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PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere UD 1: CONCEPTUALIZACIÓN Y ORIGEN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO 1. Introducción …………………………………………………………………………………………………...2 2. Conceptos básicos para entender el origen de la violencia de género……………...3 a. Mac...
PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere UD 1: CONCEPTUALIZACIÓN Y ORIGEN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO 1. Introducción …………………………………………………………………………………………………...2 2. Conceptos básicos para entender el origen de la violencia de género……………...3 a. Machismo…………………………………………………………………………………………….3 b. Sexismo………………………………………………………………………………………………..6 c. Patriarcado…………………………………………………………………………………………..10 d. Matriarcado………………………………………………………………………………………...17 e. Sexo y género……………………………………………………………………………………...21 f. La socialización de género…………………………………………………………………...24 g. Roles de género…………………………………………………………………………………..26 h. Estereotipos de género……………………………………………………………….……….28 i. La ley del agrado…………………………………………………………………………….…...31 j. Dependencia emocional………………………………………………………………………33 3. ¿Violencia de género o violencia contra la mujer?…………………………..……………….36 1 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere 1. INTRODUCCIÓN La violencia contra la mujer aún hoy día sigue estando presente en todas las regiones del mundo, así como afectando a mujeres de todo tipo, de distintos niveles económicos o educacionales. Pero, no sólo afecta a las mujeres, sino que frena el desarrollo de un sistema de valores pacíficos y democráticos en toda la sociedad. La violencia hacia las mujeres supone un atentado contra la dignidad e integridad psicológica, moral y física, y en consecuencia una intolerable violación de los derechos humanos. Es la máxima manifestación de la desigualdad entre mujeres y hombres y sigue siendo, aún hoy, la principal causa de muerte violenta en las mujeres. Esta violencia, invisible durante mucho tiempo, es una realidad perpetuada a lo largo de la historia que, de una u otra forma, sigue afectando a todas las mujeres del mundo, porque tiene su razón de ser en la discriminación y subordinación social de las mujeres frente a los hombres. Es tan sólo desde hace algunas décadas, al impulsar la lucha por la igualdad, cuando ha pasado a considerarse como un problema social, de salud pública y político, lo que antes se consideraba “conflictos de la vida privada”. Pero a pesar de que la lucha por lograr la erradicación de la violencia contra la mujer en el mundo ha ido avanzando, aún queda mucho camino por recorrer para conseguir el fin de la discriminación y la violencia hacia las mujeres. Así, en España también se ha avanzado. Las administraciones públicas han destinado muchos recursos y han desarrollado numerosas medidas a nivel judicial, social, asistencial y político para tratar de erradicar esta problemática y ayudar a las mujeres víctimas de violencia de género a salir de ella. Se ha progresado en la visualización del problema, en la sensibilización de la sociedad y en la atención especializada a las mujeres víctimas. La violencia hacia las mujeres por el hecho de ser mujeres ya no es un tabú y se han creado estructuras para hacerle frente. Sin embargo, todavía hoy, muchas mujeres siguen sufriendo violencia y sus graves consecuencias en todas las áreas de su vida, presentando esta problemática aún, rasgos que se desconocen. 2 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere Así, la elevada incidencia de la violencia machista y las consecuencias negativas que ocasionan en su salud física y psicológica, ponen de manifiesto la gravedad de este problema social y de salud pública al que todos y todas nos enfrentamos y que, a pesar de los avances, aún requiere de más acciones y mayor eficiencia en la sensibilización social, en la prevención y en la respuesta institucional para las mujeres, así como para las y los menores con exposición a ella. A continuación, analizaremos una serie de conceptos esenciales para entender por qué la violencia de género es un problema estructural de la sociedad global. 2. CONCEPTOS BÁSICOS PARA ENTENDER EL ORIGEN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO a. Machismo Según la Real Academia Española, el machismo es “la actitud o manera de pensar de quien sostiene que el hombre es por naturaleza superior a la mujer, quien desprecia rasgos o comportamientos considerados típicamente femeninos”. Por lo tanto, es el conjunto de actitudes y comportamientos que violentan injustamente la dignidad de la mujer en comparación con el hombre. El machismo es una actitud de prepotencia con respecto a las mujeres. Según Nuria Varela, consiste en la discriminación basada en la creencia de que los hombres son superiores a las mujeres. Se utiliza para referirse a actos o palabras con las que de forma ofensiva se muestra el sexismo que forma parte de la sociedad. Es de entender que el machismo, desde hace ya muchos años, ha estado vinculado a la subordinación y jerarquización de los roles familiares por parte de la mujer para la comodidad de su pareja. Esto quiere decir que el machismo crea un sistema social en el que tanto los hombres como las mujeres, aun perteneciendo al mismo grupo social, ambos se encuentran jerárquicamente organizados de tal manera que los hombres son quienes lideran el poder y las mujeres son meras subordinadas. Por lo tanto, para Díaz, Rosas y González, el machismo no solo es representativo en los hombres sino en aquellas mujeres que lo aceptan, así como en las creencias del patriarcado y cómo se comportan en consecuencia. 3 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere También es considerado machismo el uso de cualquier tipo de violencia que atente contra la integridad física, sexual, psicológica, económica o social de la mujer cuyo fin sea el de ejercer un control absoluto sobre ésta. De hecho, el machismo, en mayor medida, se considera una forma de coacción y no necesariamente física, sino psicológica, puesto que muchas de las veces, los varones tratan de subestimar las capacidades de las parejas alegando carencia de fortaleza. Por su parte, el machismo, castiga y discrimina cualquier comportamiento femenino en los varones, sean homosexuales o no. Para estos autores, el tener un comportamiento masculino determina la virilidad de los hombres, castigando, por tanto, de algún modo, lo que se “sale” de la norma, llegando a provocar la base de la homofobia. Con el paso del tiempo, gracias a los cambios sociales que se están produciendo y al menor consentimiento, por parte de la mujer, de conductas hostiles y agresivas, se está provocando que este tipo de comportamientos se vean reducidos, por lo menos, en su faceta violenta, dando origen a tipos de conductas nuevas como, por ejemplo, los micromachismos. Es, por tanto, que, la denominación de micromachismos atiende a las pequeñas tiranías, la violencia “blanda”, “suave” o de “muy baja intensidad”, tratándose de un “machismo casi invisible” o de “sexismo benévolo”, cuyos representantes (los varones) desarrollan en todos o en algún ámbito de sus