Programa de Acogimiento Residencial en Navarra (PDF)
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This document provides an overview of the residential care program for minors in the Navarra region. It describes the definition, objectives, target population, and procedures for the program, detailing its characteristics, functions, and model of care including educational and therapeutic perspectives. It also covers various topics, such as crisis points, specialized centers, and services for minors with diverse needs.
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TEMA 13: Programa de Acogimiento Residencial en la Comunidad Foral de Navarra: Definición, objetivos, población a atender, procedimiento. 1. Definición y descripción del programa. El acogimiento residencial es una medida de protección administrativa o judicial dirigida a menores cuyas necesid...
TEMA 13: Programa de Acogimiento Residencial en la Comunidad Foral de Navarra: Definición, objetivos, población a atender, procedimiento. 1. Definición y descripción del programa. El acogimiento residencial es una medida de protección administrativa o judicial dirigida a menores cuyas necesidades no pueden ser cubiertas temporalmente en su entorno familiar. Su objetivo es proporcionarles un entorno residencial seguro y adecuado que satisfaga sus necesidades materiales, afectivas y educativas. Características principales: Instrumentalidad: Está vinculado a un Plan Individualizado de Protección (PIP) con objetivos claros y normalizados. Temporalidad: Está destinado a menores que requieren un hogar sustitutivo de forma transitoria, orientándose hacia el acogimiento familiar o la adopción en casos de larga estancia. Funciones: Ofrecer un contexto de convivencia que reproduzca, dentro de lo posible, un ambiente similar al familiar. Favorecer la integración social mediante el uso de recursos comunitarios en ámbitos como la educación, salud, ocio y tiempo libre. Evitar actividades internas que puedan obstaculizar dicha integración. Modelo de atención: Educativo y terapéutico: Supera la visión tradicional de estancia protectora, aplicando estrategias preventivas y rehabilitadoras para abordar retrasos del desarrollo o problemas de comportamiento. Intervención personalizada: Se basa en un Programa Educativo de Intervención (PEI) adaptado a las necesidades de cada menor. Evaluación continua: Se establecen sistemas para medir el impacto del acogimiento en el desarrollo del menor, tanto a corto como a largo plazo. Gestión y protocolos: La intervención se guía por el Plan Individualizado en Protección diseñado por la entidad pública competente. Los procedimientos de ingreso, seguimiento, bajas, incidencias y expedientes se rigen por las normas establecidas por dicha entidad. El acogimiento residencial, en sus diversas modalidades, busca garantizar el desarrollo integral de los menores en un entorno seguro, promoviendo su integración y bienestar mientras se trabajan soluciones más estables para su protección. 1 Apuntes sobre la crisis y evolución del acogimiento residencial Crisis desde los años 90 Problemas crecientes: ○ Incremento de conflictos en los hogares residenciales. ○ Altos índices de menores con graves problemas de conducta, especialmente agresividad. ○ Aparición de nuevos perfiles: Adolescentes no acompañados, especialmente procedentes de África, con barreras de idioma y desconocimiento de costumbres. Cambios en el perfil de menores atendidos: ○ Predominan adolescentes (70% mayores de 13 años). ○ Mayor especialización en jóvenes con problemas significativos, incluyendo la influencia de los pares y la conflictividad propia de la adolescencia. Evolución hacia un modelo especializado Centros de primera acogida y emergencia: ○ Atienden casos que requieren intervención inmediata. ○ Temporales, hasta la evaluación del caso y decisión sobre una respuesta estable. Pisos tutelados o de autonomía: ○ Hogares para adolescentes cercanos a la mayoría de edad. ○ Promueven la independencia mediante autogestión y aprendizaje de la vida autónoma. Red de servicios diferenciados Ya no existen "instituciones de menores" generalizadas. La red de acogimiento residencial actual es variada y especializada según necesidades: ○ Atención a menores con problemas específicos. ○ Espacios adaptados a cada función. ○ Personal cualificado y especializado en diferentes intervenciones. El acogimiento residencial se ha transformado en un sistema especializado, ajustado a las necesidades y perfiles de los menores atendidos, con una oferta diversificada de servicios y programas. 1. Centros de Observación y Acogida (COA). Definición y objetivo: Recursos temporales para la protección, observación y valoración de menores de 6 a 18 años en situación de desprotección. Finalidad: Diagnosticar necesidades del menor y de su entorno familiar para determinar la medida de protección más adecuada. Funciones principales: 1. Acogida y cuidados básicos: ○ Proporcionan seguridad y atención inmediata. 2. Observación y diagnóstico: ○ Detectan necesidades individuales del menor. 2 ○ Evalúan la relación familiar y el entorno sociofamiliar. 3. Intervención urgente: ○ Respuesta rápida a situaciones de desprotección grave. Herramientas clave del proceso de valoración: Visitas supervisadas: ○ Mantienen contacto entre el menor y su familia, evaluando la calidad de la relación. ○ Garantizan la protección y derechos del menor. Entrevistas familiares: ○ Permiten un análisis en profundidad del caso para orientar la intervención. Acompañamiento personalizado: Atención constante adaptada a las necesidades, edad, situación y contexto cultural del menor. Busca generar confianza, respaldo y protección durante su estancia. Los COA ofrecen un espacio seguro y de atención inmediata para menores en desprotección, mientras se realiza una valoración integral para definir el plan de intervención más adecuado, tanto para el menor como para su familia. 2. Acogimiento Residencial Básico (ARB). Definición y objetivos: Unidades de convivencia para menores de 6 a 18 años provenientes de familias que no pueden atenderles temporalmente. Espacios diseñados para: ○ Transformar y dar sentido a las experiencias previas. ○ Reconstruir la identidad y fomentar el desarrollo integral de la personalidad. ○ Promover la integración, normalización y participación en su entorno. Características principales: 1. Duración de la estancia: ○ Depende de la evolución familiar y del proceso de intervención con el menor y su familia. 2. Intervención educativa: ○ Trabajo individual, grupal y familiar mediante entrevistas y visitas. 3. Mantenimiento de vínculos: ○ Se fomenta la relación con la familia de origen a través de visitas y encuentros. 