus principales jefes. E n diciem bre de 1822, la disolución del C o n g re so sirv ió a u n o de esos m ilitare s, el b rig a d ie r A n to n io L ópez de Santa A n n a, para p ro n u n c ia rse en V e­ racruz, en u n ió n co n varios conspiradores republicanos. La situación para Itu rb id e se volvía peligrosa. Incluso F rancis­ co L em aur, je fe m ilita r del castillo de San J u a n de U lú a , que seguía en m anos de los españoles, apoyó la rebelió n de Santa A n n a p ara desestabilizar al g o b iern o in d e p e n d ie n te de M éxico. El p ro n u n c ia m ie n to no tu v o m ayor resonancia sino en los pueblos cercanos, pero el ejército im perial no pudo to m ar V eracruz. N o había recursos para proveerlo de p e rtre c h o s n i de parque. C u a n d o el general encargado de co m b a tir a Santa A nna, A n to n io E chávarri, supo que iba a ser d estitu i­ do, prefirió p ronunciarse a favor de la re u n ió n de u n nuevo C ongreso y hacer la paz con los rebeldes, el I o de febrero en la Casa M ata de V eracruz. Esta situación fue aprovechada p o r algunos enem igos del em perador que se hallaban en el ejército, com o fue el caso de José M o ra n , c o m a n d a n te de - - -~ Puebla, q u ien se ad h irió al Plan de Casa M ata y se proclam ó 45 LA IN D E P E N D E N C IA : E L P R IM E R PA SO co m andante en jefe del ejército libertador, El em p erad o r no p o d ía dar crédito. A principios de m arzo de 1822, Itu rb id e -restauró-e1-Congreso-que-había-disiieltO-y---p-oeo-despiiés, al darse cu en ta de que se había ro to la coalición que le había p erm itid o la consum ación, el 19 de m arzo, abdicó. Fracasaba así el p rim er intento de construir u n gobierno en el territo rio que u n a vez había sido p arte de u n a poderosa m onarquía. 46 1823: EL NACIMIENTO DE LA REPUBLICA FEDERAL MEXICANA A m ediados de 1823, la situación en los territo rio s que h a ­ bían form ado p arte del Im p erio m exicano era en ex tre m o difícil y su fu tu ro incierto. M ás de diez años de g u erra h a ­ b ían paralizado la eco n om ía. Las m inas de los lugares m ás afectados po r el conflicto, com o las de G uanajuato, se habían inundado. Los em presarios no tenían dinero para realizar las labores de drenaje, p o r lo que buscaron socios extranjeros. E n los años anteriores habían salido m illones de pesos. M u ­ chos españoles, tem erosos p o r sus vidas, huyeron del país y se llevaron sus riquezas. La falta de recursos económ icos afectó de igual form a el com ercio, sobre to d o el que se realizaba con el ex terio r. Los ag ricu lto res que p ro d u c ía n alim en to s para vender en los grandes m ercados de las ciudades tam b ién sufrieron. A lgunas haciendas dejaron de o b ten er ganancias. Esto benefició a los rancheros que cultivaban pro d ucto s b á­ sicos, com o el m aíz, pues p o d ían arren d ar o com prar tierras de haciendas a precios bajos, co n lo que se c o n v e rtía n en pequeños propietarios. E l proceso de indep en d encia provocó transform aciones im portantes, pero la sociedad m antuvo m uchas características de la época colonial. A ciencia cierta, no se conocía la ex te n ­ sión del territo rio que había ocupado el Im perio m exicano, pero se sabía que era enorm e y poco poblado, pues se estimaba. 