Psicología Social (Volumen 1) PDF

Summary

This document explores social psychology concepts, specifically focusing on attitudes and measurement techniques. It details various methods to measure attitudes, like the Likert scale and semantic differential scales. It also provides examples, such as measuring attitudes towards COVID-19 conspiracy theories, and discussing the limitations of each approach.

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PSICOLOGÍA SOCIAL (Volumen 1) blación objetivo. Sin embargo, en muchos casos puede no haber un criterio bien establecido para la característica que se está midiendo, como cuando se empieza a investigar un nuevo tema que no se ha medido antes. Esto ocurre con frecuencia en el ámbito de las actitudes...

PSICOLOGÍA SOCIAL (Volumen 1) blación objetivo. Sin embargo, en muchos casos puede no haber un criterio bien establecido para la característica que se está midiendo, como cuando se empieza a investigar un nuevo tema que no se ha medido antes. Esto ocurre con frecuencia en el ámbito de las actitudes. El enfoque típico en este caso se denomina validación de constructo, que Una escala bien diseñada debe medir el sentido y la fuerza de las actitudes de una persona sobre un tema concreto. Likert (1932) desarrolló una técnica para medir las actitudes de una forma fácil y fiable, la conocida escala tipo Likert. Los encuestados utili­ zan una escala de respuesta de, por ejemplo, cinco puntos para indicar hasta qué punto están de acuerdo o en desacuerdo con cada una de las afirmaciones. Los cinco puntos utilizan etiquetas como «muy en desacuerdo», «en desacuerdo», «ni de acuerdo ni en desacuerdo», «de acuerdo» y «muy de acuerdo», que van numéricamente de 1 a 5. Por lo tanto, todas las escalas de respuesta que utilizan la escala tipo Likert son politómicas, es decir, tienen más de dos alterna­ tivas de respuesta. Por lo que el método de Likert fue el primer enfoque que midió el grado o la intensidad del acuerdo del encuestado con cada elemento, en lugar de limitarse a obtener una respuesta «sí o no» (Oskamp y Schultz, 2005). En este sentido, se trata de escalas de respuesta ordenadas donde la asignación de los números enteros a las distintas opciones de res­ puestas constituye una escala ordinal. Por ejemplo, si se nos pidiera que contestáramos a una escala relativa a nuestra actitud en torno a las teorías conspirativas del COVID-19, entonces deberíamos señalar nuestro grado de acuerdo (de 1 a 5) con un conjunto de afir- implica el cálculo de una red de relaciones entre la nueva medida y otras características relevantes y la comparación de las correlaciones obtenidas con las esperadas sobre una base teórica. Si la correspondencia es buena en términos generales, eso constituye un apoyo a la validez del instru­ mento. maciones o ítems (véase Tabla 4.2). El promedio de las respuestas revelaría hasta qué punto estamos de acuer­ do con las teorías conspirativas del COVID-19. Por su parte, Osgood (1952) evitó por completo el uso de declaraciones de opinión, centrándose en el sig­ nificado connotativo que las personas dan a una pa­ labra o concepto. Los estudios sobre los significados connotativos de las palabras muestran que una de las principales dimensiones subyacentes es la evaluación: la bondad o maldad que implica la palabra. La pala­ bra «amigo» tiende a ser considerada como buena y la palabra «enemigo» como mala. Según Osgood (1952), esta dimensión evaluativa corresponde a nuestra defini­ ción de actitud. Por lo tanto, deberíamos ser capaces de medir las actitudes haciendo que los participantes cali­ fiquen un concepto concreto en un conjunto de escalas semánticas evaluativas. Por ejemplo, el prejuicio hacia el envejecimiento, también conocido como edadismo (OMS, 2021 ), podría medirse mediante respuestas en varias escalas evaluativas de siete puntos (véase Tabla 4.3). La puntuación de la actitud se promedia entre las escalas utilizadas. Las escalas de Osgood no requieren la redacción de preguntas relevantes para la actitud y su fiabilidad aumenta a medida que se utilizan más dife­ renciales semánticos. Una desventaja es que la medida puede ser demasiado simple: se ocupa de los signifi- ••••• Escala tipo Likert sobre las teorías conspirativas del COVID-19 (Freeman et al., 2022) l. El gobierno está ocultando al público cuál es la verdadera causa del COVID-19. 2. La industria farmacéutica creó el COVID-19 para aumentar las ventas de sus medicamentos y vacunas. 3. La propagación del COVID-19 es un intento deliberado de reducir el tamaño de [ [] J [ la población mundial. 