La Marcha de las Barriadas en la Segunda Mitad del Siglo XX PDF
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Ana María Fernández-Maldonado
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This document analyzes the evolution of Lima's neighborhoods (barriadas) in the second half of the 20th century. It examines the social, economic, and political factors that shaped this phenomenon, considering issues such as rapid urbanization, rural migration, and informal economies. The study delves into intellectual interpretations of these changes.
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LA MARCHA DE LAS BARRIADAS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX...
LA MARCHA DE LAS BARRIADAS EN LA SEGUNDA MITAD DEL SIGLO XX Ana María Fernández-Maldonado Universidad Técnica de Delft INTRODUCCIÓN All rights reserved. May not be reproduced in any form without permission from the publisher, except fair uses permitted under U.S. or applicable copyright law. Desde su emergencia en la mitad del siglo XX, las barriadas de Lima han dominado los estudios urbanos en el Perú. Sociólogos, antropólogos, politólogos, economistas, arquitectos, urbanistas y profesionales de varias otras disciplinas han prestado prolongada atención a este fenómeno, producto de la urbanización acelerada, que irrumpió en la escena latinoamericana en la posguerra. El enorme interés académico y político por estos temas es justificado. Las barriadas representan un espacio esencial para entender importantes procesos sociales que ocurrieron en el Perú en la segunda mitad del siglo XX: urbanización acelerada, migración rural, movimientos urbanos, economía informal, y aunque no directamente, violencia política. El proceso barrial peruano no puede ser desligado de los grandes cambios demográficos que estaban experimentando los países de América Latina en la misma época, ni de importantes transformaciones sociales, políticas y económicas vinculadas con el proceso de industrialización por sustitución de importaciones de la región. Este proceso no fue solamente un fenómeno urbano sino que generó un enorme cambio social en el conjunto de las sociedades peruana y latinoamericana que, a su vez, impulsó la urbanización a un ritmo más acelerado que en otras regiones del mundo (Quijano, 1968). En sus años iniciales, estos cambios fueron interpretados por intelectuales locales —siguiendo el pensamiento de José María Arguedas— como la «reconquista» de la capital por los migrantes andinos. La figura después de medio siglo es, sin embargo, mucho más matizada y compleja. En su papel de hábitat fundamental de los migrantes andinos en la capital, las barriadas han, efectivamente, acercado las provincias a Lima. Al hacerlo, ellas han permitido el desarrollo de nuevos modos de vida y de comportamiento, así como la emergencia de una cultura popular que combina valores y prácticas del pasado andino y el presente urbano (Driant, 1991). El presente trabajo aborda el estudio de las barriadas desde la perspectiva del urbanismo y las transformaciones del espacio urbano. Por barriadas entendemos el desarrollo urbano basado en dos procesos paralelos: la ocupación —por Copyright 2014. Fondo Editorial de la Pontificia universidad Catlica del Per. invasión o adjudicación— de terrenos sin urbanizar, y la autoconstrucción de viviendas. Desde la perspectiva urbana, la aparición y rápida expansión de las barriadas periféricas representó el quiebre del orden urbano tradicional; el adiós definitivo a esa imagen de ciudad señorial, apacible y relativamente ordenada, si es que Lima alguna vez lo fue. La emergencia y el singular desarrollo de las barriadas limeñas produjeron dos cambios significativos, a escala internacional y local, que merecen una mayor y continua atención, respectivamente. El primero es el profundo cambio de orientación en los estudios académicos en los campos de la geografía urbana, el urbanismo y la antropología, así como en las políticas urbanas en los países afectados por la urbanización acelerada. El segundo se refiere a las enormes transformaciones en la estructura espacial de la ciudad de Lima, a consecuencia del desarrollo de las barriadas y su consolidación como parte integral de ella. Lima tiene un lugar destacado en los estudios académicos internacionales, precisamente por la singularidad de sus barriadas. El proceso de formación de barriadas en Lima ha sido más extenso y más organizado que en otras ciudades de América Latina afectadas por procesos de urbanización acelerada. Los procesos socioespaciales en las barriadas en la década de 1950 provocaron una profunda reflexión y una abundante producción académica en relación con el tema de la vivienda para los pobres y las circunstancias culturales, sociales y económicas alrededor de ella. Los aspectos positivos inspiraron a John F.C. Turner y, años después, a Hernando de Soto, para proponer enfoques heterodoxos y pragmáticos en el campo de la vivienda popular y de la economía informal, respectivamente. Estos enfoques fueron después incluidos en las políticas urbanas de las agencias internacionales de desarrollo, diseminadas a través de programas y líneas de EBSCO Publishing : eBook Collection (EBSCOhost) - printed on 2/15/2023 4:14 PM via PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU AN: 2265478 ; Panfichi, Aldo, Aguirre, Carlos.; Lima Siglo XX Account: s5126813.main.ehost 36 financiamiento para todo el mundo en desarrollo. Por tanto, el singular desarrollo de las barriadas limeñas ha tenido gran influencia internacional. Por otro lado, las transformaciones en la estructura espacial de la ciudad de Lima producidas por las barriadas durante la segunda mitad del siglo XX han sido también radicales. Lima se ha extendido mayormente como resultado de un proceso de urbanización denominado, según la época o posición filosófica, marginal, espontáneo, ilegal o informal 47 de la periferia, llevado a cabo por la acción colectiva de los pobres, ante su imposibilidad de conseguir alojamiento dentro del sistema convencional. Este proceso desigual de desarrollo urbano, ha sido permitido y promovido por el Estado a través de sus políticas de vivienda, o la ausencia de ellas, y a través de decisiones políticas del más alto nivel, generalmente tomadas ante la urgencia de los acontecimientos. Las barriadas, y por extensión, la ciudad, son el producto de la urgencia. La falta de planeamiento a largo plazo para resolver el problema de vivienda de los pobres ha producido una ciudad horizontal y segregada, en continua expansión y eterna construcción. Reflexionar y discutir sobre las barriadas, las existentes y las que sin duda vendrán, y su papel en la forma urbana es indispensable para poder planificar un futuro sostenible para la ciudad. Este ensayo presta atención a estos dos temas: la significación académica del desarrollo de las barriadas a escala internacional y la consecuencia espacial de este desarrollo a escala local. Para hacerlo, describe su evolución durante la segunda mitad del siglo XX y relaciona ambos temas con los grandes cambios propios de cada periodo: urbanización acelerada-migración rural, economía informal, violencia política y cambios macroeconómicos. La primera sección describe los inicios de las barriadas periféricas y su función ejemplar como solución al problema de la vivienda popular a escala internacional. La segunda sección analiza los cambios espaciales debido al crecimiento explosivo, cuando las barriadas