49 EL M É X IC O D E LAS P O S IB IL ID A D E S gue lo habitaban más de seis m illones concentrados en el cen­ tro y el sureste. M ás de la m itad vivía en pueblos indígenas, en los que la tierra y los recursos naturales no p erte n ec ían a los individuos, sino sólo a la com u n id ad. Esos pueblos eran num erosos en la cuenca de M éxico y sus alrededores, los valles de Puebla y Tlaxcala, la Sierra M ix teca y los valles centrales oaxaqueños, Y ucatán y las zonas frías de M ichoacán y Jalisco. E n cam bio, en las tierras cercanas a las costas se contaba un a población m enor. A hí casi todos los habitantes eran m estizos, es decir, descendientes tanto de españoles com o de indígenas, africanos y, en m en o r m edida, asiáticos. Los m estizos p re d o ­ m in ab an en el n o rte, aunque ahí la po blació n tam b ié n era escasa. Zacatecas, la ciudad m ás grande de aquellas regiones, apenas alcanzaba treinta m il residentes. D urango, San José del Parral, C hihuahua, Saltillo y M o n terrey tenían pocas calles y casas. San Blas y M azatlán eran puertos con unos cuantos p o ­ bladores. Tam pico y M atam oros tam bién eran pequeños, pero em pezaron a crecer m erced a que V eracruz no m onopolizaba ya el com ercio. E n C alifornia algunas m isiones congregaban a pocos indígenas. E ran regiones m u y aisladas, lo m ism o que E l Paso y Santa Fe, en N uev o M éxico. P o r su parte, los v e ­ cinos de San A n to n io de Béjar, en Texas, em p ezaron a ver la llegada de personas provenientes de Estados U n id o s, con costum bres diferentes de las suyas. D u ra n te la época colonial m u ch o s pueblos y villas d e ­ p e n d ía n del g o b iern o de otras ciudades. D espués de años de g uerra esas poblaciones g an aro n autonom ía. Los vecinos m ás im p o rta n te s p o r su riqueza o p o sició n social se h ic ie ­ ro n cargo del g obierno. A veces ejercían co n tro l sobre los dem ás poblad o res de m an era in fo rm a l, p ero en ocasiones lo h ic ie ro n a través de las in stitu c io n e s establecidas p o r la 50 EL M É X IC O D E LAS P O SIB IL ID A D E S legislación de las C'ortcs de Cádiz, Los. ayu n tam ien tos y las diputaciones provinciales p o dían considerarse representantes d e k s o b e r anía popular. Después de ja_caída-del I m p erio -m u-- — chos políticos y escritores consideraron que la sociedad vol­ vió a u n estado n atural, es decir, que cada reg ió n e incluso cada persona p o d ían adoptar su form a de gobierno y d ecid ir librem ente si se u n ía n a otras regiones para fo rm ar u n país. E n A m érica C e n tra l todas las provincias, m enos C hiapas, d ecidieron in te g ra r u n a n ació n in d ep en d ie n te , au n q u e los conflictos políticos la h iciero n fracasar en 1839. E n realidad, la m ayoría de las provincias sostenían m u ­ chas relaciones com erciales en tre sí y consideraban q u e les co n v en ía m a n te n e rse u n id as, pues p e rm a n e c ía la te n te la am enaza de reconquista p o r parte de España. Sin em bargo, no estaban dispuestas a perder la autonom ía o b tenida gracias a la g uerra y a las instituciones liberales, p o r lo que se m a ­ nifestaron en contra de reconocer la leg itim id ad del p ro p io C ongreso y del P o d er E jecutivo provisional que éste había no m b rad o. E n este c o n te x to , fue de fu n d a m e n ta l im p o r ­ tan cia la activ id ad del jo v e n m in e ro de G u an aju ato Lucas A lam án, qu ien consiguió el reco n o cim ien to de las p ro v in ­ cias al gobierno de M éxico. C o m o secretario de R elaciones E xteriores e Interiores del P oder E jecutivo provisional, en ­ tabló negociaciones con políticos de las principales ciudades de la R epública y no dudó en enviar al ejército para som eter a Jalisco. A lam án tam b ién desem peñó u n papel relevante para que Chiapas se uniera a M éxico y no a G uatem