El Estamento Nobiliario PDF

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Este documento describe el estamento nobiliario en la Edad Media, incluyendo la alta y baja nobleza, su vida, la residencia en los castillos y el estamento eclesiático. También analiza las actividades de la Iglesia en el terreno político, económico y social.

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El estamento nobiliario La nobleza era un estamento social compuesto por un reducido número de personas. Se dividía en dos grupos, diferenciados por su riqueza y poder: – La alta nobleza, formada por los vasallos directos del rey, como duques, condes, marqueses y barones. – La baja nobleza, integ...

El estamento nobiliario La nobleza era un estamento social compuesto por un reducido número de personas. Se dividía en dos grupos, diferenciados por su riqueza y poder: – La alta nobleza, formada por los vasallos directos del rey, como duques, condes, marqueses y barones. – La baja nobleza, integrada por nobles de menor categoría, como los caballeros o las personas que podían mantener un caballo y el armamento de guerra. La vida de la nobleza La vida de los varones nobles giraba en torno a la actividad militar, para la que se entrenaban desde muy jóvenes. En tiempos de guerra prestaban ayuda militar al señor con sus tropas. Y en tiempos de paz se entrenaban para la guerra practicando la equitación, la caza y el combate en torneos. Las damas nobles se casaban con la persona elegida por sus padres. Debían obediencia total al marido y se dedicaban a dirigir a los sirvientes, educar a los hijos, orar y bordar. Las que quedaban solteras, solían ingresar en monasterios. La nobleza se diferenciaba de los demás grupos sociales por la indumentaria, caracterizada por la calidad y el colorido de las telas y la riqueza de los adornos. También por la alimentación, con un mayor consumo de carne, la condimentación con especias caras (azafrán, canela, pimienta) y la elaboración de los alimentos con refinadas recetas. El castillo, residencia del señor Los nobles residían en castillos, donde también se refugiaba la población del lugar en caso de peligro. Solían situarse en el centro del feudo, sobre un lugar elevado, y estaban protegidos por un foso y por gruesas murallas y torres. En el interior, la parte principal era la torre del homenaje. En ella se situaban los aposentos del señor y de su familia, y el gran salón o estancia principal, donde el señor celebraba los banquetes, recaudaba los impuestos e impartía justicia. Además, los castillos contaban con pozo, establos y talleres que producían los artículos necesarios para la vida cotidiana. El estamento eclesiástico El clero no era un estamento homogéneo, pues existían grandes diferencias entre el alto y el bajo clero y según el lugar de residencia de sus miembros. – El alto clero incluía al papa, los obispos y los abades y las abadesas de los grandes monasterios, que disfrutaban de importantes feudos y rentas. El bajo clero comprendía a los sacerdotes y a los monjes y las monjas de los monasterios, y vivía más pobremente. – El lugar donde habitaban distinguía al clero secular, que vivía entre los laicos y estaba integrado por obispos y sacerdotes; y al clero regular, que vivía en comunidad en un monasterio y estaba integrado por abades y monjes, o por abadesas y monjas. Las actividades de la Iglesia La sociedad feudal era profundamente religiosa. En ella, la Iglesia predicaba la doctrina cristiana y administraba los sacramentos. Pero también influía en otros ámbitos de la vida diferentes al religioso. – En el terreno político, intervenía en los asuntos de los reinos cristianos, aconsejaba a los reyes y arbitraba en sus disputas. También frenaba la violencia a través de la «paz de Dios», que prohibía atacar a personas o lugares indefensos; y la «tregua de Dios», que prohibía hacer la guerra en domingos, días de fiesta y ciertas épocas del año. – En el terreno económico, la Iglesia era un estamento privilegiado que no pagaba impuestos, poseía grandes feudos y recibía donaciones. También tenía derecho al diezmo, o décima parte de todas las cosechas. – En el terreno social, controlaba el comportamiento de las personas y el cumplimiento de las obligaciones religiosas. También asistía a pobres y a enfermos, recogía a los huérfanos, refugiaba a los perseguidos y hospedaba a los peregrinos. Las campanas de las iglesias y de los monasterios, incluso, regulaban las horas de trabajo y descanso, y eran la referencia más habitual para medir el tiempo. – En el terreno cultural, la Iglesia organizaba la enseñanza y financiaba numerosas obras de arte. La vida del