4. Distribución de menores: ○ Formación de grupos naturales con diversidad de perfiles y sexos. ○ Priorización de la convivencia de hermanos en un mismo hogar. ○ Proximidad a la familia y red social del menor. El Programa de Acogimiento Residencial Básico ofrece un entorno seguro y normalizado que facilita el desarrollo personal, la integración en la comunidad y el mantenimiento de vínculos familiares. Es un espacio participativo donde se trabaja activamente con los menores y sus familias para favorecer su bienestar y autonomía. 3 3. Acogimiento Residencial Especializado(ARE). Definición y objetivos: Espacio de acogida y protección diseñado para jóvenes con necesidades especiales derivadas de alteraciones graves de conducta. Objetivos: ○ Restaurar funcionamientos desorganizados. ○ Potenciar los recursos propios del joven mediante una intervención intensiva. Características principales: 1. Intervención especializada: ○ Atención psicosocial y educativa intensiva e individualizada. ○ Observación y acompañamiento permanente por parte del equipo educativo. ○ Programación de actividades adaptada a las necesidades específicas del menor. 2. Mayor nivel de supervisión: ○ Contención y seguimiento más intensos que en el programa residencial básico. Fases del programa: Fase 0: Contención y estabilización. Fase 1: Adaptación y observación. Fase 2: Autonomía relativa. Fase 3: Autonomía responsable. Duración de la estancia: Corta estancia: Jóvenes que retornarán al entorno familiar o al recurso del que provienen. Media y larga estancia: Menores que requieren intervenciones más específicas y prolongadas. El ARE ofrece un entorno especializado para jóvenes con alteraciones graves de conducta, estructurado en fases que buscan su estabilización y progresiva autonomía. Combina contención, intervención educativa y apoyo psicosocial, adaptando la duración de la estancia a las necesidades del menor. - Servicio de apoyo a madres adolescentes. Definición y finalidad: Servicio residencial que ofrece protección y apoyo a madres adolescentes gestantes o con hijos/as menores en situación de desamparo o en riesgo grave y transitorio. Objetivos: ○ Apoyo en la maternidad y cuidado adecuado de sus hijos/as. ○ Promover el desarrollo personal, formativo y sociolaboral de las madres para favorecer su futura autonomía. Beneficiarias: 4 Madres adolescentes gestantes o con hijos/as menores. El programa puede extenderse hasta los 21 años si la madre sigue teniendo hijos/as menores a su cargo. Actuaciones del programa: 1. Alojamiento y manutención: ○ Provisión de un espacio seguro y recursos básicos para madre e hijo/a. 2. Apoyo en la maternidad: ○ Capacitación para el cuidado adecuado de los hijos/as. 3. Acompañamiento formativo y laboral: ○ Facilitar la formación y la inserción sociolaboral de las madres. 4. Plan educativo individualizado: ○ Diseño de intervenciones específicas para cada madre y su hijo/a. ○ Evaluación periódica del progreso. El programa proporciona un entorno de protección y formación para madres adolescentes y sus hijos/as, fomentando el desarrollo de habilidades parentales y la autonomía mediante apoyo educativo, sociolaboral y emocional. - Servicio de atención a menores extranjeros no acompañados. (MENA) Definición y objetivo: Servicio técnico, educativo y residencial dirigido a menores extranjeros no acompañados bajo tutela de la Administración Pública. Finalidad: Promover la integración, normalización documental y autonomía personal de estos menores. Objetivos principales: 1. Cobertura de necesidades básicas: ○ Provisión de alojamiento, manutención y cuidados esenciales. 2. Acceso a la educación: ○ Fomentar el aprendizaje del idioma. ○ Promover la formación laboral o prelaboral. 3. Orientación laboral: ○ Apoyo en la búsqueda activa de empleo. 4. Asistencia sanitaria: ○ Garantizar el acceso universal a los servicios sanitarios y prestaciones sociales en igualdad de condiciones con los menores españoles. 5. Gestión documental: ○ Acompañar y facilitar la tramitación de documentación necesaria, como la autorización de residencia, especialmente cuando no es posible el retorno a la familia o país de origen. 6. Promoción de la autonomía: ○ Fomentar el desarrollo integral y autónomo del menor en todos los aspectos de la vida. 5 Este servicio asegura la protección, formación y acompañamiento integral de menores extranjeros no acompañados, facilitando su integración social, acceso a derechos básicos y preparación para una vida autónoma. - Servicio de apoyo a jóvenes en proceso de autonomía. Objetivo: Proporcionar apoyo socioeducativo a jóvenes que, tras finalizar su estancia en los programas de Acogimiento Residencial o Familiar, inician su proceso de emancipación y transición a la vida independiente. Destinatarios: Jóvenes y adolescentes de ambos sexos, de 16 a 21 años, que hayan estado en Acogimiento Residencial o Familiar y cuya intervención de protección está próxima a finalizar. Requisitos para acceder al programa: ○ Ser mayor de 16 años, preferentemente con edad cercana a la mayoría de edad. ○ No contar con un medio familiar adecuado para integrarse tras la intervención de protección. ○ Participación activa en programas previos orientados a la autonomía, con una valoración positiva de su madurez personal y adaptación. ○ Compromiso con el programa y aceptación de apoyo, supervisión y condiciones del mismo. Objetivos del Programa: Facilitar la autonomía de los jóvenes en su transición a la vida independiente. Desarrollar habilidades y competencias para vivir de forma autónoma. Apoyo formativo y laboral, facilitando la inserción sociolaboral. Vinculación con recursos y apoyo socio comunitario para fortalecer su red de apoyo. Gestión económica y apoyo para acceder a alojamiento y prestaciones sociales. Cobertura económica cuando no exista otra fuente de ingresos. Apoyos proporcionados por el programa: 1. Desarrollo de habilidades para la vida independiente. 2. Orientación y apoyo para la continuación formativa y/o inserción laboral. 3. Apoyo para vincular al joven con fuentes de apoyo comunitario. 4. Gestión económica (asesoría y apoyo para la gestión de recursos). 5. Acompañamiento para acceso a alojamiento y recursos económicos. 6. Apoyo en la tramitación de prestaciones y recursos sociales. Condiciones del programa: Compromiso de los jóvenes para participar activamente, aceptar la supervisión y las condiciones del programa. El acompañamiento técnico continuará hasta el cumplimiento de la mayoría de edad o el logro de la autonomía en la vida diaria. 