ala, de la cual había dependido d u ran te to d o el p erio d o colonial. E n noviem bre de 1823 se reunió en la ciudad de M éx ico u n nuevo C ongreso para “constituir” a la nación. Los d iputa- d o s tenían ideas diferentes y a veces contradictorias respecto— 51 EL M É X IC O D E LAS P O SIB IL ID A D E S de cóm o d eb ía n redactar una C o n stitució n. A lgunos, com o el antiguo insurgente Carlos M aría de B ustam ante, pensaron que el territorio de la antigua N ueva España debía m an te n e r- se u n id o , con u n gobierno fuerte, electo p o r los ciudadanos. Q u ie n e s pen sab an de esa m an era fu e ro n co n o cid o s com o centralistas. O tro s, com o S erv an d o T eresa de M ier, co n si­ deraban que dado el tam año del país, cada p ro v in c ia debía ten er instituciones de gobierno electas. T enían u n p royecto moderado, aunque a veces se los co n fu n d ía con los centralis­ tas. La m ayoría de los congresistas pensaba, en cam bio, que las provincias eran verdaderos estados soberanos, con in stitu ­ ciones de gobierno propias y que p o d ía n u n irse para fo rm ar un a nación. Los prom otores de esta propuesta, com o M ig u el R a m o s A rizpe, se llam aron federalistas, pues pensaban que la u n ió n de los estados soberanos daría form a a u n a federación, respetuosa de las instituciones locales, p ero capacitada para gobernar sobre todos. P or últim o, otros diputados — com o el jalisciense Ju a n de D ios C añ ed o — creían que los estados so­ beranos sólo debían unirse para arreglar las relaciones co n el exterior y el com ercio, por lo que p ro p on ían una confederación. N u n c a com o en 1823 ap areciero n tantas p u blicacio n es en to rn o a la m an era com o d eb ían o rg an izarse las in s titu ­ ciones. La m ay o ría consideraba qu e el federalism o tra e ría la felicidad de todos los m exicanos, asociaba el centralism o co n el despotism o y aseguraba que los h abitantes del A n á - huac (com o tam b ién se llam aba al país) p o d ía n ser m ejores ciudadanos si participaban en las decisiones políticas de sus propias regiones. Los periódicos re p ro d u cían las sesiones de los diputados y, aunque m uy p o ca gente sabía leer, quienes p o d ía n hacerlo leían en voz alta en lugares públicos para que los dem ás se en te rara n __ _____________________ 52 EL M É X IC O D E LAS PO SIB IL ID A D E S E n o ctu b re de 1824 fue firm ad a la C o n stitu c ió n F e d e ­ ral. Ese d o c u m e n to concibió a la n ació n in te g ra d a p o r el pueblo que habitaba los viejos territorios de N uev a España, Yucatán, las Provincias Internas y las C alifornias, y tam b ién p o r los estados que en los meses anteriores se establecieron en esas m ism as regiones. Los ciudadanos elegirían p e rió d i­ cam ente a sus gobernantes. E l P oder Legislativo ten d ría dos cámaras: la de D iputados, con representantes populares, y la de Senadores, con representantes de los estados federados. El presidente sería electo p o r los congresos de los estados, los que a su vez se fo rm ab an p o r el v o to de los ciu d adan o s de cada u no de ellos. C ada estado ten d ría su propio g o biern o y su propia constitución, en la que se d e fin iría n los derechos de sus habitantes, incluidos los de v o tar y ser votado para los cargos de gobierno. La F ederación m exicana se co n stituy ó com o u n a n ació n católica, u n a de las pocas características com unes a toda la gente que la habitaba. La r e p ú b l i c a f ed er a l y el q u i ebr e DEL ORDEN CONSTITUCIONAL, 1824-1828 E n octubre de 1824 