Genética y Evolución de la Conducta PDF
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Summary
Este documento analiza el papel de la genética en la conducta humana desde sus inicios hasta la actualidad. Se examina la interacción entre herencia y ambiente, y se discuten las perspectivas dualistas que han dominado el conocimiento psicológico durante varias décadas. Se ofrecen también algunas pruebas que desmienten la existencia de un dualismo mente-cuerpo.
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TEMA 2 ¿CÓMO HA IDO CAMBIANDO LA GENÉTICA DE LA CONDUCTA DESDE SU INICIO? PRESENTACIÓN La Genética del Comportamiento es, hoy en día, una de las disciplinas emergentes en el campo de la Psicobiología. Esta creciente presencia radica en tres motivos principales: El eje central de inve...
TEMA 2 ¿CÓMO HA IDO CAMBIANDO LA GENÉTICA DE LA CONDUCTA DESDE SU INICIO? PRESENTACIÓN La Genética del Comportamiento es, hoy en día, una de las disciplinas emergentes en el campo de la Psicobiología. Esta creciente presencia radica en tres motivos principales: El eje central de investigación en Genética de la Conducta gira alrededor de una de las preguntas que ha sido motor de la investigación psicológica (¿Qué es heredado y qué es aprendido?) y se centra en la dialéctica herencia/ambiente a la hora de explicar y predecir el comportamiento. Ambas dicotomías (heredado/aprendido – herencia/ambiente) se hallan presentes en la base de muchas de las preguntas de investigación que los psicólogos se han hecho. El desarrollo de nuevas estrategias de investigación, el esfuerzo científico invertido en el conocimiento del genoma humano y la incorporación de grupos de investigación multidisciplinares ha conllevado que la Genética de la Conducta sea una de las áreas de investigación más prometedoras y de mayor potencial de crecimiento. El reconocimiento de este potencial llevó a la APA incluso a generar una iniciativa en este campo y una página web sobre “Genetics in psychology”. Los descubrimientos que se producen en el ámbito de la Genética del Comportamiento tienen un reflejo inmediato en los medios de comunicación. Sin embargo, la capacidad de comprensión de estos avances está limitada por un déficit de conocimientos acerca de los métodos utilizados, los conceptos manejados y el alcance de los resultados. Por esta razón, las noticias surgidas de los grupos de investigación son frecuentemente malinterpretadas ofreciendo una visión determinista y alejada de la realidad. DUALISMOS Y PSICOLOGÍA Durante décadas el conocimiento en Psicología ha estado dominado por posturas dualistas. Esta tendencia a pensar acerca del comportamiento en términos dicotómicos se ilustra con dos preguntas que observan la conducta desde una perspectiva de enfrentamiento: 1.- ¿Fisiológico o psicológico? 2.- ¿Heredada o aprendida? Ambas son el resultado de un planteamiento incorrecto y están mal encaminadas. ¿FISIOLÓGICO O PSICOLÓGICO? La idea de que los procesos humanos entran en una de estas dos categorías, fisiológico o psicológico, procede del siglo XVIII, a raíz de los conflictos entre la ciencia y la Iglesia. Hasta entonces el conocimiento pertenecía a la Iglesia. Pero a partir del Renacimiento se comenzó ya a acumular suficiente información, proveniente de la observación y la experimentación, para abrir una brecha entre la Verdad ostentada por la Iglesia y el Conocimiento detentado por los científicos. El conflicto fue resuelto por R. Descartes. Su propuesta daba como resultado la división del universo en dos partes, concediendo una a la ciencia y otra a la Iglesia. Argumentó que el universo se compone de dos elementos: La materia física, que se comporta según las leyes de la naturaleza. El cuerpo humano entraba en esta categoría. La mente humana (alma o espíritu), que carece de sustancia física, controla el comportamiento humano, no obedece a leyes naturales y es, por tanto, competencia de la Iglesia. El dualismo cartesiano tuvo una gran aceptación y, a partir de aquel momento, se generalizó la idea de que el cerebro y la mente humana constituían entidades separadas. De hecho, aún hoy, aunque se comprende que el comportamiento y los procesos mentales tienen una base fisiológica, sigue presente el concepto de que hay una parte de la actividad