conformaron los conos barriales. La siguiente sección toca el tema de la profunda crisis económica, la lucha por la sobrevivencia, y la informalidad durante los años 80 del siglo pasado. El auge de la economía informal durante este periodo sirvió de inspiración a Hernando de Soto para una propuesta que, a su vez, sirvió de base para nuevas políticas urbanas y habitacionales diseminadas a escala mundial a través de organismos internacionales. La cuarta sección revisa brevemente la situación de las barriadas durante los años de violencia política, convertidas en campo de batalla entre grupos subversivos y fuerzas del orden. La última sección da cuenta de la situación de las barriadas durante el periodo de enormes cambios macroeconómicos de la década de 1990 y sus consecuencias en la estructura de Lima. El ensayo termina con unas breves consideraciones sobre la importancia de las barriadas y la necesidad de una atención constante a las transformaciones de la estructura urbana de la ciudad. ORÍGENES DE LAS BARRIADAS PERIFÉRICAS La población de Lima creció de manera extraordinaria durante las décadas de 1940 y 1950, al pasar de 645 mil habitantes en 1940, a 1,9 millones en 1961. Esto sucedió debido a un proceso de migración del campo a la ciudad que movilizó a cientos de miles de campesinos del Ande hacia las ciudades de la costa, y especialmente hacia Lima. La migración rural hacia las ciudades se suele explicar por dos factores: atracción (de las ciudades) y expulsión (del campo) (en inglés, pull y push factors). La decisión de emigrar implica una serie de decisiones personales enmarcadas dentro de procesos macroestructurales, que muchas veces no son percibidos por los mismos migrantes en su situación inmediata. En el mundo en desarrollo, los factores de expulsión del campo (relacionados con el crecimiento demográfico) parecen explicar mejor las causas de la migración rural-urbana que la atracción de las ciudades. La posibilidad de un empleo en la industria no puede ser considerada irrelevante para explicar la urbanización acelerada, pero es más útil para explicar la concentración urbana en algunas ciudades (Fernández-Maldonado, 2004). En el caso peruano, al incrementarse la tasa de crecimiento natural de manera espectacular (ver figura 1), el excedente de población del campo invadió tierras del Estado o se movilizó hacia las ciudades por simples razones de sobrevivencia, en parte atraído por el incipiente proceso de industrialización. Esto hizo crecer Lima de manera casi explosiva. EBSCOhost - printed on 2/15/2023 4:14 PM via PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU. All use subject to https://www.ebsco.com/terms-of-use 37 Figura 1. Tasa promedio anual de crecimiento de la población en el Perú, 1900-2010 Fuente: Agenda Perú (2000). Dietz y Tanaka (2002) mencionan que en Perú el proceso de industrialización por sustitución de importaciones fue modesto y se desarrolló más tarde que en otros países latinoamericanos, siendo incapaz de crear una clase local de capitalistas industriales. Sin embargo, los procesos migratorios fueron más profundos que en otros países de América Latina: «Entre 1956 y 1964, tuvieron lugar en el Perú los más grandes movimientos campesinos de América del Sur. […] Al mismo tiempo, las grandes migraciones empezaron a cambiar la cara de las ciudades de la costa, especialmente de Lima, símbolo del poder oligárquico y del orgullo criollo» (Starn y otros, 2005, p. 269). Todo esto sucedía en el contexto de un gran impulso al proceso de «modernización» del país, que gradualmente empezó a vincular a las grandes mayorías a la vida nacional. Esto fue consecuencia del proceso de industrialización por sustitución de importaciones impulsado por el Estado, de la difusión de nuevos medios masivos de comunicación, y la construcción de escuelas y carreteras a lo largo del país (Starn y otros, 2005). Durante el segundo gobierno de Manuel Prado (1956-1962), las invasiones de tierras tanto rurales como urbanas aumentaron notablemente. «Desde el inicio de su gobierno, Prado enfrentó varias importantes invasiones de tierras. La más famosa fue la de Comas, en 1958. Los informes periodísticos de la época indican que unas 10 000 personas llegaron a unas tierras ubicadas al norte de la ciudad en unas cuarentaiocho horas» (Dietz, 2000, p. 261). En realidad, la invasión de las pampas de Comas no fue espontánea sino que se formó luego de que el gobierno reubicara allí a un grupo de familias que habían invadido un terreno privado (en lo que hoy es La Molina). Después de esta reubicación, miles de familias sin vivienda fueron sumándose al nuevo asentamiento en Comas (Driant, 1991). Durante sus inicios, las barriadas fueron consideradas como «cinturones de miseria», como barrios «insalubres» o zonas por erradicar. Sin embargo, existía una perspectiva diferente en el círculo académico alrededor del Grupo Espacio48, formado por profesores de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Nacional de Ingeniería, que ponía de relieve las raíces estructurales del problema de vivienda, con el fin de entender sus causas y de hacerles frente, para lo que se establecieron programas de asistencia técnica a los habitantes de las barriadas. Esta perspectiva se hizo visible con la publicación de dos textos pioneros «que señalaron la ruta para la investigación moderna sobre la vivienda y las barriadas, EBSCOhost - printed on 2/15/2023 4:14 PM via PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU. All use subject to https://www.ebsco.com/terms-of-use 38 el del arquitecto Adolfo Córdova, que ha sido el único estudio global sobre la problemática de la vivienda en el Perú, y el del sociólogo José Matos Mar, limitado a las barriadas, que se convirtió en un modelo de análisis para este tema» (Acuña, 2006, p. 1). Estos estudios fueron hechos a partir de encuestas muy bien elaboradas e incluyen inventarios muy completos sobre las grandes barriadas de la época, con fotografías, mapas, planos y cuadros estadísticos en considerable detalle. Ellos también describen las actividades de autoayuda de las comunidades y de algunos programas de apoyo gubernamental49. Es en esa época cuando el arquitecto británico John F.C. Turner fue invitado por su colega Eduardo Neira para observar lo que estaba sucediendo en el Perú en materia de vivienda popular50. Turner trabajó en el Perú, durante diferentes periodos entre 1957 y 1965, en varios proyectos de mejoramiento urbano y asistencia técnica en barriadas de Arequipa y Lima. Además, participó activamente en el círculo de intelectuales nucleados alrededor del Grupo Espacio y los social-progresistas, que discutían cuestiones de vivienda con ideas muy novedosas y originales para la época. «En esa época, Lima era un lugar de gran efervescencia política, y como tal [...] era un interesante centro de debate sobre políticas de vivienda [...] Puntos de vista contrastantes sobre la política de vivienda eran ampliamente vinculados a los debates sobre urbanismo, ideología política, y la naturaleza de la democracia» (Bromley, 2003, p. 272)51. Según Julio Calderón (1990), quien expuso las diferentes concepciones sobre el problema de la vivienda popular en esa época, este debate dominó las ideas urbanas en el Perú desde 1958 hasta 1989. Sobre la base de la observación de campo en barriadas y con las ideas recogidas en el debate local, Turner escribió numerosos artículos y libros, entre los que destacan Libertad para construir (1972) y Vivienda, todo el poder para los usuarios (1977). Sus textos en coautoría con el antropólogo William Mangin también fueron significativos (ver, por ejemplo, Mangin & Turner, 1968). «Publicando en inglés en las principales revistas internacionales, Turner hizo uso de la abundante investigación, ideas y conocimientos recogidos en el Perú, presentando gráficamente los asentamientos urbanos (barriadas) del Perú a una audiencia global» (Bromley, 2003, p. 271). Al analizar y documentar el desarrollo de las barriadas peruanas, Turner se convirtió en el escritor más influyente en el campo de la vivienda en países en desarrollo (Harris, 2003). Antes de él, los barrios marginales en las ciudades del Tercer Mundo eran considerados como tugurios, lugares de delincuencia y desintegración social (Hall, 2002). Un bestseller de la época, el libro de Oscar Lewis, Los hijos de Sánchez, sobre una familia que vivía en los tugurios de Ciudad de México, contribuyó a estigmatizar la vida en este tipo de barrios. Las agencias norteamericanas52 y los organismos y funcionarios de gobierno estaban preocupados de que los barrios ilegales se constituyan en una amenaza a la paz social y en caldo de cultivo para la insurgencia comunista. Turner le dijo al mundo académico anglosajón que las barriadas de Lima no eran lugares de criminalidad y desintegración social sino todo lo contrario. Las barriadas contaban con muchas posibilidades y espacio para un futuro desarrollo; los lotes tenían tamaños regulares; los anchos de las calles eran convencionales y se había reservado suelo para el equipamiento futuro. Más importante aún, la gente construía sus casas con gran entusiasmo y esperanza en el futuro. En conclusión, las barriadas eran una alternativa mucho mejor —tanto para los pobres como para sus gobiernos— que el hacinamiento poblacional en los tugurios de las áreas centrales. Sus textos tuvieron tanta influencia que después de la primera conferencia de Hábitat en Vancouver en 1976, las ideas de Turner fueron adoptadas por la mayoría de los organismos internacionales que se ocupaban de las cuestiones urbanas en los países en desarrollo, según el enfoque de la «autoconstrucción» (self-help). Los pobres fueron estimulados a construir sus viviendas progresivamente, como ya lo estaban haciendo en Lima. Asimismo, se dio un gran impulso a la participación de la comunidad en programas de mejoramiento de barrios. En las décadas siguientes, los gobiernos nacionales en los países en desarrollo dejaron de construir proyectos públicos de vivienda masiva para implementar proyectos de mejoramiento de barrios. Por otro lado, las prácticas sociales y comunitarias de las barriadas también influyeron notablemente en el campo de la antropología urbana. Mangin (1959, 1960), Patch (1967) y Doughty (1970) realizaron importantes contribuciones a la construcción del campo de la antropología urbana, al utilizar al Perú como estudio de caso. La antropología era tradicionalmente el estudio de las áreas tradicionales, rurales y remotas y del patrimonio indígena, y el Perú había sido durante mucho tiempo un foco importante para la investigación antropológica debido a la presencia de importantes sectores indígenas descendientes de sus civilizaciones precolombinas. A finales de las décadas de 1950 y 1960, sin embargo, el Perú estaba experimentando una rápida urbanización, y la investigación en las ciencias sociales en los países en desarrollo era cada vez más extensa, mientras que la antropología estaba descubriendo nuevas oportunidades EBSCOhost - printed on 2/15/2023 4:14 PM via PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU. All use subject to https://www.ebsco.com/terms-of-use 39 intelectuales y nuevas audiencias mediante el estudio de la migración rural-urbana y la organización social urbana. El texto de Mangin, Peasants in Cities (1970), que tuvo una cobertura mundial, empezaba con cinco capítulos sobre el estudio de caso del Perú escritos por Turner, Mangin y Doughty (Bromley, 2003, p. 275). EXPLOSIÓN PERIFÉRICA Y POLÍTICA DE VIVIENDA En Lima, el auge de las barriadas significó la extensión substancial de la estructura urbana de la ciudad en un periodo muy corto. La expansión periférica sucedió mediante la ocupación sucesiva de las quebradas a lo largo de los ejes norte (la carretera a Canta) y sur (la carretera a Atocongo), que se convirtieron en la columna vertebral de lo que serían los conos Norte y Sur, respectivamente. La figura 2 ilustra claramente la enorme expansión de Lima, que ocupó toda el área central, y la expansión periférica, y muestra la ubicación de barriadas (áreas oscuras en los gráficos) en 1954 y 1971. Figura 2. Estructura urbana de Lima en 1954 y 1971 Fuente: Driant (1991). La primera gran invasión ocurrió en unos terrenos en Pamplona cerca de la carretera a Atocongo en la Navidad de 1954, en lo que se llamó Ciudad de Dios, que es hoy parte del distrito de San Juan de Miraflores. En 1958, la ocupación de Pampa de Comas, en el km 11 de la carretera a Canta, marcó otro hito importante en la historia de las barriadas. A partir de ese momento Lima empezó a crecer rápidamente hacia el norte y hacia el sur a lo largo de esos dos ejes. Pero la expansión urbana no se desarrolló de una manera convencional sino informal. En la misma época, procesos similares estaban ocurriendo en grandes ciudades de América Latina afectadas por la transición demográfica y la industrialización, pero no produjeron una expansión tan substancial como la limeña. Ante la escasez de empleo y alojamiento, los pobres comenzaron a invadir terrenos urbanos en la periferia. Los gobiernos de la época generalmente resistieron estos procesos, considerados ilegales. En la mayoría de países de América Latina, las tierras circundantes eran tierras privadas, cuyos propietarios presionaron para erradicar a los invasores. Por tanto, las invasiones de tierras urbanas fueron siempre consideradas anomalías. Ante la imposibilidad de invadir terrenos, en aquellos países los pobres generalmente recurrieron a la compra de terrenos ofrecidos por urbanizadores ilegales. Esto, sin embargo, no sucedió ni en Lima ni en Caracas, donde los terrenos periféricos invadidos eran de propiedad del Estado (Calderón, 2005). A diferencia de Caracas, las instancias del gobierno peruano eventualmente legalizaron los asentamientos informales. EBSCOhost - printed on 2/15/2023 4:14 PM via PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU. All use subject to https://www.ebsco.com/terms-of-use 40 Para explicar la excepcional reproducción de las barriadas de Lima, Driant (1991) menciona precisamente la existencia de grandes extensiones de tierras estatales y la singular política de vivienda que permitió la ocupación de estas por los pobres53. Esta combinación no se observa fácilmente en otras ciudades de América Latina. Durante la década de 1950, la tolerancia estatal se basaba en una legislación generalmente usada para denuncios mineros, que determinaba cualquier persona podía pedir al Estado tierras en concesión si daba para ello un uso justificado. Los usos de esas tierras para vivienda cumplían ese requisito (Driant, 1991). Después de varios años de presión de los pobladores de barriadas a favor de la regularización de las tierras donde se (les) había(n) ubicado, de fuertes luchas políticas entre promotores y detractores de las barriadas, y de auspiciosos proyectos para mejorar la vivienda en barriadas, la Comisión para la