Neofuncionalismo e Interaccionismo Simbólico

La capacidad de las personas y los sistemas para superar la adversidad, haciendo uso de sus fortalezas.

Factores externos que ayudan a fortalecer la resiliencia. Por ejemplo, una red familiar o social de apoyo.

Características y habilidades internas que se desarrollan con el tiempo y ayudan a afrontar la adversidad. Por ejemplo, la autoestima o la perseverancia.

Factores que aumentan la probabilidad de experimentar dificultades. Por ejemplo, la pobreza o la violencia.

Factores que ayudan a prevenir o mitigar la adversidad. Por ejemplo, una educación de calidad o un acceso a servicios de salud.

El Neofuncionalismo busca superar las limitaciones del funcionalismo estructural (por ejemplo, el antiindividualismo, la oposición al cambio y el sesgo antiempírico) al retomar la orientación sintética. Es un enfoque sociológico que considera a la sociedad como una estructura compuesta por elementos que interactúan entre sí.

El Neofuncionalismo se diferencia del funcionalismo estructural porque no se limita a la acción racional. Considera la acción expresiva y dedica la misma atención al orden y a la acción. Además, busca el equilibrio, pero no un equilibrio estático, sino uno dinámico y en constante cambio.

El Interaccionismo Simbólico es una perspectiva sociológica que enfatiza la comunicación como la base para comprender la sociedad.

El Interaccionismo Simbólico deriva de tres fuentes históricas: el pragmatismo (enfoque en la experiencia personal), el conductismo (estímulos y respuestas) y el reduccionismo y psicologismo (influencia de fuerzas externas sobre la conducta).

El Interaccionismo Simbólico sugiere que nuestra comprensión del mundo se basa en los significados que asignamos a los símbolos, como gestos, palabras y objetos. Estos significados no son fijos, sino que cambian según las interacciones que tenemos con otros.

El Interaccionismo Simbólico destaca el papel de la interacción social en la construcción y la modificación de la realidad.

El Interaccionismo Simbólico reconoce la importancia de la subjetividad en la experiencia social. Cada individuo tiene una perspectiva única y construye su propio entendimiento del mundo a través de sus interacciones.

El Interaccionismo Simbólico se enfoca en la construcción social de la realidad. Este enfoque sugiere que la realidad no es algo fijo, sino que se crea y se recrea constantemente a través de las interacciones entre las personas.

La teoría de Mead se centra en la idea de que el mundo social es el principal factor que moldea a los individuos. Plantea que la interacción social implica gestos, símbolos y procesos mentales que permiten a los seres humanos comunicarse y desarrollar su capacidad de pensamiento.

La teoría del conflicto, según Collins, destaca la importancia del conflicto en la vida social. Sostiene que los individuos tienen intereses distintos que a menudo entran en conflicto, lo que genera tensiones, enfrentamientos y desigualdades.

La teoría de la fenomenología busca comprender cómo las personas construyen el significado de las situaciones en su vida cotidiana.

La etnometodología se centra en las prácticas sociales que las personas utilizan para dar sentido a su mundo.

La teoría feminista busca analizar las relaciones de género y las desigualdades que enfrentan las mujeres en la sociedad. Se enfoca en la necesidad de una perspectiva crítica sobre las estructuras de poder y el conocimiento.

Las teorías de redes analizan la estructura social como una serie de conexiones entre personas, grupos y organizaciones. Se enfoca en cómo estas conexiones influyen en la interacción social.

La teoría de Mead destaca la importancia de los gestos y los símbolos en la interacción social.

La teoría del conflicto sugiere que los conflictos son inevitables debido a las diferencias entre los individuos.

La fenomenología se centra en la experiencia subjetiva de las personas en la configuración de su mundo.

La etnometodología investiga las reglas tácitas que rigen la interacción social.

La teoría feminista critica las desigualdades de género en la sociedad y busca generar una perspectiva más equitativa.

Las teorías de redes analizan cómo las conexiones entre individuos y grupos influyen en la estructura social.

La teoría de Mead propone que los procesos mentales son fundamentales para la interacción social.

La teoría del conflicto enfatiza que el conflicto es un factor constante en la vida social.

La forma en que los analistas de redes estudian la interacción social enfocándose en las regularidades del comportamiento real en lugar de las ideas sobre cómo se debe comportar la gente.

Las explicaciones normativas en el estudio de la interacción social, que enfatizan las normas y las creencias sobre cómo se debe comportar la gente.

El enfoque de la teoría de redes en la interacción social, el cual se aleja de análisis centrados en los atributos de las personas y las normas internalizadas.

Las personas, cuando entran en un espacio profesional, pueden sentirse vulnerables y con poco poder en comparación con el profesional.

Un enfoque en Trabajo Social que centra la intervención en la identificación y el desarrollo de fortalezas personales y sociales, en vez de enfocarse en los déficits y carencias.

El reconocimiento y el aprovechamiento de las fortalezas y recursos que las personas poseen para enfrentar desafíos y mejorar sus vidas.

Un proceso que permite a las personas y grupos adquirir habilidades y confianza para tomar decisiones y ejercer control sobre sus vidas.

El desarrollo del empoderamiento se relaciona con una transición desde la falta de poder y autonomía, hacia un estado donde la persona puede influir y ejercer control en diferentes áreas de su vida.

Reconocer las fortalezas y las habilidades interpersonales como elementos centrales para el desarrollo de la resiliencia.

Un cambio en la percepción de las personas, pasando de enfocarse en los riesgos a centrarse en las potencialidades y los recursos para promover la resiliencia.

La resiliencia y el desarrollo de fortalezas son áreas de estudio multidisciplinarias que se han explorado en diferentes profesiones como el Trabajo Social, Psicología, Sociología y Educación.

Una perspectiva que considera la intervención social desde un enfoque de desarrollo de las fortalezas, reconociendo las capacidades y recursos personales para abordar las dificultades.

El conocimiento o habilidades que una persona obtiene a través de diferentes experiencias como la educación formal, el entorno social o la propia vida.

Las fortalezas personales son dinámicas y se desarrollan a través de la interacción con el entorno y la experiencia de los riesgos y las protecciones que encontramos en la vida.