clero regular. Los monasterios La vida monástica tuvo una gran importancia en la Edad Media. Los monasterios se construían en el campo e incluían diferentes partes destinadas a cada función: iglesia para orar; y dependencias para los monjes. También contaban con espacios para las distintas actividades: económicas, como huerto, lagar, cuadra, forja y carpintería; sociales, como hospedería y enfermería; y culturales, como escuela, biblioteca y scriptorium o escritorio, un lugar donde se copiaban a mano códices o libros muy antiguos que se ilustraban con miniaturas. Monjes y monjas obedecían la regla o normativa propia de cada orden, y vestían su hábito. En la Alta Edad Media, la principal fue la orden de los benedictinos, fundada en el siglo VI por San Benito de Nursia. Los benedictinos llevaban hábito negro; tenían votos de pobreza, obediencia y castidad; se regían por el principio de ora et labora («reza y trabaja»), que combinaba la oración con el trabajo manual; y llevaban una alimentación austera consistente en sopa, pan, verdura, huevos, fruta, vino y cerveza. La carne y el pescado eran excepcionales. El estamento de los trabajadores Los campesinos de los feudos constituían la mayor parte del estamento de los trabajadores. Entre ellos se distinguían dos tipos: – Los villanos eran personas libres, que podían vivir donde quisieran e incluso marcharse del feudo. – Los siervos eran personas que no podían abandonar el manso que cultivaban, al que estaban vinculados, y transmitían su condición por herencia a sus hijos e hijas. No obstante, poseían algunos bienes personales y el señor, que les debía protección y justicia, no podía golpearlos, matarlos o venderlos como esclavos. La vida del campesinado Las tareas agrarias y otras actividades complementarias se realizaban con la participación de toda la familia campesina. – Los hombres realizaban las labores agrarias más pesadas, como arar, segar o talar árboles. Algunos desempeñaban también ciertos oficios, como carpinteros, albañiles, panaderos o herreros. – Las mujeres ayudaban en las tareas agrarias, como la siembra, la cosecha y la vendimia; realizaban las faenas domésticas; y cuidaban de los niños, hilaban y tejían. Algunas trabajaban también como sirvientas, lavanderas, o jornaleras. – Los niños se encargaban de los trabajos menos duros. A los cuatro años comenzaban a colaborar en las tareas de casa, buscando leña o cuidando los animales domésticos. Y a los 14 años, una vez alcanzada la mayoría de edad, empezaban a trabajar en las faenas agrícolas. La vida diaria de los campesinos era muy dura. Trabajaban de sol a sol con herramientas primitivas que proporcionaban bajos rendimientos. Además, debían pagar al señor feudal impuestos por trabajar la tierra y por usar ciertas instalaciones del feudo, como el molino, el horno y la prensa; trabajar gratuitamente en la reserva y en la casa del señor; y pagar a la Iglesia el diezmo o décima parte de sus cosechas y ganados. La indumentaria y la alimentación La vestimenta, confeccionada habitualmente por las campesinas, era de tejidos bastos de lana sin teñir y de color parduzco. Cada persona tenía un vestido, que utilizaba durante todo el año. La alimentación era escasa y monótona. En un 70 % consistía en pan de cereales pobres, como centeno, mijo o avena, que completaban con potajes de legumbres, verdura, leche y huevos. La carne se limitaba a contadas ocasiones, como Navidad y algunos días de fiesta. Procedía de las aves de corral y de la matanza de un cerdo, realizada en el mes de noviembre o diciembre. La aldea y sus viviendas Las aldeas estaban habitadas por personas dependientes de un mismo señor feudal. Se construían en terrenos ganados al bosque con el esfuerzo de los campesinos y campesinas. Para ello, una vez elegido el lugar, se incendiaban los árboles, se talaban los troncos quemados, se araban los campos y se levantaban las viviendas. El entorno de la aldea suministraba ciertos recursos. Así, el bosque proporcionaba pastos para el ganado, caza menor, madera con la que construir las casas, leña para encender la lumbre y frutos con los que completar la escasa alimentación. Y los pantanos y los ríos aportaban cañas, juncos y pescado. Las viviendas de las aldeas eran muy modestas. En general, los muros se construían con los materiales del lugar, como madera, barro o piedra; la cubierta, con paja; y el suelo, con tierra apisonada. Solían contar con una o dos habitaciones, a menudo sin ventanas, y poseían escasos muebles: un banco, varios camastros de paja, unas cuantas cacerolas de barro, y escudillas y jarras de madera.

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