Reforma Agraria y la Vivienda (CRAV)54 elaboró el texto de la ley 13517 de Barrios Marginales y Urbanizaciones Populares, que fue expedida en febrero de 1961. La ley reconoció la situación jurídica de las barriadas, lo que representó un cambio radical en ese momento, cuando los gobiernos y los organismos multilaterales en todo el mundo todavía tenían una visión negativa de los barrios informales. Más importante aún, la nueva ley tenía el objetivo de integrar las barriadas a la ciudad con un enfoque global, mediante el mejoramiento físico de los barrios y la legalización de los terrenos, en un proceso llamado «saneamiento físico y legal». Al mismo tiempo, se prohibía la formación de nuevas barriadas, y se crearon las Urbanizaciones Populares de Interés Social (UPIS), con lotes de bajo costo para vivienda y de pequeños módulos de servicios básicos que se desarrollarían gradualmente mediante autoconstrucción (Riofrío, 1991). Pero la enorme presión poblacional, en combinación con la incapacidad y los escasos recursos del Estado para cumplir con las estipulaciones de la ley determinó que, en lugar de detener el ciclo de las invasiones de tierras, los migrantes se sintieran con derecho a invadir nuevos terrenos y a demandar la regularización de sus asentamientos. Con el paso del tiempo, la poca resistencia política, la larga historia de invasiones de tierras y de concesiones de terrenos públicos, así como la certeza de la eventual obtención de derechos sobre la tierra ocupada institucionalizaron el proceso barrial como la forma en que los pobres accedían a la tierra y la vivienda en la ciudad de Lima y en general en las ciudades peruanas. Durante toda la década de 1960 las barriadas crecieron enormemente, como lo muestra la figura 2, ocupando sucesivamente las quebradas cercanas a Comas y Ciudad de Dios55, cuya articulación dio forma a los ejes barriales Norte y Sur. Los nuevos asentamientos crecieron tan rápido que generaron nuevas divisiones políticas. Se crearon Comas e Independencia en el Cono Norte y Villa María del Triunfo y San Juan de Miraflores en el Cono Sur. La rápida ocupación de las quebradas a lo largo de los ejes norte y sur hizo que los terrenos disponibles se agotaran. El déficit habitacional acumulado fue la causa de que en 1971 la historia de las barriadas diera un giro importante. Unas 150 familias invadieron terrenos en el sur de la ciudad, cerca de Pamplona. En los días siguientes otras familias se fueron sumando a la invasión, hasta llegar a las nueve mil, las cuales desbordaron la propiedad estatal y afectaron terrenos privados. La urgencia de los acontecimientos generó decisiones políticas que marcaron un nuevo hito en la estructura urbana y extendieron una vez más los límites de la ciudad: Presionado para que demostrara su compromiso con los pobres del Perú a quienes su experimento «revolucionario» prometía beneficiar, el régimen militar de Juan Velasco Alvarado decidió reubicar a los invasores en un extenso arenal árido y desierto a 18 millas al sur de Lima. Miles de familias pobres recibieron tierras del gobierno de Velasco en este nuevo asentamiento, que los pobladores dieron el nombre de Villa El Salvador y que se convertiría en la vitrina urbana de la «revolución» velasquista (Burt, 2003, p. 275). En su recuento de la formación de Villa El Salvador, Cecilia Blondet (1991) resalta el papel de las mujeres, de la Iglesia católica —en esa época fuertemente influenciada por la Teología de la liberación— y del gobierno militar, organizador del asentamiento y de su modelo urbano. La creación de Villa El Salvador fue también el inicio de lo que se conoce como el periodo de las barriadas planificadas (Riofrío 1991), porque a partir de ese momento estas fueron efectivamente planeadas y apoyadas por el gobierno, lo que hizo que mejoraran físicamente, pero sobre todo organizativamente. Alimentadas por el trabajo de promoción de jóvenes de izquierda, las asociaciones de base en barriadas florecieron, exigieron al gobierno los servicios básicos y desarrollaron puntos de vista radicales (Stokes, 1991). «La lucha por el agua» se convirtió en el principal motivo de las marchas de protesta y manifestaciones de la población organizada (Zolezzi & Calderón, 1985). La enorme movilización logró finalmente un mejor acceso a servicios de infraestructura (Riofrío, 1996). El censo de 1981 mostró que las tendencias demográficas empezaban a estabilizarse. Lima creció con una tasa menor EBSCOhost - printed on 2/15/2023 4:14 PM via PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU. All use subject to https://www.ebsco.com/terms-of-use 41 de 1972 a 1981. La migración disminuyó y la capital empezó a crecer principalmente debido a su propio crecimiento natural. La figura 3 ilustra la evolución de la población del Perú y de Lima, según las estadísticas censales. Figura 3. Población total del Perú y de Lima según censos de 1940, 1961, 1972 y 1981 Fuente: Instituto Nacional de Estadística e Informática (INEI). A pesar de este cambio demográfico, la demanda de vivienda de los sectores pobres se mantuvo. En Se necesita terreno para próxima barriada, Riofrío (1978) señalaba la poca disponibilidad de terrenos para nuevas barriadas. Los hijos de los migrantes andinos hacían visibles avances en la economía, la sociedad y la cultura locales, por un lado; pero por otro, también traían consigo nuevos problemas de vivienda (Riofrío & Driant, 1987). Las estadísticas de 1981 también mostraron que el 31,7% de la población de Lima vivía en barriadas. En esta década, la enorme quebrada de San Juan de Lurigancho, que hoy constituye el distrito más poblado del Perú y el más pobre de Lima, se fue ocupando con barrios informales hasta configurar el Cono Este. La figura 4 muestra la evolución de las barriadas de 1971 a 1986, en donde ya se ve la ocupación de Villa El Salvador, San Juan de Lurigancho y Huaycán. EBSCOhost - printed on 2/15/2023 4:14 PM via PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU. All use subject to https://www.ebsco.com/terms-of-use 42 Figura 4. Estructura urbana de Lima en 1971 y 1986 Fuente: Driant (1991). La continua ocupación barrial de tierras periféricas reprodujo el patrón de baja densidad de Lima, iniciado durante la expansión de Lima hacia el mar durante la década de 1920. En esta época, la expansión se desarrolló a lo largo de las «avenidas urbanizadoras» (Arequipa y Brasil), que dieron lugar a los distritos de Magdalena, Miraflores y San Isidro. Desde ese momento, el desarrollo urbano típico de Lima se ha basado en el chalet unifamiliar, lo que implica un alto consumo de tierra urbana. La figura 5 ilustra la evolución de la densidad en Lima, en número de habitantes por hectárea, desde 1910 hasta 1980, con la visible disminución de la densidad desde los años de la primera expansión de Lima hacia los balnearios del sur. Figura 5. Evolución de la densidad de Lima en habitantes por hectárea Fuente: Adaptado de Zolezzi y otros (2005). El desarrollo de las barriadas periféricas durante las décadas de 1960 y 1970 continuó con este mismo tipo de EBSCOhost - printed on 2/15/2023 4:14 PM via PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU. All use subject to https://www.ebsco.com/terms-of-use 43 urbanización horizontal a partir de la vivienda unifamiliar en lotización individual, aunque poco a poco el tamaño de los lotes se fue reduciendo. La carretera a Canta y la carretera a Atocongo cumplieron el mismo papel de las avenidas