6 El programa facilita la emancipación1 de jóvenes que finalizan su intervención de protección, promoviendo su autonomía mediante formación, apoyo social, económico y laboral, y asegurando su integración social y acceso a recursos. Funciones y objetivos del Acogimiento Residencial. El acogimiento residencial ha evolucionado significativamente, convirtiéndose en una medida integrada dentro de una red coherente de protección infantil. En la actualidad, se requiere que el ingreso en estos recursos responda a una evaluación rigurosa y a un Plan Individualizado de Protección (PIP), que guíe las intervenciones educativas. El acogimiento residencial se organiza en torno a diferentes objetivos según el caso: 1. Separación con previsión de retorno (reintegración familiar): Se busca la separación temporal del niño o adolescente con la previsión de retorno a su hogar familiar. Si no es posible el acogimiento familiar, el acogimiento residencial cumple este rol, centrado en un retorno familiar lo más rápido posible, con intervención familiar constante. 2. Separación definitiva: Si la situación familiar es irreversible, se prioriza la búsqueda de una alternativa de integración familiar, como el acogimiento o la adopción. El trabajo se enfoca en la rehabilitación del menor, ayudando a superar daños previos como privaciones o malos tratos. 3. Preparación para la independencia: Para adolescentes cercanos a la mayoría de edad que no pueden ser reintegrados en un contexto familiar, se les prepara para la vida adulta. Se enfocan en el desarrollo de habilidades laborales, estudios y hábitos de autonomía. 4. Rehabilitación y tratamiento: En casos de adolescentes con graves problemas de conducta que están fuera de control, se plantea una intervención terapéutica y rehabilitadora, con el objetivo de restablecer la convivencia en el hogar. Los objetivos generales del acogimiento residencial son: Desarrollo personal integral: Potenciar el crecimiento en dimensiones como la intelectual, afectiva, social y de salud. Integración en contextos sociales: Garantizar la socialización en la escuela, la comunidad o el trabajo. Seguridad y protección: Crear un entorno seguro que fomente el aprendizaje y la responsabilidad. Cumplimiento del Plan Individualizado: Priorizar las acciones que permitan alcanzar los objetivos establecidos en el plan del menor de manera rápida y adecuada. En resumen, el acogimiento residencial se ha transformado en una medida de protección integral y especializada, que busca asegurar el bienestar y desarrollo de los menores a través de planes personalizados y con un enfoque educativo y rehabilitador. 1 La emancipación es el proceso mediante el cual una persona, especialmente un menor, adquiere la capacidad de tomar decisiones y asumir responsabilidades de manera independiente, sin la tutela o supervisión de sus padres o tutores. Este proceso puede ser formal, a través de un acto legal, o progresivo, a través del desarrollo de habilidades y recursos para vivir de manera autónoma en la sociedad. La emancipación implica alcanzar un nivel de madurez y autosuficiencia, tanto en el ámbito personal como económico. 7 Tipos de recursos residenciales. Los recursos residenciales para menores de edad en protección se organizan en varios programas diseñados para adaptarse a las diversas necesidades de los niños, niñas y adolescentes. Estos programas buscan ofrecer una respuesta específica y adecuada a los problemas de cada menor. Programas de acogimiento residencial: 1. Programas generales: 1.1. Programa de Acogida de Urgencia: Proporciona atención inmediata a niños, niñas y adolescentes que requieren un ingreso urgente. Su objetivo es proteger sus necesidades inmediatas y valorar el caso para diseñar un plan de intervención. Debe aplicarse en situaciones estrictamente necesarias y por el menor tiempo posible. Puede desarrollarse en pisos o residencias de urgencia específicas. 1.2. Programa Básico: Atiende las necesidades educativas y de convivencia de los menores acogidos. Es el núcleo de todos los recursos residenciales y puede complementarse con programas más específicos según las necesidades. Los hogares estables están destinados a niños de 4 a 18 años, con acogimiento de duración variable y un máximo de 10 menores por unidad. 1.3.Programa Básico de Atención a Primera Infancia: Dirigido a niños de 0-3 años, con estancias breves, hasta que puedan ser emplazados en un contexto familiar. Este programa es temporal y se mantendrá sólo hasta que los recursos de acogimiento familiar puedan asumir estos casos. 1.4.Programa de Emancipación: Destinado a adolescentes mayores de 16 años, busca facilitar su autonomía personal, social y laboral. Funciona en régimen de autogestión supervisado por un educador, organizando apoyo y seguimiento para los residentes. 1.5.Programa de Preparación para la Emancipación: Dirigido a adolescentes de 14 años, prepara la transición hacia la emancipación enseñando habilidades básicas de vida independiente. Este programa puede aplicarse en cualquier centro o piso donde se encuentren los adolescentes. 2. Programas especializados. 2.1.Programa especializado de atención a adolescentes con problemas de conducta: Dirigido a adolescentes de 13 años en adelante con conductas disruptivas que no pueden ser atendidos en el programa básico. Su objetivo es ofrecer una intervención intensiva, compensatoria e integral con orientación socioeducativa y terapéutica. Estos programas se desarrollan en lugares adecuados, con los recursos materiales y humanos necesarios. La duración es la mínima imprescindible para alcanzar los objetivos de intervención. Tipología de los recursos de acogimiento residencial. Clasificación de los recursos de acogimiento residencial: 1. Centros residenciales: Espacios con capacidad entre 8 y 24 plazas, con personal educativo adecuado. En programas especializados para adolescentes con problemas de conducta, la capacidad máxima será de 10 plazas, con un edificio independiente y una estructura diseñada para la intervención intensiva. 8 2. Pisos de acogida: Ubicados en viviendas ordinarias, con capacidad máxima de 8 plazas. Funcionalmente organizados como hogares, requieren personal educativo permanente adecuado. 3. Centros de preparación a la emancipación: Con capacidad entre 9 y 24 plazas, estos centros asisten a adolescentes mayores de 14 años, ayudándoles a adquirir habilidades para la vida autónoma y apoyo en su formación profesional. Pueden ser un paso previo a los pisos de emancipación. 