relaciones. Se trata de “microviolencias” o “microabusos” en los que se procura que el hombre quede, en muchos casos, en la posición de dominio que, a través de las generaciones pasadas se les ha otorgado. Los micromachismos son el eufemismo que usa el patriarcado para hablar de situaciones que, en realidad, son machistas, sin atenuantes. Hoy en día se disfraza al machismo llamándole micromachismo mientras se pasa por alto la violencia encubierta contra las mujeres o se ocultan actitudes sexistas o machistas. Algunos ejemplos de micromachismos en la vida cotidiana podrían ser los siguientes: El rosa para las niñas, el azul para los niños. Camisetas para ellas con mensajes como “princesa” o “bonita” y para ellos con “héroe”, “campeón”, “valiente”... “Qué suerte, tu marido te ayuda en casa”. El hombre no debe “ayudar” en casa: él, como otro habitante del hogar, es responsable de la mitad de las tareas, o, en su defecto, de las que se pacten entre los miembros de la pareja. En el restaurante, la cuenta es para él. Es común que cuando se pide la cuenta en un restaurante se sobreentienda que quien paga es el hombre. En el ámbito de la restauración también es habitual encontrar que, ante la duda de quién ha pedido la cerveza y quién el refresco, la bebida alcohólica sea para él. 4 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere La mujer invisible en el taller o el concesionario (o tienda de informática, o banco). Cuando se trata de lugares estereotipadamente masculinos, la mujer se hace invisible y el personal se dirige siempre al hombre en las conversaciones, incluso cuando la mujer es la titular del vehículo o de la cuenta en cuestión. La madre y el “padrazo”. Cuando los bebés llegan al hogar, es muy común escuchar decir que el padre es un “padrazo” porque cambia pañales, le da el biberón, le lleva al parque o le duerme. Para la mujer, parece ser algo natural e incluso obligatorio. Un hombre y una mujer no pueden ser amigos. Sí, sí pueden. La sociedad debe empezar a hacer un trabajo importante en cuanto a dejar de sexualizar o romantizar constantemente la relación entre hombres y mujeres. La “friend zone”. La llamada “friend zone” es uno de los ejemplos de micromachismos de la vida cotidiana más sutiles. Se dice que una mujer que rechaza a un hombre porque no le apetece tener una relación con él lo lleva a la “friend zone”. Quizás es porque antes el hombre puso a la mujer en la “sex zone”, ¿no? Ser madre vs la carrera profesional. Esto empieza ya en la entrevista de trabajo: es muy común preguntar a las mujeres acerca de su decisión personal de ser madres y convertir su respuesta en un factor de decisión clave sobre su contratación. Una vez dentro de la empresa, es más probable que los puestos de dirección sean para los hombres y no para las mujeres. Ausencia del lenguaje inclusivo. En la escuela infantil, se escucha cómo “los niños” pueden salir a jugar. En el instituto, “los alumnos” han aprobado con buenas notas. En el trabajo, se generaliza hablando de “los profesionales”, “los funcionarios”, “los trabajadores”... Hablar de lenguaje inclusivo no es solo hablar de “niñes” o “niñas”: es hablar de “alumnado”, “equipo humano”, “personal”, “funcionariado”... para no generalizar en masculino e incluir a la mujer en el lenguaje. “Corres como una niña”. Desde el “corres como una niña” o “llorar es de nenas”: este tipo de estereotipos despreciativos hacen daño al género femenino, pero también al masculino. 5 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere b. Sexismo El sexismo no es tan evidente como el machismo. Es un comportamiento individual o colectivo que desprecia un sexo en virtud de su biología, perpetúa la dominación de los varones y la subordinación de las mujeres. El sexismo es una actitud dirigida a las personas en virtud de su pertenencia a un determinado sexo biológico en función del cual se asumen diferentes características y conductas. Estas definiciones siempre dejan al descubierto el dominio de un sexo, el masculino sobre el femenino (Lameiras). Hoy día, el sexismo va relacionado con formas nuevas y más sutiles de violencia, pasando de este modo desapercibidas, pero que continúan perjudicando al sexo femenino. Se habla de Neosexismo, entendido como la manifestación de un conflicto entre los valores igualitarios junto a sentimientos negativos residuales hacia las mujeres. Este sexismo, aunque está en contra de la discriminación abierta contra las mujeres, considera que éstas ya han alcanzado la igualdad y que no necesitan ninguna media política de protección impidiendo con ello la igualdad real (Lameiras y Rodríguez). Varela señala que “el sexismo se define como el conjunto de todos y cada uno de los métodos empleados en el seno del patriarcado para poder mantener en situación de inferioridad, subordinación y explotación al sexo dominado: el femenino”. Glick y Fiske introducen la teoría del sexismo ambivalente con dos cargas afectivas opuestas (positiva y negativa), dando lugar a dos tipos de sexismo: el hostil y el benevolente. En el hostil se determinan (a las mujeres) cualidades por las que son criticadas, y en el benevolente por las que son valoradas. Este último suscita conductas de ayuda y protección hacia las mujeres, estereotipándolas y limitándolas a ciertos roles. Es por ello que, mediante el sexismo benévolo, al ofrecer a las mujeres las recompensas de protección, idealización y afecto se aseguraban (los hombres) no crear resentimiento y rebelión por parte de éstas y de este modo, aceptaran sus roles tradicionales, satisfaciendo así sus necesidades. El sexismo abarca todos los ámbitos de la vida y las relaciones humanas. Es la división de educación por sexos, que oscila entre enseñar a las niñas a coser, hasta la prohibición de estudiar. Algunos ejemplos podemos verlos a continuación: Discriminación y sexismo religioso. ¿De verdad creéis que las mujeres no son capaces de ocupar un cargo de autoridad religiosa? Este silenciamiento ritualizado se lleva a cabo en casi todas las religiones principales que, con algunas excepciones, impiden que las mujeres ejerzan un liderazgo sacerdotal. Esto significa que el acceso a lo divino está restringido a los hombres y a su discurso. Esta discriminación legalmente 6 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere aceptada y sus efectos van más allá de los lugares y las prácticas de culto. Desde el momento en que una chica se da cuenta de que no está invitada a participar en los rituales clericales porque es una chica, descubre que su voz no tiene poder y no es respetada, a diferencia de lo que experimentan los chicos de su alrededor. Doble rasero... en muchos casos. Vivimos situaciones muy diversas en las que se aplica un doble rasero basado simplemente en el sexo, que limitan la libertad de la mujer y minimizan nuestra capacidad para llevar una vida segura, autónoma y enriquecedora. Jessica Valenti nos lo explica en su libro He's a Stud, She's a Slut (Él es un semental, ella una zorra). Los estereotipos que narra van desde la idea de que las chicas deben mostrar más autocontrol y educación hasta el tratamiento diferenciado que reciben los hombres y