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Libro: Introducción a la Sociología - Capítulo 3 Marx Clases según Marx - def 3: grandes conjuntos de seres humanos que comparten un mismo modo de vida y una misma condición de existencia. Se diferencian, se enfrentan entre sí, construyen su propia identidad social y se definen tanto por su posesió...

Libro: Introducción a la Sociología - Capítulo 3 Marx Clases según Marx - def 3: grandes conjuntos de seres humanos que comparten un mismo modo de vida y una misma condición de existencia. Se diferencian, se enfrentan entre sí, construyen su propia identidad social y se definen tanto por su posesión o no posesión de los medios de producción como por sus intereses, su cultura política, su experiencia de lucha, sus tradiciones y su conciencia de clase (de sí mismos y de sus enemigos). Las clases explotadoras viven a costillas de las explotadas, las dominan y las oprimen, por eso están en lucha y conflicto permanente a lo largo de la historia. El proletariado, esa clase obrera moderna que sólo puede vivir encontrando trabajo, y que sólo encuentra trabajo en la medida en que este alimenta e incrementa al capital. Para Marx, el hombre era no solo un animal social, sino un animal que únicamente podía aislarse estando en la sociedad. La producción de un individuo aislado podía ocurrir, pero conllevaba necesariamente en sí las fuerzas propias de la sociedad. No interesaba tanto el producto particular como las formas de producirlo y de apropiarse del producto socialmente generado. La economía política no trataba entonces sobre cosas sino sobre relaciones entre personas, mediadas por las cosas. En la sociedad burguesa, el modo de producción de la vida material condiciona el proceso de la vida social, política e intelectual general. La sociedad, desde el poder de sus clases dominantes, definía las instituciones, símbolos e ideas adecuadas para la defensa y reproducción del capitalismo. En la misma línea, tuvo una clara impronta estructuralista, en tanto que, como se adelantó más arriba, la estructura económica de la sociedad, formada por el conjunto de las fuerzas productivas y de las relaciones de producción, era la base real sobre la que se levantaba la superestructura jurídico-política y a la que corresponden determinadas formas de conciencia social. Marx argumenta que a medida que las fuerzas productivas (tecnologías, habilidades) de una sociedad avanzan y se desarrollan, puede llegar un punto en el que estas fuerzas ya no se ajustan bien con las relaciones de producción existentes (por ejemplo, las leyes y normas que determinan quién posee qué y cómo se distribuyen los bienes). Esta falta de ajuste o conflicto entre las fuerzas productivas avanzadas y las viejas relaciones de producción crea tensiones y conflictos en la sociedad. Según Marx, cuando estas contradicciones se vuelven lo suficientemente agudas, se crea un "momento propicio" para una Revolución social, en la que las viejas relaciones de producción son desafiadas y eventualmente reemplazadas por nuevas formas más adecuadas a las fuerzas productivas desarrolladas. Asimismo, y en estrecha vinculación con lo anterior, ha sido catalogado de economicista, en tanto sostenía que la realidad económica era la que determinaba a la forma política (y no viceversa). La anatomía de la sociedad civil debía buscarse en la economía y no en el gobierno. Propuso una nueva concepción de la historia, generada no a partir de cambios en las ideas sino como consecuencia de las luchas de clases que surgían de las condiciones materiales de producción de una sociedad en una época dada. La lucha de clases se erigía en motor de la historia (materialismo). En relación con lo anterior, pensaba que, cuando se conocía la situación económica de la sociedad en cada época histórica concreta se podían explicar sus conceptos e ideas propias y específicas (economicismo). En ese sentido, la base de la historia radica en el hecho palpable de que el hombre necesitaba primero alimentarse, vestirse y trabajar antes de poder luchar, hacer política, religión, filosofía (estructuralismo). Hizo asimismo un aporte a la producción de conocimiento para la transformación social. Su teoría del cambio revolucionario de la sociedad ponía el acento en la existencia de relaciones sociales marcadas por el conflicto. Comte Ley de los tres estados: Comte propuso que la evolución del conocimiento humano sigue tres etapas: 1. Teológica: Donde los fenómenos se explican mediante la acción de dioses o fuerzas sobrenaturales. 2. Metafísica: Donde las explicaciones se basan en conceptos abstractos y filosóficos. 3. Positiva: Donde se abandona la búsqueda de causas últimas o esencias, y se enfoca en el estudio de los hechos observables y sus relaciones. Sociología como ciencia: “Física social” = Para Comte, la sociología debía ser la ciencia suprema que sintetiza todos los conocimientos y proporcionará las bases para el orden social. La sociedad debía ser estudiada de manera científica, utilizando la observación y la comparación. Durkheim El paradigma positivista que saco de Comte es aquel donde estudia los fenómenos sociales racionalmente con leyes científicas, universales y predictivas como las ciencias naturales como la biología. Utiliza el método del monismo metodológico basado en la observación, experimentación y comparación, en el que pasaba el hecho particular a una ley universal. Sus programas de estudio de la sociología = conducta humana. Se basaban en la integración de las ciencias sociales, el programa de investigación de tres partes y la función de la sociología que era la de resolver crisis. Características de los hechos sociales: 1. Objetividad: en tanto constituían una realidad dada de antemano al observador y no una construcción de este 2. Exterioridad: eran realidades que existían por fuera de las conciencias individuales, cosas que se encontraban más allá del investigador, que le venían impuestas desde el mundo material, antes de su nacimiento, y propios de la conciencia común o colectiva. 3. Imperatividad: Las normas sociales ejercen una presión coercitiva que se impone sobre el individuo, y cuando este se opone, enfrenta sanciones o corrientes sociales que refuerzan su cumplimiento. 4. Generalidad: es general y permanente en una sociedad, existiendo de manera independiente de sus manifestaciones individuales y existe permanentemente en la sociedad como la tasa de natalidad. Los hechos sociales también pueden clasificarse en 2 por fijación y por fisiología. Si son más fijos, son aquellos cristalizados, aquellas normas sociales bien establecidas como las leyes. Y los menos fijos son aquellas corrientes sociales como las emociones o movimientos sociales que suelen ser más espontáneos y cambiantes (indignación). Por otro lado, los hechos sociales también se categorizan por su fisiología que puede ser dinámica que se refiere a la manera de actuar o estática que se refiere al ser o la personalidad. La sociedad, como una síntesis de individuos, genera fenómenos nuevos que son específicos y externos a las conciencias individuales, diferenciándose de los hechos psíquicos. Estos hechos sociales, que representan una realidad única y una nueva individualidad psíquica, deben explicarse a partir de la sociedad misma y no desde la naturaleza de los individuos que la componen. Los hechos sociales ejercen una influencia coercitiva sobre las conciencias individuales y funcionan como fuerzas independientes, impuestas desde lo colectivo sobre lo particular, similares a un organismo con su propia conciencia social. Sociedad= organismo (todo) => conciencia social (sociología) ≠ suma de individuos => ≠ conciencia individual (psicología) Para convertir la Sociología en una ciencia, se propuso un método que incluyó: observar los hechos