3# The Service Boy - SURRENDER [YoonMin ADAPTATION] PDF

Summary

This is a fan adaptation of a romantic story between JiMin and YoonGi. JiMin postpones his return to YoonGi, leading to a difficult separation. The story explores the themes of love, loss, and passion between the two characters.

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ESTO ES UNA ADAPTACIÓN De Fans para Fans Por XPURPLEHOODX ✿SINOPSIS✿ Convencido de que es lo mejor para ambos, JiMin decide romper la promesa que le hizo a Yoongi y retrasa su regreso. La separación será dura para el doncel, sin embargo, lo será mucho más para YoonGi, ya qu...

ESTO ES UNA ADAPTACIÓN De Fans para Fans Por XPURPLEHOODX ✿SINOPSIS✿ Convencido de que es lo mejor para ambos, JiMin decide romper la promesa que le hizo a Yoongi y retrasa su regreso. La separación será dura para el doncel, sin embargo, lo será mucho más para YoonGi, ya que esperaba desesperadamente su vuelta para recibir su apoyo durante el proceso de su enfermedad. Una vez en casa, JiMin se encuentra con un YoonGi muy diferente del que se desvivía por amarlo. Su actitud es seca y distante, y no tiene intención de ponérselo fácil cuando él decide recuperarlo. Se sintió decepcionado cuando lo abandonó y se niega a aceptarlo de nuevo en su vida. Sin embargo, la tensión sexual entre ambos no ha cambiado, y cuando la pasión estalla, logran acercar posturas. Dudas, resentimientos y un intenso amor los encadena... ¿Podrán olvidar el daño que se han hecho y disfrutar de la relación que siempre han anhelado? Descubre el desenlace de la desgarradora historia de amor entre Min YoonGi y Park JiMin. ORDEN PARA LEER: 》TEMPT ME #1 (YoonMin) 》POSSESS ME #2 (YoonMin) 》SURRENDER #3 (YoonMin) 》DON´T PLAY WITH ME #3.5 (YugKook) ✿1 (하나) |Eternos meses| Me cuesta creer que esté aquí, donde el aire de Busan abre mis pulmones y los recuerdos me agobian de modo asfixiante, no sé si puedo hacerlo... No sé si estoy preparado para volver al lugar donde empezó mi locura. Un dolor inesperado me abruma por el vacío que hay en mi pecho, presumí que tendría el valor, pero hoy lo dudo. Me enfrento a la derrota y trato de no pensar, al llegar al apartamento que YuGyeom me ha preparado en Changwon. Huele a limpio y fresco, a una soledad intensa y grande. Me quito los zapatos y me tumbo en la cama, fatigado por las horas de viaje. No podré dormir, lo sé... La distancia que yo determiné hoy es más limitada y dolorosa... La marcha y los eternos seis meses desde mi huida me desaniman. Una decisión equivocada. ✿6 meses atrás…✿ Manhattan es el lugar que he escogido, mi secreto, mi libertad. Todos desconocen mi paradero, porque así lo he decidido, de lo contrario, YoonGi estaría aquí en menos de dos días y no es lo que necesitamos. No yo... Busco estar tranquilo, descansar un poco del caos que hay en mi cabeza. Y la pregunta que me atormenta insiste en atosigarme: ¿es lo correcto? Y la respuesta es la misma: ya no lo sé. Deshago la maleta. Estoy cansado, sí, los últimos días han sido horribles y mi cabeza apenas da para más. Con angustia, alcanzo mi teléfono y llamo a YoonGi con la necesidad de hacerle saber que estoy bien. —Nene —suspira al responder— , ¿todo bien? —Sí... acabo de llegar al hotel. —¿Lejos? —pregunta inquieto—. ¿No me dirás si hace frío o calor? ¿No me dirás nada del lugar donde se encuentra mi esposo? Sabes que accedo a todo, claro que lo hago, para esperarte y darte tu espacio, pero por lo menos me gustaría saber si te resfriarás o podrás ir a la playa… El frío es glacial, aún así, le miento sin darle pistas o sé que investigará. Conozco su impulsividad. Yo lo aceptaré por tenerlo conmigo y después de poco nos habrá servido todo. —Hace calor, bastante. —Calor —repite pensativo—. Nene, no quiero presionarte, sé que hace apenas unas horas que te has marchado... pero ya estoy ahogándome sin ti. ¿Una conexión vía ordenador? Necesito verte y saber que tus ojos me miran como siempre. —YoonGi… —JiMin —me interrumpe y sé que está dolido—, sé que intentabas memorizarme al hacerme el amor, ¿por qué, nene? ¿Por qué? —¿Quieres que sea sincero? —Sí. Dime el significado de tus manos al acariciarme. Me dolían las marcas ocultas que dejabas en mi piel. Quiero saber —implora con desespero—. No me destroces, por favor. Tomo aire y, frente a la ventana, hablo entre sollozos. —Porque ya te echo de menos, porque yo también estoy mal con esta distancia que he marcado, pero YoonGi... no puedo más, me siento perdido. Llámame inmaduro por no saber estar a tu lado, por pedirte un tiempo. ¡No sé! Ha sido muy duro cambiar de vida, conocer a un hombre que me trastorna y me cautiva en una relación diferente. Tan intensa que nos casamos al cabo de poco tiempo y tú callas, me guardas secretos constantemente, cuando yo he sido transparente para ti. »Y he decidido irme aun sabiendo que estaré vacío, que lloraré cada día por tu ausencia… Sin embargo, es necesario. Te amo, no lo preguntes, no hoy que estamos lejos, porque prometí y prometo que seré tuyo y eso no cambiará nunca. Al acabar, se me quiebra la voz y tengo los ojos empañados de lágrimas. Él no habla y yo no soy capaz de preguntar el porqué. Quizá su imaginación esté volando y haciendo conjeturas en su realidad paralela. —YoonGi, te llamo mañana, ¿sí? No hay contestación y me preocupa. —¿YoonGi? Háblame, por favor. —No puedo —Tiene la voz quebrada, está destrozado—. Esto es muy duro, nene... No sé cómo voy a sobrevivir sin ti, cariño. Si eres mi todo y te has llevado mi vida. —Vamos, YoonGi —Oigo que le dice YuGyeom y más incertidumbre traspasa mi pecho—. Mañana hablarán, déjalo descansar. —Te quiero, JiMin —susurra YoonGi—. No olvides que te amo. —También yo. Mi hermano está a su lado y me hace sentir tan orgulloso de él... Aunque al principio no se aceptaban, hoy son íntimos y calma mi nerviosismo. Oigo ruidos y pasos hasta que, finalmente, suena la voz de YuGyeom y su tono denota tanta tristeza que me derrumbo de nuevo. —Pequeño, tranquilo, lo vamos a cuidar. Mañana partimos a Busan y estará arropado. No sé si sabes que ya ha empezado con el tratamiento. No dejes de llamarlo y prestarle tu apoyo, eres crucial para su mejora. —Lo sé y estaré con él, aún lejos. —¿Dónde? —pregunta—. Tú también necesitas ayuda, no te aísles. Aislarme es lo único que necesito, me digo. Encontrarme y hallar calma, recuperarme para hacer frente a los problemas de YoonGi. Mi debilidad de ahora no nos ayudará. —Necesito estar solo, YuGyeom. Ve con él, por favor. Cuídalo como si me estuvieras cuidando a mí, porque somos uno solo y si le sucede algo… —Chis, te doy mi palabra — afirma—. Te quiero. —Y yo... Dime que estoy haciendo lo correcto, ¡dime que es lo justo para los dos! Por favor, YuGyeom, sé sincero conmigo —me derrumbo—. No sé nada, ya no sé si es lo que tengo que hacer… —Es necesario que se den un respiro y estaremos aquí para ambos. Venga, descansa y verás cómo mejoran. No duermo esa noche, tampoco como. A la mañana siguiente, me siento un poco mejor y hablo con YoonGi, se muestra entero y me relajo. Durante más de dos horas nos contamos cosas, quizá sin sentido, pero oír la voz del otro es una cura para las heridas que sangran. Y los días van transcurriendo y la rutina se va haciendo más sólida. En el hotel, perdido en mis libros, mi música, voy encontrando la paz que un día perdí, recuperando al Park JiMin que YoonGi necesita. Va a terapia y yo, a través de videoconferencia, asisto también a las sesiones, a su lado. Es duro oírlo, terrible su calvario y resisto sin romperme. Aún así, estamos unidos y me permite saber sobre su tratamiento. Me da el control que me negaba en casa... Se enfrenta a su pasado y, con esfuerzo, cierra página sobre sus padres biológicos. Duele mucho la dureza de las palabras y él lo sabe y me protege incluso tratándose de su trauma. —¿Estás bien? —pregunta siempre después de cada sesión—. Si no puedes… —Lo estoy si tú lo estás. —No sueltes mi mano, no dejes que me pierda. —Nunca —prometo, fingiéndome duro—. Te amo. —Yo más, yo siempre más. Una frase muy suya que me levanta el ánimo, me da fuerza. Mañana habrá transcurrido un mes sin tocarnos, pero los dos vamos recuperando nuestra armonía y hoy decido hacerle un regalo especial para que me vea y me sienta. Para transmitirle el amor y la pasión que me une a él, aún lejos, como le juré. A paso rápido me dirijo hasta el baño y conecto el ordenador. Emocionado, me espera tras la pantalla. Está hermoso, como ayer, con menos ojeras. Al verme, sonríe de esa forma que hace que mi corazón aletee. —Eres mi locura, mi sensual esposo y mi vida. Mi sonrisa se amplía y, coqueto, me alejo del ordenador y entro en la ducha. Desnudo para él, con la visión perfecta para su disfrute. Cautivándolo y hechizándolo con mi cuerpo. —Supongo que me echas de menos —ronroneo y me pongo de rodillas, ofreciéndole una vista perfecta de mis pezones. No lo espera y se queda impactado—. Quiero complacerte en lo que me pidas, no saciarte, lo sé. Gruñe con agonía, sé que está tan caliente como el agua que corre entre mis glúteos. Me deleito ante él y lo provoco, con sensualidad y atrevimiento. Con la transparencia que siempre le he demostrado, con la alegría que tanto adora. —Te necesito tanto —susurra y estira el brazo, sé que imagina que me toca—. Te amo más que nunca. Porque, aunque duele, estás aquí todos los días. No me abandonas... Es complicado hacerte pasar por todo esto, pero sé que nos está consolidando. Le lanzo un beso y me incorporo, mostrándole mi figura. Lo miro fijamente y juego con mi mano derecha, que deslizo por mis pezones y mi vientre. Llego hasta mi pene, que acaricio lentamente, jadeo y me detengo. Él debe dar las órdenes, soy suyo. —Sigue, JiMin. Lo quiero. Cierra los ojos —pide—; imagínate que soy yo quien te toca y estimula, visualízame contigo. Lo necesito. Mete los dedos, nene. —YoonGi —gimo y le obedezco, deslizo mi mano hacia mi entrada. Su paraíso. Entierro un dedo—. YoonGi, te amo... te amo. Abro los ojos y veo que traga, triste, pero sé que fascinado. —Tócate los pezones, nene. Tócate todo, como lo haría yo. Hoy eres tú, lo sé y lo siento. Acaríciate con mi tacto. —También tú —Sofoco un grito—. Quiero verte gozar, pronto estaré en casa y quiero que recuerdes cómo nos hemos amado igual que siempre, sin importar nada. Se baja el pantalón y su falo largo y grueso salta. Me humedezco con la facilidad de su toque y le sonrío. Verlo masturbándose sólo aumenta la fantasía en mi cabeza, y sin pensarlo meto otro dedo, jadeando, mi propia erección goteando presemen. Mañana mismo planearé mi vuelta, no puedo estar más sin él. Sin sus ojos, como hoy, sin sus manos y sin su corazón latiendo contra el mío. Me hace falta. —Dios, nene. Él se agita y gime fuera de control. Arriba y abajo. Mis dedos entrando y saliendo con firmeza de mi agujero. Es mucha la pasión que compartimos, es demasiado el deseo que quema nuestra piel por el otro. Se acaricia para mí y yo le complazco. Nos compenetramos como siempre. —Piensa que te beso ahí — Señalo, me estimulo y acaricio más—. Siente que te chupo, te devoro hasta hacerte enloquecer. Ya no puedo aguantar mucho más, las sensaciones en mi cuerpo, el placer intenso llenándome; dejo de acariciar mis pezones y tomo mi duro pene para masturbarme al mismo tiempo que hundo mis dedos cada vez más hondo, abriendo y frotando mis paredes internas, puedo sentir el orgasmo cerca y al tocar mi próstata todo mi cuerpo se tensa en evidente placer, espasmos me llenan y mi mano se ve manchada con mi propio semen caliente que se desliza al piso con el agua. Presenciar la escena que le dedico es tan insoportable, que él tiembla y se convulsiona con intensidad gritando mi nombre con la voz más ronca debido al placer. Nos quedamos sin fuerzas, atrapados en