4. Los expertos nos engañan intencionadamente para su propio beneficio, aunque el COVID-19 no es peor que una gripe. 5. La verdadera razón del confinamiento era imponer una vigilancia masiva. [J [ n □n [ l [] [l LJ [ l ACTITUDE":, Diferencial semántico para medir la actitud hacia una persona adulta de 70 años o más de edad (Polizzi, 2003) Desagradable -3 -2 -1 o 2 3 Agradable Triste -3 -2 -1 o 2 3 Alegre Egoísta -3 -2 -1 o 2 3 Generosa Rígida -3 -2 -1 o 2 3 Flexible Dependiente -3 -2 -1 o 2 3 1 ndependiente Impaciente -3 -2 -1 o 2 3 Paciente Negativa -3 -2 -1 o 2 3 Positiva Enfermiza -3 -2 -1 o 2 3 Saludable Insegura -3 -2 -1 o 2 3 Segura Nerviosa -3 -2 -1 o 2 3 Tranquila cadas evaluativos de un concepto, pero no de las opi­ niones, que son la esencia de las otras escalas clásicas. El uso de las escalas de actitud tiene muchas ven­ tajas. Por un lado, el gasto es relativamente pequeño y, por otro lado, se trata de un método rápido y fácil para medir las actitudes de las personas. No obstante, presenta algunos inconvenientes. El más importante es que este método depende de la sinceridad. La mayoría de las veces, las personas dirán lo que piensan y se comportarán de forma que refleje sus actitudes, por lo que el uso de escalas puede ser eficaz. Sin embargo, cuando los temas son delicados y las personas se sien­ ten avergonzadas o tienen miedo de decir lo que real­ mente piensan, las medidas de autoinforme pueden ser menos eficaces para medir las actitudes reales de las personas. La deseabilidad social es un poderoso moti­ vador, por lo que a veces los investigadores tienen que pensar en otras formas de medir las actitudes «menos deseables» de las personas. También es posible eludir el deseo de las personas de quedar bien simplemente haciendo que sus respuestas sean anónimas, de modo que no sean identificables y no sean responsables de las opiniones que expresan. Sin embargo, los psicólo­ gos sociales también han diseñado formas más indirec­ tas de examinar las actitudes que sortean las preocu­ paciones de deseabilidad social de las personas. En la siguiente sección se comentan algunos ejemplos. 5.2. Medidas indirectas de las actitudes Las actitudes, especialmente las que tienen un fuerte componente afectivo, pueden medirse indirec- tamente mediante el control de índices fisiológicos como la resistencia eléctrica de la piel (respuesta gal­ vánica), la frecuencia cardíaca y la dilatación de las pupilas (Hogg y Vaughan, 2021). Otra medida fisioló­ gica de las actitudes que se centra más en si la actitud está asociada con sentimientos de amenaza es el nivel de cortisol (la denominada "hormona del estrés") en la sangre o en la saliva. El cortisol se ha utilizado como indicador del nivel de estrés cuando las personas po­ dían estar preocupadas por parecer prejuiciosas en un encuentro interracial (Trawalter et al., 2012). La gran ventaja de las medidas fisiológicas sobre las medidas de autoinforme es que las personas pueden no darse cuenta de que se están evaluando sus actitudes e, in­ cluso si lo hacen, resulta enormemente difícil contro­ lar estas respuestas automáticas. En los últimos años, los avances en neurociencia han permitido observar las respuestas del cerebro a los objetos de actitud. Una aproximación consiste en utili­ zar potenciales relacionados a eventos (PRE), que son una serie de potenciales evocados de carácter endó­ geno, que ocurren generalmente en el entorno de los 100 a los 800 milisegundos y se registran en el cuero cabelludo utilizando equipos de electroencefalograma (EEG). Con esta técnica se ha encontrado mayor am­ plitud del potencial positivo tardío (LPP) en respuesta a objetos de actitud que no gustaban a los participan­ tes (Cacioppo et al., 1996). Además, parece que estos PRE distinguen las actitudes favorables y desfavora­ bles incluso cuando se instruye a los participantes a mentir (Crites et al., 1995). Así, aunque las personas pueden controlar sus palabras al expresar una acti­ tud que no es cierta, no pueden controlar la actividad PSICOLOGÍA SOCIAL (Volumen 1) cerebral que resulta de la exposición a un estímulo. Un enfoque más reciente es la utilización de técnicas de neuroimagen como la tomografía por emisión de positrones (PET) y la resonancia magnética funcional (RMf). Estas técnicas de "mapeo cerebral" rastrean las regiones del cerebro que se activan mediante el con­ trol de los cambios en el flujo sanguíneo. Según las evidencias aportadas por estas técnicas, el prejuicio racial es un fenómeno que parece implicar múltiples regiones cerebrales que trabajan juntas (lbáñez et al., 2009). Varios estudios han mostrado que las