4. Pisos de emancipación: Viviendas ordinarias para adolescentes mayores de 16 años, con el objetivo de fomentar su autonomía personal, social y laboral. Estos pisos pueden funcionar en régimen de autogestión, bajo supervisión educativa, con una capacidad máxima de 8 plazas. Personas destinatarias. Las personas menores de 18 años que se encuentran en situación de desprotección y requieren una medida de guarda pueden ser atendidas a través de recursos residenciales. Estos recursos se aplican cuando no es posible o es desaconsejable el acogimiento familiar, ya sea por separación del núcleo familiar o por necesidades especiales del menor. La guarda puede ser resultado de una tutela en caso de desamparo o por intervención preventiva solicitada por la familia, en cuyo caso la familia conserva la tutela. En algunos casos, el acogimiento residencial es necesario para adolescentes que rechazan el acogimiento familiar o que presentan dificultades para adaptarse debido a experiencias previas. En la adolescencia, la convivencia en grupo y la preparación para la vida independiente son esenciales. Además, la medida residencial se considera cuando se debe acoger a varios hermanos. La selección del recurso residencial debe ser cuidadosa, teniendo en cuenta las necesidades específicas de cada menor, como graves problemas de conducta, trastornos psiquiátricos, drogodependencia o discapacidad. Es fundamental que la red de recursos utilice todos los dispositivos comunitarios necesarios para cubrir las diversas necesidades, como centros de día, unidades de salud mental y otros recursos especializados. Aunque los recursos residenciales son para menores de 18 años, se contemplan programas de emancipación para los jóvenes que han residido en la red de protección, permitiendo su continuidad en el sistema más allá de la mayoría de edad. Un caso especial son los menores no acompañados, aquellos que migran solos y se encuentran fuera de su país de origen, separados de sus responsables legales. Estos menores requieren atención integral que abarque desde su convivencia y alojamiento hasta su educación y formación para la inserción social y laboral. La falta de reunificación familiar y la mínima posibilidad de acogimiento hacen que se necesiten proyectos de independencia y apoyo a la transición hacia la vida adulta. Sin embargo, el marco legal y los recursos tradicionales no están completamente preparados para cubrir sus necesidades específicas, por lo que se están desarrollando intervenciones especializadas. La atención a las personas menores de edad no acompañadas ha supuesto un reto para los sistemas de protección, que no estaban preparados para su situación. Estas personas, que migran solas o acompañadas pero separadas de sus responsables legales, fueron inicialmente atendidas en dispositivos de primera acogida, que son lugares donde se realiza una evaluación inicial para 9 determinar la intervención más adecuada. Sin embargo, debido al aumento constante de su llegada, estos recursos sufrieron un colapso por la falta de capacidad y recursos suficientes, lo que dificulta su atención adecuada. Los menores no acompañados presentan diversas dificultades, como problemas lingüísticos, culturales y una amplia variedad de perfiles, lo que complica aún más la búsqueda de soluciones apropiadas. En algunos lugares, los menores fueron acogidos en hogares de convivencia, pero la falta de personal especializado y proyectos educativos adaptados generó nuevas complicaciones. Otro problema fue la fluctuación de la llegada de estos menores, que varía tanto a nivel regional como temporalmente, lo que hace difícil la planificación de recursos. A pesar de estos desafíos, la atención debe seguir los mismos principios que la de cualquier menor en situación de desprotección, asumiendo la tutela y cubriendo sus necesidades de protección y educación integral. En cuanto a la intervención, los menores más pequeños pueden ser acogidos en familias, pero la mayoría debe ser atendida en recursos residenciales. Para ello, se deben seguir ciertos principios de intervención: 1. Recursos de primera acogida específicos: Es necesario contar con personal capacitado que conozca las culturas y lenguas de los menores para establecer una relación de confianza y realizar una evaluación adecuada. 2. Plan Individualizado en Protección: A cada menor se le debe elaborar un plan de caso individualizado, sin tratarlo de manera genérica. Este plan, generalmente de emancipación, debe enfocarse en el desarrollo de habilidades de independencia, así como en la formación lingüística, cultural y laboral. Cuando estén preparados, los adolescentes deben ser derivados a pisos de emancipación para practicar la autogestión y prepararse para la vida adulta. En resumen, los recursos deben ser adecuados y flexibles para enfrentar las fluctuaciones en la llegada de menores no acompañados, y se debe asegurar su educación integral y transición a la vida adulta mediante planes de emancipación. La atención a las personas menores de edad no acompañadas, aunque rara, debe contemplar la posibilidad de integración familiar, especialmente para menores de 12 años, mediante el acogimiento familiar. Además, la vida en recursos residenciales requiere que los menores adquieran habilidades mínimas desde la primera acogida para facilitar su inserción exitosa en estos entornos. Es recomendable que los menores no acompañados, a medida que avancen en su plan de emancipación, compartan espacios de convivencia con adolescentes locales, siempre y cuando existan motivaciones y condiciones para ello, sin forzar ninguna de las partes. Si un menor presenta graves problemas de conducta, adicciones o trastornos mentales que ponen en riesgo su bienestar o el de otros, debe ser derivado a recursos especializados, tras una evaluación adecuada en los dispositivos de primera acogida. No se debe enviar a pisos de emancipación a adolescentes que no posean las habilidades mínimas para beneficiarse de este tipo de recursos, o que necesiten atención más especializada. La atención a los menores no acompañados debe basarse en los mismos derechos y principios que el resto de menores en protección. Esto incluye la realización de una evaluación individualizada, la elaboración de un plan de caso adaptado a sus necesidades y la derivación al recurso más adecuado. 10 La principal diferencia radica en el proceso de primera acogida, donde es esencial obtener documentación, verificar la situación del menor y realizar una evaluación realizada por personal capacitado para comprender su contexto. Después de esta evaluación, el plan de caso y la selección de recursos siguen los mismos principios de calidad que para otros menores de edad en protección. Metodología básica del trabajo educativo El trabajo personal con cada niño, niña o adolescente se basa en una secuencia de intervención que se articula en el Programa Educativo Individual (PEI). Las fases principales de esta secuencia son las siguientes: Resumen de las fases del proceso educativo en recursos residenciales 1. Evaluación inicial: Cada niño, niña y adolescente ingresa en el recurso residencial tras un estudio que determine esta medida como la más adecuada. Este estudio inicial incluye evaluaciones básicas para conocer sus necesidades y un Plan Individualizado de Protección (PIP), que define objetivos y duración de la medida. Una vez acogido, se realiza una evaluación más completa (física, psicológica y situacional) basada en observación y entrevistas. Con esta información, se elabora un Plan Educativo Individualizado (PEI) adaptado a sus necesidades. 