Contenido 1: Concepto de Ciencia y División de la Ciencia (PDF)

Summary

Este documento proporciona una visión general del concepto de ciencia y la división de las ciencias. Explica las diferencias entre el conocimiento cotidiano y el conocimiento científico, así como las características de las ciencias formales y fácticas. Se enfoca en las distintas áreas de la ciencia, incluyendo ciencias naturales y sociales.

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CONTENIDO 1: CONCEPTO DE CIENCIA Y DIVISION DE LA CIENCIA; EL CONOCIMIENTO COTIDIANO Y CONOCIMIENTO CIENTIFICO. La ciencia es un conjunto de disciplinas dedicadas a la búsqueda de información sobre un cierto tema, es decir, al conocimiento. Su función es explicar, descubrir e invent...

CONTENIDO 1: CONCEPTO DE CIENCIA Y DIVISION DE LA CIENCIA; EL CONOCIMIENTO COTIDIANO Y CONOCIMIENTO CIENTIFICO. La ciencia es un conjunto de disciplinas dedicadas a la búsqueda de información sobre un cierto tema, es decir, al conocimiento. Su función es explicar, descubrir e inventar algo que sea verdadero y válido para toda la humanidad, a través de la investigación y del método científico. Según Mario Bunge, físico matemático estudioso de la ciencia, la ciencia se clasifica, en una primera instancia, entre las que estudian las ideas o ciencias formales y las que estudian los hechos o ciencias fácticas. Ciencia formal La ciencia formal se fundamenta en conceptos abstractos y en ideas que la misma ciencia crea. Por ejemplo, la base de las matemáticas son los números, una representación para facilitar el conteo de objetos, pero nadie ha visto números negativos o una raíz cuadrada. Las ciencias formales son racionales, sistemáticas y verificables, pero no objetivas porque su búsqueda no es el objeto real. Por ejemplo, para determinar la probabilidad de sacar dos 6 al tirar dos dados no requiere de tener los dados en la mano. Son ciencias deductivas que demuestran o prueban enunciados. Son ejemplos de ciencias formales la matemática, la estadística, la lógica y la ciencia de la computación. Estas disciplinas crean sus propios sistemas de trabajo, ya sean números, algoritmos, o teoremas. Ciencia fáctica Las ciencias fácticas se fundamentan en lo material, en los hechos, en lo que puede observarse. Podemos observar un relámpago en el cielo y buscar por qué o cómo se produce. Las ciencias fácticas buscan el conocimiento a través de la observación y la experimentación por medio del método científico. Gregor Mendel descubrió los principios de la herencia por observar y experimentar con guisantes de diversas formas y colores. Como son ciencias verificables por la experimentación, también se conocen como ciencias empíricas. Buscan confirmar o desechar hipótesis o explicaciones tentativas a un dado fenómeno. Hasta que Albert Einstein presentó la Teoría de la relatividad, por muchos años las leyes de Newton se consideraban infalibles. Dentro de las ciencias fácticas existe una siguiente clasificación, según se enfoque en la naturaleza y sus componentes, como ciencias naturales, o si estudia al ser humano y sus interrelaciones o ciencias sociales. Ciencias naturales Las ciencias naturales son todas aquellas disciplinas que se encargan del estudio de una parte de la naturaleza y el Universo. Por ejemplo, la ciencia que estudia cómo funcionan las cosas es la física, la ciencia que estudia la materia que compone la naturaleza es la química, la ciencia que estudia los seres vivos es la biología. Las ciencias naturales se caracterizan por ser objetivas, el investigador no es parte del objeto de estudio. Las ciencias naturales también abarcan una gran extensión del conocimiento por lo que se puede subdividir en: Ciencias físicas: estudia el contexto inorgánico, como la química, la física y la astronomía. Ciencias biológicas: estudia la vida y sus organismos, como la botánica, la zoología, la ecología y la genética. Ciencias de la Tierra: estudia los fenómenos de la Tierra y sus capas, como la geología, la oceanografía, meteorología y paleontología. Ciencias sociales Las ciencias sociales o ciencias humanas son aquellas disciplinas relacionadas con el estudio del ser humano en la sociedad que aplican el método científico para obtener conocimiento. Dentro de los aspectos que abordan las ciencias sociales están: la cultura, los orígenes del ser humano, la relación cuerpo-mente y los intercambios entre sociedades. Estas