Spanish Past Paper: Bloque 6: La conflictiva construcción del estado liberal (1833-1876) PDF
Document Details
Uploaded by KindlyBlackHole
Tags
Related
- Construction and Consolidation of the Liberal State (1834-1874) PDF
- TEMA 2.- LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1868) PDF
- Tema 1 Historia PDF
- Tema 5.1 y 5.2. Construccion del Estado Liberal (1833-1874) PDF
- TEMA 39. LA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL ESPAÑA SIGLO XIX.docx PDF
- Bloque 6. La Conflictiva Construcción del Estado Liberal (1833-1874) PDF
Summary
This document is an excerpt from a Spanish history exam paper covering the conflictual construction of the liberal state between 1833 and 1876. It discusses the revolution, political developments, and social issues during this period. Key terms and concepts are introduced and examined.
Full Transcript
Bloque 6: LA CONFLICTIVA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1876) Índice: 6.1) Revolución liberal en el reinado de Isabel II. Carlismo y guerra civil. Construcción y evolución del Estado liberal. 6.2) Proceso de desamortización y cambios agrarios. Los cambios agrarios durante la Revolución Liber...
Bloque 6: LA CONFLICTIVA CONSTRUCCIÓN DEL ESTADO LIBERAL (1833-1876) Índice: 6.1) Revolución liberal en el reinado de Isabel II. Carlismo y guerra civil. Construcción y evolución del Estado liberal. 6.2) Proceso de desamortización y cambios agrarios. Los cambios agrarios durante la Revolución Liberal: Las desamortizaciones de Juan Álvarez de Mendizábal y Pascual Madoz. 6.3) El Sexenio Revolucionario (1868-1874): intentos democratizadores. De la revolución al ensayo republicano 6.1) Revolución liberal en el reinado de Isabel II. Carlismo y guerra civil. Construcción y evolución del Estado liberal. Fernando VII murió en 1833, y tras su muerte comienza un período de transición caracterizada por una guerra civil, la primera guerra carlista, la regencia de Mª Cristina de las Dos Sicilias y la regencia del general progresista Espartero. Se produjo el paso del absolutismo al sistema liberal, cambiando así las estructuras políticas del país. Se confirmó la división del liberalismo en dos corrientes: - Liberales moderados: Querían amplios poderes para la Corona y sufragio censitario. Era una opción intermedia entre el absolutismo y la soberanía popular: un liberalismo conservador - Liberales progresistas: Defensores de la labor legislativa a través de las Cortes de Cádiz y querían una reforma social y política que limitase el poder del rey a favor del Parlamento. Mª Cristina e Isabel se mostraron partidarias de los moderados, y así los progresistas sólo gobernaron cuando la situación amenazaba a la estabilidad de la monarquía. → Regencia de Mº Cristina (1833-1840) Isabel heredó la Corona a los tres años de edad al morir su padre, y su madre Mª Cristina actuó como regente hasta 1840. Durante los tres primeros años de regencia, se consigue afianzar la política de los moderados. El primer gobierno de la regencia fue dirigido por Francisco Cea Bermúdez, liberal moderado, donde impuso algunas reformas administrativas: nueva división provincial, obra de Javier de Burgos que organizó España en 49 provincias. Los liberales empezaron a exigir cambios más profundos. Francisco Martínez de la Rosa, liberal moderado, fue nombrado presidente del Consejo de Ministros en 1834, y quiso cambiar las estructuras del Antiguo Régimen. El principal instrumento político para esta transición fue el Estatuto Real (1834), una Carta Otorgada que se caracterizó por: - No reconocía la soberanía nacional, ni la división de poderes, ni libertades políticas de la C.1812 - Establece Cortes bicamerales compuestas por dos estamentos: el de Próceres (integrada por altos cargos) y el de Procuradores (elegido por sufragio censitario) - Dejaba la iniciativa legislativa en manos del monarca y las Cortes sólo tenían funciones consultivas. - No satisfacía ni a los liberales más moderados ni a los carlistas absolutistas. La caída de Francisco Martínez de la Rosa se debe al contexto de crisis a causa de la guerra y la epidemia de cólera que generaron un profundo descontento en la población. En 1835, asume la presidencia del Gobierno Juan Álvarez de Mendizábal, liberal progresista, que llevó a cabo una serie de reformas importantes: reorganizó la milicia nacional, creó las Diputaciones Provinciales, suprimió la Mesta y promulgó el decreto de desamortización de los bienes eclesiásticos. La regente vio que las 1 reformas iban demasiado lejos y sustituyó al gobierno de Mendizábal por uno más moderado, frenando por ejemplo el ritmo de la desamortización. La crisis económica generó levantamientos en contra del Gobierno que exigían más libertades políticas, reivindicando que se diese el poder a políticos progresistas. En un contexto de excitación popular, un grupo de suboficiales entraron en el Palacio de San Ildefonso de la Granja, donde residía Mª Cristina en verano, obligándola a firmar un decreto. En este se restituía la Constitución de 1812, se derogaba el Estatuto Real de 1834 y la obligaba a nombrar un gobierno progresista presidido por José Mª Calatrava. Esto se conoce como “Motín de la