La Ética del Cuidado y Su Aplicación en la Profesión Enfermera PDF

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This article analyzes the usefulness of the ethics of caring in the nursing profession, focusing on the practical application in Spain. The study employs an analytical-synthetic methodology, including literature review, personal reflection, and concept definitions.

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Acta Bioethica 2015; 21 (2): 311-317 LA ÉTICA DEL CUIDADO Y SU APLICACIÓN EN LA PROFESIÓN ENFERMERA Loreto García Moyano1 Resumen: Este trabajo tiene como objetivo analizar la utilid...

Acta Bioethica 2015; 21 (2): 311-317 LA ÉTICA DEL CUIDADO Y SU APLICACIÓN EN LA PROFESIÓN ENFERMERA Loreto García Moyano1 Resumen: Este trabajo tiene como objetivo analizar la utilidad de la ética del cuidado en la profesión enfermera. Para ello será necesario definir los conceptos de “cuidado” y “ética del cuidado” y analizar la posible aplicación práctica de la ética del cuidado en el ámbito de la enfermería española. Se utilizó el método analítico-sintético; revisión bibliográfica, lectura comprensiva, reflexión personal, definición de conceptos y método comparativo. Palabras clave: ética del cuidado, bioética, enfermería The ethics of caring and its application in nursing profession Abstract: This article has as aim to analyze the usefulness of the ethics of caring in nursing profession. For this it will be necessary to define the concepts of “caring” and “ethics of caring” and analyze the possible practical application of ethics of caring in the nursing field of Spain. The analytic-synthetic method, bibliography review, comprehensive reading, personal reflection, definition of concepts and comparative method were used. Key words: ethics of caring, bioethics, nursing A ética do cuidado e sua aplicação na profissão de enfermagem Resumo: Este trabalho tem como objetivo analisar a utilidade da ética do cuidado na profissão de enfermagem. Para isso será necessário definir os conceitos de “cuidado” e “ética do cuidado” e analisar a possível aplicação prática da ética do cuidado no âmbito da enfermagem espanhola. Utilizou-se método analítico-sintético; revisão bibliográfica, leitura compreensiva, reflexão pessoal, definição de conceitos e método comparativo. Palavras-chave: ética do cuidado, bioética, enfermagem 1 Grupo de Investigación en Bioética, Instituto Aragonés de Ciencias de la Salud, Huesca, España Correspondencia: [email protected] 311 La ética del cuidado y su aplicación en la profesión enfermera - Loreto García Moyano Introducción por parte de los profesionales. Pero todo esto, a su vez, ha dejado de lado otros aspectos tanto o Si pretendiéramos determinar el significado de más importantes, como son el acompañamiento, la profesión enfermera con una sola palabra, esta la empatía, la confidencialidad y, en definitiva, los sería; “cuidado”(1). Pero esta labor no debería ser aspectos que podrían definir una buena relación entendida simplemente como la acción o el arte terapéutica. de proporcionar los instrumentos que sirvan para mejorar o aliviar la enfermedad, sino que, en una Precisamente, si logramos dotar a la profesión de visión más amplia, debería entenderse como la una utilidad no solo técnica sino humana, alcan- acción de proporcionar el mayor bienestar, ya sea zaremos, además de la excelencia en el cuidado físico, psíquico o psicosocial a la persona(2). profesional, la satisfacción de realización personal y colectiva. Es evidente que la profesión enfermera ha inclui- do la ética en su plan de estudios. Además, estos Ahora bien, para lograr este objetivo debemos profesionales tienen ya presencia en la mayoría dotar a los profesionales no solo de medios técni- de asociaciones científicas de bioética, también cos, sino de herramientas útiles para hacer frente participan en los comités éticos y a esto hay que a los problemas o dilemas éticos que surgen en su sumar la adopción del Código de Ética de Enfer- vida diaria(6). Debemos centrarnos en reconocer mería por parte de algunos colegios profesionales, los conflictos de