firmas neurales de la empatía se reducen o están ausentes cuando a las personas se les presentan rostros de per­ sonas de orígenes raciales diferentes a los suyos (Han, 2018). El prejuicio, por lo tanto, puede implicar no solo respuestas negativas hacia un determinado grupo, sino una falta de respuestas positivas como la empatía. Aunque podría decirse que el uso de la neurocien­ cia para evaluar las actitudes está todavía en su in­ fancia, se ha investigado mucho sobre el uso de las medidas de rendimiento para evaluar las actitudes. Las medidas de rendimiento se basan en las técnicas de la Psicología Cognitiva y evalúan el tiempo de reac­ ción y la precisión de las respuestas en tareas infor­ matizadas (Sutton y Douglas, 2019). Las dos medidas de rendimiento de actitud más utilizadas han sido el priming afectivo (Fazio et al., 1986) y el test de aso­ ciación implícita, conocido como IAT (Greenwald et al., 1998). Los estudios de priming suelen constar de dos fases: (a) una tarea de priming que implica la ex­ posición muy breve de los participantes a un estímulo (variable independiente) en la pantalla de un ordena­ dor, seguida de (b) una tarea de evaluación (variable dependiente) para evaluar la influencia del priming en los juicios posteriores. Fazio et al. (1986) utilizaron el priming para explorar cómo hacemos un juicio más rápidamente cuando una actitud subyacente es con­ gruente con una respuesta «correcta». Mientras obser­ vaban una serie de fotos de estadounidenses blancos y afroamericanos, que aparecían en pantalla durante 315 milisegundos, los participantes decidían pulsan­ do un botón si un adjetivo de una serie de adjetivos positivos (p. ej., atractivo, agradable o maravilloso) y negativos (p. ej., molesto, desagradable u ofensivo) que seguía muy rápidamente a una imagen concreta era «bueno» o «malo». Los participantes blancos eran, en media, más lentos en calificar un adjetivo positivo como bueno cuando seguía a una fotografía de perso­ na afroamericana. A diferencia de las medidas explíci­ tas de actitudes, las medidas de priming son automáti­ cas. Por ejemplo, cuando se evaluaba individualmente con una medida explícita (un cuestionario), los parti­ cipantes expresaban actitudes considerablemente más favorables hacia los estadounidenses afroamericanos, especialmente aquellos que estaban motivados para controlar sus prejuicios y, por tanto, mostraron una alta deseabilidad social en la medida explícita, pero no al priming. Por su parte, el IAT evalúa las asociaciones auto­ máticas entre conceptos mentales mediante la cla­ sificación y ordenación de elementos con la mayor rapidez y precisión posible en diferentes categorías. En este caso, el experimento está diseñado de ma­ nera que una fase implica la realización de juicios utilizando pares de respuestas que son estereotípica­ mente congruentes y otra fase en la que los pares de respuestas son estereotípicamente incongruentes. En la fase congruente, el participante debe pulsar la tecla de la derecha si la palabra mostrada en el centro es un nombre de persona afroamericana (p. ej., Jamal) o tiene una connotación negativa (p. ej., delincuente), y la tecla de la izquierda si es un nombre de persona blanca (p. ej., Mark) o tiene una connotación positiva (p. ej., inteligente). En la fase de incongruencia, los emparejamientos se cambian para que la tecla de la derecha se utilice si la palabra mostrada es un nombre de persona blanca o una palabra negativa y la tecla de la izquierda se utiliza para un nombre de persona afroamericana o una palabra positiva. Si la persona tiene una actitud racista, entonces los ensayos en los que los emparejamientos de respuesta son estereotí­ picamente congruentes (p. ej., negro/negativo y blan­ co/positivo) tendrán tiempos de reacción más rápidos que los ensayos en los que los emparejamientos están invertidos y son estereotípicamente incongruentes. Es decir, se espera que las personas con más prejuicios raciales implícitos respondan más rápidamente a las pistas que consisten en emparejamientos de respuesta que son consistentes en lugar de inconsistentes con los estereotipos raciales. Así, la diferencia en la velo­ cidad de respuesta a los ensayos congruentes sobre los incongruentes es una medida del grado de asociación implícita entre los conceptos representados en la me­ moria de una persona. El IAT se ha utilizado ampliamente en la investi­ gación psicológica social para evaluar el prejuicio implícito (asociaciones entre categorías sociales y pa­ labras evaluativas) y el contenido de los estereotipos (asociaciones entre categorías sociales y