un ciberorgasmo. Trayéndome recuerdos de aquella otra vez... De mi señor Min. —YoonGi... Saldré en el primer vuelo disponible de mañana, no puedo más —digo ilusionado—. Te quiero abrazar y que me mimes, quiero que tus brazos me rodeen cada noche. Te añoro tanto… —Mi vida, nene —Su mirada se empaña, sorprendido—. No sabes cuántas noches he soñado con oír estas palabras. No te defraudaré, todo será como hasta hoy. Mi ánimo va mejorando. Tengo que hablar con YuGyeom, preparar nuestro refugio para la velada de San Valentín, Dios, nene, ¡te amo! Y cuando estés aquí, no sé qué va a ser de ti. Me río a carcajadas, con lágrimas de felicidad, como las suyas, y entonces se mueve con nerviosismo... Mi expresión cambia y tiemblo. Oigo golpes en la pared y sé que es su puño. ¿Me ha mentido? Asegura que se controla como nunca y veo que no... Inmóvil, susurro: —Mañana te llamo... te quiero. —Y yo a ti, te voy a preparar la bienvenida —Sonríe cálido—. Piensa en mí en esa ducha. Apago el ordenador y me vengo abajo. Durante este tiempo he hablado con todos los Min, con YuGyeom, con HoSeok... y me han asegurado que se domina, aunque para ello pase la mayor parte del tiempo sin salir de casa. Un miedo profundo se apodera de mí y temo, pierdo la confianza que había ganado con los días. Me derrumbo y grito. ¡Estoy fracasando con él y me mienten otra vez! —¡No, no, YoonGi! ¡Lo prometiste! Desesperado, llamo a YuGyeom y no responde. Me niego a preocupar a HaNeul. Finalmente, opto por llamar a mis padres, que sé que no me van a mentir. Es HyungSik, mi padre, quien responde. —Papá, ayúdame —Me ahogo—. ¿Me mienten todos? ¿¡Qué les cuenta YuGyeom cuando les llama!? —Cielo, ¿qué sucede? —Por favor, papá. Háblame y no me mientas, dime todo lo que sepas de YoonGi. Se calla y su silencio me mata. «Por favor, no, por favor.» —Parece mejor, sí —confirma ante mi súplica—. Yo, como bien sabes, estoy en Icheon y no lo he visto, se niega a hablar conmigo, pero según tu hermano, tu marido está bastante mejorado. Sin embargo, creo que el hecho de que tú vuelvas es un error, JiMin. Dale más tiempo, o quizá opte por dejarlo todo, como ya ha hecho otras veces, tu presión es su mejora. —¿No me mienten? —pregunto esperanzado—. No ha vuelto a dar golpes, ¿cierto? —JiMinie… —¡Dime la verdad, no quiero vivir en una constante mentira! —YuGyeom me ha pedido que no te lo cuente, dice que tiene sus motivos —confiesa agobiado—. No sé más, cariño. YoonGi no me habla, no responde a mis llamadas y me culpa de algo, lo sé... Pero no alcanzo a saber el qué. ¡Ni yo, hoy tampoco sé nada! Me doy una ducha y me meto en la cama. El frío cala mis huesos. No puedo dormir y tengo pesadillas sobre las mismas reflexiones. Lo encubren para obtener su felicidad, pero ¿y la mía? Yo necesito saber de mi marido, no vivir al margen, en otra realidad, para luego recibir el golpe una vez más... Mi mente ya no lo tolera, las caídas duelen demasiado si son a causa de Min YoonGi. Al amanecer me tiemblan las manos. Llevo horas y horas contemplando el paisaje de Manhattan. Hace frío y mi cuerpo está ausente, como yo. Aún así, llamo a YoonGi por la tarde; la diferencia de horas es una mierda... Cabizbajo, doy el primer paso. —Hola… —¿Nene? ¿Y esa voz? —pregunta angustiado—. Estoy contento, ¿a qué hora sale tu vuelo? ChanYeol quiere conocerte en persona. ¿Sabes que se ha convertido en un amigo más que en un médico? ¿Cómo decirle que sé que me miente y que temo vivir en una burbuja en la que el vértigo nos persigue? ¿Cómo decirle que lo amo y, sin embargo, no estoy preparado para la vida matrimonial a la que me somete? Para ser una sombra en su existencia, creyendo en falsas promesas que no ha cumplido ni cumplirá. Que me ahogo y me asfixio por su dominio al intentar protegerme. —JiMin, ¿por qué callas? —Su voz suena alarmada, desesperada—. No me jodas, ¿no piensas volver? —YoonGi... ayer me precipité, necesito un poco más de tiempo. Me siento bien aquí, me gusta esto. Un gruñido animal surge de su garganta. No lo esperaba, lo sé. —No entiendo nada, ¡nada! —me reprocha con dureza—. Me pides tiempo, te lo doy. Hablamos cada día y me dices que pronto volverás. ¡Un mes, JiMin! ¡Un mes sin verte cara a cara, sin tocarte, sin saber dónde estás! ¿Por qué me haces esto? ¿Acaso no sabes que no puedo estar sin ti? ¡Es San Valentín, el primero juntos! —No te pongas así —suplico tembloroso—, entiéndeme, por favor. —¿Qué tengo que entender? ¿Qué mi esposo no quiere verme? ¿Qué a pesar de que estoy en tratamiento y no pierdo los nervios no lo valora? —Las lágrimas que trato de controlar, caen. Me sigue mintiendo—. Estoy siguiendo los pasos que me pediste, y no vuelves. No sé qué hacer. ¡Te quiero conmigo, a mi lado! Apenas duermo por las noches si no tomo pastillas para conciliar el sueño. Sus palabras, llenas de resentimiento, me hacen sentir mal. Tiene parte de razón hasta cierto punto, porque aun encontrándonos como ahora, miente. Le he brindado mi apoyo, he asistido a su terapia... y él no lo valora. Miente buscando mi regreso, y luego ¿qué? —JiMin, ¿qué pasa? Sé sincero, ¿ya no me amas? —YoonGi, no vas a cambiar… —Excusas —me reprocha, controlándose—. JiMin. ¿¡No me amas!? —Te amo tanto o más que antes. —Lloro desilusionado—. Y ahora que estoy recuperando la calma que perdí hace meses, tú… —Por mi culpa —me acusa con voz seca—. ¿Me estás diciendo que quieres recuperar tu vida de soltero? ¿Eso me estás diciendo? ¿¡La vida que llevabas sin mí!? Inmadurez o no, hoy pienso que nos precipitamos. No disfrutamos de una hermosa amistad previa, no tuvimos salidas ni vida social. Me encerré en él y dejé mis metas a un lado. Yo era un doncel seguro, con ideas claras y proyectos de futuro... Con los días, no supe en quién me había convertido. La montaña rusa a su lado hoy... me aterra. La estabilidad es complicada, porque él se niega. —¿Dónde está mi esposo? ¿¡Dónde!? —grita ante mi mutismo—. El doncel que se enamoró de mí a pesar de lo mal que lo traté al principio. Háblame claro, siento que me voy a volver loco. Lo veo con sus ojos obsidianas, fuera de sí. Hermoso y desesperado a la vez. —Necesito más espacio... No estoy preparado. —¿Con respecto a qué? ¿Por mí? ¿Nuestro matrimonio? ¡Habla! Me duele pensar que no lo conseguiremos, que él necesita una ausencia más prolongada para entender que me pierde... Que ha de cambiar o nos destruiremos. —Por mí... por la vida que quiero llevar. Te amo, voy a volver, pero no tengo claro cuándo. Me he sentido encarcelado a tu lado, presionado, utilizado para tu desquite... No puedo retornar a eso y sé que si vuelvo ahora, todo será igual. Quizá sea egoísmo, pero yo estoy luchando por él y he comprobado que su fuerza no es tan firme como el mío. Mi vida ha dado un giro antes, durante y después de conocerlo... Le he regalado mi apoyo y mi amor incondicional, sé que me ama tanto como yo a él; sin embargo, nuestras reflexiones nos llevan por distintos caminos. La noche ha sido larga, con los llantos que YoonGi me ha provocado una vez más. Yo antes casi nunca lloraba, él ha causado en mí una vulnerabilidad que odio. —¿YoonGi? Grita, un alarido de dolor destroza la calma. Salvaje, lleno de decepción. Yo sé que ha confiado en mí y que lo defraudo. Duele, lo sé... El sentimiento es mutuo. —YoonGi, tranquilo, por favor. ¡Lucha, es lo que te pido! —¡Lo hago y tú pones excusas porque has dejado de amarme! —Te amo mucho, te lo prometo —Me controlo, no es un final. ¡No!—. Pero tengo un caos en mi cabeza por tus… —Pues cuando lo tengas claro, me llamas. Estaré esperándote. Dos horas más tarde, al no saber nada de mí, vuelve a llamarme. Con las lágrimas aún corriendo por mi rostro, respondo sin hablar. Tan sólo pulsando el botón para que confiese entre sollozos y, casi sin voz, dice: —Nene, no digas nada, me destroza, me duele pensar que no voy a recuperarte. Vuelve, dame la oportunidad de ser felices juntos. Te amo, nene, eres mi vida... —Roto por mis malditos miedos de volver y mis confusiones, tiro el teléfono al suelo. Aun así, puedo oírlo. Lloroso, tan triste como pocas veces antes. ¿Por qué no cambias, YoonGi? ¿¡Por qué!?—. JiMin, no me hagas esto... te echo de menos, anhelo tu olor, tu risa. Tu alegría. Tus ojos almendrados, la franqueza en ellos al mirarme. No hablo, el desconsuelo no me lo permite. —Te sueño cada noche, te pienso cada segundo —musita con voz suplicante—. Sé que me equivoqué, pero estoy cambiando por ti... Me estoy muriendo después de la anterior llamada. Quiero decirte tantas cosas para que vuelvas... Podrías decirme dónde estás y hablamos, haré lo que me pidas. Callo, idiotamente, callo. —Está bien, está bien... llámame cuando estés mejor, prometo no presionarte. Esperaré días, meses... pero pídeme y háblame. Y no lo hago, mi teléfono se colapsa con llamadas de todos menos de él y no respondo. Pasa una semana en la que hago una sola comida al día, en la que tengo que tomar pastillas para dormir. No puedo estar sin él y, de esta forma, tampoco a su lado. Asustado y sin consuelo, llamo a mi madre: —Estoy en Manhattan, ven por favor... no puedo más. —Cielo, ¿qué sucede? —Por favor, mamá. Te mando la dirección y ven con papá. Cierra la tienda, te doy todo el dinero que tengo de los reportajes, pero ven. No soporto esta soledad. Un día más tarde están aquí y, al verme, lloran. He perdido peso y estoy casi irreconocible. Les pido que no hablen con nadie y me obedecen, me cuidan y miman. Otra semana que transcurre con el lastre de una carga que ya no soporto. Echo de menos a YoonGi y acudo a un psicólogo, porque la saturación hace que me estalle la cabeza. Él me aconseja distancia por el momento... Yo también estoy hecho añicos, la bipolaridad de YoonGi y sus traumas nos han hundido a los dos. —Cielo —mamá irrumpe en la habitación—, YuGyeom sabe que no estoy en Icheon y pregunta por ti muy desesperado. Le he dicho que te den tiempo... No puedes esconderte más. Sé que es duro, pero te has puesto enfermo por él. —Déjalo —interviene papá—. Eres mi hijo y no te reconozco, no puedes seguir así. Te suplico, JiMin, te ruego que te cuides. Con los días que pasaste en Icheon supe que YoonGi te destruiría y hoy lo estoy viviendo. Una parte de mí ha llegado a apreciarlo, porque sé que te adora... pero no es el hombre que te mereces. Retoma tu vida o acabarás con la nuestra. Otros cuatro días que se pierden en la nada. Los pensamientos son mi compañía, los sueños me llevan a su lado, estoy mal psicológicamente... Aun así, me armo de valor y atiendo la llamada de JungKook: —JiMinie, ¿qué demonios está pasando? Mi hermano quiere destrozar la casa del Refugio y no deja de gritar que ya no lo amas, que te has olvidado de él. ¿Es cierto? Habla, no calles más. ¡Estamos fatal al verlo en este estado! Ya ni tu hermano puede consolarlo… —No cambia. No lo hace... No puedo más… JungKook… —¡No JiMinie, no! —me corta sobresaltado y tajante—. Sabes que te apoyé en tu decisión. Sabes que te he entendido, pero ya basta. ¡Eres su esposo y no sabe dónde estás! Si no vuelves pronto, puedes olvidarte de mí. Le estás haciendo demasiado daño y no te lo pienso consentir. Mi hermano está devastado, no prueba bocado. ¿Por qué? ¡¿Por qué?! Lo de que quiere destrozar la casa me desgarra el alma. Quiere romper la promesa y esta vez es mi culpa, ¿o yo lo he llevado siempre al extremo? No sé, vuelvo a no saber nada... Quizá mi falta de valor, o ver el daño que estamos causando a nuestro alrededor, me hace tomar la decisión que no he sido capaz de tomar hasta ahora. Volver es someternos a más tortura, a nosotros y a la gente que nos quiere... Soy inmaduro para lo que él necesita y no soporto más esta relación tóxica y destructiva. Mi flaqueza habla por mí: —Dile que no voy a volver — sollozo desgarrado. JungKook grita—. Dile que lo siento, que no estoy preparado para darle lo que me pide. Que sé que no cambia. Que quizá sea mi culpa, ya no lo sé... Haré que se vuelva loco sin querer hacerlo... Creo que esto es lo mejor para los dos… —¡Maldito seas! ¡Lo mejor para ti! ¡Se está recuperando! —Niego y niego llorando, asustado por mi decisión—. ¡Te adora como jamás ha hecho con nadie! ¡Eres su vida! Lo vas a pagar JiMin... juro que te arrepentirás de esto y entonces te darás cuenta de que lo has perdido para siempre. Me encierro en el baño y hoy soy yo quien destroza lo que tengo a mi alcance. Lo tiro y lo lanzo todo, el agobio y la presión me están matando. Poco después, mis padres aparecen y me hacen regresar a la habitación. Me sujetan, me calman mientras yo pataleo y lucho contra mí mismo. Confuso... Cuando ya no tengo fuerzas para debatirme, suena el teléfono y, con dolor, escucho lo que JungKook ha preparado para mí: —YoonGi... no va a volver. ¡Lo he intentado, lo siento! —¡No puedo vivir sin él! —grita desgarrado—. Que vuelva, por favor, me asfixio, me muero sin mi esposo. ¡Lo necesito! —YoonGi, tranquilo... —escucho a HaNeul, rota—. Tienes que pensar que es duro, pero por ahora no volverá. —¡No! ¡Me niego! Lo amo... Lo amo. No puedo estar así... Si no vuelve voy a enloquecer. No, por favor. Quiero localizarlo, tenemos que vernos. ¡Lo amo! Me estoy volviendo loco. Voces, gritos, llantos. —Hijo, piensa en nosotros, nos duele verte así —¿MiSuk?