valores o problemas éticos con así como del llamado Código Deontológico de la los que nos encontramos, los mecanismos para Enfermería Española(2-4). Sin embargo, la prio- resolverlos, dejando a un lado nuestros propios ridad de los gestores de nuestro sistema de salud intereses. Así, podríamos decir que, aun con la sigue siendo atender a los múltiples avances tec- demostrada carga ética de nuestra labor, la enfer- nológicos de los últimos tiempos, así como el re- mería en general no ha sabido tomar un camino conocimiento legal e institucional de los derechos definitorio. Además, a esto tenemos que sumar las de los pacientes, la implementación de las polí- grandes presiones de las instituciones en cuanto ticas de calidad y, en general, la transformación a tareas delegadas y técnicas. La profesión parece de los sistemas generales de seguridad social. En tener claro que las decisiones no pueden basarse consecuencia, la mayoría de las reclamaciones de en unos ideales, en un conjunto de reglas prees- los pacientes se centra en la falta de proximidad y tablecidas o de los tan famosos principios clásicos confianza con los profesionales sanitarios. éticos(7). Se debe reconocer la importancia de la ética de principios, que ha sido capaz de aden- Parece ser que esta falta de cercanía ha podido trarse en el ámbito clínico, poniendo encima de surgir, por un lado, por la pérdida justificada de la mesa las cuestiones o dilemas éticos por medio las actitudes paternalistas por parte de los profe- de un sistema empírico. No obstante, este mode- sionales, así como por la renovada legislación en lo no ha sabido, aun con las insistentes deman- cuanto a derechos del paciente se refiere, y por das por parte de los usuarios, tener en cuenta la último al afán de las últimas décadas por parte humanización de los cuidados. Parece que añadir de los gestores, investigadores, etc., de aprovechar relaciones humanas a este modelo carece de rigor al máximo los recursos —sobre todo los “mate- científico(6). riales” y “cuantificables”— de manera equitativa, buscando una “justicia social” que, en la práctica, La ética del cuidado podría convertirse en la res- contrariamente, pierde la consideración indivi- puesta buscada por nuestra profesión, ya que res- dual y humana de la persona(5). ponde a la pregunta fundamental: ¿cuál debería ser la naturaleza de la relación con la persona en- En síntesis, podríamos decir que la tan buscada ferma, y cuáles son las responsabilidades dentro excelencia clínica ha mejorado la calidad técnica de esta relación?(8). de los cuidados en cuanto al uso de recursos y prestaciones, e incluso ha ayudado a la mejora en la organización de los cuidados, evaluados por medio de indicadores de obligado cumplimiento 312 Acta Bioethica 2015; 21 (2): 311-317 Concepto de cuidado hacer y de lo que se puede llegar a hacer”(13). En consecuencia, el cuidado, como decisión o acti- La palabra “cuidado” viene del latín cogitatus, que tud, tiene un significado y es entonces cuando se significa reflexión, pensamiento, interés reflexivo hace necesario poseer unos valores que reporten que uno pone en algo(9). Por tanto podemos de- una actitud para llevarlas a cabo(1). Por todo esto, cir que el cuidado, el cuidar, parte del interés de al ejercer de manera oficial, existe un compromiso alguien por otro, pero no solo de manera afectiva, profesional y ético que diferencia a la actividad sino reflexiva y racional. enfermera de la actividad espontánea de cuida- do(7). La actividad de cuidar es toda acción humana que contribuye a la ayuda y solicitud ante la necesidad Recapitulando, se podría decir que, al igual que del otro(1). El cuidado profesional, como labor no hay un concepto definido de cuidar, tampoco propia, debería acabar con la dualidad entre las hay una manera única de hacerlo. Al igual que dos conocidas dimensiones del cuidar: la técnica con las personas, cada relación y cada contexto y la humana. Dicha dualidad no se corresponde situacional es también único. con la realidad en que vivimos; sería absurdo e imposible omitir o encargarnos tan solo de una Aproximación a la ética