Granja”, e inmediatamente se redacta una nueva constitución conocida como la Constitución de 1837 (era más moderada que la de 1812): Recuperaba la monarquía constitucional, soberanía compartida entre el rey y las Cortes (formadas por Senado y Congreso de los Diputados) y con iniciativa legislativa. Era aceptada por moderados y progresistas, con la esperanza de establecer un régimen parlamentario. Paralelamente a la regencia de Mª Cristina, se dio la Primera Guerra Carlista (1833-1840): Los partidarios de Carlos María Isidro, no aceptaron la eliminación de la Ley Sálica que dejaba reinar a Isabel. Por esto, los carlistas que defendían el absolutismo más intransigente se enfrentaron a la regente María Cristina que encontró el apoyo en los liberales y absolutistas más moderados. Durante la Primera Guerra Carlista, los carlistas se hicieron fuertes en el norte peninsular. El general carlista Ramón Cabrera, acompañado por Carlos Mª Isidro llegó desde el Maestrazgo hasta Madrid. El coronel Tomás de Zumalacarregui consiguió dirigir un ejército en el Norte, y consolidó el poder carlista en el País Vasco. Tras su muerte en 1835, las victorias isabelinas en el norte aumentaron obligando a Carlos Mª Isidro a huir a Francia. En 1839, la victoria del general isabelino Baldomero Fernández Espartero, liberal progresista, y el general carlista Rafael Maroto pusieron fin a la guerra en el Convenio de Vergara. Se dieron nuevos levantamientos carlistas durante el siglo XIX: la Segunda Guerra Carlista (1846-1849) y la Tercera (1872-1876). Fueron posibles debido al apoyo que tuvieron los carlistas en el norte, donde tuvo importancia la defensa de leyes o fueros que se conservaban desde la época medieval. Los fueros se oponían al centralismo de los liberales. Al finalizar la guerra, un Gobierno dirigido por Pérez de Castro, liberal moderado, intentó limitar las reformas y la participación de las clases medias urbanas promulgando la Ley de Ayuntamientos (1840) que suprimía el derecho de los ciudadanos a elegir sus alcaldes y ahora lo eligiría el Gobierno. Se dieron nuevas sublevaciones y Mª Cristina se vio obligada a renunciar a la regencia. → Regencia de Espartero (1841-1843) En 1841, el general Espartero (liberal progresista) fue elegido por las Cortes para tomar la regencia, cuando Mª Cristina se vio obligada a renunciar. Era un reciente vencedor de los carlistas, y tenía el apoyo de los liberales progresistas. Aunque gobernó de manera dictatorial hasta 1843, reprimiendo a los moderados y sin someterse al Parlamento. Ganó el rechazo de todos con ciertas medidas: - Impuso una política librecambista que ponía en peligro la incipiente textil catalana - Recortó los fueros vasconavarros por su apoyo en la guerra carlista mediante la Ley Paccionada de 1841 Además los liberales moderados que habían sido apartados del poder empezaron a conspirar contra su gobierno, incluso los progresistas acabaron rechazándolo por su política autoritaria. 2 Después de tres años de regencia nadie le apoyaba, y en 1843 se dio un pronunciamiento militar encabezado por el general Ramón María Narváez, liberal moderado, que hizo caer al Gobierno. Espartero se exilió en Londres y no regresó a España hasta 1849. → La Década Moderada (1844-1854) Isabel II comenzó su reinado personal cuando asumió el trono de España en 1843 a los trece años. Los veinticinco años de su reinado se vieron caracterizados por agitaciones sociales, escándalos en la Corte e inestabilidad de los más de cincuenta gobiernos que se sucedieron. Las tensiones entre moderados y progresistas, entre el deseo de mantener el orden y la introducción de nuevas libertades, y pese a la fuerte resistencia al cambio en algunos sectores de la sociedad española, no se pudo evitar que el sistema liberal se fortaleciera en el país y se consolidara una nueva estructura del Estado. A lo largo de todo su reinado los partidos políticos más importantes fueron: el carlista, el moderado, la Unión Liberal, el progresista y los demócratas. Tenían un fuerte componente individualista, y sus ideas se traducen a partir de la práctica electoral, sometida a la corrupción, prensa política y oratoria parlamentaria. Solían tener poco contacto con la realidad social, ya que no había control al votar (se podía votar varias veces): Partido carlista - Retorno al Antiguo Régimen. - Absolutismo monárquico y soberanía real. - Privilegios forales. - Privilegios estamentales. - Restauración de la Inquisición. - Tuvieron el apoyo de la nobleza reaccionaria y de campesinos temerosos del liberalismo. Partido moderado - Término medio entre el absolutismo carlista y el progresismo. - Querían integrar a los carlistas, pero consideraban acabado el Antiguo Régimen. - Soberanía compartida entre las Cortes y el rey, con más atribuciones de la corona. - Ante todo estaba el “orden”. La monarquía era la garantía, frente al desorden popular. - Pretendían un Estado y una administración muy centralizadas. - Reclamación de la unidad, aunque sin dar marcha atrás en las desamortizaciones. - Representaban a las clases más ricas. - El censo electoral que apoyaban era solo del 1-3% de la población. Unión Liberal - Surgieron en la década