Apuntes de David Hume (1711-1776) - Història de la filosofia - 2BAT PDF
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David Hume
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Estos apuntes resumen la vida y obra de David Hume, destacando sus ideas filosóficas, como el empirismo y la importancia de la experiencia en el conocimiento. El texto también analiza la comparación entre el racionalismo y el empirismo y la influencia de Aristóteles en el pensamiento de Hume.
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Departament d’Humanitats G R U P : 2BAT M AT ÈRI A O CRÈDI T : Història de la filosofia Nom del profesor: Jaume Torres DAVID HUME (1711-1776) I. FACTORES A CONSIDERAR El Racionalismo y el Empirismo son la respuesta a la profunda crisis ideológica del siglo XVII. Ambos movimientos reflexionarán acerca de los límites y posibilidades del conocimiento humano (instrumento vapuleado por la Revolución Científica y por el fin de la unidad religiosa europea), tanto en su dimensión teórica (el problema del conocimiento) como en su dimensión práctica (la búsqueda de un fundamento para la moral referido a la propia razón y, por tanto, independiente de la religión). Es interesante anotar que ambas respuestas están condicionadas por el marco político en el que surgieron. La Francia absolutista (representada por Luis XIV) propició una respuesta de corte dogmático (el Racionalismo), mientras que la Inglaterra parlamentaria (representada por Guillermo III de Orange) propiciará una respuesta de naturaleza más crítica (el Empirismo). II. EL EMPIRISMO El Empirismo es un movimiento filosófico que, cronológicamente, se desarrolla en los siglos XVII y XVIII y, geográficamente, está situado en Europa (y, particularmente, en Gran Bretaña). Los pensadores empiristas más importantes son Locke (1632-1704), Berkeley (1685-1753) y Hume (1711-1776). Las características generales del Empirismo son las siguientes: 1) La característica fundamental del Empirismo es la convicción de que el conocimiento tiene como origen la experiencia (no es casual que el término “empirismo” provenga de la palabra griega “empeiría” que significa “experiencia”). Es importante, a este respecto, distinguir el concepto “sentidos” del de “experiencia”: mientras “sentidos” remite a los sentidos externos (vista, oído, olfato, gusto, tacto), “experiencia” remite tanto a los sentidos externos como a los internos (consideramos sentidos internos todos aquellos que nos informan de las operaciones que se desarrollan dentro de nosotros). Versión 2.2 / Página 1 En este sentido, es importante no confundir el empirismo con el sensualismo (movimiento filosófico que reduce todo el conocimiento a la sensación). La razón, pues, opera necesariamente con la información adquirida a través de la experiencia y, sin ésta, sus especulaciones no tienen ninguna validez. En consecuencia, los empiristas consideran que la mente del hombre al nacer es como una hoja en blanco (es decir, es “tamquam tabula rasa”) y sólo a través de la experiencia adquirimos los conocimientos que poseemos. La experiencia es, por tanto, el fundamento de todo nuestro saber y de donde, en última instancia, se deriva. Los filósofos empiristas, consecuentemente, se enfrentarán a los filósofos racionalistas y a su afirmación de la existencia de ideas innatas (y, por extensión, se enfrentarán también a Platón). La influencia de Aristóteles es, desde luego, evidente. 2) El conocimiento, precisamente por tener su origen en la experiencia, está limitado por la experiencia: dado que el origen del conocimiento está en la experiencia, el hombre no podrá tener conocimientos seguros acerca de aquellas cuestiones a las cuales nuestra experiencia no pueda acceder. Los filósofos empiristas, consecuentemente, se enfrentarán de manera frontal a los filósofos racionalistas y a su confianza ilimitada en la razón (recordemos que los racionalistas estaban convencidos de que, con un método adecuado, la razón humana no tiene que encontrar límites a sus capacidades). No es extraño, consecuentemente, que frente al modelo matemático defendido por el Racionalismo, el Empirismo tome como modelo las ciencias empíricas (como, por ejemplo, la Física o la Química), ciencias en las cuales la experimentación juega un papel fundamental. Como puede verse claramente, los filósofos empiristas están enfrentados a las tesis de los filósofos racionalistas. III. VIDA Y OBRA David Hume nació en Edimburgo (Escocia), en 1711. Su familia pertenecía a la pequeña nobleza, aunque su