Apuntes Interculturales I PDF - Antropología en Salud
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Facultad de Ciencias Médicas - UNR
Matías Stival
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Summary
Este documento, titulado 'Apuntes Interculturales I', explora la diversidad cultural y la interculturalidad en el contexto de la salud y la carrera de enfermería. El autor, Matías Stival, analiza la 'Alteridad' y la relación entre diferentes grupos socioculturales en Argentina. Se centra en la importancia de reconocer la diversidad como un valor.
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APUNTES INTERCULTURALES I MATERIAL INTERNO DE LA MATERIA DEBATES ANTROPOLÓGICOS EN SALUD CARRERA DE ENFERMERÍA, FCM-UNR MATÍAS STIVAL LA PREGUNTA POR LA...
APUNTES INTERCULTURALES I MATERIAL INTERNO DE LA MATERIA DEBATES ANTROPOLÓGICOS EN SALUD CARRERA DE ENFERMERÍA, FCM-UNR MATÍAS STIVAL LA PREGUNTA POR LA DIVERSIDAD A los antropólogos nos moviliza una pregunta: la pregunta por la Alteridad, por lo que llamamos Otredad. Como plantea Esteban Krotz la “pregunta antropológica” (1) nace del encuentro entre personas o pueblos que presentan realidades diferentes entre sí y del tipo de problemas que se presentan cuando nos encontramos ante otros tan diferentes y sin embargo iguales. Pero no es una pregunta pensada en el aire, en un nivel abstracto, sino que refiere al encuentro entre seres humanos concretos, sociales e históricos. Es una pregunta situada, que tiene como origenuna experiencia concreta, que posibilita un extrañamiento (y por lo tanto también un reconocimiento) de lo propio y de lo ajeno. ¿Por qué comenzar planteando esto? porque quisiera situar esta reflexión sobre las relaciones que establecemos entre distintos grupos socioculturales en el marco de una sociedad como la nuestra: compleja, diversa y desigual. El Estado-Nación argentino se ha forjado a través de un mito fundante que refería a que la población argentina “descendió de los barcos”. Al mismo tiempo que se destacó una de las corrientes poblacionales (la inmigración de origen europeo), se invisibilizó la otra gran corriente conformada por “criollos”, pueblos originarios y otros conjuntos sociales. En nuestro país durante mucho tiempo se ha buscado la homogeneidad cultural como una meta, como un fin. Investigaciones como la de Rita Segato señalan que la aplanadora cultural argentina se edificó sobre la base del pánico a la diversidad. Justamente nuestra propuesta es reconocer en la diversidad un valor y no un defecto o un problema. La diversidad cultural en nuestras sociedades es una realidad social incuestionable. En el caso de los pueblos originarios, a pesar de las persecuciones, las matanzas y los acorralamientos que sufrieron en nuestra región, han resistido tenazmente al extermino. Actualmente en Argentina (según el Censo 2010) viven alrededor de 1 millón de personas que pertenecen a distintos pueblos originarios. Mientras que en la provincia de Santa Fe existen unas 60 comunidades indígenas, sabemos que en la ciudad de 1 Rosario viven entre 15 y 20 mil personas que pertenecen mayoritariamente del pueblo Qom (toba), en menor medida al Mocoví, pero también a otros pueblos originarios. Ahora bien… en sociedades como la nuestra resulta imposible pensar la diversidad cultural por fuera de las brutales desigualdades sociales imperantes entre los distintos grupos. Advierto esto porque vemos con mucha preocupación el auge de una idea de diversidad cultural (surgida en los 90’) que oculta y silencia las desigualdades que existen entre los “grupos diversos”. INTERCULTURALIDAD En los últimos años se ha comenzado a hablar mucho de la interculturalidad. La interculturalidad se ha tornado una suerte de término “políticamente correcto”, una especie de “lugar común” al que se arriba frecuentemente en los debates en torno al modo en que se tienen que relacionar distintas culturas: el tan mentado “respeto entre las culturas”. Sin embargo, cuando uno comienza a problematizar este concepto nos damos cuenta que no todos hablamos de lo mismo cuando hablamos de interculturalidad. Por eso, nuestra propuesta es reflexionar sobre las distintas ideas que subyacen en cada propuesta de “convivencia entre culturas”. En este sentido nos permitimos preguntar ¿de qué hablamos cuando hablamos de “respeto entre culturas”? o mejor dicho ¿qué tipo de convivencia proponen las distintas posturas? En la actualidad se despliegan diversas propuestas que se autodenominan interculturales. Dentro de este amplio abanico, y siguiendo los planteos que realiza la antropóloga Claudia Briones (2), las distintas experiencias pueden agruparse en (al menos) 3 tipos diferente de concebirla. La Interculturalidad entendida: 1) Como forma de relación que posibilita que los “Otros” (“los distintos”) aprendan a semejarse a lo que se define como “Nosotros”. Aquí la (supuesta) interculturalidad se toma como medio para satisfacer fines como el de la asimilación. No constituye una nueva forma de pensar la convivencia colectiva, sino que propone que los Otros abandonen sus particularidades (dejen de ser como son) para que “sean” como Nosotros. Sobrados ejemplos en la historia de nuestro país dan cuenta de experiencias que con el objetivo de lograr una accesibilidad masiva de la población a las instituciones estatales han promovido el silenciamiento y la exclusión de las diversas identidades culturales, de modo tal que para ingresar a las 2 mismas numerosos conjuntos sociales debían “dejar en la puerta” su cultura, su lengua, su cosmovisión, sus saberes, prácticas y creencias. 