del cuidado de sus dimensiones. Resulta entonces impractica- ble medir el cuidado en sentido estricto; el cuidar En 1978, Lawrence Kohlberg, psicólogo, llevó a de manera profesional comprende tanto la parte cabo una investigación sobre el desarrollo moral instrumental como la trascendental; no es una sin para comprobar si, al igual que en el desarrollo la otra(10). Esta última parte, la transcendental cognitivo (Jean Piaget), existía un desarrollo mo- —o espiritual, si se quiere llamar así—, es difícil ral secuencial y por etapas, que diera como resul- de cuantificar, e incluso se podría considerar el tado una cierta maduración moral. Aunque este intento de hacerlo un absurdo y un fracaso pro- modelo parece ser el más aceptado, sobre todo fesional, porque se trata de una aptitud, de una en cuanto a la certeza de la hipótesis, también la vocación y, en definitiva, de la expresión de una metodología utilizada ha sido objeto de numero- actitud inherente al ser humano. sas críticas(14). Quizás la crítica más reveladora es la existencia de un sesgo de género, ya que el Resumiendo, el acto de cuidar incluye las tareas psicólogo centró su estudio en los razonamientos más técnicas, es decir, las que garantizan las nece- de participantes varones(6,15,16). Esto fue lo que sidades más básicas de las personas, y las activida- impulsó a Carol Gilligan, una de sus discípulas, des o actitudes que establecen las relaciones tera- a investigar más a fondo sobre la cuestión. Hasta péuticas, las cuales permiten la adecuación de las entonces no existían investigaciones relacionadas perspectivas de los pacientes con la realidad, así con el desarrollo moral que incluyeran a las mu- como la propia realización del profesional y sobre jeres y esto, según Gilligan, era una omisión de todo del paciente(11). Esta relación terapéutica, verdades y una limitación en el desarrollo del con- además de otras actividades no registrables o no cepto de “condición humana”. El objetivo de la cuantificables —como por ejemplo la preocu- investigadora no era otro que “ensanchar la com- pación, la educación sanitaria, la motivación, la prensión del desarrollo humano, aprovechando escucha, etc.—, forman parte de los llamados cui- el grupo que se omitió en la construcción de la dados invisibles o subvalorados(12). teoría, para llamar la atención hacia lo que falta en su versión” y, además, proporcionar “una base Es entonces al proporcionar dichos cuidados in- sobre la cual generar una nueva teoría que, poten- visibles cuando podemos afirmar que existe la cialmente, pueda darnos una visión más general necesidad de un cuidado que va más allá de la ne- de las vidas de los sexos”(16,17). cesidad física. Encontramos una necesidad trans- cendental y espiritual que requiere una respuesta En sus investigaciones Gilligan afirma que sim- de por lo menos la misma magnitud. El cuidado plemente observando la forma que tienen las per- además es “el resultado de un proceso decisorio de sonas para hablar de sus vidas y el lenguaje que lo que se pretende hacer, de lo que se es capaz de emplean, pueden deducirse sus conexiones con 313 La ética del cuidado y su aplicación en la profesión enfermera - Loreto García Moyano el mundo y cómo actúan en él. De esta manera, dimensiones de la ética, elementos substanciales mediante la observación, la psicóloga distinguió de la realidad, como las relaciones humanas, los dos voces o, lo que es lo mismo, dos maneras di- sentimientos, la voluntad, la afectividad, etc. Es- ferenciadas de hacer frente a las cuestiones mo- tos componentes forman parte de un todo, de rales(17). La psicóloga, relacionando todas estas una realidad que no podemos “fragmentar” para observaciones, se da cuenta de que existen dife- tomar decisiones que afecten a todo el conjunto. rencias entre el pensamiento moral femenino y el Y en contrapunto, encontramos imposible agre- masculino(1,16,18,19). No obstante, vale la pena gar dichos elementos en un modelo de “funda- recalcar que en lo que se centra la autora no es en mentación racional”, deductiva, pensado para las características biológicas o sexuales, sino