sociales como "cosas" objetivas, descartando opiniones personales; diferenciar lo normal de lo patológico en las sociedades; crear tipos sociales para facilitar la explicación de fenómenos; y usar un método comparativo causal para identificar relaciones entre fenómenos sociales, asegurando así pruebas rigurosas y la repetición de resultados. Este enfoque buscaba identificar las causas y efectos de los hechos sociales mediante la observación de cómo las variaciones en un fenómeno influyen en otro, estableciendo leyes generales. objeto de estudio es exterior al investigador - explicación causal fundada en la construcción de leyes generalizadoras Hay dos tipos de solidaridad, la mecánica de la sociología tradicional antes del capitalismo, en la cual se comparten experiencias, creencias y valores comunes que al ser violados habrá un castigo. Y la solidaridad orgánica propia de la sociología industrial ya con el capitalismo establecido, en la que la consecuencia de la división del trabajo creada por el sistema económico es la anomia o la pérdida de sentido / orientación. Finalmente, Durkheim realiza el primer estudio sociologgico y no psicologico del suicidio en el que encuentra dos criterios para las razones de suicido. Por un lado la integracion, al estar poco integrado se le llama suicidio egoista propio del individualismo protestante por ejemplo. Y por otro lado el suicido altruista es resultado de mucha integración que se da cuando el bien común es mayor que el bien individual. Su otra division del suicidio habla de la regulacion. Al haber poca regulacion se dara el suicidio anomico debido al cambio social como lo puede ser una crisis y al haber mucha regulacion se dara el suicidio fatalista debido a la opresion en la que la estructura es mas importante que el individuo Weber Antecesores: Kant y Dilthey → Ciencias de la cultura: sujeto = objeto(? El método hermenéutico es un enfoque utilizado para interpretar y comprender textos, símbolos, y significados, se basa en la idea de que el entendimiento de un texto o fenómeno no es algo fijo, sino que está influenciado por la perspectiva y el contexto del intérprete. donde la comprensión de las partes de un texto depende de la comprensión del todo, y viceversa. Es un enfoque que enfatiza la importancia del contexto histórico, cultural y lingüístico en la interpretación, y se opone a enfoques más positivistas o científicos que buscan una verdad objetiva y universal. Una ciencia comprensiva abocada a explicar, pero, por sobre todas las cosas, a comprender la acción social. Comprender la realidad, en su ser así individual y concreto. La comprensión de los fenómenos culturales requería captar su individualidad, la que se manifestaba con el conocimiento del contexto, esto es, el motivo que la originaba y le da sentido. 1. Comprensión del Significado Subjetivo: Para entender una acción, es crucial desentrañar el significado que el sujeto le atribuye, es decir, el motivo o la intención detrás de la acción. Esto es central en la Sociología comprensiva o interpretativa de Weber. 2. Contexto Sociocultural: Un acontecimiento histórico no puede ser comprendido aisladamente; debe ser interpretado en su contexto sociocultural, ya que un hecho histórico es una expresión particular de la sociedad de la que surge. 3. Movimiento de la Vida Social: La explicación de un hecho requiere comprender la dirección y finalidad del desarrollo de la sociedad en su conjunto. Los hechos individuales son sólo partes de este movimiento más amplio. 4. Método Hermenéutico-Teológico: Weber sugiere que las Ciencias Sociales necesitan un método que permita comprender tanto la dirección en que se mueve la sociedad (teleológico) como los significados subjetivos (hermenéutico) de las acciones dentro de ese contexto. 5. Acciones Racionales vs. No Racionales: Las acciones que tienen motivos racionales (instrumentales, de medios-fines) son más fáciles de entender en su sentido. En cambio, las acciones motivadas por tradiciones o emociones son más difíciles de interpretar con la misma fiabilidad. A diferencia del holismo de Marx y de Durkheim, este autor no consideraba a los conceptos colectivos del tipo clase, Estado, nación, pueblo, partido, a modo de sujetos pasibles de detentar intenciones, deseos o preferencias propias, y, por ello, no se constituían en sujetos (“objetos”) de estudio en sí mismos. Contrariamente, sólo el significado subjetivo se comportaba como variable explicativa independiente, el que no podía ser reducido a otros factores por encima o fuera de este. Según Weber, la comprensión sociológica no consiste en simplemente ponerse en el lugar del otro o en revivir empáticamente la experiencia de vida de otra persona. Weber rechaza la idea de que un intérprete pudiera suspender completamente sus propios intereses, valores y conceptos para entender de manera pura y directa el significado original de las acciones o obras de otros. Sostenía que la interpretación sociológica involucra una interacción entre la perspectiva del autor y la del intérprete, y no una mera reproducción empática de la experiencia ajena. Al igual que hizo Durkheim, aunque con un fin diferente, separó a la Sociología de la Psicología, es decir, la labor de explicar racionalmente una acción o el proceso de conocimiento de los motivos que la impulsan, de aquella otra de colocarse en una situación psicológica real equivalente con el objeto de revivir la experiencia singular de ese hombre. A diferencia de esto último, comprender tenía que ver con detectar elementos determinantes del comportamiento que eran asimismo comunicables a través del lenguaje. Por tanto, así como el objeto de estudio de la ciencia social fue para Marx, la clase social y, para Durkheim, el hecho social, la acción social lo fue para la Sociología de Weber. La acción social era entonces todo comportamiento individual o grupal que tenía un sentido subjetivo reconocido por los agentes y, la comprensión, el mejor modo de acercarse a este. La tarea de la Sociología consistía en comprender interpretando el sentido subjetivo de la acción, los motivos éticos de los sujetos que impulsan a realizar; así como explicar causalmente su desarrollo y efectos, en tanto comportamiento racional, demostrado por la investigación empírica. Lo que a la Sociología le interesaba de la acción social eran sus regularidades o repeticiones, realizadas por el mismo o varios sujetos, y observables para el investigador; a diferencia de la historia que analizaba los fenómenos individualizados en cuanto tales. Proponía la elaboración y el uso de tipos ideales, que eran construcciones conceptuales útiles para operar con la variada realidad histórica. Permitían sistematizar, clasificar y analizar el caos de las informaciones provenientes de los hechos del mundo humano, trabajando en Ciencias Sociales con conceptos claros, precisos y firmes. A su vez, posibilitaron avanzar más allá del historicismo, el cual no operaba con conceptos tipo, sino con narraciones individualizadas de los fenómenos históricos particulares. Los cuatro tipos de acción (ideales) 1. La racional-instrumental (medios): sujeto a través de su razón para llegar a su fin 2. Racional-valores: acción = valor intrínseco (fin en sí mismo) 3. Emotiva-reactiva: parte del sentimiento irracional 4. Tradicional: parte de la costumbre Para Weber, la sociología es una ciencia comprensiva que estudia los fenómenos sociales con su contexto y el origen o sentido de la acción social. También las regularidades (repetición de las acciones) de los fenómenos sociales y la estructura y su estabilidad. Las cuatro justificaciones de la estabilidad son: 1) Proceso formal correcto como la burocracia → triunfo del capitalismo 2) Norma = valor por sí, como las leyes 3) creencia emotiva, cómo los líderes carismáticos 