de 1850. - Eran un término medio entre los moderados y los progresistas. - Representaban a los sectores más acomodados de la sociedad. - Defendían la soberanía compartida entre el rey y las Cortes. - Defendían el orden social. Partido progresista - Soberanía nacional, representada por las Cortes. El rey ejercía el poder ejecutivo. - Apoyaban el sufragio censitario, pero más amplio que los moderados. - Pretendían robustecer los poderes locales: articular el país por medio de los núcleos democráticos municipales. - Apoyaban la Milicia Nacional (grupos del pueblo uniformados). - Su programa económico se basaba en el librecambismo. - Su base social eran las clases medias. Al principio tuvieron el apoyo de los obreros industriales. - Solo estuvieron en el poder por sublevaciones o pronunciamientos. La corona siempre los marginó. 3 Partido demócrata - Fundado en 1849. - Soberanía popular representada por las Cortes. - Sufragio universal masculino. - Limitación de los poderes del rey al mínimo. - Fomento de los poderes locales: ayuntamientos democráticamente. - Fuerte apoyo a la Milicia Nacional. - Contaron con el apoyo de parte de las clases medias y bajas. La consolidación y el surgimiento de diversas opciones políticas no supuso un mejor funcionamiento de la alternancia política. El ejército siguió sustituyendo, a través de pronunciamientos a la mecánica electoral para asegurar el cambio político, pues el fraude electoral generalizado no dejaba vías de acceso al poder para los progresistas. Isabel II encargó la formación de Gobierno al partido liberal moderado por el propio Narváez (1844). Durante diez años, gobernaron con el apoyo de la burguesía más conservadora y frenando la oposición de las clases sociales más desfavorecidas. Aunque Isabel II había jurado la Constitución de 1837, la terminó derogando (porque Narvaez era moderado) y se redactó la Constitución de 1845 donde se recogía las ideas del liberalismo moderado: - Suprimió la soberanía nacional y estableció la soberanía compartida entre las Cortes y el rey. - Redujo la participación electoral (sufragio censitario) elevando el nivel de renta necesario tanto para los electores como para los candidatos elegibles. - Limitó la libertad de expresión y reunión. - Las Cortes, formadas por dos cámaras: Congreso de los Diputados y Senado, tan solo podían ser convocadas por el monarca. - El Estado era confesional. Por otra parte, los moderados iniciaron la reorganización administrativa del Estado liberal y emprendieron reformas trascendentales: - La organización territorial del Estado: La división provincial de Javier de Burgos seguía vigente pero se dotó a las provincias de entidad política poniendo a su frente a un gobernador civil. Los alcaldes eran designados por el rey. - Ley de Reforma Fiscal (1845): Sistema fiscal que pone fin al Antiguo Régimen, cuyo objetivo era sanear la maltrecha de Hacienda del Estado creando nuevos impuestos: los directos sobre la renta o el patrimonio… El más impopular fue el de consumo, porque gravaba los productos de primera necesidad. - Elaboraron un nuevo Código Penal en 1848 para asegurar el mantenimiento del orden público, y fue vigente hasta 1996. Crearon la Guardia Civil para mantener el orden en las zonas rurales. - Se creó el Plan de Estudios Pidal (1845), donde se establece que a las escuelas primarias debería tener acceso la mayoría del pueblo y secundarias para las clases medias. Los moderados, con el gobierno de Juan Bravo Murillo (1851-1852) iniciaron una importante política de obras públicas. Se repararon antiguos caminos, se construyeron nuevas vías de comunicación y se aprobó la Ley de Ferrocarriles en 1851 con estructura radial y con centro en Madrid. Se promulgó la Ley de Puertos para mejorar las comunicaciones marítimas y se proyectaron importantes obras hidráulicas como el Canal de Castilla. Se habían roto relaciones entre la Iglesia y el Estado debido a medidas como las desamortizaciones de Mendizábal, por lo que, como los moderados querían conseguir el reconocimiento de la monarquía de Isabel II, 4 firmaron el concordato o convenio de colaboración con el Vaticano en 1851 por el que la Iglesia recuperaba sus privilegios y podía intervenir en la enseñanza. Se favorecieron los negocios financieros de personajes relacionados con el poder. En 1854, las clases populares dieron su apoyo a un alzamiento liberal progresista que aspiraba a renovar este ambiente político tan degradado. Aquí se dio la Segunda Guerra Carlista (1846-1849). Fue iniciada por los partidarios del hijo de Carlos María Isidro: Carlos Luis de Borbón y Braganza en quien había abdicado en 1845, el cual había intentado contraer matrimonio, sin éxito con su prima Isabel II Los generales implicados fueron los carlistas Ramón Cabrera y Benito Tristany que llegaron hasta Barcelona donde fueron vencidos por las tropas de Manuel Gutiérrez de la Concha. Hasta 1860 perduraron algunos focos carlistas en las zonas rurales de Navarra, País Vasco y Cataluña que encontraban apoyo en sectores como el campesinado y el clero rural. → El Bienio Progresista (1854-1856) En Madrid se inició un pronunciamiento militar, “la Vicalvarada”, comenzado por el