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A Capítulo I ¿Qué es el hombre? En 1928, el famoso filósofo alemán Max Scheler publicó un libro con el títu- lo de El puesto del bombre en el cosmos. En este libro decía una gran ver- dad: que nunca había sido el hombre tan enigmático para sí mismo como en el siglo XX. La razón de este enigma era...

A Capítulo I ¿Qué es el hombre? En 1928, el famoso filósofo alemán Max Scheler publicó un libro con el títu- lo de El puesto del bombre en el cosmos. En este libro decía una gran ver- dad: que nunca había sido el hombre tan enigmático para sí mismo como en el siglo XX. La razón de este enigma era que, en otras épocas de la his- toria, habían existido doctrinas sobre el hombre que habían sido universal- mente aceptadas, mientras que en nuestros días se ha roto esta unidad de convicción, y cada filósofo trata de encontrar la solución por sí mismo. Y como no hay acuerdo entre los pensadores contemporáneos, ya nadie sabe nada sobre lo que significa ser hombre, Parece que no hubiera una salida. Sin embargo, creemos que sí la hay. Mas para mostrar esta posibilidad, con- viene analizar primero de qué manera se ha producido el desconcierto des- crito por Scheler, desconcierto que sigue siendo igual, o tal vez aun más agudo, después de setenta años de la publicación de E! puesto del hombre en el cosmos. Lo primero que debemos preguntarnos es por qué la tesis principal de El puesto del hombre en el cosmos sigue teniendo vigencia. Creemos que es- ta vigencia se debe a un solo hecho: a que los filósofos occidentales, tanto los del pasado como los del presente, han pretendido saber cuál es la esen- cia del hombre. En otras palabras, han querido encontrar una definición universalmente aceptable del concepto de hombre. Pero las definiciones que se han dado a través de la historia de la filosofía, desde los griegos hasta nuestros días, pueden ser invalidadas mediante sencillos contraejem- plos. De acuerdo con la teología cristiana, hay un alma que sobrevive des- pués de la muerte. Pero lo único que sabemos es que sin cerebro no puede haber ninguna conciencia. Basta una pequeña punción en alguna parte de 21. 22 la masa encefálica para que nos volvamos ciegos, mudos o locos. Tan es así que, ahora, importantes teólogos, como Bochenski, sostienen una opi- nión que es compartida por muchos grandes pensadores cristianos: la vida después de la muerte no es cuestión de prueba, es cuestión de fe. La posi- ción de Tertuliano, uno de los más ilustres padres de la Iglesia, es correc- ta, € inexpugnable: Credo quia absurdum (creo porque es absurdo). No es- tamos diciendo que no haya vida después de la muerte, ni que la doctrina cristiana sea falsa. Sólo decimos que es indecidible: no se puede encontrar ni una confirmación ni una refutación de ella. La salida consiste en cambiar de punto de vista, es decir, en dejar de la- do todo intento de elaborar una concepción del hombre que pueda ser in- validada por los hechos, es decir, que éstos no la contradigan. Esto nos deja como meros observadores de los hombres y mujeres de carne y hueso. En lugar de tratar de explicar por qué el hombre es como es, debemos conten- tarnos con saber cómo es. O sea, debemos hacernos preguntas sobre lo que hacen las personas en cualquier parte del mundo y sobre lo que han hecho en cualquier época histórica conocida. Y las respuestas vendrán por sí solas. ¿Sufren los seres humanos físicamente? Por supuesto, el cuerpo huma- no es frágil y está sometido a los embates implacables del medio ambien- te y a la decadencia de su envejecimiento. ¿Sufren mental y emocionalmente los seres humanos cuando ven sufrir a los que aman? Naturalmente. Hay siempre desalmados que no aman a na- die y, en consecuencia, no tienen este tipo de sufrimiento. Pero son excep- ciones. Es sabido, además, que hasta los criminales más empedernidos son capaces de amar a su esposa, a sus hijos, a sus amigos, y a sufrir cuando ellos también sufren. ¿Se ríen los seres humanos? Claro que sí. La risa es uno de los rasgos más característicos del ser humano. ¿Hacen fiestas los seres humanos? Desde nuestra primera niñez sabemos que hay fiestas y que nos gusta asistir a ellas. Cuando maduramos nos vol- vemos más selectivos, Pero, con raras excepciones, siempre hay fiestas que nos placen y a las que asistimos con agrado. ¿Hablan los seres humanos? ¡Qué pregunta más tonta! ¿Se casan los seres humanos? En todas las civilizaciones, con cierto gra- do de complejidad, ha existido y existe el matrimonio. ¿Sienten los seres humanos angustia ante la muerte? No cabe duda de que todos, algunas veces, han sentido esta angustia, incluso los que no te- men a la muerte. o... ¿Dependen del color de la piel las características que hemos enumerado? De ninguna manera. Cualquier persona, blanca, cobriza, amarilla o ne- gra las tiene todas. ¿Hay religiones en todas las culturas conocidas? Todos sabemos que no hay ninguna civilización histórica que no tenga por lo menos una religión. Casi siempre tiene más de una. Parece que algunas sociedades cuya civili- zación es muy simple, no tienen religión. Sin embargo, en muchas de ellas hay tabúes y el culto del tótem. Y esta visión del mundo muestra, de mane- ra inequívoca, que hay un contacto con lo sagrado. En todo el siglo XX, y en los inicios del presente, la manera como se manifiestan las grandes reli- giones es complicadísima. Hay una serie de sectas que pretenden ser los representantes de éstas, hay nuevas y extrañas religiones, hay religiones sincretistas!, y hasta hay sectas satánicas.. "¿Son creadores los seres humanos? La creatividad humana se revela en todas las manifestaciones de la vida. Si nuestra especie no fuera creadora, jamás podríamos haber hecho la historia que nos caracteriza. Desde el más humilde aparato, como un anzuelo, hasta los más sofisticados, como los que se utilizan en la construcción de una astronave, son pruebas irrefuta- bles de la creatividad humana. Y ¿para qué seguir? Podríamos continuar enumerando otros rasgos ca- racterísticos del ser humano, y nunca llegaríámos al final. Pero antes de continuar debemos hacer un pequeño excurso. Hemos señalado que la confusión existente sobre la concepción del hombre se debe a que se quie- re conocer cuál es su "esencia". Ahora bien, la palabra "esencia", utilizada en el lenguaje de todos los días, es muy cómoda. Por eso, en lo que sigue, utilizaremos esta palabra todas las veces que permita expresar con claridad lo que queremos decir. Lo que sucede es que cuando comenzamos a anali- zar a fondo el concepto de "esencia" nos topamos con tales dificultades, que es imposible llegar a conclusiones aceptables. Wittgenstein, que ade- más de ser un gran filósofo es un gran escritor, dice esta profunda y lúdi- ca frase: "Cuando las palabras se van de vacaciones comienza la filosofía". De acuerdo. Pero discrepamos de €l en la valoración de este hecho. Para €l, utilizar palabras comunes de modo filosófico es siempre malo. Para no- sotros, en cambio, aunque no muchas, hay vacaciones estupendas. 1 El sincretismo consiste en una mezcla de dos o más religiones. 23 Capítulo IT Los derechos bumanos 1. Antigiedad Una de las experiencias más reveladoras que tenemos cuando somos aún muy niños, es que hay personas que nos quieren hacer daño. Un día tengo en mis manos uno de mis juguetes predilectos, viene otro niño y me lo arrebata. Es más fuerte que yo y no puedo recuperarlo. Y, entonces, rompo a llorar. La verdadera inocencia no tiene nada que ver con la ignorancia de la sexualidad. Consiste en no saber que hay personas malas en el mundo. La experiencia de la maldad de los otros, es asimilada rápidamente. A partir del día en que otro niño, más fuerte que nosotros, arranchó el jugue- te de nuestras manos, comenzamos a pensar que hay hechos injustos. No tenemos aún una noción de lo injusto pero sabemos, de manera intuitiva, cuando alguien es injusto con nosotros. Conforme vamos creciendo co- menzamos a darnos cuenta si alguien es injusto con los demás. Y, al alcan- zar la pubertad, nuestra intuición de lo justo y de lo injusto es perfecta- mente clara, La manera como se concibe la justicia a partir de la adoles- cencia depende, en gran medida, de tres hechos: 2) de nuestro propio tem- peramento; b) de la educación que hemos recibido; c) de las experiencias que hemos vivido a través de los años. Hay personas que son sensibles y otras que son frías. Las primeras sien- ten pena cuando se comete una injusticia con alguien, sea quien fuere. Los fríos permanecen indiferentes. La persona normal no es ni demasiado sen- sible ni demasiado fría. Cuando alguien es tan sensible que no puede so- portar el sufrimiento humano y dedica su vida a tratar de aliviarlo, es un santo. Cuando alguien es totalmente indiferente al sufrimiento de los de- 25\] 26 más es un monstruo. Por lo general, es un delincuente o un tirano que, pa- ra el caso, da lo mismo. En nuestra manera de "sentir" a los demás, desempeña un papel impor- tante la educación que hemos recibido en la familia. Hay un momento, hacia los tres o cuatro años, en que incorporamos a nuestra personalidad los valo- res de nuestros padres. Si éstos son crueles y orgullosos es muy probable que nosotros lo seamos también. Si son bondadosos y compasivos, segura- mente nosotros seremos sensibles ante el sufrimiento de los demás. Pero puede darse el caso de que tengamos mala suerte y que nuestros progenitores hayan muerto o nos hayan abandonado. Quedamos, así, libra- dos a nuestra propia estrella, Sí nadie nos protege y vivimos en un mundo en el que se considera a los demás como meras posibilidades de explota- ción, seremos