economía era modesta. Desde joven se apasionó por los clásicos y la filosofía, hasta el punto de dedicarse tan intensamente a su estudio que su salud se resintió (cayendo en una depresión que sólo pudo superar tras una terapia muy prolongada). Versión 2.2 / Página 2 Estudió en la Universidad de Edimburgo y en 1734 se traslada a La Fleche (el colegio donde Descartes había estudiado). Durante estos años escribirá la que sería su obra más importante, el “Tratado sobre la naturaleza humana” (fue redactado con tan solo 23 años). Tuvo importantes problemas con las Universidades de Edimburgo y Glasgow a causa de su fama de escéptico y ateo (de hecho, no fue admitido como profesor en ninguna de las dos y la Iglesia Católica le llegó a incluir en el índice de libros prohibidos). En 1763 se traslada a París y ejerce como secretario del embajador. Esta estancia le permitió entrar en contacto con los ilustrados franceses. Llegó a mantener una gran amistad con Rousseau, rota más tarde a causa de la disparidad de caracteres de ambos. Durante los últimos años de su vida se le reconocieron públicamente sus méritos, recibió importantes honores oficiales y alcanzó una importante solidez económica. Estos años los pasó, con toda tranquilidad, dedicado a sus estudios predilectos. Se le declaró un tumor intestinal y, conociendo su situación, redactó sus memorias. Murió en Edimburgo el 25 de agosto de 1776. Su obra más importante es el “Tratado sobre la naturaleza humana”. IV. OBJETIVO FUNDAMENTAL DE SU FILOSOFÍA Hume parte de la convicción de que la naturaleza humana es el centro capital de las ciencias, pues todas las ciencias guardan relación con la naturaleza humana: todas son conocidas por los hombres y son los hombres quienes juzgan acerca de su verdad o falsedad. Por ello, Hume cree que es fundamental que desarrollemos una ciencia del hombre y, particularmente, que descubramos cuáles son los límites de su conocimiento. Ello nos proporcionará un sólido fundamento para avanzar con seguridad en el terreno de la búsqueda de la verdad. ¿Cómo se ha de conseguir este objetivo? Aplicando el método experimental (que Newton había aplicado con tanto éxito en las ciencias experimentales). Una investigación seria ha de radicar en la experiencia y la observación como caminos para llegar a constituirse adecuadamente. La tesis de Hume es que debemos aplicar el método experimental, que con tanto éxito se ha aplicado al campo de las ciencias naturales, al estudio del hombre. Hemos de partir de los datos empíricos, y no de una pretendida intuición de la esencia de la mente humana, que es algo que escapa a nuestra comprensión. Versión 2.2 / Página 3 V. TEORÍA DEL CONOCIMIENTO a) La experiencia Hume parte de un convencimiento muy claro: todo nuestro conocimiento tiene su origen en la experiencia. La experiencia puede ser de dos tipos: 1) Experiencia externa o sensación, que es la experiencia obtenida de los objetos sensibles (ver una casa, oler una colonia, etc.). 2) Experiencia interna o reflexión, que es la experiencia obtenida de las propias operaciones de la mente (pensar, querer, dudar, etc.). De la experiencia obtenemos las percepciones. Dado que el origen del conocimiento está en la experiencia, las percepciones son todos los contenidos posibles de nuestra mente. Las percepciones pueden dividirse en dos grandes grupos: 1) Las impresiones o datos inmediatos de la experiencia (ahora veo una casa, ahora estoy pensando, ahora me duelen las muelas, etc.). Las impresiones se caracterizan por su vivacidad, pues implican un contacto directo entre el sujeto y el objeto (ahora veo la Tour Eiffel). Las impresiones, a su vez, pueden ser de dos tipos: a) Impresiones simples o dato obtenido de una sola experiencia (ya sea sensación o reflexión). Son poco habituales (por ejemplo, ver sólo un color). b) Impresiones complejas o datos obtenidos de diversas experiencias. Son las más habituales (por ejemplo, ver una persona). 