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Summary

This is a story about a family preparing for an important visitor. The family's children discuss their excitement and curiosity about the visitor who is known as the Furias.

Full Transcript

vale la pena. Hay cºsas que sencillamente están ahí, sin molestar a nadie, esperando a que las descubran. Por ejemplo. América. Y otras cosas seguramente es mejor dejarlas en paz. Por ejemplo. un ratón muerto eri el fondo de un armario. —Crea que yo pertenezco a la primera calegoría —comentó Shmucl....

vale la pena. Hay cºsas que sencillamente están ahí, sin molestar a nadie, esperando a que las descubran. Por ejemplo. América. Y otras cosas seguramente es mejor dejarlas en paz. Por ejemplo. un ratón muerto eri el fondo de un armario. —Crea que yo pertenezco a la primera calegoría —comentó Shmucl. —Sí —dijo anof4 Creo que si ¿Puedo preguntarle una cosa? fañadió al cabo de un momento. —Si. Bruno se lo pensó. Quería fomular bien la pregunta. *¿Pur qué hay tanta gente al otro lado de la alambrada? —preguntó al fin—. ¿Y qué hacéis alli? ll El Furias Unos meses atrás, cuando Padre recibió el uniforme nuevo que significaba que lados debian llamarlo <<comandante>v y poco anles de que ano llegara a casa y encontrara a Maria haciendo las maletas, una noche Padre llegó a casa muy emocionado, lo cual era muy raro en él, y entró en el salón donde Madre, Brunº y Gretel eslaban sentados leyendo sus libros. *El jueves por la noche fanunciuf. Si teníamos algún plan para el jueves por la noche, ya puedes caneelarlo. *Tu puedes cambiar tus planes si quieres —dijo Madref, pero yo he quedado para ir al teatro con... *El Furias quiere hablar de un asunto conmigo —dijo Padre, que era el único autorizadº para interrumpir a Madrefl Acabº de recibir una llamada esta tarde. Sólo le va bien el jueves por la noche y vendrá a cenar. Madre abrió muclw los ojos y sus labios formaron una 0. Bruno se quedó mirándola y se preguntó si aquélla era la cara que ponía el cuando algo lo sorprendía. *No lo dirás en serio —dij0 Madre, palideciendo ligeramente—. ¿Va a Venir aqui? ¿¡A nuestra casa? Padre asinlió con la cabeza, *A las siete en punto —confimróf. Asi que será mejor que preparemns una cena especial. ¡Cielos! exclamó Madre mirando de un ladº a otrº y empezando a pensar en todo lo que había que hacer. —¿Quién es el Furias? —prcguntó Bruno… —Lo pronuncias mal —dijo Padre, y ln pronunció correctamente. —El Furias —volvió a decir Bruno. intentando pronunciar bien, aunque sin conseguirlo. *No *dijo Padref. El . ¡Bueno, es igual! *Pero ¿quién es? *ÍHSÍSÍIÓ Bruno. Padre lo miró atónito y dij : *Sabes muy bien quién es el Furias *Nº —dijo Bruno. *Dirige el país, idiota fterció Gretel con altanería, como suelett hacer las hermanas. (Eran cosas como aquella las que la convertían en una tonta de remate)—. ¿Es que no lees el periódico? *No llames idiota a tu hermano, por favor fintervino Madre. *¿_Puedo llamarlo estúpido? ] 18 f¡Grctel! La niña se sentó, disgustada, pero de todas formas le sacó la leuglta a Bruno. ¿Va a venir solo? preguntó Madre He olvidado preguntárselu *dij0 Padref. Pero supongo que vendrá con ella. *.Ciclos! frcpitió Madre. levantándose y calculando mentalmente todo lo que tenia que organizar antes del jueves, para el que sólo faltaban dos dias. Habria que limpiar la casa a fondo (incluidos los cristales), teñir y barnizar la mesa del comedor. encargar la comida, lavar y planchar los uniformes de la criada y el mayordomo… y dar brillo a la vajilla y la cristalería hasta que destellaran. De un modo u otro, pese a que la lista parecía crecer y crecer, Madre consigtio' terminarlo todo a tiempo, aunque no paraba de decir que la velada habría tenido el éxito asegurado si ciertas personas hubieran ayudado un poco más a prepararlo todo, Una hora antes de la llegada del Furias, hicieron bajar a Gretel y Bruno, y los niños recibieron una insólita invitación para entrar en el despacho de Padre. Gretel llevaba un vestido blanco y calcetines largos. y le habían hecho ti.rabuzoncs. Bruno llevaba pantalones cortos marrón oscuro. camisa blanca y corbata man'ón. Estrenaha zapatos para la ocasión, y estaba muy orgulloso de ellos. aunque le iban pequeños, le dolian los