—. No va a regresar, tienes que pasar página y olvidar por ahora... Esto no es vida. —Papá —llora YoonGi como un niño pequeño—, estoy cambiando, he golpeado la pared, pero sabes por qué, no puedo evitarlo... Lo anhelo, aunque a veces siento que lo odio por hacerme esto. Gimoteo y me lamento, sobre todo al escuchar a HaNeul: —No, YoonGi, no lo odies. Piensa que él tal vez lo ha necesitado así. No podemos crucificarlo, aunque me duela verte en este estado. Es muy joven, ha pasado por mucho en poco tiempo. Se ha asustado, cielo... Ha perdido la confianza. —Abrázame como hacías antes, dame lo que él me niega. Oigo voces y casi me desvanezco... La voz de HaNeul es un susurro en la lejanía: —Tienes que levantarte. Piensa en cuando te abandonó HaeRi... no lo superaste del todo y con el tiempo te has arrepentido de ello, no cometas el mismo error. Las cosas suceden por algo. Si lo de ustedes tiene que ser... será. Mientras, vive, disfruta. El destino dirá qué será de su matrimonio, de ustedes. Mi padre me quita el teléfono y yo me tapo los oídos. Cada frase ha calado en mí y las súplicas de él me parten en dos. ¡YoonGi! —¿¡Por qué, mamá!? —grito, sin reconocer mi voz—. ¡Lo quiero! ¿¡Estoy haciendo lo correcto!? ¡Tengo miedo! —JiMin... tiempo, por favor — implora a mis pies—. El tiempo es la cura para sus heridas. Mira la familia, no quiero responsabilizarlos, pero nos están destrozando. —Es mi vida... —Se me va la voz. —No puedes ayudarlo si tú no estás bien y mírate —señala con dolor—, mira cómo estás. —¡Quiero ayudarlo! —No puedes más —Veo borroso, oscuro—. ¿¡JiMin!? Un ataque de ansiedad marca el límite. Las lágrimas de HyungSik me fuerzan a recapacitar. —Estás muy tocado, cariño. Si no haces un esfuerzo, vas a volverte loco... Y él va a caer contigo. Son jóvenes. No sé de dónde saco la fortaleza, pero lo hago. Egoístamente, entierro su recuerdo de día y por las noches nos evaporamos juntos. Cambio de teléfono, porque él no deja de llamarme, de enviarme mensajes en los que suplica que vuelva y yo no soy capaz. Pierdo todo tipo de contacto con los Min, me centro en mí, en encontrar cierta paz. Dos semanas después de la llamada, a mediados de marzo, mis padres me dan la noticia: HoSeok ha tenido un precioso niño. A través de ellos lo felicito y le pido perdón, no puedo volver a Busan. Llamo a MinHo, a TaeMin y los recupero... También a SungJae. Mi vida es un caos y alquilo una casa en Manhattan. Les pido a mis padres que me dejen solo y regresan a Icheon tras hacerme prometerles que llamaré todos los días. No hablo con YuGyeom... no puedo hacerlo al saber que pasa los días al lado del hombre al que he abandonado. Me siento confuso, colapsado por la distancia con YoonGi. Mis visitas al psicólogo son frecuentes, hasta que a mediados de abril digo basta. Me siento mejor, recuperado de mis temores y miedos. Y entonces todo se esclarece ante mí, la niebla se disipa y chillo de impotencia. Hace tres meses tomé el peor camino al irme de casa, apartándome de él... De mi esposo, que me dio tanto amor, amándome de una forma siempre desesperada, loca. ¿Por qué nos pasó eso? ¿Por qué hui? Los miedos, el daño a nuestras familias o las promesas rotas no son excusas para acabar con un matrimonio de la noche a la mañana, a través de un frío teléfono. Me odio y, tras horas meditando, decido que tengo que llamarlo. —Min YoonGi, ¿quién habla? Su voz tan cálida, tan apagada... Reprimo un sollozo al volverlo a escuchar tras un mes y medio. Mi YoonGi, ¿qué hice? ¡¿Qué hice?! Con un nudo en la garganta a causa de las lágrimas que me embargan por el arrepentimiento, por la emoción de oírlo, digo: —Soy yo… JiMin. Y un silencio doloroso se interpone entre él y yo. Yo lloro, confuso y asustado. —No sé qué me quieres decir a estas alturas, sólo quiero que sepas que no quiero saber nada de ti. Esto se acabó porque tú así lo decidiste. Me duelen sus palabras, aunque por supuesto me los merezco por haberlo abandonado. A pesar de todo, quiero y necesito intentarlo. ¿Cómo pude dejarme arrastrar por los miedos y la decepción? ¡¿Cómo?! —Quiero volver... —susurro lloroso—, te echo de menos... Me duele, YoonGi... lo siento. Una maldición como respuesta. Luego un frío silencio nuevamente, hasta que sentencia con voz dura e indiferente: —No a mi casa, no a mi vida. Hasta hace dos semanas he estado encerrado, llorando tu marcha, ahora ya es tarde. No dejaré que me vuelvas a hacer daño. Puedes olvidarme definitivamente, esta vez con mi consentimiento. —¡YoonGi! ¡YoonGi! Corta la llamada e, inquieto, lo llamo de nuevo. No me importa si no cumple sus promesas, si se pierde y vuelve al cabo de los días. Estoy dispuesto a todo por él, no me importa si he de recomponer a diario nuestra habitación, no hay más daño o dolor que perderlo. Nada puede compararse al vacío que hay en mi pecho por su ausencia. —¡Maldito, seas, JiMin...! No me vuelvas a llamar y si apareces en mi casa o en mi vida, me iré yo y mi familia me perderá, ¿¡entendido!? —Está bien... Te quiero, YoonGi. —¡JiMin! —¿Sí? —pregunto, con el corazón desbocado, esperando que me pida que regrese—. ¿¡Qué, YoonGi!? ¿Un sollozo? —Te odio como no creía que pudiera hacerlo, no te puedes imaginar el daño que me has hecho. El hombre que has despertado en mí. He creído perder la cabeza, ¿sabes? He pasado algún que otro día en el hospital. He viajado buscándote, porque tus padres decían que no sabían dónde estabas... He rastreado Icheon, Busan y Seúl durante las dos siguientes semanas a tu sentencia. Dejé la medicación y he tenido que volver a empezar —Creo que llora, yo lo hago con él—. No quiero verte. Te habría esperado, no importaba cuánto tiempo... Pero desapareciste sin más mientras yo me moría por ti y no te lo perdono. Te he amado igual que quise a mi madre... que me dejó y me destrozó. Tú reabriste la herida al romper la promesa de no actuar como ella y el dolor ya no es soportable. —Escúchame... ¡te amo! —No puedo, JiMin. No hay palabras, no hay nada que pueda decir. YoonGi tiene razón, yo estaba tan mal como él, nos podríamos haber apoyado, lejos o cerca, nada hubiera importado. Hoy sé que lo he perdido, que no hay salida. Si regreso, le hago daño, y con él a su familia, y no puedo. Me siento solo... he perdido tanto... No me atrevo a llamar a HaNeul, ni a MiSuk. Sí a otro, a mi mitad. —YuGyeom... —¿JiMin? —Sí... —¿Qué has hecho, JiMin? — pregunta decepcionado—. ¿Cómo pudiste hacernos esto? —No fue fácil y tú me estabas mintiendo, yo confiaba en ti... —¿De qué hablas? —Yo... yo no estaba bien... Él seguía golpeando las cosas —le reprocho dolido—, ¡y me lo ocultaste! —Para no hacerte daño y no hacérselo a él. No era como siempre. YoonGi ni siquiera lo sabía —añade ausente—. ¿Sabes?, se despertaba atontado por las pastillas e, inconscientemente, golpeaba la pared al buscarte y no encontrarte. Cuando se despertaba por la mañana y lo veía, se culpaba… JiMin, estoy aquí para ti, pero con él, te has confundido. ¿¡Qué!? ¡No me pude equivocar tanto! —YuGyeom, ¡no es verdad, me mentía! —Si quieres creerlo así para disculpar tu marcha, adelante. Pero no es verdad, él estaba mejorando y haciendo esfuerzos increíbles. Cuando decidiste no regresar, se volvió loco al no localizarte. Yo sabía que nuestros padres conocían tu paradero, pero no quise intervenir ni preguntar para no obligarte a nada —Se calla, está tan triste...—. He vivido en una constante lucha con él... Se negó a vivir, JiMin. —YuGyeom —sollozo—, quiero volver y YoonGi ha dicho... —Quizá para ti un mes y medio desde aquella llamada sea poco para que él se sienta tan dolido, pero créeme, no lo es. Lo que le ha hecho daño es el hecho del abandono, cuando tú sabes qué sentía respecto a ese temor —Lo sé, como también sé que es demasiado tiempo. YoonGi se asustaba por un retraso mío de horas... y han sido semanas—. Tras más de catorce días enloqueciendo y otro medio mes digiriéndolo, lleva dos semanas resignado... No vengas o, por tu error, se irá él. Otro duro golpe que no asimilo, que taladra mi corazón. Perdí la confianza en YoonGi y él no era culpable. Estoy tan destrozado que no siento nada... La soledad en Manhattan ya no es soportable, prefiero ir a pasear por Central Park, donde me encuentro con Mark, que tampoco ha podido localizarme... Me entrego al trabajo que me ofrece, cada día escalo más en la profesión, pero no lo disfruto. Me he vuelto frío, seco. Regreso a Icheon para desconectar y con mis padres todo es diferente. Insisten con SungWoon, con el que cruzo un par de palabras. Nada es igual tampoco con YuGyeom ni HoSeok en las llamadas telefónicas. Soy otro, un doncel que ha perdido su alegría al perder el amor. Seis meses interminables... Y la petición de HoSeok de que vaya para el bautismo de su bebé me pone contra las cuerdas. No me decido, me niego a volver a Busan. Hasta las duras palabras de YuGyeom: —Enmienda el error de no haber acudido cuando nació el pequeño YeonJun, de haberte perdido sus primeros cuatro meses de vida. Puedo conseguirte un trabajo, casa... Ahora puedes venir. YoonGi no te va a molestar y, si lo quieres, te pido que tú tampoco a él. —YuGyeom... —Piénsalo, nadie te reclamará y HoSeok te ha necesitado mucho... como yo. —Lo siento —digo afectado—. Espérame. ⋆⋅✿⋅⋆ He seguido adelante en estos duros meses, he empezado otra etapa. He conocido a gente nueva y he perdido a otra. Pero YoonGi ha estado siempre conmigo, anclado en mi corazón y en mi cuerpo. No podría soportar otras manos tocándome, en realidad nadie lo ha hecho. Su tacto está incrustado en mi piel, su olor en mis sentidos. Fue el primero que me enseñó y mostró la pasión, el amor... y el último. —Y mañana... —suspiro, mirando su foto, en la que me rodea posesivamente por la cintura y nos miramos con intensidad—, te volveré a ver. ✿2 (둘) |Tan cerca y tan lejos| A las nueve de la noche le envío un mensaje a YuGyeom para decirle dónde estoy. Mis padres se alojan en su casa, ya que también han sido invitados a la celebración del bautismo de YeonJun y yo he preferido seguir en soledad en mi espacio... Mañana por fin veré al pequeño de HoSeok y NamJoon, un niño precioso al que sólo conozco por fotos, pero sé que me tiene presente en su día a día. Mi amigo se ha propuesto que me llame «tío Minnie»... Quizá nunca me perdone que no lo haya conocido antes, es una espina que pincha a veces. Mensaje: de JiMinie a YuGyeom. A las 21:03. YuGye, acabo de llegar a mi casa. Gracias por tenérmela lista, es perfecto para mí. Supongo que te veré mañana, un beso. Se ha esmerado con la vivienda, es pequeña y acogedora. Incluso la nevera está repleta de alimentos. Sé que mi hermano desea tenerme cerca, o es lo que quiero pensar, y que me echa de menos tanto como yo a él. Tras las llamadas, dudo si mi lugar está aquí. Tengo planes, proyectos en Busan... Sin embargo, el miedo a retroceder me paraliza. El teléfono suena, sacándome de mis pensamientos. —¿Hola? —JiMinie, soy HoSeok. YuGyeom me ha dicho que ya estás en Busan, ¿es cierto? —pregunta esperanzado. Yo voy sacando mis pertenencias—. Hoy no podremos vernos, pero quiero que quedemos mañana temprano, antes de entrar en la capilla. —Sí, justo acabo de llegar — Bostezo—. No te preocupes, estoy agotado, vengo desde Nueva York, de trabajar en un reportaje de publicidad. Aunque me muero de ganas de verlos, de ver a YeonJun. Calla y sé que oculta un reproche. No supera mi marcha, haber perdido contacto conmigo. Los defraudé a todos excepto a mis padres y, aunque me duele, no hay vuelta atrás. Nunca podré recuperar estos meses y tampoco es momento para lamentos. He aprendido a asumir mis errores… o, si no, nunca saldría del oscuro pozo sin fondo en el que yo mismo me metí. —Cuéntame, JiMinie, ¿estás bien? «No aquí.» —Supongo que es difícil — comenta, insistiendo ante mi reserva—, volver después de tanto tiempo y de lo sucedido, pero son adultos y cada uno tomó su camino, ¿no? —No es fácil, pero es lo que decidí... aunque luego… —¿Lo amas aún? Era consciente de que la pregunta llegaría, ¿lo amo? La cuestión es otra, ¿alguna vez he dejado de hacerlo? YoonGi es un hombre al que nunca podré sacar de mi vida, ni de mi corazón. Mi marido. Incluso lejos me ha acompañado. En mis sueños era tan real y vivo... Lo echo de menos, mucho, nadie sabe cuánto. «Lo amo tanto que me duele más que antes.» —Ya no importa, Hobi y no quiero hablar de ello —Me emociono al recordarlo—. Pero sí quiero pedirte una cosa. Desde que todo terminó, no he tenido valor de preguntar por él o por su vida... ¿Es feliz? Se hace el silencio, uno de los que odio. —HoSeok —reclamo—, no calles. —Mañana lo verás, yo no soy quién para hablarte de él. Creo que no es lo correcto. Es complicado, no te miento. He tenido peleas con NamJoon por invitarte... pero te necesito aquí mañana. Me oculta algo e intuyo que lo que sea será doloroso para mí. Como lo es saber que no seré bien recibido. —¿Y qué dice él, HoSeok? — insisto—. YuGyeom me ha asegurado… —YoonGi no habla de ti y está prohibido mencionarte en su presencia —explica en murmullos—. Es difícil. YuGyeom es tu hermano y hoy en día su mejor amigo. Aun así, se ha conseguido un equilibrio. Guardo ropa y paseo de un lado a otro. Me prohíbo preguntar más, hago el esfuerzo. Sin embargo, las palabras se escapan de mi boca: —¿Sabe que he vuelto? —JiMinie... —Por favor, Hobi. —No quiero hacerte daño —me contesta apesadumbrado—. Lo hago por tu bien. —Me he acostumbrado a vivir con este vacío y hoy temo verlo, necesitarlo tanto como antes. YoonGi me exigió que no volviera... y no lo hice... Pero, Hobi, eso no quiere decir que yo lo haya borrado de mi vida, porque nunca podré hacerlo. —No eres el mismo hablando. Y nunca lo seré. Quizá cuando lo vea se despierte en mí el sentimiento de vida que me proporcionaba, de diversión al picarnos; ahora no me queda nada al haberlo perdido. —Me marcó a fuego lento y mis miedos a suplicarle y rogarle el amor que perdí me hacen ponerme la coraza. Es mi marido y no sé de él, ¿¡crees que es normal!? —Me siento en el sofá y suspiro con pesar—. ¿Qué ha dicho de mi vuelta? —No es una noticia que esperara y no le ha gustado. Se alteró y, finalmente, lo aceptó. Aun así, le ha pedido a NamJoon que no te desprecie. Al igual que a los demás, pide que separemos su relación del resto. Pero tienes que saber que JungKook no te dará tregua. ¿Me protege? «Basta, JiMin.» —Lo sé. —Bueno, te dejo, que voy a recoger a YeonJun. Está con YoonGi... se adoran. Cierro los ojos, una lágrima cae y asiento sin hablar. Imagino la complicidad entre él y el pequeño, sé de su adoración por los niños, lo que yo me negué a darle con motivo de su enfermedad. Otro problema que nos alejaba… Éramos muy diferentes y de ahí la excitante e intensa relación. —JungKook y YuGyeom serán los padrinos, porque YoonGi ha dejado de creer en las uniones... En fin, en la Iglesia y tal. Nos vemos temprano, te quiero mucho. —Y yo a ti. Me miro la mano y veo la alianza. Me la saco del dedo, igual que su medio corazón del colgante del cuello... Los rozo y los guardo en una cajita, como mi más preciado tesoro. «YoonGi.» Temo herirlo al verme y si me pide que me vaya... lo haré. Soy fuerte y puedo con esto, me repito ante la melancolía que me acecha. Llamo a mis amigos y les cuento que estoy en Busan. TaeMin y MinHo se emocionan, han sido un gran apoyo para mí en estos tres meses, tras la ruptura… definitiva. La palabra es dura. Tras instalarme un poco y preparar mi traje, a las doce de la noche me meto en la cama, para recuperar fuerzas para el día que habré de afrontar. Para lucir mi coraza ante el hombre que sigue siendo mi marido. Mi vida. Quizá el tiempo y el dolor no le hayan permitido poner en marcha nuestra separación oficial... Y cuando me duermo, las pesadillas me apuñalan. —No puedes hundirte, JiMin — me digo en el silencio de la noche—. Tienes que tener valor. Es tarde para lamentarte. Hago un nuevo intento y sus ojos iluminan mi cansancio. Me aferro a la ilusión que crea mi mente, a la fantasía que me regala otro día más. Es él. Cruzo el enrejado de nuestra casa, el Refugio, y, estremecido, doy unos golpecitos en la puerta… Al verme, se paraliza y nos miramos sin dar el paso. Hasta que no hacen falta palabras. Me sonríe y de sus ojos se deslizan dos lagrimones que me empujan a arrojarme a sus brazos y él me encierra con posesión. Lloro contra su pecho cuando me susurra: —Estás aquí, nene, conmigo —Me besa con pasión, se pierde en mí. Reconociendo mi cuerpo, mi rostro. Alterado al comprobar que soy real—. Mío y de vuelta... mío, cariño. No me dejes más, me muero sin ti. —Tuyo, siempre tuyo. Te he echado de menos, YoonGi, he vuelto. Lo siento... yo no quería, no me encontraba bien. Han sido semanas complicadas en las que… Tembloroso, me obliga a mirarlo y traga saliva. Enérgico al probar de nuevo mi boca y entender que le sigo perteneciendo. —Chis. Te siento, te tengo. JiMin, mi esposo —balbucea, rozándome el labio con su dedo—. No te he olvidado y te he esperado, mi chico de servicio. No importa nada, no quiero saber el porqué de tu indecisión. Yo sabía que volverías. No me permite hablar, repentinamente me alza en sus brazos y, con manos trémulas, me traslada hasta nuestra habitación. Sus ojos no guardan reproches. Y los cierra para reseguirme con los dedos desde mi rostro hasta mis piernas. Memorizando mi figura, desesperado en cada roce. Y sé que me reconoce, sé que busca saber si me estremezco... y lo hago. —Te imaginaba así. Te he echado mucho de menos, nene —confiesa entre siseos—. Que estuvieras lejos ha sido una tortura, días horribles han creado una nueva desesperación en mí… pero estás aquí. Y no volverás a irte, no te dejaré hacerlo o me matarás y no sobreviviré a ello dos veces. —Lo siento… Brusco, se aproxima y me roza con su nariz, con su boca y su piel; acto seguido se aposta a mi derecha, ladeado y suspirando. El amor destella en él, sé que no puede creer que esté aquí. Yo aún lo estoy asimilando. —Estás precioso, nene. Tus ojos almendrados brillan, tu sonrisa… todo tú. Y eres tú, te reconozco al tocar y ver cómo se te eriza el vello, cariño. Duele —carraspea emocionado y agitado—. Estás aquí. —Te he echado de menos — insisto—. Estoy aquí, sí. Con precisión, sus labios se unen a los míos con el beso de bienvenida que he esperado. Nos amoldamos el uno al otro, con deseo, pasión y agonía, mientras sus manos van deshaciéndose de mis prendas sin ningún control. Loco como él solo, hambriento y voraz. —¿Me amas, YoonGi? —¿Y tú? —Sus dedos se deslizan por mi espalda—. ¿Me amas, JiMin? Lo beso y me besa, lo busco y me encuentra. Con nuestro pique y coqueteo. —Te amo, YoonGi, claro que lo hago. ¿Y tú? —No lo dudes, nunca —clama, estudiándome—. Yo más, siempre más. Se apodera de mi boca y pasa su mano por mis muslos. Gemimos, le necesito, sin embargo, me urge oír las hermosas palabras de sus labios. Lo alejo y se acerca, sin permitir que me escape de su dominio. Luchamos, yo por retirarme, él por consumirme y, al escapar, le muerdo el mentón, temblando. —¿Más qué, YoonGi? Silencio, su imagen es difusa y yo tanteo. Lo busco y ha desaparecido. Me incorporo sobresaltado y sudando en la cama, tan extraña para mí. Era un sueño, el reencuentro que necesito, que tiene que ser... el que sé que no tendré. —Ahora yo más, YoonGi… ⋆⋅✿⋅⋆ Al pisar el suelo de la iglesia, me detengo en seco. Inspiro y respiro, no estoy preparado para los reproches, para no ser bienvenido. «Hazlo por YeonJun», me regaño con dureza y demuestro una entereza que no siento. Hay muchos Min, pero mi mirada está fija al fondo, donde YuGyeom charla con MiSuk... Mi musculitos… Tan fuerte y elegante, no lo reconozco como antes —Mi hermano —susurro para mí. Tengo temblores y dudo, pero el llanto de un niño retumba entre los murmullos de los invitados, pendientes de cada detalle. Oh, a lo lejos vislumbro al pequeño con HoSeok. Una figura masculina de espaldas a mí, alza al bebé y lo calma. Me estremezco atormentado. Es él. Su cabello oscuro. Su piel pálida. Su perfil varonil. Y no lo soporto, corro hasta la puerta y me niego a este encuentro. Me apoyo en la pared y cierro los ojos. La emoción me embarga como no lo ha conseguido nada desde la última vez que hablamos. El amor late en mi pecho, en mi sentir. Grandioso como el día en que, en esta misma iglesia, le dije «Sí quiero» —Mi YoonGi… «No lo reclames ahora, no tienes derecho.» ¿Cómo podré mirarlo a la cara? A sus padres. Con vergüenza, me exijo cumplir el deber que abandoné… también. No lo pienso más y entro en la iglesia de nuevo, situándome en un lateral, donde nadie me ve y paso desapercibido. Contemplo con ternura la silueta de YeonJun, mientras se lleva a cabo la ceremonia y el precioso momento en que le echan el agua bendita. Los minutos pasan y todo acaba. No sé si irme o aguardar a mi amigo. Me niego a ir a la fiesta, ya que no pertenezco a este lugar. Pero oigo que me llaman y me encuentro con la mirada de HoSeok. Sonríe mientras las lágrimas le corren por las mejillas. Doy un paso adelante y me paralizo al saberme vigilado por otro par de ojos. YoonGi está a su lado y nuestras miradas se encuentran. Me siento morir. Hermoso y fuerte. Noto las mariposas en mi estómago, el impulso de querer correr a sus brazos y no poder hacerlo... Son tantos sentimientos, tanto vacío, que desfallezco. —YoonGi —musito—. No me hagas esto. Me sostiene la mirada, me desafía abiertamente. ¿Es forma de reencontrarse un matrimonio que se perdía en la locura por el amor que los destrozaba? Hoy sé que no lo merezco. Me lo dio todo a pesar de los malos momentos y yo, lo que le entregué, se lo arrebaté un triste día de un plumazo. Sin luchar, apartándolo de mi vida para más tarde llorar al ser él quien lo hizo. Su expresión es indescriptible. El negro brillante de sus ojos, los labios tentadores... Se me doblan las rodillas por la impresión de volver a verlo… —Mira, el tío Minnie —Me sobresalto. HoSeok está a mi lado y mi corazón late con fuerza. Oh, YeonJun—. ¿Le damos un beso? Me lanzo a los brazos de ambos y me aferro a ellos. El olor de mi amigo, la seguridad de estar en casa me invade y alivian. Estoy hecho