Virtud de la Justicia y Comunidad

Los animales, incluso en grupos como enjambres o manadas, no muestran verdadera relacionalidad porque no tienen conciencia de su participación en el bien común. Actúan por instinto.

La relacionalidad humana implica la participación consciente y libre de los individuos en un bien común, basado en el entendimiento mutuo y el respeto.

La relacionalidad en la sociedad humana es esencial para la fortaleza de las instituciones y comunidades. Fortalece la familia, grupos, escuelas, empresas, municipios y el Estado.

La ética nos llama a buscar el máximo bien posible en cada uno de los ámbitos de nuestra vida, no solo a un mínimo común denominador que permita que las cosas funcionen.

La ética no se limita a la vida personal, sino que también permea la vida social y profesional. Debemos aspirar al máximo bien en todas las áreas.

La virtud de la justicia no se limita a evitar actos injustos, sino que impulsa a hacer el bien, aportando lo mejor de nosotros mismos a la sociedad y al desarrollo personal.

El interés personal no debe ser la guía para determinar qué aportamos a la sociedad. La virtud de la justicia nos impulsa a buscar el bien común, incluso si eso implica sacrificios personales.

La realización personal y profesional se logra plenamente cuando vivimos la virtud de la justicia, buscando el bien común y ofreciendo lo mejor de nosotros mismos.

El empobrecimiento de nuestra sociedad ocurre cuando cada persona limita su contribución al bien común, perdiendo la oportunidad de crecer y desarrollarse a través de la justicia.

La idea de que los derechos solo existen en el contexto de la existencia humana.

Decir que algo tiene "valor" depende de su relación con los seres humanos.

La gravedad de una acción depende de su relación con la dignidad humana.

La justicia exige el reconocimiento de la dignidad del otro.

Las relaciones humanas deben considerarse primero desde una perspectiva moral.

Las relaciones personales y comunitarias establecen una jerarquía de valores.

Las leyes deben regular el bien y el mal en función de la dignidad humana.

Las plantas, animales y cosas tienen un valor que depende de su relación con la dignidad humana.

Los derechos humanos son inherentes a todas las personas debido a su naturaleza personal, su capacidad de autodeterminación y su búsqueda de la perfección.

La justicia exige que respetemos los derechos inherentes a las personas, que son previos a cualquier ley o norma.

La virtud de la justicia no se limita a ser equitativo en la distribución, sino a reconocer y respetar los derechos que corresponden a cada individuo.

Las leyes, normas y constituciones deben estar basadas en la justicia y respetar los derechos humanos para tener verdadero valor.

El hecho de ser persona implica tener dignidad, ser un fin en sí mismo y poseer la facultad de autodeterminación.

La naturaleza personal del ser humano es el fundamento del derecho porque este solo puede dirigirse a alguien con capacidad de exigir lo que le corresponde.

La justicia se basa en el reconocimiento de la dignidad inherente a cada persona, lo que da lugar a una serie de derechos inherentes a todos.

La justicia como virtud implica el respeto por los derechos inherentes a las personas, en lugar de una mera distribución equitativa.

La virtud de la justicia consiste en realizar acciones buenas y estar habitualmente orientado al bien de manera libre.

La justicia nos obliga a actuar de manera civilizada y regulada, superando los impulsos de venganza y reconociendo la dignidad del otro.

La amistad, en su sentido más amplio, implica reconocer el bien del otro por lo que es, independiente de sus acciones o méritos.

La justicia requiere que la sociedad esté basada en principios morales, no en impulsos primarios.

La justicia busca el bien de todos, ya que la búsqueda del bien personal nos lleva naturalmente a buscar el bien de los demás.

La 'amistad civil' de Santo Tomás de Aquino es un fundamento de la comunidad política, basada en el bien común y la colaboración.

Ser justos implica actuar con intención y buscando el bien de todos, no solo con acciones individuales.

La satisfacción de las necesidades básicas, como la alimentación y la ropa, no es suficiente para el bienestar completo. La entrega de afecto, amor y formación es tan importante o más que las necesidades materiales.

Una sociedad que se basa solo en cubrir las necesidades mínimas no fomenta el desarrollo y perfeccionamiento de sus miembros. La búsqueda del bien común y personal requiere ir más allá de lo básico.

La ética nos obliga a buscar el máximo bien común y personal, no solo a cumplir con lo mínimo. Si nos conformamos con lo básico, corremos el riesgo de no alcanzar nuestro potencial.

La justicia es fundamental para la armonía y la prosperidad de una sociedad, como la música para una melodía. Sin justicia, es imposible la convivencia pacífica.

Satisfacer solo las necesidades materiales de los hijos no es suficiente para su bienestar. El afecto, el amor y la educación juegan un papel crucial en su desarrollo.

Un buen maestro no se limita a cumplir con un programa, sino que busca el máximo potencial de cada alumno. La entrega y dedicación son esenciales para la enseñanza efectiva.

El máximo bien personal y común es el objetivo que debe guiar nuestras acciones en sociedad. No basta con cumplir con lo mínimo, sino que debemos esforzarnos por el desarrollo y la mejora continua.

Si bien establecer mínimos puede garantizar una base de convivencia, es esencial aspirar a más. La ética nos demanda ir más allá de lo básico y perseguir el desarrollo personal y el bien común.