tam bién fue nom brado el p rim e r presi­ dente de la R epública. El ganador de la elección de los co n ­ gresos estatales fue G uad alu p e V icto ria, m ien tra s q u e en segundo lugar quedó N icolás Bravo, que ocu p ó la v ice p re­ sidencia. A m bos habían sido destacados insurgentes, aun q u e el segundo fue acusado de centralista. V ictoria p ro cu ró in te ­ grar u n gobierno con representantes de todas las tendencias, lo cual fue criticado, pues no quedó bien con n in g ú n g ru p o políticm ELnmevo^gQlúem o-enfr& ntó-muchas-d-i-ficu lta d e s. 53 EL M É X IC O D E LAS PO SIB IL ID A D E S Para em pezar, estaban los peligros externos. España no acep­ taba p erd er el m ás rico de sus v irrein ato s y am enazaba con enviar tropas para reconquistarlo. E l gobierno m exicano tra - tó de o b ten er el reco n o cim ien to y el apoyo de otros países, pero ello no fue fácil. N i el papa L eón X II, jefe de la Iglesia católica en la época de la presidencia de G uadalupe V ictoria, n i los pontífices que lo sucedieron, reconocieron la in d ep en ­ dencia de las antiguas colonias españolas sino hasta la m u erte de F e rn a n d o V II en 1833. F ran cia y las otras m o n a rq u ías aliadas de España tam bién obstaculizaron el reconocim iento. G ran B reta ñ a estuvo dispuesta a n eg o cia r co n M éx ico , en b u en a m ed id a porq ue tenía intereses com erciales en el país. Estados U nid o s y las dem ás naciones am ericanas que se h a ­ b ían in d ep en d izad o habían establecido relaciones d ip lo m á­ ticas co n M éxico du ran te la época del Im perio. La C o n s titu c ió n señalaba q u e ú n ic a m e n te los estados p o d ía n co b rar im puestos d irecto s a los ciudadanos. E l g o ­ b ie rn o federal te n ía algunas fu en tes de recu rso s, p e ro no eran suficientes para pagar a la b u ro cra cia y, en especial, al ejército, p o r lo que era difícil asegurar su lealtad. A lg u n o s diputados eran m iem bros de fam ilias poderosas y ricas que, en la ép o ca co lo n ial, h ab ía n h ec h o p réstam o s a la c o ro n a española. A unque favorecieron la independencia, no estaban dispuestos a p e rd e r su d in e ro , pues era o b v io que E spañ a n o saldaría esas deudas. P or eso d eclararo n que el g o b iern o m ex ican o debía pagarlas. La p e n u ria y las deudas o b lig a ro n al g o b iern o a co n seg u ir préstam os de bancos b ritán ic o s in ­ teresados en hacer negocios co n los nuevos países, p ero que cobrab an m u y altos intereses p o r el riesgo que im plicaban. Ese d in e ro se esfum ó al p ag a r la c u e n ta c o rrie n te y en la co m p ra de arm as y u n ifó rm es ele la b u ro cracia y el ejército. 54 EL M É X IC O D E LAS PO SIB IL ID A D E S U n a b u en a p a rte se p erd ió co n la q u ieb ra de la C asa B a r­ clay, institución que m anejaba buena parte de esos recursos. M éxico no pudo cu m p lir con los pagos, p o r lo que se quedó sin créd ito in te rn a c io n a l hasta la década de 1880. E l g o ­ b ierno re cu rrió a los prestam istas m exicanos y extranjeros, conocidos com o agiotistas, que se en riq u e c ie ro n gracias a los intereses altísim os. Los estados conocieron u na situación diferente, pues p u ­ d iero n aprovechar los recursos que antes enviaban a la ca­ pital. V eracruz se benefició del com ercio in tern a cio n al que debía pagar alcabalas, y sus ricas tierras p ro d ucían alim entos, algodón y tabaco. E n Y ucatán creció el intercam bio de m e r­ cancías con La H abana, pues C uba se había en riq u ecid o con los capitales salidos del país