2) Las ideas o huellas que las impresiones dejan en nosotros (recuerdo que vi una casa, recuerdo que me dolieron las muelas, etc ). Las ideas se caracterizan por su debilidad, pues no existe un contacto directo entre el sujeto y el objeto (recuerdo haber visto la Tour Eiffel). Las ideas, a su vez, pueden ser de dos tipos: a) Ideas simples, las cuales provienen de las impresiones simples (recuerdo del color rojo). Versión 2.2 / Página 4 b) Ideas complejas, las cuales provienen de las impresiones complejas o, también, de una combinación de ideas simples (nunca de una combinación de impresiones simples, pues las impresiones no se pueden combinar) (recuerdo de la Tour Eiffel). La imposibilidad de que una idea carezca de una impresión en su base nos conduce a una convicción de gran trascendencia filosófica: todo nuestro conocimiento deriva necesariamente de la experiencia. Consecuentemente, el criterio de validez del conocimiento vendrá dado por su relación con la experiencia: un conocimiento sólo será un conocimiento válido si podemos determinar con precisión la impresión de la que deriva. Tengamos presente que un conocimiento válido puede ser verdadero o falso (pues puede ser verificado por la experiencia), mientras que un conocimiento no válido no puede ser ni verdadero ni falso (pues no puede ser verificado por la experiencia). Este criterio es, por tanto, diferente al criterio de evidencia racional propuesto por Descartes y que consistía en admitir como válidos aquellos conocimientos que fueran claros y distintos. En último término, por tanto, también se está negando la tesis racionalista de la existencia de ideas innatas. b) Las facultades del conocimiento Hume distingue cuatro facultades en el conocimiento humano: 1) La experiencia (que incluye los sentidos externos e internos) es el origen (y límite) del conocimiento y de ella obtenemos todas las percepciones (es decir, las impresiones y las ideas). 2) La imaginación tiene como función combinar ideas (la imaginación, por tanto, trabaja sobre las ideas, no sobre las impresiones). Versión 2.2 / Página 5 Las combinaciones de ideas que la imaginación puede realizar se dividen en dos grandes grupos: a) Relaciones naturales, que son combinaciones involuntarias de ideas (nuestra mente las realiza de manera mecánica, al margen de nuestra voluntad). Estas combinaciones involuntarias de ideas están sometidas a tres leyes naturales: - Ley de asociación por semejanza: relacionamos ideas parecidas (foto-persona; nubes; la boa y el elefante del Principito). - Ley de asociación por contigüidad espacio-temporal: relacionamos ideas que se dieron en un mismo espacio (bar- discusión) o en un mismo tiempo (verano-determinada relación). - Ley de asociación por causa-efecto: relacionamos ideas en tanto consideramos que una es causa o efecto de otra (herida- dolor, nube-lluvia), creando así una expectativa de futuro. b) Relaciones filosóficas, que son combinaciones voluntarias de ideas (por ejemplo, la combinación de las ideas de pato y mesa resultan en una mesa en forma de pato y, desde luego, esta combinación la realizamos de manera voluntaria, pues no surge de manera espontánea). 3) La memoria, que recupera las ideas conservando su orden y su posición. 4) El razonamiento, que trabaja con los juicios (es decir, con proposiciones que, poniendo en relación varios términos, afirman o niegan algo). Dado que en los juicios se expresa el conocimiento, el razonamiento es la facultad más directamente relacionada con el acto de conocer. c) Los juicios Hume afirma que los juicios o proposiciones establecidos por el razonamiento pueden ser de dos tipos: 1) Relaciones de ideas (o proposiciones analíticas): a) Son juicios o proposiciones en los cuales el predicado está contenido en el sujeto (“un triángulo tiene tres lados”). b) Dado que el predicado está contenido en el sujeto, el predicado no añade nada nuevo al sujeto, sino que lo explica. Por este motivo, también reciben el nombre de juicios explicativos. Versión 2.2 / Página 6 c) Son universales y necesarios. d) Se verifican (es decir, se comprueba su verdad o falsedad) a través de la razón. Los sentidos no los verifican, tan solo los ejemplifican. e) Dado que la verdad o falsedad de estos juicios se descubre a través de la razón (independientemente de lo que pueda existir en cualquier parte del Universo), reciben también el nombre de juicios a priori. 2) Datos de hecho (o proposiciones sintéticas): a) Son juicios o proposiciones en los cuales el predicado añade algo nuevo al sujeto (“Juan es bajo”). b) Por este motivo, también reciben el nombre de juicios extensivos. c) Son particulares y contingentes. d) Se verifican a través de los sentidos, no a través de la razón. e) Dado que la verdad o falsedad de estos juicios se descubre a través de la experiencia, reciben también el nombre de juicios a posteriori. VI. LA CRÍTICA A LA IDEA DE CAUSA a) Descripción y valoración de la idea tradicional de causa Una vez ha expuesto su teoría del conocimiento, Hume considera necesario analizar la validez de algunas ideas que tradicionalmente ha utilizado la Filosofía. De esta