2. Programación: El PEI se diseña con la colaboración del equipo educativo y la participación del menor según su edad y desarrollo. Incluye objetivos prioritarios, estrategias, recursos, plazos y métodos de evaluación. Este plan es flexible, revisado periódicamente y archivado con la documentación del menor. 3. Intervención: La intervención educativa se desarrolla en la convivencia cotidiana y el uso de recursos comunitarios. Se prioriza la relación individual con el menor y actividades grupales complementarias. Los profesionales deben buscar espacios educativos individuales y desarrollar estrategias adecuadas para crear un ambiente cálido y gestionar situaciones problemáticas. En casos específicos, se implementan intervenciones preventivas, terapéuticas o rehabilitadoras. 4. Valoración: La valoración de logros se realiza a través de evaluaciones mensuales que registran la evolución en aspectos clave de la vida del menor. El sistema de evaluación permite elaborar informes de seguimiento, resumir incidencias y medir avances en los objetivos. Este proceso es supervisado por el responsable de piso e incluye, siempre que sea posible, la participación del menor y su familia. Proceso de intervención en acogimiento residencial. 1. Ingreso en acogimiento residencial. La medida de acogimiento residencial se llevará a cabo tras una evaluación comprensiva y una planificación de la intervención en la que se concluya que esta decisión es el recurso más apropiado para responder a las necesidades del niño, niña o adolescente y su familia. Los pasos a dar para el ingreso en acogimiento residencial serían los siguientes: 11 - Elaboración del Plan Individualizado en Protección y Asignación del Programa y Recursos. Resumen del procedimiento de ingreso e inicio del programa de Acogimiento Residencial El ingreso en el programa de Acogimiento Residencial se formaliza mediante una Resolución Administrativa de la Entidad Pública competente en protección de menores, fundamentada en un informe técnico y administrativo elaborado por la Subdirección de Familia y Menores. Fase previa al ingreso: Los técnicos responsables elaboran un Plan Individualizado de Protección (PIP) que incluye: Asignación de programa: Identifica el piso o centro residencial adecuado, orienta el caso y detalla los recursos disponibles. Criterios de valoración: ○ Objetivo general del caso. ○ Características del menor: Edad, sexo, necesidades específicas y proximidad al domicilio familiar. ○ Relación con hermanos: Analiza la idoneidad de mantener la unidad familiar. ○ Necesariedad de proximidad a la familia: Considera las necesidades tanto del menor como de su familia. ○ Régimen de visitas autorizado. ○ Recursos asignados: intervención psicológica o familiar. ○ Plazos y temporalidad. ○ Situación del recurso residencial: Número de casos atendidos, estabilidad del centro, entre otros. Orientación del caso: El ingreso se orientará según los objetivos específicos: 1. Separación con previsión de retorno: Reintegración familiar. 2. Separación definitiva con integración en familia alternativa: Acogimiento familiar simple o permanente, o ingreso en otro recurso de protección (en casos de discapacidad o dependencia). 3. Preparación para la independencia. 4. Tratamiento especializado y rehabilitación. Asignación final: Se asigna el programa y recurso residencial en función de la evaluación técnica, garantizando la adecuación a las necesidades del menor y la orientación del caso. A. Celebración de la Reunión de Red. Resumen del procedimiento de las reuniones de red y su relación con el Plan Individualizado de Protección (PIP) Definición y objetivos de la reunión de red 12 La reunión de red es un mecanismo esencial para garantizar la continuidad y coherencia en las intervenciones del sistema de protección infantil. Sus objetivos son: Compartir información actualizada del caso y del nuevo PIP. Coordinar fechas y acciones concretas relacionadas con ingresos, traslados, acogimientos familiares, egresos u otras medidas. Tipos de reuniones de red Ingreso. Traslado de recurso residencial. Orientación a Acogimiento Familiar. Acoplamiento a Acogimiento Familiar. Egreso. Convocatoria y asistencia Convocatoria: ○ Realizada por el técnico/a que asume el caso. ○ Incluye a los técnicos/as que han intervenido en el caso, los que serán responsables del nuevo PIP y representantes de los recursos implicados. ○ En casos de Acogimiento Familiar o Adopción, se convoca también al programa correspondiente. Asistentes: ○ Técnicos/as de referencia (actuales y nuevos). ○ Representantes de recursos que han intervenido y los que se activarán en el nuevo PIP. ○ Personal de la Entidad Pública y otros profesionales según el contexto del caso (trabajadoras sociales, programas de intervención familiar, pediatras, psicoterapeutas, colegios, etc.). Desarrollo de la reunión de red Preparación: ○ Los asistentes deben revisar previamente los informes para garantizar un conocimiento detallado del caso. Estructura: ○ 20 minutos: Situación actual del caso. ○ 20 minutos: Explicación del nuevo PIP. ○ 20 minutos: Acuerdos sobre fechas y acciones concretas. Conducción: ○ Liderada por el técnico/a que asume el caso, quien controla el flujo de información y el tiempo dedicado a cada tema. ○ Se asegura de que todos los aspectos importantes estén cubiertos y se recaben datos o cuestiones relevantes. Duración: Máximo de una hora. Limitaciones de la reunión de red 13 No es un espacio para la toma de decisiones, ya que el PIP se acuerda previamente por los técnicos/as de la Entidad Pública. Sin embargo, puede introducir información nueva si es relevante, permitiendo ajustes en el PIP. Excepciones y reuniones complementarias En casos excepcionales, se podrán convocar reuniones adicionales para unificar criterios de intervención entre equipos educativos o recursos implicados. Estas serán lideradas por el técnico/a convocante, con el objetivo de optimizar la coordinación. El Plan Individualizado de Protección (PIP) Es elaborado por la Entidad Pública competente y establece: ○ Modalidad de guarda. ○ Programa, recurso y régimen de visitas. ○ Previsión de duración de la medida. Incluye orientaciones y objetivos para el ejercicio de la guarda y la rehabilitación del menor. Es responsabilidad de la Entidad Pública transmitir esta información a las familias. b. Proceso de acogida. Importancia del ingreso El ingreso en un recurso residencial es un momento crucial en el proceso de acogimiento. Implica una ruptura significativa para el niño, niña o adolescente, que puede generar sentimientos como: Miedo e inseguridad. Pérdida de vínculos afectivos y del medio referencial. Desarraigo o tendencia a negar la situación que motivó la medida. Autoinculpación. Objetivos generales del proceso de ingreso 1. Familiarizar al menor y a su familia con el entorno residencial y su espacio personal. 