general Leopoldo O’Donnell, líder del partido Unión Liberal. Este pronunciamiento no pretendía destronar a Isabel II, si no que quería forzarla a admitir las reformas democráticas (interrumpidas en 1844), tal y como se establece en el Manifiesto de Manzanares, redactado por Antonio Cánovas del Castillo. Después de la “la Vicalvarada”, la reina le pidió al general progresista Espartero que retomara el control del gobierno, haciendo que volviesen algunas reformas radicalmente progresistas: - Jesuitas fueron expulsados de España, por conspirar contra del gobierno liberal - Prohibieron procesiones y manifestaciones externas de culto católico - Segunda desamortización (1855), de Pascual Madoz, que supuso la expropiación de bienes comunales de municipios - En 1855, se creó una nueva Ley de Ferrocarriles, que planificó la red ferroviaria (tuvo importancia en el desarrollo del capitalismo español) - En 1856 se promulgó la Ley Bancaria, que regulaba el sistema bancario español; y el antiguo Banco de San Carlos pasó a llamarse Banco de España. - Se elaboró la Constitución de 1856, conocida como “non nata”, pero no se pudo poner en práctica. Esta quería aumentar los derechos individuales y proclamar soberanía nacional. El Bienio Progresista coincidió con una buena etapa económica, a causa de las exportaciones agrícolas. Esto se debe a la Guerra de Crimea (1853-1856), donde Turquía, Reino Unido y Francia luchan contra el imperio ruso. El dicho “Agua, sol y guerra en Sebastopol” alude a los buenos años de cosechas por la guerra. El Bienio Progresista acabó por las presiones de la Corona, sectores eclesiásticos y liberales moderados. → El Retorno del Moderantismo (1856-1868) Narváez se puso de nuevo al frente de un Gobierno moderado (1856-1858) En este período destacan grupos influyentes: los terratenientes, militares, conservadores y la Iglesia. Se llevaron a cabo las siguientes medidas: - Se paralizó la desamortización de Pascual Madoz - Se promulgó la primera Ley de Educación de Claudio Moyano - La Iglesia recuperó muchos privilegios - Las revueltas campesinas en Andalucía fueron reprimidas por la Guardia Civil 5 - Comienzan a darse resultados electorales fraudulentos: pucherazos, compra y venta de votos… Luego tomó el poder O’Donnell (1858-1863), el más largo y próspero de todos: “Gobierno largo de O’Donnell” - Un período de buenas cosechas y expansión comercial debido a las colonias de Cuba y Filipinas. Debido a la Guerra de Sucesión en EEUU (1861-1865) que favoreció a la exportación española - La construcción del ferrocarril tuvo un auge - Se inició una ambiciosa política exterior, donde se mandan tropas a la Conchinchina para proteger a misioneros españoles y expediciones al Norte de África. Se ocupó Santo Domingo, y se mandó expediciones a México a cargo del General Prim. La población quería conseguir más libertades y derechos, por eso entre las capas ilustradas surgió el Partido Demócrata y aparecía el republicanismo. Se crearon las primeras organizaciones obreras, así como surgieron las revueltas entre el campesinado jornalero por la reivindicación de mejoras laborales. A partir de 1863, se alternaron el poder los moderados y los unionistas hasta 1868 con figuras importantes como Narváez o Bravo Murillo (liberales moderados). → Crisis y desestabilización política (1866-1868) La muerte de los líderes O'Donnell (1867) y Narváez (1868) dejó claro el desgaste del modelo político moderado y abrió paso a una nueva generación de políticos. En 1866, progresistas y demócratas se reunieron en Ostende (Bélgica) para formar una coalición contra la monarquía de Isabel II. El malestar era general, ya que el gobierno moderado reprimía a los sectores progresistas y excluía a los grupos populares, incluyendo a las organizaciones obreras. Las elecciones estaban controladas por caciques, beneficiando siempre a los privilegiados. Isabel II y su Corte estaban desprestigiadas por su vida privada y la corrupción, lo cual era motivo de burla en la prensa. Sin embargo, la crisis económica y de subsistencia de 1866 fue lo que terminó creando el clima que llevaría al fin de la monarquía. Dos hechos acelerarían la caída de Isabel II: - La noche de San Daniel: comenzó como una protesta estudiantil en apoyo a profesores republicanos destituidos por sus ideas políticas, pero terminó en una dura represión en la que murieron más de diez personas y hubo cientos de heridos. Las fuerzas de orden actuaron de forma indiscriminada contra todos los presentes en la calle. - La Sublevación del cuartel de San Gil: fue un motín en Madrid en 1866, promovido por los partidos progresista y democrático, que buscaba derrocar a Isabel II. A diferencia de las revueltas anteriores, esta aspiraba también a destronar a los Borbones, no solo a cambiar el gobierno. En 1868, dos años más tarde del Pacto de Ostende, el objetivo de los conspiradores se materializaba en la Revolución “la Gloriosa” que acabó con el exilio de Isabel II. 6.2) Los cambios agrarios durante la Revolución Liberal: Las desamortizaciones de Juan Álvarez de Mendizábal y Pascual Madoz. 