pies y le costaba andar. De cualquier modo. todos aquellos preparativos y toda aquella ropa elegante parecian un poco exagerados. porque ni Bruno ui Gretel estaban invitados a la cena; ellos habían cenado una hora antes. A Ver, niños dijo Padre sentándose detrás de su escritorio y mirando alternativamente a sus hijos, de pie e inmóviles frente a el?. Ya sabéis que esta velada es muy especial, ¿verdad? Los niños asintieron. *Y que es muy importante para mi carrera que esta noche todo salga bien. Volvieron a asentir. *Por tanto. hay una serie de reglas básicas que estableceremos de antemano. Padre era muy partidario de las reglas básicas. Siempre que había una ocasión especial o importan-. te en la casa' establecía algunas nuevasv *Regla número uno *dijof. Cuando llegue el Furias, os pondréis de pie en el recibidor. en silencio. y os prepararéis para saludarlo. No diréis nada hasta que él se dirija a vosotros, y entonces contestaréis con voz clara. articulando bien las palabras. ¿Entendido? *Si. Padre fmasculló Bruno. *Asi es precisamente como no quiero que habléis. Vocaliza bien y habla como un adulto. Esperri que ninguno de los dos se compone comtv un niño pequeño. Si el Furias no os hace caso, vosotros no digáis nada; mirad al frente y demostradlc el respeto y la cortesía que merece un dirigente de su talla. flºor supuesto, Padre —dijo Gretel con voz muy clara. l20 *Y mientras Madre y yo estemos cenando con el Furias, vosotros dos debéis permanecer en vuestras habitaciones sin hacer ruido. No quiero a nadie correteando por la casa ni deslizándose por la barandilla. *Y le lanzó una elocuente mirada a Brunei. No quiero interrupciones. ¿Mc habéis entendido? No quiero que ninguno de los dos nos cause molestia alguna. ano y Gretel asinticmn con la cabeza y Padre se levantó para indicar que la reunión habia terminado. —Quedan establecidas las reglas básicas *sentenció. Tres cuartos de hora más tarde sonó el timbre y se produjo un gran revuelo. Bruno y Gretel ocuparon sus puesms junto a la escalera, y Madre se colocó detrás de ellos, rctorciéndose las manos con nerviosismo. Padre les echó una rápida ojeada y asintió, satisfecho con lo que veia y entonces abrió la puerta. Habia dos personas en el umbral: un hombre bajito y una mujer más alta que el. Padre los saludo y los invitó a entrar. María, con la cabeza aun más agachada de lo habitual, recogió sus abrigos, y entonces se hicieron las presentacionesr Los invitados hablaron primero con Madre… lo cual dit) ¿¡ Bruno la oportunidad de observarlos y decidir por si mismo si merecían todo aquel jaleo. El Furias era mucho más bajo que Padre, y Bruno dedujo que no debía de ser tan fuerte como el. Tenía el cabello negro, muy corto, y un bigote diminuto (tan diminuto que ano se preguntó para qué lo llevaba, 0 si seria que se habia dejadt1 un trozo al afeitarse). La dama que estaba a su lad(), en cambio, era la mujer más hermosa que jamás había visto. Tenía el cabello rubio y los labios muy rojos. y mientras el Furías hablaba con Madre. se volvió para mirar a Bruno y sonrió. El niño se ruborizó. *Y estos son mis hijos —dijo Padre, mientras Gretel y Bruno daban un paso adelanteº. Gretel y Bruno. *¿V quién es quién'? fpreguntó el Furias, y todos rieron excepto Bruno, pues en su opinión era perfectamente obvio quién era quién y no entendia qué gracia podía tener aquel comentario. El Furias les estrechó la mano y Gretel hizo la reverencia que tanto había ensayado. Bruno se alegró mucho cuando su hermana perdió el equilibrio y estuvo a punto de caerse. —Qué niños tan adorables —dijo la hermosa mbiafv ¿Y cuántos años tienen, si no es indiscreción? Yo tengo doce, pero el sólo tiene nueve dijo Gretel mirando con desdén a su hermano?. Y también sé hablar francés fagregó. lo cual no era cierto. aunque había aprendido unas pocas frases en la escuela. ?