polvo, acongojado. —Perdóname, perdóname, Hobi —Lo beso a él y a su pequeño bebé—. Oh, Hobi, ¿cómo no vine siquiera a conocerlo? ¿Qué he hecho? —Ya pasó, ya pasó. ¡No pasó! No pasó... ¡¿Qué he hecho?! Las ganas de llorar me estrujan; sin embargo, no me rompo. Escondo lo que supone este intenso y soñado día para mi soledad. —¿Lo puedo alzar? Tal vez no quiera… —Claro que sí, toma. Le sonrío a HoSeok con timidez y estudio al bebé. Tiene los mismos rasgos de él y es grande y fuerte. Me atormenta pensar que no merezco que el pequeño me acoja, me sonría. Ni el recibimiento de HoSeok. Me quise olvidar de todos para encontrarme a mí mismo. ¿Y ellos? ¡Estúpido! —Espera que nos dejen espacio y saludamos a YuGyeom. Será muy duro contigo —me advierte y me acaricia la mejilla—. Estás precioso, no sabes cuánto te he echado de menos. —No puedo creer que esté aquí. Te veo muy bien, Hobi. —Soy muy feliz —Mira a su bebé y se le ilumina el semblante. Me sonríe cómplice—. Lo tengo todo, o lo tenía casi todo, mejor dicho. Ahora que ya estás aquí no me falta nada. Palpo la cara del pequeño, suave y angelical. Emocionado e impresionado... Evitando mirarlo a él de nuevo. —Hola, YeonJun. Eres perfecto, cariño. —Tus padres están cerca de los Min —me avisa—, no te preocupes, todo saldrá bien. Noto que alguien se acerca y me veo impactado con YoonGi. Es demasiado intenso tenerlo tan cerca sin que sea mío. No, no hay amor en sus ojos. Su gesticulación es dura y nerviosa. Compruebo si viene acompañado. ¡No y no! Casi me tiro del cabello, asqueado. NaEun está con él, que se adelanta y me saluda: —Bienvenido, JiMin. Oír mi nombre en sus labios me ocasiona impotencia. Necesito gritar ante su frialdad, me hiela la sangre su postura, duro y distante, incluso más extremo que en nuestros comienzos. Flaqueo, me duele y mucho... Me lo merezco. —Gracias… No soy capaz de decir nada más, pero al encontrarme con los ojos de NaEun, unos celos casi enfermizos me desgarran el alma. Se vuelve y se va. Yo miro a YoonGi, intentando entender por qué la ha traído consigo; ella ayudó a destrozarnos. Fue mala y ruin. Pero no hallo nada del hombre que me amó con intensidad. No hay calidez. Somos dos auténticos desconocidos. Me dominan los nervios, quiero besarlo y abrazarlo, su aroma familiar me avasalla y envuelve. Hoy y ahora me muero por lo mucho que lo he echado de menos... Estoy perdido. —¿Podemos hablar? —Oh, se me ha escapado. ¿Qué hago?—. Deja... —No es el momento —me interrumpe seco y me quita a YeonJun de los brazos. Ni me roza—. NamJoon me ha pedido que se lo lleve, hasta luego. Soy invisible para él, como si nunca hubiera existido. La impotencia me puede al saberlo cerca de ella. Quizá sí pensé que podría hallarlo con una... ¡No lo soporto! Y menos con NaEun, que fue diabólica y ayudó con miedos sobre YoonGi y ahora… —¿Están juntos, HoSeok? Lo imagino en sus brazos, haciéndole el amor como... ¡No he debido volver! —Lo has perdido, JiMin. Tiemblo y no encuentro sentido a haber vuelto. ¿Para qué? YoonGi ya no me ama y sé que ahora no podré vivir sin él. El dolor en mi pecho aumenta, la incertidumbre. Distancia que yo sellé y hoy traza él. —HoSeok, dile a YuGyeom que lo veré más tarde —le pido en susurros—. No puedo estar aquí. Cuando me sienta mejor iré a la fiesta... Dile que apenas me quedaré, me vuelvo hoy mismo. Me voy a Manhattan o a Icheon, no sé. —JiMinie... ¿no te ibas a establecer aquí? —No, Hobi, no —respondo amargamente—. ¿Te das cuenta? Soy un miserable que por miedo y mierdas decidió no volver y ahora me doy cuenta de cuánto perdí. Lo amo, ¿sabes? —Me asfixio—. No podré perdonarme nunca el daño que le causé. No puedo negarte que me duele sentirlo tan frío... verlo con ella. No lo soporto. —Eres fuerte. Río con amargura, mi fortaleza la barre él con la suya. —Lo era, lo creía antes de volver y ver que lo empujé a los brazos de otros. Me merezco el dolor que me ahoga, les fallé a todos. YoonGi me suplicó tanto que no lo abandonara y yo lo hice, HoSeok. —JiMinie... tú tampoco estabas bien. —Tengo que salir. Corro y respiro el cálido aire de julio. Los recuerdos se hacen visibles y, aunque estuve mal, decepcionado y dolido, él me dio tiempo y yo no tuve suficiente. Quizá, de haber actuado de otra forma... Nada tiene sentido. —¡JiMin! —Me detengo sin volverme. Es él y su tono, furioso—. Maldito seas, es el bautizo del hijo de tu mejor amigo. ¿Cómo puedes ser así? Enseguida sé a qué se refiere. —Huir no es lo mejor, ¿sabes? YuGyeom estaba muy ilusionado con tenerte aquí y HoSeok también en un día como hoy. —Déjame solo, por favor. Sin que yo lo espere, choca con mi cuerpo desde atrás... Gimoteo y percibo su respiración entrecortada, su rudeza al recordarme áspero en mi oído: —No te pido nada para mí, JiMin —masculla—. Todo lo que te pedí me lo diste para más tarde arrebatármelo. Hablo en nombre de tus seres queridos. —YoonGi… —No, maldita sea, este YoonGi no quiere oír ni una sola mentira más de tu boca —Su advertencia es severa, luego se aleja y exige—: Por una vez no pienses en ti, hazte ese favor para recuperar lo que tú mismo borraste de tu vida sin ningún tipo de remordimiento. —¿Recuperar? —murmuro con un siseo. Oigo una risa, ¿irónica?—. ¿Me hablas...? —De tu familia. Conmigo no hay nada que tengas que recuperar y no juegues con esto, JiMin —me advierte—. No me hagas creer que te importo, no ahora. Porque ya no te creo. Me lástima, mi coraza ante él se rompe y mis sentimientos salen a flote... Grito impotente y me ahogo, me asfixio. Me aborrezco. —¿Qué pasa, JiMin? No me doy la vuelta, un ataque de ansiedad me acecha y no puedo respirar. El nudo en el pecho oprime mi respiración. Lo veo todo negro y borroso… Sé que me voy a desmayar y él percibe la fragilidad de mi cuerpo, porque dice: —Me estás asustando, deja de hacer esto. Con torpeza, me vuelvo buscando su mirada. Palidece al ver mi rostro, seguramente más blanco que el suyo. Asustado, alzo la mano para que me ayude, siento que me voy a caer. —No —Deja desplomar mi mano en el vacío—. ¿Es tu coche? —Sí… La visión de su silueta es borrosa. Mantiene la compostura, la distancia... Hasta que él puede más que su dura fachada y me sujeta del codo, llevándome hasta otro vehículo, supongo que suyo. No lo reconozco. —Entra, voy a llevarte a casa de HoSeok y NamJoon. Abro con esfuerzo y caigo en el asiento. No tengo aire, no soy tan fuerte. Me duele haberlo abandonado, traicionando la confianza que depositó en mí. Se lo prometí y no cumplí, como le reproché a él tantas veces. —Bebe agua —me ordena alterado—. JiMin. —No puedo. Sus manos tiemblan cuando me sujeta la cara y me acerca la botella de agua a la boca. Mira mis labios y su respiración lo delata... Está trastornado, nervioso. Mi piel arde, la electricidad quema. —YoonGi —Cierra los ojos con tensión al rozar mi tez—. Sácame de aquí, por favor. —Creía que no vendrías — susurra, observándome fijamente—. No hables, no ahora. El agua resbala por mis labios y él me suelta como si le quemara mi contacto... Me examina negando con la cabeza, pensativo, y con el pulgar seca una gota que resbala por el contorno de mi boca. Temblamos. Es suave, cuidadoso... y me evita. Arranca el coche y pone música. Me extraña el momento que elige para hacerlo. Abre las ventanas para que me dé el aire. La letra de la canción me agarrota. DAY6 canta I Loved You y YoonGi me mira de reojo... con los dientes apretados. Te culpo Odio los recuerdos contigo Después de perderte Nada tiene sentido para mi Ya no te extraño No quiero verte El amor que me diste No quiero recordarlo Realmente te amaba Es porque te amaba tanto No puedo olvidarte a pesar de que quiero Por eso quiero olvidarte De verdad te amaba Es difícil amarte tanto A pesar de que te quiero odiar Te odio más porque no puedo hacerlo Lo sé Sé que lo que estoy diciendo ahora Me hace sonar como un tonto No tiene ningún sentido Lo sé, lo sé Desde el momento que me dejaste Desde ese momento Mi mundo se ha parado Ha llegado a su fin Oh Realmente te amaba Es porque te amaba tanto No puedo olvidarte a pesar de que quiero Por eso quiero olvidarte De verdad te amaba Es difícil amarte tanto A pesar de que te quiero odiar Te odio más porque no puedo hacerlo A pesar de que trato muy duro de borrarte de mi corazón No puedo, lo sé El hecho de que no serás borrado de mi corazón No lo haré, lo sé Te amaba A pesar de que me quiero olvidar de ti, no puedo Es por eso que me quiero olvidar de ti Realmente te amaba Es dura la manera en la que lo hacía A pesar de que te quiero olvidar No puedo hacerlo Por eso te odio más No sé en qué segundo me he emocionado. Ya no respiro, sé que me voy a desmayar. Por la ansiedad y la presión, por su mensaje subliminal. Nos hemos amado tanto en apenas siete meses juntos y hoy, tras otros seis separados, ¿no queda nada? Aun así, necesito saber qué diría y, cuando me contempla, deslizo los dedos por su mejilla... gime y, casi sin voz, le pregunto: —YoonGi… ¿Ya no me amas? Titubea, leo cierto tormento al permitirme que acaricie su pómulo. —Te amaba... —Hace una pausa y, con voz ronca, susurra—: Fuiste mi vida entera. ✿3 (셋) |Reproches| Me pesan los párpados y me esfuerzo para abrirlos, no lo consigo hasta pasados unos minutos. Al primero que diviso es a mi hermano YuGyeom, que me arranca un gimoteo por su sensibilidad al acariciar mi mejilla. Están mis padres también y YoonGi se ha evaporado. «No quiere verme.» —Déjenme solo con él, tenemos mucho de que hablar —pide mi hermano, sus manos se tornan ásperas—. En privado, por favor. Resoplo, agobiado por su tono. Antes de salir con mamá, mi padre le dice: —Sé prudente, YuGyeom. No te atrevas a ser duro con él, tú no tienes idea de muchas situaciones que, por respeto a tu hermano, no te hemos contado. Contrólate. YuGyeom y yo nos miramos y aguardo su bronca. Conozco su mirada y está llena de rencor... Temo un encontronazo. Y, para mi asombro, me estrecha entre sus brazos y me consuela. Termino llorando. Odio cómo me siento, con la culpa y la carga de este irreconocible JiMin. Quiero ser como era al llegar a casa de los Min. —Te he echado de menos, pequeño, era desesperante no saber dónde estabas, porque, muy a mi pesar, tampoco quise saberlo tras enterarme de que no volverías —Me da besos como cuando era un niño, sin embargo, al retirarse, expresa su resentimiento—. ¿Qué te puedo decir? Me has decepcionado, jamás habría esperado eso de ti. No puedo entender tu comportamiento. Asiento sin poder hablar, comprendo cada uno de los reproches que vendrán. —Sé que YoonGi es muy complicado y que está enfermo; no obstante, irte así no fue lo mejor. Yo te habría apoyado siempre, como lo hice el primer mes, por eso no entiendo cómo no volviste sin más. Sin decirnos adónde ibas... Él te buscó, te habría seguido hasta el mismo infierno... pero tú simplemente desapareciste. Te esfumaste como un fantasma. Me da un pañuelo, junto con una pastilla y agua. —Para la ansiedad —me aclara, pero no me la tomo; no me apetece estar atontado en un día como hoy. Espero, para saber cómo continúa—. Jamás he visto a una persona tan destrozada como lo estuvo YoonGi, tan muerto en vida. Lo pasó tan mal que pensamos que no saldría de ésa. ¿Sabes lo que fue tener que viajar a su lado, él como un loco, rastreando lugares donde no te encontraría? —Yo —carraspeo por la sequedad— también estaba mal... —Pequeño, aunque me duele verte así, creo que es lo justo —Su tono es apagado—. Lo mereces, después del daño que le causaste al hombre que hubiese dado su alma por ti. Aunque las palabras son ciertas, me parte el corazón que sea tan duro conmigo. Yo no estaba bien tampoco, como no lo estoy hoy, y sin embargo no le importa, a pesar de que mi estado no es el mejor. Soy consciente de lo poco que quizá me conoce. ¿Qué esperar? Mi