urbanizadoras en los años 1920 (Driant, 1991). La gran diferencia es que el proceso más reciente, al ocupar el espacio de una manera informal, produjo una Lima a «dos velocidades», con fuertes contrastes entre centro y periferia, es decir, entre los barrios formalmente construidos y aquellos en proceso de autoconstrucción. Con la profundización de la crisis económica desde fines de los años 1970, las décadas de 1960 y 1970 pueden ser consideradas, en retrospectiva, como «décadas de bonanza» en comparación con la situación de las siguientes. LOS 1980 EN LIMA: RECESIÓN E INFORMALIDAD Después del retorno a la democracia en 1980, la economía del país continuó deteriorándose gradualmente hasta que prácticamente colapsó a fines de la década, llamada «la década perdida de América Latina». La evolución de la economía peruana, según el promedio anual del crecimiento del Producto Nacional Bruto (PNB) durante la segunda mitad del siglo XX en Perú, muestra un crecimiento económico sostenido durante la primera mitad de este periodo (de 1950 hasta 1975) y de inestabilidad y profunda recesión económica durante la segunda mitad. Entre 1980 y 1990, el incremento medio de los precios fue de 10 millones por ciento, mientras que los niveles de ingresos se redujeron al 16% de los niveles en 1980 (Ugarteche, 1994). «En general el periodo 1980-1985 fue funesto para el Perú: la inflación se triplicó y hacia finales del gobierno de Belaunde alcanzó las dos cifras al mes, con una tasa inflacionaria de 165% para 1985 (Crabtree, 1992, p. 35), el PNB se paralizó, la deuda aumentó 70% y los sueldos reales declinaron en más de 35% (Pastor & Wise, 1992, pp. 90-91)» (Dietz, 2000, pp. 103-104). En este periodo aumentaron la desigualdad, la pobreza y el empleo informal. Entre 1981 y 1986, el empleo asalariado creció muy poco en términos absolutos —-los trabajadores manuales, de 330 000 a 350 000; y los empleados de oficina, de 510 000 a 540 000— mientras que el sector informal se expandió de 440 000 a 730 000 empleos (Cameron, 1991). Los años que siguieron, durante el primer gobierno de García, serían aún más dramáticos. La figura 6 muestra la transformación radical de la estructura del empleo en Lima durante la década de 1980. La fuerza laboral de Lima casi se duplicó, pero el número de personas adecuadamente empleadas (empleo formal asalariado) se redujo a una sétima parte de su nivel de 1980. El número de personas subempleadas (trabajando principalmente en el sector informal) creció enormemente, sobre todo después de 1987. Figura 6. Estructura del empleo en Lima, 1980-1990 Fuente: Gall (2000), con datos de Webb (1991). La disminución de los niveles de ingresos produjo una reducción del consumo en todos los sectores de la sociedad. En los grupos de bajos ingresos, las carencias y necesidades se incrementaron a niveles críticos. Los hogares se vieron EBSCOhost - printed on 2/15/2023 4:14 PM via PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU. All use subject to https://www.ebsco.com/terms-of-use 44 obligados a movilizar todos los recursos posibles, incluyendo en muchos casos el trabajo de los niños. En las barriadas, la densa red de las asociaciones de base, las redes de reciprocidad y las prácticas organizativas y asociativas que se habían desarrollado en la década anterior enfrentaron la crisis asumiendo responsabilidades en aspectos relacionados con alimentación y salud. De este modo, las barriadas se convirtieron en uno de los sectores más organizados de la ciudad. Dentro de este difícil panorama, las asociaciones de mujeres desempeñaron un papel importante que sirvió para reconocerlas como uno de los más dinámicos actores sociales frente a la crisis (Ugarteche, 1994). El centro de Lima entró en un proceso de franco deterioro físico hasta convertirse en un bazar donde los pobres presentaban toda clase de productos a la gente que pasaba. La congestión y el deterioro originaron un círculo vicioso por el cual instituciones y comercios se mudaron hacia otros distritos de Lima. Mientras tanto, las barriadas se consolidaban y transformaban de simple lugares de residencia en zonas de producción y de comercio informales. Las barriadas más antiguas, Comas, en el Cono Norte, y San Juan de Miraflores en el Cono Sur, desarrollaron sus propios espacios comerciales y se convirtieron en importantes centros de actividades económicas. A lo largo de los ejes viales de los conos Norte y Sur se desarrollaron subcentros comerciales y de servicios que proporcionaban un buen número de empleos informales. El censo de 1993 mostró que la tasa promedio de crecimiento anual de Lima Metropolitana decreció notablemente, pasando de 3,9% en el periodo 1972-1981 a 2,4% en el periodo 1981-1993. También indicó la enorme dimensión de la pobreza en Lima Metropolitana: el 68,2% de su población total (4.19 millones de los 6.15 millones que la conformaban) vivía en la pobreza. La figura 7 muestra la distribución espacial de la pobreza en la estructura urbana de Lima, donde se observa con claridad su ubicación periférica, con excepción del distrito de La Molina. EBSCOhost - printed on 2/15/2023 4:14 PM via PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU. All use subject to https://www.ebsco.com/terms-of-use 45 Figura 7. La estructura urbana de Lima y la distribución espacial de la pobreza según el censo de 1993 EBSCOhost - printed on 2/15/2023 4:14 PM via PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU. All use subject to https://www.ebsco.com/terms-of-use 46 Fuente: Peters & Skop (2004). El auge de la informalidad, sobre todo en las barriadas, inspiró a Hernando de Soto a desarrollar un nuevo enfoque económico, pragmático y poco ortodoxo, centrado en cuestiones legales. De Soto (1986) destacó la capacidad de los pobres para generar puestos de trabajo en medio de la crisis y presentó al sector informal como «El otro sendero» (refiriéndose a Sendero Luminoso) para el desarrollo económico. El enfoque de De Soto consideraba que los nueve millones de dólares estimados en inversiones inmobiliarias en las barriadas eran un capital «cautivo» que no podía entrar en el sector formal del mercado inmobiliario debido a la falta de mecanismos jurídicos adecuados. La superación de este impasse facilitaría a los pobres el acceso al crédito. Según esta perspectiva, la seguridad de la tenencia de la propiedad animaría a los residentes a mejorar sus viviendas y barrios. Además, los pobres podrían utilizar su propiedad para obtener créditos para iniciar nuevas empresas que les servirían para mejorar su propia situación económica. El otro sendero se convirtió en un bestseller y en objeto de intenso debate político. Poco después, el presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, lo recomendó públicamente a los líderes de los países en desarrollo. De Soto y su equipo del Instituto Libertad y Democracia (ILD) fueron llamados por el gobierno para poner en práctica su visión. Poco después, las ideas de De Soto respecto a la regularización de la propiedad se hicieron cada vez más populares a escala internacional, porque se articulaban muy bien con la filosofía política neoliberal. En El misterio del capital (2000), De Soto reformuló los argumentos de su primer libro para un público internacional. Su argumento principal es que los países occidentales tienen una economía próspera porque cuentan con sistemas de propiedad y de registros públicos eficaces, indispensables para que los mercados puedan