¿,Francés? ¿Y para que' quieres hablarlo? *pregunló el Furiasv y aquella vez nadie rió; todos pasaron el peso del cuerpo de una pierna a otra, turbados< 122 mientras Gretel lo miraba fijamente, sin saber si tenía que contestar o no. El asunto se resolvió rápidamente. porque el Furias. que era el invitado más grosero que Bruno había vista jamás. se dio la vuelta y se dirigió derecho hacia el comedor y, sin más, se sentó a la cabecera de la mesa, ¡en la silla de Padre! Un poco aturullados, Padre y Madre lo siguieron y Madre dio instrucciones a Lars para que empezara a calentar la sopa. —Yo también sé hablar francés —dijo la hermosa rubia, inclinándose y sonriendo a los niños. Ella no parecía tener tanto miedo al Furias como Madre y PadrH. El francés es un idioma muy bonito y está muy bien que lo aprendas. f¡Eva! illamd el Furias desde la otra habitación, chasqueando los dedos como si la mujer fuera un perrito faldero. Ella puso los ojos en blanco, se irguió despacio y se dio la vuelta. *Me gustan tus zapatos, Bruno, pero me parece que te aprietan un poco fañadió con una sonrisa? Si es asi. deberías decírselo a tu madre antes de que te lastimen los pies. *Si, me aprietan un poco fadmitió Bruno. *Normalmente nº llevo tirabuzones faclaró Gretel, celosa de su hermano por la atención que estaba recibiendo. ?¿.Por qué no? *preguntó la mujer?. Te quedan preciosos. f¡Eval * llamó el Furias por segunda vez, y la hemiosa mujer se alejó de ellos. ?Ha sido un placer conocerns —dijo antes de entrar en el comedor y sentarse a la izquierda del Furias. Gretel fue hacia la escalera, peroBruno se quedó plantado donde estaba. observandº a la rubia hasta que ella volvió a fijarse en él y le hizo un gesto de adiós con la mano, en el preciso instante en que aparecia Padre y cerraba las puertas. indicándole con la cabeza que debia subir a su habitación, sentarse en silencio, no hacer ruido y. sobre todo, no deslizarse por la barandilla, El Furias y Eva estuvieron doshoras en la casa. y no llamaron a Gretel ni a Bruno para que bajaran a despedirse. El niño los VIO tnarchar desde la ventana de su dormitorio; se dirigieron hacia un coche conducido por un chófer, algo que impresionó mucho a Bruno, que se tijó en que el Furias no abrió la puerta a su acompañante sino que se montó en el vehiculo y se pusº a leer el periódico. mientras ella volvia a despedirse de Madre y le daba las gracias por la agradable velada. (¿Qué hombre tan horrible>>. pensó Bruno. Más tarde. esa misma noche, el niño oyó fragmentos de una conversación entre Madre y Padre. Ciertas frases se eolarun por el ojo de la cerradura () por la rendija de la puerta del despacho de Padre, subieron por la escalera, toreieron en el rellano y se ñltraron por debajo de la puerta del dormitorio de Bruno, Aunque sus padres hablaban en voz inusualmente alta. el sólo entendió unas pocas palabras: 124 *… marchamos de Berlín. Y para ir a un sitio como... —dijo Madre. *… no tenemos altemativa. al menos si queremos seguir... —diji) Padre. *… como si fuera lo más normal del mundo, pero no lo es< no lo es… —dij Madre. lo que pasaría seria que me enviarían ¡¡ algún sitio y me tratarían como... —dijo Padre. *… esperarás que crezcan en un sitio como… *dijo Madre. *… y punto. No quiero oir ni una palabra más sobre este asunto * dijo Padre. Aquello debió de poner fin a la conversación. porque entonces Madre salió del despacho de Padre y el niño se quedó dormido. Un par de días más tarde, Bruno llegó de la escuela a casa y encontró a Maria en su habitación. sacando todas sus cosas del armario y metiéndnlas en cuatro grandes cajas de madera. incluso las pertenencias que él había escondido en el fondo del mueble, que eran suyas y de nadie más. y allí es donde empezó esta historia. 12 Shmuel busca una respuesta a la pregunta de Bruno *Lo único que sé es esto fempezo Shmuelf. Antes de que viniéramos aqui… yo vivía con mi madre, mi padre y mi hen—nano Josef en un pequeño piso encima del taller donde mi padre fabrica sus relojes. Todas las mañanas desayunábarnos juntos a las siete en punto. y mientras nosotros estábamos en la escuela. mi padre arreglaba los relojes que le llevaba la gente y también fabricaba relojes nuevos. Yo tenía un reloj muy bonito que me habia regalado mi padre, pero ya no [o tengo. Tenía la esfera dorada y todas las noches le daba cuerda antes de acostarme, y nunca se atrasaba ni se adelantaba. —¿Qué pasó con el reloj? fpreguntó Bruno. —Me lo quitaron. —¿Quién? —Pues los soldados, ¿quién va a ser? —dijo Sbmuel como si aquello fuera lo más obvio del mundo?. Y un dia las cosas empezarott a cambiar

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