duros y despiadados. La vida no significará sino una lucha incesante contra los demás, una persecución desesperada de dinero y po- der. Pero el decurso de la existencia humana es casi siempre impredecible. Puede suceder lo contrario. En Jugar de ser una bestia moral, podemos su- perarnos y transformarnos en luchadores por la justicia. Si además de ser humanos somos capaces de llevar adelante nuestros valores y nuestros afanes, llegaremos a ser defensores de los derechos hu- manos. Esta transformación nos permite ascender al plano más alto de la ética: al reconocimiento de que todos somos iguales en libertad y en digni- dad. Sobre este principio se funda la Declaración Universal de Derechos Humanos, el documento político más importante de la historia de la huma- nidad, promulgado el 10 de diciembre de 1948. Para comprender el sentido profundo de la Declaración, debemos recu- rrir a la historia. Los estoicos, que formaron escuela en Atenas, a partir del siglo III a.C., sostuvieron que no hay diferencia esencial entre el amo y el es- clavo y que, por eso, todos los hombres son iguales y deben ser respetados por el hecho de ser humanos. El estoicismo griego fue únicamente teórico y nunca trató de influir sobre la marcha de los acontecimientos. Pero, debido a la influencia de Panecio, se difundió en Roma. Sus principales representan- tes fueron Cicerón, Séneca y uno de los más grandes emperadores romanos, Marco Aurelio, que escribió un libro de pensamientos, en el que declara que el hombre es sagrado para el hombre (Homo sacer bomint. Probablemente, el primero en aplicar principios humanos desde el go- bierno fue Alejandro el Grande (siglo II a.C.). Alejandro, cuando conquistó el imperio persa, no lo hizo sólo porque perseguía la gloria del conquista- dor, sino impulsado por la homonota, es decir, por la concordia. Su sueño era unir Europa con Asia, y hacer que los macedonios considerasen que los persas eran sus iguales. Para actuar según sus principios, y contra el sentir de sus tropas, estableció la igualdad jurídica y social de sus genera- les con los generales persas. Y trató, asimismo, en un plano de igualdad, a los soldados macedonios y a los iranios. Además, propugnó el matrimonio entre sus, grandes oficiales y las doncellas persas de origen aristocrático. Él mismo, dando el ejemplo, se casó con Roxana, la hija del rey de Bactria, pueblo satélite de Persia. Roxana fue, tal vez, la única mujer que Alejandro amó en su vida. Su corto imperio en Persia (sólo duró trece años, y termi- nó con su muerte) fue dedicado a lograr la unión de la civilización heléni- ca con la persa, del Occidente con el Oriente. Otro antecesor notable fue Kaloioarmes, emperador de Bizancio en el si- glo XI. Cuando su hermana Ana Comnena? conspiró para arrebatarle el po- der, la perdonó en lugar de ejecutarla de acuerdo con las leyes del imperio. Dedicó toda su vida a esforzarse por la felicidad de su pueblo. Renunció al ofensivo y corrupto lujo en que vivían los emperadores de Bizancio, castigó severamente a los nobles que abusaban de su autoridad, y rebajó las fuertes cargas económicas que sufría el pueblo para hacer posible el fasto de la cor- te, Y ¡su humanismo llegó al extremo de eliminar la pena de muerte! Este he- cho es único en la historia de la humanidad. Kaloioannes era muy bajo, casi un enano, y todo su cuerpo estaba cubierto de vellos hirsutos. Su pueblo, más por afecto y admiración por sus virtudes que por burla de su aspecto, lo apodó "Kalcioannes" (el Bello Juan, en griego). También hay anticipos medievales. Los fueros españoles son los prime- ros en establecer principios de derechos humanos. Por lo general, se trata de limitar el poder del rey, estableciendo ventajas para ciertas ciudades, a veces hasta monasterios, como disminución o liberación de impuestos, ré- gimen de la propiedad, jerarquías en la organización local, etc. El Fuero de León, en 1020, y otros en épocas posteriores pero cercanas, como el Fuero de Burgos, en 1073, y el Fuero Sobrabe, en 1188, establecen claramente los derechos de los súbditos frente al monarca. Uno de los más importantes es la inviolabilidad del domicilio. Nadie, ni siquiera el rey, podía entrar por la fuerza a la casa de un súbdito. Asimismo, nadie podía destruir la casa, ni talar yiñas ni cortar árboles de un vecino. Seguramente, el Fuero de Ara- 2 En el imperio bizantino el poder era muchas veces efímero o caótico. Pero hubo tres di- nastías que ejercieron el poder durante largo tiempo y contribuyeron a asentar el predo- minio de la ley en Bizancio: la Comnena, la Porfirogénira y la Paleóloga. 27 28 gón, establecido en 1238, fue el más avanzado de todos. El rey le debía obediencia, y los actos contrarios a sus mandatos eran nulos. Para juzgar la conducta del rey, el Fuero creó la institución de Justicia, que resolvía las quejas presentadas contra el propio monarca y éste se veía obligado a aca- tar sus sentencias. Otro documento de gran importancia ---que debe ser citado cuando se habla sobre los precursores de la moderna concepción de los derechos hu- manos- es la famosa Carta Magna que promulgó Juan sin Tierra ante las exigencias de los barones ingleses. Es, desde luego, un documento extra- ordinario, pero su promulgación fue sólo en 1215, ciento noventa y cinco años después del primer fuero español. Pero ni los fueros españoles ni la Carta Magna son el resultado de una exigencia ciudadana. Los fueros se es- tablecen de manera particular, como una especie de convención entre el rey y ciertas ciudades o algunos monasterios. La Carta Magna es un pacto entre el rey y los hidalgos ingleses. Mas no fueron el resultado de una de- manda ciudadana que exigía una aplicación universal a todos los miembros de la sociedad. 2. Modernidad Se atribuye correctamente al siglo XVIII la época en que Occidente to- ma plena conciencia de los derechos humanos. A esta toma de conciencia contribuye, de manera señera, el filósofo inglés Locke (siglo XVID el gran pionero de la democracia, pues es el primero en sostener que, para evitar la arbitrariedad del gobernante, hay que dividir el poder en tres institucio- nes: el Poder Ejecutivo, el Poder Legislativo y el Poder Judicial. Las ideas de Locke pasan rápidamente a Francia y son adoptadas y reelaboradas por un grupo de importantes pensadores, como Voltaire, Rousseau, Montes- quieu, D'Alembert, Diderot, Lavoisier, el barón D'Olbach y Turgot. Cada uno de ellos era un pensador original, y algunos tenían ideas contrapues- tas, pero estaban unidos por el ideal de la libertad de expresión y por su oposición a la monarquía absoluta. Motivados por estos ideales colabora- ron en la redacción de una cobra monumental: Encyclopédie, ou dictionai- re raisoné des sciences, des arts et des métiers, par une sociélé de gens de let- tres(Enciclopedia o diccionarlo razonado de las ciencias, de las artes y de los oficios, por una sociedad de hombres de letras), en la que estaba conte- nido lo esencial de las ciencias, las artes y los oficios de la época. Y tam- bién estaba la filosofía política expuesta de manera crítica, contraria a la ar- bitrariedad con que gobernaban los regímenes monárquicos que impera- a ban en la Europa del siglo XVIIB. Los autores de la Enciclopedia fueron lla- mados "enciclopedistas", debido a la enorme difusión de su obraí. En sus comienzos, la Revolución Francesa, fuertemente influenciada por el enciclopedismo, basó su acción política en un documento de gran im- portancia: la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, promulgada en 1789 e incorporada en la nueva Constitución de la Repú- blica Francesa, en 1791. El fundamento ético y filosófico de la Declaración fue la convicción de que hay un derecho natural. Debido al anticlericalis- mo de la Revolución Francesa, la fundamentación de este derecho no po- día ser religiosa. Era obvio que el derecho natural sólo se podía fundamen- tar en evidencias racionales. Sin embargo, la palabra "razón" no se encuen- tra en la Declaración. Empero, es un hecho que la Constitución de Estados Unidos de Nortea- mérica, fundada, también, en el derecho natural, se promulgó en Filadelfia, el 4 de julio de 1776, trece años antes de que se promulgara la Declaración Universal de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. Pero su fundamen- tación ética se basa, asimismo, en la convicción de que los derechos huma- nos son derechos naturales. Mas estos derechos se fundamentan en la reli- gión. Tampoco se encuentra la palabra "razón" en dicha Carta. Es innegable que el anticipo de Estados Unidos se debió a las ideas de Locke, el gran pio- nero de la democracia, pues, como hemos dicho, fue el primero que conci- bió claramente la separación de poderes, a saber: el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial, para evitar la arbitrariedad de los gobernantes. Las ideas difundi- das por los enciclopedistas fueron uno de los factores más importantes que contribuyeron al desencadenamiento de la Revolución Francesa (pero por supuesto hubo otros factores como, por ejemplo, la situación económica del pueblo, la desaparición de la estructura feudal en Francia, etc.). El pensa- miento enciclopedista fue apasionadamente recibido por los padres de la na- ción norteamericana, como Washington, Jefferson, Adams, Madison, Monroe, Hamilton y otros. Una de las razones de esta adopción fue un breve texto escrito por el inglés Thomas Paine, con el lacónico título de Common Sense 3 La filosofía de la Enciclopedia no era contraria a la monarquía, sino a la monarquía abso- luta, imacionalmente opuesta a la libertad de pensamiento. Voltaire y D'Alembert, por ejemplo, eran realistas, pero Rousseau y el barón D'Olbach, eran fervientes partidarios de la abolición de la monarquía. 