2. Reducir los miedos e inseguridades a través de un acercamiento gradual. 3. Explicar el funcionamiento del recurso residencial. 4. Atender las dudas iniciales tanto del menor como de su familia. Criterios para una acogida favorable 1. Crear un clima adecuado: ○ Ofrecer seguridad y apoyo emocional para afrontar los sentimientos relacionados con la separación familiar y facilitar la adaptación. 2. Elegir el momento oportuno: ○ Garantizar un ambiente tranquilo y condiciones óptimas para que el menor reciba la atención necesaria por parte de educadores y compañeros. 3. Preparar al grupo residente: ○ Informar al resto de menores residentes para facilitar un recibimiento tranquilo y receptivo. 4. Rol del educador/a tutor/a: 14 ○ Ser la figura de acompañamiento principal, ayudando en la adaptación mediante: Presentación a compañeros/as y educadores/as. Explicación de las costumbres del recurso. Generación de confianza y seguridad. 5. Información progresiva: ○ Escoger el momento adecuado en los primeros días para explicar aspectos como: Normas y funcionamiento del recurso. Derechos y deberes. Procedimientos de quejas y reclamaciones. 6. Personalización del espacio: ○ Facilitar que el menor sienta el espacio como propio, permitiendo la personalización del mismo (decoración, distribución, elección de colores, etc.). Este enfoque busca minimizar los impactos emocionales negativos del ingreso y promover una adaptación progresiva y positiva al nuevo entorno residencial. - Preparación del ingreso. 1. Comunicación a la persona menor de edad y su familia La Entidad Pública competente en protección a la infancia y adolescencia es responsable de informar al menor y su familia sobre la medida adoptada, incluyendo fechas de visitas e ingreso. Este proceso debe garantizar la participación del menor, dándole oportunidad de opinar sobre las decisiones que afectan su vida, ofreciéndole apoyo para comprenderlas y manejando el posible malestar que generan. El/la técnica referente asignado al caso deberá: Explicar el Plan Individualizado de Protección y el funcionamiento del Acogimiento Residencial. Presentarse como contacto principal, facilitando un canal de comunicación. Informar que la Resolución Administrativa, con las condiciones del ingreso, se enviará por correo certificado al domicilio de la familia. Este primer contacto es clave para generar confianza, facilitar la adaptación al recurso residencial y asegurar la colaboración entre las partes involucradas. - Preparación de la acogida. Los profesionales del recurso residencial deben adoptar medidas para facilitar la integración del menor: Preparar a los residentes actuales para la llegada de un nuevo compañero/a. Asegurar que el menor esté acompañado en el momento del ingreso. Permitir que el menor traiga objetos personales para preservar su identidad. Hacer referencia al pasado y al futuro para mitigar el sentimiento de pérdida de identidad y recordar el carácter transitorio de la estancia. Planificar un tiempo de adaptación para ayudarle a entender la situación y expresar sus sentimientos. Visitas Previas al Ingreso o Traslado 15 El menor debe conocer el recurso antes del ingreso, acompañado por familiares o personas significativas, salvo que las condiciones legales o el interés del menor indiquen lo contrario. Se realizarán al menos dos visitas previas. Objetivos de las visitas: 1. Familiarizar al menor con el centro, el equipo educativo, y su educador/a referente. 2. Presentarle a sus futuros compañeros/as y la normativa básica del recurso. 3. Informar al menor y su familia sobre las razones, objetivos de la medida, duración estimada y el plan de intervención. En programas especializados o situaciones urgentes, el ingreso puede realizarse sin visitas previas, respetando el procedimiento general siempre que sea posible. - Supervisión de visitas con la familia. Si el menor no convive con su núcleo familiar pero mantiene visitas con alguno de sus miembros, las primeras dos visitas se realizarán con supervisión a cargo de profesionales tanto del recurso del que procede el menor como del recurso que lo acoge. Las visitas posteriores se regirán por las indicaciones establecidas en el Plan Individualizado de Protección. - Gestiones administrativas y comunicaciones. 1. Comunicación del ingreso: La Entidad Pública informará a los profesionales pertinentes (centro escolar, actividades extraescolares, médicos, psicólogos, etc.) sobre el ingreso del menor en el recurso residencial. 2. Domiciliaciones bancarias y becas: Se transferirá al nuevo recurso toda la información relacionada con los pagos y las becas (centro escolar, comedor, actividades extraescolares). 3. Empadronamiento: El recurso residencial registrará al menor en el nuevo domicilio. 4. Pruebas médicas: No se exigirán pruebas médicas para el ingreso, salvo indicación médica que lo justifique. - Ingreso. Plazo de ingreso: El ingreso debe realizarse en un plazo máximo de 15 días tras la reunión de red, salvo circunstancias excepcionales que justifiquen un retraso. Acto formal de ingreso: En casos valorados como necesarios, se llevará a cabo un acto formal de ingreso, preferiblemente en las oficinas de la Entidad Pública competente en protección a la infancia y adolescencia. Estarán presentes: ○ El menor. ○ Familiares (si se considera adecuado). ○ El técnico referente de la Entidad Pública. ○ Un técnico del recurso de valoración derivante. 16 ○ El coordinador del recurso residencial, el técnico encargado de la intervención familiar (si hay padres presentes), y el responsable del hogar o educador referente del menor. Acompañamiento: El menor será acompañado por al menos un profesional de referencia y, si es adecuado, por algún familiar. El educador de referencia ayudará al menor a acomodar sus pertenencias. - Periodo de observación y seguimiento. Duración: Aproximadamente dos meses después del ingreso del menor en el recurso residencial. Objetivo: Facilitar un adecuado proceso de separación, ya sea de la familia o del recurso o familia acogedora de la que procede. Valoración: Durante este período, el profesional de referencia realizará varias llamadas para interesarse por el estado del menor. Además, el técnico de la Entidad Pública competente en protección a la infancia y adolescencia llevará a cabo una entrevista con el menor al mes del ingreso. Intervención educativa: Se programará según el Plan Individualizado de Protección, asegurando la adaptación del niño, niña o adolescente al recurso residencial. Estancia en acogimiento residencial. Periodo de Intervención: Se extiende desde el ingreso del niño/a o adolescente hasta el inicio del proceso de egreso. La coordinación entre la Entidad Pública competente en protección infantil, Equipos Educativos, y Servicios Sociales es clave para garantizar una intervención integral. Objetivo de la intervención: 1. Satisfacer las necesidades del menor: Fomentar una evolución positiva del caso. 2. Apoyo a la familia: Ofrecer soporte en sus necesidades. Enfoque sistémico: La intervención se basa en una visión global que considera tanto al menor como a su familia, analizando sus sistemas de pertenencia. Ejes fundamentales: 1. Interdisciplinariedad: Equipos educativos con diferentes perspectivas enriquecen las soluciones. 