en las resoluciones universales y objetivas. La ética del diferencias del juicio moral en sí. cuidado, aun siendo un modelo menos “prácti- co”, recupera dichas dimensiones, alertando a la Parece ser que, en las cuestiones morales relevan- vez de la imperfección de los modelos tradicio- tes, los hombres se basan en la tradición y la razón, nales(7,18). siendo decisiones al fin y al cabo más impersona- les; las decisiones de las mujeres parecen estar más De la teoría a la práctica en la profesión enfer- relacionadas con los afectos y las relaciones(20). mera. Limitaciones de la ética del cuidado En especial, las mujeres parecen demostrar mucha más sensibilidad hacia los demás y no creen en re- Se debe reconocer que hasta ahora la ética del cui- glas inamovibles; no juzgan tanto, sino que ven en dado tiene sus propias limitaciones. Una de ellas, los conflictos en general un asunto de responsabi- y por la que ha sido objeto de múltiples críticas, es lidad, dando importancia a las consecuencias de la dificultad para llevarla a la práctica(21). A me- dichos juicios o sus propias acciones, y su moral nudo, los modelos y teorías de enfermería no pue- se basa en el cuidado del otro. Por otro lado, los den llevarse a cabo de una manera real y aplicada, hombres en general suelen hacer juicios basados bien por su complejidad, por su naturaleza teórica en reglas o normas universales, con juicios más o simplemente porque no se ha profundizado en claros y menos trascendentales e individualizados, su contenido. Pero son propuestas indispensables y su moral se basa en los derechos(1). De ahí que por su fundamento teórico, que marca y determi- la autora relacionara la ética de la justicia con los na el ideal del quehacer profesional y que permite hombres, y la que llamó ética de la responsabili- el avance de la ciencia en sí(22). dad o del cuidado con las mujeres. En efecto, en la actualidad varias corrientes creen Pero ambas visiones de una misma realidad po- que la ética del cuidado no puede convertirse en drían ser perfectamente aceptadas, las resolucio- la única ética de enfermería por su naturaleza teó- nes o puntos de vista más impersonales de los rica, inmensurable y su falta de desarrollo, y por hombres quedarían justificados por una ética de lo tanto se requiere el conocimiento de los demás derechos o justicia. En el caso de las mujeres, su modelos bioéticos(8). Por esto, tal vez su impor- percepción ampliada, en la que tienen cabida las tancia radique simplemente en darla a conocer, en relaciones sociales, estaría respaldada por la ética divulgarla, porque no cabe duda que es el cora- del cuidado y atención. Podría considerarse que zón, el alma de nuestra práctica profesional. los dos puntos de vista buscan una manera justa de resolver los problemas: la ética de los derechos Si profundizamos en la verdadera dificultad que lo hace basándose en la igualdad e imparciali- tiene este modelo para ser llevado al ámbito asis- dad, mientras que la ética del cuidado se basa en tencial, nos encontraríamos con su potente impli- la igualdad, pero a la luz de una responsabilidad cación humanística que, en contraposición, per- sobre los otros, que descubre y tiene en cuenta mite cuidar a las personas junto a sus problemas, la singularidad no solo del que sufre el proble- en vez de centrarnos únicamente en el problema ma, sino de los demás implicados(1). Entonces, a tratar(23). Pero, por otro lado, esto mismo di- sería honesto afirmar que, aun con sus buenas in- ficulta su propia expresión práctica y su falta de tenciones, la ética de los derechos o de la justicia indicadores para la evaluación. abandona —o al menos deja en segundo plano— 314 Acta Bioethica 2015; 21 (2): 311-317 Entonces la ética del cuidado, no es tanto una En general, estamos acostumbrados a juzgar las manera o un protocolo de cómo ejercer el cui- acciones tachándolas de malas o buenas, correctas dado, sino un modo o una actitud para llevarlo a o incorrectas, sobre todo cuando se trata de casos cabo. Dicho de otro modo, la práctica de la ética hipotéticos, sin admitir excepciones, por lo que, del