en los años anteriores. O ax aca tam bién vivió un a b u en a época, pese a que la grana dejó de venderse tan bien com o antes. Puebla contaba con grandes recursos naturales, aunque sufrió p o r la im p ortación de telas baratas. E l E stado de M éx ico era sin duda el m ás ric o y el más poblado de la Federación. M ichoacán y Jalisco tam b ién prosperaban, aunque no tanto com o San Luis Potosí y Z aca­ tecas, co n sus m inas de plata. G uanajuato y Q u e ré ta ro no ten ían la enorm e riqueza de la época an terio r a la in su rg e n - cia, pero la paz haría que se recuperaran p oco a poco. A lgunos estados tu v iero n gobiernos estables, pero la m a ­ y o ría se vio afectada p o r las tu rb u len cias políticas. C o m o no había partidos políticos, los grupos que te n ía n interés en ocupar cargos públicos se o rganizaron de diversas m aneras. El ejército tam bién se co nvirtió en u n actor poderoso, capaz de p ro te g e r su fuero co n stitu cio n al, que le p e rm itía te n e r sus propios tribunales. Sólo la Iglesia gozaba del m ism o p ri­ vilegio. _ 55 EL M É X IC O D E LAS P O SIB IL ID A D E S M u cho s políticos se ag ru p aron en logias m asónicas. La m asonería era un a sociedad secreta cuyo objetivo era p ro m o - ver la ilustración y los derechos de los ciudadanos; en M é x i- co com o en otros lugares se co n v irtió tam b ién en u n m edio para p articip ar en la política. Los principales m iem b ro s del g o b ie rn o en 1823 y 1824 se su m a ro n a las logias del rito escocés, conform adas p o r republicanos que se consideraban enem igos del Im perio. E n 1824 descu b rieron u n a conspira­ ción favorable a A gu stín de Itu rb id e, q u ien se hallaba en el exilio. A rrestaro n a m uchas personas y fu silaro n al m ism o Iturbide cuando desem barcó en Tam aulipas. Los partidarios del que había sido em perador de M éx ico se in te g ra ro n des­ pués en otras logias, com o la del Á g u ila N eg ra, que en ca­ bezaba el presidente G uadalupe V icto ria y que se adscribió a la de Y ork, con ayuda del m in istro de Estados U n id o s en M éxico, Jo el R. P oinsett. Los yo rq uin o s organizaban m ovilizaciones p o pu lares y p o r ello adquirieron m ucha influencia en las elecciones. A cu­ saron a sus enem igos de centralistas y prom ovieron u n a cam ­ paña en co n tra de los españoles que v iv ían en la R ep ú blica. E n 1826 consiguieron u n gran triu n fo en las elecciones para el C o n g re so. A lg u n o s de sus m ás d istin g u id o s m ie m b ro s fo rm ab an p arte del gobierno de G uadalupe V ictoria, com o el secretario de G uerra, M an uel G óm ez P edraza. T am b ién ganaron presencia en m uchos de los gobiernos de los estados. E n cam bio, el vicepresidente N icolás Bravo era g ran m aestre de las logias del rito escocés. Los triunfos yorquinos h iciero n que sus dem andas fueran cada vez m ás radicales. E x ig iero n la expulsión de todos los españoles residentes en el país, aunque éstos eran leg alm en te m exicanos, pues h ab ían re c o n o c id o darin d epen den cia. N icolás Bravo se p ro n u n ció en co n tra de 56 EL M É X IC O D E LAS PO SIB IL ID A D E S estas m edidas, p e ro fue d e rro ta d o p o r el g en eral V ic e n te G uerrero. E n 1827 los yorquinos se habían convertido en el g ru p o p o lítico d o m in a n te, p ero p ro n to se d iv id iero n. P o r u n lado, los yorquinos m ás identificados con los intereses de los estados, com o M ig u el R a m o s A rizp e y Francisco G a r­ cía, d ecid iero n dar su apoyo a G óm ez Pedraza. F o rm a ro n u n