2. Trabajo en red: Facilitación de intercambios entre los microsistemas del niño/a, promoviendo la solución de problemas de manera colaborativa. 3. Reintegración o integración alternativa: Si no es posible la reintegración familiar, se buscarán contextos familiares alternativos o relación con familiares de referencia. 4. Bioética: Principios clave como no-maleficencia, justicia, autonomía y beneficencia guían la intervención. 17 Filosofía participativa: Se fomenta la implicación activa del menor y su familia, creando un entorno coherente y colaborativo que mejora la calidad del trabajo de la red y el bienestar de todos los involucrados. Estándares de calidad: La atención durante la estancia debe cumplir con los estándares de calidad establecidos en el programa de Acogimiento Residencial. Egreso de acogimiento residencial. Egreso: Es el proceso en el que el niño, niña o adolescente sale del recurso de Acogimiento Residencial. Planificación previa: El egreso debe ser el resultado de un proceso planificado desde el ingreso, basado en el Plan Individualizado de Protección y evaluado a través de Informes de Seguimiento. Trabajo continuado: El proceso de egreso implica trabajo constante con: ○ El niño/a o adolescente para asegurar su preparación y adaptación. ○ La familia, para garantizar su implicación y apoyo. ○ Otros recursos profesionales y comunitarios, para asegurar una reintegración o transición adecuada. El egreso debe ser un proceso organizado, basado en una evaluación continua y en la planificación de objetivos y metas claras. a. Con el niño, niña o adolescente. Durante el proceso de egreso, se deben trabajar los siguientes objetivos con el niño, niña o adolescente: Habilidades relacionales y de socialización: Ayudarle a desarrollar las competencias necesarias para adaptarse a la siguiente etapa de su vida, favoreciendo su integración social. Conciencia de su realidad: Facilitar que el niño/a tome conciencia de su situación personal, familiar y social, reconociendo sus posibilidades y limitaciones. Participación en decisiones: Fomentar su participación activa en las decisiones que le afecten, especialmente en el Trámite de Audiencia, garantizando su voz y autonomía en el proceso. b. Con la familia. Reconocimiento de capacidades y limitaciones: Ayudar a la familia a entender sus fortalezas y limitaciones para cuidar a su hijo o hija. Colaboración con el recurso residencial: Fomentar su implicación en la vida de sus hijos e hijas y en la colaboración con el centro. Mejorar habilidades relacionales: Apoyar en la mejora de la relación con el niño o niña, buscando recuperar calidad en la interacción. Participación en decisiones: Involucrar a los padres en decisiones que afecten a sus hijos, promoviendo su participación activa. 18 Aceptación de recursos de apoyo: Preparar a la familia para aceptar y utilizar los recursos necesarios para el bienestar de los niños, sean complementarios o sustitutivos. c. Con otros recursos sociales y comunitarios. Objetivos del Egreso: El egreso es el resultado de un proceso planificado desde el inicio del ingreso en el recurso residencial. Requiere trabajo con el niño, niña o adolescente, la familia y otros recursos profesionales, para garantizar su evolución positiva. La intervención debe implicar coordinar y crear una red de apoyo, integrando a profesionales y recursos comunitarios. Motivos para el Egreso: ○ Cumplimiento de los objetivos del Plan Individualizado de Protección. ○ Superación de los motivos que originaron el acogimiento, permitiendo reintegración familiar. ○ Si el egreso tiene como objetivo la adopción o acogimiento familiar, o si se requieren cambios en el programa. ○ Inclusión en recursos de emancipación o vida independiente para adolescentes al alcanzar la mayoría de edad. Tipos de Egreso: ○ Reintegración Familiar: Cuando se superan las dificultades y se puede reintegrar al niño en su familia. ○ Acogimiento Familiar o Adopción: Cuando no es posible la reintegración, se busca un contexto familiar alternativo. ○ Traslado a otro Recurso Residencial: Si se requiere otro recurso que se ajuste mejor a las necesidades del menor. ○ Inserción en Recursos para Adultos: Al alcanzar la mayoría de edad, el adolescente puede acceder a recursos de autonomía o vida independiente. Procedimiento para Solicitar el Egreso: ○ Revisión periódica del Plan Individualizado de Protección y los Informes de Seguimiento. ○ Valoración conjunta por los profesionales del recurso y la Entidad Pública competente. ○ Informe de Egreso, realizado por el educador referente. Aspectos a Tener en Cuenta: ○ Plan Individual de Egreso: Con objetivos, fases, recursos y temporalización. Debe ser entendido como un proceso positivo. ○ Trabajo Emocional: El egreso genera sentimientos ambivalentes que deben ser gestionados. ○ Implicación de las partes: Es esencial involucrar al niño y la familia en el proceso de toma de decisiones y aceptación del egreso. ○ Apoyo Continuo: Asegurar que el niño o adolescente cuente con el apoyo necesario para su integración social, familiar y educativa tras el egreso. ○ Plan de Despedida: Un ritual de despedida adecuado y la preparación de la documentación necesaria para el proceso de salida. Reintegracion familiar. 19 Cuando el Plan Individualizado de Protección establece la reintegración familiar como objetivo, es fundamental trabajar de forma progresiva y coordinada con la familia y el niño, niña o adolescente para asegurar el éxito del proceso. Algunos aspectos clave son: 1. Implicación de la Familia: A lo largo del proceso, se debe involucrar a la familia en la vida del niño, aumentando la frecuencia y los ámbitos de participación. Esto incluye involucrarlos en la vida cotidiana, como la escuela, actividades recreativas, y el uso de recursos comunitarios. 