1) Características generales de la agricultura española en el siglo XIX. El atraso agrario español fue una constante en el siglo XIX, ya que, a diferencia de otros países europeos, factores como la baja calidad de tierras, escasez de agua, falta de infraestructuras, ausencia de una mentalidad capitalista emprendedora, concentración de tierras en manos de la nobleza y la Iglesia, y un mercado nacional débil mantuvieron técnicas y estructuras tradicionales, dificultando así el avance agrícola y el aumento de la productividad. 2) El problema de la propiedad de la tierra. 6 Para hacer el campo más rentable, era necesario que los propietarios invirtieran en maquinaria, abonos y nuevos cultivos, o buscaran mercados para sus productos. Sin embargo, pocos lo hacían. Los nobles y clérigos vivían de las rentas de sus tierras, que eran cultivadas por arrendatarios con contratos antiguos (casi nunca había actividad productiva). Estos arrendatarios guardaban una parte de las cosechas para vivir y entregaban el resto al propietario, además de pagar impuestos al Estado o a la Iglesia. Los campesinos, pobres y trabajan explotaciones pequeñas, no podían mejorar los cultivos ni comprar maquinaria. Además, las tierras comunales, propiedad de los municipios, a menudo estaban sin cultivar o mal aprovechadas, y los campesinos las usaban para recolectar alimentos o pastos. Las tierras de la Iglesia y los municipios, llamadas "manos muertas" por no poder venderse, no cambiaban de manos. Así, a principios del siglo XIX, el progreso de la agricultura española era imposible, a diferencia de lo que ocurría en Europa. 3) El cambio de la propiedad de la tierra: las desamortizaciones. Durante la implantación del liberalismo, se intentó redistribuir los bienes de "manos muertas" y lograr una explotación agraria más eficiente. Esto se logró mediante la desamortización, un proceso en el que el Estado incautó bienes eclesiásticos y civiles para venderlos a particulares. Este proceso se extendió a lo largo del siglo XIX, pero fue principalmente llevado a cabo por los gobiernos progresistas durante las regencias de María Cristina (1836-1837) y Espartero (1841-1843), y el Bienio Progresista (1854-1856) bajo Isabel II. → 3.1) Los antecedentes Tuvo diversos antecedentes, aunque con una repercusión muy limitada: - Durante el reinado de Carlos III, los ilustrados como Jovellanos propusieron cambiar la propiedad señorial de la tierra, ya que la consideraban causa del estancamiento agrícola. - En 1798, bajo Carlos IV y Godoy, se inició la desamortización de bienes eclesiásticos, con permiso de la Santa Sede para expropiar y vender los bienes de los jesuitas y de obras pías. - Las Cortes de Cádiz y sus decretos iniciaron la desvinculación de los bienes de la nobleza y la desamortización de los eclesiásticos y municipales mediante una serie de leyes: - En 1811 se suprimieron los señoríos y privilegios señoriales. - En 1813, un real decreto expropió las tierras de conventos con menos de 12 frailes y vendió baldíos y comunales. - En 1813 se nacionalizaron los bienes de los afrancesados, órdenes militares y conventos suprimidos o destruidos por la guerra. - Sin embargo, con la vuelta de Fernando VII, durante el Sexenio Absolutista (1814-1820), esta legislación fue anulada. - Durante el Trienio Liberal (1820-1823) se restablecieron las medidas de las Cortes de Cádiz, pero en 1823, con el absolutismo de Fernando VII, se restituyeron los bienes incautados. → 3.2) La desamortización de Mendizábal (1836-1837) Tras la muerte de Fernando VII, durante la regencia de María Cristina (1833-1840) y la Primera Guerra Carlista, los progresistas impulsaron una reforma agraria y la desamortización eclesiástica, liderada por Juan Álvarez de Mendizábal, con tres objetivos clave: - Objetivo financiero: Obtener ingresos para pagar la deuda pública y financiar la guerra contra los carlistas. - Objetivo político: Ampliar el apoyo al liberalismo y crear un sector de propietarios leales al régimen liberal isabelino, vinculados a la victoria liberal, ya que un triunfo carlista implicaría devolver las tierras a la Iglesia. Además, muchos miembros del clero regular eran simpatizantes carlistas. - Objetivo social: Crear una clase media de campesinos propietarios, aunque de manera dudosa. 7 El proceso constaba de dos etapas: - Primero, el Estado incautaba los bienes, convirtiéndolos de "manos muertas" a "bienes nacionales". - Segundo, la puesta en venta, mediante subasta pública al mejor postor Se estima que se subastaron propiedades por un valor de 3.274 millones de reales, y el 62% de los bienes de la Iglesia fueron desamortizados, tanto del clero regular (conventos y órdenes) mediante decretos en 1836, como del clero secular en 1837. Entre las pocas voces progresistas que se opusieron a Mendizábal, destacó Flórez Estrada. A pesar de apoyar la desamortización, rechazaba el sistema propuesto, pues su preocupación era social. Quería mejorar la situación de las clases rurales y favorecer al proletariado agrario. Su propuesta consistía en arrendar en "enfiteusis" las tierras a los colonos que ya las trabajaban, por 50 años, con opción de renovación, a cambio de un canon anual. Esta propuesta era ventajosa para el Estado, que no perdía la propiedad de los “bienes nacionales” y