hermano, al igual que el resto, piensa que fui feliz al tomar esa decisión. Que me olvidé sin más de mi vida en Busan y en Seúl. —YuGyeom... Alza la mano derecha y me interrumpe. —No es a mí a quien tienes que explicarle nada. Aunque se te olvidó, sigues estando casado y YoonGi sigue siendo tu marido. A él es al que tendrías que enfrentarte para explicárselo, pero, por favor, no lo atormentes más. «Respira, JiMin.» —Te voy a decir una cosa, YuGyeom, yo asumo mi parte de culpa, pero no pienso consentir que se me aplasten. Porque nadie sabe lo que vivimos YoonGi y yo cada día y todos desconocen mi vida lejos de la familia, ¿entendido? —Podrías haberlo solucionado, no obstante, decidiste no volver. —¿Para qué me has pedido que vuelva ahora? —le reprocho indignado—. ¿Para hacerme sentir peor de lo que ya lo estaba antes? ¡Creía que me apoyarías un poco! —Y lo haré, pero también me veo en la obligación de decirte lo que por un frío teléfono no se puede decir. Te quiero, pequeño... pero has cometido una locura. Me incorporo y me calzo los zapatos. Es fácil juzgar cuando no se sufren los problemas en la propia piel, cuando no se entiende que la relación fue tan tormentosa y posesiva que apenas me daba un respiro. Una mala decisión, sí, pero impulsada por muchos factores y nadie menciona lo que yo viví. Me convenzo de que venir aquí ha sido una insensatez y, aunque es duro tener enfrentamientos, tampoco consentiré un acoso y derribo. —Es mejor que me vaya, creo que no debí volver —murmuro resignado—. Es otro error más que hoy asumo. Su mirada refleja tal desprecio que me controlo para no gritarle y zarandearlo. ¿Qué mierda sabe él del sufrimiento que viví y toleré? ¿¡Qué!? —Eso es, vete de nuevo y olvídate de todos —escupe y se encara conmigo con aire atormentado—. ¿Dónde quedó el hermoso valiente y desafiante que se enfrentaba a todo con valor? Si te sientes así, trata de enmendar errores y lucha para demostrarnos que no fue fácil para ti. Que no fuiste tan cínico como para largarte y olvidarte sin más de todos los que te queremos. —YuGyeom, basta... —¡Ni YuGyeom ni mierda! ¡Vuelve, maldita sea, vuelve de una vez! —ruge casi zarandeándome—. ¡Quiero a ese hermano de siempre, no a este que se rinde sin dar nada de lo que dio antes! ¿¡Dónde está mi pequeño!? Me asombra su salida de tono. Él pocas veces me ha gritado y conmigo siempre tuvo un tacto especial, hoy yo tampoco reconozco a mi musculitos. Ni en la apariencia. —YuGyeom, tú no sabes nad... La puerta se abre de golpe, interrumpiendo mis palabras. Miro, alarmado y cohibido por esta situación tan bochornosa en una reunión familiar... y es YoonGi, que nos escruta de hito en hito, alarmado. Con el semblante que yo conocí tiempo atrás. Sus magníficas facciones revelan su preocupación. —YuGyeom, me gustaría hablar con tu hermano a solas — YuGyeom niega con la cabeza—. Creo que es necesario. —¿Seguro? —Sí. —Cualquier cosa, estoy fuera — deja caer. ¡Imbécil! —No soy un demonio —le recrimino, harto de su actitud—. ¡Puedes largarte tranquilo, que cuando se me pida que me marche, lo haré! Y aquí estamos YoonGi y yo, cara a cara, con tanto que decirnos y a la vez nada... La sensación de vacío es intensa. ¿Cuántas noches lo imaginé conmigo y que amanecíamos juntos? Hoy está a mi lado, cerca, y me parece un sueño. Muy guapo, igual de impotente... pero con la devastadora diferencia de que sus ojos ya no brillan, el negro obsidiana no proyecta luz al verme... Altivo, dice: —Estamos en una celebración y por tanto no quiero que haya este tipo de dramas. No obstante, creo que es necesaria esta conversación —Se acerca con pasos pausados y me examina de pies a cabeza, provocándome escalofríos. Serio, marcando la distancia nuevamente—. ¿Sabes?, a pesar de haber sufrido tanto por tu marcha, de odiarte como lo hice..., no me gusta verte así. Es difícil no reconocerte. Me desarma... No denota frialdad, sí cautela. El acercamiento del coche ha desaparecido y su voz no es tan apaciguada, ni su cuerpo muestra la receptividad de antes. —Si estás inquieto por miedo a lo que los demás digan, olvídalo — apunta rígido—. Tu hermano te adora, se ha puesto de esta forma porque te ha necesitado mucho. —He sentido todo lo contrario, ¡me detesta! —¿Quién eres? —pregunta fríamente—. ¿Por qué has tenido que volver? Me siento en la cama y me cubro la cara con las manos para no mirarlo. Duele y necesito su abrazo y su consuelo. Algo a lo que he perdido el derecho. Me gustaría tanto poder gritarle que yo tampoco me reconozco. Que con mi marcha también me hice pedazos. —¿No tienes nada qué decir, JiMin? —exige casi gritando—. ¿En esto te has convertido? ¿En un doncel al que no le importa nada? ¿Nada? No, ya no cree conocerme. Levanto la mirada y permito que en mis lágrimas se reflejen mi dolor y mi arrepentimiento. Mi decepción por haberlo defraudado como lo hice... Hace una mueca amarga al ver que estoy llorando, tuerce el gesto y evita fijar sus ojos en los míos. ¿Le duele mi estado? —Que me odio, que siento mucho haberte hecho daño. Que fui inmaduro e insensato. ¡No lo sé, porque dejé de sentir! —Con temblor, tomo aire al ahogarme en mi propio veneno—. No sé qué me pasó... Tu amor era tan grande que me absorbió, me asustó y me destruyó, YoonGi... Temí volver a lo mismo, necesitaba la tranquilidad y estabilidad que tú te negabas a darme. —Hasta ahí puedo entenderte — murmura paciente frente a mí y su labio inferior palpita. Sus manos forman una barrera—. Me podrías haber pedido más tiempo y seguir en contacto conmigo. Sabes que lo hubiese hecho por ti. Pero te perdí sin más. Sé que ya no importa, pero necesito ciertas respuestas. «Ya no importa...» —Sentí que siempre sería lo mismo, que nuestra relación sería día tras día vertiginosa —Desvío la mirada al suelo—. Sé que ya estabas mejor, pero también otras veces prometiste cambiar y no lo hiciste. —¡Estaba en ello! —insiste vehemente. Me sobresalto y lo miro... Da un paso atrás al ver que ha perdido la calma autoimpuesta que disfraza de seguridad—. Y lo estaba cumpliendo pese a tus excusas. ¡A tus mentiras, después de jugar con mis sentimientos el día anterior! —No me grites. —Entonces deja de burlarte — ordena malhumorado—. No vengas dando una imagen que no se corresponde con tu comportamiento tras la última llamada. ¡No te creo! Accedo ante su reproche, sé que no será el único y lo acepto porque me lo merezco, pero no me callo. Yo no sirvo para morderme la lengua, aunque me desgarre su presencia tan nítida y real: —Lo volviste a repetir... Lo que tuvimos no era vida, ¡porque tú me dejabas al margen y me dolía sentirme un intruso que se entregaba por completo a cambio de secretos! —No puedo más, ¡me duele!—. Quizá juntos hubiésemos podido superarlo. O no, no lo sé. Demasiadas confusiones al estar casado con un hombre del que, con los meses, pude comprobar que desconocía parte de su pasado. —¿Por qué aquel día todo cambió? Confuso, busco su mirada, que permanece fija en la mía. Está más sosegado. No sé si es mi imaginación, pero la magia existe en nuestra conexión. Mi corazón se desboca al recordarme cuánto lo amo. Estoy temblando y anhelando tocarlo... Él no demuestra nada, no sé qué piensa o qué siente ante la pregunta. Está dolido y su armadura lo protege. —¿Qué día, YoonGi? —El día que te duchaste y nos vimos por la pantalla —explica incómodo, con expresión contenida—. El día que compartimos intimidad... en fin, ya sabes a qué me refiero. Claro... Cuando nos amamos a distancia. El día que todo cambió y no volví a ser el mismo. Lo rememoro y me avivo, lo quiero y me hiere. —Lo vi, YoonGi, oí los golpes y no creí en tu cambio... Esa noche pensé mucho en cómo era mi vida antes, durante y después de ti — susurro con sinceridad—, y vi lo brusco que era todo... Me asusté y decepcioné al saber que me mentías, tú y todos. Yo merecía sinceridad, la que no me diste al casarnos, sobre tu enfermedad. Con desgana y furia, avanza un paso. —¡No tienes maldita idea de nada! —clama impotente. Y su puño se contrae, cerrándose y abriéndose. ¿Sigue golpeando cosas?—. Fue un error sacar conclusiones sin hablarlo conmigo. ¿Qué más, JiMin? No veo por qué me abandonaste con tanta crueldad. Sé que son excusas, porque dejaste de sentir... — pronuncia atormentado—. Porque comprobaste lo que yo tanto temía. —¿Me vas a decir ahora que nuestro matrimonio fue una mentira? —lo reto ofendido—. No te atrevas, YoonGi. No intentes cuestionar eso. —Hoy dudo de todo lo que tiene que ver contigo —insiste despectivo—. ¿Cómo pudiste? Me aprieto los dedos y domino mi pena. Él no atiende a razones, a que yo tenía metas y necesitaba ser un doncel independiente, sin que se me impusiera cómo vivir. Viajar, trabajar y luego formar una familia. Sin mentiras ni secretos. —No estaba preparado para aquello otra vez y tampoco para ya tener un hijo... Anhelé que fuésemos una pareja de novios que se conocen, van a cenar, al cine... con vida social —confieso, abrumado por los recuerdos—. Después de que di el paso de casarnos, tus cambios volvieron a ser constantes… Peleas, arrebatos y celos por nada. Sin yo saber que vivía con una persona con problemas. Una casa destruida por ti, YoonGi... Necesitaba tranquilidad, la calma que perdí cuando llegué como el chico de servicio. Y doy en el centro de la diana, lo sé por un segundo en que él se agarrota, hasta que se recompone con la facilidad que demuestra desde que nos hemos reencontrado. —Una calma que yo te robé, ¿cierto, JiMin? Su ironía me asquea. —Tú no sabes nada de mí, YoonGi. ¡No sabes que yo también tuve que...! Da una patada en la cama y me apunta con el dedo en alto. —¡No lo sé porque te negaste a que lo supiera y se acabó, no me voy a volver loco de nuevo! —¡Yo tampoco he venido a esto! Me invade la desesperanza. Quiero saber tanto cómo está de esa enfermedad que nos causó un daño irreparable. Me muero por conocer qué es de él, de su recuperación, de su tratamiento, y si ha roto una nueva promesa. Gritarle que estoy aquí, aunque vuelva a caer con él. Porque no alcanzo la felicidad si no estamos juntos. —Los destrozos fueron estando prácticamente dormido, al despertarme y no tenerte. Pero no fueron más de tres veces y les pedí a todos que no te lo contaran para no hacerte daño sin motivo. Porque aquel día, JiMin... —se detiene, con la voz tan fría que corta como el cristal— ya hacía una semana desde el último arrebato. Fueron días esporádicos, te lo repito, tres en unas semanas. Y me destrozaba ver lo que había hecho. Me destrozaba por ti, por mis promesas que sí estaba dispuesto a cumplir. —Perdí la confianza —balbuceo sin fuerza—. Lo perdí todo y creí que me volvería loc... —No necesito saber nada más. No puedo volver atrás —Lo miro de reojo. ¿Me habla a mí o es una reflexión para sí mismo?