manera, aplicando el criterio de validez del conocimiento anteriormente expuesto, deberán aceptarse aquellas ideas de las cuales sea posible determinar la impresión (experiencia) de la que proceden. En caso contrario, deberán desecharse. Tradicionalmente (cf. la teoría de las causas aristotélica), se considera relación causa-efecto aquella relación entre dos términos en la que la presencia del primero (causa) implica necesariamente la existencia del segundo (efecto). Así, sería relación causal la relación “mano en el fuego-quemadura”, pues dado el primer término de esa relación (mano en el fuego / causa), debe necesariamente darse el segundo (quemadura / efecto). Para la tradición la relación causal no es sólo una relación entre ideas (una relación mental), sino que atribuimos a la realidad esa relación: pensamos que, en la realidad, si se da A (causa) necesariamente debe darse B (efecto). ¿Por qué es tan importante la relación causal? La relación causa-efecto es muy importante porque convierte algunos datos de hecho (aquellos que, refiriéndose al futuro, utilizan la relación causal) en conocimientos seguros, cuando en principio (por Versión 2.2 / Página 7 ser datos de hecho) deberían ser tan solo probables (el dato de hecho “mañana me quemaré si pongo las manos en el fuego” es tan solo probable mientras la experiencia no lo verifique y, sin embargo, gracias a la relación causal se convierte en absolutamente seguro). b) La crítica de Hume a la idea de causa La tradición considera la relación causal como una relación real. Hume examinará de manera crítica la validez de esta relación, afirmando que la conexión necesaria entre la causa y el efecto no está fundamentada ni en la razón ni en la experiencia: 1) La razón, puesta ante un objeto que no conoce, es incapaz de determinar con seguridad cuáles son sus causas o sus efectos (Adán, tras ser creado, no pudo descubrir sólo con su razón cuáles eran las causas y los efectos del agua). 2) La experiencia tampoco fundamenta la conexión necesaria entre la causa y el efecto, pues en realidad nosotros no tenemos ninguna impresión de que algo sea causa o efecto de otra cosa, sino que suponemos, sospechamos a partir de las impresiones que tenemos que algo es causa o efecto de otra cosa (en este sentido dirá Hume que nosotros no vemos que una bola de billar mueva a otra, sino que suponemos que una bola ha movido a la otra). La conexión necesaria entre la causa y el efecto, consecuentemente, no tiene fundamento y, por tanto, debe ser cuestionada: dado que, según el criterio empirista, sólo es válido aquel conocimiento fundamentado en la experiencia y la experiencia únicamente atestigua que en lo que llamamos relación causal un fenómeno precede a otro, la conexión necesaria entre causa-efecto debe ser cuestionada. Hume afirma que la relación causal (aparentemente, una conexión necesaria) es, en realidad, una conexión constante: sólo podemos llamar causa a un fenómeno que precede a otro de manera constante. DEFINICIÓN CONSECUENCIA La relación causa-efecto es Los datos de hecho (probables por TRADICIÓN una conexión necesaria (el fuego definición) que utilizan la relación (Aristóteles) es lo que me quema) y la causal se convierten en necesarios. experiencia me lo confirma. La relación causa-efecto es Los datos de hecho, incluso los una conexión constante (hasta que hacen uso de la relación causal, HUME ahora se han dado juntos el son probables. fuego y la quemadura). ¿Qué explica que esa conexión constante se acabe convirtiendo en una conexión aparentemente necesaria? En otras palabras, ¿qué es lo que hace que sigamos pensando que en el futuro los mismos efectos se sigan de las mismas causas (aunque como hemos visto no es así)? La costumbre de ver que dado A se da B (conexión constante) nos lleva a afirmar que siempre que se dé A se dará B Versión 2.2 / Página 8 (conexión necesaria) La costumbre de observar una conexión constante nos lleva, por tanto, a afirmar la existencia de una conexión necesaria (cuando, como hemos mostrado, esta afirmación no tiene ningún fundamento, es decir, no tiene que ser correcta). En otras palabras, estamos tan acostumbrados a ver que siempre que se ha dado un fenómeno ha sido seguido por otro (conexión constante) que llegamos a pensar que entre ambos hay una conexión necesaria y que, por tanto, cuando se dé el primero se dará el segundo. Es la costumbre la que nos determina a creer que el futuro va a ser igual al pasado que hemos venido observando (cuando, como hemos mostrado, esta afirmación no