humana que, de alguna forma, trasciende al organismo. Esta dicotomía ha impregnado la Psicología en general. Sin embargo, a la luz de los avances científicos, los nuevos conocimientos y técnicas y la propia evolución del pensamiento, esa cuestión ha quedado ya obsoleta. PRUEBAS EN CONTRA DEL DUALISMO MENTE-CUERPO Hay dos tipos de pruebas que desmienten la existencia de un dualismo de estas características: ⎯ Incluso los procesos psicológicos más complejos (emoción, memoria, autoconsciencia,...) pueden ser modificados por lesiones o por la estimulación de determinadas regiones cerebrales (Autoconsciencia: asomatognosia). ⎯ Algunas especies no humanas poseen habilidades que, originalmente, se asumía solamente podían pertenecer a nuestra especie (Autoconsciencia: reconocimiento en el espejo). ¿HEREDADO O APRENDIDO? El conocimiento popular ha reflejado el interés por este problema. Existe una cultura popular que refleja ya este interés, y la observación no-científica de que determinadas características (conductuales) se transmiten de una generación a otra. Sin embargo, los científicos han mostrado más dudas en lo que respecta a esta cuestión. Durante siglos se ha debatido acerca de si los humanos, y otros animales, heredan sus capacidades conductuales, es decir se desarrollan en el reino de lo fisiológico y tangible; o si las adquieren por medio del aprendizaje, es decir en el ámbito de lo inmaterial. Esta cuestión se conoce también como el dualismo entre naturaleza y crianza (nature vs nurture). La mayor parte de los primeros psicólogos experimentales norteamericanos, se inclinaban por el aprendizaje más que por la naturaleza, otorgándole a éste un poder casi ilimitado. Paralelamente, en Europa, la Etología se convertía en un enfoque dominante en el estudio del comportamiento. La etología europea se centraba en el estudio de la conducta instintiva (comportamientos que tienen lugar por parte de todos los miembros de una especie ante determinados estímulos). Estos comportamientos no parecen ser aprendidos y los primeros etólogos dedujeron que eran completamente heredados. Consecuentemente, pusieron gran énfasis en el papel de la naturaleza o en los factores heredados en el desarrollo del comportamiento. Ambas líneas de investigación se equivocaron en parte. LA POSICIÓN DE LA GENÉTICA DEL COMPORTAMIENTO Desde los primeros intentos de abordar desde una perspectiva científica la cuestión acerca de si los rasgos del comportamiento se transmitían de padres a hijos, con los trabajos de Francis Galton (El genio hereditario), el estudio de las influencias genéticas en la conducta humana ha sufrido altibajos, pasando por momentos en los que ha tenido cierto apoyo social y periodos en los que la posibilidad de que factores génicos pudieran afectar de alguna forma al comportamiento humano se observaba casi como una aberración (EUGENESIA Seleccionar lo bueno) Estos vaivenes han sido producidos por las profundas connotaciones en la vida social de las conclusiones derivadas de la investigación en este campo. La genética de la conducta aspira a comprender mejor el comportamiento humano y, por tanto, trata de la libertad humana. De la misma forma, esta disciplina estudia el motivo de las diferencias entre individuos de nuestra especie y, por tanto, levanta cuestiones acerca de la igualdad. La controversia surgida ante este tipo de problemas es en parte responsable de que la genética de la conducta haya estado proscrita del pensamiento en ciencias sociales, dominado por una corriente “ambientalista”, durante la segunda mitad del siglo XX. Dicho planteamiento ha sido criticado por Steven Pinker en tres de sus principales pilares, basándose en los conocimientos aportados desde cuatro disciplinas (Ciencia cognitiva, Neurociencia, Genética del Comportamiento y Psicología Evolucionista): ⎯ La tabla rasa: El modelo ambiental se basa en la doctrina de la tabla rasa de John Locke, según la cual la mente humana es infinitamente plástica, y toda su estructura procede del refuerzo y la socialización. Desde este punto de vista, todos los individuos nacen con las mismas potencialidades, una tabla rasa a partir de la cual el ambiente va creando las diferencias en el individuo. Sin embargo, es evidente hoy en día, que distintos sujetos