—. Las respuestas que me has dado son coherentes, sin embargo, insuficientes para dejar a un hombre que se moría cada día porque no te tenía. ¡Un hombre con unos miedos que tú con tu marcha hiciste revivir! —Lo siento… YoonGi. ¡Lo siento mucho! Sin previo aviso, me tumba hacia atrás y mete una pierna entre mis rodillas. Ha perdido el control y me confunde, superándome cuando se deja llevar... Salvaje, rudo. —¿Lo sientes, JiMin? —me espeta, acercando su cara—. ¿Esto es lo que me tienes que decir? —¿Q-Qué esperas que te diga? —Me estás desafiando —afirma, sujetándome el mentón, sin posibilidad de escapar. Uno de los botones de mi camisa se sale dejando mis clavículas a la vista y él aprieta los dientes—. Eres el mismo descarado, pero con una gran diferencia: tú a mí ya no me vuelves loco. —¿En qué sentido lo dices? Hinco los codos en el colchón y la temperatura sube sin querer al incorporarme. Estamos cerca, muy cerca... Aspiro su olor, su aliento. Me duele la forzada proximidad. Me empuja hacia atrás, obligándome a retroceder. —¿Me estás provocando, maldito? —No... —Más te vale. Su actitud es agria y su rostro, endurecido. Camina hasta la puerta y la duda me acecha. Me duele y desgarra el alma, no lo puedo callar. Reprimo y disfrazo mi rabia cuando formulo la pregunta: —¿Por qué ella? —Se vuelve confuso, frunciendo el ceño—. NaEun, ¿por qué ella? —Porque siempre estuvo cuando la necesité. ¡Bah! Quiero reír, tan cínica como él. ¿Qué diablos me está contando? —No, ella nos hizo mucho daño con mentiras y confusiones. ¡También trajo recuerdos que a ti te hacían enloquecer! —Pero estuvo cuando tú no estabas. Me ayudó cuando mi esposo no se dignó a hacerlo —me reprocha con voz dura, controlada—. Ahora, sal y compórtate. Tu hermano y HoSeok te necesitan. No hago caso de su orden. —¿Están juntos? Se sorprende por mi osadía, lo sé. —Creo que no es asunto tuyo y no me hagas reír. No intentes reclamarme, JiMin —Señala la puerta—. Sal de una maldita vez y déjate de tonterías. —Cuida el tono conmigo —lo amenazo, envenenado por los celos—. Min, ya no soy tu empleado y no olvides quién sigo siendo en tu vida, aunque te niegues a creer que éste doncel tan frívolo formó parte de ella. Me incorporo y él entrecierra los ojos, negando. —Increíble —murmura incrédulo—. ¿Sales o te tengo que sacar yo? —Pruébalo... ¿O es una excusa para tocarme? Mi desafío le gusta, lo sé, y ladea la cabeza. Soy su Park JiMin y seré su Min JiMin —JiMin, sal, y es una orden. No quiero entrar en tus juegos, ¿entiendes? —Entiendo, pero no esperes que acate tus normas. Casi me hace reír su asombro. Sus órdenes me siguen volviendo loco, como sus cambios constantes. Lo amo a todo él... Incluso he echado de menos hasta lo peor durante nuestra separación. Al salvaje y tierno hombre que me amaba con una locura desesperada. ¿Perdido para siempre? Un puñal en mi pecho sería menos doloroso que ese pensamiento. No me muevo... —¿Qué mierda te propones? — Me encojo de hombros, superado por los acontecimientos—. ¿Me quieres sacar de mis casillas? —¿Qué estoy haciendo? Con una rapidez que me asombra, viene en mi busca y yo salto al otro lado de la cama, sin saber por qué, cayéndome de cara. Él acude, entiendo que a socorrerme, pero tropieza, aterrizando sobre mí, encima de mi trasero, y me estrecha sin querer. Gime, paralizándome... Su respiración se dispara y susurra en mi oído: —¿Es una trampa para esto? — me acusa sin alejarse. Ronroneo ahogado—. Muy astuto... no me provoques. —Eres tú quien me aplasta. Sin querer, sonrío hincando la frente en el suelo. ¿La situación puede ser más surrealista? —Me voy, JiMin. Y no quiero volver a verte —Sin embargo, no se mueve y yo me quejo por el dolor de cabeza que me ha causado el golpe y el cambio entre nosotros—. ¿Qué sucede? —Me duele... —¿El trasero? —¡La cabeza! Poco a poco, se retira y, con audacia, me da un azote en la nalga. Pego un respingo y lo miro por encima del hombro. YoonGi está estático, asombrado de su impulso. Por un segundo ha sido como antes... él me pica y yo replico, buscando cómo sentirnos cerca. No sé si es también su percepción, pero furioso, apunta: —Ahora ya te duelen las dos cosas. —Excusas baratas para tocarme —ironizo sin voz. Me tiembla todo, quiero más, ¿a qué está jugando? Su voz es fría, su cuerpo también, pero no su gesto—. YoonGi... —Olvídame. Tenso, abandona la habitación y yo lo sigo sin ganas, dolido y confuso por la situación. También sorprendido, ¿qué acaba de suceder? Se ha mostrado tajante en palabras y en hechos... Chocado, camino. Una parte de mí teme encontrarse con peleas o reproches. Revivir un pasado que no quiero recordar. Yo solo me torturo, ¿para qué necesito a nadie más? Aun así, me siento diferente. Estar aquí es como haber absorbido un poco de alegría y de felicidad perdidas. Al incorporarme a la fiesta, mis padres acuden a mi encuentro y con gestos les hago saber que no estoy bien. Las palabras no me salen... Me cuesta asimilar que me encuentro rodeado de invitados que asistieron a mi boda hace escasos meses. La decoración es elegante, aunque la casa de HaNeul y MiSuk es más amplia. ¿Dónde están o es que me rehúyen? Miro a mi alrededor y me cruzo con miradas indignadas, curiosas, odiosas. El más déspota es JungKook, cuando, amenazante, se planta frente a mí, mientras yo disfruto del bebé de HoSeok. —Espero que tu vuelta no sea definitiva —me dice prepotente. Hoy es el malcriado que aborrecí. Calmado, le pido a mi madre que se lleve a YeonJun—. YoonGi jamás será tuyo de nuevo, porque no lo mereces. Él será feliz con una mujer y esa mujer se llama NaEun. ¿Se repite la historia? Da un paso y yo el siguiente. Tal como lo empujó a los brazos de Naomie, hoy lo arroja hacia NaEun. Es un idiota. —Ella sí merece la pena y trata de levantarlo cuando tú lo tumbaste —continúa ofensivo—. Pero a pesar de todo, te agradezco que te fueras, porque así se hizo consciente de que no podía vivir más con la enfermedad sin ser tratado. ¿Qué quiere decir exactamente al hablar de eso? YuGyeom me aseguró que YoonGi abandonó el tratamiento pero que lo retomó luego... ¿Quién miente ahora? —No entraré en tu juego, JungKook... Te deseo lo mejor. —Yo a ti todo lo contrario. —Gracias igual —respondo sin más. «Vamos, que pase el siguiente.» Percibo una sombra detrás de mí y al darme la vuelta choco con HaNeul. Me avergüenzo enormemente y no puedo negar que es una de las personas que más he temido ver hoy aquí. Me apoyó en todo y yo la decepcioné... Me he equivocado al volver, no estoy preparado para esto. —JungKook, tú padre te está buscando —le dice a su hijo y le hace una seña para que desaparezca. Él se va apretando los dientes y chocando su hombro con el mío. HaNeul y yo nos quedamos cara a cara y cuando me sonríe, cierro los ojos, embargado por la emoción —Bienvenido, cielo, estás precioso. —HaNeul... —Mi voz se apaga, reprimiendo el llanto. La adoro, ella me entendió y cuidó como nadie. Con los días, deduje el porqué: sufría cada cambio de YoonGi y compartía mi pesar—. Yo... —No digas nada y no te atormentes, supongo que tuviste tus motivos. Y, recuerda, no te voy a juzgar, nunca lo hemos hecho el uno con el otro. «Por su secreto con los padres de YoonGi.» Me pone la mano en la mejilla y yo me rozo con la calidez de su palma. Es la única persona que me recibe con cariño y yo lo necesito. Estoy a punto de derrumbarme con tantas presiones en un día tan intenso y difícil como hoy. —Lo pasé muy mal, JiMin, no te voy a mentir, pero tengo el presentimiento de que todo lo que ocurrió sirvió para algo —Alzo una ceja, incitándola a seguir—. Él necesitaba un motivo para cambiar y con tu marcha lo entendió. Lo dejó y retomó, sí... Con malentendidos quizá. No sé. También tú soportaste mucho y no te puedo crucificar. —Eres la única que me entiende sin juzgarme —musito, con un nudo en la garganta—. Yo no estaba bien, HaNeul, creí estar volviéndome loco al evocar cada día los recuerdos de la complicada relación que tuvimos. La sensación de no sentirme útil para él o ver que YoonGi me alejaba de su vida y yo no conocía al hombre al que tanto amaba. —Lo sé, claro que lo sé —Me mima con ternura. Su expresión manifiesta la felicidad que siente al verme, lo sé. Es sincera—. Y no me preguntes por él, es necesario que los dos conozcan el estado del otro a través de ustedes mismos. Sin intermediarios. La culpa del distanciamiento ha sido la de ambos y, de no haber pasado este tiempo separados, tal vez los habrían destruido. Él... en fin, yo creo que le faltas tú. —Pero... La voz de MiSuk se eleva desde el fondo y, al mirarlo, me saluda y yo le devuelvo tímido el gesto. Veo por su mirada que necesita tiempo, no hay hostilidad en él, pero sí prudencia. —No vuelvas a marcharte —dice HaNeul, yéndose hacia su esposo—. Lucha por lo que te pertenece. Me emociono y me lanzo con la pregunta que frena mi decisión de querer intentarlo... —Sólo dime, ¿está con ella? —Son amigos —aclara y me sonríe—. Ven a casa cuando quieras, me gustaría que hablemos. Y antes de marcharse, me estrecha entre sus brazos sin interrupción con tanta sinceridad que consigue que me relaje. HaNeul me apoya y está a mi lado, un estímulo más para recuperar al Park JiMin que ella contrató. —No olvides que me tienes aquí —cuchichea en mi oído—. Quizá no fue su momento y ahora tienen la oportunidad de empezar de cero... sin precipitarse esta vez. Creo que merece la pena luchar. Joder, qué lloraré. —Gracias, HaNeul —le agradezco—. Gracias por tanto. —Estoy contigo. Se marcha, sé que emocionada, con una risita tan tierna como ella. Y yo me encuentro sonriendo como un bobo. Solo y recapacitando sobre su consejo. ¿Será posible poder reconquistar este amor? ¿Podremos luchar por nuestro matrimonio a pesar de lo sucedido? YoonGi y yo necesitamos hablar, ¿o ya no? —JiMinie, ¿estás bien? —La voz de HoSeok me hace volver en mí—. Te veo muy pensativo. —Estoy bien —lo tranquilizo—. ¿Y YeonJun? Incómodo, desvía la vista hacia un punto por detrás de mí y ahí está YoonGi con el bebé... Suspiro y el impulso de acompañarlos es tentador. La escena, tan tierna y emotiva, hace que otro tipo de emoción me embargue. YoonGi está de rodillas en el suelo, jugando con YeonJun, que se halla en su sillita de paseo. Los dos ríen. —Se adoran —dice mi amigo—. La conexión que existe entre ellos es algo grande, impresionante. —Él quería un hijo —recuerdo melancólico—, pero yo no quise dárselo. —No estabas preparado —me justifica. Asiento con la cabeza sin arrepentirme de esa decisión. Irme con un pequeño habría sido...—. Te voy a dar un consejo, no te estanques en el pasado, no es bueno para ti. Ni yo quiero hacerlo, reconozco en mi interior, contemplando a YoonGi como en un sueño. Volver atrás es sufrir y no, no puedo. Tengo que recomponer mi vida de un modo u otro. —Había vuelto con otra idea — explico en voz baja—, pero al verlo y saber lo que vivió de sus propios labios... saber que es capaz de tolerar mi presencia... Siento que no puedo. Quiero recuperarlo. —No sé si eso es posible —me advierte HoSeok con sinceridad—, pero si hay alguna forma, desde luego no es lamentándote... A él lo enamoró tu alegría, tráela de vuelta. —Más serio, apunta—: Pero piensa antes de actuar, no quiero que le hagas daño. Eso no te lo podría perdonar otra vez, aun siendo mi mejor amigo. Opto por ignorar su advertencia, ¿es un complot contra mí? Yo me mantuve al margen cuando su ahora marido hacía con él lo que quería... —Gracias por el consejo, Hobi — Lo abrazo y me refugio en su calor. Es maravilloso sentirme confortado por él. Lo quiero mucho, aunque la tensión no nos permita disfrutar de la misma amistad—. Te he echado de menos. —Yo también y no sabes cuánto —En ese momento noto que se tensa y veo a NamJoon a nuestra izquierda—. Hola, amor, saluda a JiMinie. Noto el rencor del hermano de YoonGi al decir: —Hola, JiMin —Sonrisa falsa—. Veo que estás bien. Agotado, me rasco la frente. Los reproches se suceden uno tras otro. —Sí, bien... y me alegro de volver a verte. Aparto mis ojos de los suyos y busco a YoonGi con la mirada. El frenético eco de mi corazón resuena en mis tímpanos cuando NaEun se le acerca y le ofrece una copa. Contengo el aliento hasta ver la reacción de él. Niega con la cabeza y la rechaza, entonces su mirada se encuentra con la mía a propósito, lo sé... Trago con nerviosismo, intuyendo qué ocurrirá: coqueteará con ella en mi presencia... Y respiro hondo al darme cuenta de que la ignora y continúa jugando con YeonJun. ¡Toma ésa, estúpida! Con una sonrisa malévola, me despido de HoSeok. —Voy a tomar algo, creo que la fiesta será larga... Y camino tan apresurado para no tener que verlos juntos, que al avanzar y tomar impulso choco contra el pecho de un hombre. Avergonzado, lo esquivo, pero él me atrapa del