Introducción a la Antropología

La capacidad del hombre para verse a sí mismo desde diferentes perspectivas y descubrir nuevos aspectos de su ser.

La condición humana de no ser estática, de estar en constante cambio y desarrollo.

La experiencia de cambiar, de ser diferente a lo que se era antes, ya sea por elección o por circunstancias.

La capacidad del hombre para ser múltiples y tener posibilidades de desarrollo, lo que lo hace rico en potencial.

La inestabilidad del ser humano, que no coincide completamente consigo mismo y siempre tiene la posibilidad de ser diferente.

La experiencia humana de interrogarse acerca de sí mismo y su lugar en el mundo.

La variabilidad y la capacidad de cambio del ser humano, que no se limita a una sola identidad.

La necesidad de ser diferentes para sobrevivir, de aceptar el cambio y la diversidad.

La constante búsqueda de conocimiento y autodescubrimiento que impulsa al ser humano a trascender su presente.

Un sistema que aspira a definir al ser humano de forma fija y definitiva, sin dejar espacio para la incertidumbre.

La capacidad inherente del ser humano para ser diferente a sí mismo, para romper con la repetición y la expectativa.

La tensión interna que surge del deseo de alcanzar nuestra propia plenitud, a la vez que nos enfrentamos a la posibilidad de ser distintos.

La capacidad de cuestionar la realidad, de no conformarnos con lo que ya sabemos, que permite la expansión del conocimiento y la creatividad.

La posibilidad de que lo inesperado suceda, de que nuestras vidas tomen un camino diferente al esperado, desafiando nuestras expectativas.

La creación de nuevas realidades, la construcción de espacios donde se encontraran nuestras propias verdades.

La experiencia de asombro que surge de la disrupción, del encuentro con lo inesperado, la cual nos abre a nuevas posibilidades.

La pregunta por el hombre, que inicialmente se ubicaba en el ámbito de la Psicología, se traslada al campo de la Antropología, transformando la naturaleza del objeto de estudio. El hombre ya no es el mismo objeto, sino un nuevo enigma.

Con el desplazamiento del saber del hombre a la Antropología, surge una nueva realidad que escapa al alcance de la Psicología. El hombre presenta una complejidad que no se limita a los objetos de la percepción interna.

La pregunta por el hombre no es una inquietud nueva, sino una que se ha transformado y ha transitado por diferentes campos del conocimiento. El hombre, objeto de estudio, ha evolucionado con la indagación.

Kant, en su Lógica, presenta la pregunta «¿qué es el hombre?» como la culminación de todo el proceso epistemológico, un horizonte inevitable después de las preguntas por el saber, la acción y la esperanza.

Las tres primeras preguntas de Kant («¿qué puedo saber?», «¿qué debo hacer?», «¿qué debo esperar?») hacen referencia a la última, «¿qué es el hombre?». El conocimiento del hombre se convierte en el fundamento de la comprensión del saber, la moral y la esperanza.

El conocimiento de la realidad humana, a través de la pregunta por el hombre, ha evolucionado. El hombre ya no es un objeto estático, sino un enigma constante.

La capacidad de los humanos de evolucionar y cambiar, lo que permite la creatividad y la innovación. Ser "inacabado" significa no estar limitado por la repetición, lo que genera la posibilidad de equivocarse pero también de crear nuevas soluciones.

La posibilidad de que los humanos se equivoquen, lo que puede amenazar su supervivencia. Esta es la principal desventaja de no estar limitado por la repetición.

La capacidad humana de crear nuevos espacios de realización, lo que surge de nuestra capacidad de equivocarnos. El error ya no es un evento preestablecido, sino parte del proceso de creación.

La capacidad de expandir la coherencia orgánica fundamental a través de espacios simbólicos, lo que permite que el error se transforme y se convierta en parte del proceso creativo.

Un momento evolutivo donde nuestra especie rompe con sus códigos orgánicos, transgrede sus propios límites y se expone a un conjunto de posibilidades que no corresponden a sus estrategias de supervivencia.

El riesgo que los humanos asumen al romper sus códigos orgánicos y permitirse explorar posibilidades no predecibles. Este riesgo está ligado a la capacidad de aprendizaje e innovación.

La capacidad de prolongar la supervivencia de la especie a través de la creatividad y la innovación, lo que implica el riesgo de equivocarse pero también la posibilidad de encontrar nuevas soluciones.

Scheler creía que la antropología filosófica debía ser una disciplina autónoma con su propio método, independiente de otras áreas del conocimiento.

Scheler criticaba a los enfoques que estudiaban al hombre desde perspectivas no humanas o se centraban solo en la subjetividad.

Scheler consideraba que la esencia del hombre radica en su espíritu, una cualidad que lo diferencia de los animales, más allá de la razón.

Scheler propone que la antropología debe basarse en métodos empíricos, como las ciencias del hombre, dejando atrás conceptos no verificables.

Scheler creía que el estudio del hombre era fundamental para la filosofía, considerando al hombre como un microcosmos complejo.

Scheler, en su búsqueda de una antropología científica, se basó principalmente en la zoología y la biología, comparando al hombre con los animales.

Scheler no buscaba reducir al hombre a su instinto animal, sino destacar las diferencias entre el hombre y los animales.

Para Scheler, la diferencia fundamental entre el hombre y el animal no es la razón, sino el espíritu, que abarca una realidad más amplia que la inteligencia práctica.

El impulso de la época 'proto-antropológica' por definir y desarrollar el conocimiento sobre el hombre resultó en una visión limitada, ignorando la esencia del ser humano.

La desconfianza en la utilidad del conocimiento antropológico para comprender la esencia humana.

La resistencia del ser humano a ser reducido a una sola idea o definición.

La aproximación al ser humano a través de la observación y el análisis de su comportamiento y cultura.

El libro de E.B. Tylor (1881) que marca el inicio del estudio sistemático del hombre y su civilización, y el reconocimiento de la Antropología como ciencia.

La Antropología reconoce que el hombre se encuentra en constante evolución histórica, sujeto a cambios y transformaciones a lo largo del tiempo.

El estudio de la civilización como clave para comprender la naturaleza del hombre.

E.B. Tylor, autor del libro 'Antropology', se convirtió en el primer catedrático de Antropología de la Universidad de Oxford, consolidando la Antropología como disciplina académica.