palabras de rasgos estereotípicos). Recientemente, se han publi­ cado varios estudios que indican que la incongruen­ cia entre las actitudes implícitas y explícitas suele afectar a temas delicados, como los prejuicios sobre el peso (Borgers et al., 2021; Izquierdo et al., 2019). Estos estudios muestran que el IAT puede captar las actitudes implícitas hacia la delgadez en poblaciones con trastornos alimentarios. Por ejemplo, en jóvenes con anorexia nerviosa que no son conscientes de sus ACTITUDES actitudes o en aquellos que niegan su prejuicio hacia la gordura porque es la respuesta socialmente desea­ ble. Es importante saber si esta actitud negativa sobre el peso: a) realmente no existe en estas personas, b) no puede percibirse conscientemente o c) se niega, ya que esto podría influir en la elección de las estrategias de intervención y reducir el abandono del tratamiento observado en este grupo. 5.3. La relación entre las actitudes explícitas e implícitas Las actitudes implícitas y explícitas tienden, en su mayor parte, a estar positivamente correlacionadas (Sutton y Douglas, 2019). Por ejemplo, la actitud hacia nuestro país es probable (en su mayor parte) que sea positiva tanto si se mide en una escala de autoinforme como con una medida de tiempo de reacción, como el IAT, o utilizando medidas fisiológicas y neurocientí­ ficas. No obstante, las actitudes explícitas e implícitas difieren en muchos aspectos interesantes que se mues­ tran en la Tabla 4.4. En términos generales, resulta más difícil que las personas cambien sus actitudes implíci­ tas en respuesta a nueva información en comparación con sus actitudes explícitas (Petty et al., 2006). Sin em- bargo, las actitudes implícitas hacia nuevos objetos de actitud pueden formarse más rápidamente que las ex­ pi ícitas. Por ejemplo, se puede mostrar un sesgo sutil­ mente negativo o positivo hacia una persona o grupo, antes de que se pueda informar de cualquier pensa­ miento o sentimiento negativo hacia ellos (Gregg et al., 2006). Aunque las actitudes implícitas son más lentas de cambiar, pueden depender en gran medida de la situación y el papel que ocupa el objeto de la actitud (Barden et al., 2004). Por ejemplo, dado el prejuicio generalizado que se siente hacia las personas de et­ nia gitana en Europa, un europeo típico puede poseer valoraciones negativas como «deshonesto» o «vago» que se activan rápidamente cuando ve a un gitano en un centro comercial, pero, al mismo tiempo, valora­ ciones positivas como «artista» o «virtuoso» cuando se encuentra a un gitano en un festival de flamenco. Por otra parte, las actitudes implícitas están más arraigadas en las experiencias infantiles de las perso­ nas, mientras que las actitudes explícitas están más asentadas en sus experiencias recientes. En un estu­ dio se midieron las actitudes implícitas y explícitas de los estudiantes universitarios hacia las personas con sobrepeso (Rudman et al., 2007). También pidieron a los estudiantes que informaran de su peso actual y de su peso en la infancia. Las actitudes implícitas de los Diferencias entre actitudes implícitas y explícitas Actitudes implícitas Actitudes explícitas ¿Cómo se forman? Condicionamiento clásico (también conocido como condicionamiento evaluativo). Además del condicionamiento, las actitudes explícitas se ven afectadas por la lógica y la evidencia. ¿Cuál es su origen? Las actitudes implícitas están arraigadas en la infancia. Las actitudes explícitas están más relacionadas con las experiencias recientes en la edad adulta. ¿Cuánto conocimiento requieren? Las actitudes implícitas pueden formarse casi instantáneamente con poco o ningún conocimiento de un objeto de actitud. Las actitudes explícitas suelen ser débiles hasta que las personas aprenden hechos destacados sobre el objeto actitudinal. ¿En qué medida se ajustan a los estándares o normas de la sociedad? Las actitudes implícitas no respetan necesariamente las normas de la sociedad. Sin embargo, si las personas interiorizan las normas de la sociedad, pueden condicionar sus propias actitudes implícitas a lo largo del tiempo. Las actitudes explícitas suelen estar fuertemente moldeadas por los estándares o normas de la sociedad. Las personas suelen ser reacias a expresar actitudes sociales indeseables. ¿A qué tipo de comportamiento afectan principalmente? Comportamientos espontáneos, no planificados, como el lenguaje corporal. Toma planificada de decisiones. ¿Con qué rapidez cambian? Las actitudes implícitas cambian lentamente. Las actitudes explícitas pueden cambiar rápidamente.

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