las mujeres cuando envejecen y cuando utilizan su cuerpo para expresarse, pasando por las supuestas (y falsas) capacidades naturales de los chicos y las chicas. La caballerosidad, también conocida como sexismo benevolente, es parte de nuestras costumbres. Una cosa es que un hombre te abra la puerta y no le importe si tú haces lo mismo por él; y otra es que se niegue categóricamente a aceptar tu oferta. El sexismo benevolente, que se considera protector y caballeroso, responde a cómo la masculinidad (y, por contraste binario, la feminidad) están construidas en torno a culturas conservadoras. Los estudios demuestran que cuantos más derechos creamos que tenemos, más probable es que pensemos de forma sexista. Mucho de esto comienza en la infancia y continúa bajo el manto que cubre la educación en la que se enseña a las niñas a ser señoritas y a los niños a ser caballeros, en lugar de seres humanos buenos y cívicos que se preocupan por los demás de igual manera. Los efectos negativos sobre las mujeres están bien documentados, especialmente en el entorno laboral. Lo de no ver el sexismo aunque sea evidente hace que la gente con poder especule con que "el dinero es más importante para los hombres". Imaginemos a un político diciendo que el dinero es más importante para los judíos. O para los negros. O para las personas altas. La diferencia entre el dinero que gana un hombre y una mujer a lo largo de su vida alcanza los 431.000€ en Estados Unidos. Los hombres ganan menos dinero que las mujeres en sólo siete de 534 tipos de empleo. Los sexistas benevolentes son hostiles al éxito de las mujeres en su puesto de trabajo. El alto coste de mantener las mujeres a salvo. Día a día, las mujeres tienen que hacer frente a los costes de la seguridad. Estos costes consumen tiempo y dinero, además de limitar los movimientos. Puede restringir las oportunidades de trabajo, porque algunos empleos pueden volverse peligrosos sólo por ser realizados por una mujer (reporteras, camioneras, trabajadoras inmigrantes, activistas). Los hombres, ¿se sienten seguros caminando por su barrio?, ¿eligen con cuidado cuándo salir a comprar o dónde coger el metro?, ¿tienen sus estrategias para aparcar, como por ejemplo no aparcar al lado de furgonetas?, ¿utilizan las llaves como posible arma, o toman otras 7 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere medidas similares? Por si fuera poco, se enseñan a nuestras hijas que esto es algo normal, algo que hay que esperarse. El sexismo en los medios de comunicación es una forma de entretenimiento. Los programas para todos los públicos marginalizan, materializan y despersonalizan a las chicas y a las mujeres, crean ideales perjudiciales de la masculinidad para los chicos y apoyan mitologías basadas en el statu quo dominado por la figura de un hombre violento. Cuando ves una película y por cada 20 hombres hay una mujer en la pantalla, ¿te resulta extraño? ¿Eres consciente de que aparecen 20 veces más hombres que mujeres? ¿Qué significado tiene este desequilibrio fuera de la pantalla? El test de Bechdel es un método para evaluar si un guion de película, serie, cómic u otra representación artística cumple con los estándares mínimos para evitar la brecha de género que adquirió popularidad entre 2016 y 2017. Se originó en el cómic “Unas lesbianas de cuidado” (1985), de Alison Bechdel. Según esta prueba, la pieza en cuestión debe cumplir con los siguientes requisitos: tener al menos dos personajes femeninos, que ambas mujeres tengan nombre, que hablen entre ellas en algún momento, y que esta conversación trate de algo distinto a un hombre (no limitado a relaciones románticas, por ejemplo: dos hermanas hablando de su padre no supera el test). Si se aplicase esto a la inversa, comprobaríamos que prácticamente todas las películas habidas y por haber cumplen estos requisitos para los hombres. Las mujeres pagan más por sus productos que los hombres, simplemente porque no se les considera como el estándar. "Haber nacido mujer es un gran error financiero". Hasta hace poco, las aseguradoras hacían pagar hasta un 31% más a las mujeres y era perfectamente legal. Un paquete de 10 bolis Bic Cristal cuesta la mitad que la versión "para ella", con 6 bolígrafos. Igual que las maquinillas de afeitar… Nuestro lenguaje también se ve muy influenciado en relación con nuestro estrato social y afecta a cómo pensamos. Continuamente utilizamos genéricos masculinos, lo cual tiene consecuencias negativas. Seguimos empleando palabras masculinas para denotar categorías positivas. Por ejemplo, el término hombría. Por no hablar del significado de las expresiones “estar hecho un toro” o “ser más astuto que un zorro” por contraposición a “estar como una vaca” o “ser una zorra”. A veces, se dice que una mujer es como una niña, lo cual forma parte del problema de la infantilización de la mujer adulta. Las palabras son importantes; muestran la interacción dinámica entre las ideas. Los prejuicios que tenemos contra los hombres inhiben la igualdad. Hay mujeres que llegan a coger a su bebé de los brazos del papá para cambiarle los pañales porque “los hombres no son buenos con esas cosas”. Hay anuncios de televisión que describen a 8 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere los hombres como idiotas incompetentes y vagos desaliñados cuando se ocupan de la vida doméstica. Pero todavía más peligrosa es la repetición de mitos sobre el maltrato y la violación que puede hacer que los chicos y los hombres perpetúen ideas discriminatorias sobre quién son las chicas a las que violan: borrachas que lo piden o que cometen el error de ir por calles oscuras. Hacemos como que el acoso en las calles, la normativa comunitaria para mujeres y para el colectivo LGTBQI+, o no existe o no tiene importancia. Muy pocas personas les hablan a sus hijas o a sus hijos del colectivo sobre el acoso en las calles antes de que ocurra. Simplemente, los efectos de este acoso son reales; no debemos subestimarlos. Dejamos que nuestras escuelas enseñen lecciones sexistas y perpetúen los sistemas jerárquicos de organización por sexos. En primer lugar, nuestro sistema educativo borra de la historia las contribuciones de las mujeres y no ofrece un retrato adecuado del pasado ni los suficientes modelos de roles. Las niñas van a la escuela con seguridad y ambición, pero esa actitud se queda ahí. En segundo lugar, las escuelas están plagadas de normas sociales que, si no se exploran, acaban con la diversidad y la igualdad (por ejemplo, la obligación de seguir un código de vestimenta). En tercer lugar, muchas están basadas estructuralmente en modelos complementarios para hombres y mujeres, desde las juntas o los consejos, que tienden a estar dirigidos por hombres (porque, claro, ahí es donde se mueve el dinero), hasta las asociaciones de padres y madres (en las que se implican mucho más las madres). La administración de la escuela sigue estando dominada por los hombres en un sector, la educación, que está compuesto en su mayoría por mujeres. Por tanto, el alumnado está inmerso en un ambiente educativo que desdibuja la labor histórica de las mujeres, que sexualiza a las chicas en términos anticuados como las reglas de apariencia y moralidad, que proporciona ejemplos jerárquicos diferenciados por sexos y que no sabe enseñar lo que es la justicia, lo cual perjudica tanto a los niños como a las niñas. Para cuando los chicos y las chicas acaban el instituto y entran en la universidad, los chicos tienen el doble de posibilidades para postularse a un cargo. 