4 La Enciclopedia comenzó a editarse en 1751 y se terminó en 1777. Desde que aparecie- ron los primeros tomos, su repercusión en los Estados Unidos fue enorme. Los fundado- res de la independencia americana adoptaron la ideología política de la Enctclopedia. 29 30 (Sentido comiin). Su autor se había adherido a la revolución norteamericana, influenciado por el gran científico, político y diplomático Benjamin Franklin. Éste lo ayuda para que pueda viajar a los Estados Unidos (Paine, en aquella época, era muy pobre)", y le da cartas de presentación para Jefferson y otros hombres influyentes del momento. Common Sense se publica en enero de 1774, cuando había aún muchos norteamericanos que consideraban que se- pararse de Gran Bretaña tendría consecuencias funestas, tanto económicas como militares, porque el Ejército británico era invencible. Pero cuando leye- ron el folleto de Paine decidieron que debían apoyar la revolución, porque las fuerzas locales podrían derrotar al Ejército invasor. Sobre todo, y esto es lo decisivo en el proceso de la independencia, porque luchar por la libertad era un deber moral. La opinión pública comenzó a considerar como traido- res a quienes, pudiendo participar de una manera u otra en la lucha por la liberación, eludían su responsabilidad. En uno de sus folletos ---pues escribió muchos durante el período revolucionario- Paine dice esta frase lapidaria: Hay algo absurdo en suponer que un Continente sea gober- nado a perpetuidad por una Isla. Inglaterra pertenece a Euro- pa, América pertenece a sí misma. A pesar del triunfo de la Revolución Americana, consolidado en 1776, el peligro de una reconquista inglesa no había pasado. Por eso Paine sigue actuando y escribiendo. Y en 1791 publica la primera parte de su contribu- ción fundamental a la filosofía política: Los derechos del hombre, cuya se- gunda parte publica en 1792. Paine fue el primero en llamar "Estados Uni- dos de América" a la Federación de los Trece Estados. Lo verdaderamente notable de Los derechos del bombre es que funda- menta en la racionalidad humana toda la argumentación para justificar la democracia. En un lenguaje maravillosamente sencillo, que puede ser com- prendido por toda persona de cultura modesta, Paine desarrolla sus ideas de manera a la vez rigurosa y apasionada. Basta un par de citas para que el lector pueda apreciar su pensamiento. 5 Thomas Paine era de origen humilde y, durante su juventud, tuvo una vida durísima. A pesas de su pobreza, era completamente desinteresado. Con la publicación de Common Sense, del que se vendieron rápidamente trescientos mil ejemplares, algo jamás igualado en los Estados Unidos ---con excepción de la Biblia--- ni siquiera en Europa, ganó una con-. siderable cantidad de dinero, que donó a las fuerzas armadas que luchaban por la libera- ción norteamericana, La razón y la ignorancia ---principios opuestos--- ejercen influ-. jo sobre la gran masa de la humanidad. Si cualquiera de ellas consigue extenderse lo bastante en un país, el mecanismo del gobierno funciona fácilmente. La razón se obedece a sí mis- ma; la ignorancia se somete a todo lo que se le dicta, (...) es evidente que la sucesión hereditaria (que es la base de la monarquía) exige del hombre una confianza contra la que su razón se rebela y que sólo puede ser cimentada sobre su ignorancia. Por el contrario, en una República bien constiuida, el gobier- no no exige del hombre ninguna confianza que Su razón no pueda otorgar. En nuestro concepto, Los derechos humanos es el mejor libro que se ha escrito sobre la fundamentación de la democracia durante el siglo XVIIL A pesar de que los principales enciclopedistas tienen un nivel cultural más al- to y eran, filosóficamente, mucho más sofisticados que Paine, ninguno de ellos da argumentos tan simples y convincentes como los que se encuen- tran en su libro. ! El proceso que comienza en 1776 con la Revolución Americana y que termina en 1789 con la Revolución Francesa, produce un-cambio decisivo en la historia de la humanidad. Cambio que culmina en nuestros días con la Declaración Universal de Derechos Humanos. Pero esta culminación só- lo se logra a través de una trayectoria dramática ensangrentada por dos guerras mundiales. En la primera se comienzan a utilizar armas de poten- cia muy superior a las tradicionales (fusiles, bayonetas y cañones), como los aviones, los tanques y los gases venenosos. Cuando terminó habían muerto ocho millones quinientas mil personas. Estas armas no fueron sino un anticipo de las que se usaron en la Segunda Guerra Mundial, como los bombarderos gigantes, los lanzallamas, los misiles de propulsión a chorro y, especialmente, la bomba atómica. Por primera vez en la historia de la humanidad ciudades populosas co- mo Londres, Birmingham, Berlín, Hamburgo, Moscú y Leningrado (hoy lla- mada San Petersburgo), fueron arrasadas por la vesania destructiva que se había apoderado del mundo autollamado "civilizado". Cuando se rindió el Eje habían muerto cincuenta millones de seres humanos, entre los que se contaban ancianos, mujeres y niños lo que no sucedió en la Primera Gue- rra Mundial, en que la población civil fue afectada muy poco). Años más tarde (1963) se inventó la bomba de hidrógeno. Su poder destructivo es tan grande que, en caso de una guerra entre dos o más países que poseyeran 31 32 este tipo de bomba, si las lanzaran la humanidad podría desaparecer del planeta, En el lapso transcurrido entre ambas guerras surge la época de los go- biernos totalitarios de izquierda y de derecha, En 1917, Lenin, después del derrumbe de Rusia, derrotada en el frente oriental por los alemanes, triun- fa en la Revolución de Octubre. Pero murió a los pocos años y fue sucedi- do por Stalin, que impuso una dictadura totalitaria implacable. En 1922, Mussolini crea el fascismo, toma el poder en Italia e impone un gobierno totalitario. En 1933, Hitler triunfa en Alemania, en elecciones democráticas, y es nombrado canciller del Reich. Después de un breve lapso, traiciona la democracia e impone una tiranía totalitaria considerada como una de las más abominables de la historia humana, tal vez la más abominable. En 1936 el general Franco encabeza un movimiento revolucionario contra el gobierno democrático de la República Española. El pretexto fue que el ré- gimen estaba dominado por los socialistas, los comunistas y los anarquis- tas, La revolución duró tres años y terminó con el triunfo de Franco en 1939, pocos meses antes de que empezara la Segunda Guerra Mundial. El nuevo régimen impuso una organización totalitaria que se distinguió tanto por su rigor represivo como por su ridícula beatería. Una de sus primeras medidas fue prohibir que los jóvenes se tocasen mientras bailaban, de ma- nera que sólo podían bailar la jota aragonesa o algunos bailes campesinos más o menos semejantes. 3. Actualidad Una de las razones que desencadenó la Segunda Guerra Mundial fue que, con excepción de España, la economía de los regímenes totalitarios estaba orientada hacia la guerra. Hitler, Mussolini y Stalin levantaron el nivel socio- económico de la población porque necesitaban mano de obra para forjar las armas que habrían de utilizarse en un futuro más o menos cercano. 6 Los insectos tienen una resistencia muy superior a la humana, contra las mortiferas radia- ciones que producen las armas atómicas. Podría muy bien suceder que, en caso de que la humanidad hubiera desaparecido y, a su lado, todos los mamiferos, todas las aves y, probablemente, todos los quelonios (tortugas) y los saurios (cocodrilos, caimanes, lagar- tos, lagartijas, etc.), los insectos quedarían, metafóricamente hablando, como dueños del mundo. "Metáfora" significa que una palabra que denota una cualidad es utilizada para denotar otra cualidad que se le parece. Por ejemplo, para describir una bonita boca de mujer, se dice, "sus labios de coral son muy bellos", La semejanza, en este ejemplo, es el color del coral y el de los labios, La tragedia de la Segunda Guerra Mundial es la causa inmediata de la De- claración Universal de Derechos Humanos, proclamada por las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948. La Declaración coincide con lo que dice el primer parágrafo de la Constitución norteamericana, proclamada el 4 de julio de 1774, y con la Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciu- dadano, proclamada por la Asamblea Nacional Constituyente, el 26 de agos- to de 1789, cuando se inicia la Revolución Francesa. La Constitución de Estados Unidos de América comienza con el siguiente texto: Sostenemos como verdades evidentes que todos los hombres nacen iguales, que a todos les confiere el Creador ciertos de- rechos inalienables, entre los cuales se encuentran el derecho a la vida, la libertad y la consecución de la felicidad. Que, pa- ra garantizar-esos derechos, los hombres instituyen gobiernos para hacer derivar justos poderes del consentimiento de los gobernados; que siempre que una forma de gobierno tienda a frustrar esos objetivos, el pueblo tiene el derecho de refor- marla o abolirla, e instituir un nuevo gobierno que se funde en los mencionados principios y a organizar sus poderes en la forma que a su juicio garantice mejor su seguridad y su feli- cidad. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano es más explícita que la Carta de Estados Unidos. Contiene más artículos que la se- gunda. Pero basta citar los dos primeros, sobre los que se fundan todos los demás: Artículo 1.- Los hombres nacen y permanecen libres e igua- les en derechos. Las distinciones sociales no pueden fundar- se sino en la utilidad común. Artículo 2.