4) Tradición, como el patriarcado El progreso de las ciencias de la cultura, según Weber, se basa en la continua creación de conceptos y tipos ideales para comprender la complejidad del mundo humano. Las Ciencias Sociales, según él, no deben emitir juicios de valor ni fundamentar cosmovisiones, sino mantenerse objetivas al describir los hechos. La ciencia debe explicar lo que es posible y por qué, pero no dictar lo que debería ser. La responsabilidad de elegir y defender valores recae en los individuos, no en la ciencia, que debe evitar mezclar hechos empíricos con posturas valorativas en la enseñanza. Contribuyó a superar los estrechos límites del enfoque positivista a través de la aplicación al estudio de los fenómenos sociales de un correctivo hermenéutico comprensivo. Historia de la Teoria Politica de Marx Marx y el Materialismo Dialéctico El pensamiento de Hegel y Marx presenta tanto continuidades como rupturas. Hegel veía la sociedad como un equilibrio dinámico de fuerzas antitéticas que impulsan el cambio social a través de su tensión. Marx adoptó esta idea central de la dialéctica, pero la modificó reemplazando la lucha entre naciones por la lucha de clases sociales, transformando así el nacionalismo y conservadurismo de Hegel en un radicalismo revolucionario. Ambos filósofos compartían la visión de la historia como un proceso necesario y el papel central de la lucha en el cambio social. Sin embargo, mientras Hegel veía el poder político como central, Marx lo ubicó en el ámbito económico, considerando el poder político como una consecuencia de la estructura económica. Aunque ambos creían en la inevitabilidad del cambio social, Marx aplicó su dialéctica para justificar el progreso hacia un socialismo, pero su teoría mantenía una tensión entre las aspiraciones democráticas y la realidad autoritaria que podría surgir de su enfoque en el poder. La revolución proletaria Marx fue pionero en destacar un cambio social crucial en el siglo XIX: la emergencia y eventual ascenso político de la clase trabajadora industrial. Marx percibió antes que otros el impacto del capitalismo en la humanidad, señalando cómo reducía la relación entre empleadores y trabajadores a un simple intercambio monetario, despojado de sentido humano. Marx veía esta situación como un motor revolucionario, entendiendo el capitalismo no como una ley eterna, sino como una fase en la evolución social, y desarrolló una filosofía social que apoyaba la lucha del proletariado por sus derechos humanos en oposición al liberalismo político, filosofía social característica de la clase media o burguesía. Marx, como Hegel, consideró la Revolución Francesa como un punto crucial en la historia, que marcó el fin de la sociedad feudal al reemplazar a la nobleza y el clero por la clase media burguesa. Sin embargo, Marx creía que la verdadera revolución debía ser social, llevada a cabo por el proletariado, que desplazaría a la clase media del poder. y como no hay otra clase abajo del proletariado a la cual explotar, la revolución proletaria no transferirá simplemente el poder de explotar sino que aboliría la explotación totalmente. La filosofía de Marx, al igual que la de Hegel, era profundamente práctica y se centraba en la acción política basada en la comprensión de la dirección de la historia. Mientras Hegel veía la culminación de la historia en el surgimiento de las naciones germánicas, Marx la veía en el ascenso del proletariado. Hegel consideraba que el progreso se impulsaba por la guerra entre naciones, mientras que para Marx, era el antagonismo de clases. Ambas filosofías apelaban a la lealtad y los deberes colectivos, rechazando el individualismo liberal, y Marx buscaba motivar una revolución social que liberara a los trabajadores. La filosofía social de Marx se divide en dos períodos, aproximadamente separados por 1850. El primer período abarca el desarrollo del sistema filosófico de Marx durante su tiempo en la Universidad de Berlín, donde estudió a Hegel. En esa época, la escuela hegeliana estaba dividida entre idealistas, centrados en la apologética religiosa, y materialistas. Marx desarrolló el materialismo dialéctico o económico, la teoría que sostiene que el desarrollo social depende de la evolución de las fuerzas de producción económicas. El Capital dio por supuesto el materialismo dialéctico, pero tampoco allí se desarrolló la teoría. Marx había concebido ahora la idea de apuntalar su filosofía con una crítica general de la economía clásica, que consideraba una teoría representativa de la economía capitalista. Marx construyó, en oposición, su propia teoría de la "plusvalía", destinada a demostrar dialécticamente cómo un sistema capitalista está lleno de contradicciones inherentes. La teoría de la plusvalía puede quedar, pues, para la historia de las teorías económicas anticuadas. Considerado como filosofía social, el marxismo depende del sentido y la validez de la tesis principal de Marx: que la evolución de la producción económica en una sociedad determina su superestructura institucional e ideológica. Materialismo dialéctico Marx y su Sagrada familia distinguió claramente su materialismo del materialismo francés del siglo XVIII. Para Marx, la calificación de “dialéctico" era la esencia de la cuestión. Marx no creyó nunca que sus métodos pudieran ser adoptados por los estudios sociales. Consideraba a la dialéctica como un método lógico, el único capaz de explicar una materia de estudio en constante desarrollo y de revelar la “necesidad” de su desarrollo. Marx creía que las verdaderas fuerzas que impulsan la historia de una sociedad son sus condiciones materiales, lo que contrastaba con la visión idealista de Hegel. A diferencia de Hegel, Marx tenía una inclinación empírica y factual, respaldando sus ideas políticas con un sólido conocimiento histórico y económico. Aunque a veces usaba el materialismo dialéctico como una fórmula universal para explicar la historia, también reconocía la flexibilidad de la dialéctica, lo que le permitía hacer predicciones y, a la vez, admitir excepciones. Esta flexibilidad hacía difícil distinguir entre probabilidad y necesidad rígida, y comprender que los supuestos necesarios son condicionales. El materialismo implicaba para Marx un rechazo radical de la religión, en verdad un ateísmo militante. Como la religión es, indudablemente, una de las grandes fuerzas sociales conservadoras, el materialismo tenía para Marx, como para otros muchos, una connotación de radicalismo. Marx consideraba, controversialmente, que la religión era una forma de control de las clases más altas impide a los oprimidos hacer el esfuerzo por mejorar su suerte y resistir a sus explotadores. Para Marx, ni el estado espiritualizado de Hegel ni la república democrática son la síntesis final que la dialéctica demanda. Para alcanzar una forma superior de sociedad donde el Estado sea superado, es necesaria una nueva revolución social, diferente de las revoluciones políticas anteriores que solo han transferido el poder de una clase a otra. Así, en última instancia, el materialismo tenía para Marx un sentido ético: la raíz de la desigualdad social es económica; en consecuencia, toda reforma política es superficial, dejando intocada la fuente de la desigualdad; y sólo aboliendo la propiedad privada puede efectuarse un cambio sustancial. Determinismo económico En segundo lugar, el materialismo implicaba para Marx un rechazo radical de la religión, en verdad un ateísmo militante. Como la religión es, indudablemente, una de las grandes fuerzas sociales conservadoras, el materialismo tenía para Marx, como para otros muchos, una connotación de radicalismo. El método de producción económica, puesto que estaba convencido de que cualquier sistema de producción lleva consigo una forma correspondiente de distribución del