9 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere c. Patriarcado Patriarcado es un término griego y significa, etimológicamente, “gobierno de los padres”. En la actualidad se usa este concepto para hacer alusión a aquellas sociedades en la que los hombres tienen el poder sobre las mujeres. Según Nuria Varela, el patriarcado es una forma de organización política, económica, religiosa y social, con base en la idea de autoridad y liderazgo del hombre, en la que predominan los varones sobre las mujeres. En las sociedades catalogadas como patriarcales, este tipo de dominación del hombre por sobre la mujer se observa en todas las instituciones y no solo en un aspecto de la sociedad, lo que hace que esta predominancia siga reproduciéndose incluso en forma inconsciente. El patriarcado se puede manifestar desde la familia y el ámbito doméstico, hasta a la hora de ver quiénes ocupan los cargos de poder en el Estado (y cómo ejercen ese poder), pasando por el ámbito laboral y académico, por poner algunos casos. Las instituciones religiosas tampoco quedan exentas de este tipo de supremacía del hombre por sobre el de la mujer. Las sociedades patriarcales se rigen a partir de los estereotipos de género. Según los especialistas, no es una organización que existe “desde siempre”. Gerda Lerner, en su libro “La creación del patriarcado” ubica el surgimiento del patriarcado entre 3100 y 600 a.C., en la zona del antiguo Próximo Oriente, donde la familia era la unidad básica desde donde se emanaban reglas y normas. Según esta autora, los inicios de este tipo de organizaciones tienen que ver con la guerra, el sexo y la reproducción. Las funciones y la conducta que se consideraba que eran las apropiadas a cada sexo venían expresadas en los valores, las costumbres, las leyes y los papeles sociales. La sexualidad de las mujeres, es decir, sus capacidades y servicios sexuales y reproductivos, se convirtió en una mercancía antes incluso de la creación de la civilización occidental. El desarrollo de la agricultura durante el periodo neolítico impulsó el intercambio de mujeres entre tribus, no sólo como una manera de evitar guerras incesantes mediante la consolidación de alianzas matrimoniales, sino también porque las sociedades con más mujeres podían reproducir más niños. A diferencia de las necesidades económicas en las sociedades cazadoras 10 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere y recolectoras, los agricultores podían emplear mano de obra infantil para incrementar la producción y estimular excedentes. El colectivo masculino tenía unos derechos sobre las mujeres que el colectivo femenino no tenía sobre los hombres. Las mismas mujeres se convirtieron en un recurso que los hombres adquirían igual que se adueñaban de las tierras. Las mujeres eran intercambiadas o compradas en matrimonio en provecho de su familia; más tarde se las conquistaría o compraría como esclavas, con lo que las prestaciones sexuales entrarían a formar parte de su trabajo y sus hijos serían propiedad de sus amos. En cualquier sociedad conocida los primeros esclavos fueron las mujeres de grupos conquistados, mientras que a los varones se les mataba. Sólo después que los hombres hubieran aprendido a esclavizar a las mujeres de grupos catalogados como extraños supieron cómo reducir a la esclavitud a los hombres de esos grupos y, posteriormente, a los subordinados de su propia sociedad. De esta manera la esclavitud de las mujeres, que combina racismo y sexismo a la vez, precedió a la formación y a la opresión de clases. Las diferencias de clase estaban en sus comienzos expresadas y constituidas en función de las relaciones patriarcales. La clase no es una construcción aparte del género, sino que más bien la clase se expresa en términos de género. Hacia el segundo milenio a.C. en las sociedades mesopotámicas, las hijas de los pobres eran vendidas en matrimonio o para prostituirlas a fin de aumentar las posibilidades económicas de su familia. Las hijas de hombres acaudalados podían exigir un precio de la novia, que era pagado a su familia por la del novio, y que frecuentemente permitía a la familia de ella concertar matrimonios financieramente ventajosos a los hijos varones, lo que mejoraba la posición económica de la familia. Si un marido o un padre no podían devolver una deuda, podían dejar en fianza a su esposa e hijos que se convertían en esclavos por deudas del acreedor. Los hombres se apropiaban del producto de ese valor de cambio dado a las mujeres: el precio de la novia, el precio de venta y los niños. Puede perfectamente ser la primera acumulación de propiedad privada. La reducción a la esclavitud de las mujeres de tribus conquistadas no sólo se convirtió en un símbolo de estatus para los nobles y los guerreros, sino que realmente permitía a los conquistadores adquirir riquezas tangibles gracias a la venta o el comercio del producto del trabajo de las esclavas y su producto reproductivo: niños en esclavitud. Desde sus inicios en la esclavitud, la dominación de clases adoptó formas distintas en los hombres y las mujeres esclavizados: los hombres eran explotados principalmente como 11 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere trabajadores; las mujeres fueron siempre explotadas como trabajadoras, como prestadoras de servicios sexuales y como reproductoras. Los testimonios históricos de cualquier sociedad esclavista nos aportan pruebas de esta generalización. Se puede observar la explotación sexual de las mujeres de clase inferior por hombres de la clase alta en la antigüedad, durante el feudalismo, en las familias burguesas de los siglos XIX y XX en Europa y en las complejas relaciones de sexo/raza entre las mujeres de los países colonizados y los colonizadores: es universal y penetra hasta lo más hondo. La explotación sexual es la verdadera marca de la explotación de clase en las mujeres. En cualquier momento de la historia cada clase ha estado compuesta por otras dos clases distintas: los hombres y las mujeres. La posición de clase de las mujeres se consolida y tiene una realidad a través de sus relaciones sexuales. Siempre estuvo expresada por grados de falta de libertad en una escala que va desde la esclava, con cuyos servicios sexuales y reproductivos se comercia del mismo modo que con su persona; a la concubina esclava, cuya prestación sexual podía suponerle subir de estatus o el de sus hijos; y finalmente la esposa libre, cuyos servicios sexuales y reproductivos a un hombre de la clase superior la autorizaba a tener propiedades y derechos legales. Aunque cada uno de estos grupos tenga obligaciones y privilegios muy diferente en lo que respecta a la propiedad, la ley y los recursos económicos, comparten la falta de libertad que supone estar sexual y reproductivamente controladas