La evolución de la mujer en el espacio público

La evolución de los espacios de género en la historia

La Revolución Neolítica marcó el surgimiento de la ciudad y el sedentarismo, lo que significó el inicio de la vida en comunidad.
En la Edad Antigua, la ciudad griega segregaba el espacio público y privado por género, reservando la participación política y social a los hombres.
En Roma, la mujer estaba limitada al espacio privado del hogar, aunque en el Imperio Romano se permitió su participación en espacios públicos.
En la Edad Media, los espacios productivos tenían una división del trabajo primitiva, con mujeres en tareas agrícolas y hombres en la caza, guerra y artesanía.
En el Renacimiento, hombres y mujeres compartían espacios públicos, pero el poder seguía cerrado a las mujeres.
En la Edad Moderna, la delimitación de los espacios se hizo más clara con la ciudad barroca y la ciudad industrial y capitalista.
Las mujeres de la Prehistoria también cazaban y participaban en actividades productivas, pero su papel ha sido minimizado por prejuicios en la investigación arqueológica.
En la antigua Grecia, las mujeres trabajaban en el interior de la casa y en espacios abiertos, como huertos y fuentes.
En la Edad Media, los espacios públicos esenciales eran la iglesia y el mercado, transitados por hombres y mujeres, pero el poder privilegiaba a los hombres.
En la Edad Moderna, la delimitación de los espacios se hizo más clara con la ciudad barroca y la ciudad industrial y capitalista.
En el Renacimiento, mujeres y hombres compartían espacios, pero el poder seguía cerrado a las mujeres.
A lo largo de la historia, la división sexual del trabajo ha existido en todos los grupos sociales, pero ha sido utilizada para justificar la inferioridad de las mujeres.La relación de las mujeres con el espacio público en diferentes épocas y sociedades
En la antigüedad, las mujeres tenían un papel limitado en el espacio público, relegadas a la esfera privada del hogar y las tareas domésticas.
Durante la Edad Media, la ciudad se convirtió en un lugar de poder y control político, y las mujeres seguían marginadas del espacio público, centradas en las labores domésticas y la religión.
Con la Revolución Industrial, las mujeres se incorporaron masivamente al trabajo remunerado, aunque en condiciones precarias y con largas jornadas laborales.
En el siglo XIX, la recomendación principal para las mujeres era no involucrarse en actividades de la vida pública, lo que limitaba su presencia en espacios como el teatro o los clubes sociales.
A medida que avanzaba el siglo, la mujer ocupó cada vez con mayor insistencia nuevos espacios públicos.
La primera mitad del siglo XX fue una etapa de transición en la que se crearon las primeras teorizaciones en torno a la "ciudad funcional" y la zonificación por usos y tipologías residenciales.
Los espacios públicos han sido transitados y ocupados por las mujeres, aunque en menor medida que los ocupados por los hombres.
En contextos de asentamientos informales, el hogar como lo conocemos no existe y es difícil establecer una división sólida entre lo público y lo privado.
En algunas sociedades indígenas, la dicotomía producción-reproducción no está presente y las esferas de la reproducción y de la producción conviven en el mismo espacio.
En los ayllus de los Andes americanos, los recursos para la vida procedían de las tierras comunales y la distribución era consensuada por hombres y mujeres.
Las cofradías musulmanas de Mauritania y Senegal conforman espacios de producción y reproducción basadas en la identidad religiosa y espiritual de las tribus de lengua pulard del noroeste africano.
En resumen, la relación de las mujeres con el espacio público ha evolucionado a lo largo de la historia y varía en diferentes sociedades y contextos, pero sigue siendo un tema de lucha por la igualdad y el reconocimiento de los derechos de las mujeres en el espacio público.El papel de las mujeres en las cofradías de Senegal
Las cofradías de Senegal son comunidades religiosas lideradas por una figura considerada "santa" y con una relación especial con lo divino.
Estas comunidades atraen a decenas, incluso miles de personas, que forman unidades políticas y sociales con capacidad de producción y reproducción autónoma.
Las cofradías Touba y Tidjanija son ejemplos de comunidades paralelas al Estado reconocido, en las que mujeres y hombres trabajan y viven de estas tierras e ingresos.
Las identidades de estas comunidades trascienden las unidades domésticas clásicas.
Las cofradías tienen una función de comercialización de artesanías a nivel internacional protagonizado por los cofrades que se reparten por todo el mundo.
Las escuelas talibé son dirigidas por los marabut de las cofradías y se encargan del proceso de socialización de niños/as y jóvenes.
El rol de cuidador/a no es asumido por las mujeres de las unidades domésticas, sino en parte delegado en las escuelas de la cofradía.
Las mujeres cofrades gozan de un doble prestigio como madres de los marabut y co-directoras de las redes de producción agraria y comercial.
Esto rompe la dicotomía producción-reproducción que se suele atribuir a las mujeres.
Las mujeres de las cofradías son consideradas líderes y toman decisiones importantes en la comunidad.
A pesar de su importancia, las mujeres de las cofradías siguen enfrentando obstáculos, como la falta de acceso a la educación.
Sin embargo, su papel en la comunidad sigue siendo fundamental y demuestra la importancia de reconocer y valorar el trabajo de las mujeres en la producción y reproducción de la sociedad.