funcionar correctamente. En los países en desarrollo ocurre lo contrario: la vibrante cultura empresarial de los pobres no prospera por la falta de derechos de propiedad legal. Sin títulos, el mercado está muy limitado e impide el crecimiento de la riqueza. La solución que De Soto recomienda es simple: dar a los pobres títulos de propiedad, que ello servirá para mejorar su calidad de vida, lo que a su vez llevaría a mejorar la economía del país. Si bien en la década de 1970 el Banco Mundial y otros organismos internacionales habían dado gran atención a cuestiones de urbanización, reducción de la pobreza y soluciones pragmáticas a los problemas relacionados con la urbanización acelerada (Zanetta, 2001), desde mediados de la década de 1980 estas adoptaron un nuevo paradigma de inspiración neoliberal, considerado más apropiado para delinear las condiciones económicas, sociales e institucionales para el desarrollo de todo el sector vivienda. La entrega de los derechos de propiedad en barrios informales abogada por De Soto se convirtió en uno de los aspectos centrales del nuevo modelo, con el fin de acelerar la incorporación de dichas propiedades al mercado de vivienda urbano. EBSCOhost - printed on 2/15/2023 4:14 PM via PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU. All use subject to https://www.ebsco.com/terms-of-use 47 LA VIOLENCIA POLÍTICA EN LAS BARRIADAS Los cambios sociales y económicos descritos en la sección anterior ocurrieron en el marco del más intenso, extenso y prolongado conflicto armado interno en la historia de Perú, de acuerdo con la Comisión de la Verdad y Reconciliación (en adelante CVR) (2003). A lo largo de la década de 1980, el movimiento maoísta conocido como Sendero Luminoso fue tomando gradualmente el control de grandes zonas del territorio nacional y causó enormes daños contra la infraestructura, la propiedad y las vidas humanas. Luego de la masacre de presos acusados o sentenciados por terrorismo en las prisiones de Lima en junio de 1986, la violencia escaló a niveles considerables. El conflicto, que finalmente produjo casi setenta mil muertos, debilitó notablemente la capacidad productiva del país, mientras que por un largo periodo el Estado fue incapaz de garantizar el orden y la seguridad. Por otro lado, los años de violencia también pusieron de manifiesto la fuerte división social existente en el Perú. Mientras la violencia política ocurría en las zonas rurales habitadas por «el Perú rural, andino y selvático, quechua y asháninka, campesino, pobre y poco educado, no fue sentida ni asumida como propia por el resto del país» (CVR, 2003). Se estima que 600 mil personas abandonaron sus lugares de origen en las zonas más afectadas por la violencia y emigraron a otras ciudades, especialmente a las barriadas de Lima. A fines de la década de 1980, Sendero cambió de estrategia y se dirigió a Lima, que se convirtió en el principal escenario de la lucha política: La combinación de una devastadora crisis económica y el colapso de los principales canales de mediación entre Estado y sociedad fue el telón de fondo sobre el cual Sendero incrementó su accionar en Lima después de 1988. La exacerbación de la crisis económica alimentó sentimientos de frustración y desesperación entre sectores importantes de la población marginal. La hiperinflación fue especialmente devastadora para los pobres. La creciente incapacidad estatal para mediar las demandas populares y brindar siquiera los servicios públicos básicos dejó a los sectores pobres con pocos recursos para enfrentar la crisis (Burt, 2003, p. 5). Mientras los grupos subversivos consolidaban una importante presencia en sectores populares —especialmente dentro de los grupos de jóvenes— un gran aumento de los actos subversivos y terroristas, algunos de ellos de extrema violencia y la crueldad, traumatizaron a la población. Un clima de inseguridad y terror tomo posesión de Lima (CVR, 2003). La violencia empeoró la recesión económica y produjo un círculo vicioso de pobreza y violencia. Los coches-bomba, asesinatos políticos, cortes de electricidad y de agua y el «toque de queda» se convirtieron en parte de la vida diaria de los habitantes de Lima. Las barriadas estuvieron entre los lugares más afectados por la violencia, y dentro de ellas, «Villa El Salvador se convirtió en una suerte de trofeo para los grupos alzados en armas» (Burt, 2003, p. 1). Villa El Salvador era, por un lado, un reto político para Sendero Luminoso, porque representaba una experiencia de participación y organización totalmente opuesta a su propuesta. Por otro lado, el Movimiento Revolucionario Túpac Amaru (MRTA) también tenía una significativa presencia entre los jóvenes de Villa El Salvador, que era un distrito muy ligado a los partidos de la Izquierda Unida. Por tal motivo, las fuerzas del orden consideraban a Villa El Salvador como «zona roja», por lo que sus pobladores sufrieron regularmente operativos de rastrillaje que terminaban con la detención arbitraria de muchas personas. En «La lucha por las barriadas: El caso de Villa El Salvador», Jo-Marie Burt (2003) describe vívidamente la situación de ese distrito durante los años en que Sendero se fue infiltrando en la zona, así como la sensación de absoluta desprotección que sentían los pobladores y sobre todo los dirigentes, muchos de los cuales fueron asesinados durante esos años. Sendero produjo tal clima de miedo e inseguridad que llevó a la desarticulación de la organización social. Las consecuencias espaciales no fueron pocas. Con el retroceso del Estado, la reducción del consumo y de las actividades económicas, y la espiral de pobreza y violencia, Lima fue la más afectada de las ciudades peruanas. Sin inversión pública y mínima inversión privada, la construcción se paralizó. Los servicios urbanos, aún en manos del Estado, se deterioraron enormemente por falta de mantenimiento y por los continuos atentados terroristas. El gobierno dejó de apoyar la consolidación de las barriadas existentes y la demanda de vivienda en todos los sectores de la sociedad creció notablemente. Los jóvenes que formaban familia continuaron viviendo en la misma vivienda que los padres, especialmente los jóvenes pobres, de la llamada segunda generación de migrantes (Driant, 1991). Las pocas barriadas formadas en esta época se establecieron en lugares más centrales pero menos apropiados para urbanizar. EBSCOhost - printed on 2/15/2023 4:14 PM via PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU. All use subject to https://www.ebsco.com/terms-of-use 48 LOS AÑOS 1990: NUEVAS REGLAS DEL JUEGO Después de su sorpresiva ascensión al poder en julio de 1990, Alberto Fujimori tuvo que enfrentar las peores circunstancias socioeconómicas en el país durante el siglo XX. Menos de un mes después de su investidura como presidente, Fujimori ejecutó uno de los más drásticos programas de ajuste económico de toda América Latina, con el cual se eliminaron los subsidios y los precios de alimentos y energía comenzaron a subir56; asimismo, retiró los pocos programas de apoyo a los pobres (Dietz, 2000). Muchos procesos de privatización de empresas públicas, de desregulación y de reducción del aparato estatal se iniciaron poco después, lo que finalmente logró detener la hiperinflación y reestructuró la macroeconomía. La reforma del Estado iniciada por Fujimori significó el abandono del sector vivienda, sobre todo el de la vivienda popular. La nueva Constitución, aprobada en 1993, no reconoció