por hombres. Desde el segundo milenio a.C. en adelante el control de la conducta sexual de la ciudadanía ha sido una de las grandes medidas de control social en cualquier sociedad estatal. A la inversa, dentro de la familia la dominación sexual recrea constantemente la jerarquía de clases. Independientemente de cuál sea el sistema político o económico, el tipo de personalidad que puede funcionar en un sistema jerárquico está creado y nutrido en el seno de la familia patriarcal. La familia patriarcal ha sido extraordinariamente flexible y ha variado según la época y los lugares. El patriarcado oriental incluía la poligamia y la reclusión de las mujeres en harenes. El patriarcado en la antigüedad clásica y en su evolución europea está basado en la monogamia, pero en cualquiera de sus formas formaba parte del sistema el doble estándar sexual que iba en detrimento de la mujer. En los modernos estados industriales, como por ejemplo los Estados Unidos, las relaciones de propiedad en el interior de la familia se desarrollan dentro de una línea más igualitaria que en aquellos donde el padre posee una autoridad absoluta y, sin embargo, las relaciones de poder económicas y sexuales dentro de la familia no cambian 12 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere necesariamente. En algunos casos, las relaciones sexuales son más igualitarias, aunque las económicas sigan siendo patriarcales; en otros, se produce la tendencia inversa. En todos ellos, no obstante, estos cambios dentro de la familia no alteran el predominio masculino sobre la esfera pública, las instituciones y el gobierno. El sistema patriarcal solo puede funcionar gracias a la cooperación de las mujeres. Esta cooperación le viene avalada de varias maneras: la inculcación de los géneros; la privación de la enseñanza; la prohibición a las mujeres a que conozcan su propia historia; la división entre ellas al definir la respetabilidad y la desviación a partir de sus actividades sexuales; mediante la represión y la coerción total; por medio de la discriminación en el acceso a los recursos económicos y el poder político; y al recompensar con privilegios de clase a las mujeres que se conforman. En la familia patriarcal, las responsabilidades y las obligaciones no están distribuidas por un igual entre aquellos a quienes se protege: la subordinación de los hijos varones a la dominación paterna es temporal; dura hasta que ellos mismos pasan a ser cabezas de familia. La subordinación de las hijas y de la esposa es para toda la vida. Las hijas únicamente podrán escapar a ella si se convierten en esposas bajo el dominio/la protección de otro hombre. La base del paternalismo es un contrato de intercambio no consignado por escrito: soporte económico y protección que da el varón a cambio de la subordinación en cualquier aspecto, los servicios sexuales y el trabajo doméstico no remunerado de la mujer. Con frecuencia la relación continúa, de hecho y por derecho, incluso cuando la parte masculina ha incumplido sus obligaciones. Las mujeres han participado durante milenios en el proceso de su propia subordinación porque se las ha moldeado psicológicamente para que interioricen la idea de su propia inferioridad. La ignorancia de su misma historia de luchas y logros ha sido una de las principales formas de mantenerlas subordinadas. La estrecha conexión de las mujeres can las estructuras familiares hizo que cualquier intento de solidaridad femenina y cohesión de grupo resultara extremadamente problemático. Toda mujer estaba vinculada a los parientes masculinos de su familia de origen a través de unos lazos que conllevaban unas obligaciones específicas. Su adoctrinamiento, desde la primera infancia en adelante, subrayaba sus obligaciones no sólo de hacer una contribución económica a sus parientes y allegados, sino también de aceptar un compañero para casarse acorde con los intereses familiares. Otra manera de explicarlo es decir que el control sexual de la mujer estaba ligado a la protección paternalista y que, en las 13 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere diferentes etapas de su vida, ella cambiaba de protectores masculinos sin superar nunca la etapa infantil de estar subordinada y protegida. En las sociedades campesinas tradicionales se han registrado muchos casos en los que miembros femeninos de una familia toleraban o incluso participan en el castigo, las torturas, inclusive la muerte, de una joven que ha transgredido el honor familiar. En tiempos bíblicos, la comunidad entera se reunía para lapidar a la adúltera hasta matarla. Prácticas similares prevalecieron en Sicilia, Grecia, Albania hasta entrado el siglo XX. Los padres y maridos de Bangladesh expulsaron a sus hijas y esposas que habían sido violadas por los soldados invasores, arrojándolas a la prostitución. El impedimento más importante al desarrollo de una conciencia colectiva entre las mujeres fue la carencia de una tradición que reafirmase su independencia y su autonomía en alguna época pasada. Nunca ha existido una mujer o un grupo de mujeres que hayan vivido sin la protección masculina. Nunca ha habido un grupo de personas como ellas que hubiera hecho algo importante por sí mismas. Las mujeres no tenían historia, eso se les dijo y eso creyeron. Por tanto, en última instancia, la hegemonía masculina dentro del sistema de símbolos fue lo que situó de forma decisiva a las mujeres en una posición desventajosa. El mito de que las mujeres quedan al margen de la creación histórica y de la civilización ha influido profundamente en la psicología femenina y masculina. Ha hecho que los hombres se formaran una opinión parcial y completamente errónea de cuál es su lugar dentro de la sociedad humana y el universo. Lo más difícil de todo era la aparente ausencia de una tradición que reafirmara la independencia y la autonomía femeninas. Es significativo que todos los ejemplos de lo contrario fueran expresados a través de mitos y fábulas: las amazonas, las asesinas de dragones, mujeres con poderes mágicos. Pero en la vida real las mujeres no tenían historia: eso se les dijo y así lo creyeron. Y como no tenían historia, no tenían alternativas para el futuro. Es esta característica de la hegemonía masculina lo que ha resultado más perjudicial a las mujeres y ha asegurado su estatus de subordinación durante milenios. La negación a las mujeres de su propia historia ha reforzado que aceptasen la ideología del patriarcado y ha minado el sentimiento de autoestima de cada mujer. La versión masculina de la historia, legitimada en concepto de verdad universal, las ha presentado al margen de la civilización y como víctimas del proceso histórico. Verse presentada de esta manera y creérselo es casi peor que ser del todo olvidada. La imagen es completamente falsa por ambas partes, como ahora 14 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere sabemos, pero el paso de las mujeres por la historia ha estado marcado por su lucha en contra de esta distorsión mutiladora. Varela cita a Dolores Reguant, quien señala que “el patriarcado surgió de una toma de poder histórico por parte de los hombres, quienes se apropiaron de la