buscan comprender de la forma más objetiva posible el ser humano y su comportamiento en los grupos que forma y participa. Dentro de las ciencias sociales se incluyen: La sociología: trata de entender y explicar las interacciones del individuo en una sociedad y de los procesos sociales globales. La antropología: analiza, estudia y describe el pasado y el presente de la humanidad. La psicología: estudia lo relacionado con los comportamientos y la mente del ser humano. La economía: estudia cómo cubrir las necesidades materiales con criterio de escasez. Las ciencias políticas: se encarga de estudiar los órganos del poder, su desarrollo y evolución. Ciencias puras o básicas y ciencias aplicadas Adicionalmente existe una división de las ciencias según su objetivo final entre ciencias puras o básicas y ciencias aplicadas. Las ciencias básicas tienen por objetivo la búsqueda del conocimiento por sí mismo, por ejemplo: La astrofísica: que trata de entender la génesis de los agujeros negros en el Universo. La paleontología: estudia los fósiles y su relación con la evolución de la vida. Por otro lado, las ciencias aplicadas se enfocan en tener una utilidad a largo plazo, como, por ejemplo: La farmacología: que estudia los efectos y las interacciones de las drogas en el cuerpo humano. La climatología: que estudia las condiciones de la atmósfera y los efectos en el clima. OBJETIVO Y ALCANCE DE LA CIENCIA Los métodos son medios arbitrados para alcanzar ciertos fines. ¿Para qué fines se emplean el método científico y las varias técnicas de la ciencia? En primer lugar, para incrementar nuestro conocimiento (objetivo intrínseco, o cognitivo); en sentido derivativo, para aumentar nuestro bienestar y nuestro poder (objetivos extrínsecos o utilitarios). Si se persigue un fin puramente cognitivo, se obtiene ciencia pura; si la finalidad a largo plazo es utilitaria, resulta ciencia aplicada; y si la meta es utilitaria a corto plazo, se hace técnica (o tecnología, por emplear un anglicismo). Pero las tres emplean el mismo método, y los hallazgos de cualquiera de ellas pueden utilizarse en las otras dos. Sin embargo, hay una importante diferencia moral entre estos campos: en tanto que la ciencia básica es inofensiva, la ciencia aplicada y la técnica pueden ser dañinas. Muchos niegan la participación del conocimiento fundado en básico, aplicado y técnico, al punto de amalgamarlos en lo que llaman tecnociencia (disciplina desconocida tanto por los científicos como por los técnicos). Esta opinión ignora las diferencias de metas: conocimiento en un caso y utilidad en los demás. Dicha opinión tampoco tiene en cuenta las diferencias de puntos de vista y de motivación entre el explorador que busca pautas y el investigador o artesano que persigue algo de posible utilidad práctica. Otras veces se concede esta diferencia, pero se alega que la ciencia aplicada y la técnica generan la ciencia básica y no al revés. Pero es obvio que debe existir el conocimiento antes de poder aplicarlo. Lo que sí es verdad es que la acción -la industria, el gobierno, la educación, etc. - plantea problemas frecuentemente, problemas que sólo la ciencia pura puede resolver. Y si esos problemas se elaboran con el espíritu libre y desinteresado de la ciencia pura, las soluciones a dichos problemas pueden resultar aplicables a fines prácticos. Dicho brevemente: la práctica, junto con la mera curiosidad intelectual, es una fuente de problemas científicos. Pero dar a luz no es criar. Hay que cubrir un ciclo entero antes de que salga algo científico de la práctica: Práctica —» Problema Científico -» Investigación Científica Acción Racional. Tal fue el esquema más frecuente hasta la mitad del siglo XIX, más o menos, cuando la física dio nacimiento a la ingeniería eléctrica: a partir de entonces la tecnología propiamente dicha -y ya no sólo la habilidad profesional precientífica quedó firmemente establecida. Y ya luego la curiosidad intelectual ha sido la fuente de la mayoría de los problemas científicos, empezando, desde luego, por todos los importantes; la tecnología ha seguido frecuentemente la estela de la investigación pura, disminuyendo constantemente el desfase entre las dos. Si se exageran los objetivos externos de la ciencia, se debilitan la curiosidad y la libertad de la investigación, esto es la libertad de dudar de las ideas recibidas y la libertad de intentar establecer otras nuevas, aunque