producto social, la única forma que permitirá el funcionamiento del sistema y, a su vez, la distribución crea una estructura de clases sociales, cada una de las cuales está determinada por su posición en el sistema. El método mediante el cual una sociedad utiliza los recursos naturales y produce los bienes que le permiten vivir es, pues, para Marx la fuente de su existencia. La teoría del determinismo económico de Marx, que es el sentido social y político concreto que atribuía al materialismo dialéctico. La actitud de Marx respecto de la libertad política y civil fue siempre, pues, ambivalente. En comparación con las libertades indefinidas que atribuía a una sociedad socialista, definía los derechos tales como el sufragio y los métodos políticos como la representación, como simples formalismos o disfraces de un despotismo disimulado de clase. En general, sin embargo, daba por supuesto que el socialismo continuaría y extendería la libertad política, Pero esto no se basó nunca en un análisis del socialismo sino en la creencia a priori de que, en una sociedad en desarrollo, no puede perderse nada valioso. Marx puso de manifiesto que no se consideraba el creador de la teoría del antagonismo de clases. Adoptó y amplió una teoría creada por los historiadores franceses para explicar la Revolución. En una carta a Engels, se refirió a Augustin Thierry como “el padre de la lucha de clases en la historiografía francesa”. Lo que Marx objetaba a los historiadores de clase media era el presupuesto de que la lucha de clases había terminado con el ascenso al poder de la burguesía, así como objetaba a los economistas el presupuesto de que las leyes de una economía capitalista eran eternas e inmutables. El paso final en la argumentación de Marx es, pues, que la estructura de clases que existe en una sociedad en cualquier periodo dado es en sí misma un producto histórico que varía según las fuerzas de la producción económica que la sociedad puede utilizar. Consideraba esto como la causa última que puede explicar todo el marco social, legal y político de la sociedad, mientras que los cambios en ese marco deben relacionarse con los cambios en los métodos de la producción económica. La sociedad civil de Hegel y no su estado es el factor primario de la evolución social. Las relaciones legales e institucionales que constituyen el estado y todas las ideas morales y religiosas que las acompañan, son únicamente una superestructura construida sobre el fundamento económico de la sociedad civil. El materialismo dialéctico invierte el orden de causalidad que Hegel había propuesto. Mientras que en la visión hegeliana la dialéctica se centra en las abstracciones lógicas, el materialismo dialéctico de Marx sostiene que el orden económico y material "produce" las ideas y la conciencia, que simplemente "reflejan" estas realidades materiales. Marx creía que la dialéctica debía ser entendida en términos de fuerzas reales y tangibles, no solo como un ejercicio abstracto. En el materialismo dialéctico, los factores económicos no actúan solo como causas científicas que generan efectos empíricos, sino como fuerzas creativas que operan casi como agentes semi-personalizados. Marx sostenía, contra esto, la tesis de que la economía es una ciencia histórica. Sus leyes son aplicables solo a la etapa de producción económica a la cual pertenecen; sus categorías —las utilidades, los salarios y la renta— son “expresiones teóricas, abstracciones, de las relaciones sociales de producción”. Así, la economía se convirtió para Marx en una combinación de historia y análisis: análisis de las relaciones prevalecientes en cualquier sistema dado de producción, complementado por la historia del auge y desarrollo de ese sistema. Marx criticaba duramente el humanitarismo, el utopismo y las reformas económicas, considerándolos inútiles e idealistas. Creía que estos enfoques intentaban separar lo bueno de lo malo en el capitalismo sin enfrentar la realidad de que la estructura económica determina la distribución y las clases sociales. Aunque rechazaba las utopías socialistas por ser irreales, su propia visión de una sociedad sin clases también era utópica. Marx desestimó las reformas legales como ineficaces, viendo la destrucción del capitalismo como la única vía para crear un sistema mejor. La ideología y la lucha de clases Este texto explica cómo, tras la fallida revolución en Francia, Marx escribió dos folletos en los que aplicó su interpretación económica a la historia contemporánea. Estos trabajos combinan dogmatismo con observaciones agudas y un análisis detallado de la política de los partidos revolucionarios, destacando la influencia de la perspectiva marxista. Sin embargo, la explicación de Marx se basa en una teoría preestablecida de las clases sociales y no justifica plenamente la capacidad predictiva que se le atribuye a la dialéctica marxista. Marx predijo erróneamente que una nueva crisis económica similar a la de 1847 provocaría otra revolución. Además, sus escritos reflejan su visión de las clases sociales como unidades colectivas que, bajo la presión de su situación en el sistema económico, producen ideas y creencias específicas que los individuos adoptan, más allá de sus propias inclinaciones personales. Las ideas reflejan y disfrazan más o menos una realidad económica básica; son “mistificaciones” de esa realidad, al menos mientras no se haya desenmascarado su origen. La ideología, tal como la utilizó Marx, era un arma poderosa y controvertible, pero susceptible de ser empleada por todos los contendientes hasta que todas las teorías, inclusive el marxismo, sean “desenmascaradas” como una forma de interés especial. El árbitro de todas estas controversias es el poder. La dialéctica, obligaba a Marx a encontrar dos oponentes que generan el cambio mediante sus tensiones mutuas. Por esta razón era en gran medida una teoría a priori, aunque encarnaba su penetrante percepción de las consecuencias revolucionarías de la revolución industrial. Los detalles son considerados como simples variaciones sobre un tema a y las diferencias menores no cuentan. De ahí que la teoría incluya observaciones de la sociedad en general, pero la observación detallada de una sociedad singular. Aunque los marxistas han creído siempre que la lucha de clases es la única guía confiable en la estrategia política, la vaguedad de la concepción de clase social de Marx fue responsable de algunos de sus peores errores de predicción. El resumen de Marx Las relaciones de producción que los hombres establecen forman la superestructura construyendo las estructuras políticas, jurídicas e ideológicas. No es la conciencia del hombre la que determina su ser sino, por el contrario, el ser social es lo que determina su conciencia. Cuando las fuerzas productivas superan las relaciones de producción existentes, se produce un conflicto que lleva a una revolución social, transformando la base económica y toda la estructura ideológica asociada. La teoría del desarrollo cultural de Marx se articula en cuatro puntos principales. Primero, describe una sucesión de etapas dominadas por sistemas de producción e intercambio que generan ideologías características, incluyendo derecho, política, moral, religión, arte y filosofía. Segundo, el proceso es dialéctico: las tensiones entre un nuevo sistema de producción y una ideología obsoleta conducen a conflictos sociales. Tercero, las fuerzas de producción son primarias y determinan las ideologías, que son secundarias. Cuarto, el desarrollo es interno y dialéctico, culminando en la transformación social cuando las fuerzas productivas se han desarrollado plenamente. Marx no ha hecho una distinción entre fuerzas y relaciones de producción porque las fuerzas de producción de una sociedad deben incluir cuando menos las materias primas