nuevo g ru p o d en o m in ad o los imparciales, op uesto a los escoceses y a los y o rq uin o s radicales, com o el g o b e rn a d o r del Estado de M éxico, L orenzo de Zavala, q u ien p ro m ov ió la candidatura de G uerrero a la presidencia. Los debates políticos se d irim ía n tam b ién en la prensa. M u ltitu d de panfletos daba su apoyo a los bandos en pugn a. El periódico E l Sol era el vocero de los escoceses, m ientras que los im parciales contaban con el diario A g u ila M exicana. P or su parte, los yorquinos publicaban E l Correo de la Federación, en el que atacaban a los otros grupos. E n 1828 las eleccio ­ nes populares para reno v ar al C on g reso b e n e fic ia ro n a los y o rq u in o s; sin em b arg o , el p resid en te era n o m b ra d o p o r los votos de los congresos estatales, en donde no tenían m ayo­ ría. Por eso, el p rim er lugar lo obtuvo M anuel G óm ez P edra­ za; el segundo, Vicente G uerrero, y el tercero el general A nas­ tasio B ustam ante, apoyado p o r algunos yorquinos enem igos de Zavala, com o José M aría T ornel y José M aría B ocanegra. Antes de conocer el resultado de la elección, con el argu m en ­ to de que la v o lun tad p o p u la r estaba del lado de G u errero , A ntonio L ópez de Santa A n n a se levantó en arm as en contra del C ongreso veracruzano, que había votado a favor de G ó ­ m ez Pedraza. E n la ciudad de M éxico L orenzo de Zavala o r­ ganizó u n m o tín p o pu lar que desem bocó en u n escandaloso saqueo en el m ercado del Parián. Guadalupe V ictoria n o pudo co n la presión y n o m b ró a G u e r r e r o s e c r e t a r i o He G u e r r a 57 EL M É X IC O D E LAS P O S IB IL ID A D E S G óm ez Pedraza renunció a sus pretensiones y huyó a Jalisco. E l nuevo C o n g reso eligió a G u errero com o p resid en te y a B ustam ante com o vicepresidente, pese a que la C o n stitu ció n o rdenaba que, en caso de que el electo estuviera im p o sib i­ litad o p ara o cu p ar la presidencia, debía hacerse u n n u ev o proceso electoral. La c r i si s d e l a r e p ú b l i c a f e d e r a l , 1829-1836 La república no fue capaz de tra n sm itir el p o d e r p o r m edios legales. A l finalizar 1828 varios estados que h abían apoyado a G ó m ez P edraza b u scaro n h ac er u n a co alició n en c o n tra de G u errero, pues consideraban que estaba siendo im p u e s­ to p o r el centro. A lgunos, com o G uanajuato, o rd e n a ro n la m o v iliz a c ió n de sus m ilicias, p ero los oficiales de m e n o r rang o y b u en a p arte de la tro p a sim patizaban con G u errero , de m o d o que se neg aro n a obedecer. La m ayor fortaleza del nuevo gobierno era el apoyo popu lar, p o r lo que se to m a ro n m edidas para consolidarlo. Se expidió u n a nueva ley de ex­ p u lsión de españoles y se p ro h ibió la im p o rta c ió n de telas y otros artículos, para beneficio de los artesanos. G u e rre ro tu v o m uchas d ificu ltad es para g o b ern ar. L o ­ renzo de Zavala, secretario de H acienda, buscó dar facu lta­ des al gobierno federal para cobrar im puestos directos a los ciudadanos, lo que fue in terp retad o com o u n a m ed id a cen ­ tralista. C o n ta n pocos recursos financieros, se vio obligado a o b te n e r préstam os de los agiotistas. E l g o b iern o tam b ié n en fren tó u n in te n to de reco n q uista española. U n g ru p o de descontentos había convencido a F ernando V II de arm ar un a ex p e d ic ió n en co n tra de M éxico desde La H ab an a. Im a g i- 58 EL M É X IC O D E LAS PO SIB IL ID A D E S naban que el desorden político y los