no parezcan socialmente útiles. El resultado inmediato es la debilitación de la ciencia pura, lo cual lleva por último al estancamiento tecnológico. La política más práctica consiste en no poner fines prácticos a la ciencia. El blanco primario de la investigación científica es pues el progreso del conocimiento. Tal es el caso incluso de la investigación aplicada, como la investigación del efecto de las medicinas en condiciones patológicas; lo que pasa es que en estos casos no se busca conocimiento sin más calificación, sino conocimiento útil. Ahora bien: existe la investigación por la causa pura del conocimiento, pero no existe entidad alguna que podamos considerar como el conocimiento en sí mismo: el conocimiento lo es siempre de algo, por ejemplo, del envejecimiento de las estrellas, o de los hombres. El objetivo central de la investigación en la ciencia factual pura es, por definición, mejorar nuestro conocimiento del mundo de los hechos; y el de la investigación científica aplicada es mejorar el control del hombre sobre los hechos. El conocimiento es una forma de relacionarse el sujeto con los objetos, hechos y fenómenos, con las propiedades y leyes del mundo objetivo, que existe realmente fuera e independientemente de él. Se expresa a través del lenguaje, de la comunicación como relación sujeto-sujeto, que favorece el sistema de relaciones humanas. Por estas razones tiene un doble carácter individual y social. El conocimiento existe como unidad dialéctica de lo sensorial y lo racional. Las sensaciones, percepciones y representaciones, como primer nivel del conocimiento sirven de base a los conceptos, juicios, razonamientos y teorías que conforman el segundo nivel o nivel racional. El estudio del conocimiento ha despertado interés en muchos investigadores. Ellos lo clasifican de acuerdo con determinados criterios. Los autores Bermúdez y Rodríguez (2001), y Valera [s. a.], lo clasifican por su nivel de esencia, o sea, por su objetividad. Por su parte, Moltó [et al.] (2010) y Castellanos (2000), tienen en cuenta la forma en que se obtiene y las relaciones que se establecen. Castellanos (2000) y Valera [s. a.], clasifican el conocimiento en: saber cotidiano o vulgar y en saber o conocimiento científico. Mientras que Moltó [et al.] (2010), y Bermúdez y Rodríguez (2001) los catalogan, además, en espontáneo o perceptual y, por otra, en racional o científico. Es necesario valorar la esencia de las diferentes formas de conocimiento que se han mencionado. Así, al conocimiento cotidiano también lo denominan: conocimiento vulgar, conocimiento habitual, saber cotidiano, conocimiento empírico o popular, conocimiento perceptual. De estas denominaciones, se asume conocimiento cotidiano. A partir de los criterios dados por Gómez (2004); Bermúdez y Rodríguez (2001); Castellanos (2000); y Rodrigo (1997), se entiende por conocimiento cotidiano: reflejo fragmentado y parcial de la realidad propia de cada persona, que surge del contacto sensorial con la realidad objetiva y de la comunicación entre los seres humanos. Se adquiere de forma inconsciente, espontánea, o consciente, y contiene lo esencial y no esencial del objeto, no sobrepasa lo externo, lo concreto, las cualidades observables de la realidad objetiva, y las generalizaciones de tipo empírico acerca de ella, no establece sus causas. Es conservado y transmitido por las generaciones, a través de costumbres, tradiciones, experiencias prácticas, consejos, creencias, rituales, supersticiones, entre otros, cuyo carácter suele ser impreciso, subjetivo, pero no necesariamente falso. El conocimiento cotidiano también es entendido por algunos autores como ideas previas. Al referirse al conocimiento científico Moltó [et al.] (2010); Gómez (2004); Bermúdez y Rodríguez (2001); y Pidkasisti (1986) lo denominan conocimiento objetivo, conocimiento experto, conocimiento racional o conocimiento científico. Se comprende que es un reflejo de la realidad objetiva que existe fuera e independientemente de la conciencia del hombre, por lo que sobrepasa la opinión individual subjetiva. Penetra en la esencia de los objetos y fenómenos al encontrar los nexos y las relaciones causales entre los mismos. Se logra cuando los procesos analítico-sintéticos son sistemáticos, basados en principios, leyes, categorías y valores. Tiene alto grado de sistematización y generalización; es abstracto. Puede ser comprobado experimentalmente. Estos