- El fin de toda asociación política es la conserva- ción de los derechos naturales e imprescriptibles del hombre. Estos derechos son la libertad, la propiedad, la seguridad y la resistencia a la opresión. Es curioso observar que ni en la Constitución norteamericana ni en la Declaración francesa se utiliza la palabra razón. Por otra parte, quienes re- dactaron la Constitución norteamericana, aunque su lenguaje enuncia prin- cipios universales que deben regir la conducta humana, estaban pensando en su propio país. Esto se nota, especialmente, en las enmiendas que los legisladores pusieron al final de la Constitución, muchas de la época, pero otra en 1963, dos siglos después de la proclamación de la Constitución. Lo que realmente interesaba a quienes la forjaron era la unión de los trece es- 33 34 tados que integraban la nación norteamericana. Sólo mediante la unión po- drían tener una fuerza defensiva eficaz, y una economía floreciente que les permitiera seguir avanzando hacia el Oeste para agrandar su territorio. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, en cam- bio, es una proclamación universal que está dirigida a todos los hombres y a todas las naciones de la Tierra. Quienes la redactaron sentían que esta- ban forjando un tipo eterno de sociedad en que reinarían la justicia y la li- bertad, más allá de la cual ya no se podría avanzar. Y que, por eso, si las demás naciones aspiraban a vivir en una sociedad justa y libre, tendrían que repudiar la creencia en el derecho divino de los reyes a gobernar, e instaurar un régimen republicano o una monarquía constitucional, en los que el pueblo estableciera las leyes, representado por los delegados parla- mentarios. Este cambio se expresó en el grandioso lema de la Revolución Francesa: ¡Libertad!, jigualdad!, ¡fraternidad! La Declaración Universal de Derechos Humanos va aún más lejos que las Cartas americana y francesa, pues explicita lo que estaba implícitamen- te contenido en ellas: el carácter racional de su fundamentación. Asf, en su primer artículo, dice: Artículo 1.- Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. Una consecuencia directa de esta fundamentación es que los seres huma- nos deben comportarse fraternalmente los unos con los otros. El comporta- miento fraternal es consecuencia del comportamiento racional. Y esto signifi- ca que la racionalidad es el fundamento de la humanización de la historia. Mas, ¿en qué consiste la racionalidad? Para responder esta pregunta ne- cesitamos avanzar un poco más en la lectura del texto. Por el momento bástenos decir que si nuestra razón nos permite humanizar la historia, es porque la conducta racional es contraria al empleo de la violencia para resolver los problemas causados por el enfrentamiento entre naciones, o por la contraposición de intereses entre individuos que pertenecen a una misma colectividad. Pero hay otra diferencia entre la Declaración Universal de Derechos Humanos y las dos constituciones que hemos expuesto: la in- troducción de normas que no se encuentran en estas últimas, debido a la época en que fueron creadas. Entre las principales innovaciones que se en- cuentran en la Declaración están el derecho a la seguridad social (artículo 22), el derecho de recibir el mismo pago por igual trabajo, y a una remune- ración justa (artículo 23), También el derecho de gozar de vacaciones pa- gadas (artículo 24). Y otros derechos más, referentes a la protección con- tra el desempleo, a la protección de la maternidad, etc. 353 Capítulo IT La sociedad 1. Capitalismo Los primeros humanos vivían en familias y, cuando una de ellas corría peli- gro, muchas veces pedía ayuda a otra u otras familias. Pero pedir ayuda a una familia vecina era arriesgado porque, a veces, quienes venían a ayudar se apropiaban de los bienes de quienes habían pedido la ayuda. Por eso, muchas familias comenzaron a hacer alianzas ofensivo-defensivas entre ellas. Estas alianzas reforzaron el poder de los grupos que las integraban. Pero los enemigos también se aliaban y formaban grupos sumamente peli- grosos. El resultado de estas alianzas era la guerra. Y este hecho era una novedad, pues los hombres son mamíferos y éstos nunca hacían guerras. Sólo hacían escaramuzas para defender el territorio que constituía su há- bitat. Pronto los que comandaban las alianzas se dieron cuenta de que para ga- nar una guerra, quienes la hacían debían organizarse. Pero la organización de los combatientes exigía que hubiera diferentes organizaciones sociales, pues, de otra manera era imposible producir la cantidad de armas requerida por los guerreros. Comenzaron a formarse las clases sociales. La nobleza, en la que están unidos los militares y los sacerdotes, los artesanos (en la que se agrupan los albañiles, los alfareros, los zapateros, los carpinteros, etc.), y los labriegos. El primer metal que se descubre es el cobre. Pero las espadas y escudos que se fabricaban con él eran demasiado maleables. Hasta que se descubrió el estaño y se aleó con el cobre, dando origen a las armas de bron- ce. Este progreso llegó a la cúspide cuando se aleó el hierro con el carbón 87 38 o el silicio, produciendo el acero. Nació un tipo de arma que, con pequeñas mejoras, se utilizó durante toda la Edad Media. Mas cuando, gracias a los via- jes de Marco Polo, se conoció la pólvora, el cañón redujo a escombros las altas murallas de los castillos y los más inexpugnables torreones de las forta- lezas. Los primeros en utilizar la pólvora en Europa, con fines bélicos, fue- ron los ingleses, durante el siglo XTV, en la batalla de Crézy contra los france- ses (a los que, por supuesto, derrotaron). Debido a la división del trabajo, los labradores tuvieron mejores técni- cas para sembrar y cosechar, Por eso, los poblados se fueron convirtiendo en ciudades. Y fue naciendo la agricultura. Hasta que llegó un momento en que se pudo producir más de lo necesario. Los excedentes permitieron negociar con otras regiones que habían tenido excedentes de otros produc- tos. Nació la economía de trueque. Conforme progresaron las técnicas agrí- colas, la capacidad de sobreproducción aumentó. El canje de unos produc- tos por otros llegó a ser tan copioso que hubo que recurrir a algún méto- do que permitiera facilitar los cambios. Nació la moneda. Manejándola con acierto, se comenzó a acumularla sin límite. En el conglomerado social, aparecieron personas con gran habilidad para comerciar, para comprar y vender dentro y fuera de su territorio. Nació el capitalismo. El capitalismo como sistema económico es muy antiguo. En Grecia y Roma hubo empresas dedicadas a explotar determinadas materias y a obte- ner utilidades con la venta del producto. Con estas utilidades se hacían nuevas inversiones para acumular más dinero y obtener mejores resultados. Un caso típico es la explotación de las minas. Es interesante observar que el capitalismo nace en sistemas sociales esclavistas. Los minerales eran ex- traídos por esclayos que recibían la alimentación indispensable para que pudieran seguir trabajando. Con el dinero ganado por la explotación de las minas, los empresarios hacían construir los socavones, compraban nuevas minas O nuevos y mejores instrumentos de trabajo. A través de un largo proceso social, económico y cultural, que culmina en el siglo XVII, nace el capitalismo moderno. Este capitalismo es muy di- ferente del antiguo, sólo se le asemeja en que, mediante la empresa, se 1 Se considera que los occidentales son más belicosos que los chinos porque éstos utiliza- ban la pólvora con fines purarnente estéticos, para embellecer las grandes fiestas con fue- gos artificiales. Pero hoy se sabe que los chinos también la utilizaban para lanzar cohetes incendiarios a las ciudades que sitiaban. Se adelantaron, así, a Occidente en muchos si- glos en la invención de los rockets. pueden acumular dinero y bienes (como obras de infraestructura). Pero se diferencia en un punto esencial: la libre competencia. A partir de media- dos del siglo XVII! los empresarios, sobre todo en Inglaterra y Francia, co- mienzan a aplicar las técnicas derivadas de las ciencias matemáticas, físicas y químicas. Esta aplicación se hace por medio de la tecnología que es la manera como la ciencia, que es un conocimiento abstracto, puede utilizar- se en situaciones concretas. Un ejemplo impresionante de la aplicación productiva de la tecnología es la máquina de tejer inventada en Inglaterra. Lo que una mujer podía tejer en varios meses, una tejedora mecánica lo ha- cía en una hora. Gracias a estos progresos, el capitalismo moderno comien- za a desarrollarse de manera desenfrenada, porque las aplicaciones tecno- lógicas permiten disminuir los costos de producción, de manera que las empresas que hacen el mejor uso de las tecnologías disponibles son las que más prosperan. Se van formando, así, verdaderos emporios de rique- za que se expanden por el mundo entero. La utilización de las nuevas técnicas permite que haya cada vez mayor diferencia entre el costo de producción y el precio de venta. Por otra parte, además de los empresarios surgen los financistas. Éstos no manejan el dine- ro para invertirlo en bienes de capital, como comprar máquinas para hilar tejidos, construir locomotoras o armar barcos, sino para acumular más di- nero. Para el empresario el dinero es un medio, para el financista es un fin?, El empresario vende mercancías, el financista vende dinero. Por eso, en el mundo de las finanzas, el dinero tiene precio. Este precio es el inte- rés. El interés es la cantidad extra de dinero que el empresario que ha reci- bido un préstamo bancario debe devolver en el plazo fijado. La institución que opera con el dinero es la banca. Pero siempre debe tenerse in mente que el mundo financiero es parte del capitalismo. Si la actividad capitalis- ta no existiera, no podría existir la actividad financiera. Ambas actividades son como el anverso y el reverso de una medalla. A mediados del siglo XIX los empresarios habían proliferado en el Viejo y el Nuevo mundos. Esta proliferación se produjo no sólo en los países más 2 Por cierto, estamos hablando del tipo de trabajo que realiza el financista. Desde un punto de vista humano, el dinero también es un medio para él. Es un medio para mantener a su familia y brindarle el mejor nivel de vida posible. Lo mismo persigue el soltero respec- to de su propio nivel de vida. Salvo ciertos casos, que lindan con la paranoia (la extrema avaricia), toda actividad económica es un medio para obtener beneficios personales o fa- miliares. La paranoia es una enfermedad mental que se manifiesta de diversas maneras. Generalmente va acompañada por un delirio de persecución. A veces se presenta como un deseo de agresión. 