sexualidad y reproducción de las mujeres y de su producto, las y los hijos, creando al mismo tiempo un orden simbólico a través de los mitos y la religión que lo perpetúan como única estructura posible”. El patriarcado es un sistema político, su existencia no quiere decir que las mujeres no tengan ningún tipo de poder o derechos, sin embargo estas se encuentran bajo el predominio de los varones. “Las formas de patriarcado varían, la vida de las mujeres en algunas partes del mundo está cambiando, pero el patriarcado sigue gozando de buena salud”, afirma Varela. Ejemplo es la situación de las mujeres en Arabia Saudita, donde no disfrutan de ningún derecho fundamental, a diferencia de las habitantes de Europa, quienes al menos formal y legalmente han conseguido sus derechos. Analizar el patriarcado como un sistema político ha supuesto ver hasta dónde llega el control y dominio de los varones sobre las mujeres. Al darse cuenta de que ese control se extendía también a las familias, a las relaciones sexuales, laborales… las feministas popularizaron la idea de que lo personal es político. Cuando se organizaron los grupos de autoconciencia, las mujeres se dieron cuenta de que aquello que cada una suponía que sólo le ocurría a ella, por haber hecho una mala elección de pareja, no era nada personal: eran experiencias comunes a todas las mujeres, fruto de un sistema opresor. El objetivo del feminismo es acabar con el patriarcado como forma de organización política. Hasta antes de que la teoría feminista redefiniera el concepto de patriarcado, éste era considerado el gobierno de los patriarcas, de ancianos bondadosos cuya autoridad provenía de la sabiduría. Varela refiere que es a partir del siglo XIX, cuando el término patriarcado comienza a utilizarse en sentido crítico, debido a las teorías feministas que explican que “la hegemonía masculina en la sociedad es una usurpación”. En los años 70, el feminismo radical es el que utiliza este término como pieza clave de su análisis de la realidad. 15 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere En la actualidad existen diversas formas en las que se manifiesta el patriarcado o, al menos, sus resabios. A continuación, algunos ejemplos: Dependencia económica. Esto sucede cuando la mujer tiene acceso a trabajos más precarios o peor remunerados que a los que tiene acceso el hombre. También se da cuando el salario de una mujer es más bajo que el de un hombre que ocupa igual puesto o, incluso, cuando a la mujer se le asigna el rol de ama de casa, encargada del cuidado de los niños y, por lo tanto, no puede dedicarse a trabajar y tener su propio salario o ingreso. Todo esto hace que las mujeres no se encuentren en igual condiciones que los hombres y que dependan de ellos para su subsistencia. Víctima de violencia. Es muy común ver cómo en algunas sociedades las mujeres son víctimas de ciertos tipos de violencia específica, como puede ser el acoso sexual. La violencia doméstica y las violaciones forman parte de este tipo de agresiones que muchas veces son naturalizadas, legitimizadas o invisibilizadas. En muchos casos ni siquiera existen figuras legales para efectuar una denuncia. Crecimiento profesional. Se utiliza el concepto “techo de cristal” para hablar de la limitación o “techo” que encuentran las mujeres dentro de su carrera profesional. Son pocas las mujeres que verdaderamente acceden a los cargos de decisión dentro de las compañías, ya sea por una cuestión cultural de la empresa (que le da mayor protagonismo al hombre), porque la propia mujer se autocensura (por temor a no cumplir con las habilidades y conocimientos necesarios) o incluso porque opta por su vida familiar. En general, los cargos más importantes y altos dentro de la jerarquía de cualquier empresa se encuentran en manos de hombres. A esto se le suma que las mujeres suelen verse limitadas a acceder a ciertos tipos de industrias, como la de los servicios o la textil o a ciertos cargos como el de limpiadora, que, por lo general, están mal pagados. Derechos sexuales sin garantizar. Muchas veces las mujeres no tienen el mismo derecho que los hombres en relación al control de su sexualidad. Esto implica tanto el cuidado de la salud sexual y reproductiva como el derecho a decidir libre y responsablemente sobre su propio cuerpo y sobre si quiere o no tener hijos y, en caso de querer tenerlos, poder decidir cuántos (control de natalidad). Expectativas laborales. Por lo general, se tiene la idea o creencia de que los hombres son más dedicados al trabajo que a la familia y que las mujeres, a la inversa, priorizan la familia. Por eso es muy común que, a la hora de contratar a alguien, el empleador se vuelque por un hombre. 16 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere d. Matriarcado El matriarcado no es el antónimo de patriarcado, sino que con este término se hace alusión a sociedades en las que las mujeres ocupan espacios de liderazgo en las distintas instituciones de las que forman parte, además de tener autoridad y de ser respetadas. Si bien los especialistas no han logrado ponerse de acuerdo para identificar el origen de este tipo de sociedades, hay quienes intuyen que son previas a las sociedades patriarcales y sus orígenes tienen que ver con la maternidad. Algunas características propias de las sociedades matriarcales son las siguientes: Administración. La mujer es la que se encarga de todas las tareas administrativas, desde la administración de los alimentos hasta la del dinero, el trabajo y los espacios físicos. Figura central. Dentro de la familia, la mujer es la figura principal pero no se impone sobre la del hombre (ni en la familia ni en ninguna otra institución). Economía sustentable. Suelen ser comunidades agrícolas, donde se impone la economía de subsistencia. Redes. Las mujeres integran redes de ayuda mutua en busca de una comunidad que funcione mejor. Vínculos. Las mujeres pueden tener más de una pareja. Respeto. La figura femenina es respetada y hasta venerada por una sencilla razón: es quien puede dar a luz. Herencia. Los bienes que se heredan de una generación a la siguiente quedan en manos de las mujeres, que son las que se encargan de cuidarlos. Conformidad. Los hombres no se muestran disconformes por formar parte de este tipo de sociedades. Legitimidad. No existe la coerción, sino el reconocimiento de quien tiene el poder. 