problem as económ icos harían que los m exicanos estuvieran deseosos de regresar al d o m in io español. La expedición, a cargo del general Isidro Barradas, desem barcó en Tam pico. A nto n io L ópez de Santa A n n a desde V eracruz y M an uel de M ier y T erán desde T a- m aulipas consiguieron derrotar a las tropas españolas el 11 de septiem bre de 1829. Los m exicanos v ivieron u n breve p ero intenso m om en to de fervor patriótico. E l 16 de septiem bre, para co n m em o rar las fiestas patrias, el presidente G u errero decretó la abolición de la esclavitud. La situación del país se deterioraba p o r la falta de re c u r­ sos. E n noviem bre, la guarnición de C am peche se pro n un ció a favor del centralism o. U n m es después, el ejército qu e se encontraba en X alapa en previsión de u n in te n to de re c o n ­ quista española se p ro n u n c ió p o r el restab lecim ien to de la C onstitución. A la cabeza se encontraba el propio vicepresi­ dente B ustam ante. E l m o vim ien to logró u n a am plia alianza de todos los que desconfiaban de G uerrero p o r el uso de las facultades ex trao rd inarias para suspender la lib erta d de ex­ p resión e im p o n e r co n trib u cio n es d irectas y u n p réstam o forzoso a los estados. G uerrero tuvo que refugiarse en el sur de M éx ico , lo que p e rm itió que B u sta m a n te asu m iera el P oder E jecutivo a principios de 1830 y n o m b rara a A lam án secretario de R elaciones E xteriores e Interiores. D e nuevo, el C o n g reso se e x tra lim itó en sus facultades constitucionales: declaró “ju s to ” el P lan de X alapa, re c o ­ n oció a B u stam an te en el ejercicio del P o d e r E je c u tiv o y declaró a G uerrero im posibilitado para gobernar. La A d m i­ n istració n A lam án — n o m o se llam ó al g o b iern o de 18 30 - 1832— se caracterizó p o r su em peño en restaurar el o rd e n y la hacienda pública, pero algunas de sus m edidasm o fu e r o n 59 EL M É X IC O D E LAS PO SIB IL ID A D E S las m ás adecuadas. D u ra n te m eses, el ejército p ersig u ió a V icente G uerrero. A l ser capturado, el caudillo de la in d e ­ p en dencia fue acusado, ju zg ado de m an era sum aria V fusila- do. A lam án persiguió a los p artidarios de los y o rq uin o s, en especial a quienes habían ganado las elecciones en 1828 para los congresos estatales, p o r lo que p ro n to se consideró que estaba atentando contra los derechos de los estados. Es v e r­ dad que los gobiernos estatales h abían apoyado en u n p rin ­ cipio a B ustam ante, pero reorg an izaro n sus propias m ilicias para en fren tar m edidas del gobierno federal que eran vistas com o centralistas. E l secretario de G u e rra de B u stam an te, el general José A nto n io Fació, trató de reo rd en ar al ejército y profesionalizarlo y p ro c u ró d ism in u ir el peso de las m i­ licias cívicas. Estas m edidas, el fusilam iento de G u e rre ro y los excesos que de m an era im p u n e co m etió el co m an d an te de Jalisco contra el gobierno de esa entidad, e x te n d ie ro n el descontento. La prensa de oposición, com o el p erió d ic o E l F é n ix de la Libertad, denunció al g obierno, y p ro n to em pezó a ser objeto de persecución. E n m ateria económ ica, Lucas A lam án cam bió la política que había m an te n id o el g o bierno de V icente G u errero. E n vez de p ro h ib ir la im p o rta c ió n de artícu lo s, p e rm itió que éstos en traran al país m ediante el pago de im puestos, que in ­ v irtió en m aq u in aria m o d e rn a para fabricar telas a precios bajos. D io form a a la p rim