39 40 avanzados sino, también, en las ex colonias y en las colonias. El país que más había progresado era Gran Bretaña, seguida de cerca por Francia. En el segundo tercio del siglo XIX los avances del capitalismo fueron tan des- comunales y tan rápidos que, en pocos años, transformaron el mundo. Ha- cia finales del siglo XVIII la economía de los países europeos más avanza- dos seguía siendo predominantemente agraria. En el segundo tercio del si- glo XIX, las grandes empresas comenzaron a unirse en enormes complejos industriales, cuyos accionistas podían ser ciudadanos de cualquier país. Pa- ra colocar su dinero, los capitalistas lograron forjar un mundo sin fronteras. En este mundo habían desaparecido todos los prejuicios. El inversionista no tomaba en cuenta la religión, el amor a la patria, la lealtad con sus com- petidores o la depredación de la naturaleza. La única condición que cum- plía era que sus actividades no fueran contrarias a la ley. Y cuando una ley ponía límites a su empuje expansionista, su influencia era tal que, más ve- ces que menos, lograba que la modificasen y, en último caso, la deroga- sen. Más allá del bien y del mal, los capitalistas habían creado un imperio grandioso. El imperio más grande de todos los que la humanidad había co- nocido en su larga historia. Y los financistas manejaban el dinero de este imperio. 2. Socialismo En nuestros días el tipo de capitalismo que acabamos de describir es lla- mado "capitalismo salvaje". A pesar de su formidable potencia, el capitalis- mo salvaje tenía un talón de Aquiles", Este talón era la libre competencia. La libertad del mercado conducía, de manera directa, a una lucha implaca- ble entre los capitalistas. La única manera en que un empresario podía se- guir progresando era vender más barato que sus competidores. Y para lo- grar este fin recurría a la tecnología. Pero cuando una empresa abarataba su producto por medio de una nueva tecnología, inmediatamente la com- petencia hacía lo mismo. Por eso, tenía que recurrir a un método diferen- 3 Aquiles es el guerrero más importante de la fííada, la famosa obra de Homero. Era hijo del rey Peleas y de la diosa Thetis. Para que su hijo tuviera una larga vida, su madre lo sumergió en el río Estigio, cuyas aguas tenían la propiedad de volver invulnerables todas las partes del cuerpo que tuvieran contacto con ellas, Mas, para sumergirlo, lo cogió de uno de sus talones, de manera que éste no tuvo contacto con el agua del río. Por eso, en la guerra de Troya, Aquiles recibió un flechazo, justo en el talón vulnerable, que le causó la muerte. te, tan o más eficaz que la tecnología: el despido parcial de los trabajado- res, alargar las horas en que los obreros debían trabajar y pagar salarios de hambre. Debido a esta triple metodología, la empresa lograba aumentar la diferencia entre el costo de producción y el precio de la mercancía. Así, la jornada de trabajo era de 14 horas y, a veces, de 16. El salario -era justo lo necesario para que el obrero pudiera trabajar sin desfallecer. Si resultaba herido en un accidente debido a la naturaleza de su trabajo, o si se volvía viejo y ya no podía rendir lo suficiente, era despedido sin misericordia. Las mujeres trabajaban en las mismas condiciones que los hombres, pero su sa- lario era aún más exiguo. Los niños eran igualmente explotados. Algunos de ellos trabajaban hasta en las minas de carbón. Y, fuera cual fuese el tra- bajo de un hombre, una mujer o un niño, era hecho en condiciones total- mente antihigiénicas. En la mayor parte de los lugares donde trabajaban el - aire estaba viciado, el local era húmedo, la luz casi no entraba y el piso es- taba contaminado de gérmenes patógenos. No es de extrañar que:a mediados dei siglo XIX surgieran voces de pro- testa contra el capitalismo salvaje. La más importante es la de Marx. Según Marx, la diferencia entre el costo de producción y el precio.de venta se debía a la plusvalía, Lo que aumentaba el precio de una mercadería era el trabajo del obrero. De manera que era injusto atribuirlo a la inversión del capital. El capital hacía posible la creación de una empresa más; para crearla era nece- sario comprar objetos que hicieran realidad su funcionamiento. Y esos obje- tos habían sido elaborados con el trabajo de los obreros (o proletarios). Marx sabía muy bien lo que era el capitalismo., Y lo admiraba profunda- mente. El Manifiesto comunista, que publicó con la colaboración de En- gels, está escrito en un lenguaje impresionante, tanto por su vigor literario como por su pasión proféticaf, Vale la pena citar una de sus partes más ex- traordinarias: La burguesía, históricamente, ha desempeñado un ro! super- lativamente revolucionario. La burguesía una vez que se ha apoderado del mando, ha terminado con toda relación feu- dal, patriarcal e idílica. Ha destrozado sin piedad los numero- sos vínculos feudales que unían al hombre con sus "supe- 4 El gran historiador y filósofo de la historia Amold Toynbee, refiriéndose al marxismo dice, : con razón, que es la última herejía cristiana. Hay un infierno: la explotación del trabaja- dor; hay un purgatorio: el socialismo en el.que todavía hay que trabajar para ganar el sus- tento; hay un paraíso: la sociedad sin clases en la que nadie tendrá que trabajar, y todo el mundo recibirá lo que necesite. 41 42 riores por naturaleza", y no ha dejado sino un solo nexo entre los integrantes de la sociedad: el desnudo egoísmo, el insen- sible interés del pago en efectivo. Ha aniquilado los más ce- lestiales éxtasis del fervot religioso, del entusiasmo caballe- resco, del sentimentalismo filisteo, en el agua helada del cál- culo egotista. Ha transformado el valor de la persona en valor de cambio y, en lugar de los innumerables privilegios esen- ciales de la libertad, ha impuesto una sola e incuestionable li- bertad: la libertad del mercado (...). La burguesía ha disuelto el nimbo de toda ocupación considerada honrosa, con respe- to y admiración, a través de los tiempos. Ha transformado al médico, al abogado, al sacerdote, al poeta, al científico, en trabajadores asalariados (...). La burguesía ha revelado por qué el despliegue de fuerza bruta en la Edad Media, que tanto admiran los reaccionarios, tuvo como complemento la más perezosa indolencia. La burguesía ha demostrado lo que la actividad del hombre puede hacer. Ha realizado maravillas que sobrepasan, de lejos, las pirámides de Egipto, los acue- ductos romanos, las catedrales góticas. Y ha realizado expe- diciones a los confines de la Tierra, que dejan en la sombra todos los éxodos anteriores de cruzadas y naciones. La exposición que antecede da la impresión de que la burguesía capita- lista es invencible. Pero lo que se propone Marx es mostrar que el capitalis- mo es invencible sólo en apariencia, pues su propia dinámica lo conducirá indefectiblemente a la disolución. Como hemos dicho, el capitalismo tiene un talón de Aquiles: la libre competencia. La necesidad de bajar los pre- cios de las mercancías condujo a los capitalistas a aplicar constantemente la tecnología, Para ello mejoraban sin cesar las máquinas que utilizaban pa- ra la producción de mercancías. Pero quienes manejaban las máquinas no eran los burgueses sino los proletarios. El capitalismo no era esencial en la producción de riqueza. El proletariado sí lo era, Por otra parte, con una periodicidad más o menos regular, el capitalis- mo sufría graves crisis. En su afán de acumular más y más riqueza, los em- presarios abarataban los productos para venderlos en proporciones cada vez mayores. La cantidad de ventas aumentaba sín cesar. Hasta que el mer- cado se saturaba, pues la capacidad de compra de la gente común y co- rriente tenía un límite. Como consecuencia directa de la sobreproducción, los precios bajaban y muchos empresarios se arruinaban. Pero como los precios habían bajado tanto, la gente comenzaba a comprar más, pues la baja de los precios permitía una mayor demanda. De manera que los pre- cios volvían a subir, y las empresas que habían sido capaces de sobrevivir lograban ser cada día más grandes y poderosas. Las que habían naufraga- do durante la crisis eran reemplazadas por empresas nuevas, llenas de pu- jante vitalidad. Marx predijo que las crisis iban a ser cada vez más graves hasta que, por último, el capitalismo se derrumbaría por su propio peso. Cuando Marx escribió el Manifiesto había varias clases sociales. La clase de la gran bur- guesía capitalista, que era la que manejaba los "carteles" entre las empre- sas más poderosas. La mediana