nacen con diferentes potencialidades y no podemos asumir un efecto unilateral por parte de los factores ambientales sobre la conducta. ⎯ El buen salvaje: Con origen en Rousseau, esta idea plantea que el mal no tiene su origen en la naturaleza humana, sino en las instituciones sociales. Los comportamientos negativos para la vida social son achacados al ambiente donde se ha criado el individuo que, originalmente, ha nacido naturalmente bueno. Esta doctrina se identifica en la negación “científica” de toda insinuación acerca de que en la naturaleza humana pudiera existir alguna tendencia a la violencia o la guerra. ⎯ El fantasma en la máquina: Independientemente del pensamiento religioso, las ciencias sociales tienden a insistir en la presencia de algo inmaterial que gobierna el organismo. La creencia de que somos algo aparte de la biología, libres para escoger nuestras acciones y definir nuestros valores y objetivos. La posibilidad de que no exista tal elemento genera un materialismo difícilmente reconciliable con el pensamiento ambiental. Sin embargo, nunca se da una explicación de en qué consiste ese “yo”. LA GENÉTICA DE LA CONDUCTA HOY EN DÍA A partir de los años 80, se retoma la cuestión desde un punto de vista más científico. Hoy en día la mayoría de los científicos sociales y conductuales, aceptan un efecto significativo de la herencia en las puntuaciones de C.I. Es decir, se ha producido una cierta normalización del papel de la Genética de la Conducta en las Ciencias del Comportamiento. Esta normalización convive aún con una visión simplista derivada del desconocimiento de los mecanismos de actuación de los genes y de sus vías de influencia sobre la conducta. En muchos casos, se ha postulado la existencia de relaciones lineales directas entre genes individuales y conducta, sugiriendo que genes simples pudieran tener efectos importantes sobre la conducta. Sin embargo, en la actualidad, entendemos que tal relación es mucho más compleja y cualquier intento de explicación de la conducta debería contemplar el efecto combinado de un gran número de variantes génicas y el ambiente. La genética conductual es una de las ramas de la ciencia que ofrece más oportunidades para el sensacionalismo mediático, lo que promueve una visión simplista y determinista de las relaciones entre genes y conducta. PRUEBAS EN CONTRA DEL DUALISMO NATURALEZA-CRIANZA Esa visión simplista que contrapone naturaleza y crianza también tiene pruebas rotundas en su contra, aunque se ha mostrado más resistente que el anterior (fisiológico-psicológico). Esto es debido, en parte, a las profundas connotaciones, incluso de naturaleza política, que conlleva. Las pruebas en contra de este dualismo han ido modificándolo, pero no eliminándolo por completo, de forma que ha persistido hasta nuestros días: La primera prueba consistió en demostrar que existían factores, que no eran herencia ni eran aprendizaje, pero que afectan a la conducta, como el ambiente fetal, la alimentación o la estimulación sensorial. El resultado fue que se amplió el concepto de crianza hasta incluir casi cualquier factor que modificara o modulara lo que, supuestamente, estaba predeterminado genéticamente. La dicotomía pasó entonces de genética-aprendizaje a genética-ambiente. Posteriormente se ha argumentado convincentemente que el comportamiento siempre se desarrolla bajo el control combinado de naturaleza y crianza, y nunca puede ser el resultado únicamente de uno o de otro. ¿Qué parte es genética y qué parte es ambiental? El dualismo continúa subyaciendo a la cuestión y su planteamiento de partida no es correcto. Se basa en la premisa errónea de que los factores genéticos y ambientales se combinan de forma aditiva, que sus efectos se suman. El planteamiento actual pasa por entender que la conducta no es meramente la suma de los efectos de factores genéticos y ambientales, sino el producto de una interacción constante y multidireccional. FACTORES GENÉTICOS Y AMBIENTALES Dentro de este marco general de interacción continua, se puede diferenciar, de forma general, entre distintos grupos de factores que contribuyen al comportamiento: ⎯ Factores genéticos compartidos: Se refiere a todos aquellos efectos genéticos que son iguales para todos los miembros de una especie. ⎯ Factores