el derecho a la vivienda como una necesidad básica de las personas, mientras que el gobierno desmanteló casi todas las instituciones involucradas en este tema, incluyendo al Ministerio de Vivienda, así como las instituciones que proporcionaban créditos para los sectores de ingresos medios y bajos, como el Banco Central Hipotecario, el Banco de la Vivienda, y las cooperativas y cajas de ahorro para vivienda (Calderón, 2005). En 1992 el gobierno consiguió detener a los líderes del movimiento insurgente senderista, lo que hizo que el orden público se restableciera gradualmente poco después. Tras una década de sufrimiento generalizado, el fin de la hiperinflación y de la violencia política produjo un sentimiento de júbilo y de alivio generalizado. Entre 1992 y 1998 el PBI se incrementó en un 43% hasta alcanzar el 13% en 1994. Entre 1990 y 1997, las exportaciones se incrementaron en un 100% y las importaciones, un 200% (Chion, 2002). Grandes grupos financieros locales y extranjeros comenzaron a invertir en la ciudad, en un periodo que coincidió con la ola de globalización económica. Se invirtieron enormes capitales en nuevos proyectos inmobiliarios, industriales y comerciales, en un orden de magnitud sin equivalente en la historia de Lima, con excepción de la década de 1920 (Ludeña, 2002). Esto trajo consigo enormes cambios en la organización espacial y funcional de Lima Metropolitana. El estudio de Chion (2002) sobre este tema mostró que si antes de la década de 1990 Lima tenía básicamente una estructura centralizada de organización radial, con un centro histórico con múltiples funciones, los cambios de esta década llevaron a una estructura de múltiples centros especializados, la mayoría de ellos reubicados dentro del área central. Las funciones que mostraron mayores cambios espaciales fueron las de información y comunicación, industriales, actividades culturales y de entretenimiento, y comerciales. Pero no solo el centro cambió. La periferia también se transformó de una zona predominante de autoconstrucción y barriadas en una zona más diferenciada, que incluye áreas de comercio, entretenimiento y servicios. Los subcentros existentes en los conos, incipientes durante la década de 1980, se consolidaron durante la década de 1990 y produjeron una estructura urbana más dispersa y extendida. Surgieron además espacios industriales emergentes, entre los que destacan los de Gamarra en la Victoria, Villa El Salvador y San Juan de Lurigancho. La figura 8 muestra los nuevos subcentros comerciales, industriales y de servicios de la Lima que surgió durante la década de 1990, que es mucho más compleja, fragmentada y contradictoria. Ludeña (2002, p. 17) ha descrito los cambios como «un proceso contradictorio de democratización y exclusión social en el uso y desarrollo del espacio urbano». Esto no es algo singular; Roberts (2005) también ha notado los efectos ambiguos y contradictorios de las tendencias asociadas a la globalización económica en las ciudades de América Latina. Efectivamente, el desarrollo urbano de Lima presenta características asociadas a procesos globales observados en otras metrópolis de América Latina. Los tradicionales grupos comerciales, financieros e inmobiliarios locales se han debilitado y en muchos casos han sido sustituidos por empresas y grupos económicos extranjeros. «Islas de modernidad» han surgido en diferentes lugares de la ciudad, no solamente para atender a las demandas de la élite, sino también aquella de los grupos emergentes de clase media que vive en los conos, sobre todo en el Cono Norte. EBSCOhost - printed on 2/15/2023 4:14 PM via PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU. All use subject to https://www.ebsco.com/terms-of-use 49 Figura 8. Subcentros importantes desarrollados en Lima como consecuencia de los cambios de los años 1990 Fuente: adaptado de Chion (2002). En este nuevo contexto, ha quedado claro que la situación de las barriadas es muy heterogénea. Las viejas barriadas han ganado importantes espacios, pero las características físicas de las más recientes son especialmente preocupantes. El Equipo Urbano de Desco ha seguido de cerca los últimos desarrollos de barriadas en el Cono Sur. Desde 1992 hasta 2006, 884 hectáreas han sido ocupadas, lo que representa más de cuarenta mil lotes. Estas barriadas recientes no son tan visibles porque están fragmentadas y ocupan áreas marginales adyacentes a barriadas más consolidadas. Aproximadamente 165 mil personas viven en estas áreas, que representan el 15,5% de la población total del Cono Sur (Ramírez Corzo & Riofrío, 2006). La mitad de estos nuevos lotes están ubicados en la parte más empinada de los cerros, en terrenos que nunca fueron pensados para urbanizarse, debido a los altos riesgos que implican. Como los terrenos son demasiado abruptos, será casi imposible lograr un nivel decente de saneamiento físico o legal en estos nuevos asentamientos. Funcionarios del EBSCOhost - printed on 2/15/2023 4:14 PM via PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU. All use subject to https://www.ebsco.com/terms-of-use 50 Organismo de Formalización de la Propiedad Informal (COFOPRI) observan que la mayoría de las invasiones de tierras después de 1996 se ubican en áreas de riesgo o de propiedad privada, y como tal nunca conseguirán su legalización (Morris, 2004). CONSIDERACIONES FINALES Este trabajo ha descrito la importancia fundamental de las barriadas periféricas formadas tras el masivo éxodo rural hacia la capital, tanto en la estructura de Lima como en los estudios académicos sobre vivienda para los pobres a escala internacional. El desarrollo de las barriadas ha ido paralelo a la transformación del país, de una sociedad predominantemente rural a otra eminentemente urbana. A pesar de sus contradicciones y exclusiones, y debido a la presencia masiva de barriadas, Lima dejó de ser la ciudad del Perú oficial, orgullosa de su pasado colonial e incapaz de identificarse con el «Perú real», que Sebastián Salazar Bondy denunció y describió en Lima la horrible. Pero ahora ya no existe la urgencia demográfica de los años 1950. Por tanto, es posible pensar, diseñar e implementar una estrategia local para la vivienda popular que haga que Lima crezca de modo orgánico y sin barriadas. Las experiencias en Chile, México, Colombia y Brasil prueban que esto es posible en el ámbito latinoamericano. Es cierto que el tamaño y la complejidad de Lima han aumentado de manera espectacular. Esto la hace mucho más difícil de entender, planificar y administrar. Pero entender los procesos que transforman el espacio urbano es esencial para poder planificar e intervenir en la ciudad de manera realista y sostenible. Las características de la estructura espacial urbana tienen consecuencias significativas en la calidad de vida de toda la población y especialmente de los pobres, que se ven afectados en términos de oportunidades de empleo y movilidad residencial (Bertaud, 2009). En materia de sostenibilidad, una ciudad más compacta tiene indudables ventajas para el medio ambiente, para el desarrollo de transporte colectivo y para la provisión de servicios urbanos de una manera más efectiva y económica. Por ello, el estudio y seguimiento de las transformaciones del espacio urbano debe ser una preocupación permanente para el planeamiento metropolitano y las políticas urbanas. Sin embargo, «estos procesos simultáneos de integración y fragmentación espacial presentan un reto para la definición