17 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere Escala de valores. En estas sociedades no rige el sentido de “tener”, sino sentido de “ser”. Los valores se organizan en torno a la figura de una buena madre. En general, se entiende por matriarcado a las sociedades donde un grupo de mujeres tiene en sus manos el poder político, económico o religioso. La existencia de comunidades de este tipo a lo largo de la historia de la humanidad ha sido, y sigue siendo, un asunto muy controvertido, como se ha señalado anteriormente. La mayor parte de las investigaciones alegan que no existe ninguna evidencia arqueológica ni etnográfica que permita afirmar que las mujeres dominaran y explotaran a los hombres en alguna sociedad del pasado. El que se hayan descrito religiones donde aparecen diosas no evidencia automáticamente una dominancia femenina. De hecho, las múltiples investigaciones emprendidas hasta ahora no han podido demostrar que en la historia de la humanidad hayan existido sociedades matriarcales como si fueran una imagen de contrapunto a las patriarcales. Recordemos que por patriarcado se entiende una forma de organización social en la que los hombres ejercen la autoridad en todos los ámbitos; dominan a las mujeres y se aseguran la transmisión del poder y la herencia por línea masculina. Se conocen numerosas sociedades patriarcales, tanto actuales como del pasado, aunque el grado de desigualdades entre los sexos es muy variable. La profesora de Arqueología y Prehistoria de la Universidad Jaume I de Castellón, Carmen Olària, ha señalado que la organización social que podemos atribuir a las primeras comunidades humanas paleolíticas es la de tribu o clan. Se trataría de sociedades tejidas con un sistema igualitario en las que es muy probable que las relaciones sexuales se mantuvieran comunalmente. Los lazos de parentesco serían entonces exclusivamente matrilineales, ya que sólo la mujer podía reconocer a su propia progenie. Este hecho lleva a creer como más plausible la existencia de un matrilineado en vez de un matriarcado durante el Paleolítico. Por su parte, la arqueóloga Encarna Salahuja sugiere que las sociedades no patriarcales, de las que sí hay evidencias, no deberían denominarse matriarcado, sino sociedades matristas o sociedades con autoridad femenina. En suma, actualmente un colectivo apreciable de expertas considera que la palabra matriarcado sólo podría usarse con propiedad para definir una comunidad en la que las mujeres dominen y exploten a los hombres, pero no cuando pueden compartir con ellos el poder. Y no existen evidencias sólidas sobre una sociedad en la que una jerarquía femenina controle 18 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere todos los aspectos de las vidas y actividades de los hombres. Por esta razón, el término matriarcado como descripción de las culturas prehistóricas es mayoritariamente rechazado. Sin pretender profundizar demasiado en esta controvertida cuestión, hay que anotar que el estudio pionero sobre sociedades del pasado dominadas por mujeres se debe al antropólogo Johann J. Bachofen. En 1861, este autor publicó un libro titulado “El derecho materno”, que tuvo un notable impacto en el pensamiento de su tiempo. Inspirado en los mitos griegos, Bachofen creía que la cultura europea temprana había pasado por tres estados básicos sucesivos. En el primero, caracterizado por la barbarie, ningún sexo controlaba nada porque el control no existía. En el segundo estado, la autoridad, tanto en la familia como en la tribu, estaba en manos de las mujeres y reinaba la promiscuidad sexual; debido a la dificultad para establecer con certeza la paternidad, la filiación sólo se realizaba por línea femenina. El tercer y último estado surgió más tarde, cuando estas ginecocracias fueron reemplazadas o convertidas en patriarcados y la humanidad alcanzó un alto grado de organización. Es evidente que Bachofen calificó a las sociedades controladas por mujeres como un tiempo de escasa civilización. De hecho, consideró que su final seguido por el desarrollo del patriarcado marcó el triunfo de cualidades masculinas como la racionalidad y el orden sobre cualidades femeninas inferiores, del tipo de lo emocional y el desorden. No hay que pasar por alto que, como apunta la arqueóloga Joan Marler, lo que describía J. J. Bachofen se ha asociado usualmente con el concepto de matriarcado, pero él nunca usó tal término pese a sostener la existencia en el pasado de sociedades controladas por mujeres. En esta línea, también hay que subrayar que, si bien Bachofen fue el primero en reconocer científicamente la existencia de sociedades con dominio femenino, se ha prestado mucha más atención a su concepción de la superioridad masculina. Hoy en día, la disputa en torno a la distribución del poder en las sociedades del pasado está aún lejos de cerrarse. Un número sustancial de estudiosos sostiene que, independientemente del término que usemos (matrilineal, matrista o matriarcado), es difícil negar que en las sociedades del Paleolítico Superior las mujeres tuvieran un papel significativo. La mejor prueba de ello es el de una iconografía casi exclusivamente femenina. Las estatuillas paleolíticas o algunas pinturas descubiertas en las cuevas donde los abundan símbolos femeninos, podrían ser un valioso testimonio de que en aquellas sociedades se rendían honores a las mujeres y a sus actividades. En otras palabras, las interpretaciones más recientes 19 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere reflejan que las mujeres en el Paleolítico eran importantes y que probablemente ocupaban una posición medular en sus tribus o clanes. Pretender relegar esa centralidad hasta hacerla invisible, no cuenta con el apoyo de los datos empíricos actuales. En esta línea, cada vez son más los estudios que paulatinamente han ido abandonando la vieja y caduca idea de que la opresión y la marginación de las mujeres es un hecho natural que ha existido desde los orígenes de la humanidad. Autoras como Encarna Sanahuja, y muchas expertas más, consideran probable que durante la mayor parte de nuestra larga prehistoria nuestros antepasados vivieran en grupos colectivos en los que disfrutaban de una relativa igualdad entre los sexos. La situación de sometimiento de la mujer sería, por tanto, un constructo social, un producto de la organización de las sociedades modernas. En muchas ocasiones el “actualismo” ha invadido la ciencia, y por lo tanto hay que ser prudentes ante las generalizaciones basadas en la universalidad de presente. En coherencia, no podemos interpretar el comportamiento humano basándonos en conductas seguidas en los últimos diez mil años, sólo porque de esta época tenemos datos fiables y de los tiempos restantes la información se vuelve más y más borrosa a medida que se adentra en el pasado. Así pues, siguiendo investigaciones recientes, no resulta descabellado afirmar que en tiempos lejanos muy bien pudieron existir culturas igualitarias en las que mujeres y hombres desempeñaban sus actividades conjuntamente, compartiendo el esfuerzo para la supervivencia del grupo. Día a día crecen las evidencias que muestran que han existido comunidades en las que las mujeres tuvieron un papel considerable; mucho más relevante del que tradicionalmente se les ha adjudicado. Los trabajos de diversas investigadoras, y también investigadores, están proporcionando un sólido marco que refuta esa trama de creencias tejida durante siglos y fundamentada en la universalidad de las estructuras sociales dominadas por los hombres. No hay datos que indiquen de manera indiscutible que el dominio masculino sea una condición universal inevitable. Pero además, suponiendo lo improbable, que históricamente las mujeres nunca hubieran estado al mismo nivel que los hombres, ello no restaría urgencia ni viabilidad a la necesidad actual de luchar por la igualdad completa entrenecesidad los sexos. actual de luchar por la igualdad completa