disponibles y las rutas comerciales y, sin embargo, no pueden excluir a la tecnología porque la tecnología determina si las materias primas son 'disponibles' en un sentido efectivo." Marx hace una distinción entre superestructura (instituciones políticas, legales y culturales) y la base (relaciones de producción) y aunque Marx atribuye los problemas sociales a las relaciones de producción, reconoce la complejidad y la interacción entre la base y la superestructura admitiendo que cambios en la superestructura, pueden influir en la base económica. La dialéctica de Engels La dialéctica de Engels se fundamenta en la crítica al idealismo hegeliano, proponiendo una versión materialista que considera las ideas como "imágenes de las cosas reales" y no como fuerzas autónomas. Engels y Marx ven la dialéctica como un método para entender la evolución histórica, donde las fuerzas económicas son cruciales, pero no las únicas causantes del cambio. La dialéctica permite descubrir un desarrollo necesario en la historia, reflejando la naturaleza en el pensamiento, y enfatiza la interacción de diversos factores en cualquier situación histórica. Hegel transformó la idea de verdad en filosofía. Para Hegel, la verdad no es un conjunto de afirmaciones definitivas que una vez descubiertas deben memorizar. En cambio, la verdad reside en el proceso continuo del conocimiento y en el desarrollo histórico de la ciencia, que avanza sin alcanzar una "verdad absoluta" final. No hay verdades o derechos absolutos en la ciencia o la sociedad; todo es relativo y cambia con el tiempo. Engels, influenciado por esta visión, creía que la civilización progresa constantemente y que el socialismo será una mejora inevitable sobre el capitalismo. Engels y el determinismo económico Marx no había creído nunca, dijo, que las fuerzas económicas fueran las únicas causas del cambio histórico, sino únicamente que son causas 'últimas' o 'fundamentales'. El factor económico es 'el más fuerte, el más elemental, el más decisivo'. Finalmente Engels sostenía entonces que el mérito especial de la dialéctica era tomar en cuenta la interacción de todos los diversos factores que están presentes en una situación histórica. La concepción materialista de la historia según Marx y Engels, enfatizando que, aunque el factor económico es fundamental, no es el único que influye en el desarrollo histórico. Marx y Engels nunca afirmaron que la economía fuese el único elemento determinante, sino que la situación económica es la base sobre la cual interactúan diversos factores de la superestructura. Aunque Engels insiste en que el factor económico es el más fundamental, también admite que otros elementos, como la legislación, pueden influir en él. Mantiene la distinción entre la estructura económica (la base) y la superestructura (instituciones políticas, legales, etc.), pero reconoce que la superestructura también puede influir en la estructura, lo cual contradice el enfoque original de Marx, que sugería una influencia unilateral de la estructura sobre la superestructura. Sin embargo, Engels, al sugerir que factores morales o legales pueden modificar la estructura económica, debilita la idea de la "inevitabilidad" histórica del cambio revolucionario que Marx sostenía. Marx y Engels veían la ciencia como una verdad objetiva que fundamenta la tecnología, afectada por la economía solo en la elección de problemas científicos y su impacto social en la tecnología. Nunca consideraron que la verdad científica misma pudiera depender de factores económicos, como lo haría un relativismo marxista que vería la ciencia influida por la estructura de clases. Aunque algunos marxistas han explorado esta idea, solo ha llevado al desarrollo de la sociología del conocimiento, que estudia cómo la ideología puede influir en lo que se acepta como verdad en una sociedad. Engels consideraba que la ideología, era una "conciencia falsa," un reflejo engañoso de los intereses de clase derivados su clase y su posición en la lucha de clases. Según Engels, los pensadores no comprenden que sus ideas están influenciadas por su contexto social y creen erróneamente que son verdades universales. Sin embargo, no todas las ideologías son igualmente falsas: la ideología del proletariado es superior porque reconoce su dependencia de la lucha de clases y se alinea con la revolución. Engels creía que, como el proletariado es una clase en ascenso, su ideología representa "la ola del futuro," reflejando su fe en el progreso y en la inevitable revolución proletaria. El materialismo dialéctico y la política Los conceptos de ideología, determinismo económico y lucha de clases son fundamentales en la filosofía social de Marx, diseñados para impulsar la revolución proletaria y guiar la estrategia de los partidos revolucionarios. Aunque estos conceptos muestran originalidad y observación aguda, también presentan una notable indefinición, especialmente en la distinción entre base económica y superestructura. La ideología, según Marx, refleja las creencias de clase dentro de una sociedad, pero su uso en política es controversial, ya que puede ser utilizado tanto para criticar como para desenmascarar los prejuicios de cualquier grupo, incluido el marxismo. La teoría del determinismo económico de Marx, aunque original y sugerente, fue propensa a exageraciones que incluso Engels rechazó. Marx insistió en la prioridad de lo económico, definiéndolo como más científico y observable, lo que reflejaba su materialismo. Los conceptos de ideología, determinismo económico y lucha de clases, según Marx, eran guías estratégicas para la revolución social del proletariado. Sin embargo, su teoría de las clases sociales era a priori y no basada en estudios empíricos, sino en su experiencia en Francia y la revolución industrial. Esta teoría no resultó ser una buena estrategia política, ya que no tuvo gran impacto en la clase trabajadora inglesa, a pesar de que Marx esperaba lo contrario. Irónicamente, el marxismo tuvo más éxito en Alemania, a la que Marx consideraba menos avanzada que Francia o Inglaterra. Marx describió a las clases sociales como entidades colectivas, similares a las naciones para Hegel, y sus miembros como representantes de intereses y relaciones de clase. Las clases actúan en su propio interés, pero como la dialéctica, también experimentan contradicciones internas que pueden llevar a comportamientos suicidas. Aunque los individuos generalmente siguen las ideas de su clase, algunos se liberan y crean una nueva ideología para la clase ascendente. Marx veía la lucha por el poder entre clases sociales como la fuerza impulsora de la política, donde siempre una clase dominante y utiliza el estado como un instrumento de explotación. La política, según Marx, es una forma de guerra en la que los partidos actúan como los estrategas de las clases que representan. Esta perspectiva revolucionaria considera el sistema político existente tan injusto que solo puede ser destruido. Sin embargo, una vez en el poder, los revolucionarios deben construir un nuevo sistema, enfrentando las mismas contradicciones que criticaban. El capitalismo como institución El doble plan de Marx se centraba en estudiar los orígenes económicos de las clases sociales y analizar el antagonismo entre ellas. En “El capital” Marx investiga históricamente el surgimiento de la organización capitalista y las clases sociales, como la clase media y la clase industrial asalariada, considerándola el principal resultado de la sociedad moderna. También realiza un análisis económico del capitalismo, mostrando cómo este sistema produce clases y genera un antagonismo inevitable, lo que lleva a su teoría de la plusvalía, que dominó el estudio del socialismo marxista en sus primeras etapas. Marx abrió grandes caminos para estudiar la historia del