burguesía, que sólo tenía empresas que no estaban en los carteles. La pequeña burguesía, integrada por la clase de los artistas, los intelectuales, los empleados de oficinas y de tiendas; la clase de los artesanos, la clase de los campesinos, la clase de los proletarios. Pero conforme siguieran produciéndose las crisis periódicas, con excepción de la gran burguesía y el proletariado, irían desapareciendo las demás clases. La libre competencia iría eliminando las clases menos poderosas, hasta que, al final, sólo quedarían dos: la burguesía y el proletariado, Ambos se trabarían en una lucha a muerte. El proletariado ganaría la batalla y se apropiaría de los grandes medios de producción. Las clases desaparecerían. La historia humana comenzaría. Todo lo anterior había sido prehistoria. Una vez ganada la batalla, la sociedad debería reorganizarse de princi- pio a fin. Al comienzo habría muchos obstáculos para la implantación del nuevo régimen. Esto se debería a que la clase burguesa había dominado la sociedad durante tanto tiempo, que los ciudadanos estarían condicionados- por la visión burguesa de la vida. La visión real del mundo le era arrebata- da al proletario. Y también le eran arrebatadas las mercancías que había producido con su trabajo. Este doble despojo es lo que Marx llama "aliena- ción". Por eso no se podría ir directamente al comunismo. Habría que par- tir de una sociedad poscapitalista, que iría evolucionando hacia la sociedad comunista. Este punto de partida era el socialismo. En nuestros días el tipo de capitalismo descrito por Marx es llamado "ca- pitalismo salvaje". Para liberarse del yugo material e ideológico impuesto por el capitalismo, Marx dice en el Manifesto que debe instaurarse la dicta- dura del proletariado para que éste imponga, con mano férrea, la socializa- ción de los medios de producción. Durante este período, cuya duración 5 Según Marx, cuando la clase dominante está en el apogeo de su fuerza, su visión del mun- do prevalece de manera universal. Debido a que la organización del sistema legal y edu- cativo está en sus manos, todos los miembros de la sociedad aceptan las mismas tablas de valores. Incluso los más humildes proletarios y campesinos. 43 ES Marx no especifica, aunque de la lectura de algunos de sus textos se des- prende que dicha dictadura no sería muy larga, todos tendrían que traba- jar. En el trabajo se reconocerían como hermanos, iguales entre sí, unidos para siempre, libres de la explotación capitalista. Impulsados por el entu- siasmo del triunfo, manejarían la dinámica productiva con creciente efica- cia, hasta que la sociedad llegara a ser una sociedad de abundancia. Sólo entonces se podría instaurar la sociedad sin clases. Durante la sociedad so- cialista todos deberían trabajar y cada uno recibiría un pago de acuerdo con lo que hubiera producido. En la sociedad comunista nadie trabajaría. Sólo se dedicaría a hacer las cosas que quisiera, según su vocación y su ca- E pacidad, En la sociedad comunista, el ser humano podría realizarse pleria- mente. La sociedad sería una auténtica sociedad democrática.. Pronto se vio que el sueño de Marx no podía realizarse. En 1917, me- diante una serie de casualidades que nadie podría haber imaginado, Lenín captura el poder en Rusia. En un principio quiso aplicar al pie de la letra la doctrina'de Marx. Para ello, dejó que los obreros de las fábricas eligie- - ran Su propio directorio llamado "soviet", que en ruso significa consejo. Pero los obreros tenían ideas que muchas veces eran contrapuestas, y pronto comenzaron a producirse rivalidades tan fuertes que muchas fábri- cas quedaron: paralizadas. Para evitar la catástrofe, Lenín decidió que los dirigentes de las fábricas fueran miembros del Partido Comunista. La dicta- dura del: proletariado se transformó en la dictadura de una cúpula partida- ria. Pero Lenín murió a los pocos años de haber tomado el poder. Después de un corto interregno, en que Stalin y Trotski luchan por el poder, Stalin gana la batalla, exilia a su rival, que se refugia en México y, dos décadas después, lo hace asesinar por un fanático. Stalin queda dueño absoluto del poder y lo conserva hasta su muerte. Cuando Stalin toma el comando, impone una dictadura implacable. Para hacerlo debe tener un poder que sólo puede conseguir ofreciendo ventajas a quienes le brindan su apoyo. En lugar de que la Unión Soviética se vaya transformando en una sociedad sin clases, los favorecidos comienzan a dis- frutar de privilegios. Y van naciendo, así, nuevas clases, La clase superior está integrada por una gran red de líderes partidarios que ejercen su dominio en todos los rincones del inmenso territorio patrio. Sus hijos van a colegios es- peciales, los que se enferman son atendidos en hospitales que nunca cono- cerá el pueblo. Sigue la clase de escritores, algunos muy buenos desde el punto de vista literario, pero lo que escribían no podía tener la más mínima desviación de la doctrina oficial. La gran mayoría es de una monótona me- diocridad, y su principal trabajo es adular a Stalin. Luego están los pintores y escultores, que se dedican a pintar y a esculpir el rostro del líder supremo. Se organiza una red de policía secreta, la KGB, que espanta por su cruel efi- cacia, Se va formando, así, un reinado de terror. Para asegurar su poderío, Stalin construye rápidamente un totalitarismo jamás igualado (Hitler aún no había subido al poder, pero su totalitarismo y la crueldad de sus métodos so- brepasaron, aunque no por mucho, los de Stalin). El culto de la personali- \* dad llega a extremos abyectos. La figura del jefe aparece en libros y revistas. El padre del pueblo resulta filósofo, sociólogo, lingúista, científico, econo- mista, artista. La filosofía sólo puede ser el materialismo dialéctico: Diamat. La ciencia se desarrolla de acuerdo con las leyes generales de la dialéctica marxista. Las leyes de la naturaleza, de la historia y del pensamiento funcio- nan de manera dialéctica, La ciencia dialéctica brinda conocimientos infali- bles. Este conocimiento es fundamental en la lucha por la liberación del pro- letariado. Debido al totalitarismo stalinista, se debe manejar todo lo que ocu- rre en la Unión Soviética, de manera política. Por eso, el precio de un televi- sor es mucho más barato que el de un par de zapatos. La razón es simple: el televisor es necesario para la propaganda partidaria, en cambio, un obre- ro puede caminar durante varios años con los mismos Zapatos. Naturalmente, el líder supremo es paranoico. Sufre de un delirio cons- tante de persecución. Por eso, cada cierto tiempo hace purgas para elimi- nar a los sospechosos y espantar a los descontentos. Casi todos los líderes que lo acompañaron en los primeros años de la revolución fueron despia- dadamente ejecutados. Al poco tiempo de la muerte de Stalin, el liderazgo pasa rápidamente de una mano a otra, hasta que Kruschov se posesiona del mando. Una de sus primeras medidas es suprimir una serie de prohibiciones que eran ab- surdas como, por ejemplo, la prohibición de tocar y escuchar jazz. Y, esto es lo notable, es el primer líder que se atreve a denunciar, dentro de la Unión Soviética, los crímenes de Stalin. Pero la denuncia es limitada, tanto por falta de información como por prudencia. La vieja guardia ve amenaza- dos sus intereses y logra derrocarlo. El pretexto es increíble: Kruschov ha dejado en ridículo a la Unión Soviética porque, en una asamblea general de la Organización de las Naciones Unidas (ONU), se sacó un zapato y gol- peó con él la tapa del escaño en que estaba hablando (lo que era cierto). El poder pasa a manos de Breznev y Kosiguin, que gobiernan de manera grisácea y, aunque en forma más o menos suavizada, restablecen los vie- jos métodos de terror. 45 46 Los dos vetustos líderes gobiernan aplicando de manera automática la economía que impuso Stalin: cubrir todos los años los enormes déficit de los grandes complejos industriales. La economía aguanta estos déficit por- que los recursos naturales del territorio soviético son los más ricos del mun- do. Pero la manera irracional de manejar la economía conduce a la Unión Soviética a una crisis que se va agravando aceleradamente. Hasta que para evitar el descalabro Gorbachov interviene, haciendo una revolución radi- cal: la Perestroika (reconstrucción) y el Glasnost (transparencia). Lo que si- gue es historia conocida. Es el clásico cuento del aprendiz de brujo. Gor- bachov en su libro Perestroíka dice claramente que la revolución que enca- beza no tiene como mira destruir el socialismo sino hacerlo más firme, y que sólo podrá perdurar si llega a tener un rostro humano. Porque el socia- lismo no es para oprimir sino para liberar. Revela las atrocidades que se produjeron durante el régimen de Stalin, disuelve la KGB y permite la liber- tad de información. Una consecuencia de esta libertad es que sale a flote el rencor que, desde tiempos inmemoriales, sentían las múltiples naciones que habían sido incorporadas al imperio ruso y, luego, al imperio soviéti- co. La libertad de expresar el odio sin temor, termina la sumisión de gran- des y pequeñas naciones como Ucrania, Kazajstán, Uzbekistán, los países bálticos y otros. La experiencia histórica nos enseña que no hay ninguna posibilidad de que un líder político, por grande que sea, pueda sobrevivir cuando, queriéndolo o sin querer, ha sido el causante del desmembra- miento de la patria. O de lo que él creía que era su patria. Un ruso estaba convencido de que la Unión Soviética estaba integrada por naciones libre- mente asociadas. Gorbachov cae, Yeltsin lo sucede, Putin sucede a Yeltsin. 