entre los sexos. e. Sexo y género 20 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere e. Sexo y Género Hay que diferenciar entre sexo y género. Aunque encontremos en algunos textos confusión, es importante tener claro qué significan cada uno. El sexo alude a las diferencias biológicas y físicas entre hombre y mujer. El sexo se observa al nacer: se es hombre o mujer (o persona intersexual si hay una alteración cromosómica en el desarrollo intrauterino). La intersexualidad es la presencia de características sexuales femeninas y masculinas (internas o externas) en la misma persona. Dicho de otra forma, una persona intersexual tiene caracteres sexuales “ambiguos”, o sea, que no se pueden clasificar del todo ni como “masculinos” ni como “femeninos”. Un claro ejemplo de intersexualidad sería tener vulva y, en lugar de ovarios, testículos. A diferencia de lo que muchas personas creen, la intersexualidad y el hermafroditismo son conceptos muy distintos. Un organismo hermafrodita tiene órganos reproductivos mixtos, capaces de producir espermatozoides y óvulos. Mientras que una persona con caracteres intersexuales, sin embargo, no tiene un órgano sexual y reproductivo mixto. De hecho, en el caso de que tenga características del pene y de la vulva, uno de los dos genitales estará más desarrollado que el otro. Esto significa que una persona intersexual no produce a la vez espermatozoides y óvulos. Puede producir uno de ellos o ninguno, pero no ambos. Hay quien confunde la intersexualidad y la transexualidad, pero la verdad es que son conceptos diferentes. Las personas transexuales nacen con características sexuales o bien masculinas, o bien femeninas, pero su identidad de género (sentirse mujer, hombre u otros géneros) no coincide con sus características sexuales. Por ejemplo, es el caso de una persona que tiene pene, pero que se siente mujer. Las personas transexuales suelen hacer cambios en su cuerpo para reafirmar su género, a través de intervenciones quirúrgicas y/u hormonales. Si no lo hacen, son personas transgénero, es decir, personas que no cambian su cuerpo, aunque sientan que su género no va acorde con el que les asignaron al nacer. Sin embargo, las personas con caracteres intersexuales tienen características físicas no convencionales, pero eso no significa que se sientan en desacuerdo con su identidad de 21 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere género. La intersexualidad tiene que ver con los genitales, y la transexualidad, con la identidad de género. El género (tradicionalmente masculino o femenino) es una categoría construida social y culturalmente, se aprende, y puede evolucionar o cambiar. Y es aquí donde interviene el feminismo. Recordemos que el sexo viene determinado por la naturaleza, una persona nace con sexo masculino o femenino. En cambio, el género puede ser educado, cambiado y manipulado. Se entiende por género la construcción social y cultural que define las diferentes características emocionales, afectivas, intelectuales, así como los comportamientos que cada sociedad asigna como propios y naturales de hombres o de mujeres. Ejemplos de esta adscripción de características en nuestra sociedad es pensar que las mujeres son habladoras, cariñosas y organizadas y los hombres son activos, fuertes y emprendedores. Podemos decir, usando las palabras de la doctora Victoria Sau, que el género es la construcción psicosocial del sexo. Una primera función implícita en el género es la de hacer patente que hombres y mujeres son más diferentes que similares, y éste es el motivo de que la sociedad humana haya establecido la existencia de estos dos géneros, fenómeno que tiene una dimensión universal. 22 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere A partir del concepto “género” surge lo que se denomina sistema sexo-género que consiste en que, por nacer con un determinado sexo, mujer/hombre, es decir, con unas diferencias biológicas se nos adjudica un género, femenino o masculino. Además, hay una valoración social de las habilidades, comportamientos, trabajos, tiempos y espacios masculinos y una desvalorización de los femeninos. Así, partiendo de una diferencia biológica (sexo) se construye una desigualdad social que coloca en una situación de desventaja a las mujeres respecto a los hombres en la sociedad. Distinguir entre sexo y género ha servido para demostrar que algunas diferencias entre los sexos son naturales, pero que las desigualdades han sido construidas históricamente por una organización social patriarcal. De esta manera, este sistema SEXO-GÉNERO, viene a designar el conjunto de prácticas, símbolos, representaciones, normas y valores sociales que las sociedades elaboran a partir de las diferencias sexuales. 23 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere De esta manera, las únicas diferencias reales entre mujeres y hombres son las biológicas, diferencias que son innatas, es decir, nacemos con ellas. Así, genéticamente tenemos cromosomas diferentes, de los 23 pares de cromosomas que tiene la especie humana, un par se diferencia siendo XX para las mujeres y XY para los hombres. De este modo, hombres y mujeres tienen características sexuales distintas: genitales internos y externos y características secundarias como la vellosidad, la voz o el pecho. El sexo hace, por tanto, referencia a las diferencias biológicas que existen entre mujeres y hombres. Son congénitas, se nace con ellas y son universales, es decir, son iguales para todas las personas (Escudero). Todas las demás diferencias que se atribuyen a mujeres y hombres, sensibilidad, dulzura, sumisión, dependencia, fortaleza, rebeldía, violencia, independencia… son culturales y por tanto, aprendidas, es una construcción social llamada género. El género, femenino o masculino, que se nos adjudica al nacer, alude al conjunto de atributos simbólicos, sociales, políticos, económicos, jurídicos y culturales asignados a las personas de acuerdo con su sexo. Son características históricas, social y culturalmente atribuidas a mujeres y hombres en una sociedad con significación diferenciada de lo femenino y lo masculino, construidas a través del tiempo y que varían de una cultura a otra. Por tanto, modificables (Escudero). Asimismo, el género está institucionalmente estructurado, es decir, se construye y perpetúa a través de todo un sistema de instituciones sociales (familia, escuela, Estado, iglesias, medios de comunicación), de sistemas simbólicos (lenguaje, costumbre, ritos) y de sistemas de normas y valores (jurídicos, científicos, políticos). f. La socialización de género La llamada socialización de género, ha ido trabajando la figura del hombre como el sujeto poderoso y superior con relación a la mujer (el hombre es el que mantiene a su familia, es quien trabaja, es el más fuerte y por ello, el superior). Esto, a su vez, deja a la mujer en un puesto inferior o segundo plano (la mujer es la que se queda en casa al cuidado de sus hijos y 24 PREVENCIÓN DE LA VIOLENCIA DE GÉNERO Isadora de las Heras CFGS Promoció d´Igualtat de Gènere de sus mayores, se encarga de las tareas pertinentes, es la más débil y sentimental y por ello, la