podía invertir el importe de las rentas en el pago de las deudas, que con el de Mendizabal solo beneficiaban a los especuladores. Además, usaba los ingresos para amortizar la deuda pública y, en el caso de la desamortización de Mendizábal, para costear la Primera Guerra Carlista. Otras medidas de la revolución liberal que afectaron la propiedad de la tierra fueron la supresión de la Mesta (1836) y la abolición de los señoríos y el diezmo (1837). Los resultados de la desamortización no cumplieron las expectativas, ya que no se recaudó tanto capital como se esperaba, dejando a la Hacienda en dificultades. Además, la mayoría de las propiedades quedaron en manos de la alta burguesía y los terratenientes, mientras los campesinos sin tierras no mejoraron su situación. → 3.2) La desamortización de Pascual Madoz (1855) Durante el Bienio Progresista (1854-1856), el ministro de Hacienda Pascual Madoz impulsó la Ley de Desamortización General (1855), que afectó no solo a los bienes de la Iglesia, sino también a los bienes de propios y baldíos de los municipios, conocida como desamortización civil. Su objetivo principal era obtener ingresos para el Estado, vendiendo los bienes incautados en subasta, exclusivamente en metálico (cambiando la forma de pago) y con un plazo de pago de 15 años. Entre 1855 y 1856 se pusieron en venta unas 43,000 fincas rústicas y 9,000 urbanas, por un valor de 8,000 millones de reales, generando grandes ingresos para la Hacienda y permitiendo que campesinos y propietarios acomodados aumentaran sus tierras. Sin embargo, perjudicó a los más humildes, que perdieron el uso de tierras comunales. La desamortización también generó conflictos con la Santa Sede, con la que, en la Década Moderada (1844-1854), se había firmado un Concordato (1851). Además, dejó a los ayuntamientos sin tierras para sus gastos, pero la recaudación no fue para el Estado, sino que permaneció en los ayuntamientos, los cuales debían utilizarlas en beneficio de todos. El dinero obtenido se destinó a financiar la industrialización y el ferrocarril, en una situación política y fiscal más estable que en la desamortización anterior. 4) Consecuencias de las desamortizaciones. Las consecuencias de la desamortización fueron diversas: - Cambio de propiedad: El 40% de la tierra cambió de manos, y tres quintas partes de las propiedades de la Iglesia fueron vendidas. Los compradores fueron principalmente aristócratas terratenientes, clérigos seculares (que aumentaron aún más su patrimonio) y comerciantes industriales que veían en la tierra un signo de prestigio y estabilidad económica. Las fincas fueron tasadas y subastadas, siendo acaparadas por inversores burgueses con liquidez. - Deterioro económico para los agricultores: Muchos perdieron el derecho a usar bienes comunales, lo que llevó a la proletarización del campesinado. En 1860, la mitad de los asalariados eran jornaleros del campo, y muchos latifundios en Andalucía se originaron en esta época. Estas grandes fincas, cultivadas de manera extensiva y poco tecnificada, contribuyeron al retraso económico de la región y a la miseria de los jornaleros. 8 - Consecuencias culturales: Parte del patrimonio eclesiástico español se perdió, ya que fue malvendido a otros países. 5) Conclusión. En el siglo XIX, la eliminación de los señoríos y las desamortizaciones no trajeron innovaciones agrícolas, ya que los nuevos propietarios prefirieron mantener los sistemas de cultivo existentes en lugar de invertir en mejoras. Esto provocó que el rendimiento de la tierra no aumentara, y solo se incrementó la producción debido a la puesta en cultivo de más tierras desamortizadas. La compra de tierras por especuladores desvió el dinero que podría haberse utilizado para impulsar la industrialización, lo que dejó a España atrasada respecto a otros países europeos, donde la revolución agrícola fue clave para la revolución industrial. A inicios del siglo XX, la agricultura española seguía estancada y en la misma situación, con una injusta distribución de la propiedad, ausencia de inversiones y un desarrollo técnico. Desde el punto de vista social, la miseria de los campesinos generó una creciente conflictividad entre los trabajadores del campo y una oligarquía terrateniente cada vez más intransigente, especialmente en el campo andaluz y extremeño. La desamortización de la tierra, una de las medidas más revolucionarias del gobierno liberal, fue una oportunidad desaprovechada para crear una clase media agraria que pudiera reducir las grandes diferencias sociales entre una alta burguesía enriquecida y un campesinado cada vez más empobrecido. Las tierras pasaron de manos eclesiásticas y municipales a manos laicas y privadas, y la “cuestión agraria” se convirtió en uno de los problemas cruciales de la España de la primera mitad del siglo XX. 6.3) El Sexenio Revolucionario (1868-1874): intentos democratizadores. De la revolución al ensayo republicano. En septiembre de 1868 estalló en Cádiz una revolución que precipitó la caída de la monarquía de los Borbones en España, y condujo al primer sistema democrático de la Historia española Contexto previo: Durante el reinado de Isabel II, los principios