cuidado se concreta por medio de la relación en definición, nuestras resoluciones u opiniones terapéutica(8), aunque también se exija una lógi- no debieran cambiar según la situación. En la ca competencia técnica(5,24). práctica, su consideración puede cambiar desde este nuevo punto de vista. No se trata de relativis- ¿Puede entonces enseñarse a cuidar dentro de la mo moral, sino de la parte de un reconstruido en- ética del cuidado? La respuesta es sí, pero se de- tendimiento moral que permite, renunciando al ben reconocer sus complicaciones. El aprendizaje mero juicio, advertir la determinación psicológica del concepto sería fácil, pero el aprendizaje para y moral del comportamiento humano. En defini- proporcionarlo de manera honesta no está exento tiva, se trata de tener en cuenta la preocupación de dificultad(10). No se trata solamente de ense- moral por el sufrimiento y el dolor(17). No de ñar explícitamente el modelo, sino de transmitir cambiar las decisiones éticas según utilidad, sino una actitud global. A lo que se transmite de forma que de admitir que el contexto de cada situación tácita se le llama “oculto” y no siempre coinci- hace necesario individualizar las respuestas a los de en todos sus sentidos con lo evidente. Es de supuestos éticos. No se trata pues de subjetivis- esta manera como se pueden enseñar los valores mo, sino de una actitud hacia el otro. Por esto, la profesionales, además de enseñarlos de manera ética del cuidado no está compuesta por princi- formal(23). pios universales e inamovibles y más que un mé- todo se trata de una actitud para la deliberación. Básicamente, los fundamentos de la ética del cui- dado pueden describirse a partir de cinco ejes: Actitudes y elementos necesarios El concepto del ser como ser relacional: en Recapitulando: es necesario para el buen desem- nuestra vida necesitamos de los demás y de peño de nuestras funciones un concepto de cuida- las relaciones con ellos que nos permitan dar- do que incluya tanto su significado técnico como nos a ellos, tanto para sobrevivir como para transcendental, y que incluya tanto la participa- autorrealizarnos. ción profesional como la del paciente. Por otro lado, la ética del cuidado aportaría los valores o Un enfoque sensitivo al contexto: lo que in- principios esenciales en los que se debería basar corpora una observación del otro y su entor- nuestro quehacer profesional. Pero, ¿cuáles son no, para identificar la totalidad de sus nece- entonces las actitudes necesarias para ello? Las vir- sidades. tudes necesarias que podrían exigirse, acorde con las concepciones del cuidado y la ética del cuida- La diferenciación entre cuidado y preocupa- do, serían la empatía, la prudencia, la compasión, ción: esto implica que exista atención tanto el afecto, la coherencia y la escucha. hacia las personas con las que tenemos rela- ciones personales, como hacia aquellas con las Según Carol Taylor, son tan solo seis las carac- que no compartimos dichos lazos de unión. terísticas o aptitudes básicas para llegar a ser un buen “cuidador”: “el afecto (experiencia de un La prioridad del sentir sobre el razonar: este sentimiento positivo hacia el paciente), la cog- es el punto clave de la ética del cuidado y que nición (capacidad intelectual y técnica de iden- le diferencia de otros modelos: dar relevancia tificar lo esencial para el bienestar del paciente), justa a los sentimientos y afectos. la volición (compromiso interno para movilizar La opción por los dilemas reales sobre los di- los recursos personales y técnicos que aseguren el lemas hipotéticos: es decir, personalizar y sin- bienestar del paciente), la imaginación (emplear gularizar las resoluciones sin equipararlos con creativamente los recursos personales para relacio- casos hipotéticos o anteriores(16). narse empáticamente con el paciente y entender su situación existencial particular, así como sus 315 La ética del cuidado y su aplicación en la profesión enfermera - Loreto García Moyano necesidades vitales), la motivación (flujo de ener- así como plena satisfacción de los usuarios. Es un gía aplicado al acto de cuidar, refleja