capitalismo, especialmente en cómo el nuevo sistema industrial afectaba la historia social: la formación de un proletariado mediante el divorcio del campesinado de los derechos comunes a la tierra, la destrucción de la industria artesanal por el desarrollo de la organización capitalista, el incremento regular de tamaño y poder de las unidades de esa organización, y la aceleración de estos procesos por la expropiación de la iglesia y la explotación colonial de América y las Indias. El rasgo distintivo del análisis de Marx fue su acento en los cambios de las relaciones humanas y sociales que resultan de los cambios industriales y comerciales. Marx no atacó el capitalismo desde un juicio moral, sino que lo vio como un avance sobre el feudalismo, con contradicciones inherentes que lo llevarían a su autodestrucción. No culpaba a los capitalistas por las crueldades del sistema, ya que tanto ellos como los trabajadores estaban atrapados en él. Marx enfoca sus críticas hacia el futuro, creyendo que el capitalismo llevaría a una economía planificada y socializada, sin las contradicciones del sistema actual. No describió esta economía futura, confiando en que la historia seguiría un curso inevitable y racional. El fin del capitalismo El objetivo principal de “El capital” de Marx era demostrar que el capitalismo, al autodestruirse, inevitablemente daría lugar al socialismo. Marx aceptó la teoría del valor trabajo de Ricardo, considerada científica, y la utilizó para mostrar que era lógicamente incoherente. A través del concepto de "plusvalía", argumentó que en un sistema industrial capitalista, el trabajo produce más de lo que recibe, con salarios que apenas cubren la subsistencia, permitiendo a los capitalistas apropiarse de la plusvalía en forma de utilidades y rentas. Las predicciones de Marx sobre el empobrecimiento progresivo de la clase trabajadora y la absorción de la clase media baja por el proletariado asalariado resultaron erróneas, ya que las sociedades industriales elevaron el nivel de vida de la clase trabajadora. Aunque el capitalismo adquirió una dimensión internacional como Marx previó, la clase trabajadora de los países más industrializados no mostró tendencia a unirse para una lucha de clases internacional. Además, lejos de agudizarse el antagonismo de clases, las sociedades industriales parecen menos estratificadas, con divisiones de clase más permeables y una notable estabilidad, como lo demuestran las revoluciones sociales que ocurrieron en Rusia y China, no en Inglaterra ni Alemania. Finalmente, la predicción que luego de la autodestrucción del capitalismo, reinaría el socialismo o el comunismo se debe puramente a su dialéctica la que no le permitía pensar en términos críticos; había que hacer una predicción y lo que se predice tiene que resultar. El desarrollo debe conducir a lo opuesto de donde parte y lo opuesto del capitalismo es el comunismo. Sin ninguna razón sustancial, Marx creía que todos los males del capitalismo se concentraban en la propiedad privada de los medios de producción y por eso pensaba que la abolición de la propiedad privada cortaría el mal de raíz. La estrategia de la revolución social Han habido dos grandes movimientos políticos que se han proclamado versiones auténticas del marxismo, el socialismo de Europa occidental hasta la Primera Guerra Mundial y el comunismo desde la Revolución Rusa. La enemistad entre comunistas y socialistas se hizo todavía más aguda que la enemistad entre los comunistas y los partidos de la clase media. La estrategia de los partidos comunistas había sido totalmente diferente de la de los partidos socialistas. Puesto que los socialistas ganaron votos en elecciones una vez que el sufragio se extendió a las clases trabajadoras mientras que Lenin, por el contrario, nunca fue ni pretendió ser un partido popular que obtuviera sus fines mediante el apoyo de las masas. Inicialmente, en el Manifiesto Comunista (1848), Marx pensaba que una élite de revolucionarios podría liderar con éxito una revolución inminente, actuando como la "vanguardia" del proletariado. Sin embargo, después de los fracasos revolucionarios de 1848, Marx se dio cuenta de que sería necesario un largo período de preparación antes de que la conciencia de clase de los trabajadores estuviera lista para una revolución. A partir de esto, la estrategia implícita que propuso fue que los partidos socialistas debían presionar por reformas burguesas para fortalecer a la clase trabajadora, pero sin comprometer su pureza ideológica ni cooperar con partidos de la clase media en gobiernos de coalición. Pero a medida que un partido consigue más reformas mediante el voto, tiene menos razones para seguir siendo revolucionario. Y esto es lo que tendió a ocurrir a los partidos socialistas marxistas con éxito. Marx explicaba que la revolución que él tanto defendía debía llevarse a cabo en una economía madura y desarrollada por lo que los escritos de Marx que hablaban de una economía atrasada fueron de gran importancia para Lenin y Trotsky. Esto era que un partido socialista debe colaborar con los revolucionarios de clase media hasta que la revolución triunfe, luego debe oponerse a sus aliados, mantener su poder y usar todos los medios para evitar la estabilización económica o gubernamental. Debe fomentar el conflicto entre campesinos pobres y ricos, promover la nacionalización de la tierra y atacar la propiedad privada, abogando por una "revolución permanente". Marx esbozó la transición del capitalismo al socialismo en dos etapas, con la primera abolición de la plusvalía mediante la propiedad estatal y la segunda etapa orientada a alcanzar el comunismo pleno, que implica eliminar la división del trabajo y satisfacer las necesidades humanas de acuerdo con las capacidades individuales. La filosofía social de Marx dio lugar a dos estrategias políticas divergentes. La primera, adoptada por el socialismo marxista de partido, anticipa que la industrialización y la concienciación del proletariado llevarían a una revolución en una sociedad democrática ya desarrollada, como la de los socialdemócratas alemanes hasta 1914. La segunda, representada por el leninismo después de 1914, se basaba en las primeras ideas de Marx, considerando al comunismo como un objetivo alcanzable para una élite en sociedades predominantemente campesinas sin derechos políticos liberales. Así, los marxistas rusos y occidentales discrepaban en la aplicación del determinismo económico de Marx. Las Nuevas Sociologías: Bourdieu y Giddens Un constructivismo estructuralista Pierre Bourdieu define el constructivismo estructuralista como la conjunción de lo objetivo y lo subjetivo: “Con estructuralismo o estructuralista quiero decir que, en el propio mundo social, [...] existen estructuras objetivas independientes de la conciencia y la voluntad de los agentes, que son capaces de orientar o constreñir sus prácticas o sus representaciones. Por constructivismo me refiero a la génesis social, por un lado, de los patrones de percepción, pensamiento y acción que constituyen lo que denominó habitus y, por otro, de las estructuras sociales, en particular de lo que denomino campos.” De un lado, las estructuras objetivas que el sociólogo construye en el momento objetivista, pasando por alto las representaciones subjetivas de los agentes, son el fundamento de las representaciones subjetivas. La idea de «ruptura epistemológica» de Bourdieu se refiere a la separación entre el conocimiento científico de los sociólogos y la «sociología espontánea» de los agentes sociales, acercando las ciencias sociales a las naturales. Aunque inspirado por Durkheim, quien instaba a romper con las ideas preconcebidas, Bourdieu va más allá de una simple dicotomía entre conocimiento erudito y común, haciendo su enfoque más complejo al incluir un segundo