de herramientas y procesos de planificación urbana, los cuales requieren la incorporación de una dimensión especial que permita el análisis de la interacción entre lugares y la movilidad de información, capital y población» (Chion, 2002, p. 13). Dentro de este difícil contexto no se ve una política clara para la ciudad en su conjunto. Esta situación es preocupante si consideramos la creciente escasez de tierra urbana, especialmente de terrenos apropiados para vivienda de bajo costo. La ausencia de visión a largo plazo y la falta de estrategias eficaces para enfrentar el déficit de vivienda de los grupos pobres constituyen dos grandes limitaciones que hay que superar si queremos convertir a Lima en una ciudad más sostenible, menos segregada y más justa. BIBLIOGRAFÍA Acuña, Percy (2006). Las barriadas: La tarea actual del urbanismo y de los planes de vivienda en el Perú. Hatun Llacta, 1, 1-15. Agenda Perú (2000). Perú: agenda y estrategia para el siglo 21. Lima: Agenda. Bertaud, Alain (2009). The spatial organization of cities: Deliberate outcome or unforeseen consequence? En Birch (ed.), The Urban and Regional Planning Reader (Routledge Urban Reader Series). Londres y Nueva York: Routledge. Blondet, Cecilia (1991). Las mujeres y el poder: Una historia de Villa el Salvador. Lima: Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Bromley, Ray (2003). Peru 1957-1977: How time and place influenced John Turner’s ideas on housing policy. Habitat International, 27, 271-292. 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Los investigadores extranjeros desempeñaron el papel de difusores de estas ideas a una audiencia global (Bromley, 2003). 50 Neira fue Director del Departamento de Urbanismo del Ministerio de Fomento, que fue instrumental en el establecimiento de la Oficina de Asistencia Técnica a las Urbanizaciones Populares de Arequipa (OATA), un programa piloto para mejorar la condición física de la barriadas en Arequipa, financiado por la Comisión para la Reforma Agraria y la Vivienda (CRAV) del gobierno de Prado (Bromley, 2003). 51 Destacaban acá los puntos de vista liderados por Fernando Belaunde y Pedro Beltrán, mientras que los puntos de vista del Grupo Espacio emergían como una tercera opción. Beltrán, quien a través del diario La Prensa apoyó las invasiones de Ciudad de Dios y Comas porque consideraba que hacer a los pobres propietarios de su vivienda era la mejor manera de luchar contra el comunismo, fue quien más tarde contrataría a profesionales progresistas en la Comisión para la Reforma Agraria y la Vivienda, lo que sería fundamental para la expedición de la Ley de Barrios Marginales. 52 Para Estados Unidos, América Latina era considerada particularmente vulnerable por las simpatías que inspiraba la Revolución Cubana entre los jóvenes, las tensiones sociales asociadas con el crecimiento de la población y la presión para la reforma agraria en las zonas rurales (Bromley, 2003). 53 Driant (1991) menciona una tercera característica local: el clima templado de la ciudad, con bajas precipitaciones y poca variación de temperatura durante el año, favoreció también la ocupación de tierras periféricas sin grandes inversiones iniciales. 54 La CRAV fue un organismo establecido por el gobierno de Prado en 1957 para proponer soluciones antes las invasiones campesinas y urbanas. 55 Driant (1991) menciona a Independencia, El Progreso, Tahuantinsuyo, El Carmen y El Ermitaño en el cono norte, así como a José Carlos Mariátegui y Pamplona Alta en el cono sur, conectando con el antiguo asentamiento de Villa María del Triunfo. 56 Los precios de los alimentos subieron siete veces en las siguientes semanas, mientras que el precio de la gasolina subió 37 veces. EBSCOhost - printed on 2/15/2023 4:14 PM via PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU. All use subject to https://www.ebsco.com/terms-of-use 53 SOCIOLOGÍA DE LOS BARRIOS POPULARES DEL CENTRO DE LIMA, SIGLO XX Aldo Panfichi El crecimiento y la transformación de Lima durante la segunda mitad del siglo XX han llamado la atención de numerosos académicos de varias disciplinas. Podríamos decir incluso que es uno de los periodos más estudiados de la historia de esta ciudad. La bibliografía es sólida y extensa, aunque dominada por temas vinculados a la gran migración interna, la construcción de la ciudad desde las invasiones, las barriadas, los conos, hasta la Lima Norte o Lima Sur de nuestros días. Es una bibliografía que mayormente reivindica la acción social y la voluntad política de actores sociales que desde los márgenes de la ciudad la transforman completamente. En esta lectura, los pobladores de los barrios y distritos populares ubicados en el área central de Lima han sido ignorados casi por completo. Conocemos muy poco sobre ellos en la segunda mitad del siglo XX; solo existen algunos trabajos valiosos pero escasos (Patch, 1961, 1967); incluso, en este vacío predomina la idea de la literatura internacional de la cultura de la pobreza, que señala que estas son áreas de decadencia y desesperanza (Eckstein, 1990). Se trata de lugares donde vive una población envejecida, desempleada o dedicada al cachueleo, de vagabundos y vendedores de drogas o criminales de poca monta (Portes, 1972). Son personas orientadas al individualismo, políticamente reaccionarias y poco propensas a la organización vecinal y la acción colectiva. En el Perú, esta idea ha sido asumida acríticamente, pues se afirma que los residentes de estas áreas descienden de los viejos sectores populares limeños, un tipo de mestizaje criollo costeño con poca disposición al esfuerzo y el trabajo individual y colectivo (Tapia, 1991; Golte & Adams, 1987). Estas personas serían, entonces, un segmento rezagado por las grandes transformaciones sociales y económicas de las últimas décadas, por lo que la pobreza los tiene atrapados por generaciones al no contar con los recursos personales y sociales para escapar de ello. Este trabajo cuestiona estas prenociones y busca contribuir con el conocimiento de las características particulares de estos barrios y distritos del centro de la ciudad. Para ello, analiza su composición demográfica, los tipos de familias y redes que lo habitan y el peso del inquilinato en las viviendas mayormente colectivas. Al tomar como estudio de caso la zona de Barrios Altos y en particular el barrio del jirón Junín, este trabajo propone una interpretación distinta: los barrios populares del centro de Lima pueden ser definidos como espacios de emigración, pero de ninguna manera de desesperanza y camino a la desaparición. La emigración de un sector de la población implica la renovación permanente de los núcleos familiares que poseen el uso o usufructo de las viviendas colectivas, mayormente en situación de alquiler por generaciones. Hay distintas estrategias de ocupación de las viviendas de alquiler, que se concretan a través de redes de parientes y amigos cercanos. Debido a las limitaciones y características de las viviendas colectivas, las familias son pequeñas, pero sus redes extensas y con una intensa vida social callejera. Lo que muchos observadores externos denominan «anomia» es en realidad la disputa de bienes escasos por parte de redes de amigos y vecinos. No habría, por tanto, desgano sino una dura y vital lucha por la sobrevivencia en un entorno encapsulado. EBSCOhost - printed on 2/15/2023 4:14 PM via PONTIFICIA UNIVERSIDAD CATOLICA DEL PERU. All use subject to https://www.ebsco.com/terms-of-use 54