liberales se consolidaron, impulsando una transformación social significativa en España. El limitado desarrollo industrial favoreció el crecimiento económico y dio lugar a nuevos grupos sociales: la burguesía urbana y el proletariado industrial. En el ámbito rural, la reestructuración de la propiedad agraria creó una burguesía de grandes propietarios y un proletariado agrario, especialmente numeroso en el sur del país. A pesar de los cambios, es decir, la aplicación de los principios liberales, las condiciones de vida de las clases menos favorecidas empeoraron, lo que generó un grave problema social. Frente al régimen de los liberales moderados, apoyado por Isabel II, la modernización del país se frenaba y la mayoría de la población quedaba excluida de la política, lo que incentivó el surgimiento de un movimiento subversivo que culminó en la revolución en Cádiz en septiembre de 1868, conocida como "La Gloriosa". Esta revolución, iniciada en Cádiz, provocó el destronamiento de Isabel II y abrió el periodo del Sexenio Democrático o Revolucionario (1868-1874). En este contexto, demócratas y progresistas firmaron el Pacto de Ostende (1866) para destronar a la reina y la creación de juntas revolucionarias que canalizaron el descontento popular frente a los sectores privilegiados. → 1) La Revolución de 1868 En septiembre de 1868, la Armada en Cádiz, liderada por el almirante Juan Bautista Topete, se sublevó contra Isabel II, con Francisco Serrano y Juan Prim al mando del ejército. La revolución se extendió rápidamente por el Levante, y en las principales ciudades surgieron juntas revolucionarias que impulsaron el movimiento bajo el lema “¡Mueran los Borbones!” “¡Viva España con honra!”. Los ideales de la revolución provenían del partido demócrata e incluían el sufragio universal, la supresión de los consumos, las quintas y el enfoque en las clases medias y trabajadoras. Sin embargo, fue también un movimiento impulsado desde el poder 9 político y militar con el objetivo de superar el bloqueo parlamentario que la reina mantenía, lo que impedía que los progresistas gobernaran. Otra de las finalidades era afrontar la grave situación económica que afectaba a las empresas ferroviarias. Algunos historiadores consideran que la revolución fue “falseada”, ya que las juntas revolucionarias populares fueron pronto apartadas, quisiendo pasar a una sociedad burguesa respaldada por un sistema capitalista eficaz dominado por hombres de negocios vinculados al poder político. Fue decisiva la Batalla del Puente de Alcolea, donde las tropas isabelinas fueron derrotadas. Así terminó el régimen liberal autoritario de veinticinco años a excepción del Bienio Progresista, y la reina Isabel II se exilió a Francia junto con su familia. → 2) El gobierno provisional de Francisco Serrano y Juan Prim Los revolucionarios, liderados por Francisco Serrano (regente) y Juan Prim (jefe de Gobierno), convocaron elecciones para que las nuevas Cortes redactaran una Constitución, promulgada en 1869. Esta estableció: - Sufragio universal masculino desde los 25 años, conquista políticas de la Revolución del 1868. - Libertades de expresión, prensa, reunión y asociación. - El Estado mantenía a la Iglesia Católica, permitiendo la libertad de cultos. - División de poderes y Cortes bicamerales divididas en Congreso y Senado. - Monarquía como forma de Estado, el rey tenía atribuciones semejantes a las constituciones anteriores pero estaba sujeto a la soberanía nacional. El último punto plantea un problema, ya que la familia real española estaba en el exilio y era impensable hacer rey al hijo de Isabel II de doce años. A pesar de esto, Cánovas del Castillo comenzó a formar el partido alfonsino para defender los derechos del futuro rey, Alfonso XII. Mientras tanto, se buscó un candidato entre las cortes europeas para ocupar el trono vacante, como Serrano, Espartero, aristócratas y miembros de las dinastías europeas, como el duque de Montpensier, Leopoldo de Hohenzollern y Francisco de Portugal. Finalmente, el general Prim ofreció el trono al príncipe Amadeo de Saboya, perteneciente a la casa real que unificó Italia y con un carácter liberal. → 3) El breve reinado de Amadeo de Saboya (1871–1873) Fue un monarca constitucional, que reinaba sin gobernar, y enfrentó serias dificultades: - Problemas políticos: los partidos lo ignoraban y competían por el poder en el Congreso, generando inestabilidad. - Sin el apoyo de la nobleza ni el clero ni aristocracia, leales a los Borbones. - Enfrentó la Tercera Guerra Carlista (1872-1876), impulsada por don Carlos VII, nieto de Carlos María Isidro. - Entre 1868 y 1870, Cuba sufrió levantamientos contra el gobierno. - Su principal apoyo, Juan Prim, fue tiroteado en la calle del Turco. A pesar de un atentado del que salió ileso, Amadeo I abdicó y regresó a Italia, comentando: “Tengo la sensación de que volvemos de un viaje a la Luna”. Así fracasaba la monarquía democrática instaurada tras “La Gloriosa” aunque su reinado dejó como logro la abolición de la esclavitud en Puerto Rico. → 4) La primera república (1873-1874) Tras el fracaso de la monarquía de Amadeo, la República fue la única vía para mantener el espíritu