momento subjetivista en el análisis. Dos nociones clave: Habitus y campo Pierre Bourdieu argumenta que el principio de la acción histórica no se encuentra en un sujeto aislado o en las cosas por separado, sino en la relación entre dos formas de historia: la historia objetivada en las instituciones y la historia incorporada en el habitus de los individuos. Según Bourdieu, la acción social se produce en la intersección entre el habitus (las disposiciones duraderas y adquiridas de los individuos) y el campo (las estructuras sociales y las instituciones). Este proceso implica una doble dinámica: la interiorización de las estructuras externas (instituciones, normas) en el habitus de los individuos y la exteriorización de este habitus en las prácticas y estructuras sociales. Así, el mundo social se construye a través de esta interacción continua entre lo que está interiorizado y lo que está objetivado. El habitus, es por así decirlo, las estructuras sociales de nuestra subjetividad, que inicialmente se constituyen en virtud de nuestras primeras experiencias. Es la forma en que las estructuras sociales se graban en nuestra mente y nuestro cuerpo por interiorización de la exterioridad. - Disposiciones, esto es inclinaciones a percibir, sentir, hacer y pensar de una determinada forma inconsciente, por cada individuo dependiendo de las condiciones objetivas de su existencia y de su trayectoria social. - Perdurables, estas disposiciones pueden modificarse durante nuestras experiencias. - Transponibles, pues las disposiciones adquiridas merced a cierta experiencia, tienen efecto sobre otras esferas de las experiencias. - Sistema, estas disposiciones tienden a estar unificadas. El habitus está constituido por «principios generadores», debe aportar distintas respuestas en las diversas situaciones a partir de un conjunto limitado de pautas de pensamiento y acción. Así, tiende a reproducirse ante situaciones habituales y puede conducir a innovaciones cuando se halla frente a situaciones insólitas. Los campos constituyen el momento de exteriorización de la interioridad. Se refieren a la forma en que Bourdieu concibe las instituciones no como sustancias, sino de manera relacional, como configuraciones de relaciones entre agentes individuales y colectivos. Para Pierre Bourdieu, cada campo social es tanto un espacio de fuerzas, con una distribución desigual de recursos entre dominantes y dominados, como un campo de luchas, donde los agentes sociales compiten para mantener o cambiar esa correlación de fuerzas. En estas luchas, se puede redefinir el campo y sus límites, incluyendo quién tiene derecho a participar. Cada campo se caracteriza por mecanismos específicos de capitalización de sus recursos legítimos. Así pues, según Bourdieu, no hay una sola clase de capital, sino una multiplicidad de capitales. Por lo tanto, no existe una representación unidimensional del espacio social sino que es pluridimensional, estando compuesto el espacio social por diversos campos autónomos, cada uno de los cuales define modos de dominación específicos. No se trata solo de un capitalismo con una forma dominante de explotación, sino de diversas formas de capitalización y dominación, con relaciones asimétricas entre individuos y grupos que cruzan distintos campos. Lo que Bourdieu denomina campo de poder es un lugar donde entran en relación campos y capitales: es ahí donde se enfrentan los dominantes de diferentes campos. La dimensión simbólica del orden social Si Pierre Bourdieu ha retenido de la obra de Marx que la realidad social es un conjunto de relaciones de fuerzas entre grupos sociales históricamente enfrentados, de la obra de Weber ha retenido que la realidad social es también un conjunto de relaciones de significado, con una dimensión simbólica. Según Bourdieu, las representaciones y el lenguaje participan en la construcción de la realidad, pero no constituyen toda la realidad. Para que tengan eficacia sobre la realidad, deben cumplirse ciertas condiciones sociales externas a las representaciones y a los discursos, previamente inscritas en las mentes y en las instituciones. La violencia simbólica se refiere a cómo las formas de dominación son aceptadas y naturalizadas por los mismos dominados. Esto sucede cuando las relaciones de poder y dominación se presentan de manera que parecen naturales o inevitables, y los dominados no cuestionan estos mecanismos porque los perciben como parte del orden natural. Este proceso de aceptación y legitimación hace que la dominación se mantenga sin necesidad de recurrir continuamente a la violencia física. Una sociología de la acción: la lógica de la práctica La sociología de la acción surge de criticar al intelectualismo que es un objetivismo que percibe la acción desde el exterior y desde arriba como un objeto de conocimiento, sin tener en cuenta la relación del agente con su acción. Pierre Bourdieu distingue entre la relación práctica y la teórica con la acción. La relación práctica se basa en el sentido práctico, un conocimiento incorporado que permite a las personas actuar de manera eficiente y adaptativa en situaciones concretas, sin necesidad de reflexión consciente. En contraste, la relación teórica y reflexiva, que algunos filósofos y sociólogos adoptan, universaliza la visión del observador que razona sobre la acción. Bourdieu critica esta postura, argumentando que la acción obedece a una lógica práctica influenciada por las urgencias del contexto y no siempre se basa en un análisis teórico. Lo que no está claramente establecido es el lugar de una reflexividad pragmática en la sociología de la acción. No obstante, Bourdieu no pasa por alto completamente esta dimensión, en especial cuando se detiene en los periodos de crisis, pues, en esos casos, al dejar de ser válidos «los ajustes rutinarios», entra en juego la reflexividad del actor. Una sociología reflexiva Bourdieu denomina una objetivación participante, pues la objetivación de la relación subjetiva del sociólogo con su objeto forma parte de los requisitos para que su análisis sea científico. Así pues, la sociología de Bourdieu es una sociología reflexiva que invita al sociólogo a un trabajo de auto-socio-análisis. Esta orientación reflexiva se presenta en trabajos que tienen en cuenta la participación del investigador en las relaciones sociales que observa y, por lo tanto, insisten en la integración de las relaciones investigador/investigado en el análisis. El peso determinante de las estructuras objetivas Bourdieu tiende a centrarse en las estructuras objetivas (como las instituciones y las condiciones materiales) considera que las interacciones cara a cara son menos importantes en la formación de la realidad social, ya que estas solo reflejan y actualizan las estructuras preexistentes. Esto puede llevar a subestimar el papel activo de las interacciones en la construcción social de la realidad. La crítica a Bourdieu radica en su tendencia a separar la realidad en términos de apariencia y realidad, tratando al "yo" como una realidad más "real" en apariencia. Esto puede limitar su enfoque, ya que no explica suficientemente cómo interactúan lo subjetivo y lo objetivo en la construcción de la realidad social. En contraste, un enfoque constructivista como el de Schütz reconoce "realidades múltiples" y examina cómo diferentes aspectos de la realidad se interrelacionan y se objetivan, ofreciendo una visión más compleja y matizada de la realidad social. Estructuras de dominación y prácticas populares: las cuestiones de Claude Grignon y Jean-Claude Passeron Passeron distingue claramente las ciencias sociales — como ciencias históricas, cuyos enunciados teóricos nunca están completamente desligados de contextos específicos— de las ciencias nomológicas —que establecen leyes generales, con independencia de los