ambientales compartidos: Hace referencia a aquellos elementos ambientales que están presentes de forma generalizada. ⎯ Factores genéticos individuales: Son los efectos producidos por la combinación particular de genes que tiene cada individuo. ⎯ Factores ambientales individuales: Son aquellas influencias derivadas de las experiencias personales de cada individuo. Para la Genética de la Conducta los 4 tipos son importantes, lógicamente, pero el foco fundamental de su atención son los factores individuales, tanto genéticos como ambientales. Es decir, que nos hace diferentes a unos de otros. LEYES DE LA GENÉTICA DE LA CONDUCTA Estos factores genéticos y ambientales individuales interactúan entre sí y producen las variaciones en el comportamiento. Las llamadas “leyes de la Genética de la Conducta” formuladas por Turkheimer (2000) son: ▪ Primera ley: Todos los rasgos conductuales humanos son heredables. ▪ Segunda ley: El efecto de ser criado en la misma familia es menor que el efecto de los genes. ▪ Tercera ley: Una porción sustancial de la variación en rasgos conductuales complejos en humanos no puede ser explicada por el efecto génico o familiar. Es decir, el ambiente es muy importante, pero su efecto consiste en hacernos diferentes, más que en hacernos parecidos. GENES, EVOLUCIÓN Y COMPORTAMIENTO Existe una relación íntima entre los genes y la evolución. Como es bien conocido, la biología moderna comienza con la publicación de “El origen de las especies” de Darwin en 1859. En su teoría, Darwin argumentó que la evolución tiene lugar por selección natural. Señaló que los miembros de cada especie varían enormemente en cuanto a su estructura, fisiología y comportamiento, y que los aspectos heredados que se asocian con la supervivencia y reproducción, son los que pasarán con más probabilidad a la siguiente generación. Entre estas características se encuentran aspectos morfológicos y funcionales y también conductuales. En este marco algunas de las disciplinas psicobiológicas tienen una importancia especial: la etología/psicología evolucionista y la genética de la conducta. ETOLOGÍA Y EVOLUCIÓN DE LA CONDUCTA Tanto la Psicología evolucionista como la Etología mantienen una relación directa con la Genética de la Conducta. Esto es lógico ya que al hablar de los factores evolutivos asociados a la conducta hay que acabar hablando también de los factores genéticos, dado que en su variabilidad y en su selección se apoya la evolución. El interés de la Psicología Evolutiva y de la Etología se dirige a conocer el significado funcional o adaptativo de la información genética, mientras que para la Genética de la Conducta lo importante es ofrecer una explicación del comportamiento desde las influencias genéticas y ambientales. INVESTIGACIÓN EN GENÉTICA DE LA CONDUCTA La Genética de la Conducta es la disciplina que se encarga de estudiar las influencias o las bases genéticas del comportamiento, y de analizar la contribución relativa de genética y ambiente a la conducta. Con respecto al nivel biológico en el que centra su estudio la Genética de la Conducta, Plomin y cols. consideran tres posibles enfoques: ⎯ Enfoque centrado en el gen, que consiste en identificar un efecto genético sencillo y estudiar su influencia sobre la conducta. ⎯ Enfoque centrado en la fisiología, que consiste en identificar intermediarios fisiológicos sobre los que operan los genes para producir su efectos sobre la conducta. ⎯ Enfoque centrado en la conducta, que consiste en seleccionar una conducta por su interés intrínseco o social y tratar de averiguar en qué medida las influencias genéticas y ambientales hacen diferente esa conducta de otras. En lo que se refiere a las técnicas que emplea la Genética de la Conducta, hay que destacar que la mayoría de ellas han sido diseñadas para intentar analizar la influencia que los factores genéticos y ambientales ejercen sobre la conducta. Las técnicas utilizadas con animales se han centrado en estudiar aspectos básicos de la herencia sobre una determinada conducta tales como genes implicados y modo de transmisión. Los estudios con humanos, fundamentalmente, han tratado de discernir entre la contribución relativa ambiental o genética sobre la variabilidad en una determinada conducta, trastorno o capacidad.