de la Revolución de 1868. El 11 de febrero de 1873, el Congreso y el Senado, en sesión conjunta, proclamaron la República como forma de gobierno, de manera pacífica y con el objetivo de alinear los intereses del gobierno con los del pueblo. Las clases bajas vieron en la República una solución a sus problemas, aspirando a la eliminación de impuestos y el fin del sistema de reclutamiento (“las quintas”). Sin embargo, al no cumplirse muchas de estas promesas, 10 surgieron revueltas en el campo, donde los latifundios no se repartieron entre los jornaleros del sur, y en las fábricas. La República enfrentó graves problemas, como la falta de apoyo político y la desconfianza hacia el nuevo gobierno, lo que convirtió su periodo en uno corto y lleno de dificultades. Las Cortes eligieron a Estanislao Figueras para presidir el primer gobierno de la República unitaria, pero tuvo que enfrentar una Hacienda vacía, la guerra carlista, el conflicto en Cuba y un ejército moderado. Cuatro meses después, renunció, y las elecciones dieron el triunfo a los republicanos federalistas. Las Cortes nombraron presidente a Pi i Margall, quien promovió una nueva Constitución federal en 1873, que descentralizaba el poder y establecía la separación entre Iglesia y Estado, dividiendo el país en 17 estados autónomos/federales. En contra a esta idea estaban los federales intransigentes, cantonalistas, proponían una República cantonal, dividida en cantones independientes. Cartagena fue el primer cantón en sublevarse, y las revueltas se extendieron por el Mediterráneo y Andalucía, con cada cantón gobernado por una Junta Revolucionaria. Esto provocó la caída de Pi i Margall a los dos meses de su presidencia. Las Cortes eligieron a Nicolás Salmerón, republicano moderado, quien restauró la República unitaria y usó el ejército para sofocar las sublevaciones. Sin embargo, renunció tras negarse a firmar penas de muerte contra los cantonalistas detenidos. Finalmente, Emilio Castelar fue elegido cuarto presidente, priorizando el orden sobre la libertad. La República, cada vez más acosada por problemas, se volvió más conservadora y enfrentó tres frentes bélicos abiertos (el Carlista, la Guerra de Cuba y las resistencias cantonales). Castelar se apoyó en el ejército para intentar resolverlos, pero fue derrocado en 1874 en una moción de confianza por su gobierno dictatorial. Ante el riesgo de que la República cayera en manos de los intransigentes, el capitán general de Madrid, Manuel Pavía, ordenó la entrada de sus tropas en las Cortes y disolvió la asamblea. Entregó el poder al general Francisco Serrano, quien se autoproclamó presidente vitalicio, dictador. Gobernó de manera dictatorial hasta el golpe de Estado de Arsenio Martínez Campos en Sagunto a favor de Alfonso XII. Mientras tanto, el liberal Cánovas, que no participó en la Revolución, preparaba la Restauración de la monarquía Borbónica con el hijo de Isabel II. El fin de la República es el fin de la Revolución de 1868, que dejó un legado laico y progresista, con el sueño de una sociedad más justa, democrática y soberana, centrada en el ciudadano libre. Se introdujo la peseta, que reemplazó al real y se mantiene vigente hasta la llegada del euro, y diversas reformas bajo el gobierno de Serrano, con Laureano Figuerola como figura principal. Se suprimieron los consumos (impuestos a bienes básicos), no se logró. En 1869 se aprobó la Ley Arancelaria para impulsar la competitividad industrial, y durante el reinado de Amadeo se creó el Banco Hipotecario y se dio al Banco de España el monopolio de emisión de billetes. Además, se aprobaron leyes como la Ley de Sociedades Anónimas y la Ley de Minas de 1871 para atraer inversión extranjera y entrada de capitales. El Sexenio de 1868 a 1874 será decisivo para interpretar la Historia Contemporánea de España: La revolución de septiembre significó la afirmación de un nuevo sentido del liberalismo contrapuesto al rígido moderantismo, el fin del régimen de los generales de las décadas anteriores y el triunfo de la sociedad civil. Estas premisas se intentaron perpetuar con el retorno de los Borbones y la figura de Alfonso XII, que llegaría al trono en 1875 gracias a la labor política que Cánovas realizó en la sombra. También en esta etapa se pretendería dar a la sociedad civil el protagonismo de la política y sustituir los pronunciamientos militares por el acuerdo entre dos grandes partidos que se alternarán en el poder (Partido Conservador y el Partido Liberal) de manera pacífica al estilo británico. Sin embargo, el falseamiento electoral, los 11 pucherazos y el caciquismo empañarían los objetivos con los que comenzaría la Restauración Borbónica en la que el monarca sería esencial como árbitro de la vida política. OTRO PDF: El retorno de Alfonso XII y la Restauración Borbónica en 1875 fue posible gracias a la labor de Cánovas, quien buscaba dar protagonismo a la sociedad civil y reemplazar los pronunciamientos militares por acuerdos entre dos grandes partidos. Así, se estableció un bipartidismo al estilo británico, con el Partido Conservador y el Partido Liberal alternándose en el poder, mientras que el monarca actuaba como árbitro de la política. 12