el altruismo aspecto más difícil de definir, de llevar a cabo y de en el ejercicio de la profesión y el deseo de ac- cuantificar, pero no por ello menos importante. tuar en consecuencia), y finalmente la expresión Por esto es necesario ampliar la visión del con- (demostrar genuinamente la intención de ayuda cepto, dejando de lado su dualidad; cuidando a la mediante el uso de la estrategia de comunicación persona como se merece, de manera holística, te- verbal y no verbal)”(5). niendo en cuenta todas sus dimensiones que van más allá de su mera corporalidad. Como profe- Finalmente, tras un periodo de aprendizaje, para sionales tenemos el compromiso moral de ejercer llevar todo esto a la práctica, debemos concien- el cuidado en todos sus aspectos y debemos exigir ciarnos de que somos nuestro propio y mejor ins- a los gestores que nos dejen llevar a cabo nuestra trumento, ampliando nuestros recursos internos misión. y eliminando la creencia de que nuestra única función es administrar medicación, revindicando Tal vez, la ética del cuidado no tenga una aplica- que existen también los llamados “cuidados invi- ción práctica fácil, por sus valores humanistas y sibles”(25). su dificultad en la medición. Pero, ¿por qué hay que medirlo todo? ¿Carece de utilidad la ética del Por otro lado, debemos ser conscientes de que cuidado? Simplemente su importancia radica en para prestar cuidados excelentes se necesita tiem- que constituye una apertura hacia otro modo de po. Y debemos insistir en ello como colectivo. ver la vida y la influencia de nuestras decisiones. Cuando no hay tiempo, nos vemos obligadas, ló- gicamente, a priorizar en las tareas técnicas, que Son muchas y distintas las actitudes que debemos en general suelen ser tareas interdependientes o trabajar para conseguir aplicarlas en las relaciones, delegadas y no propias, y esto nos impide realizar pero nuestro mejor instrumento somos nosotros nuestra verdadera labor(25). mismos, aunque lógicamente también es muy ne- cesario exigir una competencia técnica, tiempo y Por último, debemos procurar un ambiente có- recursos materiales y humanos. modo y estable, para desarrollar el compromiso profesional. Las enfermeras debemos trabajar en Valdría la pena tomarse un respiro para valorar un entorno que facilite la relevancia de nuestra el propio desarrollo de la profesión, replantear lo propia aportación, que incluiría recursos materia- que nos falta, lo que debemos profundizar, y, con les y humanos(25). ello, recuperar su verdadero fundamento: el cui- dado. La ética del cuidado puede ayudarnos a re- Conclusiones cuperar la identidad propia de nuestra profesión. Es indudable que la enfermería es una profesión Agradecimientos que posee una carga ética importante. No obs- tante, por el momento, está carente de una visión A Elena Postigo, María Teresa Delgado y Rogelio bioética definida, la cual ayudaría a completar su Altisent, por el esfuerzo hacia su profesión, gene- propia definición profesional y además serviría rosidad, ayuda, apoyo y colaboración. a los profesionales como instrumento decisorio. La ética del cuidado está íntimamente relaciona- da con la enfermería y, aunque no es exclusiva de ella, podría funcionar como pilar fundamental para determinar su propio modelo. En lo que al cuidado se refiere, podemos diferen- ciar dos aspectos básicos: el técnico, cuyos obje- tivos están bien definidos y regulados por medio de tareas, y el aspecto del cuidado como bien in- terno, el que proporciona sentido a la profesión, 316 Acta Bioethica 2015; 21 (2): 311-317 Referencias 1. Santacruz Caicedo MC. Ética del cuidado. Revista Facultad Ciencias de la Salud, Universidad de Cauca 2006; 8(2): 45-51. 2. Prieto Parra GI. Perspectiva bioética del cuidado de enfermería. Revista Enfermería Universitaria 2007; 4(3): 21-26. 3. Llanos Peña F. Bioética y ética del cuidado. Hygia 1999; 41(3). 4. Granero Molina J, Jiménez López FR, Fernández Sola C. Implicaciones éticas en la aplicación de los procedimientos especiales enfermeros. Metas Enferm 2005; 8(5): 56-63. 5. Montoya GJ. 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