saberes son parte de la ciencia y se adquieren de forma consciente. Se deduce esencialmente que el conocimiento cotidiano y el científico pretenden alcanzar conocimientos auténticos y se basan en los hechos. El cotidiano puede servir de base al científico, y este se desarrolla y explica los hechos y resultados mediante hipótesis, leyes y teorías nuevas o ya existentes que permiten solucionar los problemas. Ambos reflejan una misma realidad objetiva material con diferente grado de profundidad. Generalmente, el conocimiento cotidiano se forma directamente de la realidad, sin la búsqueda de causas. El conocimiento científico es el resultado de un sistema teórico de esos aspectos de la realidad. Tanto uno como otro tienen su fuente en la práctica social; en el científico es necesaria la experiencia y la investigación. Él, al definir la causa que lo origina, permite la previsión. El conocimiento científico se diferencia del conocimiento cotidiano en que aplica y elabora métodos especiales y generales del conocimiento, los cuales se basan en las regularidades del mundo real. El conocimiento cotidiano es elaborado por la masa; el científico, por grupos especializados de personas, que estudian aquella parte de la realidad objetiva que es objeto de su conocimiento. Estos conocimientos no pueden ser considerados antagónicos. Se asume el criterio de los investigadores que consideran que el conocimiento científico se desarrolla en unidad indisoluble entre el nivel de conocimiento empírico y el nivel de conocimiento teórico por coincidir con el camino del conocimiento aportado por V. I. Lenin. Los autores Moltó [et al.] (2010); Bermúdez y Rodríguez (2001); Pidkasisti (1986); y Valera [s. a.] coinciden al plantear que el conocimiento empírico o nivel empírico del conocimiento científico se alcanza de forma espontánea o dirigida mediante las sensaciones, percepciones y representaciones obtenidas en la experimentación, la observación y la experiencia concreta de la persona en la práctica. Por tanto, únicamente permite describir las propiedades o características externas del objeto, proceso, o fenómeno; o sea, las que son directamente contrastables y conducen al establecimiento de relaciones entre la representación de los objetos o las partes de uno de ellos, aunque se accede únicamente a una parte de la esencia: la expresada por las propiedades determinantes de este. Entre el conocimiento cotidiano y el nivel empírico del conocimiento científico existen semejanzas. Ambos se obtienen a través de la experiencia del hombre en la práctica, en forma de sensaciones y representaciones, que únicamente permiten describir las características externas, las cualidades observables de los objetos, fenómenos o procesos, lo que conduce al establecimiento de generalidades de tipo empíricas sin llegar a las causas de estos. Aun sin ser conocimientos acabados, sirven de base a los conocimientos científicos. Sin embargo, son básicas las diferencias entre ellos. El conocimiento cotidiano y el conocimiento empírico se obtienen de forma espontánea e inconsciente; aunque el segundo puede adquirirse, además, de forma dirigida. En el conocimiento cotidiano se encuentran unidas las características esenciales y no esenciales; por su parte, el conocimiento empírico penetra en una parte de la esencia de los objetos, fenómenos o procesos, la expresada en las propiedades determinantes de este. El conocimiento cotidiano puede ser impreciso, subjetivo, aunque no obligatoriamente falso; mientras que en el conocimiento empírico su resultado es verdadero, objetivo, preciso, aunque no acabado. Al desarrollar la teoría del conocimiento, sus creadores, además de los estudiosos del tema mencionados anteriormente, así como las autoras de este artículo, concuerdan en plantear que el conocimiento o nivel teóricos del conocimiento científico es aquel conocimiento racional que trasciende las apariencias para penetrar en la esencia de los fenómenos y procesos. De las cualidades empíricamente observables, fija las más generales y estables. Expresa la esencia, la causa de su auto-movimiento que genera las contradicciones que conducen al desarrollo. Permite establecer las relaciones causales, las regularidades y nexos internos que posibilitan la explicación del objeto y la formación de conceptos. Después de caracterizar el conocimiento cotidiano, conocimiento científico y los dos niveles, empírico