2. Expectativas Realistas: Se deben establecer expectativas ajustadas a la realidad, informando tanto a los padres como al niño sobre la situación de ambas partes y lo que puede afectar la convivencia. Es importante que entiendan lo que es posible y lo que no lo es. 3. Planificación: Se realiza una planificación detallada y negociada con los padres y el menor, definiendo objetivos y plazos para el acercamiento gradual. 4. Integración Progresiva: El niño, niña o adolescente debe ser integrado también en el contexto comunitario (escuela, amistades, recursos de ocio, etc.), asegurándose de que conozca los recursos de ayuda disponibles y cómo acceder a ellos. 5. Coordinación Profesional: Se debe coordinar con profesionales como trabajadores sociales, educadores y tutores para proporcionar el apoyo necesario. En algunos casos, puede ser necesaria una intervención familiar para facilitar el proceso de integración. 6. Adaptación al Hogar Familiar: El niño debe sentirse cómodo en su nuevo hogar, adaptando su espacio personal, llevando sus pertenencias y decorando su entorno según sus gustos y necesidades. - Acogimiento familiar o adopcion. Cuando un niño, niña o adolescente no pueda regresar a su hogar familiar, es necesario prepararlo para una transición adecuada hacia un Acogimiento Familiar o Adopción, asegurando un proceso bien gestionado tanto a nivel emocional como práctico. Aspectos clave a considerar: 1. Selección de la Familia Acogedora: Es fundamental que la familia acogedora sea seleccionada de acuerdo a las características y necesidades del menor, bajo la competencia de la Entidad Pública encargada del programa de Acogimiento Familiar. 2. Manejo de Sentimientos de Lealtad Familiar: Es crucial trabajar los posibles sentimientos de lealtad hacia la familia biológica del niño/a, ayudando a gestionar cualquier conflicto emocional que pueda surgir. 3. Expectativas Realistas: Se debe trabajar para establecer expectativas claras y realistas entre la familia biológica y la familia acogedora, asegurando el conocimiento y aceptación de las limitaciones y los retos que pueden surgir en la vida cotidiana. 4. Evitar Competencia entre Familias: Es importante que tanto la familia biológica como la acogedora acepten la situación sin entrar en competencia, fomentando una colaboración constructiva en beneficio del bienestar del niño, niña o adolescente. 20 - Preparacion para la independencia. Resumen para oposiciones: Preparación para la Vida Independiente y Autonomía en Adolescentes Este proceso está dirigido a adolescentes que, al salir del Acogimiento Residencial, no cuentan con un entorno familiar que los acoja o cuando la vuelta a su hogar no es beneficiosa para su desarrollo. En estos casos, se trabaja en su autonomía y madurez, especialmente a partir de los 16 años, para prepararlos para la vida independiente. Esto es especialmente importante si no es posible el retorno a la familia o el acogimiento familiar. Aspectos clave en la preparación: 1. Manejo de la vida cotidiana: Habilidades de autocuidado, organización doméstica, compras y preparación de comidas. 2. Gestión económica y administrativa: Aprender a gestionar su dinero, realizar gestiones bancarias, renovar documentos, etc. 3. Derechos y deberes ciudadanos: Conocimiento de sus derechos y responsabilidades. 4. Relaciones sociales y habilidades comunicativas: Desarrollar empatía, autocontrol, habilidades de conversación, y manejo de críticas. 5. Responsabilidad sobre su vida: Fomentar la autonomía y la toma de decisiones responsables. 6. Búsqueda de empleo: Adquisición de habilidades para la búsqueda de empleo y manejo de los recursos disponibles. 7. Conocimiento de recursos comunitarios: Familiarización con servicios sociales, educativos, laborales y sociales. La fase final de este proceso debe permitir una transición gradual, brindando apoyo del Equipo Educativo mientras se facilita la inserción laboral y social. Es fundamental gestionar las ayudas de desvinculación y proporcionar acceso a recursos de apoyo. Dado que la transición a la vida independiente puede ser difícil, algunos jóvenes pueden requerir un recurso puente de emancipación, especialmente después de alcanzar la mayoría de edad, para continuar con el proceso de autonomía. - Cambio de programa. El traslado a otro recurso residencial solo debe llevarse a cabo cuando sea necesario para satisfacer mejor las necesidades del niño, niña o adolescente, dado que los cambios pueden romper vínculos afectivos y dañar la creación de nuevos lazos. Es esencial evitar traslados innecesarios y garantizar que el niño/a no pierda la percepción de continuidad en su historia. Aspectos clave a considerar: 1. Preparación para el cambio: Explicar el traslado de manera adecuada a la edad del niño/a y fomentar su participación en la decisión. 2. Coordinación entre recursos residenciales: Asegurar que los recursos implicados estén coordinados para evitar diferencias en los enfoques educativos y garantizar una transición coherente. 21 3. Evitar el corte emocional: El cambio debe ser progresivo, con pasos sucesivos para facilitar la adaptación, como la coordinación de los profesionales y la información detallada sobre el nuevo recurso. 4. Transición gradual: Establecer puentes entre el recurso anterior y el nuevo, incluyendo visitas y encuentros con los profesionales clave de ambos recursos, para asegurar que el niño/a se sienta apoyado/a. 5. Red de apoyo: Asegurar que el niño/a perciba que hay una red de profesionales que ampara y da continuidad a su proceso de desarrollo, aprovechando los aprendizajes previos y facilitando la adaptación al nuevo entorno. De esta manera, el traslado se gestionará de forma que se minimicen los efectos emocionales y se favorezca el desarrollo continuo y positivo del niño, niña o adolescente. Estandares para una atencion de calidad. El programa establece estándares obligatorios para todos los recursos residenciales, guiando la organización y evaluación de los proyectos educativos. Estos estándares incluyen aspectos clave como la seguridad, respeto a los derechos, atención a necesidades básicas, educación, salud, y desarrollo de la autonomía. También destacan la integración social, la participación de los menores, el apoyo a las familias, y la coordinación entre profesionales. Aspectos clave: 1. Seguridad y protección. 2. Respeto a la individualidad y derechos. 3. Satisfacción de necesidades básicas. 4. Apoyo en estudios y formación. 5. Fomento de hábitos saludables. 6. Integración social y participación. 7. Desarrollo de la autonomía. 8. Actividades de ocio y tiempo libre. 9. Incentivos y sanciones equilibradas. 10. Coordinación profesional. 11. Apoyo a las familias para reunificación. Estos estándares garantizan una atención integral y de calidad, favoreciendo el bienestar de los menores en acogimiento residencial. 22