3. Una paradoja Tanto el capitalismo decimonónico como el socialismo marxista han si- do incapaces de encontrar soluciones para mejorar el nivel socioeconómi- co de los trabajadores. Hemos visto lo que sucedió en la etapa del capitalis- mo salvaje: los oprimidos son condenados a vivir de un salario de super- vivencia. Por eso se rebelan. El capitalismo salvaje logra mantenerse hasta fines del siglo XIX. Pero las protestas de los proletarios, que se van organi- zando en sindicatos, obligan a los empresarios burgueses a hacer concesio- nes. Á veces la lucha es sangrienta, algunas huelgas llegan a la violencia y muchos proletarios caen bajo las balas de los "custodios del orden". A ve- ces es pacífica, pero nunca ceja. Debido a ella, las condiciones del obrero van mejorando. Y el capitalismo va siendo cada vez menos duro. Se van logrando, así, resultados importantes. La reducción de las horas de trabajo, la protección de los accidentes de trabajo, las vacaciones pagadas, el dere- cho de huelga, las mujeres siguen ganando su salario cuando deben ausen- tarse del trabajo debido a su avanzado estado de gravidez, y pueden des- cansar algunos días después del parto. A partir de la Primera Guerra Mundial el nivel socioeconómico de los países capitalistas comienza a subir inintermmpidamente. Hay crisis, algu- nas muy fuertes, pero no se cumple la predicción de Marx. La famosa cri- sis que comienza en 1929 produce una fuerte disminución de los ingresos en todos los niveles, con unas pocas excepciones en el campo de las finan- zas especulativas. Pero el mundo capitalista se repone y sigue su marcha ascendente. Hay crisis periódicas, la mayor parte de ellas nada graves. Des- pués de la Segunda Guerra Mundial el desarrollo social, económico y cultu- ral de la colectividad alcanza niveles que nadie había previsto. La crisis de 1997, que comienza en los famosos "tigres" asiáticos, se extiende al Japón y, de ahí, llega a Europa y a los países pobres de casi todo el mundo, es la más grave después de la crisis de 1929. Pero a nadie se le ocurrió pen- sar que el sistema capitalista de la libre empresa iba a morir y, menos aún, que esta muerte condujera al triunfo del socialismo.marxista sobre todo el planeta. Algunos países europeos, tecnológicamente avanzados, ya se han recuperado. En Estados Unidos no hubo crisis en 1997. Pero, ahora, a co- mienzos del régimen de Bush, se ha producido una crisis bastante fuerte. Naturalmente, Bush le echa la culpa a Clinton. Pero, sea quien fuere el res- ponsable, se tiene la seguridad de que la crisis no va a prolongarse más allá del 2002, El proceso que hemos relatado conduce hacia una sorpresiva parado- ja. Mientras en los países socialistas el nivel económico de los trabajado- rés permanece igual a través de los años, en los países capitalistas los pro- letarios tienen cada vez mayores ingresos. Debido a la lucha de los sindi- catos obreros, sobre todo de los sindicatos dominados por los comunistas, los empresarios van haciendo cada vez más concesiones. Y, al hacerlas, los obreros reciben salarios cada vez más altos. Esto aumenta su poder de compra, de manera que los empresarios aumentan la producción, y este aumento permite que sus ganancias sean cada vez mayores. Debido a esta dinámica recíproca entre el capital y el trabajo, el proletariado deja prácti- 6 Después del atentado terrorista del 11 de setiembre del 2001, la economía está siguiendo un curso diferente del esperado. Sobre este punto véase sección 9, E, (epílogo). 47 camente de existir. Los sindicatos de trabajadores logran acumular enormes capitales, que permiten que ciertos grupos de obreros puedan sostenerse durante largo tiempo en estado de huelga. Casi todos los trabajadores pue- den tener casa propia, comprar automóviles y, muchos de ellos, son pe- queños accionistas de grandes empresas. 3.1 ¿Retorno del capitalismo salvaje? Pero, desgraciadamente, conforme progresan los países capitalistas avan- zados, otros países, sobre todo los de origen colonial, quedan a la zaga. Su nivel de vida es muy pobre y su organización económica torna imposible satisfacer la demanda de trabajo. La población crece demasiado rápido, de- bido sobre todo al progreso de los antibióticos que producen una disminu- ción espectacular de la mortalidad infantil. Y, también, al hecho de que en los medios populares se desconoce la manera de controlar los nacimientos y, en muchos casos, aunque los conozcan, los hombres no quieren utilizar- los pues sienten que ello afectaría su virilidad. La terrible pobreza que existe en la mayoría de los países de Sudamérica y Centroamérica", en África y en numerosos países asiáticos, obliga a replan- tear la base teórica de la economía capitalista, que tanto éxito tuvo en el crecimiento socioeconómico de Europa, de Estados Unidos, y algunos paí- ses de Asia, como Japón, Taiwán y Corea del Sur. Porque, debido al colap- so económico de la Unión Soviética, la concepción capitalista de la econo- mía ha adquirido una fuerza demostrada por los hechos. En la lucha por la supremacía mundial, entre la Unión Soviética y Estados Unidos, el sistema económico ha desempeñado un papel decisivo. Y el triunfo ha sido de Es- tados Unidos, país que es considerado como un símbolo de la economía ca- pitalista. Consecuencia de este triunfo es la imposición de dicha economía en los países atrasados. Muchos políticos importantes creen de buena fe que no hay otra salida. El funcionamiento de este capitalismo se acerca peligro- samente al capitalismo salvaje. Quienes manejan las riendas del Estado tie- nen que apoyarse en la estructura capitalista del país. Los políticos que se ocupan de dirigir la economía sólo piensan en aplicar métodos capitalistas, 7 En la actualidad, Chile es el único país de América Latina que ha alcanzado el desarrollo. Ha ingresado a lo que podría llamarse "primera etapa del desarrollo". Lo que quiere decir que aún no ha alcanzado un nivel comparable al que existe en países como Francia, Ale- mania, Inglaterra, etc. Pero es indudable que ya rompió la barrera del subdesarrollo. sin tomar en cuenta que el modelo funciona en los países más avanzados pero no en los que han quedado a la zaga. Pero cuando los gobernantes deciden recurrir al capitalismo, no lo ha- cen porque sean pro capitalistas, sino porque la única manera de detener la inflación es congelar los salarios y los sueldos. Mas, al hacer esta conge- lación, se sacrifica a los más humildes, que son siempre la mayoría. Y se produce lo que expresa una frase que se ha tornado en lugar común: "los ricos se vuelven más ricos, y los pobres se vuelven más pobres". Nos encontramos, así, ante una situación que parece insoluble. De un la- do, si no aplicamos métodos capitalistas jamás podremos salir del pantano en que se debate la población mayoritaria. De otro lado, si elegimos el socia- lismo, se volverán a producir las atrocidades del totalitarismo. Y, si elegimos el populismo se producirá, nuevamente, una inflación desesperante que el pueblo no podrá aguantar. O sea, hemos recaído en el punto de partida. Sin embargo, hoy día es imposible regresar al tipo de capitalismo que existía en la época de Marx. Ya no puede regresarse al horario de catorce horas (a veces hasta dieciséis horas), ni se puede despedir a un anciano como un perro porque produce menos de lo que producía cuando tenía treinta años, pues ahora existe la jubilación. De manera que la expansión del capitalismo moderno no puede ser considerada como salvaje. Pero el hecho es que la economía de los países pobres está tomando visos inquie- tantes. Sin embargo, hay un límite. Por más criticable que sea el capitalis- mo en los países pobres, ya nunca más se regresará al capitalismo origina- rio. Para distinguirlo del capitalismo salvaje lo llamamos "capitalismo duro". 4. Humanismo El humanismo consiste en considerar que la persona es un fin en sí mis- ma, y que la sociedad debe organizarse de manera que el individuo pueda realizar sus máximas potencialidades. Hay varios tipos de humanismo: exis- tencialista, marxista, capitalista, cristiano, racionalista. El primero está integra- do por diversas tendencias muy diferentes entre sí, como el humanismo de Sartre, de Camus, de Marcel, de Lévinas y otros. Cada uno corresponde a una filosofía determinada.: Pero todos tienen un rasgo común; superar el nivel abstracto en que la filosofía tradicional consideraba al hombre. Los grandes filósofos del pasado, como Descartes, Spinoza, Kant y otros, concebían al hombre como un ser cuya esencia era un conjunto de cualidades determina- das como, por ejemplo, hablar, abstraer, razonar, sentir, etc. Pero nunca con- sideraban al ser humano en sus situaciones concretas. Porque las cualidades señaladas no significan nada mientras no se manifiesten en las circunstancias 49 50 en que se desenvuelve nuestra existencia real. Ya hemos expuesto las desas- trosas consecuencias a las que conduce el socialismo (marxista). Aunque al lector le cueste trabajo aceptarlo (si es que le cuesta) hay, también, un huma- "- nismo capitalista. Porque los fundadores de la teoría capitalista siempre pen- saron que un capitalismo bien manejado llevaría a los precios más baratos del mercado, lo que aumentaría el poder de compra de los trabajadores, de modo que, en un período no muy largo, les permitiría superar su condición \* de proletarios. : Cuando se analiza a fondo, y de manera imparcial, la relación entre el ca- pitalismo y la democracia formal, se descubre que hay una relación inelimi- nable entre ambos. Pero, ojo, estamos hablando de democracia formal. Los grandes progresos democráticos se han realizado bajo regímenes capitalistas. Y, viceversa, las democracias