y teórico, de este último; es necesario indagar acerca de qué conocimientos, desde el punto de vista individual y social, les son necesarios al ser humano para conducirse en la vida cotidiana, integrarse de manera crítica a la sociedad y ser capaces de tomar decisiones. Es ineludible saber cómo es ese conocimiento en la educación Secundaria Básica. Se comprende que en ese nivel, el adolescente es portador de un conocimiento adquirido culturalmente, que en esta investigación ha sido asumido como conocimiento cotidiano. Los conocimientos ya definidos por la ciencia, de los que se apropia en el proceso formativo que se desarrolla en la escuela, serán citados en lo adelante como conocimiento escolar. Los conocimientos acerca de la ciencia que se enseñan en la escuela, difieren significativamente del conocimiento científico en su profundidad o complejidad, en su volumen y en el nivel de abstracción que es posible alcanzar de acuerdo con el desarrollo etario de los adolescentes. Esta idea es revelada por Chevallard (1998) al desarrollar su teoría acerca de la transposición didáctica, que en esencia considera la transformación del saber científico en un saber posible de ser enseñado en las escuelas. No se considera la plena asunción de esta teoría por el carácter positivista subjetivo de las concepciones de Chevallard y de sus seguidores. Los conocimientos que se enseñan y aprenden en la escuela se distancian del saber que es obtenido en la vida cotidiana. Según Rodrigo (1987)3 el conocimiento cotidiano y el conocimiento escolar pueden o no diferenciarse por su contenido, pero difieren en sus fundamentos y métodos, por el contexto sociocultural en el que se forman y por los procesos que emplean en su formación. En otras palabras, el qué, el para qué y el cómo se forman pueden ser muy distintos según la manara que estos se adquieren. Es preciso distinguir que tanto en el conocimiento escolar como en el científico la selección del conocimiento que se debe formar es fruto de la elección que realiza un grupo de personas especialistas en una determinada rama de la ciencia. Esto posibilita que en la escuela se estudien un grupo de conocimientos ya conocidos o formados desde la ciencia y que la sociedad considere indispensables en la formación de sus ciudadanos; mientras que la ciencia viabiliza la formación de nuevos conocimientos acordes con las necesidades histórico-concretas de la sociedad en que se desarrolla. Al analizar para qué se forman los conocimientos, se debe reconocer que en el conocimiento cotidiano las personas buscan que las teorías que poseen les sirvan para explicarse y predecir el entorno físico y social en que viven y poder realizar acciones que les permitan alcanzar metas. Por tanto, sus teorías no tienen por qué ser exactas, como sería en el caso de la apropiación del conocimiento científico, ni adecuarse a las exigencias de un profesor o programa, como es en el caso del conocimiento de la ciencia que se adquiere en la escuela. El conocimiento cotidiano se forma de manera implícita, a diferencia del escolar y del científico que se realiza de manera explícita. Las personas no son conscientes de la forma, manera o estrategia que utilizan para representarse sus teorías cotidianas. Estas operan sin que la persona tenga conciencia de su presencia. Acerca de lo anterior Rodrigo y Arnay (1997)4 plantean que ello se debe a que para operar sobre el mundo desde una base de conocimiento que permita la toma de decisiones y la acción, conviene tener un punto de vista “realista” según el cual la cosas son lo que son y no caben otras interpretaciones posibles. Las teorías exclusivamente se revelan al que las posee mediante autorreflexiones encaminadas a explicitarlas verbalmente, o bien cuando las predicciones y expectativas que resultan de las teorías no se confirman reiteradamente. REFERENCIAS CASTELLANOS SIMONS, BEATRIZ. Del conocimiento cotidiano al conocimiento científico. La Habana, Instituto Superior Pedagógico "Enrique José Varona", Facultad de Ciencias de la Educación, Centro de Estudios Educacionales, 2000. [En soporte digital] Bunge, M. (1994) La ciencia. Su método y su filosofía. Ed. Debolsillo. Bunge, M. (1985) La investigación científica. Ed. Ariel S.A. Barcelona. Darity, W.A. (editor)(2008) International Encyclopedia of the Social Sciences, 2nd ed. Macmillan Reference USA.

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