tiene ningún fundamento, es decir, no tiene que ser correcta: que algo haya sido de una determinada manera no fundamenta la seguridad de que siga siendo así). Del análisis de Hume se extraen las siguientes conclusiones: a) En realidad, la relación causal no es más que una relación mental en la que la idea de un ser (causa) nos lleva a pensar en la idea de otro ser (efecto). Es, insistamos, una relación mental, no real. b) Dado que la seguridad de los datos de hecho se fundamentaba en la relación causal, y ésta ha quedado cuestionada, también queda cuestionada la seguridad en los datos de hecho. Hume, consecuentemente, afirma que acerca de los datos de hecho tan sólo es posible la creencia (es decir, un conocimiento probable), en ningún caso un conocimiento seguro. c) ¿Cómo vivir con la convicción de que acerca de los datos de hecho no existe un conocimiento seguro? La costumbre, no la razón, debe constituir la principal guía de la vida del hombre: a pesar de que no podemos establecer una conexión necesaria entre causa-efecto, la costumbre de ver que un hecho A va acompañado de otro hecho B evita que caigamos en una parálisis epistemológica y nos permite fundamentar con relativa seguridad nuestras afirmaciones sobre el futuro. Seguridad relativa, en todo caso (pues la costumbre no produce conocimiento, sino conocimiento probable). c) El valor de la ciencia. La inducción La reflexión de Hume ha cuestionado la seguridad que poseíamos en la conexión necesaria de la relación causa-efecto (reduciéndola a una conexión constante). ¿Cómo afecta esta reflexión a la ciencia, teniendo presente que las predicciones de la ciencia se fundamentan, en general, sobre la relación causa-efecto? La respuesta dependerá del tipo de ciencia: 1) En las ciencias formales (como, por ejemplo, la Geometría y las Matemáticas), construidas sobre relaciones de ideas, no hay ningún problema, pues tienen por sí mismas la universalidad y necesidad exigidas tradicionalmente a la ciencia. Versión 2.2 / Página 9 2) En las ciencias empíricas (como, por ejemplo, la Física o la Medicina), construidas sobre datos de hecho (acerca de los cuales, como hemos visto, tan sólo es posible tener creencia, no conocimiento seguro), la situación es diferente: se impone renunciar al ideal platónico-aristotélico de ciencia como un conocimiento universal y necesario y limitar la ciencia a la creencia (es decir, al conocimiento probable) de que lo que ha ocurrido hasta ahora habrá de seguir ocurriendo en lo sucesivo. Ya no se trata, por tanto, de seguridad sino de probabilidad. Así, desde este planteamiento, es seguro que el cuadrado de la hipotenusa sea igual a la suma de los cuadrados de los catetos, pero sólo es probable (pues ha sucedido hasta ahora pero no tenemos la seguridad de que siga sucediendo) que los cuerpos se atraigan en razón directa del producto de sus masas y en razón inversa del cuadrado de sus distancias. Hume criticó la inducción como método científico válido. El conocimiento se fundamenta en la experiencia y, por tanto, no puede ir más allá de las afirmaciones particulares. La inducción, en cambio, extrae principios universales fundamentados en la repetición de casos particulares, haciendo un salto que para Hume no está justificado. VII. LAS CRÍTICAS DE HUME A OTROS CONCEPTOS FILOSÓFICOS Una vez cuestionada la validez de la relación necesaria causa-efecto, la crítica de Hume alcanza a los siguientes conceptos: 1) Las ideas generales o abstractas. ¿Qué son las ideas generales o abstractas? Son todas aquellas ideas que designan o bien una pluralidad de elementos (generales) o bien una realidad no concretable físicamente (abstractas) (así, consideramos idea general la idea de árbol y abstracta la idea de amor). Según Hume, las ideas generales o abstractas no existen: todas las ideas son necesariamente particulares (pues las ideas se basan en la experiencia y ésta siempre lo es de realidades particulares). Las ideas generales o abstractas, consecuentemente, son en realidad ideas particulares usadas como ideas generales o abstractas (así, cuando pensamos en “árbol” no pensamos en un árbol general o abstracto, sino en un árbol en concreto). 