brazo, deteniéndome. Me hace daño y, enojado, me suelto con brusquedad. —¿Qué haces y por qué me tocas? —Soy Jackson —se presenta, tendiéndome la mano—. ¿Y tú? Pero, bueno... qué descarado. ¿Y esta forma de devorarme con su asquerosa mirada? Nunca lo había visto, de cabello negro y alto. —A ti qué te importa. Cerdo. —Hum, salvaje —Atrevido y pensativo, pregunta—: ¿Una copa? ¿Quién es éste? —¿Una bofetada? —Mi burla sólo hace que se acerque más—. Hey, hey. Aléjate y vete al infierno. —Si eres tan apasionado respondiendo, en la cama tienes que ser una fiera, mientras... Está borracho... Mi mano derecha aterriza tan fuerte en su mejilla que la palma me arde. Él se la roza sorprendido y enfadado. —No me vuelvas a tocar o te juro que te saco de aquí y... —Calma —me regodeo— y menos lobos, caperucita. Uf, uf, otro choque… El cuerpo de YoonGi frenan a Jackson, consiguiendo que cada centímetro de mi cuerpo anhele otro acercamiento. —JiMin. Suspiro aliviado al oír su voz. Volver es caer y yo ya estoy a sus pies. Revivo el amor que he querido olvidar cuando me lo ha negado y al mirarnos es aún peor. De nuevo la pregunta: ¿cómo he podido estar sin él? ¿Cómo nos ha pasado todo esto con el amor tan grande que nos unía? —Necesito que hablemos un momento —afirma YoonGi—. Jackson, si me disculpas, enseguida te lo devuelvo. ¿Te lo devuelvo? Voy tras él con una sonrisa, recordando las palabras de HoSeok. Hoy, no sé por qué, me siento más yo. Con la osadía y el atrevimiento que YoonGi descubrió en mí, multiplicados. Pero al llegar a la sala contigua, me sorprende su semblante fiero y agresivo. —¿Cómo puedes ser así? ¿Has venido para esto? —Señala asqueado hacia la puerta—. ¿Para coquetear con otros en mi cara? ¿Quién eres? No eres aquél JiMin. ¿Qué? —Er... no, él... —Me importa una mierda, ¿¡entiendes!? —Los ojos se le salen de las órbitas, mirándome alterado y despreciativo. Veo su agarrotamiento, su rigidez. Realmente cree lo que dice, ya no se fía de mí—. Has cambiado tanto que no te reconozco. ¡No podré confiar en ti nunca más! ¿Sabes?, fue lo mejor que te marcharas. Ahora entiendo que has sido la equivocación más grande de mi vida. —¿Cómo? —Me frustra y me desgarra—. ¡Mientes! —No en cuanto a ti, JiMin — Contemplo cómo me rechaza y eso me paraliza—. Esto es lo que has conseguido. Me hiciste pedazos como ni siquiera lo consiguió mi madre... Eres un error que quiero borrar para siempre. Me niego a creer sus palabras tan duras y repugnantes. Mis nervios se esfuman y, con decisión, me propongo no arrastrarme suplicando amor. No cuando él no reconoce que su actitud fue lo que nos llevó a aquel punto de inflexión. —Ya basta, ya basta. Sé que hice mal y pido perdón por ello, pero no voy a dejar que me pisotees más — Lo apunto con el dedo—. ¿Yo soy tu mayor error? Y esa cínica que llevas al lado, ¿qué? ¿Ya no recuerdas cuando te volvía loco contándote mentiras de mí? ¡¿No te acuerdas?! —Cállate —me ordena secamente. —¡No me da la gana! Esto es lo que ella quería. Dejó a HyunWoo para recuperarte a ti y tú, como un estúpido, has caído —Mi tono de voz va subiendo con mis celos, no tolero su actitud—. ¡No me dejaré humillar! La defiendes porque te la tiras cuando te apetece, ¿no es cierto? Cruza las manos sobre el pecho y, despreocupado, se apoya en la puerta. ¿Disfrutando? Yo, celoso, sintiendo odio por NaEun y por mí, gruño: —Jamás te podrá tocar como yo lo hice y nadie te complacerá como yo. —¿Estás seguro? —me reta con una media sonrisa, agarrotándose por segundos—. La verdad es que ya no me acuerdo de cómo eras, hace bastante tiempo que lo olvidé. Eso duele, y mucho, tanto, que me acerco a él y lo empotro con mi cuerpo contra la puerta. Lo embisto. Dios, flaqueo y jadeo con su solo roce. La descarga que siento es intensa, agradable y tan abrumadora que enloquezco y me dejo llevar. El mismo fuego de antes se enciende entre nosotros. —¿No te acuerdas? —Mi respiración se descontrola, YoonGi niega con la mandíbula apretada y alta, desafiante—. ¿No recuerdas cómo eran mis manos en tu piel, gozando sin control, como tú mismo me enseñaste a hacer? — Traga con dificultad—. Si no tienes memoria, yo puedo ayudarte. —No quiero sobras. Me agarra de la cintura para alejarme, pero yo me aferro a sus manos. No puedo ocultar un suspiro de satisfacción ante el contacto, adivino su estremecimiento. —No te voy a tocar —masculla ronco—. No quiero lo que otros han manoseado siendo mío. Porque legalmente sigues siendo mi esposo. —Y tú mi marido y, sin embargo, esa arrastrada te toca —protesto furioso—. ¿La quieres? —¿Cómo? —Ríe con sorna—. Qué cínico eres. ¿Crees que puedes irte durante meses, disfrutar de la vida y ahora venir exigiendo? Estás muy equivocado. Ya no soy el tonto que te amó. —¿La quieres? —Acaricio sus manos y no se aparta, pero tampoco habla. Joder, joder. ¿Cómo eliminar esta distancia tan abismal que nos separa?—. YoonGi, yo... Al oírme pronunciar su nombre, cierra los ojos y yo callo sin entender su reacción. Rozo su piel con la mía, acercándome con el vello erizado y él se queda... quieto, callado y ciego. Tomo impulso y me contoneo, recordando que en nuestros comienzos, pese a aborrecernos alguna vez, nos entendíamos en la cama. ¿Puede volver a ser mío? ¿Es el camino para destrozar sus barreras? En aquel momento funcionó... —No, ella no te puede hacer sentir como yo. Sacar al hombre fiero y voraz en el sexo que tú eres. No, YoonGi, no despertará tu pasión como yo lo hacía — ronroneo muy cerca de sus labios y mi mundo se desploma debajo de mí por la proximidad, por su olor tan familiar. Él sigue duro y distante—: Me repetías que nadie podría tener ese efecto sobre ti. Nunca te saciabas, ¿recuerdas? Nada... Tembloroso, me apodero de su mano y la deslizo hacia mi glúteo. Lo provoco, lo incito a que me tome como sé que quiere hacerlo. Cuando su palma roza mi nalga, gimo y él despierta de su trance. Me relamo los labios y me los mira. —Aquel tiempo pasó —asegura gélido—. Ya no queda nada. —¿Nada, YoonGi? —Nada, JiMin. Levanto las manos a punto de darme por vencido, no tiene sentido que fuerce algo que él no quiere... Pero entonces, aprieta su evidente excitación contra mi cadera. Jadeo quieto sin apartarme. El ambiente se caldea y el deseo se hace insoportable. Me abrasa. —Algo queda —susurro turbado—. Me sigues deseando. —Tanto como te odio —gruñe y lleva su otra mano hacia mi glúteo y me las masajea, excitándome—. ¿Qué buscas? —¿Y tú? Gimoteo, me arqueo instintivamente... y él detiene todo movimiento, confundiéndome y aturdiéndome. —Te fuiste y te negaste a decirme dónde estabas. Harto, replico: —Luego me arrastré suplicándote en aquella llamada y no me dejaste volver. Maldice y niega como si yo hubiera perdido la cordura. —Ya era tarde. Cambié por ti, fui otro como jamás pensé que pudiera serlo y tú no supiste valorarlo —masculla despectivo—. Te esperé, te esperé en nuestra cama... —Hace un mohín y se le forman arrugas en el rostro. Mi corazón se desgarra—. Pensé que regresarías, pero nunca lo hiciste. No quise resignarme a perderte y me comí las calles buscándote, incluso de madrugada. Con tu hermano, desesperado a mi lado. Dejé de ser quien era por ti y nada te importó. Ahora mi vida es otra y tú no estás en ella. Conociendo su carácter, la imagen de él buscándome me impresiona. Aun así, no me callo. —Para mí tampoco fue fácil, YoonGi. Tuve muchos sentimientos contradictorios cada día desde que vi que me mentías. Miedo al pensar que siempre sería lo mismo, dolor al querer alejarte de mi vida y a la vez... desearte en ella. —No fue suficiente, ¡no me amabas como yo creía que lo hacías! —¡Estuve yendo al psicólogo! ¡Antes de marcharme me destrozaste de tal modo que todo se me vino encima! ¡Me culpé del dolor de tu familia y de la mía, no podía con tanta presión! —grito y golpeo su duro pecho—. He pensado tanto... Quizá yo te perjudicaba, no sé. Llegó un momento en que no sabía nada. Tenía ataques de ansiedad. No sólo tú sufriste. Se encoge de hombros y arruga la nariz tras mi confesión. Descanso la mano en su corazón, buscando signos de aquella debilidad que sentía por mí... y no hallo nada. Permanece inquebrantable y sin articular palabra, y yo desesperado por hacerle entender mi dolor alejado de él. —YoonGi, cuando llegué por primera vez a tu casa, lo nuestro se desató de una manera que nos sobrepasó a los dos. Yo no creía en el amor ni tú confiabas en nadie. Tenías más experiencia en la vida, en los desengaños y cargabas mucha mierda a tus espaldas. Y me arrastraste contigo. Tu presión fue muy dura para mí y no fui del todo consciente de ello hasta que me marché... Me asusté y decepcioné al ver aquella pared golpeada cuando ya me proponía volver. —JiMin... Me arrimo, conmovido por su susurro. Su cuerpo me busca, sin embargo, no hace nada para derribar la muralla que nos separa. Yo insisto... apoyo las manos en la pared y lo acorralo con movimientos sensuales, recordándole lo coqueto y fiera que era en la intimidad. Sé que me quiere, que me desea... pero no se rinde. —Creía que sería nuestra destrucción y la de nuestra familia. Los oí, YoonGi... nadie estaba bien y tú, sin querer, con tus secretos, derrumbaste nuestra confianza cuando yo me debatía y luchaba por creerte. Tú exigías y yo ya no podía entregarte más, porque te di todo lo que pude. —Podías, JiMin. ¡Quedarte conmigo me era suficiente! —¡Lo siento, ahora estoy aquí! Quiero saber de ti, de tu vida... de cómo sigues, y apoyarte. ¡Lo haré, aunque no pueda más! —Clava las uñas en mi cadera y acerca su nariz a la mía. Agresivo, perturbado. Se debate, lo sé—. Bésame, te mueres por hacerlo y yo te voy a recibir como siempre. Piensa y, agonizante, me embiste con su cuerpo hasta que me hace daño y luego se inmoviliza. Me rechaza suspirando, mientras se pellizca el puente de la nariz y me observa. Quizá ya no me cree, su confianza hacia mí nunca ha sido firme y hoy me lo demuestra. Descubro con alarma que su frialdad está de vuelta. —No te confesé los percances que tenía para no herirte y preocuparte. Te dije que estaba cambiando y era cierto — retoma—. Pero no tenerte en momentos tan difíciles era duro, no era consciente del todo de aquello, dormía gracias a las pastillas. Asiento, no sé qué decir. —Ya no más, JiMin —sentencia—. Tu juego ha terminado. Lo maldigo por dejarme tirado como una basura para continuar con la fiesta, cuando mi cuerpo apenas se sostiene por la impresión. Si se niega, yo no voy a suplicar un amor que ya no me corresponde... Mi lugar está aquí y recuperaré mi vida. Quiero ser yo. Me paso la mano por el pelo y me aliso la ropa. Salgo con mi mejor sonrisa y me olvido de que él existe. Sé que hablaremos más y que este sitio es el menos apropiado. No podemos ignorar lo que nos une, somos adultos para aceptar que ninguno supo comprender al otro. ¿No siente nada por mí? ¡Ya! En las siguientes horas, disfruto de la compañía de mis padres, de YeonJun, HoSeok y YuGyeom. Aunque este último apenas me habla y cada vez que abre la boca es para lanzarme un nuevo reproche. Hundido por todo y por todos, bebo más y más... Creo ver doble. YoonGi me ve y cierra los ojos, no sé si dar un paso hacia delante o hacia atrás. La sala está casi vacía, ya que prácticamente todos los invitados están en el jardín. —JiMin —Es HaNeul—. Baila un poco, demuéstrale que estás aquí. ¿Seré capaz? Disimulando, me coloco en un lateral sin llamar la atención del resto, sí la suya y la de su acompañante. Me muevo y meneo la cintura, le doy la espalda y exhibo la curva de ésta que sé que le enloquecía... Nuestras miradas se cruzan, advierto su rabia y leo la advertencia, que no acato, mientras él avanza y viene hacia mí. Azorado, sonrío para él... que se desvía. ¡No! Se ha i

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