han favorecido el crecimiento del capitalismo. Este crecimiento es regulado por la Constitución y las leyes. Mas no se da en la democracia plena, es decir, en una sociedad en que los ciudadanos hayan alcanzado un nivel de vida que les permita realizarse plenamente como per- sonas. : Hay quienes piensan que para que el capitalismo surta efectos benéficos en los países pobres, hay que recurrir a gobiernos fuertes y, si es necesario, a gobiernos dictatoriales. Se trata de un craso error, porque cuando los paí- ses avanzados comenzaron a desarrollar, lo hicieron dentro de la democra- cia?, 4.1 Humanismo cristiano Este tipo de humanismo es sumamente simple: si todos procediéramos como verdaderos cristianos, el mundo se arreglaría inmediatamente, por la 8 Algunos sostienen que hay dos pruebas en contrario: la España de Franco y el caso de - Chile con Pinochet. Pero todos sabemos que la bonanza de España se debió a las olea- das de turistas que ¡ban a visitarla, Esta cantidad de turistas que, a partir de los años sesen- ta, sobrepasa los veinte millones anuales, es bien aprovechada por el régimen franquista que constuyó una magnífica infraestructura vial y hotelera. Un factor que contribuyó grandemente a la afluencia turística es que, cuando España decide abrir sus puertas al tu- rismo, los precios de todo lo que se podía comprar eran bajísimos. En cuanto a Pinochet, los primeros ocho años de su gobierno fueron económicamente catastróficos. Chile sufrió una pobreza muy grande. Quebraron bancos, empresas industriales, pequeñas empresas, etc. Cuando el dictador llamó al joven y talentoso economista Búchi para que tratara de enmendar rumbos, lo primero que éste hizo fue privatizar un número muy grande de em- presas estatales y, esto es lo que debe tenerse en cuenta, hizo cierras reformas de corte democrático, para aliviar las tensiones existentes. La más importante es que se permitió la entrada al país a personas que, desde hacía largos años, habían sido desterradas, sencilla razón de que todos somos hijos de Dios y, en consecuencia, todos somos hermanos. No cabe la menor duda de que si los habitantes de cual- quier país fueran cristianos de verdad la vida en dicho país sería un paraíso. Porque si todos fuéramos hermanos, nadie querría explotar a los demás. Sin embargo, con sentido realista, el cristianismo no se opone a la riqueza bien habida (recordemos las bodas de Canaán), pero se opone frontalmente a quienes consideran que el trabajador no es una persona sino una cosa dese- chable (recordemos la parábola del camello y el hueco de la aguja). 4.2 Humanismo racionalista El humanismo racionalista considera que la persona es un fin en sí mis- ma. ¿Qué se quiere decir con esto? Para entenderlo debemos tener presen- te que hay dos tipos de fines: los fines hipotéticos o condicionales, y los fines finales. Un fin hipotético se puede expresar mediante la siguiente frase. "Si procedo de cierta manera, entonces, podré alcanzar el fin que persigo". Esta frase tiene una oración antecedente, la que está antes de "en- tonces", y una oración consecuente, la que está después de "entonces". La oración antecedente expresa la meta que se quiere alcanzar, la oración con-. secuente, expresa las condiciones que deben cumplirse para alcanzar dicha meta. Un fin final es algo que se quiere alcanzar, no como condición para realizar el fin que nos proponemos, sino con independencia de cualquier otro fin. Demos algunos ejemplos. Los padres alimentan y educan a sus hi- jos no porque los consideran medios para lograr un fin, sino porque consi- deran que sus hijos valen en sí mismos. Por el hecho de haber sido engen- drados por ellos, se sienten obligados a protegerlos y a lograr que desa- rrollen al máximo sus capacidades personales. Al hacer esto, los padres no esperan nada de los hijos. El amor de los padres por los hijos es una cons- tante histórica. Otro ejemplo, entre los centenares de ejemplos posibles, es el amor de Dios. Quien ama a Dios no lo ama para ser premiado en la otra vida. O sea, el verdadero amor de Dios no puede ser "pascaliano". Llamamos "pas- caliano" al amor basado en el interés, porque el filósofo francés Pascal decía que debíamos apostar por Dios, pues, en caso de que existiera, nos salvaríamos, y en caso de que no existiera no habríamos perdido nada. No se necesita mucho esfuerzo para darse cuenta de que la propuesta de Pas- cal es totalmente anticristiana. El verdadero amor de Dios es amarlo sin es- perar ninguna recompensa. Hay casos que no dejan lugar a dudas: el amor desinteresado existe. 34 52 Como hemos visto, el problema de la relación entre el capitalismo y la democracia formal es plenamente visible. De un lado, no puede haber hu- manismo sin democracia formal, del otto, no puede haber democracia for- mal sin capitalismo. ¿Es imposible superar este dilema? Creemos que hay una salida. Es fatigosa y larga pero es, sin embargo, una manera de salir de la pobreza. Lo primero que se ve con claridad es que la creencia de que para salir de la pobreza haya que empobrecer a los pobres, y que sólo des- pués de una larga agonía de duración indeterminada podrá elevarse el ni- vel socioeconómico del pueblo es irracional! por dos razones: a) lo es por- que se basa en una creencia dogmática: no hay otra salida para hacer fren- te a la pobreza que el capitalismo duro; b) lo es porque los gobernantes que tienen esta concepción proceden de manera arbitraria decidiendo lo que debe aceptar el pueblo sin tener en cuenta la opinión mayoritaria de la ciudadanía. Y proceder de manera arbitraria es contrario a la razón. Para evitar la arbitrariedad, las sociedades democráticas protegen los de- rechos ciudadanos mediante un sistema de leyes. Este sistema se basa en la Constitución y en los diferentes códigos que regulan el comportamiento de las personas naturales y jurídicas (sociedades, empresas, etc). Incluye, asimismo, garantías individuales, sociales, económicas y laborales. Estable- ce plazos de renovación de poderes, incluye el hábeas corpus y el dere- cho de amparo, etc. Este tipo de democracia, por lo menos la experiencia histórica parece mostrarlo, no puede existir sino como integrante de un sis- tema capitalista. Pero ¿cómo debe manejarse el capitalismo no fundamenta- lista en un país pobre? Desgraciadamente, no hay recetas seguras. Algunos empresarios y políticos sostienen que, en un país pobre, debe manejarse la economía de manera pragmática. Mas para saber si debemos adoptar esta tesis, debemos saber antes qué se entiende por manejo pragmático de la economía. Porque el pragmatismo tiene muchas versiones diferentes. La primera es que una teoría es verdadera si tiene éxito en la práctica. Pero ¿qué significa tener éxito? Para unos es aumentar la riqueza de los ricos de- jando de lado a los pobres. Para otros será la rápida ascensión dei nivel so- cioeconómico del pueblo. De acuerdo, pero ¿cómo se logra este ascenso? De fundamental importancia es la actitud que asuman los empresarios. Deben tener clara conciencia de que los destinos del país dependen, en gran medida, de la manera como intervengan en la economía nacional. Só- lo una actitud generosa de los que manejan el capital en el país puede lo- grar que las medidas adoptadas para elevar la condición socioeconómica del pueblo tengan éxito. Por su parte, el gobierno debe alentar esta actitud y no recargar los impuestos, a veces absurdos, con los que agobia a los em- presarios. Y debe cumplir dos condiciones sin las cuales no puede tener éxito ninguna medida económica. De un lado, debe tratar de hacer proyec- tos a largo plazo que no van a aumentar su prestigio inmediato ante el país. De otro lado, debe ser honrado, debe dar el ejemplo de austeridad que el país espera. Muchos hombres de negocios, si saben que el gobierno es in- moral en el alto nivel, tendrán que recurrir a funcionarios corruptos para lograr que sus inversiones tengan éxito. Y en este caso el gobierno de tur- no es el verdadero culpable. No se puede exigir a un empresario que sea generoso, mientras los altos responsables de la política nacional se dedican a enriquecerse de manera escandalosa. Hemos visto que el humanismo racionalista consiste en considerar a la persona como un fin en sí misma. Pero si el régimen político en el que vive una persona es dictatorial, resulta que la cúpula gobernante le impone de- cisiones arbitrarias. Y, en consecuencia, lo está tratando como un instru- mento y no como una persona. O sea, lo está transformando en cosa, por- que la cosa es, precisamente, aquello que no puede tomar decisiones. To- do lo que hace una cosa se debe a la mano de quien la maneja. Por otro lado, la relación entre el gobernante y el gobernado deja de ser simétrica, Es decir que, políticamente, todo ciudadano pueda hacer que quienes le dan órdenes se sometan también a las mismas Órdenes que dieron. En po- cas palabras, que todo ciudadano pueda tener la posibilidad de ocupar los más altos cargos políticos. Esto es imposible en la práctica debido a que la cantidad de habitantes de una nación es demasiado grande. Es imposible, por eso, que la alternancia en los cargos políticos pueda llevarse a cabo respecto de toda la población. Por eso, para que el ejercicio del poder sea simétrico, se ha adoptado la democracia representativa. Todo ciudadano no puede, de hecho, ser representante, ministro o presidente. Mas, en princi- pio, puede serlo. Como se desprende de lo dicho, el humanismo racionalista en la vida política consiste en la aplicación de dos principios fundamentales de con- ducta: la no arbitrariedad y la simetría. 33

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