2) La idea de sustancia. ¿Qué es la sustancia? Tradicionalmente, se llama sustancia a aquello que un ser verdaderamente es (al margen de cómo sea). Es, por tanto, una realidad que existe independientemente de las impresiones que recibimos y que permite que éstas existan. La idea de sustancia, según Hume, no proviene de ninguna impresión (pues las impresiones tan sólo nos informan de cómo son las cosas, de sus cualidades) y, consecuentemente, no puede ser considerada una idea válida. La idea de sustancia, realmente, es tan solo una palabra que agrupa en su interior una colección de ideas simples (es decir, nosotros no percibimos la Versión 2.2 / Página 10 sustancia de algo, sino cómo es ese algo: ese conjunto de características de las que tengo impresiones quedan agrupadas bajo un nombre, el cual recibe el nombre de sustancia). 3) La existencia de una realidad exterior. La tradición filosófica occidental no había cuestionado la existencia de la realidad exterior. La tradición platónica, por ejemplo, había cuestionado que la realidad física fuera tal y como los sentidos nos la mostraban, pero no llegó a poner en duda su existencia. Para Hume, la única realidad existente de la que podemos dar cuenta son nuestros contenidos mentales y, en último término, de nuestras sensaciones o impresiones. No es lícito, por tanto, afirmar que nuestras sensaciones están causadas por el mundo exterior (pues las impresiones son mentales y nada nos autoriza a referirlas a una realidad diferente de éstas: lo único que puedo afirmar es que tengo una impresión, no que esa impresión haya sido causada por una realidad externa a mí). Esta posición recibe el nombre de fenomenismo. 4) La existencia de la identidad personal o “yo”. Los hombres estamos convencidos de la existencia de una identidad personal o “yo”, es decir, de una sustancia diferente de nuestro cuerpo y de nuestros pensamientos, que permanece invariable a lo largo de nuestra vida. Según Hume, la idea de la identidad personal o “yo” no proviene de ninguna impresión (el “yo” no es ninguna impresión, sino aquello que se supone como sujeto al que se refieren nuestras impresiones) y, consecuentemente, no puede ser considerada una idea fundamentada. Esta creencia, afirma Hume, es construida por la imaginación y la memoria. Gracias a estas facultades yo creo que ahora soy el mismo que ayer. 5) La idea de Dios. En la misma línea, Hume afirma que la idea de Dios no proviene de ninguna impresión y, por tanto, considera que no es una idea válida. Consecuentemente, no podemos afirmar la existencia de Dios e, igualmente, tampoco podemos negarla. Consecuentemente, Hume afirma que la única posición sensata ante esta cuestión es la actitud agnóstica. Consecuentemente, toda afirmación o sistema de pensamiento que haga uso de la idea de Dios no puede aspirar a ser un conocimiento seguro (es, en realidad, una creencia). Hume, por tanto, cuestiona radicalmente la solidez de las tres sustancias afirmadas por Descartes (res cogitans, res infinita y res extensa). VIII. EL ESCEPTICISMO DE HUME ¿Hume es un escéptico? Esta pregunta debe responderse desde tres perspectivas diferentes: Versión 2.2 / Página 11 1) En sentido estricto, Hume no es un escéptico, pues admite la existencia de la verdad y, también, la posibilidad de conocerla (recordemos que Hume admite la existencia de conocimientos universales y necesarios en las ciencias formales). 2) Hume es un escéptico respecto a la Metafísica, a la Teología y a las ciencias empíricas, pues no admite la posibilidad de un conocimiento universal y necesario en estas disciplinas. En ellas, estrictamente hablando, tan sólo cabe la suspensión del juicio propia del escepticismo. 3) Sin embargo, dado que tenemos que seguir viviendo (y ese escepticismo radical nos conduce en la práctica a un inmovilismo absoluto), Hume admite que utilicemos el criterio de la probabilidad para tomar decisiones. Estos juicios, sin embargo, en la medida en que sabemos que pueden ser cuestionados (pues no son juicios seguros, sino tan solo probables), deben ser lo más beneficiosos para uno mismo y para los demás (este aspecto será desarrollado más ampliamente al comentar las ideas éticas de este filósofo). A este respecto, Hume escribirá: “Si tengo que ser un estúpido, como con certeza lo son todos los que razonan o creen en algo, que mis tonterías sean por lo menos algo natural y agradable”. Con este criterio, Hume esperaba contribuir a la instrucción de la humanidad a través del desarrollo de la virtud de la tolerancia. La reflexión de Hume conduce, por tanto, a lo que se ha dado en llamar escepticismo natural: inclinándonos a nuestra disposición (y necesidad) natural a emitir juicios (pues son necesarios para vivir), debemos hacerlo teniendo presente que esos juicios, en sí mismos, nunca pueden ser afirmados como absolutamente verdaderos o absolutamente falsos. Versión 2.2 / Página 12