2) Como forma de relación que estimula la “tolerancia”, entendida como coexistencia cortés de los diferentes en los espacios comunes. En esta perspectiva prima una noción de tolerancia autocomplaciente y asimétrica debido a que las interacciones buscadas se basan en un respeto que no requiere mayores transformaciones de lo que cada cual piense o haga. Subyace la idea de que unos deben consentir (incluso soportar) que las peculiaridades de “los otros” se muestren de manera notoria. Estas propuestas suelen resaltar el valor de la “Diversidad Cultural” pero omiten y opacan las desigualdades que jerarquizan y estigmatizan selectivamente a ciertos grupos en nuestras sociedades. Esas propuestas suelen intentar pasar lo desigual por lo diverso. Rige así la idea de que la sociedad es un mosaico de grupos distintos, y de que las conductas cotidianas deben guiarse por lo políticamente correcto: “cada uno [se expresa] en su cuadrado” (parafraseando la canción infantil), pero nunca se revisan las reglas de juego que hacen a algunos privilegiados y a otros subestimados. Dentro de estas tendencias ubicamos las propuestas multiculturalistas vinculadas a los discursos neoliberales replicados por ciertas ONGs y organismos internacionales como el Banco Mundial. 3) Como forma de relación basada en intercambios horizontales, simétricos y recíprocos, en tanto matriz faltante, escasa o insatisfactoriamente desarrollada por nuestra sociedad. Esto requiere cambios de todos en distintos espacios, y principalmente revisar los arreglos y acuerdos sociales de convivencia más amplia. En este sentido, la interculturalidad no es simplemente una conducta que se sigue o no, una práctica que se aprende o no, un ordenamiento que se logra o no de una vez para siempre, sino un proceso con avances y retrocesos, que reconoce los conflictos y las tensiones, que implica un desafío, un horizonte que nos orienta hacia dónde caminar… Subrayo la importancia del reconocimiento del carácter conflictivo de los procesos interculturales debido a que toda práctica que se proponga transformar una relación de jerarquía o relaciones de poder desiguales implicará el desencadenamiento de conflictos y tensiones (no entendidos como obstáculos, sino como motores/posibilitadores de cambios y transformaciones). 3 Desde nuestra perspectiva acordamos –en tanto punto de partida- con esta última propuesta, así como también enfatizamos la necesidad de romper con nuestras “anteojeras etnocéntricas” al momento de calificar, adjetivar y juzgar al Otro. Haciendo propias las palabras de Claudia Briones, “una Interculturalidad que fomente relaciones horizontales y recíprocas, menos como vía de suspender todo antagonismo (lo que es imposible) que como vía para estimular aprendizajes continuos y mutuos”. Retomando ideas de Paulo Freire, aprendizajes, en términos de reconocer las muy distintas asimetrías que han anclado históricamente y que siguen anclando en ‘la diversidad cultural’”. De modo tal que al momento de debatir sobre esta “convivencia”, al momento de aspirar a vivir, crecer, y aprender en una sociedad reconocedora del pluralismo cultural y la justicia social tengamos presente la necesidad quebrantar las historias de subestimación, de reconocer y desandar los distintos privilegios que las desigualdades crean y recrean entre los grupos y dentro de cada uno de ellos. Etnocentrismo: es una visión del mundo donde nuestro propio grupo es tomado como el centro de todo y todos los otros son pensados y sentidos a través de nuestros valores, nuestros modelos, nuestras definiciones de lo que es la existencia. En el plano intelectual, puede ser visto como una dificultad de pensar la diferencia, en el plano afectivo, como sentimiento de extrañeza, miedo, hostilidad, etc. Everardo Rocha – “Lo que es el Etnocentrismo”. Ed. Brasiliense “Pueblos Originarios”: esta denominación refiere a que -como está plasmado en la Constitución Nacional- son poblacionales pre-existentes a la conformación del Estado Argentino. Es decir, indica que ocupaban previamente el territorio en donde se forjó el Estado Nacional. (1) Krotz E. (1994) “Alteridad y pregunta antropológica”. en Alteridades, vol. 4, núm. 8, 1994, pp. 5-11. Universidad Autónoma Metropolitana Unidad Iztapalapa. (2) Briones C. (2007) “La puesta en valor de la diversidad cultural: implicancias y efectos” en Revista Educación y Pedagogía, vol XIX, número 48. 4