contextos. Grignon y Passeron critican dos enfoques extremos en el estudio de las culturas populares: el **populismo**, que idealiza estas culturas sin considerar su subordinación a las clases dominantes, y el **legitimismo**, que las juzga solo en relación con las normas de las culturas dominantes. Ambos enfoques son problemáticos porque no captan la complejidad y la ambivalencia de las prácticas populares frente a las estructuras de dominación. Además, advierten que los intelectuales, al proyectar sus propias concepciones, pueden distorsionar la comprensión de las culturas populares. La sociología de la dominación simbólica no aparece en Grignon y Passeron sino como una dimensión de la investigación de las culturas populares. Según ellos, sería un error contemplar las producciones populares — como a veces tiende a hacer Bourdieu— exclusivamente en sus relaciones con las formas culturales dominantes. Grignon y Passeron critican a Bourdieu por enfocarse demasiado en las relaciones de las culturas populares con las formas culturales dominantes, lo que lleva a verlas de manera negativa, como carentes o inferiores. Ellos argumentan que medir las prácticas populares solo con herramientas como el capital cultural reduce su diversidad a una simple falta de legitimidad. Aunque la sociología de Bourdieu puede ofrecer análisis complejos, especialmente en el ámbito del lenguaje, no siempre escapa de una perspectiva domino céntrica que subestima la autonomía y riqueza de las culturas populares. Grignon y Passeron nos invitan a la crítica de las posibles desviaciones legitimistas y populistas que amenazan toda sociología de las prácticas populares y, más en general, muestran que el concepto de dominación, aunque es muy importante por cuanto apunta a la estabilización de relaciones asimétricas entre individuos, grupos o sociedades, no es un concepto omnisciente que agote el análisis de las prácticas sociales. La plasticidad de las estructuras: la sociología de las crisis políticas de Michel Dobry Michel Dobry desarrolla un constructivismo más equilibrado, que considera tanto las estructuras sociales como las interacciones. Su enfoque introduce variaciones importantes al constructivismo estructuralista. El análisis de las crisis políticas frecuentemente se ve atrapado en la oposición entre una sociología de las estructuras y una sociología de la acción. Esta dualidad impide entender cómo las estructuras sociales influyen en las crisis y también cómo estas mismas estructuras pueden ser vulnerables en situaciones más cotidianas. Dobry retoma las ideas de Bourdieu sobre las estructuras sociales, centrándose en los sectores sociales autónomos y el habitus. Considera que la existencia de múltiples campos sociales diferenciados pero interconectados es clave para entender las crisis políticas en sociedades modernas. Además, señala que estos sistemas sociales son plásticos, es decir, sensibles a la acción de los agentes y a la movilización colectiva, lo que permite que ocurran crisis. Dobry también modifica el concepto de habitus de Bourdieu, reconociendo que su influencia varía según las situaciones y contextos sociales. Dobry concibe las crisis políticas como transformaciones de sistemas sociales complejos y como movilizaciones multisectoriales. Estas crisis se caracterizan por la fluidez política, con componentes como desectorización coyuntural del espacio social (una estabilidad menor de las fronteras entre sectores sociales) la incertidumbre estructural (se borra o confunden los puntos de referencia habituales de cálculo político) y los procesos de desobjetivación (pérdida de objetividad de aspectos anteriormente estables de la realidad social). La teoría de estructuración de Giddens y la dualidad estructural La obra de Giddens es sobre todo teórica, ha intentado combinar, en el seno de una teoría de la estructuración, una sociología de las estructuras sociales y de la acción. El concepto de estructuración nos presenta las estructuras sociales desde el ángulo del movimiento. Giddens lo define así: «Proceso de las relaciones sociales que se estructuran en el tiempo y el espacio a través de la dualidad estructural». La idea de la "dualidad estructural" sugiere que las propiedades estructurales de los sistemas sociales son simultáneamente condiciones y resultados de las acciones de los agentes dentro de estos sistemas.. Según Giddens, las estructuras no son independientes de la acción; se actualizan y se manifiestan a través de las interacciones. Además, la dualidad estructural implica que las estructuras no sólo imponen restricciones, sino que también ofrecen posibilidades. La competencia de los agentes:conciencia práctica y conciencia discursiva La teoría de la estructuración, parte de la sociología de la acción, destaca que los agentes sociales son competentes en el sentido de que utilizan conocimientos tácitos o discursivos sobre sus acciones y las circunstancias que los rodean. Esta competencia incluye la **conciencia discursiva** (lo que los agentes pueden expresar verbalmente) y la **conciencia práctica** (lo que saben hacer sin poder expresar directamente). Giddens también menciona que la competencia humana está limitada por el **inconsciente**, que contiene conocimientos y deseos reprimidos que no siempre son accesibles a la conciencia discursiva. Las consecuencias no intencionales de la acción Para Anthony Giddens, «las propiedades estructurales de los sistemas sociales se extienden, en el tiempo y el espacio, mucho más allá del control que pueda ejercer cada actor». Por consiguiente, las consecuencias no intencionales de la acción constituyen, con el inconsciente, uno de los principales límites de la competencia de los actores sociales. En el transcurso de la acción surgen sin cesar consecuencias no deseadas por los agentes y, de manera retroactiva, estas consecuencias no intencionales pueden convertirse en las condiciones no reconocidas de ulteriores acciones». Así pues, lo que propone Giddens es una verdadera dialéctica de lo intencionado y lo no intencionado, donde lo intencionado está atrapado en complejas secuencias de actos que se le escapan y que llevan la acción más lejos de lo que él pretende. Crítica del evolucionismo El evolucionismo es la tendencia a ver la historia como una secuencia lineal, donde se percibe un movimiento con una dirección clara. Uno de los peligros de esta perspectiva es la «visión unidireccional», que reduce la evolución de las sociedades humanas a una única línea de desarrollo general. Giddens destaca la necesidad de reconocer la aleatoriedad y el desorden en la evolución, cuestionando teorías que buscan un desarrollo universal y lineal. Sistema, integración social e integración sistémica o lo micro reabsorbido por lo macro Giddens critica las sociologías funcionalistas que comparan el sistema social con un organismo biológico, donde cada parte cumple una función natural para el funcionamiento del todo. Según él, estas teorías ignoran la competencia y la actividad intencional de los agentes, y atribuyen al sistema social una lógica y racionalidad autosuficiente. Aunque Giddens usa conceptos como "sistema social" e "integración sistémica" para entender cómo las partes y el todo se relacionan, también señala que los sistemas sociales no tienen la unidad interna de los sistemas biológicos. A pesar de su intención de superar la distinción entre micro y macro, sus conceptos todavía reflejan una tensión entre analizar las actividades diarias de los agentes y comprenderlas en el contexto de un sistema más amplio. En resumen, Giddens busca un equilibrio entre las partes y el todo en el análisis social, reconociendo la dificultad de hacerlo sin reducir la complejidad de las interacciones y estructuras sociales.

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