era in stitu c ió n de fin an c iam ien to in d ustrial, el B anco de Avío, que hacía préstam os a los em ­ presarios com prom etidos con la p ro d u c ció n y la gen eración de em pleos. Gracias a esa iniciativa se fundó la p rim era fábri­ ca tex til industrial en M éxico, La C onstancia M exicana, que fu n cio n ó d u ran te largos años. N o todos v iero n co n buenos ojos este proyecto. Los grandes com erciantes que 60 EL M É X IC O D E LAS PO SIB IL ID A D E S ban telas repudiaban la com petencia de fábricas m exicanas. C o m o el o rd en legal se hallaba fra ctu ra d o desde 1828, los grupos de interés no recu rrie ro n a las leyes para solucionar sus dem andas. E n vez de eso, buscaron u n caudillo que, p o r la v ía arm a d a, los b en e ficia ra. E n 1832 ese ca u d illo fu e A nto n io L ópez de Santa A nna, m uy p o p u la r p o r h ab er d e ­ rro tado a los españoles en Tam pico. López de Santa A n n a se rebeló en V eracruz en co n tra de los m inistros del gobierno, a quienes acusó de centralistas y de querer cam biar la C o nstitución. D u ra n te algunos m eses no p u d o avanzar con sus tropas, pues había varios estados que in ten tab an recu p erar la legalidad co n stitucio n al que se había fracturado desde 1828. M uy p ro n to debía hab er elec­ ciones presidenciales y M an uel de M ie r y T erán p arecía el candidato ideal para los políticos de estados ta n im p o rta n ­ tes com o Zacatecas, San Luis Potosí y Jalisco. S in em bargo, M ier y T erán se suicidó a m ediados del año, y los federalistas de esos estados se quedaron sin candidato. Tem erosos de que A lam án aprovechara su posición para llegar a la presidencia, se aliaro n co n los rebeldes, a co n d ic ió n de qu e ac e p ta ra n que G óm ez P edraza concluyera el p erio d o presidencial para el cual había sido electo. E ra u n a m an era in g e n u a de “ res­ ta u ra r” u n o rd en que se había fractu rado. La d eb ilid ad del gobierno federal fue d eterm in an te para que A nastasio B u s­ tam an te negociara su salida del poder. E n ab ril de 1833, las elecciones en los estados d ie ro n com o p resid en te a A n to n io L ópez de Santa A n n a y co m o v icepresidente a V alentín G óm ez Farías. Los dos se co n si­ deraban federalistas y liberales radicales, es decir, dispuestos a hacer reform as sociales, aunque eso im plicara e n fre n ta r a corporaciones tr adicionales com o laTglesia. H asta en to n ce s, 61 EL M É X IC O D E LAS PO SIB IL ID A D E S buena parte de la educación se hallaba en m anos de in stitu ­ ciones religiosas. El guanajuatense José M aría Luis M o ra ela- boró un plan para que las escudas superiores se co n v irtieran en lugares donde se fo rm ara n b uenos ciudadanos, y que el g obierno elaborara los program as de estudio, seg ú n las n e ­ cesidades de la república. A lgunas entidades, com o O axaca, Zacatecas y el Estado de M éx ico , h ab ían establecido in sti­ tutos de Ciencias y A rtes, en donde se educarían las futuras generaciones de liberales. D esde la independencia, los gobiernos de los estados p ro ­ cu raro n ejercer el d o m in io sobre la Iglesia, llam ado p atro n a­ to, que antes tenía el rey de España. El papa había concedido ese privilegio al m onarca español p o r extender la religión ca­ tólica sobre m illones de indígenas am ericanos y no quedaba claro que pudiera ser heredado p o r los gobiernos de los p aí­ ses independientes. La necesidad de o b ten er recursos había hecho que los gobiernos del E stado de M éxico, M ich oa

Use Quizgecko on...
Browser
Browser